Por Emilio Cárdenas. Publicado el 26/5/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1796149-las-turbulencias-politicas-sacuden-a-peru
Más allá de toda duda, los primeros diez años del siglo XXI han sido fuertemente positivos para Perú, que ha seguido creciendo con solidez, abrazado a una actitud de apertura al mundo, así como a la economía de mercado. Logró una mejora generalizada en su productividad y competitividad, con largos períodos de crecimiento al 7% de su PBI. Por eso, el 50,6% de los peruanos pertenece hoy a la clase media. Esa es la gran consecuencia de crecer a altas tasas por espacio de dos décadas: disminuir la pobreza.
La crisis del 2008 golpeó, no obstante, al Perú y redujo el ritmo de su desarrollo, sin paralizarlo. Para 2015, el Banco Central del Perú estima que el país crecerá al 3,9% de su PBI, impulsado fundamentalmente por el sector de la pesca y por la minería metálica. Para 2016 se proyecta, en cambio, una tasa interesante, del 4,5%.
Perú, con una envidiable tasa de inflación del 2,7% anual, tiene claro que para crecer es necesario, a la vez, poder atraer a la inversión y proyectar confianza. Por eso el gobierno del presidente Ollanta Humala acaba de promulgar la ley 30.327, en busca de acelerar las inversiones, con trámites más expeditivos que nunca, de modo de contribuir a sostener los actuales niveles de vida y de consumo alcanzados con una política económica cuya esencia pocos cuestionan.
Pese a ello, la actual desaceleración del crecimiento de la economía peruana ha incrementado las tensiones políticas. El porcentaje de aprobación a la gestión del presidente Ollanta Humala, que en el 2011 fuera de un sólido 55%, ha caído ahora a un realmente escuálido 21%. Ocurre que su gestión luce ineficaz y que su capacidad de liderazgo aparece mermada.
Los episodios violentos acaecidos desde hace dos meses en derredor del enorme proyecto cuprífero de «Tía María» lo han desgastado visiblemente. Y las explosiones de la corrupción en su derredor no cesan. Incluyendo la que específicamente tiene que ver con su ex asesor Martín Belaúnde Lossio, a quien se investiga por sus eventuales nexos financieros con la esposa del presidente y por su vinculación con un presunto financiamiento bolivariano de la campaña electoral que en su momento llevara a Humala a la primera magistratura de su país. Cuando estaba por ser extraditado al Perú desde Bolivia, el mencionado Belaúnde Lossio ha vuelto a fugarse en lo que es un nuevo episodio espectacular que seguramente perjudicará la debilitada imagen de Humala.
Lo cierto es que Perú va camino a elecciones presidenciales que tendrán lugar el 10 de abril del año que viene, con una casi segura segunda vuelta el 12 de junio de 2016. En menos de un año, entonces.
Las encuestas de opinión sugieren que Keiko Fujimori (Fuerza Popular) es la que encabeza el fervor popular, con un sólido 33/38% de apoyo. Aunque cabe señalar que Keiko tiene asimismo un alto porcentaje de opiniones negativas. Le sigue en los números de las encuestas el prestigioso economista Pedro Pablo Kuczynsky (Perú Más), un respetado ex ministro de Alejandro Toledo, con el 15/18% de la intención de voto, del quien se afirma que estaría coqueteando con Ollanta Humala. Keiko, recordemos, tiene 40 años. Pedro Pablo, por su parte, 80 -jóvenes- años. Dos universos, ciertamente, distintos.
Tras ellos aparece el veterano Alan García, pero con sólo un 10% de las intenciones de voto. El año pasado García, que busca ahora su tercer mandato, era una suerte de «caballo del comisario». Ya no lo es. Sin embargo, los observadores recuerdan su tremenda capacidad política y sus exitosos empellones de última hora y no lo descartan, en modo alguno.
Si sumamos los apoyos a esos tres diferentes candidatos presidenciales, parecería estar bastante claro que la izquierda hoy no tiene demasiadas posibilidades de modificar el exitoso rumbo económico peruano. Pero es también cierto que el universo político del Perú ha sido históricamente generador de sorpresas. Y ellas no se descartan nunca. No obstante, el tremendo fracaso económico del recordado «Plan Inca» del izquierdista gobierno militar peruano que se instalara en 1968, es por todos conocidos. De allí que las recetas populistas, de cualquier color que ellas sean, no tengan en Perú el espacio que pueden generar en otros rincones de nuestra región.
Hay, es cierto, una ola de duras protestas sociales que se iniciaron a fin del año pasado. Con cortes de rutas, ocupaciones, y disturbios. En general, ellas se refieren a diferentes reclamos locales, que son específicos. Pero algunos, frente a ellas, señalan que advierten una concertación de acciones y recuerdan -con una cuota de alarmismo quizás exagerada- el conocido dicho de Mao: «Una chispa puede incendiar la pradera».
Una década de estabilidad política parece haber dejado huellas positivas en el Perú. La economía de mercado no luce amenazada, aunque ahora esa visión esté acompañada por un saludable complemento: el de las políticas de inclusión social. El futuro de corto plazo peruano y su notable ciclo expansivo -después de veinte años de estabilidad y crecimiento económicos y de diez años de estabilidad política- no parecen estar en peligro.
Pese a lo cual, los consensos sobre lo que finalmente depararán las elecciones presidenciales del año próximo no aparecen. Aunque sí parezca evidente que Keiko Fujimori estará en una segunda vuelta, que todos dan por segura. Y tendrá entonces una nueva oportunidad para consagrase como la primera mujer que llega a la más alta magistratura del Perú. Tarea que será todo lo compleja que ha sido hasta ahora. Porque la sombra de su padre, pesa. Y mucho. Si, de pronto, ella desapareciera, el camino de la pragmática Keiko sería presumiblemente otro. Más expedito y menos áspero. Mientras tanto, una tercera parte de los electores peruanos parece acompañarla. No es poco..
Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California. Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.