Argentina: ¿Tiene sentido desdoblar el mercado de cambios?

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 29/10/13 en: http://www.eldiarioexterior.com/argentina-tiene-sentido-desdoblar-el-43079.htm

Antes las presiones que se observan en el blue, en mi opinión el dólar verdadero de acuerdo al contexto institucional y económico imperante, y la sangría de reservas que viene teniendo el BCRA, algunos sostienen que sería conveniente desdoblar el mercado de cambios. No queda muy claro en qué consistiría ese desdoblamiento cambiario, pero imagino que habría un dólar comercial y otro libre o administrado (aunque no creo que el Central tenga capacidad de poder administrar un dólar libre con la sangría de reservas que está sufriendo). Pero imaginemos que por un mercado se cursan las exportaciones e importaciones y por otro las divisas para turismo. También podría darse el caso que se permita atesorar dólares en un mercado “libre”. ¿Es esta una solución al problema de fondo? Creo que no.

Mientras el Central siga emitiendo a la marcha forzada que lo viene haciendo, la inflación seguirá incentivando a la gente a buscar refugio en el dólar. Así que el dólar libre se ubicaría en un nivel cercano al actual blue.

Sí podría cambiar el flujo de turismo. Haría más caro viajar al exterior y estimularía el turismo receptivo ya que volvería a hacer barata en dólares a la Argentina como destino turístico.

Pero el problema está en el saldo de balance comercial de mercancías. Con este tipo de cambio real, que ya está en niveles similares a los del último mes de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz (enero de 1981), las exportaciones seguirán creciendo lentamente y las importaciones tenderán a crecer, salvo que Moreno apriete más las trabas y termine de desabastecer a los productores locales de insumos para la producción. Con lo cual enfrían la actividad interna por falta de insumos y tampoco mejoran las exportaciones.

La solución al problema es, a mi entender, la que escribía la semana pasada en este portal. Hacer profundas reformas estructurales en materia impositiva, de gasto público, legislación laboral, etc. para darle competitividad a la economía. Es decir, mejorar el tipo de cambio real por mejor productividad de la economía. En última instancia un país no exporta más porque tenga un dólar más caro, en todo caso importa menos mercaderías, sino que exporta más cuando es competitivo estructuralmente. Las devaluaciones suelen sustituir importaciones y no tanto estimular las exportaciones. Claro que para poder hacer estas reformas se requeriría de un giro de 180 grados en el llamado modelo, algo que luce más a una utopía que a una posibilidad. Además, el gobierno debería ganar en credibilidad para que ingresen capitales dispuestos a invertir en Argentina y ese es el punto más débil que hoy tenemos.

Si no se está dispuesto a mejorar el tipo de cambio real girando 180 grados en la política económica, y eso implica asumir el costo político de corregir las distorsionadas tarifas de los servicios públicos y bajar el gasto público, el tipo de cambio real para las exportaciones e importaciones seguirá siendo bajo y como los únicos dólares que ingresan al país son los que provienen de las exportaciones, el estrangulamiento del sector externo continuará. Será un estrangulamiento lento y de largo sufrimiento, pero seguirá.

Lo que trato de transmitir es que con este contexto institucional de falta de credibilidad y las enormes distorsiones económicas, desdoblar el mercado de cambios dejando un dólar comercial atrasado en términos reales no resuelve ningún problema. Será un parche para el tema de los dólares que salen por turismo y, si lo permiten, una forma de que la gente pueda refugiarse de la inflación acudiendo a un mercado de cambios formal, con un dólar más alto, pero un refugio al fin ante la continua depreciación del peso.

En definitiva, desdoblar el mercado de cambios es tratar de estirar la agonía para no asumir el costo político de una devaluación, que tampoco resolvería nada sin reformas estructurales, con lo cual el problema de la falta de dólares continuará, tal vez un poco atenuado si se estableciera un dólar turista, pero lejos se estará de evitar una crisis del sector externo. Antes del 2015 o luego, eso no lo sabemos. Pero si sabemos que si seguimos este rumbo la crisis del sector externo llegará y para evitar la crisis habrá que, como decía recién, pagar el costo político de terminar con la fiesta populista.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

El problema argentino no es “dolarización”

Por Aldo Abram. Publicado el 22/6/2012 en http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=642328

Si bien el Gobierno se ha ocupado de destacar que no marcha hacia un desdoblamiento cambiario, éste ya existe, de hecho. Hay un mercado controlado oficial, equivalente a un «comercial», y los «paralelos», donde pueden operar todos aquellos que fueron excluidos del «formal», que funciona como un «financiero». Es cierto, este último no es «oficial» y es probable que nunca lo sea; ya que implicaría reconocer otro valor del dólar, que es al que verdaderamente se lo puede adquirir con libertad. Esto acelera la tendencia a tomarlo como referencia.

La pregunta es por qué, luego de mucho tiempo con un Banco Central (BCRA) con capacidad de manejo del tipo de cambio, terminamos en un mercado «controlado». Es falso decir que el problema es la «dolarización» de los argentinos, como si se hubiera puesto de moda el color verde para 2012. La respuesta es otra. Si bien desde 2006 se viene haciendo cada vez más uso del BCRA para financiar el gasto público, en 2010 y 2011, para ganar las elecciones, se terminó haciendo abuso de ese recurso.

Un paso importante en ese sentido fue la decisión de usar las reservas para pagar deuda pública en moneda extranjera de cualquier índole. ¿Cuál es la diferencia entre prestarle al Gobierno los pesos para que compre dólares o que el BCRA los adquiera con emisión y se los transfiera? Ninguna. Por lo tanto, si computamos los recursos aportados al Fondo del Bicentenario como justificativo del incremento de la oferta monetaria, se observa que, en ambos años, supera el 100%. Cabe aclarar que, en 2010, el exceso fue retirado con deuda remunerada del BCRA y, en 2011, con venta de reservas.

Semejante desmadre no podía ser gratis, y el costo fue diluir la solvencia del BCRA (relación de sus pasivos financieros respecto de las reservas); por lo que perdió la posibilidad de manejar el mercado cambiario. La respuesta oficial fue la implementación de controles y restricciones a la compra de divisas, mayores exigencias para la liquidación de exportaciones e inversiones en el exterior, y limitaciones a la importación. De esta forma, la autoridad monetaria armó un «corralito» donde poder comprar dólares más barato de lo que podría hacerlo si permitiera a todos participar de dicho mercado.

La demanda de pesos ha tendido a debilitarse debido a la peor evolución del nivel de actividad, la creciente inflación y la imposibilidad de poder convertirla en otra moneda. Cuando se suma la emisión para comprar divisas y para financiar al Gobierno, se entiende la presión a la baja del valor del peso; lo que se refleja en el mercado «informal» de cambios y en una creciente inflación. Como el Banco Central no está dispuesto a convalidar esa depreciación de la moneda local en el mercado «oficial», el resultado es una brecha creciente. Conclusión: no estamos ante una viciosa «dolarización» de los argentinos, sino frente la huida de los pesos y los activos locales, debido a la percepción de riesgo que generan las actuales políticas, que se canaliza a través de la compra de divisas extranjeras. En los últimos 60 años, la Argentina implementó controles cambiarios en, por lo menos, una decena de ocasiones. Todas ellas terminaron con una crisis cambiaria y bancaria. La gente está empezando a recuperar la memoria y, cuanto más rápido lo haga, mayor será el costo de corregir la actual política.

Existe un remedio. Si el despilfarro desde el sector público nos metió en este lío, la moderación de las erogaciones tiene que ser, necesariamente, parte de la solución. A partir de ello, el Banco Central podría moderar la emisión para financiarlo y tratar de absorber lo máximo posible de los excesos de pesos; lo que implicará asumir más deuda remunerada, y eso tiene un límite.

No parece sencillo evitar una aceleración de la devaluación en la tendencia a la unificación del mercado cambiario en uno de libre acceso. Sin embargo, cuanto más tiempo se tarde en encarar este proceso, más traumática será la salida. Ayudaría tremendamente a minimizar los costos si el Gobierno empezara a desandar el camino al estatismo, los subsidios indiscriminados, las violaciones a los derechos de los ciudadanos y empresas, el proteccionismo creciente, y nos tratara a los argentinos con el respeto al que lo obliga la Constitución Nacional. De esta forma, se incrementaría la confianza en el peso y en el futuro de la Argentina; lo que redundaría en una mayor demanda y valor de la moneda nacional o, lo que es lo mismo, un menor tipo de cambio.

Aldo Abram es Lic. en Economía y director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) .