¿Una alianza liberal?

Por Mauricio Alejandro Vázquez. Publicado el 21/3/21 en: https://www.ambito.com/opiniones/alianza/una-liberal-n5178463

«Hay algo de liberalismo en todo ese Cambiemos», le decía con humor un joven liberal a este cronista horas más tarde del hecho político que dio inicio a esta potencial alianza. Uno de los inconvenientes sustanciales que tiene este intento de formación del frente liberal, es que la sombra del espacio aún conducido por Mauricio Macri, cae sobre más de uno de los integrantes del mismo.

Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

La diada amigo-enemigo constituye la esencia de “lo político”. O al menos así lo creía el filósofo y jurista Carl Schmitt, uno de los pensadores esenciales del mundo politológico actual, de enorme influencia en parte de nuestra dirigencia política, desde su relectura por parte de la belga Chantal Mouffe y del argentino Ernesto Laclau.

Si la decisión última del político es la elección de su enemigo, la selección de quienes son “sus amigos” no es incluso menor. En tal sentido, el intento de aunar al espectro de centro derecha en una única alianza denominada al momento de su anuncio como “Vamos”, pareciera prometer que este segmento del arcoíris ideológico nacional se ha decidido finalmente a hacer política en serio. O al menos eso parecieran querer demostrar.

Sin embargo, el hecho no estuvo libre de interpretaciones, múltiples dudas y algunos traspiés significativos, incluso pocos días después del anuncio oficial.

La sombra cambiemita

“Hay algo de liberalismo en todo ese Cambiemos”, le decía con humor un joven liberal a este cronista horas más tarde del hecho político que dio inicio a esta potencial alianza. Más allá de la humorada, lo cierto es que justamente uno de los inconvenientes sustanciales que tiene este intento de formación del frente liberal, es que la sombra del espacio aún conducido por Mauricio Macri, cae sobre más de uno de los integrantes del mismo. Sin ir más lejos, y si para muestra falta un botón, en la foto de ese lanzamiento hay referentes portadores de sellos tradicionales para el liberalismo cuyos hijos no solo militan en las filas del ex Cambiemos, sino que también ocupan bancas como concejales de esa fuerza en el sur del conurbano al día de hoy a pesar de vivir bajo el mismo techo.

En tal sentido, si se analizan con atención estos orígenes políticos, los círculos de contacto, las dependencias políticas y económicas de varias segundas líneas, y de alguna que otra primera, con el macrismo y el larretismo, se vuelve complejo considerar que todo este esfuerzo representativo no termine convergiendo, de un modo u otro, más pronto que tarde, en aquello que decidan conformar los ex Cambiemos.

De hecho, en la práctica, existe una especie de esquizofrenia discursiva en todo el espacio. Por un lado, varios referentes afirman a viva voz intentar despegarse del espacio macrista debido a, según ellos, el estrepitoso fracaso que significó el gobierno comprendido entre 2015 y 2019, que propició el regreso del kirchnerismo. Sin embargo, esas mismas voces han expresado pocos días antes y algunos días después, que la unión con ese espacio en 2023 sería casi inevitable si se quiere garantizar una derrota de las fuerzas conducidas por Cristina Kirchner.

Dicho de otro modo, la conformación general de la agrupación en ciernes parece querer jugar más bien un bluff fuerte en esta primera mano de póker para avenirse a negociar con el espacio cambiemita, después. Lo cual, como decíamos en estas mismas columnas en una nota del año pasado, es el gran juego que encabeza Patricia Bullrrich, en ese otro lado de la cerca.

Tal vez para ilustrar la enorme carencia del intento, sirva la comparación con otras latitudes con las que Argentina siempre se ha referenciado. Del otro lado del atlántico, la agrupación de centro derecha VOX, muestra un camino más exitoso y orgánico con profundas diferencias con esta medusa política incipiente que parece querer formarse aquí, a pesar de la similitud ideológica que dicen representar. En tal sentido, en el partido español, no solo se destaca la presencia de varios líderes con capacidad de volverse candidatos firmes a la presidencia de este país, sino también la voluntad de consolidar un poder realmente propio y autónomo. Todo lo cual da muestras de los efectos de un liderazgo como el de Santiago Abascal, desprovisto de los vicios ególatras que suelen percibirse en nuestros armados nacionales.

Un problema de representación

Del mismo modo, sorprende la desconexión de la iniciativa con su propio electorado. Si hay algo simbólico en la política es “la foto”, acontecimiento que suele coronar los convites y propiciar mezquindades, enfrentamientos y operaciones. Si este comienzo de alianza fuese a ser analizado desde la imagen difundida en redes sociales y periódicos, lo primero que llama la atención es la disonancia entre la edad de los participantes de la misma y el núcleo valor de su propuesta ideológica.

Esta afirmación puede resultar llamativa para quien no se haya actualizado de los acontecimientos más novedosos de la política nacional, lo cual, de hecho, pareciera ser paradójicamente lo que le ocurrió a quienes armaron dicha fotografía. Uno de los hechos políticos más significativos del último tiempo ha sido la incorporación de crecientes masas de jóvenes a la militancia de las ideas liberales y/o conservadoras que solían ser patrimonio exclusivo de generaciones pasadas. Por tanto, la ausencia general de representantes de toda esa juventud no solo llama la atención, sino que aparece como un enorme gaffe inicial que no augura buenos resultados futuros. Como supo decirle a este cronista en este sentido, el actual Diputado Nacional José Luis Patiño, de diáfana procedencia liberal: “Yo soñaba con algo nuevo. Quería ver en la cancha un recambio generacional. La verdad que para hacer una alianza ´liberal´ con Hotton y Pocho Romero Feris me quedaba con Bullrich y Waldo”.

Al mismo tiempo, resulta cuando menos extraña la dispar procedencia de quienes dicen querer formar el frente. Por un lado, se encuentran reales operadores políticos con volumen propio como el mencionado “Pocho” Romero Feris, Guillermo MacLoughlin, del centenario Partido Demócrata con una militancia activa y poder real en más de una provincia, José Luis Espert, quizá el más advenedizo del grupo, pero que supo llegar al último debate presidencial y el reconocido ex ministro de economía Roque Fernández, junto a twitteros y meros “portadores de fichas”, como se le dice con esa crueldad propia que tiene por momentos la política, a aquellos que siempre aspiran a tener un sello partidario propio sin lograrlo jamás. Como dijo otro asistente al encuentro: “Quiere ponernos condiciones a nosotros que tenemos los sellos partidarios, gente que solo cuenta con el usuario y la contraseña de su Instagram”.

Es difícil pensar en una alianza sostenible en el tiempo cuando los firmantes del acuerdo cuentan con semejantes disparidades de historia, poder territorial y estructuras partidarias. Quizá sea por eso que las intenciones del encuentro no estuvieron claras siquiera para aquellos que estaban siendo protagonistas principales del mismo, como quedó demostrado pocas horas más tarde.

Ruptura precoz

A los pocos días, la alianza ya crujía con fuerza y las redes sociales presenciaban con desconcierto los llamativos cruces de acusaciones de aquellos que justamente decían estar unidos. A decir verdad, ya durante los intentos de acuerdo, Alejandro Fargosi señalaba con fastidio a propios y ajenos, la llamativa insistencia con la que uno de los jóvenes militantes del espacio conducido por Darío Lopérfido agregaba condicionamientos caricaturescos, como si con tal quisiese imposibilitar o retrasar la alianza, bajo la cubierta de estar queriendo justamente propiciarla. Más de uno terminó aquella jornada preguntándose si su conducta era resultado de su evidente falta de experiencia y ansiedad juvenil o la expresión de algún mandato foráneo a dicha mesa.

Más allá de este violento cruce virtual, del fastidio en los días venideros de Romero Feris y de las polémicas declaraciones de Ricardo López Murphy que estuvieron a punto de quebrar toda posibilidad de diálogo, lo más significativo sucedió en las últimas horas, cuando miembros del equipo de José Luis Espert se reunieron en un conocido hotel de la zona de Libertad y Santa Fe con representantes de otras fuerzas no invitadas a aquél primer convite, para cerrar acuerdos en gran medida incompatibles con las voluntades manifestadas originalmente.

Al cierre de esta nota, el destino de la alianza liberal es incierto. Hay quienes afirman que en los próximos días las novedades serán positivas para todos aquellos que de buena fe ansían con ver su espectro ideológico representado nuevamente por una fuerza política competitiva. Lo cierto es que más allá de los anuncios, de las fotos, de los tweets y de las intenciones, la conformación y el sostenimiento de una tercera fuerza a nivel nacional con tintes conservadores y/o liberales, implica niveles de recursos, formación, compromiso, audacia, abnegación y, sobre todo, carisma y liderazgo, que no parecen verificarse aún en estos conflictivos y dudosos primeros pasos.

Mauricio Alejandro Vázquez es Título de Honor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias del Estado por la Universidad del CEMA, Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella y coach certificado por la International Coach Federation. Ha trabajado en la transformación de organismos públicos y empresas. Actualmente es docente de Teoría Política, Ética, Comunicación, Metodología y administración en UADE y de Políticas Públicas en Maestría de ESEADE. También es conferencista y columnista en medios como Ámbito Financiero, Infoabe, La Prensa, entre otros. Síguelo en @triunfalibertad

Argentina se “chaviza”, para eso se hizo la cuarentena

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 4/6/20 en:  https://alejandrotagliavini.com/2020/06/09/argentina-se-chaviza-para-eso-se-hizo-la-cuarentena/

 

El chavismo y el kirchnerismo hicieron de todo con la corrupción ...

 

“Hay quienes piensan distinto a mí, incluso yo, al cabo del tiempo, pienso distinto a mí”, J.L. Borges.

El mundo vive un “estado de miedo”. A partir del partido comunista chino y la OMS -burocracia dirigida por un ex integrante del gobierno marxista de Eritrea- se instaló el terror entre el público por una “pandemia” que muestra ser, como han dicho especialistas serios como Pablo Goldsmith, otra gripe. De hecho, al Covid 19 se le atribuyen unas 420.000 muertes mientras que la OMS estima que anualmente por influenza mueren hasta 650.000 (en Argentina, son 32.000 al año).

Y el miedo provoca a la violencia que sojuzga, por eso el ¡No tengáis miedo!, con el que Juan Pablo II saludó desde la Plaza de San Pedro, al iniciar su Pontificado, en 1978, fue el lema de su trabajo. Porque sabía que el coraje es el opuesto a la violencia al punto que volteó a la URSS, sin sangre, sin guerras, con acciones pacíficas.

Con el miedo han instalado “cuarentenas” forzadas por el monopolio de la violencia estatal y los ciudadanos viven entre el temor al virus y a ser encarcelados si desobedecen el confinamiento. Y las justifican ridículamente, como el “informe” del fallido Imperial College que asegura que el confinamiento en 11 países de Europa ha evitado más de tres millones de muertes. Un verdadero acto de ciencia ficción o de ficción ciencia.

Por su parte, economistas como Juan Ramón Rallo, sin que le importe el derecho humano de la libertad, dice que muchos pensarán “que han sido las medidas de distanciamiento físico decretadas por el Gobierno las que han hundido la economía… En ausencia de imposiciones gubernamentales, dirán, tal vez el número de muertos hubiese sido mayor, pero buena parte de la economía seguiría en funcionamiento… conclusión… esencialmente errónea: incluso sin medidas de distanciamiento físico impuestas… los propios ciudadanos las aplicarían… hundiendo… la actividad económica…”.

En primer lugar, no hay evidencia de que “el número de muertos hubiese sido mayor” sino lo contrario. Pero lo importante es que, aun si los ciudadanos aplicaran las mismas medidas voluntariamente, cosa que dudo que hicieran de no ser por el pánico difundido desde los gobiernos, la diferencia sería fundamental: en un caso es la violencia del Estado que reprime al mercado, en el otro es el mercado que busca su desarrollo y equilibrio.

Esta violencia, estas cuarentenas, han producido daños globales enormes y los desnutridos aumentarán en cientos de miles. En Argentina, por caso, el Estado se ha agrandado siendo su última acción la intervención y futura expropiación de Vicentin, la mayor comercializadora de soja, que es una de las mayores exportaciones del país, como el petróleo para Venezuela.

Como señalan I. Cachanosky y A. Etchebarne, “la palabra expropiación en los labios de un gobierno que ha elogiado… (a) Maduro… genera honda preocupación… no es la primera empresa expropiada, y lo más grave es que probablemente no será la última”.

José Luis Espert, destacado economista y político, escribió que el presidente “dijo con toda claridad que quieren… asegurarse la soberanía alimentaria”. Según Víctor Salmerón, en 2007, Chávez anunció la “soberanía alimentaria”, y hasta 2012 el Estado tomó el control de 26 empresas en el sector de alimentos y fundó compañías de helados, sardinas y atún, expropió silos, centros de acopio y seis millones de hectáreas.

La tendencia en Argentina es hacia el chavismo, mas allá de la ideología, por la misma inercia, porque con la cuarentena se ha agrandado enormemente el Estado mientras se destruye al sector privado y, en un círculo vicioso, a medida que las empresas privadas vayan quebrando, siguiendo la misma ideología serán expropiadas y Estado tendrá el peso, y el autoritarismo, del venezolano.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

El voto liberal, en la encrucijada

Por Enrique Aguilar: Publicado el 26/7/19 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/el-voto-liberal-en-la-encrucijada-nid2271251

 

Es factible que el intento de sacar a José Luis Espert de la competencia electoral haya sido una maniobra artera, pero sin sentido. Con fórmulas presidenciales ya acordadas y listas únicas de candidatos a cargos legislativos, el 11 de agosto no tendremos verdaderas primarias. Solo sabremos quiénes alcanzan el piso del 1,5% de los votos requeridos para los comicios de octubre. De este modo, con Espert fuera de juego, lo único que se hubiera logrado es burlar las preferencias genuinas y la voluntad de no pocos electores, especialmente jóvenes, que, por las razones que fueren, cifraron en el economista liberal sus expectativas hacia el futuro manifestando asimismo su descontento presente.

También resulta cuestionable que el propio Espert, como referente del liberalismo, asimile sin más el gobierno de Macri al de CFK. Por ejemplo, cuando en un programa de televisión abierta afirmó días pasados que «habría que frotar la lámpara» para saber cuál fue peor que otro, como si se tratara de una obra en dos actos. De la misma manera, al ser consultado enseguida sobre un eventual ballottage entre Macri/Pichetto y Fernández/Fernández, prefirió no expedirse escudándose en el carácter secreto del voto. Dos gestos de una gran irresponsabilidad política en estas horas cruciales para la historia de nuestro país.

Todavía cuesta digerir la complicidad de varios liberales latinoamericanos con las dictaduras y los regímenes represivos que asolaron a la región en los sesenta y setenta, o su indiferencia frente a los crímenes perpetrados por el terrorismo de Estado, que ningún apóstol de liberalismo clásico hubiera podido convalidar. Recuperada la democracia, como se recordará, otra generación de liberales volvería a renegar de las fuentes (de Locke, Montesquieu, Smith, Madison, etc.) cuando, en nombre de la apertura económica y una política de privatizaciones que mayormente resultó en un traspaso de monopolios públicos a monopolios privados, consintió durante los noventa el gobierno por decreto, el «robo para la corona», la frivolización del poder, la falta de control legislativo y la existencia de una Justicia cooptada.

Ciertamente, no es este el caso de Espert, un hombre inteligente, valiente y de convicciones firmes (todo lo contrario, pues, de algunos inescrupulosos que cambian de filas como de corbata deshonrando su profesión), quien difícilmente asociaría ninguna de aquellas experiencias con el liberalismo. Sin embargo, retacear una respuesta sobre un posible ballottage entre las dos principales candidaturas supone, quiérase o no, una forma de subestimar la gravedad de lo que vivimos durante la llamada década ganada: la corrupción institucionalizada, la persecución al periodismo independiente, los magistrados comprados, la confrontación fomentada desde la retórica oficial, el servilismo, el escrache y otros tantos hechos oprobiosos que exceden la mala gestión económica y son en un todo incompatibles con los principios más elementales de la filosofía liberal.

El gobierno de Macri cometió demasiados yerros como para que el enojo de amplios sectores de la población no resulte comprensible y justificado. A la vista están las promesas incumplidas, la inflación, el aumento de la pobreza, el desempleo, la voracidad fiscal y el endeudamiento mayúsculo que afrontamos. Y por supuesto la actitud sectaria de algunos funcionarios que, a fuerza de voluntarismo y arrogancia («fatal arrogancia», la llamaría Hayek), subestimaron la realidad dejándonos a las puertas de un fracaso histórico.

Así y todo, aunque debamos resignar la potestad de hacer valer nuestra independencia para votar en una dirección que no nos complace, la perspectiva de una segunda vuelta no deja lugar para las vacilaciones ni para frotar ninguna lámpara. «A ellos les dejamos el silencio», dijo una vez la expresidenta. Es de prever que ni eso nos dejarán esta vez. La reforma judicial y la Conadep del periodismo parecen por ahora aspiraciones delirantes. Pero no seamos ingenuos, pues todo cabe en la imaginación K. Fueron por todo, se quedaron con mucho y vendrán probablemente por más. El voto liberal tiene la oportunidad de contribuir a evitar ese desenlace.

 

Enrique Edmundo Aguilar es Doctor en Ciencias Políticas. Ex Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la UCA y Director, en esta misma casa de estudios, del Doctorado en Ciencias Políticas. Profesor titular de teoría política en UCA, UCEMA, Universidad Austral y FLACSO,  es profesor de ESEADE y miembro del consejo editorial y de referato de su revista RIIM. Es autor de libros sobre Ortega y Gasset y Tocqueville, y de artículos sobre actualidad política argentina.

LA RESURRECCIÓN DEL LIBERALISMO EN ARGENTINA

Por Iván Carrino. Publicado el 3/5/17 en: https://elliberal.igdigital.com/2017/05/03/la-resurreccion-del-liberalismo-argentina/

 

Después de años de populismo y demonización de las ideas liberales, en Argentina somos testigos de su resurgimiento.

Las canciones de amor suelen tener algo en común. Por lo general, cuentan la historia de una persona que, solo cuando perdió a su ser amado, se da cuenta de lo que realmente lo valoraba. La tristeza, en ese marco, pasa por pensar cuán diferente hubiera sido todo si le hubiese dado a esa persona la importancia que tenía. Con la libertad pasa algo similar.

Recientemente fui invitado a disertar en un evento organizado por la Fundación Club de la Libertad, de Corrientes. En el marco del mismo evento, ofrecieron interesantísimas charlas el politólogo Agustín Laje, el filósofo Gustavo Hasperué, el diputado nacional José Luis Patiño y la también politóloga y activista venezolana, Valeria Denisse Lozano.

Valeria es representante en Buenos Aires de Vente Venezuela, el partido político que dirige María Corina Machado, una de las más férreas opositoras al régimen de Maduro y quien primero alertó del inevitable camino a la dictadura que iba a transitar el chavismo socialista.

Una de las cosas que me llamó la atención de su alocución fue la indicación de que Vente Venezuela era el primer partido de corte liberal de toda la historia venezolana. Es decir, hubo que esperar que el chavismo invadiera todos los ámbitos de la propiedad privada y que llevara al país al colapso para que emergiera una fuerza verdaderamente liberal.

Cuando tuve la oportunidad, le comenté que en Argentina había sucedido algo similar. Y hoy me animo a reafirmar que nadie ha hecho más por las ideas de la libertad en Argentina que los dos períodos de gobierno kirchnerista. Es que, como en las canciones de amor, a veces solo nos damos cuenta de la importancia de la libertad una vez que ésta se pierde.

El kirchnerismo fue un proceso político y económico enmarcado en el auge del “Socialismo del Siglo XXI”. A diferencia de los socialismos del pasado, el del Siglo XXI ya no buscaba derrocar a la “democracia burguesa” y sustituirla por la dictadura del proletariado de manera violenta, sino que intentó socavar las bases de la democracia liberal “desde adentro”.

La economía K

En términos económicos, el kirchnerismo incrementó el gasto público a niveles siderales –nada menos que del 26,6% al 47,1% del PBI-, incurrió en déficits fiscales crónicos y crecientes, generó una de las inflaciones más altas del mundo y, para colmo de males, hiperreguló al sector privado, terminando por asfixiarlo.

Los resultados de la parafernalia intervencionista son estremecedores. Una economía estancada por 5 años, alta inflación y deterioro del poder de compra. Además, una pobreza que cayó desde los elevados niveles de la “post-convertibilidad”, pero que quedó estancada en niveles altos, creciendo año tras año durante el segundo gobierno de CFK. Hoy en día 3 de cada diez argentinos son pobres y la bomba que dejó el kirchnerismo todavía no termina de desactivarse.

Más estado, menos libertad

El avance del estado sobre la economía tuvo su correlato en las libertades individuales, tal como lo predijo Friedrich A. Hayek en su obra magna Camino de Servidumbre, publicada en 1944. El gobierno abusó de la cadena nacional, escrachó opositores públicamente, restringió la libertad de prensa y hostigó a todos los considerados opositores políticos con controles impositivos y otros artilugios legales.

Por si esto fuera poco, llegó a perseguir judicialmente a quienes publicaban índices con estadísticas de precios, algo que no hubiera ocurrido jamás si el ente estadístico oficial hubiese publicado cifras confiables. En resumen, todo mal.

Ahora bien, a toda acción suele corresponder una reacción, y es esto lo que estamos viendo en la actualidad. A fines de 2015, la gente expresó en las urnas la voluntad de cambio. Incluso si hubiera triunfado la opción peronista, se trataba de un populismo más mesurado, algo que se evidencia en las palabras de los referentes económicos del candidato Scioli, quienes celebran hoy las reformas emprendidas por Macri.

El liberalismo a primera plana

Pero eso no es todo. En la actualidad, no pasa un día sin que exponentes de peso y con sesudos argumentos en defensa de la libertad en todas sus formas, participe de un programa de televisión, radio o medio escrito.

Algunos economistas son los que tienen más protagonismo. Entre ellos, cabe destacar el enorme trabajo de José Luis Espert, quien recientemente publicó su primer libro, La Argentina Devorada. Otro economista que está haciendo furor es Javier Milei, que con profundos argumentos y un carácter visceral, defiende sin tapujos la libertad económica.

Por el lado de los no economistas, debemos destacar al mencionado Agustín Laje y también a Gloria Álvarez, la politóloga guatemalteca, furor en redes sociales, que defiende la economía de mercado a capa y espada. Por último, y junto a ella, hay que mencionar el trabajo incansable de la Fundación Libertad y Progreso, quienes están detrás de videos famosos, muchos de los cuales protagoniza Álvarez, y otros que tienen a su director general, Agustín Etchebarne, como cara visible.

Obviamente, esto no hubiera sido posible sin el trabajo de años en defensa de la libertad de una innumerable cantidad de personas y fundaciones, como Alberto Benegas Lynch (h), Roberto Cachanosky, Martín Krause, José Benegas, la Fundación Libertad de Rosario, la Fundación Bases, los periodistas Mariano Grondona y Pablo Rossi, el profesor Juan Carlos Cachanosky y muchos otros nombres que merecen reconocimiento.

Algo está cambiando en la cultura argentina, así como en América Latina. El liberalismo ya no es una mala palabra y, de hecho, está empezando a recuperar su buena reputación.

Esperemos que la tendencia continúe y se refuerce. Después de todo, como decía el filósofo marxista Antonio Gramsci, “tomen la cultura… el resto se dará por añadidura”.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

No, no tenemos que financiar el cine nacional

Por Iván Carrino. Publicado el 21/4/17 en: http://www.ivancarrino.com/no-no-tenemos-que-financiar-el-cine-nacional/

 

La crisis en el INCAA abrió el debate sobre la necesidad de cobrar impuestos para subsidiar la producción de cine nacional. En esta nota, explico por qué dichos impuestos deberían eliminarse.

Argentina es un infierno fiscal. Pagamos 96 impuestos diferentes y la presión tributaria subió nada menos que 16 puntos del PBI en los últimos 14 años. Toda esta gigantesca y pesada maraña tributaria responde a un gasto público desmadrado que apunta no solo a pagar salud, educación y seguridad, sino todo tipo de subsidios y una administración pública ineficiente.

El infierno fiscal que es Argentina debe ser desterrado. El país necesita menos impuestos para crecer y volverse competitivo. Sin embargo, toda vez que aparece una propuesta en este sentido, los grupos de interés beneficiados por los impuestos y los subsidios hacen lobby para que no avance.

El último ejemplo es el del INCAA. A raíz de la desvinculación del ahora ex director Alejandro Cacetta, se puso en discusión la financiación del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.  Según trascendidos, una propuesta elevada  por FIEL a las autoridades sugeriría eliminar el impuesto del 10% a las entradas de cine que, dado que es “de asignación específica”, se cobra con el objetivo de financiar las actividades del Instituto.

A raíz de esta situación, muchos actores y miembros de la industria del “cine nacional” se pusieron en campaña para defender la existencia del INCAA, prevenir una eventual reducción de su financiamiento y discutir la idea de que se trate de un fondo que viva de los impuestos.

Costos dispersos, beneficios concentrados

La reacción de los involucrados no debería sorprendernos. Ya la escuela de la Elección Pública nos alertaba sobre el fenómeno de los “costos dispersos” y los “beneficios concentrados” de los impuestos y los subsidios. Dado que el gasto total presupuestado del INCAA es de $ 2.855 millones, se trata de una suma casi insignificante cuando la dividimos por el total de la población. $ 71,4 por año no genera ningún incentivo para que la gente se movilice y pida la reducción del impuesto particular. Sin embargo, recibir $ 2.855 millones al año sí genera incentivos para que la minoría beneficiada con este dinero haga lobby y campañas para no perder su tajada.

Los costos de financiar el “cine nacional” están dispersos entre la población. Los beneficios están concentrados en el INCAA y sus artistas favorecidos.

El dinero del INCAA sí sale de los impuestos

El argumento que utilizan quienes no quieren “desfinanciar el cine nacional” es que el INCAA no es financiado con impuestos. Un mensaje que se viralizó en internet llevaba por título esta misma frase y sostenía que “el dinero [del INCAA] no sale de los impuestos de la gente”.

El dato es falso y puede corroborarse al mirar el presupuesto del propio instituto.  Entre sus recursos, se encuentran: el “Impuesto AFSCA”, el “Impuesto CINE”, el “Impuesto Video”, el “Impuesto INTERNET” y los “Aranceles sobre Copias de Películas Extranjeras”. Entre todos estos impuestos, se acumula un monto total de $ 1.570 millones, 55% del presupuesto. Para completar el total, aparecen aportes de las provincias, de la administración central y también del Tesoro. Es decir, más impuestos, solo que no son de asignación específica.

No existe ninguna partida de recursos que indique siquiera remotamente la financiación con “Aportes Privados”. En conclusión, el INCAA sí se financia con los impuestos que paga la gente.

Desfinanciar al cine es financiar otros consumos

Por otro lado, la consigna de “desfinanciar al cine” frente a la eventual eliminación del impuesto a las entradas esconde que la existencia actual del impuesto está “desfinanciando” otros consumos. Dado que el gobierno toma dinero coactivamente del bolsillo de la gente para fomentar producciones de origen nacional, esto resta recursos para asignar a aquello que los ciudadanos libremente hubieran elegido consumir. Son $ 71,4 por persona que los argentinos podríamos elegir cómo gastar pero que el gobierno decide gastar por nosotros en el INCAA. Recordemos: si “desfinanciar el cine” implica bajar impuestos, entonces se “financiará” otro consumo, pero con la diferencia que éste será elegido libremente por el consumidor.

Una última cuestión en relación al fomento de la industria de local es la siguiente: ¿Por qué tenemos, siquiera, que subsidiarla? ¿Acaso subsidiamos a los shoppings, acaso subsidiamos a los contadores, los odontólogos o los productores de maíz? Por lo general, las actividades productivas funcionan en un entorno de mercado y si son deseadas por el público consumidor, subsisten y generan ganancias: ¿cuál es la excepción a esta regla que tiene el cine nacional? Como bien se preguntaba José Luis Espert en su cuenta de Twitter“¿No hay nadie en este país que no pueda hacer nada sin apoyo del Estado?”.

Financiemos, pero de manera voluntaria

A esta pregunta le agrego que de ninguna manera es cierto que no pueda haber producciones nacionales sin apoyo del estado. Pero si ese fuera el caso, que así sea. La alternativa es violentar la voluntad de consumidores y productores en favor de una casta privilegiada que se esconde bajo la bandera de la “industria cinematográfica nacional”.

Para terminar, vuelvo al título de la nota. Los argentinos sí tenemos que fomentar el “cine nacional”, pero de manera voluntaria y en la medida que lo que éste tenga para ofrecer cumpla con nuestros gustos y preferencias.

Si la única forma que esta industria tiene para sobrevivir es el gasto público financiado con impuestos, entonces tenemos que repensar si es necesario siquiera que exista.

 

Por Iván Carrino. Publicado el 12/4/17 en:Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

Brasil, el tren que Argentina perdió

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/5/16 en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/brasil-tren-que-argentina-perdio_310569

 

 

Derecha e izquierda son palabras que hoy no definen casi nada, cambios de discursos y amigos, pero poco de políticas reales. Sea como fuere, dos grandes “giros hacia la derecha” se dieron en América Latina: en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri y en Brasil con la caída de Dilma Rousseff. Mario Vargas Llosa, mostrando otra vez que es un eximio escritor, pero un pobre político con floja formación y mal asesorado, afirmó que: «América Latina necesita un liderazgo que podría ocupar la Argentina».

Y los hechos muestran que, en todo caso, Argentina pierde el tren y el líder será Brasil. Macri ha dicho siempre que quiere un Estado fuerte y lo está logrando, el problema es que el Estado moderno es el monopolio de la violencia -con el que impone sus leyes- y la violencia siempre destruye.

Casi todos los índices y tendencias en Argentina son negativos. Baja el consumo y la producción industrial, aumenta la pobreza y la desocupación, la inflación llega al disparatado 40% anual, en base a datos de la OCDE, debido al desbocado gasto estatal, la presión impositiva supera el 34% del PIB y sube a un ritmo del 35% y no alcanza para bajar el gigantesco déficit fiscal que el académico José Luis Espert estima en el disparatado 7,6% del PIB para este año, contra el 7,1% del 2015.

Y las libertades decaen. Ahora, uno de los problemas más graves de Argentina es el “vaciamiento intelectual”. Hijo de un rico empresario, “exitoso”, y opositor a las medidas ultraestatistas del gobierno anterior, Macri convenció a muchos “partidarios del libre mercado” de que su gobierno iría en ese sentido, a tal punto que hoy casi todos los think tanks “liberales” lo apoyan mostrando una notable flojedad intelectual.

Al punto que cuando el gobierno propone obligar a los niños de tres años a asistir a la escuela, nada dicen al respecto. No se trata de educar o no, sino del hecho de forzar a niños pequeños. Me recuerda a sistemas totalitarios, como el estalinista. Con este apoyo de los “partidarios del libre mercado”, cuando el gobierno caiga, será difícil convencer a la opinión pública de que el fracaso no se debió a la naturaleza del mercado.

Cruzando la frontera, las cosas van en otra dirección. Destacados operadores de mercado -como el director de investigaciones para América Latina de Goldman Sachs- calificaron como «dream team» al equipo del ministro de Hacienda que acompaña al presidente interino, Michel Temer, del Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), de centro derecha.

Proponen recortar el gasto público y el sistema de pensiones y desregulación laboral, medidas que habían anticipado en el “Programa Puente para el futuro” realizado por el PMDB en 2015 y apoyado por la federación patronal de Sao Paulo. Analizan, también, la incorporación del sector privado a empresas estatales como Correos y Casa de la Moneda, según informó O’Globo, y la venta de las participaciones que el Estado tiene en unas 230 empresas. Luego, intentarían desmantelar parcialmente el gigantesco BNDES, competidor de la banca de Wall Street, y privatizar la petrolera Petrobras.

Habrá que ver hasta dónde llegan, dado el caos político. Pero al contrario de Macri, van por el achicamiento del Estado -del monopolio de la violencia- de modo que podrían destruir menos, creciendo Brasil y destacándose como líder de América del Sur.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.