Es hora de preguntarse para qué sirven los servicios de inteligencia

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 4/8/2006 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/es-hora-de-preguntarse-para-que-sirven-los-servicios-de-inteligencia-nid828727/

 

Tras las quejas por el espionaje político

Dice el adagio que si a uno lo engañan una vez, la vergüenza corresponde a quien engaña, pero si nos vuelven a engañar con lo mismo, la vergüenza es para uno. Resulta de interés preguntarse y repreguntarse qué grado de compatibilidad o incompatibilidad existe entre los llamados servicios de inteligencia y el sistema republicano de gobierno. Como es sabido, uno de los ejes centrales de esta forma de concebir el aparato político consiste en la transparencia de sus actos.

Conviene llevar a cabo el ejercicio de una mirada crítica sobre estas reparticiones tan peculiares. Prácticamente todos los gobiernos cuentan con servicios de inteligencia, lo cual no invalida el interrogante. Cuando menos, llama la atención que una sociedad libre se desplace simultáneamente por dos andariveles tan opuestos.

Por una parte, se insiste en la necesidad de que los funcionarios gubernamentales sean responsables de sus actos y que éstos estén en conocimiento de los gobernados y, por otro, se procede de modo clandestino, echando mano de fondos reservados para propósitos de espionaje y otros menesteres non sanctos que se mantienen en las sombras. Parecería que hay aquí un doble discurso y que se entroniza una hipocresía digna de mejor causa.

Agentes dobles, contrainteligencia, secretos de Estado, escuchas y detenciones sin orden de juez, violaciones de domicilio, asesinatos, sabotajes, movimientos subversivos programados y, frecuentemente, seguimiento de los movimientos de los dirigentes de partidos políticos de oposición son sólo algunos de los hechos que producen los más renombrados “servicios”. Esto es en el “mundo libre”, ya que en los países totalitarios se añaden la tortura y la implacable persecución a quienes no adhieren al poder de turno.

En los Estados Unidos, actualmente existen veinticuatro “oficinas de inteligencia”, entre las que se destaca la CIA, creada a fines de la década del 40. En Inglaterra, el M15 y el M16; en Canadá, la CSIS; la BND en Alemania; el Mossad en Israel, y la FSB, sucesora de la KGB, en Rusia son sólo algunas de las caras visibles de este entramado de espionaje, contraespionaje y guerra subterránea.

El periodista de la BBC de Londres Paul Reynolds pone en tela de juicio la eficiencia de los servicios de inteligencia más destacados del mundo a raíz de la invasión de Irak, en una columna titulada “¿Podemos confiar en los servicios de inteligencia?”. Por su parte, Harry Browne señala los fiascos de los servicios de inteligencia estadounidenses en Vietnam, Corea, Somalía y Haití, e incluso tiende un manto de sospechas sobre los que operaron durante la Segunda Guerra Mundial, en la que se terminó entregando a Stalin aproximadamente las tres cuartas partes de Europa.

Es que siempre los burócratas están tentados a utilizar este y otros departamentos y oficinas para fines políticos, y cuando no hay claros límites al poder y se permite recurrir a la clandestinidad los abusos no deben sorprender, sin contar con las traiciones, las falsas denuncias y las delaciones internas y ex amistades de la CIA, como Saddam Hussein y Ben Laden.

Por esto es que León Hadar, del Cato Institute, sugestivamente titula su ensayo Los servicios de inteligencia no son inteligentes. Allí muestra con profusión de datos cómo la alegada seguridad nacional está en riesgo con estos procedimientos oscuros en los que, por definición, no hay control de gestión propiamente dicho. Hadar se refiere a los Estados Unidos. Imaginemos qué le cabe, por ejemplo, a nuestra SIDE, creada por Perón…

David Canon, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Indiana, en su trabajo titulado Inteligencia y ética, alude a las declaraciones de un agente de la CIA que explica que lo importante es lograr los objetivos sin detenerse en los medios: “Los temas legales, morales y éticos no me los planteo, igual que no lo hacen los otros [integrantes de la CIA]”, dice, y documenta la cantidad de “sobornos a funcionarios, derrocamiento de gobiernos, difusión deliberada de mentiras, experimentos con drogas que alteran la mente, utilización de sustancias venenosas, contaminación de alimentos, entrega de armas para operar contra líderes de otros países y, sobre todo, complotar para asesinar a otros gobernantes”.

En esta dirección ofrece ejemplos de operaciones de la CIA en Costa Rica, Corea, Colombia, Laos, Guatemala, Irán (ellos fueron los que organizaron la policía secreta del sha), China e Indonesia. Asimismo, reproduce las declaraciones del ex presidente Truman 15 años después del establecimiento de esta oficina de inteligencia: “Cuando establecí la CIA, nunca pensé que se entrometería en estas actividades de espionaje y operaciones de asesinato”.

Pero, como bien destaca Norman Cousins, el establecimiento de entidades de estas características “necesariamente tiene que terminar en un Frankenstein”. Idéntica preocupación revela Drexel Godfrey en la revista Foreign Affairs, en un artículo titulado “Ethics and Intelligence”, en el que añade las encrucijadas del célebre embajador Joseph Wilson, quien contradijo los informes de inteligencia ingleses y norteamericanos respecto de la patraña de las armas de destrucción masiva.

No se avanza mucho aunque se establezcan estrictos controles republicanos, división horizontal de poderes y, en general, los indispensables límites al poder político. Este puede deslizarse por la puerta trasera con todo tipo de abusos, sin rendir cuenta al público, por más que se tejan subterfugios más o menos elaborados a través de comisiones parlamentarias.

Los servicios de inteligencia son compatibles con regímenes totalitarios de factura diversa, pero parecen del todo inadecuados en el seno de una sociedad libre. No en vano en los Estados Unidos se extiende la utilización de la expresión rusa “zar” para el máximo capitoste del espionaje.

Es útil cuestionar y someter al análisis temas que habitualmente se dan por sentados. Si no se procede a esta revisión periódica, podemos encontrarnos con que estamos avalando ciertas políticas que resultan nocivas, pero que continúan en vigencia sólo por inercia, rutina o molicie. John Stuart Mill decía que todas las buenas ideas pasan invariablemente por tres etapas: la ridiculización, la discusión y la adopción. Este tema de los llamados servicios de inteligencia se vincula con muchos otros que también requieren limpieza de telarañas mentales para su mejor comprensión.

Menciono cuatro áreas al correr de la pluma. En primer término, la seguridad. Paradójicamente, en no pocos lugares para proteger este valor se lo conculca. Esto ocurre hoy, en gran medida, con la lucha antiterrorista. En última instancia, el terrorismo apunta a desmantelar y liquidar las libertades individuales. Pues lo curioso del asunto es que, por ejemplo, en lo que ha sido el baluarte del mundo libre –los Estados Unidos–, con el argumento de proteger aquellos derechos se los lesiona, con lo que en la práctica se otorga una victoria anticipada a los criminales del terror. Tal es el ejemplo de la vergonzosa ley denominada “patriótica”.

En segundo lugar, para mitigar las convulsiones que hoy tienen lugar, debería hacerse un esfuerzo mayor para no caer en la trampa mortal de las guerras religiosas y para distinguir un asesino de quien suscribe determinada religión. Hay que insistir en los graves peligros y acechanzas que aparecen al vincular el aparato estatal con una denominación confesional.

El tercer capítulo, emparentado con el surgimiento de los servicios de inteligencias para contrarrestar las guerras, son las epidemias de nacionalismos, xenofobias y racismos que toman los lugares de nacimiento como un valor y un disvalor para el extranjero, como si las fronteras tuvieran algún sentido fuera de la descentralización del poder y como si las razas no fueran un estereotipo carente de significado entre hermanos que provenimos todos de Africa.

Por último, no estaría mal revisar exhaustivamente el papel de las Naciones Unidas, de la que dependen innumerables oficinas que pregonan a los cuatro vientos, en sus publicaciones y en las declaraciones de sus directivos, políticas socializantes que conducen a la pobreza y a la guerra, al tiempo que muchas veces se constituyen durante largos períodos en observadores incompetentes, tal como ha ocurrido hasta el momento en el caso actual de Hezbollah e Israel.

Un comentarista de la televisión mexicana acaba de proclamar: “Nosotros también somos observadores, pero de la inoperancia de las Naciones Unidas”.

Entonces, no sólo debemos concentrar la atención en la naturaleza y los alegados servicios que prestan las estructuras de “inteligencia”, sino también prestar atención a las causas que dan lugar al debate que ahora pretendemos abrir, al efecto de seguir averiguando los inconvenientes y las eventuales ventajas de este tipo de organizaciones.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

 

Trump pretende ocultar fiascos

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 5/4/20 en:  https://independent.typepad.com/elindependent/2020/04/trump-pretende-ocultar-fiascos.html#more

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No hay duda que la dictadura de Maduro ha acentuado las barrabasadas de Chávez en tierras venezolanas por lo que la población se encuentra en la miseria más horrorosa, donde no hay comida ni medicamentos y ni siquiera en el país del petróleo se encuentra nafta en el contexto de un descalabro monetario colosal y de persecuciones inmisericordes a los opositores civiles y militares.

Como hemos hecho notar frente a reiterados golpes contra las instituciones republicanas es indispensable el contragolpe como derecho elemental a la resistencia a la opresión recomendado como defensa propia por todos los constitucionalistas más reputados del mundo libre. La pasividad desemboca en un suicidio colectivo. Incluso con la debida precaución y responsabilidad es concebible que a través de la carta de la Organización de Estados Americanos se aliente y contribuya al derrocamiento de tiranías insoportables como la venezolana.

Pero habiendo dicho esto, por una parte, desconfiamos grandemente del actual presidente de Estados Unidos y su pastosa decisión de que la flota de la marina estadounidense se aposte en las costas del país caribeño debido a que actúa a contracorriente de los extraordinarios valores y principios de los Padres Fundadores.

En una sociedad libre cualquiera puede discrepar con lo que apuntan los medios pero lo que no es admisible es que se eche a un periodista de la Casa Blanca como si su circunstancial ocupante fuera el dueño del lugar, además de lo impropio de la falta elemental de consideración con la libertad de expresión como bastión fundamental del sistema republicano. Recordemos que Jefferson ha dicho que «entre un gobierno sin libertad de prensa y libertad de prensa sin gobierno, prefiero esto último».

También es necesario subrayar las «cajas destempladas» con que ha tratado Trump a fallos judiciales que le son adversos, el maltrato a gobernantes de países tradicionalmente aliados con sus absurdas «guerras comerciales» y su nacionalismo compatible con el tercermundismo. Hay que tener muy presente su desplante frente a los acontecimientos en Charlottesville cuando desfilaron energúmenos alzando la tenebrosa insignia nazi, oportunidad en la que el presidente consideró al grupo como «buena gente» equiparándolo a otra marcha integrada por personas que se oponían a la antes mencionada manifestación, todo digno de un patán.

En el terreno económico la administración Trump ha elevado exponencialmente la deuda y el gasto públicos. Su reducción impositiva y los consecuentes efectos positivos son solo un aspecto parcial del cuadro de situación. Esto recuerda la entrega de espejitos de colores a los indios para establecer instituciones esclavistas como la mita y el  yanaconazgo. Hay quienes se quedan con esto y hacen la vista gorda a la declinación en modales republicanos y atropellos al decoro y a la división de poderes, en definitiva fabricando un Leviatán más adiposo en el contexto de repetidas muestras de xenofobia, lo cual no puede ser más a contracorriente de la más deslumbrante tradición estadounidense.

En lo personal he escrito un libro titulado Estados Unidos contra Estados Unidos editado primero por el Fondo de Cultura Económica y más recientemente por Unión Editorial de Madrid donde me detengo a explicar el lamentable declive de ese extraordinario país por desatender los sabios consejos de los Padres Fundadores.

Muchos de los antiguos colaboradores de Trump ahora lo critican severamente como, por ejemplo, su ex Secretario de Estado, Rex Tillerson -durante décadas CEO de Exxon Mobil, la tercera empresa de mayor facturación en el mundo-, quien ha dicho públicamente que «Trump no tiene la menor idea de lo que significa el comercio libre» y que «muchas de las cosas que afirma no se condicen con la realidad de los hechos».

Incluso en temas muy trascendentes desde el punto de vista moral y científico como es el desatino del aborto, Trump era partidario hasta entrada su campaña presidencial  situación en la que los asesores le dijeron que su base en el Tea Party estaban decididamente en contra lo cual lo hizo cambiar revelando una frivolidad digna de mejor causa.

Su biografía best-seller The Art of the Deal que publicó Tony Schwartz, ahora afirma este autor en los medios que ha «llegado a la conclusión que Trump está desequilibrado y carece de las condiciones para mantenerse en el cargo».El célebre periodista Bob Woodward ha publicado un libro revelador de los atropellos de Trump que lleva el sugestivo título de Miedo. Trump en la Casa Blanca.

Debido a las muchas reservas morales que aun existen en Estados Unidos, es de esperar que no tarde en producirse una reacción saludable en dirección a los antes referidos consejos de los fundadores de esa gran nación, aunque se vislumbran candidatos y candidatas en las filas del Partido Demócrata que prometen agudizar el tamaño del aparato gubernamental. Esto constituye un serio peligro, lo cual no justifica lo actuado por el actual Presidente.

Afortunadamente hay algunas expresiones muy estimulantes en el propio Partido Republicano, por ejemplo, las declaraciones reiteradas y la publicación de un sustancioso libro por parte de Jeff Flake del riñón del republicanismo que lleva el mismo título del legendario Barry Goldwater: The Conscience of a Conservative. Flake, quien es conocido por sus notables discursos en el Senado, sostiene que «Trump no puede seguir en la presidencia puesto que no solo ofende la confianza del pueblo sino que ha dejado de lado lo mejor de la tradición del Partido Republicano». A todo este cuadro de situación debe agregarse la pésima, contradictoria y vacilante actitud respecto al tema del coronavirus.

Ahora la Reserva Federal por sugerencia de Trump y aprobación del Congreso acaba de autorizarse una colosal expansión monetaria lo cual en medio de la sustancial retracción de la actividad económicas debido a la referida pandemia, conducirá a la postre a un serio problema de deterioro monetario.

Todo esto por un lado, pero por otro Estados Unidos queda mal parado al apartarse sistemáticamente de lo aconsejado por el General Washington en 1795 en cuanto a los severos inconvenientes y peligros de intervenir militarmente en otros países. Es que las intervenciones militares de ese país en el extranjero han terminado mayormente en fracasos colosales: Corea, Vietnam, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Republica Dominicana, Haití, Irán, Somalía, Bosnia, Serbia-Kosovo, Iraq, Afganistán y Siria.

Entonces estimamos que esta maniobra de Trump respecto a la tiranía venezolana es muy riesgosa y puede terminar muy mal para los intereses del mundo libre por más que se logre reemplazar la casta insoportable de Maduro que en este cuadro de situación es difícil predecir donde irá a parar la situación. Recordemos que incluso luego de la Segunda Guerra Ludwig Erhard tuvo que rechazar las propuestas descabelladas de los generales estadounidenses para liberar a Alemania de las garras del estatismo. Es indispensable conducirse con pies de plomo en vista de los antedichos antecedentes y requerir la coordinación de otros referentes políticos de peso, sensatos y prudentes en caso de que las Fuerzas Armadas venezolanas no puedan desprenderse del Leviatán que oprime a esa nación hermana en un imprescindible contragolpe.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

 

¿Deberían Estados Unidos o la ONU intervenir militarmente en Venezuela?

Por Adrián Ravier.  Publicado el 22/2/19 en: https://www.juandemariana.org/comment/7326#comment-7326

 

Alberto Benegas Lynch (h) escribió un libro que ya cumple su primera década en circulación titulado Estados Unidos contra Estados Unidos. El libro es una obra de arte que permite comparar la arquitectura institucional de un país que recibió bajo los principios de propiedad privada, libertad individual, economía de mercado y gobierno limitado millones de inmigrantes y que alcanzó el desarrollo frente a otro país que una vez desarrollado ignoró el legado de sus padres fundadores.

En la materia que aquí nos compete, sobre guerra, fuerzas armadas y política exterior, o más precisamente sobre la pregunta planteada en el título de esta nota, cabe señalar que Estados Unidos durante muchos años fue una nación que respetó el principio de no intervención.

Al respecto, George Washington decía en 1796, en ejercicio de la presidencia de la nación, que “[e]stablecimientos militares desmesurados constituyen malos auspicios para la libertad bajo cualquier forma de gobierno y deben ser considerados como particularmente hostiles a la libertad republicana”. En el mismo sentido, Madison anticipó que “[e]l ejército con un Ejecutivo sobredimensionado no será por mucho un compañero seguro para la libertad” (citados por Benegas Lynch, 2008, pág. 39).

Durante mucho tiempo el Gobierno de Estados Unidos fue reticente a involucrarse en las guerras a las que fue invitado. Robert Lefevre (1954/1972, pág. 17) escribe que entre 1804 y 1815 los franceses y los ingleses insistieron infructuosamente para que Estados Unidos se involucrara en las guerras napoleónicas; lo mismo ocurrió en 1821, cuando los griegos invitaron al Gobierno estadounidense a que enviara fuerzas en las guerras de independencia; en 1828 Estados Unidos se mantuvo fuera de las guerras turcas; lo mismo sucedió a raíz de las trifulcas austríacas de 1848, la guerra de Crimea en 1866, las escaramuzas de Prusia en 1870, la guerra chino-japonesa de 1894, la guerra de los bóeres en 1899, la invasión de Manchuria por parte de los rusos y el conflicto ruso-japonés de 1903, en todos los casos, a pesar de pedidos expresos para tomar cartas en las contiendas.

El abandono del legado de los padres fundadores comienza a darse con el inicio de la Primera Guerra Mundial. No solo comienza un abandono de la política exterior de no intervención, sino que también se observa un Estado creciente, más intervencionista y un paulatino abandono del patrón oro y del federalismo. El poder ejecutivo comenzó a ejercer poco a poco una creciente autonomía, y a pesar de las provisiones constitucionales en contrario opera con una clara preeminencia sobre el resto de los poderes, avasallando las facultades de los Estados miembros.

Lefevre escribe que desde la Primera Guerra Mundial en adelante “la propaganda ha conducido a aceptar que nuestra misión histórica [la estadounidense] en la vida no consiste en retener nuestra integridad y nuestra independencia y, en su lugar, intervenir en todos los conflictos potenciales, de modo que con nuestros dólares y nuestros hijos podemos alinear al mundo (…) La libertad individual sobre la que este país fue fundado y que constituye la parte medular del corazón de cada americano [estadounidense] está en completa oposición con cualquier concepción de un imperio mundial, conquista mundial o incluso intervención mundial (…) En América [del Norte] el individuo es el fundamento y el Gobierno un mero instrumento para preservar la libertad individual y las guerras son algo abominable. (…) ¿Nuestras relaciones con otras naciones serían mejores o peores si repentinamente decidiéramos ocuparnos de lo que nos concierne?” (Lefevre, 1954/1972, págs. 18-19).

A partir de las dos guerras mundiales y la gran depresión de los años treinta se nota un quiebre en la política internacional americana respecto de su política exterior. De ser el máximo opositor a la política imperialista, pasó a crear el imperio más grande del siglo XX. A partir de allí ya no hubo retorno.

Alberto Benegas Lynch (h) (2008) es muy gráfico al enumerar las intromisiones militares en el siglo XX en que Estados Unidos se vio envuelto, las que incluye a Nicaragua, Honduras, Guatemala, Colombia, Panamá, República Dominicana, Haití, Irán, Corea, Vietnam, Somalia Bosnia, Serbia-Kosovo, Iraq y Afganistán. Esto generó en todos los casos los efectos exactamente opuestos a los declamados, pero, como queda dicho, durante la administración del segundo Bush, la idea imperial parece haberse exacerbado en grados nunca vistos en ese país, aún tomando en cuenta el establecimiento anterior de bases militares en distintos puntos del planeta, ayuda militar como en los casos de Grecia y Turquía o intromisiones encubiertas a través de la CIA.

En otros términos, Estados Unidos fue copiando el modelo español. Copió su proteccionismo, luego su política imperialista, y ahora hacia comienzos del siglo XXI su Estado de bienestar, el que ya deja al Gobierno norteamericano con un Estado gigantesco, déficits públicos récord y una deuda que supera el 100% del PIB.

Un estudio de William Graham Sumner (1899/1951, págs. 139-173) nos es de suma utilidad al comparar el imperialismo español con el actual norteamericano, aun cuando sorpresivamente su escrito tiene ya varias décadas: “España fue el primero (…) de los imperialismos modernos. Los Estados Unidos, por su origen histórico, y por sus principios constituye el representante mayor de la rebelión y la reacción contra ese tipo de Estado. Intento mostrar que, por la línea de acción que ahora se nos propone, que denominamos de expansión y de imperialismo, estamos tirando por la borda algunos de los elementos más importantes del símbolo de América [del Norte] y estamos adoptando algunos de los elementos más importantes de los símbolos de España. Hemos derrotado a España en el conflicto militar, pero estamos rindiéndonos al conquistado en el terreno de las ideas y políticas. El expansionismo y el imperialismo no son más que la vieja filosofía nacional que ha conducido a España donde ahora se encuentra. Esas filosofías se dirigen a la vanidad nacional y a la codicia nacional. Resultan seductoras, especialmente a primera vista y al juicio más superficial y, por ende, no puede negarse que son muy fuertes en cuanto al efecto popular. Son ilusiones y nos conducirán a la ruina, a menos que tengamos la cabeza fría como para resistirlas”.

Y más adelante agrega (1899/1951, págs. 140-151): “Si creemos en la libertad como un principio americano [estadounidense] ¿por qué no lo adoptamos? ¿Por qué lo vamos a abandonar para aceptar la política española de dominación y regulación?”

Volviendo a la pregunta de esta nota, y debo decir -afortunadamente-, Estados Unidos ha evitado en este tiempo una intervención militar sobre Venezuela. Entiendo el llamado del presidente Trump a la comunidad internacional como una solicitud para reconocer a un nuevo presidente interino que llame a elecciones dado que Maduro no fue elegido legítimamente. Esto no es elegir al nuevo presidente de Venezuela. Esto es muy diferente a las intervenciones militares que ha desarrollado durante gran parte del siglo XX. Esperemos que Estados Unidos se mantenga en línea, esta vez, bajo el principio de no intervención.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Es director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

Venezuela votó por «más de lo mismo»

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 31/5/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2139534-venezuela-voto-por-mas-de-lo-mismo

 

Los venezolanos acaban de concurrir a las urnas en lo que parece haber sido una elección presidencial fraudulenta más. En la que -como suele suceder- se proscribió a algunos de los principales partidos opositores y encarceló a sus principales dirigentes.

Nicolás Maduro (rodeado de caras amenazadoras por parte de quienes vestían altos uniformes militares) fue inmediatamente declarado ganador. Sin perder un minuto de tiempo. Por ello se apresta a continuar gobernando a Venezuela por un nuevo período presidencial de seis años.

Su reelección ha sido -sin embargo- rechazada por prácticamente todos sus vecinos de la región: por Brasil, Colombia, Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Paraguay, Guyana y Santa Lucía.

Para nuestra región, Venezuela es ya una segunda Cuba, cuyos funcionarios, desvergonzadamente enquistados en el gobierno venezolano, han estructurado -con la estrecha cooperación de sus pares venezolanos-, un mecanismo perverso para que Cuba pueda recibir, «colgada» del mismo, buena parte de las divisas generadas por las exportaciones venezolanas de petróleo crudo. Por largo rato, cabe recordar, Cuba vivió «colgada» de la Unión Soviética. Hoy vive ordeñando a Venezuela. La noción de «no intromisión» ha sido pisoteada y desnaturalizada, a la vista de todos.

Las abstenciones de quienes tenían efectivamente derecho a sufragar en las elecciones venezolanas superaron largamente al número de quienes concurrieron a las urnas. Como se esperaba, ciertamente. El número de votantes, en una elección a la que una significativa parte del pueblo venezolano le diera la espalda, fue el más bajo desde la década del ’50. Menos de la mitad (tan sólo un 46%) de quienes estaban en condiciones de votar se acercaron a las urnas para hacerlo. Muchos de ellos por abstención voluntaria, a la manera de rechazo a Nicolás Maduro. Otros, por su estado de desilusión, convencidos de que votar no hubiera cambiado nada.

Venezuela continuará sufriendo. Su economía es hoy la mitad de lo que fuera en el 2013. Y, cada día, unos 5000 venezolanos dejan atrás a su patria y se exilian, en un éxodo que es tan conmovedor, como inocultable. Casi todos huyen hartos de la creciente escasez de alimentos y medicamentos que ha hecho ya imposible vivir en la normalidad. Y de la enloquecedora hiperinflación, que se estima llegará al 13.000% a fines del año en curso. Así como de los salarios mínimos de miseria, que hoy son del orden de los 2,5 dólares mensuales. A todo lo que se suma un nivel de inseguridad personal aterrador, que se ha vuelto realmente desesperante. Colombia y Brasil los están recibiendo en números crecientes, que ya preocupan a sus respectivas autoridades.

El país del caribe, que tiene las reservas de hidrocarburos más importantes del mundo, ha visto caer su producción diaria de crudo de unos 2,4 millones de barriles, apenas cinco años atrás, a un millón cuatrocientos mil barriles, en la actualidad. Y el flujo continúa cayendo por obra conjunta de las sanciones económicas externas y del claro «des-manejo» que inunda la incompetente gestión de las autoridades locales, todo lo cual debe ser sumado a la cada vez más extendida corrupción, que ha infectado también a las exportaciones de petróleo y gas natural. El resultado de lo antedicho es una situación social intolerable, en la que sobrevivir no está garantizado a nadie.

Para hacer las cosas más graves, los Estados Unidos han aumentado las sanciones económicas que habían ya sido impuestas a Venezuela. Ahora serán sancionados todos quienes negocien o intermedien en títulos de la deuda venezolana y en créditos de cualquier tipo de ese país o de su enorme empresa petrolera estatal, PDVSA, cuyos activos están siendo embargados por quienes tienen derecho a hacerlo, incluyendo los contractuales, que han sido repudiados, ignorados o desconocidos por Venezuela.

Hasta la importación de los diluyentes necesarios para exportar el crudo pesado que produce Venezuela está comenzando a estar afectada. En lo que va del año el volumen de ventas de crudo venezolano ha caído ya un 23%.

A todo lo que se agrega la cada vez más difícil atención del servicio y repago una deuda externa del orden de los seis billones de dólares, cuyo cumplimiento se ha transformado en un signo de interrogación.

En ese ambiente caótico, Nicolás Maduro recibió (con fraude y todo) un millón y medio de voto menos que en el 2013, cuando fuera elegido por primera vez presidente de su país. Y eso que ató perversamente la obtención y el mantenimiento de los carnets que permiten acceder a las raciones de comida y a la prestación de varios servicios públicos a la comprobación de haber efectivamente votado a favor del gobierno.

Venezuela se apresta a vivir «más de lo mismo», esto es a seguir viviendo encerrada entre el miedo y la desesperación. Su tragedia no parece estar cerca de un final que, de pronto, pueda cambiar el deplorable estado actual de las cosas.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

El Gran Hermano no acepta competencia

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 5/4/18 en: https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/gran-hermano-acepta-competencia-174279

 

El Hermano Mayor o Gran Hermano es un personaje de la novela de George Orwell 1984, y es el ente que gobierna Oceanía a través del partido único, el Ingsoc. Nadie lo conoce, pero es omnipresente a través de telepantallas, con fuerte propaganda y controlando todo. Estos días, mientras Facebook es sospechada de espionaje, EEUU, Canadá, España y otros 14 países y la OTAN expulsan a diplomáticos rusos por el intento de asesinato de Skripal.

Cuando Trump ganó las elecciones, el Parlamento ruso recibió la noticia con aplausos. Pero ahora, las cosas se han enfriado. Los rusos saben de guerra fría; además de su propia KGB, recuerdan a los espías de EEUU, como la CIA, que colaboró derrocando a líderes electos en Irán y Guatemala en la década de los cincuenta y respaldó golpes de Estado apoyando gobiernos anticomunistas en América Latina, África y Asia.

Ahora resulta que Zuckerberg es criticado, entre otras cosas, porque no quería comparecer ante el Parlamento británico. En una carta remitida al presidente del Comité Parlamentario pertinente, la responsable de relaciones públicas de la red social indicó que sería uno de los adjuntos de Zuckerberg quien daría respuesta a los diputados.

Resulta irónico que los Estados, los Grandes Hermanos que todo nos controlan, desde la emisión de documentos de identidad con todos nuestros datos personales y hasta las agencias de espías, pasando por los entes recaudadores de impuestos que conocen todas nuestras finanzas, pretendan que nos van a cuidar de quienes quieren robarnos datos personales. Más bien parece que no quieren competencia o, peor, querrán imponer reguladores que tengan injerencia y autoridad sobre nuestros datos guardados en las redes sociales.

De hecho, a Facebook se le acusa de la filtración de datos de más de 50 millones de usuarios para ayudar… a la campaña del presidente de EEUU, el jefe del Estado. La empresa británica Cambridge Analytica, contratada tanto para la campaña de Trump como para la iniciativa a favor del brexit, recopiló información de millones de votantes a través de Facebook.

En 2010, durante la conferencia All Things Digital organizada por The Wall Street Journal, Steve Jobs se refirió a la cuestión de la privacidad enviándole una indirecta a Mark Zuckerberg, que estaba presente, en el momento en que Facebook enfrentaba críticas por la actualización de los controles que forzaban a los usuarios a compartir sus datos. “Privacidad significa que la gente entienda en qué se registra, en palabras claras y repetidamente», dijo Jobs.

Es decir, la privacidad es, precisamente, una cuestión privada. Es decir, que las personas deben saber qué datos confían y a quién. Cada uno debe elegir y ser responsable de sus actos como con cualquier transacción sin que ningún burócrata pretenda entrometerse en algo tan sensible.

Por cierto, se ha dicho que el mercado ha reflejado este escándalo provocando la fuerte baja en el precio de las acciones de Facebook pero, en mi opinión, esta baja al menos en parte responde a que esta red se utiliza cada vez menos en favor de Instagram y WhatsApp. Riesgo, me parece, que corren todas las empresas, pero sufrirán más aquellas más infladas: por ejemplo, hoy Facebook y Netflix cotizan a una valuación equivalente a 11 años de ventas; Amazon a 4 años y Google a 7 años, cuando el índice S&P500 cotiza a una valuación de 2.2 años de ventas.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Mi deuda con Juan Carlos Cachanosky (1953-2015)

Por Adrián Ravier.  Publicado el 3/1/18 en: https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/mi-deuda-con-juan-carlos-cachanosky-1953-2015

 

Fue en 1999. Tenía 20 años. Estaba en la fotocopiadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Vi a un costado un diario blanco y negro titulado Atlas del Sud, editado entonces por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre, de la cual Gabriel Salvia era su director ejecutivo. En la contratapa se destacaba un seminario intensivo sobre la Escuela Austriaca de Economía, que se dictaría el sábado siguiente en ESEADE, y su disertante era Juan Carlos Cachanosky. Me llevé el diario y convencí a algunos compañeros de la Facultad para que me acompañaran. Aquel fue mi primer encuentro con quien fue un gran amigo y un gran maestro en estas ideas y en esta tradición de pensamiento. También fue entonces la primera vez que pisé ESEADE, donde aproveché para pedir folletos sobre las distintas maestrías que se ofrecían, más allá de que todavía tenía tres años de licenciatura por delante. Fue tal el impacto de aquel seminario que desde ese día mantuve un deseo constante por llevar adelante estudios de posgrado en esa casa de estudios, lo que finalmente pude hacer gracias a una beca que me ofreció Martín Krause, el entonces rector de la institución.

En 2003 Juan Carlos Cachanosky fue mi profesor de Historia Crítica del Pensamiento Económico. El curso fue fascinante porque nos llevó de forma intensiva desde la Antigua Grecia hasta la actualidad, citando con mente abierta y espíritu crítico a Aristóteles, Santo Tomás, diversos autores de la escolástica, el mercantilismo, los fisiócratas, el gran Adam Smith y el pensamiento clásico, Marx y el socialismo utópico y científico, el marginalismo, Menger y la Escuela Austriaca, Marshall y la economía matemática, Keynes y el keynesianismo, Milton Friedman y la Escuela de Chicago, entre otros. Es el día de hoy que comienzo mis cursos con una síntesis de aquella materia, para que el alumno tenga una foto de la evolución del pensamiento económico, antes de introducirnos en forma sistematizada en la ciencia económica.

La bibliografía de esa materia era extensa, con varios artículos escritos por él mismo, publicados en Libertas, la revista académica de ESEADE. Juan Carlos se había integrado al Departamento de Investigaciones de esta institución apenas se conformó, con Ezequiel Gallo como su director. Libertascomenzó a publicarse a partir de 1984, y ya en el primer número se puede encontrar un artículo sobre “La Escuela Austriaca de Economía” de su autoría. En las memorias que escribió Alberto Benegas Lynch (h) se resumen estos hechos.

Juan Carlos completó una licenciatura en Economía en la UCA, en Buenos Aires, y luego viajó a Estados Unidos, donde se doctoró también en Economía con Hans Sennholz como tutor. En la entrevista que tuve la fortuna de hacerle para repasar su vida comentó que Sennholz se resistió bastante al comienzo a dirigir su trabajo de tesis, pero luego cedió, cuando Juan Carlos planteó como tema algunas críticas a la economía matemática.

Al principio Sennholz estuvo muy duro para aceptarme, pero cuando le propuse el tema del uso de las matemáticas en economía accedió inmediatamente. Cuando terminé la defensa me dijo que este era un tema sobre el que Mises le había pedido que escribiera pero que, como no había tenido tiempo, se sentía en falta con su maestro. Cuando le propuse el tema entonces sintió que era una manera de cumplir con su promesa a Mises.

Lo cierto es que hoy hay en la profesión una fuerte tendencia heterodoxa contra la economía matemática, pero en 1985 sus observaciones tenían mucha mayor resistencia, al margen de que aún los críticos no han llegado lo suficientemente lejos. “La ciencia económica y la economía matemática”, Parte I y Parte II merece ser publicado como libro y estudiado por toda la profesión.

Juan Carlos fue un economista completo. Experto en historia del pensamiento económico y metodología, pero muy profundo también en cuestiones micro y macroeconómicas o en teoría monetaria. Quizás por su afán en la historia del pensamiento económico siempre prefería y recomendaba ir a las fuentes. “No lean bibliografía secundaria sobre Adam Smith. Lean la fuente primaria”, era su primera sugerencia a los jóvenes investigadores. Los clásicos por algo son clásicos. Cuando le preguntaba, por ejemplo, sobre su opinión acerca del famoso debate entre la banca libre con reservas fraccionarias o banca libre con encaje 100 %, siempre prefería referenciar los argumentos de Rothbard, y nunca a sus seguidores modernos.

Sus investigaciones por supuesto se extendieron también a otros temas, como resumió recientemente Martín Krause en sus propias memorias.

Después de ESEADE, Juan Carlos se convirtió en decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Pasaba seis meses allí y seis meses en Argentina, donde también expandía las actividades de formación corporativa hacia América Latina y el mundo.

Fue en 2007 cuando recibí por primera vez una invitación para dictar un curso de maestría presencial en la web. Al completarlo, Juan Carlos me preguntó si me había sentido cómodo, como para saber si podía contar conmigo en posteriores ocasiones. Mi respuesta fue afirmativa y, a partir de allí, fui sumando cursos diversos e incrementando mi relación profesional y personal con él.

En ese entonces, y mientras completaba mi doctorado, ya había decidido mi vocación por la academia, pero Juan Carlos tuvo mucho que ver en facilitar ese proceso. Tras dos años en el Departamento de Investigaciones de ESEADE y tres años en la Fundación Hayek, un cambio en la dirección de esta última institución me llevó a hablar con Juan Carlos sobre la posibilidad de trabajar en sus proyectos. Pasó menos de un mes hasta que recibí una llamada suya, junto a Giancarlo Ibargüen, rector de la UFM, para invitarme a instalarme en Guatemala como profesor e investigador a tiempo completo. Mi segundo hijo acababa de nacer, y con mi esposa preferíamos vivir en Argentina. Juan Carlos abrió entonces un plan B, invitándome a dictar cursos virtuales, y viajar a Guatemala dos veces al año. Esa alternativa fue, de hecho, la que me llevó a trasladarme con mi esposa a La Pampa, de donde ella es originaria, ya que mi trabajo sería on line, y cada tanto debía viajar, dejando a mi familia en compañía de los suyos.

Desde ese momento trabajar con Juan Carlos fue un placer extraordinario. De las lecciones en economía que aprendí en el aula en ESEADE, pasé a aprender lecciones en otros ámbitos, desde los negocios hasta la vida misma. Juan Carlos jamás hablaba de firmar contratos. Le bastaba la palabra. Trabajaba 24 horas al día, viajando por el mundo para conseguir acuerdos con importantes universidades a las que representar con diversos programas en América Latina. Periódicamente convocaba a sus profesores a una reunión virtual, donde nos comentaba sobre las novedades, siempre con el mejor humor y un optimismo infinito. Nunca faltaba la mención de Boca Junios, su “pequeño” equipo del que fue hincha, aunque no fanático. Y al menos conmigo, nunca faltaba la discusión acerca de Richard Cantillón y Adam Smith, enfatizando la figura de este último por sobre la del primero, a quien yo considero el verdadero padre de la economía

Al dejar Juan Carlos la dirección de la Escuela de Negocios de la UFM, recuperó tiempo para impulsar otros proyectos como formación corporativa, programas de maestría y doctorado con universidades de Suiza, Escocia y España, entre los más importantes.

Los alumnos de Juan Carlos y formación corporativa se extendieron entonces por el mundo, llevando aquellas ideas que aprendió desde joven hacia destinos múltiples y diversos.

Juan Carlos fue un gran economista, quizás el mejor de los que he conocido. Pero también fue un empresario de las ideas, quien encontró en la educación virtual la forma de sortear las barreras que los ministerios de Educación imponen a un desarrollo natural y competitivo del mercado educativo universitario y, especialmente, de posgrado. Habría que ver si OMMA no es en definitiva un derivado de sus tempranas iniciativas, sin desmerecer el esfuerzo de Gabriel Calzada y todo su equipo.

Se han cumplido ya dos años de su desaparición física, pero el recuerdo permanece en todos los que lo conocimos y cotidianamente en las redes, cuando sus lectores referencian su extraordinario trabajo.

 

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Calidad institucional en América: Chile, que lidera las posiciones entre los latinoamericanos, ¿puede cambiar de rumbo?

Por Martín Krause. Publicada el 26/7/17 en: http://bazar.ufm.edu/calidad-institucional-america-chile-lidera-las-posiciones-los-latinoamericanos-puede-cambiar-rumbo/

 

Canadá y Estados Unidos intercambian liderazgos en uno u otro subíndice y las islas caribeñas muestran mejores resultados en las políticas que en las económicas. Otros como Chile, Guatemala o México tienen mejor desempeño en las económicas. El análisis detallado de cada caso, junto al desempeño en cada indicador visto antes, permitiría destacar cuáles son las áreas que más requieren atención y reforma en cada uno de los países. Ese análisis no se presenta aquí, pero se puede realizar con los datos existentes.

Conclusión

El panorama institucional en América Latina y en los países de mayor calidad muestra una situación de alguna forma contrapuesta. América Latina parece abrir las puertas a una mejora en su calidad luego del agotamiento de modelos populistas. Por otro lado, el marco institucional de los países de mayor calidad se ve amenazada por el avance del populismo que América Latina busca dejar.

Curiosamente, Chile, el país de mejor calidad institucional en América Latina, muestra señales similares a la de los países con los que comparte la tabla; las presiones populistas son fuertes y luego de años de estabilidad ha comenzado a caer, aunque poco por el momento. Es de esperar que no exista un movimiento de confluencia por el cual los países que están ahora más abajo suban, y los que están arriba caigan, acercándose todos en el medio, ya que beneficia a todos que la mejora sea general.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados. (Ciima-Eseade). Es profesor de Historia del Pensamiento Económico en UBA. 

Estados Unidos ha tomado un rumbo preocupante

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 2/5/17 en http://www.lanacion.com.ar/2019476-estados-unidos-ha-tomado-un-rumbo-preocupante

 

Contra los valores que lo hicieron grande, el país que preside Trump parece optar por el nacionalismo y el conflicto

 

Para todos los que admiramos la tradición estadounidense como el baluarte de la libertad, resulta triste y preocupante el rumbo que ha tomado de un tiempo a esta parte ese país, a contracorriente de los valores y principios sustentados por los Padres Fundadores.

Donald Trump ha comenzado su gestión insultando a periodistas con los que no coincide y bloqueando la entrada a conferencias de prensa en la Casa Blanca como si fuera el dueño del lugar. En vez de señalar sus desacuerdos opta por decir que son deshonestos; en lugar de velar por la sacrosanta libertad de expresión que es base de una república, se inclina por la agresión.

En dos oportunidades consecutivas, al ser rechazadas por la justicia sendas resoluciones xenófobas respecto a los inmigrantes, enfrentó esos rechazos con exabruptos completamente opuestos a la necesaria actitud responsable del Poder Ejecutivo para con la división de poderes. Actuó del mismo modo intempestivo con representantes del Poder Legislativo al no ser aprobada su propuesta respecto al sistema de salud vigente que, en definitiva, pretendió sustituir por un proyecto con iguales inconvenientes centrales.

Trump inició entonces su administración con reiterados choques contra instituciones básicas, a lo que agregó reducciones de impuestos que contrastaron con anuncios de incrementos siderales en el gasto público, lo cual es lo mejor para provocar una crisis fiscal mayúscula (aún mayor que la ya latente, si se toma en cuenta el significado del nivel colosal de endeudamiento que hoy supera al ciento por ciento del PBI).

Con este inicio muy poco favorable, con alta imagen negativa en la opinión pública y en la mayor parte de la prensa de prestigio, de modo inconsulto y sin la aprobación del Congreso, dio la orden de bombardear Siria en un todavía no aclarado hecho con gas venenoso y letal del que -como destaca, entre otros, el tres veces candidato a la presidencia norteamericana Ron Paul- aún no se sabe a ciencia cierta si fue producido por los rebeldes contra el tirano Basha al-Assad o por él mismo. Y luego «la madre de todas las bombas» sobre Afganistán, lo que ha intensificado el revuelo en esas zonas y entre sus aliados, y ha ayudado a resucitar el espíritu nacionalista que ya caracterizaba al nuevo gobierno de Estados Unidos, en línea con los desmadres electorales en Europa: en Francia, el Frente Electoral; en Alemania, el Partido Alternativa para Alemania; en Dinamarca, el Partido del Pueblo Danés; en Suecia, los Demócratas Suecos; en España, Podemos; en Austria, el Partido de la Libertad; en Italia, la Liga del Norte; en Hungría, el Partido por una Hungría Mejor, y en Inglaterra, el costado nacionalista del Brexit.

En cualquier caso, el punto consiste en discutir el rol de Estados Unidos como policía del mundo. Para esto nada mejor que tomar en primer lugar el pensamiento del general Washington y también el de John Quincy Adams. El primero escribió: «Mi ardiente deseo es, y siempre ha sido, cumplir estrictamente con todos nuestros compromisos en el exterior y en lo doméstico, pero mantener a Estados Unidos fuera de toda conexión política con otros países».

Y por su parte -préstese especial atención-, Adams consignó que «América [del Norte] no va al extranjero en busca de monstruos para destruir […] Desea la libertad y la independencia de todos. Recomienda esa causa general por el contenido de su voz y por la simpatía benigna de su ejemplo. Sabe bien que alistándose bajo otras banderas que no son la suya se involucrará más allá de la posibilidad de salir de problemas […] Podrá ser la directriz del mundo pero ya no será más la directriz de su propio espíritu».

Recordemos los fenomenales fiascos estadounidenses en el siglo XX en Vietnam, Somalia, Bosnia, Corea, Serbia-Kosovo, Irán, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Haití, Panamá, República Dominicana, la reciente patraña de «las armas de destrucción masiva» en Irak y la consecuente «guerra preventiva» . Ives Eland explica en detalle el caso de Filipinas y concluye que «las fuerzas de Estados Unidos incendiaron pueblos, destrozaron cosechas y ganado, torturaron y ejecutaron prisioneros y liquidaron a civiles inocentes». Recordemos también que el general Eisenhower, en su discurso presidencial de despedida, advirtió que «el peligro mayor para las libertades del pueblo americano [norteamericano] es el complejo militar-industrial».

Niall Ferguson, uno de los pioneros de la historia contrafáctica, pone en tela de juicio incluso la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra debido a que, si bien eliminaron al asesino serial de Hitler, le entregaron en Yalta a Hitler II (Stalin) una parte sustancial de Europa. Claro que mirar el tema con el diario del día después, alejados del momento y del contexto, puede no ser lo más conveniente.

El presidente Truman hizo su mea culpa quince años después de haber creado la CIA, en 1945, como sustituto de la Oficina de Asuntos Estratégicos (creada durante la Segunda Guerra Mundial) al manifestar que nunca pensó que aquella novel repartición «serviría para preparar asesinatos, conspiraciones contra gobiernos, torturas, operaciones paramilitares clandestinas reñidas con la ética más elemental, y espionajes».

Hay sin duda muchos canallas al frente de muy diversos gobiernos, pero el extraordinario esplendor de Estados Unidos -incluidos sus desvíos- fue, entre otras cosas, el resultado de tomar con seriedad los valores que hemos ilustrado con citas de peso en su historia. Por otro lado, no parecen prudentes las acciones bélicas desplegadas por Estados Unidos, especialmente por las consecuencias que estas iniciativas puedan acarrear en el llamado mundo libre. Sobre todo cuando la situación ha cambiado en mucho respecto a las libertades individuales. Con pretextos varios , hoy se interfieren secretos bancarios, se multiplican las escuchas telefónicas, se abandona en repetidos casos el debido proceso, todo en medio de regulaciones asfixiantes, gravámenes crecientes, procedimientos inmorales como los denominados «salvatajes» por los que los que trabajan y no tienen poder de lobby debieron sufragar a empresarios ineptos, irresponsables o las dos cosas al mismo tiempo, y la pretensión de endosar compromisos financieros al futuro en una seguidilla sin término para renovar los techos normativos del endeudamiento.

No debe descartarse que los marcos institucionales de ese país y sus reservas morales finalmente se impongan y puedan poner límites a tanto sobresalto, aunque a juzgar por lo ocurrido en las últimas elecciones ambos partidos tradicionales revelan una llamativa decadencia. Está en juego el futuro de todos los que desean vivir en un clima de paz, por más que el planeta deba convivir con sátrapas de diverso color y se abandonen valores clave en pos de otros que apuntan al renacimiento de los nacionalismos que tanto daño han hecho.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

The GOP Debate: What Candidates Showed The Most Wisdom On World Affairs?

Por Alejandro Chafuen: Publicado el 7/8/2015 en:   http://www.forbes.com/sites/alejandrochafuen/2015/08/07/the-gop-debate-what-candidates-showed-the-most-wisdom-on-world-affairs/2/

It’s true that the economy of the United States—which represents between 16 and 17 percent of the global economy—is of tremendous importance for the rest of the world. But with 80 percent of the world’s production being created beyond our borders, those aspiring to lead the country can’t neglect the foreign scene. Most candidates answered questions about the three difficult “I” topics: immigration, ISIS, and Iran. China and Russia also appeared in the discussions. Mexico was mentioned mostly on the immigration front and, briefly by Donald Trump, as a competitor—but not as the important trade partner that it is. What was not discussed is also relevant to understanding how key players in the United States see the world scene. The debate did not include discussions on trade and monetary issues. The trade pacts with Europe and the countries in the Pacific are not moving forward due to distrust more than to anti-trade feelings. Trade, even if the administration can’t move forward, is not moving backwards. In the monetary arena, the U.S. dollar has strengthened considerably against the Euro, gold, and many commodities, especially oil. Today the U.S. dollar is 20 percent stronger against the Euro and gold than one year ago, and buys twice as much oil than a year ago. The only purely economic topic addressed—with implications for the world economy—is the 18 trillion dollar debt. Much of that money is owed to foreigners and foreign governments. While Sen. Ted Cruz and Dr. Ben Carson focused on the destructive potential of this debt and cited it as an example of the betrayal of voters’ trust, Sen. Rand Paul connected the debt to one of his foreign policy stances: “Do you borrow money from China to send it to anyone? Out of your surplus, you can help your allies, and Israel is a great ally. And this is no particular animus of Israel, but what I will say, and I will say over and over again: we cannot give away money we don’t have. We do not project power from bankruptcy court. We’re borrowing a million dollars a minute.” Looking beyond economics, the absence of questions on Cuba is also telling. In my view, there are three main reasons that Cuba was not addressed: 1) location: if this debate had been held in Florida, rather than Cleveland, the recent policy change towards Cuba’s tyrannical regime would not (could not) have been neglected; 2) economic relevance: given the small size of the Cuban economy, this recent policy change cannot compare to the tremendous impact of Immigration, ISIS, and Iran; 3) with the exception of Venezuela, Latin American countries with large economies might flirt with Cuba, but will not be overrun by it. Immigration was covered by all the candidates. Except for Trump, who repeated his conspiratorial theories that Mexico authorities plan to send the worst of the country’s inhabitants north, the candidates sounded very similar: legal Immigration yes, illegal no! Sen. Marco Rubio correctly pointed out that today, “the majority of people coming across the border are not from Mexico. They’re coming from Guatemala, El Salvador, [and] Honduras.” Yet the overwhelming majority of extra-legal immigrants today are from Mexico. Requiring them to leave, a take most candidates seem to support, only seems realistic if there is a fast way to invite those who can find a job to return legally—much like the Krieble Foundation’s Red Card proposal holds. This would require bringing the capabilities and strength of the private sector as a powerful collaborator in this essential but thorny issue. Gov. Scott Walker had a chance to speak about foreign policy, which was very important for a candidate from a state which is seldom mentioned in the international scene. He focused on the importance of having allies “not just in Israel, but throughout the Persian Gulf” mentioning Egypt, the Saudi leaders, and the United Arab Emirates. When he asked them, “What’s the greatest challenge in the world today? Set aside the Iran deal,” they answered “it’s the disengagement of America.” All of the candidates disparaged U.S. foreign policy and the Iran deal. Donald Trump did not hold back, declaring brashly, “what’s happening in Iran, is a disgrace, and it’s going to lead to destruction in large portions of the world.” Sen. Ted Cruz was not so different: “We have abandoned and alienated our friends and allies, and our enemies are stronger. Radical Islam is on the rise, Iran is on the verge of acquiring a nuclear weapon, China is waging cyber warfare against America.” Cruz stood by his criticism of General Dempsey, who argued that ISIS could be defeated by jobs and ideology alone. Jeb Bush piled in and criticized Barack Obama for abandoning Iraq: “He left, and when he left, Al Qaida was done for. ISIS was created because of the void that we left, and that void now exists as a caliphate the size of Indiana. To honor the people who died, we need to—we need to—stop the—Iran agreement, for sure, because the Iranian mullahs have their blood on their hands, and we need to take out ISIS with every tool at our disposal.” Dr. Carson shared similar concerns: “Our friend can’t trust us anymore. You know, Ukraine was a nuclear-armed state. They gave away their nuclear arms with the understanding that we would protect them. We won’t even give them offensive weapons.” Gov. Walker endorsed arming Ukraine and went one step further: “I would work with NATO to put forces on the eastern border of Poland and the Baltic nations, and I would reinstate, put in place back the missile defense system we had in Poland and the Czech Republic.” The feisty exchange between Gov. Christie and Sen. Paul on how to conduct proper surveillance of potential terrorists was one of the highlights of the debate—yet their focus is more on internal freedom and security than world affairs. In his closing statement, Donald Trump, leader in the polls, focused on other countries but spoke about the U.S. the way someone who is trying to become the coach of a team speaks about his team and its competitors, “Our country is in serious trouble. We don’t win anymore. We don’t beat China in trade. We don’t beat Japan, with their millions and millions of cars coming into this country, in trade. We can’t beat Mexico, at the border or in trade. We can’t do anything right. Our military has to be strengthened.” The first debate is over, voters will continue to watch—and so will the world.   Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.

An Open Mind, Essays on Liberalism [Nuevo libro de Alberto Benegas Lynch (h)]

Por Adrián Ravier: Publicado el 16/4/14 en http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/04/16/an-open-mind-essays-on-liberalism-nuevo-libro-de-alberto-benegas-lynch-h/

 

Tengo la satisfacción de comentar a nuestros lectores que finalmente pude completar una tarea que deseaba hace tiempo. Se trata de la compilación de varios ensayos en inglés del Dr. Alberto Benegas Lynch (h).

La mayoría de estos artículos han sido presentaciones que el profesor Benegas Lynch (h) ofreciera en las reuniones anuales de la Mont Pelerin Society, más precisamente en Guatemala (1990), Cannes (1994), Viena (1996), Suiza (1997), Santiago de Chile (2000) y Buenos Aires (2011).

El libro puede adquirirlo aquí en ISA Books, equipo de trabajo al que le estoy muy agradecido por el trabajo de edición que realizaron.

 

 INTRODUCTION

In these lines I intend to provide a context about the life and work of Alberto Benegas Lynch, Jr., which I hope will serve as a basis for understanding the essays included here.

I was about 19 years old ​​when I first made contact with the ideas of Alberto Benegas Lynch, Jr. It was around the year 1997. My father and I use to watch some programs about politics and economics on television during dinner, and suddenly the presenter said “Doctor Benegas Lynch is going to explain why we must eliminate the Central Bank.” I look at my father with surprised at such a pose. But he just said, “Listen to him.”

My father knew well both the interviewee and his father, and while he had already approached me to books of Ludwig von Mises and Friedrich Hayek, I had not yet made ​​contact with the Austrian monetary theory that supported those thoughts.[1]

Soon, I got from a bookstore his Fundamentos de Analisis Económico(Foundations for Economic Analisys), a handbook of economics introducing his students in five Faculties of the University of Buenos Aires where he taught: Economics, Law, Engineering, Sociology and the Department of History at the Arts in various fields of study as, the methodology of economics, theories of value and price, the market process, government interference in the market, the currency, capital formation, economic cycles, the labor market, the principles of taxation, foreign trade and the institutional framework.[2] This work was originally his doctoral thesis, but was then enriched with successive editions. The eleventh edition already had 567 pages, but I read the whole thing in less than a week. I remember it was then that I first felt that I understood economy.

The last three years of my bachelor´s degree were different thanks to this author of whom I can say today, I’ve read more than a dozen books, numerous essays and about a hundred articles.[3] His writing is unique, his understanding of the social problems must be heard, and that is why I celebrate and I am delighted to see this book of essays published in English in this edition of ISA Books. Because while the professor Benegas Lynch has an enormous professional recognition, both in Argentina and abroad, very few English speaking people have read some of his work.

The book that the reader has in his hands is a compilation of essays, most of which have been presented at various meetings of the Mont Pelerin Society. In reading the titles, the reader may think that these essays deal with various isolated or disjointed topics, but behind each one there’s a unique line of thought, a single philosophy, the one of liberal who has managed to keep his eyes open but fundamentally an open mind.[4]

The way to understand the liberal philosophy of Professor Benegas Lynch is precisely the one represented in the motto of the Royal Society of London:nullius in verba [Chapter 1]. There is no final word, and there isn´t between mortals a final authority. We liberals must always be open to refutation and corroboration, knowing that all our knowledge is provisional. This does not mean, however, falling into relativism or skepticism, as explain by philosophers and Benegas Lynch himself in the first chapter of this book, it would be falling into a contradiction.

But this has been precisely the attitude that has led Alberto Benegas Lynch, Jr. through a very extensive literature.[5] Unlike other authors familiar with the literature of a single tradition that have remained only in it, the author expanded his vision with hundreds of authors from different traditions and approaches. Each paper published by him, whether pure or applied theory, summarizes an extensive literature on the specific field of research, in which he has worked, reflected, reworked and enriched with a reading of his own.

It is for this reason, too, that his work is not without contradictions. The reader will perceive precisely this evolution in his thinking along these pages. In short, from the classical liberalism of the first two chapters to the later proposed auto-government,[6] one can notice new authors, new readings and a process of evolution that young researchers should take as an example for our work.

The philosophy of Professor Benegas Lynch, however, is not limited to an open mind, but also a critical spirit.[7] A spirit that led him to understand the world by questioning the nature of certain basic institutions that in a modern society cannot be understood outside of the state functions.[8] Such is the case of education [Chapter 3],[9] money and banking [Chapter 4] and foreign aid [Chapter 5], the three areas covered in this book. But this author went even further. With Martin Krause he established several projects that allow us to devise a possible transition to an open society, working towards the “denationalization” of the “public services”, the health system, the labor legislation, the pension system, the environment and even an open skies policy.[10] Later, he even advanced on complex issues such as copyrights[11], poverty[12] or drugs[13].

But the logic behind each of these fields is the same. The market can consistently provide both decentralized and competitive public services like education, health, pensions and manage to reduce poverty, much more efficiently than the state.

In the case of education, for example, it is a myth to think that today we have some private services in this field [Chapter 3]. I remember a lecture by Professor Benegas Lynch where he explained that virtually worldwide, ministries or departments of education decide about the programs, contents and bibliographies to be used by private and state schools. This does not allow them to operate. When this is so, strictly there is no such thing as private educational institutions; they all belong to the state. In this context, the building of a “private” school may belong to a parent commission or may decide such things as the color of the uniforms to be used by students, or whether or not they carpet the classrooms, but the core product dispensed therein, this is programs, contents and bibliographies, are determined by the state. According to the laware private schools, but in fact they belong to the state.

The same applies to money and banking [Chapter 4]. Once we realize that money and banking services have emerged spontaneously in the market, and that at maturity the system was much more efficient, than the current one, to provide sound money, is incomprehensible that today we have the issue of money monopolized by central banks. Friedrich Hayek himself led the way by proposing the denationalization of money, and stressing the need for competition in this field.[14] But later Lawrence H. White[15] and George Selgin[16] dealt with systematizing theoretically and empirically how the market and the invisible hand could provide sound money.[17] In this regard, we must add that Kevin Dowd has collected an extensive literature summarizing cases where free banking was able to manage in a competitive and decentralized manner the money.[18] In this same field, Professor Benegas Lynch was one of the first authors to recognize that Jean Gustave Courcelle Seneuil was one of the first economists to defend the fractional-reserve free banking.[19]

Other topic that unfortunately did not get to be in this book, but did in other writings of the author, has to do with pensions. Regardless of the intentions of those who sought to implement the distribution system, the reality is a picture of a situation that contrasts with that intention. The pension system of the State does not provide any of the services for which it was created. Is not farsighted, nor serves for others to predict their future, nor is social whatever meaning is given to this word. For retirees the state pension system means a punishment for their years of work and contributions. For workers and contributors mean a countdown to misery. If something cannot be done in Argentina is expect that, with the state pension system, someone has the problem of minimal subsistence in old age solved.[20]

Professor Benegas Lynch opposed to central planning of socialism, because he understood on the basis of the writings of Hayek and James M. Buchanan that the state does not have the knowledge to effectively manage the respective services, but also has no incentive to properly manage resources.[21]

If these two arguments are central to understanding the difficulties of the state to provide services related to education, money and pensions, does too with foreign aid to “countries in need” [Chapter 5]. The support from multilateral lending agencies offer to developing countries may be well intentioned, but instead of helping, compromised even more to the poor. Without this assistance that usually takes the form of foreign debt, governments would be required to attract foreign private investment, adjust their fiscal imbalances, abandon inflationary policies and the ban to get money out of the country, giving up the continued pressure on private businesses, also to restrictive legislation and discriminatory taxes, and should give assurances against expropriation, nationalization and confiscation. This would free business creativity and economic activity would receive a boost to encourage economic development and employment creation, but no longer under the jurisdiction of the state visible hand, but under the invisible hand of the market.

Remembering one of the most modern development experts, what is required to solve the problem of knowledge are more “searchers” and less “planners”. What these countries need is not planned solutions from outside, but people who can build and seek solutions to their own problems from within the system. These searchers through their creativity and using their knowledge of time and place are the only ones who can solve the problem of poverty. International aid from socialist, has so far avoided these “microeconomic” solutions from moving forward.[22]

And even more can be said about the incentives. The literature contains numerous cases in which cash transfers are received by authoritarian governments, not democratic, that can only stay in power by coercing the people by receiving those same transfers. Without the “foreign aid”, the neediest people would find answers quickly.

We can see how certain ideas, at first, applicable to socialism, now extrapolated to new fields of study such as economic development. And this is precisely what the professor Benegas Lynch has done by criticizing not only socialism but also market socialism[23]and particularly the culture of nationalism[24], which is now supporting the welfare state. The literature explains that the modern state warns certain “market failures” and so it justifies what public goods should be provided and what externalities to avoid, both of which do not escape the ambiguity.[25]

Ronald Coase has taught us how important it is to assign property rights to solve just such problems of externalities, especially pollution occurrences on the environment. Market failures, then, not only does not require of more state to be internalized, but less state and more market. Professor Benegas Lynch argues precisely this argument in response to David Miller about the “Life Boat Situations.” [Chapter 6]

If within the orbit of the state, there is no room for public services or for education, health, pensions, or the environment, what functions concern to the Leviathan? In his Fundamentos de Análisis Económico (Foundations for Economic Analysis), quoted above (p. 480) Professor Benegas Lynch noted that “el gobierno se constituye para salvaguardar los derechos de los gobernados. Esta función es la razón de ser del gobierno.”[26] However, in his book entitled Hacia el Autogobierno: una crítica al poder politico (Towards auto-government: a critique of political power), the author explains that there may come a time in the history of mankind in which individuals can warn they can live better without a state. In that case, we will have achieved auto-government. I imagine such a society as an ideal situation (these are my words) in which we would be free of coercion that today involves the payment of taxes, and a situation in which each person would be responsible for their own welfare and that of his family, and of course of their future.[27] Chapter 7 precisely summarizes the main arguments of that book, of which I want to introduce the final paragraph:

[…] [A]ll these explanations can be extended to include protection and judicial services. As has been explained, the only way to proceed accordingly is through the debate of ideas and persuasion, in the context of an open-evolutionary process. Again, if these ideas are not accepted, nothing can be done other than refining the argument, unless the argument itself contains propositions proven to be false. In any case, abrupt changes in history are not convenient: new ideas should be sifted and implemented in a slow process by which experience is learned through trial and error. Anthony de Jasay explains that non coercive spontaneous orders logically, and thus historically, precede the coercive arrangements of the state apparatus: “There has to be some kind of economic order first, before the state can find the resources to lay the infrastructure for a new one. Perhaps, however, the old one need not be a ‘market’ order? Yet, if it is not, can it be productive enough? It cannot if it happens to be ‘in ruins.’ And if it can, what reason has the state to ‘construct the infrastructure’ for a different one?” (1994a, 35).

The last two chapters of the book focus on the causes of the economic crises that the European Union and the United States are experiencing. In the first case, as correctly anticipated by Friedrich Hayek in The denationalization of money-above-cited, it shows that the Euro is a bad idea.

The Euro -this is added by me-, was created as a way that would allow the European political elite, especially from France, to compete with the political and financial U.S. dominance. All the benefits that were identified in various reports, such as reducing transaction costs, are secondary reasons. The ultimate goal of the creation of the euro was to create the United States of Europe, regulated and controlled centrally from Brussels, with special influence of the policies of Paris and Berlin.

In this sense, monetary policy managed centrally from the European Central Bank is an example of what Friedrich A. Von Hayek would have called the “fatal conceit”. This institution does not have the knowledge or the incentive to properly manage the money, because it does not know what the level of the interest rate should be, or how much money you need to issue, or what would be an appropriate level of the exchange rate with the dollar.

For over 30 years Hayek warned Europe of the dangers of unifying European currency by eliminating the competition of the prevailing national currency. Such competition would ultimately be the only way to stop inflation and the continued devaluation of the local currency, to the extent that people would refuse to demand currency in constant depreciation.

The crisis Europe faces today; particularly the housing bubble has been the product of monetary policy of the European Central Bank.

This is what is briefly suggested by the comments of Professor Benegas Lynch [Chapter 8] on the implications of monetary integration, in this case, for the regional bloc of the European Union. In accordance with Hayek, Benegas Lynch explains that this situation prevents competition. If instead of a single currency, Europe will have competition from several national currencies, Europeans could choose the one currency that has behaved more stably. Today there is no competition, and Europeans are bound to suffer the consequences of inflationary policies that the European Central Bank manages.

Note the reader that the conference in question dates from 1996, during the annual meeting of the Mont Pelerin Society, held in Vienna. If Europe had then notice the author’s suggestions, the housing bubble of the early years of the 2000s could have been avoided, and the dire consequences that today generate high rates of unemployment, stagnation and much social unrest.

To close, the book includes the conference that Professor Benegas Lynch offered in Buenos Aires, in April 2011, in what was the first meeting of the Mont Pelerin Society organized in Argentina. One might say that an Argentinean has no authority to explain a crisis so far to his country, as the one of the United States. However, Professor Benegas Lynch knows both the reality and history of that country, as his own. Perhaps sadly, he published a book entitled United States v. United States, where he faced precisely the country of the Founding Fathers, with the current country of Clinton-Bush-Obama.[28] That book warns that the United States of America is abandoning the principles bequeathed by the Founding Fathers, and that this will necessarily end in tragedy. Of course, the article delineates the essential elements of the 2008-2009 crises, which effects are still with us, but understanding the context of that conference in the context of the author’s work, becomes a fundamental requirement.[29]

Of course this book cannot summarize the profound work of one of the most important authors that my country has produce. But I have the hope that in the future other of his contributions can be translated into English.

REFERENCES

[1] About his father, see Alberto Benegas Lynch in Memoriam, Centro de Estudios sobre la Libertad, Buenos Aires, 1999.

[2]See BENEGAS LYNCH, Jr., A., Fundamentos de Análisis Económico, Foreword of Friedrich A. von Hayek and preface of William E. Simon, Buenos Aires: Abeledo-Perrot, [1972] 1994, eleventh edition.

[3] A selection of his articles was recently publish in BENEGAS LYNCH, Jr., A.En Ebullicion, Rosario, Fundación Libertad, 2009

[4]BENEGAS LYNCH, Jr., A., Liberalismo para liberales, Buenos Aires: Editorial Emecé, 1986, two editions.

[5]BENEGAS LYNCH, Jr., A., Entre albas y crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento, Mendoza: Fundación Alberdi, 2001; 631 pages.

[6]BENEGAS LYNCH, Jr., A., Hacia el autogobierno: una crítica al poder político, Prologue of James M. Buchanan, Buenos Aires: Editorial Emecé, 1993; 516 pages.

[7]BENEGAS LYNCH, Jr., A., El juicio crítico como progreso, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1996; 773 pages. AlsoseeBENEGAS LYNCH, Jr., A.,Contra la corriente, Buenos Aires: Editorial El Ateneo, 1992; 423 pages.

[8] I write “state” in small letters intentionally, because that´s what professor Benegas Lynch suggested we should do in one of his articles.

[9]BENEGAS LYNCH, Jr., A., «La educación en una sociedad libre», Estudios Públicos, N° XV, 1984, Chile.

[10]BENEGAS LYNCH, Jr., A. and KRAUSE, M, Proyectos para una sociedad abierta, in two volumes, Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1993; 770 pages.

[11]BENEGAS LYNCH, Jr., A., «Apuntes sobre el concepto de copyright», Academia Nacional de Ciencias, Buenos Aires, 1998.

[12]BENEGAS LYNCH, Jr., A. y KRAUSE, M, En defensa de los más necesitados, Buenos Aires: Editorial Atlántida, 1998; 382 pages.

[13]BENEGAS LYNCH, Jr., A.La tragedia de la drogadicción. Una propuesta, Prologue of Carlos Alberto Montaner, Buenos Aires: Ediciones Lumiere, 2006; 281 pages.

[14] HAYEK, F.A., Denationalisation of Money: The Argument Refined, 2.ª extended edition, Institute of Economic Affairs, Londres 1978

[15] WHITE, L.H., Free Banking in Britain: Theory, Experience and Debate, 1800-1845, Cambridge University Press, London and New York 1984. Also seeCompetition and Currency: Essays on Free Banking and Money, New York University Press, New York 1989.

[16] SELGIN, G., The Theory of Free Banking: Money Supply under Competitive Note Issue, Lanham, MD.: Rowman & Littlefield, 1988.

[17] WHITE, L. H. and SELGIN, G., “How Would the Invisible Hand Handle Money?”, Journal of Economic Literature 32 (December 1994): 1718-49.

[18] DOWD, K., The Experience of Free Banking, London and New York, Routledge, 1992.

[19]BENEGAS LYNCH, Jr., A. Jean Gustave Courcelle Seneuil. Un adelantado en Chile: dos debates para el mundo de hoy, Santiago de Chile: Universidad del Desarrollo, 2011.

[20] Report No. 1 of the projects for an open Society, quoted previously.

[21] WILLIAMSON, C., “Exploring the failure of foreign aid: The role of incentives and information”, The Review of Austrian Economics. Vol, 23 (1), March 2010, pp. 17-33.

[22] EASTERLY, W., “Planners versus Searchers in Foreign Aid”, Asian Development Review, Asian Development Bank, vol. 23(2), 2006, pages 1-35.

[23]BENEGAS LYNCH, Jr., A., Socialismo de mercado: ensayo sobre un paradigma posmoderno, Rosario: Ameghino, 1997; 176 pages.

[24]BENEGAS LYNCH, Jr., A., «Nacionalismo: cultura de la incultura», Santiago de Chile, Estudios Públicos, N° 67, Invierno de 1997, (originallypresented in Spain, October of 1994, Benidorm).

[25]BENEGAS LYNCH, Jr., A., «Bienes públicos, externalidades y los free-riders: el argumento reconsiderado», Estudios Públicos, Chile, N° 71, Winter of 1998.

[26] This paragraph can be translated as: “the government is created to safeguard the rights of the governed. This function is the reason for the government.”

[27]BENEGAS LYNCH, Jr., A., Hacia el autogobierno: una crítica al poder político, Prologue of James M. Buchanan, Buenos Aires: Editorial Emecé, 1993; 516 pages.

[28]BENEGAS LYNCH, Jr., A. Estados Unidos contra Estados Unidos, México, Fondo de Cultura Económica, 2008. Another book on the same topic is BENEGAS LYNCH, Jr., A.y JACKISCH, C.Límites al poder. Los papeles antifederalistas, Buenos Aires: Ediciones Lumiere, 2004; 252 pages.

[29] I have worked on this topic in “The Subprime Crisis”, The Quarterly Journal of Austrian Economics, Vol. 15, Num. 1, Spring 2012, pp. 45-74. (with Peter Lewin)

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.