La mentalidad capitalista

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 26/3/18 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/expansion/la-mentalidad-capitalista/

 

Parafraseo el título de Ludwig von Mises para subrayar que, al revés de lo que nos cuentan, el liberalismo no solo no venció en el campo de los hechos, sino que tampoco convenció en el campo de las ideas. Las alegrías liberales asociadas con la caída del Muro de Berlín han resultado efímeras.

Sobre la base de la Encuesta Mundial de Valores, el economista e historiador argentino Carlos Newland ha construido un Índice de la Mentalidad Pro Libre Mercado para un grupo de países, y lo ha calculado para un periodo de más de dos décadas —“Is Support for Capitalism Declining around the World? A Free-Market Mentality Index, 1990-2012”, The Independent Review, primavera 2018.

Se observa que, efectivamente, las simpatías por el capitalismo crecieron en el mundo en los años ochenta y noventa, pero perdieron fuerza a partir del año 2000. En el 2012, el último de la serie, la mentalidad capitalista era más fuerte en Taiwán, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda y Australia. No parece, por tanto, que el capitalismo deba arraigar en una determinada cultura, porque los procapitalistas corresponden a una anglo-esfera pero también a una sino-esfera, que también incluye a la propia China, aunque con cifras menores.

En los países ex comunistas no hay mucho aprecio por el mercado libre, seguramente por la mala transición que se llevó a cabo en muchos de ellos. En América Latina el aprecio es bajo en Chile, Argentina y Uruguay, y curiosamente obtiene el mayor aprecio en Brasil: el populismo no ha prevalecido allí en el ámbito de los valores.

Europa tiene los mayores registros pro-mercado en Alemania, Suecia, Suiza, Noruega y Finlandia. España está a medio camino, pero estable, sin caídas. El más bajo es Turquía. En África secundan el mercado más en Ruanda y Zimbabue, pero mucho menos en Sudáfrica. Los países musulmanes son en general contrarios al capitalismo, en especial Argelia, Qatar, Libia, Irak, Egipto, Palestina y Jordania. Una excepción procapitalista es Yemen. En Asia están Singapur, India y Malasia en puestos intermedios.

El apoyo al capitalismo claramente baja entre 1990 y 2012, en una tendencia “gradual y continua, con lo que no puede ser atribuida la Gran Recesión de 2007-9”.

Los países con ideología más procapitalista suelen ser aquellos con economías más libres y competitivas, y habitualmente ricos, pero no necesariamente: Georgia y Ruanda, por ejemplo.  Hay países poco capitalistas y con poca libertad de mercado, como Argentina, y países anticapitalistas con bastante libertad económica, como Chile.

Aunque el panorama no es homogéneo, el profesor Newland observa que “en general una fuerte mentalidad capitalista coexiste con (y probablemente genera) un marco institucional favorable, como ilustran los países más ricos del mundo: EE. UU., Alemania y Japón”.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE

Cuando el Estado crea las mafias

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado  el 3/8/17 en: http://m.panamaamerica.com.pa/opinion/cuando-el-estado-crea-las-mafias-1078997

 

… estos no son turistas deseosos de salir de vacaciones, son personas desesperadas huyendo de condiciones infra humanas de las que son culpables sus dirigentes, pero también Occidente que no pone suficiente énfasis terminar con esta situación y a veces es cómplice, incluso, cuando los gobiernos envían ayudas que terminan financiando a regímenes corruptos. Pero no son estos gobiernos los que crean las mafias, si no los de la Unión Europea al prohibir la inmigración y, así, obligan a los migrantes a contratar los servicios de traficantes…

Según Wikipedia sus miembros se denominaban a sí mismos mafiosos, es decir, hombres de honor. Pero no por eso, por creerse hombres de honor al punto que están rodeados de costosos protocolos y pompas, podría decirse que los políticos -el Estado- son los fundadores de las mafias. Si recordamos la historia de Al Capone -que popularizó a la mafia en América- vemos cómo, al crear la ley seca, el gobierno no solo dio lugar a la existencia de estas bandas que, básicamente, se dedicaban al tráfico de drogas prohibidas -el alcohol- sino que, sin dudas, fue cómplice.

«La migración no es un peligro, es un reto para crecer» ha dicho el papa Francisco apoyando la libertad humana de trasladarse, pero los gobiernos no lo entienden o no les conviene entenderlo, porque sí es un peligro para el Estado de Bienestar ya que los inmigrantes utilizan los servicios gratuitos que corrientemente brinda el gobierno y a veces engrosan la desocupación creada por las leyes laborales estatales.

Mas de 400.000 personas han cruzado el Mediterráneo solo desde Libia desde principios de 2015. La ONU estima que hay en este país unas 380.000 personas esperando a cruzar el mar, y ya 2.150 han muerto al intentar llegar a Italia tan solo en lo que va de 2017. Casi todos tomaron la ruta del desierto del Sahara, donde los muertos se presumen por miles. Las tribus de tuareg y tubu son esenciales para los migrantes, ya que controlan las fronteras libias con Níger y Sudán.

La mayoría de los migrantes proviene de Nigeria, Costa de Marfil, Ghana y Gambia. Países que, junto con otros 11, conforman la ECOWAS, una suerte de espacio africano por el cual se mueven libremente a través de sus fronteras. Los migrantes pagan de forma legal el viaje en autobús regular (unos 20 euros) con destino a Agadez, en Níger, donde comienza el trato con los traficantes. Y aparecen las mafias que organizan a los migrantes en guetos hacia Libia atravesando las durísimas condiciones del desierto del Sahara.

Hasta Trípoli, la capital costera, el viaje costará unos 500 euros. En los últimos tres años, al menos 2.500 personas han muerto o han desaparecido en el norte de África, según la ONU. Cuando los migrantes llegan a las localidades costeras, las mafias los hacinan en barcos de goma por otros 500 euros por persona, o en barcas de madera por hasta 800. El beneficio de los traficantes, por tan solo un bote de madera con 400 personas, es de medio millón de euros, según Frontex.

Además de Agadez, Jartum en Sudán es el mayor núcleo de África Oriental donde confluyen mafias y migrantes dispuestos a casi todo por llegar hasta las costas libias. El modus operandi en esta ruta es algo diferente y para llegar a Italia se tarda, al menos, tres semanas y en total se pagan unos 3.000 euros por persona.

Ahora, obviamente estos no son turistas deseosos de salir de vacaciones, son personas desesperadas huyendo de condiciones infrahumanas de las que son culpables sus dirigentes, pero también Occidente que no pone suficiente énfasis en terminar con esta situación y a veces es cómplice, incluso, cuando los gobiernos envían ayudas que terminan financiando a regímenes corruptos. Pero no son estos gobiernos los que crean las mafias, si no los de la Unión Europea al prohibir la inmigración y, así, obligan a los migrantes a contratar los servicios de traficantes para que los ayuden a entrar ilegalmente.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Sobre el otro terrorismo de estado

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 12/2/17 en: http://economiaparatodos.net/sobre-el-otro-terrorismo-de-estado/ 

 

El grado de cinismo de buena parte del periodismo llega a niveles tales como querer hacer un arbitrario corte el 24 de marzo de 1976

En las últimas semanas, algunas víctimas del terrorismo han transitado por algunos medios exponiendo sus sufrimientos. Se ve a periodistas y juristas escucharlos con atención y decir que lamentan los que les pasó pero que como hubo terrorismo de estado no tienen nada que reclamar. Algo así como: tengo que darte la razón para no quedar mal ante el público, pero me importa un carajo si los terroristas mataron a niños, a gente inocente, si secuestraron o torturaron. Nunca se ve una condena explícita y categórica hacia el terrorismo e inmediatamente remiten a la represión militar a partir del 24 de marzo de 1976 para desviar el eje del debate, no mostrar las atrocidades que cometieron los terroristas y volver a centrar la atención en el golpe militar.

En rigor hacen casi lo mismo que cuando entrevistan a una persona que se defendió de un acto delictivo. ¿Usó el agredido una fuerza excesiva contra el delincuente que lo amenazaba con un arma? ¿No podía defenderse de otra manera? ¿Tenía balas el revólver con que lo amenazaba el delincuente? ¿Estaba seguro que el delincuente le iba a disparar? Nuevamente la víctima del delito pasa a ser sospechosa para muchos periodistas, con lo cual alientan la criminalidad y las muertes de inocentes porque terminan envalentonando a los criminales, cuando no terminan justificándolos.

Volviendo al tema principal, este sistemático comportamiento de buena parte del periodismo demuestra que su supuesta defensa de los derecho humanos es solo una postura y que en última instancia comparten el proyecto autoritario que a sangre y fuego quisieron establecer en Argentina y en buena parte de América Latina organizaciones terroristas entrenadas en Cuba, Libia y con el apoyo de la Unión Soviética.

El grado de cinismo de buena parte del periodismo llega a niveles tales como querer hacer un arbitrario corte el 24 de marzo de 1976. ¿Por qué ese deliberado corte histórico? ¿Es que ese día se levantaron de mal humor una docena de generales y empezaron matar y desaparecer gente? No, el corte se hace deliberadamente el 24 de marzo de 1976 porque durante la época de Perón comienza el terrorismo de estado con la creación de la Triple A. Un grupo que fuera de la ley empezó a combatir al terrorismo.

En rigor desde España, Perón  alentó a los terroristas en sus fechorías y luego, cuando llegó a la Argentina y vio que los terroristas querían coparle el poder, es Perón el que inicia la acción contra los terroristas. El punto de máxima tensión llega el 25 de septiembre de 1973, dos días después de que Perón gana las elecciones de septiembre de 1973, cuando Montoneros asesina al dirigente sindical José Ignacio Rucci, amigo de Perón. El mensaje de Montoneros fue muy claro a Perón, o hacía una revolución al estilo cubano para establecer una dictadura o ellos la iban a hacer por su cuenta desalojando a los tiros y los bombazos al gobierno de Perón.

La realidad es que el periodismo nunca dice que los terroristas atacaron a un gobierno elegido en las urnas, el de Perón. En ese momento no combatían contra el gobierno militar, combatían contra un gobierno elegido por el voto.

Frente a este asesinato y tantos otros, Perón reacciona y lanza todas las fuerzas legales y no legales para combatir a los terroristas, pero por conveniencia política muchos dirigentes políticos y periodistas hacen silencio sobre el período previo al 24 de marzo de 1976. ¿Por qué no hablan de esos años anteriores a marzo de 1976? Tal vez por ignorancia o, lo que es más grave, porque es políticamente incorrecto señalar a Perón como el que inicia la cacería fuera de la ley de los terroristas. Es esa postura la que los hace poco serios como periodistas.

Pero ojo que también fue terrorismo de estado lo que hicieron los terroristas. En efecto, el apoyo logístico, entrenamiento y financiamiento que recibían de Cuba los transforma en una fuerza agresora externa que mediante el terror apoyado en estados extranjeros intentaron tomar por la fuerza el poder en Argentina para establecer una dictadura. En otras palabras, muchos de los terroristas hoy andan dando vueltas por los medios hicieron terrorismo de estado y deberían estar presos. Es más, siendo que el terrorismo de estado de los terroristas se apoyaba en estados extranjeros, es, a mi juicio, mucho más grave que el terrorismo de estado de los militares, porque mediante el terror otro estado quiso tomar el poder en Argentina. En todo caso acá hubo dos terrorismos de estado, pero el más grave fue el de los terroristas apoyados por estados extranjeros.

Cabe aclarar, también, que hay serias sospechas que acciones terroristas utilizaron el apoyo logístico de gobiernos provinciales que simpatizaban con los sectores marxistas, lo cual los hace terroristas de estado, como fue el caso del mencionado asesinato de Rucci.

Luce patético también que algunos periodistas sostengan que si bien la cifra de los 30.000 desaparecidos no es cierta, hay que mantenerla como un emblema nacional. Ninguna mentira puede ser emblema nacional y menos se puede construir un país basándose en la mentira. Eso muestra, una vez más, que mucho periodista y político no tienen realmente interés en los derechos humanos, sino que solo pretenden defender a los terroristas con los que simpatizan forzando el argumento hasta el ridículo para no reconocer que los montoneros, ERP y demás bandas armadas también cometieron crímenes de lesa humanidad.

Ahora que se está levantando el velo de tanta mentira y hechos que tratan de ocultarse de la década del 70, pareciera ser que los falsos defensores de los derechos humanos buscan nuevos argumentos para defender a los terroristas de estado apoyados en estado extranjeros.

Como última reflexión le formulo la siguiente pregunta: ¿cómo llamaría Ud. a un argentino que se levanta en armas contra un gobierno elegido por el voto para establecer una dictadura mediante el terror, siendo apoyado, estimulado e impulsado por un gobierno extranjero?

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

¿No serán algo hipócritas?

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado  el 8/2/17 en: http://hoybolivia.com/Blog.php?IdBlog=41990&tit=%BFno_seran_algo_hipocritas%3F

 

El rechazo de una corte federal de apelaciones al pedido del Departamento de Justicia de EE.UU., para reactivar el veto migratorio contra inmigrantes de siete países musulmanes -Siria, Irak, Sudán, Somalía, Yemen, Libia e Irán-,trenzó al gobierno deDonald Trump en una lucha legal que podría llevar años y terminar en la Corte Suprema.

Entretanto, los ciudadanos que cuentan con visas válidas y provienen de los países vetados -algunos con trabajos o estudios y familia en EE.UU.- comenzaron a volver apresuradamente aprovechando la contienda legal y ante el temor de que todo pueda volver a revertirse. Han vuelto a una auténtica cárcel, casi al estilo castro cubano, ya que, si salen, por caso, a visitar a sus padres moribundos en medio oriente, corren el riesgo de no poder volver a entrar.

Poco después, Trump dijo algo francamente asombroso, por decir lo menos, ya que en un sistema republicano lo menos que se espera del presidente es que tenga fe, confianza y apoye al Poder Judicial. «Si algo pasa culpen a él (al Juez) y al sistema judicial”, dijo. O sea que no cree en la justicia de su país, no cree en su república, me pregunto ¿no es ésta suficiente razón, al menos desde el punto de vista moral, para que renuncie? Aunque las incoherencias son propias de los políticos, que siempre tapan con demagogia, de otro modo no subsistirían ni por un minuto.

Además, el presidente de EE.UU. prohibió la entrada de todos los refugiados, y la canciller Merkel le recordó la Convención de Ginebra -y el derecho de asilo- que fue adoptada como una parte del acuerdo internacional posterior a 1945. El asilo es un derecho fundamental, una de las armas para prevenir el genocidio y los crímenes contra la humanidad. Y, por cierto, ya se utilizaba en la Grecia antigua, y era un clásico durante la Edad Media que los perseguidos entraran en una Iglesia al grito de «¡Me acojo a sagrado!», y no había enemigo que no respetara el inviolable el derecho a asilarse en una iglesia.

Hipócritamente, Trump y muchos gobiernos occidentales no excluyen a los súbditos de Arabia Saudí: la patria de Osama bin Laden, de la ideología de Al Qaeda y el Estado Islámico, y de 15 de los 19 asesinos del 11-S. Será, cómo escribió Pablo Pardo, porque ningún yemení o somalí suma el 4,9% del capital de Citigroup, el tercer mayor banco de EE.UU., el 10% del gigante editorial News Corporation, de Rupert Murdoch, que apoya a Donald Trump, el 10% de Eurodisney como tiene el príncipe saudí Al Walid bin Tanal, extravagante al punto de poseer un Airbus 380 que es el único avión del mundo con piscina.

Esa Arabia Saudí madre del fanatismo islámico, que Trump -¿el “macho alfa”?- apoya, donde las mujeres son consideradas, de por vida, menores de edad ya que requieren el permiso de un tutor varón para matricularse en la universidad, trabajar, casarse o sacarse un pasaporte, entre otras muchas cosas como que no pueden conducir automóviles ni ir sin compañía de un hombre a un supermercado, además de taparse el pelo.

Pero todo esto es nada, comparado con el padecimiento de las casi doscientas personas que han sido decapitadas en 2016, la escuela del ISIS… que Trump apoya incondicionalmente: la forma más común de ejecución es decapitación con espada y a menudo son realizadas en público para castigar, además del homicidio, “crímenes” como adulterio, traición, sexo gay, delitos de drogas, hechicería y brujería, y apostasía.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Marzo del 76: la otra parte de la historia

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 27/3/16 en: http://economiaparatodos.net/marzo-del-76-la-otra-parte-de-la-historia/

 

El golpe del 76 no ocurrió porque ese día se levantaron de malhumor 10 generales y empezaron a los tiros

Mantener el 24 de marzo como la fecha recordatoria de la ruptura institucional y del terrorismo de estado sigue siendo una hipocresía que solo una dirigencia política timorata puede sostenerlo. Si de golpes de estado se trata, la fecha a considerar debería ser la del golpe del 6 de septiembre de 1930 porque fue la primera ruptura de orden constitucional desde 1853 cuando fue sancionada la Constitución Argentina.

Si la razón para elegir el 24 de marzo es por el terrorismo de estado, tampoco es la fecha correcta porque el mismo empieza bajo el gobierno de Juan Domingo Perón con la Triple A que, luego del asesinato de Rucci, sale a cazar a los terroristas de izquierda que el mismo Perón había primero alentado desde Puerta de Hierro y luego perseguido cuando llegó a la Argentina. Para eso lo manda al brujo López Rega que, desde el entonces ministerio de Bienestar Social y con fondos de ese ministerio, había armado la persecución al margen de la ley.

Es más, hay serias sospechas de que el grupo terrorista que asesinó a Rucci recibió apoyo del gobierno provincia de Buenos Aires de ese momento. En ese caso se trataría, de acuerdo a la teoría de la Corte Suprema de Justicia, de terrorismo de estado.

El corte que se hace con el 24 de marzo de 1976 es solo por conveniencia de la dirigencia política, dado que si por el tema terrorismo de estado fueran más hacia atrás, encontraría que el peronismo estuvo muy comprometido en esas prácticas en los 70.

El desenlace sangriento que se produjo en los 70 tuvo que ver, primero, con el intento de tomar el poder por las armas que llevaron adelante los grupos terroristas. En casi toda América Latina, grupos entrenados, financiados e impulsados por la ex Unión Soviética y Cuba querían hacer revoluciones al estilo Vietnam tomando el poder por la fuerza. Los grupos terroristas tenían previsto fusilar a unas 500.000 personas en Argentina si tomaban el poder. Es decir, un esquema similar al que utilizó Fidel Castro cuando tomó el poder en Cuba. Castro había dividido la isla en varias zonas y sus lugartenientes, que estaban al mando de cada zona, recibieron la orden de fusilar a miles de personas que podían ser contrarías al régimen que Castro quería instalar. En su libro Cómo Llegó la Noche, Huber Matos, uno de los lugartenientes de Fidel Castro, que luego el dictador lo mantuvo preso por 30 años, cuenta esta parte de la historia en que él mismo hizo fusilar a posibles opositores. Cabe recordar que Huber Matos estuvo preso 30 años por oponerse al proyecto dictatorial de Fidel Castro. Camilo Cienfuegos murió misteriosamente y al Che Guevara, el otro lugarteniente, Fidel se lo sacó de encima y terminó muriendo en Bolivia.

El modelo de Montoneros, el ERP y demás grupos terroristas era el de Cuba. Establecer una dictadura comunista. Ellos decían que luchaban contra el imperialismo yankee, las multinacionales, la oligarquía y demás expresiones típicas de la propaganda de izquierda, pero en rigor querían tomar el poder por las armas. Y ese intento lo llevaron adelante durante el tercer gobierno constitucional de Juan Domingo Perón y muerto éste lo continuaron bajo el gobierno de Isabel Perón que había sido electa vicepresidente bajo la fórmula Perón-Perón. Es decir, las acciones terroristas fueron para derrocar un gobierno constitucional, no al gobierno militar de Videla. Deliberadamente se miente porque de difundirse la verdad se vería que los que se levantaron contra el orden constitucional fueron los terroristas. No las Fuerzas Armadas. Es más, es durante el gobierno constitucional de Perón-Perón que se produce la mayor cantidad de atentados con bombas, asesinatos y secuestros. Todos estos actos no fueron solo contra policías y militares, fueron en gran cantidad contra civiles, mujeres y niños.

Muerto Perón, Isabel Perón, una mujer que no estaba capacitada para ejercer la presidencia, pierde el control político a manos de López Rega que, en las sombras, era uno de los que decidía. La recesión era muy fuerte, la inflación se encaminaba a la hiperinflacicón y la violencia de los terroristas se hacía sentir todos los días.

A tal punto llegó el crecimiento del terrorismo que el ERP pasó a controlar una parte de la provincia de Tucumán, estableciendo un gobierno paralelo al constitucional. Es entonces cuando Isabel Perón le ordena al Ejército llevar a cabo el Operativo Independencia, es decir, retomar el control de la provincia de Tucumán.

El golpe llega por varias razones. En primer lugar, porque el peronismo se niega a hacerle juicio político a Isabel Perón e Italo Argentino Luder se niega a enjuiciarla y asumir la presidencia.

En segundo lugar porque la mayoría de la dirigencia política argentina no quería hacerse cargo de la crisis económica y política y apoyó que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. El único que se opuso al golpe del 24 de marzo de 1976 fue Álvaro Alsogaray.

Así como los actuales políticos van cambiando de bando de acuerdo a las conveniencias del momento, lo mismo ocurrió con el golpe del 76. Gran parte de la dirigencia política apoyó el golpe y hasta lo pidió y luego cambió de bando y denunció la ruptura del orden constitucional y la violación de los derechos humanos. Es más, equivocada o no, la inmensa mayoría de la población fue indiferente al golpe y en no pocos casos la gente lo vio como un alivio frente al caos que vivía el país.

En síntesis, con estas líneas no pretendo justificar el golpe del 24 de marzo de 1976 personalmente creo que fue un grueso error como bien lo anticipó Álvaro Alsogaray. Simplemente trato de explicarlo en el contexto de ese momento. Es decir, no ocurrió porque ese día se levantaron de malhumor 10 generales y empezaron a los tiros como pretenden vender falsos historiadores y periodistas de poca monta.

Ocurrió porque buena parte de la dirigencia política veía como idealistas a los terroristas. El mismo Perón los estimuló a usar la violencia y luego, cuando él llegó al gobierno, al no poder controlarlos, utilizó los resortes del estado para perseguirlos. Los terroristas creyeron que podían dominar a Perón y Perón usó a la Triple A para perseguirlos luego del asesinato de Rucci.

En definitiva, el golpe del 76 no fue por generación espontánea aislado de los hechos anteriores. Hay toda una secuencia que condujo a ese día, pero lo más importante es que, en todo caso, el terrorismo de estado comienza con Perón siendo presidente al tiempo que los grupos terroristas también hacían terrorismo de estado porque eran apoyados por los aparatos estatales de Cuba, Libia y la ex Unión Soviética para perseguir y aniquilar sistemáticamente a ciertos sectores de la sociedad.

Si en serio queremos un nunca más, es hora que contemos toda la historia de esos años para entender qué ocurrió y por qué ocurrió. No hacerlo es ser cómplice de la violencia del otro lado.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

No son tan fanáticos los musulmanes

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 12/9/15 en: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article34979097.html

 

Existen –está claro– musulmanes muy fanáticos, solo porque les conviene. Y también le conviene que existan estos fanáticos a los partidarios occidentales de la guerra –traficantes de armas, mercenarios, etc.– que se benefician con los conflictos que ayudan a crear.

Más de cuatro millones de sirios huyeron de la guerra. En lo que va de año, Berlín recibió más de 1,000 menores no acompañados, según Save The Children. En Suecia, calculan que cada semana llegan 700 niños “huérfanos”. Al final del 2014, solo en Alemania había 17,000 niños y adolescentes refugiados sin familiares.

“Hecha la ley, hecha la trampa” dice el refrán que desenmascara el hecho de que los gobiernos fabrican “leyes” con el fin crear delincuentes. Así, la imposibilidad de entrar “legalmente” a Europa ha introducido a los “traficantes” que les consiguen, a las personas, lo que los Estados les niegan. Por caso, un adolescente eritreo de 16 años contó a Save The Children cómo los traficantes lo obligaron a trabajar en un campo en Libia, para pagar su pasaje, donde le pegaban y le rompieron un brazo.

Aunque abrieron sus puertas a los kuwaitíes cuando Hussein invadió el emirato en 1991, las ricas monarquías del Golfo –propagadoras del fanatismo islámico como Arabia Saudita, que tiene una policía religiosa más violenta que la Inquisición– casi no reciben refugiados musulmanes demostrando que son fanáticos del islamismo solo cuando les conviene. Dicho sea de paso, si los torpes políticos de Occidente no hubieran atacado Irak y Libia el panorama sería hoy más pacífico y sus tiranos –Kadafi y Hussein– hubieran caído por su propio peso.

Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) gastaron para Siria unos US$500 millones, poco comparado con su capacidad. Pero cuando los refugiados salen de los campos en el Líbano, Jordania y Turquía, van sobre todo a Europa, demostrando que no son fanáticos y que prefieren la cultura occidental.

En una prueba más de su dislocación síquica con la realidad, “llamamos a los musulmanes… a realizar la hégira (emigración) al Estado Islámico”, dijo el líder de la zona de donde más huyen, el “Estado Islámico”. Eso sí, Qatar y Arabia Saudita cuentan con una enorme cantidad de extranjeros, principalmente de India y Asia Central, pero musulmanes… no, gracias.

Miles de europeos dan muestras de solidaridad con los refugiados aun cuando el desempleo en la Unión Europea (UE) roza los 23 millones de personas. Desempleo que no es natural –hay muchas viviendas, escuelas, hospitales, etc. para hacer– sino creado por el “Estado de Bienestar” al imponer “leyes” como la del salario mínimo que impide que trabajen –“legalmente”– los que ganarían menos.

Irónicamente, según estudios, la UE necesitará en las próximas tres décadas sumar 50 millones de trabajadores –que paguen impuestos, obvio– para sostener sus sistemas sociales. Y sin inmigración la población europea descendería. Los refugiados llegados –365,000– en lo que va de año a la UE equivalen al 0.06% de la población local, tienen una tasa de emprendimiento empresarial mayor y comenten menos crímenes. Y no generan desempleo: el Reino Unido incorporó desde 2004 más de un millón de polacos mientras se redujo el desempleo y subió el salario medio.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Un enorme drama humano en pleno siglo XXI

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 26/6/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1805218-un-enorme-drama-humano-en-pleno-siglo-xxi

 

Cada vez con mayor frecuencia, las noticias dan cuenta de los constantes movimientos migratorios de personas que, desesperadas, huyen de la violencia o de la miseria o de ambas cosas a la vez, en procura de una vida digna para ellos y sus familias. Con costos humanos altísimos. Sabemos que muchos hasta pierden la vida en ese esfuerzo.

Pero pocas veces nos detenemos a pensar, concretamente, en el nivel de horror -y en los peligros- que, para muchos, ese tránsito cruel supone. Por eso que, de pronto, las Naciones Unidas, a través de sus organismos especializados, nos golpeen con los datos de la realidad es no sólo oportuno, sino indispensable.

Las cifras que se acaban de dar a conocer dan cuenta de que, a fines del año pasado, 60 millones de personas tenían el carácter de desplazados en nuestro mundo. Esa cifra, por lo demás, incluye solo a quienes escapan por razones que tienen que ver con los conflictos armados y las persecuciones violentas. No con la pobreza, ni la miseria. La cifra es similar a las poblaciones totales de Argentina y Chile, sumadas. A lo que cabe agregar que, de esa terrible cifra, la mitad son niños.

A esos 60 millones de seres humanos, en 2014 se agregaron 14 millones de personas, según señala el Alto Comisionado para los Refugiados. Más de 38.000 individuos por día. Para peor, debido a los múltiples conflictos armados internos, hay 11 millones de personas que, desplazadas, en rigor no han salido siquiera de su propio país, en cuyo interior viven huyendo.

Cabe apuntar que, siempre en 2014, tan sólo unas 127.000 personas regresaron a sus lugares de origen. Esa es la cifra anual de retornos más baja de las últimas tres décadas.

Hay dos millones y medio de desplazados en Sudán, en la región de Darfur y un millón y medio de afganos viviendo en territorio de Paquistán. Turquía e Irán son otros dos países sometidos a tremendas presiones y esfuerzos, desde que también ellos son hoy precario refugio de millones de seres humanos extranjeros que escapan del horror y de las represiones en países como Siria o Eritrea.

Uno de cada cuatro de esos refugiados se afinca, cabe destacar, en los países pobres. Por eso ocurre que países como Kenya paradójicamente alojan más refugiados que Francia o Gran Bretaña.

Países cuyas instituciones han colapsado, como es el caso de Libia, sirven de trampolín para la dolorosa carrera de los desplazados hacia la vida. Y de ámbito ideal de acción para las organizaciones criminales que, en la opacidad, lucran perversamente con este desgraciado tráfico humano. Quienes circunstancialmente pasan algún tiempo en los distintos campamentos de refugiados suelen tener que enfrentar el hambre y la violencia sexual. Y quedar sumergidos, por largo rato, en la pobreza.

La guerra civil siria es hoy ciertamente la mayor generadora de desplazados. Hay nada menos que unos siete millones y medio de sirios que están desplazados en el interior de ese devastado país. A los que se agregan casi cuatro millones más de sirios que ya se han refugiado en el exterior, diseminados por el mundo. Esa es la tremenda dimensión humana de una tragedia que pareciera no tener fin a la vista.

La situación bélica en Yemen y ahora la crisis nuevamente desatada en Burundi representan otros dos grandes conflictos violentos que empujan a millones de almas a escapar precipitadamente de lugares que se han transformado en infiernos altamente peligrosos.

Las cifras antes aludidas debieran hacernos reflexionar a todos. Nuestro país, por sus características particulares, puede hacer mucho más para contribuir a paliar el drama de los refugiados y desplazados en el mundo. Pero, como siempre, hay que querer hacerlo. Lo que supone actuar por nuestros semejantes más allá de la enfermiza retórica vacía que nos caracteriza y de los cálculos electorales. O, peor, de las grotescas búsquedas de notoriedad.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

EL ESTATISMO DE LA FAO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Desde su creación, la Food and Agriculture Organization (FAO) en 1945 ha mostrado su marcada inclinación a la adopción de medidas socialistas y una aversión al sistema de libre empresa y la propiedad privada. Hay infinidad de documentaciones que ponen de manifiesto lo dicho en el contexto de las Naciones Unidas como son las obras de Edward Griffin, Orval Watts y la experiencia personal de William Buckley, Jr. como delegado en aquella organización internacional, pero uno de los trabajos críticos de la FAO de mayor calado aun es el preparado por la Heritage Foundation de Washington D.C a través de la pluma de Juliana Geran quien se doctoró en la Universidad de Chicago y enseñó en las Universidades de Stanford y Johns Hopkins y dirigió el Institute of World Politics de la Universidad de Boston, trabajo aquél publicado con el sugestivo título de “The UN´s Food and Agriculture Organization: Becoming Part of the Problem”.

 

Con estos antecedentes de la FAO puede entenderse hoy, por ejemplo,  el chiste de pésimo gusto que esa entidad haya premiado en este 2015 a los gobiernos de Venezuela y Argentina por la eficaz tarea para aliviar el hambre en esos países (sic).

 

En el muy extenso documento mencionado se destacan muchos puntos que no pueden cubrirse en una nota periodística, de modo que solo mencionaremos algunos que dividimos en doce    secciones al correr de la pluma. Primero, se ha politizado la FAO en grado creciente al tiempo que se ha incrementado en grado exponencial su presupuesto y la cantidad de funcionarios contratados y “cada vez más hostil a la libre empresa. Suscribe la ideología colectivista patrocinada por las naciones más radicalizadas”.

 

Segundo, en la misma línea argumental la “FAO fracasa con sus consejos a los gobiernos cuyos políticas impiden el progreso agrícola […] y establece Programas de Cooperación Técnica que básicamente consiste en un centro político que es usado discrecionalmente por la dirección que provee estadísticas erróneas y engañosas, junto a medidas que desalientan a que trabajen allí profesionales calificados”.

 

Tercero, el caso más resonante del fracaso de la FAO fue el de la hambruna en Etiopía “en el que la FAO participó sin declarar nunca que las causas del problema eran las políticas económicas socialistas que condujeron a la catástrofe […], en aquel momento, además [de los malos consejos], quien dirigía la FAO apuntaba a sacarse de encima al representante de Etiopía al efecto de posibilitar su reelección en el cargo, lo cual logró por tres períodos de seis años cada uno”.

 

Cuatro, el presupuesto de la FAO constituye “una fuente de controversias permanentes porque no permite la información que permitiría una idea clara de donde se asignan los recursos proporcionados por los gobiernos con los recursos de los contribuyentes, lo cual hace que la correspondiente evaluación resulte imposible”.

 

Quinto, los casos de distintas naciones africanas respecto al apoyo a políticas estatistas respecto al agro, así como el caso de Tailandia en la misma dirección también en el área rural y lo mismo en China, políticas fallidas que se extienden a otras naciones como Guatemala, India y Costa Rica “todo contrario a los abordajes de la empresa privada en lo que respecta al freno al progreso agrícola”.

 

Sexto, en muchos sectores la FAO ha suspendido incluso la cooperación con el sector privado puesto que sus autoridades declaran que “los gobiernos pueden mejorar la planificación del área agrícola […] lo cual ha sido hoy abandonado incluso en algunos sectores de la economía china”.

 

Séptimo, la FAO “estimula el establecimiento del control estatal de precios como en los casos de Egipto, Tanzania, Ghana y Malí […] a lo que frecuentemente se añade el consejo de acumular granos operado por los gobiernos que naturalmente afecta al sector privado”.

 

Octavo, reiteradamente la administración de la FAO “reclama una redistribución de ingresos a nivel mundial […] situación que sugiere se haga a través de gobiernos o sus organismos internacionales desde los países desarrollados a los subdesarrollados que como es sabido ha producido graves problemas”.

 

Noveno, la FAO apunta al crecimiento poblacional, “la mentalidad maltusiana” como una de las causas de los problemas económicos en lugar de “concentrarse en el deterioro de los marcos institucionales”.

 

Décimo, también los consejos de la FAO respecto a plagicidas, fertilizantes y enfoques errados sobre la ecología en general han conducido a desajustes y crisis “en casos como los de Mozambique, Somalia, Nigeria y Libia en el contexto, como ha dicho una fuente de un funcionario que quiso quedar en el anonimato, que se han desdibujado cifras respecto al retorno sobre la inversión para hacer aparecer como atractiva la política aconsejada”.

 

Décimo primera, no solo se consignan  las políticas contraproducentes de la FAO en su campo de acción sino que “interviene en otros sectores como son sus consejos en cuanto a la estatización del transporte”.

 

Y, por último, décimo segundo en este resumen, como conclusión la autora de este largo y documentado trabajo sostiene que “la FAO debe dejarse morir, que sería una justificada y buena muerte”.

 

La FAO ha insistido a poco de su instalación en la conveniencia del impuesto a la renta potencial y la reforma agraria (1955)  sobre lo cual hemos escrito en otra oportunidad, conceptos que ahora parcialmente reiteramos en el contexto de la organización internacional de marras.

 

En las truculentas lides fiscales, desafortunadamente lo más común es la idea de lo que se ha dado en llamar “el impuesto a la renta potencial”. El concepto básico en esta materia es que el gobierno debería establecer mínimos de explotación de la tierra ya que se estima que no es permisible que hayan propiedades ociosas o de bajo rendimiento en un mundo donde existen tantas personas con hambre. El gravámen en cuestión apunta a que los rezagados deban hacerse cargo de un tributo penalizador, el cual no tendría efecto si las producciones superan la antedicha marca.

 

En verdad este pensamiento constituye una buena receta para aumentar el hambre y no para mitigarlo. Si pudiéramos contar con una fotografía en detalle de todo el planeta, observaríamos que hay muchos bienes inexplorados: recursos marítimos, forestales, mineros, agrícola-ganaderos y de muchos otros órdenes conocidos y desconocidos. La razón por la que no se explota todo simultáneamente es debido a que los recursos son escasos. Ahora bien, la decisión clave respecto a que debe explotarse y que debe dejarse de lado puede llevarse a cabo solo de dos modos distintos. El primero es a través de imposiciones de los aparatos estatales politizando el proceso económico, mientras que el segundo se realiza vía los precios de mercado. En este último caso el cuadro de resultados va indicando los respectivos éxitos y fracasos en la producción. Quien explota aquello que al momento resulta antieconómico es castigado con quebrantos del mismo modo que quien deja inexplorado aquello que requiere explotación. Solo salen airosos aquellos que asignan factores productivos a las áreas que se demandan con mayor urgencia.

 

Las burocracias estatales operan al margen de los indicadores clave del mercado y, por ende, inexorablemente significan derroche de los siempre escasos factores de producción (si hacen lo mismo que hubiera hecho el mercado libre y voluntariamente, no hay razón para su intervención ni para los gastos administrativos correspondientes y, por otra parte, la única manera de conocer que es lo que la gente quiere en el mercado es dejarlo actuar). Este desperdicio de capital que generan los gobiernos naturalmente conduce a una reducción de ingresos y salarios en términos reales puesto que las tasas de capitalización constituyen la causa de los posibles niveles de vida, con lo que en definitiva el impuesto a la renta potencial incrementa los faltantes  alimenticios de la población.

 

Esta conclusión es del todo aplicable a la tan cacareada “reforma agraria” en cuanto a las disposiciones gubernamentales que expropian y entregan parcelas de campo a espaldas de los cambios de manos a que conducen arreglos contractuales entre las partes en concordancia con los reclamos de la respectiva demanda de bienes finales, lo cual ubica a los bienes de orden superior en los sectores necesarios para tal fin. Ese desconocimiento de los procesos de compra-venta inherentes al mercado también perjudica gravemente las condiciones de vida de la gente, muy especialmente de los más necesitados.

 

Los procesos de mercado recogen información dispersa y fraccionada entre millones de personas a través de los precios, sin embargo, los agentes gubernamentales puestos en estos menesteres invariablemente concentran ignorancia con lo que se desarticula el mercado, lo cual genera las consiguientes contracciones respecto a lo que se requiere y sobrantes de lo que no se demanda, dadas las circunstancias imperantes.

 

En este tema de los impuesto a la tierra hay una tradición de pensamiento que surge de los escritos de Henry George por lo que se considera que los impuestos a la tierra se justifican debido a que ese factor de producción se torna más escaso con el mero transcurso del tiempo (solo puede ampliarse en grado infinitesimal) mientras que el aumento de la población y las estructuras de capital elevan su precio sin que el dueño de la tierra tenga el mérito de tal situación. Por ende, se continúa diciendo, hay una “renta no ganada” que debe ser apropiada por el gobierno para atender sus funciones.

 

Este razonamiento no toma en cuenta que todos los ingresos de todas las personas se deben a la capitalización que generan  otros y no por ello se considera que el ingreso correspondiente no le pertenece al titular. Esto ocurre no solo con los beneficios crematísticos (los ingresos no son los mismos del habitante de Uganda del que vive en Canadá, precisamente debido a que las tasas de capitalización de terceros no son las mismas) sino de beneficios de otra naturaleza como el lenguaje que existe en el momento del nacimiento del beneficiario y así sucesivamente con tantas otras ventajas que se obtienen del esfuerzo acumulado de la civilización.

 

En alguna oportunidad se ha legislado “para defenderse de la extranjerización de la tierra” lo cual ha hecho también la FAO, como si los procesos abiertos y competitivos en la asignación de los siempre escasos factores productivos fueran diferentes según el lugar donde haya nacido el titular, y como si los lugareños que declaman sobre nacionalismos no descendieran de extranjeros en un proceso de continúo movimiento desde la aparición del hombre en África. Esta visión de superlativa ceguera y de cultura alambrada es incapaz de percatarse que las fronteras y las jurisdicciones territoriales son al solo efecto de evitar la concentración de poder en manos de un gobierno universal, y no porque “los buenos” son los locales y “los malos” los extranjeros (atrabiliaria clasificación que, entre otras cosas, reniega de nuestros ancestros).

 

Es de esperar que en debates abiertos se perciba que los procesos de mercado son los más efectivos para reducir el hambre y no la politización de un tema tan delicado que barre con las señales para asignar recursos del modo más adecuado a las necesidades, especialmente de los más débiles. Respecto a las peligrosas falacias que rodean al tema específico de la ecología, las he tratado en mi trabajo titulado “Debate sobre ecología” que puede localizarse en Internet.

 

https://eseade.wordpress.com/2014/03/02/debate-sobre-ecologia/

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

Una crisis de alta peligrosidad

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 7/3/14 en: http://www.lanacion.com.ar/1669819-una-crisis-de-alta-peligrosidad

 

Después de un operativo militar ejecutado con rapidez y precisión, Rusia controla íntegramente a la península de Crimea, que es parte de Ucrania. Utilizó para ello una estrategia similar a la que implementara en 2008, cuando se apoderara, también por la fuerza, de los enclaves de Abkhazia y Ossetia del Sur, en Georgia.

En Crimea, recordemos, está emplazada la base de la Flota Rusa del Mar del Norte. En Sebastopol, un excelente puerto de aguas profundas. Pese a ello, la vicepresidente de Rusia, Valentina Matviyenko, sostiene -con una obvia cuota de cinismo- que su país no ha intervenido en los «asuntos internos» de Ucrania. Interpretación de lo sucedido que es muy difícil compartir.

La audaz jugada rusa no es inesperada. Es bastante más que la expresión de una obsesión política o que una expresión del nostálgico nacionalismo que caracteriza al presidente Vladimir Putin. Y, después de lo sucedido en Kiev, es también más que una preocupación por la eventual repetición, en la propia Rusia, de las protestas callejeras de 2011-2012.

La invasión rusa tiene que ver con cuestiones geopolíticas que son de envergadura para los rusos. No sólo con la peculiar visión de Putin, que califica a la disolución de la Unión Soviética como «la mayor catástrofe política del siglo XX». Me refiero a cuestiones contemporáneas. Puntuales. Concretas. Como la necesidad rusa de mantener su proyección naval en el Mar Negro, utilizada para los bloqueos navales contra Georgia, cuando la guerra del 2008.

Pero también su presencia naval al Mediterráneo, como en ocasión de la crisis de Libia. Así como con relación a su participación en el esfuerzo internacional de patrullaje anti pirata en aguas del Océano Índico y en las costas de Somalía. O con respecto a la guerra civil en Siria, cuyo puerto de Taurus los buques de guerra rusos ya no pueden utilizar como antes.

Es cierto, existe la opción de usar el puerto comercial de Novorossiysk, pero para los rusos dejar Sebastopol es no sólo impracticable, sino impensable. Aunque en ese mismo puerto amarre también la flota de guerra ucraniana.

Rusia mantiene normalmente unos 15.000 hombres bajo bandera en Sebastopol, base naval que ha alquilado a Ucrania hasta 2042. Hoy a ellos deben sumarse los casi 150.000 hombres que están en derredor de Crimea, bajo el disfraz de «maniobras militares». Esas tropas, en los hechos, han tomado el control efectivo de la península, incluyendo su espacio aéreo y sus costas. Y pretendido, sin éxito, que los militares ucranianos se subordinen a ellas, generado una dura reacción de la comunidad internacional, preocupada por el uso unilateral de la fuerza por el autoritario Vladimir Putin, que se califica como agresión. Putin actuó quizás envalentonado por su éxito en la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno, en Sochi, en el Mar Negro.

Cabe agregar que la llegada de los efectivos militares rusos a Crimea fue precedida por la toma del poder local por un grupo de presuntos militantes paramilitares uniformados y fuertemente armados que seguramente formaron parte de un operativo planificado y ejecutado milimétricamente para controlar el territorio completo de la península de Crimea. Esta es, quizás, una expresión más de la creencia generalizada en Rusia, que supone que «Occidente entiende el lenguaje de la fuerza». De allí la arriesgada aventura militar que hoy -por sus derivaciones- preocupa a todos. Porque apunta a producir un «hecho consumado» más. Como en Georgia.

Crimea, cabe recordar, estuvo -por siglos- en poder de Rusia. Desde la época de Catalina la Grande quien, en 1784, la conquistara. Hoy forma parte de Ucrania y contiene a unos dos millones de habitantes, el 60% de los cuales reclama la identidad rusa. Hay, además, un 24% de ucranianos y otro 13% de tártaros, que poblaron en su momento a Crimea y fueron masivamente deportados en 1944, en tiempos del sanguinario José Stalin. De allí la simpatía de los tártaros hacia las actuales autoridades de Kiev.

Para Rusia, la defensa de sus connacionales es el motivo clave, central, de su reacción. Casi irrenunciable, en función de su escenario doméstico. Ocurre que lo sucedido en algunos rincones del Báltico tras la implosión del imperio soviético respecto de los rusos que allí habían elegido vivir y fueran objeto de persecuciones y agresiones, es para la población rusa algo que no debe repetirse.

 

La crisis ucraniana tiene que ver con un país que parecería contener a dos naciones. O poseer dos corazones. Una nación fuertemente pro europea, que vive en el oeste y otra, en cambio, étnica y culturalmente rusa, que puebla el este del país. Hablamos de 46 millones de habitantes, de los cuales 13 millones se sienten rusos o son rusos. Por esto que -en medio del caos generado por la deposición del corrupto ex presidente Viktor Yanukovich- el parlamento ucraniano haya sancionado una ley prohibiendo el uso del idioma ruso luce como un error imperdonable. Que confirió una excusa a Vladimir Putin para mover sus fichas. Y arriesgó la integridad territorial del país, dueño de Crimea desde 1954, cuando -en tiempos de la Unión Soviética- el ex presidente Nikita Kruschev (él mismo, ucraniano) cediera a Ucrania la soberanía sobre Crimea.

A lo antedicho cabe agregar que las fuerzas paramilitares -compuestas por matones que reprimieron duramente a la población de Kiev (los Berkut)- estaban integradas, en gran medida, por ucranianos del este y por profesionales rusos del arte de golpear. Lo que alimentó viejos rencores y despertó sueños secesionistas que generaron una volatilidad extrema, desde que ellos se han extendido a la ciudad industrial de Donetsk y a Odesa, ambas emplazadas en la región oriental, allí donde la influencia rusa es grande.

Los grupos pro rusos que tomaron el poder en Crimea han convocado a un referendo para el 16 de marzo próximo, en el que la secesión sería objeto de consulta. Ello -es obvio- podría de pronto encender un conflicto entre los rusos y la población islámica local. Pese a que los tártaros no han tenido -en los últimos tiempos- expresiones de extremismo. No obstante, el riesgo existe.

Hasta ahora Crimea, como Chechenya en Rusia, ha sido autónoma. Ahora algunos presionan con la independencia. Como sucediera en los casos aludidos de Abkhazia y Ossetia del Sur, la comunidad internacional no reconocerá una agresión tan evidente a la integridad territorial de Ucrania. Salvo posibles casos patológicos, como son los de Venezuela y Nicaragua, que han reconocido la independencia de los enclaves rusos en Georgia, que quedaron aislados.

Frente a lo que luce como una agresión, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no es ámbito para resolver la crisis, desde que Rusia tiene derecho de veto. Pero ha servido para discutir el tema.

Zbigniew Brzezinski, con su reconocido pragmatismo, propone encontrar una solución ad hoc: a través del diálogo. En su visión, edificando en Ucrania una alternativa similar a la que se usó en su momento para Finlandia, una nación neutral que no participa en ninguna alianza militar y que comercia con todos por igual.

Después de todo, a la caída de la Unión Soviética, los Estados Unidos y la Federación Rusa fueron capaces de encontrar, dialogando, la fórmula que permitió que Ucrania pudiera dejar de tener armas atómicas en su territorio, luego de haber edificado un inventario con la escalofriante cifra de 2000 bombas nucleares.

Veremos cómo sigue esta crisis, de alta peligrosidad para la paz y seguridad internacionales. El diálogo, reiteramos, luce como la avenida a transitar. Sin embargo, están sucediendo algunas cosas como la imposición de sanciones económicas y restricciones de viaje a algunos individuos en Rusia y Ucrania (similares a las impuestas a Irán) y hasta un intento de rebajar su «status» en el mundo, aislándola de todo diálogo significativo con Occidente. Con acciones como el congelamiento de las reuniones del llamado «G-8», la próxima de las cuales estaba curiosamente programada en Sochi. O el cese de conversaciones en el ámbito de la OTAN. Para Putin, si esto se profundizara, sería una dolorosa pérdida de imagen. Y, en este tipo de emergencias, existe la posibilidad de que ocurran accidentes o incidentes inesperados, que de pronto compliquen todo.

No obstante, la diplomacia tiene la palabra. Todos los actores deberían cuidarse de realizar actos que aumenten las tensiones en una situación sumamente delicada por la diversidad y complejidad de sus componentes.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Son los políticos, no los inmigrantes

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 11/11/13 en: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/alejandrotagliavini/son-los-politicos-no-los-inmigrantes-alejandro-a-tagliavinicolumnista-el-tiempo_13178055-4

Días atrás, miles de personas se unieron a la Marcha Rusa, en Moscú, para protestar básicamente contra la población musulmana y los inmigrantes, a quienes acusan de provocar un aumento de la delincuencia y de la falta de trabajo. La policía detuvo a unos treinta jóvenes por “gritar consignas nazis y utilizar símbolos prohibidos”, lo que resulta irónico –por no decir incoherente– eso de ser intolerantes para combatir a los intolerantes. Fanatismos de lado, lo cierto es que los inmigrantes son el chivo expiatorio de los políticos, que sí son los causantes de la delincuencia y la desocupación.

La Comisión, de la Unión Europea (UE), se enfrenta a los gobiernos nacionales por la inmigración ya que aboga por crear una política común y flexibilizar las entradas legales. Para empezar, el problema no es tan grave como dice la propaganda de los políticos, la cual asegura que una avalancha migratoria colapsa las fronteras y desborda los servicios sociales. Según Eurostat con datos del 2012, los extranjeros son menos del 7% de la población de la UE, unas 34 millones de personas, y si se descuentan los ciudadanos comunitarios que se mudan a otros países, el porcentaje baja al 4%.

Eso sí, las diferencias son notables según los países. Por caso, en Gran Bretaña el 7,6% de la población es extranjera, frente al 12% en España. De otro lado, según Frontex, la entrada de inmigrantes irregulares descendió 49% en 2012, aunque en 2013 los intentos de entradas registrados han crecido con fuerza, especialmente de los que huyen desde Libia demostrando lo “beneficiosas” que fueron las intervenciones armadas de la OTAN allí.

Como son “beneficiosas” las declaraciones del secretario de Estado norteamericano, según quien Arabia Saudí es un aliado “muy, muy importante… es una relación profunda que dura desde hace 75 años y va a seguir durando siempre… Los saudíes son el principal actor en el mundo árabe, junto a Egipto”. O sea que los políticos de EE. UU. apoyan a estas dos “democracias”, que entre otras cosas tratan a las mujeres como mascotas domésticas, y de las cuales muchos quieren huir y Occidente no los quiere recibir. Y se ahogan en el medio, incluyendo mujeres y niños.

Trabajo sobra, hay mucho por hacer. Son los políticos los que provocan la desocupación con leyes coactivas que impiden el trabajo “legal”; por caso, la ley del salario mínimo lo que logra es prohibir que trabajen los que ganarían menos, que son los que más lo necesitan. Para remate, cobran impuestos que empobrecen a los más pobres ya que para pagarlos, por caso, los empresarios suben precios o recortan salarios. Empobrecidos –casi alentándolos a delinquir– por los mismos políticos, que entonces prometen asistencialismo con el propio dinero recaudado impositivamente, pero luego de quedarse con una parte en sueldos para ellos, y de burócratas amigos y corrupción.

Claro que la ecuación se quiebra cuando los inmigrantes se benefician con el asistencialismo que sale del poco dinero que han dejado los políticos después de cobrarse lo suyo, además de la corrupción. En fin, los políticos de la UE apuestan con tal de mantener el statu quo –sus salarios, los votos y demás– a implicar a los países de origen en el control de los flujos migratorios. Es decir, poner la suficiente policía en los lugares de salida como para que las personas se mueran de hambre allí y no ahogados en el Mediterráneo.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.