En torno a un análisis del fenómeno Milei

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 18/9/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/09/18/en-torno-a-un-analisis-del-fenomeno-milei/

Javier Milei, candidato a diputado nacional

El aspecto clave de este asunto, mucho más allá de los resultados electorales del presente, es el haber trasladado al nivel político las ideas liberales que estaban ausentes en ese plano desde hace ocho décadas con esa profundidad. Este proceso tan fértil ha abierto avenidas en el público en general, principios que hasta la irrupción de Milei se encontraban en el tan necesario plano académico y en alguna manifestación parcial en el terreno periodístico.

Sin duda que la faena intelectual es decisiva para que pueda presentarse en el discurso político. Debe haber alguna base de sustentación en la educación entre el público para que pueda expresarse desde la tribuna política.

La tarea del político es muy diferente a la del académico. En el primer caso, inexorablemente para dirigirse a la opinión pública tiene que haber un mínimo de comprensión de lo que se dice. Si un hablante en idioma sueco pretende entendimiento y aceptación de lo que dice es requisito esencial que la audiencia entienda sueco de lo contrario no solo nadie entenderá nada sino que el orador no contará con público puesto que ese idioma para ellos estrafalario provocará una desbandada segura. En cambio, el profesor que asume la cátedra inquiriendo qué desean escuchar sus alumnos estará perdido como profesor, es indispensable que abra nuevos surcos en el aula. Ese es el comienzo de toda idea: el cenáculo que poco a poco va abriéndose paso tal como ocurre con una piedra arrojada en un estanque que en círculos concéntricos va tocando superficies mayores.

En nuestro país Juan Bautista Alberdi y sus colegas de la generación del 37 (así denominada por el año en el que se inauguró el célebre Salón Literario) en sus estudios, seminarios y tertulias absorbieron ideas de liberales ilustres como Algernon Sidney, John Locke, Condillac, Adam Smith, Montesquieu, Benjamin Constant, J.B. Say, Tocqueville, Pellegrino Rossi, Bastiat y Guizot. Todos autores enseñados principalmente en la cátedra de filosofía por el notable Diego Alcorta en el entonces Departamento de Jurisprudencia (hoy Facultad de Derecho) de la universidad establecida por Rivadavia en 1821.

Como es sabido, Alberdi se negó a jurar por Rosas y se graduó exiliado en Uruguay y luego revalidó el título en Chile donde se instaló en Valparaíso, lugar en el que además de ejercer su profesión fundó el Club de la Constitución para continuar debates sobre la tradición liberal. También Alberdi fue el responsable de contratar el primer profesor liberal en la Universidad de Chile ya que le aconsejó a su amigo Félix Frías – en aquellas épocas corresponsal de El Mercurio en París- para que con la anuencia de profesores locales lo invitara a instalarse en Santiago a Jean Gustave Courcelle-Seneuil al efecto de ocupar la cátedra de Economía Política en la mencionada universidad donde dictó clase desde 1855 hasta 1863 (por mi parte detallo sus enseñanzas y las actividades de sus valiosos discípulos en mi libro Jean Gustave Courcelle-Seneuil. Un adelantado en Chile publicado en Santiago por la Universidad del Desarrollo en 2010).

Tal vez el pensamiento alberdiano pueda resumirse en un pasaje donde consigna la función gubernamental como la protección a los derechos a la vida, propiedad y libertad en su obra más conocida de 1854: “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad, libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir”.

Esta idea capital que fue plasmada en la Constitución de 1853/60 permitió que nuestro país se colocara a la vanguardia de las naciones civilizadas con salarios superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, Italia y España, motivo por el cual la población de inmigrantes se duplicaba cada diez años con indicadores todos que competían con Estados Unidos. Luego vino la revolución fascista del 30 y peor aún el derrumbe con el golpe militar del 43 por el que nos asedió el estatismo en el que aún nos debatimos con indicadores de pobreza moral y material cada vez peores.

Ya con los valores liberales eclipsados, mi padre en 1942 en plena aceleración del desbarranque institucional que se preanunciaba y que como queda dicho ocurrió al año siguiente, descubrió en un seminario en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires un libro de Gottfried Haberler traducido ese año por el Fondo de Cultura Económica con el título de Prosperidad y depresión. Haberler era uno de los asistentes regulares al seminario de Ludwig von Mises en Viena por lo que transmitía en esa obra algunas de las enseñanzas de la Escuela Austríaca, especial aunque no exclusivamente la teoría del ciclo que encandiló a los muy pocos asistentes a ese seminario en la UBA. En la década siguiente, mi padre fundó el Centro de Estudios sobre la Libertad e invitó a muchos profesores a disertar en esa tribuna, el primero de los cuales fue precisamente Mises. También becó a jóvenes para estudiar a Estados Unidos, publicó regularmente la revista Ideas sobre la Libertad , tradujo y editó libros y organizó cursos en distintos lugares del país con lo que reflotó nuevamente las ideas liberales hasta ese momento desconocidas pues fueron tapadas por socialistas, keynesianos, cepalinos y marxistas que habían copado las aulas debido a la dejadez de tantas personas que consideraron muy equivocadamente que el progreso estaba garantizado.

A partir de ese resurgimiento piloteado por mi padre y los colegas que lo acompañaron en los trabajos educativos, afortunadamente pudieron aparecer otras manifestaciones liberales a partir de los 70. Por mi parte, en 1978 establecí con un grupo de empresarios la primera institución de posgrado privada (ESEADE) de la que fui 23 años Rector, donde se presentaba la tradición de la Escuela Austríaca que se contrastaba con otras corrientes de pensamiento en las distintas maestrías. Antes, en 1972, publiqué el libro que introdujo en el mundo hispanoparlantes por vez primera en forma de texto universitario aquella concepción austríaca, que fue prologada por el premio Nobel en economía Friedrich Hayek, también discípulo de Mises en el referido seminario vienés y que usé en mis cátedras como profesor titular en cinco carreras de la UBA y en mis clases en los doctorados en economía en la UCA y en la Universidad Nacional de La Plata.

Como queda dicho, a partir de entonces hubieron otras muy meritorias publicaciones académicas y asumieron la cátedra también profesores muy solventes que asimilaron la tradición decimonónica iniciada por Carl Menger y continuada por Eugen Bhöm- Bawerk, Franz Bretano, Friedrich von Wiser y más contemporáneamente los mencionados Mises y Hayek a los que debe agregarse Israel Kirzner y Murray Rothbard. Autores estudiados en otras entidades académicas y también en muy activas fundaciones argentinas ubicadas en Tucumán, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Corrientes y Buenos Aires que reúnen estudiantes de gran valor con tesis doctorales de peso y trabajos de difusión sumamente productivos y esclarecedores.

En este contexto es que aparece Javier Milei quien venía desarrollando muy fecundas tareas docentes desde hacía décadas. Lo conocí a raíz de un almuerzo al que me invitó en La Biela de Buenos Aires, oportunidad en la que los dos prolongamos nuestras conversaciones hasta avanzada la tarde, ocasión en la que quedé impresionado tanto de sus lecturas de la doceava edición de mi texto antes aludido como de diversos aportes académicos de la referida escuela de pensamiento y, sobre todo, me llamó la atención su capacidad de síntesis y entrenamiento didáctico.

Luego me fui anoticiando de sus contribuciones muy relevantes en materia monetaria, laboral, fiscal y de comercio exterior junto con sus elaboraciones referidas a los marcos institucionales y propuestas de reformas e incluso sus investigaciones sobre textos que discuten el monopolio de la fuerza, un debate inconcluso pero muy provechoso que dicho sea al pasar la primera vez que publiqué un libro sobre el tema fue en 1993 (Hacia el autogobiernoUna crítica al poder político con prólogo de otro premio Nobel en economía, James M. Buchanan). Estos asuntos terminaron girando en torno a bienes públicos, externalidades, asimetría de la información, el dilema del prisionero, el teorema Kaldor-Hicks y el denominado equilibrio Nash.

En otro orden de cosas de gran trascendencia, en momentos en que se parlotea sobre “derechos humanos” sin entender su significado (una redundancia puesto que los derechos solo pueden ser humanos), surge con claridad meridiana que Milei considera el llamado aborto como homicidio en el seno materno, entre muchos otros, en consonancia con genetistas de renombre y las declaraciones oficiales de la Academia Nacional de Medicina local que enfatizan el fundamento científico del aserto.

En una fiesta de liberales en La City en Buenos Aires, uno de los amigos que venía realizando interesantes contribuciones en el mundo intelectual me consultó sobre su inclinación de participar en política y como respuesta le formulé la siguiente pregunta retórica: “¿Qué hubiera sido del mundo si Einstein en lugar de dedicarse a la física hubiera sido intendente de Chivilcoy?”. En esa instancia Milei pensaba seguir en el mundo académico publicando libros y dictando clases, pero más adelante estimó que era el momento para incrustar el mensaje liberal en el campo político por lo que, como es sabido, se postuló como pre-candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires con los alentadores resultados por todos conocidos…y en noviembre, para sobrevivir, hago votos fervientes para que todos los antichavistas autóctonos cierren filas frente a un enemigo común, a pesar de las diferencias de cada cual. La derrota del chavismo en el nivel nacional en las PASO abre esperanzas.

En lo personal, me emocionó muchísimo que se transmitiera el canto a la libertad de Va Pensiero de Nabucco en oportunidad del discurso de Milei la noche de las elecciones ya que era la cortina musical del programa televisivo que tenía con Carlota Jackisch en Buenos Aires y también de mi programa radial en Colonia.

Pero como decimos, más allá del recuento de votos, lo relevante es no solo el haber pasado el mensaje vigoroso y sin concesiones en el terreno político, sumamente debilitado en el plano político desde hacía décadas y décadas -un campo absorbido por el estatismo de diversos colores con el interregno liderado por los meritorios esfuerzos de Álvaro Alsogaray- sino por ser el responsable de haber corrido el eje del debate en el mundillo de la política y modificado agendas de otros competidores que aunque no creyeran en el mensaje se vieron obligados a sustituir su discurso incorporando aquí y allá cápsulas liberales. Es por esto que todos los argentinos partidarios de una sociedad libre le debemos inmenso agradecimiento a Javier Milei por esta faena descomunal y con la característica de enorme generosidad. Esto quedará en los anales de nuestro país como un paso decisivo en una batalla ganada que es de esperar sea aprovechada y continuada por otros.

En una oportunidad, en un intercambio público que mantuve con Milei en la Universidad de Belgrano pude constatar el entusiasmo de los participantes que colmaron el aula magna a la que se acoplaron aulas contiguas con pantallas. Pero lo más importante no era el grosor de la audiencia sino la calidad de las preguntas que no eran de circunstancia sino que pusieron de manifiesto que había mucha biblioteca atrás de los muy jugosos interrogantes.

Habiendo dicho todo esto vuelvo a reiterar lo que le he comentado a Javier en privado y en público: no estoy para nada de acuerdo con algunos de sus modos. Creo que nunca se justifican, pueden denunciarse con énfasis maniobras y zancadillas y refutarse con vigor argumentos estatistas pero no recurrir a lenguaje soez puesto que estamos hablando de batalla cultural y una manifestación de la cultura son los modales. Y como he manifestado, la última vez en el antedicho encuentro académico en la Universidad de Belgrano, personalmente no uso improperios en público no porque carezca de imaginación puesto que se me ocurren intervenciones bastante creativas en esa línea, me abstengo porque de lo contrario contribuiría a acentuar la cloaca que ya de por sí está bastante esparcida en nuestro medio.

No se me escapa que hay quienes centran su atención en algunos de los modos de Milei como pretexto para ocultar la fenomenal envidia que los carcome y desvela debido al muy abultado arrastre que tiene especialmente entre los jóvenes. Hay otros tilingos que no hacen nada para contribuir a despejar ideas y desde sus poltronas critican algún exabrupto o su peinado sin percatarse que hay otros bien peinados -claro, los que conservan algún vestigio en el cuero cabelludo- y no dicen malas palabras pero nos agreden diariamente con sus inauditos atropellos.

Mi querido amigo Armando Ribas insistía en que Alberdi fue un milagro argentino, en mi caso digo que Javier Milei constituye otro milagro, un milagro distinto pero milagro al fin. En resumen, muchas gracias Milei por lo realizado hasta el momento y con los deseos que siga haciendo mucho más en los distintos territorios en los que ha incursionado, pues necesitamos con urgencia tiempo para seguir con la batalla cultural cuyo aspecto medular es el incalculable valor moral del respeto recíproco.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La función del FMI es operar contra el mercado

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 3/2/20 en: https://www.ambito.com/opiniones/deuda/la-funcion-del-fmi-es-operar-contra-el-mercado-n5080475

 

Fondo Monetario Internacional.

Fondo Monetario Internacional. Foto: AFP
Mostrando que son los mismos keynesianos, con diferentes matices, Gobierno y macrismo lograron media sanción para la “Restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa”, que autoriza a negociar y pagar comisiones, entre otros puntos. Romina Del Plá -Frente de Izquierda- aunque probablemente proponga soluciones desacertadas, acierta al decir que es “el sometimiento… al FMI, a los banqueros… hundiendo y sometiendo a los trabajadores y al conjunto de la población…”.

El FMI financia, con bajos intereses, estatismos fracasados para que continúen. Mientras que la caída de los bonos del Gobierno implica que su renta está por el suelo, el “riesgo-país” -hoy supera los 2000 pb- significa que el Estado tendría que pagar -hoy 20%- más sobre la tasa de EE.UU. para financiarse, con lo que el “modelo” macrista no habría podido continuar y debería haber virado hacia uno de crecimiento del PBI.

El organismo internacional merece una quita -no sólo una reprogramación de pagos como busca el Gobierno- por ser co-responsable al financiar esta aventura cuya debacle anticipamos, y eso alivianaría la situación. Pero, en cambio, avala una quita a los tenedores privados para asegurarse el pago de los u$s44.500 M que desembolsó durante la administración Macri.

Como buen banco (multi) estatal, el FMI -keynesiano por definición- es contrario a la actividad privada -al mercado, a los 50 millones de argentinos que son los que trabajan y producen- salvedad hecha del “establishment” financiero que es socio, junto al Gobierno, desde que recibe deuda por la que el Estado le paga tasas altísimas y que compra con dinero que recibe de sus clientes por mucho menos.

El calendario de pagos pone presión y cuanto más se demore la reestructuración, más desconcierto y volatilidad se da en el mercado en general, pero particularmente en el de los bonos, acciones y cambiario. Aunque Alberto Fernández puso como fecha clave el 31 de marzo -coincidiendo con sus primeros 100 días de Gobierno- no será fácil llegar a un acuerdo para entonces. De momento, la deuda en pesos ha podido ser renovada, pero la que está en moneda extranjera es más compleja.

Según LCG, la ratio deuda/PBI, en el tercer trimestre de 2019, alcanzó el 91,6%. De acuerdo con Criteria, el stock de deuda pública asciende a u$s310.132 M, de los cuales 62% (191.006 M) corresponde a bonos con privados, 14% (43.508 M) al FMI, 9% (27.622 M) a Letras del Tesoro y 4% (12.756 M) al BID, entre los más importantes. Del total de la deuda, unos u$s53.000 M (17%) vencen en 2020, de los que u$s23.000 M (43,8%) corresponden a obligaciones en dólares y u$s30.000 M (56,2%), a compromisos en pesos.

Los vencimientos en dólares se acumulan a partir del tercer mes del año, mientras que los nominados en pesos tienen un pico en abril y, según la consultora 1816, desde febrero ascienden a más de $160.000 M por mes, acumulando así más de $700.000 M en el primer semestre.

Tras el derrocamiento de Perón -que se oponía a la participación en el organismo- Argentina tuvo más de treinta acuerdos con el FMI que así, desde entonces, financia planes económicos inviables cuyas deudas las paga el pueblo -el mercado- ya que se financian, básicamente, por vía impositiva. Y los impuestos -aun los teóricamente dirigidos hacia los ricos- terminan cayendo sobre los de menores recursos ya que son, inevitablemente, derivados hacia abajo subiendo precios, bajando salarios, etc.

La reestructuración de la deuda en 2005 fue muy agresiva, finalizando con un riesgo país en 400 pb, una extensión de plazos a 30 años y quitas del 66%. Y hoy se discute -gracias al FMI- cuál será la quita y los plazos reestructurados, sin llegar al meollo de la cuestión.

Según el “Cronograma de acciones para la gestión del Proceso de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa”, Economía presentará los lineamientos en el Congreso entre 12 y el 17 de febrero, y se espera conocer el programa económico -pronósticos de PBI, inflación, tipo de cambio y déficit fiscal- pero difícilmente se presente un cambio al sistema keynesiano macrista de fondo, es decir, una reconversión financiable del Estado. En la segunda semana de marzo se lanzaría la oferta formal y a finales de mes sería el cierre y liquidación final de la oferta.

Para cuando se logre la reestructuración final, quizás el riesgo-país vuelva a caer a los 400 pb, pero el Estado seguirá teniendo el mismo tamaño porque nadie propone la solución de fondo: una fuerte venta, reconversión y cierre de propiedades y funciones estatales, y la consecuente financiación -y caída- del gasto, de modo que sea viable, financiable. Vale aclarar que el daño no se produce cuando el Estado gasta -lo que es inerte- sino cuando, para financiarse, retira coactivamente fondos del mercado.

Con un Estado exagerado y el mercado -el pueblo que trabaja, el que produce el PBI– con menos recursos por mayores impuestos y quitas, en menos tiempo la deuda volverá a crecer hasta llegar otra vez al default, otra vez al círculo vicioso financiado por el FMI.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

 

La Escuela Austríaca de Economía

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2019/03/la-escuela-austriaca-de-economia.html

 

«La Escuela Austriaca de economía fue fundada en el año 1871 con la publicación de los Principios de economía de Carl Menger. Menger, junto con William Stanley Jevons y León Walras, desarrolló la revolución marginalista en el análisis económico. Menger dedicó sus Principios de economía a su colega alemán William Roscher, la figura principal en la Escuela Histórica Alemana de economía. La Escuela Histórica dominaba el pensamiento económico en los países de habla alemana. En su libro, Menger postuló que el análisis económico era susceptible de aplicación universal y que la unidad de análisis apropiada la constituía el ser humano y sus elecciones. Estas elecciones, sostenía Menger, están determinadas por las preferencias subjetivas individuales y por el marco en el cual estas decisiones son llevadas a cabo. La lógica de la elección, creía Menger, es el elemento esencial para el desarrollo de una teoría económica de validez universal.»[1]

A pesar de la gran importancia del descubrimiento de Menger su idea no tuvo general aceptación, ni en el campo académico ni -menos aun- en el del pensamiento económico vulgar y general, ni en su tiempo ni hasta la actualidad. La Escuela Austríaca de Economía comenzó siendo (y continúa siéndolo hasta el día de hoy) una posición minoritaria en el espacio del saber económico y -por desgracia- poco conocida y menos difundida todavía.

Es cierto que su divulgación es mayor hoy día que lo fue desde su aparición hasta no hace poco, pero, con todo, sus principios y postulados no ha logrado imponerse en dichos sectores y su enseñanza sigue acotada -comparativamente en relación a las escuelas económicas restantes- a muy pocos centros académicos, prestigiosos por cierto entre los cultores de la escuela, pero ignotos para los dominantes, que continúan siendo los sucesores de aquella famosa Escuela Histórica Alemana de economía, muchos de ellos hoy devenidos en entusiastas keynesianos e intervencionistas de toda laya, que han logrado no sólo imponer su paradigma, sino mantenerlo y «renovarlo» con «nuevos» sofismas para presentar como algo «innovador» lo que tiene muy antigua raigambre. Aunque los teoremas de nuestra escuela son de una lógica irrefutable, lo contraintuitivo de la ciencia económica -como enseñó Friedrich A. von Hayek- hace que no sean evidentes por sí mismos.

«La Escuela Histórica, por el contrario, sostenía que la ciencia económica es incapaz de generar principios de validez universal y que, por tanto, la investigación científica debía estar enfocada hacia análisis minuciosos de las circunstancias históricas. La Escuela Histórica pensaba que los economistas clásicos ingleses estaban equivocados al creer que existían leyes económicas que trascendían el tiempo y las fronteras nacionales (national boundaries). La obra de Menger venía a restablecer el punto de vista clásico de la economía política, que afirmaba la existencia de leyes universales; y para su demostración apeló al análisis marginal. Los estudiantes de Roscher, especialmente Gustav Schmoller, se opusieron totalmente a la defensa que Menger hizo de la “teoría” y etiquetaron la obra de Menger –y por extensión a sus seguidores Eugen Böhm-Bawerk y Friedrich Wieser–, con el término peyorativo de “Escuela Austriaca”, debido a que la mayoría de los profesorados implicados ejercían la docencia en la Universidad de Viena. Con el paso del tiempo, el término se impuso.»[2]

También es conocida con otros nombres, tales como «Escuela Marginalista» o «Escuela de Viena». No obstante, es cierto que la denominación más utilizada es la de Escuela Austríaca de Economía. El carácter peyorativo de la designación (que bien se reseña en la cita) continuó durante muchos años hasta que se perdió memoria del debate entre los seguidores de Menger y los de Roscher. Hoy en día sólo para los pocos que conocen la escuela, sus orígenes y su historia, pero son adversos a la misma, el rótulo siegue conservando su carácter peyorativo. Naturalmente, para los partidarios de la Escuela, tal estigma no existe. Cabe puntualizar que la Escuela Histórica aplica a la economía los postulados historicistas que, en el ámbito de la filosofía, alcanza su máxima expresión con el pensamiento de Hegel, del cual los historicistas alemanes han extendido al área de la economía. Resultaba, pues, ser una tendencia propia de un pensamiento que estaba en boga entre los autores alemanes.

Lo peyorativo era obvio, por cuanto la Escuela Histórica era la de mayor prestigio de la época, y no querían verse confundidos con los austriacos que, por lo visto (a su criterio) merecían un tratamiento aparte. Lo más correcto -como se pudo apreciar por el devenir de la Escuela Austríaca de Economía- era y es haberla denominado Escuela Marginalista a pesar de que Jevons y Walras fueron marginalistas, pero no adherían a la Escuela Austríaca de Economía.

«Sin embargo, desde la década del ‘30, ningún economista de la Universidad de Viena ni de ninguna otra universidad austriaca ha sido una figura relevante de la Escuela Austriaca de economía[2] Durante los años treinta y cuarenta, la Escuela Austriaca se trasladó a Inglaterra y a los Estados Unidos, y los académicos asociados con esta línea de pensamiento económico se encontraban principalmente en la London School of Economics (1931-1950), en la New York University (1944-), en Auburn University (1983-) y en la George Mason University (1981-).»[3]

Resulta de importancia aclarar los motivos fundamentales de esta emigración, y que no son del todo explícitos en la cita (como hubiera sido de desear) y consisten en que la naturaleza de las ideas de la Escuela Austríaca de Economía tenía implicancias políticas que iban en contra de las tendencias del pensamiento dominante del momento, que no eran otras que las del comunismo, el fascismo y el nazismo que se extendían de manera vertiginosa a través de todo el mapa europeo. Los autores de la Escuela no contaban, pues, con ambientes que garantizaran el clima apropiado para continuar con sus estudios e investigaciones e, incluso, podían ver amenazadas su libertad personal y sus vidas mismas en alto grado. Tal era el clima del periodo que el autor que estamos comentando omite y que hubiera sido sumamente importante poner de relieve.

[1] Peter J. Boettke. *Hacia una Robusta Antropología de la Economía**La Economía Austriaca en 10 Principios* Instituto Acton Argentina. Trad: Mario Šilar.

[2] Boettke, ibidem.

[3] Boettke, ibidem

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

ESCASEZ: POR FIN ME LA SAQUÉ DE ENCIMA

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 26/3/17 en:  http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/03/escasez-por-fin-me-la-saque-de-encima.html

 

En el tiempo de vida de un alumno, algunas o casi todas las materias son algo a través de lo cual hay que pasar. Un mal, algo espantoso, que no queda más remedio pero…………. Pasará. Finalmente no veremos más ese tema, nos olvidaremos de su insoportable profesor, dejaremos tirados los apuntes por los pasillos, venderemos los libros, en fin, como decía una gran pensadora argentina, te vas, te vas y te vas. Esto dice mucho de la falsedad del “aprendizaje” en el sistema educativo formal pero de eso HOY no voy a hablar.

Yendo del tiempo de vida de un alumno al tiempo de vida de la humanidad, la escasez corre igual destino. Grandes pensadores, como Karl Polanyi o Marx, han denunciado a la escasez como un estadio del capitalismo, pasado el cual, nos liberaremos de la alienación del trabajo y volveremos, cual paraíso resucitado, a poner nombres a los animalitos mientras Dios baja a conversar con nosotros al atardecer.

De manera comprensible, ambos autores citan a Aristóteles. El cual no se destacó precisamente por saber algo de economía, a pesar de que hablaba de ella o algo parecido (como casi todos hoy, entre paréntesis). El varón, terrateniente y ciudadano de una Atenas autárquica y esclavista, no tenía que preocuparse de cómo llegar a fin de mes. Y sí, así cualquiera.

La escasez siguió totalmente presente en la historia de la humanidad pero ignorada y negada como las bacterias hasta 1870. Curiosamente, en 1871 nace –NO sin antecedentes- la Escuela Austríaca y, oh malos capitalistas, recuerdan a todo el mundo que porque hay escasez hay precios, propiedad, y que el mercado es la compensación de la inevitable escasez mediante la mayor coordinación de conocimiento disperso en el mercado (Hayek 1936, Mises 1949, Kirzner 1973).

Por supuesto, hubo quienes no quisieron saber nada con esta “defensa ideológica de los intereses del capital”. Desde toooooooooooooooooodos los marxistas habidos y por haber –no, Gabriel, Marx no es eso, no entendés nada- pasando por los keynesianos, los corporativistas y hasta los neoclásicos que parten de un modelo donde no hay escasez, todos se encargaron de negarla de algún modo, de sacarla por la puerta, aunque siempre entra por la ventana como desocupación, crisis cíclicas, faltantes, hambrunas, pobreza, etc. Ah, pero qué tonto soy, cierto que todo eso es el capitalismo. Me olvidaba.

Pero últimamente la negación de la escasez ha tenido un curioso revival tecnológico. Comenzó con páginas webs de aficionados que mostraban al replicador de Viaje a las Estrellas como la superabundancia total y la solución de todos los problemas. Pero ahora muchos entusiasmados con la robótica, las neurociencias y al transhumanismo, nos dicen que en pocos años los robots trabajarán por nosotros y que, otra vez, la escasez será cosa del pasado, excepto que, por supuesto, los pérfidos capitalistas se apropien del paraíso, con lo cual el tema de la riqueza seguirá siendo, como en casi todos los paradigmas, una cuestión de distribución pero no de producción de riqueza.

Es impresionante la enorme esperanza depositada en los robots. Yo no soy tan optimista, será que no me anda el koynor J. Pero desde Cherry 2000, pasando por Inteligencia Artificial y llegando a Her, la cosa es que los robots serán capaces de amar. Los que no entendemos nada decimos que no, que ello implica la presencia de un yo espiritual irreductible a la materia –que ridículo neocartesianismo- y los que aún estamos en el oscurantismo medieval pensamos que uno de los grandes errores de Antony Kenny fue no haber endendido la demostración de Santo Tomás sobre la subsistencia de la forma sustancial humana después de la muerte.

Pero ahora hay algo más. Ahora, como decíamos antes, los robots nos salvarán de la escasez.

Los economistas austríacos (o sea, como diría Mises, los economistas) preguntan de dónde saldrá el capital y el trabajo necesarios para producir los robots, pero parece que también resulta que los robots se producirán a sí mismos.

Lo que se olvida habitualmente es que la escasez es un tema fenomenológico. Esto es, la cuestión es la naturaleza física ante el mundo de vida del cual nos enseñó Husserl. El mundo de la vida humano, esto es, la cultura y su historia, son lo que implica que la naturaleza física sea irremisiblemente insuficiente ante “lo humano”. Porque las necesidades humanas no son ni naturales ni artificiales. Son, sencillamente, manifestaciones de lo simbólico que nace de esa inteligencia humana irreductible a un plato de neuronas o de silicio. El arco, la flecha, la lanza, los adornos, son arte-factos del un mundo de la vida, igual que las naves espaciales y las computadoras son artefactos de otro mundo de la vida. Todo en ese sentido es “arti-ficial” en tanto simbólico de lo que una cultura considera necesario. En todo caso habrá virtudes morales –como la frugalidad, la austeridad- ante las cuales determinados consumos no se consideran éticamente adecuados, pero la comida, el vestido y la reproducción, en lo humano, están humanizados y para ello requieren de instrumentos culturales que re-significan a lo simbólico, mediante ritos y tradiciones para los cuales la naturaleza solamente física es totalmente insuficiente.

Por lo tanto la escasez, como la insuficiencia de lo físico ante las demandas inter-subjetivas de lo humano, no es una etapa de la historia, no es una defensa del capitalismo: es una condición de la humanidad, como lo histórico, lo artístico, lo político, lo sexual, etc. Creer que va a desaparecer porque haya robots es como pensar que la política va a desaparecer porque haya robots.

¿Y qué sucedería si los robots se hicieran a sí mismos –cosa dudosa, pero manejémosla como hipótesis de trabajo- y nos cayeran encima como rayos de sol en una fría mañana de invierno? ¿No serían bienes “libres” a nuestra disposición que nos librarían de “producir”? Bueno, esa era la Atenas con la que soñaba Aristóteles. Ahora la cosa es más humana porque no habría esclavos sino robots. Pero cuidado, porque si es verdad los que piensan que los robots tendrán autoconciencia, entonces ellos se rebelarán de su esclavitud –como ya sucede en algunos capítulos de Viaje a las Estrellas con los androides y los hologramas con autoconciencia-. Y, entonces, Skynet está cerca. Entonces claro que no habrá escasez, porque ya no habrá humanidad.

Pero los dinosaurios que no entendemos nada seguimos pensando que seguirá habiendo escasez y que los robots son sólo un cambio tecnológico más que, como todos, implicarán como mucho una re-ubicación friccional del factor trabajo no-específico.

Es curioso esto de los robots. De alguna manera, ante tanto post-modernismo, es como un revival del ideal iluminista de progreso ilimitado. La esperanza no está en lo trascendente, sino en un futuro inmanente a lo humano donde los robots serán el paraíso. No como Terminator, sino como Star Trek. Pero sea una o la otra, son todas inmanentistas: en una, todo mal, en otra, todo bien, pero el junco que piensa, de Pascal, ha desaparecido. Pero no. El yo de la interioridad agustinista, la forma sustancial subsistente de Santo Tomás, el yo pienso cartesiano, la intersubjetividad husserliana, el mundo 3 de Popper, no han sido refutados, ni por los filósofos ni por los robots. Y no es un tema empíricamente falsable, porque cuando en el siglo 25 la cosa siga igual, los entusiastas de los robots nos dirán que “ya veremos en el s. 30”. La pura verdad es que en el s. 30, si llegamos, todo lo humano será igual. Habrá escasez, habrá política, habrá neurosis, y las esperanzas inmanentes serán la misma ilusión que hoy. Lo que sí puede pasar es que no lleguemos. De lo cual ni siquiera Gort, otro robot, nos podrá salvar.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Los candidatos mienten sobre los “fondos buitre”

Por Iván Carrino. Publicado el 10/9/15 en: https://igdigital.com/2015/09/los-candidatos-mienten-sobre-los-fondos-buitre/

 

Si hay un tema en el que Scioli, Macri y Massa parecen ponerse de acuerdo es en que van a negociar duramente con los fondos buitre si les toca asumir la presidencia en diciembre. La realidad es que tal negociación tiene escasas posibilidades de existir.

A partir de la crisis de 2008, y siguiendo las recomendaciones de keynesianos y monetaristas por igual, los bancos centrales del mundo salieron desesperadamente a emitir dinero con el objetivo de “reactivar” sus alicaídas economías.

La Reserva Federal de los Estados Unidos llevó las tasas de interés desde el 5% anual al 0%, inyectando 3,2 billones de dólares en la economía. Por su parte, el Banco de Japón incrementó la base monetaria en un 145% desde diciembre de 2012, cuando se lanzó el “Abenomics”. Finalmente, el Banco Central Europeo anunció su propio programa mediante el cual inyectará 60 mil millones de euros al mes desde marzo de este año hasta septiembre de 2016.

El resultado de semejante tsunami monetario ha sido una abundancia de liquidez gracias a la cual los países del globo pueden acceder al crédito a tasas realmente bajas en términos históricos. Por dar un ejemplo, Perú colocó deuda a 35 años al 4,73%, Chile al 2,02% a 15 años y Paraguay al 4,15% a 8 años, todos durante 2015. En este marco, nuestro gobierno debe endeudarse a tasas que llegan a triplicar la de nuestros vecinos. Durante la última colocación de BONAR 2024 se acordó pagar un interés del 8,96% anual en dólares.

Claramente hay muchos factores que influyen en este indeseable resultado:un clima poco favorable a la inversión, una generalizada falta de respeto a la propiedad privada y un historial de incumplimiento en el pago de deudas son algunos de los elementos. Sin embargo, el factor que destaca entre estos es el conflicto no resuelto con los holdouts, en donde el gobierno argentino decidió deliberadamente desacatar un fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos que lo obligaba a cumplir con el pago de lo reclamado por los llamados “fondos buitre”.

El incumplimiento del fallo de la Corte Suprema (que avala todas las decisiones tomadas en instancias previas) fue acompañado de una verdadera campaña de demonización contra los “buitres”, el juez Griesa y todo el sistema judicial norteamericano. La campaña fue tan grande que el gobierno llegó a obtener el apoyo político de diversos foros internacionales.

El último capítulo de esta verdadera batalla cultural es una carta abierta firmada por los líderes de la heterodoxia económica mundial (entre ellos, YanisVaroufakis y Thomas Piketty), en la que se destaca que Argentina “se ha defendido de los fondos buitre”  mediante el mencionado desacato.

A nivel local, la batalla cultural también parece haberla ganado el gobierno. De hecho, ningún candidato presidencial se aparta de lo que ha sido la política oficial sobre este tema.

Por el oficialismo, Daniel Scioli afirmó que los holdouts “no las tienen todas con ellos ni tampoco van a llevarse por delante un país”. Su asesor económico estrella, Miguel Bein, afirmó en su momento que buscarán un “acuerdo favorable al país, lo que implica lograr un descuento superior al 20% sobre la sentencia original”.

Desde el Frente Renovador, Sergio Massa siempre se mostró a favor de la negociación. Uno de sus asesores, Martín Redrado, afirmó que “no hay que pagar el 100% de lo que están pidiendo” y que “hay espacio para pagar menos”. Roberto Lavagna, por su parte, considera que hay que “salir de la chicana y hacer una negociación seria”.

Incluso Mauricio Macri, quien en un primer momento había afirmado que había que “cumplir el fallo judicial, aunque nos disguste”, ahora cambió de opinión y sostiene que “hay que ir y negociar desde la mayor dureza posible”.

El problema de estos planteos es que no existe negociación posible. Los fallos judiciales están para resolver un conflicto entre partes y una vez que se dictan, solo quedan dos opciones: o se cumplen o se desacatan. Las consecuencias del desacato están a la vista, por lo que lo único que puede hacer un nuevo gobierno si quiere reinsertar al país en el mundo es ir y pagar lo que la justicia norteamericana ya dictaminó en diversas instancias.

A lo sumo, el único margen de negociación es la forma de pago. De la misma forma que uno puede elegir pagar una deuda en pesos, con un cheque o con la tarjeta de crédito, Argentina podrá optar pagar en efectivo o con títulos de deuda, pero ahí se acaban las opciones para negociar.

En campaña, los tres candidatos coinciden en afirmar dos cosas:que cuando ellos asuman van a “llover dólares” y que, al mismo tiempo, van a negociar con firmeza con los holdouts.

Sin embargo, ocultan que si quieren negociar con firmeza, el resultado será seguir en desacato y, si eso pasa, la lluvia de dólares quedará pospuesta indefinidamente.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

Argentina: La izquierda fascista

Por Gabriel Boragina. Publicado el 3/6/13 en http://www.hacer.org/latam/?p=27927 

Aunque ya nos hemos referido a este tema, nunca está de más darle un nuevo enfoque, sobre todo en épocas de creciente confusión conceptual y terminológica. Mantenemos nuestra tesis ya expuesta, en cuanto a que el fascismo puede ser tanto de izquierda como de derecha, considerando relativas estas dos últimas expresiones. Lo mismo cabe decir respecto de los vocablos “progresismo” y “populismo”, nuevamente puestos de moda por regímenes como los de los Kirchner en Argentina, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y el comunismo chavista venezolano.

El Dr. Benegas Lynch (h) echa mucha luz sobre el tema cuando dice:

“En realidad, tanto los nazis como los fascistas, al permitir el registro de la propiedad de jure pero manejada de facto por el gobierno, lanzan un poderoso anzuelo para penetrar de contrabando y más profundamente con el colectivismo respecto del marxismo que, abiertamente, no permite la propiedad, ni siquiera nominalmente. Si miramos con alguna atención a nuestro mundo de hoy comprobaremos el éxito del nacionalsocialismo y del fascismo, que sin necesidad de cámaras de gas ni de campos de concentración avanzan a pasos agigantados sobre áreas clave que sólo son privadas en los papeles (en verdad, privadas de toda independencia) como la educación, las relaciones laborales, los bancos, los transportes, los medios de comunicación, el sector externo, la moneda y tantos otros campos vitales.”[1]

Por supuesto, la Argentina del FpV no escapa en modo alguno a esta sabia cita.

Y acierta nuevamente el citado profesor cuando agrega que: “…en los hechos, son muchos más los que suscriben las políticas del fascismo y el nacionalsocialismo con el aval de quienes inocentemente se autotitulan de izquierda. Si bien el origen histórico de las izquierdas radica en la oposición al poder en épocas de la Revolución Francesa, luego degeneró en el uso y en el abuso para provecho propio.”[2]

L. v. Mises traza analogías entre el keynesianismo, el marxismo y el fascismo, con las siguientes palabras:

“De este modo [Samuelson], luego de servirnos una versión recalentada del tema de la giovanezza, de Mussolini, nos ofrece otros remanidos lemas del fascismo, tales como “la ola del futuro”. Sin embargo, sobre este mismo punto, otro colaborador, el Sr. Paul M. Sweezy, no está de acuerdo. En su opinión, Keynes, corrompido por “los efectos del pensamiento burgués”, condición a la que pertenecía, no es el salvador de la humanidad, sino sólo un precursor cuya misión histórica es preparar la mentalidad británica para la aceptación del marxismo puro, y hacer que Gran Bretaña alcance la madurez ideológica para llegar a un socialismo total.”[3]

Dado que casi todos los populismos y progresismos siguen -de hecho- políticas económicas keynesianas, podemos concluir con el eminente economista austriaco que, se inscriben dentro de lo que ha clasificado como lo que sintéticamente podemos denominar como socialismo marxi-fascista.

El Dr. Santos Mercado Reyes, adopta un enfoque similar cuando dice:

“Significa que no se comprenden los paradigmas. Un poco de gobierno en la economía y otro poco de iniciativa privada, ¿qué fundamento teórico sostiene esta mezcla? Supuestamente la teoría de Lord Keynes, sin embargo es una teoría sin fundamento económico, llena de contradicciones e incoherencias como ya lo señalara gente como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Hazlitt, Milton Friedman, etc. Sin embargo cabe preguntarse ¿y por qué con tantos defectos tomó hegemonía? la respuesta es que respondía a una oleada mundial de socialismo-fascismo. Además, a los gobernantes de ese tiempo les simpatizaban hombres que justificaran la concentración del poder en sus manos. “[4]

Agregaríamos que en estos tiempos la cuestión no parece demasiado diferente.

El eminente filósofo K. R. Popper alude a las consecuencias morales del fascismo así:

“El nazismo y el fascismo han sido derrotados completamente, pero debo admitir que su derrota no significa que hayan sido derrotadas la barbarie y la brutalidad. Por el contrario, es inútil cerrar los ojos ante el hecho de que esas odiadas ideas lograron algo semejante a la victoria en la derrota. Debo admitir que Hitler logró degradar el nivel moral de nuestro mundo occidental y que en el mundo actual hay más violencia y fuerza bruta que la que habría sido tolerada aun en la década posterior a la primera guerra mundial. Y debemos enfrentar la posibilidad de que nuestra civilización pueda ser destruida finalmente por esas nuevas armas que el hitlerismo nos tenía destinadas quizás hasta dentro de la primera década después de la segunda guerra mundial. Pues, sin duda, el espíritu del hitlerismo ganó su mayor victoria sobre nosotros cuando, después de su derrota, usamos las armas que la amenaza del nazismo nos llevó a crear.”[5]

El espíritu de confrontación que alimentan el progresismo y el populismo actual en la región, tornan alarmantemente vigentes estas palabras de K. R. Popper.

Como decíamos al comenzar, nuestra opinión es que resulta irrelevante decir que el fascismo es de izquierda o es de derecha, y -en el punto- adherimos en un todo a la postura del Dr. Alberto Benegas Lynch (h), extendiendo estas consideraciones a los llamados “progresismos” y “populismos” actuales que, del mismo modo, pueden ubicarse a la derecha o la izquierda. Creemos que estas políticas son -en el fondo- no otra cosa que fascistas, en el sentido en que los autores citados emplean el vocablo. A esa línea responden los populismos de los Kirchner, Morales, Correa y el chavismo que referimos con anterioridad.


[1] Alberto Benegas Lynch (h) “Izquierdas y Derechas, Parientes”. Publicado por La Nación, Buenos Aires. 1.9.10

[2] Alberto Benegas Lynch (h) idem. Art. Cit nota anterior.

[3] Ludwig von Mises. ”CONVERTIR PIEDRAS EN PAN, EL MILAGRO KEYNESIANO”. Revista Libertas XII: 43 (Octubre 2005) Instituto Universitario ESEADE.

[4] Santos Mercado Reyes El Fin de la Educación Pública. México. pág. 40-41

[5] Karl R. Popper. Conjeturas y refutaciones El desarrollo del conocimiento científico. Edición revisada y ampliada – ediciones PAIDOS Barcelona-Buenos Aires-México. pág. 425.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.