Guerra a la inflación, ¿o a la producción?

Por Aldo Abram: Publicado el 18/3/22 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/guerra-a-la-inflacion-o-a-la-produccion-nid18032022/

Se anunció la guerra contra la inflación y los especuladores, dejando claro que los culpables son los formadores de precios y avaros empresarios que, ante el aumento de la demanda, suben los precios y no la inversión y la producción. También, que las políticas que se implementarán serán las mismas que se han utilizado hasta ahora y que, según algunos funcionarios de la gestión, ya fracasaron.

Excepto Brasil, que tiene 10,5% de inflación, todos los demás países limítrofes tienen un dígito anual. Me imagino una conversación telefónica de nuestro Presidente con alguno de sus colegas de dichas naciones hermanas. “¿Cómo hicieron para domesticar a sus empresarios formadores de precios y para que los congelamientos anden tan bien como para tener una inflación tan baja?” Del otro lado, educadamente, le explicarán que ellos no andan domesticando empresarios y no tienen congelamientos como los argentinos. Sus bancos centrales priorizan respetar a sus ciudadanos dándoles una moneda estable y confiable; lo cual implica darles la cantidad que ellos demandan para que no pierda valor o lo haga mínimamente.

Al colgar el teléfono, el Presidente debería analizar qué es lo que ha pasado en los casi 90 años de vida del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Notará que durante más del 70% del tiempo, en mayor o menor medida, su prioridad ha sido financiar los excesos de gasto de los gobiernos de turno. Para eso imprime un papelito que no vale nada y se lo da al Estado que aumenta su gasto. ¡Magia! Para nada, como nadie quiere ese billete porque sabe que pierde valor, pasa como cuando aumenta la producción de naranjas y no hay más demanda, su precio baja. Pero acá hablamos de nuestra moneda, en la que ahorramos, que baja su poder adquisitivo, del que se apropia el BCRA con el impuesto inflacionario y se lo transfiere al gobierno para que pueda gastar más. Obvio, a costa de empobrecer a los argentinos que podrán consumir menos.

Luego uno va al súper y, cuando llega a la caja, le dirán: “Eso que se quiere llevar vale lo mismo que antes y los pesos que me quiere dar valen menos, me va a tener que dar más.” Y cuando llame al gasista por el calefón escuchará: “Mi trabajo vale lo mismo que antes, pero esos pesos valen menos, me va a tener que dar más.” Eso es lo que llamamos inflación, la pérdida de poder adquisitivo de la moneda. Por supuesto, este tipo de gobiernos no va admitir que es así; ya que debería dejar de gastar más a costa del BCRA. Entonces, los culpables tienen que ser los avaros empresarios formadores de precios y los especuladores. Ahora veamos los resultados de castigarlos por “empobrecer” a los argentinos.

Un productor al que le congelan los precios, verá subir sus costos con la inflación que sigue generando el BCRA y cada vez, ganará menos; por lo que también producirá menos. Igual sucederá con los acuerdos “voluntarios” de “Precios Cuidados”, que es obvio no tienen nada de voluntarios. Por otro lado, si se le prohíbe exportar o se le ponen retenciones a un sector para que baje sus precios domésticos, también producirá e invertirá menos. Lo mismo que si se los amenaza con esas medidas para que tengan que poner plata “voluntariamente” en un fideicomiso para subsidiar los consumos de ciertos bienes.

Imagínense un empresario argentino o extranjero que está evaluando el país para invertir y generar empleo productivo, es decir bienestar económico para nuestros habitantes. Dirá, “el gobierno seguirá generando inflación para financiarse y, luego, me echará la culpa a mí, castigándome con todas esas medidas”. Sumará que, según el Banco Mundial, estamos en el puesto 21, entre 191 países, como los que más exprimen con impuestos a sus empresas y que, como ni así le alcanza, el Estado toma la mayor parte del poco crédito local disponible e invertirá en otro lado. ¡Chau empleos productivos y bienestar para los argentinos!

Lamentablemente, dada las medidas que está por tomar el gobierno, no le está declarando la guerra a la inflación, sino a los trabajadores y empresarios que todos los días tratan de producir los bienes y servicios que necesitamos. La mala noticia es que esa guerra sí la están ganando y se observa en la decadencia económica y el empobrecimiento de los argentinos.

Conclusión, los gobiernos no quieren bajar el gasto estatal con el que ellos financian la política. Por ende, como ciudadanos tenemos que exigirles y presionarlos para que el BCRA tenga la misma prioridad que los países vecinos: darnos una moneda estable y confiable. Si no, en el mejor de los casos, acostumbrémonos a vivir con alta inflación y, en el peor escenario, a pasar por una cuarta hiperinflación, con el enorme costo social que eso implica.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) Es director de la Fundación Libertad y Progreso.

Regular los precios y la producción del alcohol en gel: buena intención, mal resultado

Por Juan Carlos de Pablo: Publicado el 22/3/20 en:  https://www.lanacion.com.ar/economia/regular-el-alcohol-en-gel-buena-intencion-mal-resultadoe-nid2345858?fbclid=IwAR1Y0l-y16CyyEl9DK_xC2Yb8TgzqvswapRSYS0IgbPa7vLeRTvTK0SBVak

 



Crédito: MANUEL CORTINA

Preguntas al economista Juan Carlos Cachanosky (1953-2015): Se recibió de licenciado en Economía en la UCA y luego obtuvo una beca para hacer su doctorado en Economía en Grove City College, Pennsylvania. Su tutor de tesis fue Hans Sennholz, que a su vez fue discípulo de Ludwig von Mises

El coronavirus aumentó la demanda de barbijos y de alcohol en gel . Para evitar abusos, el Ministerio de Desarrollo Productivo, a través de la Secretaría de Comercio Interior, dispuso retrotraer el precio del alcohol en gel al 15 de febrero de 2020, al tiempo que intimó a los productores a aumentar la oferta «al máximo de la capacidad instalada». La cuestión no es si, en las actuales circunstancias, higienizarse las manos con frecuencia es una buena idea, sino si esta es la forma en la cual se podrá abastecer la mayor demanda de alcohol en gel.

Al respecto conversé con el argentino Juan Carlos Cachanosky (1953-2015), quien estudió en la Universidad Católica Argentina, doctorándose en el International College de California. Enseñó en la UCA de Buenos Aires y en la de Rosario, en la Ucema, en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Eseade), en la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala, y en el Swiss Management Center. Una de sus alumnas en la UCA fue Máxima Zorreguieta, la actual reina de Holanda, a quien también le dirigió la tesina. El 31 de diciembre de 2015, a la noche, su familia lo encontró muerto frente a su escritorio, con la computadora prendida, según relató su hermano Roberto. «Lo vi fenómeno por última vez el miércoles 30, conversando con entusiasmo sobre varios proyectos. Fue una gran pérdida para el mundo liberal», agrega Agustín Etchebarne.

-A raíz del coronavirus, las autoridades argentinas están adoptando medidas.

-Bueno estaría que no las estuviera adoptando.

-Pero no se sabe, a ciencia cierta, cuáles son las que hay que adoptar.

-Efectivamente. Lo cual no quiere decir que estemos en cero, porque debemos aprovechar la experiencia de los otros países, ajustándola al caso argentino y particularmente a nuestra idiosincrasia.

-Desde el punto de vista de las decisiones parece haber una lógica de la acción y otra de la prevención.

-Buen punto. Como consecuencia del coronavirus, quienes se dedican al turismo se están fundiendo, los peluqueros parecen tener otro tema para conversar con sus clientes y quizá algunos libreros incrementen sus ventas al permanecer la gente en sus domicilio. Por otro lado, mejoran sus ventas, y probablemente sus ganancias, quienes fabrican y venden barbijos y alcohol en gel.

-Vuelvo sobre este último caso. ¿Por qué dice que la lógica de la prevención es diferente de la de la acción?

-Porque en materia de prevención, adoptar decisiones por exceso no se penaliza tanto como hacerlo por defecto. Ilustremos con el caso de Estados Unidos. ¿Era absolutamente necesario prohibir todos los vuelos desde y hacia Europa durante 30 días? Nadie lo sabe y quizá no lo fuera. Pero seguramente que, al adoptar dicha decisión, el presidente Donald Trump estaba pensando, entre otras cosas, en las elecciones del 3 de noviembre próximo. ¿Cuántos votos perderé por las molestias que ocasiona la ausencia de vuelos versus cuántos perderé si, por no prohibirlos, adjudican a mi decisión el aumento de muertes que seguramente se producirá en el país?

-En la Argentina, el precio del alcohol en gel aumentó fuertemente desde que comenzó esto del coronavirus.

-Era de esperar, por una cuestión de aumento de costos y por la oportunidad que plantea el aumento de la demanda. No se la agarren con mi mamá; no lo estoy justificando, sino que lo estoy explicando.

-Para evitar los abusos de precios y la falta del producto, el Ministerio de Desarrollo Productivo dictó el 11 de marzo la resolución 86.

-Muy bien.

-Muy bien será la idea, pero por favor prestale atención al texto.

-A ver. El artículo 1 establece la retrocesión transitoria del precio de venta del alcohol en gel a los valores vigentes al 15 de febrero de 2020; el artículo 2 dispone que los nuevos valores no podrán ser alterados durante 90 días corridos. Y el artículo 3 intima a las empresas a incrementar la producción de tales bienes hasta el máximo de su capacidad instalada.

-¿Qué pensás?

-Que algún dirigente político de repente piensa que el Gobierno se está ocupando del problema y alguien considera que están controlando a los especuladores, pero mucho me temo que los resultados serán los contrarios a los buscados.

-¿Por qué?

-Comencemos por el lado de los precios. La historia de retrotraer precios, en la Argentina, es contundente y negativa. Los precios no bajan, al menos porque así lo disponga el gobierno de turno. Pero fijate que la resolución pretende retrotraer los precios del alcohol en gel y encima congelar el viejo precio durante 90 días, sin decir nada sobre los costos de los insumos. Ejemplo: ¿al precio de los envases utilizados para vender el producto también le ocurrirá lo mismo? La resolución al respecto no dice nada.

-El análisis microeconómico más elemental sugiere que, frente a la caída del precio de un producto, lo que cabe esperar es una disminución en la cantidad ofrecida. Si, como consecuencia del coronavirus, aumentó la demanda de alcohol en gel y encima por disposición oficial baja su precio, subirá la cantidad demandada. Todo lo cual generará desabastecimiento.

-Aquí es donde hay que prestarle atención al artículo 3 de la resolución, que intima a los oferentes a producir al máximo de la capacidad instalada. El propósito es muy loable, pero como economista me surgen dudas.

-¿Por ejemplo?

-En toda fábrica, no todas las máquinas tienen igual capacidad de producción, porque se las va incorporando de manera paulatina. Sería fácil, para un inspector ignorante, labrar un acta luego de observar que algunas de las máquinas no se están utilizando al máximo de su capacidad instalada. Pero no solo eso…

-¿Hay más?

-Está la cuestión de a qué costo se produce mayor cantidad. Ejemplo: supongamos que, para satisfacer la demanda, un productor de alcohol en gel invita a sus obreros a trabajar un tercer turno, generalmente el nocturno, o los fines de semana. ¿Logrará que lo hagan ganando el mismo salario horario que en las jornadas normales o tendrá que pagar horas extras? Pregúntesele a cualquier arquitecto si el costo de una obra en construcción es independiente de la velocidad con la cual se la realiza y dirá que no.

-Querido tocayo: ¿estás diciendo que la salud de la población, bien gracias?

-Estoy diciendo que los malos diagnósticos producen más problemas que soluciones. ¿Cuántas personas fallecieron cuando un expresidente de Sudáfrica dijo que eso de que había que usar preservativos para impedir la trasmisión del sida era un invento de los fabricantes del citado producto? Esta resolución tomada en la Argentina complicará el abastecimiento de alcohol en gel, a menos que en la práctica sea ignorada.

-Recordado Juan Carlos, muchas gracias.

 

Juan Carlos Cachanosky, Ph.D. se graduó en el International College de California. Fue miembro del departamento de Investigación y Docente de ESEADE. Dictó diversas cátedras en la Pontificia Universidad Católica Argentina, Santa María de los Buenos Aires, adonde fue director del Departamento de Economía del Campus Rosario. (UCA), también dictó cátedras y dirigió centros de investigación en la Universidad Francisco Marroquín, (UFM), entre otras.

¿De qué se habla cuando se habla del mercado?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 8/4/17 en: http://www.rionegro.com.ar/columnistas/de-que-se-habla-cuando-se-habla-del-mercado-XA2561770

 

Por lo habitual, cuando se habla del mercado inmediatamente surge una postura defensiva, un ceño fruncido y la actitud desafiante y hostil hacia el grupo más indolente y vil de la humanidad toda: los especuladores. Según se dice y cree, los que especulan pertenecen al nefasto núcleo de aquellos quienes, de modo turbio y obscuro, trazan maquiavélicas alianzas con el fin de quitar, someter y pervertir el orden establecido de las cosas, ya que procuran provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.

Sin embargo especular, según la Real Academia Española, como verbo intransitivo, significa hacer conjeturas sobre algo sin conocimiento suficiente, efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los cambios. Contrario al sentido peyorativo del término, como ha sido brillantemente expuesto por Alberto Benegas Lynch (h), especular en la jerga de los economistas, “ex ante”, significa pensar.

Sobre este punto es preciso ser claro, la información en el mercado se encuentra dispersa, difusa y en muy pequeñas dosis. La única certeza que se tiene del futuro es que el resultado final, de cientos de miles de acuerdos libres y voluntarios que se celebran en todo momento, tiene la siguiente característica: es incierto; sólo si las partes aciertan en la acción de especular ambos lados de la ecuación resultarán beneficiadas. No obstante, no sólo puede resultar perjudicado alguno de los contratantes, sino ambos. Generalmente, bajo el marco de la Teoría de los Juegos, este tipo de estrategias eventualmente exitosas constituyen juegos de suma positiva, la quinta esencia del ejercicio de la libertad económica. Ah, por cierto, me refiero al proceso de mercado, un proceso que no se detiene jamás.

Dicho sea de paso, un ejemplo de reciente factura son los miles de argentinos que cruzan diariamente la frontera de Chile para realizar compras corrientes, en este sentido, ¡simples especuladores! Por supuesto, el lector podrá hacer sus propias especulaciones, pero más allá de los respectivos juicios de valor, en cada caso, es precisamente la acción de especular lo que motiva a los connacionales a realizar acciones especulativas. Y el resultado también será juzgado individuamente.

Ahora, especulaciones aparte, más allá de las asimetrías o enojos que provoquen los desaguisados de la política económica y hagan lugar a los más absurdas conjeturas, el error consiste en suponer, como lo ha hecho el célebre economista Lester Thurow y muchos otros, que “El capitalismo sostiene que es el derecho de los económicamente competentes expulsar a los incompetentes del ámbito comercial y dejarlos librados a la extinción económica. La eficiencia capitalista consiste en la ‘supervivencia del más apto y las desigualdades en el poder adquisitivo’. Para decirlo de forma más dura, el capitalismo es perfectamente compatible con la esclavitud”.

Este razonamiento deja de lado conceptos básicos de la economía. La competencia en el mercado, a través del sistema de precios, envía señales para que los consumidores puedan acceder a bienes de mejor calidad y precio, al tiempo que realimenta la información necesaria para que productores u oferentes puedan enfocarse en satisfacer las necesidades de sus propios demandantes; todo ello sujeto a un único condicionante: la voluntad de las partes.

En virtud de lo expuesto, carece de sentido cualquier connotación que refiera a términos propios de una contienda bélica, pues traslada y confunde con palabras ajenas, que desdibujan la naturaleza del proceso competitivo. La competencia inexorablemente abreva y se sostiene en tres conceptos concomitantes: libertad, propiedad y precio.

Las razones por las que se producen las citadas asimetrías nada tienen que ver con el mercado, sino, por el contrario, con su ausencia. Marcos regulatorios restrictivos e intervencionistas impiden la coordinación social que surge de las acciones de cada uno de los individuos −como expresión del libre albedrío−, quienes crean constantemente nueva y creciente información. Señores, ¡a especular!

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

La reestructuración completa está en juego

Por Adrián Ravier: Publicado el 31/7/14 en: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/07/31/la-reestructuracion-completa-esta-en-juego/

 

El Ministro de Economía de la Argentina estuvo ayer en el lugar soñado. De aquellas clases sobre economía marxista que recibí de él en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires a su conferencia en Wall Street se identifica esta única melodía. Disfrutó como un niño hablar de la crisis de 2008, culpar a los especuladores y a la falta de regulaciones, apuntar a las calificadoras de riesgo y maltratar a todos aquellos que participaron de la negociación. La ensalada verbal sólo puede comprenderla quien se acerque a su biografía. No fue tan explícito como Jorge Capitanich, quien señaló a Griesa y al mediador como agentes de los fondos buitres, pero lo dejó entrever. Resumiendo, el Ministro de Economía señaló que nadie entiende las restricciones a las que se enfrenta la Argentina.
Lo que no dijo Kicillof es que esas restricciones, como las cláusulas RUFO, las firmó el mismo gobierno argentino. Y no los gobiernos anteriores a 2001, sino este mismo gobierno en las dos reestructuraciones de 2005 y 2010 que calificó de exitosas. Tampoco dijo Kicillof que si estamos negociando en una jurisdicción norteamericana, esto se debe a que Argentina no habría podido colocar esos bonos bajo jurisdicción propia, por la falta de independencia judicial que tiene nuestro país.
Por supuesto que Kicillof cargó contra las gestiones previas a 2001, exaltó que este gobierno no necesitó tomar nueva deuda y enfatizó la exitosa política de desendeudamiento, que nos dejaría hoy con una deuda sobre PIB de alrededor del 40 %. Pero hay que agregar dos cosas: 1) el dato es incompleto, al menos hasta que la reestructuración se complete; 2) no fue la austeridad la que permitió este desendeudamiento, sino las expropiaciones varias  y una extraordinaria fortuna con la evolución de los precios de los commodities.
Kicillof no parece comprender los costos a los que se enfrenta el país. Es cierto que la deuda de los Holdouts representa el 1 % de la deuda a reestructurar después de 2001, sin embargo, el incumplimiento del fallo, avalado por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos –que a la vez es el Tribunal al que Argentina se sometió cuando colocó aquellos bonos-, pone en riesgo toda la deuda reestructurada por un posible incumplimiento de pago.
No es que Argentina mañana decida no pagar los bonos reestructurados. Es que las “reglas de juego” indican que se le puede impedir a la Argentina pagar intereses de los bonos reestructurados. Si esto ocurre, podría surgir una avalancha de juicios de los tenedores de esos bonos.
Kicillof puede gritar contra estas “reglas de juego” que su agónico marxismo promueve, pero el mundo se rige por estas reglas y conviene no contradecirlas. Durante el discurso de ayer, por un momento, parecía que Kicillof volvía al aula y se olvidaba del lugar de representación que estaba ocupando.
La única salida que hoy se visualiza en la Argentina es la que ofrecieron los banqueros privados –independientemente de que hayan sido presionados o no por el Presidente del BCRA-, comprando la deuda de los Holdouts. Sin embargo, es muy difícil que los banqueros arriesguen comprar el 100 por ciento de esta deuda sin garantías de que podrán recuperar en 2015 el capital total.
Si esta salida no prospera parece muy difícil encontrar un acuerdo hasta enero de 2015, cuando las cláusulas RUFO pierden vigencia.
Empezará entonces una carrera contra reloj por llegar a esa fecha sin sobresaltos, sabiendo que la Argentina no podrá tomar deuda para hacer frente a sus compromisos, y sólo podrá responder con sus limitadas reservas.
“Todo pasa”, decía ayer el Ministro. Pero su liviandad, en un momento tan delicado como este, muestra cierta incomprensión por los costos de la falta de un acuerdo. Repito: esta negociación no sólo pone en juego el 1 % de la deuda a reestructurar, sino toda la reestructuración de la deuda. Será difícil afrontar el déficit fiscal, la inflación, la recesión y el creciente desempleo sin acceso al crédito externo, y especialmente si se mantiene un modelo que rechaza cualquier ajuste fiscal.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

CUERVOS MAL PARIDOS

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Dejemos de entrada aclarado el rol fundamental del mundo de los negocios en cuyo ámbito se busca permanentemente operar en dirección a los deseos de la gente. Por supuesto que esta es la consecuencia, el motor es el deseo de obtener ganancias. Por ejemplo, si no fuera por los especuladores el precio de los granos se derrumbaría junto con la cosecha y no quedaría saldo para el resto del año. El retener en silos hace que el precio en cuestión se mantenga aproximadamente igual durante todo el ejercicio. El empresario se guía por el cuadro de resultados en sus balances: si acierta en el gusto de su prójimo obtiene beneficios y si yerra incurre en quebrantos. Técnicamente, el empresario conjetura que los costos de tal o cual bien o servicio están subvaluados en términos de los precios finales y, por tanto, irrumpe en el mercado al efecto de sacar partida del arbitraje correspondiente.

 

Al empresario debemos agradecer las comunicaciones aéreas, marítimas y terrestres, el alumbrado, la telefonía, la medicina, los alimentos, la energía, el cine, la televisión, la impresión de libros (y los eBooks), las computadoras, los muebles, la construcción y tantas otras cosas que se deben a los estímulos de mercado para su producción eficiente. Más aún, a veces los empresarios caen en la trampa de tener que incluir en sus filas áreas como las de “la función social de la empresa” para “devolver a la comunidad lo que le han sacado”, sin ver, como ha destacado el premio Nobel en economía Milton Friedman (“The Social Responsability of Business is to Increase its Profits”, New York Times Magazine, septiembre 13, 1970) que el rol social del empresario consiste en ganar dinero lo cual evidencia que ha sabido atender los requerimientos de los demás y ha mejorado salarios como consecuencia inexorable de las tasas de capitalización que él mismo genera. La envidia y el resentimiento han hecho estragos al atacar la productividad y el consiguiente éxito de comerciantes destacados, incluso se recurre a expresiones peyorativas y denigrantes como “los fondos buitre” para aludir a quienes compran títulos baratos y los venden caro como es el objetivo común a todo empresario que se precie de tal (con lo cual, en este caso, por ejemplo, ayuda al jubilado italiano que no puede esperar la cobranza de su acreencia).

 

Habiendo dicho todo esto, en esta nota me quiero referir a los cuervos mal paridos para aludir a un fenómeno totalmente distinto al señalado hasta aquí. Aludo al ejercicio de hombres de negocio que buscan arbitrajes en lugares consumidos por los atropellos del Leviatán sin interesarles en lo más mínimo contribuir a la modificación del clima de ideas que provoca la situación de miseria de sus habitantes. Como hemos dicho antes, nada tiene de malo el buscar oportunidades para obtener rédito monetario, al contrario de eso trata el rol empresarial, lo que señalo es el desprecio por las causas que permiten que la empresa subsista dando por sentado que serán otros los que en definitiva salvarán la situación lo cual permitirá que ese tipo de empresario no tenga que elucubrar sobre sus negocios en el medio del mar rodeado de tiburones puesto que ya no quedaría lugar habitable en tierra firme.

 

Y no es que el empresario deba necesariamente contribuir a tareas educativas en pos de la sociedad abierta (lo cual no sería mal al efecto de abrir cauce a sus propios negocios en otros ramos), en el caso comentado, no solo apuntamos su desprecio por los esfuerzos docentes, sino su reclamo tácito por situaciones horrendas para poder sacar partida en una actitud suicida sin solución de continuidad hasta que el derrumbe sea total. Estos son los cuervos mal paridos que comentan entre si deleitados las peripecias y desgracias de otros como “una oportunidad” de hacer negocios. No se trata de la función habitual y necesaria del empresario para satisfacer demandas ajenas sino que su prerrequisito es la malaria ajena (aunque como una consecuencia no buscada finalmente su acción eventualmente logre buenos resultados generales).

 

Días pasados accidentalmente escuché una conversación en la mesa de al lado en un restaurante donde los comensales comentaban con evidente gozo que las crisis profundas les abrían las puertas a jugosos beneficios, mientras “la gilada” se hundía en situaciones miserables. La generalización de esta gimnasia perversa corre el eje del debate hacia situaciones cada vez peores debido a la retracción de criterios juiciosos para defenderse de los embates de un estatismo grotesco que engulle a su paso todo lo que toca, mientras los cuervos mal paridos se entretienen irresponsablemente con el malestar ajeno en base a la ilusión que podrán seguir con sus planteos macabros para siempre sin percatarse que en definitiva están serruchando su propio piso.

 

Mientras, en lugares como en los suelos argentinos las izquierdas ganan las elecciones internas en todas las universidades del país (con un par de excepciones no muy relevantes) y la mayoría de los analistas políticos y colegas economistas se niegan a debatir temas de fondo para limitarse a describir la coyuntura manteniendo las mismas instituciones que generan los incendios recurrentes debido, precisamente, a que no se quiere mirar el foco del fuego. Esto, a diferencia de lo que hacen los socialismos que se ocupan del fondo de los problemas en una dirección contraria a la sociedad abierta, empuja la articulación del discurso político que tanto entusiasma a los cuervos mal paridos que ven oportunidades varias para lo crematístico del corto plazo.

 

Esta actitud combativa de las izquierdas en todos los frentes junto a las timoratas de otros, permite correr el eje del debate de tal modo que pone contra las cuerdas a los últimos con lo que cada vez más temas de la tradición de pensamiento liberal son “políticamente incorrectos”, como decimos, consecuencia de actitudes irresponsables que no tienen iniciativa alguna para ir al fondo de los problemas. Precisamente es por esto que, entre otros liberales de fuste, Hayek pone como ejemplo a los socialistas por su coraje y su perseverancia.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.