Pensamientos en torno a la conciencia moral

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 25/3/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/25/pensamientos-en-torno-a-la-conciencia-moral/

Si los humanos fuéramos solo un conjunto de moléculas estaríamos determinados por los respectivos nexos causales inherentes a la materia por lo que no habría posibilidad de ideas autogeneradas, de revisar nuestras propias conclusiones, no tendría sentido la responsabilidad individual, ni la moral ni la misma libertad puesto que no habría tal cosa como libre albedrío

Sigmund Freud (1856 - 1939)

Sigmund Freud (1856 – 1939)

La conciencia tiene dos interpretaciones, la primera alude al reconocimiento de algo, a percatarse, a darnos cuenta de tal o cual cosa, mientras que la segunda remite a lo moral que en la parla común apunta a lo que se conoce habitualmente como “la voz de la conciencia” que escarba y explora lo que está bien y lo que está mal que ha sido tratado desde Aristóteles en cuanto al sentido de lo moral y lo inmoral o amoral y desde los estoicos se estudia la moral como una consecuencia de lo racional que luego fue precisado por autores como Adam Smith en La teoría de los sentimientos morales.

La moral es normativa, no describe sino que prescribe, no trata de lo que fue o lo que es sino de lo que debe ser. Una sociedad libre se basa en el respeto recíproco, en el reconocimiento de derechos como propiedades innatas del ser humano, generalmente denominados derechos naturales. En este contexto la moral puede verse en dos planos. El primero se refiere a las relaciones interpersonales que se circunscriben a la consideración por el derecho de cada cual y en un plano intrapersonal que es facultad de cada uno actualizar las potencialidades en busca del bien.

En este sentido, resulta pertinente precisar que a cada derecho corresponde la obligación de respetar la vida, la libertad y la propiedad lo cual no se condice con la imposición de pseudoderechos que implican arrebatar el fruto del trabajo ajeno.

Resulta de gran trascendencia percatarse que los seres humanos los caracteriza los estados de conciencia, la mente o la psique que no son materiales, es decir, la condición humana significa que no somos solo kilos de protoplasma, como queda dicho tenemos vida espiritual que se integra pero se diferencia de la materia. Si fuéramos solo carne y hueso, si fuéramos solo un conjunto de moléculas estaríamos determinados por los respectivos nexos causales inherentes a la materia por lo que no habría posibilidad de ideas autogeneradas, de revisar nuestras propias conclusiones, en rigor no habría posibilidad de proposiciones verdaderas y falsas, no tendría sentido la responsabilidad individual, ni la moral ni la misma libertad puesto que no habría tal cosa como libre albedrío. Seríamos loros, loros complejos pero loros al fin.

Antes he escrito sobre las más destacadas referencias bibliográficas en la materia pero en esta oportunidad hago un resumen muy telegráfico del asunto. Howard Robinson escribe que un profesional experto en anatomía puede describir al detalle la composición física de una persona pero no puede acceder a información solo reservada al sujeto como son sus sentimientos y pensamientos. John Eccles dice que “uno no se involucra con un argumento racional con un ser que sostiene que todas sus respuestas son actos reflejos”. Nathaniel Branden sostiene que “Una mente que no es libre de verificar y validar sus conclusiones, una mente cuyo juicio no es libre, no tiene modo de distinguir lo lógico de lo ilógico.” Roger W. Sperry apunta que “El fenómeno de la conciencia está concebido para interactuar y en gran medida gobernar los aspectos histoquímicos y fisiológicos del proceso cerebral.” Karl Popper insiste en que “Quien diga que todas las cosas ocurren por necesidad no puede criticar al que diga que no todas las cosas ocurren por necesidad ya que ha de admitir que la afirmación también ocurre por necesidad” y Max Planck, Antony Flew y John Hospers muestran las diferencias entre causas y motivos.

Entonces la conciencia moral es inseparable de la condición humana. El materialismo filosófico o determinismo físico opera a contracorriente de esta aseveración, una posición lamentablemente muy extendida en diversos campos del conocimiento, por ejemplo en la psicología que si bien se define como el estudio de la psique hay profesionales que la niegan. También hay penalistas imbuidos del determinismo que en consecuencia argumentan a favor de no castigar a los delincuentes porque no son responsables de lo que hacen. Hay economistas nada menos en línea con la teoría de la decisión que niegan el libre albedrío. Incluso hay autores que en otros campos han realizado contribuciones de peso pero rechazan el referido cimiento de la libertad como Steven Pinker.

También he escrito antes sobre Sigmund Freud pero al abordar la conciencia moral se hace necesario nuevamente aunque más no sea presentar un resumen telegráfico de este autor tan relevante para nuestro breve estudio. Sin duda, igual que lo que sucede con prácticamente todos los autores de renombre, Freud ha realizado aportes que han sido útiles para variados fines, por ejemplo, su preocupación para que personas que reprimen en el subconsciente hechos e imágenes que estiman inconvenientes puedan asumir los problemas y ponerlos en el nivel del conciente. También fue quien inició el método de asociación de ideas recurriendo al per analogiam incluso para la interpretación de sueños apartándose de una estricta exégesis e internándose en una suerte de hermenéutica onírica y de los sucesos de la vida en general.

Pero estos dos ejemplos resultan controvertidos puesto que hay quienes sostienen que muchas veces la llamada “represión” constituye un mecanismo de defensa para evitar daños mayores y que solo es constructivo que afloren los problemas si efectivamente pueden resolverse y no simplemente por el mero hecho de sacarlos a luz. A su vez, hay quienes sostienen que la interpretación analógica de diversos sucesos conduce a conclusiones tortuosas y equivocadas cuando, en verdad, una interpretación directa (o, si se quiere, literal) conduce a un mejor entendimiento de lo que se analiza.

Resulta muy difícil juzgar in toto a un escritor y cuanto mayor es la cantidad de sus obras, naturalmente mayor es la dificultad. Para emitir una opinión sobre un autor generalmente se alude a lo que se estima es el eje central de su contribución. De todos modos, no siempre es fácil la tarea puesto que en algunos casos se entremezclan en los aportes aspectos considerados positivos y negativos.

En el caso de Sigmund Freud nos parece muy apropiado e ineludible citar algunos de sus pensamientos para arribar a conclusiones rigurosas respecto a la conciencia moral. Por ejemplo, en Problemas de la civilización sostiene que, en el ser humano, debe “descartarse el principio de una facultad originaria y, por así decirlo, natural, apta para distinguir el bien del mal”, mas aún, en Tótem y tabú escribe que “las prohibiciones dictaminadas por las costumbres y la moral a las que nosotros obedecemos, tienen en sus rasgos esenciales cierta afinidad con el tabú primitivo” y, en el mismo libro, afirma que la negación de las relaciones incestuosas constituye “la mutilación más sangrienta, quizás, que se ha impuesto en todos los tiempos a la vida erótica del ser humano”.

Esto va para la moral y las costumbres pero también la emprende contra el sentido mismo de libertad a que nos venimos refiriendo, por ejemplo, en su Introducción al psicoanálisis donde se refiere a “la ilusión de tal cosa como la libertad psíquica […] eso es anticientífico y debe rendirse a la demanda del determinismo cuyo gobierno se extiende sobre la vida mental”. Al decir de C.S. Lewis, esta perspectiva, que convertiría al ser humano en meras máquinas, significaría “la abolición del hombre”, una posición -la de Freud- que adhiere al materialismo filosófico o determinismo que aquí comentamos.

En el epílogo al tercer tomo de su Derecho, legislación y libertad Friedrich Hayek escribe: “Creo que la humanidad mirará nuestra era como una de supersticiones básicamente conectadas con los nombres de Karl Marx y Sigmund Freud. Creo que la gente descubrirá que las ideas más difundidas del siglo XX -aquellas de la economía planificada basada en la redistribución, manejada por arreglos deliberados en lugar del mercado y el dejar de lado las represiones y la moral convencional y seguir una educación permisiva- estaban basadas en supersticiones en el más estricto sentido de la palabra”.

Hans Eyseneck señala en Decadencia y caída del imperio freudiano que “lo que hay de cierto en Freud no es nuevo y lo que es nuevo no es cierto”. Thomas Szasz y Richard LaPierre llegan a la misma conclusión en La ética del psicoanálisis y La ética freudiana respectivamente. Ronald Dabiez en su voluminoso tratado El método psicoanalítico y la doctrina freudiana señala que las ideas que Freud no comparte las considera “neurosis”, lo cual abre las puertas a peligrosas persecuciones bajo el manto del “tratamiento”. Por ejemplo, Dabiez explica que “la actitud de Freud frente a las creencias religiosas ha evolucionado en el sentido de una hostilidad cada vez más acentuada, al menos por la frecuencia de sus manifestaciones, puesto que, para Freud, la equiparación fundamental de la religión a la neurosis obsesiva se encuentra desde 1907″.

Entre las 673 páginas de una de las obras de Richard Webster titulada Why Freud Was Wrong, leemos que “Freud estaba convencido que la mente podía y debía describirse como si fuera parte de un aparato físico […] Freud no realizó ningún descubrimiento intelectual de sustancia […], sus hábitos de pensamiento y su actitud frente a la investigación científica están lejos de cualquier método responsable de estudio”. De este libro escribe James Liberman en el Journal of the History of Medicine que “hasta donde yo sé, es el mejor tratamiento del tema tanto en contenido como en estilo.”

Por otra parte, Lecomte du Noüy destaca en Human Destiny que “de arriba abajo en toda la escala, todos los animales, sin excepción, son esclavos de sus funciones fisiológicas y de sus hormonas y secreciones endoctrinales” pero, con el hombre, “aparece una nueva discontinuidad en la naturaleza, tan profunda como la que existe entre la materia inerte y la vida organizada. Significa el nacimiento de la conciencia y de la libertad […] La libertad no solo es un privilegio, es una prueba. Ninguna institución humana tiene el derecho de privar al hombre de ella”. De cada uno de nosotros depende el resultado de esa prueba y no de pseudodeterminismos del profesor vienés de marras que estarían fuera del ámbito humano.

Lo dicho no es para nada una refutación al psicoanálisis en general ni tampoco pretende negar valiosas ayudas de la psicología al efecto de entender los eventuales problemas de algunas personas y la psiquiatría que apunta a resolver las distorsiones en los neurotransmisores y desajustes químicos en general para lo que Freud en gran medida fue un pionero, de lo cual, como queda dicho, no se desprende que sus conclusiones en buena parte de la materia abordada sean pertinentes ni estén exentas de contradicciones y derivaciones inconvenientes como las señaladas en el presente análisis.

Por todo lo consignado debe subrayarse que la conciencia moral inexorablemente implica la psique como parte sustancial del ser humano de lo cual se deriva el libre albedrío, lo contrario convertiría la libertad en mera ficción.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

IMPRESIONANTE: LAS MENTIRAS CONFESADAS POR LA AUTORA DE LA CUARENTENA Y VACUNAS OBLIGATORIAS EN EEUU

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 14/8/22 en: https://gzanotti.blogspot.com/2022/08/impresionante-las-mentiras-confesadas.html

Sencillamente de terror. Deborah Birx confienza abiertamente cómo mintió para espacir el terror y por ende para obtener el poder absoluto sobre las libertades individuales de los ciudadanos de los EEUU, obsesivamente convencida de que el Covid 19 habilitaba a convertir a una nación y mundo entero en un hospital. Impresiona ver cómo confiesa haber actuado sin estudios que la avalaran y cómo sus directivas fueron enviadas a todos los Estados de los EEUU pasando por arriba de los tres poderes de los EEUU. Pero impresiona ver, también, la obediencia ciega de semejante locura, por parte de médicos, autoridades y ciudadanos, movitos miseriblemente por un miedo pavoroso y una cobardía inconfesable. E impresiona ver, hasta hoy, el silencio vergonzoso de todos los que en su momento acusaron, a los que se atrevían a pensar, de delirantes, conspiranoicos, negacionistas, difusores de información falsa, etc. Millones de personas que deberían estar todas hoy pidiendo perdón. 

Transcribimos este artículo de Jeffrery Tucker, publicado originalmente en https://brownstone.org/articles/dr-birx-praises-herself-while-revealing-ignorance-treachery-and-deceit/  y reproducido por Exramuros aquí: https://extramurosrevista.com/la-dra-birx-se-alaba-a-si-misma-mientras-revela-su-ignorancia-su-traicion-y-su-engano/ 

Deborah Birx, la jefa de respuesta a Covid de la Casa Blanca declara: “Exageramos con las vacunas. Sabíamos que no protegerían contra la infección“. Y agrega: “Seamos claros: el 50% de los muertos por Omicron eran ancianos… estaban vacunados«

«…………Deborah Birx, coordinadora de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, ha publicado un libro y ha sido interrogada en el Congreso norteamericano.

La mayor parte del libro consiste en explicar cómo dirigió una especie de Casa Blanca en la sombra, dedicada a mantener el país bloqueado durante el mayor tiempo posible. Según su relato, ella era el centro de todo, la única persona verdaderamente correcta sobre todas las cosas, encubierta por el vicepresidente y asistida por un puñado de co-conspiradores. 

En gran medida, la narración carece de cualquier discusión sobre la reunión de la ciencia fuera de la burbuja que ella cultivó con tanto cuidado. Mientras tanto cualquiera podría haber observado los estudios que salieron a la luz a partir de febrero y que echaron un jarro de agua fría sobre todo su paradigma -por no mencionar los 15 años, o 50 años, o quizás 100 años de advertencias contra tal reacción- de científicos de todo el mundo con mucha más experiencia y conocimiento que ella. 

A ella no le importó nada, y evidentemente sigue sin importarle»

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La dimisión en diciembre de 2020 de la doctora Deborah Birx, coordinadora de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca bajo el mandato de Trump, reveló una hipocresía previsible. Como tantos otros funcionarios del gobierno en todo el mundo, fue sorprendida violando su propia orden de permanencia. Por lo tanto, finalmente dejó su puesto después de nueve meses de causar cantidades insondables de daño a la vida, la libertad, la propiedad y la idea misma de esperanza para el futuro. 

Aunque Anthony Fauci haya sido el testaferro de los medios de comunicación, fue Birx la principal influencia en la Casa Blanca detrás de los encierros a nivel nacional, que no detuvieron ni controlaron el patógeno, pero que han causado un inmenso sufrimiento y que siguen agitando y destrozando el mundo. Así que fue significativo que ella no quisiera ni pudiera cumplir con sus propios dictados, incluso cuando sus conciudadanos estaban siendo perseguidos por las mismas infracciones contra la “salud pública.” 

En los días previos al Día de Acción de Gracias de 2020, ella había advertido a los estadounidenses que “asumieran que estaban infectados” y que restringieran las reuniones a “su hogar inmediato“. Luego hizo las maletas y se dirigió a Fenwick Island, en Delaware, donde se reunió con cuatro generaciones para una cena tradicional de Acción de Gracias, como si fuera libre de tomar decisiones normales y vivir una vida normal mientras todos los demás tenían que refugiarse en su lugar. 

The Associated Press fue la primera en publicar el informe el 20 de diciembre de 2020. 

Birx reconoció en un comunicado que fue a su propiedad de Delaware. Se negó a ser entrevistada.

Insistió en que el propósito de la visita de aproximadamente 50 horas era ocuparse de la preparación para el invierno de la propiedad antes de una posible venta, algo que, según ella, no había tenido tiempo de hacer debido a su apretada agenda. 

No fui a Delaware con el propósito de celebrar el Día de Acción de Gracias“, dijo Birx en su declaración, añadiendo que su familia compartió una comida durante su estancia en Delaware. 

Birx dijo que todas las personas que estuvieron en su viaje a Delaware pertenecen a su “hogar inmediato”, aunque reconoció que viven en dos casas diferentes. Inicialmente calificó la casa de Potomac como un “hogar de 3 generaciones (antes de 4 generaciones)”. Funcionarios de la Casa Blanca dijeron más tarde que sigue siendo un hogar de cuatro generaciones, una distinción que incluiría a Birx como parte del hogar.

Así que todo era un juego de manos: se quedaba en casa; ¡es que tiene varias casas! Así es como la élite del poder cumple, se supone. 

La BBC citó entonces su defensa, que se hace eco del dolor experimentado por cientos de millones de personas:

Mi hija no ha salido de la casa en 10 meses, mis padres han estado aislados durante 10 meses. Se han deprimido profundamente, como estoy seguro de que lo han hecho muchos ancianos, ya que no han podido ver a sus hijos, a sus nietas. Mis padres no han podido ver a su hijo superviviente durante más de un año. Son cosas muy difíciles“.


Efectivamente. Sin embargo, ella fue la voz principal durante la mayor parte de 2020 para exigir exactamente eso. Nadie debería culparla por querer reunirse con la familia; que haya trabajado tanto durante tanto tiempo para impedir que otros lo hicieran es lo que está en cuestión. 

Pecado de omisión

La prensa se amontonó y ella anunció que dejaría su cargo y que no buscaría un puesto en la Casa Blanca de Biden. Trump tuiteó que la echaría de menos. Fue el descrédito final -o debería haberlo sido- de una persona que muchos en la Casa Blanca y muchos en todo el país habían llegado a ver como un ser fanático y falso, una persona cuya influencia destrozó las libertades y la salud de todo un país. 

Fue un final apropiado para una carrera catastrófica. Así que era lógico que la gente consiguiera su nuevo libro para saber cómo fue atravesar esa clase de tormenta mediática, las verdaderas razones de su visita a su casa de Delaware, cómo fue saber con certeza que debía violar sus propias reglas para pasar bien con su familia, y la difícil decisión que tomó de tirar la toalla sabiendo que había comprometido la integridad de todo su programa. 

Uno recorre todo su libro sólo para encontrar este hecho increíble: nunca menciona esto. El incidente desaparece por completo de su libro. 

En cambio, en el momento de la narración en el que se esperaría que contara el asunto, dice casi de pasada que “Cuando el ex vicepresidente Biden fue declarado ganador de las elecciones de 2020, me fijé un objetivo: entregar la responsabilidad de la respuesta a la pandemia, con todos sus elementos, en el mejor lugar posible“.

En ese punto, el libro salta inmediatamente al nuevo año. Ya está hecho. Es como Orwell, la historia, a pesar de que se informó durante días en la prensa mundial y se convirtió en un momento decisivo en su carrera, es simplemente borrada del libro de historia de su propia autoría. 

De alguna manera, tiene sentido que no lo mencione. Leer su libro es una experiencia muy dolorosa (todo el mérito es de la reseña de Michael Senger) simplemente porque parece estar tejiendo fábulas página tras página, completamente carentes de conciencia de sí mismas, salpicadas de comentarios reveladores que hacen lo contrario de lo que ella pretende. Su lectura es una verdadera experiencia surrealista, asombrosa sobre todo porque es capaz de mantener su pose de delirio durante 525 páginas. 

Arquitecta en jefe del encierro

Recordemos que fue ella la encargada -por Anthony Fauci- de hacer lo realmente crucial de convencer a Donald Trump para que diera luz verde a los encierros que comenzaron el 12 de marzo de 2020 y que continuaron hasta su despliegue final en firme el 16 de marzo. Fueron los “15 días para aplanar la curva” que se convirtieron en dos años en muchas partes del país. 

Su libro admite que fue una mentira de dos niveles desde el principio. 

Tuvimos que hacerlas aceptables para la administración evitando la apariencia obvia de un cierre total como el de Italia“, escribe. “Al mismo tiempo, necesitábamos que las medidas fueran efectivas para frenar la propagación, lo que significaba igualar lo más posible lo que había hecho Italia. Estábamos jugando una partida de ajedrez en la que el éxito de cada movimiento dependía del anterior.

Además: 

A esta altura no iba a utilizar las palabras bloqueo o cierre. Si hubiera pronunciado cualquiera de ellas a principios de marzo, después de estar en la Casa Blanca sólo una semana, los miembros políticos y no médicos del grupo de trabajo me habrían tachado de demasiado alarmista, demasiado catastrofista, demasiado dependiente de los sentimientos y no de los hechos. Habrían hecho campaña para encerrarme y callarme“.

En otras palabras, quería llegar a un nivel de Partido Comunista Chino, como Italia, pero no quería decirlo. Lo más importante es que sabía con certeza que dos semanas no era el plan real. “Dejé el resto sin decir: que esto era sólo un punto de partida“.

Apenas convencimos a la administración de Trump de que pusiera en marcha nuestra versión de un cierre de dos semanas, ya estaba tratando de averiguar cómo extenderlo“, admite. 

Quince días para frenar el contagio fue un comienzo, pero sabía que sería solo eso. Todavía no tenía los números delante de mí para argumentar la conveniencia de prolongarlo más tiempo, pero tenía dos semanas para conseguirlos”. Por muy difícil que fuera conseguir que se aprobara el cierre de quince días, conseguir otro sería más difícil en muchos órdenes de magnitud. Mientras tanto, esperé el contragolpe, que alguien del equipo económico me llamara al despacho del director o se enfrentara a mí en una reunión del grupo de trabajo. Nada de esto ocurrió“.

Fue una solución en busca de pruebas que no tenía. Le dijo a Trump que las pruebas estaban ahí de todos modos. De hecho, lo engañó haciéndole creer que encerrar a toda una población iba a hacer que un virus al que todo el mundo estaría inevitablemente expuesto desapareciera como amenaza. 

Mientras tanto, la economía se arruinó a nivel nacional y luego en todo el mundo, ya que la mayoría de los gobiernos del mundo siguieron lo que hizo Estados Unidos. 

¿De dónde sacó la idea de los cierres? Según su propio informe, su única experiencia real con las enfermedades infecciosas provenía de su trabajo sobre el SIDA, una enfermedad muy diferente de un virus respiratorio que todo el mundo acabaría contrayendo pero que sólo sería mortal o incluso grave para una pequeña cohorte, un hecho que se conocía desde finales de enero. Aun así, su experiencia contaba más que la ciencia. 

En cualquier crisis sanitaria, es crucial trabajar a nivel de comportamiento personal“, dice con la presunción de que evitarlo a toda costa era el único objetivo. “Con el VIH/SIDA, esto significaba convencer a las personas asintomáticas de que se hicieran la prueba, buscaran tratamiento si eran seropositivos y tomaran medidas preventivas, incluido el uso de preservativos; o emplearan otra profilaxis previa a la exposición si eran negativos“.

Inmediatamente salta a la analogía con Covid. “Sabía que los organismos gubernamentales tendrían que hacer lo mismo para tener un efecto similar en la propagación de este nuevo coronavirus. El paralelismo más obvio con el ejemplo del VIH/SIDA era el mensaje de usar máscaras“. 

Máscaras = preservativos. Sorprendente. Este comentario de “paralelo obvio” resume toda la profundidad de su pensamiento. El comportamiento es lo único que importa. Mantente alejado. Tápate la boca. No te reúnas. No viajen. Cierren las escuelas. Cierren todo. Pase lo que pase, no lo recibas. Nada más importa. Mantén tu sistema inmunológico lo menos expuesto posible. 

Me gustaría poder decir que su pensamiento es más complejo que eso, pero no lo es. Esta fue la base de los cierres. ¿Por cuánto tiempo? En su mente, parece que sería para siempre. En ninguna parte del libro revela una estrategia de salida. Ni siquiera las vacunas califican. 

Enfoque miope

Desde el principio, reveló sus puntos de vista epidemiológicos. El 16 de marzo de 2020, en su conferencia de prensa con Trump, resumió su posición: “Realmente queremos que la gente se aísle en este momento“. ¿La gente? ¿Toda la gente? ¿Todas las personas? Ni un solo reportero planteó una pregunta sobre esta declaración obviamente ridícula y escandalosa que esencialmente destruiría la vida en la tierra. 

Pero ella hablaba en serio, muy engañada no sólo sobre el funcionamiento de la sociedad, sino también sobre las enfermedades infecciosas de este tipo. Sólo una cosa le importaba como métrica: reducir las infecciones por cualquier medio posible, como si ella sola pudiera improvisar un nuevo tipo de sociedad en la que la exposición a patógenos aéreos fuera ilegal. 

He aquí un ejemplo. Hubo una controversia sobre el número de personas que debían reunirse en un espacio, como en casa, la iglesia, la tienda, el estadio o el centro comunitario. La autora aborda la forma en que se elaboraron las normas: 

El verdadero problema de esta distinción entre cincuenta y diez, para mí, era que revelaba que el CDC simplemente no creía hasta el punto que yo creía que el SARS-CoV-2 se estaba propagando por el aire de forma silenciosa y sin ser detectado por individuos asintomáticos. Los números realmente importaban. Como han confirmado los años transcurridos desde entonces, en épocas de propagación activa de la comunidad viral, hasta cincuenta personas reunidas en un lugar cerrado (desenmascaradas en ese momento, por supuesto) era un número demasiado elevado. Aumentaba exponencialmente las posibilidades de que alguien entre ese número se infectara. Me había decidido por diez, sabiendo que incluso ese número era demasiado, pero pensé que diez sería al menos aceptable para la mayoría de los estadounidenses, lo suficientemente alto como para permitir la mayoría de las reuniones de la familia inmediata, pero no lo suficiente para grandes cenas y, críticamente, grandes bodas, fiestas de cumpleaños y otros eventos sociales masivos.

Ella pone un punto de vista fino: “Si hubiera presionado para que hubiera cero personas (que era en realidad lo que quería y lo que se requería), esto se habría interpretado como un “cierre”, la percepción que todos nos esforzamos por evitar“.

¿Qué significa que se reúnan cero personas? ¿Un culto al suicidio?

En cualquier caso, así de simple, de su propio pensamiento y directo a la aplicación, las fiestas de cumpleaños, los deportes, las bodas y los funerales pasaron a estar prohibidos. 

Aquí nos damos cuenta de la absoluta locura de su visión. Es nada menos que una maravilla que de alguna manera se las arregló para ganar la cantidad de influencia que tuvo. 

Obsérvese la mención anterior a su dogma de que la propagación asintomática era toda la clave para entender la pandemia. En otras palabras, por su cuenta y sin ningún apoyo científico, supuso que el Covid era extremadamente mortal y tenía un largo periodo de latencia. A su modo de ver, esta es la razón por la que no importaba el equilibrio habitual entre gravedad y prevalencia. 

En cierto modo, estaba segura de que las estimaciones más largas de latencia eran correctas: 14 días. Esta es la razón de la obsesión de “esperar dos semanas”. Se aferró a este dogma durante todo el tiempo, casi como si la película de ficción “Contagio” hubiera sido su única guía de comprensión. 

Más adelante en el libro, escribe que los síntomas no significan casi nada porque la gente siempre puede llevar el virus en la nariz sin estar enferma. Después de todo, esto es lo que han demostrado las pruebas de PCR. En lugar de ver esto como un fracaso de la PCR, ella vio esto como una confirmación de que todo el mundo es portador sin importar qué y por lo tanto todo el mundo tiene que bloquearse porque de lo contrario nos enfrentaremos a una plaga negra.

De alguna manera, a pesar de su asombrosa falta de curiosidad científica y experiencia en esta área, ganó toda la influencia sobre la respuesta inicial de la administración Trump. 

Por un breve tiempo, fue todopoderosa. 

Pero Trump no era ni es un tonto. Debió de pasar algunas noches en vela preguntándose cómo y por qué había aprobado la destrucción de lo que consideraba su mayor logro. El virus llevaba mucho tiempo aquí (probablemente desde octubre de 2019), presentaba un peligro específico para una cohorte reducida, pero por lo demás se comportaba como una gripe de manual. Tal vez, debió preguntarse, sus instintos iniciales de enero y febrero de 2020 eran correctos todo el tiempo. 

Aun así, aprobó a regañadientes una prórroga de 30 días de los cierres, totalmente a instancias de Birx y algunos otros tontos alrededor. Tras ceder por segunda vez -¡aún así, a nadie se le ocurrió enviar un correo electrónico o llamar por teléfono para pedir una segunda opinión! – este pareció ser el punto de inflexión. Birx informa que para el 1 de abril de 2020, Trump había perdido la confianza en ella. Pudo intuir que le habían engañado. Dejó de hablarle. 

Todavía tardaría un mes más en replantearse por completo todo lo que había aprobado a instancias de ella. 

No importaba. La mayor parte de su libro es un festival de jactancia sobre cómo siguió subvirtiendo el impulso de la Casa Blanca para abrir la economía, es decir, permitir que la gente ejerza sus derechos y libertades. Una vez que Trump se puso en contra de ella, y eventualmente encontró a otras personas que le dieran buenos consejos como el tremendamente valiente Scott Atlas -cinco meses después llegó en un intento de salvar al país del desastre-, Birx se dedicó a reunirse en torno a su círculo íntimo (Anthony Fauci, Robert Redfield, Matthew Pottinger y algunos otros) además de reunir un reino de protección fuera de ella que incluía al periodista de la CNN Sanjay Gupta y, muy probablemente, al equipo de virus del New York Times (que le da a su libro una reseña elogiosa).

Recordemos que durante el resto del año, la Casa Blanca instaba a la normalidad mientras muchos estados seguían cerrando. Fue una confusión increíble. El CDC estaba por todas partes. Tuve la clara impresión de que había dos regímenes distintos a cargo: El de Trump,  y la administración del Estado que no podía controlar. Trump decía una cosa en la campaña, pero las regulaciones y el pánico a las enfermedades seguían saliendo de sus propias agencias. 

Birx admite que ella fue una parte importante de la razón, debido a su furtiva alternancia de informes semanales. 

Después de que me devolvieran los documentos fuertemente editados, reinsertaba lo que habían objetado, pero lo colocaba en esos lugares diferentes. También reordené y reestructuré las viñetas para que lo más destacado -los puntos a los que más se oponía la administración- dejara de estar al principio de las viñetas. Compartí estas estrategias con los tres miembros del equipo de datos que también escribían estos informes. Nuestra rutina de redacción de informes los sábados y domingos pronto se convirtió en: escribir, presentar, revisar, ocultar, volver a presentar

Afortunadamente, este juego de manos estratégico funcionó. El hecho de que nunca parecieran darse cuenta de este subterfugio me llevó a la conclusión de que, o bien leían los informes terminados con demasiada rapidez, o bien se olvidaban de hacer la búsqueda de palabras que habría revelado el lenguaje al que se oponían. Al pasar estos cambios por encima de los guardianes y seguir informando a los gobernadores de la necesidad de las tres grandes medidas de mitigación (máscaras, pruebas centinela y límites a las reuniones sociales en interiores), me sentí segura de que estaba dando permiso a los estados para intensificar la mitigación de la salud pública con la llegada del otoño y el invierno.

Como otro ejemplo, una vez que Scott Atlas acudió al rescate en agosto para introducir algo de sentido común en este loco mundo, trabajó con otros para reducir el apego fanático de los CDC a las pruebas universales y constantes. Atlas sabía que “rastrear, localizar y aislar” era tanto una fantasía como una invasión masiva de las libertades de las personas que no produciría ningún resultado positivo para la salud pública. Elaboró una nueva recomendación que consistía en que sólo se hicieran pruebas a los enfermos, tal y como cabría esperar en la vida normal. 

Tras una semana de frenesí mediático, la normativa dio un vuelco en la dirección contraria. 

Birx revela que fue obra suya:

Este no fue el único subterfugio en el que tuve que participar. Inmediatamente después de que se publicaran las directrices revisadas de los CDC sobre las pruebas, a finales de agosto, me puse en contacto con Bob Redfield …. Menos de una semana después, Bob [Redfield] y yo habíamos terminado de reescribir la guía y la habíamos publicado subrepticiamente. Habíamos vuelto a hacer hincapié en las pruebas para detectar las zonas en las que se producía una propagación silenciosa. Era un movimiento arriesgado, y esperábamos que todos en la Casa Blanca estuvieran demasiado ocupados en la campaña para darse cuenta de lo que Bob y yo habíamos hecho. No estábamos siendo transparentes con los poderes de la Casa Blanca…

Uno podría preguntarse cómo diablos se salió con la suya. Ella lo explica:

“La táctica de orientación fue sólo la punta del iceberg de mis transgresiones en mi esfuerzo por subvertir las peligrosas posiciones de Scott Atlas. Desde que el vicepresidente Pence me dijo que hiciera lo que tenía que hacer, entablé conversaciones muy francas con los gobernadores. Dije la verdad que algunos asesores principales de la Casa Blanca no estaban dispuestos a reconocer. Censurar mis informes y poner orientaciones que negaban las soluciones conocidas sólo iba a perpetuar el círculo vicioso de Covid-19. Lo que no pude colar a los guardianes en mis informes, lo dije en persona.

Falta de autorreflexión

La mayor parte del libro consiste en explicar cómo dirigió una especie de Casa Blanca en la sombra dedicada a mantener el país en bloqueos durante el mayor tiempo posible. En su relato, ella era el centro de todo, la única persona verdaderamente correcta sobre todas las cosas, encubierta por el vicepresidente y asistida por un puñado de co-conspiradores. 

En gran medida, la narración carece de cualquier discusión sobre la reunión de la ciencia fuera de la burbuja que ella cultivó con tanto cuidado. Cualquiera podría haber observado los estudios que salieron a la luz a partir de febrero y que echaron un jarro de agua fría sobre todo su paradigma -por no mencionar los 15 años, o 50 años, o quizás 100 años de advertencias contra tal reacción de científicos de todo el mundo con mucha más experiencia y conocimiento que ella. A ella no le importó nada, y evidentemente sigue sin importarle. 

Está muy claro que Birx no tuvo casi ningún contacto con ningún científico serio que discutiera la respuesta draconiana, ni siquiera John Iaonnidis, que ya explicó el 17 de marzo de 2020 que este enfoque era una locura. Pero a ella no le importaba: estaba convencida de que tenía razón o, al menos, actuaba en nombre de personas e intereses que la mantendrían a salvo de la persecución o el enjuiciamiento. 

Para los interesados, el capítulo 8 ofrece una extraña mirada a su primer desafío científico real: el estudio de seroprevalencia de Jayanta Bhattacharya publicado el 22 de abril de 2020. Demostró que la tasa de letalidad de la infección -porque los contagios y la recuperación eran mucho más frecuentes de lo que decían Birx y Fauci- estaba más en línea con lo que cabría esperar de una gripe grave pero con un impacto demográfico mucho más focalizado. El artículo de Bhattacharya reveló que el patógeno eludía todos los controles y que probablemente se convertiría en endémico como todos los virus respiratorios anteriores. Echó un vistazo y concluyó que el estudio tenía “fallos fundamentales de lógica y metodología” y “dañaba la causa de la salud pública en este momento crucial de la pandemia“. 

Y eso es todo: eso es Birx luchando contra la ciencia. Mientras tanto, el artículo se publicó en el International Journal of Epidemiology y tiene más de 700 citas. Ella vio todas las diferencias de opinión como una oportunidad para pasar al ataque con el fin de intensificar su apreciado compromiso con el paradigma del bloqueo. 

Incluso ahora, cuando los científicos de todo el mundo están indignados, cuando los ciudadanos están furiosos con sus gobiernos, cuando los gobiernos caen, cuando los regímenes se derrumban y la ira alcanza un tono febril, mientras que los estudios se multiplican cada día demostrando que los cierres no suponen ninguna diferencia y que las sociedades abiertas al menos protegen sus sistemas educativos y sus economías, ella se mantiene impasible. Ni siquiera está claro que sea consciente.

Birx descarta todos los casos contrarios, como el de Suecia: Los estadounidenses no podrían tomar ese camino porque somos demasiado insalubres. Dakota del Sur: rural y atrasada (Birx sigue enfadada porque la valiente gobernadora Kristi Noem se negó a reunirse con ella). Florida: curiosamente y sin pruebas descarta ese caso como un campo de exterminio, a pesar de que sus resultados fueron mejores que los de California, mientras que la afluencia de población al estado establece nuevos récords. 

Tampoco se inmuta ante la realidad de que no hay ni un solo país o territorio en ningún lugar del planeta Tierra que se haya beneficiado de su enfoque, ni siquiera su querida China, que todavía persigue un enfoque cero-Covid. En cuanto a Nueva Zelanda y Australia: (probablemente de forma inteligente) no las menciona en absoluto, a pesar de que siguieron exactamente el enfoque de Birx.

La historia de los cierres es una historia de proporciones bíblicas, a la vez malvada y desesperadamente triste y trágica, una historia de poder, fracaso científico, insularidad y locura intelectual, arrogancia escandalosa, impulsos feudales, delirio de las masas, además de traición política y conspiración. Es el horror de la vida real para todos los tiempos, una historia de cómo la tierra de la libertad se convirtió en un paisaje infernal despótico tan rápida e inesperadamente. Birx estuvo en el centro de todo ello, confirmando todos sus peores temores aquí mismo, en un libro que cualquiera puede comprar. Está tan orgullosa de su papel que se atreve a atribuirse todo el mérito, plenamente convencida de que los medios que odian a Trump amarán y protegerán sus perfidias de la exposición y la condena.

No se puede eludir la propia culpabilidad de Trump en este caso. Nunca debería haberla dejado salirse con la suya. Nunca. Fue un caso de falibilidad igualada por el ego (aún no ha admitido el error), pero es un caso de enorme traición que jugó con los defectos del carácter presidencial (como muchos de su clase de ingresos, Trump siempre había sido un germofóbico) que terminó arruinando la esperanza y la prosperidad de miles de millones de personas durante muchos años. 

He intentado durante dos años ponerme en la escena de la Casa Blanca ese día. Es un invernadero con sólo almas de confianza en pequeñas habitaciones, y las personas que están allí en una crisis tienen la sensación de que están dirigiendo el mundo. Trump podría haber recurrido a su experiencia dirigiendo un casino en Atlantic City. Los meteorólogos vienen a decir que un huracán está en camino, así que tiene que cerrarlo. Él no quiere, pero acepta para hacer lo correcto. 

¿Fue este su pensamiento? Tal vez. Tal vez también alguien le dijo que el presidente de China, Xi Jinping, logró aplastar el virus con cierres, así que él también puede hacerlo, tal como dijo la OMS en su informe del 26 de febrero. También es difícil en ese ambiente evitar la prisa de la omnipotencia, temporalmente ajena a la realidad de que su decisión afectaría a la vida desde Maine hasta Florida y California. Fue una decisión catastrófica y sin ley, basada en la pretensión y la insensatez. 

Lo que siguió parece inevitable en retrospectiva. La crisis económica, la inflación, las vidas rotas, la desesperación, los derechos perdidos y las esperanzas perdidas, y ahora el hambre y la desmoralización crecientes y las pérdidas educativas y la destrucción cultural, todo ello llegó tras esos fatídicos días. Cada día en este país, incluso dos años y medio después, los jueces se esfuerzan por recuperar el control y revitalizar la Constitución tras este desastre. 

Los conspiradores suelen admitirlo al final, atribuyéndose el mérito, como los delincuentes que no pueden resistirse a volver a la escena del crimen. Esto es lo que ha hecho la Dra. Birx en su libro. Pero está claro que su transparencia tiene límites. Nunca explica la verdadera razón de su dimisión -a pesar de que es conocida en todo el mundo-, fingiendo que todo el fiasco de Acción de Gracias nunca ocurrió y tratando así de eliminarlo del libro de historia que escribió. 

Hay mucho más que decir y espero que esta sea una reseña de muchas porque el libro está absolutamente repleto de pasajes impactantes. Y sin embargo, su libro de 525 páginas, que ahora se vende con un 50% de descuento, no contiene ni una sola cita de un solo estudio científico, documento, monografía, artículo o libro. No tiene notas a pie de página. No ofrece ninguna autoridad de referencia y no muestra ni siquiera una pizca de la humildad que normalmente formaría parte de cualquier relato científico real. 

Y no ofrece en ninguna parte un reconocimiento honesto de lo que su influencia sobre la Casa Blanca y los Estados ha endilgado a este país y al mundo. Mientras el país se enmascara de nuevo para una nueva variante, y se prepara poco a poco para otra ronda de pánico a las enfermedades, ella puede cobrar los derechos de autor que provengan de las ventas de su libro mientras trabaja en su nuevo puesto, como consultora de una empresa que fabrica purificadores de aire (ActivePure). En este último papel, hace una mayor contribución a la salud pública que cualquier otra cosa que haya hecho mientras llevaba las riendas del poder. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Impuestos, «fundamento» económico y jurídico.

Por Gabriel Boragina. Publicado en:  http://www.accionhumana.com/2020/06/impuestos-fundamento-economico-y.html

Se pretende «fundamentar» en los fuertes impuestos que los Estados Unidos recaudó durante las dos guerras mundiales la supuesta «bondad» del tributo como tal, y con ello justificar altas tasas de gravámenes.

Pero si fuera por lo que defienden ese «argumento», omiten las verdaderas razones que sintetizaremos en los siguientes breves puntos:

  1. Estados Unidos cobraba reparaciones de guerra de los países vencidos en la primera conflagración mundial, aunque no todos pagaban.
  2. Siendo acreedor de la mayor parte del mundo percibía también ingresos de capitales por empréstitos otorgados, tanto del principal como de sus accesorios.
  3. Mantuvo artificialmente su economía en base a una fuerte expansión monetaria, generando empleo artificial e inflación, conforme recomendaba el economista del momento, el inglés John M. Keynes.
  4. Lo ya señalado antes: la creciente capitalización del país antes de las dos contiendes mundiales le daban un soporte económico lo suficientemente amplio como para poder sostener estoicamente la expoliación fiscal de cualquiera de sus gobiernos como sufrió bajo Roosevelt.
  5. La combinación de estos factores y otros, neutralizaba el impacto de los impuestos, que podían elevarse generando ingentes ingresos al fisco.

Todas estas, más otras razones que sencillamente se omiten o desconocen determinaron que el país del norte pudiera soportar el embate fiscal de ambas guerras. Pero, insistimos, lejos está todo esto de ser un «fundamento económico» ni siquiera suficiente para «justificar» los impuestos.

«El pueblo americano soportó la carga de los impuestos» sencillamente porque no le quedaba ninguna otra opción diferente, excepto la de dejar de pagar e ir a parar a la cárcel. No fue -como se dice- de que todos salieron felices y contentos a pagar más impuestos por la guerra.

Con un sencillo ejemplo numérico explicaremos porque Estados Unidos pudo soportar esa carga fiscal y ningún otro pais la hubiera soportado. Veamos:

CONCEPTOS PAÍS A PAÍS B
RIQUEZA 100000 10000
CONSUMO 30000 6000
SALDO ANTES DE IMPUESTOS 70000 4000
IMPUESTO 36% 36000 3600
SALDO DESPUÉS DE IMPUESTOS 64000 6400
DISPONIBLE PARA AHORRO 34000 400

Supongamos -para simplificar- dos países (A y B). Y tomemos la tasa fiscal que se dice se aplicó en los Estados Unidos (36 %) para el impuesto a las ganancias.

Como vemos, después de pasado el rastrillo impositivo y suponiendo un consumo constante (improbable, ya que el consumo siempre tiende a crecer cuando puede) al pais A le quedaría un saldo para ahorro de $ 34000.- en tanto que a B solamente escasos $ 400.-

Como la riqueza se genera siempre a partir del ahorro, está claro que el impuesto ha impactado negativamente en la capacidad de ahorro de ambos países, pero el más dañado ha sido el de menor riqueza (B). No solo ambos países generarán para el próximo ejercicio fiscal una riqueza menor, sino que, en el caso de los países menos ricos, se ha comprometido severamente su nivel de consumo. Si este llegara a aumentar (p. e. por incremento de la población) los países menos ricos podrían verse condenados a la inanición. Este sencillo ejemplo muestra el poder letal de los impuestos, a la vez que explica porque Estados Unidos pudo soportarlo (en el caso del pais A). Era el único pais que estaba en condiciones de hacerlo, el resto del mundo no hubiera podido sin tener un desastre económico.

En consecuencia, usar a los Estados Unidos, en medio de dos guerras, como «ejemplo» de «porque» los impuestos estarían «justificados» se trata de mala fe o de ignorancia.

«Veamos, ahora el fundamento jurídico del impuesto.’ Un tratadista italiano, Flora, justifica este fundamento del impuesto aduciendo que el «Estado se procura los impuestos coactivamente porque las condiciones que aseguran el ejercicio de sus actividades, como son la seguridad de las personas y de los bienes, el orden, la libertad, la defensa, el tránsito, no se producen gratuitamente, sino que requieren, para su producción, la disponibilidad de riqueza que el Estado no posee o que no puede apreciar en la medida de las exigencias».»[1]

Ya aclaramos (demasiadas veces) que el «estado» no existe; que se trata de una ficción jurídica. En consecuencia, tratar de «fundar» cualquier cosa sobre una ficción nos conducirá indefectiblemente hacia otra invención, y así sucesivamente, en una cadena que termina donde comienza la realidad que estos escritores no quieren reconocer.

El «razonamiento» que esgrimen estos autores falla, pues, por la base. Podemos admitir provisoriamente que las «funciones» que se mencionan le sean otorgadas al gobierno, pero nada de ello justifica la coacción, porque si esas cosas son realmente «necesarias» para la persona no sería menester violencia alguna para que las sostengan, lo harían espontánea y voluntariamente.

En ausencia de coacción sabemos por la historia económica que la gente buscaba protección de aquel que estuviera en condiciones de otorgársela a cambio de un servicio o dinero, antes de la existencia de los gobiernos. La experiencia indica, además, que cuanto más grandes son las poblaciones, más difícil se les hace a los gobiernos brindar esos «servicios», por lo que la gente procurará satisfacerlos vía otras alternativas que son las privadas, es decir, como comenzó siendo la historia, ya que los «estados» no precedieron en existencia a los seres humanos, sino que fue a la inversa.

En última instancia, si alguien sufre un atraco en la vía pública y ningún policía está cerca para defenderlo siempre tendrá abierta la opción de defenderse por sí mismo o por otro particular, pese a que ya ha pagado el impuesto para haber sido protegido en esas desafortunadas circunstancias por la policía estatal. De tener los recursos suficientes, la próxima vez podrá también contratar un guardaespaldas, con lo cual estará pagando dos veces por el mismo servicio: uno que no se le presta (el estatal) y otro que si se le presta a otro costo (el privado).

En suma, la cuestión no es tanto «justificar» el impuesto sino lo importante es definir correctamente cuales deberían ser las funciones del gobierno en el punto y, una vez acordadas y conocidas, ver como se financian. Pero nunca coactivamente.

[1] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» en Enciclopedia Jurídica OMEBA, TOMO 15 letra I Grupo 05.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

El virus de la mentira

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 14/3/20 en: https://younews.larazon.es/el-virus-de-la-mentira/

Como en las siete y media, ante una epidemia los gobiernos suelen pasarse o quedarse cortos, y procuran después hacer frente o eludir las críticas que se les lanzan por ser exagerados o pusilánimes. Esto no es reprochable, y es de justicia reconocer que el equilibrio entre la complacencia y el alarmismo es cualquier cosa menos sencillo. Pero una cosa es el error, al que todos estamos expuestos, y otra cosa es la mentira. Por desgracia, cabe sospechar que estamos gobernados por mentirosos.
La sospecha, que cada vez es más compartida, brota de la llamativa coincidencia entre la negación oficial y las manifestaciones del pasado 8 de marzo. Nuestras autoridades, como escribió Luis I. Gómez en Disidentia, se pasaron dos meses ignorando los datos alarmantes de China y afirmando que el coronavirus era una especie de gripe. De pronto, pasados los festejos del feminismo progre, «un golpe de magia politológica convertía al virus en una amenaza real de la que, entonces sí, debíamos preocuparnos». El problema de los mentirosos se potencia cuando son compulsivos, es decir, cuando solo son capaces de sortear las dificultades que les plantean sus propios embustes sobre la base de seguir fabulando.
Y en eso estamos. Conjeturo que asistiremos a un festival de ficciones, desde el anuncio mil veces repetido de que ahora el Gobierno está realmente haciéndolo todo bien, hasta el mensaje reiterado de que las incursiones de la política y la legislación sobre la vida, la libertad, los derechos y los bienes de sus súbditos están justificadas por una causa de fuerza mayor, quizá la única causa de fuerza mayor que puede rivalizar con una guerra: una epidemia.
Pero no solamente nos mentirán los políticos y su prensa adicta asegurando que el quebrantamiento de nuestra libertad es imprescindible, sino que también mentirán sobre el papel del propio virus, de modo de convertirlo en justificación de los desmanes propios y ajenos, y de tapadera de los errores de todos. Le subirán los impuestos a usted, señora, y el paro subirá, pero le dirán que ellos no han hecho nada malo, porque todo es culpa del maldito virus. Responda entonces usted para sus adentros: sí, en efecto, la culpa es del maldito virus de la mentira.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun

China batalla por imponer su modelo al mundo

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 23/1/20 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/china-batalla-imponer-su-modelo-al-mundo-nid2326587

 

Dos potencias globales hoy se están enfrentando de mil distintas maneras. En todos los rincones del mundo, en procura de imponer sus propios modelos ideológicos. Me refiero a China y los EE.UU, que están envueltas en una beligerante aunque frecuentemente sorda disputa por la hegemonía en el mundo actual.

La primera de esas dos naciones procura afanosamente exportar su propio modelo económico-social, uno en el que la libertad, la democracia y, más aún, los derechos humanos se tienen oficialmente por conceptos «extremadamente perniciosos». O, más bien, como nociones «malévolas». Y por ello no se los promueve, sino que se los tiene por «nocivos». Desde el 2013, el propio Xi Jingping se ha esforzado por predicar abiertamente esas ideas. Insistentemente. Cual evangelio personal.

El esfuerzo chino tiene que ver con poder perpetuar, en cambio, el modelo autoritario y autocrático que el Partido Comunista Chino ha impuesto a su propia sociedad en procura de garantizar, en el tiempo, su propia supervivencia. Sacrificando en el camino a las libertades personales.

Pocos están más alertas sobre esta crucial cuestión que los sesenta millones de chinos que, a la manera de diáspora, viven fuera de la República Popular China. Por esto hoy se los somete sistemáticamente a una política intimidatoria. Estén donde estén.

En procura de alcanzar objetivo señalado, China hasta ha procurado instalar personeros en distintos parlamentos. O infiltrar a los partidos políticos de otras naciones. Como ocurriera recientemente en Australia, con el caso de un legislador que, estando investigado precisamente por esa razón, acaba curiosamente de morir sin que se haya podido establecer cual pudo haber sido la causa real de su sorpresivo deceso. Había ocultado, todo a lo largo de su carrera política en ese país, que durante los quince años previos a su aventura política australiana había sido miembro activo de los servicios secretos de inteligencia chinos.

En un esfuerzo paralelo, en la vecina Nueva Zelanda, los empresarios chinos en ese país se han transformado en los principales donantes a los partidos políticos locales. Con todo lo que ello supone, en términos de ser influyentes.

Es bueno estar alertas respecto de lo que sucede en un mundo en el que China y los Estados Unidos -las dos principales potencias- están pulseando duramente en procura de transformarse efectivamente en hegemónicas. Porque ocurre que no siempre los intereses propios de las demás naciones del planeta coinciden necesariamente con los que tienen China y los EE.UU.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

¿QUE ES SER LIBERAL?

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 11/1/20 en:  https://www.elobservador.com.uy/

 

Hace mucho tiempo fabriqué una definición de liberalismo que me place comprobar que colegas de peso la emplean a menudo: es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros. Y cuando aludo al respeto no quiero decir que se adhiera al proyecto de vida del vecino, más aun a uno puede eventualmente resultarle repulsivo pero si no lesiona derechos de terceros no es posible -en el contexto de una sociedad abierta- recurrir a la fuerza para torcer el rumbo. Cada uno asume la responsabilidad por lo que hace y dice, el uso de la fuerza solo cabe cuando es de carácter defensivo, nunca agresivo.

A veces se recurre a la expresión tolerancia pero aquí se presentan dos problemas. En primer lugar, los derechos se respetan no se toleran y en segundo lugar aquél término aparece como que el que tolera posee la verdad y perdona al que procede de una manera distinta a la que considera apropiada el tolerante.

Y no es que con esto se esté patrocinando el relativismo moral, muy por el contrario la verdad consiste en la correspondencia entre el juicio y el objeto juzgado. Las cosas son independientemente de lo que se opine que son. El relativismo epistemológico eliminaría todo sentido de los departamentos de investigación en las universidades y en otros ámbitos puesto que no habría nada que investigar ya que todas las opiniones -aun contradictorias- serían valederas, además el relativismo hace que la misma afirmación de esa concepción sea necesariamente relativa.

El liberalismo centra su atención en las relaciones interpersonales que protegen la vida, la libertad y la propiedad, el resto es materia de acuerdos entre partes. Por otro lado, no se inmiscuye en lo intrapersonal. Cada cual adhiere a sus principios, algunos de los cuales son valores y otros desvalores pero, como queda dicho, no incumbe a los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno el intervenir en esos ámbitos. Puede intentarse la persuasión si se estima que la conducta del prójimo no se ajusta a cánones adecuados para los propósitos del ser humano en cuanto a actualizar sus potencialidades en busca del bien, pero no puede traspasar esos umbrales sin provocar daño. En este sentido es que los maestros de la ciencia jurídica han repetido que “el derecho es un mínimo de ética”.

Este es también el sentido de sostener que no es susceptible de cortar en tajos al liberalismo: abarca aspectos éticos, institucionales, económicos, históricos y filosóficos que están íntimamente entrelazados. Y no es que en las filas liberales haya unanimidades, no se trata de una manada, cada uno tiene matices y diferencias que debate con sus colegas ya que no es una organización vertical. Por eso es que en general rechaza la expresión líder que más bien le recuerda al Duce o al Führer o dirigente que asimila al rebaño, prefiere el término referente para indicar quien abre caminos de conducta civilizada y ejemplificadora.

En la esfera crematística el liberalismo considera que dar rienda suelta a las energías creadoras hace posible la mejora en el nivel de vida de la gente en cuyo contexto los aparatos estatales se circunscriben a proteger los derechos de todos. Entiende por derecho la facultad de usar y disponer de lo propio y no el echar mano al fruto del trabajo ajeno en un ámbito de competencia lo cual excluye a pseudoempresarios que en alianza con el poder de turno explotan a sus congéneres a través de mercados cautivos y otras prebendas. En esta línea argumental el liberal subraya que en mercados libres el genuino empresario está obligado a atender las necesidades de su prójimo: si acierta obtiene ganancias y si yerra incurre en quebrantos.

Una de las mayores preocupaciones y ocupaciones del liberalismo consiste en mostrar las falacias graves de un pretendido igualitarismo puesto que aplicar la guillotina horizontal no solo reasigna los siempre escasos recursos a territorios distintos de los establecidos por la gente con sus compras y abstenciones de comprar en el supermercado y afines sino que, como consecuencia, reduce los salarios principalmente de los más necesitados ya que los ingresos solo provienen de las tasas de capitalización que es lo contrario al despilfarro.

El peso del Leviatán es lo que genera presiones impositivas insoportables, deudas gubernamentales inauditas que se ven obligados a pagar los contribuyentes y manipulaciones monetarias que esquilman lo obtenido lícitamente. La corriente de pensamiento liberal apunta a la limitación del poder  pues considera inviolables las autonomías individuales, en un proceso evolutivo que pone al descubierto que esa tradición no consiste en un puerto sino en una navegación en la que a cada instante surgen nuevas contribuciones y perspectivas que disminuyen la ignorancia en la que estamos embarcados.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

¿El mundo regresa a la época de las cavernas?

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 14/12/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/12/14/el-mundo-regresa-a-la-epoca-de-las-cavernas/

 

Foto de archivo. Fotografía ilustrativa. Billetes de 100 pesos argentinos debajo de un billete de 100 dólares estadounidenses (REUTERS/Agustin Marcarian)

Foto de archivo. Fotografía ilustrativa. Billetes de 100 pesos argentinos debajo de un billete de 100 dólares estadounidenses (REUTERS/Agustin Marcarian)

Estamos ubicados en un mundo sumamente complicado. Por un lado hay progresos tecnológicos admirables, pero por otro la decadencia es marcada. Por todas partes irrumpen las xenofobias, los nacionalismos, los mal llamados “proteccionismos”, los gastos gubernamentales exorbitantes, las deudas colosales, las cargas tributarias exponenciales, las regulaciones asfixiantes a las actividades productivas, en un contexto de una creciente falta de respeto por marcos institucionales civilizados. Y esto no solo ocurre en los países tradicionalmente atrasados sino en, en buena media, en muchos lugares de Europa y en Estados Unidos, lo cual se corona con un Papa que propone recetas que son las que precisamente han conducido a la lamentable situación actual que socava las bases morales de la sociedad libre.

Todo este cuadro es naturalmente más grave en países africanos, algunos asiáticos y en no pocos lugares de América Latina. lo cual conduce más raudamente a la pobreza extrema pues parten de marcas recientes muy poco favorables. Pues bien, como las políticas estatistas mencionadas conducen a la miseria, para revertir la situación resulta imperioso comenzar de cero en los razonamientos e igual que con nuestros ancestros (ya que indefectiblemente todos provenimos de las cavernas, cuando no del mono), el progreso ocurría en la medida en que había respeto recíproco por la vida, la libertad y la propiedad. Cuando se permitía que unos invadieran las chozas ajenas y los alimentos de otros la miseria se acrecentaba y en la medida en que se inculcaba el antedicho respeto, el resultado era el progreso.

No se trataba de “planes sociales”, esto es la expoliación del fruto del trabajo ajeno, sino de trabajo y constancia en la conducta civilizada. Como bien se ha dicho, “la piedra es perforada por gotas de agua, no por su fuerza sino por la perseverancia”. El que estas líneas escribe, y eventualmente los lectores de esta columna, afortunadamente no estamos en situación de calle pero es cuestión de tiempo si las barrabasadas se extendieran con suficiente empeño.

Leonard Read cuenta en su libro titulado Anything that´s Peaceful, publicado en 1964, que la primera experiencia de los colonos recién llegados en el barco Mayflower a lo que luego sería territorio estadounidense fue el establecimiento de un sistema de propiedad en común, esto es un sistema comunista. Como consigna William Bradford -el entonces gobernador de esa primera colonia conocida como Plymouth- el experimento fue calamitoso pues las hambrunas resultaron espantosas, debido a lo cual decidieron cambiar radicalmente el sistema y establecer la asignación de derechos de propiedad con lo cual los incentivos naturales hicieron que las producciones dejaran atrás lo que hoy la ciencia política denomina “la tragedia de los comunes” y todo se encauzó debidamente tal como consigna el mencionado gobernador en sus memorias.

Por otra parte, el notable historiador Richard Pipes en su monumental obra La revolución rusa explica que a contracorriente de lo que venía ocurriendo durante el terror blanco, en 1906, el físico-matemático Piotr Stolipin, que con dificultad extrema ejercía como primer ministro y contra la opinión del Zar, de la Corte y parte de la Duma, fue el único en la historia del pueblo ruso que intentó seriamente y de modo extendido revertir la propiedad comunal y establecer derechos de propiedad, proceso que lamentablemente duró poco tiempo, pero en ese corto período se logró combatir eficazmente la miseria reinante que luego volvió a surgir debido a las políticas en las que el que trabajaba era expoliado por el vecino, ya que cuando todo es de todos no es de nadie.

En todo caso, el asunto actual es que si de tanto estatismo galopante en las regiones más débiles se ha llegado a la situación en que buena parte de la población está bajo la línea de extrema pobreza, la civilización debe comenzar de cero y, como queda dicho, para progresar debe respetarse la propiedad de cada cual a los efectos de permitir que quienes atienden las necesidades de su prójimo obtengan ganancias y los que yerran incurran en quebrantos. De ningún modo la solución radica en seguir expoliando el fruto del trabajo ajeno con más medidas estatistas, que fueron las que precisamente condujeron a la aludida regresión macabra.

También es necesario precisar que la solidaridad con la desgracia ajena solo tiene sentido cuando se usan recursos propios de modo voluntario. Insistir en el mal llamado “Estado benefactor” bloquea el progreso, pues significa la expropiación de la propiedad de otros, lo cual contradice abiertamente el sentido de la caridad y la filantropía. Es indispensable comprender antes que nada que la extralimitación en el poder de los aparatos estatales -es decir el uso de la fuerza agresiva- constituye el problema.

Es pertinente subrayar que, si bien es cierto que todo en la vida tiene un costo (costo de oportunidad decimos los economistas), en el balance el costo más doloroso consiste en mantener una elefantiásica maquinaria estatal que consume aceleradamente recursos y consecuentemente reduce salarios y, por tanto, la eliminación de funciones incompatibles con un sistema republicano libera factores productivos al efecto de rellenar los bolsillos de la gente con lo cual el beneficio es infinitamente mayor que el costo, al contrario de mantener un pesado Leviatán, cuyos costos carcomen el nivel de vida.

Habiendo dicho todo esto y como en una nota periodística no puede escribirse sobre el conjunto de las ilustraciones de lo que debería hacerse para liberar energía creadora, centramos la atención solo en un área y es la monetaria. Aunque nos hemos referido antes al punto, es necesario volver a hacerlo parcialmente puesto que en mayor o en menor medida todos los gobiernos han succionado recursos de los ciudadanos vía la manipulación estatal del dinero que sistemáticamente empobrece a la población.

La inflación es uno de los problemas económicos y sociales más graves. Es siempre producida por los aparatos estatales que con el curso forzoso y la banca central no dan salida a la gente para defenderse de ese flagelo. Se ha dicho que la inflación es el aumento general de precios, lo cual revela dos errores garrafales de concepto. En primer lugar, pretende aludir a la causa de la inflación la cual consiste en la expansión exógena del mercado y, en segundo término, el efecto estriba en la alteración de los precios relativos y no en un aumento general. Si produjera un incremento generalizado, no se produciría el problema central de la inflación cual es la angustia por el desequilibrio entre precios e ingresos. Si mi salario (uno de los precios) se incrementara en un 50% mensual y el resto de los precios lo hace en la misma forma, no hay problema. Eventualmente habrá que modificar las columnas en los libros de contabilidad, habrá que expandir los dígitos en las máquinas de calcular y, tal vez, acarrear el dinero en carretillas, pero no hay el problema central señalado.

La alteración en los precios relativos reviste la mayor de las importancias ya que se distorsionan todas las señales en el mercado, que son las únicas que muestran dónde conviene invertir y dónde desinvertir en los diversos sectores con lo que se consume capital y, por ende, bajan los salarios e ingresos en términos reales puesto que las tasas de capitalización son la únicas causas del nivel de vida.

La banca central solo puede decidir entre uno de tres caminos posibles: a qué tasa contraer, a qué tasa expandir o dejar inalterada la base monetaria. Pues bien, cualquiera de los tres caminos deterioran los precios relativos respecto de lo que hubieran sido de no haber intervenido (incluso, como decimos, si los banqueros centrales deciden no modificar la base monetaria habrán desfigurado los precios relativos en relación al mayor o menor volumen de moneda que se hubiera decidido en el mercado…y si se hace lo mismo que hubiera hecho la gente en el mercado, no hay razón alguna para la irrupción de la banca central ahorrándose todos los gastos administrativos correspondientes).

Conviene también precisar que la cantidad de dinero de mercado, es decir, de los activos financieros que la gente elija para sus transacciones una vez liquidada la banca central, no tienen por qué ser constantes. Esto dependerá de las respectivas valorizaciones, del mismo modo en que ocurre con cualquier bien o servicio. En nuestro caso, si se decide expandir, se trata de una expansión endógena, a diferencia de la exógena al mercado, esto es, la que ocurre debido a decisiones políticas que son el origen del problema inflacionario.

No hay tal cosa como “expectativas inflacionarias” como causas de la inflación. Se podrán tener todas las expectativas que se quieran pero si no están convalidadas por la expansión monetaria exógena no hay inflación. Tampoco “inflación de costos” por idénticos motivos, ni inflaciones provocadas por el incremento en el precio de un bien considerado estratégico como, por ejemplo, el petróleo ya que si aumenta el precio de este bien y no hay expansión monetaria habrá dos posibilidades: o se reduce el consumo de otros bienes si se decidiera mantener el nivel de consumo del petróleo o se debe contraer el consumo de este bien al efecto de permitir el mismo consumo de otros bienes y servicios. En todo caso, no resulta posible consumir todo lo que se venía consumiendo si el precio del petróleo se incrementó.

La errada definición que hemos comentado, además, conduce a otras dos equivocaciones técnicas. En primer lugar, el consejo para la banca central de emitir a una tasa constante similar al crecimiento económico para “permitir la previsibilidad de los actores en el mercado”. Este consejo pasa por alto el hecho de que si la expansión “acompaña” el crecimiento económico, manteniendo los demás factores constantes, por ejemplo, se anulará el efecto de algunos precios a la baja que generan las importaciones y al alza de las exportaciones ya que la masa monetaria en un caso disminuye y en el otro aumenta y así sucesivamente.

La segunda equivocación, aun más gruesa, es que la expansión a tasa constante no trasmite previsibilidad puesto que, precisamente, los precios no se incrementan de modo uniforme, sino, como queda dicho, se alteran los precios relativos de modo que una tasa anunciada de expansión no trasmite información a determinado sector como afectará en sus precios.

Este análisis, a su vez, se traduce en el pensamiento que es posible recomponer el problema inflacionario a través de indexaciones lo cual no es correcto, ya que pretendidos índices de corrección solo suben los valores absolutos en los rubros del balance, pero las distorsiones relativas se mantienen inalteradas.

A toda esta situación debe agregarse que para contar con un sistema monetario saneado debe eliminarse el sistema bancario de reserva fraccional, que no solo genera producción secundaria de dinero, sino que permite que los bancos operen en un contexto de insolvencia permanente, con lo que se hace necesario implementar el free banking o el sistema de encaje total para los depósitos en cuenta corriente y equivalentes.

En este último sentido, hay un jugoso debate que viene de hace 50 años sobre si es mejor el free banking (y no digo “banca libre” porque tiene otro significado, ya que alude a la entrada y salida libre al sistema bancario) o la reserva total, pero en todo caso cualquiera de los dos es más sólido que la reserva fraccional que genera inflaciones y deflaciones con el apoyo de la banca central.

Cuál es el dinero que preferirá la gente dependerá de las circunstancias, ya que si todo es dinero no hay dinero y preguntarse cuál es la cantidad de dinero que habrá es lo mismo que interrogarse cuál es la cantidad de cualquier otro bien en el mercado. No debe imponerse tal cosa como “curso forzoso” a ninguna divisa y, en esta instancia del proceso de evolución cultural, los gobiernos seleccionarán la moneda o monedas en las que cobrarán impuestos al efecto de proteger derechos.

El tema monetario es solo uno de los problemas acuciantes que en los casos extremos fuerzan a la población al retorno a la época de las cavernas, pero son muchas las medidas que habría que revertir para que la gente pueda sacarse de encima el peso aplastante de los aparatos estatales. Afortunadamente existen reservas intelectuales que permiten vislumbrar esperanzas para evitar la regresión a la oscuridad de las cavernas. Igual que los tiburones que no duermen nunca, es indispensable estar alertas y sin pausa surcar los mares de los principios liberales.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

 

Liberalismo, inmigración y familia

Por Iván Carrino. Publicado el 1/5/19 en: https://www.ivancarrino.com/liberalismo-inmigracion-y-familia/?fbclid=IwAR1v24PxxWBatRL2vNImUrF1r-vI-NcJMIMaaSZQe-jCeGt3C7ccTmADu30

 

A continuación está la transcripción completa de mi charla del Jueves 25 de abril, en el marco del evento ”La Libertad Frente a las amenazas progresista y conservadora”, sobre  liberalismo, inmigración y familia. 

——

Es interesante el momento que nos toca vivir hoy. En mi caso particular, 12 años de mi vida, o el 37,5% de ella viví bajo el gobierno del “Socialismo del Siglo XXI” versión peronista. Para un ciudadano de Caracas que tenga mi misma edad, ese porcentaje está en 62,5%.

Para un brasileño, el socialismo del Partido de los Trabajadores también le llevó otro tanto.

Ahora bien, las cosas están cambiando. Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, Piñera en Chile… Trump en Estados Unidos, VOX y Ciudadanos en España.

Salvo en Venezuela, el socialismo está en franca retirada y muchos liberales y autopercibidos como tales festejan con bombos y platillos. Celebran a Trump, a Bolsonaro, a Abascal… En Argentina no a Macri, por obvios motivos.

Ahora bien, frente a la caída de la izquierda y este auge de lo que podríamos considerar “nueva derecha”, cabe la pregunta de qué rol ocupa el liberalismo.

¿Es realmente el liberalismo lo que está en auge? ¿O simplemente un antiizquierdismo, con algunos componentes liberales, pero con otros elementos profundamente reaccionarios?

Desde mi punto de vista, el liberalismo –o el orden social liberal- es aquel donde se antepone el derecho individual a cualquier otra consideración. La declaración de la independencia de los Estados Unidos consideraba que “todos los hombres habían sido creados iguales” y que los gobiernos se establecían para preservar tres derechos esenciales: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Juan Ramón Rallo citó recientemente al filósofo escocés Scott Alexander, quien decía que el liberalismo es un “mecanismo institucional para evitar el conflicto civil. Evitar el enfrentamiento entre las personas”. Que cada uno viva como le parezca, pero que no les imponga su forma a los demás. Eso impide el conflicto.

Por último está la ya famosa frase del gran Alberto Benegas Lynch (h), que sostiene que el liberalismo es el “respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo”.

Ahora bien, para la Nueva Derecha hoy en auge, respetar el proyecto de vida del prójimo incluiría, por ejemplo, restringir todavía más la libre inmigración. Para este mismo movimiento, preservar los derechos individuales implica defender a “la familia”, o a una cierta visión de lo que una familia debe ser.

Estos son los dos temas que me gustaría tratar hoy.

Comencemos con la inmigración

Hace unos días veía una conferencia de ese gran intelectual chileno y amigo que es Axel Kaiser. Axel trataba de explicar el surgimiento de los populismos en Europa y Estados Unidos. Populismos que son anti-inmigración… El intentaba comprender el porqué de ese auge contrario a los extranjeros.

Para ello citaba a un psicólogo profesor de la Universidad de Nueva York, Jonatan Haidt, quien decía que “los nacionalistas ven el patriotismo como una virtud… piensan que su país y su cultura son únicos y que vale la pena preservarlos”.

Preservarlos… Conservarlos…

Claro. El punto puede ser muy interesante. Para un grupo de personas, que se llaman nacionalistas esto debe preservarse. Y eso está muy bien, siempre que en dicha preservación no dañes derechos de terceros. Digo, si los valores y cultura de “A” son tan buenos, ¿cuál sería la necesidad de preservarlos frenando determinadas interacciones que se dan de manera libre y espontánea?

Si John de Estados Unidos quiere entrar en vínculo con José de Guatemala,  y en ese intercambio algunas de las “tradiciones norteamericanas” se pierden… ¿Cuál es la objeción? Nadie lo forzó.

Lo que quiero decir. No niego que haya valores, principios y tradiciones mejores que otras (en el sentido de la relación entre los valores y la prosperidad económica, por ejemplo).

Pero:

—–> Eso no implica que esos valores los conozcamos a priori y sean para siempre inmutables. A las cosas “que funcionan” hay que descubrirlas en un proceso de mercado, de interacción, de intercambio voluntario.

—–> Eso tampoco implica que debamos preservar esos valores impidiendo los vínculos espontáneos que la libre inmigración genera.

¡Ah pero es que no! Me van a decir. Que no es una interacción libre porque es el gobierno el que está ahí permitiendo la entrada de extranjeros a nuestro país. Y eso genera una “integración forzada”.

El concepto de Integración Forzada lo trajo al debate nada menos que un pensador muy bien considerado dentro de la Escuela Austriaca de Economía: Hans Hermann Hoppe.

Hoppe considera que, en una sociedad anarco-capitalista, no existiría la libre inmigración, ya que todo ingreso en propiedad ajena debería estar previamente autorizado por el “dueño de casa”. O sea, en un mundo utópico e inexistente donde todo fuera propiedad privada, nadie tendría “derecho a inmigrar”. De hecho, el concepto de inmigración no existiría.

Ahora como la realidad no responde a este parámetro y el gobierno sí autoriza a determinadas personas, llamadas extranjeras, a ingresar en el territorio nacional, Hoppe sostiene que eso hace que exista una integración forzada, una “invasión” (sic.) de extranjeros que cometerán atrocidades tales como

—–> “circular por caminos públicos”,

—–> “permanecer en terrenos y parques públicos” o incluso podrían

—–> “aterrizar en la puerta de la casa de cualquiera”.

Ahora realmente: ¿a esto se limita la tan temida “invasión”?

¿A ver un inmigrante caminando por la calle? ¿Qué tipo de integración forzada tengo yo con una persona que camina por las calles de Buenos Aires sea esta argentina, porteña, sanjuanina, venezolana, boliviana o noruega?

¿Y quién dice que a los que llegan desde el extranjero nadie los invitó si, en la enorme mayoría de los casos, se tratan de turistas que están pagando un hotel, estudiantes que pagan un alquiler o empleados que trabajan pacíficamente en empresas generando acuerdos voluntarios mutuamente beneficiosos?

Lo más paradójico es que ni siquiera en la “sociedad ideal” de Hoppe se resuelve el problema de la inmigración.

Es que imaginemos que en el “Country A” o “Comunidad Cerrada A” el dueño de una propiedad pide a un jardinero que vive en la “Comunidad Cerrada B” que venga a cortarle el pasto. Si bien el jardinero ingresará en la Comunidad A invitado por el propietario, otro vecino tendría derecho a quejarse por integración forzada, ya que el jardinero “extranjero” está utilizando los caminos comunes.

Los pseudoliberales de derecha como Hoppe consideran que el comercio libre de bienes es muy deseoso y positivo, pero que eso no tiene nada que ver con la inmigración. Que uno podría perfectamente querer un bien fabricado por un chino o un árabe, pero cosa muy distinta es “mezclarse” con ellos.

El argumento en general no solo es falso, sino que muy peligroso.

Es falso porque dicho comercio excluye el comercio de servicios. Claro que un trabajador chino puede enviar su Iphone ensamblado desde China a Estados Unidos. Pero eso no es posible en el caso de un jardinero o una profesora China que desee operar en Estados Unidos. El comercio en servicios, y la mano de obra es un servicio por excelencia, exige integración, algo que voluntariamente ha ocurrido de manera pacífica por cientos de años.

Vivimos en un mundo multiétnico y multicultural, y nadie nos “forzó” a ello.

Ahora toda esta teoría implica un enorme peligro, puesto que antepone a las ventajas individuales del intercambio, los prejuicios colectivos de la raza o la nacionalidad. Considerar a los extranjeros como invasores y defender una teoría que diga que está muy bien intercambiar, siempre y cuando los extranjeros sean mantenidos “a distancia” lleva necesariamente a que el gobierno tome cartas en el asunto excluyendo o impidiendo el ingreso de los inmigrantes.

Ahora en el caso de que el gobierno no lo hiciera: ¿qué tal si alguno busca hacer justicia por mano propia?

Durante la última matanza ocurrida en Nueza Zelanda, el autor explicó que la inmigración era una amenaza que “destruirá nuestras comunidades” y que debemos “aniquilar la inmigración y deportar a aquellos invasores”.Además, sostuvo que él es simplemente una persona que desea “vivir en paz entre su propia gente” y que su atentado fue a favor de la diversidad, para que los “diversos pueblos sigan siendo diversos, separados (…) que las tradiciones y creencias no se diluyan y corrompan por la influencia de los de afuera”.

Discriminar es una característica perfectamente humana que no debería tener ningún tipo de connotación. Ahora tratar al extranjero como invasor y sostener, como Hoppe hace, que “el rol básico de protección de un gobierno incluye la prevención de las invasiones extranjeras y la expulsión de los invasores extranjeros” es una actitud no solo errónea desde lo técnico, sino que profundamente incompatible con el liberalismo.

Pasemos ahora a la cuestión de la familia

Nos dice la nueva derecha que la familia y el liberalismo están íntimamente ligados porque la familia opera como un “intermedio” entre el estado y el individuo.

La familia protege al individuo del avance del gobierno y de la izquierda. Y sobre la mesa aparecen temas como la Educación Sexual Integral.

Que si hay que enseñarles a los hijos sobre sexualidad, que si se les debe decir que la homosexualidad está bien, mal, o si no debe  haber ningún tipo de juicios sobre el asunto.

Me gustaría ser claro. La posición liberal sobre la educación es que ésta debe escindirse del estado. En este caso SÍ, cada familia debe elegir qué educación darle a sus hijos, aún al costo de que los eduquen “mal”. Es el riesgo de la libertad, pero mucho mayor es el riesgo de la enseñanza centralizada.

En este punto entonces sí vamos a coincidir en que la familia debe estar por encima del gobierno u otros grupos que vayan contra el individuo.

Pero surgen de aquí dos cuestiones. La primera es qué pasa cuando es la familia la que va contra el individuo. La posición liberal ahí es clara. El individuo está por encima del grupo.

La segunda es que, incluso cuando aceptemos que la familia es un intermediario positivo y necesario entre las personas y el poder del Estado, no se sigue de ahí que la familia deba tener una estructura determinada.

Lo que cuesta ver entonces es cómo se pasa de esta defensa de la familia, como anticuerpo frente al avance del estado, a la defensa de una cierta visión de la familia. Es decir a la defensa de la llamada “familia tradicional”, compuesta de un papá, una mamá, y uno o más hijos e hijas.

¿Cuál es la necesidad de defender un modelo específico de familia? Cuál es la condición que exige que para ser “familia” tenga que haber dos progenitores, que estos sean heterosexuales, y no que esta esté conformada de otra forma.

De acuerdo con datos oficiales, “las familias que responden al modelo de padre-madre-hijos pasaron de 65% a 37% en apenas una década”. Hoy es muy común ser hijo de padres separados, por ejemplo, y quién no conoce a alguien que se haya criado con su abuela, abuelo, tías o tíos.

La familia puede entenderse de manera estrecha, como la unión de una pareja heterosexual y los hijos que de esta unión surjan. Pero también debe entenderse como institución social que va cambiando con el tiempo.

Y si esta institución ha cambiado tan radicalmente en estos últimos años, no es porque haya sido víctima de un supuesto ataque del marxismo cultural. De hecho, parecería ser que es todo lo contrario.

De acuerdo con Steven Horwitz, la evolución de la estructura familiar tradicional está directamente relacionada con los cambios generados por el desarrollo de la economía de mercado.

Antes de la Revolución Industrial, la familia era sencillamente una unidad de producción agrícola. Padre, madre y todos los hijos posibles tenían que trabajar día y noche en el campo para producir los bienes que proveyeran su subsistencia.

Más tarde, el incremento del ingreso per cápita y la aparición de las fábricas permitieron un cambio económico sustancial, que tuvo su efecto en la organización familiar.

Según el trabajo:

Mientras que en tiempos preindustriales, las mujeres y los hombres compartían muchas de las tareas en la unidad de producción familiar, la industrialización trajo una división del trabajo por género donde los hombres ocuparon la esfera pública del trabajo y la política y las mujeres lo privado. La esfera del hogar.

(…)

Cualesquiera que fueran los méritos de esta forma familiar, dos cosas eran ciertas: primero, la riqueza creada por el orden del mercado había liberado a las mujeres y los niños de la necesidad de un trabajo en gran medida desagradable en la industria. En segundo lugar, la forma y funciones de la familia continuaron evolucionando.

Para el autor del trabajo, fue el Siglo XX el que, combinando los nuevos dispositivos electrónicos que ahorraban el tiempo necesario de trabajo en el hogar, con el aumento de los salarios reales y la demanda de mano de obra, permitió a las mujeres integrarse de manera creciente y sostenida en el mercado laboral.

Así las cosas, no fue la revolución feminista de los ’60 la causa de la liberación de la mujer, sino la economía de mercado que les permitió a las mujeres cada vez mayor capacidad y autonomía.

También es la economía de mercado la que permitió que hombres y mujeres, así como mujeres y mujeres u hombres y hombres, se entrelacen en relaciones de pareja. Ya no se necesita la estructura familiar tradicional para sobrevivir económicamente, y el foco del vínculo no es obtener ingresos, sino el bienestar psíquico.

Frente a estos cambios producidos por el liberalismo aplicado a la economía, aparecen quienes acusan a un “lobby Gay” de querer destruir a la familia para así destruir al capitalismo y conseguir enormes subsidios.

Pero esto es contradictorio. Si es el propio capitalismo el que ha cambiado la estructura familiar, ¿qué sentido tiene decir que quien combate a la familia odia al capitalismo?

Por otro lado, si se trata por combatir la búsqueda de subsidios por parte de pequeños grupos de interés, no hace falta catalogar a los homosexuales como “sodomitas”, “antinaturales”, o personas cuyas demostraciones de cariño solo deban hacerse “en prudencia y discreción” y que ni se les ocurra tener la osadía de querer adoptar niños…

¡Con mis hijos no te metas!… ¡Pero es que no son los tuyos!

Y es mucho mejor tener una familia “gay” que nos dé cariño y contención a tener una familia “tradicional” que implique vivir en el infierno*.

Este tipo de cosas no son liberalismo. Es pura y dura homofobia, y como tal, una muestra del más rancio colectivismo que, mal que le pese a algunos, es colectivismo de derecha. Es juzgar a las personas por su pertenencia a un colectivo y nos por sus características personales.

Para ir cerrando, el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida de los demás. Y dicho proyecto implica no solo querer comprar bienes a quien quiero, como quiero y donde quiero, sino también querer integrarse con personas de otras nacionalidades incluso cuando esto ponga en riesgo ciertas “tradiciones culturales”.

El respeto irrestricto por el derecho del prójimo no es solo que se legalice Uber y que bajen los impuestos, sino aceptar la diversidad garantizar los mismos derechos a los heterosexuales, los homosexuales y los transgénero, incluso cuando esto ponga en riesgo ciertas “tradiciones familiares”.

Ni la diversidad sexual ni el multiculturalismo son enemigos del capitalismo. De hecho, me atrevo a decir que son dos más de sus inevitables consecuencias.

Muchas gracias.

* Por si genera dudas esta frase: de ninguna manera sostiene que toda familia tradicional sea un infierno ni que toda familia gay sea el paraíso. Solo sostiene que entre una familia que dé cariño y contención y otra que no lo haga, siempre es preferible la primera, independientemente del género de quienes ejerzan el rol de padres.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.

El único “muro” impermeable es el de Chile

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 9/1/19 en: https://alejandrotagliavini.com/2019/01/09/el-unico-muro-impermeable-es-el-de-chile/

 

Los políticos necesitan construir muros, se diría que quieren contener a sus esclavos. Unos, para evitar que entren “extraños” a usufructuar el “estado de bienestar” coactivamente impuesto -y financiado- a sus súbditos. Y, entre estos políticos, Trump ha dicho que “si no les gusta el cemento, lo haremos de acero… será… más fuerte”.

El presidente está enfrentado con los demócratas, hoy mayoría en la Cámara Baja, porque quiere incluir US$ 5.600 millones en el proyecto de presupuesto para financiar el muro. Y, a falta de presupuesto aprobado, se ha producido el cierre del Gobierno más largo de la historia, unos 20 días, con 800.000 funcionarios sin recibir su paga.

Los demócratas califican de “inmoral” el muro, pero, políticos al fin, solo permiten destinar US$ 1.300 millones para la frontera, y podrían aceptar una “valla de acero”. Trump ha esgrimido la posibilidad de declarar una emergencia nacional “y construirlo muy rápido”, sin necesidad de pasar por el Congreso.

Ahora, también están los construyen para que la gente no salga -al estilo del de Berlín- como en la ciudad egipcia de Roseta, donde el mar del que partían las barcazas con emigrantes “ilegales” ha sido salvajemente amurallado. El primer ministro austriaco felicitó por un trabajo “ejemplar” a un militar egipcio, Al Sisi, que accedió al poder tras un golpe de Estado. “Desde 2016 ha impedido que los barcos partan hacia Europa y, cuando han zarpado, los ha devuelto”, alabanza que secundó el presidente del Consejo Europeo.

A pesar del autoritarismo de Al Sisi y la grave crisis económica, para obtener el apoyo europeo el régimen esgrime el puño de hierro, como contra con una oposición interna hoy encarcelada o desterrada y para sofocar la libertad de prensa. El especialista egipcio Mohamed el Kashef, desde su exilio, asegura que “no es cierto que hayan reducido a cero los flujos… han cambiado sus rutas… siguen apareciendo cuerpos egipcios en Libia”.

Y los hay quienes quieren construir “muros legales”. Ciertamente la Unión Europea (UE) tiene mucho de burocracia inservible, pero el Brexit, del modo en que se plantea, significa nuevas restricciones, como al movimiento de ciudadanos europeos en Gran Bretaña y la inversa. De momento, en el Parlamento, conservadores y laboristas se han unido, propinando al Gobierno una derrota, respaldando una enmienda a la Ley de Presupuestos que bloquea la capacidad económica -impide el eventual aumento de impuestos- del Ejecutivo para una salida sin acuerdo con la UE, el “Brexit duro”.

En fin, sin dudas el único “muro” eficaz ha sido el de Chile. Cuando era niño, el comentario generalizado en mi país, Argentina, era que los ciudadanos chilenos, muy pobres en aquel entonces, cruzaban ilegalmente la frontera. No había modo de detenerlos, llenaban las “villas miseria” y eran los principales delincuentes, decía el vulgo.

Hoy este flujo no solo que se ha detenido, sino que más bien son los argentinos los que quieren cruzar hacia Chile. Construyeron el mejor muro, el de la bondad: la paz, la libertad. Al contrario de los muros de acero y hormigón, Chile disminuyó sensiblemente la injerencia del Estado -el monopolio de la violencia- en el mercado, liberando la creatividad de sus ciudadanos y estableciendo la paz y la cooperación voluntarias en lugar de la coacción estatal. Así, se ha enriquecido al punto que es el segundo inversor extranjero en Argentina.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Un sistema perverso no se arregla con un buen management

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 11/12/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/12/11/un-sistema-perverso-no-se-arregla-con-un-buen-management/?fbclid=IwAR2RvoFZjzI69D4Gd_2M-C6kBN6akOL_DGfInlLVI4dL21X6ZJlgh-0Afv8

 

El Gobierno cayó en el error de dejar que sectores de la sociedad le reclamen al Estado que le quite a otro el fruto de su trabajo para que se lo dé al que no le pertenece. Al cumplirse 3 años desde que Cambiemos llegó al Gobierno, queda claro que su política económica no obtiene el mínimo de logros para conseguir el aprobado

En general, en los primeros 3 años de Gobierno, Mauricio Macri no ha podido dominar la economía, ni aun tomando el criterio que pidió para que evalúen su gestión: «cuánto disminuyó la tasa de pobreza», ya que dudo seriamente que en un año le vaya a dar positivo el resultado.

El grave error de Cambiemos, y del Presidente en particular, fue creer que un sistema intrínsecamente ineficiente (el populismo) puede ser transformado en eficiente con un buen management. Mauricio Macri y sus principales colaboradores despreciaron la macro y creyeron que podían gestionar la herencia recibida.

Ese fue el error más grosero que cometieron porque a los problemas heredados le agregaron otros como el arbitraje tasa versus dólar, primero con las Lebac y ahora con las Leliq, que constituyen un polvorín en el que no puede haber la más mínima chispa.

Pero más grave aún, al considerar que no hacía falta un plan económico porque pensaron que podían administrar el desastre recibido, mostraron no comprender cómo funciona el proceso económico. El hecho de que muchos de ellos provengan del mundo empresarial no los hace conocedores del funcionamiento de la economía y su estrecha relación con la calidad institucional.

Sobre el tema institucional cometieron otro error, creer que porque Macri se sentara en el sillón de Rivadavia y Cristina Fernández de Kirchner se fuera derrotada, iban a llover las inversiones. Otro grosero error de apreciación.

Sin duda Argentina tiene mucha mejor imagen hoy ante el mundo, pero no por eso alguien va a venir a hundir una inversión con esta carga tributaria, esta legislación laboral y este nivel de gasto público alto e ineficiente.

Nuevamente, sobre el nivel de gasto público parecen no haberse preocupado demasiado y creyeron que el gradualismo iba a llevar a un crecimiento sostenido de la economía que, combinado con un gasto público congelado en términos reales, iba a termina licuando su peso sobre el PBI. El problema es que nunca dijeron por qué iba a crecer la economía. Pensaron en la magia de Mauricio Macri como presidente, de otra forma no se explica lo que hicieron.

Un espejo donde mirarse

Es más, no le dieron mucha importancia al gasto público/PBI si, como creyeron, en Europa el peso del Estado sobre la economía es similar y tienen un buen nivel de vida. Basta con ver lo que está ocurriendo en Francia en estos días para advertir que Europa, o buena parte de ella, está agobiada por el Estado de bienestar que aquí quieren copiar.

Si uno observa la evolución de la tasa de crecimiento del PBI por habitante en los últimos 56 años de las naciones que integran la Unión Europea puede ver una clara tendencia decreciente. De crecer a un ritmo en la banda del 4/6 por ciento anual, terminaron en el rango del 0/2 por ciento de aumento del PBI por habitante.

Como puede observarse en los gráficos previos, la UE y Francia, actualmente con serios conflictos en las calles, tienen un dibujo similar de tendencia hacia el estancamiento y menor tasa de aumento del PBI por habitante, por lo tanto, no es el mejor ejemplo a tomar para decir que en Argentina el problema no es el nivel de gasto público sino su calidad y que hay que administrarlo bien como en Europa.

En Argentina tenemos los dos problemas y Cambiemos creyó que podía solucionarlo con una buena gestión de un gasto público gigantesco, que impide todo crecimiento económico porque espanta las inversiones y eso lleva a que nunca se dé la licuación del gasto sobre el PBI por crecimiento de éste.

Pero, si de instituciones se trata, no es solo que el Gobierno no esté copado por una banda de delincuentes y corruptos. La calidad de las instituciones tiene que ver con que el Estado puede transformarse en ladrón para robarle el fruto del trabajo a quienes todos los días se esfuerzan por producir para repartirlo entre quienes viven a costa del trabajo ajeno.

El ABC de la equidad tributaria

Como dice el genial Fréderic Bastiat en su ensayo La Ley, refiriéndose a cómo la ley fue pervertida, «el gobierno ha puesto la fuerza colectiva al servicio de quienes quieran explotar, sin riesgo y sin escrúpulos, la persona, la libertad o la propiedad ajenas; ha convertido la expoliación, para protegerla, en derecho y la legítima defensa en crimen, para castigarla».

Este ensayo, que fue escrito en 1850 tiene total vigencia en la Argentina actual cuando uno ve a los piqueteros «exigir» planes sociales y al Gobierno negociar con ellos. El Estado no tiene ningún derecho a negociar con nadie el fruto del trabajo ajeno.

¿Qué es lo que ocurre en este caso? En vez de que los piqueteros vengan a robarnos directamente, lo mandan al Estado a robarnos en nombre de la solidaridad social. Y el robado, que somos los expoliados impositivamente, pasamos a ser delincuentes si queremos defendernos de la expoliación impositiva, cuando no somos tildados de insensibles sociales. En definitiva, el orden jurídico es dado vuelta y el Estado, que tiene el monopolio de la fuerza para defender el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas, utiliza ese monopolio de la fuerza para quitarle al que produce y dárselo al que no produce.

Bajo estas condiciones, se va desestimulando la inversión, la economía genera cada vez menos riqueza y la inseguridad jurídica es la regla que impera porque el Estado, en cualquier momento, puede recurrir a la expoliación impositiva o a la confiscación directa para financiar a los grupos que mayor presión hacen para quedarse con el fruto del trabajo ajeno.

Bajo este sistema, en que los diferentes sectores de la sociedad van a reclamarle que el Estado le quite a otro el fruto de su trabajo para que se lo dé al que no le pertenece, es un sistema perverso. Es un sistema que está basado en el robo de la riqueza y no en la generación de riqueza. Por eso decía desde el inicio, que Cambiemos cometió el grosero error de creer que un sistema perverso como este podía funcionar si tenía un buen management.

Ningún sistema económico basado en el robo legalizado, como lo llama Bastiat, puede funcionar con un buen management. Por definición está destinado al fracaso. Cambiemos no entendió la relación entre economía y calidad institucional.

Si Cambiemos logra ganar un segundo mandato y quiere tomar revancha de estos tres años de malos resultados económicos, va a tener que entender mejor cómo funciona la economía y su estrecha relación con la calidad institucional. Gerenciar «eficientemente» un sistema perverso no es el camino para terminar con 70 años de decadencia.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE