Impuestos y utilidades «excesivas»

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2020/05/impuestos-y-utilidades-excesivas.html

 

La distribución de la riqueza de la gente la hace esa misma gente a través del mercado libre. El impuesto altera esa distribución, ya que retrae riqueza que la gente -a través del mercado- la había dirigido hacia sectores distintos a los preferidos por los burócratas. La riqueza apropiada por estos a través del impuesto sólo pueden aplicarla a dos destinos posibles: sus propios gastos burocráticos (muchas veces personales) o a redistribuirlas entre terceros. Normalmente, la burocracia la aplica a ambos destinos en porciones disimiles que van cambiando conforme los diferentes gobiernos o políticas económicas desemejantes dentro de un mismo gobierno.

Esta redistribución siempre va en contra de los deseos del consumidor, porque de ir en el mismo sentido de ellos el impuesto no tendría razón de ser, así que necesariamente el impuesto contraría los fines sociales, sacrificándolos por los del burócrata a los que este les otorga preferencia.

En cuanto a las «excesivas utilidades» estas no existen excepto en la imaginación del autor. No hay ningún criterio objetivo que permita hablar de exceso o defecto, salvo en la personal apreciación de quien emite dichos juicios de valor. Son conceptos relativos por, lo que es «excesivo» para unos será «escaso» para otros conforme a la moderna teoría del valor descubierta y desarrollada por la Escuela Austríaca de Economía. Disponer de la propiedad ajena -como celebran los estatistas- va contra la moral, la decencia, el derecho y la economía. No hay autoridad terrenal lo suficientemente alta que pueda erguirse en juez de la propiedad ajena y menos aún disponer de ella.

«Aquí estamos en presencia de un factor social de gran valimiento que, no siempre ha movido a los hacedores de los presupuestos fiscales y que consiste en nivelar la riqueza de la población tomando como instrumento una buena y justa distribución de los impuestos.»[1]

Por lo ya expuesto, esta tarea es imposible, porque el legislador de impuestos no se encuentra jamás en condiciones de realizarla. El impuesto provoca un daño y es una injusticia en si misma ya que viola propiedad del gravado. Entonces, su impacto debe ser el menor posible siendo su eliminación lo ideal. De momento que la sociedad lo acepta como «único» medio para financiar funciones de gobierno que se consideran «esenciales», estas deben ser mínimas, de manera tal que causen el menor daño posible en los bolsillos de la gente, que es lo contrario a lo que históricamente se ha venido dando y se continúa haciendo por parte de las burocracias elefantiásicas que se observan por doquier.

El objetivo del mercado no es nivelar la riqueza sino expandirla, por lo que queda claro que va en contra de los objetivos de la burocracia que aplaude el autor. Nivelar la riqueza implica siempre contraerla, disminuirla hasta cierto límite fijado arbitrariamente por el poder político de turno. Esto claramente se enfrenta con los objetivos de la sociedad civil que defiende el mercado.

«Aquí actúa el Estado como un repartidor de la riqueza nacional. «El Estado, presentándose aquí en nombre de la justicia social o de la solidaridad —afirma Gide—, como hoy día se dice, toma a aquellos a quienes sobra para dárselo a los que no tienen bastante. Inútil es decir que la escuela liberal niega enérgicamente al Estado el derecho de desempeñar tal papel- y atribuirse así la función de dispensador de la riqueza y de enderezador de entuertos.»[2]

Es quitarles a unos lo que les pertenece para darles a otros lo que no les pertenece ni se han sabido ganar por sí mismos, es decir es la misma negación de la justicia real, definida por Ulpiano como la de «Darle a cada uno lo suyo» (lo suyo de cada cual).

Lo que ellos llaman «estado» (que no es más que el gobierno constituido por ciertas y circunstanciales personas) no tiene ningún derecho a repartir riqueza que no ha generado ni le pertenece y mucho menos regalarla a terceros que tampoco han contribuido a su generación. No valen para el caso aquellas falsas etiquetas estereotipadas como las de las de la «justicia social» y la «solidaridad», que no son más que elegantes e «inocentes» pretextos para despojar a los productores en su perjuicio, y en beneficio de burócratas y vividores del fruto del trabajo ajeno. Nadie está en condiciones de decir qué le sobra o le falta a otro, lo que no será más que su arbitrario juicio de valor, solo válido para el que lo formula. «Bastante» o «escaso» son meras apreciaciones personales, que cambian de individuo a individuo, de época en época, y de lugar en lugar, y nunca jamás ha habido un criterio único al respecto. Para los autores aquí analizados, que creen que el gobierno es una especie de dios terrenal que todo lo puede y le atribuyen poderes sin límite, es obvio que estos argumentos no les serán válidos.

Nadie puede hacer caridad con los recursos de otros, ni siquiera el gobierno sin violar el derecho de propiedad e incurrir en un robo liso y llano, que es lo que propone la doctrina de la «justicia social» que es pura injusticia real, tanto como su cacareada «solidaridad» que es pura insolidaridad. Si el propietario retiene sus bienes va de suyo que es porque los necesita a todos, ergo, nada de ello le «sobra». Si les sobraran los vendería o regalaría, o se desprendería de ellos de cualquier otra manera, pero si no lo hace es porque los necesita, mal que le pese al gobierno y aunque este opine lo contrario.

[1] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» en Enciclopedia Jurídica OMEBA, TOMO 15 letra I Grupo 05.

[2] Mateo Goldstein. Voz «IMPUESTOS» Ibidem.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

La Escuela Austríaca de Economía (9° parte)

Por Gabriel Boragina. Publicado en: http://www.accionhumana.com/2019/09/la-escuela-austriaca-de-economia-9-parte.html

 

«La intrincada organización del capital para producir distintos bienes de consumo es gobernada por el sistema de precios (price signals) y el cuidadoso cálculo económico que hacen los inversores. Si se distorsiona el sistema de precios, los inversores cometerán errores en la organización de los bienes de capital. Una vez que el error se hace manifiesto, los agentes económicos reordenarán sus inversiones, pero en el ínterin se habrán perdido recursos muy valiosos [9]»[1]

Es lo que se ha llamado despilfarro de capital, porque al intervenir en el mercado a través de diferentes mecanismos el gobierno altera los indicadores económicos. Uno de esos medios de interferir en el mercado es la inflación, pero no es el único. Hay otras injerencias, como la fijación de precios políticos a bienes (entre los cuales está la moneda) y servicios. Los errores vendrán dados porque los inversores calcularán sobre precios previamente falseados.  En otros términos, sobre precios políticos y no de mercado. De alguna manera, cabria incluir en términos generales aquellos precios (que son resultado de distorsiones creadas por la inflación) dentro de la categoría de precios políticos de momento que la inflación sólo puede ser generada políticamente. Si bien los tradicionales precios políticos son los máximos y mínimos, por medio de los cuales los gobiernos pretenden fijar deliberadamente nuevos sistemas de precios, la inflación al distorsionar los precios de mercado produce un efecto similar, a veces involuntario por parte del funcionario a cargo de la máquina de imprimir dinero, otras veces voluntario. Pero si nos atenemos a los resultados, los precios resueltamente siempre sufrirán distorsión por motivos de origen político.

«Proposición 10: Las instituciones sociales suelen ser el resultado de la acción humana, pero no del designio humano. Muchas de las instituciones y de las prácticas sociales más importantes no son el resultado del diseño directo sino que son un subproducto de acciones que se realizaron para alcanzar otros fines. Un estudiante en el Medio Oeste (Midwest) de los Estados Unidos, que intenta llegar rápido a clase durante el mes de enero (invierno boreal), a fin de evitar el frío decide tomar un atajo a través de un jardín en lugar de seguir el camino más largo alrededor del mismo. Al haber acortado su trayecto caminando por el jardín, el estudiante ha dejado algunas huellas en la nieve; en la medida en que otros estudiantes sigan estas huellas, harán que las marcas en el camino queden cada vez más definidas. Aunque el objetivo de cada uno de estos estudiantes es simplemente llegar a clase tan pronto como sea posible, y evitar así las frías temperaturas, en el proceso han creado un sendero en la nieve que, de hecho, sirve a otros estudiantes, que arribarán más tarde, para alcanzar su objetivo más fácilmente. La historia del “sendero en la nieve” viene a ser un ejemplo gráfico de lo que es un “producto de la acción humana, que no es resultado del designio humano” (Hayek, 1948, p. 7).»[2]

El propósito no fue crear un camino, sino llegar más rápido al lugar de destino. De la misma manera y siguiendo lo que dijimos antes, cuando los gobiernos emiten moneda, muchas veces su intención no es causar inflación, sino que, vía de doctrinas económicas erróneas y creyendo que el dinero es riqueza en sí mismo, quieren dotar a la gente de mayor poder de compra, cuando en realidad están ocasionando el efecto inverso. Este fenómeno que también se denomina de las consecuencias no intentadas o no queridas, sucede en muchos ámbitos de la vida, no sólo en el económico como ese ejemplo de la cita comentada lo ilustra bien.

Friedrich A. von Hayek ha trabajado mucho sobre esta idea y la ciencia económica le debe grandiosas contribuciones. Pero su precursor fue -sin lugar a dudas- Adam Smith, quien ya en 1776 introduce la teoría en su obra magna «La riqueza a de las naciones» a través de su célebre metáfora (tantas veces tan malinterpretada) de «la mano invisible». Por ella, no es la beneficencia lo que anima a la gente a intercambiar sus productos con los de otras personas, sino que lo son motivaciones egoístas, entendido este término como de interés propio, y no con el sentido estrecho que normalmente se le da. En el caso, no está en el designio de los hombres trabajar y producir para beneficiar a otros, por ejemplo, el objetivo primordial del empleado en su empleo no es laborar para favorecer a su patrón, sino hacerlo para recibir una paga por ello. Y a la inversa, muchas veces la solidaridad en lugar de ayudar a su destinatario lo perjudica.

Pero las injerencias estatales en el perímetro de la economía son los ejemplos más claros donde ello sucede. Así, el llamado «estado de bienestar» o «benefactor» está inspirado en la proposición de que el gobierno debe dotar a la gente de recursos para su felicidad y abundancia.

«La economía de mercado y su sistema de precios son ejemplos de un proceso similar. Las personas no se proponen crear el complejo entramado de intercambios y señales de precios que constituyen una moderna economía de mercado. Su intención, simplemente, es mejorar la propia situación vital, pero sin embargo su comportamiento da como resultado el sistema de mercado. El dinero, el derecho, el lenguaje, la ciencia, entre otros, constituyen fenómenos sociales cuyo origen no obedece al designio humano, sino a las personas que se esfuerzan en lograr su propio progreso, y que durante ese proceso generan un resultado que beneficia al todo social [10] «[3]

Este es -como también ha explicado F. v. Hayek- un mecanismo espontáneo o -en sus propias palabras- un orden espontáneo, expresión que, a primera vista, resultaría contradictoria pero que, sin embargo, lejos está de serlo como la menor experiencia puede comprobar. Por ejemplo, «El dinero, el derecho, el lenguaje, la ciencia» y otras instituciones sociales no fueron fruto de la premeditada decisión, ni de una persona, ni de un grupo de ellas, sino consecuencia de la acción humana, que, si bien indudablemente siempre es intencional en mira de resultados individuales, en sus consecuencias sociales no lo es.

[1] Peter J. Boettke. *Hacia una Robusta Antropología de la Economía**La Economía Austriaca en 10 Principios* Instituto Acton Argentina. Trad: Mario Šilar.

[2] Boettke, P. ibidem

[3] Boettke, P. ibidem

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

 

OTRA PERSPECTVA DEL LLAMADO CONOCIMIENTO INÚTIL

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Hay un ensayo pionero en estas lides cuya autoría es de Abraham Flexner titulado “The Usefulness of Useless Knowledge” (Harpers. No. 179, junio/noviembre 1939). Otros escritos han abordado el tema aunque desde distintos ángulos. En este caso pretendo enfatizar una de las tantas aristas del asunto que me parece de interés para el mundo actual.

Es natural que cada uno intente buscar el modo de mantenerse y mantener a su familia por lo que no es para nada reprochable que se busque en los estudios y capacitaciones el mejor modo de lograr el objetivo. Es el medio de vida, pero tengamos presente que es el medio, queda abierta la elección de los fines. Si uno se concentra solo en los medios se pierde la brújula como ser humano, de la razón por la cual estamos en esta Tierra, ya que de hecho, habremos convertido los medios en fines con lo que alteramos las prioridades.

No podemos seriamente sostener que nacimos para alimentarnos, copular y hacer nuestras necesidades en el contexto del mayor confort posible con un buen automóvil y una buena casa. Cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles en la historia de la humanidad y, por ende, tenemos nuestras particulares potencialidades para el bien que al explorarlas y realizarlas somos mejores personas. También tenemos otras eventuales potencialidades, por ejemplo, el gatear e imitar ladridos pero eso no apunta a afirmar nuestra condición humana.

Si retomamos el tema de los estudios se hace necesario  para completar la formación el escudriñar muchos otros andariveles fuera de lo estrictamente necesario para ganar el sustento y esto otro es lo que en no pocas oportunidades se considera “conocimiento inútil”. Pero por el contrario, no solo no es inútil por las razones apuntadas sino que habitualmente sirve para completar una buena formación en el desempeño laboral para no decir nada de lo absolutamente indispensable que resulta para la labor académica. Por eso es que, por ejemplo, el premio Nobel en economía Hayek ha insistido que si el economista se queda en la economía no solo será un estorbo sino un peligro público debido a la necesidad de internarse en campos de la historia, el derecho y la filosofía.

 

Viene ahora un tema clave sobre el que he explorado en otra oportunidad  y sobre el que debemos meditar al efecto de sacar la mejor partida posible del conocimiento. Es siempre infinitamente mayor el desconocimiento que el conocimiento que podamos tener. También es cierto que disponemos de un tiempo limitado en nuestro tránsito por esta tierra. Dada esta situación imposible de modificar, se nos presentan  varios interrogantes referidos al hecho de que lo que hay por conocer trasciende en mucho nuestras posibilidades de aprehenderlo y entonces aparece el problema de como establecer prioridades.

 

En este contexto, por una parte, no parece prudente picotear en muchos temas y, por otra, si nos dedicamos solo a un área dejamos atrás otros conocimientos valiosos. Además, en este último caso, debemos tener presente el peligro del que sabe cada vez más y más de menos y menos. Es la tragedia del ultraespecialista. Incluso éste necesita para el enriquecimiento de su propio campo de conocimientos de otras áreas. También es del caso apuntar que el que explora de todo un poco corre el riesgo de ser un diletante que en concreto no sabe nada en particular. Si tenemos que entrar al quirófano, requerimos un buen cirujano o demandamos que sepa de cultura general y que sea un buen conversador. ¿Cómo resolver este aparente dilema?

Desde el punto de vista puramente crematístico, la mayor especialización y consiguiente división del trabajo resulta más rentable, lo cual significa cierta distribución del conocimiento. Eso es a lo que incentivan los procesos de mercado para el mejor abastecimiento de las necesidades de la gente. La información dispersa se coordina a través de los precios y va mostrando qué grados de especialización se requiere para el progreso social. A su vez, ese progreso y el consecuente aumento en el nivel de ingresos y salarios en términos reales hace posible que las jornadas laborales se acorten, lo cual, a su turno, brinda mayor tiempo disponible.

Ahora bien, ese mayor tiempo disponible -dejando de lado los espacios para la recreación- debe aprovecharse para seguir profundizando la especialización o para ampliar el horizonte de conocimientos ajenos a la propia profesión, no solo para enriquecerla sino para saber más del mundo que nos rodea y del sentido de nuestras vidas.

La clave para estos interrogantes se encuentra en el equilibrio en la distribución del conocimiento que desde luego será en concordancia con los deseos de cada uno, pero es bueno prestar atención al mencionado equilibrio, si se quiere ajeno a lo meramente subjetivo. El prestar atención al valor de mirar al campo debe balacearse con la importancia de escarbar más en el hoyo de la propia especialidad. Esto es más humano para no ser un bruto que solo entiende de cierto tipo de tornillos y nunca se dio tiempo para siquiera meditar para que está vivo.

Sin duda que primará la decisión individual. En economía nos referimos a la utilidad marginal como el factor valorativo determinante para la asignación de esfuerzos. A medida que se va disponiendo de una mayor cantidad de un bien, la utilidad marginal, es decir, la de la última unidad, va decreciendo puesto que es marginal el uso que se le da y, por ende, simultáneamente se van apreciando más otros bienes. Es lo que ocurre con el antedicho tiempo libre, tienden a igualarse las utilidades marginales, pero reiteramos que es un buen consejo a tener en cuenta la valorización equilibrada del conocimiento.

Antaño, en la época de las cavernas de nuestros ancestros, las personas eran una especie de hombres orquesta que para sobrevivir no concebían la especialización, literalmente andaban a salto de mata.

En otras palabras, se suele considerar que las lecturas y estudios que apuntan  a lograr lo crematístico son útiles e inútiles los conocimientos que genéricamente se denominan “humanistas” pero esto no es así. Más aun, estos últimos estudios forman a la persona e incluso permiten alcanzar otros objetivos lo cual queda reflejando cuando, por ejemplo, se invita a doctores en historia o en filosofía a reuniones con banqueros al efecto de proporcionar perspectivas enriquecedoras y fuera de lo habitual y rutinario.

En otra oportunidad he subrayado el rol decisivo del trabajo teórico y lo absurdo de resaltar la tarea práctica como se ésta no fuera una consecuencia directa del andamiaje teórico ya que nada de lo que existe hubiera podido concretarse “y practicarse” si previamente no hubo teóricos que concibieron lo que está hoy entre manos desde la medicina, las computadoras, los transportes terrestres, aéreos y marítimos, las formas de producir alimentos, la vestimenta, los libros y las ideas que conciben principios que permiten que la energía aflore, junto a todo los que nos rodea.

Pienso que en la educación de la juventud esta perspectiva que exponemos resulta de gran importancia trasmitirla para lograr personas adecuadamente formadas cuyas potencialidades sean bien logradas, de lo contrario,  el desprecio por áreas aparentemente disociadas a sus vidas y la valorización solamente de lo que puede atraer mayores patrimonios, es una visión  muy opaca de la realidad que, en última instancia, le da la espalda a la vida y a la condición propiamente humana.

Como queda consignado, lo dicho para nada niega la necesidad de proveerse de los mejores niveles de vida posibles, de lo que se trata es de ubicar el tema en perspectiva y dar espacio a los fines y relegar los medios como medios. Es a lo que apunta Donald Andrews en su The Symphony of Life respecto al disfrute de la música, las pinturas y esculturas que subraya son parte de una formación  de excelencia.

En general, la forma de establecer criterios valorativos extendidos consiste en dejar que transcurra el suficiente tiempo al efecto de recabar la mayor cantidad de opiniones que se estiman competentes para poder escoger y concluir en la respectiva materia, según sean nuestros conocimientos o la confianza que depositamos en otros opinantes que consideramos de valía.

En la ciencia o para el caso en cualquier contribución nueva o aporte al acervo cultural, en un primero momento el público desconfía. En la primera etapa puede aparecer como una idea estrafalaria que con el tiempo y los suficientes debates queda claro si se trata de una sandez o de un avance científico. En el momento en que aparece en escena lo nuevo no resulta posible juzgarlo con la debida ponderación ni con el debido detenimiento y perspectiva. Lo que si puede sostenerse es que el arte, la ciencia o una manifestación cualquiera de cultura no radica en cualquier cosa en cualquier sentido y que las valoraciones subjetivas en cuanto a los gustos y preferencias deben distinguirse de la objetividad de la cosa sujeta a juicio.

En todo caso, del mismo modo que Umberto Eco aplica el método popperiano a la interpretación de textos para acercarse lo más posible al sentido de lo que se lee, puede aplicarse esa metodología de refutaciones y corroboraciones provisorias a las nuevas contribuciones. Los elementos subjetivos y las características objetivas suelen ilustrarse en diversos ensayos con la temperatura que existe en una habitación: objetivamente es susceptible de medirse en el termómetro y subjetivamente, cada uno, puede pronunciarse de diferente manera según sienta más o menos calor o frío en concordancia con el contraste de la temperatura ambiente de donde proviene el sujeto y según el funcionamiento del termostato individual.

El notable J. F. Revel ha publicado un libro titulado El conocimiento inútil donde, entre muchas reflexiones de gran calado, plantea algo bien distinto de lo que dejamos dicho en esta nota periodística. De todos modos es muy relevante mencionar la preocupación de Revel que subraya la paradoja de que en un mundo de eficaces comunicaciones y por ende de notables posibilidades de contar con información, en ese mismo mundo hay sistemas que emplean “todas las maniobras y contorciones mentales y morales” posibles para distorsionar y desfigurar la información transformándola en escombros de conocimientos no solo inútiles sino del todo contraproducentes.

Termino con un  conocimiento que se trata como si fuera innecesario o inútil pero que es indispensable y que debe repasarse y profundizarse para que tenga lugar el respeto recíproco: la importancia de los fundamentos del ideario liberal al efecto de remover la pesada bota de los aparatos estatales y sus cómplices los empresarios prebendarios que se alían al poder político para asfixiar y aplastar al  individuo.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

NICARAGUA, EL DISFRAZ DEL AUTORITARISMO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Se han sucedido reiteradas marchas de protestas en Managua, extendidas a todo el país en protesta por el gobierno autoritario de once años consecutivos de Daniel Ortega quien ya había demostrado sus trampas dictatoriales, primero después de su entrenamiento militar en Cuba cuando fue Coordinador de la Junta de la Revolución de 1979 a 1985 después de derrotado otro dictador célebre con ayuda del gobierno estadounidense y luego como presidente en elecciones amañadas de 1985 a 1990. Ahora gobierna a puro golpe de decreto con una justicia adicta y un Parlamento lleno de cortapisas junto a empresarios prebendarios con privilegios inauditos y mercados cautivos en detrimento de la gente y medios de comunicación controlados por el aparato estatal.

 

El régimen nicaragüense ha sobrevivido merced a la ayuda venezolana de más de cuatro mil millones de dólares y cuando últimamente comenzó a flaquear la beneficencia de Maduro con recursos detraídos coactivamente del pueblo debido al hambre que padece, Ortega se vio forzado a introducir algunos ajustes, por ejemplo, su programa demagógico y quebrado de Seguro Social reclamando incrementos en los aportes, lo cual fue el pretexto y la mecha que provocó manifestaciones multitudinarias que fueron reprimidas por la policía antimotines del régimen, provocando 63 muertos (no 43 como declaró el gobierno).

 

Las manifestaciones se concentraron primero en torno a la Universidad Politécnica de Nicaragua -bastión de la resistencia estudiantil- que al comienzo se dirigieron a la Rotonda de la Virgen donde se erige la estructura de metal conocida como “el árbol de la vida” puesta por la también dictadora primera dama Rosario Murillo y luego, como queda dicho, las marchas se extendieron por todo el país. Posteriormente las trifulcas se trasladaron también a Matagalpa con muchos heridos y detenidos.

 

Luego comenzó la llamada Mesa de Diálogo en la que surgieron dos puntas, por una parte representantes de la Iglesia que pretenden mediar y que son algo contemplativos y, por otra, estudiantes que piden la renuncia del mandatario como condición para dialogar, liderados por los veinteañeros Víctor Cuadras y Lesther Alemán quienes reiteran que “esta no es una mesa de diálogo sino para su salida del poder [la de Ortega]”. Estas reuniones tienen lugar en medio de una batahola de ciertas proporciones acompañadas de insultos de diverso calibre.

 

A lo dicho se agrega la agresiva intromisión china contratada por el gobierno local para fabricar, entre otras obras, el canal interoceánico pero en verdad una pantalla para dar sustento al régimen en muy diversos frentes.

 

Es absolutamente inaudito que a esta altura del siglo XXI haya quienes se dejen engatusar por tiranuelos con aires revolucionarios, ambiente en el que ellos y sus compinches y allegados se enriquecen de modo colosal a costa de una macabra y miserable explotación a los más necesitados. Y todo esto ocurre además de la aplicación de recetas estatistas fracasadas en todos lados donde se ensayaron.

Se alardea de la redistribución de ingresos con lo que se establece una asignación de los siempre escasos recursos en base a criterios políticos muy por fuera de toda concepción de eficiencia lo cual perjudica a toda la población pero muy especialmente a los más débiles. En realidad, el eje central de la así denominada redistribución va a los bolsillos de la casta gobernante.

Al mismo tiempo, el aparato estatal se inmiscuye permanentemente en las relaciones contractuales entre las partes con lo que crea conflictos de todo tipo, especialmente en el terreno de la vivienda, la alimentación y la provisión de medicamentos.

En el área de la educación el régimen se empecina en el lavado de cerebro de los estudiantes que tiene al alcance con bibliografías y enseñanzas reñidas con las más elementales normas de estudio con lo que se cierra el paso a tradiciones de pensamiento que apuntan a una sociedad abierta en el campo del derecho, la economía y la filosofía. Los pocos reductos que existen son permanentemente boicoteados por las autoridades.

¿No es acaso una sonora bofetada al sentido común que Daniel Ortega la juegue de redentor cuando ha burlado de modo reiterado y grotesco todas las mínimas y elementales limitaciones al abuso del poder? Arrasó con todo residuo de justicia, acometió todo tipo de fraude electoral para perpetuarse en el gobierno, invadió el legislativo a fuerza de chantajes, se enriqueció al arrebatar empresas de todos los ramos con el monopolio del sector externo para su usufructo personal engrosando sus cuentas en el extranjero para salvarse de las barrabasadas de su propia gestión.

Este dictador revolucionario comanda el incendio de propiedades de los opositores y la violencia a quienes se animan a levantar su voz para denunciar estas atrocidades. Estas denuncias se conocen merced al coraje de personas como fueron Luciano García, Elisabeth Romero, Francisco Valdivia, Maria del Carmen Solórzano y el valeroso diario “La Prensa” que aun resiste en manos de su entonces corajudo editor en jefe Eduardo Enríquez e incluso han salido a la luz las truculentas maquinaciones del revolucionario de marras, expuestas por los propios ex simpatizantes de Ortega como es el caso de Carlos Mejía Godoy, quien por otra parte alega que su ex jefe se alzó con dineros del partido político que en su momento cofundaron.

Ahora, como hemos apuntado, el jefe sandinista está concentrado, esperanzado y alborozado con que se reflote la vieja idea de construir un canal en su país que compita con el de Panamá, para lo cual se requiere el concurso de un consorcio internacional en un proyecto que demanda treinta mil millones de dólares, idea que le presenta la posibilidad de jugosos cohechos  personales.

Hasta su propia hijastra -Zolia Narváez Murillo- lo acusa públicamente de haberla violado reiteradamente cuando era niña, y que también dice que el padrastro copulaba con su empleada doméstica frente a esa hijastra.

Todo este escándalo se sucede en un clima en el que durante las dos últimas administraciones de Ortega (esta es la tercera ya que la primera surgió de un vergonzoso pacto con Arnoldo Alemán después del interregno de la intrépida Violeta Barros de Chamorro), tal como consigna, entre otras entidades citadas en diversos trabajos de fuste, el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la desocupación se elevó a nada menos que el 25% con una reducción del poder adquisitivo de los que trabajan del 52% en el contexto de hogares bajo la línea de la pobreza que alcanza al 74% sin servicios básicos disponibles.

Este es el personaje que pulula por foros internacionales como la OEA declamando sobre la “justicia
social” y la “democracia participativa”, siempre abrazado con sus socios de opereta pertenecientes a la oligarquía gobernante de otros países latinoamericanos quienes también succionan los recursos de sus respectivos países en inmisericordes asaltos y atropellos del Leviatán.

Por supuesto que la situación anterior con la camarilla de los Somoza era una verdadera desgracia, la cual duró mientras tuvo el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, tendencia iniciada por Theodore Roosevelt quien reconocía la malicia de la mencionada casta pero afirmaba respecto a uno de sus integrantes mafiosos “I know he is a son of a bitch, but he is our son of a bitch”.

Luego Carter recurrió a todas las vías posibles y por haber para que los sandinistas ocuparan el poder, y cuando, mucho después, el gobierno estadounidense intentó reaccionar frente a la sustitución de una banda de forajidos por otra, resultó demasiado tarde.

Mario Vargas Llosa en un artículo titulado “Para la historia de la infamia”, después de dar detalles truculentos y horripilantes de las mencionadas violaciones sexuales de Ortega, escribe que el régimen fue convertido “en una dictadura tan corrupta y autoritaria como la que se padeció bajo Somoza” y se sorprende de que “alguien capaz de semejantes iniquidades se halle de nuevo en el poder” en ese país que destaca es “el segundo país más pobre de América latina después de Haití”, nación centroamericana en la que la compañera del sátrapa, Rosa Murillo (madre de la violada), es “según algunos, el verdadero poder detrás del trono nicaragüense” para concluir que lamentablemente falta mucho “para salir de ese pozo de horror y vergüenza que llamamos subdesarrollo”.

Mientras las escaramuzas se intensifican en las calles de por lo menos diez ciudades nicaragüenses (especialmente en Granada, León y Managua, en Masaya hubieron combates entre la población civil y la Policía Nacional de por lo menos catorce horas seguidas), el Ejército se pronunció a través de su vocero, el coronel Manuel Guevara, en el sentido de afirmar que las Fuerzas Armadas “no reprimirán” ya que como apuntó el general Osvaldo Barahona “la misión de la institución no es volverse contra los estudiantes”.

El secretario ejecutivo de la Comisión Internacional de Derechos Humanos, Pablo Abräo, denunció que la policía disparó a quemarropa sobre estudiantes en rebelión en la sede de la Universidad Agraria.

No sabemos que dirán los libros de historia del futuro sobre estos gobernantes canallas, pero en todo caso habrá muchos sorprendidos por haberse tolerado tanta infamia en nombre de la democracia y la liberación de los pueblos. Un régimen autoritario con disfraz de democracia. En verdad ejemplos de la cleptocracia más espeluznante, es decir, gobierno de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida.

Una vez más reitero que se hace necesario reconsiderar los límites al poder que desde la Carta Magna de 1215 ha sido el objetivo del constitucionalismo, el cual ha degenerado en muy diversos países del denominado mundo libre para encaminarse hacia una especie de Gulag encubierto. En el caso que nos ocupa, Ortega opera con  la complicidad de socios igualmente nefastos que por ahora siguen carcomiendo las entrañas de parte de América latina.

Termino con dos sabias reflexiones de Montesquieu en El espíritu de las leyes sobre las que deberíamos meditar a diario: “Una cosa no es justa porque es ley, debe ser ley porque es justa” y, en consonancia con el célebre aforismo de Lord Acton y la consecuente necesidad de establecer estrictos límites al poder político, “No hay poder que no concite al abuso, a la extralimitación” y con mucha mayor razón cuando el gobierno es ocupado por megalómanos como es el caso que comentamos en esta nota.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

5 grandes mitos en las venas abiertas de América Latina

Por Adrián Ravier: Publicado el 3/10/17 en: https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/5-grandes-mitos-en-las-venas-abiertas-de-america-latina

 

Eduardo Galeano tenía una pluma extraordinaria. Sus novelas y cuentos siguen deslumbrando al mundo hispano, aunque su clásico de historia titulado Las venas abiertas de América Latina haya tenido como resultado un lamentable impulso para una mentalidad anticapitalista que todavía predomina en la región. Este libro, que el autor escribiera siendo demasiado joven, fue prohibido durante las dictaduras de los años 1970, lo que contribuyó en convertirlo en un libro obligado en muchos colegios secundarios cuando recuperamos la democracia.

Me propongo a continuación desmantelar brevemente los mitos que Galeano presenta en aquel libro, los que se pueden resumir en las siguientes cinco ideas.

1. Ha existido una continua política de saqueo desde la época de la Colonia hasta nuestros días.

Galeano plantea en este libro una línea continua desde el saqueo de metales preciosos –en particular en la forma de oro y plata- generada por los conquistadores en los siglos XVI, XVII y XVIII, hasta los réditos que obtienen empresas multinacionales como General Motors en los siglos XX y XXI.

Lo cierto, sin embargo, es que esta línea continua constituye un mito. Mientras los conquistadores hicieron uso de la fuerza y la violencia para obtener los metales, General Motors y otras empresas multinacionales ofrecen intercambios voluntarios y pacíficos que enriquecen las regiones en las que se introducen ofreciendo inversiones, innovaciones, know how, trabajo y demás.

2. Fue precisamente ese saqueo el que impulsó el mayor desarrollo relativo europeo respecto de Latinoamérica.

Si uno considera hoy el mayor retraso relativo de España y Portugal en relación con sus vecinos europeos no parece haber razón en esta hipótesis. Más bien, los metales preciosos que llegaban a estos dos países permitieron incrementar el consumo de corto plazo, pero condenaron su futuro industrial. Por el contrario, otros autores como Deirdre McCloskey explican que el mayor desarrollo económico de Europa se explica por otras fuentes, a saber, el mayor espacio y dignidad que recibieron los mercaderes e inventores para que sus proyectos pudieran florecer, a medida que se eliminaban controles y regulaciones.

3. El orden económico vigente no es la consecuencia de un orden espontáneo, sino un orden generado a través de la planificación central americana, primero con el cuerpo de políticas gubernamentales, y luego con los tentáculos de las empresas multinacionales que saquean a todos los países en los que se introducen.

No seremos tan ingenuos de creer que Estados Unidos y ciertas potencias no participan en la formación del orden económico vigente. Seguramente lo hacen, y especialmente a partir del momento en que Estados Unidos abandona su política exterior de “no-intervención”, y más bien interviene en todos los conflictos militares y políticos que se generan en el mundo.

Pero asumir que cada empresa multinacional que se introduce en nuestra región es el medio para continuar con el saqueo de otros tiempos, constituye un exceso. Pienso más bien que confluyen en el orden económico vigente ciertos órdenes espontáneos, formando instituciones como el lenguaje, el derecho, el comercio, el dinero o la globalización, con otros factores políticos que vienen diagramados desde el norte.

4. La culpa de nuestros males (pobreza, indigencia, desocupación extendida) es del mundo desarrollado. Nuestra pobreza es la contrapartida de la riqueza de los países centrales.

Quizás lo más peligroso de aceptar el punto anterior, es justamente pensar que nuestros males son producidos por cuestiones ajenas a nuestras decisiones. Estados Unidos y Europa no deciden nuestro futuro, y debemos hacer un mea culpa nosotros mismos de los errores que hemos cometido. Los intercambios voluntarios son un juego de suma positiva, donde ambas partes ganan. Si intercambiamos nuestro trabajo con el de nuestros vecinos y eso nos genera mayor riqueza, ¿por qué pensamos que una frontera política puede cambiar el resultado del mismo proceso? Nuestra pobreza no es la riqueza de los países centrales, sino la consecuencia de no haber sabido crear un contexto favorable a la inversión y a la formación de capital, como sí ocurrió en Europa a partir de lo que comentamos arriba es la tesis de McCloskey.

5. La única forma de interrumpir este proceso y darle esperanza a los pueblos latinoamericanos, es a través de la violencia, expropiando la propiedad privada de los medios de producción a quienes han abusado de él.

Quizás sorprenda al lector que Galeano suscriba las siguientes palabras de Josué de Castro: “Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina”. Sus palabras a favor de la revolución cubana, acompañaron y justificaron el ataque a innumerables derechos humanos de los cubanos que aun hoy sufren las consecuencias de una dictadura, carentes de libertades individuales fundamentales.

Los países latinoamericanos tienen dos opciones. O somos parte del mundo, o nos mantenemos ajenos a él. Y la experiencia muestra que mantenerse aislados o ajenos a él, no trae buenas consecuencias para el pueblo. Más bien, pienso que debemos aprovechar la división internacional del trabajo y la globalización, integrar los mercados y aprovechar los beneficios del intercambio, que siempre genera valor para sus participantes.

En sus últimos comentarios sobre Las venas abiertas Galeano señaló: “Yo no sería capaz de leer el libro de nuevo. Para mí esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima. […] Fue el resultado de un intento de un joven de 18 años de escribir un libro sobre economía política sin conocer debidamente el tema. […] Yo no tenía la formación necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito pero fue una etapa que, para mí, está superada”.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

¿GIRO PARCIAL EN EL RUMBO DISCURSIVO DE TRUMP?

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

 

He escrito en repetidas ocasiones sobre las medidas contraproducentes y peligrosas del nuevo presidente estadounidense, lo cual mantengo pero ahora señalo un eventual cambio parcial en el giro que se ha notado en su discurso en Arabia Saudita respecto a su marcada islamofobia anterior. En toda su campaña y en sus primeros días de gobierno reveló una xenofobía extrema entre la cual se destacó su aversión a los musulmanes al promover su propuesta de no permitir el ingreso a Estados Unidos de personas pertenecientes a esa religión, a la propuesta de vigilar y limitar las actividades de musulmanes norteamericanos y sostener que el Islam “nos odia” y otras afirmaciones de esa envergadura.

 

Ahora, en su primer viaje presidencial al exterior, si bien mencionó una vez el calificativo aberrante de “islamismo terrorista” que fue inmediatamente criticado por plumas de sus conciudadanos y en medios musulmanes, cambió su visión al ponderar la cultura musulmana y en un plano metareligioso: colocó sus consideraciones en el contexto de una lucha del bien contra el mal en el sentido del  combate contra el terrorismo siempre criminal independiente de la religión a la que eventual y circunstancialmente adhieren y malinterpretan los asesinos que cometen sus crímenes ya sea “en sus tierras santas” o en otros lugares e invitó a sus anfitriones del momento a tomar la iniciativa de “barrerlos sin contemplación alguna”. Salvando las distancias, sorpresivamente sus disquisiciones estuvieron más cerca del ecumenismo de  Juan Pablo II.

 

Cada vez con más furor en buena parte del mundo se está creando un clima desagradable contra los musulmanes como, por ejemplo, revelan las declaraciones de la antisemita y antimusulmana, afortunadamente perdidosa del Partido de Derecha Nacional en Francia.

 

Debemos tener en cuenta que la población mundial musulmana es de mil quinientos millones de habitantes y como ha repetido Salman Rushdie solo los gobiernos que comandan regimenes totalitarios pretenden secuestrar a sus habitantes de las normas de convivencia civilizada. Estos regimenes recurren a la religión debido a que resulta un canal más propicio para el fanatismo del mismo modo que ocurrió con algunos llamados cristianos en la España inquisitorial.

 

El sheij de la comunidad islámica argentina Abdelkader Ismael- licenciado en teología y licenciado en ciencias políticas- declaró a “La Nación” de Buenos Aires que naturalmente cuando los terroristas de la ETA o la IRA atacan se los identifica como criminales pero no por las religiones que profesan sus integrantes, sin embargo, esto no ocurre con los musulmanes: “al criminal hay que llamarlo por su nombre y apellido y no por la religión a la que cree responder” puesto que “un musulmán verdadero jamás alienta a sus hijos a celebrar la muerte de otro ser humano”, pero de tanto repetir estereotipos se los terminan creyendo ya que “si siempre escucho tango, puedo creer que no existe otra música”. En el caso argentino, cabe agregar que los terroristas de los grupos Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo provenían en su mayoría de la tradición del nacionalismo católico pero sería una bellaquería responsabilizar a la filosofía cristiana por las matanzas de los años setenta (aunque si al nacionalismo que, como apunta Jean-François Revel, es siempre primo hermano intelectual del comunismo).

El Corán señala que “Quien mata, excepto por asesinato, será tratado como que mató a la humanidad” (5:31) y enfatiza la importancia de la palabra empeñada y los contratos (2:282) y la trascendencia de la propiedad privada (2:188). También destacados autores como Gustave Le Bon,  Ernest Renan, Thomas Sowell, Gary Becker, Guy Sorman, Huston Smith, Víctor Massuh, Henry G. Weaver y tantos otros han subrayado las notables contribuciones de los musulmanes a través de la historia en cuanto a la tolerancia con otras religiones, el derecho, las matemáticas, la economía, la música, la literatura, la medicina, la arquitectura y la fundación de innumerables universidades. Averroes fue uno del los mayores responsables de trasladar la cultura latina a centros de estudio europeos. Incluso en Occidente se ha tendido a distorsionar la verdadera trascendencia de jihad que significa “guerra interior contra el pecado” y no guerra santa al estilo de los conquistadores cristianos en América (más bien anti-cristianos).

Es realmente admirable el esfuerzo académico que llevan a cabo los miembros del Minaret of Freedom Foundation en Maryland (EEUU) para contrarrestar la visión errada en cuanto a los fundamentos del Islam y muestran como en las fuentes se encuentra la adhesión a los mercados libres y los marcos institucionales compatibles con el estado de derecho, la importancia de la tolerancia y el pluralismo y también subrayan lo objetable del maltrato a la mujer en cualquier sentido que sea (respecto al cristianismo: “No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio”, I Timoteo, 12).

Personalmente me he comunicado por la vía cibernética con el presidente de la referida fundación,  el profesor Amad-ad-Dean Ahmad, quien revela en uno de sus libros que las contribuciones de musulmanes han constituido uno de los antecedentes de la Escuela Austríaca (de Menger, Böhm-Bawek, Mises, Hayek, Kirzner y Rothbard) y quien es secundado en la mencionada institución por profesionales como Shahid N. Sahah, Aly Ramdan Abuzaa, Sharmin Ahmad y Oma Altalib, cuyo Consejo Directivo también está integrado por especialistas en la tradición musulmana como el catedrático de la Universidad de Michigan Antony T. Sullivan.

 

El problema es siempre la infame alianza tejida entre el poder y la religión, de allí la sabia expresión jeffersionana de la “teoría de la muralla” en Estados Unidos al efecto de separar tajantemente estos dos ámbitos, puesto que quien dice estar imbuido de la verdad absoluta constituye un peligro si, como tal, se desenvuelve en las esferas ejecutivas de la política.

 

En un contexto de guerras religiosas, buena parte de las muertes en lo que va de la historia de la humanidad han ocurrido en nombre de Dios, la misericordia y la bondad. Es tiempo de no caer en la macabra trampa tendida por quienes usan las religiones para escudarse en sus actos criminales porque saben que con ello desatan pasiones irrefrenables.

 

En cuanto a pasajes inconvenientes y contraproducentes en el Corán, los cristianos debemos tener en cuenta los que aparecen en el Nuevo y en el Antiguo Testamento. Solo a título de ejemplo cito en el primer caso “Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mi” (Lucas, 19:27) y en el segundo, el de la tradición judeo-cristiana “Si oyes decir que en una de las ciudades que Yahvéh tu Dios te da para habitar en ella, algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, ha seducido a sus conciudadanos diciendo: ´Vamos a dar culto a otros dioses´ que vosotros no conocéis, consultaras, indagarás y preguntaréis minuciosamente. Si es verdad, si se comprueba que en medio de ti se ha cometido tal abominación, deberás pasar a filo de espada a los habitantes de esa ciudad, la consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella; amontonarás todos sus despojos en medio de la plaza pública  prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos, todo ello en honor de Yahvéh tu Dios. Quedará para siempre convertida en un montón de ruinas y no volverá a ser edificada” (Deuteronomio, II, 13: 13-17).

 

Sin duda que resultan mucho más tranquilizadores pensamientos como los que consigna Voltaire en “Oración a Dios” en su Tratado de la tolerancia: “que los que encienden cirios en plena luz del mediodía para celebrante, soporten a los que se contentan con la luz del sol; que los que cubren su traje con tela blanca para decir que hay que amarte, no detesten a los que dicen lo mismo bajo una capa de lana negra; que sea igual adorarte en una jerga formada de antigua lengua, que en un jerga recién formada”.

 

Por supuesto que además de manipuladores que disfrazan sus designios perversos con el manto religioso al efecto de provocar resultados de mayor alcance y envergadura, están los fanáticos que verdaderamente creen en un culto que no perciben es diabólico en cuanto a que sostienen que su deber consiste en exterminar a quienes no participan de los ritos y creencias de su secta malévola. Es que el asesino no se justifica ni perdona porque comete sus espantosas fechorías y desaguisados en base a lo que estima son instrucciones sobrenaturales lo cual no se mitiga en lo más mínimo por el hecho de que el sujeto en cuestión forme parte de una banda que comparte semejante postura delictiva, en todo caso este camino constituye un adefesio y una afrenta grotesca al sentido religioso, es decir la religatio con la Primera Causa como fuente de inspiración a la bondad y la concordia. Este desvío monstruoso es lo que hoy pretenden los megalómanos al frente de pueblos sumergidos en la penuria, del mismo modo que antes también ocurría con tiranías sustentadas en coaliciones macabras entre el altar y la espada.

 

Es de desear que quienes somos testigos del abuso e interpretación retorcida de religiones propiamente dichas no miremos para otro lado cuando no toca nuestras creencias porque con esta conducta del avestruz no solo se cometen injusticias muy  graves sino que así perderemos nuestro derecho a quejarnos cuando toque el turno de atacar nuestros valores y creencias. Debemos ser respetuosos de otras manifestaciones culturales que no son las nuestras y que no afectan derechos de terceros, esta es la única manera de cooperar pacíficamente en una sociedad abierta y es el único modo de ir descubriendo distintas avenidas y horizontes en un proceso evolutivo. La islamofobia, la judeofobia, la fobia al cristianismo, al budismo, los rechazos a deístas, agnósticos y ateos y demás manifestaciones de intolerancia solo prometen dolor y sangre.

 

El terrorista debe ser condenado como criminal sin hacer referencia a su color de piel, su condición  sexual, su nacionalidad ni su religión. Solo de este modo podremos considerarnos civilizados y nos habremos liberado de la espantosa y truculenta lacra de las guerras religiosas. Resulta en verdad conmovedor comprobar la angustia que reiteradamente han puesto de manifiesto públicamente tantos escritores y dirigentes musulmanes frente al uso de la a todas luces inadecuada expresión “terrorismo islámico”. Tal como he consignado en muchas oportunidades, no comulgo para nada con las políticas de George W. Bush pero suscribo su declaración en los días siguientes a la horrenda masacre perpetrada contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 con motivo de la visita a una mezquita en cuanto a que “es del todo inapropiado vincular al islamismo con el terrorismo puesto que un criminal es un criminal independientemente de lo que pueda declarar son sus creencias religiosas”.

 

Dadas las cambiantes opiniones y posiciones contrarias a la sociedad abierta de Donald Trump, hay quienes dudan de la sinceridad de su incipiente cambio de discurso respecto a su anterior islamofobia. Sin embargo, para bien de la civilización, es de desear que sea veraz y que la profundice, además de rectificar el rumbo en otros aspectos muy sensibles y mejorar áreas que aparecen bien encaminadas pero contradictorias en ámbitos de la actual administración.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

La tarea de velar por el respeto recíproco:

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 222/12/14 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2014/12/22/la-tarea-de-velar-por-el-respeto-reciproco/

 

Nadie puede tirar la primera piedra, todos podemos hacer las cosas mejor, pero hay algo que se hace cada vez más imperioso analizar. Para este propósito sugiero comencemos con una cuidadosa reflexión sobre tres pensamientos de gran calado, uno de Thomas Jefferson, otro de John Stuart Mill y, por último, uno de José Ortega y Gasset.

Jefferson ha dicho que “el costo de la libertad es su eterna vigilancia”, y Mill ha consignado que “las malas personas requieren para lograr sus propósitos que las buenas no hagan nada” (lo cual ha sido también atribuido a Edmund Burke, en el sentido de que “todo lo necesario para el triunfo del mal es que las personas de bien no hagan nada”). En la misma dirección ha sentenciado Ortega y Gasset: “Si quiere aprovecharse de las ventajas de la civilización pero no se preocupa por sostener la civilización, se ha fastidiado usted. En un dos por tres se queda sin civilización. Un descuido y cuando mira usted en derredor todo se ha volatilizado”.

Como es sabido, la condición humana se caracteriza por el libre albedrío, por el propósito deliberado, por la capacidad de elección; en otros términos, por la libertad que diferencia al hombre de todas las especies conocidas. Ese espacio de libertad permite que cada cual se encamine hacia sus proyectos de vida personales sin la interferencia prepotente de otros. Esa es, por otra parte, la definición de libertad: ausencia de coacción por parte de otros hombres.

Hay infinidad de metáforas y extrapolaciones ilegítimas de otros campos a la esfera de las relaciones sociales. Se ha dicho que no se es libre de bajarse de un avión en pleno vuelo, que no se es libre de ingerir arsénico sin sufrir las consecuencias, que no se es libre de dejar el cigarrillo, pero estas consideraciones son aplicables a otras áreas, como la biología o la física.

Cuanto más se cercene la libertad, naturalmente menor será el espacio que el hombre pueda decidir y menor el radio en el que pueda administrar su vida, hasta llegar a solo ser libre en el territorio de su pensamiento si no se le inyectan sustancias que le hagan perder el conocimiento o disminuir su capacidad analítica. La pérdida de la libertad equivale a la pérdida de la vida humana, convierte al hombre en un artefacto sujeto a manipulaciones.

Pues bien, la imprescindible libertad no aparece por ósmosis, es la consecuencia del esfuerzo sistemático de seres humanos concretos que se preocupan y ocupan por que ella tenga vigencia a través de normas civilizadas. Cuando esto se descuida sobreviene el estrangulamiento de la libertad, es decir, el estrangulamiento de la vida propiamente humana.

Esta faena de cuidar la libertad equivale a la ardua tarea de vigilar y proteger el respeto recíproco que constituye el eje central de la sociedad abierta. Faena que es responsabilidad ineludible de cada uno, no importa a qué se dedique ni cual sea su profesión; todos estamos interesados en que se nos respete.

Por tanto, no es pertinente que estas tareas vitales se endosen a otros. Es inadmisible que se actúe como si se estuviera en la platea de un teatro, frente a un escenario en el que los actores son los que asumen la responsabilidad por lo actuado mientras que los de la platea son simples espectadores. En nuestro caso, ese comportamiento es inadmisible y de una irresponsabilidad manifiesta.

Todos y cada uno somos responsables de velar por nuestro entorno para que se nos respete, como decimos, cualquiera sea nuestra ocupación y cualquiera sea el lugar geográfico en que estemos ubicados. Resulta indignante escuchar a los que pontifican en reuniones sociales lanzando críticas a lo que ocurre, luego de lo cual se dedican a sus arbitrajes, cuestiones personales o simplemente a dormir la siesta de la vida. Los intereses de cada uno serán muy legítimos, pero son insuficientes si no se dedica algún tiempo a permitir que esos intereses personales puedan realizarse en lugar de delegar sobre los hombros de otros esa responsabilidad.

Los canales más fértiles para contribuir a que se acepten los valores y principios que permiten vivir en una sociedad abierta son la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo, pero hay infinidad de vías y procedimientos para ayudar a que se comprendan aquellos valores y principios. Uno de los caminos es el book club, esto es, la reunión periódica de cinco o seis personas para discutir un buen libro, en la que uno expone por vez y los otros discuten, y al año siguiente cada uno de los participantes forma un nuevo grupo y así sucesivamente. Sin duda que hay muchos otros métodos, pero en todo caso, no cabe la mala excusa de que hay personas capacitadas y preparadas sobre las que debe recaer este trabajo; como queda dicho, todos necesitamos el oxigeno vital del respeto recíproco.

Cuando se aproxima el período electoral, las discusiones sociales y mediáticas se concentran en torno de los candidatos que mejor miden en las encuestas. Ya es sabido que los ciudadanos votarán al que, a su criterio, es el menos malo. Pero el asunto no da para más y no permite una discusión de alto vuelo, está al nivel del zócalo y no es nada conmovedora, por cierto. El tema serio y medular estriba en indagar qué hace cada uno diariamente para revertir el cuadro de situación, influyendo en ideas que contrarresten lo que viene ocurriendo y muestren horizontes con mayor riqueza que la miseria del presente.

Principalmente, lo que se requiere es esfuerzo y constancia para estudiar, actualizarse y difundir los valores y principios del respeto recíproco en el campo de la ética, la historia, el derecho, la economía y la filosofía. Mirar para otro lado significa que los distraídos son cómplices directos de lo que sucede. No hay derecho al pataleo si no se procede en consecuencia.

Constituye una retribución sumamente gratificante cuando los estudiantes o lectores dicen que el alimento recibido les ha hecho ver otra dimensión y otra perspectiva completamente distinta respecto a los lugares comunes y archiaburridos que se vienen repitiendo con machacona insistencia a pesar de los reiterados fracasos que producen las visiones estatistas y retrógradas.

Por otro lado, si bien las incomprensiones se deben a la alarmante apatía e indiferencia de gran cantidad de personas que, como decimos, se ufanan en sostener que la actividad de preservar y sostener los pilares de la sociedad libre la deben llevar a cabo otros, también debemos hacernos la autocrítica por la calidad del mensaje que emitimos, al efecto de pulirlo y mejorarlo, para lo cual debe mejorar la gimnasia de la empatía, poniéndonos en los zapatos de los interlocutores para tocar el espíritu de personas de buena fe y honestas intelectualmente que simplemente no reciben bien lo que se desea trasmitir.

No hay tal cosa como un bloque de conocimientos que integran un sistema terminado; muy por el contrario, todo está en evolución en el contexto de asuntos que son siempre provisorios y sujetos a refutación. Pero, precisamente, para mantener abiertas de par en par puertas y ventanas e incorporar nuevos conocimientos y reducir nuestra colosal ignorancia, se hace indispensable la libertad como marco irremplazable, es el sine qua non de todo lo demás y, nuevamente repetimos, para contar con esto las personas tienen que sentirse responsables y actuar en consecuencia todos los días.

Y no se trata de dedicarse a la política, puesto que eso es poner la carreta delante de los caballos. Los políticos son megáfonos de la opinión pública. Se trata de influir sobre ésta para permitir que en la esfera política se articulen discursos compatibles con el espíritu liberal.

No tiene sentido sorprenderse de la decadencia de los valores: es una consecuencia inevitable de la cantidad de gente que se mantiene al margen y observa inerte hechos que se suceden sin solución de continuidad. Por eso la prueba definitiva para los que se quejan es preguntarles que hacen cotidianamente para frenar la avalancha. Si la respuesta es “nada”, la consecuencia natural es lo que vemos en las noticias.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.