Lejos de un ajuste, hay una fiesta de populismo con el gasto público

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 19/07/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/07/19/lejos-de-un-ajuste-hay-una-fiesta-de-populismo-con-el-gasto-publico/

Se manifiesta en la monumental emisión de pesos por parte del Banco Central. No obstante, Silvina Batakis asegura que cree en el equilibrio fiscal

El viernes 8 de julio, el BCRA, presidido por Miguel Pesce, comunicó la emisión de $140.000 millones para financiar el rojo fiscal que heredó Silvina Batakis, en tanto que siguió emitiendo para sostener el precio de los bonos en pesos

El viernes 8 de julio, el BCRA, presidido por Miguel Pesce, comunicó la emisión de $140.000 millones para financiar el rojo fiscal que heredó Silvina Batakis, en tanto que siguió emitiendo para sostener el precio de los bonos en pesos

El 11 de julio la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, anunciaba los lineamientos de su plan, que dijo consistía en seguir con el plan que ya venía aplicando el presidente Alberto Fernández junto a Martín Guzmán. Y destacó que creía en equilibrio fiscal y que el Estado iba a gastar solo lo que ingresaba en impuestos.

Sin embargo, tres días antes, el viernes 8 de julio, el BCRA emitía $140.000 millones para financiar el rojo fiscal, en tanto que siguió emitiendo moneda para sostener el precio de los bonos en pesos. Dicho sea de paso, en las últimas semanas la emisión monetaria del rubro ”Otros del Informe Monetario Diario” del Central, pasó a ser la columna más importante, porque comenzaba a reflejar el costo de sostener con pesos que nadie quiere la cotización de los Bonos del Tesoro que tampoco nadie quiere.

Obviamente, el Gobierno sigue inventando relatos para no hacerse cargo de la inflación que genera el BCRA vía emisión monetaria, y continúa con la historia de que responde a un fenómeno multicausal, de los “grupos concentrados que remarcan indiscriminadamente” los precios. Y también incluye la invasión de Rusia a Ucrania para justificar el desparramo fiscal y monetario que está haciendo.

Sin embargo, cuando se observa la tasa de inflación de junio y del primer semestre de este año en Argentina, y la compara con la de los países vecinos se advierte rápidamente que lo de la guerra es sólo parte del “relato”.

Marcelo RegaladoMarcelo Regalado

Como puede verse en el gráfico, la inflación de Argentina en junio no sólo fue la más alta comparada con nuestros vecinos, sino que además registró una distancia de seis hasta más de 10 veces entre las tasas del último mes que registraron las direcciones nacionales de estadística de cada país.

La realidad es que el déficit fiscal del primer semestre de este año aumentó 5 veces respecto al registrado en la primera mitad de 2021, orillando los $2 billones cuando se quita la contabilidad creativa de las rentas de la propiedad.

El gasto primario aumentó 10% en términos reales en el primer semestre, según los datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso. De ahí que no es sostenible el argumento que los grupos concentrados que remarcan los precios son los responsables de la aceleración de la inflación. Cuando uno mira los datos de Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay, entre otros, pareciera ser, de acuerdo al relato K, que los únicos empresarios que remarcan por deporte están en la Argentina.

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En el primer semestre del año, de acuerdo a datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el gasto público primario aumentó 10,7% por encima de la tasa de inflación, es decir, contrariando el argumento que usa el kirchnerismo más duro, no hubo tal ajuste de la economía. Por el contrario, voló el gasto público.

¿Dónde estuvo el mayor aumento? Los subsidios a la energía crecieron el 38% en términos reales, siempre comparando primer semestre de este año contra el primer semestre del año pasado, luego los programas sociales con un incremento en términos reales del 28,9%, en tercer lugar, transferencias a provincias con una suba real del 13,1%. Los gastos en personal se incrementaron el 11% y uno de los rubros que menos creció fue jubilaciones y pensiones, que aumentaron el 6,3% en términos reales.

El dato relevante es que los recursos destinados a planes sociales crecieron muchísimo más en términos reales que los destinados a jubilaciones. El plan Potenciar Trabajo aumentó el 57,1% en términos reales, Becas Progresar el 197,4% y políticas alimentarias el 21,9% por sobre la tasa de inflación.

En definitiva, la presión que ejercen las organizaciones políticas denominadas organizaciones sociales lograron sacar una tajada mayor que los jubilados que no tienen movilización en la calle. Esto hace que se caiga el relato del kirchnerismo de que Martín Guzmán hizo un ajuste de la economía.

En rigor, Guzmán nunca llegó a ejercer como ministro de Economía porque no manejaba variables importantes para controlar los crecientes desequilibrios macroeconómicos. Ni siquiera controlaba a un subordinado suyo en el área de energía que respondía al kirchnerismo. Es más, es para dudar que Guzmán haya decidido otorgarles más recursos a las organizaciones políticas piqueteras. Esas decisiones pasan por Alberto Fernández y tal vez por Cristina Fernández de Kirchner.

En rigor, Guzmán nunca llegó a ejercer como ministro de Economía porque no manejaba variables importantes para controlar los crecientes desequilibrios macroeconómicos (Nicolás Stulberg)En rigor, Guzmán nunca llegó a ejercer como ministro de Economía porque no manejaba variables importantes para controlar los crecientes desequilibrios macroeconómicos (Nicolás Stulberg)

Tampoco se puede comprar el argumento que voceros K lanzaron diciendo que desconocían el desborde de los números fiscales y la falta de reservas en el BCRA. La mayoría de los economistas veníamos advirtiendo sobre el descontrol fiscal y monetario. Solo había que mirar el Informe Monetario Diario del BCRA la evolución de los Adelantos Transitorios para advertir que las cuentas del Tesoro estaban fuera de control.

Por el lado de las reservas en divisas, varios economistas hemos hecho cálculos sobre la posición neta de activos privados y todos daban negativos. Incluso las crecientes restricciones del BCRA para acceder a dólares al tipo de cambio oficial parra importar insumos para la producción dan la pauta de la agonía de los activos externos.

En definitiva, hoy se ve a un BCRA que agoniza de reservas, emite pesos que nadie quiere para financiar al Tesoro y para sostener el precio de los bonos en pesos que tampoco nadie quiere y, como frutilla del postre, sigue batiendo récord en el crecimiento de la emisión de Leliq y Pases netos, que genera un monumental aumento del denominado déficit cuasifiscal.

El Tesoro, con un gran déficit fiscal, había perdido hace tiempo el acceso al crédito internacional privado, y ahora también al crédito interno, y con la economía extenuada de pagar más impuestos.

Política y económicamente el Gobierno parece estar agonizando, solo falta ver cómo hace para llegar a diciembre de 2023. Ese es el gran interrogante que todos se formulan.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

López Murphy contra Guzmán – ¿Qué son las políticas contracíclicas?

Por Iván Carrino. Publicado el 18/12/21 en : https://www.ivancarrino.com/lopez-murphy-contra-guzman-que-son-las-politicas-contraciclicas/

Esta semana, el Ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, presentó el presupuesto 2022 en el Congreso de la Nación.

Con tres meses de demora, pero algo es algo.

En su exposición, planteó que uno de los objetivos de la política económica de corto plazo es “ayudar a la recuperación de la economía con políticas contracíclicas”.

A este punto salió a responder el flamante diputado nacional (que sí asistió a la comisión correspondiente), Ricardo López Murphy. El diputado dijo que hacer política contracíclica era imposible en la Argentina de hoy y que el gobierno solo “le ha dado a la maquinita”.

Ahora bien: ¿a qué se denomina una “política económica contracíclica”? Y, sabido esto, ¿qué debería hacer el país si quisiera implementar algo del estilo?

Lo analizamos a continuación.

Ciclo económico

En primer lugar, para entender lo que es una política contra-cíclica tenemos que entender que las economías del mundo suelen atravesar ciclos. Es decir, por momentos la economía crece y cae el desempleo, pero también existen períodos de recesión y de desempleo al alza.

Si el ciclo es de crecimiento, entonces se dice que estamos en un auge económico. En dichos períodos el PBI suele aumentar, el desempleo cae y es probable enfrentarse a niveles de inflación crecientes. Si la inflación, en este contexto, es muy elevada, se hablará de una economía “re-calentada”.

(O sea que hay que enfriarla, de la misma manera que cuando sube mucho la temperatura del motor de un automóvil)

En los ciclos bajistas, por otro lado, el PBI se contrae, mientras que el desempleo sube y, por lo general, la inflación cae o, incluso, aparece una deflación, que es la caída generalizada de los precios de un período a otro.

Resumiendo, entonces, existen etapas “alcistas” del ciclo y etapas “bajistas” del mismo. La política contracíclica, entonces, buscará ir en contra de esos ciclos.

Ingresa la política económica

Deberíamos decir que uno de los primeros, sino el primero, que instaló la idea de las políticas contracíclicas fue el economista inglés John Maynard Keynes. Keynes no utilizó estas palabras, pero escribiendo en un contexto de una profunda depresión en Estados Unidos y el mundo, fue el líder intelectual más destacado en pedirle al gobierno que “hiciera algo” para aliviar la situación.

En una carta escrita en 1933 al presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, pedía:

“… se debe recurrir a la autoridad pública para ayudar a crear ingresos adicionales a través del gasto de dinero prestado o impreso (…) como motor principal en la primera etapa de la técnica de recuperación, pongo un énfasis abrumador en el aumento del poder de compra nacional que resulta del gasto gubernamental que se financie con préstamos y no con los ingresos actuales.”

Keynes, entonces, pedía aumentar el déficit fiscal.

En su obra de 1936, la Teoría General del Empleo el interés y el dinero, ponía el foco tanto en la política monetaria como en la fiscal. Allí escribía los fundamentos de por qué el gobierno debía reducir la tasa de interés y aumente el gasto público como forma de “reactivar la economía”.

A partir de los escritos de Keynes, que sus seguidores comienzan a hablar del gobierno como el encargado de “moderar los ciclos económicos”. Para los keynesianos, mediante esta “sintonía fina” de la economía, no iban a ser ni tan duras las depresiones, ni tan recalentados los auges.

Hay un debato respecto de qué dijo Keynes sobre qué hacer durante un “boom” económico. En el capítulo 22 de la Teoría General, por ejemplo dice que:

“Así ¡el remedio del auge no es una tasa más alta de interés, sino una más baja!, porque ésta puede hacer que perdure el llamado auge”

Ahora más allá de qué dijo o no Keynes, lo cierto que la política contra-cíclica debe ir en contra del ciclo. Es decir, si durante la depresión hay que tener unas política fiscal y monetaria expansivas (como pedía Keynes en los 30), hay que contreaerlas una vez que la economía se recalienta. Eso afirma el economista chileno Andrés Velasco, cuando hablando específicamente de Argentina en 2014 sostiene:

Sin embargo, Keynes no hubiera dado su visto bueno a las políticas macroeconómicas impulsadas tanto por Fernández como por su marido y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner. El enfoque keynesiano busca asegurar que la demanda no sea inferior a la oferta. Los Kirchner han asegurado que la demanda sea muy superior a la oferta. Esto se advierte claramente en la tasa anual de inflación de Argentina, la que se ha mantenido en alrededor del 20% durante más de 10 años, sin que el congelamiento de los precios de los servicios públicos ni las repetidas manipulaciones del índice de precios al consumidor puedan ocultarlo.

De lo que dice Velasco se sigue entonces que el gobierno, lejos de lo que estaba haciendo, tenía que implementar políticas que redujeran la demanda agregada. Es decir: achicar el déficit fiscal o subir la tasa de interés.

O sea que, para resumir: una política económica contracíclica busca contrarrestar el ciclo económico. Cuando la economía está en una recesión, el gobierno debería (siempre siguiendo este libreto) impulsar la demanda agregada para que ésta no sea tan profunda y se pueda salir de ella. Pero si la economía está en un auge con altos niveles de inflación, entonces debe hacer exactamente lo contrario.

La situación de Argentina

Dicho todo esto: ¿qué debería hacer el gobierno argentino para implementar una política contracíclica? Teniendo en cuenta que la economía está en una franca recuperación económica (los últimos datos muestran un crecimiento superior al 10% anual), que el desempleo cayó del 13,1% el año pasado al 9,6% este año, y que la inflación está totalmente descontrolada, arriba del 50% anual, LA POLÍTICA DEBERÍA SER UNA PARA CONTRAER LA DEMANDA AGREGADA. ES DECIR ACHICAR EL DÉFICIT FISCAL, DEJAR DE EMITIR DINERO Y SUBIR LA TASA DE INTERÉS.

Es decir, todo lo contrario de lo que dice Guzmán, quien en su presentación del presupuesto afirmó que seguirá emitiendo dinero para financiar un déficit fiscal aún mayor en 2022.

La economía Argentina está recalentada, por lo que la política económica debe “enfriarla”.

Por último: ¿Será malo esto para el crecimiento económico? La respuesta es no porque el principal problema del país es su déficit fiscal, que no solo ha generado los altos niveles de inflación que vemos, sino que nos llevó a los problemas de deuda pública, que terminan en un riesgo país de 1800 puntos, el segundo más alto de la región después de Venezuela.

Así que para cerrar: como el principal problema argentino es el déficit fiscal y la alta inflación, no cabe duda que el gobierno debería realizar un ajuste. Pero incluso tomando la idea de realizar una política que controle el ciclo económico la conclusión sería la misma. Como la economía está recalentada, hasta los keynesianos dicen que hay que subir la tasa de interés y achicar el déficit fiscal.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

Crece la producción de billetes de $1.000, responde a la pérdida de su capacidad de compra

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 3/8/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/08/10/crece-la-produccion-de-billetes-de-1000-responde-a-la-perdida-de-su-capacidad-de-compra/

En el mundo, en general, se encontró la fórmula contra la inflación superior al dígito anual. En la Argentina los funcionarios atribuyen el fenómeno a “multicausas” y no prestan atención al efecto de la emisión de pesos

juan miguel massot - Infobae
En el Gobierno creen que hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente para que consuma más, de esa forma las empresas tienen más demanda y tienen que producir más

El ministro de Producción, Matías Kulfas, afirmó que “la economía está absorbiendo un shock internacional de precios”, y que “en todo el mundo ha habido una gran inflación en los alimentos y en Argentina ha golpeado más”. Por su parte, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo que “la inflación en la Argentina es un fenómeno de responsabilidad colectivano solamente del Estado”.

Y, al mismo tiempo, en el Gobierno creen que hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente para que consuma más, de esa forma las empresas tienen más demanda y tienen que producir más, para eso contratan más personal, la gente tiene trabajo, al tener trabajo tiene más ingresos y al tener más ingresos consume más, entrándose en un círculo virtuoso mágico gracias a la emisión de moneda.

En lo que hace a las declaraciones del ministro Kulfas, que la inflación es consecuencia del aumento de los precios internacionales, la realidad es que los precios de los alimentos aumentaron para todo el mundo pero no por eso todos los países del mundo tienen la inflación que tiene Argentina.

Mientras Argentina acumula una inflación del 50% interanual, Brasil está en el 8,3%, Chile en el 4,5%, Colombia en el 4%, Perú el 3,8%, la UE el 2,2% y Estado Unidos el 5,4% por citar algunos ejemplos, y en el caso de Estados Unidos no fueron los alimentos los que, justamente, tuvieron el mayor incremento. Luce muy precario el argumento del ministro Kulfas al momento de tratar de explicar la inflación.

Más endeble es el argumento del ministro Guzmán. Dudo que dijera en la Universidad de Columbia, cuando daba clases, que la culpa de la inflación era de Wall Mart o de Jeff Bezos. En todo caso, como es costumbre del kirchnerismo, siempre buscan fuera de su esfera a los culpables de los problemas que ellos mismos generan, con lo cual Kulfas y Guzmán parecen cumplir con el manual del perfecto kirchnerista a la hora de explicar el problema inflacionario. La culpa es de los otros, no de ellos que emiten a marcha forzada.

El kirchnersimo cumplió con su promesa de ponerle más plata en el bolsillo a la gente. En realidad, le puso más billetes que, como luego comprueba, permiten comprar cada vez menos bienes y servicios.

El gráfico anterior, muestra como fue evolucionando la cantidad de billetes de $1.000 en circulación. En noviembre de 2019, último mes completo del gobierno de Mauricio Macri, había circulando 255,4 millones de billetes; al 31 de junio pasado había aumentado a 1.052,7 billetes. Es decir, desde que Alberto Fernández llegó al gobierno la cantidad de billetes de $ 1.000, que es el billete de mayor denominación, aumentó 4 veces.

Si se trata de poner billetes en los bolsillos de la gente, se puede observar en el gráfico precedente que en noviembre de 2019 había 6 unidades de $1.000 por habitante; y en junio último esa relación llegó a 23 por persona. O sea, actualmente hay casi 4 veces más billetes de $1.000 por habitante, porque cada cada vez se pueden comprar menos bienes y servicios con ese dinero.

Es importante destacar que se toman los billetes de $1.000 porque son los de mayor denominación, y si bien representan el 15,6% del total en circulación, en términos de monto equivalen a 52% del total de pesos emitidos.

Tomando en cuenta la cantidad de billetes en circulación, de $5 a $1.000, actualmente el conjunto de la población tiene en sus bolsillos 32,5% más unidades que 20 meses antes.

Una forma de ver el deterioro del peso es observar cuántos dólares, al tipo de cambio libre, se podían comprar con un billete de $1.000 en noviembre de 2019 y en julio pasado. Como puede verse en el gráfico previo esa relación pasó de 15 en el primer caso, y apenas 5,6 en la actualidad.

Otra forma de ver la tremenda devaluación del peso, y en particular del billete de mayor denominación en circulación, es calcular cuánto se podía comprar de una determinada cantidad de comestibles en noviembre de 2019 y en junio último, según datos de precios informados por el Indec, correspondientes al Gran Buenos Aires, en kilos en general y litros de leche, docena de huevos y presentaciones de manteca en paquetes de 200 gramos, en los casos especificados.

Como puede verse, en muchos productos solo puede comprarse la mitad de lo que podía adquirirse previo al cambio de gobierno. Esto es producto de la expansión monetaria que genera el déficit fiscal y el financiamiento con inflación.

Más emisión y menos crecimiento

La economía argentina no solo no crece con esta emisión monetaria, sino que tampoco se reactiva, entendiendo por crecimiento la llegada de nuevas inversiones que amplían la capacidad de producción existente y por reactivación poner en funcionamiento inversiones ya existentes que no se utilizan.

La utilización de la capacidad instalada en el la industria manufacturera se mantiene en torno al 60%, esto es opera con 40% de ocio, pero, además, el Estimador Mensual de Actividad Económica que anticipa el PBI muestra un claro estancamiento.

En síntesis. Los argumentos de los funcionarios del área económica para explicar la inflación son discursos políticos de barricada más que fundamentos técnicos y también queda demostrado que pueden ponerle todos los billetes que quieran en el bolsillo a la gente que eso no significa que puedan acceder a más bienes y servicios.

En definitiva, la única producción que aumenta en forma acelerada en Argentina es la de billetes, pero no la de los bienes y servicios que deberían comprarse con esos billetes. Una nueva estafa que acredita la demogagia populista.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Chicago boys vs Columbia boys: la ingeniería social vs la «mano invisible»

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 30/04/21 en: https://www.perfil.com/noticias/economia/dos-formas-de-ver-la-economia-la-ingenieria-social-vs-la-mano-invisible.phtml

En ocasión de un encuentro por el Mercosur, esta semana se produjo un cruce de ideas entre el ministro de Economía Martín Guzmán y su par brasileño, Paulo Guedes. Aquí, un economista analiza ambas formas de ver la economía.

Mercosur 20210429Cruces con Brasil por los aranceles, en la reunión del Mercosur. | CEDOC PERFIL

Existen dos maneras diferentes de ver la economía. Por un lado, la economía es un proceso espontáneo, con vida propia que se autorregula. A esta visión se la suele asociar a la famosa “mano invisible” de Adam Smith. Para este punto de vista la mano invisible no es perfecta, pero sí es mejor que una economía fuertemente regulada.

Por el otro lado, la economía es vista como un problema de ingeniería social. Con raíces en Marx (explotación) y Keynes (irracionalidad), el estado debe controlar, regular, e incluso salvar a la economía de sus propias crisis.

Los Ministros de Economía Martín Guzmán (Argentina) y Paulo Guedes (Brasil) fueron protagonistas de este contrapunto. Ante la afirmación de Guzmán, de que “la mano invisible de Adam Smith es invisible porque no existe”, su par brasileño le recordó que la mitad de los Nobel de Economía fueron para economistas de la tradición de la Escuela de Chicago.

Más allá de las sorprendentes palabras de Guzmán, su expresión es un acto fallido que muestra que en el gobierno prevalece una visión de la economía como un problema de ingeniería social en lugar de una visión de la economía como un proceso espontáneo y natural.

En primer lugar, la respuesta de Guedes se queda corta. La visión de la economía como un proceso de mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago ampliamente.

Tres ejemplos no asociados a la Escuela de Chicago dentro del listado de Nobel al que hace referencia el ministro brasileño son Elinor OstromVernon L. Smith, y Friedrich A. Hayek. Este último no sólo podría considerarse un Adam Smith del Siglo XX, sino que es uno de los Nobel más citado por otros galardonados con el Nobel.

Además, así como la mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago, también trasciende a la economía. En filosofía, por ejemplo, autores de la talla de Robert Nozick y Karl Popper han tratado el tema. Mal que le pese a Guzmán, la mano invisible es parte del ADN del desarrollo de la teoría económica desde Adam Smith hasta la fecha.

La visión ingenieril de la economía por parte del gobierno está por todos lados. Está tan presente que la tomamos como natural y no tomamos nota de ella. Podemos pensar, por ejemplo, en la obsesión regulatoria del estado. O en la intención de controlar la inflación con gigantescas planillas Excel. Pero para no perdernos en anécdotas, podemos mirar los mismos indicadores que se usan en investigaciones científicas a nivel mundial.

Según el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute (Canadá), con el kirchnerismo argentina descendió en el ranking de libertad económica al punto tal de ubicarse entre las 10 economías menos libres del mundo. El problema es que la economía no es una compleja pieza de relojería. La economía es más bien un ecosistema.

El economista de la mano invisible es más biólogo que ingeniero. Estudia un complejo ecosistema que él mismo es incapaz de reproducir, realizando intervenciones menores para garantizar su supervivencia, pero sin buscar regular su naturaleza. El ingeniero, en cambio, no aceptaría ningún cambio espontáneo del ecosistema que no esté apropiadamente regulado por alguna oficina gubernamental. Las trabas al progreso y desarrollo son obvias.

Así como la mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago, la visión ingenieril de la economía trasciende al kirchnerismo. Recordemos que el lema de Cambiemos era el de estado presente, no el de un estado limitado. Importantes figuras de este movimiento han sostenido que Cambiemos era socialista o un movimiento de izquierda (recuerdo a Ivan Petrella, Federico Pinedo, Marcos Peña, y Durán Barba).

Con actitudes que hacen acordar a adolescentes, desde el gobierno se mofaban de los economistas de la mano invisible usando motes como el de “liberalote”. Podemos recordar también la persecución de Rodriguez Larreta en CABA a Uber y ciudadanos de bien intentando hacer algún ingreso extra (quizás para pagar los aumentos de impuesto de Larreta) mientras hacía la vista gorda a los violentos actos del sindicato de taxis. Todo este drama justificado en la falta de una regulación apropiada. La visión ingenieril es poco creativa. En lugar de adatar la regulación a los nuevos desarrollos del mercado prohíbe aquello que no es adaptable a una regulación anacrónica.

No hace falta especular, podemos ver los datos. A nivel mundial, al menos desde el 2000 a la fecha, la libertad económica viene en ascensoArgentina, una vez más, a contramano del mundo. El ingreso per cápita (ajustado por costo de vida) de las economías más libres del mundo es casi diez veces superior al de las economías menos libres del mundo.

La mano invisible es la mejor arma para eliminar la pobreza. Los datos también nos muestran que la distribución del ingreso es similar en economías libres y reprimidas. La diferencia es que la pobreza es mayor en las economías reprimidas. Un último dato, en las economías libres hay mayor igualdad de género que en las economías reprimidas.

Si uno mira la economía argentina, especialmente de Perón a la fecha, no vemos una alternancia entre la mano invisible y la ingeniería económica. Lo que vemos es una alternancia de ingenieros. Todos estos experimentos terminan de manera similar. Crisis económica con un retroceso relativo en la economía mundial.

Quizás para Guzmán y el kirchnerismo los beneficios de una economía libre sean invisibles. No hace falta que también lo sean para la oposición.

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. Es profesor de UCEMA. Publica en @n_cachanosky

El sofisma de los dólares genuinos

Por Iván Carrino. Publicado el 18/3/21 en : https://www.infobae.com/opinion/2021/03/18/el-sofisma-de-los-dolares-genuinos/

Es falso que los únicas divisas para crecer sean los de las exportaciones. Los países que generan confianza atraen inversiones extranjeras y ahorro del resto del mundo

El ministro de Economía, Martín Guzmán (EFE/Juan Mabromata/Archivo)

El ministro de Economía, Martín Guzmán (EFE/Juan Mabromata/Archivo)

El problema de Argentina es la falta de dólares. La condición necesaria para crecer es poder exportar más. Sin los dólares genuinos de las exportaciones, no podremos crecer de forma sostenida.

Las anteriores afirmaciones forman parte de cierto consenso entre economistas argentinos. Estos profesionales comparten la idea (a nuestro juicio errónea) de que el problema del país es la falta de divisascomo si en economía hubiese bienes económicos que no fuesen escasos.

La teoría ha sido recientemente repetida por el Ministro de Economía, Martín Guzmán. En una presentación ofrecida en la Universidad Nacional de Catamarca, el funcionario explicaba que la frecuente inestabilidad de la economía argentina se debía a la incapacidad de generar una buena dinámica exportadora:

“Es necesario que las exportaciones tengan una dinámica de crecimiento consistente con el crecimiento del mercado interno (…) Esto es aritmética pura, cuando la economía crece, las importaciones crecen, la demanda de divisas crece (…) Así que cuando crecemos, si queremos poder financiar el crecimiento, necesitamos poder financiar las importaciones, y eso requiere de divisas. Y para tener divisas, la forma genuina de generarlas es con el crecimiento de las exportaciones”.

Conceptos similares vertió en su última aparición en una entrevista televisiva.

¿Qué está diciendo Guzmán?

Básicamente que tener déficits comerciales no es sostenible en el tiempo. Es decir, que para que la economía crezca de forma sostenible –sin crisis ni recesiones–, hay que evitar los déficits de la cuenta corriente del balance de pagos. Es decir: tener un exceso de exportaciones que haga que ingresen, de forma neta, divisas al país.

Esta idea de que los dólares genuinos son solamente los que vienen de las exportaciones no es cierta. Tampoco lo es que los déficits en cuenta corriente (es decir, exportaciones menores que las importaciones) sean un impedimento para el crecimiento sostenible.En los últimos 25 años desde 1995 hasta 2019, Chile tuvo un déficit de la cuenta corriente en 18, mientras que Perú en 21

En un artículo publicado del año 2016, el economista experto en comercio internacional, Daniel Ikenson, explicaba que desde el año 1975 la economía de los Estados Unidos había tenido déficits de la cuenta corriente en forma sistemática, pero que eso no había significado ninguna traba para el crecimiento:

“Durante los últimos 41 años de déficits comerciales consecutivos, el tamaño de la economía estadounidense se triplicó en términos reales, el valor agregado de la industria manufacturera se cuadruplicó, y el número de empleos en la economía casi se duplicó, sobrepasando el ritmo al que creció la población activa”.

Claro que frente a esta realidad se podría argumentar que el problema de la falta de dólares no aplica a los Estados Unidos puesto que dicho país no es ni más ni menos que el emisor de la moneda de la discordia.

Ahora bien, si esto fuera así, los desequilibrios de la cuenta corriente sí deberían ser un problema para la sostenibilidad del crecimiento en países latinoamericanos además de Argentina. Al fin y al cabo, ellos tampoco imprimen dólares, y también tienden a importar más a medida que sus economías crecen.

Chile y Perú

La realidad es que esto tampoco ocurre allí. En los últimos 25 años desde 1995 hasta 2019, Chile tuvo un déficit de la cuenta corriente en 18, mientras que Perú en 21. Es decir que, en 18 y 21 años sobre un total de 25, estos dos países recibieron menos “dólares genuinos” de los que entregaron al mundo para pagar importaciones.

¿Y cómo les fue a sus economías? ¡Muy bien!

Desde 1995 Perú tuvo solo un año de recesión. Así como se lee, solamente en 1998 en Perú el PBI cayó durante el extenso período que va desde 1995 a 2019. En Chile esto ocurrió solamente en dos oportunidades, en 1999 y en 2009.

Si nos enfocamos en la evolución de su PBI per cápita en dólares constantes, en dicho período Perú y Chile lo multiplicaron por dos (+109% y +95%), mientras que en Argentina éste solo creció 27%.

Ahora bien, ¿cómo se explica que, frente a la falta de “dólares genuinos”, economías que no emiten dólares puedan financiar su crecimiento sin tener crisis económicas como las que ha vivido la Argentina?

La respuesta es sencilla: es falso que los únicos dólares genuinos para crecer sean los de las exportaciones. Los países que generan confianza atraen inversiones extranjeras y ahorro del resto del mundo, que son divisas que se pueden usar perfectamente para financiar décadas de crecimiento.

Y esto es lo que ha pasado en Perú, Chile y otros países alrededor del mundo. Es que, como explica Douglas Irwinlos desequilibrios comerciales dependen del flujo de capitales, y mientras los gobiernos generen las condiciones de confianza necesaria para atraer esos flujos, entonces perfectamente llegarán divisas al país para financiar el rojo de la cuenta comercial.

Bajando el ejemplo al caso de una empresa, ésta puede sostener el aumento de la producción no solo en base a sus ingresos por ventas, sino producto del crédito que reciba de los bancos o las inyecciones de capital que hagan sus accionistas. Esto ocurre nada menos que en el caso de Tesla, que hace años avanza en su producción financiándose de esta forma.

Para cerrar, la teoría que maneja el Gobierno no es válida. No es condición necesaria para crecer exportar más. Sí lo es que el gobierno genere un marco de condiciones que generen inversión y crédito de largo plazo. Y para eso hay que pagar las deudas, bajar la inflación, y dotar de mayor libertad al sector productivo de la economía.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino

El ministro Guzmán se acordó tarde de dar señales de disciplina monetaria

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 2/11/2020 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/11/03/el-ministro-guzman-se-acordo-tarde-de-dar-senales-de-disciplina-monetaria/

Economía renunció a recibir en noviembre y diciembre Adelantos Transitorios del Banco Central, pero podrá contar con unos $800.000 millones de saldo de giro de utilidades de la entidad del año anterior

El ministro de Economía emitió un comunicado anunciando que en el último bimestre del año el Tesoro no hará uso de los Adelantos Transitorios del BCRA (EFE)

El ministro de Economía emitió un comunicado anunciando que en el último bimestre del año el Tesoro no hará uso de los Adelantos Transitorios del BCRA (EFE)

Al inicio de la semana, antes que el mercado financiero comenzara a operar, el Ministerio de Economía emitió un comunicado anunciando que en el último bimestre del año el Tesoro no hará uso de los Adelantos Transitorios del BCRA. De acuerdo con la Carta Orgánica del Banco Central, que es una ley, sólo puede asistir al Tesoro considerando los siguientes límites: 12% de la Base Monetaria, 10% de los recursos en efectivo que el Gobierno nacional haya recibido en los últimos 12 meses (un límite muy difuso) y, en casos excepcionales, hasta el 10% adicional del monto citado en el párrafo anterior. Es decir, hasta el 10% de los recursos en efectivo.

Al momento de redactar esta nota, el stock de adelantos transitorios era de $1,4 billones. Según los parámetros enumerados en el párrafo anterior por nivel de base monetaria podía girarle $268.800 millones y por la duplicación del 10% de los ingresos tributarios otros $1,1 billones, de manera que el BCRA ya está en el límite de lo que le permite la Carta Orgánica de la Entidad, sólo modificable por una ley del Congreso.

La otra opción que tiene el BCRA es emitir por el giro de utilidades que se “inventaron” al cambiar a fines de 2019 la forma de valuar las Letras Intransferibles que le entregó el Tesoro al BCRA a cambio de quitarle reservas en divisas. Eso se hizo intensamente en el anterior período K, y se repitió en el último balance semanal de la entidad del año anterior, que mostró una utilidad de $2 billones.

En lo que va del año el BCRA le giro “utilidades” al Tesoro por $1,2 billones, lo que significa que todavía le quedan $800.000 millones para emitir y transferir a la Administración Central. En otras palabras, el déficit fiscal podría seguir financiándose con emisión monetaria pero no vía los Adelantos Transitorios.

Al 30 de octubre la base monetaria era de $2,3 billones, el doble del nivel que tenía a comienzos del año. En rigor, parte de esa emisión se transformó en Leliq y Pases, por un total de $2,4 billones, con lo cual parte del déficit fiscal se financió con emisión y parte con deuda del BCRA que no puede pagar porque no genera utilidades genuinas para honrar la devolución el principal y los intereses.

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Así, el Central generó un crecimiento de $1,4 billones de la deuda emitida para financiar el déficit fiscal, y con eso armó una “bomba de tiempo” muy sensible en términos de perspectivas de inflación, que se agrava con la emisión monetaria remanente; o bien la repetición de un plan Bonex, como a fines de 1989, si la gente fuese a retirar los depósitos en pesos de los bancos.

Crowding out

El ministro Martín Guzmán dice que va a comenzar a financiar el déficit fiscal del último bimestre del año con colocación de deuda en el mercado interno. Eso significa desplazar al sector privado del mercado crediticio. Al 27 de octubre el BCRA tenía colocadas Leliq y Pases por el equivalente al 47% del total de depósitos en pesos del sector privado. Es decir, el Estado ya absorbe casi la mitad del ahorro de los particulares en el sistema financiero y deja escaso margen para que haya préstamos a tasas accesibles al resto del mercado.

La intención de Economía es tratar de reducir las expectativas inflacionarias, pero no queda claro su mensaje, porque sólo se refirió a uno de los principales componentes de la emisión originada en el sector público, los adelantos, pero nada dijo de las transferencias de utilidades del BCRA.El problema que todavía le queda pendiente por resolver a Economía y al Banco Central, y que puede generar una disparada del tipo de cambio y de los precios, es la caída estacional en la demanda por moneda (Reuters)El problema que todavía le queda pendiente por resolver a Economía y al Banco Central, y que puede generar una disparada del tipo de cambio y de los precios, es la caída estacional en la demanda por moneda (Reuters)

Y aunque en el último bimestre no se emita moneda para financiar al Tesoro, el problema que todavía le queda pendiente por resolver y que puede generar una disparada del tipo de cambio y de los precios es la caída estacional en la demanda por moneda. Aunque el Central no emita un solo peso más para financiar el déficit fiscal, la expansión previa es tan grande que se ha convertido en una bola de pesos imparable.

Desempeño de la recaudación de impuestos

El ministro afirma en el comunicado en la apertura de la semana que “la paulatina y aún incipiente recuperación de la actividad económica ha repercutido positivamente en la recaudación impositiva”. Es cierto que los ingresos fiscales de octubre superaron la inflación anual, pero también es cierto que impuestos claves como el IVA-DGI y sobre los Créditos y Débitos Bancarios, que reflejan el nivel de actividad económica, crecieron nominalmente 26,4% y 25,8%, respectivamente, ubicándose entre 12 y 13 puntos porcentuales por debajo de la inflación anual.

Por tanto, conviene insistir en que el ministro se acordó tarde de comenzar a poner orden monetario, porque ahora tiene el reloj de las Leliq que sigue corriendo y se suma la caída en la demanda de moneda nacional.

¿Fue culpa de la pandemia – cuarentena este desborde monetario? Considerando que antes de que se produjera la crisis sanitaria el BCRA ya había dibujado utilidades por $2 billones para poder emitir y transferirle al Tesoro con la idea de ponerle dinero en el bolsillo de la gente para reanimar el consumo, pareciera que ya estaba en la mente del Gobierno. Lo que cambió fue el motivo por el cual se generó este festival de expansión de pesos.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Qué nos muestra el dólar blue por arriba de $180: ¿se condice con la realidad?

Por Aldo Abram: Publicado el 21/10/20 en: https://www.ambito.com/opiniones/dolar-blue/que-nos-muestra-el-arriba-180-se-condice-la-realidad-n5141979

Para salir de la forma menos traumática posible del cepo se debe revertir la fuerte pérdida de credibilidad de argentinos y extranjeros en el futuro del país.

A la mayoría de los argentinos les preocupa el alza del dólar blue” (aún cuando no tenga dinero para comprarlo)

A la mayoría de los argentinos les preocupa el alza del «dólar blue” (aún cuando no tenga dinero para comprarlo),  porque siente que sus pesos pierden valor.

Ante una consulta, el ministro de Economía Martín Guzmán dijo que los valores actuales de los dólares paralelos no se condicen con la realidad de la Argentina. De hecho, muchos economistas plantean que, si uno “inflaciona” (trae al presente sumándole la inflación) los dólares libres oficiales o paralelos del pasado, no son tan altos como los vigentes hoy.

Ahora, la pregunta es, ¿cómo se decide cuál es el momento pasado que tenía la misma combinación de riesgo país, el aumento de la oferta y caída de la demanda de pesos? De hecho, si buscamos antes y durante la hiperinflación de 1989, vamos a encontrar valores de brecha iguales o más altos que los actuales. ¿Eso no nos estará indicando algo? Estamos en un serio problema si el ministro, en lugar de tratar de entender lo que le están “diciendo” los precios de los distintos mercados, sólo intenta convencer a los que operan en ellos que están errados porque no opinan igual que él. Debe entender que ellos están arriesgándose a perder mucha plata si no son ellos, sino Guzmán el que tiene razón.

Cuando a cualquier argentino se le pregunta por qué se preocupa cuando ve el «dólar blue subir (aún cuando no tenga dinero para comprarlo), la mayoría responderá que porque siente que sus pesos pierden valor. Es increíble, porque es una realidad que muchos economistas parecen no haber comprendido aún.

Como el Gobierno pretende gastar de más y no tiene financiamiento, recurre al Banco Central (BCRA) que emite más de lo que la gente quiere, quitándole poder adquisitivo a los pesos en los que ahorran en moneda local, para transferirle esos recursos al Estado. Es lo que está pasando actualmente y, también, sucedió en los ´80s, hasta que la gente se cansó de que le devalúen su atesoramiento en pesos; dejó de demandarlos y terminó en la hiperinflación de 1989. Cuando se repudia una moneda, ésta se transforma en basura y todo vale un montón medido contra lo que nadie quiere.

Otro ejemplo. Un riesgo país de más de 1.400 puntos porcentuales es una señal de que los nuevos bonos emitidos para el reciente canje de deuda serán reestructurados en el mediano plazo y con una quita tan importante como la que ya tuvieron. O sea, son coherentes las cotizaciones de los mercados argentinos de activos financieros o de pesos contra dólares libres, que sólo descuentan una muy alta probabilidad de que el actual gobierno continúe con el actual rumbo económico llevando al país a otra gran crisis.

La reversión de algunas de las erradas medidas de restricción cambiaria podrá traer algún alivio coyuntural; lo mismo que lograr una refinanciación de los vencimientos con el FMI. Sin embargo, sólo permitirán ganar tiempo para encarar la solución de los problemas de fondo de la Argentina y salir del cepo cambiario, que es lo que verdaderamente aumentará la confianza en el futuro del país. Es imposible pensar que la inversión va a fluir si el Estado no deja de gastar mucho más de lo que los argentinos pueden pagar. Argentina está en el puesto 21, de 190 países, entre los que más exprimen con impuestos a sus empresas. Según el mismo informe del Banco Mundial, si las pymes pagaran todos sus impuestos, la mayoría quebraría. Además, recién el 3 de agosto, la mayoría de los argentinos deja de trabajar para pagar gravámenes y empieza a hacerlo para sí y sus familias. Es imprescindible una reforma del Estado que lo ponga al servicio de los ciudadanos y no de la política; pero que además su gasto se pueda pagar con una presión tributaria aceptable.

Por otro lado, nuestros funcionarios se sorprenden de que haya tanta informalidad. Ya vimos cómo el sistema impositivo la incentiva; además hay más de 67.000 regulaciones que nuestros gobernantes siguen aumentando todos los días. Es imposible que un emprendedor o pymes puedan cumplirlas. Sólo una gran empresa podría hacerlo, pagando un ejército de asesores y gestores.

Si se lograra reformar el Estado y desregular la economía, volverá la inversión productiva de argentinos y extranjeros. Sin embargo, lo harán tratando de contratar la menor cantidad de empleados posibles. Tenemos una legislación laboral, con bases arcaicas, que desincentiva la creación de puestos de trabajo productivo. Si se toma cualquiera de los últimos 20 años, en los que hubo algunos de fuerte crecimiento y gobiernos de todos los colores, y se elige cualquiera de ellos, más del 40% (posiblemente más del 50%) de los argentinos estaba desempleado, en la informalidad o con un seguro de desocupación disfrazado de empleo público inútil o plan asistencial.

El Gobierno tiene que entender que para salir de la forma menos traumática posible del cepo debe revertir la fuerte pérdida de credibilidad de argentinos y extranjeros en el futuro del país. Eso sólo se logrará lanzando un detallado plan de reformas estructurales a encararse en los próximos dos años y empezando a dar pasos concretos en ese sentido. Si no, su gestión terminará dándole la razón a los valores del dólar blue y de los activos financieros argentinos que descuentan una nueva debacle de la Argentina en el corto o mediano plazo.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .

¿Hay que bajar el gasto público?

Por Iván Carrino. Publicado el 8/10/20 en: https://www.ivancarrino.com/hay-que-bajar-el-gasto-publico/

El gasto del Gobierno aumenta el déficit fiscal, la presión tributaria y la ineficiencia económica

Antonio Laje entrevistó hace pocos días al ministro de economía, Martín Guzmán. Entre las tantas preguntas sobre la situación que atravesamos, llegó una que muchos profesionales y observadores se hacen a menudo: ¿Cuándo va a bajar el gasto público?

La respuesta sorprendió a todos. Es que el ministro respondió con otra pregunta: ¿Y por qué tiene que bajar el gasto público?

Luego de un breve intercambio, el ministro sostuvo que bajar el gasto no es algo a lo que se apunte desde el gobierno, aunque sí estaban comprometidos a “poner las cuentas fiscales en orden”.

En lo que sigue de esta nota nos proponemos responder directamente la pregunta del ministro. Y, para hacerlo, hay que considerar al menos tres puntos. En concreto, el gasto público tiene que bajar porque genera déficit fiscal, porque se paga con impuestos y porque genera ineficiencias en la economía que le impiden crecer.

Nota originalmente publicada en Infobae.

Gasto, déficit y crisis

En el año 2003, el gasto del sector público consolidado alcanzaba el 22,7% del PBI. Trece años después, en 2016, llegó a un récord de 41,5%, subiendo como no lo había hecho en casi ninguna economía del planeta.

El aumento de las erogaciones estatales fue acompañado, en parte, por un aumento de la recaudación de impuestos (que pasó de 24,3% del PBI a 34,9% en el mismo período), pero como dicha recaudación no alcanzó, el gobierno argentino transformó un superávit de casi 4 puntos del PBI en 2004 en un déficit de casi 7 puntos entre 2016 y 2017.

Recaudación/PBI - Gasto/PBI

Lo que ocurrió después no hace falta mencionárselo al lector.

En primer lugar, todo el déficit fiscal que se financiaba con emisión monetaria generó una de las inflaciones más altas del mundo, lo que derivó en el cepo cambiario de Cristina Fernández de Kirchner y el fin del crecimiento económico. En segundo lugar, cuando el gobierno de Macri acudió a la deuda externa y la confianza cayó, el dólar pasó de 20 a 40 y entramos en la crisis macroeconómica de 2018, que se agravó con el regreso del kirchnerismo en 2019.

Dado que el gasto, entonces, es originario de déficit fiscal, inflación y crisis de deuda, aparece aquí el primer motivo para reducirlo.

El gasto se paga con impuestos

El segundo problema con el gasto público es que, en el mejor de los casos, debe pagarse con impuestos. Y como dichos impuestos recaen sobre el sector privado, se genera un peso que impide que éste pueda crecer, producir bienes y servicios y contratar nuevo personal.

Los altos impuestos, que se siguen de un alto gasto público, además, deterioran los incentivos para invertir. Según explica la Tax Foundation de Estados Unidos, “en el mundo globalizado de hoy, el capital puede moverse con facilidad. Las empresas pueden elegir invertir en un gran número de países, buscando los mejores retornos. Eso implica que buscarán países donde las tasas impositivas sean más bajas, de manera de maximizar sus beneficios después del pago de impuestos. Si los impuestos en un país son muy elevados, la inversión se irá a otra parte, generando menor crecimiento económico”.

De acuerdo con el Banco Mundial, el gobierno argentino le cobra a las empresas que operan en el país una tasa de impuestos sobre los beneficios empresariales equivalente al 106%, ubicándonos así en el segundo puesto a nivel global.

Más gasto público, entonces, es más impuestos, y esto lleva a menos inversiones, menos inversión y menos empleo.

El gasto genera ineficiencia económica

Por último, deben analizarse los incentivos con los que gasta el Gobierno. En su famoso trabajo de divulgación titulado “Libre para elegir” Milton y Rose Friedman explicaban que había cuatro formas de gastar el dinero:

– o gasto mi dinero en mí

– o gasto mi dinero en otros

– o gasto el dinero de otros en mí

– o gasto el dinero de otros en otros.

Entre estas cuatro formas, la primera es la más eficiente porque los incentivos llevan a que se busque minimizar el gasto pero maximizar la calidad de lo que se compra, optimizando los recursos. En el último caso –que es el de la política– los incentivos son los peores.

Como el dinero es de otros (impuestos), no hay problemas si se gasta de más, y como los receptores de los bienes que compro con ese gasto son otros (subsidios), entonces nadie se preocupa por la calidad de lo que se adquiere.

Finalmente, dados los incentivos que los políticos tienen para gastar el dinero, el alto gasto público refleja un alto grado de ineficiencia económica que, a la postre, se paga con una menor tasa de crecimiento. No extraña, entonces, que nuestro país sea uno de los que mayor gasto público tenga en toda la región y que, al mismo tiempo, sea el que menos ha crecido en los últimos años.

Para finalizar, hay al menos tres motivos de peso para bajar el gasto público. Si el gobierno está genuinamente interesado en una recuperación sostenible, no debería ignorarlos.

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Sigue a @ivancarrino