Vuelve el colectivismo en la cabeza de la Iglesia


El retorno a la línea de Santiago el Mayor.

Originalmente hubo un problema serio en la Iglesia: la versión de Santiago el Mayor estaba colocándola al borde de la liquidación terrenal si no fuera por la vigorosa reacción de San Pablo. Así se lee por un lado, el mensaje central de Santiago: «Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotro». (Epístola de Santiago, 5: 1).

También en Epístola de Santiago (2: 5-6): «Escuchen, hermanos muy queridos, ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos los que oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales?». 

Más aun, la línea de Santiago expone la receta en cuanto a que «todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno» (Los Hechos de los Apóstoles, 2:44/45). 

Esto en la ciencia moderna se denomina «la tragedia de los comunes», es decir, lo que es de todos no es de nadie y los incentivos operan en dirección a la debacle. Y esto es precisamente lo que ocurrió en la iglesia primitiva paupérrima y como una carga insoportable para la Iglesia madre, de allí el mensaje contundente de Pablo de Tarso que afortunadamente predominó en cuanto a que «día y noche con fatiga y cansancio trabajamos para no ser una carga a ninguno de vosotros (…) Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A estos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan» (Segunda Epístola a los Tesalonicences, 3: 8/10, 11 y 12).

Sin la pretensión de una recopilación exhaustiva, a titulo de ejemplo a continuación hemos seleccionado pasajes de la tendencia inaugurada por Pablo que fue la que, como queda dicho, predominó al efecto de rescatar el espíritu cristiano, especialmente a partir de Constantino, aunque la Iglesia posconciliar a partir de Medellín, Puebla, el tercermundismo, los desvíos de la llamada teología de la liberación y más notoriamente a partir de Francisco ha vuelto en gran medida a la línea de Santiago que acabamos de resumir. 

CONTRACORRIENTE

A contracorriente de estos desvíos que vuelven a asomar con fuerza y en concordancia con los Mandamientos de no robar y no codiciar los bienes ajenos que hacen referencia a la trascendencia de la propiedad privada, en Deuteronomio (viii-18) «acuérdate que Yahveh tu Dios, es quien te da fuerza para que te proveas de riqueza». En 1 Timoteo (v-8) «si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe». En Mateo (v-3). 

«Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos»», fustigando al que anteponga lo material al amor a Dios (amor a la Perfección), en otras palabras al que «no es rico a los ojos de Dios» (Lucas xii-21), lo cual aclara la Enciclopedia de la Biblia (con la dirección técnica de R. P. Sebastián Bartina y R. P. Alejandro Díaz Macho bajo la supervisión del Arzobispo de Barcelona): «Fuerzan a interpretar las bienaventuranzas de los pobres de espíritu, en sentido moral de renuncia y desprendimiento», y que la «clara fórmula de Mateo -bienaventurados los pobres de espíritu- da a entender que ricos o pobres, lo que han de hacer es despojarse interiormente de toda riqueza» (tomo vi, págs. 240/241). En Proverbios (11-18) «quien confía en su riqueza, ese caerá». En Salmos (62-11) «a las riquezas, cuando aumenten, no apeguéis el corazón». Este es también el sentido de la parábola del joven rico (Marcos x, 24-25) ya que «nadie puede servir a dos señores» (Mateo vi-24) y en la parábola del viñatero se concluye: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero?» (Mateo, xx: 15).

En cuanto a los textos papales, aunque en no pocas ocasiones ambivalentes y contradictorios es de interés destacar a León XIII en Rerum Novarum en el siguiente pasaje: «Quede, pues, sentado que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que principalmente, y como fundamento de todo se ha de tener es esto: que se ha de guardar intacta la propiedad privada. Sea, pues, el primer principio y como base de todo que no hay más remedio que acomodarse a la condición humana; que en la sociedad civil no pueden todos ser iguales, los altos y los bajos. Afánense en verdad, los socialistas; pero vano es este afán, y contra la naturaleza misma de las cosas. Porque ha puesto en los hombres la naturaleza misma grandísimas y muchísimas desigualdades. No son iguales los talentos de todos, ni igual el ingenio, ni la salud ni la fuerza; y a la necesaria desigualdad de estas cosas le sigue espontáneamente la desigualdad en la fortuna, lo cual es por cierto conveniente a la utilidad, así de los particulares como de la comunidad; porque necesitan para su gobierno la vida común de facultades diversas y oficios diversos; y lo que a ejercitar otros oficios diversos principalmente mueve a los hombres, es la diversidad de la fortuna de cada uno».
 
SOCIALISMO RELIGIOSO

Por su parte Pio XI ha señalado en Quadragesimo Anno : «Socialismo religioso y socialismo cristiano son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero». Y Juan Pablo II -el Papa de los pedidos de perdones por mayúsculas barrabasadas oficiales en la Iglesia y el formidable ecumenismo- ha puesto de manifiesto en Centesimus Annus: «Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente (…) Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva».

Respecto al Papa Francisco, sin perjuicio de sus alabanzas a sacerdotes tercermundistas y sus reiteradas declaraciones en Cuba, Bolivia, Paraguay, Chile y en el Vaticano sobre lo males del capitalismo y las virtudes del intervencionismo de los aparatos estatales en las vidas y haciendas del prójimo, a título de ilustración decimos que en el segundo capítulo de Evangelii Gaudium se lee que la economía abierta «mata» y donde «todo entra dentro del juego de la competitividad», y «como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas sin trabajo, sin horizontes, sin salida». También ha dicho que «el dinero es el estiércol del diablo» sin hacer referencia al reiteradamente corrupto banco en su jurisdicción que de modo insolente se lo ha denominado el banco de Dios, ni a las abundantes riquezas del Vaticano. 

En verdad, las reflexiones del Papa resultan sorprendentes. En primer lugar y antes que nada, debe precisarse que el mundo está muy lejos de vivir sistemas de competencia y mercados abiertos sino que en menor o mayor medida ha adoptado las recetas del estatismo más extremo en cuyo contexto el Leviatán es cada vez más adiposo y cada vez atropella con mayor vehemencia los derechos de las personas a través de múltiples regulaciones absurdas, gastos y deudas públicas colosales, impuestos insoportables e interferencias gubernamentales cada vez más agresivas, todo lo cual no es siquiera mencionado por el Papa en su documento.

Si no somos racistas y nos damos cuenta que las causas no residen en el clima imperante ni en los recursos naturales (recordemos que Africa es el continente que exhibe la mayor dosis y que Japón es un cascote donde solo el veinte por ciento es habitable), podremos concluir que dichas tasas permiten incrementar salarios e ingresos en términos reales.

En resumen, los valores y principios de una sociedad abierta no matan, lo que aniquila es el estatismo de hace ya mucho tiempo. En este sentido, estimo de una peligrosidad inusual el consejo papal basado en una cita de San Juan Crisóstomo cuando escribe en el documento referido: «Aanimo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos». San Juan Crisóstomo el antisemita rabioso que con el título de Adversus Judaeos escribió que los judíos «son bestias salvajes», que son «el domicilio del demonio» y que «las sinagogas son depósitos del mal» para quienes «no hay indulgencia ni perdón».

PENSAR COMO COMUNISTAS

Cuando le preguntaron al Papa Francisco si es comunista respondió que «son los comunistas los que piensan como los cristianos» (La Reppublica, noviembre 11 de 2016), lo cual subraya una vez más su simpatía original por el colectivismo impregnado de muy joven por la marxista doctora Esther Balestrino y luego por Monseñor Enrique Angelelli que celebraba misa bajo la insignia de los terroristas Montoneros. Es sumamente curioso que por un lado se condena la pobreza y, por otro, se hace alarde de pobrismo, con lo cual -como expresé mucho antes de este papado, cuando pronuncié el discurso inaugural en el congreso del Celam en Tegucigalpa, el 30 de junio de 1998 invitado por Monseñor Cristian Trecht Bañados- la Iglesia debería rechazar la mismísima caridad puesto que mitiga la pobreza del receptor y también dedicarse solo a los ricos pues los pobres ya estarían salvados.
Este lamentable derrumbe no es aceptado por los fanáticos de siempre que se niegan a ver una de los muy pocos temas con los que puede concordarse con el Papa actual y es su repetida manifestación en cuanto a que «los cortesanos son la lepra de la Iglesia». Afortunadamente hay obispos, sacerdotes y laicos que perciben este problema grave, es de esperar que se esté a tiempo de revertir la situación para no caer en lo que advertía el sacerdote polaco -doctor en teología, doctor en derecho y doctor en sociología- Miguel Poradowski en su libro El marxismo en la Iglesia: «No todos se dan cuenta hasta donde llega hoy día la nefasta influencia del marxismo en la Iglesia (…) tarde o temprano vamos a encontrarnos con una Iglesia ya marxistizada, es decir en una anti-Iglesia».

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Por qué la extrema pobreza es un flagelo muy difícil de reducir

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 14/4/2021 en: http://economiaparatodos.net/por-que-la-extrema-pobreza-es-un-flagelo-muy-dificil-de-reducir/

Persiste un clima de desaliento a los negocios, con amenaza de más regulaciones y penalidades a las empresas

Sin duda la segunda ola de COVID 19 es un problema serio, pero tal vez sea un problema serio porque el gobierno nunca utilizó el tiempo de la cuarentena eterna para poner en condiciones el sistema de salud y organizar debidamente una masiva y efectiva compra de vacunas para hacer una adecuada campaña de vacunación. Todo lo que sabemos es que las pocas vacunas que llegaron fueron utilizadas, en parte, para el vacunatorio VIP que incluía a jóvenes militantes de La Campora.

El problema está en que Argentina es un país pobre, es decir, no puede darse el lujo de frenar la actividad económica, aunque sea parcialmente, como lo hacen otros países. Argentina tiene un ingreso per capita de US$ 8.000 por año y el promedio de la UE es de US$ 39.000 por habitante. Son dos mundos económicamente tan diferentes que compararse con esos países en las medidas de restricción económica no tiene ningún sentido. Y aun así, algunos países de la UE tienen marchas de protesta por la cuarentena que imponen algunos de los gobiernos.

Es más, entre 2010 y 2020 la población argentina creció el 11% y el PBI cayó el 14%. La torta se transformó en un alfajor y llegaron más comensales a la mesa. Imposible que no estallara la pobreza y aumentara la indigencia con estos números. El 60% de ese tiempo gobernó el kirchnerismo y el otro 40% el gradualismo de Cambiemos.

En realidad, desde que empezamos a votar nuevamente en 1983, la democracia se transformó en una competencia populista en la cual los diferentes partidos políticos compiten por ver quién ofrece quitarle el fruto de su trabajo a unos para dárselo a otros, hasta llegar a un punto en que están dados todos los incentivos para no producir y todos para tratar de vivir consumiendo sin producir.

Es más, las reglas de juego para producir en Argentina son perversas. Si alguien produce tela para ropa, le dan protección arancelaria, si otro ensambla celulares en Tierra del Fuego tiene todo tipo de subsidios, ahora si Ud. invierte en una empresa, crea puestos de trabajo en un país con 19 millones de pobres, 4,5 millones de indigentes, 11% de desocupación y se esfuerza por ser competitivo, el Estado lo esquilma a impuestos, le pone mil regulaciones, controles, prohibiciones de exportar y encima si Moyano le bloquea la planta para que Ud. no pueda trabajar, el Estado se toma todo el tiempo del mundo para resolverle el problema. Si es que se lo resuelve.

En otras palabras, el Estado no lo deja trabajar en tiempos normales, si quiere trabajar en tiempos de pandemia Ud. pasa a ser directamente un infractor que merece todo el castigo de la ley y si el Estado no lo molesta en ninguno de los dos casos, los piqueteros o Moyano se van a encargar de complicarle la vida para que no pueda trabajar en paz.

Es más, en un país como Argentina donde hay 4,4 millones de indigentes, el Estado persigue a los que producen carne y todo tipo de alimentos. Siguen creyendo en el cuento de la oligarquía vacuna.

La economía Argentina está estancada desde 2011, el último dato disponible del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) muestra que la actividad recién está llegando a los niveles de febrero de 2020, el mes anterior a la cuarentena, aclarando que en febrero de 2020 el EMAE estaba levemente por debajo de noviembre de 2019, el último mes completo del gobierno de Cambiemos, que fue un mes recesivo y venía de una recesión de 2 años. Es más, el EMAE está por debajo de los niveles de estancamiento de los últimos 10 años.

Gráfico 1

En 2020 el PBI terminó estuvo solo un 2,5% por encima del PBI de 2009, en pesos constantes de 2004, siendo el 2009 un año recesivo. El PBI de 2020 estuvo casi en los niveles del PBI de 2007. Son 13 años de un PBI casi estancado con una población que crece a pesar de los jóvenes que emigran.

En 2019 emigraron de Argentina 1.013.414 personas, siendo el principal destino España, luego Estados Unidos, Chile, Italia, Paraguay, Bolivia, Brasil y sigue el listado, pero aproximadamente el 50% se fue a España y a Estados Unidos, casi en partes iguales.

Pero en 2019 recibimos a 2.212.879 inmigrantes, mayormente de Paraguay, Bolivia, Chile y Perú. Todos datos de publicados por la ONU.

Resulta realmente curioso que siendo un país que expulsa a sus hijos y empresas por falta de oportunidades, tenga un neto positivo de entre inmigrantes e emigrantes, de casi 1,2 millones de personas. Argentina no es la misma Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX que atraía gente de todas partes del mundo por las reglas de juego que ofrecía para prosperar. Hoy Argentina hace el proceso inverso de nuestros abuelos que vinieron a la Argentina a buscar un futuro. Sus nietos o bisnietos van a buscar un futuro mejor al país del cuál ellos vinieron a tratar de prosperar.

Bajo estas condiciones de decadencia y pobreza el gobierno cometió los groseros errores de campaña de vacunación que todos conocen, con lo cual los márgenes económicos para enfrentar la segunda ola de COVID 19 son mínimos, por no decir nulos.

No hay margen fiscal para otorgar subsidios a las empresas que no facturan e igual tienen que pagar los sueldos de sus empleados. No hay margen social con los mencionados 19 millones de pobres, 4,4 millones de indigentes y 2,2 millones de desocupados. Se puede agregar que entre febrero de 2020 y enero de 2021 el sector que mayor cantidad de puestos de trabajo perdió fue el de hotelería y restaurantes, los que vuelven a ser fuertemente golpeados con las nuevas medidas de restricciones horarias y prohibiciones. Ese sector perdió 57.400 puestos de trabajo en lo que va de la cuarentena y no logra recuperarse.

Los números fiscales son horribles, Argentina no tiene moneda, no tiene ahorro interno, las empresas cierran sus puertas y se van del país y otras directamente cierran, lo pobreza y la indigencia está en niveles insospechados, la desocupación es una pesadilla y la falta de perspectivas quitan cualquier sueño innovador.

Con este panorama el gobierno no tiene mejor idea que decir que la gente se quede en su casa y volver a cerrar la actividad, no tan violentamente como en 2020, pero con restricciones importantes para sectores muy golpeados.

Todo parece indicar que el mejor camino es apelar a la conciencia de la gente para que tome los recaudos del caso en estos momentos de pandemia y dejar la mayor flexibilidad para poder producir algo, porque la pobreza extrema a la que están llevando el país es otra forma de morir tan cruel como el COVID 19.

Claro que el principal problema es que quienes tendrían que apelar a la conciencia de la gente fueron los vacunados VIP que usaron las escasas vacunas, compradas con fondos públicos, para vacunarse ellos y sus militantes  y aparecieron en fotos abrazándose a compañeros políticos. Eso quita toda autoridad moral para levantar el dedo acusador y exigirle a la gente que haga lo que ellos han demostrado no estar dispuestos a hacer.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

La nueva agenda del Mercosur, como incentivo a las reformas estructurales

Por Pablo Guido. Publicado el 13/4/21 en: http://nuevasgeneraciones.com.ar/sitio/wp-content/uploads/publicaciones/realidad/Revista-Realidad-42.pdf?11Abril2021


¿Qué sucedió en la reunión de los presidentes de los países
miembros del Mercosur en conmemoración de los 30 años
del bloque? El presidente uruguayo planteó la necesidad de
“flexibilizar” el arancel externo común (reducirlo) y la
posibilidad que cada país miembro pueda negociar acuerdos
comerciales de manera individual. Uruguay, Paraguay y
Brasil observan, con total razón, que los beneficios de
continuar con la estrategia de integración al mundo vía el
Mercosur, tal como hoy está diseñado, han sido muy pobres
en términos de crecimiento, empleo, inversiones y comercio.
Si bien todos los países del Mercosur comercian con el resto
del mundo, nuestros vecinos quieren sacarse el “lastre” que
les impone el diseño de aquel para avanzar en acuerdos de
libre comercio de manera mas rápida y dinámica. Una
posibilidad podría ser cambiar el diseño a uno más parecido
al NAFTA, donde EEUU, Canadá o México pueden
soberanamente negociar con otros países de manera
independiente.
¿Por qué el presidente Fernández, en aquella reunión de
hace unos días, se manifestó en desacuerdo con este
“restyling” del Mercosur? Si bien sus modos y formas fueron
impropios de un presidente, la negativa a realizar un
cambio del Mercosur es entendible y hasta razonable: la
economía argentina, dado el “modelo” económico que hoy
rige en el país, no podría jugar en las ligas mayores del
mundo. En otras palabras, el sector privado argentino, en
términos generales, no está “entrenado” ni tiene el “músculo”
para ir a competir con los sectores privados del resto del
planeta.
Los 170 impuestos existentes, las decenas de miles de
regulaciones que le ponen barreras diarias a la producción,
la inflación exorbitante crónica, la falta de ahorro y
financiamiento, los controles de precios en todos los
mercados de bienes y servicios, el cepo cambiario y un largo
etcétera le genera a las empresas residentes en Argentina un
sobrecosto que no les permite competir con sus pares
mundiales. La economía argentina tal como la conocemos,
con excepciones en ciertas empresas y sectores, no puede
competir globalmente. Exportamos tan solo 65 mil millones
de dólares, unos 120 dólares per cápita por mes. Esa es la
evidencia indiscutible del peso del “costo argentino”.
Si el Mercosur se rediseñara, decidiendo una fuerte
reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias que
tiene hoy, la dirigencia de nuestro país (política, sindical y
empresarial) debería enfrentar la disyuntiva de encarar un
conjunto extenso de reformas estructurales para reducir el
“costo argentino” o salirse del bloque regional aislándose
más en materia comercial. Quizás esta nueva agenda del
Mercosur que planteó el presidente de Uruguay, apoyado por
Brasil y Paraguay, sea una oportunidad para que nuestra
dirigencia “conservadora” se despabile.

Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad. Es jefe de Asesores Bloque PRO en la legislatura de Neuquén. Es director de Nuevas Generaciones, delegación Neuquén. Sigue a @pguido53

América Latina elige, ¿qué elige?

Por Constanza Mazzina y Santiago Leiras. Publicado el 4/04/21 en: https://www.cronista.com/cronista-global/america-latina-elige-que-elige/

Ante un escenario complejo por el efecto de la pandemia, las tensiones ideológicas podrían mantenerse.

El 2021 se presenta como un nuevo año en el ciclo electoral latinoamericano inaugurado hace algunas décadas con la tercera ola de democratización en la región. En el transcurso del presente año habrá elecciones presidenciales en Ecuador, Chile, Perú, Haití, Honduras y Nicaragua; legislativas en El Salvador, México, Argentina, Haití y Chile; constituyentes en Haití y Chile; municipales en Bolivia, Chile, El Salvador y Paraguay; y estaduales en Bolivia y Chile.

Un mix completo en un año complejo: además de la crisis sanitaria, la región tiene otras «pandemias» que no logra resolver. Así, a las consecuencias del Covid19 y las diferentes respuestas que dieron los gobiernos latinoamericanos con más o menos eficacia, debemos resaltar el sistemático deterioro del Estado de Derecho, la crónica crisis de la democracia y la crisis de representación política.

Crisis que se arrastran y no se resuelven, y que agregan un elemento más de disconformidad en las ya descontentas ciudadanías latinoamericanas. Tomemos por caso la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil: según los datos de Latinobarómetro del año 2018, un 65% de los ciudadanos señalaban que la democracia tenía problemas y para un 17% no había democracia. Así, la crítica a la democracia tuvo consecuencias electorales directamente consistentes con ella.

La reciente elección legislativa en El Salvador y el apoyo dado por la ciudadanía al presidente Bukele muestra que, lejos de castigarlo con su voto, lo han respaldado. En el mismo informe de Latinobarómetro de 2018, un 24% de los salvadoreños señalaban que no había democracia y para el 59% era una democracia con problemas. La tercera oleada democrática llegó al país centroamericano a mediados de los años noventa, luego de la firma de los acuerdos de paz de Chapultepec que pusieron fin a décadas de enfrentamiento armado en el territorio.

El regreso a la democracia configuró un sistema de partidos bipartidista de la mano de ARENA y del FMLN. La alternancia entre ambos en un contexto de creciente inseguridad y nuevos fenómenos como las maras, fue erosionando la democracia. Antes de la llegada de Bukele, solo el 11% de los salvadoreños estaban satisfechos con la democracia. Si en el 2018 la aprobación del gobierno en Brasil era de solo el 6%, en El Salvador rozaba el 22%, con una media regional en un escaso 32%.

Para cerrar este panorama, la confianza en el Parlamento era de un escaso 10%, la confianza en el gobierno del 10% (entonces era presidente Salvador Sánchez Ceren, del FMLN, igual que su antecesor, Mauricio Funes) y en los partidos políticos del 6%. El colapso del sistema consociativo de la democracia entre Arena y FMLN se encontraba en su fase terminal.

Así, Nayib Bukele logró presentarse como la figura emergente en un fuerte clima anti-político con un sesgo anti-establishment representado por los dos partidos históricos, un esquema de corrupción institucionalizada, y una significativa demanda de restauración del orden público: el resultado electoral de aquella elección presidencial y las recientes legislativas marcaron el fin de una época.

¿Se parece Bukele al fenómeno Trump/Bolsonaro, al modelo de Chávez o al de Álvaro Uribe? Probablemente a todos, posiblemente a ninguno de ellos. Lo cierto es que, de acuerdo al último informe de Democracy Index, El Salvador se transforma en un régimen híbrido, dejando atrás su condición de «democracia defectuosa».

El Salvador, Ecuador y Bolivia inauguraron un largo ciclo electoral pero ¿qué se elige? ¿elige la región girar a la izquierda? Quienes sostienen esta tesitura encuentran sus razones en el cambio acontecido en México (2018), Argentina y Bolivia (2019), en un clima de optimismo en relación al triunfo del candidato/delfín de Rafael Correa (el segundo, el anterior fue el propio Lenín Moreno) Andrés Arauz en Ecuador y el retorno de Lula Da Silva a la arena política, ya sin restricciones legales para una eventual candidatura presidencial, en un contexto de crisis del gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil.

Haciendo un rápido recorrido ideológico por una buena parte de la región nos encontramos con 2 países de extrema izquierda (Nicaragua y Venezuela), 2 de izquierda (Bolivia y México) 1 de centro izquierda (Argentina), 2 de centro (Ecuador y Perú) 1 de centro derecha (Uruguay), 3 de derecha (Colombia, Chile y Paraguay) y 1 de extrema derecha (Brasil).

Estamos frente a un complejo escenario ideológico y lo que los latinoamericanos elijan en 2021 no parecería alterar sustantivamente este panorama.

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE. Síguela en @CMazzina

Chile: la desigualdad no es excusa para la violencia

Por Iván Carrino. Publicado el 8/12/19 en: https://www.ivancarrino.com/chie-inequality-is-no-excuse-for-violence/

 

Un automóvil detiene su marcha frente a la luz roja. Al volante, una abogada de 40 años mira su teléfono celular para ver la hora. Ella espera llegar a casa y ver a sus hijos.

De repente, se escucha un retumbar.

En cuestión de segundos, el ladrón entra al vehículo por la ventana y agarra su bolso, que yacía en el piso del asiento del pasajero.

Aterrorizada, mira el daño a su auto. La ventana está rota y la billetera se ha ido. También se han ido su dinero, la tarjeta de crédito y algunas fotos de su familia.

Sin embargo, ella está feliz de estar viva y ilesa.

Los observadores parecen estupefactos, con miedo … indignados. En cualquier país normal, si el ladrón es arrestado, irá a la corte. En ese caso, podría intentar justificarse diciendo que robó porque «no tenía nada», mientras que ella «tenía mucho».

Una vez más, en un país donde las instituciones funcionan correctamente, el ladrón cumpliría una condena. Entonces, independientemente de su motivo, el hombre será sancionado.

Finalmente, esto parecería estar bien para todos. En el nivel «micro», el robo es un delito, y más allá de las justificaciones, la violencia debe ser castigada. Este es un pilar básico de cualquier sociedad civilizada.

Curiosamente, cuando ocurren situaciones similares en el nivel «macro», las reacciones no son las mismas. Por qué decimos esto? Porque lo que está sucediendo en Chile ahora a menudo se explica usando el mantra de «desigualdad».

Chile y la desigualdad

En el país sudamericano al lado de Argentina, una protesta que comenzó como un rechazo al aumento en el boleto del Metro de Santiago, se convirtió en los últimos días en un caos urbano, con manifestaciones masivas, vandalismo, detenidos e incluso muertes.

Ante claros casos de crímenes y saqueos (que incluyeron la quema de varios trenes e incluso la construcción de un periódico), el gobierno de Sebastián Piñera decretó un «estado de emergencia».

Obviamente, el problema no es solo el boleto del metro, ya que hay varios grupos de manifestantes que ubican el origen de la violencia en la desigualdad económica. De hecho, a menudo se dice que Chile es un país que «crece mucho económicamente», pero que no es suficiente crecer «si el crecimiento está distribuido de manera desigual». Este argumento merece ser analizado en profundidad.

En primer lugar, hay que decir que Chile no es un «paraíso de igualdad social», pero tampoco es un infierno.

Según datos del Banco Mundial, Chile es el octavo país de América en términos de igualdad. Se ubica debajo de Canadá, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.

Sin embargo, también se clasifica mejor que México, Paraguay, Colombia o Brasil. Entonces, ¿por qué la desigualdad solo quema periódicos y estaciones de metro en Chile, pero no en Paraguay o Colombia?

País

Desigualdad medida por Índice Gini

(Año 2017, salvo indicación contraria)

Canadá

34,0

Uruguay

39,5

Argentina

41,2

Estados Unidos

41,5

Perú

43,3

Bolivia

44,0

Ecuador

44,7

Chile

46,6

Guatemala*

48,3

México *

48,3

Paraguay

48,8

Colombia

49,7

Panamá

49,9

Honduras

50,5

Brasil

53,3

Venezuela, RB DAKOTA DEL NORTE
* 2016, Fuente: Banco Mundial

 

Otro tema relevante no es solo que la desigualdad ha disminuido en las últimas décadas (especialmente desde fines de la década de 1990), sino que Chile tiene la mayor movilidad social de toda la OCDE.

Es decir, en Chile es mucho más fácil dejar atrás la pobreza que en, por ejemplo, México o incluso Alemania. Esto puede tener que ver con el gran historial de crecimiento económico con baja inflación y bajo desempleo en los últimos 30 años.

Violencia ilegítima

El punto más fundamental, sin embargo, es diferente. Porque incluso si Chile fuera el país más desigual de América, eso no debería justificar la violencia. Hacerlo, de hecho, significaría rendirse al chantaje.

Desafortunadamente, aquellos que piden más igualdad en el mundo hacen exactamente eso. Nos dicen que el estado debe luchar contra la desigualdad (cobrar a los ricos más impuestos y dar a los pobres más beneficios), para mantener ciertos niveles de «paz social». Luego toman el caso de Chile, o cualquier otro que sirva a sus propósitos, para justificar sus propuestas

¿No es esto lo mismo que decir que el estado debe tomar parte de la billetera del abogado y dársela al ladrón de nuestro caso inicial para que no rompa la ventana del automóvil? ¿No estaría el gobierno, en este caso, haciendo el «trabajo sucio» del ladrón?

Por otro lado, una vez que el estado redistributivo profundice efectivamente su redistribución forzada, ¿cuándo será suficiente? ¿Cuántos impuestos más debes recaudar? ¿Cuánto más dinero deberías gastar?

¿Cuánto más se tendrá que tomar de los ciudadanos más productivos de la sociedad para dar a los menos productivos y evitar que terminen con la «paz social»?

¿Y si los que afirman nunca están satisfechos?

La desigualdad no es excusa para la violencia. Tampoco debería ser la excusa para que los estados redistribuyan  aún más  ingresos. (Digo «aún más», por supuesto, porque todos estos países que enfrentan protestas ya tienen amplios programas sociales). De hecho, profundizar el camino hacia ese esquema no solo conduciría a una situación injusta, sino a un empobrecimiento económico.

Chile, con un estado pequeño y solo un papel subsidiario, fue capaz de generar una macroeconomía estable que le permitió triplicar el PIB per cápita desde 1980 y reducir la pobreza del 53% en 1987 al 6.4% en 2017.

Pero tenga cuidado: ceder al chantaje puede comprar algo de «paz social» a corto plazo, pero a largo plazo socavará los cimientos de la prosperidad chilena, como ya lo hizo en Venezuela, Argentina y también Ecuador.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

Venezuela votó por «más de lo mismo»

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 31/5/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2139534-venezuela-voto-por-mas-de-lo-mismo

 

Los venezolanos acaban de concurrir a las urnas en lo que parece haber sido una elección presidencial fraudulenta más. En la que -como suele suceder- se proscribió a algunos de los principales partidos opositores y encarceló a sus principales dirigentes.

Nicolás Maduro (rodeado de caras amenazadoras por parte de quienes vestían altos uniformes militares) fue inmediatamente declarado ganador. Sin perder un minuto de tiempo. Por ello se apresta a continuar gobernando a Venezuela por un nuevo período presidencial de seis años.

Su reelección ha sido -sin embargo- rechazada por prácticamente todos sus vecinos de la región: por Brasil, Colombia, Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Paraguay, Guyana y Santa Lucía.

Para nuestra región, Venezuela es ya una segunda Cuba, cuyos funcionarios, desvergonzadamente enquistados en el gobierno venezolano, han estructurado -con la estrecha cooperación de sus pares venezolanos-, un mecanismo perverso para que Cuba pueda recibir, «colgada» del mismo, buena parte de las divisas generadas por las exportaciones venezolanas de petróleo crudo. Por largo rato, cabe recordar, Cuba vivió «colgada» de la Unión Soviética. Hoy vive ordeñando a Venezuela. La noción de «no intromisión» ha sido pisoteada y desnaturalizada, a la vista de todos.

Las abstenciones de quienes tenían efectivamente derecho a sufragar en las elecciones venezolanas superaron largamente al número de quienes concurrieron a las urnas. Como se esperaba, ciertamente. El número de votantes, en una elección a la que una significativa parte del pueblo venezolano le diera la espalda, fue el más bajo desde la década del ’50. Menos de la mitad (tan sólo un 46%) de quienes estaban en condiciones de votar se acercaron a las urnas para hacerlo. Muchos de ellos por abstención voluntaria, a la manera de rechazo a Nicolás Maduro. Otros, por su estado de desilusión, convencidos de que votar no hubiera cambiado nada.

Venezuela continuará sufriendo. Su economía es hoy la mitad de lo que fuera en el 2013. Y, cada día, unos 5000 venezolanos dejan atrás a su patria y se exilian, en un éxodo que es tan conmovedor, como inocultable. Casi todos huyen hartos de la creciente escasez de alimentos y medicamentos que ha hecho ya imposible vivir en la normalidad. Y de la enloquecedora hiperinflación, que se estima llegará al 13.000% a fines del año en curso. Así como de los salarios mínimos de miseria, que hoy son del orden de los 2,5 dólares mensuales. A todo lo que se suma un nivel de inseguridad personal aterrador, que se ha vuelto realmente desesperante. Colombia y Brasil los están recibiendo en números crecientes, que ya preocupan a sus respectivas autoridades.

El país del caribe, que tiene las reservas de hidrocarburos más importantes del mundo, ha visto caer su producción diaria de crudo de unos 2,4 millones de barriles, apenas cinco años atrás, a un millón cuatrocientos mil barriles, en la actualidad. Y el flujo continúa cayendo por obra conjunta de las sanciones económicas externas y del claro «des-manejo» que inunda la incompetente gestión de las autoridades locales, todo lo cual debe ser sumado a la cada vez más extendida corrupción, que ha infectado también a las exportaciones de petróleo y gas natural. El resultado de lo antedicho es una situación social intolerable, en la que sobrevivir no está garantizado a nadie.

Para hacer las cosas más graves, los Estados Unidos han aumentado las sanciones económicas que habían ya sido impuestas a Venezuela. Ahora serán sancionados todos quienes negocien o intermedien en títulos de la deuda venezolana y en créditos de cualquier tipo de ese país o de su enorme empresa petrolera estatal, PDVSA, cuyos activos están siendo embargados por quienes tienen derecho a hacerlo, incluyendo los contractuales, que han sido repudiados, ignorados o desconocidos por Venezuela.

Hasta la importación de los diluyentes necesarios para exportar el crudo pesado que produce Venezuela está comenzando a estar afectada. En lo que va del año el volumen de ventas de crudo venezolano ha caído ya un 23%.

A todo lo que se agrega la cada vez más difícil atención del servicio y repago una deuda externa del orden de los seis billones de dólares, cuyo cumplimiento se ha transformado en un signo de interrogación.

En ese ambiente caótico, Nicolás Maduro recibió (con fraude y todo) un millón y medio de voto menos que en el 2013, cuando fuera elegido por primera vez presidente de su país. Y eso que ató perversamente la obtención y el mantenimiento de los carnets que permiten acceder a las raciones de comida y a la prestación de varios servicios públicos a la comprobación de haber efectivamente votado a favor del gobierno.

Venezuela se apresta a vivir «más de lo mismo», esto es a seguir viviendo encerrada entre el miedo y la desesperación. Su tragedia no parece estar cerca de un final que, de pronto, pueda cambiar el deplorable estado actual de las cosas.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

No hay que tirar por la borda las Metas de Inflación

Por Iván Carrino. Publicado el 7/2/18 en: http://www.ivancarrino.com/no-hay-que-tirar-por-la-borda-las-metas-de-inflacion/

 

No somos tan excepcionales como para que aquí fracase lo que funciona en todo el mundo.

Una empresa enfrenta un problema en la administración de personal. El gerente nota que sus empleados no están todo lo motivados que él quisiera…

No sabe bien qué hacer, así que llama a un consultor experto en la materia.

El consultor escucha su caso, toma nota, y se toma unos días para analizarlo.

Durante la siguiente reunión, le ofrece una solución: un sistema de compensaciones distinto al que tiene vigente la empresa hoy, que ha demostrado tener éxito en las 10 últimas empresas donde el consultor lo implementó.

“Ok”, dice el gerente, haremos el cambio.

Dos meses después, al no ver resultados, llama indignado al consultor y le dice de todo. Que su sistema es deplorable, que no hay ningún resultado y que todo va a ir peor que antes.

¿Qué pasó? ¿Es que el sistema no funciona? ¿Es que no se le dio el suficiente tiempo? ¿O será, tal vez, que no se logró implementar en la forma debida?

Metas de inflación

El  caso de la empresa es similar a lo que ocurre en Argentina con la inflación. Nuestro país, producto de políticas fiscales totalmente irresponsables y desquiciadas, ha padecido décadas de inflación alta.

A lo largo de la historia, el exceso de gasto público se financió casi exclusivamente con emisión monetaria, derivando en altos niveles de inflación, lo que resultó en un paupérrimo crecimiento económico. La consecuencia es que pasamos de ser uno de los países más ricos y promisorios del planeta, a ser un ejemplo de decadencia mundial.

Durante la década del ’90, el déficit no se financió con emisión monetaria. Por tanto, no hubo inflación. Sin embargo, el exceso de gasto terminó en la crisis de 2001, que al fulminar la Ley de Convertibilidad, le abrió nuevamente las puertas al monstruo de la degradación de la moneda.

Lo que pasó en la década de los 2000 fue todavía más estrambótico. En un mundo donde la inflación casi se extinguía, acá rebrotaba, junto con los controles de precios y los cepos cambiarios. Un caso de estudio por lo excéntrico, sin duda.

Finalizado el período populista, llegamos a la situación análoga a la de la empresa.

El nuevo presidente del Banco Central (como el gerente de recursos humanos), miró con atención el problema de la inflación (el problema de la motivación del personal), y decidió aplicar como fórmula de solución algo que funciona en una innumerable cantidad de países en el mundo. Esto es: las metas de inflación.

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Como se observa en la imagen de más arriba, las metas de inflación, también en Sudamérica, se utilizan de manera extendida. Son el régimen monetario de Colombia, Perú, Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay… Y ahora de Argentina.

En casi todos estos países, el instrumento para llevar adelante la política monetaria es una tasa de interés de referencia. Si la inflación está por encima del objetivo, se espera que el Banco Central contraiga su política monetaria, subiendo la tasa de interés. Si ocurre lo contrario, se espera que la relaje, bajando la tasa.

La única excepción a esta regla es Uruguay,  que si bien mantiene un régimen de “Metas”, utiliza como instrumento el control directo de los agregados monetarios. Así, si la inflación está por arriba (abajo) de la meta, entonces buscará que la cantidad de dinero crezca menos (más).

¿Fracaso o impaciencia?

Como veníamos diciendo, en línea con lo que hace una buena cantidad de países del mundo, Argentina adoptó un sistema de Metas de Inflación. El esquema, en rigor, comenzó en Septiembre de 2016, cuando el Banco Central lo lanzó de manera oficial.

Ahora bien: ¿cuáles fueron los resultados? Para muchos, poco menos que desastrosos.

La tasa de inflación cerró en 2017 en 24,8%, cuando el techo de la meta era de 17% y el centro de la misma era 14,5. Es decir, 10 puntos por encima. Además, por cómo vienen moviéndose las expectativas, la nueva meta del 15% para 2018 tampoco se podría cumplir.

Con este diagnóstico, algunos profesionales comenzaron a pedir que se tire por la borda el sistema de Metas y que se pruebe con otra cosa. Las alternativas van desde controlar los agregados monetarios, lanzar un “dólar argentino”, o profundizar los controles de precios para “desconcentrar la economía”.

Dada la experiencia de la última década, queda claro que controlar precios no tiene ningún sentido.

Las otras propuestas son más interesantes… Pero: ¿son necesarias?

Ecuador tiene una economía dolarizada y no tiene inflación. Alemania controló sus agregados monetarios antes de ingresar al Euro y la mantuvo siempre baja. Ese es un punto a favor del “dólar argentino” o el control de los agregados. Pero también es cierto que el resto de las economías que usan el sistema de metas tampoco tiene inflación: ¿por qué Argentina va a ser la excepción a la regla?

Algunos también dicen que este método, si bien muestra inflaciones bajas en el globo, no sirve para “desinflar”. Es decir, no sería útil para reducir la tasa de aumentos de precios desde nuestro 25-30% promedio, al 5% buscado de largo plazo. Sin embargo, los casos de Israel y Chile, relevados en este estudio, parecerían contradecir ese punto.

Metas de inflación y liberalismo

Una cuestión adicional que puede surgir es qué sistema es más compatible con la libertad económica. Entre los liberales hay mucho debate acerca de qué sistema monetario es mejor. En esa conversación han surgido varias propuestas, como congelar la cantidad de dinero, fijar su tasa de expansión, eliminar el Banco Central, eliminar el curso forzoso, etc.

En este marco: ¿dónde encajan las metas de inflación?

Para responder podemos mirar el Índice de Libertad Económica de la fundación Heritage y detenernos en el subíndice “Libertad Monetaria”. Para la fundación, la libertad monetaria de un país se mide por una índice combinada de “estabilidad de precios” (un promedio ponderado de los últimos 3 años) y de “controles de precios”.

Así, una economía con 0 inflación y 0 controles de precios, sería una economía totalmente libre en temas monetarios.

Aclarado este punto, vemos que en el Top 3 del ránking de libertad monetaria mundial se encuentran Hungría, Nueva Zelanda y Lituania. Curiosamente, si bien Lituania hoy es parte del Euro y en el pasado mantuvo un tipo de cambio fijo con la moneda europea, Hungría y, especialmente, Nueva Zelanda, son casos emblemáticos de la utilización de Metas de Inflación.

Conclusión

Si bien se entiende la frustración y la ansiedad por obtener resultados, no parece que sea necesario tirar por la borda el sistema de metas de inflación. Si algo funciona en todo el mundo no puede no funcionar en Argentina. Está bien  que somos “especiales”, pero créanme que no tanto.

A lo sumo, si los resultados no son los esperados, habrá que tener algo más de paciencia. Piénsese que las metas tienen más de 10 años de historia en la región, pero acá solo llevan uno y medio.

Finalmente, sin duda que habrá que estar listos para ajustar la política monetaria todo lo que sea necesario para cumplir con la desinflación, pero eso puede hacerse dentro del esquema que, insistimos, es eficiente y, lo mejor de todo, totalmente compatible con la libertad económica.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

¿Puede una empresa reclamar como consumidora?

Por Demetrio A. Chamatropulos. Publicado el 26/3/17 en: http://www.lanacion.com.ar/1998331-puede-una-empresa-reclamar-como-consumidora

 

En los últimos años se incrementó exponencialmente la cantidad de reclamos judiciales de compañías contra otras, invocando el carácter de «consumidoras».

El incentivo para actuar de tal manera se debe a una serie de importantes ventajas que obtienen aquellos que pueden ser encuadrados dentro de esa categoría, por ejemplo, el beneficio de justicia gratuita (que en la interpretación de una buena parte de la jurisprudencia permite litigar sin gasto alguno -aun en caso de derrota-), la posibilidad de peticionar cuantiosas sumas de dinero adicionales a través de los llamados daños punitivos, facilidades relevantes en el régimen probatorio, entre otras.

La indefinición de los textos legales al respecto permite esta posibilidad, ya que tanto la ley de defensa del consumidor como el Código Civil y Comercial permiten considerar «consumidor o usuario» no sólo a las personas humanas, sino también a las jurídicas, en la medida que en cada caso se demuestre que son «destinatarias finales» de lo adquirido o utilizado, aun cuando lo hayan obtenido gratuitamente.

El problema se agudiza al tomar nota de que ni la jurisprudencia ni los especialistas en la materia se han puesto de acuerdo sobre cuándo existe ese «destino final» (activándose la protección normativa diferenciada) y cuándo no ocurre ello.

Así, para algunos, sólo se excluyen de la protección las situaciones en las que se adquieren e integran bienes o servicios a procesos productivos o comerciales de manera directa e inmediata (por ejemplo, adquisición de materia prima).

Para otros (más restrictivos), la tutela especial tampoco se debe otorgar cuando haya algún grado de integración solamente «indirecta» o «mediata» de lo adquirido a un proceso empresarial (contratación de cuentas bancarias, supongamos). Es decir, que la protección consumeril sólo entra en escena en aislados casos en los cuales queda demostrado que la empresa no se valió ni directa ni indirectamente de ese bien o servicio para cumplir su objeto social o finalidad económica.

Poniendo la mirada hacia afuera del país, se puede observar como tendencia que la normativa comunitaria europea, Alemania e Italia, por ejemplo, limita la protección consumeril exclusivamente a las personas humanas. En España se admite la protección de las personas jurídicas y Francia no define legislativamente la noción de consumidor.

En América latina, en cambio, la idea es la inversa y la regla (con diversos matices) es que las personas jurídicas puedan ser consideradas «consumidoras». Es el caso de Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y México, entre otros.

Para muchos, la ambivalencia interpretativa que presenta la Argentina, sumado a las ventajas que antes se mencionaron, es una irresistible tentación para que las compañías intenten «disfrazarse» de consumidores con demasiada frecuencia, lo cual puede conllevar el riesgo de que las personas «de carne y hueso» queden desplazadas del centro de la escena protectoria por aquellas, dejando de ser el eje del sistema, haciéndolo fracasar en definitiva.

Permitirle a las empresas invocar las normas de defensa del consumidor debería ser sólo una excepción dentro del sistema para casos puntuales en donde efectivamente quede demostrado que no existe ninguna clase de integración comercial (directa ni indirecta) de bienes o servicios.

Y para los casos excluidos no debe olvidarse que el reciente Código Civil y Comercial otorga también poderosas herramientas de tutela a las empresas que están en conflicto con otras más poderosas. Así, por ejemplo, cuando adhieren a contratos con contenido preestablecido pueden incluso impugnar su contenido por abusivo, sin que la firma que hayan puesto en esos acuerdos resulte un impedimento.

Además de lo señalado, la normativa antitrust vigente (y el proyecto de nueva ley recientemente presentado en el Congreso) puede también cumplir un papel de utilidad en esas relaciones interempresariales asimétricas, sin echar mano a un uso forzado de las leyes de protección de los consumidores.

Sin perjuicio de lo dicho anteriormente, a futuro sería deseable reglar normativamente con más detalle las situaciones descriptas para otorgar más certidumbre a los casos grises y fomentar la seguridad jurídica que tantas veces se reclama.

 

Demetrio Alejandro Chamatropulos es abogado. Socio de Chamatropulos Abogados & Consultores y profesor de Eseade.

¿Un acierto estratégico o un matrimonio mal avenido?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 26/4/16 en: http://www.rionegro.com.ar/diario/un-acierto-estrategico-o-un-matrimonio-mal-avenido-8138413-9539-nota.aspx

 

La importancia histórica de la relación comercial entre Argentina y Brasil constituyó desde el inicio un hecho subyacente, pues se podía observar que la intensidad de los intercambios entre ambos países estaba sujeta a la tensión latente de sus relaciones y a las circunstancias que súbitamente derivaban en situaciones de conflicto.

En parte, dicha ambivalencia se explica por el pasado colonial. Ambos países heredaron una rivalidad existente entre dos imperios europeos, español y portugués, cuyo punto de encuentro en América del Sur fue la frontera que osciló durante más de tres siglos bajo las formas de migraciones, tratados y armas.

Más tarde, la emancipación de Argentina y Brasil −en más y menos doscientos años de historia, respectivamente− no produjo grandes cambios en el proceso de intercambio comercial entre ambos países, ya que también estuvo caracterizada por turbulencias y disputas, y no por una correspondencia mutua de armonía y cooperación. Sin embargo, a pesar de sus gobiernos, ambos países se han convertido en la actualidad en los principales socios comerciales de Latinoamérica.

La relaciones comerciales argentino-brasileñas siempre fueron muy relevantes, pero rara vez han figurado en el primer plano de las prioridades estratégicas de los dos países. Así lo expresó el empresario Fernando Barra en importante evento privado, semanas atrás, en la sala del Paraninfo –Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral−, edificio que ha trascendido porque ha sido sede en dos oportunidades de la Convención Nacional Constituyente, 1957 y 1994.

La tensión bilateral, lejos de terminar con la independencia de ambos países, se puso de manifiesto por la creciente presencia del Estado y, consecuentemente, menor esfera del mercado. Quizás no se ha advertido con el debido rigor que para poder importar es necesario exportar; de lo contrario, no habrá posibilidades de comprar en el extranjero.

Al eliminarse las barreras aduaneras, la mayor cantidad de bienes y servicios disponibles reportará mayores ingresos y salarios en términos reales, pues se podrán comprar bienes a un precio más bajo e incluso artículos de mejor calidad. Como se ha dicho, el nivel de importación dependerá de las posibilidades previas de exportación y esa es la razón por la cual resulta imperativo comprender que proteccionismo significa protección para unos pocos y desprotección para el conjunto de la comunidad.

Frente a los hechos, la solución intentada por los gobiernos ha sido implementar una especie de colusión regional. El Tratado de Asunción, de 1991, sentó las bases para la constitución de un mercado común entre la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, el Mercosur. Naturalmente, se erigieron barreras y aranceles externos hacia otros países.

Alianzas de este tipo se caracterizan por perseguir diferentes tipos de objetivos, tales como: reducir y eliminar gradualmente las trabas al comercio; impulsar el desarrollo de vínculos de solidaridad y cooperación; promover el desarrollo económico y social de la región en forma armónica y equilibrada a fin de asegurar un mejor nivel de vida para sus pueblos; renovar el proceso de integración y establecer mecanismos aplicables a la realidad regional; crear un área de preferencias económicas, teniendo como objetivo final una armonización plena de sus políticas macroeconómicas, con el fin del establecimiento real de un mercado común.

Pero la globalización no se trata de crear bloques defensivos contra otras regiones, sino de abrirse al mundo y aprovechar en su magnitud y cuantía las ventajas del comercio.

No es el Mercosur la manera más eficiente de abrirse al mundo, sobre todo porque las prácticas recientes de ambos lados de las fronteras no obedecen a una estrategia de largo plazo sino, simplemente, a un sinnúmero de atajos para atender la coyuntura. Medidas que encajan exactamente en el viejo aforismo popular que dice: «De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno». Pues de nada sirven los «buenos propósitos» si no se tienen en consideración los derechos de sus socios comerciales y se vulnera reiteradamente el marco institucional.

Tanto Brasil como Argentina, con gobiernos fuertemente populistas (al menos hasta los mutuos escándalos de corrupción), han convertido la justicia social en el argumento más efectista de la discusión política. Y, al amparo de esas prácticas, se ha defendido todo tipo de abusos, arbitrariedades y caprichos. Quizás como el matrimonio mal avenido, de reflejo correcto para la sociedad, se obligan a continuar la relación muy a su pesar.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

El mito de los inmigrantes malditos

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 2/6/15 en http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/el-mito-de-los-inmigrantes-malditos/15878936

 

Según la ONU, el PIB de Latinoamérica solo avanzará 0,5 por ciento este año y 1,7 por ciento el próximo; 1,9 y 1,4 puntos menos que lo que vaticinaba anteriormente debido al descenso de los precios de las materias primas y la fragilidad de varios países. Sin embargo, hay países como Bolivia, Paraguay y Perú que crecerían más del 4 por ciento. En contraste, el PIB mundial progresará 2,8 por ciento este año y 3,1 por ciento el próximo; 0,3 y 0,2 puntos menos de lo estimado anteriormente. En la Unión Europea (UE), el PIB progresaría 1,6 por ciento este año y 1,9 por ciento el próximo, ligeramente por encima de lo previsto hace seis meses, y EE. UU., por su parte, crecería 2,8 por ciento en 2015, pero en 2016 “solo” 2,7 por ciento frente al 3,1 por ciento que se esperaba en enero.

Por otro lado, el clima de negocios en América Latina cayó en abril a su peor nivel en seis años y no era tan bajo desde enero del 2009, según la Fundación Getulio Vargas de Brasil. El llamado Índice de Clima Económico cayó desde 75 puntos en enero hasta 71 puntos en abril –29 por debajo del promedio de 100 puntos de los últimos diez años– y viene cayendo gradualmente desde los 95 en enero del 2014. Por el contrario, el índice para el mundo subió desde 106 puntos en enero hasta 110 en abril. Para remate, la tasa de desempleo regional llegaría a 6,2 por ciento en 2015 luego de haber anotado 6,0 por ciento en 2014, según la Cepal.

Así las cosas, según el BID, el total de remesas recibidas en Latinoamérica y el Caribe ascendió a US$ 65.382 millones superando el máximo alcanzado en 2008, con un aumento del 8 por ciento en México hasta los 23.645 millones –más de un tercio del total–; del 7,4 por ciento en América Central hasta los 15.782 millones, y del 6,3 por ciento en el Caribe hasta los 9.962 millones. Solo Sudamérica registró una caída en 2014, del 1 por ciento con respecto del año previo hasta cerca de los US$ 16.000 millones. Las remesas representan una fuente importante para muchos al punto que en Honduras, El Salvador y Nicaragua suponen más de una sexta parte del PIB; y en Haití, el país más pobre de la región, un cuarto de toda su riqueza anual.

La crisis en España –el segundo país de origen de las remesas a la región– ha provocado que el flujo de remesas se haya visto seriamente afectado. Pero la progresiva mejora española hace que el estudio proyecte un aumento de remesas en 2015. Por su parte, la recuperación económica, la caída del desempleo y la moderada mejora de los salarios en EE. UU. han permitido una mejora de los envíos de remesas. A fines del 2014 había 21,8 millones de inmigrantes originarios de Latinoamérica y el Caribe, un aumento anual del 6,2 por ciento. En 2014, la remuneración semanal media de los inmigrantes en EE. UU. alcanzó los US$ 594, el mayor valor de los últimos catorce años, implicando una tasa de crecimiento anual del 2,7 por ciento.

En fin, de todo esto se desprende que, lógicamente, la curva de oferta y demanda se cumple estrictamente en el flujo de inmigrantes. Es decir, cuando los salarios son mucho más altos en los países receptores –y en la medida en que lo sean– los flujos de inmigrantes crecerán hasta que, por el exceso de oferta, las remuneraciones bajen tanto que el flujo disminuya. En definitiva, el mercado receptor no solo que no se perjudica con la llegada de trabajadores sino que se beneficia, de hecho, por eso paga esos salarios más altos que el país de origen de los inmigrantes. Cuando ya no necesite mano de obra, bajarán los salarios al punto que se interrumpa el flujo.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.