LOS LIBERALES CLÁSICOS Y EL CORONAVIRUS.

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 2/3/20 en: http://gzanotti.blogspot.com/2020/03/los-liberales-clasicos-y-el-coronavirus.html

 

Una nueva grieta ha surgido entre los liberales (clásicos) por este tema, con acusaciones muy fuertes de estupidez y maldad.

Me decidió a escribir esto un video de Juan Ramón Rallo donde aclara que Hayek no se oponía a la acción del estado en caso de las epidemias.

Así es. Por ende, la cuestión está mal planteada. La cuestión no es si el estado debe o no intervenir en estos casos. Ese es un debate entre los liberales clásicos y los anarcocapitalistas. Entre los liberales clásicos, que los estados, preferentemente municipales y excepcionalmente federales, tengan que intervenir cuando hay bienes públicos estatales que no puedan ser en lo inmediato privatizados, es algo en lo que hay bastante consenso.

Yo mismo (1) lo afirmé en 1989, en El humanismo del futuro (que ya quedó en el pasado…):

 “…Todas las reflexiones anteriores nos muestran lo inútil de la falsa dialéctica entre el “estado gendarme” y el “estado subsidiario”. El estado es subsidiario porque su misión específica es por definición, como hemos visto, subsidiaria, y basta la demostración, cada caso, de que tal o cual actividad no está relacionada necesariamente con dicha función específica –custodiar el derecho- para que, en principio, dicha actividad deba estar a cargo de los privados. Por supuesto, esto no excluye una gran zona que podríamos llamar “zona gris” que produce dificultades concretas a la hora de decidir si tal o cual actividad debe estar o no en manos del estado. Por supuesto, esto no implica negar que, como venimos diciendo, todas las actividades culturales –esto es: artísticas, científicas, deportivas, educativas, económicas, etc.- deben estar en principio dentro de la iniciativa privada pues ellas derivan del ejercicio de los derechos personales, y éste es ya un principio que brinda suficiente claridad. Pero hay casos, que analizaremos más adelante, que presentan dificultades: el caso de la subsidiariedad sociológica, ya aludida; los problemas de moral publica, los bienes públicos y las externalidades. Más adelante nos referiremos a esos casos. Por supuesto, son casos posibles de resolver, pero no nos parece sensato negar a priori la dificultad intrínseca que presentan, sea cual fuere la solución posterior que demos a la dificultad50b

En el caso de los bienes públicos y externalidades, una vez aclarado que la mayoría de ellas se puede internalizar y que gran parte de los bienes públicos pueden ser privatizados, dije:

“…Desde luego, cabe señalar que, en todos aquellos casos donde debido a las externalidades negativas y/o los bienes de públicos se produzcan problemas que afecten directamente al derecho a la vida y/o propiedad de las personas, y la acción del proceso de mercado no pueda, al menos a corto plazo, solucionar la cuestión, el estado, cumpliendo su misión específica de custodiar los derechos del hombre, debe intervenir. Por supuesto, cuanto más jurídicamente abierto sea el mercado, esos casos serán raros. Además la intervención del estado en esos casos no debe monopolizar el bien en cuestión, como tantas veces se ha señalado”.

Por lo tanto, NO es cuestión de decir que loe estados no deben intervenir en una epidemia. El debate se concentra en si las medidas tomadas para ESTA pandemia son las convenientes o podía haber habido otras.

A su vez, es extraño que algunos liberales piensen de otros lo que los estatistas en general piensan de los liberales en muchos sentidos. Habitualmente se nos acusa de malvados porque somos reacios a la intervención del estado en temas de pobreza, medio ambiente, etc., como si fuéramos unos malvados totales indiferentes ante el prójimo, cuando en realidad nos interesa, como a muchos, el bienestar de todos, sólo que recurrimos a otros métodos. Aquí es lo mismo. Si alguien opina que ESTAS medidas no son las adecuadas, NO es porque no le importe el número de muertos, NO es porque tenga desprecio por la vida, sino porque considera que podría haber otros modos de tratar la cuestión.

Hay otros temas, además, que desde el liberalismo clásico se pueden aportar para pensar en esta cuestión.

Uno, el conocimiento disperso. El libre intercambio de puntos de vista favorece un mayor conocimiento, y de igual modo sucede con los bienes y servicios. Por ende, estar abiertos a escuchar los diversos pareceres de los epidemiólogos ayudaría mucho.

Dos, los beneficios del libre mercado para las situaciones de emergencia. En ese caso, medicamentos, servicios médicos, etc., son áreas donde no se debe, más que nunca, eliminar al mercado, sino dejarlo actuar para que se coordinen mejor las necesidades de la demanda frente a esos bienes.

Tres, los beneficios de una sociedad libre, el libre mercado, la libre educación y la libre medicina para el descubrimiento de nuevas tecnologías. Así como el mercado libre acelera la producción de tecnologías limpias que ayudan al medio ambiente, así también ayuda al descrubrimiento de nuevos medicamentos y nuevas vacunas que además bajarán de precio en la medida que no se intervenga en la coordinación entre oferta y demanda.

Cuatro, dejar actuar a los servicios privados de salud, con sus propias ofertas y decisiones, va en la misma línea.

Cinco, los liberales sabemos qué es una corrida bancaria y qué la causa. El sistema bancario colapsa si todos los depositantes exigen sus fondos. La cuestión es por qué se comportan así. De igual modo colapsa cualquier sistema hospitalario, y mucho más si no se deja al mercado reaccionar. La cuestión es: ¿el conocimiento disperso, bajo un sistema abierto y libre de conocimiento, produce que la demanda (subjetiva) de un servicio suba de golpe? ¿Si?

Como ven no me he introducido en la discusión biológico o si la cuarentena es apropiada o no. Sólo quise mitigar los enojos en el debate y tratar -de modo quijotesco como siempre- de frenar la guerra de acusaciones de estupidez y-o maldad entre unos y otros.

Pero chocaré una vez más contra los molinos de viento.

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(1) Perdón que me cite a mí mismo, es que ya se me ha «acusado» de negar TODA acción del estado, cuando hace 31 años que tengo fijada mi posición al respecto.

50b Creemos que un análisis moderno del principio de subsidiariedad debería completarse con el tratamiento de las “fallas de la gestión del Estado” desarrollado por la escuela de “Public Choice” liderada por J. Buchanan. Sobre este y otros aportes de Buchanan, véase Romer, T.; “On James Buchanan’s Contributions to Public Economics”, en Journal of Economic Prospectives,Vol. 2, No4, otoño de 1988, pja. 163-179. (*11: A lo largo de estos años nos hemos convencido cada vez más de la importancia de los análisis de J. Buchanan sobre la rent seeking society para la comprensión de la crisis de la democracia constitucional y la relación con los grupos de presión. Lo aclararemos en una próxima nota, por ahora téngase en cuenta que ese mismo tema es importantísimo para el principio de subsidieriedad y el tema de los “privilegios” para tal grupo o sector. Por supuesto, sabemos que habitualmente partidarios del Public Choice y partidarios de la subsidiariedad del estado se ignoran, pero si se conocieran es posible que tuvieran choques en algunas de sus premisas antropológicas y éticas últimas. Aunque no sea este el momento de tratarlo, creemos que los análisis específicos de Buchanan sobre la Constitución Federal, la economía y las finanzas son en sí independientes de esa cuestión. Al respecto, ver The Logical Foundations of Constitutional Liberty, vol. I de The Collected Works of James M. Buchanan, Liberty Fund, 1999.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises

Luis Reig Albiol

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 9/6/18 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/luis-reig-albiol/

 

El Gobierno de Pedro Sánchez está lleno de antiliberales, posiblemente más que el de Mariano Rajoy. Y para colmo de males acaba de morir Luis Reig Albiol, ilustre ingeniero y empresario valenciano, que integró el selecto grupo de pioneros que defendieron nuestras ideas cuando eran bastante menos populares que ahora.

Jesús Huerta de Soto comentó: “Siempre fue un hombre bueno y un gran liberal. Todos,  y yo especialmente, le debemos mucho”. Estas palabras resumen bien la labor de Luis Reig.

Por un lado, impulsó la publicación en castellano de obras de los principales economistas de la Escuela Austriaca, gracias a Unión Editorial, la principal editorial liberal en lengua española, que fundó con Joaquín, su hermano, muerto en 1987, y Juan Marcos de la Fuente, que falleció el año pasado. Joaquín Reig tradujo La acción humana, de Ludwig von Mises, y Luis hizo lo propio con Derecho, legislación y libertad de Friedrich von Hayek.

Además, Luis desarrolló otra tarea de importancia: congregó a los liberales en su casa, en un seminario al que acudieron personas que tuvieron impacto en el desarrollo del liberalismo en España. Por nombrar a tres de distintas generaciones, puedo citar a Lucas Beltrán, a Pedro Schwartz y, precisamente, a Jesús Huerta de Soto, hoy catedrático de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos y principal difusor español de las ideas económicas liberales austriacas. No solo ha creado un puñado de destacados discípulos en el mundo académico, sino que algunos de estos discípulos han dado el salto a la divulgación sin complejos de nuestras ideas, como sucede con Gabriel Calzada, Juan Ramón Rallo y otros.

Este año celebraremos en Canarias la primera reunión general en España de la Sociedad Mont Pèlerin, fundada por Hayek en 1947 y de la que formaron parte los hermanos Reig. Allí nos juntaremos los liberales y recordaremos a Luis, que fue primer premio Juan de Mariana a “una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad”.

Alguien dirá que Luis murió de tristeza por la perdurabilidad del antiliberalismo entre los políticos españoles, tanto en el PP como en el PSOE, como en los demás partidos de nuestro país. Pero es falso. Era un optimista pero también realista, e hizo una gran labor allí donde ha de extenderse primero la simpatía por el liberalismo: en las ideas y la sociedad civil.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE

El libre comercio no es pecado

Por Iván Carrino. Publicado el 5/10/17 en: http://www.ivancarrino.com/librecomercionoespecado/

 

Buenos días a todos.

Gracias Tobías por la invitación, al colegio por permitirnos el espacio y, por supuesto, también a todos ustedes por prestarme estos minutos de su atención.

A continuación vamos a hablar un poco acerca del comercio internacional, así que espero que encuentren este tema interesante y que pueda ayudarles a despejar algunos prejuicios que, a menudo, aparecen en la escena local y regional.

Ante todo quiero decirles que el título de mi presentación no es del todo original, sino que está inspirado en un libro de dos autores que valoro y admiro profundamente, que son Carlos Rodríguez Braun y Juan Ramón Rallo (este último profesor mío en la maestría que cursé en Madrid).

Allá por el año 2011, presentaron – en medio de la crisis en Europa, cuando el capitalismo era visto como el mismísimo demonio producto de las políticas de “austeridad”- un libro llamado “El Liberalismo no es Pecado”.

Así que bien, en un 2017 en donde –para muchos analistas, empresarios y políticos – no hay nada peor que la “apertura indiscriminada a las importaciones”, qué mejor que titular esta charla rindiéndoles un homenaje a Carlos y Juan Ramón.

Vivir con lo nuestro

Me gustaría que compartiéramos un video para meternos en tema. Lo que vamos a ver ahora es lo que hizo un supermercado en Hamburgo, en agosto de este año, cuando decidió que iba a vender, por un día, solamente los productos “Made in Germany”.

Veamos qué tan bien resultó la idea de “Vivir con lo Nuestro”.

Es interesarte notar la increíble escasez del supermercado. No extraña, una economía tan integrada al mundo como la alemana no podría siquiera pensar en aislarse. Hacerlo implica, como se ve en el video, quedarse sin prácticamente nada.

Es como decretar que vamos a ser mucho más pobres de la noche a la mañana.

¿A quién se le podría ocurrir semejante idea?

El mercantilismo

La idea de que hay que “vivir con lo nuestro” no es original de nuestro compatriota Aldo Ferrer, sino que tiene siglos de antigüedad. De hecho, data de más o menos los siglos XVI y XII.

(A mí me da cierta gracia cuando acusan a los liberales de querer traer ideas del siglo XVIII, cuando la mayoría defiende el mercantilismo, que es dos siglos más viejo. En fin.)

Las ideas mercantilistas partían del erróneo preconcepto de que la riqueza de una nación dependía de las cantidades de oro y plata que se pudieran acumular. Como en dicha época el oro y la plata eran el medio de intercambio del mundo, lo que los mercantilistas planteaban era que un país era más rico si acumulaba más dinero.

Esta medida de la riqueza –traída a la realidad cotidiana de cada uno- es como creer que Juan es más rico que Pedro porque tiene más plata en su billetera.

Seguramente estarán pensando: “Y sí, obvio. Si tiene más plata, es más rico”.

Ok, no niego que haya cierta intuición acá. ¿Pero qué pasa si Pedro tiene la mitad de la plata que Pablo en la billetera, pero tiene 5 autos más, 28 departamentos, acciones de Apple y Google y, además, ingresos mucho mayores?

¿Quién es más rico ahora?

Con esta idea equivocada los mercantilistas avanzaban en su agenda de políticas económicas. Con el objetivo de incrementar las cantidades de oro y plata en las naciones, entonces, buscaban restringir las importaciones y fomentar las exportaciones.

– Venderle al mundo es bueno: me genera oro.

– Comprarle al mundo es malo: el oro se va.

Restringir las importaciones no solo era bueno para acumular oro, sino para generar trabajo en el suelo nacional. Esta idea la creyó incluso un economista brillante y adelantado a su tiempo como Richard Cantillon.

A pesar de sus notables contribuciones en otras áreas, Cantillon sostenía que:

A fin de que el consumo de manufacturas de un Estado llegue a adquirir importancia en el extranjero, es preciso hacerlas buenas y estimables mediante un gran consumo en el interior del propio Estado; hace falta también desacreditar en el propio país las mercaderías extranjeras, y dar mucho trabajo a los conciudadanos.

Las ideas mercantilistas proliferaron en Europa durante doscientos años hasta que apareció un pensador escocés que revolucionaría la ciencia económica hasta el momento: Adam Smith.

La revolución del comercio

En 1776 se publicó Una Investigación Sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, la obra magna de Adam Smith.

Smith destruyó los argumentos mercantilistas uno a uno, sosteniendo, en primer lugar, que la verdadera riqueza no radicaba en el oro y en la plata, sino en los bienes y servicios que los seres humanos pueden adquirir.

En definitiva, lo que beneficia a las personas es la satisfacción de sus necesidades, y éstas se satisfacen consumiendo bienes y servicios, no oro y plata.

De hecho, uno puede tener mucho dinero en su hogar, pero si no va al supermercado para evitar “gastar en importaciones”, entonces va a terminar muriéndose de hambre. Como se verá, los riesgos de llevar la doctrina mercantilista al extremo son verdaderamente elevados.

Otra de las críticas de Smith contra los mercantilistas fue por la idea de producir todo “puertas adentro” en lugar de aprovechar las ventajas del comercio. Es que si uno no decide fabricar todos los bienes y servicios que consume en su vida dentro de su propia casa: ¿por qué pensamos que esa es una buena idea para el país como un todo?

En esa línea iban las palabras de Smith:

Lo prudente en la conducta de una familia no puede ser insensato en un reino. Si un país extranjero puede proveernos con un producto de forma más económica de lo que podemos hacerlo nosotros, entonces mejor que lo compremos con algo de la producción de nuestra industria empleada en una forma ventajosa.

Otro punto flojo de los mercantilistas y el proteccionismo en general es que piensa que –porque las industrias protegidas efectivamente crecen al calor de la protección- entonces han tomado una buena decisión restringiendo las importaciones.

Esto no es así. Es que debemos entender que los recursos son escasos, por tanto lo único que va a hacer una barrera proteccionista es desviarlos hacia usos distintos de donde el mercado los habría llevado.

Por ejemplo: si en un pueblo existen 5 personas, tres dedicadas a fabricar sillas y 2 dedicadas a fabricar mesas, y el gobierno decide imponer un arancel proteccionista a las mesas del extranjero, entonces el precio interno de las mesas subirá. Ese aumento del precio hará que sea más rentable producir mesas. Por tanto, uno de los “silleros” se convertirá en “mesero”.

La producción de mesas aumentará.

“¡Boom económico!” dirán los mercatilistas, que no están mirando que la producción de sillas cayó.

Por este motivo sostenía Smith que el tamaño de la industria en general no puede aumentarse con restricciones al comercio, sino solo “desviar una parte (del capital) hacia una dirección distinta a la que habría tomado; y no está para nada claro que esta dirección artificial sea más ventajosa para la sociedad que aquélla que habría tomado por sí mismo”.

Finalmente, fue Smith el que descubrió y estableció con claridad los beneficios derivados de la división del trabajo. En su análisis, si cada persona se especializa en una tarea, entonces aumenta su productividad (produce más en menor tiempo), y la riqueza del conjunto aumenta sideralmente.

Ahora bien, esa especialización depende del tamaño del mercado. Hay más médicos especialistas en Buenos Aires que en un pequeño pueblo del interior del país. Cerrarse al mundo, por tanto, es achicar el tamaño del mercado, reducir la especialización, la productividad y, por tanto, volvernos más pobres.

¿Quién desearía eso?

Una mirada a los datos

A juzgar por los datos, la historia le dio la razón al pensador escocés. Una vez que sus ideas empezaron a cobrar relevancia, el mundo empezó a crecer a ritmos increíblemente más elevados de lo que venía siendo la tendencia de largo plazo.

Por alrededor de 500 años, el PBI per cápita en Inglaterra se había mantenido constante. Sin embargo, a partir de 1800 la riqueza comenzó a crecer de manera acelerada y su crecimiento se hizo exponencial. Este gráfico es el que se conoce como “el Palo de Hockey del Progreso Humano”. Un progreso humano solo posibilitado por el avance del capitalismo, del comercio y de la globalización.

Gráfico 1. PBI per cápita en Inglaterra.

pbi pc

Fuente: Iván Carrino en base a Angus Maddison

¿Ahora cómo contribuye el comercio libre a este proceso?

Uno de los mecanismos ya lo vimos. En la medida que el tamaño del mercado se expande, se incrementa la posibilidad de especialización y, por tanto, la productividad y la riqueza.

Ahora hay una manera mucho más directa de ver cómo las importaciones impulsan nuestra propia producción.

Los datos para Argentina son elocuentes. Aproximadamente el 80% de lo que importamos, desde la década del ’80 hasta la actualidad, son insumos para la producción.

Cuadro 1. Importaciones por Usos Económicos.

Bienes de capital

Bienes inter1/2

Combustibles y lubricantes

Piezas y accesorios para  Bs. K.

Insumos para Producir

Bienes de consumo

Vehículos de pasajeros

Resto

1980′s

18,8%

42,7%

10,0%

16,7%

88,1%

10,5%

1,0%

0,5%

1990′s

24,7%

33,3%

3,2%

17,0%

78,3%

16,8%

4,8%

0,1%

2000′s

22,5%

35,8%

5,8%

17,5%

81,5%

12,8%

5,4%

0,3%

2010-16

18,6%

28,9%

13,0%

20,7%

81,2%

11,0%

7,5%

0,4%

Fuente: Iván Carrino en base a OJF e INDEC

Bienes de capital, bienes intermedios, combustibles y piezas para bienes de capital llegan del extranjero para que los fabricantes nacionales puedan producir y abastecer al mercado interno (y también exportar).

Imagínense cerrar las importaciones de un día para el otro. El caos productivo sería indescriptible.

Ahora no hace falta usar la imaginación para comprender esto. Entre 2011 y 2016 la importación en el país estuvo más restringida que en los últimos 20 años previos. Las importaciones se desplomaron, cayendo un 25,2% en dólares.

¿Cómo le fue a la producción en dicho período? Mal.

El PBI apenas si avanzó 0,3% en todo el lapso y la producción per cápita cayó 3%. Más importación es más producción. Menos importamos, menos producimos.

Precios más bajos

En Argentina somos expertos en quejarnos. Que la humedad, que la frivolidad, que los corruptos, que Marcelo Tinelli, que los precios…

Estamos totalmente en contra de la inflación y acusamos por los precios altos a los “monopolios” que, aparentemente, serían una plaga propia de nuestro país.

Ahora al mismo tiempo que detestamos a los monopolios, a nadie se le ocurre ni por un segundo que habría que “combatirlos” generando más competencia… ¡importada!

El siguiente cuadro tiene una historia un poco curiosa. En momentos en que se debatía el “Puerta a Puerta”, la CAME, un grupo lobista local que busca limitar las compras externas, presentó una comparación de precios entre Argentina y China.

Se buscaba argumentar que “con estos precios” no podemos competir. Ahora lo que dejaron en evidencia es el altísimo costo que los argentinos pagamos por el proteccionismo.

Cuadro 2. Precios de productos seleccionados en Argentina vs. China.

2016.07.28_Proteccionismo

Fuente: Iván Carrino en base a CAME (Comunicado de Prensa – Julio 2016)

Como se observa, incluso pagando aranceles del 50% sobre los precios de los productos importados, la indumentaria resulta hasta 67,3% más barata si su origen es China. Así, restringir el ingreso de esos productos al mercado local, está haciendo que los argentinos paguemos hasta 3 veces más por un “vestido casual” para favorecer a los empresarios textiles.

Aún con aranceles, lo mismo ocurre en la industria juguetera, en los productos de decoración para el hogar y en la electrónica. Allí, los precios son de dos a tres veces más altos que los de origen extranjero.

Ahora bien, si se redujeran los aranceles a cero, los productos importados serían todavía más baratos. Para el caso de la indumentaria, los consumidores argentinos podrían pagar hasta 78,2% menos de lo que se paga por un producto “Made in Argentina”. Es decir, pagamos hasta 5 veces más. El proteccionismo genera pobreza.

Pero el libre comercio genera todo lo contrario. Si miramos el cuadro de los países más abiertos al comercio mundial según la Fundación Heritage, encontramos que su ingreso per cápita promedio es un asombroso nivel de USD 43.000.

Cuadro 3. Países que mejor puntaje obtienen en “apertura comercial” vs. PBI per cápita.

País

Apertura Económica (Puntos en Índice Heritage)

PBI Per Cápita (2016 – USD PPP)

Hong Kong

90

58.321,6

Singapur

90

87.855,4

Suiza

90

59.560,7

Georgia

88,6

10.043,8

Canadá

88,4

46.437,2

Islandia

88,0

49.135,6

Israel

88,0

35.178,7

Albania

87,7

12.567,9

Noruega

87,7

47.771,2

Croacia

87,4

24.052,9

Promedio

43.092,5

Fuente: Iván Carrino en base a Heritage y Banco Mundial

Es decir, aproximadamente 4 veces lo que tiene Argentina, y entre 5 y 6 veces más de lo que ostentan los países que están más cerrados comercialmente.

No es casualidad, entonces, que los países hayan ido abriéndose al comercio durante los últimos 50 años. Algo que Argentina copió tardíamente y que luego (especialmente a partir de 2005-07) parecería haberse arrepentido. Queda la pregunta de qué hará el gobierno actual en este sentido.

Por ahora, solo algunas medidas puntuales pueden mencionarse como  positivas.

El libre comercio no genera desempleo

A principios de 2015, el periodista Roberto Navarro, delineó el supuesto plan macabro que el gobierno de Mauricio Macri quería llevar a cabo abriendo las importaciones.

Para Navarro, Macri buscaba deliberadamente generar desempleo y pobreza en Argentina puesto que, en su visión eso es lo que hace “la derecha” cuando gobierna.

El maquiavélico plan del gobierno consistiría en buscar subir el nivel de desempleo en el país, de manera que las hordas de desocupados presionen a la baja los salarios y, de esta forma, los capitalistas explotadores puedan llenarse sus bolsillos.

Ahora bien, la cuestión pasa por cómo hará el gobierno para generar ese desempleo, y es ahí cuando, entre otras cosas, se menciona a la “apertura indiscriminada de importaciones” como una de las estrategias.

Lo curioso del asunto es que en el propio gobierno, que en la superficie parecería estar en las antípodas de lo que se dice en el programa de Navarro, también comparten esta visión.

Consultado acerca de la liberalización de las importaciones en noviembre del año pasado, Macri respondió:

No podemos abrir las importaciones. Nosotros tenemos que crear trabajo, no destruir el poco que tenemos.

Paradójicamente, y como puede verse, el gobierno y Navarro coinciden en que la industria nacional debe “protegerse” y que abrir importaciones dejaría a la gente sin trabajo.

La realidad, empero, es que ambos están equivocados. Aquí abajo hay un gráfico que muestra a todos los países que ocupan los primeros diez puestos en términos de apertura al comercio internacional según el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage[1]. Como se ve, existe una amplia variedad, aunque el promedio se ubica en el 9,4%.

Gráfico 2. Tasa de Desempleo en los países más libres del mundo.

comerciopecado1

Fuente: Iván Carrino en base a Heritage y Banco Mundial.

Si el promedio se compara contra países que ostentan altos niveles de desempleo, estamos hablando de una tasa baja. Piénsese que el desempleo en la Zona Euro en 2015 fue del 10,9%, pero en España y Grecia la cifra seguía superando el 20%.

Durante la crisis de 2001-2002, en nuestro país el desempleo llegó a afectar a 24,5% de la población, por lo que una tasa de 9,4%, si bien no es baja, tampoco puede considerarse excesivamente elevada.

Ahora lo que llama la atención es que dentro de este grupo que obtuvo el mismo elevado puntaje en términos de su apertura comercial, haya países con niveles de desocupación tan bajosHong Kong posee un 3,2%, Singapur un 3,0%, Suiza un 4,5%, Austria un 5,0% y Estados Unidos un 6,2% de acuerdo a datos de 2014.

En este sentido, el motivo del desempleo en los países no puede ser la apertura comercial, ya que abundan los ejemplos de países extremadamente abiertos que gozan de un nivel de ocupación sustancialmente elevado.

El error fatal de los proteccionistas

Ahora bien, una vez que uno mira estos datos, se pregunta cómo es posible que insistamos con las ideas proteccionistas y critiquemos el comercio libre.

Es que el error fatal de los proteccionistas consiste en concentrarse solo en “lo que se ve”, en lugar de mirar “lo que no se ve”.

Si abrimos la importación y una empresa quiebra producto de la mejor competencia, eso es “lo que se ve”. Sin embargo, “lo que no se ve” son todos los beneficios derivados de la llegada de la importación.

El primero, por supuesto, es una mejor satisfacción para los consumidores locales. Pero ahí no se acaba el ciclo.

Es que cuando el argentino paga menos por un producto importado, entonces con ese dinero puede hacer tres cosas:

–          O compra otros bienes, aumentando la demanda de otros productos que antes no podía demandar.

–          O ahorra, incrementando los saldos prestables y por tanto, bajando la tasa de interés.

–          O invierte en un negocio propio, produciendo bienes y servicios y demandando mano de obra.

Es decir, lo que se destruye en un lado se crea por el otro, pero con la diferencia de que la productividad es mayor porque los recursos están asignados por la gente y no por los burócratas.

Para terminar, déjenme decirles lo siguiente: el libre comercio no es pecado. De hecho, es la globalización la que genera nuevas ideas y formas de satisfacer nuestras necesidades, mejorando el nivel de vida de todos.

Pero el libre comercio es bueno no solo porque nos enriquezca en términos materiales, sino porque nos transforma en una sociedad abierta y tolerante. A mí no me interesa si la contraparte de una operación comercial es blanca, negra, hombre, mujer, china, árabe, musulmana, católica, judía, homosexual, heterosexual y un largo etcétera.

Lo que le interesa al comprador es obtener un bien de buena calidad a bajo precio. Y eso no distingue entre minorías.

El comercio une a la sociedad de manera pacífica y la enriquece en el proceso. Más que un pecado, es una virtud que no deberíamos rechazar a causa de meros prejuicios.

Muchas gracias,

*Versión completa de mi charla en el Colegio Cardenal Newman, el 5 de Octubre de 2017.

 

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

Viviendas Colau

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 20/11/16 en: http://www.libremercado.com/2016-11-20/carlos-rodriguez-braun-viviendas-colau-80650/

 

La incoherente demagogia de Ada Colau y sus secuaces populistas a la hora de perseguir a los ciudadanos que alquilan sus viviendas ha sido subrayada hace unos meses con acierto por Juan Ramón Rallo en La Razón. Pero con posterioridad la alcaldesa de Barcelona ha añadido una perla más a su catálogo, al sostener que, como los propietarios de pisos eligen alquilárselos a los turistas, se reduce la oferta de viviendas en alquiler para los ciudadanos residentes o que aspiran a residir en la capital catalana, y por tanto aumentan los alquileres, lo que doña Ada quiere resolver controlando los precios a la fuerza. Cree que sus incursiones contra los propietarios se justifican porque las viviendas turísticas «vulneran los derechos básicos», porque hay personas que no pueden acceder a una vivienda.

Yendo de adelante hacia atrás, empecemos por este último punto, acaso el más patente y más absurdo: si yo soy propietario de una vivienda y elijo alquilársela a un turista, es incuestionable que no estoy violando ningún derecho de nadie, porque no hay ninguna relación entre ese acto y la posibilidad de que otra persona pueda alquilar una vivienda en Barcelona, o no. Habrá que recordarle a la alcaldesa que sus súbditos también tienen derecho a disponer de sus viviendas como juzguen conveniente… ¿o no?

El siguiente dislate de doña Ada es pretender resolver la escasez de viviendas en alquiler controlando su precio. No se trata sólo de que haya miles de años de análisis teórico y de experiencia práctica que prueban que el control de los precios de las cosas tiende a hacer desaparecer esas cosas. Desde Diocleciano hasta Nicolás Maduro, pasando por toda la historia del comunismo, la señora Colau podría entretenerse repasando episodios de escasez creada precisamente por la intervención de las autoridades en los precios.

Pero, incluso más, no es necesario que la alcaldesa repase la historia mundial: basta con que recuerde lo que sucedía en Cataluña y en el resto de España gracias al control de los alquileres. Porque lo mismo que quiere hacer ella, y por las mismas razones, lo hizo hace décadas la dictadura franquista. El resultado fue la reducción de la oferta de viviendas en alquiler, aparte de otras consecuencias nocivas, como la desatención en el mantenimiento de las viviendas cuyos alquileres, al estar controlados, caían por debajo del coste de dicho mantenimiento para los propietarios. Fue un desastre el control de los alquileres, y fue un desastre allí mismo, en su Barcelona, señora Colau.

Y, por fin, está la idea de que la reducción de la oferta encarece los alquileres. ¿Por qué cree la señora alcaldesa que es un hecho permanente y que exige su intervención, con las consecuencias negativas para el pueblo que acabo de reseñar? Es curioso que no piense que ello puede tener otro efecto, lógico y natural, que es, precisamente, atraer a más oferentes al mercado, aumentando así el parque de viviendas en alquiler para todos, siempre que las intrusiones de las Administraciones Públicas no lo impidan, dificulten o encarezcan artificialmente.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Liberales fundamentalistas y estúpidos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 19/4/16 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/liberales-fundamentalistas-y-estupidos/

 

Nacho Álvarez, secretario de Economía de Podemos, resumió en El País el plan económico de su partido, y escribió: “Solo desde el fundamentalismo neoliberal —o desde la ‘estupidez económica’, en palabras de Krugman— cabe defender hoy la prioridad de atajar los déficits públicos en la Eurozona, frente a los gravísimos problemas de empleo existentes”.

Es aventurado pensar simplemente que a más déficit mayor empleo. Puede uno recurrir a estratagemas retóricas, como la de llamar al liberalismo de toda la vida “fundamentalismo neoliberal”, que transmite la noción de gente extremista y de ideas cambiantes, curiosamente una deficiencia que aqueja más a las izquierdas que al liberalismo. Otro truco es insultar a través de demiurgo interpósito, en este caso Krugman, así que no parece como si a los liberales nos llamara estúpidos el señor Álvarez, que no es una figura destacada en la economía académica, sino un premio Nobel, nada menos. La debilidad del truco estriba en que si los argumentos de autoridad siempre son sospechosos, lo son aún más en economía.

Pero el doctor Álvarez cultiva ese tipo de razonamientos endebles. Por ejemplo, para justificar la expansión del gasto público que propone Podemos alega que su ritmo de crecimiento “es similar al que experimentó nuestra economía entre 2000 y 2008”, es decir, en plena burbuja que desembocó en su propia insostenibilidad.

Tras las consignas de rigor, “urge revertir los recortes en sanidad y educación”, que dan por supuesto lo que no se ha producido, y los brindis al sol: “luchar contra las desigualdades”, pero nunca contra la desigualdad entre el poder y sus súbditos, vuelve a dar señales de autoridad: “la expansión fiscal contemplada se enmarca en lo que la literatura especializada denomina balanced budget multiplier. El aumento del gasto público no se financia con mayor endeudamiento, sino con un incremento simultáneo de los ingresos públicos. …No se puede menospreciar el efecto multiplicador que una expansión del gasto tiene sobre la recaudación fiscal”.

Como subrayó Juan Ramón Rallo en El Economista, aquí el truco es inflar el multiplicador por encima de lo que estiman la mayoría de los economistas, en particular en la fase alcista del ciclo; en contextos como el actual, con elevados niveles de deuda, no cabe descartar un multiplicador bajo o incluso negativo. No es que el consenso sea la verdad revelada, pero sí conviene señalar que no existe en el mundo de la economía profesional y académica nada parecido a un consenso en favor de lo que el señor Álvarez proclama.

Pero don Nacho no está para estas cosas sino para anunciar: “La propuesta de Podemos no solo es necesaria para acometer los retos que tenemos por delante. Es también factible. Y pasa por converger con los países de la Eurozona en materia de ingresos y gastos públicos, como instrumento para consolidar y profundizar nuestra democracia”. Y quienes duden de tan vaporosa demagogia, sólo pueden ser fundamentalistas y estúpidos, evidentemente.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Cómo medir la desigualdad: entendamos que nos pueden decir el índice de Gini y la curva de Lorenz

Por Martín Krause. Publicada el 14/3/16 en: http://bazar.ufm.edu/como-medir-la-desigualdad-entendamos-que-nos-pueden-decir-el-indice-de-gini-y-la-curva-de-lorenz/

 

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, pero que trata temas generales, aplicables a cualquier país: https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

¿CÓMO SE MIDE LA DESIGUALDAD?

El índice Gini y la curva de Lorenz

El índice Gini es tal vez la métrica más utilizada para medir la desigualdad de riqueza, renta y consumo, denominada así por haber sido desarrollada por el sociólogo italiano Corrado Gini. La razón es que es un índice estadístico que sintetiza toda la información de la distribución poblacional de la variable a estudiar y permite hacer comparaciones entre países de forma sencilla y compacta. Sin embargo, autores como Thomas Piketty señalan que su principal inconveniente es que sintetiza en exceso toda la información en una sola cifra y por tanto no proporciona una información demasiado intuitiva. Por ello es interesante pararse a comprender qué es lo que el índice de Gini está midiendo realmente.

Para entender el significado del índice de Gini, es preciso primero entender la curva de Lorenz, desarrollada por el economista estadounidense Max O. Lorenz. La curva de Lorenz es la representación gráfica en la que se relaciona el porcentaje de riqueza, renta o consumo total (eje de ordenadas) que posee o disfruta el X% más pobre del país (eje de abscisas).

Por ejemplo, el punto en la curva de Lorenz correspondiente al 50% sobre el eje horizontal nos indica el porcentaje de la riqueza, renta o consumo que acumula el 50% más pobre de la población.

Curva Lorenz

La curva de Lorenz, obviamente, siempre pasa por el punto (0%,0%) y por el (100%,100%): el 0% más pobre del país siempre tiene el 0% de la riqueza, renta o consumo total; y el 100% más pobre de la población (es decir, la totalidad de la población), siempre tiene el 100% de la riqueza, renta o consumo total. La recta que une el punto (0%,0%) y el (100%,100%), y que forma 45 grados, se denomina Recta de Igualdad. Dicha recta sería la forma que adquiriría la curva de Lorenz si todos los hogares o individuos tuvieran exactamente la misma riqueza, renta o consumo. El extremo opuesto, formado por el eje de abscisas inferior y el eje de ordenadas del lado derecho, representa el caso en el que sólo un hogar posee toda la riqueza, renta o consumo, mientras el resto de la población no percibe nada. La curva de Lorenz casi siempre estará entre estas dos situaciones extremas, con la posible excepción de distribuciones que toman valores negativos en su tramo inferior, como en el caso de las distribuciones de riqueza.

El coeficiente o índice de Gini puede expresarse de forma matemática a partir de la curva de Lorenz a través de la siguiente ecuación, en la que X representa la proporción acumulada de la variable población, e Y representa la proporción acumulada de la variable riqueza, renta o consumo (en función de lo que se pretenda medir). Sin embargo, aunque esta formulación matemática resulta útil a la hora de realizar las mediciones, a la hora de interpretar los datos es preferible disponer de una definición más intuitiva, visual y fácil de comprender. Para ello, es más práctico entender que el índice Gini representa la ratio del área entre la Recta de Igualdad y la curva de Lorenz (denominada A en la figura anterior) sobre el área total bajo la Recta de Igualdad. Por tanto, el índice de Gini podría definirse de forma sencilla a partir de la figura anterior como: El índice de Gini se mueve en un rango entre 0 (situación en la que todos los hogares o individuos tienen exactamente la misma riqueza, renta o consumo, y por tanto la curva de Lorenz coincide con la Recta de Igualdad) y 1 (situación de máxima desigualdad, en la que solo un individuo u hogar posee o percibe toda la riqueza, renta o consumo, mientras el resto no tiene nada). En teoría, el índice de Gini podría ser superior a 1 para los casos en los que capas muy extensas de la población tengan riqueza neta negativa, pero en la práctica no ocurre.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

La desigualdad que realmente importa: la de consumo. Y también es importante la movilidad social

Por Martín Krause. Publicada el 6/3/16 en: http://bazar.ufm.edu/la-desigualdad-que-realmente-importa-la-de-consumo-y-tambien-es-importante-la-movilidad-social/

 

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, : https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

Antes de lanzarse a estudiar más a fondo la desigualad es preciso clarificar la crucial diferencia entre los tres tipos de desigualdad económica: la desigualdad de riqueza, desigualdad de renta y desigualdad de consumo

La desigualdad de consumo

El consumo se refiere a los bienes y servicios de los que disfrutamos en cada momento del tiempo para satisfacer nuestras necesidades. Sin renta es imposible consumir, pero sí es posible disfrutar de renta que no se consume, sino que se convierte en riqueza. Si todos los individuos de una sociedad disfrutaran siempre del mismo nivel de consumo, estaríamos ante una sociedad a efectos prácticos muy igualitaria, por muy divergentes que pudieran ser las disponibilidades de renta o de riqueza. De hecho, la lógica de un Estado de Bienestar providente es en parte esa: el Estado no proporciona a sus ciudadanos ni riqueza ni, en muchas ocasiones, renta: lo que sí les proporciona son bienes y servicios para su uso y disfrute (sanidad, educación, comida o vivienda gratuitas).

Son múltiples los autores que han hecho hincapié en que lo verdaderamente importante a efectos de bienestar no es la renta, sino el consumo (Bergh & Nilsson, 2012; Cutler & Katz, 1992; Slesnick, 2001; Deaton & Paxson, 1994; Krueger & Perri, 2006). La desigualdad a la que hay que prestar mayor atención, por tanto, es a la desigualdad de consumo.

La movilidad social

Junto a las medidas estáticas de desigualdad en la distribución de la riqueza, de la renta o del consumo hay que considerar, a su vez, la llamada movilidad social, esto es, los cambios que se producen en los titulares o beneficiarios de la riqueza, renta o consumo a lo largo del tiempo. Por ejemplo, imaginemos que una sociedad está compuesta por dos individuos A y B: durante los años pares,

A cobra el 90% de la renta total y B el 10%; durante los años impares, A cobra el 10% de la renta y B el 90%. Si en esta sociedad hiciéramos una foto anual de la desigualdad de renta, saldría que se trata de una sociedad muy desigualitaria (un individuo se queda con el 90% de los ingresos y el otro con el 10%), cuando en realidad sería muy igualitaria, pues cada año se alternan en la posición del otro. La movilidad social, pues, nos indica el grado en que esas desigualdades descritas por los indicadores de desigualdad son persistentes en el tiempo.

Una vez vistos estos conceptos básicos previos, las siguientes secciones se dedicarán a analizar las métricas de desigualdad para el caso de España y a compararlas con las de otros países en el contexto europeo, tanto en lo que respecta a la desigualdad de riqueza, de renta y de consumo. Se profundizar en cada uno de los apartados en lo que las mediciones incluyen y lo que omiten, para así procurar proporcionar al lector una imagen lo más realista y completa posible de la desigualdad económica en España.

 

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

¿Qué es la desigualdad? ¿De riqueza, de ingresos, de consumo? ¿De qué estamos hablando?

Por Martín Krause. Publicada el 26/2/16 en:  http://bazar.ufm.edu/que-es-la-desigualdad-de-riqueza-de-ingresos-de-consumo-de-que-estamos-hablando/

 

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, : https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

Antes de lanzarse a estudiar más a fondo la desigualad es preciso clarificar la crucial diferencia entre los tres tipos de desigualdad económica: la desigualdad de riqueza, desigualdad de renta y desigualdad de consumo

La desigualdad de riqueza

La riqueza se refiere al conjunto de activos financieros y reales que posee un hogar o persona. La riqueza que se contabiliza en las métricas utilizadas en este informe incluye propiedades inmobiliarias, vehículos, títulos de renta fija, acciones y otros títulos de propiedad sobre sociedades y capital productivo, fondos de inversión, fondos de pensiones, seguros, depósitos, saldos de tesorería y otros activos. Habitualmente  la riqueza se mide en términos netos, calculada a partir del valor de mercado de los activos y descontando el valor de los pasivos.

Medir la desigualdad de la distribución de la riqueza consiste en medir cuán desiguales son los patrimonios y las haciendas de los hogares. En todos los países del mundo, la desigualdad de riqueza suele ser muy elevada (valores del índice Gini cercanos a 1) por varios sesgos que afectan a la distribución de riqueza:

• Sesgo demográfico: las personas jóvenes suelen carecer de patrimonio porque no han tenido tiempo para acumularlo.

• Sesgo del triunfador: las personas que tienen éxito creando una gran empresa poseen mucha riqueza porque son dueños de la misma; en cambio, las personas que han intentado crearla y han fracasado carecerán de ella.

• Sesgo de la definición de riqueza: las mediciones de riqueza suelen contabilizar activos como los antes mencionados, pero otros activos importantes no se incluyen en la definición de riqueza, como por ejemplo la formación de los trabajadores (su capital humano) o el derecho a percibir prestaciones y servicios del Estado. En la sección del presente informe correspondiente a la desigualdad de riqueza se profundiza en mayor detalle sobre la implicación de este sesgo.

Es importante tener presente que el valor de la riqueza no corresponde al valor de renta presente, sino que es una estimación de rentas futuras que se espera que dichos activos generen, descontados el tiempo y el riesgo. Así, la riqueza representa una valoración virtual e incierta de unas rentas futuras esperadas. No hay que olvidar que esta valoración es una señal con un papel crucial en la coordinación económica: proporciona la información adecuada sobre cómo deben emplearse y gestionarse dichos activos para satisfacer las necesidades de los consumidores.

Por este motivo, la desigualdad de riqueza no debería ser de excesiva preocupación: la finalidad última de la riqueza es generar renta (bienes y servicios para el dueño de la riqueza) y, por tanto, lo relevante es cómo se distribuye esa renta. Con ello no quiere decirse que la riqueza no cumpla otras funciones valiosas (ostentación o seguridad económica), sino que un cambio en la distribución de riqueza que sepamos que no va a afectar a la distribución de la renta a largo plazo debería ser irrelevante salvo a efectos de ostentación.

 

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Desigualdad: ¿de ingresos, de riqueza o de consumo? El caso de España. Instituto Juan de Mariana

Por Martín Krause. Publicada el 27/1/16 en: http://bazar.ufm.edu/desigualdad-de-ingresos-de-riqueza-o-de-consumo-el-caso-de-espana-instituto-juan-de-mariana/

 

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana:

España es uno de los países con menor desigualdad real de Europa

Madrid, 25 de enero de 2016.-

  • La desigualdad de la riqueza en España está entre las más bajas del mundo
  • La desigualdad de la renta en nuestro país se halla en la media europea, una vez se corrigen los sesgos del indicador
  • El aumento de la desigualdad experimentado durante la crisis se debe esencialmente al desempleo, no a las diferencias salariales
  • La desigualdad del bienestar real de los españoles se ubica entre las más reducidas de Europa.

La creciente desigualdad entre los españoles se ha convertido en una de las mayores obsesiones de los partidos políticos, y en uno de los indicadores preferidos por los medios de comunicación para ilustrar las devastadoras secuelas de la crisis. La tesis socialmente más extendida es que España es uno de los países más desiguales de Europa y que esta expansiva desigualdad se debe al recorte de los salarios de las clases medias, dirigido a engrosar los sueldos de los altos directivos y los beneficios de las grandes empresas.

Sin embargo, tal como demuestra el Instituto Juan de Mariana en el informe de su nueva colección de ‘Mitos y Realidades’, La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, esta narración constituye un relato tergiversado e ideologizado de la realidad social y económica de nuestro país. Y es que, al contrario de lo que suele afirmarse, una lectura pormenorizada y rigurosa de las evidencias disponibles nos indica que España se halla entre las sociedades más igualitarias del mundo.

Así, el informe redactado por Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo permite dar respuesta a los siguientes cinco mitos sobre la desigualdad en España:

Mito 1: España es uno de los países de Europa con mayor desigualdad en la riqueza.

La realidad es que España es uno de los países de Europa con menor desigualdad de riqueza. El índice Gini de riqueza (2015) para España es 0,67, uno de los menores de Europa junto con Bélgica (0,63) e Italia (0,67), y muy lejos de los países europeos con mayor desigualdad en la riqueza como son Dinamarca (0,89), Suecia (0,81), Austria (0,78) o Alemania (0,78). A las mismas conclusiones se llega si se analizan otras métricas habituales para medir la desigualdad de riqueza, como el porcentaje de riqueza en manos del 10% más rico del país o la ratio de la riqueza del 20% más rico frente al 80% menos rico. El motivo principal por el que España es uno de los países más igualitarios en riqueza es que la propiedad inmobiliaria está más extendida que en la mayoría de los países europeos.

Además, en el informe se analiza el hecho de que las mediciones habituales de distribución de la riqueza, por diversos motivos, no contabilizan algunos de los activos más importantes de la sociedad y ello introduce un importante sesgo al alza en los resultados de desigualdad. Los principales son el valor capitalizado de las pensiones públicas, el valor actual de seguros y servicios estatales (sanidad, desempleo y otras rentas o servicios) y el valor del capital humano. La contabilización de estos activos mostraría que la desigualdad en la riqueza en la realidad es sustancialmente menor de lo que las métricas muestran.

Mito 2: Determinar los niveles de desigualdad de renta es relativamente sencillo y los resultados son indiscutibles: España está a la cabeza de la desigualdad en Europa.

En materia de renta, las mediciones habituales sí parecen indicar que España se encuentra entre los países con mayor desigualdad en la distribución de la renta. Por ejemplo, el índice Gini de la renta (2013) para España es de 0,34, mayor que la media de la Unión Europea (0,31) y lejos de los países más igualitarios en renta como Suecia, Holanda o Finlandia (los tres en torno a 0,25). Sin embargo, esta medición es incompleta, pues se basa en rentas estrictamente monetarias. Si se le añade el valor de los alquileres imputados, el índice Gini de la renta de España (0,297) cae a niveles intermedios de desigualdad en el contexto europeo, comparable a los de Alemania (0,288) o Italia (0,291), e incluso inferior al de Francia (0,298). Además, de acuerdo con un estudio de la OCDE, si también incluyéramos otras rentas en especie que no se contabilizan en las mediciones, como servicios sanitarios, educativos o de vivienda social proporcionados por las Administraciones Públicas, el índice Gini para España se reduciría en torno a un 20%, una reducción en la media de la Unión Europea. La conclusión es que la desigualdad de la renta real en España, si bien no es de las menores de Europa, sí es sustancialmente menor de lo que se suele expresar una vez tenemos en cuenta rentas en especie como los alquileres imputados y servicios públicos no contabilizados. Estos matices proporcionan una visión más completa de la desigualdad real de la renta en España.

Mito 3: Los causantes principales de las desigualdades en la distribución de la renta en España son las abultadas rentas del capital y la desigualdad salarial.

Adicionalmente, el informe muestra que la principal causa de desigualdad en la renta para el caso español no son las diferencias salariales ni los rendimientos del capital, sino la extraordinariamente elevada tasa de desempleo. Por consiguiente, la forma de evitar que las desigualdades sigan aumentando es acelerando la creación de empleo y, para ello, nada mejor que aliviar los impuestos y las trabas administrativas que sufren autónomos y empresarios para generar riqueza y contratar. La solución no pasa por una mayor redistribución de la renta desde el Estado, sino por facilitar el crecimiento económico.

Mito 4: España es uno de los países de Europa con mayor desigualdad en el bienestar real de su población.

Múltiples autores afirman que la forma más adecuada de medir el bienestar real de la población no es midiendo la desigualdad de la renta sino la del consumo. El análisis de los datos de la desigualdad en el consumo arroja una conclusión clara: España se encuentra entre los países europeos con una menor desigualdad en el consumo. El índice Gini de consumo (2010) es de 0,22 para España, al nivel de Suecia o Bélgica (0,22 en ambos casos), y por debajo de países como Dinamarca (0,23), Francia (0,23), Italia (0,26) o Alemania (0,27). Similares resultados se obtienen al analizar la ratio entre el consumo del 20% de la población que más consume y el 20% que menos. Además, las métricas de consumo también omiten partidas que sesgan al alza los resultados de desigualdad, como el consumo de servicios sanitarios o educativos que la población.

Mito 5: España es uno de los países de Europa con menor movilidad social.

La realidad es que España figura como un país con una movilidad social intermedia en el contexto europeo, por encima de países como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, como muestran las medidas de elasticidad intergeneracional. La movilidad social hace que la desigualdad de la renta tienda a difuminarse entre generaciones. Por tanto, la desigualdad de renta de España, incluso teniendo en cuenta los matices anteriores, se diluye a un ritmo mayor que en los principales países de Europa.

En conclusión, España es uno de los países de Europa con menor desigualdad en la riqueza y en el consumo; además, es un país con una desigualdad de la renta intermedia en el contexto europeo si tenemos en cuenta el valor de los alquileres imputados y la movilidad social.

Recursos adicionales:

  • Descargar completo el informe en este enlace.
  • Descargar la nota de prensa completa en pdf.

– See more at: http://bazar.ufm.edu/desigualdad-de-ingresos-de-riqueza-o-de-consumo-el-caso-de-espana-instituto-juan-de-mariana/#sthash.jCLWJMLO.Z2jSjwYb.dpuf

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

Banca Libre: El remedio contra los ciclos Económicos.

Por Adrián Ravier: Publicado el 31/10/14 en: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2013/10/31/banca-libre-el-remedio-contra-los-ciclos-economicos/

 

Hace unas pocas semanas, un debate que mantuve personalmente con el Presidente del Instituto Juan de Mariana, Juan Ramón Rallo, nos permitió ver dos posiciones acerca de la estabilidad endógena del mercado para ofrecer servicios bancarios. De un lado, Rallo concluía que aun bajo un sistema de banca libre, el descalce de plazos produce ciclos económcios. Del otro lado, mi posición era que el descalce de plazos se minimizaría en ausencia de intervención estatal, y entonces no habría ciclos.

El resumen de Nicolás Cachanosky puede ser útil para aquellos lectores que no siguieron de cerca debate, encontrando al cierre de ese post el intercambio de seis post comentado.

George Selgin es precisamente uno de los máximos representantes y defensores del sistema de banca libre (con reserva fraccionaria) que Nicolás y yo defendemos, y en los últimos días estuvo de visita en Madrid. En un post anterior compartimos su entrevista con el diario El Mundo acerca de algunas de sus investigaciones en el campo, pero aquí queremos compartir también la conferencia que el propio Selgin ofreció en el Centro Riojano de Madrid, invitado precisamente por Rallo y el IJM. Su presentación puede ser leída como un capítulo más en este mismo debate, la que inicia con un comentario/pregunta de Juan Ramón Rallo en el minuto 1:08:00 y se extiende en preguntas y respuestas hasta el minuto 1:20:00.

Selgin argumenta aquí que tanto la línea Rothbard/Huerta de Soto como la línea Fekete/Rallo tienen el mismo problema al asumir que ellos saben mejor que los propios banqueros qué es lo que deben hacer. Selgin dice que él es economista y como tal -y en consistencia con nuestra argumentación en el debate comentado- no nos corresponde decirle al banquero con qué encaje deben operar, ni si deben tener en sus depósitos Real Bills.

Rallo respondió que si se deja a los bancos operar libremente, entonces tenderán a operar tomando depósitos de corto plazo, pero prestando a largo plazo, lo que en definitiva generá desequilibrios que originarán ciclos económicos.

Selgin responde que Rallo está haciendo una predicción empírica, al afirmar que si los bancos se manejan en libertad, operarán de la misma forma que Adam Smith describía en 1776. Sin embargo, no hay por qué esperar esto, pues el sistema ha cambiado mucho desde entonces. Selgin termina reconociendo que no puede “probar” que no se comportarán de esa forma, pero ofrece argumentos que nos invitan a reflexionar que no necesariamente debería ser así. La Banca libre en Canadá en los años 1920 ó 1930 es un ejemplo de esto.

Invitamos a los lectores a continuación [y gracias al esfuerzo del Instituto Juan de Mariana] a escuchar atentamente la conferencia completa, o en particular estos 12 minutos como un nuevo capítulo a tan interesante debate.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.