Los controles de precios no funcionan, y suelen tener consecuencias negativas para la población, como lo prueba una experiencia de cuatro mil años, desde los sumerios hasta Nicolás Maduro
FOTO: MARÍA JOSÉ LÓPEZ EUROPA PRESS
Escuché en La Brújula de Onda Cero unos cortes que puso Juan Ramón Lucas con declaraciones de dos destacados políticos progresistas sobre la inflación.
El diputado Jaume Asens, presidente de Unidas Podemos, afirmó que la inflación no se reduce con más destructores en Rota sino subiendo los salarios y aumentando el gasto público en «medidas sociales». Fue incapaz de explicar cómo esas medidas frenarán el alza de los precios, y tampoco cómo se logra enriquecer a la gente empobreciéndola con más impuestos, que eso es lo que significa subir el gasto público.
A continuación, escuché al también diputado Íñigo Errejón, presidente de Más País, que coincidió en la receta intervencionista, pidió más gasto público (pasando por alto, como siempre, el destino aciago de quienes van a ser forzados a financiarlo), y sostuvo seriamente que para bajar la inflación hay que controlar los precios, concretamente los precios de la energía, los alquileres y los productos de primera necesidad.
Los controles de precios no funcionan, y suelen tener consecuencias negativas para la población, como lo prueba una experiencia de cuatro mil años, desde los sumerios hasta Nicolás Maduro, pasando por numerosos países, desde los comunistas hasta la dictadura franquista, a la que estos pseudoprogresistas dicen aborrecer.
El análisis de la inflación está viciado por este pensamiento fantástico que no considera la responsabilidad de los políticos. Por ejemplo, leí en «Público» este titular: «la práctica totalidad de las autoridades económicas y monetarias han declarado al IPC el enemigo público número uno», como si las políticas expansivas de esas mismas autoridades no tuvieran nada que ver con la cuestión. Y así siguiendo, indefinidamente desvariando con que los empresarios causan la inflación, o que todo se debe a una conspiración contra el Estado benefactor.
Ahora bien, 17 personas apoyaron a Joe Biden cuando planteó un enorme incremento del gasto público y los impuestos, alegando que ello mejoraría el crecimiento y moderaría la inflación. No eran periodistas, ni políticos. Eran 17 premios Nobel de Economía. Cierto es que podemos encontrar 17 colegas que sostengan la opinión contraria, pero nunca cabría acusar a los Nobel intervencionistas de ignorantes.
La ignorancia, como decía Ortega, no es mala, y todos ignoramos cosas que nuestra vecina está harta de saber. Lo malo no es no saber: lo malo es creer que sabemos y estar equivocados.
Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun
La tensión consular con China podría llevar a Wall Street a perder otro 6%, según analistas, y lo mismo para Europa. Y, aunque parezca que las elecciones en EE.UU. están lejos, empiezan a incidir y Joe Biden lleva una ventaja de 9 puntos. Las probabilidades de una hegemonía demócrata en la Casa Blanca, el Senado y los Representantes son del 62%, el 61% y el 85%, respectivamente. Lo que llevaría, inicialmente, a descensos del orden del 7% adicionales, aunque luego se estabilizaría ya que, como muestra el cuadro, Wall Street no teme a los demócratas:
Como señala Michael Kramer,dada la gran liquidez y las bajas tasas los inversores argumentaban que no hay alternativa a las acciones, pero la historia ofrece un relato diferente. Las bajas tasas de interés no producen subas, las ganancias sí.
La relación precio-beneficio (PER) a plazo de un año para el S&P 500 ha aumentado recientemente hasta 19,8, su cota más alta desde abril de 2002 cuando dicha relación se contraía tras el estallido de la burbuja dot.com llegando a cerca de sólo 9 en 2009. Después, la Fed recortó las tasas tras la recesión de 2009, y el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años(TNX) se desplomó y desde entonces la relación precio-beneficio comenzó a expandirse, casi duplicándose hasta 18 de diciembre de 2017.
Como se ve en el pasado la bajada en las tasas no siempre han coincidido con un aumento del PER. Parece ser que la dirección de las tasas de interés puede tener poco —si es que algún— peso. Y parece que hay otra manera de que el PER suba más allá de un entorno de tasas a la baja.
Lo que parece importar más son las ganancias reales en sí, con un crecimiento de ganancias más alto y rápido que estimule la expansión del PER. La correlación parece ser increíblemente estrecha cuando se mira a simple vista, con este gráfico que muestra la relación precio-beneficio del S&P contra el beneficio acumulado por acción.
Así las cosas, ahora aun con las tasas a la baja, el S&P 500 podría enfrentarse a un fuerte declive dada las caídas en las ganancias.
En cuanto al Nasdaq, parece muy sobrevalorado (su PER es de 33, el doble que hace 18 meses), a pesar de los resultados trimestrales que han sido llamativos, y sus acciones corren el riesgo de tener su peor rendimiento relativo durante la temporada de ganancias en una década, por debajo del S&P 500 en 3 puntos porcentuales.
Esta semana es probable que traiga más noticias cuando Facebook Inc., Apple Inc., Amazon.com Inc. y Alphabet Inc. (Goolge) reporten ganancias. Junto con Microsoft Corp., (el FAAMG) estas compañías representan el 22% del S&P 500.
Las acciones de FAAMG subieron 29% este año, mientras que el resto cae 0,5% para todo el S&P 500. En el mes previo a la temporada de informes, el Nasdaq 100 había vencido al S&P 500 en 10 puntos porcentuales, el mejor desempeño previo a las ganancias desde al menos 2009. Sin el FAAMG, la pérdida del 0,5% del S&P 500 para 2020 sería del 5,4% y, si sus acciones cayeran un 10%, para mantener la estabilidad, las 100 acciones de S&P 500 inferiores tendrían que aumentar en 90% colectivo.
Entre tanto, el Bitcoin está teniendo uno de sus periodos más estables a medio plazo de su historia aunque, dada su proverbial volatilidad, nadie sabe qué puede pasar.
Situación técnica del Bitcoin
En fin, al “dinero helicóptero” de la Fed, se le suma el reciente plan keynesiano europeo -el mayor plan de inversión estatal en Europa de la historia- insólitamente liderado por la canciller alemana.
Con todo esto, como habíamos anticipado, la vedete es el oro, que ronda los US$ 1899/onza a un paso de superar su precio máximo histórico de 2011, y algunos analistas creen que llegaría hasta los US$ 2.200 a fin de año. A las cuarentenas, el keynesianismo inflacionario, las tasas bajas se suman las restricciones de oferta debido a los confinamientos. Para muchos analistas, el aumento del oro y de otros metales como la plata y el cobre inicia una trayectoria positiva a largo plazo.
En tanto en Argentina, caen los recursos tributarios y aumenta el gasto público logrando un déficit fiscal primario en el primer semestre del año del 3,3% del PBI, así el desequilibrio fiscal total superará el 8%. En los últimos tres meses el financiamiento del gasto público primario se hizo en un 52% con recursos tributarios y en un 48% con asistencia del BCRA al Tesoro, emisión monetaria.
A la vez, la cuenta corriente no es superavitaria y el stock de dólares del BCRA es magro y en descenso. Estatismo que va camino de empeorar: el “plan 60 medidas” que prepara el gobierno parece “un subsidio para cada problema”. Así las cosas, Argentina no tiene solución ni siquiera en el mediano plazo porque, aun suponiendo que gane la centro derecha, lo cierto es que su plan es una especie de macrismo -de hecho, festejó a Macri y aseguró que con la economía crecería- inviable desde que supone cortar gastos sin antes una fuerte desregulación de la economía y el mercado laboral, lo que provocaría una desocupación políticamente explosiva.
Así las cosas, en este país -salvo excepciones y cisnes negros que siempre hay- solo queda irse al blue, ni siquiera son recomendables los Cedears por la inseguridad jurídica y porque el CCL atrasa respecto al blue. Obviamente, los brokers argentinos van a ver las bondades de las inversiones desde aquí.
Para decirlo rápidamente, hay dos tipos de inversores el común, conservador, y el “trader” -por llamarlo de algún modo- el que sigue al mercado todos los días. Aunque no hay estadísticas al respecto, a la larga un bajo porcentaje de los “traders” logra ganar más que los conservadores, y muchos pierden más.
Los brokers argentinos dirán que –gracias al arreglo por la deuda, arreglo ocioso porque Argentina en el futuro podrá pagar poco y nada- la semana pasada los ADRs saltaron hasta 15,5%, el de Loma Negra, que el S&P Merval trepó 9,1% (en el mes 25,6%, el año 16,6%), y los títulos en dólares el 5%.
Como digo, esto pudo funcionar para los “traders” la semana pasada, pero quiero ver cómo les va en el mes. Y no funcionó para el conservador. Desde que comenzó el año, mientras que el blue sube 79% y el oro 21% en dólares, el ADR de Loma Negra pierde 29%, el de Galicia cae 24% siendo el de Mercado Libre -gran excepción- el único que subió, 63%. Mientras que los inmuebles caen 4%, en dólares, en lo que va de 2020, el Bonar 2024 avanza 50% en pesos, el CCL 58% y dólar oficial 20%.
Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini
Que la política concreta ha sido muchas veces el lugar del asesinato, las mentiras, y todo cuando se pueda por llegar al poder, lo sabemos desde que el mundo es mundo. Pero al menos hubo un momento donde un código de caballeros unía a los demócratas y republicanos. Eran las épocas de los debates entre un Kennedy y un Nixon, o Al Gore diciendo a todo el mundo que aceptaría la resolución de la Suprema Corte porque “este es nuestro sistema”.
Pero la ideologización extrema del Partido Demócrata ha llegado a tales extremos, es tan evidente que ni siquiera están dispuestos a aceptar un resultado electoral, igual que sus epígonos latinoamericanos, y que las desesperadas mentiras y campañas que organizan –sólo les falta lisa y llanamente el asesinato político- llegan a niveles vergonzantes.
Ya lo hicieron en el caso del Juez Kavanaugh, tema al cual ya le dedicamos un largo comentario[1]. Ahora, desesperados por el triunfo de Trump, inventaron un impeachment. Era el paso anterior a contratar un sicario para asesinarlo, así que los miembros del Servicio Secreto van a tener que estar muy cuidados de aquí en más. Desesperados, inventaron un supuesto chantaje o presión de Trump al presidente de Ucrania, cuando nada en la transcripción indica tal cosa; a lo sumo, una imprudencia, como mucho, que revela por lo demás las tropelías de Joe Biden.
¿Qué autoridad moral tiene alguien en los EEUU actuales, lamentablemente, para decir que “nadie está por encima de la LEY”?Law es precisamente ese conjunto de derechos individuales que presidentes y congresistas se han dedicado últimamente a violar, republicanos también. Si conocieran el sentido que la noble palabra “law” tiene en Hayek, se darían cuenta. Pero no, ahora parece que son todos inmaculados, desde los Clinton y sus mafiosas relaciones con el Deep State, hasta Obama que, por lo demás, como dice Julio Shiling, “…le dijo en 2012 al líder titular ruso, Dimitry Medvedev, frente a un micrófono abierto, que tendría “más flexibilidad” después de las elecciones presidenciales en los EE UU para considerar descartar el proyecto del escudo de defensa antimisiles que protegería a Ucrania, Polonia y otras democracias del área. Esto era algo que Rusia quería mucho. ¿No abusó Obama del poder al enviarle este mensaje a Putin invitándolo a que el líder ruso lo favoreciera en su reelección? Obama no sólo abandonó el plan de sistema antimisiles, sino rehusó mandarle a Ucrania ayuda letal cuando Rusia invadió Crimea. ¿No fue esto un abuso de poder que tipifica un quid pro quo?”[2]
Que Trump es muy tosco, que no entiende bien el tema de la libre importación, que debería tener otra política de inmigración, etc., es obvio. ¿Pero quién tiene autoridad moral para decirlo? ¿Quién antes de él eliminó todos los aranceles? ¿Quién antes que él suspendió la diferencia entre inmigración legal e ilegal? Nadie. ¿Por qué se presentan ahora todos como santos angelitos?
La respuesta es muy simple: porque están desesperados para eliminarlo, de cualquier modo, porque son unos autoritarios que en fondo han abandonado el pacto político originario de los EEUU. Por eso es falso que el discurso de Trump sea esencialmente nacionalista. Porque en gran parte de sus discursos, cuando Trump cita a los Founding Fathers, a la Declaración de Independencia, a la Primera Enmienda, y todo ello para defender las libertades de religión, de educación, de asociación, etc., (Y EL DERECHO A LA VIDA) él no está invocando, a pesar de él tal vez, “America first” sino “all men are created equal…” LO CUAL ES PRECISAMENTE LO QUE LOS AUTORITARIOS DEMÓCRATAS quieren eliminar: LA TRADICIÓN LIBERAL CLÁSICA Y LIBERTARIA DE LOS EEUU. Ya lo están haciendo hace mucho, pero ante este imprevisto llamado Trump, su desesperación se ha evidenciado: desde las caras y gritos de odio desencajados de Ocassio Cortéz y las pro-iraníes Omar y Tlaib, hasta los llamados a la agresión física por parte de Maxime Walters, todo es un circo romano autoritario que está minando las bases institucionales de los EEUU (a lo cual varios republicanos antes de Trump han colaborado, nobleza obliga).
Aún no lo lograron. Pero no soy optimista. Así como Ratzinger fue en su momento un muro de contención contra lo más terrible del comunismo dentro de la Iglesia, así lo es hoy Trump en los EEUU, hasta que ese muro se rompa, porque las corrientes culturales son a veces incontenibles, y si eso no se revierte, será el regreso hacia épocas muy bestiales de la historia.
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación. Publica como @gabrielmises
Algunos me dirán: ¿vos sí? Bueno, soy humano y estudio a Freud. Sobre lo primero me dirán que no, que soy marciano, y sobre lo segundo me dirán: ¡peor para vos !!!!!!!!!!!!!!! Bueno, veremos.
Ciertos acontecimientos recientes me siguen haciendo reflexionar sobre la época en la que vivimos.
Se suponía que entendíamos la sexualidad, que la aceptábamos, que no la rechazábamos como algo horrible y culpógeno como en épocas anteriores.
Pero cuando veo que Joe Biden es acusado de sexual harassment por una escena como esta, acusación que fue negada por la misma mujer de la foto, me pregunto si realmente es así.
La pregunta es si ese gesto, esas manos sobre los hombros, tiene intención sexual o no.
Yo comprendo que ahora debemos tener más cuidado en nuestras expresiones de afecto, NO por miedo a las de me too, sino porque SIEMPRE hay que ser caballero y tratar como una dama a una mujer. Es más, todo el judeo-cristianismo, tan denostado por el feminismo, impuso a los varones deberes muy estrictos en cuanto a no tener actos sexuales excepto que con la propia esposa, con todo el cuidado en nuestros usos y gestos externos que ello implica.
Pero ello NO implica que el ser humano sea un robotito que se aprieta un botón y entonces “esto es sexual” y luego se aprieta otro que dice “esto no es sexual” y pasa de una cosa a la otra como si fuera algo de todo o nada. Porque en la sociedad actual hay un mensaje implícito: si hay consentimiento, toca el botoncito de sexual y entonces “debes” ser el gran tigre o tigresa en la cama. Si NO, apaga el botoncito y entonces incluso el más mínimo pensamiento sexual es sexual harassment. Qué fácil. Parece que eso es el ser humano: un robotito. 100% en un caso, 0% en el otro. ¡Qué magnífica comprensión de lo humano!!!!
Pero esto sucede no sólo por la baja política de siempre (la acusación sale AHORA, por supuesto, de una colaboradora de Sanders), no sólo por el feminismo radicalizado e ideológico de la mayoría de las de me too, sino porque verdaderamente aún no se ha comprendido a Freud.
Me van a decir: ¿y vos sí? Si ello implica que soy infalible, claro que tampoco, pero después de haberlo estudiado, sencillamente creo que sí lo entiendo, y si alguien piensa diferente me dirá sus razones.
Las pulsiones de Joe Biden y las de todos los seres humanos fueron indiferenciadas en su momento. Sobre todo, la pulsión de vida es, al principio, indiferenciada. Es una pulsión hacia el otro, con su componente narcisista, claro, no diferenciada en el bebé. Llamar a eso sexualidad como si fuera la sexualidad adulta es un grave error. Pero es libido. Yo la llamo pulsión de abrazo.
Esa libido, si el super yo funciona, tiene dos direcciones: una de amor de ternura, cortada a su fin sexual, dirigida al endogrupo (padres y hermanos) y otra, el amor hacia la pareja del exogrupo, NO cortada a su fin sexual, que va atravesando diversas etapas (sexualidad infantil, latencia, genitalidad). Si el super yo no funciona, sale un perverso y-o un psicótico.
Ahora bien, ¿qué hace ese ser humano socialmente adaptado con pulsiones sexuales que chocan con el criterio de realidad y-o el tabú del incesto? De modo inconsciente, las sublima. Es lo que hace un padre con la hija, un hermano con una hermana, o al revés, y es lo que hacemos todos con todo ser humano ante el cual adoptamos la función paterna o la de hermano. Esos afectos han sublimado la sexualidad sencillamente porque parten de la libido originaria pero la “cortan” a su fin sexual.
Pero ese “corte” NO es todo o nada, cero o uno. Es un corte que depende de la posición en la que el sujeto, con mayor o menos manejo de su inconsciente, logra colocarse. Con mayor o menos manejo, no es todo o nada. Por ende el abrazo o el beso NO sexuales socialmente y no sexuales en la edad adulta NO son no sexuales desde el punto de vista de la pulsión originaria. Perdón el trabalenguas pero es así. La pulsión está allí, pero sublimada. Si el sujeto está MUY bien evolucionado psíquicamente (pocos) no tiene ningún problema. Si hay un leve desequilibrio entre el super yo y el ello, el sujeto percibe la tensión, pero si es un neurótico normal (o sea TODOS…. Los que no son perversos o psicóticos) la maneja bien y la sublima de vuelta. Pero no aprieta ningún botón. Y a veces, aunque no lo diga, quiere ser hermano de su cónyuge y cónyuge de un no hermano que no es cónyuge. Y por eso la terapia debe ser permanente.
Exigir que Joe Biden, o sea todos nosotros, distinga perfectamente entre un gesto de afecto sexual “o no” desde el punto de vista de sus sentimientos más internos e inconscientes, es NO saber qué es el ser humano. Pedirle que tenga cuidado, que sublime, que re-direccione, debería ser obvio también, pero el primero que hizo ese pedido fue el Judeo-cristianismo, ahora tan denostado por todos. En fin, un tiempo raro. Una época histeroide.
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.
Por Emilio Cárdenas. Publicado el 1/10/14 en: http://www.lanacion.com.ar/1731599-los-kurdos-acarician-su-sueno-de-independencia
Las palabras pronunciadas hace pocas semanas por el ahora presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lo dicen todo: «Los kurdos de Irak pueden decidir, por ellos mismos, el nombre y el tipo de entidad en el que están viviendo».
Por espacio de cinco años Turquía parece haber alimentado ese sueño kurdo. Pero son los propios kurdos, con la valiente actuación de sus milicias o peshmergas en la lucha contra el Estado Islámico, los que realmente han hecho una enormidad para aspirar ahora a materializar su ilusión. Todavía en silencio, la comunidad internacional lo sabe bien.
Los kurdos -con su población distribuida entre Irak, Turquía e Irán- no sólo son una nación sino que, además, son una suerte de columna que proyecta estabilidad a una región caótica. Particularmente desde el norte de Irak, donde controlan tres de las siete provincias iraquíes, en las que viven unos cinco millones de kurdos.
Son los propios kurdos, con la valiente actuación de sus milicias o peshmergas en la lucha contra el Estado Islámico, los que realmente han hecho una enormidad para aspirar ahora a materializar su ilusión
Turquía -en rigor- se ha anticipado al futuro y ha abierto ya un consulado en Erbil, la capital de la región kurda iraquí. Lo que es una manera de sugerir o una señal (a todos) en el sentido de que estaría dispuesta a reconocer la independencia del Kurdistán iraquí. No del propio, por cierto.
En la ciudad de Erbil, capital de la región kurda iraquí, trabajan febrilmente unas 2200 empresas turcas. El presidente kurdo, Masud Barzani, recibe trato de Jefe de Estado en sus visitas a Turquía. Y los revolucionarios kurdos del PKK -todavía fieles a Abdullah Ocalan- que hasta no hace mucho (con pretensión separatista) asolaran y aterrorizaran a Turquía, hoy combaten con los peshmerga contra los fundamentalistas islámicos. En territorio de Irak.
La posición del propio partido de gobierno de Turquía (AK), del oficialismo entonces, es clara: aceptarían la independencia kurda. Si ella ocurre, claro está. Está implícito -reitero- que todo esto se refiere solamente a la región kurda de Irak. Cuya fragmentación no preocupa a Turquía. Pero no a la «región kurda» que también existe en Turquía.
Turquía -recordemos- tiene más de 300 kilómetros de frontera con Irak. Casi toda adyacente a la región kurda. Sin embargo, no empuja abiertamente en dirección a la independencia kurda. Aunque admite -como hemos dicho- que no se opondría si, de pronto, sucede.
Si la compleja situación de Irak eventualmente derivara en una partición, los kurdos serían presumiblemente los primeros beneficiarios. Así lo cree -y transmite- el propio canciller israelí, Avigdor Lieberman.
A la caída del Imperio Otomano (en 1916) las fronteras de Medio Oriente diseñadas caprichosamente por los ingleses y los franceses dieron nacimiento a nombres (Irak y Siria), lo que no es lo mismo que definir naciones, tema aún pendiente.
Los kurdos, pese a su identidad, su idioma y su cultura, debieron esperar. Se les prometió (en 1920) la independencia. Pero esa promesa fue rota tan sólo tres años después. Sin explicaciones serias.
Hoy conforman una isla de orden dentro del territorio de Irak donde, además, la corrupción no es una epidemia. Y por ello atraen inversiones. Particularmente en el sector de los hidrocarburos, que exporta por su cuenta pese a la oposición del gobierno shiita iraquí. Un buque cargado de crudo kurdo descargó, no hace mucho, en el puerto israelí de Ashkelon. Pese a no contar con el consentimiento de Bagdad. Lo mismo ha ocurrido, 16 veces, en el puerto turco de Ceyhan. Reflejando de esta manera una realidad. Consecuencia de que un tercio de la producción iraquí de hidrocarburos se realiza en territorio kurdo y es manejada desde Erbil.
Todavía los kurdos del norte de Irak importan el 80% de lo que consumen. Incluyendo buena parte de sus alimentos, que llegan desde Turquía e Irán. Turquía es hoy el cordón umbilical de los kurdos con el mundo exterior. Y los turcos lo saben bien. Por esto el oleoducto que lleva el crudo al puerto turco de Ceyhan es vital para el futuro kurdo de corto y mediano plazo.
Todavía el 70% de los recursos de la tesorería kurda se dedica a pagar los sueldos del sector público y las jubilaciones y pensiones. Aumentar las ventas de crudo al exterior es prioritario. Por eso el sueño kurdo de vender 400.000 barriles diarios de crudo a través de Turquía procura convertirse en realidad.
Cuando, durante la ocupación norteamericana (en el 2006) Irak era un horrible infierno faccioso, el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, sugirió (desde las columnas del «New York Times», en una nota en coautoría con Leslie Gleb) que el país debía de partirse en tres pedazos distintos. Uno (al sur) para contener a los shiitas; otro (al centro) para abrigar a los sunnis; y el tercero (al norte) para alojar los kurdos. Sin por ello despedazar necesariamente el país y crear tres «nuevos» estados.
Anticipó así el futuro. La idea luce ahora algo más firme. Aunque tiene menos color de autonomía y más tono de independencia.
No obstante, lo cierto es que también entre los kurdos hay más de una visión. Algunos kurdos acusan a Turquía de ayudar al Estado Islámico, con el objeto de debilitarlos. Para ellos, la porosidad de la frontera tiene que ver con ese objetivo. En función de esa creencia no creen que -al final- Turquía los ayude a lograr su independencia.
Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California. Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.