Alem y Milei, dos caras de la misma moneda

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 30/4/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/04/30/alem-y-milei-dos-caras-de-la-misma-moneda/

La estrecha conexión entre la libertad y las condiciones sociales de la población ha movilizado mentes como las del fundador del radicalismo y del dirigente de La Libertad Avanza

Javier Milei y Leandro Alem

Es de gran interés anotar la similitud entre el pensamiento liberal de dos personas que cambiaron la historia política de nuestro país. El decimonónico Leandro N. Alem y quien ahora está en proceso: Javier Milei. En ambos casos no ha habido situaciones de esa envergadura y profundidad con discursos en el plano político radicalmente liberales.

Para esta nota periodística me limito a ejemplificar con el primero de los nombrados en su participación en el célebre debate sobre la federalización de Buenos Aires en la legislatura provincial. En esa ocasión Alem dijo que “La tendencia autoritaria se desenvuelve entre nosotros de una manera alarmante. Son los partidarios de esa escuela que atribuyen al ´poder social´ derechos absolutos e independientes, sin penar que solo es un encargado de armonizar y garantir los derechos de los asociados. Son los que pretenden en la ´autoridad suprema´, puesto que sus órdenes deben ser cumplidas y acatadas sin observación ni control de ninguna especie […] No es esta nuestra teoría, ni ha de ser, por cierto, la de todos aquellos que aman sinceramente nuestras instituciones democráticas […] Más el poder es fuerte, más la corrupción es fácil. Para asegurar el poder legítimo, es necesario impedir a todo trance que él exagere sus facultades y es indispensable buscarle el contrapeso que prevenga lo arbitrario […] En economía como en política, estrechamente ligadas, porque no hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y a todas las actividades […] Si, gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad […] esto es la autonomía, comenzando desde el individuo, garantida en sus manifestaciones regulares pero nada más que garantida”.

Esto es solo una muestra del pensamiento y los valores del fundador del Partido Radical. Desafortunadamente con el tiempo ese partido fue cambiando de rumbo hasta producir un tajo -también radical- y separarse de los principios sobre la base de su constitución original, especialmente a partir de la Declaración de Avellaneda en 1945 y luego su incorporación a la Internacional Socialista con lo que se le dio la espalda al liberalismo inicial del todo consistente con las propuestas alberdianas insertas en nuestro texto constitucional de 1853/60.

Recientemente Mauricio Macri subrayó las ideas originales de Alem y su espíritu liberal y he intercambiado ideas en un mano a mano por Zoom con dirigentes radicales como Álvaro de Lamadrid quien suscribe plenamente lo dicho y también con mi ex alumno de la UBA Julio Goldestein en aquel momento integrante de Franja Morada hoy parte de la juventud radical con una mirada explícitamente liberal. Hay muchos otros dirigentes radicales que apuntan a retomar el origen de su partido y abandonar recetas estatistas que tanto daño le han hecho a nuestro país: a todos sus miembros pero muy especialmente a los más vulnerables.

Respecto a Javier Milei no hace falta repasar sus propuestas puesto que lo tenemos en vivo y en directo y son de actualidad pública cotidiana en muy diversos canales. Basta con mencionar mi columna publicada en este mismo medio titulada “Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos” donde resumo sus ideas en forma de decálogo, un texto que Milei decidió junto a la Editorial Planeta que encabece su último libro. De cualquier modo, reitero que sus proyectos políticos liberales no se han escuchado desde hace mucho tiempo en ese plano con el rigor del caso, modernizados por sus exitosas incursiones en ámbitos académicos, especialmente debidas a las fértiles contribuciones de la Escuela Austríaca. Por todo ello estimo que todos los partidarios de la sociedad libre le debemos agradecimiento y rechazamos las críticas basadas en los celos, la envidia y la incomprensión de la tradición de pensamiento liberal en base a pretextos inauditos como pantalla para ocultar resentimientos y fracasos varios, buscando la “quinta pata al gato” como si se ignorara la gravedad de la situación argentina.

El jeffersoniano y doctor en jurisprudencia Leandro N. Alem se pronunció con elocuencia y detenimiento sobre temas de derecho, filosofía y de la economía en sus muy diversas facetas monetarias, fiscales, laborales y de comercio exterior. Los trabajos de mayor peso que resumen con tonalidades diversas el pensamiento de Leandro Alem son los de Enrique de Gandía, Telmo Manacorda, Bernardo González Arrili, Francisco Barroteveña, Félix Luna y Ezequiel Gallo. La impronta de Alem fue desdibujada en varios tramos, primero por Hipólito Yrigoyen que como escribió el fundador del radicalismo en 1895 al aludir al “pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen” (su padre era casado con Marcelina Alem, hermana de Leandro). Desvío luego confirmado por lo consignado más arriba, desde luego en sentido contario debe destacarse la importantísma actuación del gobierno de Alfonsín en cuanto al juicio a las juntas militares por los procedimientos aberrantes e inaceptables en el combate al canalla y siempre criminal terrorismo en el contexto de lo escrito, por ejemplo, por Graciela Fernández Meijide, aunque en el resto de los asuntos sociales ese gobierno fracasó rotundamente por no haber prestado atención a los consejos y reflexiones demandadas por Alem en muy diversas circunstancias como una ruta para lograr el bienestar de nuestro país.

Es del caso recordar algunos aspectos de los gobiernos de Yrigoyen en cuanto a sus 18 intervenciones federales a las provincias (14 de las cuales sin ley del Poder Legislativo), su desprecio por el Congreso al cual no visitó para la alocución inaugural, su rechazo a las muchas propuestas de interpelaciones parlamentarias, su insistencia con el incremento de la deuda estatal vía empréstitos, el aumento del gasto público, el incremento de gravámenes como el de las exportaciones, su indiferencia por la marcha de la Justicia quedando vacante la cuarta parte de los juzgados federales, la “semana trágica”, el comienzo del control de precios a través de los alquileres que derivó en el célebre voto en contra de tamaña disposición por parte de Antonio Bermejo en la Corte (escribió que “la propiedad no tiene valor ni atractivo, no es riqueza, propiamente, cuando no es inviolable por la ley y en el hecho”), las acusaciones de dolo no atendidas por hechos imputados en relación al área de ferrocarriles y la disposición de fondos públicos para lo que se denominó Defensa Agrícola y la clausura de la Caja de Conversión lo cual sentó la primera base para el deterioro del signo monetario.

Como una nota al pie, al efecto de ilustrar el ambiente del momento a contramano de todo lo propugnado por Alem, transcribo las declaraciones del ministro de gobierno -Carlos María Puebla- del primer gobernador radical de Mendoza José Néstor Lencinas (aunque luego enemistado por razones de poder político con Yrigoyen): “La Constitución y las leyes son un obstáculo para un gobierno bien intencionado”. Por su parte, a Yrigoyen no lo caracterizaba la modestia, por ejemplo -en lo que puede entenderse de su lenguaje oscuro y generalmente incomprensible- escribió en Mi vida y mi doctrina“Estoy profundamente convencido de que he hecho a la patria inmenso bien y poseído de la idea de que quien sabe si a través de los tiempos seré superado por alguien, y ojalá que fuera igual”.

Luego de la primera presidencia de Yrigoyen se sucedió el interregno de los “antipersonalistas” de la mano de la excelente presidencia de Alvear para luego recaer en el segundo mandato de Yrigoyen, depuesto por la revolución fascista del 30 con la creación de la banca central, las juntas reguladoras, la destrucción del federalismo fiscal y el establecimiento del impuesto a los réditos, para más adelante -con el golpe militar del 43- acentuar notablemente el estatismo en medio de corrupciones alarmantes, controles cambiarios, de precios, de arrendamientos y alquileres, detenciones y persecuciones arbitrarias y torturas lo cual se agudizó en la última etapa con las matanzas de la Triple A, imposición de un sistema quebrado para los jubilados, ataques a la libertad de prensa y el establecimiento de sindicatos autoritarios basados en el fascismo mussoliniano que perjudicaron (y perjudican) especialmente a los más necesitados.

Como escribió Emilio Hardoy en Confieso que he vivido “los militares que conspiraron y triunfaron, además de acatar incondicionalmente la autoridad del general José. F. Uriburu, estuvieron imbuidos de las ideas de Acción Francesa de Charles Maurras y el fascismo italiano de Benito Mussolini, habían difundido en círculos intelectuales.” Esto a pesar de la lucha de algunos para contrarrestar esta infame tendencia, especialmente en su defensa de los aliados en el concierto internacional en medio de simpatías con los totalitarismos. Y más adelante consigna que “los conservadores que institucionalizamos el fraude electoral y con torpeza incomparable impedimos que Marcelo T. de Alvear fuera de nuevo presidente y, en definitiva, conseguimos que lo fuera Perón.”

Es del caso detenernos una vez más en la estrecha conexión entre la libertad y las condiciones sociales de la población, lo cual ha movilizado mentes como las de Leandro Alem y moviliza la de Javier Milei, con formas distintas pero con el mismo fondo. En este sentido es de gran importancia percatarse que la única causa de salarios e ingresos en términos reales son las tasas de capitalización, es decir, equipos, maquinaria, instalaciones y conocimiento relevante que hace de apoyo logístico al trabajo para aumentar sus rendimientos. No es lo mismo arar con las uñas que con un tractor, no es lo mismo pescar a cascotazos que hacerlo con una red de pescar. Esa es la diferencia entre países prósperos y países pobres, no se trata de voluntarismo sino de incrementar el ahorro interno y externo que permite ensanchar las inversiones y por ende las condiciones de vida.

Por último, en este resumen, es habitual -y generalmente con la mejor de las intenciones- que se haga referencia a “las clases sociales” en el contexto del intervencionismo de los aparatos estatales, sin percatarse de la genealogía de esa expresión ni de su significado preciso. Pertenecer a distintas clases sociales remite a distinta naturaleza, lo cual es un desatino mayúsculo cuando se aplica a seres humanos ya que todos compartimos la misma condición.

Más aun, la expresión “clase baja” resulta repugnante, la “alta” es de una frivolidad alarmante y la “media” resulta del todo anodina. Se argumenta que no es a la naturaleza de las personas a que se refiere la clasificación de marras sino que se alude a los ingresos bajos, medios y altos y las circunstancias varias que rodean a estas situaciones. Pues si de eso se trata es mejor decirlo abiertamente, es decir, referirse a ingresos bajos, medios y altos. Por otra parte, tengamos siempre presente que todos tenemos en común que descendemos de las cuevas y de la miseria más brutal.

Sé que no pocos encuestadores, sociólogos y colegas economistas recurren con pasmosa inocencia a esa terminología de las clases sociales pero recordemos que la clasificación proviene del marxismo que efectivamente consideraba a personas de distinta naturaleza según “la clase” -estructuras lógicas distintas reza el polilogismo sin precisar en qué se diferencian del silogismo aristototélico- y Hitler y sus secuaces luego de infinitos embrollos clasificatorios finalmente adoptaron el criterio de Marx por lo que rapaban y tatuaban a sus víctimas para distinguirlas de sus victimarios y concluir que el tema era “mental” para separar al “ario” del “judío”.

En este contexto se suele hablar también de “clase trabajadora” lo cual es otro sandez puesto que esta sola referencia está avalando la teoría de la explotación, a saber, que habría una clase que trabaja y otra que la explota sin percatarse que en un mercado libre las relaciones contractuales derivan del antedicho proceso de inversión que a su vez es consecuencia de marcos institucionales civililzados. Solo en un sistema estatista hay quienes obtienen ingresos como consecuencia de la exacción del trabajo ajeno y solo los empresarios prebendarios aliados al poder de turno succionan prepotentemente el ingreso de los demás. En el proceso de mercado cada cual para mejorar su situación patrimonial se ve obligado a mejorar la condición social de su prójimo y el que yerra incurre en quebrantos y el que acierta en las necesidades de otros obtiene ganancias. El empresario en la sociedad abierta es tan trabajador como el que realiza faenas manuales. Decir que las negociaciones salariales tienen lugar entre el capital y el trabajo es tan insensato como decir que puede haber un círculo cuadrado ya que el capital no negocia, se trata de una estructura inanimada.

Entre nosotros Juan Bautista Alberdi insistía en preguntarse y responderse “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra.” Y los postulados de los Padres Fundadores en Estados Unidos -tan admirados y ponderados tanto por Leandro Alem como por Javier Milei- consideraban fundamental el derecho de propiedad, de responsabilidad individual y de desconfianza al poder gubernamental. James Madison, el padre de la Constitución, escribió en 1792 que “El gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad de todo tipo […] Éste es el fin del gobierno, solo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo”.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Mensaje al Partido Radical: volver a las fuentes

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 3/7/2en: https://www.infobae.com/opinion/2021/07/03/mensaje-al-partido-radical-volver-a-las-fuentes/

Frente a las actuales circunstancias, resulta necesario retomar el pensamiento de figuras como Leandro N. Alem. Especialmente si se tienen en cuenta los rotundos y reiterados fracasos del estatismo en todos países donde se ha practicado

Leandro N. Alem, uno de los líderes de la Unión Cívica y cabeza de la revolución de julio de 1890.

Lo primero que debe consignarse es la extraordinaria figura del fundador de la Unión Cívica Radical en 1891, el jeffersoniano y doctor en jurisprudencia Leandro N. Alem quien se pronunció con elocuencia y detenimiento sobre temas de derecho, filosofía y de la economía en sus muy diversas facetas. Pero aquí reitero lo que estimo resume muy bien el eje central su pensamiento en un debate parlamentario de 1880: “Más el poder es fuerte, más la corrupción es fácil. Para asegurar el poder legítimo, es necesario impedir a todo trance que él exagere sus facultades, y es indispensable buscarle el contrapeso que prevenga lo arbitrario” y “en economía como en política, estrechamente ligadas, porque no hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y a todas las actividades” y concluía al afirmar que “gobernad lo menos posible porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad”.

Los trabajos de mayor peso que resumen con tonalidades diversas el pensamiento de Leandro Alem son los de Enrique de Gandía, Telmo Manacorda, Bernardo González Arrili, Francisco Barroteveña, Félix Luna y Ezequiel Gallo. La impronta de Alem fue desdibujada en varios tramos, primero por Hipólito Yrigoyen que como escribió el fundador del radicalismo en 1895 al aludir al “pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen” (su padre era casado con Marcelina Alem, hermana de Leandro). Desvío luego confirmado en la Declaración de Avellaneda en 1945 y finalmente al adherir a la Internacional Socialista, desde luego en sentido contario debe destacarse la importantísima actuación del gobierno de Alfonsín en cuanto al juicio a las juntas militares por los procedimientos aberrantes e inaceptables en el combate al terrorismo en el contexto de lo escrito, por ejemplo, por Graciela Fernández Meijide, aunque en el resto de los asuntos sociales ese gobierno fracasó por no haber prestado atención a los consejos y reflexiones demandadas por Alem en muy diversas circunstancias como una ruta para lograr el bienestar de nuestro país.

Es del caso recordar algunos aspectos de los gobiernos de Yrigoyen en cuanto a sus 18 intervenciones federales a las provincias (14 de las cuales sin ley del Poder Legislativo), su desprecio por el Congreso al cual no visitó para la alocución inaugural, su rechazo a las muchas propuestas de interpelaciones parlamentarias, su insistencia con el incremento de la deuda estatal vía empréstitos, el aumento del gasto público, el incremento de gravámenes como el de las exportaciones, su indiferencia por la marcha de la Justicia quedando vacante la cuarta parte de los juzgados federales, la “semana trágica”, el comienzo del control de precios a través de los alquileres que derivó en el célebre voto en contra de tamaña disposición por parte de Antonio Bermejo en la Corte (escribió que “la propiedad no tiene valor ni atractivo, no es riqueza, propiamente, cuando no es inviolable por la ley y en el hecho”), las acusaciones de dolo no atendidas por hechos imputados en relación al área de ferrocarriles y la disposición de fondos públicos para lo que se denominó Defensa Agrícola y la clausura de la Caja de Conversión lo cual sentó la primera base para el deterioro del signo monetario.

Como una nota al pie, al efecto de ilustrar el ambiente del momento a contramano de todo lo propugnado por Alem, transcribo las declaraciones del ministro de gobierno -Carlos María Puebla- del primer gobernador radical de Mendoza José Néstor Lencinas (aunque luego enemistado por razones de poder político con Yrigoyen): “La Constitución y las leyes son un obstáculo para un gobierno bien intencionado:” Por su parte, a Yrigoyen no lo caracterizaba la modestia, por ejemplo -en lo que puede entenderse de su lenguaje oscuro y generalmente incomprensible- escribió en Mi vida y mi doctrina: “Estoy profundamente convencido de que he hecho a la patria inmenso bien y poseído de la idea de que quien sabe si a través de los tiempos seré superado por alguien, y ojalá que fuera igual.”

Luego de la primera presidencia de Yrigoyen se sucedió el interregno de los “antipersonalistas” de la mano de la excelente presidencia de Alvear para luego recaer en el segundo mandato de Yrigoyen, depuesto por la revolución fascista del 30 con la creación de la banca central, las juntas reguladoras, la destrucción del federalismo fiscal y el establecimiento del impuesto a los réditos, para más adelante -con el golpe militar del 43- acentuar notablemente el estatismo en medio de corrupciones alarmantes, controles cambiarios, de precios, de arrendamientos y alquileres, detenciones y persecuciones arbitrarias y torturas lo cual se agudizó en la última etapa con las matanzas de la Triple A, imposición de un sistema quebrado para los jubilados, ataques a la libertad de prensa y el establecimiento de sindicatos autoritarios que perjudicaron (y perjudican) especialmente a los más necesitados.

Como escribe Emilio Hardoy en Confieso que he vivido, “los militares que conspiraron y triunfaron, además de acatar incondicionalmente la autoridad del general José. F. Uriburu, estuvieron imbuidos de las ideas de Acción Francesa de Charles Maurras y el fascismo italiano de Benito Mussolini, habían difundido en círculos intelectuales.” Esto a pesar de la lucha de algunos para contrarrestar esta infame tendencia, especialmente en su defensa de los aliados en el concierto internacional en medio de simpatías con los totalitarismos. Y más adelante consigna que “los conservadores que institucionalizamos el fraude electoral y con torpeza incomparable impedimos que Marcelo T. de Alvear fuera de nuevo presidente y, en definitiva, conseguimos que lo fuera Perón.”

Hoy frente a las actuales circunstancias es de desear que los radicales vuelvan a las fuentes de su partido, especialmente en vista de los rotundos y reiterados fracasos del estatismo en todos lados donde se ha practicado incluyendo en nuestro país que lo viene adoptando con singular perseverancia desde hace ya más de un siglo con uno u otro gobierno.

Es tiempo de retornar a las ideas de Alberdi, el máximo inspirador de nuestra Constitución fundadora de 1853/60 que su aplicación permitió que Argentina fuera uno de los países más prósperos del planeta desde la perspectiva moral y material para luego sucumbir bajo el estatismo a contracorriente de los preceptos alberdianos.

El radicalismo junto a otras personalidades ajenas a ese partido tiene todas las condiciones para conducir a la oposición no solo a un triunfo electoral en cuanto a bancas en el Congreso sino en un futuro gobierno despojado de los lastres que nos están consumiendo. Si la unión de todos los antichavistas en base a estas banderas nobles no se concretara, será ineludible la reforma constitucional, la estocada final a lo que queda de la Justicia y se concretará la amenaza a la libertad de prensa acallando a periodistas de gran calado que advierten cotidianamente sobre lo que se viene si no hay un reverdecer republicano en las elecciones legislativas del año que corre. Y de más está decir que las disputas por cargos y jurisdicciones constituyen un suicido colectivo por lo que de insistir en estos absurdos no habrá 2023 que valga.

Son perfectamente legítimas las disidencias, como hemos subrayado antes los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único, solo que hay que saber distinguir los momentos para el debate y los momentos para la unión frente al peligro manifiesto y presente como diría el Juez Holmes. Si no se comprende que el eje central de la oposición debe ser la libertad en todas sus dimensiones nada frenará los abusos, incluso si en el futuro la oposición fuera gobierno se repetirán los fracasos bajo el esquema estatista.

No son tiempos para andar con discursos plagados de generalidades que no van a ninguna parte, ni a “efectividades conducentes” para recurrir a una de las expresiones crípticas de Yrigoyen, es momento de abrir caminos concretos para lo cual es pertinente reiterar lo que se pregunta y responde Alberdi en su obra de mayor difusión: “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra.”

Decir que hay que estar más cerca de la gente es una perogrullada grotesca, el tema es tener el coraje y la decisión de explicar concretamente qué se piensa de la deuda pública, de las empresas estatales, específicamente qué impuestos se eliminarán, cuántos ministerios y reparticiones resultan inconvenientes, cómo modificar la legislación laboral fascista, cómo se debe cambiar el sistema que viene robando a los jubilados, de qué manera se terminará con el flagelo de la inflación, de qué modo nos abriremos al mundo vía la eliminación de trabas al comercio, en términos prácticos cuáles serán los instrumentos a los que se recurrirá para contar con un federalismo genuino. No es tiempo de vaguedades y peroratas vacías. Y en la lista anterior no menciono lo elementalísimo que damos por sentado en toda la oposición como la imprescindible libertad de prensa, la independencia de la Justicia y la condena al brutal atropello a los derechos en lugares como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Irán y Rusia (y no escribo la redundancia de “derechos humanos” pues los derechos no pueden ser otra cosa que humanos).

Por otra parte, el asunto no estriba en dar explicaciones y relatar anécdotas sobre las dificultades y cortapisas para la referida unión, se trata -como todo en la vida- de la imperiosa necesidad de lograr resultados. Este mensaje, claro está, no solo va para radicales sino para todo el arco opositor. En esto nos va la vida. Necesitamos tiempo para continuar con la batalla cultural, es decir, para transmitir con imperiosa urgencia el respeto recíproco.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h