«En defensa de los vendedores ambulantes»

Por Belén Marty: Publicado el 24/1/16 en: http://cadenaba.com.ar/nota.php?Id=35058

 

Todo vuelve. Volvieron a instalarse en la calle del barrio porteño de Flores los manteros y vendedores ambulantes que habían sido clausurados y levantados la semana pasada por la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de Buenos Aires. La polémica medida de erradicar a los comerciantes improvisados genera simpatía y críticas por igual. En estas líneas me propongo defenderlos.

Alegarán los más férreos críticos que acostumbrados a vivir en la ilegalidad, los vendedores callejeros y ambulantes, saben perfectamente las condiciones a las cuales se someten al vender productos sin pagar impuestos (en general no pagan ni tributos nacionales, provinciales o municipales). También dirán que ellos, a diferencia de los comercios formales, no han pasado horas del verano inscribiéndose como monotributistas en la AFIP, o en el Dirección Nacional de Rental (DGR). Tampoco suelen situarse en los lugares autorizados.

Todo ello es verdad. Los manteros no pagan los impuestos a los que sí están sometidos el resto de los comerciantes. Además, ocupan un espacio publico, interfieren en el libre tránsito de la gente que camina y algunos también dirán que hasta le quitan clientela a los locales formales. En este sentido, los críticos argumentarán que la vía pública no es un bien publico (en el sentido económico de su definición) y que, gracias a ellos, es imposible caminar a las 10 de la mañana por las calles de los barrios de Once, Flores o Micocentro.

Sin embargo, ese no es el quid de la cuestión. En primer lugar, los vendedores ambulantes existen gracias a la imposibilidad de poder montar y formalizar sus propios negocios por la existente, pesada y astronómica carga impositiva que recae sobre todos los comerciantes. Además, el Estado persiste en obligar a cumplir una tarea jurídica propia de los que aman los laberintos burocráticos.

El problema no son los vendedores callejeros sino el marco legal, jurídico, tributario y burocrático que los vio nacer. El problema no es la competencia desleal del ambulante al comerciante que tiene un negocio físico sino justamente la cifra elefantiásica que tiene que pagar el comerciante formal para mantener su negocio en pie.

Trazando un paralelismo podríamos decir que la situación se parece al caso del servicio de transporte Uber y los sindicatos de taxis que reprimen esta nueva modalidad. ¿Por qué? Pues porque en vez de pregonar por una baja de impuestos y regulaciones para realizar su trabajo en paz piden que se le aplique la misma y agresiva cantidad de impuestos a los otros. En este caso de los vendedores callejeros, los comerciantes piden que los ambulantes paguen la misma cantidad de impuestos en vez de pedir por el fin de los mismos.

La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) aseguró que «la venta ilegal está destruyendo el comercio formal, por eso hay tantos locales vacíos». Sin embargo, no es la venta ilegal lo que está dejando a los locales vacíos sino las altas tazas de alquiler, la inflación, y todo lo antes mencionado.

Además, contrariamente a lo que creen los comerciantes formales, los vendedores callejeros complementan a la actividad. La venta en la calle atrae posibles clientes que pasarán caminando por los locales a la calle. Más aún, si bien los manteros no pagan tributos y eso hace que sus mercaderías sean más baratas no tienen los beneficios de que la persona compre en un local: aire acondicionado, pago en cuotas, mercadería de mejor calidad, posibilidad de comprar por mayorista, etcétera.

Pero la mayor defensa está en reivindicar el espíritu emprendedor de estos vendedores ambulantes, especialmente en aquellos sectores menos favorecidos y que no tienen los recursos para arrancar con un comercio formal.

Estas personas son empresarios en potencia. Son una vanguardia contra tanto empuje por parte del Estado a que no sean parte. Son la resistencia a caer en un subsidio. Son personas dispuestas a salir adelante frente a un modelo que los excluye.

Como dice el académico peruano Enrique Ghersi: (los vendedores ambulantes) «no tienen que ser ricos para ser empresarios, solamente les basta ser trabajadores; no tienen que ser listos para ganar dinero, solamente les basta ser ordenados; no tienen que ser sabios para descubrir una oportunidad, solamente les basta ser audaces».

Las calles son la universidad de los emprendedores. Allí no tienen privilegios de nadie y de nada. Están a merced del mercado.

La dificultad de crear un negocios formal en Argentina

El índice Haciendo Negocios que mide las regulaciones, el capital mínimo, el tiempo y el costo de arrancar un negocio dice que en Argentina esta es una tarea (casi) imposible. El índice, publicado en junio de 2015, mostró que Argentina se encuentra en el puesto 157 de 189 economías mundiales en relación a la dificultad para empezar un nuevo negocio.

Crear un emprendimiento (cualquiera sea) y registrarlo formalmente es mas difícil que hacerlo en Alergia, China, Gabón, Ghana, Iraq, Kenia, Omán, y Yemen, entre otros. Nuestro país es solo superado por países como Zimbabue, Venezuela, Uganda, Sudan del Sur, Myanmar, y Haití. Ninguno de ellos caracterizados por el progreso económico.

Argentina es, sin dudas, uno de los países que más procedimientos y pasos requiere para empezar un negocio. Cualquiera que haya intentado arrancar algo lo sabe. Para abrir algo nuevo una persona debe hacer 14 trámites distintos (muchos de ellos acarrean gastos monetarios).

Muy en el opuesto se encuentran Nueva Zelanda, Suecia, Singapur, Macedonia, que requieren de entre uno y dos trámites.

Levantar a los manteros no va a solucionar el problema de los comerciantes formales. Los manteros, los que llevan carretillas con comida, o cualquier otro vendedor ambulante volverán apenas pase el temblor policial. La solución de fondo es simplificarle la vida a estos comerciantes ambulantes a que puedan abrir sus propios negocios sin morir en el intento.

Menos trámites y bajar los impuestos es la clave para que ellos puedan reinsertarse, de una vez por todas, en el mercado formal.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

Aplazados en calidad institucional países socialistas latinoamericanos

Por Belén Marty: Publicado el 24/4/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/04/24/paises-socialistas-latinoamericanos-aplazados-en-calidad-institucional/#.VTqXWyHcxkE.facebook

 

Venezuela está por debajo, incluso, de Cuba, en el ránking de Libertad y Progreso (Maduradas)

Los países latinoamericanos con Gobiernos autodenominados “socialistas” son los peor evaluados a nivel mundial en el último Indice de Calidad Institucional, que elabora la Fundación Libertad y Progreso de Argentina, incluso en posiciones similares a países como Sudán del Sur, Zimbawe, Eritrea y Gabón.

Argentina, gobernada desde 2003 por el kirchnerismo, es el país que más descendió en los últimos diez años. Solo en 2014, Argentina cayó por debajo de China, Uganda y Líbano. Este país bajó —solo desde 2005— 56 lugares, y se encuentra hoy en el puesto 137 entre 193 países analizados.

El documento, que fue realizado por el académico y profesor Martín Krause, toma ocho indicadores de reconocidos organismos internacionales y los promedia. Entre otros están el Indice de Libertad Económica (Fundación Heritage e Instituto Fraser), “Haciendo Negocios” (Banco Mundial), “Vigencia del Estado de Derecho” (Banco Mundial), “Voz y Rendición de Cuentas” (Doing business, Banco Mundial) y “Percepción de Corrupción” (Transparencia Internacional).

Por el contrario, los países líderes en cuanto a la calidad de sus instituciones en el índice 2015 son Suiza, Nueva Zelanda, Finalndia y Dinamarca. En una mirada más a largo plazo, aquellos que más han mejorado su calidad en los últimos 20 años son Georgia (ascendió 81 puestos), Rumania (subió 49), Croacia (creció 45) y Bulgaria (trepó 40).

Por su parte, en nuestra región, los países que más han mejorado desde 1996 son Perú, que ascendió 20 lugares en el índice; y Colombia (15 puestos más). Brasil también ascendió cinco puestos, a pesar del escándalo de corrupción de Petrobras destapado en el último año.

Los socialismos, con baja calidad institucional

Bajo la misma mirada de largo plazo, la nota, desde 1996, la vienen dando los desempeños de Bolivia (bajo 99 puestos), Argentina (bajo 93), Ecuador (cayó 81), Venezuela (descendió 75) y Paraguay (menos 61).

“Estos resultados señalan las consecuencias de las reformas de estilo socialista bolivariano que en mayor o menor medida se implementaron a partir de este siglo en algunos de los países de peor desempeño”, sostuvo Krause, profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires.

El estudio también señala que desde 2006, la tendencia es muy parecida: Los peores lugares van para Argentina, Bolivia, Belice, Surinam, Venezuela, Ecuador y El Salvador.

“Comparando el desempeño desde 1996 que se menciona más arriba, con éstos, se desprende que Argentina aceleró su deterioro relativo en los últimos años en relación al resto”, explicó el profesor y autor del índice.

“Esas diferencias [entre tener instituciones sanas y no tenerlas] condenan a miles y millones de personas a vivir en la opresión y en la pobreza”, sostiene el informe.

Añade: “Los ciudadanos de algunos de estos países están más oprimidos que los ingleses antes de la Magna Carta”.

El corto plazo: Resultados del índice 2015

Los últimos veinte países del ranking 2015 son: Corea del norte (193), Cuba (192), Eritrea (191), Sudan del Sur (190), Afganistán (189), Turkmenistán (188) y Venezuela (197).

En America Latina, los países con peor calidad de instituciones son Venezuela (184), Cuba (173), Haiti (165), Ecuador (151), Bolivia (139), Argentina (137), Honduras (130), Paraguay (124), Guyana (122) y Nicaragua (114).

Entre su análisis, el informe destaca la importancia de comprender el papel que cumplen las instituciones para revertir definitivamente su deterioro. Para el autor del informe, el camino para el progreso de la región es la vigencia de los derechos individuales, una mayor cantidad y una mejor calidad de las oportunidades para que puedan aprovechar los habitantes de cada uno de estos países.

“En definitiva, aquellos países que tienen una buena calidad institucional o aquellos que la han mejorado, en particular en relación con las instituciones de mercado —y dentro de ellas aquellas que protegen la inversión y la actividad emprendedora—, muestran un mejor desempeño económico y, con ello, ofrecen más oportunidades de progreso a sus habitantes”, concluye el estudio.

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.