G20: políticos (y homicidas) se entretienen

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 15/11/18 en:  https://www.horapunta.com/g20:-politicos-y-homicidas-se-entretienen

 

Los aeropuertos de Buenos Aires cerrarán para recibir a las aeronaves de los países que participarán en la cumbre del G20, entre el 30 de noviembre y 1 de diciembre.

Además, habrá una zona de exclusión aérea sobre la ciudad, sus alrededores y el Río de la Plata. Y dos portaaviones de EE.UU. custodiarán desde el Atlántico, cerca de Punta del Este, y el Pacífico, a la altura de Valparaíso.

A esto se suma que el día 30 será feriado y se cerraran numerosas calles, con lo que los ciudadanos comunes -los supuestos mandantes de los políticos- verán muy complicada su actividad y, además, deberán pagar -en esta Argentina con 30% de la población pobre y en aumento- esta fiesta que costará, solo al gobierno argentino, más de 200 millones de dólares.

Llegarán 52 aeronaves, de los 19 países del grupo más cinco invitados como observadores. Los líderes de Australia, Chile, Indonesia, Rwanda, Brasil, Senegal, Italia, Holanda y México arribarán en aviones similares a los Airbus A320 o Boeing 737. Los del Reino Unido, Canadá, España, Rusia, Alemania, Arabia Saudita, China, Corea del Sur, EE. UU. Francia, India, Turquía, Jamaica, Japón y Sudáfrica llegarán con aparatos similares a los Airbus A340, Boeing 767 o Ilyushin Il-96.

EE.UU. aterrizará once aeroplanos contando el Air Force One, destinado a Donald Trump (y su hija) que reducirá su estadía a pocas horas para asistir a la toma de posesión del presidente mexicano. El segundo país que más aeronaves traerá será Arabia Saudita: seis de gran porte. La comitiva estadounidense será la más numerosa con 800 personas, luego China con 500 y Rusia con 200. Por cierto, los equipos de avanzada de EE.UU. (1600 personas), China (1000) y Rusia (800) recorren la ciudad desde hace más de dos meses. Y los mandatarios de estos tres países se alojarán en hoteles que cerrarán para atender solo a estas comitivas.

Sin dudas habrá chispazos. Por casos, entre Trump, por su guerra comercial con Xi Jinping, y entre Vladimir Putin y Theresa May que acusa al Kremlin de asesinar por envenenamiento al exespía ruso Serguei Skripal en Londres. Aún no se sabe quién representará al reino saudita, podría ser el príncipe heredero Mohammed Bin Salman. Pero da igual quién sea, porque el asesinato de Jamal Khashoggi fue un crimen de Estado ya que se realizó mediante engaño de las autoridades, en un recinto estatal y los burócratas del gobierno saudí intentaron taparlo.

Pero también la izquierda se entretiene. Entre el 19 y 23 de noviembre, en Buenos Aires, se realizará el “Primer foro mundial del pensamiento crítico” organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), reunión conocida como “contra cumbre” aunque los organizadores lo niegan, con la presencia, entre otros, de Dilma Rousseff, Cristina Kirchner, José Mujica, el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, el expresidente colombiano Ernesto Samper y los españoles Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, y el juez Baltasar Garzón.

Por cierto, ya sabemos el final. Otra cumbre inútil como la última en Hamburgo, pero durante la que gastarán, reirán, pasearán y se harán fotos. Y no se darán por enterados de que los pueblos se integran solos cuando ellos no lo impiden con fronteras, aduanas y todo tipo de restricciones coactivas, que podrían eliminar sin viajar… sin juntarse con homicidas ¿o es que pertenecen a la misma “hermandad”?

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Elecciones en Brasil: la democracia necesita recuperar confianza

Por Constanza Mazzina. Publicado el 9/10/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/10/09/elecciones-en-brasil-la-democracia-necesita-recuperar-confianza/

 

Con reglas electorales como las de nuestro país, hoy Jair Bolsonaro sería ya presidente electo de Brasil. El titular de algún diario diría: «Bolsonaro es el nuevo presidente» en lugar de «Bolsonaro a ballotage». Sin embargo, en el país vecino, si ningún candidato se alza con la mitad más uno de los votos, se procede a la segunda vuelta. En cierto sentido, el sistema obliga a los candidatos a buscar mayorías, y si no las encuentran, a construirlas, por lo tanto, a formar coaliciones.

La sorpresa radica en la gran distancia que hay en esta primera vuelta entre el primero y el segundo candidato. Léase, que el segundo contendiente es el candidato del partido de Lula da Silva. ¿Son estos resultados realmente sorprendentes? América Latina muestra, desde hace algunos años, un deterioro de la democracia. El desencanto con la democracia se ha hecho presente y ha llegado para quedarse. ¿Son los lideres populistas hijos de los ciudadanos desinteresados y desencantados de y con la política? ¿Asistimos a una espiral ascendente entre apatía y populismo? ¿Perder la confianza en los políticos es sinónimo de perder la confianza en la democracia?

El informe de Latinobarómetro para el 2017 señalaba (sin referirse específicamente al caso que hoy comentamos, pero haciendo un déjà vu sobre los resultados que ahora conocemos): «Hoy la derecha y la izquierda compiten en una cancha más pareja que al inicio de la transición, poniendo a prueba el sistema de partidos (…) Da la impresión de que la izquierda también perdió el halo de superioridad moral que le daba ventaja al inicio de la transición, entrando como un competidor más a la cancha, y a veces siendo reemplazada también por independientes. El resultado de estos mayores grados de libertad de elección que se han tomado los latinoamericanos con una fuerte crítica al poder político».

El mismo estudio mostraba que la percepción de la corrupción en Brasil para el 2017 se ubicaba en 7,4, donde 10 es mucha y 0 es ninguna. Para el mismo 2017, otra institución, Transparencia Internacional, señalaba que Brasil se encontraba en el puesto 94 del ranking —que encabeza Nueva Zelanda—, y comparte ese puesto con Zambia, Tailandia y Colombia, entre otros. El puesto 180, el final de la tabla, lo ocupa Somalia. Además, la media global de transparencia se ubica en 43,07 y Brasil medía en el índice de percepción de la corrupción (IPC) solo 37 puntos. Veámoslo así: un puntaje de 100 indica que la percepción es que no hay corrupción, un puntaje de 0 indica una percepción de la corrupción muy alta, Nueva Zelanda tiene 89 puntos, Somalia, 9.

Hace algunos años, Mainwaring y Pérez Liñán indicaban la importancia de lo que ellos llamaron la «preferencia normativa por la democracia», esto es, el valor intrínseco de la democracia más allá de los resultados. El compromiso de los valores democráticos se expresa, por ejemplo, en el reconocimiento de la derrota electoral en lugar del cuestionamiento de sus resultados. Hoy, los resultados electorales de Brasil muestran que los ciudadanos están dispuestos a votar prospectivamente, es decir, por lo que el candidato promete que va a hacer, y que retrospectivamente ven lo que hizo el PT (nótese la mala elección de Dilma Rousseff) y por eso no lo votan (permítanme la simplificación). Pero, además, el desencanto democrático lleva a creer en soluciones providenciales.

El resultado muestra una crisis de confianza en los líderes y los partidos tradicionales, y a su vez, reflota la posibilidad de que alguien solucione mágicamente todos los problemas. Las sociedades que logran construir confianza son aquellas en las que sus líderes dan cátedra de ejemplaridad.

 

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE.

Brasil, el tren que Argentina perdió

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/5/16 en: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/brasil-tren-que-argentina-perdio_310569

 

 

Derecha e izquierda son palabras que hoy no definen casi nada, cambios de discursos y amigos, pero poco de políticas reales. Sea como fuere, dos grandes “giros hacia la derecha” se dieron en América Latina: en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri y en Brasil con la caída de Dilma Rousseff. Mario Vargas Llosa, mostrando otra vez que es un eximio escritor, pero un pobre político con floja formación y mal asesorado, afirmó que: «América Latina necesita un liderazgo que podría ocupar la Argentina».

Y los hechos muestran que, en todo caso, Argentina pierde el tren y el líder será Brasil. Macri ha dicho siempre que quiere un Estado fuerte y lo está logrando, el problema es que el Estado moderno es el monopolio de la violencia -con el que impone sus leyes- y la violencia siempre destruye.

Casi todos los índices y tendencias en Argentina son negativos. Baja el consumo y la producción industrial, aumenta la pobreza y la desocupación, la inflación llega al disparatado 40% anual, en base a datos de la OCDE, debido al desbocado gasto estatal, la presión impositiva supera el 34% del PIB y sube a un ritmo del 35% y no alcanza para bajar el gigantesco déficit fiscal que el académico José Luis Espert estima en el disparatado 7,6% del PIB para este año, contra el 7,1% del 2015.

Y las libertades decaen. Ahora, uno de los problemas más graves de Argentina es el “vaciamiento intelectual”. Hijo de un rico empresario, “exitoso”, y opositor a las medidas ultraestatistas del gobierno anterior, Macri convenció a muchos “partidarios del libre mercado” de que su gobierno iría en ese sentido, a tal punto que hoy casi todos los think tanks “liberales” lo apoyan mostrando una notable flojedad intelectual.

Al punto que cuando el gobierno propone obligar a los niños de tres años a asistir a la escuela, nada dicen al respecto. No se trata de educar o no, sino del hecho de forzar a niños pequeños. Me recuerda a sistemas totalitarios, como el estalinista. Con este apoyo de los “partidarios del libre mercado”, cuando el gobierno caiga, será difícil convencer a la opinión pública de que el fracaso no se debió a la naturaleza del mercado.

Cruzando la frontera, las cosas van en otra dirección. Destacados operadores de mercado -como el director de investigaciones para América Latina de Goldman Sachs- calificaron como «dream team» al equipo del ministro de Hacienda que acompaña al presidente interino, Michel Temer, del Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), de centro derecha.

Proponen recortar el gasto público y el sistema de pensiones y desregulación laboral, medidas que habían anticipado en el “Programa Puente para el futuro” realizado por el PMDB en 2015 y apoyado por la federación patronal de Sao Paulo. Analizan, también, la incorporación del sector privado a empresas estatales como Correos y Casa de la Moneda, según informó O’Globo, y la venta de las participaciones que el Estado tiene en unas 230 empresas. Luego, intentarían desmantelar parcialmente el gigantesco BNDES, competidor de la banca de Wall Street, y privatizar la petrolera Petrobras.

Habrá que ver hasta dónde llegan, dado el caos político. Pero al contrario de Macri, van por el achicamiento del Estado -del monopolio de la violencia- de modo que podrían destruir menos, creciendo Brasil y destacándose como líder de América del Sur.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

¡Encarcelen al sistema!

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 9/5/16 en: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/encarcelen-al-sistema/16586568

 

Por muchos políticos que encarcelen, no se detendrá la corrupción ni se devolverá lo robado.

Entiendo la ira de las personas con los políticos corruptos, pero la historia demuestra que, por muchos que se encarcelen, no se detendrá la corrupción ni se devolverá lo robado. Si hasta me parece contraproducente. Pareciera que estas campañas sirven para distraer a la opinión pública y para esconder el problema de fondo de la corrupción: el sistema estatista, que es al que debiera ‘encarcelarse’.

La situación de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se agravó y ahora la Fiscalía de ese país pide investigar al expresidente Lula da Silva, a tres ministros y a otros 27 políticos por los escándalos en Petrobras. Rousseff puede ser separada de su cargo si el Senado brasileño abre un juicio político, mientras el procurador general asegura que “en el ámbito” del gobernante Partido de los Trabajadores hay elementos que prueban la existencia de una “organización criminal”.

Entretanto, la justicia argentina empezó a investigar a la expresidenta Cristina Kirchner. Desde que Macri asumió la presidencia, y mientras tiene problemas serios, el Poder Judicial argentino ha acelerado las causas por corrupción durante el gobierno anterior y, de hecho, ya hay encarcelados. Por cierto, es llamativo que los mismos jueces que no sospechaban de los anteriores gobernantes cuando estaban en el poder, hoy encuentren que son culpables.

Y estos son solo dos ejemplos de los muchos que hay. La corrupción está generalizada porque es intrínseca al Estado moderno, que es el monopolio de la violencia con el cual gobierna: impone sus leyes con la fuerza policial. Y ya decían los griegos que la violencia es aquello que corrompe a la naturaleza. A diferencia del mercado -las personas-, donde las transacciones se realizan tras un natural acuerdo mutuo, el Estado impone coactivamente leyes, dejando el poder de decisión en burócratas susceptibles de ser sobornados.

Si comparamos el índice de corrupción de Transparency International con el de Libertad Económica de la Heritage Foundation, más allá de los errores lógicos en estas mediciones vemos que los más corruptos son los menos libres, aquellos donde el Estado tiene más peso y sus burócratas mayor poder de decisión.

Entre los menos corruptos aparecen Dinamarca, Finlandia, Suecia, Nueva Zelanda, Holanda, Noruega, Suiza, Singapur, Canadá, Alemania, luego EE. UU. (16), y más abajo Uruguay (21), Chile (23), Colombia (83), y ya entre los más corruptos: Yemen (154), Haití y Venezuela (158) y finalmente Corea del Norte y Somalia (167).

Y los más libres serían Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza, Australia, Canadá, Chile, Irlanda, Estonia, Reino Unido, EE. UU., Dinamarca y luego estarían Colombia (puesto 33), Uruguay (41), Perú (49), Costa Rica (50), México (62), Panamá (66), Guatemala (82), Nicaragua (109), Honduras (113), Brasil (122), Ecuador (159), Bolivia (160), Argentina (169), Venezuela (176), Cuba (177) y Corea del Norte (178).

En fin, para terminar, un caso real que muestra que la corrupción es intrínseca al estatismo. Para presentarse a las licitaciones de obra pública, los gobiernos exigen una serie de condiciones. Un ministro, al fin de cuentas, decide quiénes pueden o no presentarse, y los elegidos se cartelizan y reparten las obras que se realizarán con grandes sobreprecios. El ministro no es sobornado, pero cuando se retira del gobierno, el ganador de la obra pública lo nombra director de otra empresa de su grupo, con una remuneración elevadísima. Todo legal.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

La derrota de Evo

Por Mario Vargas Llosa. Publicado el 6/3/16 en: http://elpais.com/elpais/2016/03/03/opinion/1457026147_040257.html

 

La popularidad del presidente boliviano va apagándose y la opinión pública dejará de aplaudir a un régimen que es un monumento al populismo más desenfrenado

 

La derrota de Evo Morales en el referéndum con el que pretendía reformar la Constitución para hacerse reelegir por cuarta vez en el año 2019 es una buena cosa para Bolivia y la cultura de la libertad. Se inscribe dentro de una cadena democratizadora que va golpeando al populismo demagógico en América Latina de la que son jalones importantes la elección de Mauricio Macri en Argentina contra el candidato de la señora Fernández de Kirchner, el anuncio de Rafael Correa de que no será candidato en las próximas elecciones en Ecuador, la aplastante derrota —por cerca del 70% de los votos— del régimen de Nicolás Maduro en las elecciones para la Asamblea Nacional en Venezuela y el desprestigio creciente de la presidenta Dilma Rousseff y su mentor, el expresidente Lula, en Brasil, por el fracaso económico y los escándalos de corrupción de Petrobras que presagian también un fracaso catastrófico del Partido de los Trabajadores en las próximas elecciones.

A diferencia de los Gobiernos populistas de Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil, cuyas políticas demagógicas han desplomado sus economías, se decía de Evo Morales que su política económica ha sido exitosa. Pero las estadísticas no cuentan toda la verdad, es decir, el período enormemente favorable que vivió Bolivia en buena parte de estos 10 años de Gobierno con el auge del precio de las materias primas; desde la caída de estas, el país decrece y está sacudido por los escándalos y la corrupción. Esto explica en parte el descenso en picada de la popularidad de Evo Morales. Es interesante advertir que en el referéndum casi todas las principales ciudades bolivianas votaron contra él, y que, si no hubiera sido por las regiones rurales, las menos cultas del país y también las más alejadas, donde es más fácil para el Gobierno falsear el resultado de las urnas, la derrota de Evo habría sido mucho mayor.

¿Hasta cuándo continuará el singular mandatario echando la culpa al “imperialismo norteamericano” y a los “liberales” de todo lo que le sale mal? El último escándalo que ha protagonizado tiene que ver con China, no con Estados Unidos. Una examante suya, Gabriela Zapata, ahora presa, con la que tuvo un hijo en 2007, fue luego ejecutiva de una empresa china que ha venido recibiendo jugosos y arbitrarios contratos gubernamentales para construir carreteras y otras obras públicas por más de 500 millones de dólares. El favoritismo flagrante de estos contratos ilegales, denunciados por un gallardo periodista, Carlos Valverde, ha sacudido al país y los desmentidos y explicaciones del presidente sólo han servido para comprometerlo más con el enjuague. Y para que la opinión pública boliviana recuerde que este es sólo el último ejemplo de una corrupción que a lo largo de este decenio ha venido manifestándose en múltiples ocasiones aunque la popularidad de Evo sirviera para acallarla. Da la impresión de que aquella popularidad, que va apagándose, ya no bastará para que la opinión pública boliviana siga engañada, aplaudiendo a un mandatario y a un régimen que son un monumento al populismo más desenfrenado.

Ojalá que, al igual que los bolivianos, la opinión pública internacional deje de mostrar esa simpatía en última instancia discriminatoria y racista que, sobre todo en Europa, ha rodeado al supuesto “primer indígena que llegó a ser presidente de Bolivia”, una de las muchas mentiras que propala su biografía oficial, en todas sus giras internacionales. ¿Por qué discriminatoria y racista? Porque los franceses, italianos, españoles o alemanes que han jaleado al divertido gobernante que se lucía en las reuniones oficiales sin corbata y con una descolorida chompita de alpaca jamás habrían celebrado a un gobernante de su propio país que dijera las estupideces que decía por doquier Evo Morales (como que en Europa había tantos homosexuales por el consumo exagerado de la carne de pollo), pero, al parecer, para Bolivia, ese ignaro personaje estaba bien. Los aplausos a Evo Morales en Europa me recordaban a Günter Grass cuando recomendaba a los latinoamericanos “seguir el ejemplo de Cuba”, pero para Alemania y la culta Europa él no proponía el comunismo sino la socialdemocracia. Tener pesos y medidas distintas para el primer y el tercer mundo es, pura y simplemente, discriminatorio y racista.

Quienes creen que un personaje como Evo Morales está bien para Bolivia (aunque nunca lo estaría para Francia o España) tienen una pobre e injusta idea de aquel país del Altiplano. Un país al que yo quiero mucho, pues allí, en Cochabamba, pasé nueve años de mi infancia, una época que recuerdo como un paraíso. Bolivia no es un país pobre, sino, como muchas repúblicas latinoamericanas, empobrecido por los malos Gobiernos y las políticas equivocadas de sus gobernantes —muchos de ellos tan poco informados y tan demagogos como Evo Morales—, que han desaprovechado los ricos recursos de su gente y su suelo —sobre todo, cerros y montañas— y permitido que una pequeña oligarquía prosperara en tanto que la base de la pirámide, las grandes masas quechua y aymara, y la población mestiza, que es el grueso de sus clases medias, vivieran en la pobreza. Evo Morales y quienes lo rodean no han hecho avanzar un ápice el progreso de Bolivia con sus acuerdos comerciales con Brasil para la explotación del gas y sus empréstitos gigantes provenientes de China para la financiación de obras públicas faraónicas y, muchas de ellas, sin sustentación técnica ni financiera, que comprometen seriamente el futuro de ese país, a la vez que su política de nacionalizaciones, victimización de la empresa privada y exaltación de la lucha de clases (y, a menudo, de razas) incentivaba una violencia social de peligrosas consecuencias.

Bolivia cuenta con políticos respetables, realistas y valientes —conozco a algunos de ellos— que, pese a las condiciones dificilísimas en que tenían que actuar, arriesgándose a campañas innobles de desprestigio por parte de la prensa y los aparatos de represión del Gobierno, o a la cárcel y al exilio, han venido defendiendo la democracia, la libertad ultrajada, denunciando los atropellos y la política demagógica, la corrupción y las medidas erróneas e insensatas de Evo Morales y su corte de ideólogos, encabezados por el vicepresidente, el marxista Álvaro García Linera. Son ellos, y decenas de miles de bolivianos como ellos, la verdadera cara de Bolivia. Ellos no quieren que su país sea pintoresco y folclórico, una anomalía divertida, sino un país moderno, libre, próspero, una genuina democracia, como lo son ahora Uruguay, Chile, Colombia, Perú y tantos otros países latinoamericanos que han sabido sacudirse, o están a punto de hacerlo, mediante los votos de quienes, como los esposos Kirchner, el comandante Chávez y su heredero Nicolás Maduro, el inefable Rafael Correa, Lula y Dilma Rousseff los estaban o están todavía llevándolos al abismo.

La derrota de Evo Morales en el referéndum del domingo pasado abre una gran esperanza para Bolivia y ahora solo depende que la oposición mantenga la unidad (precaria, por desgracia) que esta consulta gestó, y no vuelva a dividirse, pues ese sería un regalo de los dioses para la declinante estrella de Evo Morales. Si se mantiene unida y tan activa como lo ha estado estas últimas semanas, Bolivia será el próximo país latinoamericano en librarse del populismo y recobrar la libertad.

 

Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura y Doctor Honoris Causa de ESEADE.

Brasil, preocupación global:

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 20/9/15 en: http://www.eluniversal.com/opinion/150920/brasil-preocupacion-global

 

Sin dudas la mayor preocupación de los actores económicos hoy es China, pero también empieza a preocupar -sobre todo entre vecinos y socios- Brasil, la sexta economía del mundo, y la primera de Latinoamérica representando casi un tercio del total de la región.

Lo cierto es que Fernando Henrique Cardoso, sin ser excelente, protagonizó uno de los mejores gobiernos (1995-2002) que tuvo el gigante latinoamericano. Redujo la «inflación» -el aumento del IPC- desde el 22% en 1995 al 2,5% en 1998 y continuó la apertura económica iniciada por Fernando Collor de Mello. Entre 1991 y 2001, el Estado recaudó US$ 103.300 millones por la privatización de empresas, mientras que el desempleo se mantuvo en torno al 5,5%.

Así se generó un boom de consumo, atrayendo numerosas inversiones, mejorando la recaudación fiscal, aunque la deuda estatal pasó de 14% del PIB en 1994 al 55,5% en el año 2000. Luego vino Lula y, para sorpresa, conservó la política económica pero aumentó el gasto ‘social’. Y Brasil creció estableciendo cierto liderazgo global gracias a las bases sentadas por Cardoso. Creídos los brasileros de que la política ‘social’ de Lula era exitosa, la profundizaron con Dilma Rousseff y ahora tienen una crisis severa.

A un excesivo gasto estatal se le suma el menor crecimiento de China, serias dificultades en Argentina -su tercer socio comercial- y un bajo nivel de inversión y de ahorro del 15% del PIB. Así las cosas, Standard & Poor’s (S&P) bajó la nota de la deuda soberana brasilera desde ‘BBB-‘ a ‘BB+’, considerado como de «bono basura», lo que supuso retirarle el «grado de inversión» que califica a los buenos pagadores.

Esta rebaja provocaría una salida de capitales de hasta US$ 30.000 millones en el corto plazo, entre otros motivos, porque algunos fondos de inversión están obligados a desinvertir cuando cae el «grado de inversión». Según S&P, la contracción del PIB brasileño será «más profunda»: -2,5% este año, -0,5% en 2016, y un ligero crecimiento en 2017. La «inflación» rondaría el 9% y el desempleo el 8%.

Ahora, el gobierno planea un nuevo «plan de ajuste» que llevaría el déficit de 0,5% a un superávit primario de 0,7% del PIB para el presupuesto 2016. Se recortaron gastos por US$ 6.800 millones y aumentarían impuestos dándole al gobierno US$ 7.300 millones de ingreso adicional. Congelan salarios del sector público, reducen los gastos; bajan los subsidios agrícolas y recortan los reintegros a los exportadores.

También se produciría un fuerte recorte de los programas como «Mi casa, mi vida» y otros como el de «Aceleración del Crecimiento», de obras públicas, y «Bolsa familia», la base del «Hambre cero». En fin, esto de subir los impuestos es un círculo vicioso, porque quita dinero productivo del mercado y terminan siendo pagados por los pobres ya que los empresarios los pagan, por ejemplo, subiendo precios. Y no tiene sentido aplicarlos a planes «sociales» porque no tiene sentido sacarles a los pobres para luego devolvérselos.

Con una economía en contracción y graves casos de corrupción la popularidad de Dilma está en el mínimo histórico para un presidente (8%). Y aunque algunos hablan de renuncia, parece difícil que deje el cargo por el momento, si hasta el principal líder opositor, Fernando Henrique Cardoso, parece desalentar su remoción del cargo.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Tribunal Electoral de Brasil ordena a Google retirar publicidad crítica de Rousseff

Por Belén Marty: Publicado el 30/7/14 en:

 

El Partido de los Trabajadores acusó a una consultora de «terrorismo económico» por asociar malos panoramas financieros a la reelección Dilma Rousseff en octubre.

En pleno escenario de campañas políticas, el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil ordenó el domingo a Google retirar inmediatamente de la red toda publicidad irregular lanzada por la consultora financiera Empiricus. El oficialismo acusa a la empresa brasileña de tener nexos con el candidato opositor Aécio Neves y de utilizar la especulación para sembrar “terror”, ya que la publicidad cuestionada advertía sobre un supuesto caos financiero en el caso de que la presidente ganase las elecciones el próximo cinco de octubre.

El pedido al organismo estatal fue realizado el pasado 25 de julio por el Partido de los Trabajadores (PT) que postula a Rouseff nuevamente como candidata presidencial y la noticia del domingo fue replicada en el portal oficial de la campaña oficialista Muda Mais (“Más Cambios”).

Allí explican que si bien respetan la libertad de expresión, lo que sucedió en este caso fue que los anuncios de Empiricus en los portales de noticias más importantes de Brasil (Estado de Minas y Correio Brazilense) sobrepasaron sus límites e interfirieron con lo que dictamina la ley electoral.

“Al anunciar formas de ‘proteger su patrimonio de Dilma’, la compañía crea un escenario de terror, vinculando la reelección de la presidenta a una posible oscilación —normal, por cierto— del mercado financiero”, informó el sitio web electoral de Rousseff.

Por su parte, el coordinador del PT Flavio Caetano expresó que Empiricus Research estaba emprendiendo un “terrorismo económico” y que “la empresa Empiricus ha utilizado posteos patrocinados en Google para divulgar contenido propagandístico favorable a Aécio [Neves] y desfavorable a Dilma, lo que es jurídicamente reprobable”.

En el documento enviado por los representantes de Dilma Rousseff, se pide que se suspenda en carácter preliminar y hasta el fin del período electoral, cualquier anuncio de la empresa Empiricus que pueda vincularse con la pelea por la presidencia de 2014 o con cualquiera de los candidatos. Además, pidieron a la justicia que interfiera y aplique una multa de R$30.000 (US$13.300) al opositor Aécio Neves, a Empiricus y a Google, esta última por ser la compañía contratada para la distribución del material aparentemente ilegal.

La defensa de Empiricus

En una nota de aclaración publicada en el sitio web de la empresa el 28 de julio, Empiricus responde a la acusación de publicación de propaganda electoral indebida.

Ejemplos de publicaciones de Empiricus en Google.

En primer lugar, invitan a la presidente a mostrar que realmente existe un nexo entre el opositor Aécio Neves y la empresa. Luego explican que la investigación que ellos realizaron demuestra que en caso de que la presidente resulte reelecta, los activos financieros se depreciarán. “Esto no es una opinión, es un hecho”, afirmaron.

“Los mercados reaccionan de manera diferente, con mayores posibilidades a favor de Aécio que de Dilma. Por supuesto, no hay ninguna predicción de que habrá una ruptura de esta correlación. Si fue así en el pasado, y es así en la actualidad, por tanto se supone que el mismo impulso continuará en el futuro, ya que no hay nuevos hechos que representen un cambio estructural en el proceso”, manifestaron.

En un subtítulo que rezaba “explicación para tontos”, describen cómo es el proceso de selección de anuncios de Google a modo de algoritmos que premian a los anuncios que másclicks reciben. Los anuncios relacionados con Dilma generaron muchísimas más visitas que aquellos de su opositor.

“Si bien es un hecho —no una opinión— que los mercados reaccionan de manera diferente a Aécio [Campos] que a Dilma, entonces uno no puede, al hablar de los mercados, dar el mismo trato a Aécio que a Dilma”, continuaron explicando.

El periodista y bloggero Reinaldo Azabedo de Veja —parte de la editorial Abril, una de las mas importantes de este país— escribió en su columna del 28 de julio: “¡Atención, lectores! Te puede gustar o no un periodista. Puede o no gustarte el análisis de un banco; puede o no gustarte la opinión del asesor. Aprobar o desaprobar estas consideraciones son parte del juego democrático. Lo que no pertenece al juego democrático es censurar las voces disidentes o, peor todavía, intentar impedir simples debates”.

¿Terrorismo electoral? publicidad de la empresa de consultoría en Google. (Empiricus).

El Banco Santander alerta a sus clientes de peso

La semana pasada, la filial brasileña del banco Santander envió un informe a sus clientes de mayor poder adquisitivo, en el cual aseguraba que la economía empeoraría en el caso de que Rousseff consiguiera la reelección. Los representantes del PT calificaron este hecho también como “terrorismo electoral”.

“Eso es terrorismo económico. Ellos hicieron eso en el pasado; ese tipo de análisis de Santander es una forma disimulada de asumir que tiene otro candidato”, indicó el vicepresidente del PT, José Guimaraes.

A raíz de este hecho, el banco envió una carta formal de disculpas a la presidente Rousseff y sacó un comunicado el viernes pidiendo perdón. Además, al menos uno de los autores del informe ya fue despedido de la institución.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

La careta del gigante.

Por Mario Vargas Llosa: Publicado el 13/7/14 en: http://elpais.com/elpais/2014/07/11/opinion/1405089994_921237.html

PIEDRA DE TOQUE. El mito de la ‘Canarinha’ nos hacía soñar hermosos sueños. Pero en el fútbol como en la política es malo vivir soñando y siempre preferible atenerse a la verdad, por dolorosa que sea

Me apenó mucho la cataclísmica derrota de Brasil ante Alemania en la semifinal de la Copa del Mundo, pero confieso que no me sorprendió tanto. De un tiempo a esta parte, la famosa Canarinha se parecía cada vez menos a lo que había sido la mítica escuadra brasileña que deslumbró mi juventud y esta impresión se confirmó para mí en sus primeras presentaciones en este campeonato mundial, donde el equipo carioca dio una pobre imagen haciendo esfuerzos desesperados para no ser lo que fue en el pasado sino jugar un fútbol de fría eficiencia, a la manera europea.

No funcionaba nada bien; había algo forzado, artificioso y antinatural en ese esfuerzo, que se traducía en un desangelado rendimiento de todo el cuadro, incluido el de su estrella máxima, Neymar. Todos los jugadores parecían embridados. El viejo estilo —el de un Pelé, Sócrates, Garrincha, Tostao, Zico— seducía porque estimulaba el lucimiento y la creatividad de cada cual, y de ello resultaba que el equipo brasileño, además de meter goles, brindaba un espectáculo soberbio, en que el fútbol se trascendía a sí mismo y se convertía en arte: coreografía, danza, circo, ballet.

Los críticos deportivos han abrumado de improperios a Luiz Felipe Scolari, el entrenador brasileño, al que responsabilizan de la humillante derrota por haber impuesto a la selección carioca una metodología de juego de conjunto que traicionaba su rica tradición y la privaba de la brillantez y la iniciativa que antes eran inseparables de su eficacia, convirtiendo a los jugadores en meras piezas de una estrategia, casi en autómatas. Sin embargo, yo creo que la culpa de Scolari no es solo suya sino, tal vez, una manifestación en el ámbito deportivo de un fenómeno que, desde hace algún tiempo, representa todo el Brasil: vivir una ficción que es brutalmente desmentida por una realidad profunda.

No hubo ningún milagro en los años de Lula, sino un espejismo que ahora comienza a despejarse

Todo nace con el Gobierno de Lula da Silva (2003-2010), quien, según el mito universalmente aceptado, dio el impulso decisivo al desarrollo económico de Brasil, despertando de este modo a ese gigante dormido y encarrilándolo en la dirección de las grandes potencias. Las formidables estadísticas que difundía el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística eran aceptadas por doquier: de 49 millones, los pobres bajaron a ser sólo 16 millones en ese período y la clase media aumentó de 66 a 113 millones. No es de extrañar que, con estas credenciales, Dilma Rousseff, compañera y discípula de Lula, ganara las elecciones con tanta facilidad. Ahora que quiere hacerse reelegir y que la verdad sobre la condición de la economía brasileña parece sustituir al mito, muchos la responsabilizan a ella de esa declinación veloz y piden que se vuelva al lulismo, el Gobierno que sembró, con sus políticas mercantilistas y corruptas, las semillas de la catástrofe.

La verdad es que no hubo ningún milagro en aquellos años, sino un espejismo que sólo ahora comienza a despejarse, como ha ocurrido con el fútbol brasileño. Una política populista como la que practicó Lula durante sus Gobiernos pudo producir la ilusión de un progreso social y económico que era nada más que un fugaz fuego de artificio. El endeudamiento que financiaba los costosos programas sociales era, a menudo, una cortina de humo para tráficos delictuosos que han llevado a muchos ministros y altos funcionarios de aquellos años (y los actuales) a la cárcel o al banquillo de los acusados. Las alianzas mercantilistas entre Gobierno y empresas privadas enriquecieron a buen número de funcionarios y empresarios, pero crearon un sistema tan endemoniadamente burocrático que incentivaba la corrupción y ha ido desalentando la inversión. De otro lado, el Estado se embarcó muchas veces en faraónicas e irresponsables operaciones, de las que los gastos emprendidos con motivo de la Copa Mundial de Fútbol son un formidable ejemplo.

El Gobierno brasileño dijo que no habría dineros públicos en los 13.000 millones que invertiría en el Mundial de fútbol. Era mentira. El BNDS (Banco Brasileño de Desarrollo) ha financiado a casi todas las empresas que ganaron las obras de infraestructura y que, todas ellas, subsidiaban al Partido de los Trabajadores actualmente en el poder. (Se calcula que por cada dólar donado han obtenido entre 15 y 30 dólares en contratos).

Las obras mismas constituían un caso flagrante de delirio mesiánico y fantástica irresponsabilidad. De los 12 estadios acondicionados sólo se necesitaban ocho, según advirtió la propia FIFA, y la planificación fue tan chapucera que la mitad de las reformas de la infraestructura urbana y de transportes debieron ser canceladas o sólo serán terminadas ¡después del campeonato! No es de extrañar que la protesta popular ante semejante derroche, motivado por razones publicitarias y electoralistas, sacara a miles de miles de brasileños a las calles y remeciera a todo el Brasil.

Las cifras que los organismos internacionales, como el Banco Mundial, dan en la actualidad sobre el futuro inmediato del Brasil son bastante alarmantes. Para este año se calcula que la economía crecerá apenas un 1,5%, un descenso de medio punto sobre los últimos dos años en los que sólo raspó el 2% . Las perspectivas de inversión privada son muy escasas, por la desconfianza que ha surgido ante lo que se creía un modelo original y ha resultado ser nada más que una peligrosa alianza de populismo con mercantilismo y por la telaraña burocrática e intervencionista que asfixia la actividad empresarial y propaga las prácticas mafiosas.

Las obras del Mundial de fútbol han sido un caso flagrante de delirio e irresponsabilidad

Pese a un horizonte tan preocupante, el Estado sigue creciendo de manera inmoderada —ya gasta el 40% del producto bruto— y multiplica los impuestos a la vez que las “correcciones” del mercado, lo que ha hecho que cunda la inseguridad entre empresarios e inversores. Pese a ello, según las encuestas, Dilma Rousseff ganará las próximas elecciones de octubre, y seguirá gobernando inspirada en las realizaciones y logros de Lula da Silva.

Si es así, no sólo el pueblo brasileño estará labrando su propia ruina y más pronto que tarde descubrirá que el mito en el que está fundado el modelo brasileño es una ficción tan poco seria como la del equipo de fútbol al que Alemania aniquiló. Y descubrirá también que es mucho más difícil reconstruir un país que destruirlo. Y que, en todos estos años, primero con Lula da Silva y luego con Dilma Rousseff, ha vivido una mentira que irán pagando sus hijos y sus nietos, cuando tengan que empezar a reedificar desde las raíces una sociedad a la que aquellas políticas hundieron todavía más en el subdesarrollo. Es verdad que Brasil había sido un gigante que comenzaba a despertar en los años que lo gobernó Fernando Henrique Cardoso, que ordenó sus finanzas, dio firmeza a su moneda y sentó las bases de una verdadera democracia y una genuina economía de mercado. Pero sus sucesores, en lugar de perseverar y profundizar aquellas reformas, las fueron desnaturalizando y regresando el país a las viejas prácticas malsanas.

No sólo los brasileños han sido víctimas del espejismo fabricado por Lula da Silva, también el resto de los latinoamericanos. Porque la política exterior del Brasil en todos estos años ha sido de complicidad y apoyo descarado a la política venezolana del comandante Chávez y de Nicolás Maduro, y de una vergonzosa “neutralidad” ante Cuba, negándoles toda forma de apoyo ante los organismos internacionales a los valerosos disidentes que en ambos países luchan por recuperar la democracia y la libertad. Al mismo tiempo, los Gobiernos populistas de Evo Morales en Bolivia, del comandante Ortega en Nicaragua y de Correa en el Ecuador —las más imperfectas formas de Gobiernos representativos en toda América Latina— han tenido en Brasil su más activo valedor.

Por eso, cuanto más pronto caiga la careta de ese supuesto gigante en el que Lula habría convertido al Brasil, mejor para los brasileños. El mito de la Canarinha nos hacía soñar hermosos sueños. Pero en el fútbol como en la política es malo vivir soñando y siempre preferible —aunque sea dolorosa— atenerse a la verdad.

 

Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura y Doctor Honoris Causa de ESEADE.

Brasil: Arranca en San Pablo cumbre mundial que decidirá el futuro de Internet

Por Belén Marty: Publicado el 23/4/14 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2014/04/23/brasil-arranca-en-san-pablo-cumbre-mundial-que-decidira-el-futuro-de-internet/?fb_action_ids=10152015747191583&fb_action_types=og.recommends

 

Dilma Rousseff, presidente de Brasil, dará un discursó hoy en San Pablo en la inauguración de la conferencia NetMundial frente a representantes de 85 países, donde se discutirán asuntos cruciales para la gobernanza global de Internet. Esta conferencia se realiza a un día de que el senado brasileño aprobara el nuevo Marco Civil de Internet, cuyo objetivo es garantizar el equilibrio entre los derechos y obligaciones de usuarios, el gobierno y las empresas, y mantener la apertura y descentralización de la red.

Según un comunicando de NetMundial, la reunión –que puede seguirse en vivo– es “una iniciativa conjunta del Comité Gestor de Internet en Brasil (CGI.br) y /1Net, el foro que reúne a las entidades internacionales de los distintos sectores que participan en la gobernanza de Internet.”

Además de Rousseff, confirmaron su asistencia al evento, entre otros, Paulo Bernado Silva, ministro de Comunicaciones de Brasil; Tim Berners-Lee, el científico británico conocido por ser el padre de la Web; y el estadounidense Vicent Cerf, también reconocido por sus aportes fundamentales para el nacimiento de Internet. Esta cumbre, que se celebra por primera vez, fue propuesta por la presidente de Brasil junto con la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), y contará con participantes del mundo empresarial, de la sociedad civil, la comunidad tecnológica y el mundo académico.

Internet cumple este año 25 años de vida y la cumbre NetMundial aprovechará la ocasión para tratar temáticas en torno a la seguridad, gobernanza y privacidad en la red. Uno de sus objetivos es dar un puntapié inicial para desarrollar la mejor forma de regular la infraestructura y uso de Internet.

Para Virgilio Almeida, secretario de política informática del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) de Brasil, “puede haber puntos de tensión en la cumbre” en relación al papel que deben tener los Estados en la gobernanza de Internet. Se buscará consensuar entre las distintas posturas que existen hoy en día con países que controlan absolutamente el contenido en línea (Cuba, China) y los actores que abogan por un Internet libre (Google), pasando por países como Argentina y el mismo Brasil, que han acusado a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos de conducir operaciones de espionaje informático en sus países.

“Nuestra crítica está relacionada al hecho de que Internet depende de los Estados Unidos. Los servidores raíz están todos en el hemisferio norte (Estados Unidos, Japón y Europa)”, manifestó Bernardo Silva. Manifestó que luego de conocerse el caso de Snowden se produjo una reacción por parte del público en general y esto, según él, produjo la necesidad de emprender un cambio.

NetMundial espera trazar los lineamientos para que la nueva estrucura de gobernanza global de Internet pueda ser implementada en el 2015.

“La Constitución de Internet”

El Senado de Brasil aprobó por unanimidad el martes un nuevo Marco Civil para la gobernanza de Internet en el país. La ley, que ha sido apodada “La Constitución de Internet”, tuvo que deshacerse de algunos puntos polémicos para su aprobación final. Por ejemplo, a pesar de lo que buscaba el oficialismo brasileño, no se obligará a las empresas proveedoras de servicios de Internet a mantener un centro de datos en Brasil.

La norma establece que empresas multinacionales como Facebook y Google se sometan a los fallos de las cortes nacionales que involucren a usuarios brasileños. También busca fortalecer la neutralidad de la red, al impedir que las compañías prestadoras de servicios cobren tarifas diferenciadas en función del consumo de ancho de banda.

Pero no todas las opiniones sobre el Marco Civil son favorables. Daniel Marchi, economista y miembro del Instituto Carl Menger en Brasilia, le explica a PanAm Post que el “Marco Civil de Internet representa un ataque a la libertad de expresión y a la privacidad de la información de los brasileños. Esta ley dará innumerables poderes al gobierno y a las autoridades judiciales”. Sobre la cuestión de la neutralidad de la red, añade: “Es perjudicial para el desarrollo de Internet, para los nuevos modelos de negocio, y para las inversiones necesarias para aumentar el tráfico”.

Marchi considera que la naturaleza de Internet elimina la necesidad de este tipo de leyes. “Principalmente por la competencia que existe en Internet. Si un determinado portal dejara escapar información privada de los usuarios, eso sería castigado por los mismos usuarios, que dejarían de visitar el sitio web”.

En su opinión, Internet es el ejemplo más claro de cómo funcionan los mercados libres. Afirma que si bien la red no es perfecta, “la competencia y el sistema de precios pueden garantizar los derechos de los usuarios mucho más efectivamente que la regulación”. En su opinión, la verdadera motivación de la regulación de Internet es que “a los gobiernos no les gusta la libre circulación de información. Venezuela ha sido un excelente ejemplo de eso. Turquía también. Sin hablar de Cuba, Irán o China, donde Internet ha sido censurado sistemáticamente.”

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial «Los Violinistas del Titanic», por Radio Palermo, 94,7 FM.