Y si perdemos Hong Kong

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 24/8/19 en:  https://www.deia.eus/2019/08/24/opinion/y-si-perdemos-hong-kong?fbclid=IwAR1HqtYz24VyQnV2JEZCyPTTvO5S-Xs7hI8bic83piHsHJjSxZ0xWfX_s0c

 

EL intento de organizar una convocatoria en Macao, territorio chino que goza en teoría de la misma autonomía que Hong Kong, fue rápidamente sofocado con la detención de siete personas y el despliegue de decenas de agentes policiales. Es que está sometido a un estricto control de Pekín, con menos libertad y, consecuentemente, con menor desarrollo económico.

La crisis de Hong Kong continúa imparable, incluso después de que la jefa del gobierno local dijera que la manifestación del domingo 18 de agosto, que se caracterizó por una total ausencia de incidentes violentos, puede ser “el comienzo para que regrese a la paz”.

En las anteriores manifestaciones hubo violencia en parte debido a agentes provocadores, policías vestidos de manifestantes, lo que genera incertidumbre ya que “ahora no sabemos quién es el amigo y quién el enemigo” como asegura una manifestante.

Pekín, que le teme a un Hong Kong demasiado “díscolo” que sirva de ejemplo a los ciudadanos de China continental, ha utilizado todas las tácticas posibles: brutalidad policial, envío de tropas a la ciudad fronteriza de Shenzhen para amedrentar, alusión a la masacre de Tiananmen y demás.

Facebook dice que China utilizó sus servicios para desacreditar a los manifestantes y Twitter suspendió 986 cuentas que “están coordinadas en el marco de una operación respaldada por el Estado” chino. Siempre juegan con el miedo para amedrentar y superar el miedo ya es un principio importante.

Ahora, la Revolución de los Paraguas, manifestaciones que se prolongaron por 79 días durante 2014, terminó en nada, se consideró un fracaso y muchos cayeron en la desesperanza y otros emigraron. Porque estas nuevas manifestaciones serían exitosas.

A diferencia de Macao, Hong Kong mantiene cierto nivel de libertad porque todavía tiene poder real. Li Ka-shing, de 91 años, el personaje más rico de Hong Kong cuya fortuna -según Forbes– ronda los 27.000 millones de dólares, publicó varios anuncios en la prensa local en los que pedía que se “detuviera la violencia y el enfado en nombre del amor”.

Sincero o no, ya que bien podría estar defendiendo sus intereses, lo cierto es que, si la economía sigue cayendo como en el segundo trimestre cuando registró una contracción del 0,3%, Hong Kong perderá influencia. Según Capital Economics, los altercados han provocado un retroceso en la afluencia de turistas, en especial chinos continentales -que representan el 40% de los visitantes y el 80% de sus ventas al por menor-, cuyas compras se han reducido entre 30 y 50%.

En 1997, el PIB de Hong Kong representaba una quinta parte de todo el que acumulaba el país asiático, pero ahora no pasa del 3%. De cualquier modo, constituye la puerta de entrada de la mayoría de las inversiones foráneas directas que recibe China -71,5%- y aquí reside su fuerza.

En mi opinión, como los problemas de la libertad exclusivamente se solucionan con más libertad, en lugar de estas manifestaciones masivas que podrían resultar contraproducentes al provocar la represión de Pekín, los ciudadanos deberían buscar el modo de fortalecer su poder económico y, así, afianzar e, incluso, aumentar su libertad. Deberían, con sabiduría y sin despertar los temores de Pekín, lograr que el Estado disminuya su presencia en la economía, desregulando y bajando impuestos, de modo que el sector privado, las personas, se enriquezcan y ganen poder.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini 

Hong Kong, inquieta por su futuro

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 2o/7/17 en: http://www.lanacion.com.ar/2045353-hong-kong-inquieta-por-su-futuro

 

El tiempo vuela. Se acaban de cumplir veinte años desde que los británicos devolvieran a China la jurisdicción sobre la ciudad de Hong Kong, asegurándose que las libertades de sus habitantes habrían de ser respetadas al menos por medio siglo, esto es hasta el 2047, por el autoritario gobierno chino a través de la adopción del criterio «un país, dos sistemas».

Pese a ello, los habitantes de la ciudad oriental quedaron llenos de ansiedad, porque lo cierto es que nadie les garantiza específicamente su futuro en libertad. Esto es la posibilidad de continuar viviendo en el amplio ambiente de libertades individuales en que estuvieron por décadas, mientras fueron colonia británica. La ciudad que es y ha sido un verdadero punto de encuentro entre Oriente y Occidente empezaba entonces a transitar una nueva etapa, imprevisible.

Lo cierto es que, en estas dos décadas transcurridas, las diferencias entre los movimientos democráticos de Hong Kong y las autoridades de Beijing han sido constantes y que muchos de los temas discutidos en conjunto no han sido resueltos. Lo que es descorazonante.

Prueba de ello son: los retrasos en los programas de construcción de viviendas que presionan sobre los astronómicos precios de los alquileres y de la propiedad inmueble (una cochera puede, de pronto, costar más de medio millón de dólares norteamericanos); el desorden y hasta el desconcierto existente en el sistema educativo local; y la demora en la construcción de los trenes de alta velocidad, moneda corriente en China, desde que están por todas partes.

Por esto la marcha hacia el futuro de Hong Kong está, de hecho, relativamente paralizada y existe un ambiente de cierto desánimo en muchos de sus siete millones y medio de habitantes que comienza a hacerse evidente. Porque deben convivir con dos modelos o sistemas que no sólo son diferentes, sino que, en muchos casos, son incompatibles.

Por esa situación, algunos proyectos urbanos importantes están demorados. El más emblemático es el del llamado «distrito cultural», para algunos una suerte de Lincoln Center local, cuyo financiamiento completo todavía no está del todo asegurado.

Más grave aún es el constante intervenir de las autoridades centrales chinas en los temas «domésticos» de Hong Kong. Sin disposición a escuchar. Con ribetes intranquilizantes, como son las desapariciones repentinas de algún notorio empresario local y hasta de algunos dueños de conocidas librerías.

Todavía los residentes de Hong Kong no han podido concretar su gran sueño, el que supone obtener la posibilidad de elegir por votación directa a sus máximas autoridades. Los británicos jamás lo permitieron. Los chinos hasta ahora, tampoco.

Las protestas callejeras que paralizaran a la inquieta ciudad oriental a fines del año 2014 reclamando específicamente ese derecho pertenecen a la historia. Nada ha cambiado. Ni hay señales de que las cosas en este tema puedan alterarse.

Por el momento, la mayoría de los legisladores locales son designados «a dedo» desde Beijing. La promesa formulada hace ya diez años, en el sentido de que en el 2017 podría admitirse el sufragio directo para elegir a las máximas autoridades locales permanece incumplida. En una suerte de parálisis política que, de extenderse, podría hasta demorar proyectos de los que el crecimiento ordenado de Hong Kong depende.

Pero Hong Kong no es Macao, ciudad que fuera una antigua y refinada colonia portuguesa, donde el juego es el monarca absoluto y en la que la sumisión al gobierno central de China es total. En Hong Kong, la libertad política nunca fue absoluta. Ha estado cercenada, pero existe y es evidente.

Para peor, en los últimos años, la corrupción parece haber permeado a la administración local y las investigaciones judiciales iniciadas por esa triste razón se están multiplicando.

La juventud de Hong Kong -como es de suponer- es mayoritariamente anti-comunista. Perfil que es notorio y que, además, parece estar creciendo y afirmándose. La revolución de las comunicaciones lo alimenta constantemente.

Los empresarios locales enfrentan asimismo una inesperada competencia. Desde que China asumiera la soberanía respecto de la ciudad de Hong Kong, más de un millón de chinos se mudaron desde el interior de su país a Hong Kong. La mayoría son gente de grandes recursos que ahora compiten con la tradicional clase de negocios local. Con mejores contactos en Beijing, sin embargo. O sea, con ventaja. Entre ellos está Jack Ma, el super millonario chino, creador de Alibaba, que tiene una mansión en uno de sus barrios prominentes.

En otro tema, también complejo, las empresas prefieren ahora emplear a personas de fuera de Hong Kong. Ocurre que en Hong Kong predomina el cantonés y que China, en cambio, habla muy mayoritariamente el mandarín. Todo un tema para quienes quieren operar comercialmente en el enorme mercado chino. Con la consiguiente necesidad de re-enfocar los planes de estudio locales ante la evidente nueva realidad, que parte de la necesidad de enseñar simultáneamente tres idiomas diferentes: el inglés, el cantonés y el mandarín. Enfrentando, en el camino, las opciones políticas respecto de preservar una identidad propia o asimilarse rápidamente a la nacional, así como la de limitar o acotar la influencia económica y cultural de Occidente.

Ante ese escenario con interrogantes de peso aún abiertos, algunos han decidido irse a vivir a Taiwán, isla a la que Beijing considera una mera «provincia renegada». No hay, cabe apuntar, una ola gigantesca de emigrantes, pero tampoco hablamos de apenas un pequeño puñado de casos.

Lo cierto es que China está lejos de ser un país pluralista. Es -más bien- todo lo contrario. Y esto naturalmente se refleja en el trato que desde Beijing se confiere a Hong Kong. A lo que se suma la actitud política del Partido Comunista Chino, que considera a la liberalización de la política como una amenaza para la estabilidad de China.

Cuando Hong Kong dejara de estar bajo la tutela británica, los EE.UU. se unieron a la fácil promesa de sumarse a la defensa de sus libertades. En ese entonces, la ex Secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, al tiempo de asistir a las ceremonias de la transferencia de titularidad, dijo: «América se preocupa por Hong Kong y continuará preocupándose por ella aún después que se apaguen los fuegos artificiales, las cámaras se detengan y la fiesta haya terminado».

Palabras claras, de las que hoy sin embargo se ha comenzado a dudar como resultado de la llegada de Donald Trump a la presidencia de los EE.UU. Ocurre que Hong Kong no está en la lista corta de prioridades de la actual política exterior norteamericana. Y que para China, instalada en el centro mismo del escenario internacional, es una de sus principales prioridades.

Al visitar recientemente la ciudad de Hong Kong, el presidente chino pronunció un discurso duro, con tono de advertencia, con el que alertó acerca de la futilidad de resistirse al control e influencia de su gobierno. Lo que no logró cancelar la enorme manifestación anual con la que los «pro-demócratas» de Hong Kong se expresan cada año, que tuvo lugar cuando Xi Jinping había ya dejado atrás la ciudad, en la que fuera su primera visita como presidente, durante la cual recorrió la enorme guarnición militar que el ejército de China mantiene en Hong Kong.

Desgraciadamente los temores antes expuestos acaban de ser confirmados por una decisión del Consejo Legislativo de Hong Kong, que destituyó -por sus expresiones y opiniones independientes- a cuatro legisladores locales. De esa manera aquellos que responden directamente al gobierno central chino tienen el control absoluto de la voluntad del organismo. A partir de ahora, el Consejo Legislativo no podrá bloquear ninguna decisión impuesta arbitrariamente desde Beijing, aunque ella contraríe el punto de vista de quienes viven en Hong Kong.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Hong Kong y Pekín: el futuro de la libertad económica:

Por Alejandro A. Chafuén. Publicado el 18/11/14 en: http://www.elojodigital.com/contenido/13883-hong-kong-y-pek-n-el-futuro-de-la-libertad-econ-mica

 

La reciente decisión de la corte de apelaciones de Hong Kong determinando que los bloqueos callejeros dañan la actividad económica de los taxistas y otros transportistas, da mano libre a las autoridades para desalojar y detener a los manifestantes. ¿Llevará esto a nuevos choques que pondrán en peligro la prosperidad de la economía considerada como la más libre del mundo?

A lo largo de los últimos años, he sido testigo de manifestaciones ciudadanas en Estados Unidos, España, y Venezuela. Nunca imaginé, en mi reciente visita a Hong Kong, que asistiría como testigo a un nuevo movimiento del estilo ‘Occupy’ (en referencia al movimiento ‘Occupy Wall Street‘). Pero los líderes de ‘Occupy [Hong Kong] Central con Amor y Paz (Occupy Central with Love and Peace) no protestan por la falta de libertad económica. En rigor, y de acuerdo con el Indice de Libertad Económica desarrollado por la Fundación Heritage, la libertad económica de Hong Kong ha sido calificada con un puntaje de 90.1, convirtiéndola en la economía mundial mejor considerada durante veinte años consecutivos. Lo cual incluye los años transcurridos desde que Hong Kong volvió a ser parte de China Continental. En el índice de Human Freedom (Libertad Humana), desarrollado por Cato, el Fraser Institute y el Liberales Institut -y que incluye las libertades individuales-, Hong Kong también califica con un envidiable tercer puesto en los ránkings.

El movimiento cuyo desarrollo contemplé en Hong Kong estuvo motorizado por el temor y la frustración derivados de la eventualidad de que los poderes en Pekín lleguen a erosionar la fortaleza de las instituciones que Hong Kong, 2014convirtieron a este pequeño territorio en una isla de libertad y prosperidad. El distrito financiero central de Hong Kong, donde usualmente se realizan las manifestaciones, es visto como el cuartel general de la poderosa élite de los negocios. Y ha sido precisamente esta élite la que ha desempeñado un rol fundamental en la creación y la preservación de la libertad económica y la prosperidad actual.

¿Se basa esta frustración en la sobrevaluación de los aspectos sometidos a votación en una democracia? Esta parece ser la creencia de aquellos que defienden la decisión del Comité Designado del Congreso Popular Nacional (NPCSC), que está restringiendo el número de candidatos a dos o tres aprobados por 1.200 electores seleccionados por -y que son leales a- Pekín.

C.H Tung, emergió a la superficie para defender la decisión del NPCSC. Tung fue el primer jefe ejecutivo de Hong Kong, desde la transferencia de la soberanía en 1997 y hasta marzo de 2005, cuando renunció previo a completar su mandato. El mensaje principal de Tung a aquellos que desean mayor democracia podría resumirse en su pedido de ‘paciencia‘, o en la expresión ‘agradeced por los dones recibidos‘. Aún cuando la mayoría de los libertarios, especialmente aquellos del extranjero, se concentran en la limitada capacidad de elección permitida por la recientemente aprobada ley electoral, Tung los invita a reflexionar que, ‘en el breve lapso de veinte años -Hong Kong estaría pasando de permitir a Gran Bretaña designar a un gobernador para Hong Kong, a tener a cinco millones de votantes eligiendo a su líder‘. Sin embargo, Claudia Rosett -de la Fundación para la Defensa de las Democracias (Foundation for Defense of Democracies) y colaboradora de Forbes que residió durante muchos años en Hong Kong, argumenta que comparar la designación de los gobernadores de Hong Kong por parte del Reino Unido, con su tradición de respeto por el Estado de Derecho y los procesos democráticos, con el proceso de designación de Pekín, con su historial autoritario y dictatorial, induce al error.

Tung incluso compartió loas para la decisión del NPSCS, calificándola como ‘un bien merecido fruto de nuestros deseos de democracia’ y como un ‘logro resplandeciente’. Tung reveló la filosofía política detrás de su postura, al expresar que ‘la democracia no tiene un solo destino’. Y “pelear por la democracia está lejos de representar el cuadro completo en la mejora de la calidad de vida de los pueblos que, después de todo, es la prueba Hong Kong, dinerodefinitiva para un buen gobierno”. Tung conoce muy bien el enfoque occidental sobre la libertad. Sabe que está siendo controversial. Por más de una década, Tung fue miembro del Instituto Hoover (de tradición liberal) en la Universidad de Stanford. Las declaraciones de Larry Diamond, investigador senior en Hoover, tras el anuncio del NPSCS, en relación a que fue ‘un día triste para Hong Kong y para la democracia’ no debería sorprender a Tung.

Hacia fines de los años ochenta, los líderes liberales en Hong Kong fundaron el Centro de Hong Kong para la Investigación Económica (Hong Kong Centre for Economic Research o HKCER) y C.H. Tung se convirtió en uno de los primeros en mandar una donación. Su predisposición para defender la decisión de Pekín se vería luego reafirmada en un discurso durante un almuerzo de la reunión general de la Sociedad Mont Pelerin (MPS). Tung defendió el historial y los objetivos de China no solo relacionados con la arena económica, sino con los derechos humanos y el medio ambiente; incluso describiendo al gobierno de Pekín como una fuerza relevante en la búsqueda de la paz. Numerosos miembros de la MPS no se mostraron felices con sus comentarios.

Y.C. Richard Wong, poseedor de un doctorado en la Universidad de Chicago que oficiara como director de HKCER desde su fundación, desempeñó un rol clave en el intento por liberalizar y democratizar el proceso electoral. Wong fue uno de los miembros más activos de un Grupo de trece expertos (G-13), que recomendaron más apertura en el proceso de elección del jefe de gobierno. Propusieron duplicar el tamaño del comité electoral existente, de 1.200 a 2.400 miembros, y además, que los miembros fueran elegidos por votantes registrados en Hong Kong. Al preguntarle por la propuesta del G-13, en vista a la resolución del NPCSC la respuesta que me compartió podría describirse como lindante con el fatalismo realista. Dijo: ‘Nuestra propuesta del G-13 se encuentra ahora en el tacho de basura; tenemos una ley y debemos respetarla’. Estaba claro que, para Wong, la decisión no era la ideal, pero involucrarse en una batalla mayor para oponerse a ella, en su modo de ver, crearía mayores obstáculos con miras a conseguir una democracia más amplia y transparente.

¿Qué sigue ahora en el terreno de las relaciones entre Hong Kong y el continente? Economistas y hombres de negocios tienden a concentrarse en los incentivos económicos. Mientras más comercio se registre, menor será la probabilidad de conflicto. En una presentación privada, organizada porReason Foundation, Louis-Vincent Gave -administrador de fondos radicado en Hong Kong y autor de Too Different for Comfort subrayó que el 25 por ciento del comercio de China tiene lugar enrenminbi (RMB), la moneda china, desde casi un cero por ciento en 2009, y con probabilidades de incrementarse. Hong Kong es el más importante centro de comercio en RMB fuera del continente. A lo largo de los últimos cinco años, los depósitos en RMB en Hong Kong se han multiplicado por diez hasta alcanzar, aproximadamente, RMB 900 millones. Gave entiende que el incremento en la internalización del RMB proporcionará otro gran empuje al rol de Hong Kong como centro financiero líder para China. Hong Kong es importante para China por otras muchas razones de índole económica. A pesar de que su economía representa solo el 3 por ciento de la del continente, Hong Kong es su segundo socio comercial de importancia, representando más del 9 por ciento del intercambio total. Es también la fuente más grande de inversión extranjera, y el más grande receptor de la inversión extranjera china.

Pero no todo es economía; así lo interpreta John Greenwood -uno de los fundadores de HKCER y miembro del directorio de la caja de conversión monetaria de Hong Kong. El estima que el primer motor de estas últimas décadas (y de las décadas por venir) es el orgullo nacional chino. El haber recuperado el control sobre Macao y Hong Kong ha resultado esencial, pero solo ha sido el primer paso para recobrar a Taiwan. El gobierno en Pekín se esforzará para evitar contaminar la integración de Hong Kong en un modo que ponga en peligro una reunificación de carácter pacífico con Taiwan.

Las relaciones entre China y Hong Kong no son simples; un pionero libertario como Greenwood puede certificar que el gobierno nunca presionó ni criticó a HKCER, incluso cuando los estudios contradijeran la ‘línea del partido’. En cambio, otro pionero, como el publicista Jimmy Lai, sufre presión política para que morigere su respaldo por las libertades políticas. Andrew Shuen, del Lion Rock Institute, argumenta que ‘el objetivo es mantener un equilibrio que permita la continuidad del florecer económico y una mejora gradual de las libertades políticas, que serán alcanzadas por la ciudadanía en el proceso continuo de aprendizaje frente a las consecuencias de las elecciones tomadas al momento de ejercitar esas mismas libertades’

El instituto Lion Rock busca concentrarse en temas económicos, sin inmiscuirse en temas políticos. Pero sus autoridades han manifestado su preocupación por la situación y han recomendado oficialmente que la asamblea legislativa local decida en forma determinante la constitucionalidad de las decisiones del proceso electoral. Reclama que una vez dado ese paso las partes deberían aceptar el veredicto. El presidente de la organización, Bill Stacey, hace un análisis cuasi marxista, y pide a las autoridades en Pekin que se percaten de que las circunstancias han cambiado: “el empleo cada vez depende menos de las grandes compañías. Las instituciones políticas, a la hora de evitar su deterioro, deben adaptarse a estos cambios, que apuntan a una toma de decisiones más descentralizada y un mayor grado de autonomía local. Los grandes grupos económicos se están descentralizando con objetivo de ser más eficientes; y lo mismo debería hacer el gobierno’. La estructura de producción ha cambiado y las ideas de Pekín también deberían cambiar.

El camino para llegar a una mayor libertad política podría ser más largo de lo que algunos creyeron pero, en lo personal, percibo que las fuerzas de la sociedad civil y los intereses económicos los ayudarán a llegar a buen destino.

 

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.