El gobierno enredado en un círculo vicioso

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 28/11/16 en: http://economiaparatodos.net/el-gobierno-enredado-en-un-circulo-vicioso/

 

El gobierno no baja el gasto esperando que lleguen inversiones y las inversiones no llegan hasta que no se baje el gasto.

La famosa reactivación que el gobierno había pronosticado para el segundo semestre sigue sin aparecer. El Índice General de Actividad, IGA, (un anticipo de la evolución del PBI) que publica el estudio de Orlando Ferreres muestra una caída del 4,7% al comparar octubre de este año con octubre del año pasado y el acumulado de los 10 primeros meses el año da una caída del 2,8%.

Por su parte el INDEC publica el EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) hasta el mes de septiembre con una caída interanual del 3,7% y el acumulado de los primeros 9 meses de este año da una baja del 2,4%. Haciendo algo de futurología, es probable que este año termine con una caída del PBI del 3% aproximadamente y, tal vez por una cuestión estadística, el año que viene se detenga la caía o muestre una leve recuperación. Lo cierto es que la economía no reacciona y el gobierno se encuentra cada vez más enredado en un círculo vicioso.

El primer problema que le veo al gobierno para salir de este enredo es que ante una herencia fiscal muy complicada Macri está siguiendo los mismos pasos que De la Rúa.

En efecto, cuando De la Rúa, tal vez por presiones de la alianza partidaria que integró, nombró a José Luis Machinea al frente del ministerio de Economía, quedó en claro que ese campo iba a estar en manos del progresismo. Recordemos que en relaciones exteriores había nombrado a Adalberto Rodríguez Giavarini, un excelente profesional y persona y en Defensa a Ricardo López Murphy, también un excelente profesional y persona.

Lo concreto es que Machinea integró su núcleo duro en Economía con Miguel Bein, el que fuera asesor económico de Scioli, y con Pablo Gerchunoff, un economista también proveniente del progresismo.

La economía estaba en recesión cuando asumió De la Rúa con una caía del PBI del 3,3% en 1999, bastante similar a la terminará este año. Lo cierto es que ante la complicada situación fiscal, Machinea apunto a aumentar la carga tributaria con la famosa tablita de ganancias paralizando el incipiente proceso de reactivación que se estaba insinuando hacia fines de 1999. Ni por casualidad apostaron a bajar el gasto público.

Sin resultados concretos y con la economía sin reaccionar a lo largo de 2000 buscaron el apoyo externo para cubrir el déficit fiscal. Bush hijo le dio una mano a De la Rúa y sobre fines de 2000 le otorgaron el famoso blindaje el FMI, el gobierno español y otros organismos internacionales por U$S 38.000 millones. Evidentemente la postura progre de quienes ocupaban el ministerio de economía de ese momento jugó a favor de no bajar el gasto público y se enamoraron del endeudamiento como política pública para no asumir el desafío político de reformar el estado y bajar el gasto público para dominar las cuentas fiscales. Como todos sabemos Machinea renunció a principios de 2001, Ricardo López Murphy tuvo un fugaz paso por el ministerio de Economía y la historia posterior es suficientemente conocida como para insistir con ella.

Lo mismo parece estar pasándole a Macri. El presidente, posiblemente por un acuerdo político con las fuerzas de Cambiemos o por convicción personal, nombró en Hacienda a Alfonso Prat Gay, un economista que viene del progresismo al punto que en 2013 conformó una alianza política, la lista 502 UNEN, con dos políticos claramente de izquierda como son Victoria Donda y Humberto Tumini. Es decir, el manejo de las cuentas públicas las dejó en manos de un economista que viene del progresismo, de la misma manera que De la Rúa la dejó en Machinea, un hombre que venía de la época de Alfonsín y que el 6 de febrero de 1989, siendo presidente del BCRA, le estalló el mercado de cambios y terminamos en la hiperinflación. Ambos se enamoraron del endeudamiento.

Podríamos decir que el desastre económico que dejó el progresismo populista del kirchnerismo pretende ser solucionado con un progresismo populista de Cambiemos. Aplicar la misma receta que llevó al fracaso.

Por ahora, la única receta que encontraron en Cambiemos para solucionar el monumental problema fiscal que dejó el kirchernismo es recurrir al endeudamiento externo. Una forma de atrasar el tipo de cambio real y afectar las exportaciones que al mes de octubre siguen mostrando serios problemas para recuperarse.

El argumento del gobierno es que no puede bajar el gasto público, particularmente en empleados estatales, hasta tanto no lleguen inversiones que absorban esa mano de obra que quedaría desocupada. En rigor esa gente está desocupada pero figura estadísticamente como ocupada. El kirchnerismo disimuló la desocupación con el empleo público.

Sin embargo, con este nivel de gasto público y sin bajar los impuestos, las inversiones siguen sin llegar. Encima el endeudamiento externo hace que la economía argentina sea cara en dólares y frene decisiones de inversión. Mientras exista esta carga tributaria y esta legislación laboral, no se ven posibilidades de que lleguen inversiones. Si no llegan las inversiones el gobierno sigue argumentando que no se crean puestos de trabajo para pasar la gente del sector público al sector privado. Así que seguimos con un gasto público creciente por el costo del endeudamiento, una economía del sector privado formal que se achica ante la asfixia fiscal y con recursos cada vez más escasos para financiar el gasto público.

El gobierno está metido en un círculo vicioso del que no puede salir. El gobierno no baja el gasto esperando que lleguen inversiones y las inversiones no llegan hasta que no se baje el gasto.

¿Cómo romper este círculo vicioso? En primer lugar hay que tener funcionarios con formación económica que hayan estudiado en serio el funcionamiento de la economía. No es suficiente CV haber arbitrado con monedas en Londres para arreglar el lío que dejó el kirchnerismo. Es necesaria una preparación intelectual mucho mayor. Una comprensión mucho más amplia de la economía que el timbear con monedas.

En segundo lugar, habría que convocar a la oposición, sindicatos y empresarios y contarles la realidad de la herencia recibida. Eso mismo hay que hacerlo para toda la ciudadanía. Dar un discurso detallando el destrozo dejado por el kirchnerismo para que la gente comprenda las medidas que hay que tomar.

Tercero, en vez de tomar deuda para tapar un agujero fiscal que crece, endeudarse para reestructurar el sector público y bajar el gasto. El crédito se paga solo con solo una parte del ahorro del gasto.

Cuarto, bajar impuestos para atraer inversiones y devolverle poder de compra a la gente.

En ese contexto de política económica bajar la tasa de interés y dejar flotar libremente el tipo de cambio.

Una combinación de un plan económico que cierre, un economista que sepa comunicar y comprenda el funcionamiento completo de la economía es la clave frente a este disloque de ministerios del área económica.

Macri está cometiendo el mismo error que cometió De la Rúa. Pretende resolver un serio problema fiscal con políticas progresistas que agudizan el problema fiscal y agravan la situación social por el aumento de la desocupación. Esperemos que recapacite a tiempo y no pretenda apagar el fuego con nafta, es decir, solucionar los problemas dejados por el progresismo populista del kircherismo con más progresismo populista.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Economía: sin mucho tiempo para andar haciendo pruebas

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 25/10/15 en: http://economiaparatodos.net/economia-sin-mucho-tiempo-para-andar-haciendo-pruebas/

 

Con 4 años de mandato,  el nuevo presidente no tiene tiempo para andar haciendo pruebas para arreglar el descalabro económico que deja CF

No es la primera vez en los últimos 40 años de historia económica argentina, que un gobierno le deja a otro una flor de lío económico. Es más, el mismo gobierno peronista de 1973/1976 heredó su propio lío económico. En esos años el entonces ministro de economía José Ber Gelbard, primero ministro de Campora y luego de Perón, generó un caos de precios relativos que en 1975 intentó “resolverlo” como pudo Celestino Rodrigo, hombre insultado y denigrado pero que, en rigor, con todos sus defectos, no fue estrictamente el responsable de lo que se conoció como el rodrigazo. Lo que hizo Celestino Rodrigo fue solamente destapar la olla a presión que había dejado José Ber Gelbard. Pero el caos económico y político que había en esos años no terminó de pagarlo el peronismo porque tuvo la suerte de aparecer como víctima del golpe del 76.

El mismo Proceso tuvo sus problemas económicos internos heredados. Martínez de Hoz nunca terminó de resolver seriamente el problema fiscal y terminó utilizando la famosa tablita como freno a la inflación. La caída del tipo de cambio real de aquellos años la heredó Lorenzo Sigaut, que tampoco supo encarar la solución al problema y antes de fin de año Galtieri desplazaba a Viola de la presidencia y asumía Roberto Alemann como ministro de economía, que a poco de asumir tuvo que lidiar con la guerra de Malvinas y luego vino el desbande del Proceso que, a las apuradas, tuvo que llamar a elecciones.

Alfonsín la pifió de entrada en su plan económico con Grinspun, tuvo un éxito muy transitorio con el plan austral y luego naufragó hacia la hiperinflación con el plan primavera.

Menem no embocó de entrada con el plan económico de Bunge y Born. Tampoco Erman González solucionó el problema inflacionario y Cavallo logró domar el potro inflacionario recién en abril de 1991 con la convertibilidad, que en rigor fue una regla monetaria.

De la Rúa desaprovechó dos grandes oportunidades para poder enfrentar los problemas económicos heredados. La primera oportunidad fue cuando nombra como ministro de Economía a Machinea acompañado por Miguel Bein y Pablo Gerchunoff. Los tres heterodoxos y con tendencia hacia la izquierda solo atinaron a impulsar un impuestazo sin tocar el gasto público. Cuando ya no pudieron sostener más las condiciones fiscales se fueron y llegó Ricardo López Murphy. Esta fue la segunda oportunidad que perdió De la Rúa al no apoyar la baja del gasto público que propuso RLM. Ceder ante las presiones de los “progres” y populistas terminó costándole la presidencia y dio lugar al posterior destrozo que hizo Duhalde saliendo con una enorme torpeza de la convertibilidad.

Lo del kirchnerismo es historia conocida. Se encontró con la devaluación y la pesificación ya hecha. Sin tener que pagar la deuda pública porque estaba en default, con precios de las commodities subiendo y con un stock de capital heredado de la década del 90 que le permitió estimular el consumo en forma artificial consumiéndose toda la infraestructura productiva se vivió una “recuperación” con pies de barro desaprovechándose una oportunidad histórica para recuperar Argentina de largos años de decadencia.

Le deja el kirchnerismo al próximo gobierno un tipo de cambio real totalmente retrasado artificialmente, un enorme gasto público, fenomenal presión impositiva y, encima, con déficit fiscal. Tarifas de los servicios públicos muy atrasadas, el BCRA vaciado, pobreza, indigencia y desocupación por citar algunos de los problemas más acuciantes.

Mi visión es que el próximo gobierno no tiene mucho margen para equivocarse. Tanto Alfonsín como Menem comenzaron sus períodos presidenciales que duraban 6 años. Ese período les daba más tiempo para cometer errores y luego tratar de rectificar. Alfonsín estuvo dando vueltas con Grinspun desde diciembre de 1983 hasta principios de 1985 cuando lo nombró a Sourrouille que recién a mediados de 1985 lanza el plan austral que, por no corregir el problema fiscal, terminó fracasando. Alfonsín perdió un año y medio hasta que logró establecer un plan económico que generó cierta credibilidad. Pero pudo darse ese lujo porque su mandato no duraba 4 años como ahora. Duraba 6 años.

Menem también demoró casi dos años hasta que dominó la inflación. Ese tiempo era 1/3 de su mandato presidencial. Pero De la Rúa en 2 años no consiguió dominar la economía y se le fue el 50% de su mandato. Es cierto que entre radicales y peronistas se encargaron de hacerle la vida imposible, algo que no hubiese ocurrido si de entrada lograba poner orden económico. Con la economía bajo control le iba a resultar más difícil a peronistas y radicales moverle el piso como se lo movieron.

Deliberadamente CF le deja el campo minado al próximo gobierno. Como solo le importa su persona, dudo que antes del 10 de diciembre se encargue de solucionar uno o varios problemas económicos para aliviarle costo político al próximo gobierno. Esto quiere decir que el que viene no tendrá margen de tiempo para estar ensayando propuestas como hicieron Alfonsín y Menem porque le insumiría quizás la mitad de su mandato y estaría perdiendo en las elecciones de medio término en 2017. Lo máximo que puede intentar el próximo presidente es tener dos equipos económicos. Uno para hacer rápidamente el trabajo sucio de corregir los precios relativos y un segundo que tendría como función reemplazar al primero estableciendo un plan económico de largo plazo que genere confianza y sin tener que lidiar con el costo político de corregir los precios relativos. Esta sería la propuesta de mínima.

La de máxima consistiría en tener en equipo económico de prestigio. Con gente con trayectoria y que genere confianza, con un plan económico consistente para amortiguar los efectos más duros de corregir los precios relativos. Si va por esta segunda alternativa, en 6 meses máximo tiene la economía funcionando a pleno, lo cual le permitiría al próximo presidente consolidar su posición política. Con la economía bajo control rápidamente, la gobernabilidad es más fácil de conseguir. Los intentos de desestabilización solo prosperan cuando la economía naufraga. Es decir, cuando los bolsillos de la gente están vacíos.

El campo minado que deja CF es muy extenso y requiere de gente con mucha capacidad, prestigio y audacia para poder desactivarlo. Se puede lograr, pero el próximo presidente no tendrá tiempo para estar ensayando recetas heterodoxas que de antemano sabemos que fracasarán. Si tiene decisión y audacia, desactiva el campo minado. Si toma el camino del miedo, gana CF porque las minas irán explotando en cadena.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.