Por Pablo Guido. Publicado el 7/1/13 en http://chh.ufm.edu/blogchh/
Hace unas semanas el actor francés, Gerard Depardieu, manifestó su intención de abandonar su país de nacimiento y establecer su residencia fiscal en otro país. El motivo de esta decisión estaría en la disconformidad del actor en el incremento de la carga tributaria por parte del Estado galo: para aquellos que tengan ingresos mayores al millón de euros se los gravaría con una tasa del 75%.
¿Cómo se llama lo que Depardieu hace? “Votar con los pies”, es decir, trasladarse a otras jurisdicciones para encontrar mejores servicios públicos y menor carga tributaria (clic acá para ir al artículo de Tiebout: “A Pure Theory of of Local Expenditures”). Es decir, frente a la disconformidad de los ciudadanos por las políticas adoptadas por los gobiernos existen varias alternativas: o votar en las urnas por el cambio de gobierno migrar a otro país. Esta última fue la decisión de Depardieu, a quien el gobierno ruso le acaba de dar la ciudadanía de ese país.
El contexto actual en muchos países desarrollados occidentales es el siguiente: niveles muy elevados de gasto público, acompañado de una carga tributaria y deuda pública creciente. Los déficit fiscales resultantes en la mayoría de los casos obliga a los gobiernos o a continuar con el endeudamiento o a subir impuestos o a bajar los gastos. Los incrementos en la carga tributaria hace que muchas personas o empresas hayan decidido migrar a países donde la “confiscación” tributaria sea menor. ¿La decisión de Depardieu se profundizará y populizará en este siglo que comienza? Mi estimación es que sí, que veremos en los próximos años a muchas más empresas y personas migrar a regiones donde el Estado no castigue con la voracidad que lo hace en el occidente desarrollado. La velocidad de este fenómeno dependerá de la velocidad con que los países de menor carga tributaria avancen en la incorporación de algunas instituciones que hasta ahora eran casi “patrimonio” exclusivo de las naciones avanzadas de Occidente: respeto a la propiedad privada, una economía abierta, moneda estable. Cada vez son más los países que logran ofrecer estas condiciones.
El siglo XXI quizás sea un siglo de migraciones masivas. No esta vez por motivos de persecuciones religiosas o hambrunas como en los siglos pasados. Esta vez será para huir de la “mano visible” del Estado en lo que respecta a su afán de gravar cada vez más a los individuos.
Pablo Guido se graduó en la Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Es Doctor en Economía (Universidad Rey Juan Carlos-Madrid), profesor de Economía Superior (ESEADE) y profesor visitante de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Investigador Fundación Nuevas Generaciones (Argentina). Director académico de la Fundación Progreso y Libertad.