Domingo Cavallo: “La tendencia a la inflación en la Argentina tiene que ver con licuar deudas, no pagarlas”

Publicado el 22/1/22 en: https://www.infobae.com/economia/2022/01/22/domingo-cavallo-la-tendencia-a-la-inflacion-en-la-argentina-tiene-que-ver-con-licuar-deudas-no-pagarlas/

El ex ministro brindó una charla vía Twitter junto al economista Nicolás Cachanosky, organizada por el periodista y ensayista José Benegas

Domingo Cavallo, el ex ministro de Economía de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, vinculó la tendencia que tiene la Argentina a registrar altos niveles de inflación durante tiempos prolongados a la intención de la clase dirigente, desde presidentes a gobernadores y ministros, “a licuar las deudas, no pagarlas”:

Así lo manifestó en un extenso diálogo que mediante Twitter convocó el periodista, ensayista y columnista José Benegas, y del que también participó el economista Nicolás Cachanosky. Durante la charla y ante un nutrido auditorio, los tres abordaron desde temáticas vinculadas a los desafíos que enfrenta la economía de Estados Unidos, el impacto de los conflictos geopolíticos -sobre todo Rusia y China-, el fenómeno de la alta inflación que se está expandiendo a los países de mayor peso relativo, y los problemas y urgencias que enfrenta la economía.

Si no se logra erradicar la inflación, predominan teorías e interpretaciones equivocadas de los problemas y de cuáles son las causas, por eso las decisiones siempre van en la dirección equivocada. Lograr la estabilidad es absolutamente prioritario”, aseguró Domingo Cavallo, al referirse al problema inflacionario argentino.

Para el ex ministro, “la tendencia a la inflación en la Argentina, tanto de gobernadores, presidentes y ministros, es porque entienden que hay que licuar las deudas públicas, no pagarlas. Pero también el propio sector privado está acostumbrado a sacarse de arriba las deudas a través de golpes inflacionarios”.

“El estatismo es fruto de grupos corporativos que tratan de que la inversión los beneficie a ellos”, consideró y puso como ejemplo los paradores de camiones que el gobierno nacional estaría dispuesto a financiar, en un negocio casi a la medida del poderoso sindicalista Hugo Moyano.

Según el economista, otro ejemplo es la interpretación y el discurso del gobierno nacional ante los cortes de electricidad que se produjeron entre la semana pasada y la actual. “Ahora se escucha de este Gobierno que la culpa es porque se privatizaron las empresas del Estado y no por las tarifas congeladas. Se arman relatos mentirosos y asignan mal la responsabilidad y explican mal las causas de los problemas”.

Para Cavallo, los 10 años sin inflación durante la Convertibilidad fue revertido por decisiones muy equivocadas de los políticos. “Ocurrió cuando se produjo el golpe institucional que se hizo para sacar a De la Rúa de la presidencia y a mí del ministerio de Economía. Esa decisión que tomó Duhalde destruyó esa regla, y ahora estamos pagando las consecuencias”.

“La barbaridad que hizo Duhalde, siguió Néstor Kirchner, Cristina Fernández y que ahora está acentuando Alberto Fernández, pero con el liderazgo efectivo de Cristina de Kirchner, es un retroceso de la economía y de la política”.

La posibilidad de reformas profundas

“En los 90 no podríamos haber hecho la privatización, la desregulación y la apertura si antes no lográbamos erradicar la inflación a través del régimen de Convertibilidad, que obligó a la política monetaria a dejar de producir inflación. Ahora, el punto de partida tiene que ser un buen programa de estabilización, basado en una reforma del régimen monetario y fiscal, las dos cosas al mismo tiempo, pero tiene que haber, primero, uno de cuajo, que es el nuevo régimen monetario”, consideró Cavallo.

Igual, aclaró que, junto a las medidas económicas, también estuvo como condición para el lanzamiento de la Convertibilidad el giro en “la política exterior”. “Eso no lo decidí yo, sino Menem, que tenía una gran intuición sobre lo que estaba pasando en el mundo. En el 89 cayó el Muro de Berlín, en el 91 se disolvió la Unión Soviética. Sin ese giro no se hubiera podido hacer”.

Un punto que también agregó Cavallo sobre la dificultad de aplicar ahora reformas integrales a la economía fue “la complicación adicional del tamaño del sector público. Hoy es mucho más grande que el de Alfonsín, que era 35% del Producto Bruto, mientras hoy es del 42 a 43 por ciento. Nosotros lo habíamos bajado al 25. Además ahora hay regulaciones absurdas, que afectan el funcionamiento de prácticamente todos los mercados”.

Para Nicolás Cachanosky, el actual momento es más complicado para aplicar un programa económico que permita resolver la inflación y recuperar el crecimiento tanto por el contexto económico adverso internacional, como porque ahora hay más pobreza e indigencia. Sin embargo, alertó sobre los costos de no afrontar una reforma de manera urgente.

“Hacer reformas tiene costos, pero no hacerlas tiene más costos. Ese mensaje no se envía de manera clara, transmitir el costo de no poner las cosas en orden”, explicó Cachanosky

La ilusión de los libertarios

Por otra parte y como mensaje optimista, Cavallo habló de manera elogiosa del sector político que se identifica con Javier Milei, quien también suele ensalzarlo y no duda en calificarlo como “el mejor ministro de Economía de la historia”. “Los libertarios son algo exagerados cuando presentan las ideas, pero estoy ilusionado con ellos. Están teniendo un impacto muy positivo en la juventud y eso lo puedo comprobar”, afirmó el ex ministro de Economía de Carlos Menem y Fernando De la Rúa.

“Creo que hay una pequeña luz de esperanza en la Argentina de que esta mala interpretación de nuestra historia, que se ha estado produciendo desde los principios de los 2000 hasta ahora, se revierta”, consignó. “Espero que en el mundo la tendencia de echar la culpa a la globalización, el libre comercio y la apertura de los países no cuaje, que no se arraigue en la educación de la juventud”.

Finalmente, Domingo Cavallo también reiteró su idea a favor de re privatizar Aerolíneas Argentinas, debido a la falta -a su juicio- de un buen servicio con tarifas competitivas. “Es una empresa que habría que re-privatizar y restablecer en el sector un clima de competencia y desregulación”, consideró como viene planteado desde hace años.

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE. Publica en @josebenegas

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. Es profesor de UCEMA. Publica en @n_cachanosky

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE MACRI

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 3/12/17 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/12/carta-abierta-al-presidente-macri.html

 

Al Sr. Presidente de la Nación,

Ing. Mauricio Macri:

Sé que en este momento tiene temas más urgentes que el que le voy a plantear. El submarino y el problema de los Mapuches son temas que demandan su atención ya, sin dilación, y no quisiera yo distraerlo de su concentración. Por eso, por suerte para usted, lo más probable es que esta carta, despachada a la nueva y aleatoria nube que nos rodea, nunca le llegue. Pero, si así sucediera, le aseguro que no es mi intención molestarlo.

Yo voté por usted sin mayores expectativas, sabiendo que iba a seguir la Argentina de siempre, excepto por la salida de los psicópatas del poder más peligrosos con los que se enfrentó la Argentina en toda su historia. Lo único que yo esperaba, usted lo hizo: sacarnos del camino a Venezuela. Por ende, gracias. No espero nada más.

Pero no esperar no es igual a no deber. Y debo decir ante usted y ante todos que, por favor, nos escuche.

Los liberales hemos recibido todo tipo de epítetos a lo largo de la historia argentina. Bueno, en realidad habría que ver quiénes son los liberales. Al menos yo, un liberal clásico, partidario de la democracia constitucional anglosajona y la economía de mercado fundada en la Escuela Austríaca (y, para colmo, católico) he recibido todo tipo de elogios. Fascista, demente, utópico, esquizofrénico, neoliberal y, el último que se ha puesto de moda, también: liberalote.

Usted, Señor Presidente, no confía en nosotros. Le asiste algo de razón: contrariamente a lo que piensan muchos, nunca hemos sido gobierno. La primera y última vez fue con la Constitución de 1853. Luego, hubo de todo, desde lo parecido hasta lo grotesco: conservadores, antiperonistas, autoritarios, menemistas, y se me acabaron los adjetivos. Así que tiene razón: ¿qué esperar de quienes nunca se embarraron las manos en la política concreta? La única respuesta a eso puede ser la esperanza de lo nuevo. Como dice un famoso título de un famoso autor: ¿por qué no probar la libertad?

Señor presidente, escúchenos. Sé que sus asesores más cercanos le dirán que no lo haga, pero, finalmente, uno de los dramas del poder es que usted, finalmente, está solo. Solo con su conciencia. Finalmente, es esta última la que tiene que escuchar.

Usted juega el papel, aunque no lo haya buscado, de ser una esperanza. Eso no es raro en una Argentina bipolar que siempre cae tan bajo. El autoritarismo de los conservadores. El golpe del 30, casi nazi. El ascenso del Mussolini argentino. El peronismo sin Perón del 56 en adelante. El golpe del 66, con toda su rudeza. Las guerrillas que ya se estaban preparando. La guerra de los 70, con la corrupción, bajeza y banalidad del gobierno de Isabelita. El golpe del 76. La guerra sucia. Su tristísimo final. Pero ahora, escuche más: el Alfonsín cuya economía no le deja terminar su mandato. El Menem que sigue con el gasto público, la deuda pública y la presión impositiva. Su enorme corrupción. Y de vuelta, la esperanza democrática. El gobierno de la Alianza. Que sigue, sin embargo, con lo mismo. La explosión de la deuda pública y la deuda externa. El default. Otra vez, el tristísimo final, y lo que sigue es tan sencillamente horroroso que no quiero, ni hace falta, que se lo recuerde.

Usted tiene ahora dos alternativas. O dentro de algunos años es uno más en esta lista de fracasos, o pasa a la historia como el estadista que quiere ser.

Yo, Señor Presidente, no soy nadie como para explicarle de política concreta. Yo jamás podría haber hecho lo que usted hizo: vencer al kirchnerismo en las elecciones. Jamás. Soy sólo un profesor de filosofía, pero me atrevo a seguir porque sé distinguir entre el corto y el largo plazo.

A corto plazo está haciendo lo que puede y lo que pudo. Pero permítame hablarle del largo. Si, sé que es un largo camino, pero es usted el presidente.

Usted sabe perfectamente que el gasto no puede seguir como está. Lo sabe en su conciencia, aunque mucho no lo pueda decir. Usted sabe que no puede emitir moneda para financiarlo. Usted sabe que no puede elevar más la presión impositiva. Y usted sabe que, según fuentes serias, la deuda pública llega en estos momentos a 293.789,3 (¿importa que sea 790) millones de dólares.

Usted no confía en nosotros porque lo han convencido de que somos unos locos e insensibles que en lo único que pensamos es en echar a todo el mundo a la calle. No. No es verdad, aunque injusto es que los argentinos en general miren bien a los que engañan sumando al estado la desocupación real de la economía en subdesarrollo. Pero no se trata de echar gente y que luego le incendien la Casa Rosada. Aunque, recuerde, a De la Rúa se le incendió. Nunca lo olvide.

Por favor le pido que piense en las funciones del estado. Usted tiene más o menos unos 35 organismos, entre ministerios y secretarías, sin contar las sub, sub y sub y etc. Tiene todo ello porque cree que todo ello es necesario. Ha sacado a los corruptos y ha puesto a gente honesta, pero cree que todo ello es necesario. No. Si usted sabe cómo funciona una economía de mercado y una sociedad libre, y creo que lo sabe, usted puede quedarse con una Secretaría de Hacienda y un Ministerio de Relaciones Exteriores. No mucho más.

Todo lo demás, usted lo puede eliminar. Y al mismo tiempo, eliminar todas las legislaciones y reglamentaciones que esos organismos se encargan de controlar. Piense en todo el gasto que se reduciría ipso facto. Piense en todos los impuestos que podría bajar y eliminar, comenzando con el de la renta. ¿Y qué sucedería? Que todos los emprendedores de los que usted siempre habla, quedarían libres para emprender todas esas funciones, que burócratas detrás de sus escritorios creen que pueden ejercer cuando, claro, no tienen nada que perder.

Al mismo tiempo, formalizaría ipso facto a todos esos sectores carenciados que no pueden pasar a la economía formal porque esas reglamentaciones y organismos se lo impiden.

Así sí, a mediano plazo, las cuentas públicas podrían comenzar a reordenarse. ¿Y los empleados públicos? Mantenga a todos los de planta, aunque no vayan a ejercer funciones. Déjelos si es necesario tres años cobrando sus sueldos, mientras amortiza las cuentas públicas con el ahorro que implica todo el conjunto de medidas anteriores. Las cuentas dan. Reúnase con los directores de la Fundación Libertad y Progreso (Agustín Etchebarne, Aldo Abram, Manuel Solanet) y haga las cuentas. Dan. Porque no es sólo cuestión de calculadora, sino de concepción del estado.

¿Y las provincias? Olvídese de la coparticipación. Prepare una reforma de mediano plazo. Las provincias no deben depender más de Nación. Pero no todas las provincias son económicamente auto-sustentables. Divida al país en 6, no muchas más, regiones administrativas autosustentables, que comiencen a financiarse solas, y suspenda toda relación económica entre Nación y Provincias. El estudio fue hecho por Roberto Dania y Constanza Mazzina en el 2008. Será la primera vez, además, que habrá un federalismo genuino, con gobernadores realmente autónomos del poder ejecutivo nacional.

Y el estado no tiene por qué dejarse de ocupar de salud, educación y seguridad social. Sencillamente, una vez hecha esta transformación, delegue todo ello en las seis regiones mencionadas. No tiene por qué ponerles un nombre, son sólo regiones administrativas. Y desregule totalmente al sector privado en materia de salud, educación y seguridad social. O sea, des-monopolice, quite las regulaciones nacionales, abra al país a la diversidad, tan nombrada, y tan poco practicada en un país monopólico y unitario.

Y hable con la CGT. Usted sabe cómo, yo no. Pero explique ante la opinión pública que nuestro sistema sindical es el de la Italia Fascista de Mussolini. La gente no lo sabe. Vaya, dígalo, explíquelo. Y elimine el sindicato único por actividad.

¿Le parece mucho? Creo que es poco, pero si no, usted sabe cuál es la alternativa. Usted puede seguir con todo como está, y puede ser que los organismos internacionales le sigan prestando. Como si la escasez no existiera. Pero usted sabe, en conciencia, en esa conciencia a la que estoy apelando –jamás podría apelar, por ejemplo, a la de una nueva senadora muy conocida- que ello no es posible. Si usted no hace estas reformas estructurales de fondo, va camino al default. Tal vez no ahora, pero sí dentro de unos años. Lo sabe, lo sabe perfectamente. No hay salida. Se le acabarán los dólares, terminará en el control de cambios, será como Kicillof pero le terminarán diciendo Macrillof. ¿Quiere usted eso? ¿No? ¿Y entonces?

Señor presidente, hay una diferencia entre un simple político y un estadista. El político sigue a la opinión pública, el estadista, en cambio, la cura. Le hace una especie de terapia social, y eso sólo se logra con auténtico liderazgo moral e intelectual. Mandela, Gandhi, educaron a su pueblo. No fueron demagogos, ni siguieron lo que todos pedían, ni engañaron: tenían un norte, sabían a donde iban, tenían un sólido fundamento moral y lo supieron decir. Su decir fue resultado de su ser, y no al revés, como le recomiendan algunos. Señor presidente, sea estadista. Mire para adelante, mire al largo plazo, y entonces sabrá AHORA qué hacer y cómo decirlo.

La verdad, no creo, en mi interior, que nada de esto suceda, pero sí creo que tenía que decirlo. Mientras tanto, no estoy desilusionado, porque yo no me ilusioné con usted. Seguiré con mi docencia, en la Argentina de siempre, con sus males de siempre, si es que un piquete no me mata antes o algún otro joven idealista no me pone otra bomba. Pero qué hermoso sería que me sorprendiera. No por mí: sorpresas, casi todas buenas, me dan mis alumnos. Pienso en la extrema pobreza, en las zonas más subdesarrolladas, en los niños desnutridos del Chaco y de 3 km a mi redonda. Contrariamente a la mayoría de los argentinos, sé que el mercado, para ellos, no es lo que sobra, sino lo que les falta. Vamos. En Venezuela ya no estamos. Gente honesta ya tenemos. Vamos. Sólo falta visión. La suya. La argentina sigue siendo presidencialista.

No hay otra salida.

Su liberalote amigo

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Luego de la marcha el gobierno tiene la palabra

Publicado el 3/4/17 en : http://economiaparatodos.net/luego-de-la-marcha-el-gobierno-tiene-la-palabra/

 

La función del gobierno es, ahora, dejar de dar tantas vueltas con la política económica y terminar con este populismo light

Confieso que nunca fui muy partidario de las marchas, ni aún en las de la era k. Si bien fui a varias o a casi todas en la era k, un gobierno corrupto y con tendencia autoritaria no se amilana ante marchas opositoras. En todo caso libera a sus fuerzas de choque para que agraden a los manifestantes dándole a la policía la orden de liberar la zona y dejar que los grupos de choque atacaran a ciudadanos pacíficos. Lo vimos en la era k. Los corruptos y autoritarios no se asustan por ver a millones de personas pacíficamente protestando en las calles. Vean a Maduro como hambrea y mata a su pueblo a pesar de las multitudinarias marchas que salen a la calle en su repudio. Maduro y los k están cortados por la misma tijera. Corruptos y autoritarios.

Personalmente no veía necesaria la marcha del sábado 1 de abril por dos razones: 1) no creo que estemos en una situación similar a la del 2001 cuando sacaron la gente a la calle y voltearon un endeble gobierno como el de De la Rúa y 2) no me quedaba claro si la marcha era para repudiar el terrorismo reivindicado el 24 de marzo por parte del kirchnerismo o en apoyo del gobierno de Cambiemos.

En lo personal no coincido con la política económica de Cambiemos ni con la política en general. Veo a un gobierno con miedo al cambio. Que en vez de poner orden disolviendo los piquetes que le hacen la vida imposible a la gente decente que trabaja y la matan con impuestos, el gobierno arruga y le da más plata, obras sociales y llama al dialogo a los piqueteros que no están justamente pasando hambre sino queriendo vivir a costa de la gente que trabaja, cuando no intentado conspirar contra el gobierno. Al simple ciudadano que se atrasa con sus impuestos lo persiguen como si fuese el peor criminal de la tierra mientras al piquetero le tienen todas las consideraciones.

En definitiva, veo a Cambiemos como un gobierno más de los tantos que hemos tenido en la historia reciente que no se anima a realizar cambios y se limita a buscar cómo financiar el populismo heredado. Es un gobierno que no tiene tendencias autoritarias pero tampoco comprende las reformas estructurales que necesita encarar para que Argentina entre en una senda de crecimiento de largo plazo.

El punto es que el gobierno de Cambiemos se lo compara con el nefasto período k. Es como comparar el purgatorio con el infierno. Obvio que uno está mejor en el purgatorio, pero no significa que uno esté en el cielo y mucha gente tiende a comparar el gobierno de Macri con el cielo. En mi opinión están exagerando.

Pero ese infierno k volvió al centro de la escena el 24 de marzo cuando lo peor de terrorismo de los 70 y del kirchnerismo salió a recordar a los terroristas asesinos. Las violentas palabras de Bonafini, una mujer llena de odio, resentimiento y violencia, hicieron recordar los 70 con las metrallas terroristas matando gente inocente. A eso se le agregó el hartazgo de la gente con los piquetes diarios, la salvaje huelga docente y el descontrolado acto de la CGT que hizo recordar los enfrentamientos entre el fascismo peronista de los 70 y la izquierda peronista.

Ese combo de atrocidades en que Bonafini es una especie de Herminio Iglesias del peronismo kirchnerista, generaron esta marcha que, en mi opinión, no fue como la del 8N o cuando lo asesinaron a Nisman en cantidad de gente, pero sí fue muy importante. Al menos eso vi en Av. Maipú, frente a la Quinta de Olivos donde fui para ver cuánta gente había.

Cada uno puede tener sus argumentos de por qué se produjo una marcha que ni el gobierno esperaba que tuviera tanta envergadura. Mi visión es que la gente salió a la calle a hacer el trabajo que el gobierno no se anima a hacer. Ponerle el pecho al kirchnerismo destituyente que con desesperación quiere que se caiga el gobierno de Macri.

Mi visión sobre esta marcha era diferente. Primero el gobierno, al que le delegamos el monopolio de la fuerza, debe asumir la responsabilidad de restablecer el orden público terminando con los piquetes. Es falso que si la policía pone orden le van a tirar un muerto para que el gobierno se caiga. Esos son argumentos de miedosos que le tienen tanto pánico al peronismo y que prefieren seguir haciendo populismo peronista para no enfrentar el peronismo.

Y si por poner orden se producía algún intento destituyente por parte del kirchnerismo, entonces sí se justificaba que la gente saliera a la calle a defender el sistema de gobierno.

De todas maneras, la marcha se hizo y me parece que si se hubiera hecho en forma más coordinada, muy probablemente esa marcha se hubiese acercado más al 8N en cantidad de gente.

Como dice mi amigo Dardo Gasparré, la gente salvó al gobierno de Macri que bastante complicado está con las huelgas, los piquetes y la economía que no termina de arrancar. Habrá que ver si el gobierno sabe aprovechar esta oportunidad.

Insisto, creo que le dijo un categórico no a Bonafini y a los grupos terroristas que asolaron la Argentina en los 70 y al kirchnerismo en particular. El miedo de volver a esos años oscuros y al corrupto kirchnerismo que acosa al gobierno con huelgas y piquetes fue el motor que, me parece, movilizó la marcha.

La función del gobierno es, ahora, dejar de dar tantas vueltas con la política económica y terminar con este populismo light, al tiempo que le corresponde utilizar el monopolio de la fuerza para terminar con los piquetes aunque tenga que pagar costos políticos. Para eso se lo votó. Para que ejerce el monopolio de la fuerza en defensa de la población, no para que lo use de acuerdo a sus conveniencias políticas de cara a las próximas elecciones.

Unas semanas atrás Alejandro Rozitchner decía que dudaba si el país estaba a la altura de sus decisiones. Según él, no las de Macri sino si la gente estaba a la altura de lo que había que hacer. La marcha del otro día mostró que la gente está a la altura de defender un sistema republicano a pesar de tener un gobierno que no termina de entender el problema económico institucional. Veremos si ahora el gobierno está a la altura de la respuesta que la gente le dio al kirchnerismo y al terrorismo con un contundente rechazo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

No son errores de decisiones, es la falta de un plan

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 1/2/17 en: http://economiaparatodos.net/no-son-errores-de-decisiones-es-la-falta-de-un-plan/

 

El error es la falta de un plan económico de corto y largo plazo que le permita ir tomando decisiones en forma ordenada y estableciendo prioridades

Muchas personas, creo que de buena fe, suelen afirmar que si bien el gobierno no está haciendo reformas estructurales, es porque hay que ir de a poco para que no vuelvan los k. Aclaro que esta afirmación no me la han formulado funcionarios del gobierno. Si bien conozco a varios de ellos desde hace muchos años, no mantengo contacto con ningún funcionario del gobierno. Dejo en claro este punto para que nadie piense que esa frase me la ha dicho algún funcionario del PRO. Esa gente es, en realidad, víctima del pánico que tienen a que vuelvan los k. El argumento sería algo así como una autoextorsión. Se extorsionan a ellos mismos y al resto diciendo que o nos bancamos lo que hace el gobierno lentamente o vuelve la noche k.

Salvando las distancias, recuerdo que producido el golpe de 1976, los militares no querían hacer grandes reformas estructurales en el sector público porque argumentaban que con el terrorismo acechando, hacer cambios estructurales como por ejemplo reformar el sector público podía generar conflictividad social que alimentara las filas terroristas. El resultado es que la política económica de esos años fue horrorosa, los capitostes terroristas se mantuvieron vivos y, con el tiempo, tuvieron el poder.

Hoy se considera que no hacer reformas estructurales es la mejor forma de evitar el regreso k, con lo cual mantenemos la larga decadencia económica argentina. Y, por favor, no me corran con que se avanzó mucho eliminando el cepo cambiario y los controles de precios. En todo caso en la época de De la Rúa tampoco había cepo cambiario, había total libertad para comprar divisas, no había derechos de exportación para los granos y se podían exportar libremente y no por eso vamos a decir que tenía en orden la economía. Por el contrario, el descontrol del gasto público con déficit fiscal llevó a un creciente endeudamiento externo que, cuando se cortó, condujo a la crisis de 2001/2002 y la llegada de los k en 2003. Así que no tener cepo cambiario, ni controles de precios, ni prohibiciones de exportaciones o derechos de exportación no garantiza nada sobre el futuro político argentino.

El gran error de De la Rúa fue poner a un equipo económico progre al frente del ministerio de Economía como eran Machinea, Bein y Gerchunoff que luego de aplicar un impuestazo a la clase media y tomar deuda externa dejaron la economía peor de lo que la habían recibido. Lamentablemente, ante una situación económica más grave como la que heredó Macri, también puso al frente de la economía a un progre como Prat Gay y otros intervencionistas en diferentes áreas del gobierno, algo que no cambió con Dujovne ni el resto de los integrantes del área económica.

El punto a considerar no es solamente si las no reformas estructurales y el gradualismo en el cambio de precios relativos llevarán a buen puerto económico, sino si son la mejor forma de evitar que vuelva el corrupto y autoritario kirchnerismo.

Francamente no estoy tan seguro que el kirchnerismo esté definitivamente muerto. Las constantes malas noticias que significan el gradualismo (hoy suben la luz, mañana los combustibles, pasado el agua potable, etc.) pueden desgastar al gobierno y, dado que no hay gran oposición política, revivir o quitar de la agonía al corrupto kirchnerimo, salvo que la gente opte por Massa. Tal vez me equivoque y el kirchnerismo termine siendo cosa del pasado a pesar el gradualismo de Cambiemos. En ese caso, sin reformas estructurales, pasará otro período más de esta larga historia de decadencia económica argentina. Cambiemos habrá sido una frase más de campaña pero en la realidad tendría que haber sido continuemos.

Combatir el populismo autoritario del kirchnerismo con un “populismo democrático” no va a conducir a buen puerto porque todo populismo requiere de dosis crecientes de autoritarismo para sostenerse.

El gobierno no tiene que ver el proceso de toma de decisiones como el error. El error es la falta de un plan económico de corto y largo plazo que le permita ir tomando decisiones en forma ordenada y estableciendo prioridades. Cuando trabajamos en dos oportunidades con un grupo de economistas para establecer los lineamientos de un plan económico, al analizar dónde bajar el gasto público nos quedaba claro que el único rubro que no podía tocarse era el de los jubilados. Y el gobierno fue y se metió justo con ese tema.

Tanta importancia que le dan a las señales y el marketing político que les ordena Durán Barba, debería haberles dejado en claro que si bien no era un problema económico grosero que cada jubilado en promedio cobrara $ 20 menos, lo importante son las señales, la forma de comunicar las cosas según el marketinero político. Hasta en el marketing político cometen errores por falta de un plan.

En definitiva, me parece que revisar este desorden de tener fragmentado el área económica, el rechazo a tener un plan económico claro y con buena comunicación, la explicitación de la terrible herencia recibida y la decisión de abandonar el largo camino de la decadencia y comunicar un plan de largo plazo para entrar en una senda de crecimiento son los elementos que siguen faltando y los que le dan de comer a peronismo y al peronismo kirchnerista para criticar a Cambiemos. Si esto fuera un partido de tenis, el gobierno comete demasiados errores no forzados y pierde el set por errores propios, no por winners del adversario.

La mejor forma de espantar el fantasma del kirchenerismo no es asustar a la gente con su vuelta, sino pulverizándolo mostrando lo que dejó y encarando una política económica de cambio en serio. Una política económica que le permita a la gente ver una luz al final del túnel que entusiasme. Que se vea que el esfuerzo de hoy será la recuperación y el bienestar de mañana.

Obvio que para lograr cambiar la Argentina va a ser necesario terminar con muchísimos negocios “sociales” como el empleo público y los que viven de planes “sociales”. Justamente de eso se trata cambiar.

La gente está harta de pagar impuestos para financiar planes sociales, ñoquis y un estado que no presta el más mínimo servicio. Que el gobierno capte este mensaje, haga un plan y lo comunique. Tendrá un gran apoyo de la población y Cambiemos será un gobierno de cambio en serio.

El gobierno debe recapacitar y aceptar que ese humo que alguien les vendió diciéndoles que porque Macri se sentaba en el sillón de Rivadavia iban a llover las inversiones, fue puro humo. Las inversiones van a llover con Macri sentado en el sillón de Rivadavia pero con otra política económica totalmente diferente y dejar de hacer política como si estuvieran vendiendo un detergente y empezar a comunicar con claridad el nuevo rumbo económico.

De manera que a no confundirse, aquí no hay un error en la toma de decisiones. Aquí hay un error en la concepción misma del plan del gobierno.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

El gobierno enredado en un círculo vicioso

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 28/11/16 en: http://economiaparatodos.net/el-gobierno-enredado-en-un-circulo-vicioso/

 

El gobierno no baja el gasto esperando que lleguen inversiones y las inversiones no llegan hasta que no se baje el gasto.

La famosa reactivación que el gobierno había pronosticado para el segundo semestre sigue sin aparecer. El Índice General de Actividad, IGA, (un anticipo de la evolución del PBI) que publica el estudio de Orlando Ferreres muestra una caída del 4,7% al comparar octubre de este año con octubre del año pasado y el acumulado de los 10 primeros meses el año da una caída del 2,8%.

Por su parte el INDEC publica el EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) hasta el mes de septiembre con una caída interanual del 3,7% y el acumulado de los primeros 9 meses de este año da una baja del 2,4%. Haciendo algo de futurología, es probable que este año termine con una caída del PBI del 3% aproximadamente y, tal vez por una cuestión estadística, el año que viene se detenga la caía o muestre una leve recuperación. Lo cierto es que la economía no reacciona y el gobierno se encuentra cada vez más enredado en un círculo vicioso.

El primer problema que le veo al gobierno para salir de este enredo es que ante una herencia fiscal muy complicada Macri está siguiendo los mismos pasos que De la Rúa.

En efecto, cuando De la Rúa, tal vez por presiones de la alianza partidaria que integró, nombró a José Luis Machinea al frente del ministerio de Economía, quedó en claro que ese campo iba a estar en manos del progresismo. Recordemos que en relaciones exteriores había nombrado a Adalberto Rodríguez Giavarini, un excelente profesional y persona y en Defensa a Ricardo López Murphy, también un excelente profesional y persona.

Lo concreto es que Machinea integró su núcleo duro en Economía con Miguel Bein, el que fuera asesor económico de Scioli, y con Pablo Gerchunoff, un economista también proveniente del progresismo.

La economía estaba en recesión cuando asumió De la Rúa con una caía del PBI del 3,3% en 1999, bastante similar a la terminará este año. Lo cierto es que ante la complicada situación fiscal, Machinea apunto a aumentar la carga tributaria con la famosa tablita de ganancias paralizando el incipiente proceso de reactivación que se estaba insinuando hacia fines de 1999. Ni por casualidad apostaron a bajar el gasto público.

Sin resultados concretos y con la economía sin reaccionar a lo largo de 2000 buscaron el apoyo externo para cubrir el déficit fiscal. Bush hijo le dio una mano a De la Rúa y sobre fines de 2000 le otorgaron el famoso blindaje el FMI, el gobierno español y otros organismos internacionales por U$S 38.000 millones. Evidentemente la postura progre de quienes ocupaban el ministerio de economía de ese momento jugó a favor de no bajar el gasto público y se enamoraron del endeudamiento como política pública para no asumir el desafío político de reformar el estado y bajar el gasto público para dominar las cuentas fiscales. Como todos sabemos Machinea renunció a principios de 2001, Ricardo López Murphy tuvo un fugaz paso por el ministerio de Economía y la historia posterior es suficientemente conocida como para insistir con ella.

Lo mismo parece estar pasándole a Macri. El presidente, posiblemente por un acuerdo político con las fuerzas de Cambiemos o por convicción personal, nombró en Hacienda a Alfonso Prat Gay, un economista que viene del progresismo al punto que en 2013 conformó una alianza política, la lista 502 UNEN, con dos políticos claramente de izquierda como son Victoria Donda y Humberto Tumini. Es decir, el manejo de las cuentas públicas las dejó en manos de un economista que viene del progresismo, de la misma manera que De la Rúa la dejó en Machinea, un hombre que venía de la época de Alfonsín y que el 6 de febrero de 1989, siendo presidente del BCRA, le estalló el mercado de cambios y terminamos en la hiperinflación. Ambos se enamoraron del endeudamiento.

Podríamos decir que el desastre económico que dejó el progresismo populista del kirchnerismo pretende ser solucionado con un progresismo populista de Cambiemos. Aplicar la misma receta que llevó al fracaso.

Por ahora, la única receta que encontraron en Cambiemos para solucionar el monumental problema fiscal que dejó el kirchernismo es recurrir al endeudamiento externo. Una forma de atrasar el tipo de cambio real y afectar las exportaciones que al mes de octubre siguen mostrando serios problemas para recuperarse.

El argumento del gobierno es que no puede bajar el gasto público, particularmente en empleados estatales, hasta tanto no lleguen inversiones que absorban esa mano de obra que quedaría desocupada. En rigor esa gente está desocupada pero figura estadísticamente como ocupada. El kirchnerismo disimuló la desocupación con el empleo público.

Sin embargo, con este nivel de gasto público y sin bajar los impuestos, las inversiones siguen sin llegar. Encima el endeudamiento externo hace que la economía argentina sea cara en dólares y frene decisiones de inversión. Mientras exista esta carga tributaria y esta legislación laboral, no se ven posibilidades de que lleguen inversiones. Si no llegan las inversiones el gobierno sigue argumentando que no se crean puestos de trabajo para pasar la gente del sector público al sector privado. Así que seguimos con un gasto público creciente por el costo del endeudamiento, una economía del sector privado formal que se achica ante la asfixia fiscal y con recursos cada vez más escasos para financiar el gasto público.

El gobierno está metido en un círculo vicioso del que no puede salir. El gobierno no baja el gasto esperando que lleguen inversiones y las inversiones no llegan hasta que no se baje el gasto.

¿Cómo romper este círculo vicioso? En primer lugar hay que tener funcionarios con formación económica que hayan estudiado en serio el funcionamiento de la economía. No es suficiente CV haber arbitrado con monedas en Londres para arreglar el lío que dejó el kirchnerismo. Es necesaria una preparación intelectual mucho mayor. Una comprensión mucho más amplia de la economía que el timbear con monedas.

En segundo lugar, habría que convocar a la oposición, sindicatos y empresarios y contarles la realidad de la herencia recibida. Eso mismo hay que hacerlo para toda la ciudadanía. Dar un discurso detallando el destrozo dejado por el kirchnerismo para que la gente comprenda las medidas que hay que tomar.

Tercero, en vez de tomar deuda para tapar un agujero fiscal que crece, endeudarse para reestructurar el sector público y bajar el gasto. El crédito se paga solo con solo una parte del ahorro del gasto.

Cuarto, bajar impuestos para atraer inversiones y devolverle poder de compra a la gente.

En ese contexto de política económica bajar la tasa de interés y dejar flotar libremente el tipo de cambio.

Una combinación de un plan económico que cierre, un economista que sepa comunicar y comprenda el funcionamiento completo de la economía es la clave frente a este disloque de ministerios del área económica.

Macri está cometiendo el mismo error que cometió De la Rúa. Pretende resolver un serio problema fiscal con políticas progresistas que agudizan el problema fiscal y agravan la situación social por el aumento de la desocupación. Esperemos que recapacite a tiempo y no pretenda apagar el fuego con nafta, es decir, solucionar los problemas dejados por el progresismo populista del kircherismo con más progresismo populista.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

DEVALUACIÓN: UNO SE HACE EL TONTO Y EL OTRO SE CONFUNDE

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 16/11/15 en: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2015/11/devaluacion-uno-se-hace-el-tonto-y-el.html

 

La devaluación «ya está». NO es cuestión de que alguien «la decide». El peso YA ESTÁ devaluado frente al dólar. Macri ya lo sabe pero obviamente se hace el tonto. El otro cree que la devaluación depende de él, y como él es «el bueno» no la va «a decidir». Pero entonces, prolongará la situación como lo intentó hacer De la Rúa y Cavallo. Y terminará igual que ellos. El dolar seguirá subiendo hasta que la situación le explote como la bomba H.
La única manera de evitar que el peso se siga devaluando es frenar la inflación. Para lo cual hay que bajar el gasto (horror) o equilibrar el gasto. Esto se puede hacer con financiamiento externo, pero en ese caso ello implica más deuda pública.
Por ende a Scioli la situación le va a explotar. Macri en cambio tiene mejores asesores, silenciados, claro, hasta el 22.

 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.

Economía: sin mucho tiempo para andar haciendo pruebas

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 25/10/15 en: http://economiaparatodos.net/economia-sin-mucho-tiempo-para-andar-haciendo-pruebas/

 

Con 4 años de mandato,  el nuevo presidente no tiene tiempo para andar haciendo pruebas para arreglar el descalabro económico que deja CF

No es la primera vez en los últimos 40 años de historia económica argentina, que un gobierno le deja a otro una flor de lío económico. Es más, el mismo gobierno peronista de 1973/1976 heredó su propio lío económico. En esos años el entonces ministro de economía José Ber Gelbard, primero ministro de Campora y luego de Perón, generó un caos de precios relativos que en 1975 intentó “resolverlo” como pudo Celestino Rodrigo, hombre insultado y denigrado pero que, en rigor, con todos sus defectos, no fue estrictamente el responsable de lo que se conoció como el rodrigazo. Lo que hizo Celestino Rodrigo fue solamente destapar la olla a presión que había dejado José Ber Gelbard. Pero el caos económico y político que había en esos años no terminó de pagarlo el peronismo porque tuvo la suerte de aparecer como víctima del golpe del 76.

El mismo Proceso tuvo sus problemas económicos internos heredados. Martínez de Hoz nunca terminó de resolver seriamente el problema fiscal y terminó utilizando la famosa tablita como freno a la inflación. La caída del tipo de cambio real de aquellos años la heredó Lorenzo Sigaut, que tampoco supo encarar la solución al problema y antes de fin de año Galtieri desplazaba a Viola de la presidencia y asumía Roberto Alemann como ministro de economía, que a poco de asumir tuvo que lidiar con la guerra de Malvinas y luego vino el desbande del Proceso que, a las apuradas, tuvo que llamar a elecciones.

Alfonsín la pifió de entrada en su plan económico con Grinspun, tuvo un éxito muy transitorio con el plan austral y luego naufragó hacia la hiperinflación con el plan primavera.

Menem no embocó de entrada con el plan económico de Bunge y Born. Tampoco Erman González solucionó el problema inflacionario y Cavallo logró domar el potro inflacionario recién en abril de 1991 con la convertibilidad, que en rigor fue una regla monetaria.

De la Rúa desaprovechó dos grandes oportunidades para poder enfrentar los problemas económicos heredados. La primera oportunidad fue cuando nombra como ministro de Economía a Machinea acompañado por Miguel Bein y Pablo Gerchunoff. Los tres heterodoxos y con tendencia hacia la izquierda solo atinaron a impulsar un impuestazo sin tocar el gasto público. Cuando ya no pudieron sostener más las condiciones fiscales se fueron y llegó Ricardo López Murphy. Esta fue la segunda oportunidad que perdió De la Rúa al no apoyar la baja del gasto público que propuso RLM. Ceder ante las presiones de los “progres” y populistas terminó costándole la presidencia y dio lugar al posterior destrozo que hizo Duhalde saliendo con una enorme torpeza de la convertibilidad.

Lo del kirchnerismo es historia conocida. Se encontró con la devaluación y la pesificación ya hecha. Sin tener que pagar la deuda pública porque estaba en default, con precios de las commodities subiendo y con un stock de capital heredado de la década del 90 que le permitió estimular el consumo en forma artificial consumiéndose toda la infraestructura productiva se vivió una “recuperación” con pies de barro desaprovechándose una oportunidad histórica para recuperar Argentina de largos años de decadencia.

Le deja el kirchnerismo al próximo gobierno un tipo de cambio real totalmente retrasado artificialmente, un enorme gasto público, fenomenal presión impositiva y, encima, con déficit fiscal. Tarifas de los servicios públicos muy atrasadas, el BCRA vaciado, pobreza, indigencia y desocupación por citar algunos de los problemas más acuciantes.

Mi visión es que el próximo gobierno no tiene mucho margen para equivocarse. Tanto Alfonsín como Menem comenzaron sus períodos presidenciales que duraban 6 años. Ese período les daba más tiempo para cometer errores y luego tratar de rectificar. Alfonsín estuvo dando vueltas con Grinspun desde diciembre de 1983 hasta principios de 1985 cuando lo nombró a Sourrouille que recién a mediados de 1985 lanza el plan austral que, por no corregir el problema fiscal, terminó fracasando. Alfonsín perdió un año y medio hasta que logró establecer un plan económico que generó cierta credibilidad. Pero pudo darse ese lujo porque su mandato no duraba 4 años como ahora. Duraba 6 años.

Menem también demoró casi dos años hasta que dominó la inflación. Ese tiempo era 1/3 de su mandato presidencial. Pero De la Rúa en 2 años no consiguió dominar la economía y se le fue el 50% de su mandato. Es cierto que entre radicales y peronistas se encargaron de hacerle la vida imposible, algo que no hubiese ocurrido si de entrada lograba poner orden económico. Con la economía bajo control le iba a resultar más difícil a peronistas y radicales moverle el piso como se lo movieron.

Deliberadamente CF le deja el campo minado al próximo gobierno. Como solo le importa su persona, dudo que antes del 10 de diciembre se encargue de solucionar uno o varios problemas económicos para aliviarle costo político al próximo gobierno. Esto quiere decir que el que viene no tendrá margen de tiempo para estar ensayando propuestas como hicieron Alfonsín y Menem porque le insumiría quizás la mitad de su mandato y estaría perdiendo en las elecciones de medio término en 2017. Lo máximo que puede intentar el próximo presidente es tener dos equipos económicos. Uno para hacer rápidamente el trabajo sucio de corregir los precios relativos y un segundo que tendría como función reemplazar al primero estableciendo un plan económico de largo plazo que genere confianza y sin tener que lidiar con el costo político de corregir los precios relativos. Esta sería la propuesta de mínima.

La de máxima consistiría en tener en equipo económico de prestigio. Con gente con trayectoria y que genere confianza, con un plan económico consistente para amortiguar los efectos más duros de corregir los precios relativos. Si va por esta segunda alternativa, en 6 meses máximo tiene la economía funcionando a pleno, lo cual le permitiría al próximo presidente consolidar su posición política. Con la economía bajo control rápidamente, la gobernabilidad es más fácil de conseguir. Los intentos de desestabilización solo prosperan cuando la economía naufraga. Es decir, cuando los bolsillos de la gente están vacíos.

El campo minado que deja CF es muy extenso y requiere de gente con mucha capacidad, prestigio y audacia para poder desactivarlo. Se puede lograr, pero el próximo presidente no tendrá tiempo para estar ensayando recetas heterodoxas que de antemano sabemos que fracasarán. Si tiene decisión y audacia, desactiva el campo minado. Si toma el camino del miedo, gana CF porque las minas irán explotando en cadena.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

La herencia no es solo económica

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 30/9/15 en: http://opinion.infobae.com/nicolas-cachanosky/2015/09/30/la-herencia-no-es-solo-economica/

 

Independientemente de quién sea electo, el próximo presidente deberá afrontar una seria herencia económica. Inflación, un abultado déficit fiscal, una presión fiscal récord, serios problemas en la administración del Banco Central, cepo cambiario y default, entre otros problemas. En una nota anterior comentaba que el kirchnerismo puede estar dejando indicadores económicos peores a los que el menemismo dejó a de la Rúa. La herencia que el kirchnerismo deja al próximo Gobierno, sin embargo, no es solo económica.

¿Qué herencia deja el Frente para la Victoria en temas, por ejemplo, como corrupción, eficiencia de Gobierno y calidad del marco regulatorio? El kirchnerismo ha estado en el Gobierno por doce años con mayoría en el Congreso, ¿qué mejoras se perciben en la calidad de Gobierno y administración durante tan larga gestión? El siguiente gráfico  muestra la percepción en control de corrupción, eficiencia de gobierno, calidad regulatoria, imperio e igualdad ante la ley (rule of law), y transparencia y rendición de cuentas (libertad de expresión, representación de los políticos). Los valores pueden oscilar entre -2,5 (peor) y 2,5 (mejor).

WGI

Si bien el último dato disponible es al 2013, los valores no dejan de ser representativos, dado que no se han dado importante mejoras en ninguna de estas variables. Los valores del 2013 se contrastan con dos puntos de referencia, el fin del menemismo (1999) y el inicio del kirchnerismo (2003). Dos lecturas se desprenden de estos datos. En primer lugar, doce años de gestión K no dejan una administración con una percepción claramente superior a la del fin del menemismo. Por ejemplo, el fin del mandato K muestra un leve empeoramiento en eficiencia de Gobierno y calidad regulatoria. En otras palabras, Argentina estaría algo mejor regulada por el menemismo, más allá de lo pobre que podamos considerar su desempeño. En segundo lugar, el kirchenismo muestra más empeoramientos que mejoras respecto al 2003.

Eficiencia de Gobierno, calidad regulatoria, y transparencia y rendición de cuentas es donde se ve un mayor retroceso. No hay, sin embargo, significativos avances en otras variables. Estos indicadores, a su vez, no capturan los eventos sucedidos del 2014 a la fecha (Hotesur, ausencia de indicadores de pobreza, fraude en las elecciones de Jujuy, etc.) Tras doce años catalogados como “década ganada”, el kirchnerismo no ha podido mostrar mejoras significativas al público en ninguno de estos indicadores. ¿Dónde han estado los avances en control de la corrupción? ¿Eficiencia de Gobierno o mejoras en el marco regulatorios? Menos aún en transparencia y rendición de cuentas, donde ni siquiera se puede confiar en las variables más elementales del Indec, como inflación.

Entre los países con mejor percepción institucional y de Gobierno se encuentran Finlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia y Noruega. Con indicadores similares a los de la gestión K se encuentran países como Armenia, Algeria, Etopía, México, Colombia, Rusia, Ecuador y El Salvador, entre otros. El partido que lleva en estas elecciones a Daniel Scioli muestra serias falencias no solo en materia económica, sino también en materia institucional.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

Era para el otro lado. El nuevo colapso de las recetas “antinoventistas”

Por José Benegas. Pubicado el 2/2/14 en:  http://josebenegas.com/2014/02/02/era-para-el-otro-lado-el-nuevo-colapso-de-las-recetas-antinoventistas/

 

La década del 90 terminó con dos grandes crisis. Una de carácter económico institucional y la otra moral. La primera protagonizada por el estado manejando la moneda e inundando el mercado de dólares como endeudamiento para sostener el gasto público, la segunda desatada por el estatismo reivindicativo representado por la izquierda nacionalista. Fue el estatismo el que impuso su explicación del 2001 y es el estatismo el que trajo esta crisis de la Argentina progre. Se estableció como dogma que lo que estaba mal era lo que estaba bien y viceversa. No fue lo que criticaron sino lo que aplaudieron lo que generó el cataclismo del 2001.

Por un lado en los 90 el estado se quitó todo el lastre de las empresas públicas y por el otro el gasto público combinado con convertibilidad sobre el dólar, generó crecimiento de los precios de los bienes no transables y el deterioro del valor de las exportaciones, lo que terminó en una gran recesión[1]. Las exportaciones fueron reemplazadas por el ingreso de dólares como deuda pública dirigido hacia el gasto estatal.

Esa inconsistencia no podía sino terminar como terminó, pero eso no formaba parte del discurso crítico de aquella década salvo para una pequeña minoría. El resto pensaba que en primer lugar Menem era malo. El pecado era la primera explicación y se manifestaba de distintas formas: en las denuncias corrupción de la “entrega del patrimonio nacional”, en la presencia de los de la UCEDE que habían contaminado al puritano peronismo, en las “privatizaciones mal hechas” y en otras causas en general morales.

Solo para aclarar, privatizar es sinónimo de liberar, de quitar la intervención de la autoridad, de permitir al sector sin poder actuar en una determinada área. La “privatización mal hecha” es un sinsentido conceptual. En todo caso una  privatización puede ser insuficiente, parcial, pero el problema no es la parte privatizada sino la no privatizada. En muchos casos aquellas privatizaciones fueron si insuficientes, temerosas o rodeadas de tantas regulaciones que no se pudieron apreciar tanto sus beneficios, pero el cambio en los servicios fue impresionante en muy poco tiempo. Si se podría haber avanzado más es una cuestión contra fáctica inútil de analizar, lo que estaba claro al fin de ese período era que había que avanzar más pero se eligió retroceder.

Uno de las mayores errores que se cometieron en las privatizaciones fueron los organismos de control diseñados para tranquilizar los espíritus de los que se ponen a llorar si no ven un comisario cerca. En el mercado el control lo hace el consumidor si se le permite ser único e inapelable árbitro. Pero al contrario parte importante de la crítica a las “privatizaciones mal hechas” era la “falta de controles”. Los problemas en los servicios no eran por falta de vigilancia de burócratas, sino por la parcialidad de las privatizaciones, es decir, por la subsistencia de controles. Los organismos controladores famosos cuya omnipresencia pedían los que reclamaban “calidad institucional” (concepto hueco como pocos), no solo no servían para nada sino que terminaban siendo una forma de justificación de las empresas monopólicas ante sus incumplimientos, mientras la gente no podía cambiar de proveedor, que es el único control necesario.

Sin embargo la gran falta moral de aquella época no tenía nada que ver con coimas sino que era aquella en la que los críticos estaban más de acuerdo, esto es, el gasto público. Por eso la Alianza encaró el problema intentando aumentar la recaudación fiscal y así fue como De la Rúa derrapó definitivamente, sin Cavallo primero, con Cavallo después.

En paralelo crearon lo que llamó Chacho Alvarez el “circo” para entretener con cazas de brujas a la gente a la que habían enardecido. La persecución del mal es el expediente perfecto de todo mediocre desorientado. Y si hubo un ejemplo perfecto de mediocridad y desorientación en nuestra historia, ese fue Chacho Alvarez.

En materia de privatizaciones lo que hizo de la Rúa fue eliminar para siempre toda posibilidad de desregulación del sector telefónico, que era automática a partir del año 2000. La Alianza hizo eterno el monopolio con el que se había pagado a las empresas el hacerse cargo de los empleados de ENTel.

La segunda contrarreforma, por llamarla de alguna forma, fue protagonizada por un señor muy enojado en lo personal con Menem que fue Eduardo Duhalde que había fundido a su provincia y puesto al banco oficial en situación de quebranto como uno de los causantes de la crisis bancaria del 2001. Duhalde aliado con Alfonsín que había fundido al país en los 80 quería terminar con la convertibilidad, pero para desatar el gasto público. Contó con mucha ayuda del diario Clarín, de los cruzados de la moralidad que explicaban que el deterioro de las finanzas públicas se debía a “operaciones de lavado de dinero” (Carrió, Cristina Kirchner, Ocaña, etc.) y que sirvieron para desviar la atención.

La tercera versión de antinoventismo vino con el kirchnerismo, otro invento de Duhalde para enterrar de manera definitiva toda posibilidad de la Argentina de ser normal. Con el kirchnerismo ocurrió la reivindicación definitiva del estado, la glorificación del comisario del pueblo y la demonización del sector privado en el sentido más fascista posible y se instaló la corrupción pero no ya como una cuestión marginal sino como sistema político. Oligarquía y poder, manejo de lo público como privado se hicieron tan normales que en este momento asistimos al traspaso al señor Tinelli del fútbol estatizado como si perteneciera a la señora Kirchner. El estatismo por el estatismo mismo fue ayudado por un cambio tal en las condiciones del comercio exterior que hasta de la Rúa podría haber sido convertido en genio y por el piso en el que había quedado la economía Argentina después del 2001. Sin embargo con tanta irracionalidad no desafiada nunca por una oposición que acompañó acobardada la construcción de una dictadura sin uniforme, la fiesta se acabó otra vez.

Sería triste que no se entendiera cuál es el “modelo” que colapsa ante nuestros ojos y en eso por desgracia la influencia del Papa con su visión antimodernista en este momento es nefasta. Los noventa terminaron en una gran crisis, pero los motivos eran los opuestos a los que esgrimió la izquierda nacionalista autoritaria. Era el estado y su gasto, el endeudamiento público, las regulaciones remanentes del sector servicios, la hegemonía del gobierno nacional y la incompatibilidad de todo eso con la convertibilidad. No era la maldad, ni la falta de izquierdismo, ni mucho menos ningún “capitalismo salvaje” porque el sistema de “estado de bienestar” nunca se tocó y fue gran parte del problema. Había un obstáculo serio pero estaba mal lo que se pensó en estos diez años que estaba bien y estaba bien lo que en estos diez años se supuso que estaba mal. Por desgracia todos hicieron seguidismo de la locura oscurantista de la época de estatismo más idiota que se pueda recordar, incluida por supuesto la prensa que ahora está inventando que hubo un kirchnerismo bueno como el relato que los dejaría a salvo de su complicidad.

La Argentina necesita volver al punto de partida y tomar el otro camino. El que descartó por el pánico del 2001.

Tal vez haría falta empezar esta historia por el desastre ocurrido durante la década del 80 en el populismo alfonsinista, pero sería muy largo. Alcanza con decir que el rumbo tomado por Menem fue inevitable con todo sus tropiezos por la experiencia que lo precedió. No se trató de una comprensión profunda de 60 años de estatismo con alta inflación, por lo tanto esperar una gran coherencia en el cambio era una verdadera tontería.

Ahora si, después de haber ensayado todas las formas posibles y no posibles de estatismo suicida para reaccionar contra aquella década es hora de dejar de probar con la misma receta.

 

 

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.