El problema de la inflación es la distorsión de los precios relativos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 13/9/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/09/13/el-problema-de-la-inflacion-es-la-distorsion-de-los-precios-relativos/

La Argentina está enfrentando los efectos del exceso de emisión de pesos en los últimos dos años para financiar la expansión del gasto público. Brecha con los países vecinos

Aun suponiendo una inflación del 6,7%, una vez más el aumento del IPC en Argentina estuvo muy por encima de la tasa que registraron los países vecinos, y afecta el ingreso real de los trabajadores (Reuters)

Aun suponiendo una inflación del 6,7%, una vez más el aumento del IPC en Argentina estuvo muy por encima de la tasa que registraron los países vecinos, y afecta el ingreso real de los trabajadores (Reuters)

A punto de salir el IPC de agosto del Indec, todas las estimaciones muestran que la inflación del mes último mes se acercó al 7 por ciento.

Aun suponiendo una inflación del 6,7%, una vez más el aumento del IPC en Argentina estuvo muy por encima de la tasa que registraron los países vecinos. El más “complicado” parece ser Chile que tuvo una aceleración a 1,2%, en tanto, por el contrario, Brasil registró deflación por segundo mes consecutivo.

El gráfico más abajo muestra cómo se cae el relato del Gobierno cuando sostiene que la inflación es culpa de los que remarcan los precios, de los que ganan “mucho”, de los especuladores y demás argumentos de política de barricada, porque eso significaría afirmar que solo en Argentina están los empresarios malvados que remarcan precios.

Lo concreto es que la expansión monetaria de 2020 hasta julio de 2022 generó una depreciación del peso que, aún sin que en agosto se haya emitido moneda para financiar al Tesoro, igual el deterioro continúa como consecuencia de la caída en la demanda de moneda.

Pero el problema principal de la inflación no es que los precios suben, en realidad es una ilusión óptica porque es el peso el que se deprecia. El problema principal de esta emisión es que se distorsionan los precios relativos, lo que implica que unos sectores salen ganadores y otros salen perdedores.

Es que cuando el gobierno expande moneda para financiar el gasto público, el proceso de aumento de los precios no ocurre en todos los bienes y servicios al mismo tiempo y a la misma velocidad, sino en la medida que los pesos emitidos empiezan a circular en la economía y van llegando a diferentes sectores vinculados inicialmente con el Estado.

Este proceso es más instantáneo en Argentina que en otros países, por la larga tradición inflacionaria y porque la caída en la demanda de moneda ya es casi simultánea. Es más, el rechazo a los nuevos pesos emitidos por el BCRA se produce ni bien entran en circulación. Un país como Argentina que destruyó 5 signos monetarios, que tuvo procesos inflacionarios, megainflacionarios e hiperinflacionarios tiene entrenada a la población para defenderse de la pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos.

Si todos los precios aumentaran en el mismo momento y a la misma tasa, el único problema que habría es que las transacciones se harían con valores nominalmente más altos, pero no habría ganadores y perdedores porque todos mantendrían su capacidad de compra y de ahorro.

El rechazo a los nuevos pesos emitidos por el BCRA se produce ni bien entran en circulación (Franco Fafasuli)El rechazo a los nuevos pesos emitidos por el BCRA se produce ni bien entran en circulación (Franco Fafasuli)

Este ya no es el caso de Argentina porque la gente sabe que la suba de precios es producto de la emisión monetaria y, por lo tanto, no aumenta la demanda real de bienes y servicios, y los productores tratan de defender su capital de trabajo. Esta defensa del capital del trabajo es los que los populistas llaman especulación para buscar un culpable y no hacerse cargo del problema que ellos generan.

Si, llegado un punto, el gobierno, ante la espiral inflacionaria, decide bajar el gasto público para dejar de emitir, el que primero recibió la emisión e invirtió para abastecer la mayor demanda artificial descubre que le cae la demanda de sus bienes y se queda con lo que se dice en economía capacidad ociosa, que en realidad no es la consecuencia de una inversión errada basada en la distorsión de precios relativos que generó la emisión monetaria inicial.

Un ejemplo de este proceso se puede observar en EE.UU. ya que el mismo presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, advirtió que bajar la inflación llevará tiempo y provocará “algo de dolor” para las familias y para las empresas, pero también agregó que no frenar la inflación sería más doloroso: “Es probable que la reducción de la inflación requiera un período sostenido de crecimiento por debajo de la tendencia. Además, es muy probable que las condiciones del mercado laboral se debiliten. Mientras que los tipos de interés más altos, el crecimiento más lento y las condiciones del mercado laboral más débiles reducirán la inflación, también supondrán cierto dolor para los hogares y las empresas. Estos son los desafortunados costes de la reducción de la inflación. Pero si no se restablece la estabilidad de los precios, el dolor será mucho mayor”.

Lo que está diciendo Powell es que se acabó el efecto de la droga de la emisión de moneda de los dos años anteriores y que ahora habrá que asumir el costo que produce la inflación, porque de lo contrario el sacrificio posterior será mayor.

En el caso argentino, la droga inflacionaria ya ha hecho tal desastre que hoy quitarse de encima esa adicción de emitir pesos para financiar el gasto público tiene el costo no solo de pésimas inversiones, que ya no las hay, sino que mucha gente vive sin trabajar (Reuters)En el caso argentino, la droga inflacionaria ya ha hecho tal desastre que hoy quitarse de encima esa adicción de emitir pesos para financiar el gasto público tiene el costo no solo de pésimas inversiones, que ya no las hay, sino que mucha gente vive sin trabajar (Reuters)

En el caso argentino, la droga inflacionaria ya ha hecho tal desastre que hoy quitarse de encima esa adicción de emitir pesos para financiar el gasto público tiene el costo no solo de pésimas inversiones, que ya no las hay, sino que mucha gente vive sin trabajar.

¿En qué sentirá la gente el impacto para frenar la inflación?

En tasas de interés más altas; planes sociales insostenibles; caída del salario real; menor actividad; más desocupación; caída del poder de compra de las jubilaciones; y suba de las tarifas de los servicios públicos, entre otros efectos. Más aún cuando todavía no hay como contrapartida un plan económico y condiciones institucionales que permitan vislumbrar una salida de crecimiento.

Una política antinflacionaria que se limita a frenar la emisión, pero que no tiene detrás un plan económico que atraiga inversiones y condiciones institucionales que lo respalden, tendrá un costo elevado y pocos beneficios.

El costo del populismo finalmente llega, y mayor es cuanto más precario es el plan antinflacionario que busque implementar en la emergencia.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

El BCRA y los entes estatales son los principales formadores de precios

Por Enrique Blasco Garma. Publicado el 21/08/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/08/21/el-bcra-y-los-entes-estatales-son-los-principales-formadores-de-precios/

El exceso de emisión sobre la cantidad de bienes y servicios que genera la economía explica la inflación

El BCRA, con el control de cambios también determina la cotización del dólar (Reuters)

El BCRA, con el control de cambios también determina la cotización del dólar (Reuters)

Es elemental que el precio es la cantidad de moneda necesaria para comprar un bien o servicio. Si sobran pesos, mayor facilidad de alzar los precios. Cuando la gente quiere desprenderse de la moneda nacional es porque la inflación carcome su valor, y refleja que sobra circulante.

El BCRA, con el control de cambios también determina la cotización del dólar. Gran parte de los combustibles, insumos, bienes finales, que demandan las empresas y los consumidores son importados; al subir la cotización del dólar aumentan los precios internos.

En 2001, el dólar cotizaba a $1, actualmente la pizarra del Banco Nación marca un precio superior a $142. No puede sorprender que los bienes sean entonces nominalmente 140 veces más caros, o, más aún, en los casos en que se aplicaron nuevos impuestos y otros costos.

Está claro que ninguna empresa tiene tanto poder para multiplicar por 140 los precios con el tipo de cambio por dólar estable. Durante los 11años de la Convertibilidad, entre abril de 1991 y enero 2002, el dólar estable mantuvo estables los precios. Nadie tiene el poder de fijar precios del BCRA.

Ahora estamos peor aún. Los “cepos” a las importaciones coartan la competencia -el mecanismo que premia conocimientos, habilidades, individuales, impulsando el crecimiento de los PBI e ingresos personales, en todo el mundo- transfiriendo decisiones productivas, antes privadas, a los burócratas, recortando los patrimonios al introducir incertidumbres mayores. ¿Cuánto costará importar, reponer, los bienes?

Los “cepos” a las importaciones coartan la competencia -el mecanismo que premia conocimientos, habilidades, individuales, impulsando el crecimiento de los PBI e ingresos personales (Reuters)Los “cepos” a las importaciones coartan la competencia -el mecanismo que premia conocimientos, habilidades, individuales, impulsando el crecimiento de los PBI e ingresos personales (Reuters)

Los bienes dejan de cotizarse en competencia para depender de las determinaciones burocráticas. Protocolos similares a los soviéticos incentivan aumentar los pedidos de autorizaciones de importación y compra de divisas. Los cepos cambiarios confirman que la emisión monetaria está tan desbordada que el Banco Central no tiene los dólares que la sociedad demanda, para atender importaciones y compromisos financieros con el resto del mundo. Un verdadero desfalco.

El BCRA admite que no puede responder a sus obligaciones, la responsabilidad de garantizar una moneda de curso legal para todas las transacciones deseadas por la población. Y las proyecciones económicas no tranquilizan. Eliminar los cepos exigiría equilibrar la oferta y demanda de base monetaria, no basta suprimir el déficit fiscal.

Desequilibrio general

Todos los valores del comercio exterior están influidos por BCRA, AFIP, gabelas de todo tipo, las tasas de interés, condiciones financieras, etc. En las últimas décadas, la coordinación de los tres poderes del Estado perdió precisión para contener la inflación, fragilizada por entes varios, organizaciones sociales, sindicatos, empresas estatales, que determinan suspensiones de actividades y de tránsito e imposiciones variadas y crecientes, y ausencia de incentivos para trabajar productivamente.

En todo el planeta, a mayor suba de la cotización del dólar mayor la inflación. Los escolásticos españoles del siglo XVI y XVII desarrollaron la noción del precio justo, en un contexto jurídico y no físico. Tiene que ver con los conceptos de poder, voluntad, conocimiento individual. Una cosa vale tanto cuanto es el valor en que puede venderse, en libertad, excluidos la fuerza, y el fraude, que enturbian la voluntad del comprador.

Mientras las naciones avanzan liberando a las actividades, la Argentina está siendo agobiada, entrampada, con el peso de restricciones innecesarias, artificiales. Cada vez más lejos de las libertades exaltadas en el Himno Nacional, la Constitución y canciones patrias.

Fuente: Infobae en base a estimaciones WEO FMI

En esta hora, el partido gobernante azuza conflictos y proclama “combatir al capital”. La oposición política se desanima de contribuir a mejorar la cosa pública, durante esta gestión.

Conviene recordar la advertencia de Luigi Pirandello en Seis personajes en busca de autor. Debemos tener sumo cuidado con el uso de las palabras, pues ahí precisamente radica la dificultad de comunicar: “En cada uno de nosotros vive un mundo de imágenes diferentes. ¿Cómo es posible que nos entendamos si en mis palabras vibra el sentido y el valor de las cosas que en mí están, en tanto que, quien las escucha, inevitablemente les da el sentido y el valor que tienen para él? Creemos entender, pero no lo hacemos”.

Las marchas y contramarchas de militantes en espacios públicos exponen un culto a las invocaciones mágicas de poderes ilusorios, ficciones desmentidas por las ciencias y experiencias disponibles. Las naciones que más avanzan liberan los conocimientos, habilidades individuales. Las menos desarrolladas, violentan libertades privadas. El PBI por habitante marca el proceso de liberaciones personales.

El federalismo fiscal da potestades a la Nación, a las provincias y a los municipios para crear tributos. Hay 166 tributos vigentes, aunque apenas 11 de ellos recaudan el 90% el total. Brasil no tiene un impuesto tan distorsivo como Ingresos Brutos ni un impuesto a la exportación. Solo 12 países aplican este impuesto que lastima la competitividad. Si añadimos tipos de cambio diferenciales, entendemos el desaliento a las exportaciones.

En el 2017 se firmó un Pacto Fiscal para bajar impuestos. Excelente idea, pero ingenua porque no establecía sanciones por incumplimiento. Se suspendió por la pandemia de Covid-19 y ahora el Congreso se prepara para aprobar el nuevo Pacto Fiscal porque las provincias quieren más dinero de los contribuyentes.

Enrique Blasco Garma es Ph.D (cand) y MA in Economics University of Chicago. Licenciado en Economia, Universidad de Buenos Aires. Fue Economista del Centro de Investigaciones Institucionales y de Mercado de Argentina CIIMA/ESEADE. Profesor visitante a cargo del curso Sist. y Org. Financieros Internacionales, en la Maestria de Economia y C. Politicas, ESEADE. Sigue a @blascogar

Argentina y Wall Street esperando los resultados de las elecciones en Estados Unidos

Por Alejandro A. Tagliavini: Publicado el 3/11/20 en: https://www.dataclave.com.ar/economia/argentina-y-wall-street-esperando-los-resultados-de-las-elecciones-en-estados-unidos————————_a5fa0bcdcdaaeb8185c91bf06

La economía de EE.UU. creció 7,4 % (33,1% anualizado, récord) en el tercer trimestre, superando las expectativas. Pero el PBI todavía está 3,5% debajo del pico anterior a las cuarentenas. Si este martes gana Trump, Wall Street podría ponerse eufórica. Todas las encuestas dan por triunfador a Biden, pero algunos tienen dudas.

Entretanto, el BCRA, para “controlar” al dólar, en octubre vendió casi US$ 1.000 M. Y Paraguay que no reprime al dólar ni tiene retenciones ya está entre los principales exportadores de soja y su banco central con exceso de dólares. A ver, el dólar no se dispara, el peso cae por la inflación, el exceso de emisión monetaria en tiempo real: 

En octubre la Secretaría de Finanzas obtuvo $420.583 M, finalizando el mes con un financiamiento neto positivo de unos $250.000 M, el mayor rollover del año. Pero esto se debe básicamente a personas no pueden salir al exterior. De hecho, gran parte se recaudó con instrumentos dólar linked que, por cierto, podrían muy bien ser defaulteados y, aun cuando se sincere la devaluación, para entonces probablemente se haya ganado más con el oro.

Pero como toda represión al mercado, esto no es natural y, por tanto, más temprano que tarde estallará por algún lado. Economía pretende mostrar un ordenamiento monetario y anunció que hasta fin de año no pedirá dinero al BCRA, financiándose con deuda del mercado local, buscando reducir la emisión. Lo que elevará las tasas provocando recesión, ergo, caída en la demanda de dinero en tiempo real con lo que -recordando que inflación es sobreoferta de dinero en tiempo real- esta sobreoferta seguirá porque la demanda caerá más que la oferta.

A la vez, Economía informó que la recaudación creció encima de la inflación, casi 44% i.a. en octubre. Pero el blue, que muestra con más certeza la inflación -ya que es la devaluación del peso, no el aumento del IPC encorsetado por el gobierno- subió 143%, o sea que la recaudación cayó brutalmente en términos reales, reales de los de verdad.

Ahora Argentina tiene un problema de, por lo menos, mediano plazo porque no se ven ideas claras en la oposición. El principio filosófico de todo esto es que la violencia siempre destruye, como ya lo sabían los filósofos griegos, i.e. Aristóteles, que la definían como aquello que pretende desviar al cosmos de su curso natural. Es decir, cualquier represión estatal -utilizando el monopolio de la violencia, su poder policial- es necesariamente destructivo.

Entre los que critican el gasto hay quienes están de acuerdo con la cuarentena o lo estaban y, ahora, que toca pagar la fiesta, se desdicen. A ver, los confinamientos cuestan mucho dinero y, siendo el Estado el responsable, tiene que aumentar el gasto. De modo que, para bajar el dispendio estatal, debe empezarse por levantar toda restricción al mercado.

Por cierto, más allá de que las personas en libertad pueden manejar cualquier epidemia con mayor eficacia que la proverbial ineficiencia estatal, las consecuencias de las represiones -violencia- estatales conllevan consecuencias mucho más negativas que las del virus: como relata Oxfam, los desnutridos en el mundo aumentarán hasta 270 millones este año, 82% más que en 2019.

Luego, como dice el keynesianismo, el gasto estatal -eventualmente financiado con emisión monetaria- ¿estimula la demanda de bienes y servicios y así, en un círculo virtuoso, aumenta la producción absorbiendo oferta monetaria, evitando la inflación (la sobreoferta)? O ¿es contraproducente como dice la oposición? Pues lo que destruye es la violencia, no otra cosa.

Desde el 2003 hasta el 2016, el gasto del sector público consolidado pasó del 22,7% al 41,5% del PBI y, desde entonces, se disparó tipo Space X. Pero el error de los críticos del gobierno consiste en creer que el Estado solo puede financiarse de tres modos: deuda, emisión y recaudación impositiva. En estos tres casos sí se utiliza la fuerza policial del Estado, con la que se recaudan los impuestos, se impone el curso forzoso de la moneda que se emite y, finalmente, se toma deuda precisamente garantizada por el cobro coactivo de impuestos. Y por ello son destructivos.

La emisión monetaria tampoco sería un problema si la economía creciera al ritmo necesario para absorber esos billetes. Pero como el PBI no crece, el exceso de emisión -en tiempo real- es inflación, desvaloriza el peso. La carga impositiva destruye porque es dinero coactivamente retirado del trabajador, lo que resulta en ineficiencia desde que la eficiencia es definida por cada persona, ya que supone el servicio más adecuado a la necesidad de cada individuo, en tiempo real. En cuanto al endeudamiento estatal, en principio, provoca una suba de tasas dificultando crédito para el sector productivo.

Pero no es cierto que estos tres sean los únicos métodos para financiar el gasto, no existe relación directa entre aumento del gasto público y caída del PBI. Eventualmente, por caso, el Estado podría vender parte de las casi infinitas propiedades que posee -edificios deshabitados como la imponente residencia de Mansilla en Belgrano, innumerables terrenos, pasando por empresas y mucho más- y con lo recaudado solventar ese gasto. Y esto sería reactivador desde que propiedades inutilizadas o ineficientemente manejadas pasarían a contribuir al crecimiento del PBI. 

Con deshacerse de estas empresas el ahorro sería de $347.274 M en 2021, como twitteó Ramiro Marra:

Otra propuesta de la crítica opositora es la de echar empleados públicos. Pero hacerlo hoy es contraproducente porque, dado que la oferta y demanda de trabajadores está encorsetada por leyes laborales, esto produciría un desempleo que, entre otras cosas, potenciaría el delito. De modo que, antes, debe desregularse el mercado laboral para que se produzca plena ocupación, al principio con salarios muy bajos -mejor que nada- y, luego, habrá que desregular el panorama empresario y de inversiones de modo que crezcan, demanden mano de obra y así aumenten las remuneraciones.

Por cierto, ese es el modo de combatir el delito: logrando plena ocupación y salarios dignos y no con más represión policial que, por el contrario -otra incoherencia- aumenta el gasto estatal.

Ahora, desregular el mercado laboral es complicado porque los gremios se opondrían, y tienen mucha fuerza represiva a partir del Estado que se las garantiza: por ejemplo, obligando a los trabajadores, incluso a los no afiliados, a aportar dinero a los sindicatos. De modo que, el primerísimo acto de gobierno, que la oposición ni cuenta, es la desregulación de la actividad sindical de manera que existan todos los sindicatos que quieran -o no- los trabajadores y que aporten, o no, a los que prefieran.

Así las cosas, como muestra este gráfico de Infobae Profesional, no hay inversión rentable, contra el blue. El Merval, ajustado por CCL, está en alrededor del 17% de su máximo, en 2018, cuando llegó a los USD 1800. 

De modo que Argentina está fuera de foco como para que las elecciones en EE.UU. puedan, en principio, interesar. En cuanto a Wall Street, viene aflojando ante las dudas por los comicios y la falta de acuerdo por más “incentivos” fiscales (léase, burbuja para hoy inflación para mañana).

La economía de EE.UU. creció 7,4 % (33,1% anualizado, récord) en el tercer trimestre, superando las expectativas. Pero el PBI todavía está 3,5% debajo del pico anterior a las cuarentenas. En tanto que el índice de manufacturas (ISM manufacturing index) subió al 59,3 desde el 55,4 superando también las expectativas.

Si este martes gana Trump, Wall Street podría ponerse eufórica. Todas las encuestas dan por triunfador a Biden, pero algunos tienen dudas. Este gráfico de JP Morgan muestra que las apuestas a favor de Trump superan a las del 2016:

Y este martes el mercado estará muy atento a los resultados, que podrían ir anticipándose, a raíz de que el voto por correo ha aumentado mucho y gran parte ya ha sido emitido, y algunos Estados como Florida y Carolina del Norte pueden contar esos votos antes del día de las elecciones y publicarlos apenas cierre la votación.              

Ahora, supuestamente Wall Street ganaría con el triunfo de los republicanos porque favorecerían a las grandes corporaciones. Sin embargo, el récord de crecimiento del S&P 500 se lo lleva Bill Clinton que, aun siendo demócrata, hizo uno de los gobiernos más pro mercado de la historia moderna de EE.UU., incluso más que Reagan:

El Dow Jones cayó en octubre -4,61% y casi -6% en el año con la recuperación del lunes, el S&P 500 -3,33% en octubre y gana 1% en 2020 y el Nasdaq 100 cae -3,2% en el mismo mes, y siguió cayendo ayer, pero aun sube 26% en lo que va del año. Decepcionaron los resultados de beneficios de las tecnológicas y, entre viernes y lunes, Apple (NASDAQ:AAPL) bajó más de -6%, Amazon (NASDAQ:AMZN) y Facebook (NASDAQ:FB) más de -7,50% y, la sorpresa, Twitter (NYSE:TWTR) se hundió casi -27%. Se salvó Alphabet (NASDAQ:GOOGL), que supera el 4,50% de subida.

Entretanto si el oro no termina de dispararse es, precisamente, porque apurados por sus balances críticos, los bancos centrales han sido vendedores netos en el tercer trimestre.    

Según Ego Von Greyerz hay que prepararse para “el peor colapso de la historia humana”. EE.UU. es un país en bancarrota con déficits presupuestarios desde 1930, excepto cuatro años en las décadas de 1940 y 1950. La consecuencia ha sido una deuda en aumento exponencial hasta los USD 27 B. Von Greyerz cree que la deuda podría llegar fácilmente a USD 100 B, o incluso 1000 B cuando estalle la burbuja de los derivados.

Cuando comenzó la crisis de 2006, el balance de la Fed era de USD 830.000 M: 

Mirando los déficits presupuestarios previstos para los próximos 4 años, más los problemas acelerados en el sistema financiero, es probable que el balance de la Fed explote. El nuevo presidente inundará la economía de dinero y así los mercados de valores quizás se dupliquen en un período de 9 a 18 meses, pero luego podrían caer más del 90% en términos reales, y esta vez que los bancos centrales no podrán salvarlos.

Imprimir cantidades ilimitadas de dinero siempre tiene consecuencias. Desde 1971 el dólar ha perdido un 98% en términos reales, frente al oro:

Según Von Greyerz, el dólar está comenzando ahora su viaje final a cero, como muestra la tabla. Podrían utilizar “computadoras cuánticas”, ironiza, que pueden imprimir billones y miles de billones de dólares.

Así, finalmente, estallarán las materias primas, hoy en un mínimo de 50 años frente a las acciones a las que podrían superar en 20 veces, según se muestra en el gráfico siguiente. Y estas materias primas, por cierto, incluyen a la gallina de oro argentina -que están matando con las retenciones- la soja, como señalaba en una columna anterior.

Oro, plata y platino superarán ampliamente a las acciones. El Dow Jones perderá 97% frente al oro en los próximo cinco años, estima Von Greyerz, en tanto que Goldman Sachs espera que alcance los USD 2.300/onza en 2021, objetivo que podría resultar muy conservador.

 En fin, si bien mantener metales físicos almacenados en bóvedas seguras fuera del sistema bancario y bursátil -ya que ambos podrían estallar- es costoso, muchos lo recomiendan, incluso más que las acciones de las mineras de oro que hoy tienen una mejor performance que el metal físico.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

Un pasito hacia el sinceramiento

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 29/12/17 en: https://alejandrotagliavini.com/2017/12/29/un-pasito-hacia-el-sinceramiento/

 

Dice la Escuela Austríaca de Economía, en mi opinión la más seria, que la inflación es la depreciación del signo monetario como consecuencia del exceso de emisión -de oferta- monetaria por sobre lo que demanda el mercado, en tiempo real. Esto del “tiempo real” es crucial y es lo que la diferencia de los neo keynesianos y la escuela clásica. Porque implica que, una vez producida la inflación, se disparan millones de decisiones -de millones de ciudadanos- imposibles de detener, para empezar, porque son imposibles de conocer.

O sea, una vez emitido el exceso, la inflación se instaló y, entonces, cualquier intervención de la autoridad monetaria solo puede agravar la situación, contra lo que opinan las otras escuelas. De aquí que las Lebac, al contrario de lo que dice el neo keynesianismo -lo mismo que la escuela clásica- hoy vigente, son inflacionarias porque las personas dejan de demandar dinero para invertirlo en estos papeles aumentando el spread con la emisión, en tiempo real.

Otra cosa es el IPC que popularmente se confunde con inflación y que no necesariamente coinciden: por razones estacionarias o circunstanciales algunos precios podrían aumentar provocando un aumento del IPC sin que esto fuera el resultado de la inflación. Por cierto, el cálculo del IPC es arbitrario según qué artículos se consideren y según quién y cómo se realice la encuesta.

Así las cosas, el gobierno anotó que las “metas de inflación” -la política anti inflacionaria del BCRA- perdieron credibilidad, como que es una teoría falaz, y no quiere correr el riesgo del estancamiento económico que conlleva la política “monetaria dura”. Más allá de demostrar que la independencia del BCRA siempre fue una falacia, y si bien están a años luz de una política sana, los nuevos anuncios acercan la cosa un pasito al bajar las tasas artificialmente fijadas por el BCRA, con fines “anti inflacionarios”, y que solo agravan la situación, amén de provocar un redireccionamiento artificial de capitales productivos hacia la bicicleta financiera.

Nadie tomaba como un número creíble el 10% más dos puntos de margen que el Banco Central había fijado como meta inflacionaria para 2018. De hecho, el Relevamiento de las Expectativas del Mercado (REM) que realiza el BCRA, pronosticaban una “inflación” del 16,6% para el 2018. Y, de hecho, esa cifra estaba en sintonía con la partida para los jubilados y pensionados que el propio Palacio de Hacienda suscribió en el proyecto de Presupuesto 2018. Por otra parte, las primeras paritarias que se van cerrando, en sectores como bancarios, apuntan al entorno del 20%.

Otro problema serio de la tasa artificialmente alta es que presiona el dólar hacia la baja. Al bajar las tasas, al contrario de lo que es creencia popular, un aumento del dólar podrá traer aumento de algunos precios -y quizás del IPC, según cómo se calcule- pero no de la inflación real que es solo exceso de oferta de pesos. Y estos precios que aumenten -mientras que todavía se están digiriendo las subas de gas, luz, combustibles y prepagas y el salto del 25% en el boleto que viene- pueden provocar un reacomodamiento en los hábitos de consumo, pero nada tienen que ver directamente con la inflación.

Probablemente, este sinceramiento del gobierno provoque una disminución en la inflación real desde que el gobierno se verá más presionado a desacelerar la brutal emisión monetaria que venía a un ritmo de más del 26% anual.

Sturzenegger no quiso dar mayores precisiones sobre qué ocurrirá con la tasa, pero el mercado financiero tuvo una reacción clara en el sentido de fuerte baja de la tasa de las Lebac en el mercado secundario que explicaron, en parte, el salto de 4,6% en pocas horas apenas conocidas las nuevas medidas.

Algunos, como Martín Redrado, creen que la modificación de la meta de inflación complicará a quienes tomaron un crédito hipotecario UVA, ya que encarecerá aún más la cuota vigente y aconsejó a los nuevos tomadores esperar hasta marzo o abril que es cuando la situación mejoraría. Lo que no está para nada claro.

Lo que sí queda claro es que la burbuja inmobiliaria que el gobierno creo -con la rentabilidad de los alquileres por debajo de cualquier inversión- se verá perjudicada porque es muy probable que los precios de venta de los inmuebles en moneda dura bajen. Y la construcción es hoy uno de los principales pilares del “crecimiento” económico, crecimiento que en apariencia podría verse perjudicado -según se mide el PIB- pero que en verdad mejorará… o caerá menos.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.