La socialdemocracia cambiemita es parte del problema

Por Iván Carrino. Publicado el 20/7/17 en: http://www.ivancarrino.com/la-socialdemocracia-cambiemita-es-parte-del-problema/

 

De cara a las PASO, algunas medidas que analiza el gobierno generan más preocupación que entusiasmo.

El viernes pasado arrancó oficialmente la campaña electoral para las PASO. Muchos coinciden en que en este simulacro de elecciones legislativas se juega el futuro del país.

Es que, de ganar el oficialismo, se consolidaría un camino de reformas que generarían mayor confianza de los inversores, estabilidad y mayor crecimiento. De lo contrario, reinaría el miedo, la huida de las inversiones, el salto del tipo de cambio y una mayor pobreza.

¿Existe realmente semejante “grieta” en la política económica propuesta por ambos lados?

En realidad, no tanto. El panorama electoral argentino es desolador: son todos partidos de izquierda, salvo Cambiemos, que es socialdemócrata.

¿Y qué quiere decir esto? Que el cambio que necesita el país está lejos de llegar, independientemente de quién gane las elecciones.

Medallas para Macri

El gobierno actual heredó una situación económica al borde del colapso. Cuando se emite dinero de manera descontrolada, se gasta más de lo que se ingresa crónicamente y, como frutilla del postre, se controlan casi todos los precios de la economía, la bomba tarde o temprano estalla.

Con esa herencia, Cambiemos hizo lo que pudo y tomó medidas en la buena dirección. Eliminó el cepo, quitó las restricciones para exportar, ajustó algo las tarifas de servicios públicos y redujo impuestos.

Destapar (a medias) la olla a presión de la economía K no fue fácil. 2016 terminó con 41% de inflación y una caída de 2,3% del PBI.

No obstante, en 2017 el país tendrá un escenario radicalmente distinto. La inflación será del 20-22% anual y el crecimiento cercano a 3%. Con esos números, Cambiemos podrá colgarse las medallas de la menor inflación en siete años y el mayor crecimiento en cinco.

Pero el gasto no se toca

Las medidas tomadas en 2015 y 2016 tendientes a liberalizar algunos sectores de la economía deben ser aplaudidas, pero hay temas de fondo que no se modifican.

El gasto público es el principal responsable del déficit fiscal y del pobre crecimiento de la economía nacional. Además, refleja el alto grado de estatización de la sociedad argentina.

Para que Argentina crezca lo suficiente como para alcanzar a los países del Primer Mundo, el tamaño del gasto debería recortarse de manera considerable. No hablamos de 1 o 2 puntos porcentuales, sino de 15 o 20.

Cambiemos, sin embargo, no va en esta dirección. Entre 2015 y 2016 el gasto creció en términos de PBI. Es que, a pesar del recorte en subsidios energéticos, aumentó la asistencia social producto de la “Reparación Histórica” de los jubilados.

Ahora si aceptamos que era necesario y éticamente correcto pagar esos juicios, ¿por qué no redujeron más aún otras partidas?

El gasto no se toca. Al menos no a la baja. Nuevas medidas como los créditos a los beneficiarios de AUH que ofrecerá la ANSES, o los del “Plan Potenciar” que ofrecerá el Banco BICE  son, a la larga, un aumento del gasto público.

Si los receptores del dinero no pagan su deuda, el agujero impactará en las arcas del estado.

Reforma tributaria: más impuestos

Una de las medidas que más  entusiasmo genera entre los agentes económicos es la reforma tributaria. Si Cambiemos gana las elecciones, se sostiene, entonces tendrá la fuerza legislativa necesaria para impulsar un plan integral para bajar impuestos y mejorar la competitividad.

Si ese fuera el  caso, ¡bienvenida la reforma!

Sin embargo, hace poco trascendió que los funcionarios no evalúan bajar impuestos, ¡sino subirlos! De acuerdo con el diario La Nación, el gobierno estudia lanzar un nuevo impuesto a los “alimentos no saludables”.

Esta medida desnuda el carácter socialdemócrata de Cambiemos. Por un lado, más peso del estado por la vía de nuevos impuestos. Por el otro, más paternalismo estatal e intromisión del gobierno en la vida privada de la gente.

Muchos argumentan que estos impuestos son razonables, porque si algunos tienen malos hábitos de alimentación, eso genera un gasto mayor en asistencia médica pública.

Ahora si Cambiemos quiere Cambiar en serio, hay que discutir es el tipo de país que queremos.

¿Queremos un país donde papá estado se haga cargo de todo, diciéndonos lo que tenemos que hacer porque, a fin de cuentas, él es el que paga los platos rotos? ¿O uno donde cada argentino sea digno y se haga cargo de sus decisiones?

La socialdemocracia cambiemita se inclina por lo primero.

Por si esto fuera poco, Mario Quintana afirmó que “el sistema tributario castiga a la producción y no grava la renta financiera”.

Aquí hay un problema de concepto. La renta financiera, que deriva del ahorro y el préstamo, es clave para la inversión. Si el ahorro no genera beneficios, entonces no habrá ahorro. Y sin ahorro no hay inversión. Y sin inversión no hay producción. Por tanto, gravar la renta financiera también gravará la producción.

La reforma tributaria debería eliminar impuestos y reducir tasas impositivas. No crear impuestos nuevos y aumentar el alcance de los existentes.

Socialdemocracia, parte del problema

El partido de Mauricio Macri tiene el mérito de haber abortado el camino hacia el chavismo que transitaba Cristina Fernández. Sin embargo, su modelo socialdemócrata de estado omnipresente no es lo que necesita el país.

Argentina, por su historia de desastres fiscales y crisis económicas asociadas, necesita ir de lleno a convertirse en uno de los países con mayor libertad económica del planeta. Sólo así atraerá la inversión necesaria para impulsar el crecimiento.

A la hora de votar, es cierto que Cambiemos luce como la opción menos mala. Pero esta realidad no habla bien de Cambiemos sino mal de nuestro país.

Como reza una historieta que circula en las redes: todos están a favor del “cambio”, pero nadie quiere cambiar nada.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

La caída de dos mitos: China y el crudo

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 22/1/16 en: http://www.venezuelaaldia.com/2016/01/la-caida-de-dos-mitos-china-y-el-crudo-por/

 

Los mercados globales están sufriendo la caída de dos mitos. La superpotencia china, que a falta de políticas más pro mercado paga las consecuencias, y el petróleo. De paso, es bueno recordar a los agoreros de siempre que, años ha, pidieron la intervención de los gobiernos -desconfiando de la autorregulación del mercado- ante la “evidencia” de que el petróleo se acababa: hoy les rebota sobreabundancia. Ahora quieren que creamos que faltará agua, y el mercado les demostrará que se regula naturalmente.

La desaceleración de la economía china provoca, entre otras cosas, fuertes salidas de capitales. Hasta ahora, Pekín ha optado por mantener el yuan más o menos ligado al dólar, implementar una política monetaria más laxa y no controlar demasiado el flujo de capitales. Así, el Banco Popular de China (BPC) está perdiendo reservas para mantener un tipo de cambio artificial. Y, aunque el BPC tiene las mayores reservas del mundo -US$ 3.3 billones- en 2015 ya perdió US$ 513.000 millones.

Si China no deja que el mercado regule naturalmente el tipo de cambio, no podrá detener la sangría de divisas y podría reprimir la fuga de capitales, lo que hundiría radicalmente la confianza de los inversores. Algunos especialistas creen que las autoridades lamentablemente terminarán endureciendo los controles.

El otro mito que se cae es el del petróleo, que el mercado autorreguló: cuando el barril superaba los US$ 100, tentó a los productores que introdujeron nueva tecnología -como el frac-king- y el precio comenzó a caer. Al mercado han entrado varios competidores mientras la demanda baja debido al auge de las renovables y el uso más eficiente de los hidrocarburos.

Ahora otra retracción de la injerencia de los gobiernos -el fin de las sanciones a Irán- ha hundido al Brent a mínimos de US$ 27.76 por barril, aunque luego subió. El gobierno iraní ha decidido elevar la producción en 500.000 barriles diarios y los analistas creen que antes de 2017 aumentará sus exportaciones en cerca de un millón de barriles por día. Que se sumará al excedente que registra hoy el mercado y que algunas firmas de inversión cifran, precisamente, en un millón de barriles diarios.

Aramco en venta

Como están las cosas Arabia Saudí, según Bloomberg, planearía vender la petrolera estatal Aramco, la empresa más valiosa del mundo, ya que el petróleo no volvería a ser tan rentable y, entonces, intentarían sacar más valor a un activo que promete bajar. Y eso que los saudíes llevan ventaja porque sus costos de producción son de los más bajos del mundo. Así, Aramco aún hoy sigue obteniendo beneficios por cada barril. Entretanto en muchos países se siguen manteniendo empresas estatales petroleras porque según los políticos -haciendo gala de su proverbial sandez- serían “estratégicas”.

Para el director de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), el costo promedio de extracción sobre reservas ya localizadas está por debajo de los US$ 10 por barril con lo que la empresa aún sería rentable. A nivel global, se estima que los costos varían entre los US$ 20 y 30, mientras que el costo con tecnologías como el fracking oscila entre los US$ 40 y 70 en EEUU. Ridículamente, el gobierno argentino obliga a pagar casi US$ 70 por barril (de crudo “Medanito”) y así, claro, cualquier petrolera como la ineficiente estatal YPF resulta con una rentabilidad que pagan los ciudadanos para jolgorio de los funcionarios.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.