¿Una alianza liberal?

Por Mauricio Alejandro Vázquez. Publicado el 21/3/21 en: https://www.ambito.com/opiniones/alianza/una-liberal-n5178463

«Hay algo de liberalismo en todo ese Cambiemos», le decía con humor un joven liberal a este cronista horas más tarde del hecho político que dio inicio a esta potencial alianza. Uno de los inconvenientes sustanciales que tiene este intento de formación del frente liberal, es que la sombra del espacio aún conducido por Mauricio Macri, cae sobre más de uno de los integrantes del mismo.

Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

La diada amigo-enemigo constituye la esencia de “lo político”. O al menos así lo creía el filósofo y jurista Carl Schmitt, uno de los pensadores esenciales del mundo politológico actual, de enorme influencia en parte de nuestra dirigencia política, desde su relectura por parte de la belga Chantal Mouffe y del argentino Ernesto Laclau.

Si la decisión última del político es la elección de su enemigo, la selección de quienes son “sus amigos” no es incluso menor. En tal sentido, el intento de aunar al espectro de centro derecha en una única alianza denominada al momento de su anuncio como “Vamos”, pareciera prometer que este segmento del arcoíris ideológico nacional se ha decidido finalmente a hacer política en serio. O al menos eso parecieran querer demostrar.

Sin embargo, el hecho no estuvo libre de interpretaciones, múltiples dudas y algunos traspiés significativos, incluso pocos días después del anuncio oficial.

La sombra cambiemita

“Hay algo de liberalismo en todo ese Cambiemos”, le decía con humor un joven liberal a este cronista horas más tarde del hecho político que dio inicio a esta potencial alianza. Más allá de la humorada, lo cierto es que justamente uno de los inconvenientes sustanciales que tiene este intento de formación del frente liberal, es que la sombra del espacio aún conducido por Mauricio Macri, cae sobre más de uno de los integrantes del mismo. Sin ir más lejos, y si para muestra falta un botón, en la foto de ese lanzamiento hay referentes portadores de sellos tradicionales para el liberalismo cuyos hijos no solo militan en las filas del ex Cambiemos, sino que también ocupan bancas como concejales de esa fuerza en el sur del conurbano al día de hoy a pesar de vivir bajo el mismo techo.

En tal sentido, si se analizan con atención estos orígenes políticos, los círculos de contacto, las dependencias políticas y económicas de varias segundas líneas, y de alguna que otra primera, con el macrismo y el larretismo, se vuelve complejo considerar que todo este esfuerzo representativo no termine convergiendo, de un modo u otro, más pronto que tarde, en aquello que decidan conformar los ex Cambiemos.

De hecho, en la práctica, existe una especie de esquizofrenia discursiva en todo el espacio. Por un lado, varios referentes afirman a viva voz intentar despegarse del espacio macrista debido a, según ellos, el estrepitoso fracaso que significó el gobierno comprendido entre 2015 y 2019, que propició el regreso del kirchnerismo. Sin embargo, esas mismas voces han expresado pocos días antes y algunos días después, que la unión con ese espacio en 2023 sería casi inevitable si se quiere garantizar una derrota de las fuerzas conducidas por Cristina Kirchner.

Dicho de otro modo, la conformación general de la agrupación en ciernes parece querer jugar más bien un bluff fuerte en esta primera mano de póker para avenirse a negociar con el espacio cambiemita, después. Lo cual, como decíamos en estas mismas columnas en una nota del año pasado, es el gran juego que encabeza Patricia Bullrrich, en ese otro lado de la cerca.

Tal vez para ilustrar la enorme carencia del intento, sirva la comparación con otras latitudes con las que Argentina siempre se ha referenciado. Del otro lado del atlántico, la agrupación de centro derecha VOX, muestra un camino más exitoso y orgánico con profundas diferencias con esta medusa política incipiente que parece querer formarse aquí, a pesar de la similitud ideológica que dicen representar. En tal sentido, en el partido español, no solo se destaca la presencia de varios líderes con capacidad de volverse candidatos firmes a la presidencia de este país, sino también la voluntad de consolidar un poder realmente propio y autónomo. Todo lo cual da muestras de los efectos de un liderazgo como el de Santiago Abascal, desprovisto de los vicios ególatras que suelen percibirse en nuestros armados nacionales.

Un problema de representación

Del mismo modo, sorprende la desconexión de la iniciativa con su propio electorado. Si hay algo simbólico en la política es “la foto”, acontecimiento que suele coronar los convites y propiciar mezquindades, enfrentamientos y operaciones. Si este comienzo de alianza fuese a ser analizado desde la imagen difundida en redes sociales y periódicos, lo primero que llama la atención es la disonancia entre la edad de los participantes de la misma y el núcleo valor de su propuesta ideológica.

Esta afirmación puede resultar llamativa para quien no se haya actualizado de los acontecimientos más novedosos de la política nacional, lo cual, de hecho, pareciera ser paradójicamente lo que le ocurrió a quienes armaron dicha fotografía. Uno de los hechos políticos más significativos del último tiempo ha sido la incorporación de crecientes masas de jóvenes a la militancia de las ideas liberales y/o conservadoras que solían ser patrimonio exclusivo de generaciones pasadas. Por tanto, la ausencia general de representantes de toda esa juventud no solo llama la atención, sino que aparece como un enorme gaffe inicial que no augura buenos resultados futuros. Como supo decirle a este cronista en este sentido, el actual Diputado Nacional José Luis Patiño, de diáfana procedencia liberal: “Yo soñaba con algo nuevo. Quería ver en la cancha un recambio generacional. La verdad que para hacer una alianza ´liberal´ con Hotton y Pocho Romero Feris me quedaba con Bullrich y Waldo”.

Al mismo tiempo, resulta cuando menos extraña la dispar procedencia de quienes dicen querer formar el frente. Por un lado, se encuentran reales operadores políticos con volumen propio como el mencionado “Pocho” Romero Feris, Guillermo MacLoughlin, del centenario Partido Demócrata con una militancia activa y poder real en más de una provincia, José Luis Espert, quizá el más advenedizo del grupo, pero que supo llegar al último debate presidencial y el reconocido ex ministro de economía Roque Fernández, junto a twitteros y meros “portadores de fichas”, como se le dice con esa crueldad propia que tiene por momentos la política, a aquellos que siempre aspiran a tener un sello partidario propio sin lograrlo jamás. Como dijo otro asistente al encuentro: “Quiere ponernos condiciones a nosotros que tenemos los sellos partidarios, gente que solo cuenta con el usuario y la contraseña de su Instagram”.

Es difícil pensar en una alianza sostenible en el tiempo cuando los firmantes del acuerdo cuentan con semejantes disparidades de historia, poder territorial y estructuras partidarias. Quizá sea por eso que las intenciones del encuentro no estuvieron claras siquiera para aquellos que estaban siendo protagonistas principales del mismo, como quedó demostrado pocas horas más tarde.

Ruptura precoz

A los pocos días, la alianza ya crujía con fuerza y las redes sociales presenciaban con desconcierto los llamativos cruces de acusaciones de aquellos que justamente decían estar unidos. A decir verdad, ya durante los intentos de acuerdo, Alejandro Fargosi señalaba con fastidio a propios y ajenos, la llamativa insistencia con la que uno de los jóvenes militantes del espacio conducido por Darío Lopérfido agregaba condicionamientos caricaturescos, como si con tal quisiese imposibilitar o retrasar la alianza, bajo la cubierta de estar queriendo justamente propiciarla. Más de uno terminó aquella jornada preguntándose si su conducta era resultado de su evidente falta de experiencia y ansiedad juvenil o la expresión de algún mandato foráneo a dicha mesa.

Más allá de este violento cruce virtual, del fastidio en los días venideros de Romero Feris y de las polémicas declaraciones de Ricardo López Murphy que estuvieron a punto de quebrar toda posibilidad de diálogo, lo más significativo sucedió en las últimas horas, cuando miembros del equipo de José Luis Espert se reunieron en un conocido hotel de la zona de Libertad y Santa Fe con representantes de otras fuerzas no invitadas a aquél primer convite, para cerrar acuerdos en gran medida incompatibles con las voluntades manifestadas originalmente.

Al cierre de esta nota, el destino de la alianza liberal es incierto. Hay quienes afirman que en los próximos días las novedades serán positivas para todos aquellos que de buena fe ansían con ver su espectro ideológico representado nuevamente por una fuerza política competitiva. Lo cierto es que más allá de los anuncios, de las fotos, de los tweets y de las intenciones, la conformación y el sostenimiento de una tercera fuerza a nivel nacional con tintes conservadores y/o liberales, implica niveles de recursos, formación, compromiso, audacia, abnegación y, sobre todo, carisma y liderazgo, que no parecen verificarse aún en estos conflictivos y dudosos primeros pasos.

Mauricio Alejandro Vázquez es Título de Honor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias del Estado por la Universidad del CEMA, Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella y coach certificado por la International Coach Federation. Ha trabajado en la transformación de organismos públicos y empresas. Actualmente es docente de Teoría Política, Ética, Comunicación, Metodología y administración en UADE y de Políticas Públicas en Maestría de ESEADE. También es conferencista y columnista en medios como Ámbito Financiero, Infoabe, La Prensa, entre otros. Síguelo en @triunfalibertad

Qué se espera después de la cumbre entre Corea del Norte y EE.UU.

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 5/7/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2150410-que-se-espera-despues-de-la-cumbre-entre-corea-del-norte-y-eeuu

 

La República Popular Democrática de Corea, a la que usualmente denominamos Corea del Norte, se autodefine todavía como «estado socialista autosuficiente». El resto del mundo la consideraba una nación pequeña, de apenas 24 millones de habitantes, con una extraña vocación de aislamiento, efectivamente separada de la comunidad internacional, quizás con la excepción importante de China, su socio comercial más activo, país con el que además comparte una larga frontera.

Está gobernada por un patológico régimen dinástico y autoritario a la vez, que hace del «culto a la personalidad» su evangelio y de sus líderes la columna vertebral de su pesada liturgia política.

Por décadas, los Estados Unidos y Corea del Norte mantuvieron un peligroso estado de desencuentro, en función del cual intercambiaron reiteradamente asperezas verbales y amenazas recíprocas. Por ello, en materia de paz y seguridad internacional, Corea del Norte ha estado en las últimas décadas siempre incluida entre las cuestiones abiertas de mayor peligrosidad.

Pero de pronto la agresividad del régimen que preside el joven Kim Jong-un se ha transformado -inesperadamente- en cortesía. El país ermitaño comenzó a buscar afanosamente una reunión entre su líder y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Y lo logró. Presumiblemente, porque se trata de un país de conducta preocupante, que ha demostrado poseer no sólo misiles intercontinentales, sino también armas atómicas. Por esa razón precisa los EE.UU. han mantenido hasta ahora contingentes militares importantes en el territorio de Corea del Sur, a la manera de presencia disuasiva.

Finalmente, no sin vacilaciones, la reunión de los dos jefes de Estado tuvo lugar en Singapur. Fue la primera vez que los líderes de ambos países se sentaban a conversar, cara a cara.

Si bien la «Cumbre» no ha generado demasiadas consecuencias inmediatas, lo cierto es que las puertas que estaban cerradas se han abierto, lo que es trascendente. Sin diálogo, el espacio para la diplomacia se minimiza. Sin embargo, lo importante en materia de resultados tiene todavía que ocurrir. La «Cumbre» fue solo un indispensable primer paso. Ahora ambos países deberán confirmar, con actos, la progresiva distensión de la relación.

No es nada fácil confiar en Corea del Norte. Tres presidentes norteamericanos negociaron acuerdos con Corea del Norte en virtud de los cuales el país asiático convino en detener su programa atómico. Esos tres acuerdos no se cumplieron, lo que naturalmente provoca aprensión respecto del futuro efectivo del convenio recién suscripto.

En pocas palabras, el acuerdo de Singapur es sólo la obertura de un proceso que recién comienza. Es el primer movimiento de una sinfonía cuyas melodías todavía deben crearse, paso a paso. En conjunto. Esto requerirá compromiso, buena fe, coherencia y disciplina. Pero también buena comunicación, la que no podía edificarse sin el primer paso que acaba de darse.

Siempre se dice que las «Cumbres» combinan simbolismo con sustancia. El simbolismo ya ha sido proyectado. La sustancia -en cambio- aún está por verse. Para los Estados Unidos ella se tiene que ver con la «desnuclearización» efectiva de la península coreana. Para Corea del Norte, en cambio, lo sustantivo es el retiro de los contingentes militares norteamericanos de su vecindario inmediato.

Donald Trump viajó presuroso a través del mundo para concretar la reunión que presuntamente marcará el comienzo de la distensión de las relaciones entre los dos países involucrados. A estar a sus declaraciones, formuladas a la salida de la reciente reunión, la química personal entre ambos mandatarios resultó positiva. Pese a las notorias diferencias que existen entre las particulares personalidades de ambos interlocutores.

Cabe esperar que de ahora en más cesen las inquietantes amenazas, burlas e insultos que caracterizaron la difícil relación entre ambas naciones en los últimos años. Además, que la relación bilateral se consolide y que, paso a paso, se transforme en formas específicas de cooperación.

De alguna manera, lo sucedido tiene un cierto paralelo con el viaje de Richard Nixon a China, en 1972, que fuera el comienzo de un proceso de fortalecimiento de la confianza que luego derivó en la normalización de las relaciones diplomáticas.

Pero alcanzar el objetivo de la desnuclearización de la península coreana es ciertamente bastante más complejo que establecer y mantener relaciones diplomáticas con disposición a cooperar. Porque supone la buena fe en el proceder de las partes, incluyendo en la imprescindible verificación del cumplimiento de los compromisos que, respectivamente, sean asumidos.

En síntesis, se ha abierto una nueva etapa en una relación bilateral que generara angustia y desconfianza y que ahora está comenzando a proyectar la esperanza de poder conformar una relación normal que contribuya a que sus dos actores dejen atrás los desencuentros acumulados. No es poco. Pero está muy lejos de ser imposible.

Los EE.UU. están manejando la relación con Corea del Norte con gran diligencia. Cancelando una reunión previamente acordada con la India, el Secretario de Estado Mike Pompeo decidió viajar, sin pérdida de tiempo, a Pyongyang para continuar las conversaciones. La decisión, en sí misma, es una muestra de compromiso con la necesidad de resolver la desnuclearización de la península coreana. Además, los EEUU decidieron suspender los ejercicios militares en la región, previstos para el mes que viene.

Con Corea del Norte pasar del dicho al hecho es indispensable. Para ambas partes. Como bien dice mi amiga Madeleine Albright en su último libro («Fascismo»), «Corea del Norte es un Estado Islámico secular; su existencia genera evidencia adicional acerca de las tragedias que pueden resultar cuando el poder se concentra en manos de muy pocos por demasiado tiempo». Es efectivamente así.

De lo contrario -como alerta Albright- las provocaciones o la impaciencia de alguno, sumadas a la posibilidad de accidentes o errores de interpretación pueden derivar en violencia, poniendo en gravísimo peligro especialmente a los propios coreanos que viven a ambos lados del paralelo 38º que los separa.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

EL MIEDO DE LOS CORRUPTOS ANTE LOS ELEFANTES

Por Sergio Sinay: Publicado el 14/5/15 en: http://www.sergiosinay.blogspot.com.ar/2015/05/el-miedo-de-los-corruptos-ante-los.html

 

La despiadada cacería de un viejo juez desnuda la inmoralidad de los chacales y revive, a través de un poema, el valor de la metáfora

El salvaje, obsceno, impiadoso e inmoral ataque que una banda de corruptos en busca de impunidad ha desatado sobre el juez Fayt trajo a mi memoria un bellísimo poema del escritor inglés David Herbert Lawrence (1885-1930), autor de obras clásicas e imprescindibles, como “El amante de Lady Chaterley”, “Mujeres enamoradas” o “hijos y amantes”, entre otras. El poema es de una sutileza y una profundidad que ninguno de estos oportunistas, bocones y brutos a cargo de funciones gubernamentales o parlamentarias podría entender aunque viviera cien vidas. Se titula “El elefante se aparea lentamente” y aquí lo comparto, dedicándolo a las personas sensibles y a todos los viejos que siguen enseñando e iluminando caminos de honestidad, compromiso, decencia, responsabilidad y sentido para quienes vienen detrás:

El elefante, enorme y antiguo animal,

se aparea lentamente;

encuentra una hembra, no muestran premura

esperan

a que en sus vastos corazones cautelosos

poco a poco se encienda la emoción

rezagándose en los lechos de los ríos

mientras toman agua y comen hierbas

y corren en pánico por la maleza de la selva

con la manada,

y duermen en sólido silencio y despiertan

juntos, sin decir nada.

Tan lentamente sus grandes corazones

calientes se llenan de deseo,

y al fin se aman las grandiosas bestias en secreto,

ocultando su fuego.

Son los más viejos y sabios animales

por eso al fin saben

esperar la fiesta más solitaria

el banquete completo.

No arrancan, violentos, los bocados;

su sangre maciza se acerca

como las mareas a la luna, cada vez más

 

hasta tocarse en el torrente.

 

Sergio Sinay es periodista y escritor, columnista de los diarios La Nación y Perfil. Se ha enfocado en temas relacionados con los vínculos humanos y con la ética y la moral. Entre sus libros se cuentan “La falta de respeto”, “¿Para qué trabajamos?”, “El apagón moral”, “La sociedad de los hijos huérfanos”, “En busca de la libertad” y “La masculinidad tóxica”. Es docente de cursos de extensión en ESEADE.