Es urgente reiterar la importancia de la libertad de prensa

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/9/19 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/09/26/es-urgente-reiterar-la-importancia-de-la-libertad-de-prensa/

La libertad de expresión no solo es una manifestación básica de respeto sino que el contraste de distintas ideas resulta vital para adquirir conocimientos

Gregorio Badeni

Gregorio Badeni

La condición humana remite al libre albedrío que constituye el cimiento de la tradición liberal, solo así tienen sentido las ideas autogeneradas, la posibilidad de revisar nuestros juicios, las proposiciones verdaderas y falsas, la moral, la responsabilidad individual y la mismísima libertad. El pensamiento resulta imprescindible para evaluar los medios pertinentes al efecto de lograr fines apetecidos y la expresión del pensamiento constituye no solo una manifestación de la libertad sino que es el aspecto medular que permite alimentar el conocimiento, puesto que como ha señalado Karl Popper este tiene la característica de la provisionalidad abierta a refutaciones. Las críticas y las autocríticas son esenciales para el progreso de la insustituible aventura del pensamiento que es una consecuencia de la racionalidad.

En algunos ocasiones cuando se estima que alguien está equivocado o no sigue las reglas de la lógica se le endilga la etiqueta de “irracional”, lo cual no es así: todo lo que hace el ser humano es racional a diferencia de los actos reflejos de la biología, cuando la medicina antigua propiciaba ciertas recetas hoy consideradas erradas no es que aquellos médicos eran irracionales, es que no contaban con el conocimiento que hoy disponemos y así sucesivamente.

Se ha dicho, por otra parte, que la verdad debe estar sustentada en verificaciones empíricas a lo que Morris Cohen ha replicado que esa proposición no es verificable y el antes mencionado Popper ha explicado que nada en la ciencia es verificable, es solo de momento corroborable. La verdad se sustenta en la correspondencia entre el juicio y el objeto juzgado, el relativismo epistemológico, cultural, ético y hermenéutico echan por tierra con toda posibilidad de investigación, además de convertir en relativas las mismas aseveraciones del relativismo.

Como ha sostenido Einstein, “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos” y en el campo específico de cada cual también hay una dosis grande de ignorancia que se intenta contrarrestar en un difícil peregrinaje en el mar de ignorancia en busca de algo de tierra fértil en que sostenernos sin llegar nunca a un puerto definitivo puesto que la navegación es permanente. Por eso me resulta tan atractivo el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, es decir, no hay palabras finales.

El debate de ideas resulta imprescindible para ensanchar el conocimiento, de allí que la libertad de expresión no solo es una manifestación básica de respeto sino que el contraste de distintas ideas resulta vital para adquirir conocimientos. En esto estriba el progreso intelectual del que deriva todo progreso humano.

Antes he escrito sobre la libertad de prensa -que es la manifestación de la antedicha liberad de pensamiento- pero dado el clima amenazador que se vive en distintas latitudes, se hace necesario reiterar lo dicho. Después del derecho a la vida le sigue en importancia el derecho de propiedad una de cuyas manifestaciones centrales es precisamente la facultad de expresar las propias perspectivas y contrastarlas con otras opiniones, para lo cual se requiere un ámbito de puertas y ventanas abiertas al efecto de permitir la mayor dosis de oxígeno, sin limitaciones de ninguna naturaleza. Este es el sentido por el que los Padres Fundadores en Estados Unidos otorgaron tanta importancia a la libertad de prensa y es el motivo por el que se insertó con prioridad en la mención de los derechos de las personas en su carta constitucional, la cual, dicho sea al pasar, fue tomada como punto de referencia en la sanción de la argentina. Jefferson escribió en 1787 que “si tuviera que decidir entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en elegir lo último”.

Este es el sentido por el que mi distinguido amigo, el eminente constitucionalista Gregorio Badeni, sostuvo en su Tratado de libertad de prensa la trascendencia de este valor fundamental para la existencia de la sociedad libre y, asimismo, el correlato con la indispensable preservación de las fuentes de información.

Esta libertad es respetada y cuidada como política de elemental higiene cívica en el contexto de una sociedad abierta, no solo por lo anteriormente expresado sino porque demanda información de todo cuanto ocurre en el seno de los gobiernos para así velar por el cumplimiento de sus funciones específicas y minimizar los riesgos de extralimitación y abuso de poder.

Resulta especialmente necesaria la indagación por parte del periodismo cuando los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno pretenden ocultar información bajo los mantos de la “seguridad nacional” y los “secretos de Estado” alegando “traición a la patria” y esperpentos como el “desacato” o las intenciones “destituyentes”. Debido a su trascendencia y repercusión pública internacional, constituyen ejemplos de acalorados debates sobre estos asuntos los referidos a los llamados “Papeles del Pentágono” (tema tan bien tratado por Hannah Arendt) y el célebre “Caso Watergate” que terminó derribando un gobierno.

Por supuesto que nos estamos refiriendo a la plena libertad sin censura previa, lo cual no es óbice para que se asuman con todo el rigor necesario las correspondientes responsabilidades ante la Justicia por lo expresado en caso de haber lesionado derechos de terceros. Esta plena libertad incluye el debate de ideas con quienes implícita o explícitamente proponen modificar el sistema, de lo contrario se provocaría un peligroso efecto boomerang (la noción opuesta llevaría a la siguiente pregunta, por cierto inquietante ¿en qué momento se debería prohibir la difusión de las ideas comunistas de Platón, en el aula, en la plaza pública o cuando se incluye parcial o totalmente en una plataforma partidaria?). Las únicas defensas de la sociedad abierta radican en la educación y las normas que surgen del consiguiente aprendizaje y discusión de valores y principios.

Hasta aquí lo básico del tema, pero es pertinente explorar otros andariveles que ayudan a disponer de elementos de juicio más acabados y permiten exhibir un cuadro de situación algo más completo. En primer lugar, la existencia de ese adefesio que se conoce como “agencia oficial de noticias”. No resulta infrecuente que periodistas bien intencionados y mejor inspirados se quejen amargamente porque sus medios no reciben el mismo trato que los que adhieren al gobierno de turno o a los que la juegan de periodistas y son directamente megáfonos del poder del momento. Pero en verdad, el problema es aceptar esa repartición estatal en lugar de optar por su disolución, y cuando los gobiernos deban anunciar algo simplemente tercericen la respectiva publicidad. La constitución de una agencia estatal de noticias es una manifestación autoritaria a la que lamentablemente no pocos se han acostumbrado.

Es también conveniente para proteger la muy preciada libertad a la que nos venimos refiriendo, que en este campo se de por concluida la figura atrabiliaria de la concesión del espectro electromagnético y asignarlo en propiedad para abrir las posibilidades de subsiguientes ventas, puesto que son susceptibles de identificarse del mismo modo que ocurre con un terreno. De más está decir que la concesión implica que el que la otorga es el dueño y, por tanto, tiene el derecho de no renovarla a su vencimiento y otras complicaciones y amenazas a la libre expresión de las ideas que aparecen cuando se acepta que las estructuras gubernamentales se arroguen la titularidad, por lo que en mayor o menor medida siempre pende la espada de Damocles.

De la libertad de expresión se sigue la de asociación y de petición que deben minimizar las tensiones que eventualmente generen batifondos extremos y altos decibeles que afectan los derechos del vecino, lo cual en un sistema abierto se resuelve a través de fallos en competencia como mecanismo de descubrimiento del derecho y no como ingeniería legislativa y diseño arrogante.

Fenómeno parecido sucede con la pornografía y equivalentes en la vía pública que, en esta instancia del proceso de evolución cultural, hacen que no haya otro modo de resolver las disputas como no sea a través de mayorías circunstanciales. Lo que ocurre en dominios privados no es de incumbencia de los gobiernos, lo cual incluye la televisión que con los menores es responsabilidad de los padres y eventualmente de las tecnologías empleadas para bloquear programas. En la era moderna, carece de sentido tal cosa como “el horario de protección al menor” impuesto por la autoridad, ya que para hacerlo efectivo habría que bombardear satélites desde donde se trasmiten imágenes en horarios muy dispares a través del globo. Las familias no pueden ni deben delegar sus funciones en aparatos estatales como si fueran padres putativos, cosa que no excluye que las emisioras privadas de cualquier parte del mundo anuncien las limitaciones y codificadoras que estimen oportunas para seleccionar audiencias.

Otra cuestión también controversial se refiere a la financiación de las campañas políticas. En esta materia, se ha dicho y repetido que deben limitarse las entregas de fondos a candidatos y partidos puesto que esos recursos pueden apuntar a que se les “devuelva favores” por parte de los vencedores en la contienda electoral. Esto así está mal planteado, las limitaciones a esas cópulas hediondas entre ladrones de guante blanco mal llamados empresarios y el poder, deben eliminarse vía marcos institucionales civilizados que no faculten a los gobiernos a encarar actividades más allá de la protección a los derechos y el establecimiento de justicia. La referida limitación es una restricción solapada a la libertad de prensa, del mismo modo que lo sería si se restringiera la publicidad de bienes y servicios en diversos medios orales y escritos.

Afortunadamente han pasado los tiempos del Index Expurgatoris en el que papas pretendían restringir lecturas de libros y donde irrumpen en la escena comisarios que limitan o prohíben la importación de libros, dan manotazos a la producción y distribución de papel, interfieren en la cibernética o, al decir del decimonónico Richard Cobden, establecen exorbitantes “impuestos al conocimiento”. La formidable invención de la imprenta por Pi Sheng en China y más adelante la contribución extraordinaria de Gutemberg y ahora Internet, los medios digitales y las redes sociales no han sido del todo aprovechadas sino que a través de los tiempos se han interpuesto cortapisas de diverso tenor y magnitud pero en estos momentos han florecido (si esa fuera la palabra adecuada) megalómanos que arremeten con fuerza contra el periodismo independiente.

Esto ocurre debido a la presunción del conocimiento de gobernantes que sin vestigio alguno de modestia y a diferencia de lo sugerido por Einstein, se autoproclaman sabedores de todo cuanto ocurre en el planeta, y se explayan en vehementes consejos a obligados y obsecuentes escuchas en imparables verborragias.

Dados los temas controvertidos aquí brevemente expuestos -y que no pretenden agotar los vinculados a la libertad de prensa- considero que viene muy al caso reproducir una cita de la obra clásica de John Bury titulada Historia de la libertad de pensamiento: “El mundo mental del hombre corriente se compone de creencias aceptadas sin crítica y a las cuales se aferra firmemente […] Una nueva idea contradictoria respecto a las creencias que sustenta, significa la necesidad de ajustar su mente […] Las opiniones nuevas son consideradas tan peligrosas como molestas, y cualquiera que hace preguntas inconvenientes sobre el por qué y el para qué de principios aceptados, es considerado un elemento pernicioso”.

El cuarto poder tiene prelación para la preservación de la libertad respecto a los otros tres, la sociedad libre se derrumba sin este valor. También he escrito antes para rendir homenaje al periodismo independiente (un pleonasmo pero por las situaciones que atravesamos vale el énfasis) pero en esta ocasión insisto en este muy sentido tributo pues dan batalla con un coraje y una perseverancia por lo que en gran medida le debemos la supervivencia, en contraste con sujetos disfrazados de periodistas pero vendidos al espíritu cavernario del autoritarismo siempre empobrecedor moral y materialmente.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Inteligencia artificial

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 28/12/19 en:  https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/alberto-benegas-lynch/inteligencia-artificial.html

 

Telegráficamente intentaré en esta nota periodística demostrar que el título constituye una contradicción en los términos, que lo de la inteligencia artificial es un oxímoron.

 

Por una parte inteligencia deriva de inter-legum esto es leer adentro, captar significados o la esencia de lo observado cosa que la materia está imposibilitada de hacer y por otro lado y más importante aun, la inteligencia demanda capacidad de decisión, libertad, libre albedrío puesto que si está determinada por los nexos causales inherentes a la materia no hay posibilidad de elección independiente, hay programación inexorable.

 

La inteligencia del ser humano procede de que no solo se trata de kilos de protoplasma sino de psique, mente o estados de conciencia que permite revisar los propios juicios, ideas autogeneradas, distinguir entre proposiciones verdaderas y falsas, voluntad independiente, responsabilidad individual y moral. Si los humanos fuéramos aparatos programados, la libertad se tornaría en mera ficción.

 

Karl Popper ha bautizado como “determinismo físico” el supuesto de que el ser humano es pura materia que en ese caso no elije, decide y prefiere, es decir, no actúa, sino que está programado para decir y hacer lo que dice y hace, esto es, puro materialismo filosófico.

 

En la misma línea argumental, John Hick sostiene que allí donde no existe libertad intelectual -lo cual es propio del materialismo- naturalmente no hay vida racional, por ende, la creencia que el hombre está determinado “no puede demandar racionalidad”.

 

Con razón el premio Nobel en neurofisiología John Eccles concluye que “Uno no se involucra en un argumento racional con un ser que sostiene que todas sus respuestas son actos reflejos, no importa cuán complejo y sutil sea el condicionamiento”.

 

Es de interés destacar la opinión del premio Nobel en física Max Planck que en este contexto afirma que “se trataría de una degradación inconcebible que los seres humanos fueran considerados como autómatas inanimados en manos de una férrea ley de causalidad […] El papel que la fuerza desempeña en la naturaleza, como causa del movimiento, tiene su contrapartida, en la esfera mental, en el motivo como causa de la conducta”.

 

Por su parte el lingüista Noam Chomsky señala que “No hay forma de que los ordenadores complejos puedan manifestar propiedades tales como la capacidad de elección […] Jugar al ajedrez puede ser reducido a un mecanismo y cuando un ordenador juega al ajedrez no lo hace del mismo modo que lo efectúa una persona; no desarrolla estrategias, no hace elecciones, simplemente recorre un proceso mecánico”.

 

El uso metafórico algunas veces se convierte en sentido literal, tal es el caso también de las expresiones “memoria” y “cálculo” aplicado a los ordenadores. Como apunta Raymond Tallis aplicar la idea de memoria a las computadoras es del todo inadecuado, de la misma manera que cuando nuestros abuelos solían hacer un nudo en su pañuelo para recordar algo no aludían a “la memoria del pañuelo” puesto que “la memoria es inseparable de la conciencia”. En el mismo sentido, este autor destaca que en rigor las computadoras no computan ni las calculadoras calculan puesto que se trata de impulsos eléctricos o mecánicos sin conciencia de computar o calcular.

 

Thomas Szasz se refiere a otra metáfora pastosa en cuanto a la llamada “enfermedad mental” cuando esto contradice la noción de la patología que enseña que una enfermedad es una lesión orgánica, de tejidos y células y, por tanto, no puede atribuirse a comportamientos e ideas. Una cosa son los problemas químicos, desajustes en los neurotrasmisores y la sinapsis en el cerebro y otra es la mente. También Szasz muestra errores de algunas interpretaciones de las neurociencias en la materia.

 

Howard Robinson apunta que “Lo físico es público en el sentido de que en principio cualquier estado físico es accesible (susceptible de percibirse, de conocerse) para cualquier persona normal […] Los estados de conciencia son diferentes porque el sujeto a quien pertenecen -y solo ese sujeto- tiene un acceso privilegiado a eso” (lo cual no quiere decir que todo lo físico pueda tocarse o, en su caso, siquiera verse, como los campos gravitatorios, las ondas electromagnéticas y las partículas subatómicas).

 

Juan José Sanguineti resume bien el problema al escribir que “Los actos intencionados son de las personas, no de las partes ni potencias de las personas. Si doy un apretón de manos a un conocido para saludarlo calurosamente, no tiene sentido decir ´mis manos te saludan calurosamente´. Expresiones como ´mi cerebro cree´, ´mi hemisferio izquierdo interpreta´, ´la neocorteza percibe, ´las neuronas deciden´, ´el hipocampo recuerda´, ´mi sistema límbico está enfadado´ carecen de sentido, igual que atribuir a cosas como células o grupos de células actos como entender, tomar decisiones, preferir etc. […] Se puede decir mi ojo ve, aunque sería más exacto decir yo veo con mis ojos”.

 

En resumen, la tecnología y específicamente la robótica prestan servicios notables a la humanidad, de lo cual no se sigue que deban confundirse con los atributos humanos.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Pensando en Marx sobre materialismo

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 27/10/17 en: https://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2017/10/27/pensando-en-marx-sobre-materialismo-por-alberto-benegas-lynch-h/

 

Días pasados estaba releyendo algunas partes del primer libro que Marx y Engels escribieron juntos publicado en 1845, La sagrada familia. Crítica de la crítica crítica (no fue una errata, es así el título) en el que aluden a estudios realizados por Bruno Bauer y sus hermanos Edgar y Egbert.

La obra contiene muchas aristas pero la que tomo en esta oportunidad es el materialismo de Marx ya puesto en evidencia en su tesis doctoral sobre Demócrito (que a veces mezcla con sus diatribas contra el judaísmo a pesar de descender de una familia rabínica, aunque su padre cambió de religión al efecto de contar con mayor número de clientes en su bufete de abogado en el contexto del régimen prusiano).

A juzgar por lo que ocurre en nuestro mundo el materialismo filosófico o, al decir de Popper, el determinismo físico aparece hoy en muy diversos campos y proviene de muy diferentes tradiciones de pensamiento: en la economía (paradójicamente en la “teoría de la decisión”), en el derecho (especialmente en la rama penal), en interpretaciones de variantes psicológicas (a pesar de que el vocablo alude a la psique), en algunos médicos (sobre todo en el campo de la neurología) y en ciertas manifestaciones de la filosofía. En otras oportunidades me he extendido en este tema que estimo crucial, ahora lo condenso. Veo también que no pocos liberales que desarrollan temas muy sofisticados y provechosos pero no se ocupan de los cimientos de esa corriente puesto que si no hay libre albedrío no habría tal cosa como libertad, con lo que se estaría construyendo sobre arena.

Sin la capacidad independiente de decisión del ser humano, no habría tal cosa como proposiciones verdaderas o falsas, no habrían ideas autogeneradas, no habría argumentación ni razonamiento, no habría responsabilidad individual, no tendría sentido la moral ni, como queda dicho la propia libertad. Si fuéramos solo kilos de protoplasma seríamos loros, loros complejos pero loros al fin con lo que se habrá negado la condición humana.

En la misma línea argumental, John Hicks sostiene que allí donde no existe libertad intelectual naturalmente no hay vida racional, por ende, la creencia que el hombre está determinado “no puede demandar racionalidad. Por tanto, el argumento determinista está necesariamente autorefutado o es lógicamente suicida. Un argumento racional no puede concluir que no hay tal cosa como argumentación racional”. Los fenómenos físicos no son ni verdaderos ni falsos, simplemente son, para que tengan sentido las proposiciones verdaderas o falsas es necesario el juicio independiente.

Es de interés destacar la opinión de Max Plank quien escribe que en este contexto “se trataría de una degradación inconcebible que los seres humanos, incluyendo los casos más elevados de mentalidad y ética, fueran considerados como autómatas inanimados en manos de una férrea ley de causalidad […] El papel que la fuerza desempeña en la naturaleza, como causa del movimiento, tiene su contrapartida, en la esfera mental, en el motivo como causa de la conducta”.

Alan Turing llevó a cabo un experimento en el que ubicaba a una persona en una habitación donde se colocan dos terminales de computadoras, una conectada en la habitación contigua con otra computadora y la segunda conexión al otro ordenador manejado por una segunda persona. A continuación, Turing solicita a la primera persona referida que formule todas las preguntas que estime pertinentes por el tiempo que demande su investigación al efecto de conocer cual es cual, de lo contrario, si no pudiera establecer la diferencia (distinguir cual es cual) concluye Turing que es una prueba que no hay diferencia con el humano en cuanto a sus cualidades de decisión.

Por su parte, John Searle refuta las conclusiones de esa prueba con otra que denominó “el experimento del cuarto chino”. Consistió en ubicar también a una persona aislada en una habitación y totalmente ignorante de ese idioma a quien se le entregó un cuento escrito en esa lengua con una serie de cartones con preguntas sobre la narración del caso y otros tantos cartones con respuestas muy variadas y contradictorias. Simultáneamente también recibió otros cartones con códigos claros para que pueda conectar acertadamente las preguntas con las respuestas.

Explica Searle que de este modo el personaje de marras contesta todo satisfactoriamente sin que haya entendido chino. Lo que prueba este segundo experimento es que el sujeto en cuestión es capaz de seguir las reglas, los códigos y programas que le fueron entregados que es la manera en que la máquina del primer experimento se equipara en el sentido operativo mencionado y eventualmente con mayor rapidez (desde luego no en todos los sentidos como su incapacidad de amar, autoconciencia, decisión independiente y equivalentes, tampoco iniciar nada fuera de lo programado).

Noam Chomsky señala que “No hay forma de que los ordenadores complejos puedan manifestar propiedades tales como la capacidad de elección […] Jugar al ajedrez puede ser reducido a un mecanismo y cuando un ordenador juega al ajedrez no lo hace del mismo modo que lo efectúa una persona; no desarrolla estrategias, no hace elecciones, simplemente recorre un proceso mecánico”.

El uso metafórico algunas veces se convierte en sentido literal, tal es el caso de las expresiones “inteligencia”, “memoria” y “cálculo” aplicado a los ordenadores. La primera proviene de relacionar la comprensión de conceptos en base al inter legum, esto es leer adentro, captar significados. Y como apunta Raymond Tallis aplicar la idea de memoria a las computadoras es del todo inadecuado, de la misma manera que cuando nuestros abuelos solían hacer un nudo en su pañuelo para recordar algo no aludían a “la memoria del pañuelo”, del mismo modo que cuando se almacena información en un depósito no se concluye que el galpón del caso tiene una gran memoria, puesto que “la memoria es inseparable de la conciencia”. En el mismo sentido, este autor destaca que en rigor las computadoras no computan ni las calculadores calculan puesto que se trata de impulsos eléctricos o mecánicos sin conciencia de computar o calcular y si se recurre a esos términos debe precisarse que “solo se hace en el mismo sentido en que se afirma que el reloj nos dice la hora”.

En este plano de análisis hay muchas otras metáforas que arrastran el peligro de su literalidad (los economistas estamos acostumbrados a lidiar con estos peligros). Tal es el caso de uno de los ejemplos que critica Thomas Szasz sobre lo que coloquialmente se dice brainstorming y, para el caso, brainwashing cuando estrictamente se trata de mindstorming y mindwashing. También puede incurrirse en el error de hacer referencia al “deficiente mental” cuando es “deficiente cerebral”. Sin embargo, para el intento de probar la verdad de algo es inexorable la existencia de estados de conciencia (Popper), mente (Wilder Penfield), voluntad (Roger W. Sperry) o psique (John Eccles) distinta aunque estrechamente vinculada al órgano por el cual el hombre se comunica con el mundo exterior, es decir, el cerebro (Nicholas Rescher).

En la misma obra citada, Szasz subraya las inconsistencias de una parte de las neurociencias al pretender que con mapeos del cerebro se podrán leer sentimientos y pensamientos pero “el cerebro es un órgano corporal y parte del discurso médico. La mente es un atributo personal parte del discurso moral […] equivocadamente se usan los términos mente y cerebro como se utilizan doce y una docena”. También Szasz se refiere a otra metáfora peligrosa en cuanto a la mal llamada “enfermedad mental” cuando esto contradice la noción más elemental de la patología que enseña que una enfermedad es una lesión orgánica, de tejidos y células y, por tanto, no puede atribuirse a comportamientos e ideas (lo cual para nada contradice la relación mente-cuerpo).

Es sabido que todo lo material de nuestro cuerpo cambia permanentemente con el tiempo y, sin embargo, mantenemos el sentido de identidad (a menos que se haya padecido de una enfermedad o accidente que lesione partes vitales del cerebro que no permitan la interconexión mente-cuerpo).

El significado del principio de incertidumbre en el plano de la física cuántica no pone en duda que en el mundo subatómico pueda existir decisión y, en consecuencia libertad, tal como han referido físicos como el propio Heisenberg , el antes citado Plank, Louis de Broglie ya que las limitaciones en las mediciones son consecuencia de los instrumentos para operar como apuntan Gerald Holton y Stephen Brush .

Antony Flew escribe que “cuando hablamos de causas de un evento puramente físico -digamos un eclipse de sol- empleamos la palabra causa para implicar al mismo tiempo necesidad física e imposibilidad física: lo que ocurrió era físicamente necesario y, dadas las circunstancias, cualquier otra cosa era físicamente imposible. Pero este no es el caso del sentido de causa cuando se alude a la acción humana. Por ejemplo, si le doy a usted una buena causa para celebrar, no convierto el hecho en una celebración inevitable”.

También John Hospers manifiesta que “enunciando sólo los antecedentes causales, nunca podríamos dar una conclusión suficiente: para dar cuenta de lo que hace una persona en sus actividades orientadas hacia fines hemos de conocer sus razones y razones no son causas”. John Thorp ilustra la diferencia entre un acto y un proceso automático tal como ocurre “entre una decisión y un estornudo”.

Aparece una gran paradoja que, entre otros, expresa George Gilder en cuanto a que los procesos productivos de nuestra época se caracterizan por atribuirle menor importancia relativa a la materia y un mayor peso al conocimiento y, sin embargo, irrumpe con fuerza el materialismo filosófico.

Nathaniel Branden apunta que “Si el determinismo fuera cierto, ningún conocimiento resultaría posible […] incluyendo la teoría del determinismo”. Estrictamente, el pensamiento requiere libertad intelectual puesto que un proceso mecánico y necesario no permite elegir en que pensar y dejar abierto el resultado.

Por último, Thomas Nagel se pregunta sobre la consistencia de presuponer que la física lo explica todo porque “si la mente es en si misma meramente física, no puede explicarse por la ciencia física […], algo más se requiere para explicar como puede haber conciencia, seres pensantes”. Autores como Howard Robinson resumen el punto: “Lo físico es público en el sentido de que en principio cualquier estado físico es accesible (susceptible de precibirse, de conocerse) para cualquier persona normal […] Los estados de conciencia son diferentes porque el sujeto a quien pertenecen -y solo ese sujeto- tiene un acceso privilegiado a eso” y, además, “el pensamiento es sobre algo […] mientras que los estados físicos no son sobre algo, están simplemente ahí […] y los pensamientos pueden también ser sobre lo que no existe” pero lo físico es por definición lo que existe como tal (lo cual no quiere decir que pueda tocarse o, en su caso, ni siquiera verse, como los campos gravitatorios, las ondas electromagnéticas y las partículas subatómicas).

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es Asesor del Institute of Economic Affairs de Londres

LAS CONTRADICCIONES DEL RELATIVISMO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Antes de entrar en tema dejemos sentado que hay dos contradicciones básicas en quienes sostienen que todo es relativo. En primer lugar, si se acepta esa premisa, también sería relativa la afirmación de que todo es relativo (la trampa de Epiménides) y, en segundo término, sería relativo el respeto para quien sostiene esta postura (y cualquier otra) con lo cual -la aniquilación del respeto recíproco basado en la noción del derecho de cada cual y la correspondiente justicia- desaparecería toda posibilidad de supervivencia y, por ende, de convivir entre seres humanos.

 

Lo dicho para nada significa que deben uniformarse valores y principios. El único valor y principio que inexorablemente debe ser uniforme, para que puedan convivir personas con distintas valorizaciones y proyectos de vida es, precisamente, el respeto recíproco, es decir que cada uno pueda hacer de su vida lo que le plazca siempre y cuando no lesione igual derecho de los demás.

 

En un contexto de esta naturaleza, los debates abiertos van mostrando la conveniencia o no de adoptar ciertos valores. En este sentido, nadie posee la verdad absoluta, pequeñas partículas de verdades se van incorporando al acerbo cultural en un proceso evolutivo de prueba y error con el convencimiento de que las corroboraciones son siempre provisorias sujetas a refutaciones. Este es el sentido de la investigación no solo moral sino científica. Este es el sentido por el que los centros universitarios cuentan con departamentos de investigación, de lo contrario, si no hay verdades que buscar, no habría nada que averiguar. Los adelantos de la humanidad en los diversos campos científicos parten de la base de que hay algo que investigar como verdades en un contexto donde la ignorancia colosal se va reduciendo al incorporar verdades en los más variados campos. Por otra parte y en otro nivel de discusión, la acción misma revela que hay preferencia lo cual indica que se estima un camino mejor que otro.

 

Ahora veamos entonces resumidamente el significado de los diversos tipos de relativismo: epistemológico, cultural, hermenéutico y ético. Respecto al primer caso hemos mencionado su aspecto central en cuanto a que, por el principio de no-contradicción, una proposición no pude corresponderse y no corresponderse simultáneamente con el objeto juzgado (el relativista toma como verdad su relativismo). También cabe destacar que, sin duda, todo lo que entendemos es subjetivo en el sentido de que es el sujeto que entiende, pero cuando hacemos referencia a la objetividad o a la verdad aludimos a las cosas, hechos, atributos y procesos que existen o tienen lugar independientemente de lo que opine el sujeto sobre aquellas ocurrencias y fenómenos que son ontológicamente autónomos. Lo antedicho en nada se contradice con el pluralismo y los diversos fines que persiguen las personas, dado que las apreciaciones subjetivas en nada se contraponen a la objetividad del mundo. Constituye un grosero non sequitur afirmar que del hecho de que las valorizaciones y gustos son diversos, se desprende la inexistencia de lo que es.

 

Por su parte, el relativismo cultural pretende asignar igual valor a las diversas culturas. Esto es un error de la antropología relativista puesto que, por lo pronto, el respeto recíproco es una medida objetiva para concluir acerca del valor de diversas culturas. No es lo mismo la antropofagia que la consideración por el derecho a la vida. No es lo mismo el totalitarismo que la libertad. En definitiva, si no fuera posible trascender el ámbito cultural en que vivió el antropólogo, no podría afirmar ni negar nada ya que estaría determinado por la cultura de la cual proviene. Por el contrario, la característica de la mente humana es su capacidad de revisar sus propios juicios y contar con ideas autogeneradas que es lo que, entre otras cosas, permite evaluar distintas culturas y es lo que hace posible distinguir proposiciones verdaderas de las falsas.

 

En cuanto a la hermenéutica relativista, sostiene que la interpretación de textos y discursos depende de factores enteramente subjetivos. No habría en este contexto tal cosa como verdad o falsedad de interpretaciones del texto o el discurso consignado. Como es sabido, los símbolos lingüísticos son el resultado de convenciones, de lo cual no se sigue que pueden interpretarse en cualquier dirección, situación que imposibilitaría la comunicación y tornaría sin sentido lo escrito o lo dicho. No habría tal cosa como una interpretación correcta y una incorrecta puesto que todas estarían a la par. Sin embargo, un símbolo que no se traduce en una significación precisa no significa nada y, por tanto, como queda expresado, la comunicación sería imposible. Incluso, como el lenguaje es principalmente para pensar y secundariamente para comunicarse, el pensamiento quedaría en la práctica bloqueado si se siguieran los postulados del relativismo hermenéutico.

 

Por último, el relativismo ético apunta a mantener que no hay tal cosa como el bien y el mal es también contradictorio ya que los mismos nihilistas se incomodan cuando se les falta el respeto y se invaden sus derechos, lo cual pone de manifiesto la incoherencia de sus declamaciones respecto a la inexistencia de lo bueno y lo malo, de lo que está bien y lo que está mal. El relativista ético argumenta que no hay procederes que actualizan potencialidades en busca del bien y conductas que dañan o benefician al sujeto actuante y perjudican o que ayudan al prójimo. Por supuesto que esto para nada autoriza que en una sociedad libre se recurra al uso de la fuerza para imponer lo que se considera moral en esferas que no afectan derechos de terceros. Cada uno asume su responsabilidad por lo que hace, no hace o por lo que dice o calla ante su conciencia, ante su prójimo o ante Dios pero la fuerza solo es permisible cuando es de carácter defensivo, nunca agresivo si es que se pretende vivir en libertad. Recordemos que la prueba de la tolerancia es frente a modos de vida que no compartimos, no en relación a lo que estamos de acuerdo.

 

En resumen, los relativismos son autodestructivos y no se sostienen a la luz de razonamientos simples basados en el sentido común.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.