Default moral: la tragedia de la drogadicción

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el30/3/22 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/default-moral-la-tragedia-de-la-drogadiccion-nid29032022/

Abro esta nota periodística con dos pensamientos, el primero es del premio Nobel de Economía Milton Friedman en su reiterada sentencia: “Las drogas son una tragedia para los adictos. Pero criminalizarlas convierte la tragedia en un desastre para la sociedad, tanto para los que las usan como para los que no las usan”. El segundo es del sacerdote John Clifton Marquis en Las leyes sobre drogas son inmorales, publicado en US Catholic: “La legislación sobre drogas ha producido el efecto exactamente opuesto a lo que esas leyes intentaron […] Las leyes sobre drogas aparentan ser benéficas, pero el defecto trágico de la moral de cosmética, igual que toda otra forma de cosmética, es que no produce cambios en la sustancia”. El default es moral.

El uso de drogas alucinógenas para fines no medicinales constituye un drama y su empleo reiterado produce lesiones cerebrales irreversibles. Pero desde 2000 años antes de Cristo –salvo la Guerra del Opio en China, debido a la prohibición–no hubo problemas con las drogas hasta que en 1971 Nixon declaró la guerra a los narcóticos, una idea alimentada por los mismos mafiosos del alcohol, a través de sofisticados estudios de mercado, quienes antes se habían visto perjudicados por la abrogación de la ley seca, por lo que dejaron de percibir astronómicas ganancias debido a los siderales márgenes operativos que provoca la prohibición, que también en el caso de las drogas no solo corrompe policías, jueces, fiscales, políticos e incluso a las agencias supuestamente encargadas de combatir el flagelo, sino que hace posible la producción de drogas sintéticas mucho más devastadoras que las naturales.

Los mencionados márgenes operativos descomunales hacen posible la figura del pusher, con ingresos exorbitantes al efecto de colocar la droga en todos los mercados posibles, muy especialmente en los colegios y lugares bailables, puesto que la gente joven es la más propensa a ensayar el “fruto prohibido”. Como en la relación compra-venta de drogas no hay víctima ni victimario propiamente dichos, irrumpe la figura del soplón, espionaje que conduce a los atropellos más variados sin orden de juez competente, se vulnera el secreto bancario, se instauran escuchas telefónicas, se blanquean contabilidades y se naturaliza la aberración de detener a quien lleva más de diez mil dólares de su propiedad. Como bien se ha puntualizado reiteradamente desde antaño, un vicio es un acto que afecta a la misma persona que lo tiene como hábito, mientras que un crimen es un acto contra el derecho de otro, el confundir ambos hechos constituye una aberración manifiesta.

El consiguiente mercado negro no permite la verificación de la pureza de la droga, con lo que las sobredosis, intoxicaciones y envenenamientos son muy frecuentes. También debido a la ilegalidad se inhibe a quienes denunciarían fraudes y estafas, puesto que si recurrieran a los tribunales se estarían autoinculpando. Lo mismo sucede con los médicos y centros hospitalarios: se bloquea la posibilidad de pedir ayuda, porque se estarían denunciando a sí mismos.

Por otra parte, debe precisarse lo que en estadística se conoce como error de inclusión. En el caso que ahora nos ocupa es pertinente señalar que, tal como lo señalan las encuestas y relevamientos más importantes –por ejemplo, las reiteradas manifestaciones del Bureau of Justice Statistics de los Estados Unidos–, “una abrumadora mayoría de consumidores de drogas nunca han cometido un crimen”. Del hecho de que muchos actos criminales hayan sido cometidos por personas que han consumido drogas no se sigue el nexo drogas-crimen. Para sacar conclusiones en esta materia es menester mirar el universo, no se puede atender solo un segmento y extrapolar. Una cosa es un correlato y otra bien distinta es una relación causal: hace una década había correlación perfecta entre el largo de las polleras en Inglaterra y la crianza de cerdos en Australia, de lo cual no se desprende nexo causal alguno. Otro asunto bien diferente son las disposiciones en algunos códigos penales en los que se considera un atenuante cuando un delito es cometido por una persona drogada, en lugar de constituir un agravante.

Por todo esto es que expresidentes como Vicente Fox (México), Jorge Batlle (Uruguay), César Gaviria (Colombia) y Fernando Henrique Cardoso (Brasil) han propuesto la liberación de las drogas y también el exsecretario de Estado de Estados Unidos George Shultz y el exsecretario general de las Naciones Unidas Javier Pérez de Cuellar. Por su parte, Mario Vargas Llosa sostiene que si no se liberan las drogas estas terminarán con la democracia. Por supuesto que la liberación debe tratar a los menores tal como se hace con la licencia de conducir, el alcohol y similares en el contexto de campañas de prevención.

Es cierto que con los defectos del sistema de salud estatal imperante no pocos drogadictos se harían atender allí, con lo que les endosarían las cuentas a otros, pero es de rigor el análisis costo-beneficio en el que se percibe que, como advierten las personalidades que acabamos de mencionar, el costo de perderlo todo es mucho mayor.

A veces se piensa que si se liberan las drogas todo el mundo se drogará. Pero consideremos los incentivos para no aceptar en los lugares de trabajo y similares a seres que no son capaces de controlarse a sí mismos. En verdad, estarán circunscriptos a sus domicilios o a lugares expresamente establecidos para drogodependientes. Por supuesto que esto se desvirtúa si los aparatos estatales se inmiscuyen en la producción y otras sandeces por el estilo. Thomas Sowell escribe que se insiste en la fracasada política porque “las cruzadas de este tipo son juzgadas por lo bien que se sienten los cruzados”.

Cabe destacar que si una madre embarazada se droga, cualquiera puede actuar como subrogante para defender la vida y la integridad física de la criatura frente a tamaña agresión (lo cual es independiente de liberarnos del flagelo de la prohibición).

En una ya lejana oportunidad, conversando con mi amigo Agustín Navarro –médico y economista– en México, me hablaba de la importancia de liberar las drogas en una época en que yo sostenía equivocadamente que había que prohibirlas (en realidad fueron alumnos míos de la UBA los que me convencieron de la inconsistencia en este asunto que se daba de bruces con el resto del andamiaje de análisis económico de la asignatura). En esa ocasión le pregunté a mi amigo por qué no escribía sobre el asunto. La respuesta me dejó helado. Me dijo que lo había proyectado, pero abandonó el propósito debido a las amenazas que recibió su familia. La conversación terminó con su conclusión en cuanto a que la peor noticia para los barones de la droga es que se liberen, puesto que se quedarán sin el suculento botín.

Abandonada la errada posición, hace tiempo se publicó un libro de mi autoría titulado La tragedia de la drogadicción. Una propuesta con prólogo de Carlos Alberto Montaner, donde me explayo sobre lo consignado telegráficamente en esta nota y subrayo que cuando se dice en economía que al bajar el precio se incrementa la demanda, es central agregar que esto ocurre siempre y cuando los demás factores se mantengan constantes. Y esto no es así con el mercado de drogas, puesto que una vez liberado desaparecen los antedichos pagos astronómicos a los pushers y los incentivos a sus socios, lo cual modifica la situación

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

EL CIRCO HISTÉRICO DEL PARTIDO DEMÓCRATA NORTEAMERICANO

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 9/2/20 en: http://gzanotti.blogspot.com/2020/02/el-circo-histerico-del-partido.html

 

Que la política concreta ha sido muchas veces el lugar del asesinato, las mentiras, y todo cuando se pueda por llegar al poder, lo sabemos desde que el mundo es mundo. Pero al menos hubo un momento donde un código de caballeros unía a los demócratas y republicanos. Eran las épocas de los debates entre un Kennedy y un Nixon, o Al Gore diciendo a todo el mundo que aceptaría la resolución de la Suprema Corte porque “este es nuestro sistema”.

Pero la ideologización extrema del Partido Demócrata ha llegado a tales extremos, es tan evidente que ni siquiera están dispuestos a aceptar un resultado electoral, igual que sus epígonos latinoamericanos, y que las desesperadas mentiras y campañas que organizan –sólo les falta lisa y llanamente el asesinato político- llegan a niveles vergonzantes.

Ya lo hicieron en el caso del Juez Kavanaugh, tema al cual ya le dedicamos un largo comentario[1]. Ahora, desesperados por el triunfo de Trump, inventaron un impeachment. Era el paso anterior a contratar un sicario para asesinarlo, así que los miembros del Servicio Secreto van a tener que estar muy cuidados de aquí en más. Desesperados, inventaron un supuesto chantaje o presión de Trump al presidente de Ucrania, cuando nada en la transcripción indica tal cosa; a lo sumo, una imprudencia, como mucho, que revela por lo demás las tropelías de Joe Biden.

¿Qué autoridad moral tiene alguien en los EEUU actuales, lamentablemente, para decir que “nadie está por encima de la LEY”? Law es precisamente ese conjunto de derechos individuales que presidentes y congresistas se han dedicado últimamente a violar, republicanos también. Si conocieran el sentido que la noble palabra “law” tiene en Hayek, se darían cuenta. Pero no, ahora parece que son todos inmaculados, desde los Clinton y sus mafiosas relaciones con el Deep State, hasta Obama que, por lo demás, como dice Julio Shiling, “…le dijo en 2012 al líder titular ruso, Dimitry Medvedev, frente a un micrófono abierto, que tendría “más flexibilidad” después de las elecciones presidenciales en los EE UU para considerar descartar el proyecto del escudo de defensa antimisiles que protegería a Ucrania, Polonia y otras democracias del área. Esto era algo que Rusia quería mucho. ¿No abusó Obama del poder al enviarle este mensaje a Putin invitándolo a que el líder ruso lo favoreciera en su reelección? Obama no sólo abandonó el plan de sistema antimisiles, sino rehusó mandarle a Ucrania ayuda letal cuando Rusia invadió Crimea. ¿No fue esto un abuso de poder que tipifica un quid pro quo?[2]

Que Trump es muy tosco, que no entiende bien el tema de la libre importación, que debería tener otra política de inmigración, etc., es obvio. ¿Pero quién tiene autoridad moral para decirlo? ¿Quién antes de él eliminó todos los aranceles? ¿Quién antes que él suspendió la diferencia entre inmigración legal e ilegal? Nadie. ¿Por qué se presentan ahora todos como santos angelitos?

La respuesta es muy simple: porque están desesperados para eliminarlo, de cualquier modo, porque son unos autoritarios que en fondo han abandonado el pacto político originario de los EEUU. Por eso es falso que el discurso de Trump sea esencialmente nacionalista. Porque en gran parte de sus discursos, cuando Trump cita a los Founding Fathers, a la Declaración de Independencia, a la Primera Enmienda, y todo ello para defender las libertades de religión, de educación, de asociación, etc., (Y EL DERECHO A LA VIDA) él no está invocando, a pesar de él tal vez, “America first” sino “all men are created equal…” LO CUAL ES PRECISAMENTE LO QUE LOS AUTORITARIOS DEMÓCRATAS quieren eliminar: LA TRADICIÓN LIBERAL CLÁSICA Y LIBERTARIA DE LOS EEUU. Ya lo están haciendo hace mucho, pero ante este imprevisto llamado Trump, su desesperación se ha evidenciado: desde las caras y gritos  de odio desencajados  de Ocassio Cortéz y las pro-iraníes Omar y Tlaib, hasta los llamados a la agresión física por parte de Maxime Walters, todo es un circo romano autoritario que está minando las bases institucionales de los EEUU (a lo cual varios republicanos antes de Trump han colaborado, nobleza obliga).

Aún no lo lograron. Pero no soy optimista. Así como Ratzinger fue en su momento un muro de contención contra lo más terrible del comunismo dentro de la Iglesia, así lo es hoy Trump en los EEUU, hasta que ese muro se rompa, porque las corrientes culturales son a veces  incontenibles,  y si eso no se revierte,  será el regreso hacia  épocas muy bestiales de la historia.

 

[1] http://www.libertadyprogresonline.org/2018/10/13/el-terrible-caso-del-juez-kavanaugh/

[2] https://es.panampost.com/juliom-shiling/2020/02/01/un-juicio-politico-de-republica-bananera-en-ee-uu/?fbclid=IwAR1NQTzSmX-6-nJCgbmN6L5ys3ITaGofLc9aaEuPQ_NSMid2igLMtZwb4Io

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises

Acerca de las drogas

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 31/3/19 en: https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/alberto-benegas-lynch/acerca-drogas.html

 

Ahora que Antonio Escohotado ha visitado Montevideo gracias a los auspicios del Centro de Estudios para el Desarrollo, es el momento de volver sobre el tema de los estupefacientes en vista de lo escrito y dicho por el mencionado autor, además de sus otras obras como la notable trilogía sobre los enemigos del comercio.

Antes que nada hay que mencionar lo que en estadística se conoce como error de inclusión. Del hecho de que muchos actos criminales hayan sido cometidos por drogados, no se sigue el nexo drogas-crimen. No todos los que se drogan son criminales y una minoría del universo de crímenes se comete por drogados. No se puede atender solo un segmento y extrapolar.

Una cosa es un correlato y otra bien distinta es una relación causal: hace una década había correlación perfecta entre el largo de las polleras en Inglaterra y la crianza de cerdos en Australia, de lo cual no se desprende nexo causal alguno. Otro asunto bien diferente son las disposiciones en algunos códigos penales en los que se considera un atenuante cuando un delito es cometido por un drogado en lugar de constituir un agravante.

Dicho esto, tal como lo señalé en mí libro La tragedia de la drogadicción. Una propuesta con prólogo de Carlos Alberto Montaner, el uso de drogas alucinógenas para fines no medicinales constituye un drama y su empleo reiterado produce lesiones cerebrales irreversibles. Pero desde 2000 años antes de Cristo -salvo la Guerra del Opio en China debido a la prohibición- no hubieron problemas con las drogas hasta que en 1971 Nixon declaró la guerra a los narcóticos, una idea alimentada por los mismos mafiosos del alcohol, a través de sofisticados estudios de mercado, quienes antes se habían visto perjudicados por la abrogación de la Ley Seca.

De todos modos, como ha escrito el premio Nobel Milton Friedman “Las drogas son una tragedia para los adictos. Pero criminalizar su uso convierte la tragedia en un desastre para la sociedad, tanto para los que la usan como para los que no la usan”.

Hoy personas inocentes son tratadas como delincuentes si, por ejemplo, llevan consigo más de diez mil dólares, en gran medida los bancos se han convertido en informantes de los aparatos estatales con lo que el secreto bancario ha desaparecido, las escuchas telefónicas y acciones policiales contrarias al debido proceso están a la orden del día.

En no pocas oportunidades se piensa que si  se liberan las drogas, todo el mundo se drogará. Pero consideremos los incentivos para no aceptar en los lugares de trabajo, en los transportes, en los comercios, en las carreteras a seres que no son capaces de controlarse a si mismos.

La penalización por la producción y/o consumo de drogas eleva la prima por el riesgo de operar en esos mercados y, por ende, los antedichos márgenes operativos se elevan enormemente. Debido a esto se hace posible la producción de drogas sintéticas con efectos mucho más devastadores de las naturales. El mercado negro no permite la verificación de la pureza de la droga con lo que las sobredosis y las intoxicaciones son muy frecuentes. También debido a la ilegalidad se inhibe a quienes denunciarían fraudes y estafas puesto que si recurrieran a los tribunales se estarían autoinculpando. Lo mismo sucede con los médicos y centros hospitalarios: se bloquea la posibilidad de pedir ayuda.

Las legislaciones anti-drogas obligan a los consumidores a involucrarse con la mafia. Los antes mencionado márgenes operativos descomunales hacen posible la figura del pusher , con ingresos exorbitantes al efecto de colocar la droga en todos los mercados posibles, muy especialmente en colegios y lugares bailables.

Esta así  denominada guerra está sufragada coactivamente por los impuestos y mezclan negocios lícitos con el “lavado” de dinero proveniente de las drogas, con lo que oscurecen las contabilidades y se contaminan comercios de distinta índole. Todo esto sin contar a los gobernantes que reciben cuantiosos recursos para “combatir” la droga, mientras se descubren sus propios negocios suculentos en el ramo  y las corrupciones de jueces y policías alimentan cotidianamente los noticieros de todas partes del mundo.

Ex presidentes que han padecido sobradas experiencias durante sus mandatos con las drogas, proponen la liberación como son los casos de Vicente Fox,  Oscar Gaviria o Henrique Cardoso. Incluso el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar y el ex Secretario de Estado del gobierno estadounidense George Shultz se han pronunciado en la misma dirección.

Por último, para cerrar esta nota periodística, cuando se dice que al bajar el precio se incrementa la demanda, es central agregar que esto ocurre si los demás factores se mantienen constantes. Y esto no es así con el mercado de drogas puesto que una vez liberado desaparecen los antedichos pagos colosales a los pushers y sus socios lo cual modifica la situación.  Por supuesto que las limitaciones a menores deben ser similares a como se procede con el registro automotor, la pornografía, la venta de alcohol y equivalentes.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

EL TERRIBLE CASO DEL JUEZ KAVANAUGH.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 14/10/18 en: http://gzanotti.blogspot.com/2018/10/el-terrible-caso-del-juez-kavanaugh.html

 

Los tiempos han cambiado.

Ha pasado la época de Al Gore y el mejor discurso de su vida, cuando perdió las elecciones con G. Bush por una resolución de la Corte Suprema. Avanzó solo y solemne hacia el micrófono y, lacónico, reafirmó el Estado de Derecho: “No estoy de acuerdo, pero este es nuestro sistema”.

Ha pasado la época caballeresca donde la izquierda y la derecha, en los EEUU, eran J. Rawls y R. Nozick. Era el debate de la redistribución de ingresos. Ninguno de los dos ponía en tela de juicio a las bases fundamentales de los EEUU: los derechos individuales, la presunción de inocencia, el debido proceso, el tratarse con respeto dentro de las “comprenhensive doctrines” (Rawls) que pudiera haber.

Ha pasado la época donde la diferencia pasaba por Nixon o por los hermanos Kennedy.

Ha pasado la época donde no ser conservador era apoyar a un santo y liberal clásico como Martin Luther King, que no hablaba de los afroamericanos como un colectivo explotado sino como sujetos de derechos reclamando el pagaré originario de la Declaración de Independencia.

No, todo ha cambiado y no podemos sintetizar ahora el cómo y el por qué, pero todo ha cambiado.

Tal vez, como sugerí alguna vez, en la historia de la humanidad, que es la historia de Caín (https://eseade.wordpress.com/2017/10/27/la-historia-humana-es-casi-la-historia-de-cain/) el liberalismo clásico fue sólo un breve momento en esa historia hobbesiana que es la humanidad, y la libertad nunca va a ser un triunfo, sino una resistencia permanente ante la pulsión de agresión, ante la bestialidad de las mayorías, ante la prepotencia de los dictadores, ante el odio y la mentira, ante el totalitarismo que, vestido de seda democrática, totalitarismo se queda.

Trump –del cual ya he dado mi parecer- (http://institutoacton.org/2016/11/23/sobre-el-triunfo-de-trump-gabriel-zanotti/) nomina a un intachable juez católico y antiabortista para la Suprema Corte y, oh casualidad, una señora se acuerda entonces de un American Pie adolescente, del cual no recuerda ningún detalle, del cual no quedan testigos, que no es confirmado por la séptima investigación del FBI al acusado, y mancha el buen nombre del oh casualidad conservador juez bajo la acusación de intento de violación.

La utilización política de una denuncia falsa es una de las peores faltas morales y legales que se puedan concebir. Los diversos clanes samurai japoneses se enfrentaban en el campo de batalla con mucha violencia, pero con honor. Un shogun no decía del otro que había sido cobarde en batalla. Ni se le pasaba por la cabeza. Hoy, sí. Hoy, que creíamos haber evolucionado hacia un sistema donde el desacuerdo forma parte del sistema, y se dirime y sublima mediante el free speech y el sistema electoral, hoy, donde creíamos que las diversidades convivían en paz bajo la libertad religiosa y el derecho a la intimidad, hoy, donde suponíamos que habíamos superado la arbitrariedad mediante la presunción de inocencia y el Estado de Derecho, hoy, todo eso concluyó. Como ya dije, se ha quebrado el pacto político en los EEUU (http://gzanotti.blogspot.com/search?updated-max=2018-08-19T03:43:00-07:00&max-results=5&start=5&by-date=false ). Sí, finalmente se votó, se investigó, y al juez Kavanaugh no lo cazaron y quemaron como una bruja, pero sólo porque no es tan fácil tirar abajo más de 200 años de sistema constitucional, como sí lo es en la barbarie latinoamericana. Porque si fuera por la izquierda radical norteamericana, sí. Ellos ya han llamado a agredir físicamente a los partidarios de Trump, y no por un desquiciado cualquiera, sino por la diputada federal demócrata Maxime Walters. Ellos, entonces, no dudaron un instante en inventar una cruel denuncia falsa, con lo peor de lo peor que se pueda decir de alguien. Para ellos no vale la presunción de inocencia. Kavanaugh ya estaba condenado, por ser blanco y varón. A Ford había que creerle, necesariamente, por ser mujer. Introducen la dialéctica de la explotación y de los colectivos explotados y explotadores: varón blanco heterosexual, católico, hetero-patriarcal, contra una mujer, que por ser tal no puede tener pecado original. Además, se burlaron de una de sus hijas públicamente. Además, pintarrajearon su casa. Lograron que se lo expulse de una de sus cátedras. Lograron que ciertas iglesias lo declararan persona no grata. Mancharon su reputación para siempre. No le pegaron un tipo porque no pudieron. Gritaron y amenazaron como desaforados a senadores que lo apoyaban, y ayer invadieron a los gritos las galerías del Senado al mejor estilo kirchnerista. Y la historia, desde luego, no ha concluido. Puede ser que Kavanaugh desde ahora cumpla su función, pero su vida, su esposa y sus hijas van a entrar en un infierno inimaginable. ¿Por qué? Por ser conservador, católico y anti-abortista. He allí el verdadero delito que la izquierda radical norteamericana, nazi y estalinista, no puede soportar.

Con lo cual han desacreditado –y no les importa en absoluto- el verdadero progreso que se había logrado con las mujeres víctimas de agresión sexual. Contrariamente a otras épocas, sus denuncias comenzaron a ser creídas, y los varones que antes gozaban de inmunidad jurídica de facto ahora comenzaron a pagar por sus delitos. Sí, pero ahora, se han desacreditado. Ahora han comenzado a perder su credibilidad. Ahora van a surgir las reacciones de los verdaderos agresores que aún quedan por todo el mundo. Me too, sí, yo también miento, a partir de ahora. Un horror.

Y no me contradigo. Me parece bien que se crea, en principio, a una mujer que aparece golpeada en una comisaría. Eso no contradice la presunción de inocencia. El asunto es que el delito debe ser probado. Nadie puede ser condenado sin juicio justo, sin debido proceso. Quien escribe estas líneas no tiene dobles estándares. Siempre me opuse a la solución final confesada por Videla al final de su vida, siempre me opuse al horror del Patriot Act sancionada en el gobierno de G. Bush, jamás avalé métodos de agresión e intimidación pública contra funcionarios kirchneristas por parte de antiperonistas exaltados; en el 2008 me opuse a que los productores agropecuarios cortaran rutas, y hasta me parece una barbaridad la arbitrariedad de la prisión preventiva. Una cosa es la condena social, otra cosa es la condena jurídica. Sí, estoy convencido de que Cristina Kirchner es una corrupta, pero hay que probarlo. Hasta entonces, bien libre está, porque el mismo debido proceso que garantiza su libertad, garantiza la de todos. Los motivos por los cuales creemos que alguien miente no son motivos jurídicos. Pero socialmente tienen su validez. Así que creo que Cristine Ford ha cometido perjurio, pero hay que probarlo también.

Sí, todo ha cambiado. ¿O nada? Circula a veces la creencia de que el liberalismo económico es el combatido, pero el liberalismo político no. Pero parece que es al revés. Hoy lo que está en juego es el Estado de Derecho, el free speech, la defensa en juicio, las garantías individuales. Cosas que casi nadie nunca creyó, pero vivíamos en la ilusión de que los EEUU, sí.

Creo que los norteamericanos no tienen conciencia de la nueva guerra que se juega. La izquierda radical los está atacando desde dentro. No, ya no es Hitler, ya son los soviéticos, ya no es la flota japonesa del pacífico. No, ya no es como dijo el Almirante Yamamoto: “hemos despertado a un gigante dormido”. No, ahora el gigante, esto es, la Declaración de Independencia, el Estado de Derecho, la Primera Enmienda, no ha sido despertado. Ojalá que sí, y algunos lo dicen, pero lamentablemente creo que está siendo atacado y carcomido desde dentro, y lamentablemente no creo que la mayoría de los norteamericanos se den cuenta de que lo que está en juego es la identidad de su propia nación, la única que nace bajo un pacto constitucional liberal. La izquierda radical se llama a sí misma resistencia contra Trump, pero es en realidad al revés: la verdadera resistencia radica en los liberales clásicos, en los libertarios y en los conservadores que aún creen en todo ello que era (era) elemental, y que tienen que optar, como mal menor, a un líder maleducado y prepotente, pero que entiende al menos lo que EEUU es o fue.

No soy nada optimista. Tal vez haya un renacimiento, pero lo dudo. Los gritos, los ataques, los discursos de los nuevos auto-considerados colectivos explotados, no dejan mucho margen para la esperanza. Kavanaugh ha sido votado, sí, 50 vs 48. Pero es sólo un triunfo legal del resto de una civilización titilante contra una nueva barbarie que no anda con pequeñeces.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Una “guerra” para dictadores

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 28/6/18 en: https://alejandrotagliavini.com/2018/06/28/una-guerra-para-dictadores/

 

Mientras la Corte Penal Internacional inicia un análisis de la “guerra antidroga” de Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, días atrás las fuerzas de seguridad de Bangladesh mataron a 11 supuestos narcotraficantes en una nueva operación que se ha cobrado 30 muertos en una semana, ante las críticas de activistas que la ven como un plan “al estilo” del presidente filipino, es decir, aprovechar la excusa para eliminar opositores.

Fuentes de la Policía y del Batallón de Acción Rápida (RAB, en inglés), un cuerpo policial de élite, confirmaron la muerte de 9 personas en 8 distritos en una operación nocturna, elevando a 30 el número de muertos solo durante esa semana. El portavoz del RAB agregó que han arrestado a más de 3.000 personas y sentenciado a 2.500 en tribunales especiales móviles desde el 4 de mayo.

El letrado del Supremo Jotiirmoy Barua ha dicho que estos asesinatos “ilegales” son una “amenaza para el Estado”. Por su parte, la ex directora del grupo por los derechos humanos Ain o Shalish Kendra, Sultana Kamal, asegura que la campaña “es inconstitucional e ilegal”. Las fuerzas de seguridad han sido reiteradamente acusadas de cometer asesinatos extrajudiciales que, según la organización de Derechos Humanos Odhikar, entre 2001 y la actualidad, superan las 3.000 muertes.

En fin, la verdad es que debido a la “guerra contra las drogas”, inhumana y cruel como pocas, desde que comenzó con Nixon fueron encarceladas 40 millones de personas y solo en México, desde 2006, murieron más de 80.000. Es la consecuencia de la represión al establecerse la prohibición que pareciera ser solo un negocio de políticos y burócratas. Cómo se explica sino que, en EE.UU., el país con las fuerzas de seguridad mejor equipadas del mundo, sea donde más consumidores existen, es decir, donde más tráfico hay. ¿Son tan ineficientes estas fuerzas o existe connivencia entre traficantes, políticos y policías?

Además, ¿es lícito utilizar la violencia para evitar que alguien se suicide? No lo es, no es lícita la teoría del mal menor como claramente lo dijo Juan Pablo II en su Encíclica “Veritatis Splendor”. Y, además, ¿son drogas tan nocivas? Sin dudas, pero curiosamente otras que son “legales” están causando más daño. Otro argumento es que se trataría del derecho a la legítima defensa ya que los drogadictos serían personas peligrosas para la sociedad.

En primer lugar, no está claro que sean de suyo peligrosos (salvo cuando consumen mezclas tóxicas dada la mala calidad de lo ilegal), más bien parecen disminuidos físicos y mentales; en cambio sí es creíble que, una vez criminalizados por el Estado (en lugar de quedar visibles para ayudarlos), se conviertan en delincuentes ante la imposibilidad de conseguir calmar su adicción por vías normales y a precios no monopólicos. Pero, aun en el caso de la legítima defensa los métodos moralmente aceptables son los pacíficos ya que son los eficientes.

La disyuntiva, al fin de cuentas, es monopolio de los funcionarios o regulación natural del mercado. Por cierto, en contraposición con lo que ocurre en países represores, en Portugal -el país de mayor calidad de vida de Europa, según InterNations- donde la droga es más libre, el número de delitos y drogadictos es menor. Según la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), en Portugal ocurren 0.5 homicidios anuales por cada 100.000 habitantes mientras que en EE.UU. son 4.7.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Estos sí son héroes

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 4/5/14 en http://www.eluniversal.com/opinion/140504/estos-si-son-heroes

 

Con el respeto que merecen los hombres que han empuñado armas, como que vengo de familia de generaciones de militares, mi obligación es decir la verdad. Héroes no son los soldados. En lo que va de 2014 ya van 10 periodistas, 3 colaboradores y 3 Net-ciudadanos muertos, además de 163 periodistas, 14 colaboradores y 165 net-ciudadanos encarcelados, según Reporteros sin Fronteras. Pero no son héroes por arriesgar su vida, que no quiero alentar la temeridad, héroes son los periodistas –yo soy solo colaborador de opinión- y todo el que encuentre y difunda la verdad, la información, porque así se defiende la vida.

Efectivamente, frente a una mosquita que pudiera conocer y anticipar los movimientos el ejército más poderoso sería inútil. Ni existirían crímenes si pudiéramos prever los movimientos de los delincuentes. Y los gobiernos populistas, que viven de explotar a sus ciudadanos, no resistirían un día si se pudieran conocer y predecir, por ejemplo, los movimientos de sus corruptos recaudadores.

Luego de 10 jornadas de recorrido desde Cartagena, y de los trámites de aduana en Venezuela, se comenzaron a utilizar las 52 toneladas de papel enviadas por la prensa colombiana a colegas venezolanos, como el periódico El Impulso que fue el primero en recibir la carga de 18 rollos que servirán para algunos días más de circulación. Mientras que los diarios El Nacional El Nuevo País recibirán 39 y 18 rollos, respectivamente. Y las gestiones continúan.

Para Nora Sanín, de la Asociación Colombiana de Editores de Diarios y Medios Informativos, «es muy satisfactorio contribuir… a la libertad de prensa y al derecho a la información de los venezolanos» que se ve seriamente amenazado por la falta de papel como consecuencia de las acciones del gobierno de Maduro. Además, dentro de la iniciativa «Todos somos Venezuela. Sin libertad de prensa no hay democracia», diarios de la región publican artículos de los periódicos venezolanos, como acto solidario.

Pero no todos son Venezuela, algunos son Maduro y quieren coartar la libertad de información porque necesitan el secreto, propio de las acciones violentas y delictivas. Los diarios The Guardian The Washington Post recibieron el premio Pulitzer –el más prestigioso del planeta, conferido anualmente por la Universidad de Columbia- por difundir el espionaje masivo realizado por el gobierno de EEUU, gracias a los documentos que filtró Edward Snowden quien debió exiliarse para no ser encarcelado por los «Maduro». 

En 1972, el galardón fue otorgado a The New York Times por publicar losPentagon Papers, documentos clasificados que arrojaban luz sobre el involucramiento político y militar de EEUU en Vietnam. El Pulitzer también distinguió a The Washington Post en 1974 por el escándalo de Watergate sobre el espionaje del gobierno a oficinas demócratas que derivó en la renuncia del presidente Nixon.

Si existiera información perfecta, no existirían los crímenes. Claro que esta situación ideal nunca se dará, pero merece la pena trabajar por ella porque así se defiende verdaderamente la vida, nunca con la violencia «defensiva» que solo agrava las situaciones. «La verdad os hará libres» no las armas de fuego que son, a no dudarlo, los instrumentos más liberticidas que existen, desde que al asesinar terminan completamente con la vida –la libertad- de las personas.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

La guerra del averno

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 1/8/13 en http://www.eluniversal.com/opinion/130901/la-guerra-del-averno#.UiL-99X3Aik.facebook

Averno era el nombre, entre griegos y romanos, de un cráter cerca de Cumas, Campania. Según la mitología era la entrada al inframundo…  donde hoy está la «guerra contra las drogas». Despiadada, inhumana y cruel como pocas, desde que comenzó con Nixon fueron encarceladas 40 millones de personas y solo en México desde 2006 murieron más de 60.000. Esta guerra es la consecuente represión al establecerse la prohibición que es solo un negocio de políticos y burócratas que, en realidad, pretenden el monopolio y permiten el tráfico a las mafias que los sobornan adecuadamente. De otro modo, sin estos sobornos, el tráfico «ilegal» sería imposible.

La disyuntiva es monopolio de los funcionarios o regulación natural a través del mercado o un sistema mixto como el aprobado por parte del Congreso uruguayo para regular el cultivo y la venta de marihuana siendo que su consumo ya es «legal». Farmacias habilitadas por el gobierno la comercializarían y se permitirían hasta 40 gramos por mes por persona, límite que, seguramente, provocará tráfico de reventa ilegal. Según el presidente uruguayo: «la plata que gastamos para contrarrestarlo y los efectos que logramos…  es la empresa más desastrosa del mundo»: el costo de esta guerra, en EEUU, superaría los US$ 50.000 millones anuales, según estimaciones. Cifra astronómica que debería servir para paliar la marginalidad.

Además, ¿es lícito utilizar la violencia para evitar que alguien se suicide? No lo es, no es lícita la teoría del mal menor como claramente lo dejó establecido Juan Pablo II en su Encíclica «Veritatis Splendor».Pero lo interesante del asunto es que no es lícito por la simple razón de que, para evitar cualquier acto negativo, lo más eficiente son los métodos no violentos como prevención, disuasión, etc. Por tanto: no es lícito utilizar el monopolio estatal de la violencia (su poder de policía) para evitar que las personas ingieran drogas altamente nocivas. Y, además, ¿son tan nocivas? Sin dudas, pero curiosamente otras que son «legales» están causando más daño.

La sobredosis de fármacos recetados causa más muertes que la heroína y la cocaína. La nicotina es una de las drogas adictivas de mayor uso y el hábito de fumar es responsable del 90% de los casos de cáncer de pulmón, y la inhalación pasiva del humo causa 50.000 muertes al año. Beber alcohol en exceso ocasiona 80.000 muertes anuales en EEUU. Las muertes atribuidas a sobredosis con medicinas recetadas para el dolor llegan a 15.000 por año, cifra que supera al número de personas que fallecen por sobredosis con heroína y cocaína, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.

Otro argumento es que la guerra se trataría del derecho a la legítima defensa ya que los drogadictos serían personas muy peligrosas para la sociedad. En primer lugar, no está claro que sean de suyo peligrosos (salvo cuando consumen mezclas tóxicas debido a la mala calidad de lo ilegal), más parecen disminuidos físicos y mentales; en cambio sí es creíble que, una vez criminalizados por el Estado (en lugar de quedar visibles para ayudarlos), se conviertan en feroces delincuentes ante la imposibilidad de conseguir calmar su adicción por vías normales y a precios no monopólicos. Pero, de nuevo, aun en el caso de la legítima defensa los métodos moralmente aceptables son los pacíficos sencillamente porque son los eficientes.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.