Whatsapp, Twitter, Facebook, Instagram y otras yerbas

Es indispensable que el progreso tecnológico sea acompañado por valores de respeto recíproco. En caso contrario, la tecnología será una maldición ya que permitirá engullir libertades con más rapidez y contundencia

El escritor Mario Vargas Llosa

El escritor Mario Vargas Llosa

Llama poderosamente la atención cómo en general la gente tiende a espantarse sobre los miles de millones de clientes con que cuentan las modernas plataformas tecnológicas y ponen el grito en el cielo cuando se enteran de la astronómica cantidad de datos que recogen y el uso indebido que a veces le dan, sin embargo, las emplean a cada rato y no pueden dejar de espiar sus celulares y se encantan con la incorporación de nuevas aplicaciones. Una incoherencia mayúscula. Es el si pero no, a lo cual se agregan quejas con ciertos visos de hipocresía alegando monopolios a lo cual nos referimos en el último párrafo de esta nota.

En mi caso particular no uso celular y me abstengo de recurrir a procedimientos diferentes a Twitter, que empleo con provecho sin caer en el idioma de Tarzán, y utilizo permanentemente el correo electrónico para intercambiar ideas, para la corrección de tesis y la publicación de libros, ensayos y artículos. También acudo cotidianamente a los servicios de Internet para hacerme de información que bien seleccionada proporciona fenomenales ventajas. Además, como tengo cierta alergia a las aduanas, migraciones, aviones y demás parafernalia, el Zoom me ha solucionado la vida pues dicto clase y participo en charlas, conferencias y entrevistas sin moverme de mi biblioteca.

Antes me he referido al tema de la tecnología que ahora vuelvo a escribir telegráficamente sobre el asunto con otros aditamentos. Cuando algo no resulta claro no hay otra que reiterar el mensaje con un poco más de claridad. Hoy en día observamos un fenómeno dual, por una parte avances notables en rubros como la medicina que permiten intervenciones quirúrgicas a distancia y diagnósticos a tiempo para detectar problemas de salud a través de aparatos que parecen milagrosos y, por otra, nuevos recursos para que el fisco estrangule a los contribuyentes mientras se estudian métodos de encriptado y equivalentes al efecto de salvarse de las garras del Leviatán.

Y aquí viene el nudo de esta nota que resumo de esta manera: me intriga sobremanera lo que está sucediendo con los celulares desde la perspectiva psicológica de un número considerable de usuarios. Me refiero a los que están prendidos -esa es la palabra que corresponde- a sus celulares desde que abren un ojo a la mañana hasta que quedan exhaustos derrotados por el sueño a la noche. Miran y vuelven a mirar la pantalla chica y en gran medida hacen como que se comunican. Pero la pregunta es si realmente en la era de la comunicación en no pocos casos hay comunicación o los usuarios a su vez se convierten en una gran pantalla que disimula o disfraza una relación que no es tal. Por ejemplo, en un restaurante se observa a todos los comensales mirar sus celulares que presentan la fachada de la comunicación. Es una fachada pues no están comunicados con los comensales presenciales ni tampoco con los virtuales pues no puede conversarse sobre varios temas simultáneamente. Es un imposible.

Entonces parecería que hay un divertimento que circula en el vacío sin verdaderos destinatarios. Creo que, entre otras muchas cosas, esto explica en parte los reiterados fracasos matrimoniales y familiares pues no hay alimentos recíprocos del alma ya que no hay conversación posible en este clima de celulares y pantallas perpetuas.

Muchos entonces están jugando a la comunicación pero en verdad están no solo incomunicados entre sí sino desconectados del mundo que solo miran de reojo muy superficialmente. Estimo que estos sucesos son también materia de educación para revertir estos síntomas y para que los humanos no se transformen en zombies mucho más entrenados para someterse a los dictados de la omnipotencia gubernamental.

Resulta llamativa la sensación de orfandad y la desmedida angustia y por momentos desesperación que provoca en ciertas personas cuando se percatan que no llevan consigo el celular, como si estuvieran desprotegidas y desamparadas en una soledad estremecedora y abrumadora en una especie de síndrome de abstinencia.

Incluso hay peatones que en la vía pública han atropellado a personas y llevado por delante columnas hipnotizados por el celular, para no decir nada de los accidentes de tránsito debido a los mismos motivos: los ensimismados, encajados y enfrascados en los aparatitos de marras.

Resultan evidentes las enormes ventajas de la tecnología moderna, la cual libera recursos humanos y materiales para poder encarar otros proyectos y satisfacer otras necesidades al tiempo que los empresarios, al efecto de sacar partida de nuevos arbitrajes, capacitan en otros campos y habilidades diversas. Esto ha ocurrido desde la invención del arco y la flecha, la rueda y el martillo que permiten ahorrar tiempo e incrementar la productividad.

Por supuesto que todo avance tecnológico puede usarse bien o mal, pueden usarse para mejorar como seres humanos o para que los gobiernos espíen, persigan y atropellen a los gobernados. Para evaluar esta pulseada moral es indispensable que el progreso tecnológico sea acompañado por valores de respeto recíproco, de lo contrario la batalla estará perdida si no hay este acompañamiento pues así la tecnología será una maldición pues permitirá engullir libertades con más rapidez y contundencia.

Uno de mis libros se titula Nada es gratis para subrayar que en la vida todo tiene un costo que los economistas denominamos “costo de oportunidad”, si las redes se presentan como gratuitas hay que meditar dónde se encuentra el negocio y tal como se ha apuntado la conclusión es que el negocio es el mismo usuario por lo que es del caso estar atento a la preservación personal y no dejarse usar malamente.

Es pertinente en estos territorios prestar debida atención a las trifulcas ocurridas en Facebook como consecuencia de falsas identidades y la difusión de datos confidenciales. Y para otra tropelía mayúscula en relación al mal uso de la tecnología, véase lo acaecido en torno al corajudo Edward Snowden sobre lo que he escrito en detalle vinculado a distintos aspectos del caso en este y en otros medios.

En una línea argumental conexa deben agregarse las aplicaciones en los celulares de jueguitos que entrenan para la violencia extrema o algunas producciones emitidas en series cuyas tramas destruyen valores esenciales.

A este respecto y en otro plano de análisis, es de interés consultar el informe presentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde se consigna que el uso indiscriminado y repetitivo de los celulares puede traer aparejados trastornos de cierta gravedad en el sistema nervioso.

En este mismo contexto, también antes he escrito sobre la importancia decisiva de la privacidad pero ahora en relación al uso de celulares es oportuno reiterar muy parcialmente lo dicho al efecto de subrayar el punto.

La privacidad es el contenido de nuestro ser, es lo exclusivo. Sin privacidad lo humano se convertiría en una pestilente masa amorfa que le daría la espalda al hecho de que cada uno es único e irrepetible en toda la historia de la humanidad, situación en la que además la cooperación social y la consecuente división del trabajo quedarían severamente amputadas. Mezclar y batir el conjunto obstaculiza lo individual y lo distinto donde desaparecerían las fronteras de lo personal.

Para que no ocurra lo anterior es menester que cada cual cultive sus potencialidades en busca del bien. Los lugares en donde en gran medida se reúnen los jóvenes están hoy tan dominados por altísimos decibeles que apenas pueden intercambiar la hora y el nombre de pila.

En la era digital y a pesar de sus extraordinarias contribuciones, a veces alarma la falta de concentración y la degradación del lenguaje que provoca la metralla y el tartamudeo que limita la comunicación, por tanto, el pensamiento (sin lenguaje no se puede pensar). Notamos que en la actualidad el batifondo y la imagen sustituyen a la conversación y la lectura de obras que alimentan el alma.

Hay en general hay una tendencia marcada a divertirse, esto es como la palabra lo indica a divertir, a separar de las faenas y obligaciones cotidianas para distraerse lo cual es necesario pero si se convierte en una rutina permanente se aparta de lo relevante en la vida para situarse en un recreo constante, lo cual naturalmente no permite progresar. Incluso cuando se pregunta cómo marchan los estudios en la facultad la respuesta suele consistir en que prefiero tal o cual asignatura “porque me divierte”.

Según el diccionario etimológico “privado” proviene del latín privatus que significa en primer término “personal, particular, no público”. El ser humano consolida su personalidad en la medida en que desarrolla sus potencialidades y la abandona en la medida en que se funde y confunde en los otros, esto es, se despersonaliza y se amputa de sí mismo y se hace dependiente. La privacidad o intimidad es lo exclusivo, lo propio, lo suyo, la vida humana es inseparable de lo privado, lo privativo de cada cual. Lo personal es lo que se conforma en lo íntimo de cada uno, constituye su aspecto medular y característico. El entrometimiento, la injerencia y el avasallamiento compulsivo de la privacidad lesiona gravemente el derecho de la persona pero nos parece que la meticulosa exposición voluntaria presenta una luz colorada en el horizonte.

Como queda dicho, lo verdaderamente paradójico es la tendencia a exhibir la intimidad voluntariamente sin percatarse que dicha entrega tiende a anular al donante. Más aun parecería que algunos quisieran vivir en un carnaval perpetuo que como se ha hecho notar oculta el verdadero ser para confundirse con el otro yo de la máscara y también proceden en un caminar distinto al ritmo de samba.

Sin duda que se trata de proteger a quienes efectivamente desean preservar su intimidad de la mirada ajena, lo cual, como queda dicho, no ocurre cuando la persona se expone al público. No es lo mismo la conversación en el seno del propio domicilio que pasearse desnudo por el jardín. No es lo mismo ser sorprendido por una cámara oculta que ingresar a un lugar donde abiertamente se pone como condición la presencia de ese adminículo.

Si bien los intrusos pueden provenir de agentes privados (los cuales deben ser debidamente procesados y penados), reiteramos que hoy debe estarse especialmente alerta a los entrometimientos estatales -inauditos atropellos legales- a través de los llamados servicios de inteligencia, las preguntas insolentes de formularios impositivos, la paranoica pretensión de afectar el secreto de las fuentes de información periodística, los procedimientos de espionaje y toda la vasta red impuesta por la política del gran hermano orwelliano como burda falsificación de un andamiaje teóricamente establecido para preservar los derechos de los gobernados.

Y, como escribe Tocqueville en La democracia en América, todo comienza en lo que aparece como manifestaciones insignificantes: “Se olvida que en los detalles es donde es más peligroso esclavizar a los hombres”. Es como se ha repetido ocurre con la rana: si se la coloca en un recipiente con agua hirviendo reacciona de inmediato y salta al exterior, pero si se le va aumentando la temperatura gradualmente se muere incinerada sin que reaccione, fruto de un acostumbramiento malsano y a todas luces suicida.

Es de desear que se recupere la cultura, es decir, la capacidad de cultivarse y la privacidad para bien de la sociedad abierta y en lo que respecta a lo voluntario nada puede hacerse como no sea a través de la persuasión ya que se trata de un proceso axiológico. De lo contrario, como advierte Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo “nos retrotraeremos a la condición de monos” (los humanos se convertirán en El mono vestido tal como titula su libro Duncan Williams).

No cabe duda de los beneficios que producen las nuevas tecnologías y específicamente los celulares, a diferencia de los teléfonos fijos no transportables más allá de unos centímetros. Y esto cuando fueron privatizados y tenían tono pues antes en muchos casos había que gritar o mudarse a lo del destinatario para trasmitir un mensaje, todo bajo el pretexto de que se trataba de “un sector estratégico” por lo que debía estar bajo la égida del aparato estatal con pésimo servicio y generando astronómicos déficits. También hoy deben señalarse los múltiples servicios acoplados a la nueva concepción de la telefonía y los que se adicionan a cada rato, pero de lo que se trata es de reflexionar juntos sobre la conveniencia y la inconveniencia del uso y el abuso de estos magníficos instrumentos y de la tecnología en general.

Por último, igual que los quejosos de las tecnologías que usan a cada rato y que no pueden despegarse de sus celulares llenos de aplicaciones que los encandilan -tema con el que abrimos esta nota- igual que eso decimos los usuarios adictivos se levantan con voces altaneras contra lo que juzgan que sus proveedores son “monopolios malsanos”. Esta conclusión apresurada pasa por alto el hecho que en un mercado abierto si no les agrada lo que hace un eventual monopolista pueden competir y si no tienen recursos pueden recabarlos, pero si nadie acepta el negocio quiere decir que el proyecto en cuestión es un cuento chino y que la situación es la mejor dadas las alternativas vigentes.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

PETER PAN Y EL HOMBRE ENJAULADO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Desafortunadamente vivimos la época de la adoración a los aparatos estatales que todo lo abarcan, desde las relaciones comerciales, al deporte, casamientos y divorcios, el arte, los transportes, la comunicación, los sindicatos, los procesos educativos, la recreación y tantos otros ámbitos, mientras descuidan la seguridad y la justicia.

 

A esta altura del siglo xxi es hora de madurar y comprender que los espacios crecientes del adiposo Leviatán se traducen en disminuciones en las libertades de las personas. Peter Pan es un personaje de ficción que nunca creció, fabricado por el escritor escosés James Matthew Barrie en una obra estrenada en Londres en 1904. Esta inmadurez perpetua es lo que mantiene al hombre enjaulado,  es decir, privado de sus libertades.

 

En lugar del principio básico de la presunción de inocencia, se parte del principio de la presunción de sabiduría del gobernante y la ignorancia de la gente. Por el hecho de asumir funciones en el aparato estatal se estima que la persona se ha transformado en sabionda quien subestima a sus congéneres que no ocupan cargos oficiales. Una mutación en verdad asombrosa. Pero aun suponiendo que fuera así, esto en modo alguno justifica que la gente deba ser regenteada por los políticos en cuanto al manejo de sus vidas y sus haciendas. Constituye una falta de respeto, en todo caso si verdaderamente fueran sabiondos que compitan por vender sus servicios en el mercado.

 

En realidad aquel  procedimiento significa la concentración de ignorancia si es que hemos comprendido que el conocimiento,  por su misma naturaleza, está fragmentado y disperso en millones y millones de personas que con sus respectivas informaciones y talentos los transmiten a través de sus múltiples intercambios, lo cual es anulado cuando el planificador impone sus visiones desde el vértice del poder.

 

Lo más importante para entender la mente de los megalómanos es leer y releer un pensamiento clave de C. S. Lewis: “De todas las tiranías una ejercida para el bien de las víctimas suele ser la más opresiva. Puede ser mejor vivir bajo ladrones que hacerlo bajo la moral omnipotente de los otros. Los ladrones a veces descansan pero aquellos que nos tormentan para nuestro bien lo hacen sin descanso.” (God in the Dock).

 

Es realmente  notable los humos de los burócratas que se la creen en el sentido de su superioridad, pero como dice Erich Fromm “son débiles mentales puesto que necesitan del dominado para rellenar su esquelética personalidad” (en Man for Himself). No hay más que verlos como disfrutan de la foto y el micrófono, no por su solvencia moral sino por el apoyo de las botas que siempre están tras el poder político. El desbarranque es grande hoy en día, hasta las izquierdas le han dado la espalda a sus orígenes: el los inicios de la Revolución Francesa -antes de la contrarrevolución jacobina-  los que se sentaron a la izquierda del Rey era para significar que se oponían a los privilegios basados siempre en el uso de la fuerza, ahora resulta que las izquierdas pretenden aplastar con las botas los derechos de la gente a través de cúpulas hediondas.

 

En el entramado político hoy nos retrotraemos a las peores épocas de las monarquías absolutas en las que se consideraba que los derechos eran una gracia concedida por el autócrata del momento y no como la facultad de los seres humanos por el hecho de haber nacido y que constituyen su naturaleza y sus características como especies únicas de las conocidas que poseen libre albedrío y consecuentemente dignidad.

 

Del célebre pensamiento de los Padres Fundadores de Estados Unidos en cuanto a que “el mejor  gobierno es el que menos gobierna” hemos pasado a creer que “el mejor gobierno es el que más legisla” (y cuando un miembro del Parlamento no presenta la suficiente cantidad de leyes se considera que no cumple adecuadamente con su función). En este sentido, sería de interés que los integrantes del Poder Legislativo fueran como en sus inicios  honorarios como en la República de Venecia muchos cargos públicos porque trabajaban ad honorem mientras se dedicaban a su faenas particulares, pero actualmente se pegó lo de honorables mientras cobran dietas y convierten el Congreso en un gran negocio (y, a veces, un aguantadero para cubrir delitos de toda laya). Si se objetara la idea en base a posibles conflictos de intereses, habría que subrayar que no hay tal si se legisla para la generalidad centrado especialmente en el presupuesto y no como hoy se hace en todas direcciones.

 

Ya hemos consignado antes en línea con el pensamiento de Bruno Leoni (en La libertad y la ley) la propuesta de abrir de par en par la posibilidad de árbitros privados en el ámbito del Poder Judicial sin ninguna restricción ni regulación (incluso no necesitan ser abogados los participantes en las diversas instancias). También hemos subrayado el pasaje poco explorado de Montesquieu (en El espíritu de las leyes) aplicable al Ejecutivo en cuanto a que “el sufragio por sorteo está en la índole de la democracia” en consonancia con lo que luego destacó Karl Popper (en La sociedad abierta y sus enemigos) en su crítica a la noción del “filósofo rey” expuesta por Platón para poner en un primer plano las instituciones y en un segundo y muy relegado a las personas, al efecto de que “el gobierno haga el menor daño posible”. A lo que cabe agregar la idea debatida en la Asamblea Constituyente estadounidense en cuanto a la relevancia de contar con un Triunvirato en el Ejecutivo “para mitigar la idea presidencialista que se asemeja a los malsanos desvíos de una monarquía sin control”.

 

Si no usamos las neuronas para imaginar nuevos límites al poder político corremos el riesgo de que el planeta Tierra termine en un inmenso Gulag y paradójicamente en nombre de la democracia, una democracia desde luego falseada y convertida hoy en pura cleptocracia, es decir los gobiernos de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida.

 

Es curiosa y alarmante la actitud pasiva de muchos que endosan la responsabilidad en otros para resolver problemas que a todos competen. Proceden como si estuvieran ubicados en una inmensa platea mirando el escenario donde aparecen personajes supuestamente encargados de solucionar entuertos. Con este procedimiento en gran medida está garantizado el fracaso puesto que de este modo todo el teatro se derrumbará. Para tener éxito cada uno, repito cada uno, debe contribuir con su granito de arena a enderezar las cosas puesto que cada cual está interesado en que se lo respete con total independencia de a que se dedique sea a la música, la literatura, la jardinería, la danza, la albañilería, pintura, la filosofía, el derecho, la economía, la historia, la ingeniería o lo que fuere. De allí es que los Padres Fundadores en Estados Unidos han insistido que “el costo de la libertad es la eterna vigilancia”.

 

Es sumamente peligrosa la actitud de aquellos que sostienen que solo les interesa su familia, su trabajo y la recreación personal. Esto no es original pero para lograrlo es menester que dediquen parte de su tiempo, de sus recursos o ambas cosas a contribuir a que se los respete, lo contrario es un suicidio.

 

Hacer las de Peter Pan conduce indefectiblemente a la jaula. Hoy en día con todas las amenazas a valores y principios de respeto recíproco debido al engrosamiento exponencial de los aparatos estatales, debemos subrayar que si todos los partidarios de la sociedad libre contribuyeran diariamente a rescatarse de la avalancha estatista, si eso fuera así decimos, no estaríamos ni remotamente en la situación en la que nos encontramos.

 

Otra vez sugiero los ateneos de lectura como un modo muy efectivo de contribuir a que se comprendan los fundamentos de la libertad. Reuniones en casas de familias de cinco o seis personas en las que uno expone por vez y los otros, habiendo leído el material propuesto, discuten, critican y elaboran sus propuestas. En base a un buen libro, este mecanismo genera notables efectos multiplicadores en la familia, el trabajo y en reuniones sociales. Sin duda que los medios más fértiles son la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo, pero como queda dicho el ateneo de lectura ayuda enormemente a despejar dudas propias y ajenas y eventualmente al año siguiente cada uno de los miembros del ateneo original abren cinco o seis ateneos distintos y así sucesivamente.

 

Esta sugerencia va en línea con un consejo clave del marxista Antonio Gramsci: “tomen la cultura y la educación y el resto se da por añadidura”. Es así para todas las tradiciones de pensamiento. El decir que la educación es una faena a largo plazo demora la solución. Como he consignado en otras oportunidades es del caso citar a Mao Tse Tung en el sentido de que “las batallas más largas siempre comienzan con un primer paso”.

 

Dedicarse a los negocios personales no solo es legítimo sino que es necesario pero, entre otras cosas, precisamente, para preservar el negocio es indispensable asegurar un ámbito de respeto. La libertad de cada uno no es algo automático que viene del aire, procede de esfuerzos cotidianos para alimentarla. De allí es que autores como Benedetto Croce han consignado que la historia “es la hazaña de la libertad”.

 

Incluso hay quienes piensan que no debe criticarse que las cosas se enderezarán solas, que no debe juzgarse sin percibir que esto mismo constituye un juicio y que si los humanos no proceden en consecuencia nadie lo hará por ellos. La tiranía del statu quo, la pereza mental y el espíritu conservador en el peor sentido del término están presentes. Es imperioso el despertar a la realidad y contar con el coraje moral suficiente como para enfrentar los desafíos que las circunstancias nos presentan.

 

Por ahora en lo que va de la pulseada de la civilización los derechos proclamados y reconocidos por los Locke van perdiendo frente a los Russeau. Este último autor no solo es el artífice de la degradación de la democracia a manos de “la voluntad general” ilimitada (en el Contrato social) en contraposición a los Giovanni Sartori, sino que ha escrito que “En una palabra, quiero que la propiedad del Estado sea lo más extendida y poderosa y que la de los ciudadanos sean lo más reducida y débil que sea posible” (en Proyecto de Constitución para Córcega).

 

Anthony de Jasay ha escrito con toda razón que “Amamos la retórica de la libertad y nos abocamos en ese palabrerío más allá de la sobriedad y el buen gusto, pero está abierto a una seria duda si realmente aceptamos el contenido sustantivo de la libertad” (en “The Bitter Medicine of Freedom”). Como es archiconocido, ya Madame Roland antes de ser guillotinada se inclinó frente a la estatua de la libertad de la entonces Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) y sentenció: “Oh ! libertad cuantos crímenes se cometen en tu nombre”.

 

Solo en una mente liliputense cabe la idea que el hombre ha llegado a una instancia final de perfección. La perfección no está al alcance de los mortales. Estamos en estado de ebullición permanente en un contexto evolutivo. Mientras, siguen los estudios tendientes a refutar los argumentos del dilema del prisionero, de los bienes públicos, de los free riders, de la asimetría de la información, de los errores de comprensión respecto a la tragedia de los comunes y el interés personal smithiano en el denominado equilibro de Nash y los equívocos presentes en el teorema Kaldor-Hicks respecto a los balances sociales tan bien refutados por Robert Nozick. Mientras esto se desarrolla, debemos poner coto a los abusos del poder puesto que como reza el dictum de Acton “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Dios no patea penales

Por Sergio Sinay: Publicado el 27/6/16 en: http://sergiosinay.blogspot.com.ar/2016/06/dios-nopatea-penales-por-sergio-sinay.html

 

Un penal errado es más que una final perdida.

Messi erró un penal y se convirtió inmediatamente, al menos para sí mismo, en la causa de la derrota de la selección argentina en la final de la Copa América. Pero abundan otras razones:

1) La ausencia de un equipo. La suma de nombres, aunque se trate de estrellas (algunas supuestas) en varias ligas del mundo, no hace un equipo. Un equipo es un organismo en el que cada pieza cumple una función definida en coordinación con otras, sin superposiciones y trabajando para un mismo fin. Nuestro cuerpo es un equipo. Si todos los órganos dejaran lo suyo en manos de uno solo (corazón, cerebro, etcétera) no tardaríamos en perecer. Hace años que los órganos de la selección argentina actúan de ese modo disfuncional, incluyendo a jugadores, técnicos y dirigentes.

2)  La ausencia de una identidad y un plan de juego. Al depender del órgano providencial y salvador, se prescinde de cualquier estrategia, se deja librado todo a la inspiración de ese salvador, se olvidan los factores aleatorios, no existe un plan B y cuando se descubre que el ser providencial es humano y falible, ya es tarde. Pasa en el país.

3)  La ausencia de liderazgo. Salvo las actitudes de Mascherano (ya agotado e impotente), ese conjunto de individualidades (que brillan más por televisión y a lo lejos que en la cancha y de cerca) carece de liderazgo. Es decir orientación, conducción integradora, brújula, guía en la adversidad. Messi es el mejor del mundo en un fútbol cada vez más mediocre y mediático. Vale, pero no es líder. El mejor médico de un hospital no está obligado a ser el conductor de la institución, así como el mejor CEO de una compañía no necesariamente puede conducir un país. Un líder está hecho de una pasta que no tiene nadie en este grupo, y mucho menos el técnico (tampoco los anteriores).

4)  Ausencia de visión trascendente. La selección, vista de afuera, es un grupo de amigos que deciden quién puede sumarse la mesa y quién no. Cierran puertas a jugadores necesarios (de Tevez a Dybala, pasando por Pizarro y otros) y se las abren a quienes sean fieles a la cultura del aguante y la obsecuencia. Como en muchos partidos políticos y gabinetes. Las selecciones ante las que perdieron (Chile, Alemania, Brasil en su momento) representaban más que eso, expresaban (expresan) otra cultura, miran más allá de sus narices.

5) Ausencia de contexto. ¿De quién depende este grupo de jugadores? De la AFA, una institución corrupta con cimientos podridos, una sociedad anónima (o no tanto) para el latrocinio, que tocó fondo simultáneamente con los jugadores. No hay contexto, representatividad ni encuadre institucional. Hubiera sido un típico dislate argentino que así salieran campeones. Y hasta hubiera sido una peligrosa tapadera ante el improbable futuro del fútbol argentino.

6)  Ausencia de realismo. Jugadores, hinchada y buena parte de un periodismo acomodaticio creen de veras que en este grupo están los mejores jugadores del mundo aunque, juntos, jamás lo hayan demostrado (no cuentan partidos con Panamá, Bolivia, Estados Unidos, Honduras, etc.). Mientras tanto el mundo sigue su marcha, hace lo suyo con los pies en la tierra y en cada Mundial o Copa América propina una sonora cachetada. El fútbol refleja una actitud nacional extendida, presente en comportamientos sociales, políticos, económicos, empresariales, tecnológicos, etcétera. La idea de que atarlo con alambre es ser creativo, de que un Ser providencial se hará cargo de la felicidad colectiva, de que es más fácil llegar por los atajos (aunque lleven al abismo) que por el camino verdadero, de que somos los más rápidos y los más vivos y de que Dios es argentino (aunque se empeñe en disimularlo).

Un lugar común del fútbol dice que penal bien pateado es gol. Otro responde que los penales son cuestión de suerte. Agreguemos un tercero: se juega como se vive. La selección perdió su tercera final. ¿Cuántas viene perdiendo la sociedad en su conjunto a través de los gobiernos que elige, del modo hipócrita en que ignora lo que esos gobiernos hacen, de su creencia en líderes providenciales que se llevan todo y no dejan ni la esperanza (aunque si sus huellas)? Si la selección representa al país, aceptemos que una final no se pierde por un penal errado: antes hay 90 o 120 minutos de juego. Y, todavía antes, trabajo, práctica, ensayo y error, humildad, comunicación, visión. No se gana de milagro y Dios no patea penales. El fútbol es más que un deporte.

 

Sergio Sinay es periodista y escritor, columnista de los diarios La Nación y Perfil. Se ha enfocado en temas relacionados con los vínculos humanos y con la ética y la moral. Entre sus libros se cuentan “La falta de respeto”, “¿Para qué trabajamos?”, “El apagón moral”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “En busca de la libertad” y “La masculinidad tóxica”. Es docente de cursos de extensión en ESEADE.

“Cuba tiene una cúpula millonaria, y los demás estamos en la miseria”

Por Belén Marty: Publicado el 8/1/15 en: http://es.panampost.com/belen-marty/2015/01/08/cuba-tiene-una-cupula-millonaria-y-los-demas-estamos-en-la-miseria/

 

Ernesto Oliva Torres, joven disidente, miembro de la Unión Patriótica de Cuba, cuenta lo que debe hacer un cubano para sobrevivir todos los días.

Ernesto Oliva Torres debe sentirse como el protagonista de la novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Es un joven cubano que vive bajo la dictadura de los Castro, pero por otro lado, Ernesto debe sentirse como un pequeño superhéroe. Es activista de la célula Jose María Heredia, y miembro del Frente Juvenil de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), una organización civil que aboga por la defensa de las libertades civiles en la isla.

Intrigados por cómo sobrelleva este doble rol, lo interrogamos sobre cómo se vive —o sobrevive— en un régimen comunista.

¿Qué opina del embargo a Cuba por parte de Estados Unidos?

Estamos, desde la UNPACU, de acuerdo con que se levante el embargo que el Gobierno de Estados Unidos mantiene sobre Cuba; pero solo cuando exista en Cuba un Gobierno verdaderamente democrático. De no ser así, solo serviría para perpetuar en el poder a la cúpula castrista, mejorando la técnica y los beneficios de los órganos represivos que mantienen al pueblo de Cuba sin libertad ni derechos.

Portal de La Habana. (Yusnaby Pérez)

¿Qué significa ser político hoy en Cuba?

Existen dos tipos de políticos en Cuba: Uno es el político partidario del régimen; el otro es el político opositor al régimen. Al primero se llega ingresando a las organizaciones que promueve el Gobierno y manteniendo una postura sumisa, servil y aduladora hacia el régimen y sus dirigentes.

Al segundo se llega comportándose como un ciudadano verdadero, expresándose libremente y sin hipocresías sobre cualquier tema político, económico y social que afecte al pueblo; y asumiendo las represalias que bajo una dictadura totalitaria trae consigo este digno comportamiento .

En Cuba no existe la igualdad anhelada por el comunismo. En la Cuba de hoy existen millonarios, existe una cúpula dentro del Gobierno que goza de facilidades y privilegios, mientras la gran mayoría del pueblo vive sumido en la miseria con un salario mínimo de 9.00 CUC al mes (US$9), con problemas con el agua potable, comunicación, transporte, alimentación y vivienda, entre otros muchos aspectos.

Ernesto Oliva Torres reside en Santiago de Cuba. (Twitter)

¿Cuál es tu opinión de la dictadura de Batista?

Pensamos que en aquella época, pese a que también existía una dictadura, había mayores libertades y derechos que en la actualidad. Pues la dictadura de Batista era una dictadura autoritaria, donde se respetaba la propiedad privada, existía libertad de empresa, autonomía en la enseñanza, y pese a que existía cierta censura, los medios de prensa eran más libres, había el derecho de salir y entrar libremente del país, en 1958 Cuba ocupaba el puesto número 29 entre las economías del mundo, era el país de Iberoamérica con más automóviles; en 1959, La Habana era la ciudad del mundo con mayor número de salas de cine (358), etc.

En la actualidad vivimos bajo una dictadura totalitaria, que lo único que ha hecho es arruinar a la nación, no tenemos libertades, ni derechos, y nuestra situación económica es muy precaria.

¿Cómo es la conexión a internet en la isla?

La conexión a la red, para la población, se realiza en locales de ETECSA, se abre una cuenta personal por el valor de 4.50 CUC ($4.50) la hora y de ahí puede ser recargada a partir de 1.00 CUC ($1). La conexión es lenta. A los estudiantes universitarios se les permite el acceso de forma restringida a muchos sitios web a partir del 4to año de su carrera, y al salir de la universidad este servicio es retirado.

No todas las empresas tienen acceso a internet. La mayoría de los ciudadanos no conocen realmente que es Facebook, Twiter, e−mail, Google u otras redes sociales porque sencillamente no tienen acceso. El ciudadano común oye que existen pero no las ve. Muchos altos funcionarios del PCC no gozan del privilegio de navegar libremente en internet.

Solo tiene acceso aquella persona que tenga familiares en otros países y le manden dinero, o lo que es más frecuente, mediante la prostitución, de hombres y mujeres con extranjeros, y estos les dan dinero para comunicarse cuando salen de Cuba. Para comprar un teléfono en Cuba, sucede igual que con internet: debes tener familiares en el exterior, estar en negocios ilícitos o prostituirte.

Los teléfonos de los ciudadanos que se oponen al Gobierno son interrumpidos cuando hay algún evento y las llamadas son escuchadas todo el tiempo por la Policía Politica. La comunicación en Cuba es todo un desafío para el que quiera verdaderamente construirla.

¿Cuánto cuesta comer diariamente?

En Cuba comer una comida sencilla todos los días es un desafío. Muchas personas se van a trabajar, si se le puede llamar trabajo, sin desayunar, porque no tienen nada. El almuerzo muchas veces se extiende a las 6:00 p.m. porque en la noche no habrá nada que comer, y por lo tanto comes tarde para sostenerte hasta acostarte; esto es algo muy común en Cuba. Da lástima ver a los padres de familia, cuando sus hijos les dicen que tienen hambre, y como es natural en la nación, no tienen dinero para comprarles algo de comer.

Imagínese que en una casa viva una familia de cuatro personas donde trabajen el padre y la madre, y que sus salarios sean los mínimos, 225.00 CUP ($8.5), suman 450 pesos ($16.9), imaginémonos que compren cuatro panes diarios y que cada pan cuesta un peso, en un mes que traiga 30 días, son 120 pesos, ¿cuánto les queda de ambos sueldos? 330 pesos ($12.5), esto en panes nada más, y eso que al día una persona consume más de uno; imagínese una comida para esas cuatro personas todos los días al mes, esto un ejemplo de los muchos.

¿Y la tarjeta de racionamiento, qué incluye?

La tarjeta de abastecimiento o racionamiento es una pequeña libreta en la cual están normados los productos de la canasta básica que llegan a cada uno de los ciudadanos mensualmente y que el Estado usa como una de sus herramientas políticas para hacerles ver a las masas su supuesta preocupación por ellas. Asignándoles una cuota de:

Arroz ______________ 5 Libras

Frijoles_____________10 onzas

Azúcar­­­­­­­­­­­_____________4 Libras

Aceite­­­­­­­­­­­­­­­­_____________250 ml

Sal________________1 paquete de 1 Kg x 3 meses

Pollo______________17 onzas

Huevos____________5 unidades

Picadillo de Soya_____8 onzas

Leche en polvo______3 Kg a los niños

Independientemente de que lo que dan es muy poco, aún administrándolo de la mejor manera, no alcanza para sobrevivir. Si hablamos de la calidad de los productos, es pésima, ya que en casos como el de los frijoles y el arroz, llegan con suciedad y baja calidad, al igual que la sal y el azúcar. A pesar de que Cuba es una isla, a los cubanos les es muy difícil consumir productos del mar. En las carnicerías se aglomeran tantas personas cuando llega el pollo que parece que se está celebrando una boda.

A pesar de toda esta problemática, el Gobierno coloca, en las tiendas que venden en CUC., una gran gama de productos alimenticios de gran calidad, tanto nacionales como importados, a precios muy elevados. Por ejemplo, la carne de res cuesta 10.50 CUC ($10.50), una lata de sardinas, 2.75 CUC ($2.75)., un jugo de frutas, 2.25 CUC ($2.25), etc.

Una bodega en Cuba donde se compran productos racionados. (Yusnaby Perez)

¿Cómo funciona el sistema de pendrives para compartir información?

Esta es una alternativa para la información que el cubano está utilizando para romper la censura implantada por los Castro desde hace ya más de 55 años. Los programas televisivos en Cuba deben de estar acordes con la ideología del comunismo, y la televisión nunca ha admitido ningún programa de corte capitalista.

Cuba, al abrirse al turismo, creó una fisura, y así entro la realidad del mundo. Los hoteles cuentan con tv satelital, y los empleados que tuvieron que ver con esto, empezaron a grabar programas televisivos y a comercializarlos a través de estos Pen drive, pasándose así la información de una mano a otra, con lo cual se ha generado un negocio ilícito de grabación de diferentes productos televisivos que ha permitido que el cubano cambie su manera de ver las cosas, en diferentes direcciones.

 

Belén Marty es Lic. en Comunicación por la Universidad Austral. Actualmente cursa el Master en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Conduce el programa radial “Los Violinistas del Titanic”, por Radio Palermo, 94,7 FM.

FACEBOOK Y COMPAÑÍA

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Todas las tecnologías tienen sus pros y contras, incluso el martillo puede utilizarse para calvar un clavo o para romperle la nuca al vecino. Internet puede servir para indagar, digerir y sacar conclusiones valiosas, pero también para recolectar basura. Los celulares pueden servir para la comunicación o, paradójicamente, para la incomunicación cuando el sujeto en cuestión interrumpe la conversación con su interlocutor en vivo para atender una llamada con quien tampoco se comunica en el sentido propio del término. En definitiva no está ni con uno ni con otro.

 

Últimamente he estado intercambiando ideas con algunas personas cercanas como mi mujer, mi hijo menor Joaquín y mi cuñada Margarita sobre aplicaciones en Facebook que desde que en 2004 irrumpió en escena a raíz del descubrimiento de un estudiante (completado por otras contribuciones posteriores), se convirtió en un sistema que ha crecido de modo exponencial hasta que actualmente hay más de ochocientos millones de participantes.

 

Hoy parece que decae este instrumento para ser reemplazado por imágenes y textos que aparentemente tienen un plazo de supervivencia. De cualquier modo, las redes sociales en general han servido para muy distintos propósitos, tal vez el más productivo sea la coordinación para protestar frente a gobiernos desbocados, pero en esta nota me quiero detener en otro aspecto medular que me llama poderosamente la atención.

 

Este aspecto alude a la obsesión por entregar la propia privacidad al público, lo cual sucede aunque los destinatarios sean pretendidamente limitados (los predadores suelen darle otros destinos a lo teóricamente publicado para un grupo). De todos modos, lo que me llama la atención es la tendencia a la pérdida de ámbitos privados y la necesidad de publicitar lo que se hace en territorios íntimos, no necesariamente sexuales sino, como decimos, lo que se dice y hace dirigidas a determinadas personas o también actitudes supuestamente solitarias pero que deben registrarse en Facebook para que el grupo esté informado de lo que sucede con el titular.

 

Parecería que no hay prácticamente espacio para la preservación de las autonomías individuales, las relaciones con contertulios específicos quedan anuladas si se sale al balcón a contar lo que se ha dicho o hecho. Como es sabido, la Cuarta Enmienda en la Constitución estadounidense abrió un camino luego seguido por muchos otros países por la que se considera lo privado como algo sagrado que solo puede interrumpirse con orden judicial debidamente justificada por la posibilidad cierta de un delito y con la expresa mención de que y porqué se ha de avasallar.

 

Con los Facebooks y compañía no parece que se desee preservar la privacidad, al contrario hay una aparente necesidad de colectivizar lo que se hace. No hay el goce de preservar lo íntimo en el sentido antes referido. Parecería que estamos frente a un problema psicológico de envergadura: la obsesión por exhibirse y que hay un vacío existencial si otros no se anotician de todo lo que hace el vecino. Es como una puesta en escena, como una teatralización de la vida donde los actores no tienen sentido si no cuentan con público.

 

Una cosa es lo que está destinado a los demás, por ejemplo, una conferencia, la publicación de artículos, una obra de arte y similares y otra bien diferente es el seguimiento de lo que se hace privadamente durante prácticamente todo el día (y, frecuentemente, de la noche). Una vida individual así vivida no es individual sino colectiva puesto que la persona se disuelve en el grupo.

 

Ya dijimos que hay muchas ventajas en la utilización de este instrumento por el que se trasmiten también buenos pensamientos, humor y similares, pero nos parece que lo dicho anteriormente, aun sin quererlo, tiene alguna similitud con lo que en otro plano ejecuta el Gran Hermano orwelliano, o más bien, lo que propone Huxley en su antiutopía más horrenda aun porque es donde la gente pide ser esclavizada. En nuestro caso, las entregas de la privacidad son voluntarias (aunque, como queda dicho, algunas derivaciones desagradables no son para nada intencionales por parte de quien publica en su muro).

 

Es perfectamente comprensible que quienes utilizan Facebook sostengan que publican lo que les viene en gana y lo que desean preservar no lo exhiben, pero lo que llama la atención es precisamente el volumen de lo que publican como si eso les diera vida, como si lo privado estuviera fuera de la existencia.

 

En modo alguno es que los que exhiben sin tapujos su privacidad a diestra y siniestra sean totalitarios, es que tal vez contribuyan inconscientemente a colectivizar y a diluir la individualidad con lo que eventualmente se corre el riesgo de preparar el camino al mencionado Gran Hermano.

 

Como he puesto de relieve en otra oportunidad, según el diccionario etimológico “privado” proviene del latín privatus que significa en primer término “apartado, personal, particular, no público”. El ser humano consolida su personalidad en la medida en que desarrolla sus potencialidades y la abandona en la medida en que se funde y confunde en los otros, esto es, se despersonaliza. La dignidad de la persona deriva de su libre albedrío, es decir, de su autonomía para regir su destino.

 

La privacidad o intimidad es lo exclusivo, lo propio, lo suyo, la vida humana es inseparable de lo privado o privativo de uno. Milan Kundera en La insoportable levedad del ser anota que “La persona que pierde su intimidad lo pierde todo”. Lo personal es lo que se conforma en lo íntimo de cada uno, constituye su aspecto medular y característico.

 

La primera vez que el tema se trató en profundidad, fue en 1890 en un ensayo publicado por Samuel D. Warren y Luis Brandeis en la Harvard Law Review titulado “El derecho a la intimidad”. En nuestro días, Santos Cifuentes publicó El derecho a la vida privada donde explica que “La intimidad es uno de los bienes principales de los que caracterizan a la persona” y que el “desenvolvimiento de la personalidad psicofísica solo es posible si el ser humano puede conservar un conjunto de aspectos, circunstancias y situaciones que se preservan y se destinan por propia iniciativa a no ser comunicados al mundo exterior” puesto que “va de suyo que pérdida esa autodeterminación de mantener reservados tales asuntos, se degrada un aspecto central de la dignidad y se coloca al ser humano en un estado de dependencia y de indefensión”.

 

Tal vez la obra que mas ha tenido repercusión en los tiempos modernos sobre la materia es La sociedad desnuda de Vance Packard y la difusión más didáctica y documentada de múltiples casos es probablemente el libro en coautoría de Ellen Alderman y Caroline Kennedy titulado El derecho a la privacidad. Los instrumentos modernos de gran sofisticación permiten invadir la privacidad sea a través de rayos infrarrojos, captación de ondas sonoras a larga distancia, cámaras ocultas para filmar, fotografías de alta precisión, espionaje de correos electrónicos y demás parafernalia pueden anular la vida propiamente humana, es decir, la que se sustrae al escrutinio público.

 

Sin duda que en una sociedad abierta se trata de proteger a quienes efectivamente desean preservar su intimidad de la mirada ajena, lo cual no ocurre cuando la persona se expone al público. No es lo mismo la conversación en el seno del propio domicilio que pasearse desnudo por el jardín. No es lo mismo ser sorprendido por una cámara oculta que ingresar a un lugar donde abiertamente se pone como condición la presencia de ese adminículo.

 

Si bien los intrusos pueden provenir de agentes privados (los cuales deben ser debidamente procesados y penados) hoy debe estarse especialmente alerta a los entrometimientos estatales -inauditos atropellos legales- a través de los llamados servicios de inteligencia, las preguntas insolentes de formularios impositivos, la paranoica pretensión de afectar el secreto de las fuentes de información periodística, los procedimientos de espionaje y toda la vasta red impuesta por la política como burda falsificación de un andamiaje teóricamente establecido para preservar los derechos de los gobernados.

 

Pero es sorprendente que hoy haya entregadores voluntarios de su privacidad que es parte sustancial de la identidad puesto que de la intimidad nace la diferenciación y unicidad que, como escribe Julián Marías en Persona, es “mucho más que lo que aparece en el espejo”, lo cual parecería que de tanto publicar privacidades desde muy diversos ángulos queda expuesta la persona en Facebook (además de que en ámbitos donde prevalece la inseguridad ese instrumento puede tener ribetes de peligrosidad).

 

Demás está decir que este tema no debe ser bajo ningún concepto materia de legislación, la cual infringiría una tremenda estocada a la libertad de expresión que constituye la quintaesencia de la sociedad abierta en la que todos pueden escribir y decir lo que les venga en gana y por los medios que juzguen pertinentes (cosa que no es óbice para que quienes consideren que sus derechos han sido lesionados interpongan las demandas correspondientes ante la Justicia, siempre como un ex post facto, nunca censura previa).

 

A lo dicho anteriormente también ahora se agrega la multiplicación de los “selfies” (sacarse fotografías a uno mismo), sobre lo cual acaba de pronunciarse la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en su reunión anual en Chicago respecto a la compulsión de sacarse fotos varias veces en el día y publicarlas en Facebook. Esta asociación de profesionales concluye que “esa pulsión se debe a una forma de compensar la falta de autoestima y llenar un vacío”.

 

El que estas líneas escribe no tiene ni tuvo Facebook por pura desconfianza, sin embargo manos misteriosas -un verdadero enigma propio del mundo cibernético- le han fabricado dos que en cada caso se aclara que “no es oficial” y que contiene algunos artículos y ensayos del suscripto. Es posible que esta noticia sea irrelevante, pero de todos modos la consigno como una nota a pie de página para el cierre de este apunte periodístico.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer Rector de ESEADE.