Hacia la liquidación del Fondo Monetario Internacional

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 6/11/2en: https://www.infobae.com/opinion/2021/11/06/hacia-la-liquidacion-del-fondo-monetario-internacional/

El organismo multilateral de crédito alimenta a burócratas que son remunerados a costa de los contribuyentes para incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo

Ron Paul

En momentos en que en nuestro medio se discute acaloradamente sobre las pesadas deudas contraídas con el FMI, es oportuno tomar distancia y reconsiderar el tema, no solo para nuestro país sino en vista de las consecuencias que se suceden en el llamado mundo libre.

Henry Hazlitt, el economista estrella de Newsweek durante décadas y el célebre autor de La economía en una lección y del detallado y voluminoso análisis de la teoría keynesiana titulada Los errores de la nueva economía, escribió una columna el 11 de noviembre de 1963 que parece preparada para las instancias que corren. Se titulaba “Deshagan el FMI” donde explica que esa institución se estableció en reemplazo de la disciplina monetaria que establecía el patrón oro clásico al efecto , en su lugar, de dar rienda suelta a los procesos inflacionarios. Una vez establecidos los Acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 que permitieron abrir los grifos de la inflación a través de las bancas centrales, se instaló este “banco central de bancos centrales” que luego se transformó en prestamista de gobiernos fallidos. Hazlitt recuerda que “los padres de la entidad fueron Harry Dexter White por los Estados Unidos y Lord Keynes por Inglaterra. White sirvió como director ejecutivo del FMI quien en 1945 fue denunciado por el FMI como espía ruso lo cual fue ratificado por la Justicia en Estados Unidos […] Y Keynes -el mayor apóstol de la inflación de todos los tiempos- en el Parlamento británico el 23 de mayo de 1944 aseguró: ¨Si tengo alguna autoridad para decir en que es y que no es la esencia del patrón oro, diría que este plan es su exacto opuesto´ es decir el derrumbe de la moneda independiente del poder político.”

En esta línea argumental es pertinente recordar que en su prólogo a la edición alemana de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en 1936, en plena época nazi, Keynes escribió que “la teoría de la producción global que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia”.

Dadas los renovados entusiasmos por este autor, conviene volver sobre algunos pensamientos que aparecen en esa obra de Keynes, quien, entre otras cosas, propugna “la eutanasia del rentista y, por consiguiente, la eutanasia del poder de opresión acumulativo de los capitalistas para explotar el valor de la escasez del capital”. Asimismo, respecto de la moneda puntualizó que “la solución se encontrará normalmente alterando el patrón monetario o el sistema monetario de forma que se eleve la cantidad de dinero”.

En este contexto Hazlitt concluye que “la solución real consiste en desmantelar el Fondo Monetario Internacional […] ya que es una gigantesca máquina de inflación mundial” y más adelante subraya que “es realmente asombroso que este sistema fabricado en Breton Woods en 1944 es no sólo tolerado sino considerado sacrosanto”.

Por su parte, el cuatro veces candidato a la presidencia en Estados Unidos y congresista Ron Paul en el Ron Paul Institute, el 24 de marzo de 2015, en una columna titulada “Eliminen, no reformen al FMI” reitera que esa institución es coactivamente financiada por los contribuyentes de distintos países para dar sustento a gobiernos corruptos y quebrados como consecuencia de aplicar medidas estatistas, y cuando están por renunciar o reconocer sus fracasos reciben carradas de dólares a tasas de interés menores a las de mercado y con repetidos períodos de refinanciación y perdones de diversa envergadura. A título de ejemplo muestra la financiación que recibía del FMI Saddam Hussein y al último apoyo escandaloso a Grecia.

Antes he escrito sobre el FMI pero es del caso repasar lo dicho en este contexto. Entre muchos otros, al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell, como queda dicho, esa institución sirve para financiar a gobernantes ineptos empujados por la realidad de sus desaciertos, en lugar de permitir que se reviertan sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos del Fondo al efecto de continuar con aparatos estatales sobredimensionados a los que generalmente aconsejan incrementar aun más las cargas impositivas y otras medidas al efecto de equilibrar sus presupuestos, pero no reducir el tamaño del Leviatán.

Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en Argentina, México, Bolivia, República Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, Turquía, El Salvador, Egipto y Etiopía. En este plano debido a la insistencia en sostener que el FMI significa un nuevo orden internacional, Harry Johnson ha consignado que “el llamado nuevo orden internacional no es nuevo, ni orden ni internacional sino que es una copia del mercantilismo del siglo XVI”.

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukouvsky -uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Alexander Solzhenistin- informó que luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno”.

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko que usurpó el poder en Zaire que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación a su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

Entonces, debido a la referida trayectoria y a la fuente de recursos a la que echa mano es que autores como los mencionados sugieren la liquidación de esa entidad, a los que debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz (la coautora con el premio Nobel en economía Milton Friedman de la muy difundida historia monetaria estadounidense) titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y los suculentos libros, por una parte, de Melvyn Krauss titulado Development Without Aid y, por otra, el de la doctora en economía por la Universidad de Oxford y conocedora de lo ocurrido en países africanos Dambisa Moyo con un título que pone al descubierto el meollo de la cuestión: Cuando la ayuda es el problema, en donde se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que, como queda consignado, proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

En esta secuencia que presentamos es importante subrayar que no resulta apropiado establecer un correlato de la deuda pública con la privada en cuanto al retorno sobre la inversión en el sentido de evaluar las ventajas de abstenerse de consumir en el presente para la obtención de beneficios en el futuro. En primer término porque no hay tal cosa como “inversión pública” ya que la naturaleza de la inversión es necesariamente voluntaria al estimar ventajas futuras en relación al presente por lo que se procede a ahorrar y a colocar esos recursos. El uso de la fuerza en la exacción de fondos nunca puede traducirse en inversión, “inversión forzosa” constituye una contradicción en los términos. De lo que se trata en el ámbito gubernamental es de gasto corriente o gasto en activos fijos pero, como decimos, no tiene sentido ni rigor alguno la parla de “inversión pública”. Si se le arrancara la billetera al lector y el asaltante dijera que le invertirá el fruto del asalto para beneficio del asaltado, queda clara la incoherencia puesto que el titular le hubiera dado otro destino al fruto de su trabajo y aun en el supuesto que le hubiera dado el mismo queda el perjuicio del atropello (por otra parte, la única manera de definir preferencias es dejar que el titular de los recursos las manifieste).

Viene ahora otro asunto también de gran trascendencia y es que todo compromiso efectuado libre y voluntariamente debe ser honrado por quien lo contrajo. En nuestro caso, todas las promesas de repago por préstamos concedidos deben cumplirse, de lo contrario los incumplidores deben sufrir las sanciones correspondientes sin atenuantes. Este es otro asunto bien diferente que debe analizarse por cuerda separada. Estamos rodeados de caraduras que mendigan préstamos y luego se niegan a pagarlos.

En todo caso para abrir el tema en la dimensión de la deuda pública externa, es de interés recordar que cuando Thomas Jefferson siendo embajador en París recibió la flamante Constitución norteamericana escribió que “si hubiera podido agregar una cláusula adicional la concretaría en la prohibición al gobierno de contraer deuda” que como lo expresó otro premio Nobel de economía, James M. Buchanan, “significa comprometer coactivamente patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir al gobierno que contrajo la deuda.”

En resumen, el Fondo Monetario Internacional alimenta a burócratas que son remunerados con honorarios colosales a costa de los contribuyentes para en definitiva incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de todos pero muy especialmente de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo. En otros términos, el fondo del fondo es terminar cuanto antes con esta nefasta institución empobrecedora.

En este cuadro de situación, los gobiernos que se encuentren en serias dificultades por sus mayúsculos desaciertos tendrán dos opciones: rectificar sus errores abriendo el mercado y fortaleciendo marcos institucionales civilizados o, de lo contrario, continuar con los desatinos pero financiados por Corea del Norte, Cuba o similares…si es que allí encontrarán dólares, pero no de parte de Washington y sus aliados.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La mentalidad capitalista

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 26/3/18 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/expansion/la-mentalidad-capitalista/

 

Parafraseo el título de Ludwig von Mises para subrayar que, al revés de lo que nos cuentan, el liberalismo no solo no venció en el campo de los hechos, sino que tampoco convenció en el campo de las ideas. Las alegrías liberales asociadas con la caída del Muro de Berlín han resultado efímeras.

Sobre la base de la Encuesta Mundial de Valores, el economista e historiador argentino Carlos Newland ha construido un Índice de la Mentalidad Pro Libre Mercado para un grupo de países, y lo ha calculado para un periodo de más de dos décadas —“Is Support for Capitalism Declining around the World? A Free-Market Mentality Index, 1990-2012”, The Independent Review, primavera 2018.

Se observa que, efectivamente, las simpatías por el capitalismo crecieron en el mundo en los años ochenta y noventa, pero perdieron fuerza a partir del año 2000. En el 2012, el último de la serie, la mentalidad capitalista era más fuerte en Taiwán, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda y Australia. No parece, por tanto, que el capitalismo deba arraigar en una determinada cultura, porque los procapitalistas corresponden a una anglo-esfera pero también a una sino-esfera, que también incluye a la propia China, aunque con cifras menores.

En los países ex comunistas no hay mucho aprecio por el mercado libre, seguramente por la mala transición que se llevó a cabo en muchos de ellos. En América Latina el aprecio es bajo en Chile, Argentina y Uruguay, y curiosamente obtiene el mayor aprecio en Brasil: el populismo no ha prevalecido allí en el ámbito de los valores.

Europa tiene los mayores registros pro-mercado en Alemania, Suecia, Suiza, Noruega y Finlandia. España está a medio camino, pero estable, sin caídas. El más bajo es Turquía. En África secundan el mercado más en Ruanda y Zimbabue, pero mucho menos en Sudáfrica. Los países musulmanes son en general contrarios al capitalismo, en especial Argelia, Qatar, Libia, Irak, Egipto, Palestina y Jordania. Una excepción procapitalista es Yemen. En Asia están Singapur, India y Malasia en puestos intermedios.

El apoyo al capitalismo claramente baja entre 1990 y 2012, en una tendencia “gradual y continua, con lo que no puede ser atribuida la Gran Recesión de 2007-9”.

Los países con ideología más procapitalista suelen ser aquellos con economías más libres y competitivas, y habitualmente ricos, pero no necesariamente: Georgia y Ruanda, por ejemplo.  Hay países poco capitalistas y con poca libertad de mercado, como Argentina, y países anticapitalistas con bastante libertad económica, como Chile.

Aunque el panorama no es homogéneo, el profesor Newland observa que “en general una fuerte mentalidad capitalista coexiste con (y probablemente genera) un marco institucional favorable, como ilustran los países más ricos del mundo: EE. UU., Alemania y Japón”.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE

El Fondo Monetario Internacional

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 14/5/18 en: https://www.cronista.com/columnistas/El-Fondo-Monetario-Internacional-20180514-0013.html

 

El FMI fue una creación de Bretton Woods inspirada por John Dexter White y John Maynard Keynes, primero como banquero de banqueros centrales y luego como prestamista. Entre otros, al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell, esa institución sirve para financiar a gobernantes ineptos que cuando están por renunciar o, empujados por la realidad, revertir sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos a bajas tasas de interés con períodos de gracia al efecto de continuar con aparatos estatales sobredimensionados a los que generalmente aconsejan incrementar aun más las cargas impositivas y otras medidas al efecto de equilibrar sus presupuestos, pero no reducir el tamaño del Leviatán.

 

 

Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en Argentina, México, Bolivia, Republica Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, El Salvador, Egipto y Etiopía. En este contexto Harry Johnson ha consignado que “el llamado nuevo orden internacional no es nuevo, ni orden ni internacional sino que es una copia del mercantilismo del siglo xvi”.

 

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukouvsky -uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Alexander Solzhenistin- informó que luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno mafioso”.

 

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko que usurpó el poder en Zaire que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación a su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

 

Como es sabido, el FMI se financia coactivamente con el fruto del trabajo ajeno aportado por los distintos países miembros. Entonces, debido a su antes referida trayectoria y a la fuente de recursos a la que echa mano es que autores como los mencionados al comienzo de esta nota sugieren la liquidación de esa entidad, a los que debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y  los suculentos libros, por una parte, de Melvyn Krauss titulado Development Without Aid y, por otra, el de Dambisa Moyo titulado Cuando la ayuda es el problema en los que se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

 

 

Estados Unidos ya no está solo en el centro del escenario internacional

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 14/11/17 en: http://www.lanacion.com.ar/2087019-estados-unidos-ya-no-esta-solo-en-el-centro-del-escenario-internacional

 

El presidente norteamericano, Donald Trump, acaba de completar una extensa gira por Asia en busca del apoyo necesario para transformar a la península de Corea en una zona libre de armas nucleares. No obstante, las posibilidades inmediatas de alcanzar ese objetivo parecen remotas. ¿Por qué? Ocurre que la influencia norteamericana en el mundo ya no es lo que fuera. Estados Unidos no está solo en el centro del escenario, sino acompañado por China y Rusia.

Si Donald Trump no encuentra apoyo para su objetivo, la confrontación entre los Estados Unidos y Corea del Norte continuará y seguirá siendo una pulseada entre David y Goliat, en la que un Goliat que luce desconcertado no encuentra la forma de ganarla.

Los grandes objetivos de política exterior norteamericanos, más allá del caso de Corea del Norte, no están siendo acompañados por la comunidad internacional. El mejor ejemplo es quizás el de Siria donde, en tiempos del presidente Barack Obama,Estados Unidos definió que el régimen del Clan Assad debía dejar el poder si utilizaba armas químicas contra su pueblo. Lo hizo reiteradamente y, a pesar de ello continúa fortaleciéndose en función del intenso apoyo militar y diplomático que recibe de Irán y Rusia. A lo que cabe agregar que fue el propio Congreso de los Estados Unidos el que -en los hechos- negara al presidente Obama la posibilidad de actuar militarmente luego del horrible crimen cometido por las autoridades sirias.

Por muchos años Estados Unidos siguió el consejo del presidente Teodoro Roosevelt, esto es el de «hablar suavemente», pero con un amenazante «palo grande» en la mano. Y lo hicieron funcionar. Hoy el presidente Trump habla con dureza, pero pocos creen en su capacidad real de poder presionar para imponer sus criterios.

A la evidente pérdida general de influencia en el escenario internacional, Estados Unidos agrega otra dura realidad: está empantanado en Irak y Afganistán. También, aunque en alguna menor medida, en la propia Siria. Esos conflictos, dos de los cuales se arrastran desde hace 15 años, han costado miles de vidas y trillones de dólares al pueblo norteamericano.

La presencia de Donald Trump en el mundo de hoy está lejos de ser la que en su momento tuvieran presidentes como Eisenhower, Reagan o los dos Bush. Esta es la nueva realidad, más allá de la retórica.

Mientras tanto, Rusia ha asumido una política desafiante y hasta belicosa, instalada -ella también- en el centro del escenario internacional.

China -por su parte- anuncia que ya está compartiendo el liderazgo internacional con los Estados Unidos y agrega que, en tres décadas más, seguirá haciéndolo, aunque sola.

Corea del Norte probablemente será, pronto, una potencia nuclear más, con todo lo que esto significa para un país con un liderazgo megalómano y poco confiable.

En paralelo, Occidente tampoco es lo que era. Europa está dividida y debilitada, mirando más bien a su propio ombligo, enfrascada en conflictos estériles, como el provocado desde Cataluña. Quizás por esto Turquía ya no ambiciona acercarse íntimamente a la Vieja Europa, como si de pronto el altivo espíritu otomano estuviera de regreso, apuntando a su propia región.

Frente a este panorama, Estados Unidos parece estar cada vez más alejados del complejo contexto que los rodea. Y éste no es ciertamente un cambio menor. Es una señal de que su influencia está debilitándose.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

¿No serán algo hipócritas?

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado  el 8/2/17 en: http://hoybolivia.com/Blog.php?IdBlog=41990&tit=%BFno_seran_algo_hipocritas%3F

 

El rechazo de una corte federal de apelaciones al pedido del Departamento de Justicia de EE.UU., para reactivar el veto migratorio contra inmigrantes de siete países musulmanes -Siria, Irak, Sudán, Somalía, Yemen, Libia e Irán-,trenzó al gobierno deDonald Trump en una lucha legal que podría llevar años y terminar en la Corte Suprema.

Entretanto, los ciudadanos que cuentan con visas válidas y provienen de los países vetados -algunos con trabajos o estudios y familia en EE.UU.- comenzaron a volver apresuradamente aprovechando la contienda legal y ante el temor de que todo pueda volver a revertirse. Han vuelto a una auténtica cárcel, casi al estilo castro cubano, ya que, si salen, por caso, a visitar a sus padres moribundos en medio oriente, corren el riesgo de no poder volver a entrar.

Poco después, Trump dijo algo francamente asombroso, por decir lo menos, ya que en un sistema republicano lo menos que se espera del presidente es que tenga fe, confianza y apoye al Poder Judicial. «Si algo pasa culpen a él (al Juez) y al sistema judicial”, dijo. O sea que no cree en la justicia de su país, no cree en su república, me pregunto ¿no es ésta suficiente razón, al menos desde el punto de vista moral, para que renuncie? Aunque las incoherencias son propias de los políticos, que siempre tapan con demagogia, de otro modo no subsistirían ni por un minuto.

Además, el presidente de EE.UU. prohibió la entrada de todos los refugiados, y la canciller Merkel le recordó la Convención de Ginebra -y el derecho de asilo- que fue adoptada como una parte del acuerdo internacional posterior a 1945. El asilo es un derecho fundamental, una de las armas para prevenir el genocidio y los crímenes contra la humanidad. Y, por cierto, ya se utilizaba en la Grecia antigua, y era un clásico durante la Edad Media que los perseguidos entraran en una Iglesia al grito de «¡Me acojo a sagrado!», y no había enemigo que no respetara el inviolable el derecho a asilarse en una iglesia.

Hipócritamente, Trump y muchos gobiernos occidentales no excluyen a los súbditos de Arabia Saudí: la patria de Osama bin Laden, de la ideología de Al Qaeda y el Estado Islámico, y de 15 de los 19 asesinos del 11-S. Será, cómo escribió Pablo Pardo, porque ningún yemení o somalí suma el 4,9% del capital de Citigroup, el tercer mayor banco de EE.UU., el 10% del gigante editorial News Corporation, de Rupert Murdoch, que apoya a Donald Trump, el 10% de Eurodisney como tiene el príncipe saudí Al Walid bin Tanal, extravagante al punto de poseer un Airbus 380 que es el único avión del mundo con piscina.

Esa Arabia Saudí madre del fanatismo islámico, que Trump -¿el “macho alfa”?- apoya, donde las mujeres son consideradas, de por vida, menores de edad ya que requieren el permiso de un tutor varón para matricularse en la universidad, trabajar, casarse o sacarse un pasaporte, entre otras muchas cosas como que no pueden conducir automóviles ni ir sin compañía de un hombre a un supermercado, además de taparse el pelo.

Pero todo esto es nada, comparado con el padecimiento de las casi doscientas personas que han sido decapitadas en 2016, la escuela del ISIS… que Trump apoya incondicionalmente: la forma más común de ejecución es decapitación con espada y a menudo son realizadas en público para castigar, además del homicidio, “crímenes” como adulterio, traición, sexo gay, delitos de drogas, hechicería y brujería, y apostasía.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Incesante persecución a los cristianos en el mundo

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 19/1/17 en: http://www.lanacion.com.ar/1977128-incesante-persecucion-a-los-cristianos-en-el-mundo

 

Como todos los años, la «Asociación Puertas Abiertas» acaba de publicar las cifras que tienen que ver con lo sucedido el año pasado en las incesantes persecuciones desatadas contra los cristianos que lamentablemente se suceden a lo largo y ancho del mundo actual. Hablamos de la persecución religiosa más intensa de todas las distintas persecuciones que hoy existen. Del pisoteo, entonces, de una de las libertades esenciales del ser humano: la libertad de conciencia.

En el 2016, las persecuciones más intensas contra los cristianos ocurrieron en: Corea del Norte, Somalía, Afganistán, Pakistán, Sudán, Siria, Irak e Irán, Lamentablemente hay, entre los 50 países del mundo en los que las persecuciones contra los cristianos fueron las más intensas el año pasado, dos países latinoamericanos: esto es México y Colombia, que ocupan los lugares 41° y 50°, respectivamente de ese sórdido listado.

En 21 de aquellos países que conforman el grupo de los 50 países del mundo en los que las persecuciones contra los cristianos son las más intensas ellas apuntan al 100% de los que profesan esa fe. A todos.

En el 2016 el aumento de las persecuciones contra los cristianos fue particularmente notable en el sudeste asiático. Muy especialmente en la India, donde cada día del año pasado se registraron unos 15 ataques violentos contra los cristianos. Pero también en Vietnam, Laos, Bangladesh y Pakistán. Cabe apuntar que en esos rincones del mundo creció simultáneamente una variante agresiva del nacionalismo.

Nigeria, por su parte, fue el país que más mártires cristianos generó el año pasado, fundamentalmente como consecuencia de los atentados perpetrados por los extremistas islámicos que militan en el movimiento denominado: «Boko Haram», afiliado a Al Qaeda. Los asesinatos de cristianos fueron también muy intensos en Pakistán, Kenya, Siria y en México. A su vez, el número de incendios de templos cristianos fue mayor en Pakistán, seguido en esto por China, Vietnam, Sri Lanka y Nigeria.

La persecución contra los cristianos más intensa de todas es ciertamente la que tiene por escenario a Corea del Norte, cuya capital, recordemos, alguna vez fuera denominada la «Jerusalem de Oriente». Allí, el sólo hecho de ser cristiano genera el riesgo de ser internado en campos de concentración y «reeducación» en los que se castiga intensamente a los internados hasta que abjuren de su fe. Se cree que, pese a ello, aún hay unos 300.000 cristianos norcoreanos que no han renunciado a serlo.

La difícil situación de los cristianos en otro rincón del mundo, Medio Oriente, merece algunos comentarios particulares.

Hace apenas un siglo, esto es desde justo antes de la Primera Guerra Mundial, los cristianos, considerados como grupo religioso, conformaban aproximadamente el 20% de la población total de Medio Oriente. Hoy ellos -transformados en una minoría minúscula- son apenas un 2% de esa población.

Han sido obviamente licuados. Diezmados, de mil maneras. Objeto, entonces, de una silenciada pero eficaz «limpieza religiosa o confesional». Hablamos de una cruel cacería, sistemática y constante.

Pocos, sin embargo, hablan de esto. Pero es un hecho real, notorio, e innegable. El éxodo de los cristianos de sus lugares de origen aún se mantiene, aunque realmente sean muy pocos, en Medio Oriente. Las multiformes persecuciones musulmanas organizadas contra los cristianos se han sucedido unas a otras, constantemente. Ellas desgraciadamente han cambiado el mapa religioso de la región.

Hoy en Irak, por ejemplo, la mayoría de los cristianos integra el grupo de los «desplazados internos». Han tenido que abandonar sus lugares originarios y vivir lejos de ellos, en la precariedad. Por primera vez en dos mil años ya no hay prácticamente más cristianos en la sitiada segunda ciudad de Irak, Mosul.

Lo mismo sucede en la llamada Mesopotamia, que alguna vez alojara a un gran número de comunidades de cristianos asirios y caldeos. Muchos de ellos viven en tristes campamentos de refugiados en distintos rincones del llamado Kurdistán o dispersos por el mundo. Después de haber presenciado, impotentes, como los milicianos del Estado Islámico profanaban sus templos, a cara descubierta. Y como saqueaban impunemente sus casas y propiedades, confiscando sus tenencias. Algo siempre difícil de olvidar, que marca a fuego a la gente. Lo cierto es que los fieles de la que es la primera religión del mundo han visto así como se los expulsaba de las tierras propias, muy cerca de las cuales históricamente naciera su fe cristiana.

Desde el brutal genocidio otomano de los armenios y de los asirios, en 1915, los cristianos han sido también lentamente erradicados de Turquía.

Luego, los griegos fueron expulsados de Asia Menor, en 1922. Los templos y monasterios fundados en su momento por los apóstoles y los discípulos de Jesús han sido, en muchos casos, destruidos o están convertidos en ruinas.

Tras ello vino la guerra civil del Líbano, país que fuera el único de Medio Oriente con una mayoría cristiana: la maronita. Ya no lo es. Sus cristianos han perdido la predominancia que tuvieran. En cambio, el Líbano está sustancialmente en manos de la organización musulmana: «Hezbollah», digitada -con rienda corta- desde Irán. Ya no hay cristianos ni en el sur del país ni, menos aún, en el valle de Bekaa. Tan sólo musulmanes, en lo que es ya una absoluta homogeneidad prevaleciente. Los viejos propietarios de la tierra han devenido en muchos casos casi intrusos, en lo que es una realidad distinta provocada por aquellos que se empeñan en rescribir la historia a su gusto y paladar.

La antedicha es una secuencia realmente deprimente, razón por la cual el mundo occidental ya casi no habla de esta conmovedora tragedia de los cristianos. Que es real y continúa ocurriendo. Una desgracia que ciertamente duele y es perversa.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Bajo el realismo de Trump, EE.UU. ya no es indispensable

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 11/11/16 en: http://www.lanacion.com.ar/1955200-bajo-el-realismo-de-trump-eeuu-ya-no-es-indispensable

 

Pocos le asignaban posibilidades de éxito a Donald Trump en su puja por llegar a la Casa Blanca. Pero lo cierto es que lo que parecía un sueño imposible es una realidad. Por el empuje del propio Trump y el apoyo masivo de la mayoría blanca norteamericana.

El impacto de lo sucedido tendrá consecuencias de peso en política exterior. Trump, que no es ciertamente un experto en esa materia, ha acumulado algunos anuncios que permiten hacer algunas reflexiones acerca de cuáles podrían ser sus futuras directivas. Ante todo, Donald Trump parecería no creer que, frente al mundo, Estados Unidos sea necesariamente un actor «indispensable». No es un internacionalista. Ni un soñador. Y menos aún, un diplomático consumado. Es, más bien, un pragmático, duro e inteligente a la vez. Un realista.

Por ello en sus primeros pasos privilegiará seguramente el andar en los temas internos. Quizá suponga que eso es precisamente lo que su lema «Primero América» quiere decir.

No obstante, ha puesto sobre la mesa algunas visiones que pronto deberá ratificar o modificar. Me refiero a temas de envergadura: la inmigración latina a Estados Unidos; el ingreso de musulmanes a su país; la reorganización de la OTAN; la reducción de la asistencia externa a otros países; la revisión de los acuerdos centrales en materia de comercio internacional, incluyendo el Nafta; el comercio con China, en procura de mejorar los actuales términos de intercambio; la necesidad de que los aliados o amigos de Estados Unidos contribuyan seriamente a sufragar los costos de la asistencia militar norteamericana, y el impulso para que los países más avanzados de Asia accedan -defensivamente- a las armas nucleares; en especial, Japón y Corea del Sur, con el consiguiente riesgo de proliferación.

Por el perfil aislacionista de Trump, la confiabilidad de las alianzas militares de Estados Unidos está en proceso de revisión. Europa, por ejemplo, debería -según sostiene Trump- hacerse cargo de costear lo principal de su propia defensa militar. Lo que puede enfriar la relación de Estados Unidos con el Viejo Continente, hasta ahora cercana y estratégica. Y no es imposible que, de pronto, Estados Unidos y Rusia comiencen a actuar conjuntamente en Irak y Siria cuando de enfrentar al terrorismo islámico se trate. En Medio Oriente, la preocupación local parecería ser la de una disminución acelerada del protagonismo mediador norteamericano.

En nuestra propia región es probable que la relación con México sea inicialmente la más picante. Por la insistencia de Trump en completar el muro fronterizo de más de 1000 kilómetros que ya existe, extendiéndolo a los más de 3000 kilómetros de la línea de frontera común. Desde el pragmatismo, sin embargo, Trump sabe bien que México es el tercer socio comercial de su país, después de Canadá y China. Lo cierto es que, ante el nuevo escenario, el peso mexicano cayó fuerte con el triunfo republicano, perdiendo el 13% de su valor, lo que resultó un latigazo de proporciones.

Respecto de Venezuela, es posible que la posición norteamericana se endurezca. Trump no parece demasiado dispuesto a ser paciente con los desplantes de un líder inepto como Nicolás Maduro. Sin por ello estimular el intervencionismo.

Es probable que hasta que la futura administración de Donald Trump muestre sus cartas, lo que quizás no suceda hasta el año que viene, la fragilidad y la desaceleración se instalen en el ambiente. Mientras tanto, aquello -un poco presuntuoso- de que Estados Unidos es para la paz y seguridad del mundo una «nación indispensable» parecería rumbo a desvanecerse.

Dependiendo de los nombres de quienes el presidente electo convoque para conducir la política exterior norteamericana, el momento de incertidumbre podría comenzar a disiparse aun antes de que la administración federal norteamericana pase a manos de Donald Trump y su primer equipo de gobierno. No obstante, una sensación de «borrón y cuenta nueva» se ha instalado sobre algunos de los temas de la política exterior del país del Norte tras lo que Guy Sorman ha bautizado como «la revancha del hombre blanco».

En los pequeños países del Báltico hay temor ante la posibilidad de que la protección norteamericana pueda no ser automática. A lo que se suma la preocupación de los ambientalistas por el anunciado repudio a los acuerdos de París. La lista de posibles cambios de rumbo es extensa. Algunos creen que necesariamente serán sísmicos. Me inclino a pensar que el pragmatismo de Trump puede bien moderarlos.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Cuando gobierna la incoherencia

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 7/10/15 en: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/cuando-gobierna-la-incoherencia/16397572

 

La prohibición de armas ultilizando más armas no es la solución a las matanzas. Deberíamos empezar por cambiar lo que se enseña en la escuela.

Una encuesta liderada por Gallup sobre «estructura social» revela que el ascenso social, para el 24 % de los argentinos, se logra por fraude o corrupción; para el 21 %, por herencia familiar; a través de la educación, según el 16 %; y del esfuerzo personal, el 13 %. Tienen razón, describen la realidad. Es que cuanto más “poder” tiene el Estado para “servir a la sociedad”, más discrecionalidad asumen los burócratas que así resultan más susceptibles de ser corrompidos.

Y, en Argentina, el “poder” estatal es tan grande que el “amiguismo” con los funcionarios es el mejor método de ascensión, como muestra la vida fastuosa de los políticos. La opinión pública da lugar a estas incoherencias. Por caso, cinco de cada diez personas creen que el Estado debe cobrar impuestos “a los de mayores ingresos” para derivarlo a los pobres. El problema es que no existen los impuestos “que pagan los de mayores ingresos” porque necesariamente se derivan hacia abajo aumentando precios, bajando salarios, etc.

Pero hablando de incoherencias, lo ocurrido en Roseburg (Oregón), donde murieron diez personas en el último tiroteo masivo en EE. UU., ha vuelto a calentar la discusión sobre el control estatal de armas. A ver. Los portadores y hasta los fabricantes de armas merecen una condena moral, porque solo sirven para destruir. Pero que el gobierno las “controle” implica más poder discrecional a los burócratas que usarán a la policía, o sea, ¡más armas para controlar armas!

Desde el 2000 en EE. UU. ocurrieron 15 sucesos violentos en centros educativos. Un promedio de uno por año, con unas 14 lamentables muertes. Pero 385 personas murieron este 2015 en manos de la policía, según ‘The Washington Post’ con datos conservadores del FBI, ya que muchos tiroteos no se informan. Con esta tendencia, unas 1.000 personas habrán muerto por las balas policiales en todo el año, ¡no 14, sino 1.000! Y hay que sumar los que murieron durante las torturas o golpizas. Entre otros motivos, porque “el gobierno otorga a la policía armas muy avanzadas”.
No sé cuál es la solución para las matanzas, pero la prohibición de armas utilizando más armas es incoherente. Deberíamos empezar por cambiar lo que se enseña en la escuela: que no existen la violencia justa ni sus héroes. No existen los “padres de la patria”, cuando países como Canadá consiguieron la independencia sin matanzas. Ni existió guerra que –coherentemente como es la realidad– no haya empeorado las cosas: la Segunda Guerra Mundial, por caso, mató a 60 millones, destruyó muchísimo, aumentó impuestos, cercenó libertades personales y fortaleció una tiranía peor, la estalinista.

Ni qué hablar de las guerras recientes como la invasión a Irak, que hoy se paga con la existencia del ISIS. No existe la “violencia justa” y “errores” como el bombardeo a un hospital de Médicos sin Fronteras, en Kunduz, Afganistán, en el que murieron 22 inocentes, responde solo a una moral maquiavélica, porque la muerte de un solo inocente es moralmente inadmisible, es homicidio simple.

Los asesinos estudiantiles se suicidaron, evidenciando que tenían problemas psiquiátricos y de adaptación en una sociedad cuyo desarrollo natural y armónico está demasiado interferido por leyes coactivas estatales, como el salario mínimo que impide que se ocupen los que ganarían menos y, en el ámbito de la salud, que complican el acceso natural y rápido de los enfermos.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

No son tan fanáticos los musulmanes

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 12/9/15 en: http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article34979097.html

 

Existen –está claro– musulmanes muy fanáticos, solo porque les conviene. Y también le conviene que existan estos fanáticos a los partidarios occidentales de la guerra –traficantes de armas, mercenarios, etc.– que se benefician con los conflictos que ayudan a crear.

Más de cuatro millones de sirios huyeron de la guerra. En lo que va de año, Berlín recibió más de 1,000 menores no acompañados, según Save The Children. En Suecia, calculan que cada semana llegan 700 niños “huérfanos”. Al final del 2014, solo en Alemania había 17,000 niños y adolescentes refugiados sin familiares.

“Hecha la ley, hecha la trampa” dice el refrán que desenmascara el hecho de que los gobiernos fabrican “leyes” con el fin crear delincuentes. Así, la imposibilidad de entrar “legalmente” a Europa ha introducido a los “traficantes” que les consiguen, a las personas, lo que los Estados les niegan. Por caso, un adolescente eritreo de 16 años contó a Save The Children cómo los traficantes lo obligaron a trabajar en un campo en Libia, para pagar su pasaje, donde le pegaban y le rompieron un brazo.

Aunque abrieron sus puertas a los kuwaitíes cuando Hussein invadió el emirato en 1991, las ricas monarquías del Golfo –propagadoras del fanatismo islámico como Arabia Saudita, que tiene una policía religiosa más violenta que la Inquisición– casi no reciben refugiados musulmanes demostrando que son fanáticos del islamismo solo cuando les conviene. Dicho sea de paso, si los torpes políticos de Occidente no hubieran atacado Irak y Libia el panorama sería hoy más pacífico y sus tiranos –Kadafi y Hussein– hubieran caído por su propio peso.

Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) gastaron para Siria unos US$500 millones, poco comparado con su capacidad. Pero cuando los refugiados salen de los campos en el Líbano, Jordania y Turquía, van sobre todo a Europa, demostrando que no son fanáticos y que prefieren la cultura occidental.

En una prueba más de su dislocación síquica con la realidad, “llamamos a los musulmanes… a realizar la hégira (emigración) al Estado Islámico”, dijo el líder de la zona de donde más huyen, el “Estado Islámico”. Eso sí, Qatar y Arabia Saudita cuentan con una enorme cantidad de extranjeros, principalmente de India y Asia Central, pero musulmanes… no, gracias.

Miles de europeos dan muestras de solidaridad con los refugiados aun cuando el desempleo en la Unión Europea (UE) roza los 23 millones de personas. Desempleo que no es natural –hay muchas viviendas, escuelas, hospitales, etc. para hacer– sino creado por el “Estado de Bienestar” al imponer “leyes” como la del salario mínimo que impide que trabajen –“legalmente”– los que ganarían menos.

Irónicamente, según estudios, la UE necesitará en las próximas tres décadas sumar 50 millones de trabajadores –que paguen impuestos, obvio– para sostener sus sistemas sociales. Y sin inmigración la población europea descendería. Los refugiados llegados –365,000– en lo que va de año a la UE equivalen al 0.06% de la población local, tienen una tasa de emprendimiento empresarial mayor y comenten menos crímenes. Y no generan desempleo: el Reino Unido incorporó desde 2004 más de un millón de polacos mientras se redujo el desempleo y subió el salario medio.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Los kurdos acarician su sueño de independencia.

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 1/10/14 en: http://www.lanacion.com.ar/1731599-los-kurdos-acarician-su-sueno-de-independencia

 

Las palabras pronunciadas hace pocas semanas por el ahora presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lo dicen todo: «Los kurdos de Irak pueden decidir, por ellos mismos, el nombre y el tipo de entidad en el que están viviendo».

Por espacio de cinco años Turquía parece haber alimentado ese sueño kurdo. Pero son los propios kurdos, con la valiente actuación de sus milicias o peshmergas en la lucha contra el Estado Islámico, los que realmente han hecho una enormidad para aspirar ahora a materializar su ilusión. Todavía en silencio, la comunidad internacional lo sabe bien.

Los kurdos -con su población distribuida entre Irak, Turquía e Irán- no sólo son una nación sino que, además, son una suerte de columna que proyecta estabilidad a una región caótica. Particularmente desde el norte de Irak, donde controlan tres de las siete provincias iraquíes, en las que viven unos cinco millones de kurdos.

Son los propios kurdos, con la valiente actuación de sus milicias o peshmergas en la lucha contra el Estado Islámico, los que realmente han hecho una enormidad para aspirar ahora a materializar su ilusión

Turquía -en rigor- se ha anticipado al futuro y ha abierto ya un consulado en Erbil, la capital de la región kurda iraquí. Lo que es una manera de sugerir o una señal (a todos) en el sentido de que estaría dispuesta a reconocer la independencia del Kurdistán iraquí. No del propio, por cierto.

En la ciudad de Erbil, capital de la región kurda iraquí, trabajan febrilmente unas 2200 empresas turcas. El presidente kurdo, Masud Barzani, recibe trato de Jefe de Estado en sus visitas a Turquía. Y los revolucionarios kurdos del PKK -todavía fieles a Abdullah Ocalan- que hasta no hace mucho (con pretensión separatista) asolaran y aterrorizaran a Turquía, hoy combaten con los peshmerga contra los fundamentalistas islámicos. En territorio de Irak.

La posición del propio partido de gobierno de Turquía (AK), del oficialismo entonces, es clara: aceptarían la independencia kurda. Si ella ocurre, claro está. Está implícito -reitero- que todo esto se refiere solamente a la región kurda de Irak. Cuya fragmentación no preocupa a Turquía. Pero no a la «región kurda» que también existe en Turquía.

Turquía -recordemos- tiene más de 300 kilómetros de frontera con Irak. Casi toda adyacente a la región kurda. Sin embargo, no empuja abiertamente en dirección a la independencia kurda. Aunque admite -como hemos dicho- que no se opondría si, de pronto, sucede.

Si la compleja situación de Irak eventualmente derivara en una partición, los kurdos serían presumiblemente los primeros beneficiarios. Así lo cree -y transmite- el propio canciller israelí, Avigdor Lieberman.

A la caída del Imperio Otomano (en 1916) las fronteras de Medio Oriente diseñadas caprichosamente por los ingleses y los franceses dieron nacimiento a nombres (Irak y Siria), lo que no es lo mismo que definir naciones, tema aún pendiente.

Los kurdos, pese a su identidad, su idioma y su cultura, debieron esperar. Se les prometió (en 1920) la independencia. Pero esa promesa fue rota tan sólo tres años después. Sin explicaciones serias.

Hoy conforman una isla de orden dentro del territorio de Irak donde, además, la corrupción no es una epidemia. Y por ello atraen inversiones. Particularmente en el sector de los hidrocarburos, que exporta por su cuenta pese a la oposición del gobierno shiita iraquí. Un buque cargado de crudo kurdo descargó, no hace mucho, en el puerto israelí de Ashkelon. Pese a no contar con el consentimiento de Bagdad. Lo mismo ha ocurrido, 16 veces, en el puerto turco de Ceyhan. Reflejando de esta manera una realidad. Consecuencia de que un tercio de la producción iraquí de hidrocarburos se realiza en territorio kurdo y es manejada desde Erbil.

Todavía los kurdos del norte de Irak importan el 80% de lo que consumen. Incluyendo buena parte de sus alimentos, que llegan desde Turquía e Irán. Turquía es hoy el cordón umbilical de los kurdos con el mundo exterior. Y los turcos lo saben bien. Por esto el oleoducto que lleva el crudo al puerto turco de Ceyhan es vital para el futuro kurdo de corto y mediano plazo.

Todavía el 70% de los recursos de la tesorería kurda se dedica a pagar los sueldos del sector público y las jubilaciones y pensiones. Aumentar las ventas de crudo al exterior es prioritario. Por eso el sueño kurdo de vender 400.000 barriles diarios de crudo a través de Turquía procura convertirse en realidad.

Cuando, durante la ocupación norteamericana (en el 2006) Irak era un horrible infierno faccioso, el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, sugirió (desde las columnas del «New York Times», en una nota en coautoría con Leslie Gleb) que el país debía de partirse en tres pedazos distintos. Uno (al sur) para contener a los shiitas; otro (al centro) para abrigar a los sunnis; y el tercero (al norte) para alojar los kurdos. Sin por ello despedazar necesariamente el país y crear tres «nuevos» estados.

Anticipó así el futuro. La idea luce ahora algo más firme. Aunque tiene menos color de autonomía y más tono de independencia.

No obstante, lo cierto es que también entre los kurdos hay más de una visión. Algunos kurdos acusan a Turquía de ayudar al Estado Islámico, con el objeto de debilitarlos. Para ellos, la porosidad de la frontera tiene que ver con ese objetivo. En función de esa creencia no creen que -al final- Turquía los ayude a lograr su independencia.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.