El FMI es una verdadera vergüenza

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 11/3/2en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/11/el-fmi-es-una-verdadera-verguenza/

Este organismo ha permitido abrir los grifos de la inflación mundial y se transformó en prestamista de gobiernos corruptos y fallidos

Henry Hazlitt

Henry Hazlitt

Nuestros gobiernos mendigan préstamos para financiar un aparato estatal elefantiásico que carcome todo vestigio de productividad en el contexto de cargas tributarias insoportables, déficit crónicos, inflaciones astronómicas, regulaciones asfixiantes, economía cerrada y mercado laboral anti-trabajo, y henos aquí que en una segunda ronda alardean con que no hay que “pagar con el hambre del pueblo” (que los mismos gobernantes provocan) sin percatarse que los acreedores no pretenden cobrase con hambrunas sino con dólares.

Henry Hazlitt el economista estrella de Newsweek durante décadas y el célebre autor de La economía en una lección y del detallado y voluminoso análisis de la teoría keynesiana titulada Los errores de la nueva economía, escribió una columna el 11 de noviembre de 1963 que parece preparada para las instancias que corren. Se titulaba “Deshagan el FMI” donde explica que esa institución se estableció en reemplazo de la disciplina monetaria que establecía el patrón oro clásico al efecto, en su lugar, de dar rienda suelta a los procesos inflacionarios. Una vez establecidos los Acuerdos de Génova y Bruselas de los años 20 que permitieron abrir los grifos de la inflación a través de las bancas centrales, se instaló este “banco central de bancos centrales” que luego se transformó en prestamista de gobiernos fallidos. Hazlitt recuerda que “los padres de la entidad fueron Harry Dexter White por los Estados Unidos y Lord Keynes por Inglaterra. White sirvió como director ejecutivo del FMI quien en 1945 fue denunciado por el FBI como espía ruso lo cual fue ratificado por la Justicia en Estados Unidos […] Y Keynes -el mayor apóstol de la inflación de todos los tiempos- en el Parlamento británico el 23 de mayo de 1944 aseguró:”Si tengo alguna autoridad para decir en que es y que no es la esencia del patrón oro, diría que este plan es su exacto opuesto es decir el derrumbe de la moneda independiente del poder político”.

En esta línea argumental es pertinente recordar que en su prólogo a la edición alemana de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en 1936, en plena época nazi, Keynes escribió que “la teoría de la producción global que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones de libre concurrencia”.

En este contexto Hazlitt concluye que “la solución real consiste en desmantelar el Fondo Monetario Internacional […] ya que es una gigantesca máquina de inflación mundial” y más adelante subraya que “es realmente asombroso que este sistema fabricado en Breton Woods en 1944 es no solo tolerado sino considerado sacrosanto”.

Por su parte el cuatro veces candidato a la presidencia en Estados Unidos y ex congresista Ron Paul en el Ron Paul Institute, el 24 de marzo de 2015, en una columna titulada “Eliminen, no reformen al FMI” reitera que esa institución es coactivamente financiada por los contribuyentes de distintos países para dar sustento a gobiernos corruptos y quebrados como consecuencia de aplicar medidas estatistas, y cuando están por renunciar o reconocer sus fracasos reciben carradas de dólares a tasas de interés menores a las de mercado y con repetidos períodos de refinanciación y perdones de diversa envergadura. A título de ejemplo muestra la financiación que recibía del FMI Saddam Hussein y al último apoyo escandaloso a Grecia.

Al decir de economistas de la talla de Peter Bauer, Doug Bandow, Robert Barro, Karl Brunner, Ronald Vauvel y Raymond Mickesell esta institución sirve para financiar a gobernantes ineptos empujados por la realidad de sus desaciertos, en lugar de permitir que se reviertan sus fracasadas políticas estatistas reciben cuantiosos recursos del Fondo. Sostienen estos profesionales que ese ha sido el caso repetidamente en Argentina, México, Bolivia, República Dominicana, Haití, Indonesia, Irak, Pakistán, Tanzania, la ex Camboya, Filipinas, Ghana, Nigeria, Sri Lanka, Zambia, Uganda, Turquía, El Salvador, Egipto y Etiopía.

En su visita a Buenos Aires, Yuri Yarim Agaev, enviado por Vladimir Bukouvsky -uno de los más destacados disidentes de la ex Unión Soviética junto con Alexander Solzhenistin- informó que luego del derrumbe del Muro de la Vergüenza liberales rusos estuvieron a punto de acceder al gobierno “si no fuera por la apresurada irrupción del FMI que dotó de millones de dólares a miembros de la nomenclatura de donde finalmente surgió el actual gobierno”.

Fue muy difundido el caso del general Mobutu Sese Seko que usurpó el poder en Zaire que fue el mayor receptor de ayuda por parte del FMI en relación a su población. El poder de Mobutu fue absoluto condenando a la gente a los suplicios más horripilantes en un contexto de saqueo permanente que permitió que ese sátrapa acumulara una fortuna de ocho mil millones de dólares de esa época.

A lo consignado debe agregarse el jugoso ensayo de Anna Schwartz (la coautora con el premio Nobel en Economía Milton Friedman de la muy difundida historia monetaria estadounidense) titulado “Es tiempo de terminar con el FMI y el Departamento de Estabilización del Tesoro” y el libro de la doctora en economía por la Universidad de Oxford Dambisa Moyo titulado Cuando la ayuda es el problema, en donde se detallan innumerables casos patéticos de países que reciben cuantiosos recursos en medio de corrupciones alarmantes y dislates económicos fomentados por la ayuda que proviene coercitivamente de bolsillos ajenos.

La sede del FMI en WashingtonLa sede del FMI en Washington

En el contexto de la deuda pública externa, es de interés recordar que cuando Thomas Jefferson siendo embajador en París recibió la flamante Constitución norteamericana escribió que “si hubiera podido agregar una cláusula adicional la concretaría en la prohibición al gobierno de contraer deuda” que como lo expresó otro premio Nobel de Economía, James M. Buchanan, “significa comprometer coactivamente patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir al gobierno que contrajo la deuda.”

Entonces el Fondo Monetario Internacional alimenta a burócratas que son remunerados con honorarios colosales a costa de los contribuyentes para en definitiva incentivar el despilfarro y, por ende, el empobrecimiento de todos pero muy especialmente de los más vulnerables cuyos salarios se ven reducidos por el creciente estatismo.

En este escenario, los gobiernos que se encuentren en serias dificultades por sus mayúsculos desaciertos tendrán dos opciones: rectificar sus errores abriendo el mercado y fortaleciendo marcos institucionales civilizados o, de lo contrario, continuar con los desatinos pero financiados por Corea del Norte, Cuba o similares…si es que allí encontraran dólares, pero no de parte de Washington y sus aliados. Entonces, el fondo del Fondo estriba en terminar cuanto antes con esta entidad que tanto daño ha causado y lo sigue haciendo.

Recomiendo a los lectores interesados en este tema que consulten los muchos textos recopilados en el Ludwig von Mises Institute donde múltiples autores coinciden en base a muy diversas documentaciones que el FMI debe liquidarse a la brevedad para bien del mundo libre. En ese escenario, como queda dicho, las pesadas burocracias desaparecerían y la banca privada dirigirá sus recursos donde predominen marcos institucionales serios y, por ende, una economía exenta de estatismo crónico y de corrupciones alarmantes.

En Britannica se lee que “El impacto de los préstamos del FMI ha sido ampliamente debatido. Oponentes al FMI argumentan que sus préstamos incentivan a que los estados miembros apliquen muy malas políticas económicas domésticas, sabiendo que si lo necesitan el FMI los sacarán del apuro. Esta red de contención, sostienen los críticos, demoran las necesarias reformas y crean dependencias de largo plazo. Los oponentes también apuntan que los rescates del FMI se extienden a la banca que ha realizado préstamos a insolventes, por ende los alientan a que aprueben inversiones aun más riesgosas.”

Se podrá preguntar y repreguntar cómo es posible que el FMI insista en prestar una y otra vez a gobiernos espantosamente irresponsables pero debe advertirse que a diferencia de los que prestan asumiendo riesgos con recursos propios, los burócratas de esta entidad internacional lo hacen coactivamente con el fruto del trabajo ajeno y -vuelvo a remarcar- percibiendo ellos salarios monumentales. No es para hacer algo ad hominem sino al solo efecto ilustrativo pero es preciso subrayar que a esta altura necesitamos una política cristalina y no Kristalina.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

EL CASO DE JUDAS EXTENDIDO

Por Alberto Benegas Lynch (h).

 

Tal vez la traición más denostada, conocida y escandalosa sea el caso de la llevada a cabo contra Jesús. Mateo relata que “Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote fue donde los sumos sacerdotes y les dijo ´Qué me quereís dar y yo os lo entregaré?´ Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle”. Como es bien sabido, Jesús anticipó el hecho según consigna el mismo Mateo: “Al atardecer, se puso a la mesa con los doce. Y mientras comían dijo: ´Yo os aseguro que me entregará uno de vosotros´ ”.

 

Judas fue el traidor más famoso pero por cierto no el único y también debe destacarse la patraña más vergonzosa al imputar de traidor a Dreyfus por la tristemente célebre judeofobia denunciada por el gran Zola en ese caso y por tantos otros en muchas otras de esas infames y espantosas persecuciones.

 

Originalmente en la historia romana la traición se refería a conceptos militares de entrega al enemigo (perduellio) y en la historia inglesa y estadounidense también hay signos de lo mismo que en el primer caso aludía a la lealtad al rey. Así hubieron debates sobre el Treason Act de 1695 en Inglaterra y sobre la Sección 3 de la Constitución estadounidense junto a las reflexiones de Madison en el número 43 de los Papeles Federalistas y las medidas precautorias al efecto de evitar abusos contra las libertades individuales en nombre de la “traición a la patria”.

 

En cualquier caso, en este escrito apunto en otra dirección. Es común la traición, esto es la deslealtad a valores convenidos, la entrega al enemigo, el darle la espalda a lo acordado, pero hay otra forma de traición a la que me refiero en esta nota periodística, y es la traición a uno mismo que esta presente en toda traición pero ahora la circunscribo a lo interindividual, a no ser fiel a las propias convicciones. Igual que la traición en general, a veces se lleva a cabo de modo conciente como cuando se dice o hace algo que pretende desconocer lo que está bien y otras de modo inconciente. En el fuero interno ocurre lo mismo, muchas veces se procede de modo deliberado y conciente y otras sin detenerse a analizar lo que se piensa o lo que se hace.

 

Como queda dicho, en el caso de este escrito apunto a un aspecto clave de lo que hacemos con nosotros mismos independientemente de cómo procedemos con quienes nos rodean. Sabemos que para la convivencia civilizada es menester que exista el respeto recíproco, sin embargo hay quienes, por una parte, proceden de un modo que no conduce al referido respeto y, por otra, hay quienes sin participar activamente en esa dirección son pasivos frente a los desmanes. Actúan como observadores de hechos como si fueran ajenos a lo ocurrido y solo se quejan cuando directamente les faltan el respeto a ellos mismos, lo cual hace que resulte tarde para reaccionar puesto que se dejó que la falta de respeto a otros avanzara demasiado y se enquistara en las costumbres y se naturalizaran los atropellos.

 

La traición  a uno mismo es seguramente la peor de las traiciones pues es un abandono a la propia dignidad. La genealogía de lo digno proviene de merecer un trato lo cual aplicado al ser humano remite a su libre albedrío, a su libertad, consecuentemente a sus derechos. Entonces todas las actitudes tendientes a coartar o enmudecer las autonomías individuales son contrarias a la dignidad humana.

 

No pocos espíritus autoritarios la emprenden contra la dignidad en provecho propio y concientes de su atropello, pero otros reclaman medidas contra la dignidad sin saberlo pensando que están por el buen camino. Los primeros se traicionan  a sabiendas, los segundos lo hacen inconcientemente pero en todo caso se trata de traidores a la naturaleza humana, con lo que por añadidura se empobrecen no solo moralmente sino materialmente puesto que obstruyen y aplastan la energía creadora y destrozan los mecanismos de cooperación social al atacar el derecho de propiedad.

 

Pero en todo esto hay cortocircuitos que hay que tratar  de evitar. Por ejemplo, el tema del Fondo Monetario Internacional. Los liberales y las izquierdas coinciden en que es una institución nefasta. Los liberales se oponen a esa entidad, en primer lugar, porque se financia coactivamente con recursos detraídos de los contribuyentes de distintos países y, en segundo lugar, porque el FMI es para ofrecerles apoyos a gobiernos fallidos. En los momentos que están por renunciar o corregir sus desatinos en cuanto al estatismo rampante, resulta que llegan carradas de dólares con tasas de interés inferiores a las del mercado y con períodos de gracia extendidos.

 

Las izquierdas se oponen porque estiman que se trata de una organización capitalista, pero como han señalado innumerables autores es una entidad que nada tiene que ver con el capitalismo y que habría que liquidar cuanto antes. Una concepción bastante retorcida, purulenta y absurda del significado del capitalismo. En verdad, el FMI en última instancia hace de apoyo logístico para mantener y alimentar a los antedichos gobiernos fallidos que son tales precisamente por adherir al estatismo (además de haber pasado por alto tremendas corrupciones como lo atestiguan países africanos y casos como el de Rusia y Turquía).

 

Todas las personas de buena fe quieren el bienestar de sus semejantes pero lo relevante consiste en centrar la atención en los medios idóneos para lograr ese cometido. No da lo mismo proceder en cualquier dirección. Se trata en primer lugar de contar con marcos institucionales civilizados al efecto de permitir la mayor dosis posible de ahorro interno y externo para que los salarios e ingresos en términos reales resulten lo más altos posibles. El rol del empresario es clave en este proceso: en un mercado libre está obligado a atender los reclamos de sus congéneres si desea prosperar y si no atiende satisfactoriamente a su prójimo incurre en quebrantos. Esto debe ser claramente separado de los prebendarios que se alían con el poder político para explotar a la gente a través de mercados cautivos.

 

En realidad el Judas moderno es el que traiciona los valores y principios de la moral y la responsabilidad individual para entregarse a las fauces del Leviatán que termina por crucificar la libertad. Antes he citado un pasaje de Aldous Huxley de su libro Ends and Means que estimo es la mejor descripción de lo que nos ocurre en el mundo de hoy: “En mayor o menor medida, entonces, todas las comunidades civilizadas del mundo moderno están constituidas por una cantidad reducida de gobernantes, corruptos por demasiado poder y por una cantidad grande de súbditos, corruptos por demasiada obediencia pasiva e irresponsable”.

 

Así es, por una parte la corrupción que significa el abuso del poder. A veces se circunscribe la corrupción al robo de dinero pero las corruptelas pueden ser de muy diversas maneras y tal vez la más ponzoñosa y generalizada sea precisamente el atropello a los derechos de otros de la entidad supuestamente encargada de proteger y garantizar esos derechos. En el otro caso a que apunta Huxley aparecen los timoratos que se dejan manosear de la manera más ofensiva.

 

En este sentido también lo he citado a Leonard Read que en su obra Government an Ideal Concept señala lo que a su juicio ha sido un error del comienzo al consignar que “nosotros en Estados Unidos nos equivocamos al recurrir a la expresión ´gobierno´ puesto que significa mandar y dirigir lo cual debemos hacer cada uno de nosotros con nosotros mismos pero no con el prójimo. Usar esta palabra es lo mismo que referirse al guardián de una fábrica como gerente general”. Exactamente eso, la idea original alude en verdad a una agencia de protección y no al gobernar, mandar o administrar las vidas y haciendas ajenas. Es en este contexto que Etienne de la Boétie ha escrito con razón que “Son, pues, los propios pueblos lo que se dejan, o mejor dicho, se hacen encadenar que con solo dejar de servir romperían sus cadenas”. Si nadie hace caso a los disparates gubernamentales el gobierno no se sostiene.

 

Ese es el sentido de la recomendación de Thomas Jefferson en su correspondencia a James Madison el 30 de enero de 1787 en el sentido de que “Sostengo que una pequeña rebelión aquí y allá es una buena cosa, tan necesario en el mundo político como lo son las tormentas en el físico” y agrega que un gobierno republicano “no debería desalentarlas demasiado. Es una medicina necesaria para la firme salud del gobierno” al efecto de mantenerlo en brete. Más aún, Jefferson, en la misma carta, afirma que una de las formas de la sociedad es “sin gobierno como entre los indios” lo cual dice que “no está claro en mi mente si esa condición no es la mejor”. Esto es para mostrar el espíritu presente en los Padres Fundadores, muy lejos de las bellaquerías del presente, un espíritu que hizo de los Estados Unidos la tierra de la libertad y el respeto recíproco. Lamentablemente de un tiempo a esta parte ese coloso del Norte ha terminado por copiar la adoración al aparato estatal y a subestimar el valor primordial de las autonomías individuales. Se han traicionado esos valores y, pero aun, muchos son los que piden con sus votos que los traicionen. Muchos se han convertido en animalitos que demandan un dueño.

 

El sentido de autoestima se ha perdido en gran medida. Y para los que miran la debacle pasivamente, hay que recordar lo apuntado por  José Ortega y Gasset  en La rebelión de las masas “Si usted quiere aprovecharse de las ventajas de la civilización, pero no se preocupa usted por sostener la civilización, se ha fastidiado usted. En un dos por tres se queda usted sin civilización. Un descuido y cuando mira usted en derredor todo se ha volatilizado”.

 

Es indispensable retomar en rumbo perdido y tener el coraje moral (en el hombre siempre es moral, pero dados los sucesos del momento vale el énfasis) y asumir la condición humana  y la propia responsabilidad y no traicionarse, humillarse y rebajarse al nivel de las bestias. No podemos convertirnos en Judas de nuestro propio ser por más cantos de sirenas gritadas por las mentes autoritarias para imponer sus nefastos designios.

 

En todos lados ha habido gente digna que da voces de alarma  e intenta contribuir a que se pongan las cosas en su lugar. En el caso argentino es del caso repasar con mucha atención los trabajos de Juan Bautista Alberdi, el autor intelectual de la Constitución liberal argentina de 1853, quien dicho sea al pasar siguió los consejos de autores dedicados a sentar las bases de la sociedad abierta como el filósofo moral y economista Adam Smith. Debemos cifrar las esperanzas en los que no aceptan ser dominados por los Judas de nuestra época que renuncian a los valores insustituibles del respeto recíproco.

 

Termino con un pasaje shakeaspeareano de Hamlet en su idioma original y que resulta de una contundencia didáctica notable: This above all, to thine own self be true.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.