¿Por qué estalló todo?

Por Iván Carrino. Publicado el 20/6/18 en: http://www.ivancarrino.com/por-que-estallo-todo/

 

La salida de Sturzenegger y el salto del dólar reflejan la enorme desilusión con el proyecto de Cambiemos.

El martes por la tarde estuve en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora participando de un debate con otros profesores de economía.

La invitación, que acepto hace más de 2 años, tiene por objeto dar un análisis de la era kirchnerista y luego sumarle el tiempo transcurrido del nuevo gobierno, siempre desde una perspectiva económica.

El debate siempre es interesante porque me lleva a conversar con dos economistas de corrientes de pensamientos diametralmente opuestas a la mía. Pero, además, porque me fuerza a revisar qué pensaba de la economía tiempo atrás.

La última vez que fui a la Universidad fue en noviembre de 2017.

En ese entonces, explicaba que el nuevo gobierno efectivamente se estaba enfrentando a una “pesada herencia”, pero que los datos mostraban, por un lado, una baja de la inflación y, por el otro, una recuperación económica post-colapso de populismo K.

Al mismo tiempo, también advertía que faltaban todavía reformas muy importantes, que tenían que ver con:

– La reducción del gasto público

– El fin del déficit fiscal

– La desregulación de mercados como el laboral y el de productos importados.

Si bien en su momento ya existían las inconsistencias macroeconómicas, los datos no mostraban la inminencia de una crisis.

De hecho, los indicadores financieros como el Riesgo País, la bolsa, e incluso el dólar, destellaban optimismo.

¿Qué pasó entonces?

Un boom basado en expectativas

Pocos días después de la victoria de Mauricio Macri en las elecciones de 2015, el extraordinario analista chileno, Axel Kaiser, escribía lo siguiente:

El nuevo gobierno encabezado por Mauricio Macri puso fin no solo a más de una década de degeneración institucional kirchnerista sino a casi cien años de dominio político peronista. Así las cosas, la tarea que enfrenta Macri es nada menos que derrotar la historia. Ya logró un primera victoria en las urnas el pasado domingo. Esa fue la parte “fácil”. Ahora le toca dar inicio a una transformación sostenible en el tiempo que logre terminar, a nivel cultural e ideológico, con el peronismo que ha destruido la libertad y condenado a la decadencia y vergüenza internacional a un pueblo que ha probado tener lo necesario para pertenecer a la élite mundial.

Si Macri logra la titánica hazaña de dejar iniciado ese cambio permanente pasará a ser el más grande líder político que haya conocido la Argentina en más de un siglo y sin duda uno de los más grandes que haya conocido América Latina en toda su vida independiente.

La mirada de Kaiser reflejaba, en mayor o menor medida, la de quienes estaban “mirando el partido desde afuera”. Mauricio Macri podía ser el líder que llevara a Argentina de nuevo a las “grandes ligas” del desarrollo económico.

Ahora bien, para esto el gobierno tenía que encarar reformas drásticas.

Tenía que bajar el déficit fiscal desde 7% del PBI al 0%. Tenía que reducir el gasto público y los impuestos. Tenía que desregular los mercados laborales, liberar los precios de la energía, los combustibles y los supermercados. Tenía que abrir la economía al comercio del mundo, y tenía que terminar con una década y media de inflación, algo que dijo que iba a ser “lo más fácil” de todo.

Los mercados internacionales, al ritmo del “sí se puede”, parecieron comprar la idea de que esto efectivamente iba a pasar. O, al menos, compraron la idea de que incluso sin hacer todas las reformas, con algunas bastaría para que el país volviera a crecer por un período medianamente largo.

Hoy los inversores piensan todo lo contrario.

¿Se puede o no se puede?

El gobierno de Macri asumió en una situación por demás delicada. La situación ameritaba llamar al Fondo Monetario en ese momento y comenzar un programa de ajuste con apoyo del organismo.

Sin embargo, primó la política.

El gobierno no llamó al Fondo, no lanzó un programa de ajuste fiscal contundente, y no explicitó la pesada herencia recibida.

El marketing de Durán Barba le ganó al análisis técnico de algunos de los funcionarios del propio equipo económico.

En un principio, la apuesta parecía salir bien, y el gobierno hizo algunas modificaciones interesantes como salir del cepo, sincerar tarifas y cerrar el juicio con los holdouts.

Además, terminó ganando las elecciones de medio término.

Pero no mucho se había avanzado en términos de déficit fiscal, gasto público, impuestos y mercado laboral.

Una vez pasado el triunfo en las legislativas, era el momento indicado para avanzar con reformas más ambiciosas. El discurso de Macri, de hecho, fue en ese sentido.

Sin embargo, todo quedó en palabras. La reforma tributaria tuvo gusto a poco, y reforma laboral directamente no hubo, gracias a la dura presión de los sindicatos.

El gasto público sigue hoy en alrededor del 40% del PBI.

Golpe de gracia

Con la alta presión tributaria, la nula modificación del mercado laboral, y un déficit fiscal que se convirtió en una aspiradora de dólares del mundo, la gran apuesta del gobierno para ganar las elecciones del 2019 corría peligro.

La economía podía llegar a enfriarse y, como no había voluntad para hacer reformas estructurales, entonces se recurrió al atajo mil veces probado (y mil veces fracasado) de bajar la tasa de interés para estimular la actividad.

Así, llegamos a la conferencia del 28 de diciembre, donde se cambiaron las metas de inflación y se forzó al Banco Central a bajar las tasas. La medida fue festejada por algunos, pero el mercado rápidamente la expuso como un gran error.

A partir del 28D, las expectativas de inflación saltaron, y lo mismo pasó con el dólar y el riesgo país.

Por si esto fuera poco, el contexto internacional empeoró, y ese mercado que compraba cualquier cosa, comenzó a mirar los números con más detalle.

Lo demás es historia conocida.

El dólar avanza 60% en lo que va del año, y la bolsa, medida en moneda dura, cae cerca de 40%. Además, renunció Sturzenegger y echaron a Aranguren, el único ministro del gobierno que redujo con fuerza el gasto público.

La crisis financiera que atraviesa el país no es culpa del Banco Central ni exclusivamente del contexto internacional. Se trata, en realidad, del fracaso de Cambiemos, que generó unas expectativas formidables sobre su capacidad de cambiar la historia del país pero que, en los hechos, no concretó grandes cosas.

Hoy el mercado le está pasando factura, o bien está adaptándose a una nueva realidad: Cambiemos no era en realidad tan Cambiemos, y torcer el rumbo de decadencia Argentina no iba a ser tan fácil como se imaginaba al principio.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano. Es Sub Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE

No es gradualismo, es sentido contrario

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado  el 22/6/17 en: https://alejandrotagliavini.com/2017/06/22/no-es-gradualismo-es-sentido-contrario/

 

Así como alentó el rumor de que se ascendería a emergente, cuando falta mucho, el gobierno enarbola un crecimiento que, al menos, es dudoso. Así nos ve el mundo: las inversiones no llegan -salvo para la bicicleta financiera-, allí está la clasificación del MSCI y el riesgo país (EMBI +) está en 427 pb, y sube, mientras que Evo Morales consiguió 189 y baja.

La palabra de moda es “gradualismo”, y expresa la principal crítica al gobierno, cuando el problema es que va en sentido contrario. Gradualista -fiel a su filosofía milenaria- es China, cuyo PIB per cápita llegó a crecer más de 14% anual. Pero, obviando que el PIB mide, básicamente, el consumo y no los recursos de producción, veamos el “crecimiento” que, al estilo Durán Barba, anunció el Indec.

El PIB del primer trimestre 2017 habría subido 0,3% interanual. El aumento demográfico anual esta entre 1,3 y 1,8%, de donde el PIB per cápita -que es el real porque expresa el crecimiento personal- habría caído más de 1%. Dice que terminó la recesión porque se habrían sumado tres trimestres consecutivos con crecimiento respecto del anterior: 0,1% (casi cero); 0,7% y 1,1%. Descontado el crecimiento poblacional, 0,4% trimestral, la progresión del PIB per cápita sería -0,3%; 0,3% y 0,7%.

Por cierto, mientras para el Indec la industria no despega, Ferreres -sorprendido porque esperaba una caída del PIB del 0,3%- asegura que “en mayo, la industria creció 3,9% interanual… tercer mes consecutivo en terreno positivo”. ¿Quién acierta?

Y veremos cómo sigue el año, por múltiples razones, creo que será negativo. Quizás el mejor argumento entre quienes creen que el PIB crecerá en 2017, sea el de considerar a la construcción -artificialmente apalancada desde el Estado- y aplicar el modelo auto regresivo. Pero esto supondría un crecimiento del Estado -y sus empresas “amigas”- en detrimento del mercado tanto que podría decirse que, el de Macri, es el camino “capitalista” al socialismo.

En cualquier caso, por la ley de marginalidad, no es posible el crecimiento genuino -sin dibujos ni propaganda- si crece la pobreza y el desempleo (y el delito). Dice la Real Academia que pueblo (Del lat. popŭlus.), entre otras acepciones, se refiere a un “Conjunto de personas de un lugar…”, pues eso es el mercado: personas comunes trabajando y cooperando voluntariamente y atendiendo, primero, las necesidades primarias.

Por el contrario, el profesor Peter Klein asegura que las grandes firmas avasallantes surgen solo cuando el mercado está interferido por el gobierno, porque tienen gran capacidad de lobby y logran la promulgación de leyes que las benefician. Para terminar, recordemos que destacados eclesiásticos, profesores de Moral y Teología en Salamanca durante el siglo XVI, desarrollaron la teoría del mercado: era un estudio del comportamiento moral (natural) del hombre común y sus relaciones pacíficas y voluntarias en pos del desarrollo social.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

El humo progre de la campaña no sirve para gobernar

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 5/3/17 en: http://economiaparatodos.net/el-humo-progre-de-la-campana-no-sirve-para-gobernar/

 

Me parece, que el humo progre que muy bien vende Durán Barba en las campañas electorales puede servir para ganarlas, de lo que estoy seguro es que ese humo progre que venden para ganar, no sirve para construir un país próspero

La semana pasada hice una prueba en las redes sociales (Facebook y Twitter) que me dejaron en claro que todavía estamos bastante lejos de haber comprendido el sentido de un cambio profundo en el país. Creemos que porque el kirchnerismo fue desplazado del poder, con Cambiemos la cosa va a ir mejorando lentamente. El error está en creer que con algunas medidas económicas, un gobierno más respetuoso de los derechos individuales y tiempo, todo funcionará mejor. Casi algo mágico.

¿En qué consistió el ensayo? Por un lado puse el siguiente texto:

Cristina Fernández sobre Evita: &»Defender a los humildes cuesta caro y ella pagó con su vida gustosa el precio&». Las dos impulsaron el resentimiento.
Lo último a tomar como referencia es Evita y Perón. Dos grandes déspotas que arruinaron la Argentina.

Obviamente la parte de que ambas impulsaron el resentimiento y no tomar como referencia a Evita y Perón es un agregado mío a la afirmación de Cristina Fernández.

Este post llegó a 11.000 personas. Cristina Fernández y Evita, pero la primera en particular, se ligó varias expresiones que uno no podría calificar como una caricia para el alma. Lo mismo ocurrió con este mismo texto en Twitter que también llegó a 10.000 personas y gran cantidad de comentarios en contra de Cristina Fernández.

Luego agregué un recorte de un diario en el que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, afirma que dice textualmente: Me siento muy cerca de los ideales de Eva y Perón. Y agregué este comentario mío a propósito de la afirmación de Vidal: Evita y Perón crearon la cultura de la dádiva y el resentimiento. Vidal se siente cerca de ellos. ¿Cómo es, PRO es un resentimiento paquete?

Este post mío tuvo menor llegada tanto en Facebook (7000 personas) como en Twittter (también llegó a algo menos de 7.000 personas) pero con una reacción diferente. La mayoría de los comentarios buscaron justificar con infinidad de argumentos diferentes la afirmación de María Eugenia Vidal. Argumentos como que para ganar la provincia había que decir cosas así, que para ganar en Buenos Aires el candidato no puede tirarse contra el peronismo y cosas por el estilo.

Obviamente en la inmensa mayoría de ambos post, los comentarios provenían de gente antik que seguro había votado por el PRO. Ahora bien, la sensación que tuve es que mucha gente tiende a justificar lo injustificable pero que ni por casualidad se lo dejaría pasar a Cristina Fernández. Dicho de otra forma, María Eugenia Vidal explicitó que es una peronista que trabaja en el PRO (basta con ver sus colaboradores más estrechos), peronismo que es rechazado por mucha gente que votó al PRO pero que como María Eugenia Vidal es “gente como uno” entonces se le acepta lo que ni por casualidad se le aceptaría a Cristina Fernández. Obviamente que Cristina Fernández ha sido una presidente nefasta en la destrucción de las instituciones argentinas, la corrupción floreció bajo su gobierno y el atropello y la persecución fueron moneda corriente en los 12 años del kirchnerismo algo que no es María Eugenia Vidal, sin embargo mi punto es otro.

Al decir la gobernadora que se siente afín a los ideales de Eva y Perón está diciendo que se siente afín a un matrimonio que abusó del monopolio de la fuerza. Eva Perón fue implacablemente vengativa. Perón persiguió, encarceló y mando al exilio a sus opositores. Proclamó el famoso 5 por 1 y el asesinato de los opositores en tanto Eva Perón mandó a la quiebra a más de un empresario que se negó a “aportar” fondos a su fundación.

Pero además, Eva y Perón incentivaron el resentimiento, la cultura de la dádiva y la envidia. Su prédica era que si uno era pobre, lo era porque otro era rico. Concebían la pobreza de unos como consecuencia de la riqueza de otros. Es decir, para ellos la riqueza era un stock determinado que no crecía y que para lograr mejorar a los más humildes había que quitarle a los que más tenían para darle a los que menos tenían. Como la riqueza no es algo estático sino dinámico, en vez de estimular que hubiese más riqueza hacían lo contrario al expoliar a los contribuyentes y perseguir a los empresarios. Reducían el stock de riqueza y, por lo tanto, el tamaño de la riqueza a “redistribuir” disminuía porque cada vez había menos para repartir, lo cual hacía crecer la pobreza.

Perón y Evita destrozaron la cultura del trabajo, del progreso en base al esfuerzo personal, la capacidad de innovación y la iniciativa privada. Destruyeron las bases de una sociedad libre que puede hacer crecer la economía y el nivel de vida de los más humildes. Destrozaron los valores de nuestra constitución de 1853/60 destruyendo el límite al poder del estado e instaurando un sistema por el cual la democracia se transformó en una dictadura. En definitiva, nuestra larga decadencia comienza un poco antes de la llegada de Perón a la presidencia, aunque el jefe espiritual del Peronismo, ya había participado en los golpes de 1930 y 1943. Perón era un golpista y conspirador nato. Bien, esos son los valores de los que María Eugenia Vidal dijo sentirse cerca. El golpismo, el atropello, la persecución, la cultura de la dádiva, etc. Y por favor que no me vengan con la historia de que se está en contra de ese autoritarismo pero a favor de la “justicia social”. Todo sistema basado en la redistribución compulsiva del ingreso, por definición, lleva a sistemas autoritarios.

Puedo entender que para ganar una elección en la provincia de Buenos Aires no sea muy recomendable tirarse contra el peronismo. Pero tampoco hace falta ensalzar las atrocidades que son los ideales de Eva y Perón. Sentirse cerca de la dictadura, de la persecución y del robo legalizado no es una forma de cambiar el país. Tampoco hace falta decir que uno comparte los ideales de la cultura de la dádiva.

Los países crecen cuando tienen instituciones sólidas. Esas instituciones surgen de los valores que imperan en la mayoría de los miembros de la sociedad. Para cambiar nuestra larga decadencia, el primer paso es empezar a cambiar esos valores heredados del nefasto peronismo que luego fueron adoptados por gobiernos militares y radicales.

En mi opinión, María Eugenia Vidal no necesitaba decir que se sentía cerca de esos valores, pero podía destacar la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la iniciativa, etc. Nadie está pidiendo que logre cambiar el desastre que es la provincia de Buenos Aires luego de 30 años de gobiernos peronistas. No se pide eso. Se pide un discurso que destaque justamente lo contrario a los valores que desparramaron Evita y Perón.

Ahora, para terminar, viene la gran pregunta. Muchos de los que votaron a Cambiemos, ¿quieren realmente un cambio o se conforman solo con tener gente que tiene el mismo discurso nefasto del peronismo, pero con la diferencia que es gente como uno?

En definitiva, la gente, ¿pide un cambio de valores o un cambio de personas más respetuosas y como uno pero con los mismos valores que nos llevaron a la decadencia?

Si la mayoría de la población no está dispuesta a dar la batalla por el cambio de las valores populista hacia los valores de la libertad, entonces, no esperemos que vayamos a poder CAMBIAR nada.

Por último, me parece que el humo progre que muy bien vende Durán Barba en las campañas electorales puede servir para ganarlas, de lo que estoy seguro es que ese humo progre que venden para ganar, no sirve para construir un país próspero.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

No son errores de decisiones, es la falta de un plan

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 1/2/17 en: http://economiaparatodos.net/no-son-errores-de-decisiones-es-la-falta-de-un-plan/

 

El error es la falta de un plan económico de corto y largo plazo que le permita ir tomando decisiones en forma ordenada y estableciendo prioridades

Muchas personas, creo que de buena fe, suelen afirmar que si bien el gobierno no está haciendo reformas estructurales, es porque hay que ir de a poco para que no vuelvan los k. Aclaro que esta afirmación no me la han formulado funcionarios del gobierno. Si bien conozco a varios de ellos desde hace muchos años, no mantengo contacto con ningún funcionario del gobierno. Dejo en claro este punto para que nadie piense que esa frase me la ha dicho algún funcionario del PRO. Esa gente es, en realidad, víctima del pánico que tienen a que vuelvan los k. El argumento sería algo así como una autoextorsión. Se extorsionan a ellos mismos y al resto diciendo que o nos bancamos lo que hace el gobierno lentamente o vuelve la noche k.

Salvando las distancias, recuerdo que producido el golpe de 1976, los militares no querían hacer grandes reformas estructurales en el sector público porque argumentaban que con el terrorismo acechando, hacer cambios estructurales como por ejemplo reformar el sector público podía generar conflictividad social que alimentara las filas terroristas. El resultado es que la política económica de esos años fue horrorosa, los capitostes terroristas se mantuvieron vivos y, con el tiempo, tuvieron el poder.

Hoy se considera que no hacer reformas estructurales es la mejor forma de evitar el regreso k, con lo cual mantenemos la larga decadencia económica argentina. Y, por favor, no me corran con que se avanzó mucho eliminando el cepo cambiario y los controles de precios. En todo caso en la época de De la Rúa tampoco había cepo cambiario, había total libertad para comprar divisas, no había derechos de exportación para los granos y se podían exportar libremente y no por eso vamos a decir que tenía en orden la economía. Por el contrario, el descontrol del gasto público con déficit fiscal llevó a un creciente endeudamiento externo que, cuando se cortó, condujo a la crisis de 2001/2002 y la llegada de los k en 2003. Así que no tener cepo cambiario, ni controles de precios, ni prohibiciones de exportaciones o derechos de exportación no garantiza nada sobre el futuro político argentino.

El gran error de De la Rúa fue poner a un equipo económico progre al frente del ministerio de Economía como eran Machinea, Bein y Gerchunoff que luego de aplicar un impuestazo a la clase media y tomar deuda externa dejaron la economía peor de lo que la habían recibido. Lamentablemente, ante una situación económica más grave como la que heredó Macri, también puso al frente de la economía a un progre como Prat Gay y otros intervencionistas en diferentes áreas del gobierno, algo que no cambió con Dujovne ni el resto de los integrantes del área económica.

El punto a considerar no es solamente si las no reformas estructurales y el gradualismo en el cambio de precios relativos llevarán a buen puerto económico, sino si son la mejor forma de evitar que vuelva el corrupto y autoritario kirchnerismo.

Francamente no estoy tan seguro que el kirchnerismo esté definitivamente muerto. Las constantes malas noticias que significan el gradualismo (hoy suben la luz, mañana los combustibles, pasado el agua potable, etc.) pueden desgastar al gobierno y, dado que no hay gran oposición política, revivir o quitar de la agonía al corrupto kirchnerimo, salvo que la gente opte por Massa. Tal vez me equivoque y el kirchnerismo termine siendo cosa del pasado a pesar el gradualismo de Cambiemos. En ese caso, sin reformas estructurales, pasará otro período más de esta larga historia de decadencia económica argentina. Cambiemos habrá sido una frase más de campaña pero en la realidad tendría que haber sido continuemos.

Combatir el populismo autoritario del kirchnerismo con un “populismo democrático” no va a conducir a buen puerto porque todo populismo requiere de dosis crecientes de autoritarismo para sostenerse.

El gobierno no tiene que ver el proceso de toma de decisiones como el error. El error es la falta de un plan económico de corto y largo plazo que le permita ir tomando decisiones en forma ordenada y estableciendo prioridades. Cuando trabajamos en dos oportunidades con un grupo de economistas para establecer los lineamientos de un plan económico, al analizar dónde bajar el gasto público nos quedaba claro que el único rubro que no podía tocarse era el de los jubilados. Y el gobierno fue y se metió justo con ese tema.

Tanta importancia que le dan a las señales y el marketing político que les ordena Durán Barba, debería haberles dejado en claro que si bien no era un problema económico grosero que cada jubilado en promedio cobrara $ 20 menos, lo importante son las señales, la forma de comunicar las cosas según el marketinero político. Hasta en el marketing político cometen errores por falta de un plan.

En definitiva, me parece que revisar este desorden de tener fragmentado el área económica, el rechazo a tener un plan económico claro y con buena comunicación, la explicitación de la terrible herencia recibida y la decisión de abandonar el largo camino de la decadencia y comunicar un plan de largo plazo para entrar en una senda de crecimiento son los elementos que siguen faltando y los que le dan de comer a peronismo y al peronismo kirchnerista para criticar a Cambiemos. Si esto fuera un partido de tenis, el gobierno comete demasiados errores no forzados y pierde el set por errores propios, no por winners del adversario.

La mejor forma de espantar el fantasma del kirchenerismo no es asustar a la gente con su vuelta, sino pulverizándolo mostrando lo que dejó y encarando una política económica de cambio en serio. Una política económica que le permita a la gente ver una luz al final del túnel que entusiasme. Que se vea que el esfuerzo de hoy será la recuperación y el bienestar de mañana.

Obvio que para lograr cambiar la Argentina va a ser necesario terminar con muchísimos negocios “sociales” como el empleo público y los que viven de planes “sociales”. Justamente de eso se trata cambiar.

La gente está harta de pagar impuestos para financiar planes sociales, ñoquis y un estado que no presta el más mínimo servicio. Que el gobierno capte este mensaje, haga un plan y lo comunique. Tendrá un gran apoyo de la población y Cambiemos será un gobierno de cambio en serio.

El gobierno debe recapacitar y aceptar que ese humo que alguien les vendió diciéndoles que porque Macri se sentaba en el sillón de Rivadavia iban a llover las inversiones, fue puro humo. Las inversiones van a llover con Macri sentado en el sillón de Rivadavia pero con otra política económica totalmente diferente y dejar de hacer política como si estuvieran vendiendo un detergente y empezar a comunicar con claridad el nuevo rumbo económico.

De manera que a no confundirse, aquí no hay un error en la toma de decisiones. Aquí hay un error en la concepción misma del plan del gobierno.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Hay vida fuera del cochecito

Por José Benegas: Publicado el 17/4/14 en http://josebenegas.com/2014/04/17/hay-vida-fuera-del-cochecito/

 

El gobierno de la señora Kirchner ha entrado en la etapa de la intrascendencia. No se puede hablar de debilidad porque el kirchnerismo logró que la ilegalidad en la que se maneja sea tomada como normalidad. Una década medieval digamos, con elementos de culto al jefe de la banda sorprendentes, que se ha naturalizado. Por lo tanto las señora no pierde el poder hasta los últimos días dado que éste sistema político que más que encuadrar en el marco constitucional está descripto en el Código Penal (antes de la reforma), sigue fluyendo en recursos. Todavía hay un año para mandar farándula jubilada con contratos a defender a tontas y locas la inflación, la inseguridad, la mentira, el latrocinio y la frase tonta del día. Hay más de un año para hacer rendir el negocio de TV farandulera lobbista de tratar la política con formato de Polémica en el Fútbol y legitimar la canchereada asaltante. Pero la intrascendencia tiene que ver con la imposibilidad de armar negocios de largo plazo. Algunos amiguitos buscan convertirse en simples empresarios del juego en la Florida, otros fantasean con venderle sus activos a los chinos y algunos han hecho tanta que en realidad planean su jubilación prematura con fotos en la revista Caras. Todos cuentan con que un país que toleró a los kirchner estará dispuesto a reciclarlos por un poco de cercanía a la torta, alguna invitación o contacto. El sueño argentino de convertirse en un gran chorro. Y si no de tener una selfie con alguno. A la vez en el orden político Capitanich habla para sí mismo. Sólo por costumbre los diarios siguen destacando sus falacias diarias como si fueran noticia, pero las novedades del corazón son ya más atractivas que su mala imitación de Aníbal Fernández. Lo que digan, lo que hagan, empieza a no importar y no porque no puedan hacer todavía mucho daño. Lo están haciendo, pero todos sabemos que la oposición está barrenando y mandando a confeccionar la ropa con la que piensa asumir sus futuros cargos, así que por qué ocuparse de algo de lo que no se ocuparon en los últimos diez años, salvo excepciones, en los que ellos y sus empleados cobraron sueldos exorbitantes para no molestar. Pero acá viene la falla del plan. Existe una cosa que se llama realidad. El plan Kirchner es extender el naufragio hasta el 2015, con endeudamiento, con la soja o con la bendición vaticana. Les da igual, mientras puedan llegar. Arreglar no piensan arreglar nada. La señora dejará un país con un gasto público atroz, en recesión con inflación, el nivel de impuestos más alto de la región, con la declaración de su Corte de que gran parte de los recursos que ya se gastaron eran inconstitucionales, esto es las retenciones, así que habrá que devolverlas en juicios cuyas sentencias vendrán en los años del próximo gobierno y tampoco se contará con esos recursos. Lo cual no deja de ser una buena noticia. La realidad no lee a Durán Barba, así es que plantea una de estas posibilidades que no negocia: 1. Reducir el gasto público drásticamente. 2. Aumentar la inflación y/o los impuestos 3. Bicicletear la situación con refinanciamiento. 4. Ignorar el problema. De la Rúa se encontró con una encrucijada similar, pero el país estaba en calma y no tomado por el robo tolerado. No estaban los resortes económicos, el poder judicial y muchas empresas cooptadas desde la facción oficial, al menos en un nivel comparable al actual. Recibió un pase complicado y su naturaleza radical lo llevó a optar por una combinación de las salidas 2, 3 y 4. Sabemos cómo le fue ¿no? Los políticos en general son así, se preguntan qué cosa puedo hacer para no enfrentar el problema. Cualquier cosa que les digan la agarran, pero los nuestros exageran. En el mundo ponen el freno varias cuadras antes del iceberg, no aceleran. Hay algo que podríamos aprender: después de un gobierno que despilfarra, eso fue al final el gobierno de Menem, no puede venir una Alianza explicando que se ha despilfarrado poco o con un criterio no demasiado sensible. Para encarar la solución número uno, la adulta, la que nos salva de verdad, se necesita una batalla cultural contra el espíritu adolescente y parasitario con el que los K convirtieron a la Argentina en un rebaño. El desafío es enorme, pero los políticos de la oposición no dan señales de enterarse de la cuestión. Es tan infantil la Argentina que para muchos la esperanza es que todos mientan, que hagan “la gran Menem”, esto es decir una cosa para la tribuna (ellos) pero hacer otra. Después que él se haga cargo de los costos y si el plan falla se puede retomar la droga moral del llamado progresismo, mandando al titiritero al matadero. Pero esa vía también está agotada. Es decir o el país se enfrenta a su problema de 70 años de mentalidad parasitaria peronista, que incluye a radicales, socialistas, militares y todas las nuevas variantes de la política o sencillamente desaparece ¿Será mucho decir desaparece? Ya no lo creo. El cambio cultural no consiste en convencer a la gente de que debe sufrir. Esa es la visión adolescente de hacerse adulto. Lo que el país debe entender es que hay una felicidad en aceptar la realidad, en madurar, que se debe dejar de sufrir por la estupidez porque la vida sin costo no existe. El problema siempre es que el beneficio sea mayor que el costo, no que no haya costos como quieren los niños malcriados y los “progresistas”, aunque esto tal vez sea una redundancia. ¿Queremos salir de la pobreza y la declinación económica? Se necesita todo eso que la progresía enseña a la gente a odiar: empresas, empresarios, afán de lucro, comercio, apertura. También deshacerse de todo lo que ellos aman: subsidios, regalos, protecciones, consuelos. Si el nefasto sistema educativo que todos veneran prepara masas de profesionales para ser empleados (cosa que es un gran error), es una locura que el sistema mismo emita su credo anticapitalista del modo cerrado y obstinado en que lo hace. Pero la coherencia hay que encontrarla en la manipulación. Nuestro sistema así como lo dejan los K es una gigantesca maquinaria de frustración que provee ovejas para el sacrificio. Sacrificios que aumentan la frustración, pero a su vez el protagonismo de la visión negra de la vida, de la visión impotente en la que la izquierda puede administrar la depresión general con más resentimiento. A otra cosa mariposa. El cambio político, la solución económica y la campaña electoral de una opción electoral que no quiera terminar como de la Rúa, deben alinearse en un único sentido. Nunca ha habido una facilidad tan grande para diferenciarse de todo el resto, el problema es que la progresía también inyectó su maquinaria de frustración entre los políticos opositores. Lo que dicen que no se puede hacer, se puede hacer, es lo único que vale la pena hacer y nadie lo ha probado. Por más que los encuestados contesten que hay que tirarse al río, sabemos que no hay que hacerlo (¿lo sabemos?). Mientras se prueban el traje tantos futuros presidentes a lo mejor alguien les quita el guante, porque eso que está implícito en nuestra constitución histórica hace felices a los países, hace feliz a la gente. La Argentina ya lo probó. Hay vida fuera del cochecito. 

 

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.