En torno a la línea de bandera

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado en http://www.cronista.com/opinion/En-torno-a-la-linea-de-bandera-20130830-0024.html

Dejando de lado las trifulcas que en varias direcciones ahora se suceden en Aeroparque debido a diversas arbitrariedades que afectan gravemente la seguridad jurídica, es de interés revisar el significado de las mal llamadas empresas estatales.
Bajo el escudo de la línea de bandera, se viene perjudicando a los consumidores y contribuyentes argentinos que arroja como resultado operativo dos millones de dólares de pérdidas diarias. En realidad, si se desea sacar partida de la competencia dentro de las rutas disponibles y que los pasajeros puedan juzgar los mejores servicios, debería permitirse que todas las empresas de aeronavegación compitan en vuelos de cabotaje.
Aludir a la línea de bandera es tan insensato como referirse a la zanahoria de bandera. Cuanto más estratégico y vital sea un servicio, más razón para que funcione bien. El tema es que cuando se brinda por una empresa privada debe ser ajena a privilegios de toda naturaleza y separada del aparato estatal. De lo contrario, ocurre como cuando se dijo que se privatizarían los ferrocarriles que, en esa época, arrojaban una pérdida de un millón de dólares diarios y cuando se traspasó a manos privadas éstas recibían ese mismo monto en concepto de subsidios.
Una empresa estatal es una contradicción. No se juega al empresario: significa arriesgar recursos propios y si le va bien obtiene ganancias y si le va mal incurre en pérdidas y es eventualmente sustituida por otra. La competencia tampoco es un simulacro, se trata de colocarse en el mercado con todo lo que ello significa. Carece por completo de sentido sostener que el aparato estatal competirá con los privados, puesto que la tentación de otorgar favores y politizar el área estará siempre presente y si se insiste en que no se procederá de esa manera no hay razón para que no se corte el cordón umbilical con el gobierno.
Si por ventura se comprobara que la llamada empresa estatal mostrara beneficios (con balances en base a procedimientos serios), debe preguntarse si las tarifas no estarán demasiado altas. La única manera de saber cuáles son los resultados reales es que opere en libertad con todos los rigores del caso, lo cual significa que los consumidores decidirán su éxito o fracaso con sus votaciones diarias en el plebiscito del mercado.
La mala prensa de las privatizaciones se debe a que, en gran medida, han constituido un fraude colosal: se han pasado monopolios estatales a monopolios privados en base a pastosas y limitadas licitaciones con prebendas y chicanas adicionales que obstaculizaron grandemente la indispensable trasparencia. El asunto no es contar con un buen gerente, el asunto es no imponer la financiación a otros y usar compulsivamente el fruto de su trabajo.
Por el momento no se insinúa la idea de los teléfonos de bandera porque en esa línea argumental habría que comunicarse a los alaridos como era hasta no hace mucho tiempo. El tema al que debe prestarse especial atención es que de tanta regulación absurda, la gente manifiesta que los servicios privados son de pésima calidad como los estatales, lo cual es cierto puesto que esas intromisiones convierten a los funcionarios en burócratas. Por ejemplo, los que se desempeñan en el campo bancario son dependientes de la banca central y cuando se incautaron depósitos no asumen sus responsabilidades sino que se escudan tras el Leviatán.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.

Patoterismo populista: ahora con YPF:

Por Pablo Guido: Publicado el 17/4/12 en: http://chh.ufm.edu/blogchh/

Ayer, la presidente argentina anunció que el Estado expropiaría el 51% de las acciones de YPF, la empresa petrolera insignia del país. Solo para ponerlo en contexto: la empresa YPF fue privatizada en la década del 90 porque las pérdidas eran tan grandes que no había manera de mantener la exploración, producción y refinación del petróleo suficiente para abastecer al mercado. El mismo partido gobernante y casi los mismos políticos que aplaudieron a rabiar la privatización hace poco más de 10 años ayer aplaudieron a rabiar la estatización, por ahora parcial de la misma empresa. En segundo lugar, como en otros mercados la intervención estatal ha generado escasez de productos como consecuencia de la falta de inversiones. Desde el año 1998 no sólo ha bajado la producción de petróleo sino también las reservas petroleras (lo que se estima con cierta probabilidad que existe debajo de al superficie por las exploraciones realizadas). Además, la refinación de petróleo también está muy limitada. Algunos números: en el año 2006 las exportaciones del rubro combustibles y energía llegaban a 7,800 millones de dólares y las importaciones del mismo rubro a 1.700 millones, alcanzando un superávit comercial energético de 6.000 millones aproximadamente. En el año 2011 las exportaciones energéticas fueron de 6.500 millones y las importaciones de 9.400 millones, haciendo un déficit energético de casi 3.000 millones de dólares. Claro que esta situación de desabastecimiento fue anunciada hace más de dos años en un informe redactado por 8 ex secretarios de energía de la nación. Obviamente que fueron calificados por el gobierno poco menos como traidores a la patria. 

La pregunta es: ¿por qué no se invierte en la Argentina en el rubro energético? La respuesta es de manual: por los controles de precios, que hacen no rentable dichas inversiones. Pero como el gobierno argentino ha generado esta política populista de “combustible y energía barata para todos” y ahora llega el momento donde la escasez energética provoca una sangría de recursos para pagar importaciones fenomenal, entonces ahora se preocupa y desesperadamente estatiza YPF. Como podemos observar en el gráfico, desde que los rumores de la estatización comenzaron a arreciar a principios de año el precio de la acción se desplomó un 50%: en 3 o 4 meses la caída fue de los $40 a los $20 dólares. Ayer, después del anuncio de la estatización parcial las transacciones de la acción de YPF, tanto en la bolsa de New York como de Buenos Aires, tuvo que ser suspendida por la caída estrepitosa que se venía en el precio de la misma.   

Según los datos oficiales, el valor de mercado de la empresa llega a unos 8 mil millones de dólares, muchísimo menos que los 18 mil que valía hace un par de meses, antes que comenzara su andanada de rumores estatizadores. De todas maneras, el presidente de Repsol dice que reclamará un pago de unos 10 mil millones de dólares. Y a partir de ahí tendría que comenzar a invertir miles de millones de dólares anuales para recomponer no sólo el nivel de reservas perdidas en la última década sino también la producción y refinación de petróleo. Esto, según los expertos, no llevaría menos de 3 o 4 años, si se comenzara ya el proceso de inversiones. Pregunta obvia: ¿quién invertirá en la Argentina, prestándole al gobierno argentino, miles de millones de dólares en el sector petrolero después de lo que ha pasado ayer?

 Mañana seguimos contando esta medida que forma parte de una novela populista de bajo calibre, apoyada por la mayoría del electorado argentino.

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.