ABAJO SAN FRANCISCO DE ASIS: ERA BLANCO Y CATÓLICO. Sobre la absoluta locura en los EEUU.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 13/6/20 en: http://gzanotti.blogspot.com/2020/06/abajo-san-francisco-de-asis-era-blanco.html

 

Que el mundo se ha vuelto más loco que nunca, no cabe duda. Estatuas dañadas o derribadas por doquier. Películas y libros auto-censurados. Peticiones a Trump para que “re-name” todas las bases militares con nombres confederados. Poco falta para que pidan eliminar la Declaración de Independencia porque fue escrita por Jefferson; poco falta para que pidan reemplazar el Inglés por el idioma Hopi. Poco falta en serio, porque saben perfectamente dónde van.

Pero dejemos a un lado, por ahora, a las masas alienadas, carentes de todo pensamiento crítico, con su pulsión de agresión desatada; dejemos por un lado a los ideólogos cuyas ideas son sólo racionalizaciones de su psicosis, dejemos por ahora el caso de los políticos cínicos e inmorales que aprovechan el río revuelto para acumular más poder. Todo eso forma parte de una lamentable realidad psíquica que no es nueva: fue diagnosticada por Freud, Fromm, Ortega, se renueva en todas las etapas de la Historia y este caso, aunque horrible, es uno más.

Este artículo está dirigido en cambio a la persona de buena voluntad que piense si no es correcto cambiar un nombre o remover (pacíficamente) una estatua como “enseñanza” para un tema grave y delicado.

Para responder esta cuestión debemos distinguir tres aspectos morales e históricos: lo totalmente inmaculado, lo más o menos y el mal cuasi-absoluto.

El ideólogo concibe una sociedad perfecta, inmaculada, ante la cual lo más o menos le resulta lo diabólico e intolerable. Por eso, sin paradojas, detrás de su pasión por la santidad social, está su violencia, porque una sociedad más o menos es una agresión intolerable ante la cual la resistencia armada está justificada. Por eso el ideólogo es siempre revolucionario, ya sea de izquierda o de derecha.

Por eso tampoco tolera la historia. Porque la historia de las civilizaciones no es santa ni diabólica. Es gris. Es una evolución.

EEUU, precisamente, es el caso. No nació en la santidad. Como dijo Maritain, tenía el drama de la esclavitud como una espina clavada en su historia. Pero era una situación gris: la Declaración de Independencia había dado las bases de una igualdad racial que coherentemente reclamará Martin Luther King muchos años después.

Y esa peculiar nación evolucionó. Tuvo una guerra civil por ese tema, tuvo el movimiento de derechos civiles de los 60, tuvo su Martin Luther King, y pudo elegir finalmente como presidente a un afroamericano.

Pero los ideólogos neo-marxistas, ahora en los dirigentes del partido demócrata, en sus irresponsables e indolentes Biden y Pelosi, y en AOC, que sabe perfectamente dónde va, y en ANTIFA, que también sabe perfectamente dónde va…. Esos dirigentes, que en ANTIFA pasan de la idea al crimen, no pueden tolerar la historia. No pueden tolerar la evolución. Quieren que la historia sea una santidad absoluta creada a imagen y semejanza de su idea. Y como la historia nunca es eso, la borran. Exactamente como Stalin, como Mao. Ya estaba pasando. No es ahora que la guionista de Friends (Friends, justamente, como si hubiera sido guionada por Mons. Burke) se siente obligada a pedir perdón (porque cuando suba Biden irá presa): ya pasó casi lo mismo con el lobby LGBT, que son iguales pero hasta ahora no habían salido a incendiar todo EEUU de golpe.

Eso pasa siempre. Podemos remontarnos hasta el Big Bang. ¿Quién es perfecto? Para esta gente, ni siquiera San Francisco de Asís, que era blanco y católico. Borremos todo, comencemos de cero. Esa es la unión de Robespierre con el marxismo leninismo. Revolución cultural, Mao. Pero a falta de Mao buenas son Antifas.

Si no estamos atravesados por el pensamiento ideológico, que es una psicosis racionalizada, entonces el criterio de realidad nos hace ver la historia precisamente como lo que es: un más o menos. Todos los documentos, los héroes, las declaraciones, son siempre más o menos. Santos, casi nadie. Se convierten en santos o demonios si los miramos bajo la perspectiva de la ideología, que no admite la realidad humana, que siempre está en el medio.

Pero lo más importante: ese pasado, ese pasado lleno de personas más o menos, nos constituye. Ese pasado es el hoy. Algunas de esas personas permitieron evolucionar para más, otras para menos, y el diagnóstico implica salir del relativismo cultural. La Declaración de Independencia de los EEUU es moralmente buena. NO es perfecta, dijo “men” y no aclaró, pero es moralmente buena. No hay por qué tirarla a la basura. Y lo mismo con generales confederados que seguramente no lucharon por la esclavitud, sino contra lo que consideraban una indebida intromisión del norte. Pero eso no lo saben las masas ignorantes que saquean y destruyen. Sí lo sabe Joe Biden, sí lo sabe Obama, y por ello, Dios les pedirá más en el inevitable Juicio Final. Yo espero que los perdone, claro. Pero se pegarán un buen susto.

¿Es todo lo mismo? No, claro que no. En Stalin, en Hitler, en Mao, no hay ninguna, sencillamente ninguna, autoridad moral. Por ende si en Alemania no hubo, después del 45, estatuas de Hitler, ok. Pero Jefferson no es lo mismo que Hitler. El que lo diga o es un postmoderno escéptico o un ideólogo fanático. Que no sé si se relacionan.

Mientras tanto, sigan, grandes genios del universo. Comiencen por las estatuas de los confederados, borren la serie Friends, borren toda película que no tenga un afro, eliminen la Constitución, la Declaración de Independencia, sigan para atrás, sigan con el Monumento a Napoleón, borren los libros de Historia, que no se hable más de Marco Aurelio o de Alejandro Magno. Borren todo Occidente. Es lo que quieren. Y lo están logrando, bajo la mirada indiferente, abúlica, pero también cínica e indolente, de casi todos.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises

Neutralidad en la red

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 2/2/19 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/neutralidad-en-la-red/

 

La llamada neutralidad en la red, como editorializó con sarcasmo Wall Street Journal, es “el tema perfecto para la izquierda, porque suena como algo virtuoso y casi nadie sabe lo que significa, y a casi nadie le importa”.

A mí me importa, desde luego, y escribí aquí en La Razón hace casi diez años en contra de los políticos y reguladores que ya exhibían su anhelo antiliberal a cuenta de internet. Siguen en ello con más énfasis desde que Trump acabó con la neutralidad que impuso Obama. Me malicio que detrás de la bondad que siempre acarrea el concepto de neutralidad, subyace el intento de recortar derechos y libertades, típico de los socialistas de todos los partidos. Mis sospechas se acentúan cuando veo argumentos del estilo de “internet es un bien público global”, y noto que detrás no hay un intento de repasar las ideas de Ronald Coase sobre la radio o los faros, sino de imponer un intervencionismo político y burocrático mayor en la red. Cuando se leen declaraciones rimbombantes que advierten sobre el “poder del mercado”, y reclaman que “la gobernanza de la red como un todo pase a ser efectivamente global, democrática, transparente y pluralista”, la conclusión no puede ser otra que la libertad, otra vez, está en peligro y a merced del único poder verdadero: el político.

Pero ¿cuál es aquí el argumento? En esencia, la identificación entre la red y un servicio público, digamos, una autopista, donde todos los coches deben ser tratados por igual, y no puede haber carriles para ricos. Se alega que sin neutralidad las operadoras podrían decidir qué servicios van más rápido, priorizando los suyos frente a otros, y dificultando la competencia.

Con más libertad habrá más y mejores servicios, con precios diferentes, sin que los clientes que demandan menos banda ancha tengan que pagar más. En cuanto a la competencia, el asunto, como dijo The Economist, se resume en “si los proveedores de servicios de internet deben ser regulados antes de cometer abusos de poder o cuando de hecho los han cometido”. Trump ha adoptado esta última posición, que en principio parece más liberal, al menos en el sentido de que las autoridades no van a determinar ellas mismas los precios ni las prioridades, aunque sí pueden actuar para impedir que las empresas bloqueen la entrada de nuevos competidores.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE

Ahora que se viene Trump se preocupan por limitar el poder del gobierno, ¿lo mismo pretenden los “K”?

Por Martín Krause. Publicada el 19/1/17 en: http://bazar.ufm.edu/ahora-se-viene-trump-se-preocupan-limitar-poder-del-gobierno-lo-pretenden-los-k/

 

Excelente video del Moving Picture Institute, con muchas cosas en común con otros países, como Argentina. Un partidario de Obama ahora se preocupa por ponerle límites al gobierno, ahora que se viene Trump. Algo similar pasa aquí con los kirchneristas, que se preocupan ahora por la inflación o cosas por el estilo.

Así anuncian el video (corto):

“With the inauguration only two days away, many Americans are suddenly worried about the scope of presidential authority. This means it’s the perfect time to revisit the viral We the Internet TV video, “So NOW You’re Worried About Executive Power?” With thousands of shares — including from major pundits — and nearly 700,000 views across Facebook and YouTube, this video is what the country needs right now.”

Disponible aquí: https://www.youtube.com/watch?v=ymrBzgssSY8&t=3s

Más sobre el Moving Picture Institute: https://www.thempi.org/

 

En su momento, los K se reían de la división y limitación del poder, cualquier cosa se podía hacer con sólo obtener más del 50% de los votos. Hoy han de ver con terror que un gobierno que está lejos de ser de su agrado pueda argumentar algo parecido para dar marcha atrás con todo lo que consideraban ‘conquistas’.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

¿Es Donald Trump el amo?

Por Sergio Sinay: Publicado el 9/12/16 en: http://sergiosinay.blogspot.com.ar/2016/11/es-donaldtrump-el-amo-por-sergio-sina-y.html

 

Sus groserías, su violencia verbal, su ausencia de respeto y empatía pueden ser las pantallas que ocultan al verdadero poder.

En 1954 un film inglés dirigido por David Lean (el realizador de Lawrence de Arabia) ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Titulado ¿Es papá el amo?, contaba la historia de un vendedor de zapatos despótico, enfrentado a sus tres hijas que, a medida que crecen, lo enfrentan, generando un fuerte conflicto familiar. ¿Habrá, a medida que avance su gestión, un conflicto entre los métodos y el carácter de Donald Trump y la ciudadanía estadounidense? ¿Lo habrá entre Estados Unidos y el resto del mundo (excepto Rusia)? ¿Será Trump de veras el amo, autoritario, capaz de saltarse las leyes, de amenazar y mentir a diestra y siniestra, de perseguir ciudadanos a causa de su raza o nacionalidad?

Con todo lo preocupante que es su triunfo, como lo fue su campaña, quizás no sea Trump el amo, como no suele serlo ningún presidente estadounidense (o de casi cualquier país) en los tiempos de la globalización. Más allá de que obtengan sus mandatos por vías democráticas, sus mandantes no son quienes los votaron. Esa es una ilusión óptica. Los presidentes son, en la práctica, gerentes que responden a los mandatos de accionistas que, como es de rigor, permanecen anónimos en cuanto a sus identidades. Quizás por eso Obama (que quedará bien perfilado en la historia) corrió a salvar a los bancos que de manera criminal provocaron una de las mayores crisis económicas y financieras de la historia mundial en 2008, dejando un tendal de vidas y futuros destruidos, y acaso sea esa la razón por la que ni él ni nadie pueden con la National Rifle Association, la organización que vela, armas en mano, por los intereses de la industria armamentista. Son apenas un par de ejemplos, por no mencionar a otros mandantes-accionistas, como la industria farmacéutica, la petrolera o la automotriz.

Las grandes corporaciones y oligopolios que van colonizando a pasos agigantados la economía mundial (y que pese a la expansión china siguen teniendo su centro en EE.UU.) necesitan calma para seguir expandiendo su poder, apoderándose de nichos y empresas menores y conquistando mercados. Según el McKinsey Global Institute (organismo privado que estudia la economía global), 10% de los grupos que cotizan en Bolsa obtienen el 80% del beneficio económico mundial. La tendencia del momento (como refleja un extenso informe publicado por El País, de Madrid, el 30 de octubre pasado con la firma de David Fernández) no es la competencia entre compañías, sino la fagocitación de las menos poderosas por las más grandes. Peter Thiel, fundador de PayPal, escribió,  recuerda Fernández,  que “la competencia es para perdedores”. Los ganadores construyen monopolios, y los monopolios se unen en oligopolios. Ahí está el poder, no en las bravuconadas del mamarrachesco Trump.

Hay una estrecha ligazón entre poder político y corporaciones (las rencillas entre “círculos rojos” y gobiernos puntuales son anécdotas que no alteran la cuestión de fondo). El tamaño que adquieren algunos conglomerados los convierte en factores de poder ante quienes los gobiernos se postran o claudican. De hecho, muchos de estos mastodontes económicos manejan cifras que superan largamente los presupuestos y el PBI de países en los cuales actúan. Y actúan en cada vez más territorios, porque, como los dinosaurios, su tamaño les requiere espacios cada vez mayores. El límite es el planeta. Los Estados y sus gobiernos pasan a ser parte de este juego. Ni hablar de los ciudadanos. Como anotó hace un tiempo el sociólogo y pensador polaco Zygmunt Bauman, estos van perdiendo sin prisa y sin pausa esa categoría. Son, ante todo, consumidores. Y serán, en tanto la tendencia oligopólica se acentúe, consumidores cautivos con derechos menguantes. Al votar, simplemente contribuirán a la designación del gerente de turno. No más.

 

Desde esta perspectiva, que el mundo se espante ante Trump es apenas un juego de distracción. Donald Trump es el nombre del gerente de turno. Los accionistas posiblemente lo disciplinarán, pero le permitirán mantener algunos de sus trucos para entretener al respetable mientras el poder se ejerce en otra parte y de otro modo.

 

Sergio Sinay es periodista y escritor, columnista de los diarios La Nación y Perfil. Se ha enfocado en temas relacionados con los vínculos humanos y con la ética y la moral. Entre sus libros se cuentan “La falta de respeto”, “¿Para qué trabajamos?”, “El apagón moral”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “En busca de la libertad” y “La masculinidad tóxica”. Es docente de cursos de extensión en ESEADE.

ARGENTINA: EL DIFÍCIL PROBLEMA DEL CRÓNICO DÉFICIT FISCAL

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 3/4/16 en :  http://www.cartafinanciera.com/tendencia-actual/argentina-el-dificil-problema-del-cronico-deficit-fiscal

 

A poco más de 100 días de haber asumido la presidencial, Cambiemos ha llevado adelante importantes cambios económicos como la eliminación del cepo cambiario, avanzar en una solución al default de la deuda con los holdouts. También ha llevado adelante importantes cambios en política exterior al priorizar relaciones saludables con el mundo desarrollado como sugieren la vuelta a al foro de Davos y la reciente visita de Obama, el presidente de Estados Unidos.

Estos cambios en la gestión son importantes y necesarios, pero no suficientes, para corregir las repetidas crisis económicas de Argentina. Decir que estas medidas son necesarias, pero no suficientes, de ninguna manera busca quitar mérito a los positivos logros de Cambiemos al principio de su gobierno, pero sí busca diagnosticar cuál es el origen principal de los problemas de la economía argentina y cuáles son problemas derivados del desequilibrio económico central: el déficit fiscal.

El siguiente gráfico muestra un período aproximado de 50 años de déficit fiscal en Argentina. El único período de superávit que se percibe es luego de la crisis del 2001 (nuevos impuestos, como el impuesto al cheque, y la devaluación asimétrica). En términos de resultado fiscal respecto al PBI, se aprecia que la dirigencia política se consumió el superávit de manera inmediata. Estos resultados cuestionan la lectura de que Néstor Kirchner estaba genuinamente preocupado por tener un superávit fiscal.

Deficit Financiero (1961-2014)

Este gráfico, al mostrar prácticamente medio siglo de déficit, sugiere que el problema no se reduce a qué movimiento político está cargo el gobierno, sino que hay un problema estructural que trasciende a los presidentes de turno.

Argentina ha vivido en déficit tanto con gobiernos peronistas, como radicales, como militares. El desafío de Cambiemos, no es meramente de equilibrar las cuentas, sino de revisar la estructura del estado. El 2015 terminó con un déficit fiscal en torno al 9% del PBI (la crisis del 2001 fue con un déficit del 7% del PBI). Una revisión fiscal de esta magnitud implica nada menos que cuestionarse cuál debe ser el rol del estado en Argentina. Este debate, sin embargo, se encuentra fuera del debate en la opinión pública y el gobierno actual no parece tener interés en plantearlo de manera genuina; es decir, más allá de sostener que la gestión debe ser transparente y eficiente.

Hay dos maneras fundamentales de financiar un déficit fiscal. Con emisión monetaria o con deuda. Simplificando, podemos resumir que los ‘80 se financiaron con emisión monetaria, culminando en un serio contexto inflacionario. Los ‘90 se financiaron con deuda, lo cual culminó con el default del 2001. El gobierno kirchnerista se financió nuevamente con emisión monetaria lo cual terminó en un contexto de estanflación.

Hay también dos maneras fundamentales de eliminar el déficit fiscal. Aumentando impuestos o bajando el gasto. Aumentar impuestos cuando la presión impositiva (consolidada) supera al 40% del PBI en un contexto de estanflación no es viable para cerrar un déficit de 9 puntos del PBI. Para bien o para mal, no queda alternativa que revisar el nivel de gasto. Si no se puede aumentar la recaudación, es necesario bajar el gasto.

Hay en principio, una tercera alternativa para cerrar el déficit fiscal. La misma consiste en hacer que los gastos crezcan más despacio que la economía de modo tal que eventualmente la recaudación alcance al gasto y se elimine el déficit fiscal. Parece ser ya muy tarde para esta estrategia. Es como, si al conducir en la autopista, yo es tarde para desacelerar y es necesario pisar el freno.

Cambiemos ha informado su objetivo, prácticamente eliminar el déficit fiscal para el final del gobierno de Macri. Cambiemos no ha sido claro, sin embargo, en explicar cómo se va a cumplir dicho objetivo.

Esto deja abierto a interpretación cuál es la estrategia de Cambiemos para equilibrar el fisco. Una de dichas interpretaciones es que la estrategia consistía (o aún consiste) en la expectativa de que el cambio de gobierno, la salida del cepo, y el arreglo con los holdouts resultaría en una entrada de inversiones y en un aumento de la actividad económica que redundaría en mayor recaudación y en cerrar el déficit fiscal.

Hasta ahora esto no ha ocurrido. ¿Es esta, sin embargo, una estrategia realista? ¿Cuál es el nivel de inversiones y aumento del PBI necesario para que se cierre el déficit fiscal? Si el gasto se mantiene constante, y la recaudación por PBI no cambia, el PBI debe subir nada menos que 9 puntos para cerrar el desequilibrio fiscal. Con una infraestructura deteriorada, un contexto de alta inflación, impuestos distorsivos como el impuesto al cheque, etc., no parece ser un objetivo realista.

Este desequilibrio madre de la economía argentina trasciende a partidos y movimientos políticos. Ha sido el mismo ya por medio siglo. Solucionar el mismo requiere más que una administración eficiente y austera, requiere replantearse el rol y estructura del estado en Argentina. La debilidad política de los otros partidos, y habiendo ganado no sólo presidencia, sino también Ciudad y Provincia de Buenos Aires, la oportunidad de cambio de Cambiemos sea posiblemente única.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

LA CONTRACARA DEL SUEÑO AMERICANO

Por Alberto Benegas Lynch (h).

No basta con los desastres que ha provocado Bush II ni los estropicios de Obama respecto a los derechos individuales, ahora irrumpe en la escena política Donald Trump el exitoso agente inmobiliario que por esa razón cree que puede llevarse al mundo por delante con sus propuestas fascistas de gran repercusión en el público estadounidense.

En su discurso de cincuenta minutos de junio último desde el Trump Tower en Manhattan el personaje de marras lanzó parte de su campaña presidencial que por el momento, según las encuestas (frecuentemente sujetas a gruesos errores), lidera las preferencias en círculos republicanos.

Sus aseveraciones resultan por cierto inquietantes para cualquier persona mínimamente inclinada a los postulados de la  sociedad abierta. Desafortunadamente está en línea con los resurgimientos de los nefastos nacionalismos europeos de estos tiempos.

La emprendió contra la inmigración especialmente contra los mexicanos a quienes tildó de traficantes de drogas, violadores y criminales al tiempo que aseguró que construirá un muro muy alto que hará financiar a los propios mexicanos.

No recuerda que él mismo desciende de inmigrantes y que la tradición estadounidense se basó en la generosidad de recibir extranjeros con los brazos abiertos tal como se lee al pie de la Estatua de la Libertad en las conmovedoras palabras de Emma Lazarus y no tiene presente que tal como lo demuestran sobradas estadísticas y sesudas consideraciones sobre el tema que en general los inmigrantes tienen un gran deseo de trabajar y muestran gran empeño en sus destinos laborales (muchas veces hacen faenas que los nativos rechazan), son disciplinados y tienen gran flexibilidad para ubicarse en muy distintas regiones y sus hijos (pocos habitualmente) revelan altos rendimientos en los centros de educación.

Es que fascistas como Trump no tienen en cuenta que las fronteras solo tienen sentido para fraccionar el poder y carece por completo de sentido clasificar la competencia de las personas según donde hayan nacido y que todos debieran tener el derecho de trabajar donde sean contratados libremente sin restricción alguna. En verdad, el término moderno de “inmigración ilegal” constituye un insulto a la inteligencia. Solo deben ser bloqueados los delincuentes pero no dirigidos a inmigrantes (si fuera el caso) ya que los hay también entre los locales de cualquier país.

Por otro lado, el impedir que ingresen inmigrantes debido a que pueden recurrir al lamentable “Estado Benefactor” (una contradicción en términos ya que la violencia no puede hacer benevolencia) y, por ende, acentuar los problemas fiscales del país receptor, constituye un argumento pueril ya que esto se resuelve prohibiéndoles el uso de esos “servicios” al tiempo que no se les requeriría aporte alguno para solventarlos, es decir, serían personas libres.

El clima de xenofobia que producen posiciones como las de Donald Trump se sustenta en una pésima concepción del significado de la cultura puesto que mantiene que los de afuera “contaminan” la local. La cultura precisamente se forma de un constante proceso de entregas y recibos en cuanto a la lectura, la música, las vestimentas, la arquitectura y demás manifestaciones de la producción humana.

Además, la cultura es un concepto multidimensional: en una misma persona hay muy diversas manifestaciones y en la misma persona es cambiante (no es la misma estructura cultural la que tenemos hoy respecto a la que fue ayer).

También las declaraciones de este candidato presidencial adolecen de los basamentos del significado del mercado laboral a pesar de la soberbia y arrogancia que ponen de manifiesto sus declaraciones: cree que al ser empresario conoce bien el andamiaje económico (le sucede lo mismo que con banqueros que no tienen idea que es el dinero o con profesionales del marketing que no saben  que es el mercado). No comprende que en un mercado abierto nunca existe desocupación involuntaria, la cual se produce debido a la intervención de los aparatos estatales en la estructura salarial y que las innovaciones tecnológicas y el librecambio liberan recursos humanos y materiales para que se asignen en nuevos proyectos.

En este sentido, Trump afirma que hay que librar batallas comerciales contra los chinos y los japoneses (en este último caso se queja de modo muy agresivo al observar que no hay automóviles de fabricación estadounidense en Tokio y sandeces por el estilo que contradicen las más elementales razones económicas).

Con la petulancia que lo caracteriza a este mandamás de la construcción sugiere que lo dejen a él construir carreteras y puentes y cuando aborda el tema de la llamada seguridad social también desvaría puesto que en lugar de modificar el sistema de reparto actuarialmente quebrado, dice que él pondrá la suficiente cantidad de dinero que eliminará los problemas que aquejan estas políticas y lo mismo hará con las políticas de salud.

Por último, destacó en sus declaraciones su intención de activar aun más el rol de los militares en acciones bélicas en el resto del mundo.

Es que se reitera la falacia de la indebida extrapolación: porque sea un buen operador de la construcción no significa que sepa de otras áreas, del mismo modo que cuando surge un buen deportista del football y se le pide que opine de otros campos en los que no tiene el menor conocimiento. Einstein consignaba que “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos”.

Hasta aquí los comentarios de Trump que preocupan tanto a personas responsables como el tres veces candidato a la presidencia estadounidense Ron Paul que lo considera un hombre “sumamente peligroso” y también es alentador que otros candidatos en la carrera presidencial como Marco Rubio y Ted Cruz manifiesten su alarma, asimismo afortunadamente hay muchos colegas empresarios que enfáticamente expresan su disconformidad con las bravuconadas de este comerciante millonario y el actual gobernador de Texas lo definió como “una mezcla tóxica de demagogia, mezquindad y absurdo” (incluso de Blasio, el alcalde de New York, acaba de anunciar que la ciudad no hará más negocios con su empresa de emprendimientos inmobiliarios).

Vale la pena ahora detenerse unos instantes en el significado del american way of life al efecto de protegerse -por contraste- de sujetos como el mencionado en esta nota periodística. Reproducción de pensamientos clave de figuras destacadas de Estados Unidos aclararán el punto sin necesidad de comentarios adicionales pero que son para leer con especial atención.

James Wilson, uno de los firmantes de la Declaración de la Independencia, redactor del primer borrador de la Constitución y profesor de derecho en la Universidad de Pennsylvania escribió que “En mi modesta opinión, el gobierno se debe establecer para asegurar y extender el ejercicio de los derechos naturales de los miembros y todo gobierno que no tiene eso en la mira como objeto principal, no es un gobierno legítimo” (“Of The Natural Rights of Individuales”, The Works of James Wilson, J.D. Andrews, ed., 1790/1896).

Thomas Jefferson por su parte aseveró que se necesita “un gobierno frugal que restrinja a los hombres que se lesionen unos a otros y que, por lo demás, los deje libres para regular sus propios objetivos” (The Life and Selected Writings of Thomas Jefferson, A. Koch & W. Penden, eds., 1774-1826/1944).

El general George Washington afirmó que “Mi ardiente deseo es, y siempre ha sido, cumplir con todos nuestros compromisos en el exterior y en lo doméstico, pero mantener a los Estados Unidos fuera de todo conexión política con otros países” (A Letter to Patrick Henry and Other Writings, R. J. Rowding, ed., 1795/1954) . En el mismo sentido, John Quincy Adams explicó que “América [del Norte] no va al extranjero en busca de monstruos para destruir. Desea la libertad y la independencia para todos. Es el campeón de las suyas. Recomienda esa causa general por el contenido de su voz y por la simpatía benigna de su ejemplo. Sabe bien que alistándose bajo otras banderas que no son la suya, aun tratándose de la causa de la independencia extranjera, se involucrará más allá de la posibilidad de salir de problemas, en todas las guerras de intrigas e intereses, de la codicia individual, de la envidia y de la ambición que asume y usurpa los ideales de libertad. Podrá se la directriz del mundo pero no será más la directriz de su propio espíritu” (“An Address Delivered On the Fourth of July”, 1821).

James Madison ha consignado que “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad de todo tipo […] Éste es el fin del gobierno, sólo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo” (“Property”, James Madison: Writings, J. Rakove ed., 1792/1999).

Y respecto al proceso electoral se pronunció en primer lugar Jefferson al advertir que “Un despotismo electo no fue el gobierno por el que luchamos” (Notes on Virginia, 1782), lo cual ha sido reiterado en diversas oportunidades y tiempos, por ejemplo, Samuel Chase, juez de la Corte Suprema de Justicia, en uno de sus fallos puntualizó que “Hay ciertos principios vitales en nuestros gobierno republicanos libres que determinan y prevalecen sobre un evidente y flagrante abuso del poder legislativo, como lo es autorizar una injusticia manifiesta mediante el derecho positivo, o quitar seguridad a la libertad personal, o a los bienes privados, para cuya protección se estableció el gobierno. Un acto de la legislatura (ya que no puedo llamarla ley), contrario a los grandes principios […] no puede considerarse ejercicio legítimo de autoridad legislativa” (1798, Calder v. Bull) y contemporáneamente también en un fallo de la Corte Suprema de Justicia se lee que “Nuestros derechos a la vida, a la libertad de culto y de reunión y otros derechos fundamentales no pueden subordinarse al voto, no dependen del resultado de ninguna elección”(1943, 319 US, 624).

Evidentemente un cuadro de situación muy diferente a lo que viene ocurriendo en Estados Unidos donde las regulaciones atropellan derechos de las personas, donde se decretan “bailouts” a empresarios irresponsables a costa de trabajadores que no cuentan con poder de lobby, donde la deuda gubernamental excede el cien por cien del producto, donde el gasto público es sideral y, sobre todo, donde el ejecutivo se ha convertido en una especie de gerente intruso que usurpa poderes en lugar de circunscribirse a la faena de guardián de derechos, a saber las funciones específicas establecidas por una sociedad abierta que respeta antes que nada las autonomías individuales tal como estipularon los Padres Fundadores de esa gran nación que hoy se está latinoamericanizando a pasos agigantados.

Leonard E. Read -el fundador en 1946 y primer presidente de la Foundation for Economic Education de New York- apuntó que “Hay sin embargo razones para lamentar que nosotros en América [del Norte] hayamos adoptado la palabra  ´gobierno´. Hemos recurrido a una palabra antigua con todas las connotaciones que tiene el ´gobernar´, el ´mandar´en un sentido amplio. El gobierno con la intención de dirigir, controlar y guiar no es lo que realmente pretendimos. No pretendimos que nuestra institución de defensa común debiera ´gobernar´ del mismo modo que no se pretende que el guardián de una fábrica actúe como el gerente general de la empresa” (Government: An Ideal Concept, 1954).

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

The State of Liberty in Argentina:

Entrevista a Alejandro Chafuén: Publicada el 23/1/15 en: http://www.insideronline.org/blogarchive.cfm?month=1&year=2015&blogid=19960A09-5056-B712-666768A9536D3252&mkt_tok=3RkMMJWWfF9wsRolvajIZKXonjHpfsX57uUkW66ylMI%2F0ER3fOvrPUfGjI4ETsFmI%2BSLDwEYGJlv6SgFQrLBMa1ozrgOWxU%3D

 

As the scandal over the shooting of Alberto Nisman unfolds, we ask Alejandro Chafuen about the circumstances facing the pro-liberty movement in the country. Chafuen, a U.S. citizen who was born in Argentina, is the head of the Atlas Network, a nonprofit that supports the work of classical liberal think tanks and organizations around the world. Many of those groups operate in very difficult political environments.

InsiderOnline: What can you tell us about how Argentinian pro-liberty activists and organizations are responding to the crisis in their country?

Alejandro Chafuen: Argentine pro-liberty activists respond with a sense of awe and impotence. Unfortunately, many Argentine pro-liberty activists are divided and have been speaking mostly to themselves or to their foreign freedom activists, like you and me, rather than to their neighbors. So they do not have much political weight. Two exceptions are Agustin Etchebarne, leader of the think tank Libertad y Progreso, and Marcos Hilding Ohlsson, a city councilman in the San Isidro district. They have been marching and denouncing what is going on; most important, they are inclusive and strategic in their efforts. When the death of the prosecutor was announced, some of my friends at first were pointing at a potential cover-up, even accusing the main opposition leader, Mauricio Macri, who is head of the government of the city of Buenos Aires. Now there is a sense that the only ones who deserve major blame and scrutiny is the current national government and its Iranian allies.

IO: What should the Argentinian pro-liberty movement do now?

AC: We should be ruthless in exposing those who “deal with the devil.” There are always a sufficient number of multinationals and crony capitalists lining up to do business with crooked governments. And we should not speak with general statements; we should name names. In Argentina, for every Shell, whose CEO has consistently defied the government, there are many Chevrons, ready to do business with the government. Argentines now have proof about how their government and the Iranians play a double game—one “official”pour la gallerie, and the other, behind the table.

In the short term we should make a push for exposure and transparency, and seek independent investigations and removal of those responsible; but as culpability reaches the president, it will not be easy. I do not think they have the votes for impeachment. In the medium and long term, they will have to work better to build consensus seeking more internal and external allies.

It is amazing that coincidently the Obama administration is trying to cozy up to Iran and to oppose the sanctions recommended by the Congress. It gives Argentine pro-liberty activists the image that the United States is beginning to suffer from the same double speak and hypocrisy as Argentina.

IO: What can those outside the country do to help?

AC: Many international bodies are run by the representatives of crooked governments; some of us, especially those gathered at the Fundación Internacional para la Libertad (International Freedom Foundation) headed by Nobel Laureate Mario Vargas Llosa, have been drafting plans to create a shadow international court that would help tell the world how honorable and learned civilized leaders see the abuses—and not only in Argentina, but in Cuba, Venezuela, and the rest of the Americas. We need something similar for the world. Bodies such as the Organization of American States, the United Nations, and the World Economic Forum have failed to promote transparency.

We have many, many political prisoners in Latin America. I have written about Leopóldo López and the courageous Venezuelan students. I have also written about how CEDICE continues to work for freedom in Venezuela despite a terrible environment and constant threats. International support from pro-liberty groups in the United States is essential. It helps strengthen not only the ideas but even the spiritual drive of pro-liberty activists.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

Competencia imperfecta y antitrust

Por Martín Krause. Publicado el 27/2/14 en: http://bazar.ufm.edu

Como siempre, los Policy Analysis del Cato Institute son muy interesantes. Quiero comentar en esta oportunidad el siguiente:

William F. Shughart II & Diana W. Thomas, “Antritust Enforcement in the Obama Administration’s First Term: A Regulatory Approach”. Policy Analysis Nr. 739: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/antitrust-enforcement-obama-administrations-first-term-regulatory

Hace una revision de los cambios de política antitrust en la administración Obama en relación a las aplicadas (o acusado de no aplicar), por la administración Bush previa.

En relación a los procesos de fusión y adquisición de empresas, la autoridad de supervisión puede considerar que la compra de una empresa por otra reducirá la competencia y, tradicionalmente, implementa alguna de estas políticas: demanda deshacer una fusión una vez realizada; prohíbe una fusión antes de que ocurra; permite que las partes negocien un acuerdo entre sí que concluya con la venta de algunos activos de la nueva empresa hacia terceros, y si la autoridad aprueba este acuerdo la fusión puede avanzar.

Los problemas de la segunda alternativa son evidentes, suele llamarse a esto el problema de “desmezclar” los huevos una vez que se han batido las claras y las yemas. Dar marcha atrás es muy complicado, o imposible. Por eso, los gobiernos han preferido bloquear una fusión, para lo cual se demanda que por sobre cierto monto toda fusión requiere de aprobación previa. Pero si esto evita el problema antes planteado genera otros, ya que incentiva a futuros competidores y otros actores involucrados a plantear objeciones, oponerse, a realizar lobby para frenar la fusión. También desatará resistencias de políticos locales donde haya posibilidades de cierre de alguna fábrica o instalación, reduciéndose empleos, o recaudación fiscal.

De todas formas, estas decisiones que bloquean o deshacen una fusión suelen denominarse “estructurales”, ya que tienen como objetivo modificar o impedir una modificación en la estructura del mercado. Sin embargo, se estaría avanzando ahora hacia políticas que van más allá, regulando también conductas futuras, a las que se llama “conductistas”. Aquí la autoridad, tanto sea una agencia o un juez, como parte de aprobar un acuerdo de fusión impone ciertas conductas, tales como que la unidad de negocios A no acceda a la información que tiene la unidad de negocios B, ambas ahora de la misma empresa.  A diferencia de la política anterior, ésta genera ahora un proceso continuo de supervisión: antes simplemente se prohibía una fusión o se ordenaba dar marcha atrás, pero luego no había ya supervisión; ahora esto demanda una estructura de control permanente, y multiplica también los problemas y las posibilidades de búsqueda de rentas.

Los autores concluyen que este cambio de política ha convertido a funcionarios judiciales en reguladores y no tienen ni capacidad ni estructura para ello.

Interesante. Está claro que la política antitrust como tal es una intervención innecesaria en los mercados. Esto ha sido ampliamente desarrollado ya por muchos autores. Este trabajo no cuestiona esa política en su conjunto porque se dedica a analizar este cambio coyuntural, pero de todas formas muestra un avance hacia una peor calidad institucional en el area.

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

The 4 Major Challenges The U.S. Economy Faces In 2014

Por Alejandro A. Chafuén. Publicado el 1/1/14 en:   http://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2014/01/01/the-4-major-challenges-the-u-s-economy-faces-in-2014/

During the year that is just starting the U.S. economy will face major challenges.  The pressures built in health care, monetary, and immigration policies are likely to lead to decisions that can have a major impact on economic growth.  There are always chances for additional positive and negative shocks.  A faster move to freer trade with Europe would be a positive shock.  A liberalization of North American energy markets, including the approval of the Keystone pipeline and continued progress in Mexico is another.  Negative shocks can come not only from the economic arena, but also for national or international security threats, such as acts of terror or wars affecting the U.S. or its major allies.  Think Tanks are playing an important role in most of these battles.

The implementation of “Obamacare” or the “Affordable Care Act,” expanding government control of citizen’s health, will again be the major battle.  The US health sector is approaching 3 trillion dollars, or over 17% of total GDP.   Any major change in that market has huge implications.   Research focused think tanks that have been at the vanguard in proposing market oriented solutions include the National Center for Policy Analysis, NCPA, Dallas, Texas, and thePacific Research Institute, PRI, California.  NCPA, led by John Goodman, started as a health policy center with the University of Dallas.   It was thirty years ago this month when NCPA published a plan to use individually owned “medical IRAs” to tackle Medicare problems.  Goodman and Richard Rahn, then chief economist for the U.S. Chamber of Commerce, wrote a piece in theWall Street Journal describing the proposal, focused on the much needed personal ownership and portability.  Sally Pipes, President of PRI, uses her outstanding knowledge of the weaknesses of the Canadian socialized model to promote alternatives for the US health care market.  The Manhattan Institute, the only market oriented think tank to endorse the expansion of Medicare under President George W. Bush, also remains very active in the field, especially promoting the public/private solutions of Medicare Part D.

Those who study economic history understand that few things are more damaging to an economy than unsound money.  Germany in the 1920’s and Argentina are often mentioned as examples.  Smaller think tanks that cherish their independence from the banking elites have led the fight against the destruction of the dollar and the manipulation of money and credit.   Some are old like the Committee for Monetary Research and Education, CMRE, which has championed sound money for half a century, and the Lehrman Institute.   Others are of recent founding, such as the American Principles Project, which like Lehrman, promotes a gold standard.  The Mises Institute, in Auburn, Alabama, has stayed faithful to sound money since its founding in 1982.  Their work will be complemented by an enhanced effort by the Cato Institute to monitor the Fed and monetary policy.  Cato’s latest 2013 monetary annual monetary conference presented a solid program with renowned speakers describing the economic and political pitfalls of paper money.  The battle for sound money also includes efforts by editorial boards, Forbes comes to mind, as well as scholars, such as Nobel Laureate Robert Mundell and Allan H. Meltzer, President of the Mont Pelerin Society.  Meltzer is scheduled to testify next week in Congress where he will repeat his warnings about the dangers of the current monetary policies and propose better anchors.  A few free-market economists are more concerned by potential deflation.  They argue that the “fundamentals” have changed pointing to a higher demand for cash-balances from the new emerging middle class in China, India and others.  This higher demand neutralizes some of the monetary expansion.

Immigration reform is another battlefront with major economic implications.  The “Red Card” proposal based on two year work permits handled by the private sector, with the government performing an oversight for security purposes, should offer enough common ground.  The proposal comes from Helen Krieble, an intellectual entrepreneur working from her private foundation, rather than from think tanks.  In some of their papers, Heritage and Cato, which produced studies with widely divergent estimates of the cost and benefits of immigration, have endorsed relevant aspects of Krieble’s proposal.

Free trade is a great engine for growth.  The most important treaty under consideration is the Transatlantic Trade and Investment Partnershipan effort to liberalize trade between the European Union and the United States.  While the effort to approve NAFTA counted with large network of free-market think tanks led by the Fraser Institute which worked to support its passage, no similar effort exists to promote TTIP.  The potential for wealth creation of these pacts hinge upon agreeing to build them around the best possible common denominators, the lowest tariffs, and the simplest and less burdensome regulations and non-tariff barriers.  Conservative and free-market leaders have been lukewarm in their support as they fear that the current administration favors the European welfare state and regulatory models and that the deal might end up promoting more interventionism.   A TTIP agreement which truly enhances free-trade would send a very positive signal and would likely spur further liberalization.

A 2014 with market-based health care and immigration reform, with freer trade and a sounder monetary policy would lead to a very happy new economic year.  But I am not so optimistic.  I expect that president Obama and his administration will try to make their health proposal work at all costs.  I doubt that think tanks will be able to make much progress against the Fed and the powerful interest that rely on their policies.   Immigration remains so contentious, that progress will be difficult.  The US-EU trade treaty has more chance for progress.  Let’s celebrate anyway a new year and join the effort of think tanks trying to liberate the entrepreneurial spirit from so many government shackles.

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

La otra línea roja

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 25/9/13 en: http://www.lanacion.com.ar/1623154-la-otra-linea-roja

En los últimos años, el presidente norteamericano, Barack Obama, trazó dos claras «líneas rojas». Cruzarlas, dijo, es inaceptable para los Estados Unidos.

La primera de esas «líneas rojas» es la que tiene que ver con el uso de armas químicas por parte de Siria. Al respecto, la diplomacia parece -al menos por el momento- haber podido evitar, aunque agónicamente, las acciones militares con las que amenazara el presidente Obama.

Hay, sin embargo, una segunda «línea roja». La que se vincula con la posibilidad de que Irán de pronto se transforme en una potencia militar dotada de armas nucleares. Lo que también sería inaceptable para Obama. Y además para Israel, ciertamente. Tema éste que está lejos de haber sido resuelto o de estar siquiera medianamente encarrilado.

CAMBIOS EN EL ESCENARIO

No obstante, lo hasta ahora sucedido en Siria parece haber abierto algunas opciones también para el caso iraní. Porque lo sucedido respecto de la posibilidad concreta de que los Estados Unidos pudieran utilizar la fuerza en Siria ha tenido algún reflejo en la cuestión iraní.

Después de años de permanentes desencuentros, hay ahora posibilidades para que la comunidad internacional e Irán puedan comenzar a dialogar seriamente sobre cuáles pueden ser las opciones o alternativas de solución para resolver la cuestión nuclear iraní.

Han aparecido entonces, simultáneamente, dos oportunidades para el presidente Obama. Una respecto de la guerra civil que azota a Siria y otra con relación a Irán. Ambas están sobre la mesa. Con sus riesgos y oportunidades. La cuestión siria está en marcha. Tiene plazos y están dándose algunos pasos iniciales indispensables, ya acordados. La oportunidad para resolver la situación iraní no ha comenzado a moverse. Es más, recién empieza a consolidarse como posibilidad.

Irán está, recordemos, debilitada por un esquema riguroso de sanciones económicas y financieras impuestas progresivamente a lo largo de los últimos cinco años. Como consecuencia, en los últimos tiempos han caído severamente las ventas de petróleo iraní al exterior, sumergiendo a la economía de Irán en dificultades serias.

EL IMPACTO SOBRE IRÁN DE LO SUCEDIDO EN SIRIA

Las crisis siria e iraní tienen -como se ha dicho- alguna correlación. Porque en ambos casos existe la sensación de que -por las marchas y contramarchas del presidente Obama respecto del posible uso de la fuerza (los misiles «Tomahawk») y la ostensible falta de apoyo de su Congreso y del pueblo norteamericano- aun si la diplomacia fracasara, la posibilidad del uso de la fuerza por parte de los Estados Unidos es ahora algo más remota.

A su vez, si la diplomacia tiene éxito en Siria, las posibilidades respecto de poder encauzar las conversaciones con Irán, ciertamente complejas, aumentan. Si los sirios, en cambio, terminan burlando de alguna manera a los Estados Unidos -y a Rusia- la posibilidad de avanzar en la cuestión iraní puede complicarse mucho.

UNA SEMANA DECISIVA

Por esto, lo que ha ocurrido esta semana respecto de esos temas puede ser decisivo. Los discursos desde el podio de las Naciones Unidas de los presidentes de los Estados Unidos e Irán, aunque cautelosos, alimentan la esperanza de un diálogo fecundo. El inicio de conversaciones con Irán puede entonces ser una cuestión de tiempo. Lo normal sería comenzar con reuniones preparatorias previas, a nivel de representantes diplomáticos, antes de un eventual encuentro «cumbre», entre los dos presidentes.

Irán, a diferencia de Siria, tiene apuro. Porque procura que se levanten -lo más rápidamente posible- las sanciones económicas y comerciales que tanto daño le están haciendo. Ellas han sido efectivas: Si las sanciones en lugar de desaparecer se endurecen, como pretende el Congreso norteamericano, las ya mermadas exportaciones de crudo iraní podrían reducirse aún más, con las consecuencias adversas para la economía iraní.

Irán -a la manera de carta de presentación y demostración de buena voluntad- liberó a un número reducido de presos políticos. Aunque no a los principales líderes reformistas.

Lo cierto es que el presidente Obama envió a Irán -tres semanas atrás- una carta de apenas una página y media, cuyo contenido específico no se conoce. Pero se cree que allí se sugeriría la posibilidad de conversar y hasta de morigerar las sanciones, contra una conducta iraní clara, sin ambigüedades, transparente y seguida por el cumplimiento -inmediato- de lo comprometido. Todo lo contrario de lo que un Irán hasta hoy recalcitrante, ha venido haciendo a lo largo de desgastantes años de chicanas, de toda suerte de engaños, y de permanentes demoras e incumplimientos.

Además, por razones que tienen que ver con la conducta pasada de Irán, nada será presumiblemente inmediato. Ni tampoco instantáneo. Ni automático. Pese a la referida urgencia iraní. Porque la confianza recíproca no existe.

La respuesta iraní a la carta de Obama fue rápida y breve, de apenas otra página y media. Pero el tono de ambas cartas parece haber sido diferente al de los últimos tiempos. Especialmente respecto del estilo propio del belicoso ex presidente Ahmadinejad. Un sello más abierto, componedor y, en líneas generales positivo, ha aparecido. Los discursos en la Asamblea General de las Naciones Unidas confirman la aparición de un nuevo clima.

El mandatario iraní, Hassan Rohani, por lo demás, se ha mostrado profusamente al público norteamericano. Confiando en que logrará proyectar una imagen distinta, la de la moderación. Saliendo del aislamiento.

Para ello pronunció no sólo el mensaje tradicional desde el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino que además organizó una presentación en el influyente Council of Foreign Relations, otra en la Asia Society y, además, una entrevista televisiva, presentado por Charlie Rose.

A todo ello ha precedido un artículo suyo publicado en el The Washington Post, en el que propone actuar con espíritu constructivo y, sobre todo, no dejar pasar lo que el presidente Rohani define como una oportunidad clara para alcanzar acuerdos después de una década de constantes desencuentros.

UN INTERROGANTE A DEVELAR

El gran interrogante que debe superarse es el de saber si el Líder Supremo de Irán -su máxima autoridad real desde 1989- el Ayatollah Ali Khamenei, está o no consustanciado con la estrategia que desarrolla Rohani.

Ocurre que hasta ahora Khamenei siempre condicionó toda negociación a tres requisitos: (i) que las negociaciones se lleven adelante en un «espíritu de respeto mutuo e igualdad»; (ii) que se dejen de lado ex ante las medidas sancionatorias con las que hoy se presiona a Irán y (iii) que los Estados Unidos aseguren que no buscan un «cambio de régimen» en Irán.

Esos condicionamientos tradicionales eran una constante. Esta vez, sin embargo, no se han enunciado. Al menos, por ahora. Como si no se quisiera enfrentar el riesgo de abortar -de inicio- una oportunidad que se considera importante que acaba de abrirse. Y como si lo que el propio Khamenei llama «una nueva era para el mundo» posibilitara hoy lo que hasta ayer era imposible.

Esta postura del Líder Supremo iraní coincide con otra adoptada por él públicamente. La aprovechada por el Ayatollah Khamenei con motivo del tradicional discurso anual en Mashaad, con el que Irán festeja la llegada de su año nuevo. Este año, con tono de moderación, Khamenei dijo no oponerse al inicio de conversaciones con la comunidad internacional que, sostuvo, deben estar sometidas a un solo y único condicionamiento: el reconocimiento de que Irán tiene derecho a enriquecer uranio para fines pacíficos.

El problema obviamente pasa por poder verificar adecuadamente lo antedicho, en un país conocido como incumplidor, sin confiabilidad, que exporta violencia y terrorismo y del que la comunidad internacional recela, por buenas razones. Seguramente sin proponérselo, nuestra Presidenta, al reclamar una vez más el cumplimiento por parte de Irán del lamentable acuerdo alcanzado sobre la AMIA, sólo ha confirmado que, respecto de Irán, la confiabilidad no puede presumirse.

Pero lo cierto es que ambas partes parecen suponer que ha aparecido una interesante oportunidad para resolver diplomáticamente la cuestión del peligroso programa nuclear iraní y que el desafío -para ambas- es el de tratar de aprovecharla y no desperdiciarla ab initio.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.