Por Alberto Benegas Lynch (h)
Francis Fukuyama pronosticó que a partir del 9 de noviembre de 1989 se terminaba el comunismo y aflorarían los mercados libres y el liberalismo. Esto fue un marxismo al revés, nada en la vida humana es inexorable, no hay leyes históricas imbatibles. Todo depende de la que seamos capaces de contribuir diariamente los humanos para el respeto recíproco.
Tal como ha consignado Paul Johnson “Una de las lecciones de la historia que uno debe aprender, a pesar de que es muy dolorosa, es que ninguna civilización puede tomarse por segura. Su permanencia nunca puede considerarse dada, siempre hay una edad oscura esperando a la vuelta de la esquina.”
En este caso, el espíritu totalitario se ha desplazado en tres vertientes: un supuesto feminismo que en verdad constituye una ofensa para la mujer, no solo por los humillantes cupos en medios académicos, laborales y políticos que subestima sus capacidades para competir sino que introduce ideas contrarias a la propiedad, al derecho y a la vida a contracorriente del feminismo original expuesto tan bien por mujeres de la talla de Mary Woolstonecraft. Por otro lado, el totalitarismo se ha puesto de manifiesto vía un falso ambientalismo que estimula la “tragedia de los comunes” a través de la figura del “subjetivismo plural”. Y por medio de la tercera vertiente ratifica sus ímpetus estatistas alimentando un Leviatán desbocado que se traduce en presiones fiscales asfixiantes, deudas astronómicas y manipulaciones monetarias emprobrecedoras.
El derrumbe del Muro de la Vergüenza significó el desmoronamiento del bloque soviético pero de ningún modo la desaparición del socialismo. Como es sabido, la infame pared de 155 kilómetros de largo y cuatro metros de alto se inauguró el 13 de agosto de 1961 con la idea de evitar la permanente fuga desde Alemania oriental a la occidental, aunque, a pesar de ese fenomenal obstáculo la cruzaron algunos valientes dejando atrás cientos de muertos y decenas de miles de arrestos.
Es del caso recordar muy especialmente un hecho sumamente conmovedor y es que el 25 de diciembre del año del mencionado derrumbe, Leonard Bernstein dirigió en Berlín una combinación de orquestas célebres para ejecutar la Novena Sinfonía de Beethoven con la letra original de la parte coral escrita por Friedrich Schiller titulada “Oda a la Libertad” (“An Die Freiheit”) que al ser censurada se convirtió en “Oda a la Alegría” (“An Die Freude”).
Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h