Reformar el sistema político para preservar la libertad

Por Alberto Benegas Lynch (h): Publicado el 2/7/19 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/reformar-el-sistema-politico-para-preservar-la-libertad-nid2263526

 

 Desde los orígenes del monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, la faena de los espíritus libres ha sido la de contener el abuso de poder. Aun cuando en ciencia política la teoría apunta a que los aparatos estatales son para proteger y garantizar los derechos de los gobernados, en la práctica se han salido de cauce permanentemente. Tal como ha consignado Benedetto Croce la historia es un peregrinar por la libertad, en todos sus tramos apunta a ser “la hazaña de la libertad”.

Hoy observamos problemas muy graves en cuanto a los desvíos de la sociedad abierta (para recurrir a terminología popperiana), no solo en nuestra región latinoamericana sino en Europa y en Estados Unidos con los constantes ataques del nacionalismo con sus características de xenofobia y el mal llamado “proteccionismo” que en verdad desprotege a los ciudadanos encerrados en aberrantes fronteras alambradas. Mario Vargas Llosa ha mostrado lo absurdo  y altamente perjudicial de “considerar lo propio como un valor absoluto e incuestionable y lo extranjero un desvalor, algo que amenaza, socava, empobrece o degenera”.

Desde los mercantilistas del siglo xvi y Friedrich List cada tanto surgen las sandeces en torno a la industria incipiente y el  “vivir con lo nuestro” que bajo la fachada de las fuentes de trabajo los empresarios prebendarios se alían con el poder de turno para consolidar sus privilegios a contracorriente de los intereses de la gente. Con el argumento que no pueden competir proponen que de momento se establezcan aranceles en lugar de comprender que si un proyecto arroja pérdidas en las primeras etapas para luego más que compensarlas con ganancias, deben ser ellos, los empresarios, quienes deben afrontar los quebrantos y no endosar la carga sobre las espaldas de sus congéneres.

Y si se alega que no cuentan con los suficientes recursos para afrontar el cimbronazo inicial, pueden incorporar socios para tal fin. Si nadie acepta involucrarse en ese emprendimiento es por dos motivos: o se trata de un cuento chino (lo cual es habitual) puesto que el retorno sobre la inversión no justifica el negocio o, siendo rentable, hay otros más urgentes y como todo no puede llevarse a cabo simultáneamente, el proyecto de marras deberá esperar su turno.

En este contexto buena parte de los gobernantes de las economías del denominado mundo libre despotrican contra balances comerciales desfavorables e intentan modificar la situación con insólitas guerras comerciales. En verdad, lo relevante no es la balanza comercial sino el balance de pagos que contempla los movimientos de capital. En nuestros casos personales lo ideal sería comprar, comprar y comprar sin necesidad de vender nuestros servicios o bienes pero eso significaría que los demás nos estarían regalando permanentemente. Idéntico fenómeno ocurre con un grupo de personas que asimilamos a un país: lo ideal sería importar permanentemente sin necesidad de exportar, pero no podemos convencer al resto que nos regalen bienes y servicios por lo que no tenemos más remedio que exportar. La exportación es el costo de la importación. Cuando las importaciones exceden a las importaciones quiere decir que la entrada de capitales compensa la diferencia.

Los nacionalismos y las cerrazones fronterizas (y las mentales) no se percatan de estos principios económicos y en su lugar manipulan el tipo de cambio y los gobiernos se endeudan lo cual naturalmente produce desajustes mayúsculos. Por esta razón es que Jacques Rueff en The Balance of Payments sugiere enfáticamente que los gobiernos no lleven las estadísticas del comercio internacional ya que “constituyen una tentación para intervenir, lo cual genera los problemas”.

En realidad los nexos causales de la economía no se modifican por el hecho de interponerse un río, una montaña o una frontera. Desde la perspectiva liberal la división del globo terráqueo en naciones es al solo efecto de evitar los riesgos de concentración de poder en un gobierno universal, para fraccionar a su vez en provincias  y municipios.

Como es sabido la raza es una fantasía ya que las modificaciones exteriores son consecuencia de climas diversos y solo hay cuatro grupos sanguíneos distribuidos entre todos los humanos. Es de interés insistir en el ejemplo de los sicarios nazis que tatuaban y rapaban a sus víctimas para distinguirlas de sus victimarios.

Esta introducción sobre los dislates de los nacionalismos se hace necesaria para subrayar muy telegráficamente los peligros que enfrenta el mundo de hoy dado que nuevamente surge esa amenaza.

Ahora bien, si ese es el cuadro de situación y como resultado observamos que la noción de la democracia se ha degradado a niveles que en buena medida ha permutado en cleptocracia, a saber, el gobierno de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida. Lo contrario de lo expresado por los Gionvanni Sartori de nuestra época.

Entonces, sin prejuicio de trabajar en terrenos educativos que constituyen la clave del asunto a los efectos de trasmitir valores y principios compatibles con el respeto a las autonomías individuales, sin perjuicio de ello decimos, se torna urgente el trabajar las neuronas para imaginar nuevas vallas al abuso del poder político.

Hay diversos frenos y propuestas para el Poder Ejecutivo y para el Poder Judicial pero en esta nota periodística centro la atención en el Poder Legislativo para evitar el amontonamiento de personas que en gran parte se burlan de la ciudadanía y hacen negocios con sus cargos al tiempo que se sienten obligados a promulgar legislaciones que en realidad se oponen frontalmente al derecho en línea con pseudoderechos, es decir, la facultad de echar mano al fruto del trabajo ajeno por la fuerza.

En otra oportunidad sugerí que el Poder Legislativo en ambas cámaras sean ad-honrem no reelegibles como era en algunos cargos gubernamentales en las antiguas repúblicas de Florencia y Venecia. En este caso, luego de haber estudiado las elaboraciones de Edwin Fulner -ex presidente la Heritage Foundation- Natalia Basil -doctoranda en administración de negocios- y Gabriel Gasave -a cargo del Intependent Institute de Washington-  concluyo que también puede considerase que los legisladores sean part-time con un límite máximo de sesiones y trabajando en sus respectivos emprendimientos privados tal como ocurre en Norteamérica en los estados de Texas, Virginia, Montana, Nevada y North Dakota.

Estos sistemas fueron establecidos por los Padres Fundadores al efecto de limitar el ímpetu legislativo y para que se centraran exclusivamente en la preparación y el contralor presupuestario y en el dictado de leyes que tuvieran como solo objeto la protección de los derechos de la gente, siempre anteriores y superiores a la misma existencia del gobierno.

Incluso Leonard Read insistía en que no se recurra a la expresión “gobierno” y se reemplazara por la de “agencia de seguridad” puesto que aquella denominación “equivale a llamar gerente general al custodio de una empresa”. En el tercer tomo de Law, Legislation and Liberty el premio Nobel en economía Friedrich Hayek sostiene que si queremos que los principios de la sociedad libre sobrevivan es indispensable reformar nuestro sistema político. Si no nos parece lo sugerido propongamos otras medidas pero no es responsable quedarnos con los brazos cruzados esperando un cataclismo.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

¿Qué es la posmodernidad?

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 4/5/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/05/04/que-es-la-posmodernidad/

 

Nuevamente reiteramos de modo parcial lo que hemos consignado sobre la denominada posmodernidad que, al igual que la posverdad, se traducen en construcciones contrarias a la realidad de las cosas. La modernidad es heredera de una larga tradición cuyo comienzo puede situarse en la Grecia clásica, en donde comienza el azaroso proceso del logos, esto es, el inquirir el porqué de las cosas y proponerse la modificación de lo modificable en lugar de resignarse a aceptarlas sin cuestionamiento. Louis Rougier afirma que en esto precisamente consiste el mito de Prometeo, que expresa el intento de una ruptura con la superstición y que la «contribución de Grecia a la civilización occidental consistió en darle sentido a la palabra ‘razón’. En contraste al Oriente, que se sometía en silencio a los mandatos de los dioses y los dictados de los reyes, los griegos trataron de entender el mundo en el que vivían». Pero el modernismo propiamente dicho es renacentista, aunque pueden rastrearse rasgos más o menos marcados en algunos escolásticos y especialmente en la escolástica tardía de la escuela de Salamanca. En todo caso, el llamado modernismo hace eclosión en la Revolución francesa, antes de sumergirse en la contrarrevolución de los jacobinos, el terror y el racionalismo iluminista.

El posmodernismo, por su parte, irrumpe aparentemente a partir de la sublevación estudiantil de mayo de 1968 en París y encuentra sus raíces en autores como Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger. Los posmodernistas acusan a sus oponentes de «logocentristas», rechazan la razón, son relativistas epistemológicos (lo cual incluye las variantes de relativismo cultural y ético) y adoptan una hermenéutica de características singulares, también relativista, que, por tanto, no hace lugar para interpretaciones más o menos ajustadas al texto. George B. Madison explica: «Una de las cosas que el posmodernismo subraya es que, de hecho, no hay tal cosa como el sentido propio de nada». El posmodernismo mantiene que todo significado es dialéctico. Esto, como queda dicho, en última instancia se aplica también al significado del propio posmodernismo. Por eso es que Denis Donoghue señala que a prácticamente todo estudiante de nuestra cultura se le requiere que, entre otras cosas, exponga su posición frente al posmodernismo, aunque en realidad signifique cualquier cosa que queramos que signifique.

Isaiah Berlin se refiere a algunos aspectos que resultan consustanciales con los del posmodernismo, aunque esta terminología no existía en esa época. Berlin se refiere a un punto de inflexión en la historia que se produce «hacia finales del siglo XVIII, principalmente en Alemania; y aunque es generalmente conocido bajo el nombre de ‘romanticismo’, su significado e importancia no han sido completamente apreciados incluso hoy día». Afirma que se trata de «una inversión de la idea de verdad como correspondencia». Dice Berlin que para el romanticismo solo el grupo existe y no el individuo, lo cual «lleva en su forma socializada la idea de autarquía —la sociedad cerrada, planificada centralmente de Fichte y de Friedrich List y de muchos socialistas— que los aísla de la interferencia exterior para poder ser independientes y expresar su propia personalidad interna sin interferencia de otros hombres». Insiste Berlin que este modo de ver las cosas significa una «inversión de valores […] Es en este tiempo cuando la propia palabra ‘realismo’ se vuelve peyorativo».

Asimismo, Berlin sostiene: «Una actitud de este tipo es la que ha revivido en épocas modernas en forma de existencialismo […] Pues las cosas no tienen, en este sentido, naturaleza alguna; sus propiedades no tienen relación lógica o espiritual con los objetos o la acción humana». Y concluye: «Ningún movimiento en la opinión humana ha tenido una envergadura y efecto similares. Todavía aguarda a sus historiadores […] Esto, por sí solo, me parece razón suficiente para prestar atención a ese extraordinario, y a veces siniestro, fenómeno», todo lo cual es aplicable a lo que hoy se denomina posmodernismo.

Cuando se alude a la razón, debe, en primer lugar, precisarse qué se quiere decir con la expresión racionalismo. Hay dos vertientes muy distintas y opuestas en esta materia. Por un lado, el racionalismo crítico, para recurrir a una expresión acuñada por Karl Popper, y, por otro, el racionalismo constructivista, término que adopta Friedrich Hayek. En el primer caso, se hace referencia al papel razonable de la razón como herramienta para hilar proposiciones en la argumentación según las reglas de la lógica, en el afán de buscar el mayor rigor posible para incorporar dosis crecientes de verdades ontológicas. En el mar de ignorancia en que nos debatimos, de lo que se trata es de que, a través de debates abiertos entre teorías rivales, resulte posible incorporar fragmentos de tierra fértil en que sostenernos, con base en corroboraciones provisorias pero siempre sujetas a posibles refutaciones. La conciencia de las limitaciones de la razón y el escribir esta expresión con minúscula, desde luego que no significa tirar por la borda el instrumento fundamental de que disponemos para entendernos a nosotros mismos e intentar el entendimiento del mundo que nos rodea. De la falibilidad no se sigue el escepticismo, que, por otra parte, en contradicción con sus propios postulados, pretende afirmar como verdad que le está vedado a la mente la posibilidad de captar verdades.

La ingeniería social y la planificación de vidas y recursos ajenos provienen de la arrogancia del racionalismo constructivista o del iluminismo, que no considera que la razón tenga límites y que todo lo puede abarcar. Hayek atribuye la inspiración al espíritu totalitario y el inicio de esta vertiente a autores como Francis Bacon y Thomas Hobbes, incluso en René Descartes, con su referencia al «legislador sabio», para no decir nada de Platón con su «filósofo rey». A su vez, José Ortega y Gasset, también en su crítica al racionalismo de este tipo (que distingue de lo que denomina la «razón vital»). Sin duda que resulta natural que a Hayek le parezca inaceptable el racionalismo constructivista, especialmente si se declara heredero de Bernard Mandeville, David Hume, Carl Menger y de Adam Ferguson, de quien ha tomado la diferencia central entre acción humana y designio humano.

Es conveniente, sin embargo, aclarar que las limitaciones de la razón no significan que en el ser humano, el animal racional, puedan tener lugar acciones irracionales. Ludwig von Mises explica este punto cuando sostiene que frecuentemente se utiliza el término «irracionalidad» para aplicarlo a acciones equivocadas en lo que se refiere a la utilización de ciertos medios y métodos con la intención de lograr específicos fines. Afirma: «Las prácticas de la magia hoy se califican de irracionales. No eran adecuadas para lograr las metas apetecidas. Sin embargo, las personas que recurrían a ellas creían que eran las técnicas correctas, del mismo modo que, hasta mediados del siglo pasado [XIX], los médicos creían que la afluencia de sangre curaba varias enfermedades. […]. Resulta confusa la calificación de las acciones de otros como irracionales para aludir a personas cuyos conocimientos están menos perfeccionados respecto de quien hace la descripción». Esta confusa terminología nos convertiría a todos en irracionales, dado que el conocimiento siempre será incompleto e imperfecto.

Distinta es la afirmación que indica que se está usando mal la razón en el sentido de que no se siguen las reglas de la lógica, para lo cual es mejor recurrir a la expresión «ilógico» o, en su caso, que no se la está utilizando con propiedad para apuntar a la verdad ontológica al efecto de señalar la falsedad de una proposición, o cuando las conductas se estiman reprobables, pero, cualquiera sea la situación, el término «irracional» no ayuda a clarificar el problema.

Aunque no resulte novedoso, conviene recordar lo que se conoce desde el siglo VII a.C. como «la trampa de Epiménides», a saber, que dado que el relativista sostiene que todo es relativo, esa aseveración también se transforma en relativa y, por ende, se convierte en una postura autodestructiva. Si el relativista afirmara que todo es relativo menos esta aseveración, habría que señalar que, para fundamentar la razón de esta excepción, debe contarse con un criterio de verdad, lo cual, a su turno, pone de relieve la necesidad de sustentarse en juicios que mantengan correspondencia con el objeto juzgado. Por otra parte, deberían explicar también por qué no recurren a criterios de verdad para todo lo demás que quedaría excluido del conocimiento. A su vez, cualquier afirmación que se haga en dirección a explicar por qué el criterio de verdad puede ser solamente utilizado para revelar las razones por las que «todo es relativo» y excluir este criterio todo lo demás, se daría como otro criterio de verdad.

Para incorporar conocimientos se debe recurrir al rigor lógico (a la lógica formal) para que tenga validez el razonamiento, esto es, la verificación de los silogismos, lo cual implica que la concatenación de las proposiciones sea consistente y, al mismo tiempo, recurrir a los procedimientos de la lógica material para que las proposiciones resulten verdaderas (los argumentos son válidos o inválidos, solo las proposiciones resultan verdaderas o falsas). El relativista posmoderno puede sustituir la expresión «verdad» por «conveniencia o inconveniencia circunstancial», pero solo recurriendo a las ideas de verdad o falsedad es que se puede explicar el porqué de la referida «conveniencia».

Malcolm W. Browne da cuenta de una reunión en la New York Academy of Sciences que congregó a más de doscientos científicos de las ciencias sociales y de las ciencias naturales de diferentes partes del mundo, que, alarmados, contraargumentaron la «crítica ‘posmoderna’ a la ciencia que sostiene que la verdad depende del punto de vista de cada uno». Para recurrir a un ejemplo un tanto pedestre, a un tigre hambriento se lo podrá interpretar como una rosa, pero quien ensaye el acercarse a oler la rosa (en verdad al tigre) difícilmente podrá escapar de las fauces del felino. Semejante experimento pondrá en evidencia que, sencillamente, un tigre es un tigre y una rosa es una rosa. Claro que, como dice Mariano Artigas: «La verdad de un enunciado no implica una semejanza material entre el enunciado y la realidad, puesto que los enunciados se componen de signos, y la realidad está compuesta por entidades, propiedades y procesos. La verdad existe cuando lo que afirmamos corresponde a la realidad, pero esa correspondencia debe valorarse teniendo en cuenta el significado de los signos lingüísticos que utilizamos».

El lenguaje, un instrumento esencial para pensar y trasmitir pensamientos, es el resultado de un orden espontáneo, no es el resultado de ningún diseño, se trata de un proceso evolutivo. Los diccionarios son libros de historia, son un ex post facto. Cuando se ha diseñado una lengua como el esperanto, no ha servido a sus propósitos. La lengua integra un proceso ininterrumpido de convenciones, pero de allí no se sigue que se pueda interpretar de cualquier modo una palabra, lo cual imposibilitaría la comunicación y significaría la destrucción del lenguaje. No se trata entonces de interpretaciones frívolas según la moda del momento. De la antes mencionada convención no se sigue que pueda impunemente desarticularse o disociarse la definición de una palabra con su correspondencia con la realidad sin caer en el sinsentido. He aquí el meollo del posmodernismo.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

EL VÍNCULO TRUMP-PUTIN

Por Alberto Benegas Lynch (h).

 

Ahora que el gobierno estadounidense se ha embarcado en una relación especial con el ruso, principalmente a través de su Presidente y el Secretario de Estado y los embrollos y renuncia del flamante Secretario de Seguridad, es el momento de considerar esa vinculación.

 

Aunque hay chantajes, espionajes y amenazas veladas y no tan veladas por parte de los secuaces de Putin en base a informaciones confidenciales de todo tipo que el gobierno ruso ha ido acumulando sobre la vida íntima de políticos estadounidenses incluido a Trump, aunque esto ocurre el nuevo jefe de la Casa Blanca estima que acercamientos con el Kremlin puede rendir frutos positivos a contracorriente de todo lo sucedido en los últimos cien años desde 1917, problemas con el gobierno de Estados Unidos que se acentuaron a partir de la finalización de Yalta. Ahora Trump justifica su anunciado acercamiento al decir que “Putin es muy apreciado por su pueblo y por la comunidad internacional” (?).

 

Trump preside el otrora baluarte del mundo libre y en el  contexto de sus diatribas contra la prensa llama poderosamente la atención que abandone su responsabilidad de cuidar la constitucional libertad de la expresión del pensamiento. En lugar de explicar lo que no comparte opta por insultar y por prohibir a los medios la entrada a sus  ahora llamadas “conferencias de prensa” como si fuera el dueño de la Casa Blanca y no respondiera ante el público por sus actos igual que en una “república bananera”, o como si su vocero fuera el comisario de los medios de comunicación.

 

Estremecen sus embates a la Justicia en lugar de respetar la división de poderes. También alarman sus reiterados ataques contra el libre comercio, su xenofobia, su militarismo y el aumento astronómico del gasto público que promete (esta avalancha inaudita de insensatez no da espacio para ponderar la reducción de ciertos impuestos y el intento de mejora en algo de los esquemas de educación y salud). En su primer discurso ante las dos Cámaras del Congreso tocó muchos temas pero el eje central se basó en su nacionalismo -mal llamado “proteccionista” desde el decimonónico Friedrich List en Alemania- lo cual acarreará muchos sinsabores para el pueblo estadounidense y para el resto del mundo.

 

En  este cuadro de situación, preocupa su acercamiento a un gobierno corrupto y sus ininterrumpidos asaltos a las libertades individuales que, sin los campos de exterminio soviéticos, en buena medida ha continuado con aquella política hasta el presente, comandadas por un ex matón de la KGB.

 

Rusia está dominada por un gobierno de mafias desde el colapso del comunismo. Los mismos capitostes de la KGB se instalaron en el gobierno y se repartieron empresas y mercados cautivos como botín de guerra. Ahora que el peligro se acentúa, se hace necesario reiterar algunos pasajes que escribí antes.

 

La historia de Rusia es en verdad muy desoladora, primero el terror blanco de los zares y zarinas con su criminal policía secreta (Ojrana), luego el asesino terror rojo y ahora las mafias. En sus memorias, Vladimir Bukovsky, uno de los tres disidentes de mayor calado junto con sus amigos Solzhenitsin y Sajarov, declara que “el monstruo que crearon nuestros Frankenstein mató a sus creadores, pero él está vivo, muy vivo. A pesar de los informes optimistas de ciertos medios de comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y la economía de mercado. No hay evidencias, ni siquiera perspectivas de que así sea. En lugar de un sistema totalitario, ha surgido un estado gangsteril, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista, mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva elite política, así como en una nueva clase de propietarios”.

 

Como es sabido, la Unión Soviética provocó el mayor descuartizamiento humano desde 1917 a 1989, matanzas sin precedentes llevadas a cabo por un gobierno (solo sobrepasadas por Mao) y, sin embargo, Putin reivindica en la Universidad de Moscú a los verdugos y también enaltece las atrocidades en Hungría, en la ex Checoslovaquia y en Chechenia en un contexto de mordazas a la prensa y simulacros electorales administrados por la antigua nomenklatura.

 

Yuri Y. Agaev explicó en una visita a Buenos Aires que después del fiasco de Gorbachov y su perestroika (un subterfugio para implantar “el verdadero socialismo”), el Fondo Monetario Internacional desbarató la posibilidad de contar por primera vez con liberales en el gobierno al financiar abundantemente al grupo opositor que finalmente se hizo con el poder.

 

Personas de gran coraje como los mencionados y como lo fue Anna Politkovskaya (luego asesinada), han contribuido a poner su valioso granito de arena para modificar la dramática situación de los rusos. Politkovskaya fundó en Moscú con un grupo de amigos el diario Novaya Gazeta, con la idea de competir nada menos que con Pravda el periódico oficial que paradójicamente significa “verdad”.

 

Desde ese nuevo periódico denunció permanentemente la corrupción y los atropellos del gobierno de Putin en todos los frentes. Como sucede en esos sistemas, fue reiteradamente amenazada de muerte y advertida de los serios peligros que corría incluso por amigos periodistas de Occidente, como el director de The Guardian de Londres. Esto ocurría en un contexto donde, según el Grupo Helsinki, solamente en Moscú durante los gobiernos de Putin, fueron asesinados por los esbirros del régimen seis periodistas, sesenta y tres fueron golpeados malamente, cuarenta y siete fueron arrestados y cuarenta y dos fueron imputados penalmente.

 

A pesar de todo, la extraordinaria periodista de marras proseguía con sus denuncias en sus valientes artículos de investigación. Consignó que el fundamento de su actitud era que “si alguien cree que puede vivir una vida confortable en base a pronósticos optimistas, allá ellos, es la forma más fácil pero también constituye la pena de muerte para nuestros nietos” (este pensamiento hay que refrescarlo también en otros lares).

 

Randon House de New York publicó su impresionante y muy ilustrativo diario bajo el título de A Russian Diary. A Journalist Final Account for Life, Corruption and Death in Putin`s Russia. La autora murió asesinada en el ascensor de su casa a manos de los sicarios del gobierno. Antes de eso publicó un libro de una notable investigación cuyo título en la versión castellana es La Rusia de Putin donde documenta muy acabadamente los reiterados atropellos e iniquidades llevadas a cabo por los hampones de Putin y los desaguisados y la miseria que debe sufrir el común de la gente.

 

Desafortunadamente la caricatura de democracia no solo tiene lugar en Rusia donde ganan tiranuelos de diversos colores, se habla de “elecciones limpias” como si se tratara de un torneo irrelevante sin otro fondo que lo numérico aunque se haga tabla rasa con los derechos.

 

En esta línea argumental, consigno en esta nota telegráfica una reflexión del antes mencionado Bukovsky (que también nos visitó en Buenos Aires con motivo de un acto académico), elucubraciones apuntadas en sus antedichas memorias tituladas To Built a Castle. My Life as a Dissenter: “Miles de libros se han escrito en Occidente y cientos de diferentes doctrinas han sido creadas por políticos encumbrados al efecto de encontrar un compromiso con los regímenes totalitarios. Todos evaden la única solución correcta: la oposición moral”.

 

En estos climas mafiosos siempre aparecen dictadores (de facto o electos) que resumen bien lo que ocurre, Putin no es el único ejemplo: Trujillo en la República Dominicana y Getulio Vargas en Brasil dijeron en sendos discursos “a los amigos todo, a los enemigos la ley” a sabiendas de lo horrendas de sus normas legales y Perón, en la Argentina, espetó “al enemigo, ni justicia”, por ello, contrariando toda la mejor tradición, fabricó el billete de un peso con el símbolo de la Justicia con los ojos destapados y fue uno de los pioneros en cambiar la Constitución para reelegirse e hizo tabla rasa con la noción del derecho, lo cual reiteró en sus tres mandatos (el último, principalmente a través de sus ministros José López Rega y José Ben Gelbard). En nuestros días han surgido nuevos sátrapas liderados por los Castro, Chávez-Maduro y la infame dinastía norcoreana y sus imitadores que achuran todo vestigio de libertad y dignidad bajo diversos ropajes y trampas inauditas, objetivos imitados parcialmente por los Correa, Ortega, Morales y Kirchner.

 

Ya 400 años antes de Cristo, Diógenes recurría a la alegoría de andar con una lámpara “en busca de un hombre honesto”. Ahora rindo este modesto pero muy sentido homenaje a los que se ponen de pie y son capaces de escribir y decir lo necesario para cambiar. Tal como repetían los Padres Fundadores en Estados Unidos: “El costo de la libertad es su eterna vigilancia”. En cada acto el hombre no parte de cero, no podemos apreciar el presente ni conjeturar sobre el futuro sin basarnos en el pasado, por tanto, tomemos los casos de los que hablan fuerte y claro sin concesiones al efecto de dar cabida a la luz diogenista.

 

En el último libro de los citados aquí de Politkovskaya se lee un párrafo que puede resumir la obra, al tiempo que pone al descubierto la raíz del problema que debemos combatir y no solo en Rusia: “Nadie acude a buscar justicia a unos tribunales que alardean sin tapujos de su servilismo y su parcialidad. A nadie en su sano juicio se le ocurre ir a buscar protección a las instituciones encargadas de mantener el orden público, porque están corrompidas por completo”.

 

Ni bien los burócratas comienzan a articular discursos tendientes a elaborar sobre lo que le conviene y lo que no le conviene a la gente en sus vidas privadas, comienzan los peligros ya que a poco andar esos megalómanos se constituirán en los árbitros forzados  y ladrones disfrazados de empresarios para manejar a su antojo el fruto del trabajo ajeno con lo que se apoderan de sus vidas.

 

Como queda dicho, el sistema gangsteril impuesto en Rusia es lamentablemente la continuación por otros medios de los horrores establecidos por el terror blanco y el aun más tremebundo terror rojo. Horrores basados en mentiras, no en errores lo cual es humano, sino en falsear deliberada, voluntaria y sistemáticamente todo cuanto esté al alcance de gobernantes inescrupulosos.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

SE ACENTÚA EL PELIGRO NACIONALISTA

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

El caso de Austria vuelve a poner sobre el tapete el tremendo avance nacionalista, es decir, la xenofobia, la cultura alambrada, la obtusa y retrógrada desconfianza en el comercio internacional libre, el ataque a los inmigrantes y, en definitiva, la vuelta a los instintos más oscuros del hombre primitivo.

 

En este caso pongo de relieve el peligro del candidato presidencial austríaco Norbert G. Hofer que acaba de perder en la segunda vuelta por escasísimo margen (49.7 % frente a 50.3% de los sufragios del ganador en la contienda electoral). La primera vuelta en abril del corriente año la ganó Hofer por el mayor caudal de votos de un presidente desde 1945, momento en que fue efusivamente felicitado por los otros candidatos nacionalistas de Europa: Matteo Salvini de la Liga del Norte de Italia, Marine Le Pen del Frente Nacional francés, Frauke Pety de Alternativa para Alemania y Greet Wilders del Partido Holandés para la Libertad.

 

En este panorama siniestro de los cuasi-nazis europeos no hay que dejar de lado al candidato Donald Trump con el discurso por todos conocido del otro lado del Atlántico, para no mencionar a megalómanos como el venezolano del chavismo y sus imitadores (entre muchos otros autores, J.F. Revel nos muestra en detalle en La gran mascarada el íntimo parentesco y la comunión de ideales entre el nacionalismo y el comunismo).

 

Es en verdad muy triste que nada menos que en Austria sucedan estas cosas, la tierra del cosmpolitismo antes del advenimiento del asesino serial: Hitler.  Stefan Zweig nos cuenta es su magnífica autobiografía –El mundo de ayer- de los célebres cafés vieneses visitados permanentemente por contertulios de todas partes del mundo, donde se exhibían los periódicos más destacados de todos los puntos del planeta. Nos detalla las enormes ventajas del cosmopolitismo que permitieron a los austríacos gozar de progresos culturales notables en la literatura, la música, la economía, el derecho y el psicoanálisis. Nos muestra el clima en los colegios y en la universidad de Viena por el empeño por estudiar todo lo que se pudiera sin ni siquiera percatarse cual era el lugar de origen de tal o cual contribución que tomaban como patrimonio de la humanidad. Nos relata el valor de establecer marcos institucionales civilizados y de respeto recíproco en el contexto de la propiedad privada y la santidad de los contratos, así como también la importancia de contar con una moneda estable y segura.

 

El nacionalismo toma las fronteras como diques infranqueables en lugar de percibir que solo tienen sentido para evitar los enormes peligros de concentración de poder que significaría un gobierno universal. El fraccionamiento en estados y éstos en provincias que a su vez se subdividen en municipios fueron originalmente establecidos para minimizar el abuso de poder político y no para crear tensiones y actitudes confrontativas cuando no abiertamente bélicas entre si. En una sociedad abierta, el uso de la fuerza solo está permitida como recurso defensivo pero nunca ofensivo contra los propios ciudadanos o contra los que han nacido en otros lugares. Como es sabido, las fronteras nada tienen de natural, son fruto de trifulcas bélicas y de la geología.

 

La cultura y el progreso están ubicados en un proceso evolutivo de entregas y recibos recíprocos. En este sentido, los libros, las músicas, las arquitecturas y los estilos, el descubrimiento del derecho, los procesos económicos, la gastronomía, la medicina, la religión, los métodos agrícolas y tantas otra manifestaciones culturales no tienen patria, son fruto de los referidos procesos de donativos y de recepciones que no se extinguen en el tiempo. Solo debe bloquearse la lesión a derechos de terceros.

 

Mario Vargas Llosa nos dice en “Elefante y la cultura” que “considerar lo propio como un valor absoluto e incuestionable y lo extranjero un desvalor, es algo que amenaza, socava, empobrece o degenera la personalidad espiritual de un país. Aunque semejante tesis difícilmente resiste el más somero análisis y es fácil mostrar lo prejuiciado e ingenuo de sus argumentos, y la irrealidad de sus pretensión -la autarquía cultural-, la historia nos muestra que se arraiga con facilidad”.

 

Los nacionalistas apuntan principal aunque no exclusivamente a dos planos de análisis: a interferir con el movimiento de bienes y servicios con otros territorios y a intervenir en los movimientos migratorios, en cualquier caso recurriendo a léxicos horrendos como “el ser nacional” y otras sandeces equivalentes y con lenguaje siempre patriotero e incendiario. Veamos entonces aquellos dos aspectos cruciales por lo menos sumariamente en sus aspectos fundamentales.

 

En lo referente al primer punto, resulta clave comprender algo elemental y es que es mejor comprar barato y de alta calidad que comprar caro y de mala calidad. Esto que parece tan simple es negado por aranceles aduaneros, tarifas y manipulaciones del tipo de cambio en prácticamente todas partes.

 

Todo arancel inexorablemente significa mayor inversión por unidad de producto, a saber, obliga a destinar una suma mayor de dinero por cada producto ingresado al país en cuestión. Y, a su vez, dicha mayor inversión por unidad de producto naturalmente  hace que hayan menos productos, lo cual se traduce en un nivel de vida más bajo. Ergo, todo arancel siempre y bajo toda circunstancia empobrece.

 

Ahora bien, especialmente desde el decimonónico Friedrich List se ha difundido la peregrina teoría de “la industria incipiente” que reza más o menos así: estamos de acuerdo con el librecambio pero es necesario darle tiempo a las industrias recién instaladas (industrias incipientes) para que puedan ponerse a tono con la tecnología desarrollada por empresas extranjeras con mayor experiencia y tiempo en el mercado, de lo contrario, se sigue diciendo, sería injusto para la “industria nacional”.

 

Este pretendido argumento es falaz por donde se lo mire. Es correcto que la gran mayoría de las empresas no muestran ganancias en los primeros períodos, pero si la evaluación de proyectos está bien realizada, se supone que el retorno sobre la inversión más que compensará los quebrantos iniciales.

 

En el caso de la “industria incipiente” son los propios empresarios los que deben cubrir los primeros períodos de pérdidas y no pretender endosarle la carga sobre las espaldas de los consumidores. Si los empresarios del caso no tuvieran los suficientes fondos para encarar la situación de su negocio, pues venden la idea en el mercado local o internacional para obtener los recursos faltantes.

 

Si nadie en el mercado local o internacional se interesa por comprar el proyecto, es solo por uno de dos motivos. O se trata de un “cuento chino”, que es lo que muchos veces sucede cuando se eterniza la condición de industria incipiente, o si bien es un proyecto rentable se estima que hay otros que son prioritarios y como los recursos son limitados no puede encararse todo al mismo tiempo por lo que el proyecto debe esperar.

 

Respecto a las fuentes de trabajo debe enfatizarse que la mayor productividad libera recursos humanos y materiales para encarar otras faenas que al momento no se podían hacer debido a que los recursos en cuestión estaban esterilizados en las tareas anteriores. Como he dicho muchas veces, este fue el destino del hombre de la barra de hielo antes del refrigerador o del fogonero antes de la aparición del los motores Diesel. Si se forzara a retrotraerse a las condiciones anteriores eliminando la consiguiente productividad, los salarios en términos reales se reducirán.

 

Hay otras muchas falacias tejidas en torno al comercio exterior (que en su esencia no se diferencian del comercio interior) pero que en una nota periodística no cabe su análisis.

 

En cuanto al segundo punto de los movimientos migratorios, es pertinente subrayar que en una sociedad libre la expresión “inmigración ilegal” es del todo impertinente. Todos deberían tener la posibilidad de ubicarse donde lo estimen conveniente sin pedir permiso de ninguna naturaleza.

 

Solo los delincuentes deben ser bloqueados, pero eso no diferencia los nativos de los extranjeros. Todos los que no nos hemos mantenido en el continente africano somos inmigrantes dado que el origen del hombre es ese continente.

 

Por supuesto que, igual que en el librecambio de bienes, puede circunstancialmente disminuirse algún salario debido a la competencia, pero el mejor aprovechamiento del capital y la mayor productividad elevan las tasas de capitalización conjuntas lo que empuja todos los salarios e ingresos al alza. Lo que resulta indispensable para evitar la tragedia del desempleo es dejar de lado la peregrina idea de que los salarios pueden decidirse por decreto en lugar de comprender que se establecen según sea la inversión per capita fruto del ahorro interno y externo.

 

Se ha dicho que los inmigrantes significan un costo adicional al fisco (es decir, al contribuyente) debido a que recurren a servicios del llamado “estado benefactor”. En realidad este es un problema del “estado benefactor” y no un problema que presenta la inmigración. De todos modos, para que esto no sirva de pantalla al efecto de eliminar o limitar la inmigración, debe subrayarse que a los inmigrantes les debería estar vedado el uso de ese tipo de servicios pero, naturalmente, tampoco deberían estar obligados a aportar para mantenerlos con lo que serían personas libres tal como a muchos ciudadanos les gustaría ser y no verse compelidos a financiar servicios caros, deficitarios y de mala calidad.

 

En sus estudios Julian Simon alude a las motivaciones de los inmigrantes para dejar sus tierras y a los consiguientes comportamientos en sus nuevos destinos. En ese sentido, ha presentado trabajos sumamente medulosos sobre la inmigración, por ejemplo, su libro The Economic Consequences of Immigration y su ensayo “Are there Grounds for Limiting Immigration?” donde señala: a) los inmigrantes están más dispuestos a trabajar en tareas que los nativos no aceptan b) son más flexibles en el traslado a distintos lugares c) tienen menos hijos debido a la inseguridad y a las situaciones apremiantes por las que han debido pasar en sus países de origen d) muestran mayor propensión al ahorro d) revelan buen desempeño no solo en sus trabajos sino en sus estudios e) debido a sus edades muestran estados de salud sumamente satisfactorios y f) ponen de manifiesto su capacidad para encarar nuevos emprendimientos.

 

Estos dos capítulos revelan los dardos venenosos de los nacionalismos, es de esperar que con los suficientes esfuerzos educativos puedan prevalecer los valores y principios de una sociedad abierta para bien de todos, muy especialmente para los más necesitados.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

El Mercosur no existe, la impunidad si:

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 5/1/15 en: http://www.cronista.com/columnistas/El-Mercosur-no-existe-la-impunidad-si-20150105-0031.html

 

El Tratado de Asunción de 1991 establece como eje central la libre circulación de personas, bienes, servicios y factores de producción entre sus miembros y asociados. Pues bien, eso no existe ni remotamente. Los controles aduaneros, las pesquisas, las trabas y los recargos están a la orden del día como si el antedicho compromiso no se hubiera firmado, especialmente por parte de gobiernos como el argentino y el venezolano.
Ahora resulta que como un buen guión de Woody Allen el parlamento argentino aprueba una ley al efecto de otorgar inmunidad de arresto a quienes se elijan para ejercer el cargo en el 2020 pero con aplicación efectiva desde su elección.
Como se ha señalado este escándalo contradice la Constitución argentina y las disposiciones del mismo Mercosur, pero independientemente de ello, subrayamos que se discute acaloradamente sobre una cáscara sin contenido al solo efecto de proteger y dar inmunidad –en realidad impunidad– a gobernantes que supuestamente han delinquido abusando de la representatividad otorgada por la gente al efecto de proteger sus derechos. Todo este aspaviento y esperpento es realmente cómico si no fuera dramático por la desfachatez con que se opera.
Pero volvamos al fondo referido al incumplimiento del tratado de marras. La sandez de vivir con lo nuestro típico de trogloditas, sigue influyendo sobre no pocos políticos. Los aranceles, tarifas y demás obstáculos al comercio exterior inexorablemente significan mayor inversión por unidad de producto, es decir, fuerzan a destinar mayor proporción de la riqueza disponible que la que hubiera resultado de no mediar las aludidas trabas, lo cual, a su turno, significa menor nivel de vida.
Se suele repetir el archiconocido argumento falaz de Friedrich List sobre la llamada industria incipiente que apunta a que se proteja a ciertas actividades empresarias locales hasta que estén en condiciones de competir. Sin embargo, si se trata de un proyecto rentable que arroja quebrantos durante los primeros períodos para luego ser más que compensados por ganancias, el tramo de pérdidas lo debe sufragar el empresario en cuestión vendiendo su proyecto a terceros si no dispusiera de los suficientes fondos. Si nadie lo compra es por uno de dos motivos: o se trata de un cuento chino o, siendo rentable, resulta que hay otros emprendimientos que se estima son prioritarios y, como los recursos son escasos, todo no puede encararse simultáneamente, por ende, la situación comentada debe dejarse para otra oportunidad. Pero en ningún caso debe imponerse la traslación de los costos sobre las espaldas ajenas vía gravámenes que empobrecen a todos y solo enriquecen a empresarios prebendarios. Ingresar bienes y servicios más baratos, libera recursos humanos y materiales para ser asignados en otras faenas, del mismo modo que ocurrió con el hombre de la barra de hielo cuando irrumpió la heladera o con el fogonero cuando aparecieron las locomotoras modernas.
Resulta triste observar un cuadro de situación en donde los funcionarios debaten acerca de cargos burocráticos de una entidad más bien fantasmal que no existe ni cumple funciones relevantes. Varios de nuestros socios del Mercosur se han quejado airadamente por los controles y trabas en las fronteras que imponemos a pesar del compromiso de eliminarlas, pero, eso si, las remuneraciones y las pretendidas impunidades están siempre a la cabeza de buena parte de las agendas políticas.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.