Sancionar la corrupción: la base del plan económico

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 3/4/16 en: http://economiaparatodos.net/sancionar-la-corrupcion-la-base-del-plan-economico/

 

El que quiera progresar siendo corrupto tendrá como destino la cárcel

Mi impresión es que buena parte del electorado que votó por Cambiemos lo hizo, entre otras cosas, con la esperanza que por primera vez en la historia política reciente de Argentina, la corrupción sería sancionada con todo el rigor de la ley, aclarando que esa sanción no debería recaer solo sobre los perejiles, sino sobre los jerarcas del régimen k. No es un deseo de venganza lo que impera en buena parte de la sociedad, solo el deseo de aplicar la ley y que impere la justicia.

Macri ganó las elecciones sin tener mayoría en ninguna de las dos Cámaras del Congreso. En ese contexto parece haber dos líneas de argumentación al respecto. Por un lado están quienes dicen que como Cambiemos necesita el apoyo del peronismo en el Congreso para obtener ciertas leyes, un avance frontal de la justicia contra la corrupción de la “década ganada” generaría pérdidas de apoyo particularmente en el Senado. Tengo mis serias dudas al respecto, pero en todo caso sabemos que si algo no tiene la dirigencia política en general y el peronismo en particular es lealtad. Eso del día de la lealtad es parte del folclore argentino y si no vean como, ante la perspectiva de tener caja vía endeudamiento externo, en el senado buena parte del FPV aprobó el acuerdo con los holdouts. Digamos que billetera mata lealtad. Los mismos que en 2001 aplaudían de pie la entrada en default, la semana pasada votaban salir del default para tomar más deuda.

Por otro lado hay otra línea de argumentación sobre el tema de la corrupción que consiste en pedirle a la justicia que avance a paso redoblado para sancionar el latrocinio que el kircherismo llevó a cabo durante 12 años con toda impunidad, la persecución a quienes pensaban diferente fue moneda corriente y el abuso del poder y el uso del estado para amedrentar a los opositores rozó el terrorismo de estado, si no es que efectivamente lo fue. Quienes siguen esta línea de argumentación sostienen que sin proceder a un nunca más de la corrupción y del abuso del poder será imposible tener un verdadero sistema republicano.

¿Cuál de las dos posiciones resulta más útil? Si uno especulara con la conveniencia política de corto plazo, tal vez la primera alternativa podría llegar a ser la más beneficiosa para el gobierno, siempre y cuando solo buscara ventajas de corto plazo sabiendo que el PJ fuera del poder es una máquina de entorpecer al que gobierno para voltearlo. El peronismo nació golpista con Perón participando del golpe del 30 y parece que nunca ha perdido sus mañas al respecto.

Volviendo, ¿por qué la segunda opción es la más conveniente? En primer lugar, en lo que hace a la gobernabilidad, es tan desastrosa la herencia económica dejada por el kirchnerismo que dejarla al descubierto junto con la  escandalosa corrupción de estos años le haría comprender mejor a la gente las razones de medidas que pueden resultar antipáticas pero que inevitablemente hay que adoptarlas para superar el destrozo k. En otras palabras, denunciar la herencia recibida y la corrupción de estos 12 años hace a la política económica. Es parte de la política económica. Es parte de la comunicación que el gobierno tiene que brindarle a la población sobre la herencia recibida, tanto en las distintas áreas del gobierno como en lo que hace a la corrupción. Es parte de su deber republicano informar sobre el estado de la nación.

Ahora bien, pensando en el largo plazo, denunciar y que el Ejeccutivo colabore para que la justicia investigue los actos de corrupción es el camino adecuado para el crecimiento de largo plazo. Decía antes que denunciar y apoyar los actos de corrupción son parte de la política económica.

En efecto, los países que prosperan son aquellos que tienen instituciones con crean las condiciones de crecimiento de largo plazo.

Esas instituciones son normas, códigos, leyes, costumbres que regulan las relaciones entre los particulares y entre los particulares y el estado. Pero las normas, códigos, leyes y costumbres que le dan vida a las instituciones se basan, en última instancia, en los valores que imperan en la gran mayoría de la población. En un país donde el valor principal es vivir a costa del trabajo ajeno, no habrá inversiones, ni crecimiento,  ni mejora en la calidad de vida de la población. Si no hay costo por abusar del poder y cometer actos de corrupción la corrupción será la forma de gobierno. ¿Por qué no ser corrupto si es todo beneficio y tiene cero costos? Y en una sociedad gobernada por corruptos el sistema económico no se basa en la inversión y en desarrollar la capacidad de innovación de las personas, sino en el latrocinio. La regla es destruir riqueza robándole el fruto de su trabajo a los que producen. Pocos tienen estímulos para producir y muchos quieren consumir, con lo cual no hay crecientes bienes y servicios a disposición de la gente que es, en definitiva, lo que permite mejorar la calidad de vida de la población.

Si la regla es robar con impunidad, la inversión brillará por su ausencia y la pobreza cubrirá a la mayoría de la población, en tanto que al ser el robo la regla, la violencia también dominará a esa sociedad.

Por el contrario, si la corrupción es sancionada con toda severidad al igual que el abuso del poder, los gobernantes se cuidarán de incurrir en ambas prácticas porque saben que irán presos y las inversiones llegarán al país y la capacidad de innovación de la gente se desarrollará de tal manera que el país será un país de emprendedores con abundante trabajo y bien remunerado.

En síntesis, en mi opinión, aplicar sanciones ejemplares a quienes abusaron del poder durante los últimos 12 años y practicaron la corrupción con total impunidad es la base misma del plan económico, tanto de corto plazo como de largo plazo.

Sancionar el abuso de poder y la corrupción implica sentar las bases institucionales (reglas de juego) por las cuales quien quiera progresar en Argentina tendrá que trabajar. Y el que quiera progresar siendo corrupto tendrá como destino la cárcel.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Tres razones para desinflar la burbuja del Estado

Por Adrián Ravier: Publicado el 11/8/15 en: http://opinion.infobae.com/adrian-ravier/2015/08/11/tres-razones-para-desinflar-la-burbuja-del-estado/

 

Cuando los historiadores económicos se refieren a las grandes crisis económicas del siglo XX -y lo que va del siglo XXI- identifican cada caso con una burbuja. En la crisis de los años 1930, por ejemplo, los historiadores observaron burbujas bursátiles e inmobiliarias. La crisis dot-com de 2001 en Estados Unidos fue la burbuja bursátil de las acciones relacionadas a internet. La gran recesión de 2008, también en Estados Unidos, fue el desenlace de la burbuja inmobiliaria gestada desde fines de 2001. La crisis europea actual fue la de una burbuja inmobiliaria, seguida de una burbuja del gasto público que se ha pinchado en varios países, pero queda aún una brecha importante por corregir. Vale aclarar que las economías solo lograron recuperarse de las distintas crisis mencionadas cuando las burbujas se terminaron de desinflar y emprendieron un proceso de formación de capital a través del ahorro y la inversión.

En la Argentina de hoy la crisis que viene será asociada a la burbuja del gasto público, que se fue gestando desde 2003 y especialmente a partir de los dos gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, con sucesivos planes y programas.

Sin ánimo de ser exhaustivo, aunque presentados cronológicamente, recordamos ya en agosto de 2003 el Plan Manos a la Obra de Néstor Kirchner, seguido por la prolongación del Programa Remediar, la creación del Museo de la Memoria, el Plan Federal de Salud, el Plan Nacer Argentina, el Plan Espacial Nacional, el Programa de Becas del Bicentenario, el Programa de Apoyo de Infraestructura Universitaria, el Programa Argentina Trabaja, Fútbol para Todos, la asignación universal por hijo, el Fondo del Bicentenario para pagar la deuda externa, el Programa Conectar Igualdad, el Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario, Pakapaka, Tecnópolis, la recuperación de YPF, Procrear, el Programa Sumar (que fue una ampliación del Programa Nacer) o el Plan Raíces, entre otros.

Tres críticas presentamos los economistas a estos programas.

En primer lugar, que varios de estos programas y planes no se presentan como temporarios -mientras duró la crisis de 2002, con más de un 50 % de pobres y más de un 20 % de desempleados-, sino como continuos, garantizando a mucha gente una serie de ingresos que perdurarán en el tiempo. Esto evita que los beneficiarios tengan incentivos para buscar por sí mismos la generación de ingresos que les permitan abandonar esta dependencia del Estado. Más grave aún ha resultado el caso en que muchas personas rechazan posibilidades de trabajo para no perder un plan del Gobierno.

En segundo lugar, preocupa la sustentabilidad del gasto público total, el que no puede mantenerse aun con la mayor presión tributaria de la historia argentina, requiriéndose ahora de emisión monetaria para cubrir la brecha entre ingresos y gastos, y sometiendo a toda la población a niveles elevados de inflación. Axel Kicillof inició un proceso de ajuste por la vía de la inflación, pero el costo político de su sucesor será elevado, lo que puede implicar problemas de gobernabilidad para quien ocupe el sillón de Rivadavia en 2016.

En tercer lugar, desconocer que mucho de lo que estos programas hacen el mercado podría hacerlo por sí solo y de manera mucho más eficiente. Esto se vincula con el primero de los puntos planteados. Basta observar a nuestros países vecinos, con niveles de desempleo y pobreza radicalmente inferiores a los de Argentina, para comprender el daño que estos planes y programas le hacen a la población. Esto se vincula al debate que la Presidente ha querido abrir en distintos discursos -sobre qué Estado queremos-, pero al que nadie de la oposición atendió. Personalmente, pienso que el objetivo final debería ser que los argentinos tengan trabajo, ingresos propios, y a través de ese ingreso y el acceso a crédito puedan adquirir su casa, su auto o incluso pagar por los bienes y los servicios que deseen consumir, sean estos remedios, computadoras o incluso fútbol. En la medida en que esto se vaya logrando, el Estado debería ir reduciendo su tamaño, desmantelándose muchos de los programas y los planes o también los ministerios y las secretarías que este Gobierno ha creado. Que en esta “década ganada” el proceso haya sido contario a este ideal es una muestra de que hemos tomado el camino inverso al deseado. Que Daniel Scioli esté pensando hoy en crear nuevos ministerios y secretarías también es un camino opuesto al deseado.

Los economistas no exigimos un cambio hacia la anarquía y la desaparición inmediata de todos los planes sociales y programas, y menos aún en las condiciones de la Argentina en 2002 o 2003, sino un llamado de atención a los excesos de gasto que el kirchnerismo ha iniciado y el costo político y social que puede implicar revertir este proceso.

Tal como ocurrió en sucesivas crisis económicas, la Argentina no podrá retornar al crecimiento hasta que desinfle la burbuja del gasto público. Si la fase de desarrollo requiere inversión, como definió recientemente Miguel Bein -el asesor principal de Daniel Scioli-, y como sostiene también el equipo económico de Mauricio Macri, debemos tomar conciencia de que nadie querrá invertir en un país que mantiene un nivel de gasto público en torno al 50 % del PIB, con una inflación que supera -al menos- el 20 %, cuya presión tributaria es récord de todo el continente y que aún mantiene un déficit fiscal del 7 %-8 % del PIB.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Mirando el Presupuesto 2015.

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 17/9/14 en: http://opinion.infobae.com/nicolas-cachanosky/2014/09/17/mirando-el-presupuesto-2015/

 

El lunes 15 el Poder Ejecutivo presentó el proyecto de presupuesto para el año próximo. Como ya es costumbre, las críticas a las estimaciones del gobierno no tardaron en aparecer. Como ya es también costumbre, los datos muestran que estas críticas han estado bien fundadas; no hay motivos para creer que el presupuesto del 2015 sea una excepción. La gravedad institucional de lo que el kirchnerismo hace con el presupuesto es difícil de exagerar. La Ley de Presupuesto no es una mera ley más, es la “Ley de Leyes” justamente porque le especifica al Poder Ejecutivo qué es lo que debe ejecutar. Si bien el presupuesto es inicialmente preparado por el Ejectutivo, es al Legislativo al que le corresponde modificar y aprobar el presupuesto final. El rol del Poder Ejecutivo no es ni manejarle la vida al ciudadano ni comandar al Poder Legislativo. Como su nombre indica, el Poder Ejecutivo debe “ejecutar” el mandato que el pueblo le hace a llegar a través de sus representantes. Ese “mandato” es justamente el presupuesto a través del cual se le indica al Gobierno en qué debe gastar los recursos públicos (que pertenecen al pueblo, no al gobierno) y cómo es que esos gastos serán financiados.

El kirchnerismo ha hecho ya una costumbre del vicio de subestimar los recursos que tendrá a disposición. Dado que en el presupuesto se define cómo deben asignarse los recursos, subestimar los mismos genera recursos ociosos que el Gobierno luego utiliza a discreción (facilitado por la delegación año tras año de facultades en la Ley de Emergencia Económica.) El uso discrecional de recursos termina siendo un caldo de cultivo para la corrupción dado que el uso de fondos no está pre definido. No sorprende que a este gobierno no le falten serias sospechas de corrupción.

Los errores de cálculo del Gobierno no son menores, como lo señala un informe reproducido por Infobae.  Por ejemplo, en el 2014 se estimó un crecimiento del PBI del 6.2% mientras que la economía se contrajo un 1.6%. Un “error” de 7.8 puntos. Las estimaciones de inflación, basadas en el Indec, claramente se encuentran también fuertemente sesgadas. Al subestimar la inflación, los ingresos tributarios que dependen de valores de mercado se ven subestimados. Para ser un gobierno al que tan fácil le resulta criticar las estimaciones económicas de privados y dar lecciones de economía en foros internacionales, las dificultades para estimar a tan sólo un año variables centrales del país son preocupantes. Imagine que este tipo de errores son crónicamente cometidos por un piloto; ¿qué tan seguro se sentiría viajando en el avión de este piloto? Al ver los repetidos errores en las proyecciones de los distintos presupuestos, sumada a la delicada situación económica y social, es lícito preguntarse si el kirchnerismo está capacitado para manejar la economía del país. La sociedad y la dirigencia política en particular deben tener presente que legitimidad y capacidad de gestión son dos cosas distintas y que ninguna implica la otra.

Al mirar el presupuesto para el 2015 resaltan algunas inconsistencias así como algunas lecturas de cómo se utilizan los fondos públicos. Veamos tres inconsistencias y una lectura que surge del uso de fondos públicos.

Inflación: el gobierno estima una inflación del 15% (o del 1.2% anual) para el 2015. Las estimaciones privadas se encuentran en un 40% (la más alta desde la diciembre del 2001). Esto quiere decir que la tasa de inflación mensual debe bajar  de un 2.8% a un 1.2% mensual. ¿Dónde está el plan anti-inflacionario que va a lograr bajar la inflación a la mitad en el plazo de un año? ¿Está dispuesto el gobierno a reducir la financiación del BCRA y por lo tanto el gasto lo necesario para reducir la emisión monetaria al punto de cortar la inflación a la mitad? ¿O el gobierno piensa “bajar” la inflación bajando el indicador IPCNu?

Tipo de Cambio: el gobierno estima un tipo de cambio de 9.50 a fin del 2015. El gobierno también asume que la inflación a fin del 2014 será del 21.3%. La inflación oficial acumulada en lo que va del año es del 18.2% (lo que quiere decir que la inflación sólo será de un 3% en los últimos cuatro meses del año.) El gobierno también asume que en el 2015 el tipo de cambio evoluciona igual que la inflación. Esto es inconsistente con asumir que en lo que queda del 2014 el tipo de cambio caerá de 8.40 a 8.20 cuando aún queda sumar en el 2014 un 3% de inflación según lo asumido en el presupuesto. Si de aquí en adelante la inflación (oficial) evoluciona según el presupuesto (como se asume para el 2015), entonces el tipo de cambio debe ubicarse en 8.70, no en 8.20. Si en cambio la inflación de aquí a fin de año evoluciona al mismo ritmo que la inflación que ha tenido en el 2014, entonces a fin de año el tipo de cambio oficial debe ubicarse en 9.10. Se abren, entonces, dos posibilidades. Para mantener un tipo de cambio a fin del 2015 de 9.50 la inflación anual debe ser del 9.7% o 4.3% según el tipo de cambio a fin del 2014 sea del 8.7 o 9.1 respectivamente. Notablemente menor al 15% asumido por el gobierno. Si en cambio mantenemos el supuesto del 15% de inflación, entonces el tipo de cambio debe aumentar en el 2015 de 8.7 a 10.00 o de 9.10 a 10.47. En otras palabras, sin una apreciación del peso de 8.40 a 8.20 (recordemos que estamos en un contexto con una inflación interanual del 40%) los supuestos del presupuesto no son consistentes entre sí.

Déficit fiscal: los datos de déficit fiscal, central en todo proyecto de presupuesto, también presentan inconsistencias. El presupuesto asume un incremento nominal del 28% en los recursos tributarios. Esto implica un aumento del 7% por arriba de la inflación asumida en el presupuesto o un 12% por debajo de una inflación del 40%. O el gobierno está sumiendo un fuerte aumento impositivo o está admitiendo una notable caída en términos reales de los recursos tributarios. El gasto corriente muestra un aumento del 18.5%, pasando de 920.000 a fines del 2014 a 1.090.000 millones de pesos a fines del 2015. Desde el 2008 el aumento nominal del gasto corriente no baja del 27% anual. Sin embargo, si asumimos que el gasto corriente evoluciona en lo que resta del 2014 al mismo ritmo promedio que los últimos tres años, entonces a fines del 2014 se ubicará en 1.040.000 millones de pesos, 13% más del estimado en el presupuesto. Si el gobierno mantiene un 18.5% de incremento del gasto corriente, entonces a fin de año el gasto corriente se ubica en 1.230.000 millones de pesos llevando el déficit financiero estimado de 49.600 millones a 190.000 millones; casi cuatro veces el déficit financiero estimado en el presupuesto. Es decir, el gobierno está sobrestimando recursos ociosos al subestimar gastos más que subestimar ingresos. La estimación de la cuenta ahorro también muestra que las transferencias del BCRA y ANSES (rentas de la propiedad) estarían creciendo un 25% respecto al 2014. Otro dato que se contradice con una estimación a la baja de la inflación. Si descontamos este “maquillaje contable”, entonces el déficit financiero del presupuesto 2015 asciende a 205.440 millones de pesos en lugar de los asumidos 49.600 millones de pesos. Este número, que no corrige por transferencias del BCRA y ANSES, es mayor al déficit del 2014 neto del “maquillaje financiero.”

Como se puede apreciar, el presupuesto presentado por el Gobierno al Congreso adolece no sólo de serias inconsistencias, sino de supuestos irreales. Lamentablemente esto ya es costumbre en el kirchnerismo.

La estructura de gastos también deja extraer algunas conclusiones que no estarían recibiendo la atención debida. Mientras Seguridad se lleva un 5.5% del presupuesto, los servicios sociales representan el 59% del total del gasto público,del cual el 70% se destina a seguridad social. Estos programas sociales se iniciaron como necesarios paliativos en la crisis del 2001. ¿Por qué siguen creciendo luego de una década, la “década ganada” según el oficialismo? El hecho de que aún hoy se necesite asignar tantos recursos a seguridad social muestra que los distintos planes sociales han sido mal diseñados o por lo menos mal aplicados. Un plan social exitoso no es aquel que crece en recursos porque cada vez hay más necesidad del mismo. Por el contrario, un plan social exitoso es aquel que logra reinserción en el mercado laboral llevando a la extinción de dichos programas. Quiero ser claro en que no estoy sosteniendo que no sean necesarios planes sociales, basta con mirar los indicadores de pobreza como los estimados por la UCA. Lo que sí estoy sugiriendo es que la mala aplicación o el mal diseño de los planes sociales que no logran reinserción laboral son parte importante del ya casi descontrolado déficit fiscal en el que se encuentra el Estado. Los dirigentes políticos se deben un serio debate sobre cómo reformar la estructura y gastos del Estado para lograr una transición de un esquema insostenible a uno virtuoso.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE) y Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. 

De Lavagna a Kicillof, un único modelo

Por Adrián Ravier. Publicado el 30/1/14 en:

http://puntodevistaeconomico.wordpress.com/2014/01/30/de-lavagna-a-kicillof-un-unico-modelo/

 

Ante el ya evidente fracaso de la política económica populista del kirchnerismo en los diez años que van desde 2003 a 2013, surge cierta literatura que busca rescatar a algunos responsables directos de los acontecimientos actuales.

Eduardo Duhalde intentó rescatar por ejemplo a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, al punto de candidatearlo como una persona de experiencia para resolver la situación actual. Martín Redrado o Martín Lousteau escriben decenas de columnas críticas en las que intentan separarse del actual gobierno, cuando hace unos pocos años acompañaron el proceso. Es cierto, se podrá decir que desde 2007 Cristina Fernández de Kirchner se ocupó personalmente de profundizar ese mismo populismo que “nació” post-convertibilidad, pero cada uno de estos tres economistas tuvo su responsabilidad en la actual situación que sufrimos.

Para empezar, diré que la salida de la convertibilidad fue la peor que se podía haber diseñado. Eduardo Duhalde acusa al gobierno actual de improvisación, cuando él mismo prometió devolver dólares a quienes depositaron dólares, y sólo unos días después pesificó todos los depósitos y fue el responsable de la mayor estafa al pueblo argentino de las últimas décadas. En segundo lugar, hay que ser claros en que esa devaluación, que implicó el abandono de la convertibilidad y que hoy es vista como el comienzo de la “década ganada”, en realidad nos dejó con otra “década perdida”. Es cierto que entre 1998 y 2001 la economía estaba estancada y con alto desempleo, pero la devaluación convirtió esa crisis en una profunda depresión que hizo caer el PIB más del 10 % en 2002, además de destruir el Estado de Derecho.

 

A partir de 2003, la economía se fue recuperando, pero fue recién en 2008 cuando el PIB real alcanzó el nivel de 1998. Mientras Brasil o Chile emprendieron un proceso de crecimiento desde el techo alcanzado hacia fines de la década de 1990, Argentina tuvo que retroceder primero, para observar cómo en la década más afortunada en un siglo –en lo que refiere al contexto internacional-, tan sólo recuperábamos lo perdido. En pocas palabras, entre 1998 y 2008 Argentina no creció, sino que recuperó el terreno perdido por la desafortunada devaluación.

Recordemos que en 1999 hubo otra opción, que fue la dolarización propuesta por Steve Hanke y Kurt Schuler, claramente ignorada. De haberla implementado en su momento, la Argentina sería la primera economía latinoamericana en presentar un PIB per cápita de niveles europeos.

Volviendo a nuestros tres personajes de hoy, Roberto Lavagna asumió como ministro de Economía del presidente interino Eduardo Duhalde en abril de 2002, ratificado en el puesto por el presidente electo Néstor Kirchner en 2003 y desplazado en 2005 producto de disputas internas. Se destaca en general que lideró la recuperación de la economía argentina, pero durante su gestión inicia también el modelo económico vigente, que llamaremos “populismo”, caracterizado por un incremento acelerado del gasto público (especialmente en el nivel Nación), que se financió especialmente con mayor presión tributaria. Recordemos que con Lavagna como ministro de economía, ésta fue ascendiendo desde un 24 % hasta el 30 % del PIB.

Ser reemplazado por Felisa Miceli claramente no mejoró las cosas, aunque se puede decir que a partir de allí y hasta su muerte, Néstor Kirchner se mantuvo como un virtual ministro de Economía, aun con la llegada de Cristina Kirchner al poder. El nombramiento del joven Martín Lousteau como ministro de Economía en diciembre de 2007 iba en línea con esto mismo. Su margen de decisión era muy acotado, aunque cometió el incomprensible error de intentar aumentar aún más la presión tributaria que entonces estaba en el orden del 36 % del PIB. Todos recordamos su propuesta de incrementar las retenciones a las exportaciones de soja por encima del ya excesivo 35 %, que sólo se detuvo por el voto “no positivo” del vicepresidente. Más peleas internas dentro del gobierno, lo terminaron alejando en abril de 2008, y a partir de entonces se convirtió en un crítico del modelo.

El caso de Martín Redrado es un poco más complejo, ya que fue presidente del Banco Central entre septiembre de 2004 y enero de 2010. Durante su gestión jamás reconoció la inflación real, la que duplicaba y hasta triplicaba la oficial declarada por la institución que él presidía. Desde 2007 y hasta su renuncia la inflación sólo estuvo por debajo del 20 % en 2009, el año de la recesión global, al que la Argentina no pudo escapar. Redrado jamás reclamó la independencia del Banco Central, ni se negó a financiar el exacerbado gasto público del Ejecutivo, sino hasta que el oficialismo decidió apartarlo del gobierno.

En esta selección arbitraria de personajes responsables de la debacle que se viene, toca el turno ahora de Axel Kicillof. Claro, muchos dirán que Redrado y Kicillof piensan diferente y es cierto. Pero recordemos que era Kicillof quien antes de integrar el gobierno criticaba a Redrado por sus políticas inflacionarias en el Banco Central. Una vez dentro del modelo, Kicillof olvidó sus críticas, y al momento no hizo nada por corregir las contradicciones obvias de este modelo populista e inflacionario que él llama de “inclusión social”. La sensación que queda entonces es que no importa qué economistas se suman al modelo. Sin importar lo que piensen o en qué autores creen, una vez dentro del modelo se transforman en parte de él, y apoyan incluso aquello que va en contra de sus principios. Volviendo a esta última década, y con una mirada parcial, se podrá decir que hasta 2007 la economía argentina mostraba un superávit fiscal primario, que la inflación estaba controlada y que no existían los problemas cambiarios actuales, pero mi impresión es que se estaban generando las semillas de aquellos problemas que hoy sufrimos.

Y es que en la primera etapa del populismo, uno siempre observa el éxito del modelo, y especialmente cuando la economía parte de una situación deteriorada de actividad económica y empleo. Entre 2003 y 2007 entonces, el modelo populista muestra recuperación de la actividad económica, del empleo y del salario real. La continuidad del kirchnerismo era entonces obvia. Somos muchos, sin embargo, los que ya en esa etapa exitosa pedíamos cautela, y es que el gasto público empezaba a desbordarse, y las tendencias mostraban que ni el precio creciente de la soja, ni sus crecientes retenciones, podían sostenerlas.

No pasó mucho tiempo, hasta que los economistas que revisamos los datos nos empezamos a dar cuenta que la presión tributaria no cedía en su aumento constante, y al mismo tiempo, empezaba a ser normal la monetización del ahora evidente déficit fiscal primario. La aparición de los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios caracterizan precisamente a esta segunda etapa del populismo.

Preocupados por una inflación creciente, muchos economistas empezamos a alertar de los problemas en el modelo, pero fuimos ignorados. La tercera etapa del populismo es la actual, cuando estos desequilibrios básicos se extienden y empiezan a ser evidentes para toda la población a través de la mayor suba de precios, falta de ciertos productos, y anuncios desesperados del gobierno para ocultar lo que en realidad sucede.

Si el lector se pregunta por lo que vendrá, entonces debemos hablar de la cuarta etapa, la del “ajuste”, una etapa de la que nadie quiere hablar, pero que es difícil evitar. El “ajuste” viene acompañado de una inflación acelerada, recesión, problemas de empleo, caída en el salario real y aumento de pobreza e indigencia. Los economistas científicos pedimos a quienes niegan la necesidad del ajuste que nos muestren cómo se sostiene este nivel de gasto a lo largo del tiempo, pero no hay respuesta.

Ante esta realidad, la oposición debería presentar propuestas, pero éstas brillan por su ausencia. Muchos economistas identifican los desequilibrios, pero nada dicen de que es lo que se debe hacer. Nuestra propuesta, junto a Nicolás Cachanosky, es otra vez la dolarización, porque se corrigen los tres desequilibrios, se minimizan los efectos del ajuste y se genera una regla para evitar seguir cometiendo los mismos errores. Pero está claro que esta propuesta aislada es insuficiente. Ella debe entenderse sólo como una parte de una propuesta integral que poco a poco iremos presentando para delinear la Argentina del futuro.

 

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Argentina: Los Sospechosos de Siempre

Por Gabriela Pousa: Publicado el 25/11/13 en http://independent.typepad.com/elindependent/2013/11/argentina-los-sospechosos-de-siempre.html

 

“El mejor modo de conocer un país es averiguar cómo se trabaja en él, cómo se ama y cómo se muere. En nuestro país todo eso se hace igual, con el mismo aire ausente. Es decir, que se aburre uno y se dedica a adquirir hábitos. Los deseos de la gente joven son violentos y breves, mientras que los mayores trabajan para enriquecerse. Pero hay países donde la gente tiene la sospecha de que existe otra cosa. Aquí todo se hace sin darse cuenta, hasta morir es una dificultad. Nunca es agradable estar enfermo pero hay países que nos sostienen en la enfermedad. Pero aquí la importancia está en hacer negocios

Extraído del libro “La Peste” de Albert Camus

Como si un instante pudiera sintetizar una eternidad, como si una crónica periodística pudiese alterar la realidad, así se vive en la Argentina a finales de 2013. Con dificultades que exceden la lógica y se adentran en un abismo de marginalidad. Todo está presto para el negociado espurio, nada está dado para el trabajo honesto. Se ha impuesto la cultura del menor esfuerzo con siniestra majestuosidad.

Es por eso que un cambio insustancial de ministros despierta voces esperanzadas en la nada, y un fin de semana largo es vendido como reflejo de una década ganada… Sólo la débil memoria de los argentinos puede permitir eso. Si acaso el recuerdo de aquel fatídico 2001 sirviera para que la experiencia torciera el destino sería propicio insistir con estas crónicas…

Pero después de publicadas, también se modificó la escenografía y paradójicamente o no, asumió un tal Jorge Milton Capitanich la jefatura de ministros. Era otro calendario y otro el jefe de Estado pero al frente del equipo, estaba el mismo. 

Ningún homónimo, exactamente idéntico funcionario que respaldó la gestión de Sandra Mendoza al frente del ministerio de Salud del Chaco cuando las muertes por dengue crecieron exponencialmente. Capitanich sí, aquel que llevó a sus hijas adolescentes de veraneo a Panamá en el avión de la gobernación, aduciendo que aprovechó para hacer un control técnico que jamás se realizó. Es ese Capitanich que ahora algunos creen ha de salvar al país… 

Pero Argentina es o debiera ser mucho más que un teatro de mediocres actores recitando guiones plagiados al pasado. La vuelta de la Presidente apenas modificó la escenografía. Un par o dos de pinceladas sobre paredes raídas no alcanza, aunque enseguida se escuchen voces de algarabía sostenidas en espejitos de colores y aplausos de cotillón. Sigue el viejo espectáculo maniqueo convocando al tedio.

Posiblemente la crisis de hoy sea distinta a la de comienzo de siglo, otro contexto, otras causas pero la comandan los mismos que nunca solucionaron un ápice, y que en muchos ocasiones empeoraron la situación. ¿En qué sustentar pues las esperanzas?

Las proyecciones con base en datos fácticos, en evidencias empíricas y en cuentas sin dibujos acrobáticos muestran un país en caída libre.Posiblemente los tiempos no puedan determinarse como antes ya que es dable reconocer que, en los últimos años, ha habido un porcentaje de argentinos que han ganado más dinero de lo esperado.

Pero es el país de los contrastes donde también ha habido un porcentaje similar de ciudadanos – que deberían ser  contemplados en el contexto de las políticas igualitarias que tanto vocifera el kirchnerismo en su relato -, que han tenido que mudar a las villas, su decencia, sus naderías…

La ONG Techo comprobó durante un trabajo de campo realizado en sólo siete provincias, la existencia de 1.834 asentamientos, donde malviven más de dos millones y medio de personas. Y Chaco no es excepción a ello, al contrario. El pleno empleo que se lee en ciertas estadísticas tiene la certeza de los índices de inflación que dejara Guillermo Moreno como corolario de la desidia.

En ese contexto, proyectarse a la presidencia por el simple hecho de haber sido designado jefe de un gabinete escindido no tiene mucho sentido, como tampoco lo tiene vislumbrar cambios en un gatopardismo comprobado hasta el hartazgo.

El circo no se renueva. A lo sumo, los payasos  ensayan nuevas morisquetas. Algunos se van pero dejan sus huellas muy parecidas a esas llagas que permanecen abiertas…

Moreno , sin ir más lejos, no se va por sus fracasos sino por los fracasos del matrimonio Kirchner. En poco tiempo se comprenderá que el ex Secretario de Comercio no fue sino un soldado, el más brutal quizás pero un soldado, ni siquiera un general con propia tropa a su mando. Y las extorsiones y los aprietes tuvieron su razón de ser en empresarios que se dejaron apretar y extorsionar vaya a saber por qué…

Lo cierto es que frente a la derrota, deciden suavizar modos no métodos, y eso corrobora la continuidad del actual estado de cosas.

Temer ahora al comunismo que dice representar Axel Kicillof es ingenuo porque  el nuevo ministro no hará sino implementar los caprichos que le indiquen desde Olivos. El problema no es Marx, ni Keynes, ni Chávez, el problema es el kirchnerismo. El kirchnerismo con su modelo nacional y popular impuesto por Nestor Kirchner primero, y profundizado por Cristina Fernández luego. 

Ese modelo que persigue la pobreza del pueblo en detrimento de la riqueza del poder, el modelo que multiplica, simultáneamente, habitantes en la Villa 1-11-14 y en Puerto Madero y El Calafate. No quieren la revolución del Che sino la revolución de guante blanco, donde el revolucionario redentor es el mismo personaje que dirigió el gabinete de Duhalde cuando se produjo la mayor devaluación.

No es la metodología marxista de Lenin y Stalin sino la metodología de usura y apropiación de Cristóbal López y Lázaro Báez. Es otra vuelta de “robo para la corona”. No son los bolcheviques de Leningrado sino los “pibes” de barrios privados que, no usando corbata, se creen liberados de formas y mandatos… 

En ese ámbito estamos, girando en un círculo vicioso donde aumenta cada vez más la brecha que hay entre la sociedad y el ‘comando presidencial’.

Cristina sigue actuando coyunturas. Cristina sigue sacándose fotografías… Así concibe la historia de la Argentina: como un álbum de imágenes sueltas que no cuentan una trama verdadera. Aquella instantánea, por ejemplo, donde pudo vérsela embarrada en Tartagal, Salta, después de un alud, puede volver a sacarse hoy día porque nada ha variado en esa geografía.

Cada foto es una asignatura pendiente que se suma a otras tantas. Para la jefe de Estado todo empieza y termina cuando se abre el obturador de la cámara. Mientras, la gente vive la película sin pausa, sin tregua, sin intervalo siquiera…

La reciente aparición de la dama dando un discurso en un balcón interno de Balcarce 50, es el símbolo más perfecto de su proyección. Afuera hay un mundo que no mira. Afuera está la sociedad sin militancia, la que muy posiblemente vaya una semana a la costa atlántica pero sólo porque sabe que los pesos después no le servirán para nada.

No se trata, en definitiva, de bonanzas sino de desesperanzas, de dar por perdida la ilusión de un cambio que permita proyectar una vida y no apenas una estadía. Pequeñas grandes diferencias que la mandataria no está dispuesta a ver ni mucho menos a asumirlas…

 

Gabriela Pousa es Licenciada en Comunicación Social y Periodismo por la Universidad del Salvador (Buenos Aires) y Máster en Economía y Ciencias Politicas por ESEADE. Es investigadora asociada a la Fundación Atlas, miembro del Centro Alexis de Tocqueville y del Foro Latinoamericano de Intelectuales.

25 de mayo de un país disfuncional

Por José Benegas. Publicado en http://opinion.infobae.com/jose-benegas/2013/05/26/el-25-de-mayo-de-un-pais-disfuncional/

Pudimos ver el 25 de mayo el significado real de la referencia a una “década ganada” con la que el kirchnerismo define su paso por el poder. La fecha que celebra un acontecimiento nacional se utilizó para un acto partidario con las acostumbradas fantasías y autosobreseimientos que se conocen como “el relato”. Los que ganaron la década saben que los demás la perdimos, por eso que no hicieron otra cosa que convocar a empleados, proveedores y clientes de su sistema y excluirnos a todos los demás.

Demuestran con esa actitud su plena consciencia de que si ganaron la década fue a costa de todos los demás.

Lo que nos muestra el espectáculo que el kirchnerismo nos ofrece al borde del abismo es el rompimiento de vínculos sociales generales. Es la liberación que ellos ven como heroica de toda responsabilidad de ese poder que ostentan derivado de una legalidad que nos debería amparar a todos. Significa dar muerte a la legitimidad en función de la oportunidad que la legitimidad ofreció.

El negocio durará mientras fuera del oficialismo se tenga una visión autoritaria y opresiva de la idea de democracia como poder ilimitado de quien se impuso en las urnas. Si a esta privatización de los fines de la autoridad constituida se le sigue reconociendo justificación por un día en el que se realizaron unas elecciones, asimilando la asunción de un gobierno electo a la unción de un Nerón, entonces habrá que aguantársela o unirse a ellos.

Desde fuera del kirchnerismo se sigue compartiendo la posición de la mujer golpeada que permanece en el hogar en el que se dan las hostilidades. Que se queja y hasta denuncia, pero no cree que sea legítimo romper el pacto que no existe porque ya ha sido roto por el violento. Como el caballo que cree que sigue atado al palenque aunque las riendas estén sueltas.

Gobiernan para ellos y festejan el botín en nuestra cara. Al identificarse con el todo, decretan directamente nuestra inexistencia, pero existimos con toda claridad a la hora de pagar sus fiestas. No quieren deshacerse de nosotros, como el golpeador no tiene interés en deshacerse de su víctima.

Cuando se los critica, se llama a otra forma de convivir o se reclama que no se siga robando ni mintiendo, el aparato estatal tilda al disconforme de enemigo. Es decir nos coloca la supuesta legalidad en un vínculo con ella similar al que John Locke describía como “estado de guerra”.

Es entonces cuando viene la estocada final de esta perversión. Repasemos lo que ha pasado con todos, desde Mirtha Legrand, al campo, Clarín, Blumberg o cualquiera de los demás enemigos señalados del gobierno; esto es la deslegitimación de la víctima y el denunciante por medio de una segunda línea del aparato de propaganda: la de los neutrales que se dicen a sí mismos los serios. Unos que no denuncian al gobierno, por lo tanto tampoco lo padecen, porque denunciarlos sería ser enemigos (dado que las alternativas han sido reducidas a eso) y ellos quieren mostrarse “serios”. Los serios serán el estilete con el que se terminará de asesinar la reputación de los enemigos. No sólo serán atacados por el gobierno, sino también por la seriedad bienpensante, lo que los deja sin posición legítima alguna que puedan exhibir después de haber sido puestos a la parrilla.

El gobierno faccioso y autoritario produce este panorama sumamente patológico: agrede, explica las reacciones como enemistad y obtiene la colaboración de un ejército de tibios que para estar en el medio evitarán las críticas y demostrarán su neutralidad asimilando crítica o el ejercicio de la defensa a una hostilidad y ceguera que sólo cabe asignar al gobierno.

Así pasan de a poco a convertirse en marcados y muertos civiles cada uno de los elegidos, de la mano de los que repiten cosas como “no estoy ni con Clarín ni con el gobierno”, “acá hay una pelea en la que no tengo nada que ver”.

O si no su variante más miserable: “no hay que hacerle el juego a la derecha”, lo que es lo mismo que decir “hay que mentir para que no ganen los otros” o “que no se sepa así podemos seguir siendo de izquierda”. Todos perciben que el poder y su liturgia es un lugar de privilegio y que lo perderán si dejan correr la verdad así como así sin censura o autocensura.

El kirchnerismo es enfermo, pero deja también una sociedad profundamente enferma. Eso es lo que hemos ganado.

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.