Trump pretende ocultar fiascos

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 5/4/20 en:  https://independent.typepad.com/elindependent/2020/04/trump-pretende-ocultar-fiascos.html#more

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No hay duda que la dictadura de Maduro ha acentuado las barrabasadas de Chávez en tierras venezolanas por lo que la población se encuentra en la miseria más horrorosa, donde no hay comida ni medicamentos y ni siquiera en el país del petróleo se encuentra nafta en el contexto de un descalabro monetario colosal y de persecuciones inmisericordes a los opositores civiles y militares.

Como hemos hecho notar frente a reiterados golpes contra las instituciones republicanas es indispensable el contragolpe como derecho elemental a la resistencia a la opresión recomendado como defensa propia por todos los constitucionalistas más reputados del mundo libre. La pasividad desemboca en un suicidio colectivo. Incluso con la debida precaución y responsabilidad es concebible que a través de la carta de la Organización de Estados Americanos se aliente y contribuya al derrocamiento de tiranías insoportables como la venezolana.

Pero habiendo dicho esto, por una parte, desconfiamos grandemente del actual presidente de Estados Unidos y su pastosa decisión de que la flota de la marina estadounidense se aposte en las costas del país caribeño debido a que actúa a contracorriente de los extraordinarios valores y principios de los Padres Fundadores.

En una sociedad libre cualquiera puede discrepar con lo que apuntan los medios pero lo que no es admisible es que se eche a un periodista de la Casa Blanca como si su circunstancial ocupante fuera el dueño del lugar, además de lo impropio de la falta elemental de consideración con la libertad de expresión como bastión fundamental del sistema republicano. Recordemos que Jefferson ha dicho que «entre un gobierno sin libertad de prensa y libertad de prensa sin gobierno, prefiero esto último».

También es necesario subrayar las «cajas destempladas» con que ha tratado Trump a fallos judiciales que le son adversos, el maltrato a gobernantes de países tradicionalmente aliados con sus absurdas «guerras comerciales» y su nacionalismo compatible con el tercermundismo. Hay que tener muy presente su desplante frente a los acontecimientos en Charlottesville cuando desfilaron energúmenos alzando la tenebrosa insignia nazi, oportunidad en la que el presidente consideró al grupo como «buena gente» equiparándolo a otra marcha integrada por personas que se oponían a la antes mencionada manifestación, todo digno de un patán.

En el terreno económico la administración Trump ha elevado exponencialmente la deuda y el gasto públicos. Su reducción impositiva y los consecuentes efectos positivos son solo un aspecto parcial del cuadro de situación. Esto recuerda la entrega de espejitos de colores a los indios para establecer instituciones esclavistas como la mita y el  yanaconazgo. Hay quienes se quedan con esto y hacen la vista gorda a la declinación en modales republicanos y atropellos al decoro y a la división de poderes, en definitiva fabricando un Leviatán más adiposo en el contexto de repetidas muestras de xenofobia, lo cual no puede ser más a contracorriente de la más deslumbrante tradición estadounidense.

En lo personal he escrito un libro titulado Estados Unidos contra Estados Unidos editado primero por el Fondo de Cultura Económica y más recientemente por Unión Editorial de Madrid donde me detengo a explicar el lamentable declive de ese extraordinario país por desatender los sabios consejos de los Padres Fundadores.

Muchos de los antiguos colaboradores de Trump ahora lo critican severamente como, por ejemplo, su ex Secretario de Estado, Rex Tillerson -durante décadas CEO de Exxon Mobil, la tercera empresa de mayor facturación en el mundo-, quien ha dicho públicamente que «Trump no tiene la menor idea de lo que significa el comercio libre» y que «muchas de las cosas que afirma no se condicen con la realidad de los hechos».

Incluso en temas muy trascendentes desde el punto de vista moral y científico como es el desatino del aborto, Trump era partidario hasta entrada su campaña presidencial  situación en la que los asesores le dijeron que su base en el Tea Party estaban decididamente en contra lo cual lo hizo cambiar revelando una frivolidad digna de mejor causa.

Su biografía best-seller The Art of the Deal que publicó Tony Schwartz, ahora afirma este autor en los medios que ha «llegado a la conclusión que Trump está desequilibrado y carece de las condiciones para mantenerse en el cargo».El célebre periodista Bob Woodward ha publicado un libro revelador de los atropellos de Trump que lleva el sugestivo título de Miedo. Trump en la Casa Blanca.

Debido a las muchas reservas morales que aun existen en Estados Unidos, es de esperar que no tarde en producirse una reacción saludable en dirección a los antes referidos consejos de los fundadores de esa gran nación, aunque se vislumbran candidatos y candidatas en las filas del Partido Demócrata que prometen agudizar el tamaño del aparato gubernamental. Esto constituye un serio peligro, lo cual no justifica lo actuado por el actual Presidente.

Afortunadamente hay algunas expresiones muy estimulantes en el propio Partido Republicano, por ejemplo, las declaraciones reiteradas y la publicación de un sustancioso libro por parte de Jeff Flake del riñón del republicanismo que lleva el mismo título del legendario Barry Goldwater: The Conscience of a Conservative. Flake, quien es conocido por sus notables discursos en el Senado, sostiene que «Trump no puede seguir en la presidencia puesto que no solo ofende la confianza del pueblo sino que ha dejado de lado lo mejor de la tradición del Partido Republicano». A todo este cuadro de situación debe agregarse la pésima, contradictoria y vacilante actitud respecto al tema del coronavirus.

Ahora la Reserva Federal por sugerencia de Trump y aprobación del Congreso acaba de autorizarse una colosal expansión monetaria lo cual en medio de la sustancial retracción de la actividad económicas debido a la referida pandemia, conducirá a la postre a un serio problema de deterioro monetario.

Todo esto por un lado, pero por otro Estados Unidos queda mal parado al apartarse sistemáticamente de lo aconsejado por el General Washington en 1795 en cuanto a los severos inconvenientes y peligros de intervenir militarmente en otros países. Es que las intervenciones militares de ese país en el extranjero han terminado mayormente en fracasos colosales: Corea, Vietnam, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Republica Dominicana, Haití, Irán, Somalía, Bosnia, Serbia-Kosovo, Iraq, Afganistán y Siria.

Entonces estimamos que esta maniobra de Trump respecto a la tiranía venezolana es muy riesgosa y puede terminar muy mal para los intereses del mundo libre por más que se logre reemplazar la casta insoportable de Maduro que en este cuadro de situación es difícil predecir donde irá a parar la situación. Recordemos que incluso luego de la Segunda Guerra Ludwig Erhard tuvo que rechazar las propuestas descabelladas de los generales estadounidenses para liberar a Alemania de las garras del estatismo. Es indispensable conducirse con pies de plomo en vista de los antedichos antecedentes y requerir la coordinación de otros referentes políticos de peso, sensatos y prudentes en caso de que las Fuerzas Armadas venezolanas no puedan desprenderse del Leviatán que oprime a esa nación hermana en un imprescindible contragolpe.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

 

Políticos ricos, pueblos pobres

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2019/11/politicos-ricos-pueblos-pobres.html

 

La aparente paradoja por la cual líderes políticos que sostienen y defienden un discurso «de izquierda» (socialista, valga la aclaración en estas épocas de alta confusión semántica) ganan adhesiones y elecciones al mismo tiempo que se hacen ricos cuando alcanzan alguna cuota de poder, e inmensamente ricos cuando asumen todo el poder posible sin perder seguidores y adictos sino -por el contrario- incrementarlos tiene explicación -en mi opinión- en lo siguiente:
La ideología marxista se ha extendido por todo el planeta y domina la mente humana, claro que en diferentes grados que van del 1% al 100%. En el extremo del 100% encontramos al marxismo-leninismo, aunque afortunadamente no son muchas las personas que aglutinen explícitamente a esta corriente hoy en dia. Y en escala decreciente al marxismo gramsciano.
Por debajo de ese 100% hallamos a todos los individuos que dicen «no ser» ni comunistas, ni socialistas, ni de izquierdas, etc. pero que, sin embargo, están de acuerdo con opiniones tales como la que «los ricos deben pagar más impuestos y en mayor alícuota que los pobres», que «el gobierno debe redistribuir la riqueza», «igualar rentas y patrimonios», etc. Lo que en los hechos implica aceptar (aunque ellos lo nieguen) que los ricos explotan a los pobres, al menos en alguna medida mayor o menor, pero dar, por cierto -de una forma o de otra- la teoría de la explotación marxista. Niegan para sí mismos el rótulo de marxistas, no obstante, el menor dialogo con cualquiera de ellos y las respuestas a nuestras preguntas denotan que piensan como verdaderos marxistas, mal que les pese.
Poca gente tiene buena opinión sobre el capitalismo, a la vez que está convencida que es el sistema que «domina al mundo», idea que impregna no solo a los pobres sino a sujetos de posición acomodada.
En esta mitología popular el gobierno es el instrumento de «la justicia social» que «debe» combatir al capitalismo «imperante» y destruirlo o -al menos- disminuir su poder, para (acto seguido) redistribuir la riqueza «mal habida» de los «capitalistas» y repartirla entre los pobres. Por eso, el súbdito populista no ve con malos ojos el enriquecimiento de sus cabecillas populistas sino al contrario, lo que ellos «ven» es que cuanto más ricos son los políticos populistas más pobres son los representantes del «capitalismo» mundial o local. Esto explica que personajes nefastos y siniestros como Hitler, Mussolini, Stalin, Perón, Fidel Castro, Chávez, como hoy Maduro, Evo Morales, los Kirchner y muchos otros hayan sido o sean enormemente ricos, porque la mayoría de las masas lo ve como el botín arrebatado a los «capitalistas» que será -hoy o mañana- repartido entre los más desfavorecidos.
Encuentro aquí la razón por la cual lo que yo califico como enriquecimiento por corrupción de los jefes populistas un seguidor populista no lo ve de ese modo y lo defiende de palabra y luego en las urnas con su voto al que -para mí- es un corrupto socialista (en realidad, la corrupción es inherente al socialismo).
Si de algo se culpa a los gobiernos (en esta mentalidad tan popularmente extendida) es de no ser eficaces en cuanto a la expropiación de los capitalistas, y la pobreza se atribuye a esto, y no a su verdadero motivo: la inexistencia de tal «capitalismo» que sólo habita en la mente enfermiza de populistas y socialistas. Los dirigentes populistas inculcan a las masas que el hambre y la miseria no son culpa de los gobiernos «de izquierda» sino de los «de derecha» que «no quieren» combatir al capitalismo. Ellos entienden por «capitalismo» a los grupos empresarios, banqueros y -en algunos casos- grandes comerciantes y punto.
Esto demuestra también porque habitantes de zonas muy pobres o carenciadas votan a gobernadores ricos que los mantienen en esa condición mientras estos lucran de sus impuestos y hechos de corrupción, al tiempo que siguen siendo elegidos masivamente comicios tras comicios. Aun para la persona más ignorante parece «evidente» que no es el gobierno el que lo conserva en ese estado y en la pobreza sino el «maldito capitalismo». Y que cuando la pobreza aumenta es por dos «razones» posibles: o el gobierno donde ello ocurre es ineficaz para combatir al capitalismo, o bien se ha convertido en cómplice de los capitalistas. No existe para dicho tipo de masa ninguna otra explicación, o no están preparados para aceptar razonamientos más profundos y consistentes. Menos aún para aceptar la verdadera causa de la pobreza: la ausencia de capitalismo.
De esta manera se puede entender -aunque no excusar- el hecho innegable de más pobres votando o apoyando implícita o explícitamente a políticos ricos, o justificándolos cuando asumen poderes de facto. Todas las tiranías se disculpan a sí mismas discurseando que se tuvieron que convertir en tiranías para enfrentar «el creciente poder» del «imperialismo capitalista», «grupos económicos», etc. es decir, aceptando el planteo fundamental de Marx y de Engels (la dictadura del proletariado) tan errado por estos como por sus «modernos» continuadores.
Es por eso que los políticos más «moderados» evitan hablar del capitalismo en términos elogiosos, y se cuidan mucho de prometer en sus campañas electorales que si llegaran al gobierno promoverán el capitalismo o medidas afines a este, porque saben que tales declaraciones les restarían votos si las incluyeran en sus plataformas electorales, y porque tampoco la mayoría de ellos cree en ese sistema, excepto cuando suponen utilizarlo para incrementar sus propios patrimonios. Pero desconocen que no se hacen ricos por poner en práctica los principios del capitalismo sino los contrarios al mismo. Dado que lucrar a costa de los contribuyentes no es capitalismo, es simple y llano latrocinio y rapiña.
Cuando un partido quiere desalojar a otro de la competencia electoral no hay arenga más estratégica, demagógica y más efectiva para semejante propósito que acusar a los partidos contrarios de querer defender o representar a «los ricos» y a «los capitalistas», esto genera entusiasmo y apegos entre las multitudes y votantes. Es decir, esta perorata sumada a que en la mente de los sufragantes está implícito el Dogma Montaigne por el cual «la riqueza de los ricos es consecuencia de la pobreza de los pobres» brindan al demagogo la fórmula perfecta para aumentar su caudal de votos en cualquier elección. Por ejemplo, en el caso argentino el peronismo opositor predicó desde el comienzo mismo del mandato del presidente Macri que este «gobernaba para los ricos» (lo que desde luego era falso) y así, finalmente, logró vencerlo en las elecciones respectivas. 

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

La liturgia política del realismo mágico en América latina

Por Constanza Mazzina. Publicado el 28/4/18 en: https://www.clarin.com/opinion/liturgia-politica-realismo-magico-america-latina_0_HkJqCGWTz.html

 

Venezuela no ha dejado de ser noticia. Aunque ni la inflación, ni la escasez de medicamentos y bienes de primera necesidad logran ya conmover al lector.Ni siquiera el pedido que durante el mensaje pascual realizó el papa Francisco para salir de la crisis política y humanitaria que oprime al país. Terminada la VIII Cumbre de las Américas, las exigencias a Maduro por parte de la región han sido exiguas: poco sobre el proceso electoral, nada sobre la crisis humanitaria. Sin embargo, Maduro ha dado un paso más allá, semanas atrás, y propuso un nuevo homenaje a Hugo Chávez: la construcción de una universidad de Ciencias Políticas con su nombre. Efectivamente, de Ciencias Políticas.

La política latinoamericana, históricamente, rebosa en ejemplos de tamaños homenajes: de estatuas a centros culturales, de provincias a universidades. Se impone la rendición del culto al líder.No debería sorprendernos, sino fuera por su persistente anacronía en el contexto real del país caribeño.

La encerrona del presidencialismo latinoamericano pareciera pivotear sobre una épica cuasi-religiosa, enalteciendo las virtudes del caudillo, hasta convertirlo en un semi-dios; olvidando su faceta humana, es decir, sus defectos. Las liturgias políticas llevadas a la calle con obediencia y fe. Porque la fe no se cuestiona. La verdad es una, no muchas.

El hilo invisible que nos recorre, que teje nuestra política está aquí: los políticos -de Perú a Brasil y de Argentina a Venezuela-, tienen una enorme deuda con la sociedad. La renuncia, hace un mes, del presidente de Perú por el escándalo de Odebrecht, la prisión de Lula da Silva por el Lava Jato, son solo ejemplos de una larga lista de corrupción e impunidad en la que mandatarios y ex mandatarios están profundamente involucrados.

La política democrática supone implícitamente el consenso, el diálogo, no la imposición. No hay adoctrinamiento para la vida democrática, hay ejercicio de la libertad responsable. El consenso en América latina se logra por la fuerza, no es una construcción conjunta. Los ciudadanos aprendemos de lo que vemos: no sabemos ponernos de acuerdo, no sabemos dialogar con respeto. Las grietas aparecen y se ensanchan por aquí y por allá.

En lugar de democracia de los acuerdos, de consensos, tenemos así una democracia que no acepta el disenso, que impone el silencio en lugar de la discusión de ideas. Nuestras universidades son testigos silenciosos de nuestra imposibilidad de aceptar el debate crítico. La crítica cuestiona la fe ciega en el líder. Cuando no hay educación, hay adoctrinamiento. Si la ciencia política está llamada a unir teoría con praxis: ¿serían los propios mandatarios alumnos o docentes?

La política peca de irresponsabilidad. Y esto depende de la fortaleza o no de la sociedad civil. Si esperamos políticos con soluciones providenciales, salvadoras, nunca saldremos del círculo del realismo mágico. La historia muestra que las sociedades con menores niveles educativos tienden a brindar mayor apoyo a soluciones autoritarias.

 

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE.

Luego de la marcha el gobierno tiene la palabra

Publicado el 3/4/17 en : http://economiaparatodos.net/luego-de-la-marcha-el-gobierno-tiene-la-palabra/

 

La función del gobierno es, ahora, dejar de dar tantas vueltas con la política económica y terminar con este populismo light

Confieso que nunca fui muy partidario de las marchas, ni aún en las de la era k. Si bien fui a varias o a casi todas en la era k, un gobierno corrupto y con tendencia autoritaria no se amilana ante marchas opositoras. En todo caso libera a sus fuerzas de choque para que agraden a los manifestantes dándole a la policía la orden de liberar la zona y dejar que los grupos de choque atacaran a ciudadanos pacíficos. Lo vimos en la era k. Los corruptos y autoritarios no se asustan por ver a millones de personas pacíficamente protestando en las calles. Vean a Maduro como hambrea y mata a su pueblo a pesar de las multitudinarias marchas que salen a la calle en su repudio. Maduro y los k están cortados por la misma tijera. Corruptos y autoritarios.

Personalmente no veía necesaria la marcha del sábado 1 de abril por dos razones: 1) no creo que estemos en una situación similar a la del 2001 cuando sacaron la gente a la calle y voltearon un endeble gobierno como el de De la Rúa y 2) no me quedaba claro si la marcha era para repudiar el terrorismo reivindicado el 24 de marzo por parte del kirchnerismo o en apoyo del gobierno de Cambiemos.

En lo personal no coincido con la política económica de Cambiemos ni con la política en general. Veo a un gobierno con miedo al cambio. Que en vez de poner orden disolviendo los piquetes que le hacen la vida imposible a la gente decente que trabaja y la matan con impuestos, el gobierno arruga y le da más plata, obras sociales y llama al dialogo a los piqueteros que no están justamente pasando hambre sino queriendo vivir a costa de la gente que trabaja, cuando no intentado conspirar contra el gobierno. Al simple ciudadano que se atrasa con sus impuestos lo persiguen como si fuese el peor criminal de la tierra mientras al piquetero le tienen todas las consideraciones.

En definitiva, veo a Cambiemos como un gobierno más de los tantos que hemos tenido en la historia reciente que no se anima a realizar cambios y se limita a buscar cómo financiar el populismo heredado. Es un gobierno que no tiene tendencias autoritarias pero tampoco comprende las reformas estructurales que necesita encarar para que Argentina entre en una senda de crecimiento de largo plazo.

El punto es que el gobierno de Cambiemos se lo compara con el nefasto período k. Es como comparar el purgatorio con el infierno. Obvio que uno está mejor en el purgatorio, pero no significa que uno esté en el cielo y mucha gente tiende a comparar el gobierno de Macri con el cielo. En mi opinión están exagerando.

Pero ese infierno k volvió al centro de la escena el 24 de marzo cuando lo peor de terrorismo de los 70 y del kirchnerismo salió a recordar a los terroristas asesinos. Las violentas palabras de Bonafini, una mujer llena de odio, resentimiento y violencia, hicieron recordar los 70 con las metrallas terroristas matando gente inocente. A eso se le agregó el hartazgo de la gente con los piquetes diarios, la salvaje huelga docente y el descontrolado acto de la CGT que hizo recordar los enfrentamientos entre el fascismo peronista de los 70 y la izquierda peronista.

Ese combo de atrocidades en que Bonafini es una especie de Herminio Iglesias del peronismo kirchnerista, generaron esta marcha que, en mi opinión, no fue como la del 8N o cuando lo asesinaron a Nisman en cantidad de gente, pero sí fue muy importante. Al menos eso vi en Av. Maipú, frente a la Quinta de Olivos donde fui para ver cuánta gente había.

Cada uno puede tener sus argumentos de por qué se produjo una marcha que ni el gobierno esperaba que tuviera tanta envergadura. Mi visión es que la gente salió a la calle a hacer el trabajo que el gobierno no se anima a hacer. Ponerle el pecho al kirchnerismo destituyente que con desesperación quiere que se caiga el gobierno de Macri.

Mi visión sobre esta marcha era diferente. Primero el gobierno, al que le delegamos el monopolio de la fuerza, debe asumir la responsabilidad de restablecer el orden público terminando con los piquetes. Es falso que si la policía pone orden le van a tirar un muerto para que el gobierno se caiga. Esos son argumentos de miedosos que le tienen tanto pánico al peronismo y que prefieren seguir haciendo populismo peronista para no enfrentar el peronismo.

Y si por poner orden se producía algún intento destituyente por parte del kirchnerismo, entonces sí se justificaba que la gente saliera a la calle a defender el sistema de gobierno.

De todas maneras, la marcha se hizo y me parece que si se hubiera hecho en forma más coordinada, muy probablemente esa marcha se hubiese acercado más al 8N en cantidad de gente.

Como dice mi amigo Dardo Gasparré, la gente salvó al gobierno de Macri que bastante complicado está con las huelgas, los piquetes y la economía que no termina de arrancar. Habrá que ver si el gobierno sabe aprovechar esta oportunidad.

Insisto, creo que le dijo un categórico no a Bonafini y a los grupos terroristas que asolaron la Argentina en los 70 y al kirchnerismo en particular. El miedo de volver a esos años oscuros y al corrupto kirchnerismo que acosa al gobierno con huelgas y piquetes fue el motor que, me parece, movilizó la marcha.

La función del gobierno es, ahora, dejar de dar tantas vueltas con la política económica y terminar con este populismo light, al tiempo que le corresponde utilizar el monopolio de la fuerza para terminar con los piquetes aunque tenga que pagar costos políticos. Para eso se lo votó. Para que ejerce el monopolio de la fuerza en defensa de la población, no para que lo use de acuerdo a sus conveniencias políticas de cara a las próximas elecciones.

Unas semanas atrás Alejandro Rozitchner decía que dudaba si el país estaba a la altura de sus decisiones. Según él, no las de Macri sino si la gente estaba a la altura de lo que había que hacer. La marcha del otro día mostró que la gente está a la altura de defender un sistema republicano a pesar de tener un gobierno que no termina de entender el problema económico institucional. Veremos si ahora el gobierno está a la altura de la respuesta que la gente le dio al kirchnerismo y al terrorismo con un contundente rechazo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Un año de Cambiemos

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 4/12/16 en: http://economiaparatodos.net/un-ano-de-cambiemos/

 

Falta que el gobierno comience a cambiar el discurso populista por un discurso que hizo grande a Argentina: me refiero al discurso de la cultura del trabajo

A punto de cumplirse un año desde que asumió Macri la presidencia, en mi opinión se observan cambios muy relevantes y estancamiento en otros.

Basta con recordar los discursos de violencia verbal de Cristina Fernández buscando enfrentar a la sociedad y compararlos con los actuales discursos de Macri en que prima la buena educación, el respeto hacia el que piensa diferente, como para reconocer un cambio de ambiente que tiende a pacificar los espíritus. Se podrá disentir con muchas de las cosas que dice Macri, pero eso no pasa de visiones diferentes sobre cómo recuperar la prosperidad de la Argentina. Francamente no recuerdo, en todo este año, una sola palabra descalificadora de Macri hacia nadie como solía hacer CF con su famoso abuelito amarrete, el empleado de la inmobiliaria escrachado en cadena y mil cosas más.

Tampoco los discursos de Macri están montados en una escenografía en la que se convoca a los aplaudidores de siempre como hacía CF. Necesitaba de los aplausos para satisfacer su inmenso ego. Para algunos estos puntos podrán resultar indiferentes o superficiales, para mí hacen a la convivencia de un pueblo civilizado y respetuoso. A la buena educación de sus gobernantes, punto de partida para construir un país. Y el ejemplo de convivencia y respeto ahora parte del presidente de la nación, cuando antes partía de la boca de CF el resentimiento, la agresión y la descalificación.

Otra cosa valiosa para mí es haber recuperado los actos patrios como actos patrios no como actos partidarios en los que solo había banderas de La Cámpora, imágenes del Che y fotos de NK, uno de los corruptos más grandes de la historia argentina.

Aún con las fuertes diferencias que tengo con el gobierno en materia de política económica, no puedo dejar de reconocer que el gobierno de Macri nos ha devuelto el sentido de Argentina para todos los argentinos y no para una fracción de fanáticos al estilo fascista.

No es tema menor que Argentina haya recompuesto relaciones con los países que respetan los derechos individuales. Hoy tenemos una mejor relación con el mundo civilizado. Nuestros funcionarios ya no se juntan con genocidas como Fidel Castro o el tirano Maduro y su corrupto régimen chavista.

El punto más débil del gobierno está en la política económica y en su discurso al respecto. Por el momento ha sido incapaz de avanzar en reformas estructurales del sector público, en materia impositiva, reforma laboral y otros puntos clave. Por el contrario, se ha limitado a cambiar la forma de financiar un déficit fiscal descomunal. El kirchnerismo lo financiaba con expropiaciones y emisión monetaria y el macrismo recurre al endeudamiento para cubrir el bache. Cambió la forma de financiar el déficit pero no se intentó disminuirlo, por el contrario, aumentó. Además sigue usando el tipo de cambio como ancla contra la inflación al igual que la mayoría de los gobiernos anteriores, incluido el kirchnerismo.

El gasto público no se anima a bajarlo y hacen recaer todo el peso del ajuste de la economía sobre el sector privado, que continúa perdiendo puestos de trabajo mientras que en el sector público y su legión de ñoquis heredada parece intocable. Es como si hubiese ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Los empleados estatales, en sus tres niveles, son intocables y no pueden perder sus puestos de trabajo porque hay que evitar el conflicto social. Pero que el sector privado pierda 105.000 puestos de trabajo entre diciembre pasado y agosto, parece no importarle a nadie del gobierno.

Uno comprende que décadas de populismo y el destrozo heredado de los últimos 12 años no permiten solucionar todo de un día para otro. Ni siquiera pasa por mi mente creer que el déficit fiscal heredado pueda eliminarse en un año. Lo que me preocupa es el discurso económico del gobierno por el cual el “asistencialismo” sigue siendo un derecho en vez de un apoyo transitorio que el contribuyente, no el gobierno ni el estado, le otorga a determinadas personas. Se insiste con que son derechos adquiridos y eso hace que el macrismo contribuya a consolidar los valores que destrozaron la Argentina. En vez de defender la cultura del trabajo, insisten con defender la cultura de la dádiva.

Por otro lado, la política impositiva sigue tratando a los que trabajamos en blanco como esclavos que tenemos que mantener a una legión de planeros, empleados públicos y demás gastos inútiles del estado. Gastos que se solventan con el trabajo de gente decente que es saqueada impositivamente para sostener un estado sobredimensionado propio de los sistemas fascistas y populistas.

De nuevo, no digo que de un día para otro se solucione el monumental problema fiscal heredado, pero sí esperaba que de un día para otro el gobierno empezara a tener un discurso diferente al populismo que nos viene hundiendo desde hace décadas.

En síntesis, en estos 12 meses se ha logrado frenar las políticas de confrontación del kirchnerismo y tenemos un comportamiento mucho más educado y presentable ante el mundo y ante nosotros mismos.

Falta que el gobierno comience a cambiar el discurso populista por un discurso que hizo grande a Argentina: me refiero al discurso de la cultura del trabajo, de respetar la propiedad privada y, particularmente, dejar de tratarnos a quienes pagamos impuestos como esclavos a los que hay que humillar impositivamente para que el gobierno mantenga el poder y otros vivan a costa de nuestro trabajo.

Veremos si al comenzar el segundo año de mandato el gobierno cambia el rumbo de su discurso que todavía está impregnado de populismo o mantiene el rumbo decadente de la cultura de la dádiva.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

SOBRE EL TRIUNFO DE TRUMP.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 13/11/16 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2016/11/sobre-el-triunfo-de-trump.html

 

Si han leído mi entrada anterior a las elecciones(1), podrán advertir que ni Trump, ni Hilary, ni Johnson, eran mis opciones. En realidad con esa entrada podría considerar el asunto por concluido. Pero ante los cosas que se están diciendo y las reacciones que ha producido el triunfo de Trump, consideré prudente agregar algo más de confusión al asunto J. 🙂

  1. ¿Por qué ganó Trump?

En primer lugar, por la falta de liderazgo de los propios republicanos. No tuvieron alguien que supiera combinar la espontaneidad de Trump con posturas y una historia personal más seria y menos caricaturezca. Cualquiera que haya visto los debates republicanos se podía dar cuenta que una Carly Fiorina, un Cruz, un Rubio o un Rand Paul eran candidatos ideológicamente más sólidos y personalmente más presentables. Pero su estilo –igual que los demócratas- es ese estilo que, para que me entiendan bien los libertarios y liberales clásicos, podríamos llamar “racionalismo constructivista en política”. Una excesiva profesionalización y planificación de cada discurso, gesto, actitud, que lleva a la inautenticidad y a la falta de espontaneidad. O sea, un liderazgo inauténtico como la existencia inauténtica de Heidegger. Hay un electorado que está demandando un mayor orden espontáneo –orden, no caos- ese orden que espontáneamente surge, sin tanta planificación, cuando hay un ser-sí-mismo muy profundo y un apasionamiento del corazón que se traduce en el discurso. Lo que tuvieron un Reagan, un Kennedy, un Mandela o un Gandhi. No es que ahora no lo tengan porque son figuras casi imposibles de encontrar. En parte no lo tienen porque confían en ese racionalismo constructivista político aunque lean a Hayek y a su orden espontáneo. Trump jugó el papel de la espontaneidad, dio al electorado lo que muchos deseaban: alguien que, precisamente, no fuera ese político profesional que tanto los decepcionó.

Claro, ojalá no hubiera sido despectivo con las mujeres, casi racista con los mejicanos, grosero con McCain, con periodistas y hasta con bebés. Pero la gente está –y no sólo en los EEUU- muy asustada, y el miedo produce a Hobbes. Y los intelectualoides demócratas y europeos no parecen estar dando frente a ISIS “y el desconocido” las respuestas necesarias. EEUU se forjó precisamente de inmigrantes que huían de tiranías, diferentes pero iguales en su búsqueda de la libertad. Pero los tiempos han cambiado y luego de la 2da guerra los líderes liberales clásicos y libertarios no han sabido educar al votante en una fórmula que una, nuevamente, el espíritu inmigratorio y pacífico con una sólida defensa en política exterior. Por ende, muchos callaron pero decidieron perdonarle a Trump sus excentricidades políticamente incorrectas y secretamente decidieron votarlo, con sistemas de comunicación que aún no han comprendido los analistas y encuestadores tradicionales: con redes informales que van más allá del llamado “dato” que, por lo demás, nunca existió.

Por lo demás, los republicanos no supieron explicar al votante los beneficios del libre mercado, de las fronteras abiertas, para el aumento del empleo a nivel local. No supieron tampoco educar ese miedo ni se atrevieron a presentar francamente –con ese nuevo liderazgo que no tenían- la eliminación del welfare state. Trump, que no entiende mucho de economía, afirmó una relación inversa entre empleo local e inmigración que muchos soñaban escuchar, encerrados en la misma confusión de Trump. No sé si el muro –que por lo demás ya existe, se llama aduana, se llama visado, etc– se llegará a construir o no, pero allí también Trump apeló al inconfesable miedo al extranjero y obtuvo su masiva cantidad de votos inconfesables. Y, de vuelta, le perdonaron sus rarezas y lo votaron. Dejando de lado a todos los que verdaderamente siempre fueron medio misóginos y racistas y lo votaron felices.

Por otra parte, los que critican a Trump por el muro, ¿qué autoridad moral tienen? ¿Acaso no están de acuerdo con pasaportes, visas, aduanas y controles para sus propios países? ¿Qué, todo ello no es un muro porque NO sea una pared de cemento? Sólo los liberales clásicos, que hemos sido ridiculizados por nuestras propuestas de eliminación de fronteras, tenemos la autoridad moral para estar en desacuerdo con Trump. Qué graciosos, especialmente, los estatistas argentinos, tan “anti-muros”, ahora…………….

Tres, Trump ganó porque Hilary es un desastre. Jamás hubiera sucedido esto con un Obama II que, obviamente, no existió. Hilary –no juzgo su conciencia- tiene (no digo “es”) niveles de corrupción espantosos para el electorado norteamericano. Los chanchullos de la Fundación Clinton son infinitos. Por lo demás, su política exterior fue muy equivocada. No identificaron bien al terrorismo islámico, dejaron solo a Irak, comenzaron a pelearse con el genio hobbesiano –dije hobbesiano- de Putin y prácticamente ella y Obama dejaron morir de la peor forma al embajador norteamericano en Libia. Hilary es antipática, no conecta con el electorado, sus sonrisas son más dibujadas que las de Jack Nicholson en Batman y representó por ende ese político ultra-profesional que muchos demócratas también estaban cansados de ver, o estaban muy acostumbrados al charming de Obama.

  1. Las reacciones ante el triunfo de Trump.

Pero lo más interesante es la histeria de la izquierda mundial ante lo que para ellos simboliza Trump, que raya en el paroxismo, en el ataque psicótico de explosión de todos sus más profundos prejuicios, en sus más profundas iras autoritarias y en sus más bochornosas hipocresías y dobles estándares.

Lo más tragicómico es: ¿pero quién miércoles se creían que era Hilary Clinton? ¿La hija de Gandhi y la Madre Teresa? La calma que todos tenían ante un eventual triunfo de Hilary represente la confusión ideológica mundial. ¿Qué es lo que tenía a todos tan tranquilos? ¿Su mayor intervencionismo económico, que iba a acelerar la baja en la productividad norteamericana? ¿Sus mayores impuestos, que por supuesto iba a afectar a los más carenciados? ¿Su mayor gasto público, que iba a llevar la deuda pública de EEUU hasta el paroxismo y a lo que mejor no quiero ni explicar? ¿Su persecución enfermiza a los católicos y a su libertad religiosa? ¿Su alianza total y completa con Planned Parenthood, su abortismo cruel, capaz de matar a un niño completo si era necesario? ¿Ante eso estaban todos tan tranquilos? La pura verdad es que si: como una ideología propagandística y una cruel espiral del silencio, todo ello se ha impuesto como lo políticamente correcto y el paraíso en la Tierra. Mayores controles, mayor gasto, más estado, más impuestos, menor libertad religiosa, aborto para todos, salud reproductiva e ideología del género para todos y obligatoria, nazifeminismo inquisitorial, homosexualismo inquisitorial, ecologismo unido a estatismo, y todos felices y contentos. ¡Felicitaciones mundo entero! Con razón no iba a haber marchas anti-Clinton, con razón todos los tiranuelos y todas las izquierdas europeas se iban a levantar el Miércoles tan relejados.

Por lo demás, muy interesante escuchar el latiguillo de la dialéctica de los brutos pro-Trump y los ilustrados pro-Hilary. Conozco perfectamente el mundillo intelectual de la izquierda. Leen a Marx, a Hegel, a la Escuela de Frankfurt, a los postmodernos, a Keynes, a John Rawls. Si, son muy cultos, leen todos esos autores, en su lengua original si es necesario, mientras asisten a la Opera y van a las librerías en el New York de Manhatan. Pero, ¿de qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma? ¿De qué te sirven tantas letras si luego conduces al mundo al infierno? No quiero nombrar a grandes filósofos cuyas posiciones políticas eran peores que las del mismo Maduro –sí, así- para no ofender a sus seguidores, pero creo que habría que distinguir entre la soberbia del saber humano y la sabiduría humilde que, con universidad o sin ella, conoce –por con-naturalidad, dice Santo Tomás- la verdadera virtud. Así que, si alguien votó a Trump porque compartía su misoginia y sus tosquedades, ok, sí, mal, pero muchos lo votaron sin tanto John Rawls y con más sentido común –sobre todo, el rechazo a Hilary-. Ni qué hablar de quienes lo votaron sopesando males menores, con tanta o más formación que los soberbios demócratas: snobs bien vestidos, con Inglés bostoniano, que no tienen inconvenientes en apoyar las aberraciones morales más terribles.

Además, en ese desprecio izquierdoso al votante promedio norteamericano no se advierte cuál fue la verdadera sabiduría de la revolución de 1776. Por un lado sus intelectuales –un Jefferson, un Paine, etc- no eran Hegel, precisamente, pero gracias a Dios que no lo fueron. Jay, Madison y Hamilton eran gente de derecho, no de utopías platónicas que se terminan vendiendo al tirano de Siracusa de turno. Los europeos no logran entender, aùn, la superioridad norteamericana sobre su supuestamente gran Europa. Esa Europa de grandes filósofos que la terminaron hundiendo en los totalitarismos más deleznables de la historia, de los cuales sólo los salvaron los tanques norteamericanos y la valentía de un Reagan, que, gracias a Dios, no leía a los postmodernos franceses. Pero no es sólo cuestión del seguro medianamente inteligente Jefferson versus el seguramente genio Hegel. Lo que casi nadie entiende es que la revolución norteamericana fue –con un fue que es- la revolución de granjeros, comerciantes, dueños de barcos, de granos y de plantaciones de té que vivían sencillamente en los derechos individuales del common law británico, que, cuando Jorge III los conculcó, a la miércoles con Jorge III. Así de simple y sabio. No fue una utopía pensada in abstracto y luego aplicada a la fuerza. Fue el derecho a la resistencia a la opresión. Eso aún existe en EEUU y los “intelectuales” que, precisamente, se pasan la vida atacando al liberalismo clásico, jamás lo van a entender, y se pasarán la vida despreciando e insultando a ese sabio comerciante que habla en sujeto, verbo y predicado y que gracias a Dios NO entiende la expresión “espíritu absoluto”.

 

Finalmente, las reacciones histéricas de muchos, desde los que saquean y destruyen hasta los que orinan en la vía pública sobre la foto de Trump, no muestra más que la auténtica violencia explosiva que tienen dentro los supuestos demócratas, pacifistas e “ilustrados”, sí, cuando ganan. Una violencia terrible  porque, para ellos, Trump es el símbolo de todo lo que odian: el capitalismo, el libre comercio, la verdadera libertad. Curiosamente, Trump no es eso. Es un líder intuitivo y autoritario que hará alianza con Putin y se dividirán el mundo. El mundo sigue lejos del liberalismo clásico, y con Hilary hubiera sido peor. Mientras tanto, Trump sigue teniendo en esa izquierda histérica su mejor aliado. Trump es GORT. Lo dejaron plantado los Clinton.

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(1) http://gzanotti.blogspot.com.ar/2016/10/reflexiones-sobre-la-actual-politica.html

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Cuba Y Venezuela, La Paradoja De La Historia

Por Armando Ribas. Publicado el 28/6/16 en: http://institutoacton.org/2016/06/28/cuba-y-venezuela-la-paradoja-de-la-historia-armando-ribas/

 

No puedo menos que apreciar la posición adoptada por el nuevo secretario de la OEA Luis Almagro respecto a la situación en Venezuela. Evidentemente el organismo ha dado un paso hacia delante en defensa de la libertad, decididamente contrastante con el que fuera bajo la dirección del chileno José Miguel Insulza. Al respecto recuerdo que cuando la OEA decidió echar a Honduras de la OEA por haber destituido a su presidente, Insulza con el apoyo de Estados Unidos le pidió a Fidel Castro que entrara en la OEA. Por supuesto Fidel Castro se negó.

Hoy en Venezuela se encuentra muerta la libertad, y en razón de ello el nuevo secretario de la OEA está planteando la necesidad de un diálogo del gobierno con la oposición. Igualmente ha propuesto que se acepte por parte del gobierno el referéndum para que el pueblo decida si el presidente Maduro continúa en el poder. Demás está decir que la posibilidad de que Maduro acepte estos presupuestos lo considero un sueño de una noche de verano. Pero más aún ha propuesto la obligación del presidente de liberar  a todos los presos políticos venezolanos.

A esta batalla se ha unido el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, así como el actual presidente Mariano Rajoy. La posición respecto a la situación venezolana parece haberse convertido en el hito en discusión en las próximas elecciones españolas. Recientemente los gobiernos de Argentina, Chile y Uruguay presentaron un comunicado pidiendo un llamado a un diálogo político en Venezuela. O sea apoyando la posición de Almagro al respecto. Por supuesto Maduro se ha opuesto paladinamente a todas estas propuestas y en particular a Almagro. A quien ha insultado ordinariamente. Todas estas sugerencias internacionales han sido consideradas por Maduro como la provocación de un golpe de estado legal iniciado por el imperialismo americano.

Permítanme pasar a un tema preocupante y que a mí me causa la mayor tristeza y desesperanza. Yo no puedo entender toda esta retórica favorable a defender la libertad en Venezuela, al tiempo que Obama con la anuencia y colaboración del Papa, llega a un acuerdo con Raúl Castro de reiniciar las relaciones internacionales de los dos países. Y más parece ante el mundo que la culpa de la pobreza cubana la habría tenido el embargo americano. Así aparentemente se ignora en el mundo Occidental, incluido América Latina la falta de libertad de los cubanos, los crímenes de los Castro y la formación de la guerrilla latinoamericana en la década del setenta.

Asimismo me pregunto cómo se puede ignorar que el Socialismo del Siglo XXI, no ha sido más que un proyecto venezolano para alcanzar por otra vía el poder absoluto que reina en Cuba. Y digo reina, pues el medio no ha cambiado por el acuerdo con Estados Unidos. Nadie pide que se liberen a los presos políticos en Cuba, y se sabe que desde la firma del acuerdo a la fecha se han apresado a unos 50.000 cubanos. Recientemente la escritora cubana Yoani Sánchez escribió al respecto del acuerdo de Raúl Castro con el otro país más totalitario del mundo que es Corea del Norte. Ella sostiene: “En un mundo donde en la sociedad civil los llamados a respetar los derechos humanos y los movimientos que impulsan el reconocimiento ideal de la libertad se hacen escuchar cada vez más alto, resulta difícil que el gobierno cubano explique sus relaciones con el último dictador de Europa”.

Evidentemente el gobierno venezolano pretende ignorar las propuestas de diálogo del resto del mundo. Y la dictadura prevaleciente se basa en la continuidad del poder absoluto. Por supuesto allí está presente el principio de Macchiavello: “El príncipe no puede controlar el amor, pero si el miedo”. Pensar que Maduro, cuya personalidad y su carácter político es un hecho indiscutible pueda aceptar un diálogo democrático que lo destituya del poder en nombre del pueblo, es cuanto menos una candidez política. En Venezuela por una parte prevalece el poder militar en manos de Maduro y su adlátere Diosdado Cabello. Y en el ámbito constitucional todo parece indicar que el poder judicial depende del gobierno. Y como reconociera Adam Smith: “Cuando el Poder Judicial está unido al Ejecutivo, la Justicia es no más que eso que se reconoce vulgarmente como política”.

Otro aspecto a considerar en el caso de Venezuela es que tal como sostiene un movimiento político de jóvenes que me entrevistara recientemente, sostiene que la oposición también es socialista. Y por supuesto ya debiéramos saber que la dictadura comunista es un proceso político, pero el socialismo es el determinante de la pobreza. Tal fue el caso de Cuba a partir de 1959, cuando el país tenía el nivel de vida más elevado de América Latina y después Venezuela con la llegada de Chávez y su sucesor Maduro a lo que se ha unido la caída en el precio del petróleo.

Por otra parte no puedo evitar el insistir en el hecho de que tal como había predicho Nietzsche en su “The will to power” (La voluntad de poder) “La democracia y el socialismo son lo mismo”. Y ahí tenemos el caso de la Unión Europea. La realidad histórica y filosófica política es que muestra que cuando los derechos son del pueblo se violan los derechos individuales. La economía que creó el sistema político que permitió la libertad en el mundo por primera vez en la historia se basó en la conciencia de la naturaleza humana y por consiguiente la necesidad de limitar el poder político. Y como bien señala David Hume: “El problema no son las mayorías sino las asambleas que pretenden representarlas”.

Recordemos entonces que como bien dijera Séneca: “Para el que no sabe dónde va, nunca hay viento favorable”. Y esta es el problema que existe hoy en el mundo incluido los Estados Unidos, donde todo parece indicar que se ignoran los principios de los Founding Fathers. Según ya se sabe Obama ha violado la Constitución americana. Y ni qué decir de la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, la Sra. Hillary Clinton. Toda mi discusión parece ser de un pesimismo histórico, pero el mismo no es más que una preocupación por la realidad que estamos viviendo. Así podemos ver también que el embajador americano en Venezuela Michael Fitzpatrick exigió la liberación de los presos políticos, denunció el bloqueo a las iniciativas de la Asamblea Nacional y dio un respaldo al referéndum revocatorio contra Maduro. Todo ello al tiempo que Obama visita a Raúl Castro en la Habana y se permiten los vuelos entre Cuba y Estados Unidos. Y para terminar cito nuevamente a  José Martí: “Ver cometer un crimen en calma, es cometerlo”.

 

Armando P. Ribas, se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. Obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas, Texas. Es abogado, profesor de Filosofía Política, periodista, escritor e investigador y fue profesor en ESEADE.

La libertad ganará:

Por José Benegas: Publicado el 30/9/15 en: http://josebenegas.com/2015/09/30/la-libertad-ganara/

 

La libertad va a ganar, es cuestión de tiempo. Si en este momento hay una ola furiosa para destruirla, llegando al punto de negar todo fin individual, como lo hizo el rock star pope Francisco, o rechazar a la austeridad como un parámetro para el gobierno, como hizo el nuevo líder del laborismo británico Jeremy Corbyn, o proliferan los líderes confiados que compiten por decir insensateces como Pablo Iglesias, la paciente psiquiátrica Kirchner, el personaje de comedia Morales o los dictadores a lo Woody Allen Maduro y Correa; si las universidades cooptadas a los codazos por esa izqueirda, tienen que defender anticonceptos, promover el control del pensamiento y los noticieros de la misma fe tienen que hacer de cada tormenta una factura para la gente que actúa para progresar, es porque esa ensalada de delirio contra el sentido común, es todo lo que tienen. Esta es la ola desesperada de los que piensan que no tienen ningún rol que cumplir si se excluye el uso de la fuerza para sus cruzadas morales, que son inmorales.

Ellos parecen ser conscientes de que si no destruyen todo, cosa que no podrán, la gente será libre. Nuestro trabajo es contestar tonterías.

 

 

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.

Leopoldo López se equivocó

Por Belén Marty: Publicado el 18/9/15 en: http://esblog.panampost.com/belen-marty/2015/09/18/leopoldo-lopez-se-equivoco/

 

Al entregarse a una justicia corrupta le terminó dando legitimidad al régimen de Nicolás Maduro, en vez de quitársela, como era su intención

Leopoldo López se equivocó radicalmente al entregarse a la justicia venezolana.

El político fue acusado por la Justicia de este país por incitación a la violencia y otros delitos relacionados con las protestas estudiantiles del 12 de febrero de 2014.

El activista y político, con la intención sincera de entregarse, logró el efecto inverso. Al tirarse sin paracaídas en manos de la Justicia títere de Maduro lo que terminó haciendo fue legitimar la justicia y el Gobierno “chavista”.

Su esposa, la guapa Lilian Tintori, precisó en una entrevista publicada un año después del arresto de su marido que él se había entregado para quitarle la máscara a Nicolás Maduro.

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¿De qué máscara está hablando Tintori? La entiendo como puedo en su pesar, pero Venezuela dejó de ser una democracia hacia ya varios meses, si acaso no años. El presidente Maduro no gasta tinta en simular lo que es: el jefe de una verdadera nación populista.

Guillemo O’Donell, un reconocido politólogo argentino, escribió sobre las democracias delegativas en contraposición con las democracias representativas. Las delegativas tienen, explica el autor, una legitimidad de origen devenido de elecciones libres y competitivas.

Sin embargo, estas democracias carecen de los contrapoderes que reinan en las democracias consolidadas, en donde hay equilibrios, transparencia y respeto por las leyes y un sistema jurídico independiente.

Venezuela hoy, no es, a mi juicio, ni siquiera una democracia delegativa. La libertad de expresión, de prensa y el derecho a la propia defensa no se ven ya potencialmente amenazados sino que las violaciones a los derechos individuales parecen ser más la regla que la excepción.

Con la condena a casi 14 años de prisión militar la Justicia venezolana es ya, sin lugar a dudas, el brazo derecho del Leviatán Maduro. Haberse entregado al monstruo significó someterse a sus reglas de juego que implican la desaparición de gran parte de los derechos de los venezolanos.

El problema, entonces, fue haberse sentado a jugar ese juego.

Por el contrario, Marco Coello, el estudiante que fue acusado con los mismos cargos que Leopoldo por aquellos incidentes de febrero de 2014, se fue del país antes de que se conociera su sentencia.

No esperó a escuchar lo obvio. Se escapó, como sostuvo en una entrevista con la CNN, porque en Venezuela “no hay estado de Derecho”.

Precisó, además, que seguirá su lucha por la liberación de los presos políticos desde Estados Unidos, donde puede expresarse sin terminar preso.

Negar lo que es Venezuela hoy es negar la realidad. Sería parecido de alguna manera a decir que en Cuba existe la libertad de expresión. ¿Puedo gritar lo que quiera en Cuba? Sí. ¿Tiene eso una consecuencia? ¡Claro que sí! Seguramente termine uno preso si lo que grita es alguna consigna anticastrista.

Entonces, la única manera de ganar el juego del poder en Venezuela es deslegitimar al Gobierno de Maduro. Porque si entra uno a jugar bajo su reglamento, ya perdió antes de empezar.

“El mundo sabe que el régimen en Venezuela es antidemocrático y viola los derechos humanos”, dijo Tintori en esa entrevista de febrero de 2015. De eso no hay ninguna duda.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

RUSIA, GOBIERNO FACINEROSO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

  

Con algunos agregados, reitero en parte lo escrito antes sobre este caso patético. Rusia está dominada por un gobierno de mafias desde el colapso del comunismo. Los mismos capitostes de la KGB se instalaron en el gobierno y se repartieron empresas y mercados cautivos como botín de guerra.

 

La historia de Rusia es en verdad muy desoladora, primero el terror blanco de los zares y zarinas, luego el terror rojo y ahora las mafias. En sus memorias, Vladimir Bukovsky, uno de los tres disidentes de mayor calado junto con sus amigos Solzhenitsin y Sajarov, declara que “el monstruo que crearon nuestros Frankenstein mató a sus creadores, pero él está vivo, muy vivo. A pesar de los informes optimistas de ciertos medios de comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y la economía de mercado. No hay evidencias, ni siquiera perspectivas de que así sea. En lugar de un sistema totalitario, ha surgido un estado gangsteril, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista, mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva elite política, así como en una nueva clase de propietarios”.

 

Como es sabido, la Unión Soviética provocó el mayor descuartizamiento humano desde 1917 a 1989, matanzas sin precedentes llevadas a cabo por un gobierno (solo sobrepasadas por Mao) y, sin embargo, Putin reivindica en la Universidad de Moscú a los verdugos y también enaltece las atrocidades en Hungría, en la ex Checoslovaquia y en Chechenia en un contexto de mordazas a la prensa y simulacros electorales administrados por la antigua nomenklatura.

 

Yuri Y. Agaev explicó en una visita a Buenos Aires que después del fiasco de Gorbachov y su perestroika (un subterfugio para implantar “el verdadero socialismo”), el Fondo Monetario Internacional desbarató la posibilidad de contar por primera vez con liberales en el gobierno al financiar abundantemente al grupo opositor que finalmente se hizo con el poder.

 

Personas de gran coraje como los mencionados y como lo fue Anna Politkovskaya antes de su asesinato, han contribuido a poner su valioso granito de arena para modificar la dramática situación de los rusos. Politkovskaya nació en New York, hija de diplomáticos rusos ante las Naciones Unidas, estudió en los Estados Unidos para luego vivir en la tierra de sus ancestros donde se graduó en la carrera de periodismo en la Universidad de Moscú y allí tuvo su primera confrontación seria al presentar su tesis sobre Marina Tsvetaeva, la poetisa condenada por el régimen stalinista. En Moscú, con un grupo de amigos fundó un diario, la Novaya Gazeta, con la idea de competir nada menos que con Pravda el periódico oficial que paradójicamente significa “verdad”.

 

Desde ese nuevo periódico denunció permanentemente la corrupción y los atropellos del gobierno de Putin en todos los frentes. Como sucede en esos sistemas, fue reiteradamente amenazada de muerte y advertida de los serios peligros que corría incluso por amigos periodistas de Occidente, como el director de The Guardian de Londres. Esto ocurría en un contexto donde, según el Grupo Helsinki, solamente en Moscú durante los gobiernos de Putin, fueron sido asesinados por los sicarios del régimen seis periodistas, sesenta y tres fueron golpeados malamente, cuarenta y siete fueron arrestados y cuarenta y dos fueron imputados penalmente.

 

A pesar de todo, la extraordinaria periodista de marras proseguía con sus denuncias en sus valientes artículos de investigación. Consignó que el fundamento de su actitud era que “si alguien cree que puede vivir una vida confortable en base a pronósticos optimistas, allá ellos, es la forma más fácil pero también constituye la pena de muerte para nuestros nietos” (este pensamiento hay que refrescarlo también en otros lares).

 

Randon House de New York publicó su impresionante y muy ilustrativo diario bajo el título de A Russian Diary. A Journalist Final Account for Life, Corruption and Death in Putin`s Russia. La autora murió asesinada en el ascensor de su casa a manos de los matones del gobierno. Salman Rushdie escribe que “Como toda buena investigadora periodística, Anna Politkovskaya presentó verdades que reescribieron los cuentos oficiales. La continuaremos leyendo y aprendiendo de ella a través de los años”. Antes de eso publicó un libro de una notable investigación cuyo título en la versión castellana es La Rusia de Putin (Barcelona, Debate) donde documenta muy acabadamente los reiterados atropellos e iniquidades llevadas a cabo por los hampones de Putin y los desaguisados y la miseria que debe sufrir el común de la gente.

 

Desafortunadamente la caricatura de democracia no solo tiene lugar en Rusia donde ganan tiranuelos de diversos colores, se habla de “elecciones limpias” como si se tratara de un torneo irrelevante sin otro fondo que lo numérico aunque se haga tabla rasa con los derechos. Esta irresponsabilidad mayúscula recuerda a los que después de secuestrados por malhechores declaran que fueron “tratados con cortesía” haciendo gala del síndrome de Estocolmo, tal como ocurre muchas veces en las cleprocracias modernas disfrazadas de democracias.

 

La rapidez de la cronología de hechos bochornosos dependerá del peso que cada uno le atribuya a lo que viene ocurriendo. Al fin y al cabo, como ha escrito el gran George Steiner, el tiempo y la duración son dos conceptos distintos, uno se refiere a la convención del reloj mientras que el otro alude a la experiencia individual. Está en las manos de cada uno el calibrar la duración en los fueros internos respecto al significado y la trascendencia de los padecimientos de las personas valientes y extraordinarias  que han defendido y defienden la libertad en territorios rusos.

 

En el prefacio a un proyectado libro de Collingwood titulado The New Leviathan (incluido en su célebre colección de ensayos sobre filosofía política), sostiene que la revuelta contra la civilización consiste en la actitud parasitaria de quines pretenden vivir compulsivamente a expensas del fruto del trabajo ajeno en el contexto del pensamiento único.

 

En esta línea argumental, consigno en esta nota a vuelapluma, una reflexión del antes mencionado Bukovsky (que también nos visitó en Buenos Aires con motivo de un acto académico), elucubraciones apuntadas en sus antedichas memorias tituladas To Built a Castle. My Life as a Dissenter: “Miles de libros se han escrito en Occidente y cientos de diferentes doctrinas han sido creadas por políticos encumbrados al efecto de encontrar un compromiso con los regímenes totalitarios. Todos evaden la única solución correcta: la oposición moral. Las mimadas democracias occidentales se han olvidado de su pasado y de su esencia, es decir, que la democracia no es una casa confortable, un automóvil elegante o un beneficio de desempleo, sino antes que nada la disposición y el deseo de defender nuestros derechos”.

 

En estos climas mafiosos siempre aparecen dictadores (de facto o electos) que resumen bien lo que ocurre, Putin no es el único ejemplo: Trujillo en la República Dominicana y Getulio Vargas en Brasil dijeron en sendos discursos “a los amigos todo, a los enemigos la ley” a sabiendas de lo horrendas de sus normas legales y Perón, en la Argentina, espetó “al enemigo, ni justicia”, por ello, contrariando toda la mejor tradición, fabricó el billete de un peso con el símbolo de la Justicia con los ojos destapados y fue uno de los pioneros en cambiar la Constitución para reelegirse e hizo tabla rasa con la noción del derecho, lo cual reiteró en sus tres mandatos (el último, principalmente a través de sus ministros José López Rega y José Ben Gelbard). En nuestros días han surgido nuevos sátrapas liderados por los Castro, Chávez-Maduro y la infame dinastía norcoreana y sus imitadores que achuran todo vestigio de libertad y dignidad bajo diversos ropajes y trampas inauditas.

 

Ya 400 años antes de Cristo, Diógenes recurría a la alegoría de andar con una lámpara “en busca de un hombre honesto”. Ahora rindo este modesto pero muy sentido homenaje a los que se ponen de pie y son capaces de escribir y decir lo necesario para cambiar. Tal como repetían los Padres Fundadores en Estados Unidos: “El costo de la libertad es su eterna vigilancia”. En cada acto el hombre no parte de cero, no podemos apreciar el presente ni conjeturar sobre el futuro sin basarnos en el pasado, por tanto, tomemos los casos de los que hablan fuerte y claro sin concesiones al efecto de dar cabida a la luz diogenista.

 

En el último libro de los citados aquí de Politkovskaya se lee un párrafo que puede resumir la obra, al tiempo que pone al descubierto la raíz del problema que debemos combatir y no solo en Rusia: “Nadie acude a buscar justicia a unos tribunales que alardean sin tapujos de su servilismo y su parcialidad. A nadie en su sano juicio se le ocurre ir a buscar protección a las instituciones encargadas de mantener el orden público, porque están corrompidas por completo”.

 

Por todo esto es que resultan tan cruciales los marcos institucionales que apuntan a preservar y garantizar los derechos de las personas: el derecho a la vida, a la propiedad privada y a la libertad de hacer o no hacer lo que se estime pertinente sin lesionar iguales posibilidades de terceros. En otros términos, proteger la santidad de las autonomías individuales. Tal como apuntaba el decimonónico Benjamin Constant: “Pidámosle a la autoridad que se mantenga dentro de sus límites. Que ella se dedique a ser justa; nosotros nos encargaremos de ser felices”.

 

Ni bien los burócratas comienzan a articular discursos tendientes a elaborar sobre lo que le conviene y lo que no le conviene a la gente en sus vidas privadas, comienzan los peligros ya que a poco andar esos megalómanos se constituirán en los árbitros forzados para manejar a su antojo el fruto del trabajo ajeno con lo que se apoderan de sus vidas.

 

Por otra parte, debe estarse muy alerta con los llamados empresarios que pretenden  vivir a costa de los demás vía privilegios otorgados por el poder de turno.

 

Entonces, los severos y muy necesarios límites al Leviatán deben incluir defensas de los atropellos de ladrones de guante blanco que se disfrazan de empresarios, al efecto de dejar expedito el camino por el que prosperan aquellos que sirven los intereses de sus congéneres en mercados abiertos y competitivos en un contexto de respeto recíproco amparado por gobiernos circunscriptos a esa faena.

 

Como queda dicho, el sistema gangsteril impuesto en Rusia es lamentablemente la continuación por otros medios de los horrores establecidos por el terror blanco y el aun más tremebundo terror rojo. Horrores basados en mentiras, no en errores lo cual es humano, sino en falsear deliberada, voluntaria y sistemáticamente todo cuanto esté al alcance de gobernantes inescrupulosos. Hoy vemos con tristeza que no son pocos los gobiernos que apuntan en esa dirección. En definitiva, solo la ocupación y preocupación por las tareas educativas pueden revertir ese cuadro de situación, entendiendo por educación la trasmisión de valores y principios de una sociedad abierta, una de cuyas metas prioritarias es decir lo que se estima es la verdad sin tibiezas y medias tintas.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.