Los mayores errores de la gestión Kicillof

Por Adrián Ravier: Publicado el 13/8/15 en:

 

El ministro de Economía, Axel Kicillof, fue entrevistado recientemente por Joaquín Morales Solá y nos dejó -en 35 minutos- interesantes argumentos para defender su administración de la política económica.

En la entrevista arremetió una vez más contra los economistas ortodoxos, defendió la política de desendeudamiento, de reindustrialización y de inclusión social, enfatizó el fuerte crecimiento económico que el país experimentó desde 2003, recordó la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas. Se apoyó sobre ciertos economistas como Miguel Ángel Broda, Orlando Ferreres y Carlos Melconian para señalar que la economía está bien, creciendo un 1 %, que la inflación se desaceleró de un 40 % a un 25 % -sin recetas ortodoxas-, que las reservas están estables, que no hay problemas con los vencimientos de deuda, lo que deja una buena herencia para el próximo Gobierno, garantizando continuidad del modelo luego de 2015.

Cuando se le cuestionó el bajo crecimiento, el ministro de Economía explicó el complejo contexto internacional que nos acompaña, con caída en los precios de los commodities, con las locomotoras de China y Estados Unidos bajo ciertas dificultades y con Brasil en recesión.

Es precisamente ese contexto el que lo obligó a decidir aplicar una política contracíclica desde principios de 2014 para estimular el consumo interno mediante planes y programas, apoyado en un supuesto consenso de los economistas en las recetas keynesianas que se presentan en todos los manuales de macroeconomía y política económica.

Dejando de lado los discutibles números del ministro de Economía -que él mismo se ocupó de criticar antes de asumir funciones oficiales-, presentaré a continuación mis problemas con su administración de la política económica, que se pueden resumir en ocho puntos fundamentales.

1. No hubo crecimiento, sino recuperación.

El ministro de Economía enfatiza que la economía argentina duplicó el PIB en dólares desde 2003 a la fecha. Este puede ser un dato cierto, pero sesgado. La Argentina no logró en este período expandir su capacidad productiva, sino tan solo recuperar la actividad económica de la devaluación de 2001. En términos económicos, la receta de “impulsar la demanda para crecer” puede tener resultado visibles mientras hay capacidad ociosa, pero una vez que la economía se acerca al pleno empleo, el crecimiento económico solo puede ser generado a través de un proceso de ahorro e inversión. Tomando en cuenta que el propio ministro solo administró la política económica de este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el rumbo debió cambiar desde el consumo a la inversión, y sin embargo, se sostuvo en una dirección -con un diagnóstico equivocado-, manteniendo el relato de 2001, cuando la realidad que le tocó enfrentar ya era diferente.

2. La recuperación está basada en un enorme gasto público que empuja la demanda y crea empleo público, el que no se puede sostener en el tiempo.

El tamaño del Estado, medido como gasto público sobre PIB, ha alcanzado una proporción que es récord en el continente, y que no puede financiarse ni siquiera con la mayor presión tributaria de nuestra historia, que a la vez es récord en el mundo. Devolver a la Argentina a un nivel de gasto sostenible y reducir la presión tributaria a niveles normales solo puede dejar un alto desempleo y una nueva recesión que pone en duda el éxito del modelo. La Argentina se encuentra en el dilema de sostener la burbuja del gasto público, pero sin crecimiento económico, o equilibrar las finanzas públicas pero a costa de un alto desempleo estructural cuya solución fue solo temporal. Si en lugar de crear estas proporciones de empleo público, la economía argentina hubiera alentado realmente la inversión privada, entonces el aprovechamiento de esta década dorada para la región habría sido de largo plazo y el problema de desempleo estructural habría empezado a recibir una solución más genuina.

3. Comete los mismos errores del menemismo, multiplicando el déficit.

El ministro de Economía no pierde oportunidad para identificar las comparaciones entre el kirchnerismo y el menemismo, pero esto constituye una falsa dicotomía. Ambos modelos surgen del mismo partido político, pero lo más importante es que ambos han cometido el mismo error fundamental, que -como bien explicó- nos obsesiona a los economistas ortodoxos. Nos referimos al déficit fiscal. El ministro de Economía reconoció en la entrevista un déficit fiscal financiero de 3,7 % del PIB para 2014, el que dijo ser más bajo que el de Estados Unidos (4,2 %), Brasil (5,2 %) y el promedio de la región (4,9 %). Sin embargo, y sin entrar a cuestionar “sus” números, no es menor que la Argentina mantenga este déficit después de la enorme carga tributaria que señalamos con anterioridad, además de que los analistas pronostican que el déficit para este 2015 estará entre un 6 % a un 8 % del PIB. Este nivel de déficit aun está algo lejos de aquel que condujo a la economía argentina al Rodrigazo (12,1 %) y el fin de la tablita de José Martínez de Hoz (11,3 %), pero se acerca a aquel que condujo a la hiperinflación de 1988-89 (8,5 %) y al fin de la convertibilidad (7 %).

4. La política del desendeudamiento es un mito, si consideramos la deuda interna con el Banco Central y Anses.

El ministro de Economía muestra como un logro del oficialismo el bajo nivel de deuda externa sobre el PIB. Es un dato que debemos reconocer. Sin embargo, este resultado no se generó por medio de una política conservadora, sino por haber financiado el mencionado déficit fiscal con otras alternativas, como ser la emisión monetaria del Banco Central y los recursos de Anses. Lo dicho ha generado un Banco Central en quiebra bajo cualquier estándar contable, además de la mayor inflación del continente -después de Venezuela-, y de hipotecar el futuro de la población activa, gastando incluso los 30.000 millones de dólares que estaban en manos de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP) al momento de la nacionalización. Resulta curioso que parte de los logros del kirchnerismo son herencia directa del menemismo, pues se han gastado los recursos ahorrados en la década anterior y se ha apoyado el “crecimiento” de esta década en la infraestructura que expandió el Gobierno anterior.

5. La inflación no es necesaria.

El ministro de Economía lanzó una inflación estimada del 18 %, pero al margen de este número discutible, enfatizó que la oposición redujo sus estimaciones de 40 % a 25 %. Es cierto que la inflación se desacelera en este último año, sin embargo, surgen dos cuestiones para señalar. Por un lado, que la desaceleración de la inflación va acompañada de una desaceleración de la actividad económica, mostrando en este último Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner un preocupante estancamiento económico, con pérdida de empleo. Por otro lado, el ministro de Economía parece estar convencido de que la inflación -a estos niveles- es necesaria, lo que obliga a los argentinos a convivir con una moneda enferma, que afecta y reduce el potencial de crecimiento de los próximos años.

6. La devaluación es una consecuencia inevitable por la enorme expansión de la circulación y el bajo nivel de reservas.

Con estos niveles de inflación que el ministro de Economía reconoce, la dolarización espontánea es una consecuencia obvia. Pretender que la gente acepte la pesificación porque existe “estabilidad en la política económica”, que genera a su vez una “inflación estable” superior al 20 %, es confundir causalidad. Si realmente deseamos la pesificación, debemos empezar por la estabilidad monetaria, que el Ministro de Economía declaró que es un aspecto secundario como objetivo de política económica. Si a la vez tenemos en cuenta la relación pesos en circulación frente a dólares en reservas netas del Banco Central, la tendencia ofrece un tipo de cambio de largo plazo superior a $ 20, que es lo que -en definitiva- marca la expectativa del mercado. Quienes hoy especulamos con una devaluación, lo hacemos porque entendemos que es una consecuencia inevitable de la política monetaria del Banco Central, que solo se puede postergar a costa de seguir perdiendo reservas, aun con innumerables cepos que la economía ya no puede soportar.

7. El tipo de cambio que importa es el real, no el nominal.

En este aspecto, preocupa además la comparación que hace el ministro de Economía con Brasil. Mientras Argentina pasó el tipo de cambio oficial de 3 a 9 pesos por dólar, en Brasil pasaron de 4 reales por dólar -cuando asume Lula da Silva- a 3,30 reales por dólar hoy, comparación que ilustró para identificar su problemática apreciación cambiaria. Habría que señalarle al ministro de Economía, sin embargo, que la evolución del tipo de cambio nominal no representa nada, y menos aun en un país como Argentina, donde la inflación ha tenido valores elevados. Reconocer esta situación lo llevaría a comprender que la misma apreciación cambiaria que criticó en Brasil es la que sufre hoy la economía argentina, y no como consecuencia del desarrollo productivo, sino como consecuencia de la política económica elegida.

8. La “fatal arrogancia” de creer que se puede controlar todo el mercado.

El ministro de Economía señaló que es natural que los importadores soliciten un dólar más barato, mientras los exportadores pretenden un dólar más caro. Ofreció el ejemplo de un industrial que resultó librecambista para el insumo, pero proteccionista para el producto. A partir de allí justificó el proteccionismo, los cepos y una política económica selectiva, dirigida y coordinada por él y su equipo. Esto atrasa el debate de política económica, por lo menos, hasta 1810, cuando Manuel Belgrano enfrentó los intereses creados de todos aquellos que se veían favorecidos por la política económica de la colonia. También cae el ministro de Economía en la fatal arrogancia de creer que realmente puede controlar todas las operaciones del mercado. El ministro de Economía no parece saber distinguir entre empresarios y pseudoempresarios, o entre industriales y pseudoindustriales. El objetivo de la política económica debería estar basado en la igualdad ante la ley, lejos del clientelismo político y tendría que dar lugar -de una buena vez- a los empresarios en serio, sean chicos o grandes.

Cierro con las sabias palabras de Frédéric Bastiat (1850): “Yo, lo confieso, soy de los que piensan que la capacidad de elección y el impulso deben venir de abajo, no de arriba, y de los ciudadanos, no del legislador. La doctrina contraria me parece que conduce al aniquilamiento de la libertad y de la dignidad humanas.”

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

ACERCA DEL DISCURSO DE LA PRESIDENTE:

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

En mis escritos evito personalizar puesto que estimo que es mucho más fértil argumentar y discutir ideas. No solo para ahorrar energía, tiempo y espacio, sino porque en general las personas exponen sus recetas con la mejor de las intenciones (y si no fuera así es en realidad irrelevante a los efectos prácticos).

 

En este caso me refiero a la presidente de la República Argentina, aunque a esta altura,  luego de décadas de estatismo, de desigualdad ante la ley, de ocultamiento de los actos de gobierno, de intentos de eludir la alternancia en el poder, de concentrar funciones impropias de una sociedad abierta, de atropellar derechos de los gobernados y de intentos de bloquear la división de poderes, después de todo esto decimos, en rigor, no puede hablarse de una República.

 

En cualquier caso, una nota al pie: la presidente de marras fue al Congreso de la Nación a inaugurar un nuevo período de sesiones parlamentarias y henos aquí que omitió esa anunciada misión aunque no la exige la nueva reforma constitucional, después de hablar casi cuatro horas en el recinto no declaró la antedicha formalidad que ha sido una tradición argentina. En las líneas que siguen, por razones de espacio, marco telegráficamente los puntos más salientes del discurso en un balance de la gestión que adolece de llamativos defectos.

 

Abrió con una manifestación de un periodista inglés que aludió a cotizaciones de bonos argentinos en lo que la presidente consideró que alababa su gestión, lo cual ese mismo autor tuvo que refutar de inmediato puesto que aclaró que su comentario se debía a las buenas expectativas que surgen debido a la finalización del mandato de la funcionaria en cuestión.

 

Acto seguido se refirió a lo que denomina “desendeudamiento”, situación que ha sido desmentida una y mil veces puesto que la  sumatoria de la deuda pública interna y la externa es ahora mayor que antes de asumir su marido, a esto se agrega el presente default pero, curiosamente, felicitó a su equipo económico en medio de expresiones denigrantes para quienes son acreedores sobre la base de lo propuesto por el gobierno argentino y en la jurisdicción acordada.

 

Se refirió a las reservas de la banca central con cifras que no se condicen con las netas en esa institución y tomó como indicador relevante el turismo que es en gran medida debido a las dificultades de viajar al exterior por la escasez de dólares fruto del cepo cambiario y a los sabuesos que merodean en torno al uso de divisas extranjeras.

 

Ponderó una de las empresas estatales con abultado déficit y, a pesar de los despidos y suspensiones (“se suspendieron las suspensiones” dijo), subrayó que el empleo crece, y a pesar del uso y abuso de los fondos que corresponden a los jubilados sostuvo que la perspectiva de éstos son alentadoras en el contexto de destacar la “gratuidad” de fondos entregados a través de otros programas sin contemplar la financiación coactiva que proviene del fruto del trabajo ajeno, lo cual también hizo respecto a créditos estatales que, como es sabido, no son abonados con los patrimonios de los funcionarios sino con los recursos de los vecinos, todo lo cual reduce las tasas de capitalización y, por ende, los salarios e ingresos en términos reales.

 

Igual que muchos de la oposición, se pronunció por no insistir en la preponderancia de la empresa privada si el aparato estatal “lo puede hacer mejor”, ignorando no solo los incentivos de las primeras para servir a sus semejantes y la politización de las segundas (la forma en que se prenden las luces y se toma café son muy distintos), sino que dejó por completo de lado los cuadros de resultados como guía para la asignación de recursos.

 

Abundó en cohetes y satélites y sostuvo que los acuerdos con China están bien aunque no haya licitaciones en medio de secretos inaceptables y habló como si fuera la directora ejecutiva de una empresa para concluir que en lugar de exportar maíz e importar cerdo resulta imperioso darle maíz a los cerdos, lo que entendió la eximía de considerar las condiciones de mercado en las que los controles impuestos durante su gestión dificultan encarar proyectos.

 

Dijo que el déficit en las cuentas públicas se debe a la importación en el rubro energético y que esto, a su vez, se debe “al crecimiento económico” sin mencionar el incremento en los índices de pobreza y el descalabro que produjo con los subsidios  y la falta de inversión en el área junto a la confiscación y luego expropiación de la mayoría accionaria de la empresa petrolera (¿también con la tragicómica expresión ”de bandera”?).

 

En realidad lo que corresponde a un gobierno republicano es dedicarse primordialmente a la seguridad y la justicia, dos pilares que no son precisamente las características sobresalientes de esta gestión.

 

Finalmente dos temas: primero, llamó poderosamente la atención que una abogada exitosa se preguntara con cual Nisman se quedaba: si con el que la denunció públicamente o con escritos que eventualmente se encontraron entre los papeles del fiscal que para el meollo del caso resultan inconducentes, del mismo modo que cuando un escritor publica un libro y luego se encuentra otra versión entre sus pertenencias. Y segundo, fue del todo impropia, despectiva y amenazante la forma en que se refirió al Poder Judicial como una revancha a tanta imputación y procesamiento a funcionarios.

 

Hasta aquí los ejes centrales del último discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa, ahora es de interés detenerse en aspectos que van más allá de un discurso y que revisten gran importancia para el futuro argentino.

 

La decadencia argentina es debida al abandono de la tradición alberdiana para sustituirla por un estatismo galopante desde los años treinta y acentuada a partir del peronismo. Como la actual mandataria lo cita al inventor de ese movimiento fascista y totalitario y hay quienes en la oposición reivindican sus banderas, es pertinente reiterar algunos hechos sobresalientes de ese régimen sobre los que me he referido con anterioridad, la última vez en “La Nación” de Buenos Aires el 31 de mayo de 2013.

 

Escribió Juan González Calderón sobre el período peronista en  No hay Justicia sin Libertad. Poder Judicial y Poder Perjudicial (Víctor P. de Zavalía Editor, 1956) : “La tiranía había abolido, como es de público y completo conocimiento, todos los derechos individuales, todas las libertades cívicas, toda manifestación de cultura, toda posibilidad de emitir otra voz que no fuese la del sátrapa instalado en la Casa de Gobierno con la suma del poder, coreada por sus obsecuentes funcionarios y legisladores, por sus incondicionales jueces, por sus domesticados sindicatos y por sus masas inconscientes”.

 

El 21 de junio de 1957 Perón le escribe desde su exilio a su compinche John William Cooke aconsejando que “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños, se quedarán son ella. Los que toman una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de gorilas y los enemigos del pueblo. Los suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades, tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro” (Correspondencia Perón-Cooke, Garnica Editor, 1973, Tomo I).

 

Perón alentó las “formaciones especiales” (un eufemismo para enmascarar el terrorismo) y felicitó a los asesinos de Aramburu y de todas las tropelías de forajidos que asaltaban, torturaban, secuestraban y mataban. Declaró que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Montevideo, Marcha, febrero 27, 1970). Al poco tiempo, en su tercer mandato, al percatarse que ciertos grupos terroristas apuntaban a copar su espacio de poder los echó de la Plaza de Mayo durante un acto y montó desde su ministerio de bienestar social (!!) otra estructura terrorista con la intención de deshacerse físicamente del otro bando. En ese tercer mandato, reiteró la escalada de corrupción y estatismo a través de su ministro de economía retornando a una inflación galopante, controles de precios y reinstalando la agremiación autoritaria de empresarios y sindicatos.

 

En el período 1945-1955 el costo de la vida se incrementó en un 500% y después de la afirmación de Perón de que no se podía caminar por los pasillos de la banca central debido a la cantidad de oro acumulado, la deuda pública se multiplicó por diez en los referidos años de los gobiernos de Perón y en el país del trigo escaseó el pan y se monopolizó el comercio exterior a través del IAPI que también constituyó una plataforma para la corrupción de funcionarios públicos, tal como, entre otros, puntualiza Eduardo Augusto García (Yo fui testigo, Luis Lassarre y Cia, 1971).

 

Por su parte, Américo Ghioldi escribe que “Eva Duarte ocupará un lugar en la historia de la fuerza y la tiranía americana […] el Estado totalitario reunió en manos de la esposa del Presidente todas las obras […] el Estado totalitario había fabricado de la nada el mito de la madrina […] en nombre de esta obra social la Fundación despojó a los obreros de parte se sus salarios” (El mito de Eva Perón, Montevideo, 1952).

 

Nada menos que Sebastián Soler, como Procurador General de la Nación, dictaminó que “El país se hallaba sometido a un gobierno despótico y en un estado de caos y corrupción administrativa” (Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre bienes mal habidos del dictador Juan Domingo Perón, Corte presidida por Alfredo Orgaz que confirmó lo dicho por el Procurador General).

 

Cierro para decir que el uso de la fantasiosa expresión “gorila” es utilizada cuando no hay argumentos para responder. Esto me recuerda el cuento de Borges titulado “El arte de injuriar” en el que uno de las personas que debatía le arrojó un vaso de vino a su contertulio a lo que éste le respondió “eso fue una digresión, espero su argumento”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.

Las contradicciones económicas de la cuadrilla de demolición k:

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 9/11/14 en: http://economiaparatodos.net/las-contradicciones-economicas-de-la-cuadrilla-de-demolicion-k/

 

Vaya uno a saber si esas contradicciones son propias de la falta de conocimientos económicos de sus funcionarios, responde al lío económico en que están metidos por incapacidad propia o al espíritu destructivo

El gobierno está haciendo un manejo tan contradictorio de la economía qua vaya uno a saber si esas contradicciones son propias de la falta de conocimientos económicos de sus funcionarios, particularmente de CF y su ministro de Economía, o responde al lío económico en que están metidos por incapacidad propia en que una metida de pata los lleva a otra.

Por un lado se la pasan anunciando obras públicas en la creencia que el aumento del gasto público genera reactivación. Pero también es cierto que muchos de esos anuncios que muestran obras de utilería. Así que sabemos que el gasto lo aumentan, pero considerando las inauguraciones de utilería que son solo para “vender” por televisión, la realidad es que el gasto aumenta en otros rubros.

Lo cierto es que, aún con anuncios de utilería el flanco fiscal lo tiene totalmente descontrolado. Algunos datos. Al comparar el período enero-agosto de este  año con igual período de 2013, vemos que los ingresos corrientes del sector público nacional (impuestos, aportes y contribuciones al sistema previsional y otros ingresos como, por ejemplo, tasas de justicia) aumentaron el 33,5% en tanto que los gatos corrientes subieron el 46,5%. La diferencia es de 13 puntos porcentuales más y explica la extraordinaria emisión monetaria que tiene que hacer el BCRA para financiar el déficit fiscal, emisión monetaria que, obviamente, impacta sobre la tasa de inflación.

El gobierno, con esa capacidad que tiene para negar la realidad o tratar de esconderla detrás de números falsos, intenta reducir el déficit fiscal vía la contabilidad creativa, que no es otra cosa que contabilizar como ingresos corrientes del sector público nacional, rentabilidades que no existen. Solo existen en la imaginación contable del BCRA y la ANSES.

Para que tengamos una idea de la creciente dependencia de este dibujo contable o contabilidad creativa veamos que pasó en los primeros 8 meses de este año con lo que ellos denominan rentas de la propiedad, que no son otra cosa que utilidades inexistentes. Concretamente representaron una cuarta parte de los ingresos corrientes. Voy a ponerlo de otra forma, al comparar los ingresos corrientes de enero-agosto 2014 con enero-agosto 2013 vemos que se incrementaron en $ 193.333 millones, pero el 25% de ese aumento se explica por el crecimiento de las “rentas de la propiedad”.

Siempre comparando los primeros 8 meses de 2014 vs el mismo período de 2013, los ingresos tributarios aumentaron el 37,9%, los aportes y contribuciones al sistema previsional crecieron el 27,3%, otros como tasas de justicia, etc. 21,6% y las famosas rentas de la propiedad que ha inventado el gobierno subieron nada más y nada menos que el 153%. Como decía antes, si no fuera por esos $ 48.000 millones de rentas de la propiedad  extra que sacaron de la galera, los gastos corrientes crecieron 13 puntos porcentuales más que los ingresos corrientes. Un disparate mayúsculo. Mientras los ingresos corrientes, si contabilidad creativa subieron 7 puntos por debajo de la inflación, es decir, cayeron en términos reales, los gastos corrientes suben el 46,5%, o sea, 5 puntos porcentuales por encima de la inflación. Este desmanejo fiscal y conducir el país a una abismo económico es lo mismo. Impericia, capricho, ignorancia, solo Dios sabe por qué causa están haciendo semejante destrozo fiscal.

El gobierno se llena la boca con el discurso de desendeudamiento. En rigor, en este rubro está haciendo un lío fenomenal. El BCRA emite pesos para financiar al tesoro. Como esa emisión es muy alta, emite y luego quita del mercado parte de esa emisión monetaria utilizando diferentes instrumentos de endeudamiento como LEBACs Letras del Banco Central), NOBACs, (Notas del  Banco Central) y pases netos. ¿Qué son todos estos instrumentos de regulación monetaria? Deuda que toma el BCRA con el mercado financiero.

Para dar una idea del desastre de endeudamiento que está haciendo el BCRA  veamos qué ocurrió entre diciembre de 2013 y el 24 de octubre de este año. El Central incrementó su deuda en estos instrumentos en un 115%, pasando de $ 103.000 millones en diciembre 2013 a $ 222.000 millones al 24 de octubre. Al tipo de cambio oficial ese stock  de deuda es equivalente a U$S 26.500 millones. Casi el nivel de reservas que declara el BCRA. Pero lo relevante es que en menos de 10 meses el BCRA aumentó su deuda en el equivalente a U$S 14.000 millones, 10 veces más que lo que se niega a pagarle a NML y por eso entramos en default y desacato y ahora nos reclaman U$S 6.500 millones.

Que la deuda sea en pesos y no en moneda extranjera no cambia nada, salvo que la idea del gobierno sea no pagar la deuda que contrae o bien pagarla con una fenomenal emisión monetaria que genere un estallido inflacionario. Cambiar de acreedor y de moneda no significa desendeudarse.

Es más, el tesoro aumentó su deuda con el BCRA mediante los llamados adelantos transitorios. Es decir, el Central emite pesos para financiar al tesoro y el tesoro le entrega al Central un papelito en el cual le reconoce la deuda. Tomando el stock de deuda que tenía el tesoro con el BCRA en los últimos 12 meses, vemos un aumento de $ 41.800 millones, equivalente a otros U$S 5.200 millones de aumento del Central.

Pero la historia sigue. El tesoro le quita reservas al Central y a cambio le entrega unos papelitos que denomina Letras Intransferibles, que vencen del 2016 al 2022. En este caso la deuda del tesoro aumentó otros $ 142.000 millones en los últimos 12 meses, el equivalente a U$U 17.000 millones.

Es decir, el gobierno no solo tiene un fenomenal lío fiscal porque el gasto aumenta mucho más rápido que la recaudación, sino que el déficit fiscal que le genere ese desbalance lo financia por un lado con emisión monetaria, acentuando el proceso inflacionario, y además se endeuda en el mercado interno desplazando al sector privado del mercado crediticio al tomar tanta deuda para cubrir la otra parte del bache fiscal y, encima, dice que está desendeudándose.

Desplaza al sector privado porque el escaso ahorro interno que genera la economía interna, se lo lleva el estado para financiar sus disparatados gastos fiscales.

Pero para colmo, no solo el gobierno no está desendeudándose, sino que el aumento del gasto público lejos de estar reactivando la economía, profundiza la recesión, disparando la inflación.

Tantas contradicciones juntas en los resultados de sus medidas dudo que sean producto de una estrategia. Ni haciéndolo a propósito podían lograr tantas torpezas juntas.

No se conformaron con armar un fenomenal lío con déficit fiscal e inflación con recesión. Ahora tenemos más deuda, estamos en default, en desacato y, encima, estamos en default comercial porque el Central no autoriza el pago de importaciones realizadas.

¿Cuál es la buena noticia? Que el próximo gobierno, si es inteligente y se rodea de economistas serios, puede mostrar con claridad la herencia recibida, sancionar a los responsables y tener el apoyo de la gente para salir de este fenomenal destrozo que hizo esta cuadrilla de demolición que es el kirchnerismo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

La reestructuración completa está en juego

Por Adrián Ravier: Publicado el 31/7/14 en: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/07/31/la-reestructuracion-completa-esta-en-juego/

 

El Ministro de Economía de la Argentina estuvo ayer en el lugar soñado. De aquellas clases sobre economía marxista que recibí de él en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires a su conferencia en Wall Street se identifica esta única melodía. Disfrutó como un niño hablar de la crisis de 2008, culpar a los especuladores y a la falta de regulaciones, apuntar a las calificadoras de riesgo y maltratar a todos aquellos que participaron de la negociación. La ensalada verbal sólo puede comprenderla quien se acerque a su biografía. No fue tan explícito como Jorge Capitanich, quien señaló a Griesa y al mediador como agentes de los fondos buitres, pero lo dejó entrever. Resumiendo, el Ministro de Economía señaló que nadie entiende las restricciones a las que se enfrenta la Argentina.
Lo que no dijo Kicillof es que esas restricciones, como las cláusulas RUFO, las firmó el mismo gobierno argentino. Y no los gobiernos anteriores a 2001, sino este mismo gobierno en las dos reestructuraciones de 2005 y 2010 que calificó de exitosas. Tampoco dijo Kicillof que si estamos negociando en una jurisdicción norteamericana, esto se debe a que Argentina no habría podido colocar esos bonos bajo jurisdicción propia, por la falta de independencia judicial que tiene nuestro país.
Por supuesto que Kicillof cargó contra las gestiones previas a 2001, exaltó que este gobierno no necesitó tomar nueva deuda y enfatizó la exitosa política de desendeudamiento, que nos dejaría hoy con una deuda sobre PIB de alrededor del 40 %. Pero hay que agregar dos cosas: 1) el dato es incompleto, al menos hasta que la reestructuración se complete; 2) no fue la austeridad la que permitió este desendeudamiento, sino las expropiaciones varias  y una extraordinaria fortuna con la evolución de los precios de los commodities.
Kicillof no parece comprender los costos a los que se enfrenta el país. Es cierto que la deuda de los Holdouts representa el 1 % de la deuda a reestructurar después de 2001, sin embargo, el incumplimiento del fallo, avalado por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos –que a la vez es el Tribunal al que Argentina se sometió cuando colocó aquellos bonos-, pone en riesgo toda la deuda reestructurada por un posible incumplimiento de pago.
No es que Argentina mañana decida no pagar los bonos reestructurados. Es que las “reglas de juego” indican que se le puede impedir a la Argentina pagar intereses de los bonos reestructurados. Si esto ocurre, podría surgir una avalancha de juicios de los tenedores de esos bonos.
Kicillof puede gritar contra estas “reglas de juego” que su agónico marxismo promueve, pero el mundo se rige por estas reglas y conviene no contradecirlas. Durante el discurso de ayer, por un momento, parecía que Kicillof volvía al aula y se olvidaba del lugar de representación que estaba ocupando.
La única salida que hoy se visualiza en la Argentina es la que ofrecieron los banqueros privados –independientemente de que hayan sido presionados o no por el Presidente del BCRA-, comprando la deuda de los Holdouts. Sin embargo, es muy difícil que los banqueros arriesguen comprar el 100 por ciento de esta deuda sin garantías de que podrán recuperar en 2015 el capital total.
Si esta salida no prospera parece muy difícil encontrar un acuerdo hasta enero de 2015, cuando las cláusulas RUFO pierden vigencia.
Empezará entonces una carrera contra reloj por llegar a esa fecha sin sobresaltos, sabiendo que la Argentina no podrá tomar deuda para hacer frente a sus compromisos, y sólo podrá responder con sus limitadas reservas.
“Todo pasa”, decía ayer el Ministro. Pero su liviandad, en un momento tan delicado como este, muestra cierta incomprensión por los costos de la falta de un acuerdo. Repito: esta negociación no sólo pone en juego el 1 % de la deuda a reestructurar, sino toda la reestructuración de la deuda. Será difícil afrontar el déficit fiscal, la inflación, la recesión y el creciente desempleo sin acceso al crédito externo, y especialmente si se mantiene un modelo que rechaza cualquier ajuste fiscal.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Escenario económico tras las elecciones legislativas

Por Adrián Ravier. Publicado el 1/11/13 en: http://opinion.infobae.com/adrian-ravier/2013/11/01/escenario-economico-tras-las-elecciones-legislativas/

Las elecciones legislativas dejaron un panorama político complejo de cara a las elecciones de 2015. El kirchnerismo fue derrotado en la mayoría de las provincias, pero se mantiene como la principal minoría a nivel nacional y su candidato en 2015, sea el gobernador de Buenos Aires Daniel Scioli, el entrerriano Sergio Urribarri o el chaqueño Jorge Capitanich, tendrá una presencia fuerte en la próxima presidencial. La oposición se dividió victorias en distintas jurisdicciones. Mauricio Macri, a través de sus candidatos, se hizo fuerte en la Ciudad de Buenos Aires y comenzó un posicionamiento nacional para el PROSergio Massa logró una amplia victoria en la Provincia de Buenos Aires y se presenta como una alternativa dentro del justicialismo si tomamos en cuenta su alianza con intendentes del partido. Julio Cobos hizo lo propio en Mendoza y podrá ser el candidato del radicalismo. Hermes Binner en Santa FePino Solanas -como senador- en la Ciudad de Buenos Aires lograron resultados históricos para el socialismo. La dispersión de los votos deja claro que el éxito de estos candidatos en ganar las elecciones de 2015 dependerá de los acuerdos y las alianzas, pero estos escenarios mejor dejarlos para los politólogos.

Lo que me propongo analizar aquí es el escenario económico argentino de los próximos dos años y para eso, lo mejor es tomar las palabras de los propios dirigentes del oficialismo. Resumiendo: aquí no ha pasado nada. Una coyuntura electoral legislativa no cambiará el rumbo que tomó el gobierno hace 10 años.

Los problemas de la economía argentina se representan en tres desequilibrios básicos en el frente fiscal, monetario y cambiario, pero se podrían ordenar con voluntad política.

1. Desequilibrio fiscal

En el frente fiscal el gobierno año a año presenta un nivel de gasto muy elevado en comparación con los ingresos que genera la recaudación tributaria. En 2013, por ejemplo, el presupuesto ejecutado (según estimaciones oficiales) probablemente termine siendo 15% mayor al autorizado por el Congreso y el resultado financiero pasaría de un superávit de $ 587 millones a un déficit cercano a $ 45.000 millones. Esto viene ocurriendo desde hace siete años, aunque en 2007 la diferencia llegó a ser del 30 %. En este sentido, el Presupuesto aprobado por el Congreso vuelve a ser letra muerta como lo fue en los años ’80, y el déficit estimado para 2014, según un informe de Cippec, alcanzaría los $ 65.000 millones.

2. Desequilibrio monetario

La principal fuente de financiamiento de este déficit fiscal ha sido su monetización, lo que se observa en un crecimiento interanual de la base monetaria en torno al 40%Mercedes Marcó del Pont ya ha declarado en reiteradas ocasiones que no existe “independencia del Banco Central”, y que la función de la autoridad monetaria es asistir al gobierno cuando lo requiera. Esto garantiza una aceleración de la inflación, pues el gobierno inundará al mercado de pesos. Esto además presionará sobre el tipo de cambio oficial y sobre el “blue”, siendo muy difícil establecer un “techo” para la divisa.

Una alternativa que baraja el gobierno es acceder a deuda externa, aunque aquí se abren dos interrogantes. El primero es si el gobierno realmente desea tomar este camino cuando ha criticado al menemismo por hacerlo. Los mismos integrantes del oficialismo ofrecen respuestas contradictorias. El segundo es si el gobierno podrá acceder a tomar deuda, más allá de su voluntad, y si lo hacen, a qué costo financiero.

Es que se ha hablado mucho de una política de desendeudamiento, pero esto es sólo un mito. En diciembre de 2001 el stock de deuda pública, al momento de anunciarse el default, sumaba US$ 144.222 millones (fuente ASAP). En diciembre de 2011 la deuda pública total subió a US$ 178.963 millones y en junio de 2012 a US$ 182.741 millones (fuente MECON).

3. Desequilibrio cambiario

En el frente cambiario, la economía muestra un “retraso” que se evidencia en el tipo de cambio real. Cuantificar ese retraso es todo un debate, pero varios analistas lo han estimado con el índice Big Mac en torno al 40%, más del doble de Finlandia, Brasil y Francia, países que siguen en la lista.

Una posible devaluación y un cambio en el “cepo cambiario” están en la agenda del gobierno, pero es factible que estas políticas “aisladas” sólo agraven el problema.

Conclusión

En este contexto, el gobierno debe prender una vela para que haya cosechas récord y a la vez, apuntar a que la próxima Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, amplíe la política de liquidez que viene tomando Ben Bernanke. Si esto ocurre, aumentarán aun más los precios de los commodities y esto elevará la recaudación tributaria por derechos de exportación.

Decía al comienzo que estos desequilibrios tienen solución, sin embargo, las propuestas implican necesariamente un cambio de rumbo. El gobierno elige seguir su camino, independientemente de que el pueblo le ha dado la espalda en las urnas. La economía argentina es una olla hirviendo, y el déficit fiscal, la inflación y el retraso cambiario garantizan queestos dos últimos años de kirchnerismo no serán tranquilos.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.