¿Dolarización, independencia del BCRA o competencia de monedas?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 23/11/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/11/23/dolarizacion-independencia-del-bcra-o-competencia-de-monedas/

Todo parece indicar que cada vez se impone más la idea de hacer una reforma monetaria para volver a tener moneda y terminar con los períodos de alta inflación a los que estamos sometidos

Desde siempre los sistemas monetarios del mundo están basados en la confianza que la gente tiene en las instituciones jurídicas, políticas y económicas del país emisor (Reuters)

Salvo los economistas del Gobierno y quienes lo siguen creen que puede continuar aplicando el impuesto inflacionario eternamente con su poder de señoreaje (beneficio que percibía la autoridad de las casas de moneda por acuñar una pieza cuyo valor intrínseco era menor al nominal. En la actualidad representa el hecho de que el derecho a “producir” dinero puede constituir para el emisor una fuente de ingresos) y no advierten la huida del peso por la sociedad en su conjunto, el resto sabe que algo hay que hacer al respecto.

¿Cuáles son las opciones para volver a tener un sistema monetario?

Juntos por el Cambio parece inclinarse por cambiar la Carta Orgánica del BCRA, que es una ley, y establecer una verdadera independencia del BCRA para que se concentre en su rol primario “defender el valor del peso”.

Considerando el destrozo monetario al que ha sido sometida la Argentina y, en particular, a la escasa inclinación que tienen los políticos por respetar las leyes que ellos dictan, esta alternativa luce muy poco viable. En última instancia, la propuesta de esta alianza política de varios partidos parece olvidar que en la Argentina la misma dirigencia política sancionó primero la Ley de Convertibilidad y luego la derogó sin más. Y que esa misma dirigencia sancionó la pomposa Ley de intangibilidad de los depósitos y a los pocos meses establecía un corralito y luego dispuso la pesificación de los depósitos en dólares.

No hay que olvidarse que desde siempre los sistemas monetarios del mundo están basados en la confianza que la gente tiene en las instituciones jurídicas, políticas y económicas del país emisor. Hasta que en Argentina esas instituciones vuelvan a recuperar prestigio y el crédito de la sociedad, va a pasar mucho tiempo y, por lo tanto, luce poco realista pensar en que un simple cambio de la Carta Orgánica del BCRA vaya a despertar confianza en el peso como moneda en el estricto sentido de la palabra (unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor).

Luce poco realista pensar en que un simple cambio de la Carta Orgánica del BCRA vaya a despertar confianza en el peso como moneda en el estricto sentido de la palabra (unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor) (Reuters)

Es más, ya cuando estaba en funcionamiento la convertibilidad, los depósitos del sector privado en el sistema financiero en dólares representaban entre 50% y 70 del total. En otras palabras, aun con convertibilidad la gente seguía prefiriendo el dólar. El peso era un simple recibo de los dólares que el BCRA tenía en las reservas respaldando la base monetaria.

De manera que no luce como una verdadera solución cambiar la carta orgánica del BCRA para resolver el problema de la desconfianza en el peso, porque la gente no es que no cree en el Banco Central, no cree en que la dirigencia política vaya a cumplir con las leyes sanciona.

La otra opción es ir a una dolarización. Esta alternativa parece complicada hoy en día porque el BCRA no tiene prácticamente reservas propias líquidas. En el mejor de los casos, las netas se estiman en USD 7.000 millones en comparación con $7,6 billones que suman los pasivos a rescatar entre base monetaria, Leliq y Pases netos.

El primer problema es que el tipo de cambio de conversión superaría los $1.000 por dólar, cinco veces el promedio actual de la cotización de los dólares alternativos al oficial, con el riesgo de establecer un tipo de cambio arbitrario a la hora de dolarizar. Esto quiere decir que podría afectar el flujo de comercio exterior dependiendo si la paridad de referencia se fija muy alta o muy baja. Además, implicaría establecer otra moneda de curso forzoso, en este caso el dólar.

Tipos de cambios alternativos por el control al movimiento de divisas

$ por dólar

Tal vez la mejor opción que hoy puede tener Argentina para restablecer un sistema monetario lo más rápido posible consista en quitarle el curso forzoso al peso y darle curso legal al resto de las monedas, es decir, establecer un sistema de competencia de monedas en el que todo indica que la gente va a terminar eligiendo el dólar como medio de intercambio y reserva de valor.

Funcionamiento de la mejor propuesta

No hace falta decir que “hay que dinamitar el BCRA”, eso está bien para el discurso de barricada y poco serio desde el punto de vista intelectual. Lo más conveniente, incluso desde el punto de vista político, es establecer esa competencia de monedas y dejar que la gente dolarice de hecho la economía. No habría argumento posible de parte de los defensores del curso forzoso del peso ante esta medida, porque sería la misma gente la que estaría dolarizando la economía.

Si el BCRA no produce una moneda de buena calidad, muere como una fábrica de hamburguesas que produce un producto de mala calidad que la gente no demanda. Sometiéndolo a la competencia, desaparece.

Por otro lado, la clave está en tener las cuentas del sector público en orden, aunque también es importante resaltar que, en última instancia, es más relevante el nivel de gasto público que el nivel de déficit fiscal. Es preferible un déficit fiscal de 2% de PBI con un gasto público del 15% del PBI, que equilibrio fiscal con un gasto público del 47% del PBI, porque la contrapartida de semejante injerencia del Estado es la presión impositiva, la emisión monetaria y el endeudamiento del sector público.

Adicionalmente a un sistema de competencia de monedas, se debería autorizar transacciones locales con transferencias de fondos en el exterior. Es decir, los argentinos tienen miles de millones de dólares depositados en el exterior en blanco y no piensan traerlos porque tienen miedo a que el Estado se los confisque. Esto hace que esos miles de millones de dólares financien el consumo y la inversión de los países desarrollados donde están atesorados en lugar de financiar la actividad económica interna.

Es más relevante el nivel de gasto público que el nivel de déficit fiscal. Es preferible un déficit fiscal de 2% de PBI con un gasto público del 15% del PBI, que equilibrio fiscal con un gasto público del 47% del PBI, porque la contrapartida de semejante injerencia del Estado es la presión impositiva, la emisión (EFE)

¿Por qué no generalizar los pagos en el exterior con esos fondos por operaciones que se hagan localmente? Juan le compra el auto a José y le paga de su cuenta en Nueva York a la cuenta de José en Nueva York, Miami o donde tenga la cuenta. Esto permitiría utilizar recursos enormes para movilizar la economía interna en forma inmediata sin que los dueños de esos recursos asuman el riesgo de traer su dinero a la Argentina.

En síntesis, tal vez hoy más que dolarizar habría que establecer una competencia de monedas que terminaría en una dolarización de hecho llevada a cabo por la misma gente.

Hay que tener presente que ninguna reforma monetaria resolverá los problemas estructurales de la economía argentina. Para eso se necesita encarar profundas reformas del Estado; Impositiva; y Laboral; y también desregular la economía y volver a la integración de la economía al mundo.

Así como un acuerdo con el FMI o el acceso al financiamiento del mercado voluntario de deuda tampoco son sustitutos de las reformas estructurales mencionadas. Son solo los pilares en que debiera apoyarse un plan económico que habrá que aplicar en forma integral y de manera simultánea. Esto es lo que realmente se llama política de shock. Generar un shock de confianza con mediadas estructurales y consistentes.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Entrevista sobre el Futuro del Dinero en «Mesa de Análisis» (Ecuador)

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 23/1/20 en: https://puntodevistaeconomico.com/2020/01/23/entrevista-sobre-el-futuro-del-dinero-en-mesa-de-analisis-ecuador/?fbclid=IwAR0DNsp6n2iXoKZp14z4BiqZwS-5h5M8B7J1s_KjgPYD72LM21LOQ4fa19o

 

La siguiente entrevista tuvo lugar durante mi visita a Ecuador y fue transmitida el Lunes 13 de Enero. La temática fue el futuro del dinero, política monetaria y, siendo los 20 años de dolarización en Ecuador, también hablamos sobre dolarización.

El programa consiste de 3 bloques de 8 minutos cada uno.

Mis posts anteriores sobre dolarización en Ecuador

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

“Argentina va hacia una dolarización en forma desordenada”

Entrevista a Aldo Abram: Publicado el 22/9/19 en: https://www.elliberal.com.ar/noticia/504980/aldo-abram-argentina-va-hacia-dolarizacion-forma-desordenada

 

El economista Aldo Abram analizó que Argentina se encuentra en un sendero sinuoso entre la crisis, más cepo, dolarización y las reformas para salir adelante. Además, expuso una serie de “virtuales problemas para cumplir con las obligaciones contraídas y una potencial dolarización desordenada, todo ocurriendo quizás antes de diciembre”.

Lo hizo al disertar en un desayuno para socios de la Fundación Libertad y Progreso, donde Abram vislumbró un sendero difícil para los próximos meses, lo que incluye un posible endurecimiento del cepo.

“Sea quien fuere el próximo presidente se va a tener que sentar el 28 de octubre y decir claramente qué piensa hacer y renegociar con el Fondo (FMI)”, pronosticó Abram.

También sostuvo que cree que “Argentina va a una dolarización en forma desordenada, previa posible hiperinflación”. Agregó que “ahora hay que tener claro que la dolarización da estabilidad monetaria, pero no corrige todo. Hay países dolarizados que progresan y hay países dolarizados pobres”.

Abram también destacó que ve un posible endurecimiento del cepo y sobre el reperfilamiento de la deuda detalló que “esto es un default selectivo”.

“Acá el problema para el mercado es lo que piensa Alberto Fernández, no lo que piensan (Hernán) Lacunza ni (Mauricio) Macri”, enfatizó.

En otro momento de la charla señaló que “haciendo las cuentas de las reservas y los vencimientos, probablemente en octubre la plata no alcance. Diciembre va a ser un dolor de cabeza gobierne quien gobierne. Va a ser difícil llegar ahí sin una fuerte crisis”.

El economista pronosticó que “el cepo se va a tener que cerrar y cada vez más fuerte”.

“Cada vez vamos a tener que mirar más el dólar informal. Gran parte del mercado que se mueve en dólares está pesificado, como el caso de los profesionales que prestan servicios afuera o los jubilados que cobran en otros países”, apuntó.

En el final de su disertación, sentenció: “¿Cómo es la única forma de recuperar la credibilidad? Con un programa serio de reformas fuertes. No hay milagros”.

Críticas al Banco Central

En otro tramo de la charla, Abram se preguntó: “¿Por qué cayó el castillo de naipes en 2018? Por el pésimo manejo del BCRA. Hubo un shock de confianza muy fuerte cuando asumió el Gobierno nacional. Todos creímos que el BCRA iba a hacer las cosas bien. Salimos del cepo mejor de lo que se esperaba. El problema es que el BCRA estuvo para sostener el gradualismo/inmovilismo. Emitió para financiar al Gobierno y recientemente lo hizo de nuevo. Así, entre la brillante idea del impuesto a la renta financiera y el temblor mundial, tuvimos crisis de nuevo en 2018, con un manejo nefasto del BCRA. Ahí salimos corriendo a pedir ayuda al Fondo. Para octubre de 2018 se demostró que darle a la maquinita no funcionaba”.

Finalmente, expresó que “la demanda en pesos se está derrumbando, claramente estamos yendo en un mal sentido y encima el BCRA está emitiendo a más del 2% mensual. Tener un BCRA emitiendo con la demanda de pesos cayendo es tener un bombero echando nafta al fuego. Yo le preguntaría al BCRA por qué si sube la demanda de pesos, pusieron el cepo”

 

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .

La ley de góndolas es una trampa

Por Gustavo Lazzari. Publicado el 25/4/19 en: https://www.cronista.com/columnistas/La-ley-de-gondolas-es-una-trampa-20190425-0050.html?utm_medium=Social&utm_source=Twitter#Echobox=1556300089

 

La ley de góndolas es una trampa

Súbitamente se despertó la Cámara de Diputados de la Nación y comenzó el tratamiento de los proyectos de los diputados Elisa Carrió, Juan Cabandié, y los aportes de Juan Grabois y Sergio Massa sobre la llamada ‘ley de Góndolas’. En medio de una crisis inflacionaria importante, con riesgos serios de transformarse en hiperinflación, tanto el oficialismo como la oposición considera que una ley que determina «el lugar que deben ocupar las ofertas en una góndola, la participación de las pymes y los productos indígenas» es un poderoso instrumento anti inflacionario. Realmente bizarro. La ley de góndolas no es un instrumento antiinflacionario. Tampoco es un sistema de promoción de las pymes. El articulado no es otra cosa que un compendio de violaciones al derecho de propiedad basado en falacias que es necesario aclarar. La primera falacia es el concepto de «la posición dominante». Supone este argumento que una empresa importante en cuanto al volumen y al prestigio de su marca es capaz de manipular comportamientos de los consumidores y de «formar precios». Eso es falso. En un mercado privado, la apertura y la competencia elimina todo tipo de «comportamiento dominante». Dicho poder existe sólo en mercados cerrados por aranceles o prebendas gubernamentales. De hecho, la única posición dominante es el curso forzoso de la moneda. El Banco Central (BCRA) obliga a los argentinos a usar uno de los peores productos del mercado que es el peso. Sólo el BCRA «domina» a sus clientes quienes no pueden ni oponerse al uso ni buscar sustitutos. Todos los intentos de dolarización son penados bajo controles de leyes penales cambiarias y tributarias. Los «consumidores» de dinero, obligados a usar uno de mala calidad como el peso, reaccionan reduciendo su demanda, lo cual a su turno deriva en aumentos de precios. En el resto del mercado de bienes y servicios ninguna empresa (en mercados abiertos) tiene posición dominante dada la presencia de competidores reales y/o potenciales. Además, todo bien o servicio privado tiene sustitutos cercanos y lejanos.

Otra falacia es «las pymes necesitan apoyo». En rigor, no sólo las pymes sino todas las empresas necesitan que se alivien las mochilas fiscales, regulatorias y laborales no salariales. Hoy «apoyar» es dejar de fastidiar y dejar de confiscar a las empresas. Todo lo demás es verso. En las góndolas de los supermercados faltan pymes porque sobran impuestos. El 45% del precio de los alimentos son impuestos. En el caso de las bebidas dicho porcentaje llega al 51%. Las pymes no necesitan que se regule la posición de sus productos en la puntera o «en una posición equidistante entre el primero y el quinto estante» (tal como dice el dictamen unificado de los tres proyectos). Tampoco las empresas necesitan «el programa nacional de fomento» ni «el código estatal de buenas prácticas», engendros burocráticos que emanaran nuevos costos y regulaciones. Las empresas necesitan menos impuestos. Ahí está la trampa. El Gobierno y la oposición en tiempos electorales alardean » su apoyo a las pymes» a través de una ley ridícula, incumplible e inocua. La discusión de la ley de góndolas es una nueva pérdida de tiempo para esconder la discusión real de la Argentina. En las góndolas no faltan pymes, sobran impuestos.

 

Gustavo Lazzari es Licenciado en Economía, (UCA), Fue Director de Políticas Públicas de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre, y fue investigador del Proyecto de Políticas Públicas de ESEADE entre 1991-92, y profesor de Principios de Economía de 1993 a 1998 y en 2002. Es empresario.

Otra vez sobre la importancia de dolarizar

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 17/9/18 en: https://www.cronista.com/columnistas/Otra-vez-sobre-la-importancia-de-dolarizar-20180916-0010.html

 

Otra vez sobre la importancia de dolarizar

 

En estos días volví a publicar sobre la dolarización como un medio para salir del maléfico proceso inflacionario que carcome salarios a pasos agigantados. Estoy con esta cantinela desde que me incorporé hace tiempo a la Academia Nacional de Ciencias Económicas en la que titulé mi presentación “Dolarización, banca central y curso forzoso”.

 

Es un pretexto para abandonar la nefasta institución de la banca central creada por los conservadores del 30 y para que la gente pueda elegir libremente la moneda con la que prefiere llevar a cabo sus transacciones. El premio Nobel en economía Friedrich Hayek ha escrito que “hemos tardado doscientos años en darnos cuenta del bochorno de unir a la religión con el poder político, es de desear que no demoremos otro tanto en darnos cuenta que la unión del dinero con el poder político es solo para succionar el fruto del trabajo ajeno”.

 

Desde luego que dolarizar no implica una medida de naturaleza distinta sino una cuestión de grado ya que se ata la moneda local a otra autoridad monetaria, pero si se elimina el curso forzoso al peso o si se comienza por instaurar el curso legal también al dólar para que cada uno puede revelar sus preferencias en los contratos, ese primer paso abre las posibilidades para futuros caminos de libertad.

 

Es de gran interés recordar que, por ejemplo, en la declaración de la Unión Cívica Radical encabezada por Leandro Alem se lee que “El banco oficial constituye siempre un peligro permanente, porque siempre será un medio político sujeto a la influencia de las pasiones partidarias”. Y en el discurso de Alem en la legislatura con motivo del debate sobre la federalización de Buenos Aires, aconsejó: “gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad”. Por su parte, Juan Bautista Alberdi, el padre de nuestra Constitución fundadora, escribió “Mientras el gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno el poder omnímodo  vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de la Constitución”.

 

Como he consignado antes, no repitamos tropelías nacionalistas en cuanto a que la moneda es símbolo de soberanía puesto que sería lo mismo que alegar la soberanía de la zanahoria o la papa. Tal como reza el cuento del lobo feroz, el manejo del dinero por el gobierno es solo para comernos mejor. Es como ha escrito Milton Friedman, otro premio Nobel en economía, en su última contribución sobre temas monetarios: “el dinero es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de banqueros centrales”.

 

Por su puesto que si seguimos con gastos públicos elefantiásicos, impuestos insoportables y deudas colosales, no habremos resulto nuestros problemas acuciantes, pero si se dolariza en el sentido apuntado o a través de otras combinaciones que llegan al mismo puerto, por lo menos habremos eliminado la desgracia superlativa de la inflación.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Se abre una esperanza en la situación argentina

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 2/7/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/07/02/se-abre-una-esperanza-en-la-situacion-argentina/

 

Como es de público conocimiento, este Gobierno viene a los tumbos en los temas medulares desde hace casi tres años. Puedo sintetizar que estos asuntos se refieren al gasto público elefantiásico, las regulaciones asfixiantes, impuestos insoportables, déficit total creciente, deuda estatal galopante y desbarajuste monetario y cambiario.

Este último tema puede estar en vías de solución. Por el hecho de repetir que la inflación monetaria hace estragos y que la pagan con especial contundencia los más débiles no cambia la validez de la afirmación que debe ser reiterada.

Como tantas veces he escrito, el problema radica en la misma existencia de la banca central, puesto que, aun con los funcionarios más probos y honestos, solo pueden decidir entre tres caminos: a qué tasa expandir la base monetaria, a qué tasa contraerla o dejarla inalterada. Cualquiera de los tres caminos alteran los precios relativos: serán distintos respecto a lo que hubieran sido de no haber mediado la intervención de la llamada autoridad monetaria. Si se supone que los funcionarios colocaran la base monetaria en los mismos niveles que la gente hubiera preferido, no tiene sentido la intervención para hacer lo mismo con ahorros de gastos administrativos y, además, el único modo de saber qué quiere la gente es dejarla actuar.

Y debe destacarse que el sistema de precios constituye la única forma de establecer señales para los operadores económicos al efecto de conocer dónde es más eficiente asignar los siempre escasos recursos. Desfigurar las señales deteriora la contabilidad, la evaluación de proyectos y el cálculo económico en general. Para resumir, la inflación genera pobreza.

La primara vez que escribí un ensayo extenso sobre la materia fue para el congreso anual de la Mont Pelerin Society, en Sydney, en agosto de 1986, titulado «¿Autoridad monetaria, regla monetaria o moneda de mercado?», ensayo que también presenté el mismo año en la reunión anual, en Mendoza, de la Asociación Argentina de Economía Política, que se publicó en sus anales. Por otra parte, mi discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicos también versó sobre el mismo asunto: «Dolarización, banca central y curso forzoso».

De eso se trata ahora, según una noticia esperanzadora publicada por Infobae que alude a un contacto entre el actual gobierno y Steve Hanke, destacado profesor en Johns Hopkins University a quien conocí en los noventa, primero en México y luego en Buenos Aires. En aquellas oportunidades tuvimos muchas coincidencias y también mantuvimos algunas discusiones sobre la mal llamada convertibilidad, debido a la implementación sin reducir el gasto público, en un contexto de creciente deuda estatal interna y externa (mal llamada porque en la literatura económica alude al intercambio entre moneda-mercancía y el correspondiente recibo representado por el billete bancario y no un billete de un color por otro de color diferente, más bien política monetaria pasiva con tipo fijo). De todos modos, fuera de cuestiones semánticas, continuamos con nuestra correspondencia con Hanke referida a otras cuestiones de gran interés económico-financiero.

Puede decirse que no es el momento ideal para dolarizar, puesto que el futuro del dólar presenta ciertos nubarrones, pero es una manera de zafar del embrollo en que estamos y, además, si se eliminara el curso forzoso, queda abierta la posibilidad de encarar otros caminos, sea con una canasta de monedas u otra variantes más sólidas, eliminando simultáneamente el sistema nefasto de reserva fraccional en los bancos.

Hay otras experiencias de dolarizar en nuestra región como Panamá y Ecuador, ambos países con problemas de distinta índole, pero por lo menos se sacaron de encima el cáncer inflacionario. El contrafáctico es importante: aquellos problemas se hubieran agudizado de no haber mediado la dolarización.

Es de esperar que por lo menos en este caso se muestre algo de imaginación y coraje para enfrentar un flagelo que amenaza con arrastrar todo si no estamos atentos. El profesor Hanke cuenta con sobradas antecedentes exitosos en asesoramiento de gobiernos. No dejemos pasar esta nueva oportunidad que, en su caso, será un primer paso para salir del atolladero.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Los mayores errores de la gestión Kicillof

Por Adrián Ravier: Publicado el 13/8/15 en:

 

El ministro de Economía, Axel Kicillof, fue entrevistado recientemente por Joaquín Morales Solá y nos dejó -en 35 minutos- interesantes argumentos para defender su administración de la política económica.

En la entrevista arremetió una vez más contra los economistas ortodoxos, defendió la política de desendeudamiento, de reindustrialización y de inclusión social, enfatizó el fuerte crecimiento económico que el país experimentó desde 2003, recordó la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas. Se apoyó sobre ciertos economistas como Miguel Ángel Broda, Orlando Ferreres y Carlos Melconian para señalar que la economía está bien, creciendo un 1 %, que la inflación se desaceleró de un 40 % a un 25 % -sin recetas ortodoxas-, que las reservas están estables, que no hay problemas con los vencimientos de deuda, lo que deja una buena herencia para el próximo Gobierno, garantizando continuidad del modelo luego de 2015.

Cuando se le cuestionó el bajo crecimiento, el ministro de Economía explicó el complejo contexto internacional que nos acompaña, con caída en los precios de los commodities, con las locomotoras de China y Estados Unidos bajo ciertas dificultades y con Brasil en recesión.

Es precisamente ese contexto el que lo obligó a decidir aplicar una política contracíclica desde principios de 2014 para estimular el consumo interno mediante planes y programas, apoyado en un supuesto consenso de los economistas en las recetas keynesianas que se presentan en todos los manuales de macroeconomía y política económica.

Dejando de lado los discutibles números del ministro de Economía -que él mismo se ocupó de criticar antes de asumir funciones oficiales-, presentaré a continuación mis problemas con su administración de la política económica, que se pueden resumir en ocho puntos fundamentales.

1. No hubo crecimiento, sino recuperación.

El ministro de Economía enfatiza que la economía argentina duplicó el PIB en dólares desde 2003 a la fecha. Este puede ser un dato cierto, pero sesgado. La Argentina no logró en este período expandir su capacidad productiva, sino tan solo recuperar la actividad económica de la devaluación de 2001. En términos económicos, la receta de “impulsar la demanda para crecer” puede tener resultado visibles mientras hay capacidad ociosa, pero una vez que la economía se acerca al pleno empleo, el crecimiento económico solo puede ser generado a través de un proceso de ahorro e inversión. Tomando en cuenta que el propio ministro solo administró la política económica de este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el rumbo debió cambiar desde el consumo a la inversión, y sin embargo, se sostuvo en una dirección -con un diagnóstico equivocado-, manteniendo el relato de 2001, cuando la realidad que le tocó enfrentar ya era diferente.

2. La recuperación está basada en un enorme gasto público que empuja la demanda y crea empleo público, el que no se puede sostener en el tiempo.

El tamaño del Estado, medido como gasto público sobre PIB, ha alcanzado una proporción que es récord en el continente, y que no puede financiarse ni siquiera con la mayor presión tributaria de nuestra historia, que a la vez es récord en el mundo. Devolver a la Argentina a un nivel de gasto sostenible y reducir la presión tributaria a niveles normales solo puede dejar un alto desempleo y una nueva recesión que pone en duda el éxito del modelo. La Argentina se encuentra en el dilema de sostener la burbuja del gasto público, pero sin crecimiento económico, o equilibrar las finanzas públicas pero a costa de un alto desempleo estructural cuya solución fue solo temporal. Si en lugar de crear estas proporciones de empleo público, la economía argentina hubiera alentado realmente la inversión privada, entonces el aprovechamiento de esta década dorada para la región habría sido de largo plazo y el problema de desempleo estructural habría empezado a recibir una solución más genuina.

3. Comete los mismos errores del menemismo, multiplicando el déficit.

El ministro de Economía no pierde oportunidad para identificar las comparaciones entre el kirchnerismo y el menemismo, pero esto constituye una falsa dicotomía. Ambos modelos surgen del mismo partido político, pero lo más importante es que ambos han cometido el mismo error fundamental, que -como bien explicó- nos obsesiona a los economistas ortodoxos. Nos referimos al déficit fiscal. El ministro de Economía reconoció en la entrevista un déficit fiscal financiero de 3,7 % del PIB para 2014, el que dijo ser más bajo que el de Estados Unidos (4,2 %), Brasil (5,2 %) y el promedio de la región (4,9 %). Sin embargo, y sin entrar a cuestionar “sus” números, no es menor que la Argentina mantenga este déficit después de la enorme carga tributaria que señalamos con anterioridad, además de que los analistas pronostican que el déficit para este 2015 estará entre un 6 % a un 8 % del PIB. Este nivel de déficit aun está algo lejos de aquel que condujo a la economía argentina al Rodrigazo (12,1 %) y el fin de la tablita de José Martínez de Hoz (11,3 %), pero se acerca a aquel que condujo a la hiperinflación de 1988-89 (8,5 %) y al fin de la convertibilidad (7 %).

4. La política del desendeudamiento es un mito, si consideramos la deuda interna con el Banco Central y Anses.

El ministro de Economía muestra como un logro del oficialismo el bajo nivel de deuda externa sobre el PIB. Es un dato que debemos reconocer. Sin embargo, este resultado no se generó por medio de una política conservadora, sino por haber financiado el mencionado déficit fiscal con otras alternativas, como ser la emisión monetaria del Banco Central y los recursos de Anses. Lo dicho ha generado un Banco Central en quiebra bajo cualquier estándar contable, además de la mayor inflación del continente -después de Venezuela-, y de hipotecar el futuro de la población activa, gastando incluso los 30.000 millones de dólares que estaban en manos de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP) al momento de la nacionalización. Resulta curioso que parte de los logros del kirchnerismo son herencia directa del menemismo, pues se han gastado los recursos ahorrados en la década anterior y se ha apoyado el “crecimiento” de esta década en la infraestructura que expandió el Gobierno anterior.

5. La inflación no es necesaria.

El ministro de Economía lanzó una inflación estimada del 18 %, pero al margen de este número discutible, enfatizó que la oposición redujo sus estimaciones de 40 % a 25 %. Es cierto que la inflación se desacelera en este último año, sin embargo, surgen dos cuestiones para señalar. Por un lado, que la desaceleración de la inflación va acompañada de una desaceleración de la actividad económica, mostrando en este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner un preocupante estancamiento económico, con pérdida de empleo. Por otro lado, el ministro de Economía parece estar convencido de que la inflación -a estos niveles- es necesaria, lo que obliga a los argentinos a convivir con una moneda enferma, que afecta y reduce el potencial de crecimiento de los próximos años.

6. La devaluación es una consecuencia inevitable por la enorme expansión de la circulación y el bajo nivel de reservas.

Con estos niveles de inflación que el ministro de Economía reconoce, la dolarización espontánea es una consecuencia obvia. Pretender que la gente acepte la pesificación porque existe “estabilidad en la política económica”, que genera a su vez una “inflación estable” superior al 20 %, es confundir causalidad. Si realmente deseamos la pesificación, debemos empezar por la estabilidad monetaria, que el Ministro de Economía declaró que es un aspecto secundario como objetivo de política económica. Si a la vez tenemos en cuenta la relación pesos en circulación frente a dólares en reservas netas del Banco Central, la tendencia ofrece un tipo de cambio de largo plazo superior a $ 20, que es lo que -en definitiva- marca la expectativa del mercado. Quienes hoy especulamos con una devaluación, lo hacemos porque entendemos que es una consecuencia inevitable de la política monetaria del Banco Central, que solo se puede postergar a costa de seguir perdiendo reservas, aun con innumerables cepos que la economía ya no puede soportar.

7. El tipo de cambio que importa es el real, no el nominal.

En este aspecto, preocupa además la comparación que hace el ministro de Economía con Brasil. Mientras Argentina pasó el tipo de cambio oficial de 3 a 9 pesos por dólar, en Brasil pasaron de 4 reales por dólar -cuando asume Lula da Silva- a 3,30 reales por dólar hoy, comparación que ilustró para identificar su problemática apreciación cambiaria. Habría que señalarle al ministro de Economía, sin embargo, que la evolución del tipo de cambio nominal no representa nada, y menos aun en un país como Argentina, donde la inflación ha tenido valores elevados. Reconocer esta situación lo llevaría a comprender que la misma apreciación cambiaria que criticó en Brasil es la que sufre hoy la economía argentina, y no como consecuencia del desarrollo productivo, sino como consecuencia de la política económica elegida.

8. La “fatal arrogancia” de creer que se puede controlar todo el mercado.

El ministro de Economía señaló que es natural que los importadores soliciten un dólar más barato, mientras los exportadores pretenden un dólar más caro. Ofreció el ejemplo de un industrial que resultó librecambista para el insumo, pero proteccionista para el producto. A partir de allí justificó el proteccionismo, los cepos y una política económica selectiva, dirigida y coordinada por él y su equipo. Esto atrasa el debate de política económica, por lo menos, hasta 1810, cuando Manuel Belgrano enfrentó los intereses creados de todos aquellos que se veían favorecidos por la política económica de la colonia. También cae el ministro de Economía en la fatal arrogancia de creer que realmente puede controlar todas las operaciones del mercado. El ministro de Economía no parece saber distinguir entre empresarios y pseudoempresarios, o entre industriales y pseudoindustriales. El objetivo de la política económica debería estar basado en la igualdad ante la ley, lejos del clientelismo político y tendría que dar lugar -de una buena vez- a los empresarios en serio, sean chicos o grandes.

Cierro con las sabias palabras de Frédéric Bastiat (1850): “Yo, lo confieso, soy de los que piensan que la capacidad de elección y el impulso deben venir de abajo, no de arriba, y de los ciudadanos, no del legislador. La doctrina contraria me parece que conduce al aniquilamiento de la libertad y de la dignidad humanas.”

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.