Se disparó fuerte la inflación en abril y asoma la híper

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 17/5/20 en: https://alejandrotagliavini.com/2020/05/17/se-disparo-fuerte-la-inflacion-en-abril-y-asoma-la-hiper/

 

Días atrás, la OCDE advertía que el crecimiento anual del IPC en los países desarrollados se desaceleró significativamente, cayó al 1,7% en marzo desde el 2,3% en febrero, “reflejo de la evaporación de la demanda” a medida que la represión de los gobiernos detuvo casi por completo la actividad.

El 11 de febrero escribí una nota (¿Por qué el dólar es la divisa con mejores expectativas a nivel global?) dónde decía que la moneda de mejor desempeño era el billete verde -el Dollar Index Spot (DXY:CUR) superaba los 98.84- ya que entonces “Los activos estadounidenses se benefician por los buenos datos”. Era inimaginable la draconiana represión a la actividad como método de los Estados para “combatir el coronavirus”.

Hoy, irónicamente, el dólar sigue siendo la estrella a pesar de que los datos son pésimos. Además de que el euro no resulta atractivo, entre otras cosas, porque el Banco Central Europeo ve con buenos ojos las tasas de interés negativas, la incertidumbre global provoca que los inversores busquen activos refugio. Así las cosas, hoy el DXY:CUR supera los 99.50.

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Dan Kopf, por nombrar uno entre muchos analistas, dice que la suba del dólar es lo que evidencia el IPC de EE.UU. que disminuyó un -0,8% en abril, la mayor caída desde diciembre de 2008, acumulando en 2020 una baja del -0,2%. Ahora, Kopf aclara que el IPC intenta medir el cambio en el costo de una canasta típica, pero la cuarentena forzada está cambiando drásticamente los hábitos, por caso, no se compran autos ni gasolina ni van a restaurantes, “Eso significa que el IPC, no refleja la realidad de la inflación”, concluye coincidiendo con todos los analistas.

Entretanto el Indec anuncia con bombos y platillos que “la inflación” -la suba del IPC en rigor- de abril fue del 1,5%, la más baja en 30 meses, una fuerte caída comparada con la de marzo del 3,3%. De esta manera, la “inflación” interanual baja al 45,6%.

Pero esto se debe a los cambios en el consumo, a la recesión -los mayoristas pasan precios 40 y 50% superiores que los minoristas no trasladan o porque están cerrados o por la caída en las ventas-, a que los precios “regulados” bajaron -0,7% y a que las mediciones no se realizan en el campo dada la cuarentena, de haberlo hecho el resultado habría sido diferente: personalmente, algo más de un mes atrás compré huevos en un almacén de barrio y pagué $ 100 la docena, ayer pagué $ 160, ¡60% más en poco más de 30 días!

Y el gobierno y muchos analistas toman esto como un resultado alentador. Pero resulta que la inflación es el exceso de emisión, en tiempo real, sobre la demanda y eso desvaloriza el peso y, por ello, si bien es imposible calcularla con precisión, sin dudas su reflejo más realista es la cotización de una moneda marco en un mercado no distorsionado por intervenciones estatales: el blue.

Claro que en política -cortoplacista, ganar la popularidad hoy a costa del futuro- importa más el IPC, el problema es que la inflación más temprano que tarde se trasladará con fuerza a los precios o, mejor dicho, la depreciación del peso -la inflación- necesariamente se verá reflejada en el poder adquisitivo de los consumidores. Hoy quién viaje por el mundo encontrará que el sueldo promedio en argentina es de apenas ($ 75.000) US$ 600 al valor blue -el umbral de pobreza familiar en España es de US$ 630-, y menos si cambia, por ejemplo, en Montevideo donde el dólar cotiza a unos 165 pesos argentinos.

El blue, desde el 26 de febrero de 2015 ($ 13,26) hasta fines de 2019 ($ 77,90) aumentó 587% mientras la base monetaria creció 427% -y el IPC subió 452%- la diferencia puede atribuirse a una caída en la demanda monetaria. En lo que va del año, el blue sube (hasta $ 124) 70% y la base monetaria 39%, diferencia otra vez atribuible a la caída en la demanda monetaria. En abril, sube (hasta $ 117,80 desde 83,75) 41% y en lo que va de mayo (hasta $ 124) 15%

El BCRA ya emitió para auxiliar al Tesoro -acumulado en lo que va de 2020- $ 731.620 M, es decir, 132% más de lo girado el año pasado, equivalente al 2.4% del PBI versus el 2.5% de todo el 2019.

Captura de pantalla (2)Fuente: BCRA

Es decir que la emisión se acelera, entre otras cosas porque la recaudación cae estrepitosamente, -33% i.a. en términos reales, según el IARAF.

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Y, consecuentemente, se acelera a una velocidad temeraria la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los alternativos llegando el viernes al 103%  -aunque luego de momento bajó a 78%- nivel similar al que alcanzó en la hiperinflación del junio 1989, cuando los precios se dispararon 3.079% en un año. También, antes del Rodrigazo -el plan económico implementado en el 1975 que llevó a una fuerte devaluación y a una hiperinflación- la brecha se mantuvo entre 100 y 120% y luego de desatada la crisis tuvo picos de 370%.

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En algún momento el precio del blue se trasladará al IPC, aunque el gobierno porfía en que detendrá el aumento de los precios absorbiendo pesos en el futuro. Eso es no comprender que la inflación se da en tiempo real, de modo que absorber moneda más tarde no solo que no sirve, sino que contrae la demanda.

Ya la capacidad del BCRA de sostener el tipo de cambio oficial se complica y veremos qué pasa con las negociaciones por la deuda. Para Delphos Investment, la relación de circulante más depósitos totales (M2) sobre reservas brutas hoy arroja un precio del dólar oficial del orden de los $130.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

Chile: la desigualdad no es excusa para la violencia

Por Iván Carrino. Publicado el 8/12/19 en: https://www.ivancarrino.com/chie-inequality-is-no-excuse-for-violence/

 

Un automóvil detiene su marcha frente a la luz roja. Al volante, una abogada de 40 años mira su teléfono celular para ver la hora. Ella espera llegar a casa y ver a sus hijos.

De repente, se escucha un retumbar.

En cuestión de segundos, el ladrón entra al vehículo por la ventana y agarra su bolso, que yacía en el piso del asiento del pasajero.

Aterrorizada, mira el daño a su auto. La ventana está rota y la billetera se ha ido. También se han ido su dinero, la tarjeta de crédito y algunas fotos de su familia.

Sin embargo, ella está feliz de estar viva y ilesa.

Los observadores parecen estupefactos, con miedo … indignados. En cualquier país normal, si el ladrón es arrestado, irá a la corte. En ese caso, podría intentar justificarse diciendo que robó porque «no tenía nada», mientras que ella «tenía mucho».

Una vez más, en un país donde las instituciones funcionan correctamente, el ladrón cumpliría una condena. Entonces, independientemente de su motivo, el hombre será sancionado.

Finalmente, esto parecería estar bien para todos. En el nivel «micro», el robo es un delito, y más allá de las justificaciones, la violencia debe ser castigada. Este es un pilar básico de cualquier sociedad civilizada.

Curiosamente, cuando ocurren situaciones similares en el nivel «macro», las reacciones no son las mismas. Por qué decimos esto? Porque lo que está sucediendo en Chile ahora a menudo se explica usando el mantra de «desigualdad».

Chile y la desigualdad

En el país sudamericano al lado de Argentina, una protesta que comenzó como un rechazo al aumento en el boleto del Metro de Santiago, se convirtió en los últimos días en un caos urbano, con manifestaciones masivas, vandalismo, detenidos e incluso muertes.

Ante claros casos de crímenes y saqueos (que incluyeron la quema de varios trenes e incluso la construcción de un periódico), el gobierno de Sebastián Piñera decretó un «estado de emergencia».

Obviamente, el problema no es solo el boleto del metro, ya que hay varios grupos de manifestantes que ubican el origen de la violencia en la desigualdad económica. De hecho, a menudo se dice que Chile es un país que «crece mucho económicamente», pero que no es suficiente crecer «si el crecimiento está distribuido de manera desigual». Este argumento merece ser analizado en profundidad.

En primer lugar, hay que decir que Chile no es un «paraíso de igualdad social», pero tampoco es un infierno.

Según datos del Banco Mundial, Chile es el octavo país de América en términos de igualdad. Se ubica debajo de Canadá, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.

Sin embargo, también se clasifica mejor que México, Paraguay, Colombia o Brasil. Entonces, ¿por qué la desigualdad solo quema periódicos y estaciones de metro en Chile, pero no en Paraguay o Colombia?

País

Desigualdad medida por Índice Gini

(Año 2017, salvo indicación contraria)

Canadá

34,0

Uruguay

39,5

Argentina

41,2

Estados Unidos

41,5

Perú

43,3

Bolivia

44,0

Ecuador

44,7

Chile

46,6

Guatemala*

48,3

México *

48,3

Paraguay

48,8

Colombia

49,7

Panamá

49,9

Honduras

50,5

Brasil

53,3

Venezuela, RB DAKOTA DEL NORTE
* 2016, Fuente: Banco Mundial

 

Otro tema relevante no es solo que la desigualdad ha disminuido en las últimas décadas (especialmente desde fines de la década de 1990), sino que Chile tiene la mayor movilidad social de toda la OCDE.

Es decir, en Chile es mucho más fácil dejar atrás la pobreza que en, por ejemplo, México o incluso Alemania. Esto puede tener que ver con el gran historial de crecimiento económico con baja inflación y bajo desempleo en los últimos 30 años.

Violencia ilegítima

El punto más fundamental, sin embargo, es diferente. Porque incluso si Chile fuera el país más desigual de América, eso no debería justificar la violencia. Hacerlo, de hecho, significaría rendirse al chantaje.

Desafortunadamente, aquellos que piden más igualdad en el mundo hacen exactamente eso. Nos dicen que el estado debe luchar contra la desigualdad (cobrar a los ricos más impuestos y dar a los pobres más beneficios), para mantener ciertos niveles de «paz social». Luego toman el caso de Chile, o cualquier otro que sirva a sus propósitos, para justificar sus propuestas

¿No es esto lo mismo que decir que el estado debe tomar parte de la billetera del abogado y dársela al ladrón de nuestro caso inicial para que no rompa la ventana del automóvil? ¿No estaría el gobierno, en este caso, haciendo el «trabajo sucio» del ladrón?

Por otro lado, una vez que el estado redistributivo profundice efectivamente su redistribución forzada, ¿cuándo será suficiente? ¿Cuántos impuestos más debes recaudar? ¿Cuánto más dinero deberías gastar?

¿Cuánto más se tendrá que tomar de los ciudadanos más productivos de la sociedad para dar a los menos productivos y evitar que terminen con la «paz social»?

¿Y si los que afirman nunca están satisfechos?

La desigualdad no es excusa para la violencia. Tampoco debería ser la excusa para que los estados redistribuyan  aún más  ingresos. (Digo «aún más», por supuesto, porque todos estos países que enfrentan protestas ya tienen amplios programas sociales). De hecho, profundizar el camino hacia ese esquema no solo conduciría a una situación injusta, sino a un empobrecimiento económico.

Chile, con un estado pequeño y solo un papel subsidiario, fue capaz de generar una macroeconomía estable que le permitió triplicar el PIB per cápita desde 1980 y reducir la pobreza del 53% en 1987 al 6.4% en 2017.

Pero tenga cuidado: ceder al chantaje puede comprar algo de «paz social» a corto plazo, pero a largo plazo socavará los cimientos de la prosperidad chilena, como ya lo hizo en Venezuela, Argentina y también Ecuador.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

Por qué Argentina no crecerá con este «modelo»

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 30/1/19 en: https://www.ambito.com/por-que-argentina-no-crecera-este-modelo-n5013245?fbclid=IwAR1ipIgk2X46P77SEL6ZlN24WsWVnyZST_l9BFw-Mm5nTCn2lSdBYKAfORQ

 

Por qué Argentina no crecerá con este modelo

Dados dos motivos fundacionales, la eficiencia económica es una cualidad exclusiva del mercado (la sumatoria de las personas individuales). Primero, porque es el que la define: un tren puntual, rápido y bonito que llega al desierto, no sirve a nadie, es económicamente ineficiente. Segundo, es necesario competir. Un jugador, solo, no tiene marco de referencia ni contrincante que lo incentive a superarse.

Así, el Estado, es necesariamente ineficiente. No compite o porque es monopólico -como AySA- o porque tiene fondos inagotables del tesoro -como Aerolíneas Argentinas– de modo que no necesita ser eficiente, basta con ser “políticamente correcto”.

Entonces, el modelo oficial al aumentar el peso estatal sobre el sector privado sólo incrementa la ineficiencia y, por tanto, la economía caerá. Podrán inflar el PBI circunstancialmente -como en 2017- con entrada de dinero por préstamos, buena cosecha y mejora en la balanza comercial, pero el sistema seguirá perdiendo eficiencia, productividad.

Y los datos muestran que el peso estatal se agranda a costa de las personas. El Estado tiene tres modos de absorber recursos. Primero, con impuestos.

Según el IARAF, la presión tributaria que en 2018 finalizó en 32,6% del PBI (0,02% encima de 2017) llegará al 33,4% en 2019. Y esto a pesar de que entre 2015 y 2018 el gasto público bajó cuatro puntos del PBI, según Abeceb. Sucede que creció el servicio de la deuda y que la presión fiscal debe computarse sobre el PBI del sector privado, que cayó.

Dicen que la presión fiscal en Argentina llega al promedio de los países de la OCDE. Suponiendo que sea cierto, hay que sumar los otros dos modos de absorción de recursos: la inflación, 47,6% de disminución del valor de la moneda debido al exceso de emisión para solventar gastos estatales, y el tercer modo, el endeudamiento/tasas altas.

Un informe del Bank of America Merrill Lynch muestra que los préstamos al sector privado, en relación con el PBI, llegan al 18% en Argentina -el promedio de la región es 45% y en los emergentes llega a 90%-; el resto se lo “llevó” el Estado.

Pero hasta inflar el PBI con fondos del exterior se va a complicar, porque el “viento” parece ser de frente. Mientras el “brexit” se demora, entre hoy y mañana, se realiza otra ronda de negociaciones entre China y EE.UU. dentro de la tregua comercial que finaliza el 1 de marzo. Dejemos de lado, el suspendido cierre del Gobierno en EE.UU., además de los datos de empleo y crecimiento a ambos lados del Atlántico, hoy también se conocerán los resultados de la reunión de la Fed. Según el FedWatch, el 68,4% de los analistas cree que no moverá las tasas durante 2019 y 4,2% cree que podría hasta bajarlas en diciembre, dada la desaceleración global, y la sombra de recesión en EE.UU.

Habrá que ver si la Fed insinúa que se trata de una pausa, para tomar fuerzas, y seguir subiendo las tasas cuando los mercados se estabilicen. Además, es importante ver si decide finalizar el adelgazamiento de su balance antes de lo previsto. Desde el inicio de la dieta en 2017, la reducción trepa a u$s400.000 M, lo que tendría el mismo efecto que dos subidas de tasas, de 25 pb cada una, según Natixis.

Así, la tasa de fondos federales actual estaría cerca del 2,875%, el extremo superior de lo que la Fed considera neutral (2,8%). Y si reduce su balance en otros u$s400.000 M en 2019, equivaldría a una subida de otros 50 pb llevando la política monetaria a “territorio restrictivo”.

También hoy al anunciar el reembolso trimestral -de la próxima semana- el Tesoro aumentaría las ventas de deuda, para financiar el creciente déficit dado el crecimiento del gasto y de los servicios de la deuda, récord, de u$s16 B. La cantidad total de títulos a 3, 10 y 30 años que se ofrecerán en la próxima subasta de reembolso se estima en $84.000 M, 1.000 M más que hace tres meses.

La emisión de deuda nueva neta total del Tesoro en 2018 ascendió a u$s1,34 B, contra u$s550.000 M en 2017. En 2019, sería de u$s1,4 B y oscilaría entre u$s1,25 y 1,4 B en los próximos cuatro años. A pesar de la inundación de oferta, los rendimientos del Tesoro no se elevan debido a la firme demanda.

Pero el problema de la deuda global empieza a preocupar. Gracias a tasas del 0% ofrecidas por los bancos centrales, según el Instituto Internacional de Finanzas (IIF) superó el 318% del PBI global en el tercer trimestre de 2018. Y no sólo es deuda pública sino, sobre todo, privada que no está en entidades financieras. Hoy la cifra ronda u$s72 B, frente a 27 B de hace una década.

Y, dadas las perspectivas, los inversores se están deshaciendo de los bonos de deuda. Pero no sólo los principales compradores, los bancos centrales, también muchos secundarios. De hecho, según los datos que maneja Bank of America Merrill Lynch, el pasado año salieron u$s63.000 M de fondos de deuda corporativa, lo que ha llevado a acuñar el término Crexit para definir estos reembolsos en bonos corporativos.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

El verdadero problema de las jubilaciones en Argentina

Por Iván Carrino. Publicado el 21/12/17 en: http://www.ivancarrino.com/el-verdadero-problema-de-las-jubilaciones-en-argentina/

 

Estafar a la gente es prometer lo que no se puede cumplir.

El verdadero problema de las jubilaciones en Argentina es que son un gasto público.

Así de simple.

Si el ingreso de una persona que deja de trabajar dependiera del ahorro que generó durante toda su vida, entonces no habría ningún debate público acerca de la sostenibilidad de ningún sistema previsional.

Tampoco habría políticos demagogos hablando sobre el arrebato a los derechos.

Probablemente sí habría fascistas de izquierda exaltados y violentos por algún motivo. Pero, al menos éste, no sería uno de ellos.

Si la jubilación fuera totalmente privada, todo el tema sería una cuestión de cada individuo y, a lo sumo, debatiríamos si hay que ayudar desde el estado al que no pudo ahorrar por causas de fuerza mayor.

Del sistema de reparto…

Sin embargo, el sistema de reparto y propiedad estatal, que es el único que tenemos en Argentina, no funciona así.

Acá las jubilaciones de hoy se pagan con los impuestos que se les pueden cobrar a los trabajadores de hoy.

No hay ninguna correlación entre lo que una persona aportó al sistema y lo que ella recibe.

Lo que “aportó” fue, en realidad, un impuesto por trabajar. Lo que recibe es, en realidad, un pago estatal que depende de las necesidades de caja de quien paga.

Es decir, del estado.

Ahora el estado es el gobierno, y al gobierno lo manejan los políticos que quieren ganar las elecciones.

Así, prometen el Oro y el Moro, hasta que se acaba la plata y todo queda en la nada.

Eso fue lo que hicieron los gobiernos de Néstor y Cristina.

Abrieron generosas moratorias que incorporaron en el sistema previsional a nada menos que 3,2 millones de jubilados y pensionados, el doble de la cantidad que había en 2003.

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En el mismo período en que se duplicaba la cantidad de haberes para pagar, quienes son capaces de producir la riqueza en el país para hacerlo (la población ocupada), creció solo 46%.

Estafar a la gente es prometer lo que no se puede cumplir.

… a la crisis previsional

Si vos tenés un carro tirado por un caballo, hay un límite a la cantidad de gente que se puede subir.

O sea, llega un punto en que:

———-> o bajás la carga,

———-> o aumentás los caballos,

———-> o te quedás parado en el medio del camino.

En ese caso, todos pierden.

Pero los políticos demagogos seguramente terminen echándole la culpa al que maneja el carro, o también al caballo, en lugar de a quien invitó a subir a los pasajeros  prometiéndoles que iban a llegar sin problemas a destino.

Lo mismo le pasa al sistema previsional. A las moratorias se suma una fórmula de ajuste de los haberes que hace que cada vez se gaste más en previsión social en términos del PBI.

Hoy en día, Argentina es de los países que más gasta en la OCDE en previsión social. Arriba nuestro están Portugal, Grecia e Italia, los tres con crisis fiscales.

2017.12.21

Nosotros estamos igual de mal. Con una inflación que está entre las 10 más altas del mundo, gracias a que el estado está quebrado y le pidió al Banco Central que emitiera a lo loco por una década y media.

El populismo un día se acaba y se acaba mal. Todas las promesas se esfuman, porque estaban basadas en sacarle plata al vecino, pero resulta que si se sigue por ese camino, el vecino se va del país y no tenés con qué pagar lo que prometiste.

Así es como está hoy el país.

Un estado en quiebra, porque gasta $ 600.000 millones más de lo que le ingresa. Y un sistema previsional igual de quebrado, porque gasta $ 364.000 millones más de lo que recauda por contribuciones patronales y aportes personales.

Mero cambio de fórmula

En medio de todo esto, el gobierno nacional intenta, al mismo tiempo que equilibrar las cuentas fiscales moderando el aumento del gasto público, evitar que los jubilados y pensionados de hoy pierdan poder de compra.

Así es que lo más importante que se discutió y se aprobó finalmente el martes en la cámara de Diputados fue el cambio de la fórmula de actualización de los haberes, lo que igualmente hará que los jubilados en el futuro tengan ingresos que superen a la inflación.

¿Es esta fórmula mejor que la que tenía el kirchnerismo? Depende para quién y en qué período de tiempo.

Si lo miramos a corto plazo, esta fórmula implica que los jubilados ingresarán menos de lo que habrían ingresado. Ahora desde el punto de vista de la sostenibilidad fiscal, la nueva fórmula ayuda a cumplir las metas.

A largo plazo la cuestión es distinta. La nueva fórmula da mayor previsibilidad a los ingresos y podría incluso ser mejor para los jubilados. Por otro lado, si sirve para mejorar la confianza en las metas fiscales del gobierno, podría evitar una  crisis.

Esto es particularmente importante.

Recordemos que en el año 2002, cuando la crisis fiscal del menemismo-delarruismo terminó en la devaluación del duhaldismo, la jubilación mínima cayó un 29% en términos reales y el haber medio se redujo un 33%.

O sea, cuidado. Porque por evitar un cambio a corto plazo (que ni siquiera es un ajuste), podemos comprarnos el pasaje a una nueva crisis terminal.

La ley se aprobó, pero falta demasiado todavía como para resolver el problema fiscal y de competitividad del país.

¿Está la sociedad argentina lista para enfrentar el desafío? La violencia en la plaza, los cacerolazos y la opinión de algunos periodistas frente a estos cambios modestos, me hacen dudarlo seriamente.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

Reforma impositiva e inflación, desafíos para reactivación económica de Argentina

Entrevista a Aldo Abram: Publicada el 10/1/17 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2017/01/10/reforma-impositiva-e-inflacion-desafios-para-reactivacion-economica-de-argentina/

 

Una reforma que disminuya la elevada presión tributaria y cumplir con una meta inflacionaria del 17 por ciento son los principales desafíos para que Argentina vuelva a crecer, señaló hoy el experto Aldo Abram.

En entrevista con Xinhua, el economista, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso (FLyP), se refirió a las cuestiones que marcarán, en el año que acaba de comenzar, el devenir de la tercera economía de América Latina, detrás de Brasil y México.

“Para 2017, hay tres desafíos fundamentales. El primero, y es el más importante, es que los brotes verdes que se empezaron a ver a fines de 2016, terminen floreciendo en una reactivación que se consolide en crecimiento”, expresó el analista.

Para Abram “de una buena performance (desempeño) del nivel de actividad depende el resultado que obtenga el gobierno en las elecciones legislativas de octubre, donde debería sumar legisladores para consolidar su poder”.

“Existe el riesgo de que se quede en un rebote más, de los tantos que hubo en los últimos años, en la medida que no se vea acompañada por un fuerte crecimiento de la inversión privada. Para que ello suceda se necesitan algunas condiciones, como que se den señales de que se reconstruirá la seguridad jurídica, que fue destruida durante la gestión anterior”, observó.

Según el experto, el gobierno de Mauricio Macri, que asumió el cargo en diciembre de 2015, “ha mostrado su voluntad de avanzar en ese sentido, pero la oposición ha mostrado alguna predisposición a aprobar leyes que van en el rumbo contrario”.

Un reciente relevamiento de expectativas que realizó el Banco Central (BCRA, autoridad monetaria) entre consultoras privadas muestra que el PIB de Argentina pasará de caer un 2,3 por ciento en 2016 a tener un crecimiento de un 3 por ciento en 2017, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé un crecimiento del 2,9 por ciento para Argentina en 2017, tras estimar una caída del 1,7 por ciento en 2016.

El Presupuesto 2017 de Argentina augura que la economía del país crecerá un 3,5 por ciento.

En la visión de Abram “otro factor importante es la merma de la enorme presión tributaria de Argentina. Esto está relacionado con el segundo desafío, que es empezar a ajustar el gasto público, tarea en la que no se avanzó nada hasta ahora, y sin avanzar en este punto pensar en menores impuestos y déficit fiscal es imposible”.

“El Presupuesto 2017 no trajo buenas noticias al respecto, ya que luego de bajar la carga fiscal el año pasado, ahora anuncia que volverá a subir, aunque poco”, criticó.

“Sería bueno que el gobierno dejara claro que tiene en sus objetivos para los próximos años la merma de los impuestos y una reforma que nos lleve a un sistema tributario más justo y eficiente”, instó el economista.

El ultimo desafío que mencionó el titular de la FLyP “es que el Banco Central cumpla con la meta de inflación de menos de un 17 por ciento para 2017”.

“Tras un primer semestre sumamente complicado, que implicó incumplir la meta para 2016 del 25 por ciento (ya que rondará el 40 por ciento) lograron controlar el rumbo en el segundo semestre. En la última mitad del año la inflación promedio mensual fue de un 1,5 por ciento, o sea que se ubica en menos de un 20 por ciento anualizado y es el más bajo desde 2009”, resaltó el economista.

Según el analista, “para cumplir con el 17 por ciento o menos de objetivo, la inflación promedio mensual debería bajar a solamente un 1,3 por ciento, lo cual es sencillo. Las dudas sobre que se pueda cumplir tienen que ver mayormente con la mala performance fiscal”.

“Sin embargo, dado que el BCRA tiene todos los instrumentos necesarios para lograr su objetivo, debería hacerlo para no perder credibilidad respecto al futuro cumplimiento de las metas planteadas para los años siguientes”, enfatizó.

 

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .

Los beneficios de la inmigración

Por Martín Krause. Publicada el 15/8/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1928158-los-beneficios-de-la-inmigracion

 

Las migraciones se han convertido en un tema central de discusión en Europa. Más aún luego de los atentados terroristas ocurridos en Bélgica, Alemania y Francia, y del Brexit. También son motivo de debate en la campaña electoral en los Estados Unidos. Las imágenes de este fenómeno nos muestran situaciones dramáticas y esto ha ayudado a que se desaten todo tipo de pasiones sobre el asunto. Sin embargo, un análisis más profundo demuestra que el movimiento de personas, tal como el de bienes y capitales, trae beneficios muy superiores a los costos, aunque éstos puedan ser más visibles.

Los temas en discusión son muchos, y tienen que ver tanto con cuestiones de «derechos» como de los costos o beneficios que se generan y en quien recaen.

Lo primero es responder si existe un derecho a migrar. En general, todos estamos de acuerdo en que existe un derecho a la «salida» -aunque esto no se verifica en todos los casos, como en Corea del Norte o hasta hace poco en Cuba- y consideramos que poner barreras a esto es una violación del derecho a trasladarse que cada persona tiene. ¿Existe, sin embargo, un derecho a la entrada? Aquí el consenso es mucho menor y la constelación de opiniones que lo niegan va de un extremo al otro del espectro político-filosófico.

En principio, pareciera que una barrera a la inmigración violaría el derecho del ciudadano a «invitar» a un extranjero a su casa o a entrar en algún tipo de relación con él. Digamos que quiero contratar a un extranjero para que trabaje conmigo, ¿por qué no podría hacerlo? ¿No resulta violado mi derecho a establecer relaciones contractuales con quien desee?

Los contratos libres entre dos o más partes, sin embargo, pueden generar efectos «externos», o externalidades. En este caso, sin embargo, todo daño que pueda ocasionarse por estas circunstancias no es en nada diferente al que pudieran causar contratos similares entre nativos, cuyas consecuencias han de ser asumidas.

Existen otros efectos «externos» que suelen plantearse como originados por la inmigración. Uno de ellos es la cuestión de si la inmigración perjudica al empleo local.

Según una encuesta de Gallup, un 58% de los residentes de países de altos ingresos señalan que los inmigrantes ocupan empleos que esos mismos residentes no desean ocupar, y un 18% afirma lo opuesto. Esto mismo se repite en los diez principales países receptores de inmigrantes.

Un estudio de la OCDE (2014) informa que en los 10 años hasta 2012 los inmigrantes representaron un 47% del aumento de la fuerza laboral en los Estados Unidos y un 70% en Europa, y que representaron alrededor de un cuarto de todos los ingresos en las ocupaciones que más han declinado en los Estados Unidos (28%) y Europa (24%), básicamente operarios; ocuparon así funciones que, como lo confirma la encuesta, no son consideradas atractivos por los locales.

Un informe del Banco Mundial de 2005 encontró que si los 30 países de la OCDE permitieran un crecimiento del 3% en el tamaño de su fuerza laboral a través de reducir las restricciones a la inmigración, los beneficios para los ciudadanos de los países pobres serían de unos US$ 300.000 millones. Esto es US$ 230.000 millones más que la ayuda internacional que estos países destinan a los países pobres. Si hubiera fronteras abiertas por completo se duplicaría el PIB mundial en pocas décadas, virtualmente eliminando la pobreza global.

Pero no terminan aquí los debates que genera este complejo problema.

¿Son los inmigrantes una carga fiscal? El estudio de la OCDE sugiere que el impacto de olas sucesivas de migración en los últimos 50 años hacia los países más desarrollados es en promedio cercano a cero, rara vez excediendo 0,5% del PIB, tanto sea en términos positivos como negativos. El impacto es mayor en Suiza y Luxemburgo, donde los inmigrantes proveen un beneficio neto estimado de cerca de 2% del PIB a las finanzas públicas. «Contrariamente a la percepción general -dice el estudio-, los inmigrantes con baja educación tienen una posición fiscal [la diferencia entre sus contribuciones y los beneficios que reciben] mejor que sus pares locales. Y cuando los inmigrantes tienen una posición fiscal menos favorable, no es por tener una mayor dependencia de los beneficios sociales sino porque tienen a menudo salarios más bajos y tienden, entonces, a pagar menos».

¿Pueden los inmigrantes trastrocar la cultura local? La existencia de barrios enteros en algunas ciudades europeas y norteamericanas hace temer que esto ocurra, pero de ahí a afirmar que sea posible existe un largo trecho. La cultura occidental, la de los países que más inmigración reciben, es la que les permitió desarrollar las instituciones que permitieron su crecimiento y riqueza. Si han deteriorado sus instituciones ha sido más por modificaciones culturales propias que importadas a través de inmigrantes. Después de todo, las grandes ideologías totalitarias del siglo XX, que causaron estragos y catástrofes en todo el mundo son de origen europeo, no importadas por los inmigrantes. Argumentos similares pueden desarrollarse en relación con el temor que ingresen inmigrantes que cometerán crímenes. La evidencia empírica muestra la tasa de criminalidad de los inmigrantes no es superior a la de los locales, y el argumento se puede extender a todo tipo de migración interna o a la existencia de criminales en los barrios informales, pese a que sean nacionales.

¿Los que se van perjudican a los que se quedan? Este no es, en realidad, un tema de debate, sino la consideración de un hecho que debe ser tenido en cuenta. La llegada de los migrantes, tanto refugiados como laborales, acerca a quienes provienen de sociedades con baja productividad debido a la escasez de capital invertido a otras donde su productividad es mucho mayor. Esto les genera ingresos muy superiores a los de los lugares de origen, siendo éste uno de los principales incentivos para emigrar. Y esos mayores ingresos se han convertido en el programa de ayuda más importante y con mayor sustento moral que pueda imaginarse: las remesas.

El Banco Mundial estima que las remesas en 2015 alcanzaron la suma de US$ 588.199 millones, unas cuatro veces más que toda la ayuda internacional. Para algunos países se han convertido en su principal ingreso. Por ejemplo, las remesas son un 41,7% del PIB de Tayikistán y un 29,9% del de Nepal. En América latina, significan el 22,4% del PIB de Haití, el 17,8% del de Honduras y 16,8% en el caso de El Salvador.

Lentamente, se produce en el mundo un proceso de competencia entre las distintas jurisdicciones de la que la salida y entrada de migrantes es un efecto y un indicador. La calidad institucional es un elemento fundamental en esa competencia y pone presión sobre los países, porque aquellos con buena calidad atraen recursos y los de peor calidad los expulsan, como a los migrantes. Parece haber una tendencia hacia una mejora de esa calidad institucional, aunque muchos eventos presentes o de un pasado cercano generan ciertas dudas y retrocesos. Es un proceso impulsado por esa competencia. En el pasado, ésta tenía un contenido básicamente militar; con la llegada del capitalismo y la globalización es esencialmente comercial y económica. Aunque, como vemos, la primera no ha dejado de estar presente: los refugiados son el resultado de la competencia militar; los migrantes, de la económica.

Cerrar las puertas a ambos limita esa competencia y crea un riesgo: el reemplazo de la competencia económica por la militar. Por cierto, el proceso no está exento de costos, pero podemos razonablemente esperar que continúe ejerciendo presión para lograr una mejora institucional en los países donde hoy no existe y mejoren así las oportunidades de progreso para sus habitantes.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Brasil, el tren que Argentina perdió

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/5/16 en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/brasil-tren-que-argentina-perdio_310569

 

 

Derecha e izquierda son palabras que hoy no definen casi nada, cambios de discursos y amigos, pero poco de políticas reales. Sea como fuere, dos grandes “giros hacia la derecha” se dieron en América Latina: en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri y en Brasil con la caída de Dilma Rousseff. Mario Vargas Llosa, mostrando otra vez que es un eximio escritor, pero un pobre político con floja formación y mal asesorado, afirmó que: «América Latina necesita un liderazgo que podría ocupar la Argentina».

Y los hechos muestran que, en todo caso, Argentina pierde el tren y el líder será Brasil. Macri ha dicho siempre que quiere un Estado fuerte y lo está logrando, el problema es que el Estado moderno es el monopolio de la violencia -con el que impone sus leyes- y la violencia siempre destruye.

Casi todos los índices y tendencias en Argentina son negativos. Baja el consumo y la producción industrial, aumenta la pobreza y la desocupación, la inflación llega al disparatado 40% anual, en base a datos de la OCDE, debido al desbocado gasto estatal, la presión impositiva supera el 34% del PIB y sube a un ritmo del 35% y no alcanza para bajar el gigantesco déficit fiscal que el académico José Luis Espert estima en el disparatado 7,6% del PIB para este año, contra el 7,1% del 2015.

Y las libertades decaen. Ahora, uno de los problemas más graves de Argentina es el “vaciamiento intelectual”. Hijo de un rico empresario, “exitoso”, y opositor a las medidas ultraestatistas del gobierno anterior, Macri convenció a muchos “partidarios del libre mercado” de que su gobierno iría en ese sentido, a tal punto que hoy casi todos los think tanks “liberales” lo apoyan mostrando una notable flojedad intelectual.

Al punto que cuando el gobierno propone obligar a los niños de tres años a asistir a la escuela, nada dicen al respecto. No se trata de educar o no, sino del hecho de forzar a niños pequeños. Me recuerda a sistemas totalitarios, como el estalinista. Con este apoyo de los “partidarios del libre mercado”, cuando el gobierno caiga, será difícil convencer a la opinión pública de que el fracaso no se debió a la naturaleza del mercado.

Cruzando la frontera, las cosas van en otra dirección. Destacados operadores de mercado -como el director de investigaciones para América Latina de Goldman Sachs- calificaron como «dream team» al equipo del ministro de Hacienda que acompaña al presidente interino, Michel Temer, del Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), de centro derecha.

Proponen recortar el gasto público y el sistema de pensiones y desregulación laboral, medidas que habían anticipado en el “Programa Puente para el futuro” realizado por el PMDB en 2015 y apoyado por la federación patronal de Sao Paulo. Analizan, también, la incorporación del sector privado a empresas estatales como Correos y Casa de la Moneda, según informó O’Globo, y la venta de las participaciones que el Estado tiene en unas 230 empresas. Luego, intentarían desmantelar parcialmente el gigantesco BNDES, competidor de la banca de Wall Street, y privatizar la petrolera Petrobras.

Habrá que ver hasta dónde llegan, dado el caos político. Pero al contrario de Macri, van por el achicamiento del Estado -del monopolio de la violencia- de modo que podrían destruir menos, creciendo Brasil y destacándose como líder de América del Sur.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Cambiando la camiseta

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 11/1/16 en: http://www.panamaamerica.com.pa/opinion/cambiando-la-camiseta-1008456

 

Las exportaciones de América Latina y el Caribe caerán, por tercer año consecutivo, este año 14%, según el BID, por la baja de los precios …

 

Las exportaciones de América Latina y el Caribe caerán, por tercer año consecutivo, este año 14%, según el BID, por la baja de los precios de bienes exportados y la débil demanda china. Lideran los descensos Venezuela (-49%), Colombia (-35%), Bolivia (-32%) y Ecuador (-28%). Según el Centro de Desarrollo de la Ocde, la Cepal y CAF, los flujos comerciales con China se multiplicaron por veintidós desde el 2000, frente a un incremento mundial del triple. Los créditos concedidos por Beijing a América Latina desde 2010 alcanzaron los $94 mil millones.

Así las cosas, según el FMI, el PIB de la región caerá -0.3% en 2015 y crecerá levemente, 0.8%, en 2016. Los que más caerán serán Venezuela (-10%), Brasil (-3%) y Argentina y Ecuador «alrededor de cero». En cuanto a la Argentina, a pesar del cambio de gobierno, caería en -0.7% en 2016 contra un crecimiento del 2.8% para Colombia, 2.5% Chile, 3.3% Perú, 2.2% Uruguay y 3.8% Paraguay.

Los gobiernos están cayendo en descrédito, sobre todo los «populistas» que requieren crecientes recursos para sus «políticas sociales». Perdió el kirchnerismo, luego el chavismo, Dilma está acorralada, Bachelet se desprestigia, pareciera que Rafael Correa no se presentará a la reelección y la derechista Keiko Fujimori ganaría en Perú en segunda vuelta por 11 puntos.

China salva a Ortega y a Morales. La construcción del canal nicaragüense incrementaría el PIB del país hasta los $20,800 millones en 2025 -11,800 millones sin el proyecto- creciendo al 9% anual, frente al 4.5% sin el canal. A Morales, Beijing le concederá un crédito de $7,000 millones y, eventualmente, otro por $10,000 millones.

Ahora, la división entre populismo y antipopulismo es solo cambio de camiseta, de lenguaje y de amistades, porque las políticas son casi las mismas. La derecha suele recortar gastos en «políticas sociales» que compensa aumentando militares y «políticas de desarrollo empresario». La gobernadora Vidal, principal aliada de Macri, acaba de anunciar un aumento del gasto del 42%. La oposición al chavismo, el MUD, no tiene un programa coherente, es solo oposición.

Michelle Bachelet insiste en que logrará la educación gratuita en Chile. Macri quiere aumentar el gasto en educación «pública y gratuita». Pura demagogia, nada es gratuito. Esta «educación», supuestamente, es solventada por empresas y ricos que pagan impuestos. Pero las empresas los derivan hacia abajo vía precios o baja de salarios. Así, pagan los pobres y estudian los ricos. Según diversos relevamientos, solo 5% del quintil más pobre accede a la educación superior, y 75% del mayor quintil. En las universidades «gratuitas», solo 2% de los alumnos pertenece al quintil más bajo, 10% al más alto y el resto está en el medio.

El mundo progresa por evolución, nunca por revoluciones y menos las violentas. El muro de Berlín cayó gracias a acciones pacíficas en las que el papa Juan Pablo II tuvo que ver, mientras que la «primavera árabe» que se caracterizó por los bombardeos de la Otan terminó empeorando las cosas. De modo que populismo y antipopulismo -izquierda o derecha- no implican un cambio real de políticas de fondo que son, básicamente, comprender que como la violencia -coacción- destruye, el crecimiento de un país es proporcional al levantamiento de políticas coactivas, sean de izquierda o derecha.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

 

 

Cambiando la camiseta

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado en: http://www.elheraldo.hn/opinion/columnas/912562-469/cambiando-la-camiseta

 

Las exportaciones de América Latina y el Caribe caerán, por tercer año consecutivo, este año 14%, según el BID, por la baja de los precios de los bienes exportados y la débil demanda china.

Lideran los descensos Venezuela (-49 %), Colombia (-35 %), Bolivia (-32 %) y Ecuador (-28 %).

Según el Centro de Desarrollo de la OCDE, la Cepal y CAF, los flujos comerciales con China se multiplicaron por veintidós desde el 2000, frente a un incremento mundial del triple.

Los créditos concedidos por Beijing a América Latina desde 2010 alcanzaron los $94 mil millones.

Así las cosas, según el FMI, el PIB de la región caerá -0.3 % en 2015 y crecerá levemente, 0.8 %, en 2016. Los que más caerán serán Venezuela (-10 %), Brasil (-3 %) y Argentina y Ecuador, “alrededor de cero”.

En cuanto a la Argentina, a pesar del cambio de gobierno, caería en -0.7% en 2016 contra un crecimiento del 2.8% para Colombia, 2.5% Chile, 3.3% Perú, 2.2% Uruguay y 3.8% Paraguay.

Consecuentemente, los gobiernos están cayendo en descrédito, sobre todo los “populistas”, que requieren crecientes recursos para sus “políticas sociales”.

Perdió el kirchnerismo, luego el chavismo, Dilma está acorralada, Bachelet se desprestigia, pareciera que Rafael Correa no se presentará a la reelección y la derechista Keiko Fujimori ganaría en Perú en segunda vuelta por 11 puntos.

China salva a Ortega y a Morales. La construcción del canal nicaragüense incrementaría el PIB del país hasta los $20,800 millones en 2025 -11,800 millones sin el proyecto- creciendo al 9% anual, frente al 4.5% sin el canal. A Morales, Beijing le concederá un crédito de $7,000 millones y, eventualmente, otro por $10,000 millones.

Ahora, la división entre populismo y antipopulismo es solo cambio de camiseta, de lenguaje y de amistades, porque las políticas son casi las mismas. La derecha suele recortar gastos en “políticas sociales” que compensa aumentando militares y “políticas de desarrollo empresario”. La gobernadora Vidal, principal aliada de Macri, acaba de anunciar un aumento del gasto del 42%. La oposición al chavismo, el MUD, no tiene un programa coherente, es solo oposición.

Michelle Bachelet insiste en que logrará la educación gratuita en Chile. Macri quiere aumentar el gasto en educación “pública y gratuita”. Pura demagogia, nada es gratuito. Esta “educación”, supuestamente, es solventada por empresas y ricos que pagan impuestos. Pero las empresas los derivan hacia abajo vía precios o baja de salarios. Así, pagan los pobres y estudian los ricos. Según diversos relevamientos, solo 5% del quintil más pobre accede a la educación superior, y 75% del mayor quintil.

En las universidades “gratuitas”, solo 2% de los alumnos pertenece al quintil más bajo, 10% al más alto y el resto está en el medio.

El mundo progresa por evolución, nunca por revoluciones y menos las violentas.

El muro de Berlín cayó gracias a acciones pacíficas en las que el papa Juan Pablo II tuvo que ver, mientras que la “primavera árabe” que se caracterizó por los bombardeos de la OTAN terminó empeorando las cosas.

De modo que populismo y antipopulismo -izquierda o derecha- no implican un cambio real de políticas de fondo que son, básicamente, comprender que como la violencia -coacción- destruye, el crecimiento de un país es proporcional al levantamiento de políticas coactivas, sean de izquierda o derecha

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Brechas.

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 13/7/14 en: http://www.libremercado.com/2014-07-13/carlos-rodriguez-braun-brechas-72859/

 

Es habitual considerar al FMI o la OCDE como liberales. Nunca lo han sido, y menos ahora, donde replican y vocean el pensamiento único sin cesar ni titubear. Por ejemplo, se han apuntado ambos al mantra de la desigualdad, para regocijo de los políticos y los mismos medios de comunicación que hasta hace nada los censuraban por su supuesto liberalismo.

Así, la OCDE señaló que «el 1% más rico en España acumula el 8% de todas las rentas», tras lo cual, lógicamente, pidió que subieran los impuestos. Los medios se entusiasmaron hablando de «la brecha social», pero antes de que deplore usted su retórica simplista y populista vea cómo se expresa el circunspecto y neoliberal informe de la OCDE: «El 1% de la cumbre ha capturado una cuota desproporcionada de todo el incremento de rentas de la últimas tres décadas». La solución liberal de esta venerable y seria institución es: “Distribuir mejor”. Léase: intervenir más y cobrar más impuestos sobre (¿no lo adivina usted?) “los que más ganan”.

El FMI, por su parte, coincide en el diagnóstico: hay un grave problema social, la desigualdad, que debe ser corregida mediante una mayor intervención pública y una mayor presión fiscal. Declaró su director para América Latina: «Si no se avanza en la igualdad no es posible mantener el crecimiento». Obviamente, avanzar significa más intervencionismo.

Recordemos de quién estamos hablando: estos no son bolivarianos ni comunistas, estos son supuestamente los más diestros economistas profesionales formulando recomendaciones responsables para promover el bienestar general.

Pero no, no es eso lo que promueven, ni lo han promovido nunca. En cambio, siempre han promovido las agendas políticas, siempre han buscado y animado cualquier motivo que contribuyese a legitimar la acción e intervención de los políticos, que, por cierto, para eso crearon todas esas instituciones internacionales que rara vez dejan de figurar en otras categorías aparte de estas dos: o son inútiles o son dañinas.

En el caso que nos ocupa el mensaje es engañoso y nocivo. La propia idea de brecha social convoca la urgencia de un cirujano que la suture. Pero la sociedad no está quebrada, y lo último que necesita es perder aún más derechos y libertades a manos del poder, un poder que, precisamente, no ha hecho más que subir los impuestos durante décadas con el argumento de que iba a cerrar todas las brechas y a «distribuir mejor».

Y ahora nos vienen con el cuento de que la culpa es de un malvado 1% de ricos que «acumulan» o «capturan» caudales, vamos, que los roban y nos roban. Ellos son los malos: Amancio Ortega, que jamás le ha quitado a usted ni un duro, ese es el malo; en cambio los buenos son los políticos, que le quitan a usted el dinero a la fuerza, entre otras cosas para pagar nutridas burocracias de la ONU, la OCDE o el FMI, donde miles de burócratas cobran jugosos sueldos ¡libres de impuestos!

Eso sí, deles usted cinco minutos y ya estarán recomendando que le suban los impuestos a usted. Porque no creamos nunca que las recetas para cerrar las brechas estriban en castigar sólo a un puñado de multimillonarios: esto nunca ha sido así, y nunca lo será.

Cuando hablen de la brecha social, recuerde que lo que en realidad anhelan es abrírsela todavía más a usted.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.