El kirchnerismo copia el gradualismo y el “ir viendo” de Cambiemos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 18/2/2020 en: https://www.infobae.com/economia/2020/02/18/el-kirchnerismo-copia-el-gradualismo-y-el-ir-viendo-de-cambiemos/?fbclid=IwAR0nimoxUc6biD6mjP0L6cJOvnHNrf54iIbSVztDoTn2QoHQ0sPlRIEdZxQ

 

Una vez más, desde el Gobierno sostienen la falacia que no pueden explicitar un plan económico hasta tanto no se resuelva el tema de la deuda pública

El ministro de Economía, Martín Guzmán, frente a la Cámara de Diputados.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, frente a la Cámara de Diputados.

El informe que presentó el ministro de Economía Martín Guzmán en el Congreso, la semana pasada, tuvo un contenido más de barricada política que explicaciones de política económica que permitan visualizar un plan económico que explique cuál va a ser el rumbo económico.

Una vez más desde el Gobierno sostienen la falacia que no pueden explicitar un plan económico hasta tanto no se resuelva el tema de la deuda pública. La razón sería que sin conocer la resolución de ese tema no se puede hacer un presupuesto porque se desconocen los intereses a pagar y como el presupuesto es el plan económico, dicen, sin resolver el problema de la deuda, no se pueden calcular los intereses. Sin esto no hay presupuesto y sin presupuesto no hay plan económico.

La ley de Emergencia Económica es contraria al artículo 29 de la Constitución Nacional que dice: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.

El presupuesto deja de ser el centro de la política económica y, por lo tanto, de hecho, aunque ya estuviera arreglado el problema de la deuda pública, no habría presupuesto y, en palabras de algunos miembros del oficialismo, tampoco habría plan económico dado que el presupuesto es un monto que el gobierno puede gastar a su antojo modificando partidas presupuestaria. Un presupuesto así no es un presupuesto.

En un país con un gobierno con poderes limitados, el presupuesto es fundamental. El problema es que en Argentina se considera que el que más votos tiene adquiere poderes tipo monarca, porque la mayoría le da derecho a hacer lo que quiere. Es decir, una democracia ilimitada, como la denominó Hayek, que es un democracia que no respeta límites legales apelando a la mayoría de las urnas, cuando en realidad esa mayoría solo establece quién va a administrar la cosa pública dentro de los límites que le establece la Constitución Nacional.

Alberto Fernández y Kristalina Georgieva

Alberto Fernández y Kristalina Georgieva

En definitiva, no es cierto que para poder tener un plan económico primero haya que tener el presupuesto y eso depende del arreglo de la deuda externa. En todo caso, para poder resolver el problema de la deuda pública hay que explicitar un plan económico que le de cierta confianza a los acreedores que la economía va a crecer y, por lo tanto, van a poder cobrar al menos los intereses de la deuda pública.

Por ejemplo, parte de un plan económico sería una reforma laboral que no necesita pasar por el presupuesto, o una propuesta de integración económica al mundo, que tampoco exige de una pasar por el presupuesto, o una regla monetaria que le de previsibilidad al poder al poder adquisitivo de la moneda. Un plan económico se compone de más elementos que el presupuesto.

Por el momento, el plan económico del gobierno se limita a licuar buena parte de las jubilaciones para ir igualando hacia abajo las jubilaciones hasta que todos cobren la mínima, licuar el gasto en salarios, congelar las tarifas de los servicios públicos por un tiempo y apelar a Precios Cuidados.

Dicho sea de paso, Precios Cuidados no empezó con buena estrella. En enero, el rubro Alimentos y Bebidas no Alcohólicas aumentó el 4,7% respecto a diciembre, cuando en diciembre había aumentado el 2,8% con relación a noviembre.

Pero hay otro tema a considerar del discurso de Guzmán. Dijo el ministro no habrá equilibrio fiscal hasta 2023, es decir, todo el mandato de Alberto Fernández transitaría con desequilibrio. Si va a manejarse con déficit fiscal, el gran interrogante es: ¿cómo financiará el bache fiscal? Hay cuatro maneras de cerrarlo: 1) aumentando impuestos, 2) tomando deuda interna, 3) tomando deuda externa, 4) emitiendo moneda.

Aumento de impuestos ya hubo, salvo que tengan en mente seguir subiendo la presión tributaria. El mercado crediticio interno es mínimo, así que si el Estado sigue tomando el escaso ahorro interno que hay, al sector privado le quedarán monedas para financiarse, acentuando la recesión.

Si no piensan tomar los USD 11.000 millones que restan del FMI es de imaginar que tampoco saldrán a pedir prestado al mercado voluntario de deuda (aunque sin pagar los intereses dudo que esa puerta se vaya a abrir). Es decir, no es imaginable que financien el déficit fiscal con deuda externa.

Queda la emisión monetaria como último recursos para financiar el déficit fiscal, con lo cual se estará comprando un piso de inflación alto para los 4 años de mandato de Fernández y no sabemos si esa inflación no termina desbordándose.

El ministro también afirmó que en este contexto no es posible un ajuste fiscal porque produciría más recesión. El ajuste existe con el impuestazo que le aplicaron al sector privado y con la licuación de las jubilaciones y de los sueldos de la administración pública. Hay un feroz ajuste que recae sobre el sector privado, no sobre el sector público, como de costumbre.

En definitiva, Guzmán dio un discurso en el Congreso con más contenido político que con precisiones económicas y, por ahora, sigue mostrando que carece de un plan económico para empezar a cambiar el rumbo de la economía.

Curiosamente se da una situación parecida a la de Cambiemos. Mauricio Macri nunca quiso tener un plan económico global: siempre apelaron al gradualismo y al tratar de solucionar problemas puntuales. Era “ir viendo” todos los días cómo solucionar algún problema. El kirchnerismo encara un proceso igual. Aplica gradualismo fiscal diciendo que hasta 2023 habrá déficit fiscal y no explicita un plan económico. Es una política, al igual que la de Cambiemos, de “ir viendo”.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

No Vuelven Más

Por Iván Carrino. Publicado el 25/1/18 en: https://www.ivancarrino.com/no-vuelven-mas/

 

El retorno a “los años dorados” del kirchnerismo es un imposible técnico.

La economía argentina está mal. Hace 8 años que el PBI no crece.

Ahora como al mismo tiempo sí crece la población, el PBI per cápita (la cantidad de producción por habitante) viene cayendo desde el 2011. Este año, si todo sigue así, estaremos en una situación muy similar a la de 2009.

Es decir, 10 años perdidos.

En este contexto, es normal que aparezca la nostalgia colectiva por un pasado mejor.

Recientemente,  en la fila del supermercado, me puse a charlar con una mujer. Como sabía que me dedicaba la economía, me preguntó qué opinaba yo de Roberto Lavagna, ex Ministro durante el período 2002-2005.

No pude ni comenzar mi respuesta que me interrumpió para decirme:

A mí me cae muy bien. Es honesto. Además, cuando él era ministro las cosas estaban mucho mejor.

Dos días atrás, en un programa de TV, una economista me dio un argumento similar, refiriéndose al período 2003-2007 como un ejemplo de crecimiento económico.

Tal vez la prueba más clara de que hay una añoranza por los “años dorados” del kirchnerismo sean las últimas reuniones que algunos políticos con aspiraciones presidenciales han tenido con el ex Ministro Lavagna.

En algún lugar de la mente de muchos está la idea de que habría que volver a aquellos viejos buenos tiempos.

Los Años Dorados

Analizando algunos números, es cierto que hubo una época en donde el kirchnerismo podía mostrar un muy saludable desempeño económico.

Entre 2003 y 2007, por ejemplo, la economía creció a un impresionante 8,8% anual promedio. El desempleo, mientras tanto, bajaba del 17,3% al 8,5%, y la inflación –que en los primeros dos años se mantuvo en valores de un dígito pero luego comenzó a subir- era vista como una consecuencia de este fuerte crecimiento.

El primer kirchnerismo recibió una situación fiscal totalmente holgada. En el año 2004, el superávit fiscal del gobierno fue 3,5% del PBI, lo que le permitió al dúo Kirchner-Lavagna salir a gastar dinero público, generando un boom de consumo que contribuyó a la caída del desempleo.

Entre 2004 y 2007, el gasto público en Argentina creció a una tasa anual del 30,3% promedio, muy por encima de la inflación. La Base Monetaria, por su parte, también crecía a ritmo acelerado.

Mientras tanto, el dólar, esa fibra tan sensible para los argentinos, mantuvo una calma extraordinaria. Entre 2003 y 2005 cayó desde $ 3,3 a $ 3,0, para luego ubicarse en $ 3,2 hacia fines de 2007.

Por si esto fuera poco, no había “tarifazos” (porque las tarifas estaban congeladas por la ley de emergencia económica) y la luz tampoco se cortaba…

En resumidas cuentas, ¡todo andaba bien!

Imposible Técnico

Al ver este cuadro de situación es normal que la gente se pregunte si no es posible volver a una economía así.

La respuesta, sin embargo, es un rotundo NO.

Es que,  veamos…

Luego de la devaluación de 2002, el tipo de cambio real alcanzó un máximo histórico. Como se ve en el gráfico de abajo, al abandonar la convertibilidad el tipo de cambio real (es decir, el poder de compra del dólar en Argentina) subió un impresionante 188%. Esto implicó que –de la noche a la mañana- todos los productos fabricados en el país se abarataran enormemente, lo que le dio impulso a las exportaciones.

Esa situación, como se aprecia, es hoy muy diferente.

Los salarios reales eran muy bajos. Otra consecuencia del abandono del 1 a 1 fue la fenomenal licuación de los salarios reales. Es decir, nuevamente de la noche a la mañana, lo que una empresa argentina o extranjera tenía que pagarle a un empleado se derrumbó. En términos concretos, si una empresa pagaba en diciembre de 2001 $ 100 a un empleado, en mayo de 2003 le estaba pagando solo $ 80 a precios de 2001.

En dólares la caída fue más pronunciada todavía. Los salarios llegaron a caer 70% en junio de 2002. En diciembre de 2003, el mismo trabajador que a fines de la convertibilidad cobraba USD 100, estaba cobrando solo USD 40.

La violenta reducción de los costos laborales promovida por la devaluación generó incentivos a la inversión, que pasó del 13% al 20% del PBI en pocos años.

Así que el crecimiento “a la China” no solo se daba por las altas tasas de crecimiento, sino porque se basó principalmente en mano de obra barata producto de la devaluación. Es decir, un remedio transitorio que solo dura hasta que se ajustan las variables.

Había superávit fiscal. Otro factor característico de los “años dorados” K era el superávit fiscal. Sin pagar la deuda externa, licuando el gasto en salarios y con abultados ingresos por las retenciones a las exportaciones, la holgura fiscal le permitió al gobierno de Néstor Kirchner avanzar en una política demagógica de aumento del gasto público totalmente insostenible. Dicho aumento, al menos a corto plazo, generaron lo que el libro de texto keynesiano dice que debían generar: aumento del consumo, de las ventas, y de la actividad económica.

Hoy no hay margen para hacer lo mismo.

¿Por qué? Porque se acabó la plata. El otrora superávit se transformó en déficit récord, la gente se cansó de la estafa de la inflación y en los mercados nadie cree en la capacidad de pago de Argentina.

No existe escenario peor para aplicar políticas keynesianas.

Como se ve, hoy el tipo de cambio real es bajo, los salarios en dólares altos y se acabó la plata para hacer políticas de gasto populista como las que llevó a cabo Néstor Kirchner.

O sea que, técnicamente, es imposible volver a la “época dorada” del kirchnerismo.

Semilla de su destrucción

Antes de finalizar, y para no extenderme demasiado, es necesario resaltar que el regreso a la “década dorada” del kirchnerismo no solo es un imposible técnico, sino además, una idea muy poco recomendable.

Es que todas las políticas iniciadas en dicha época generaron la semilla de su propia destrucción. En resumidas cuentas:

—> El incremento del gasto público se transformó en una crisis fiscal.

—> El aumento de la emisión monetaria nos llevó al podio de la inflación mundial.

—> El congelamiento de tarifas originó una crisis energética de proporciones.

—> El boom de consumo conspiró contra la inversión, impidiendo el crecimiento sostenible.

Tenemos que dejar de mirar al pasado reciente para encontrar recetas que sirvan para el futuro. El crecimiento económico no depende del tipo de cambio o del gasto del gobierno, sino del ahorro, la inversión y el aumento de la productividad.

Hay que apuntar a eso, sino estamos condenados a volver repetir los errores de siempre.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.

Lo barato sale caro

Por Iván Carrino. Publicado el 28/1/16 en: https://igdigital.com/2016/01/lo-barato-sale-caro/

 

La resolución que incrementa el precio de referencia para las tarifas eléctricas es una medida más en un marco de desregulación de los precios de la economía argentina. Los resultados serán positivos no solo para las empresas, sino también para los consumidores.

La semana pasada, alrededor de 13 mil personas de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano se quedaron sin luz. La noticia no llegó a la tapa de los diarios porque los cortes en el suministro eléctrico se han vuelto una constante en la Argentina de los últimos años.

Los motivos detrás de esta pésima performance a la hora de suministrar electricidad a los hogares y las empresas deben encontrarse en la Ley de Emergencia Económica sancionada en enero del año 2002.

Dicha ley pesificó las tarifas de los subsidios públicos y prohibió a las compañías proveedoras su indexación o actualización por cualquier índice de precios. Lo que se buscó en su momento fue, por un lado, reducir el impacto de la devaluación en el costo de vida de los argentinos y, por el otro, estimular la competitividad de la economía, proveyéndole energía barata a la industria.

Coincidiendo con el diagnóstico de que la energía barata era un pilar para el desarrollo, y a pesar de gritar a los cuatro vientos que Argentina atravesaba la etapa de crecimiento más vigorosa de su historia, el kirchnerismo prorrogó, año tras año, la Ley de Emergencia Económica, logrando así mantener las tarifas congeladas.

En paralelo con este congelamiento, el gobierno de los Kirchner generó una demoledora inflación de casi 900%, haciendo que los precios congelados, paradójicamente, se derritieran en términos reales. La rentabilidad de las empresas se desplomó, y con ella, la inversión y la capacidad de producción. Finalmente, los usuarios, a quienes se quería beneficiar en primer lugar, terminaron pagando los platos rotos, sufriendo cortes de energía de manera sistemática.

Como suele decirse, “lo barato sale caro” y las pérdidas que los cortes le ocasionan a empresas y comercios ya más que compensaron los supuestos beneficios de los bajos precios de la electricidad.

En este marco, es un bienvenido cambio la modificación de los cuadros tarifarios anunciados por el Ministerio de Energía y Minería, que elevaría los costos eléctricos entre 200% y 300% al menos hasta el 30 de abril de este año. Si bien estas subas no compensan del todo las pérdidas de las empresas proveedoras, es un movimiento en la buena dirección.

Ahora en respuesta a la decisión oficial, varios se apresurarán a exclamar que se trata de un “tarifazo” o, como ya se ha escuchado, de “una transferencia de riqueza hacia el poder económico” en detrimento del resto de la población.

En realidad, no se trata de nada de eso. Los controles a las tarifas eléctricas, así como cualquier otro control de precios que se imponga en un mercado dado, constituyen un liso y llano robo al que produce (hágase este mediante un decreto, un “acuerdo”, o medidas como las retenciones o cupos a las exportaciones o el control de cambios).

Imagínese que un día llega el gobierno y le dice que, a partir del día siguiente, su salario (un precio más de la economía) no será de $ 10.000 sino que se reducirá a $ 7.000 debido a la nueva política de “acuerdo de precios”. En dicho caso, a todos les quedaría claro que el gobierno está quitándole arbitrariamente un dinero que corresponde al asalariado. ¿Por qué esto debería ser diferente con los controles a los precios de la carne, del trigo o de la leche chocolatada en la góndola del supermercado?

Por otra parte, si la receta para beneficiar a la población fuera la fijación de precios, entonces Venezuela sería un paraíso económico, y no el país donde los medicamentos escasean un 80%, el PBI se contrae un 10% y los precios se duplican año a año a pesar de los controles y la guerra que el gobierno libra contra los empresarios.

El cambio en las tarifas eléctricas es una decisión que debe enmarcarse en un necesario y urgente proceso de normalización de los precios de la economía argentina. Mantener el statu quo, como quedó demostrado, no solo no habría ayudado a la competitividad o a bajar la inflación, sino que habría agravado la escasez de energía, de dólares y de todos los demás bienes y servicios que estuvieron sometidos al arbitrario control del gobierno anterior.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

La renta petrolera, la propiedad del subsuelo y los Escolásticos Hispanos

Por Martín Krause. Publicado el 8/6/14 en: http://bazar.ufm.edu/la-renta-petrolera-la-propiedad-del-subsuelo-y-los-escolasticos-hispanos/

 

Un artículo sobre la “renta petrolera” me permite vincular algunos temas que me ha tocado ver en estos últimos días. Publicado en La Nación, comenta que “la disputa entre el gobierno nacional e YPF, por un lado, y las provincias petroleras, por el otro, publicada por LA NACION hace unos días, tendrá consecuencias negativas para enfrentar la crisis energética. Se trata de una disputa sobre cómo regular y distribuir una renta petrolera que aún no existe (Vaca Muerta o no convencionales) y que tardará mucho más en llegar si no hay una política de Estado común.” http://www.lanacion.com.ar/1699143-una-pelea-que-pone-en-riesgo-el-futuro-de-vaca-muerta

El autor se refiere a los elementos de la disputa: “Un punto central en la disputa es definir quién tiene el poder de fijar la política petrolera y legislar. Si bien las provincias tienen el “dominio originario” de sus recursos naturales por el artículo 124 de la Constitución Nacional, también es claro el art.75 inc.12 de la Constitución y la ley 26197 (llamada ley corta), en el sentido que corresponde al gobierno nacional legislar y fijar las políticas en materia de hidrocarburos. Sin embargo, casi todas las provincias petroleras han sancionado leyes de hidrocarburos que de por sí son inconstitucionales y que además contradicen aspectos importantes de la ley de hidrocarburos nacional (17.319), creando un caos regulatorio. A favor de las provincias puede señalarse que desde 2002, con la creación de los derechos de exportación no coparticipables y la ley de emergencia económica que prácticamente congeló los precios de los hidrocarburos, el Gobierno se ha venido apropiando ilegítimamente de parte del valor de los recursos.”

Aunque los abogados lo llamen de otra forma, desde nuestra perspectiva hay un problema de derechos de propiedad. Pero lo que quisiera comentar del artículo es esta breve referencia:

“En noviembre del año pasado, en Corea del Sur y en el marco del último Congreso Mundial de la Energía, el CEO saliente de Shell, Peter Voser, dijo que no creía que en otros países del mundo se pudiera dar el “boom” de los hidrocarburos no convencionales como se viene dando en EEUU. Una de las principales razones en que fundó su predicción fueron las características únicas del régimen legal de los EE.UU., en donde el superficiario es el dueño de los recursos del subsuelo.”

Respecto a este último punto, todos los países latinoamericanos hemos mantenido la legislación colonial que asignaba la propiedad del subsuelo al rey de España, el que fue reemplazado por los estados nacionales luego de la independencia. Quien más ha investigado y escrito sobre este tema es Guillermo Yeatts: http://www.guillermoyeatts.com.ar/

Pero he aquí que para asistir a un coloquio de Liberty Fund tengo que leer algunos capítulos del libro de Alejandro Chafuen: “Faith and Liberty: The Economic Thought of the Late Scholastics”, quien señala que estos autores, herederos de la tradición de Tomás de Aquino, también conocidos como la “Escuela de Salamanca” o “Escolásticos Hispanos”, aunque eran de distintas ciudades, y a pesar de encontrarse bajo el poder del soberano que se asignara para sí esos recursos, favorecían el mismo principio.

Tomás de Aquino

“Pedro de Ledesma, siguiendo el razonamiento de San Antonino, remarcó que aquellas cosas que nunca han tenido dueño ‘pertenecen al que las encuentra, y éste no comete robo al apropiarse de dichos bienes’.”

“Si la ley natural dice que un tesoro pertenece a quien lo encuentra,…, es lógico concluir que todo lo que sea ubicado por la naturaleza bajo la superficie razonablemente pertenezca al dueño de la superficie. Los Escolásticos citaban el ejemplo de los depósitos minerales y metálicos. Salón expresó explícitamente que “Los minerales y depósitos de oro y plata, como también cualquier otro metal en su estado natural, pertenecen al dueño de la tierra y son para su beneficio”. Más de un siglo después, el autor escolástico tardío P. Gabriel Antoine (1678-1743) juzgó que: “las piedras, carbón, arcilla, arena, minas de hierro, plomo, que se encuentran en la tierra de alguien, pertenecen al propietario de la tierra. En efecto, son parte de la tierra, porque ésta no consiste solamente en la superficie sino en su total profundidad hasta el centro de la Tierra, y allí es donde podemos encontrar estos frutos. Y lo mismo puede decirse de depósitos de metales.”

“Uno de los autores que influyó mucho en los Escolásticos Hispanos, Sylvestre de Priero, argumentó que la ley que atribuye al príncipe todos los tesoros encontrados por otros, aun si fueran encontrados en terrenos privados, era violenta y contraria al derecho natural y común. Sylvestre criticó el comentario de Paludano según quien por tradición todos los tesoros pertenecen al príncipe, sin importar donde se los encuentre. Domingo de Soto señaló que esta tradición: “no ha sido introducida en ninguna sociedad bien organizada…., y si fue aplicada en algún lugar, lo fue a través de la fuerza y contra la ley natural y civil.”

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).