La economía, con la mirada en octubre

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 21/3/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/03/21/la-economia-con-la-mirada-en-octubre/

La inflación de febrero del 6,6%, junto con un aumento interanual del 102%, abren interrogantes sobre si es posible, sin un plan consistente y un gobierno sin credibilidad, evitar la aceleración de los precios

La aceleración de la inflación en febrero generó señales de alerta. Antes de avanzar, es importante destacar que un estadio de hiperinflación no se produce a partir de determinado tasa de aumento de los precios, sino que se da cuando la gente huye del dinero cada vez más rápido y se manifiesta en remarcaciones diarias, o hasta varias veces en el día.

Cuando se produjo la hiperinflación de 1989, los años anteriores la tasa de aumento interanual del IPC del Indec se fue duplicando, pero nada hacía presagiar que a partir del 6 de febrero de 1989 todo se iba a desbarrancar tan aceleradamente.

Hay un dato actual que se asemeja mucho al entonces bautizado Plan Primavera, que fue el último intento del equipo económico de esos años para llegar a las elecciones anticipadas a mayo de 1989. En ese momento el Banco Central absorbía la casi totalidad de los depósitos que recibían los bancos, y los instrumentos que se utilizaban para inmovilizarlos en el BCRA eran varios, pero básicamente se llamaban “indisponibles” y tenían tasas de interés crecientes.

Hoy, el equivalente son las Leliq y equivalen a 2 veces la base monetaria y al 77% del total de los depósitos del sector privado; generan un déficit cuasifiscal superior al déficit fiscal primario de la Administración Central

Como puede verse en el gráfico, las tasas de inflación anuales previas a la hiperinflación fueron duplicándose.

Cabe recordar que en 1985 se implementa el Plan Austral de estabilización de precios que posibilitó bajar en 1986 la inflación de poco más de 1.000% anual a 81,9%, pero luego empieza a duplicarse año tras año hasta que en 1989 se dispara la hiperinflación.

Considerando que el argentino mayor de 40 años está acostumbrado a sobrevivir los procesos inflacionarios y sabe cómo defenderse, no es de descartar que el proceso se pueda acelerar, y se manifieste en mayor huida del dinero. Eso no quiere decir que se avanza inevitablemente por ese camino.

Cambio de ritmo de la actividad

A este escenario complicado se le agrega la caída que se observa en el estimador mensual de actividad económica en los últimos 4 meses de 2022, que se traducen en un aumento de la recaudación impositiva por debajo de la tasa de inflación. En febrero 2023 los ingresos tributarios aumentaron 82,3% mientras la inflación fue 102% respecto de un año antes, más allá que gravitó el menor ingreso de derechos de exportación, por liquidaciones anticipadas y la sequía.

La drástica baja esperada en el resultado de las cosechas determinará un importante faltante de dólares de exportación -se estiman en USD 20.000 millones-, para satisfacer las necesidades de los importadores de insumos para que puedan producir, excepto que el Gobierno disponga acelerar la tasa de devaluación del peso, para impulsar otras actividades exportadoras y desalentar importaciones de bienes de consumo.

En ese caso, habrá aumentos de costos en los insumos que, o se trasladan a precios o, si el mercado no absorbe esos aumentos de precios, cae la oferta.

Más cantidad de pesos que la gente no quiere volcados al mercado y menos oferta de bienes y servicios, es la tormenta perfecta para desatar un proceso inflacionario agudo, si genera un incremento notable en los tipos de cambio libres (blue, MEP o CCL) que lleve al retiro de depósitos para cubrirse contra la inflación.

Ese retiro de depósitos obligaría al BCRA a cancelar el equivalente en Leliq emitiendo pesos que llevarían a acelerar el proceso inflacionario. Nada tan diferente a lo que ocurrió en 1989 con los depósitos indisponibles.

La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)La sequía le complicó más los planes al Gobierno porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica (Reuters)

En definitiva, el Gobierno está en un serio problema para tratar de llegar a las elecciones generales de octubre sin una crisis inflacionaria y cambiaria. La sequía le complicó más los planes porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica, en tanto las cuentas fiscales no cierran salvo que se licuen los gastos vía inflación. En ese caso la suba de los precios pasaría a ser un instrumento transitorio de “estabilización”, un verdadero oxímoron.

No se ve tan claro que el kirchnerismo duro vaya a tolerar un 2023 electoral sin un “plan platita” para hacer populismo y, sobre todo, tratar de sostener a los intendentes del conurbano.

No vaya a ser cosa que el ajuste vía licuación del gasto público (jubilaciones, sueldos de empleados, planes asistenciales, etc.) además de la inseguridad, le haga perder al oficialismo el bastión del conurbano donde la pobreza y el clientelismo político son sus armas predilectas para sostenerse en el poder.

En definitiva, para llegar a octubre todavía falta un largo recorrido, pero todo puede pasar en esta economía sino aparece un plan consistente de estabilización.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

La función del Estado bajo la lupa

Por Bertie Benegas Lynch. Publicado el 3/3/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/03/03/la-funcion-del-estado-bajo-la-lupa/

El redistribucionismo encuentra su fundamento en la llamada justicia social, término que necesita del adjetivo “social” para darle a la justicia una velada resignificación antitética, parecida a la que Fidel Castro le dio a la palabra libertad cuando se refería a la “libertad revolucionaria” del pueblo cubano

Una bandera argentina flamea sobre la Casa Rosada, sede del Estado Argentino (REUTERS/Carlos Garcia Rawlins)

En un contexto intolerable de progresiva asfixia a la producción y pérdida de libertades básicas a manos de un estado voraz, depredador, desaprensivo y prepotente; la gente comienza a preguntarse más seriamente cuál es el rol del estado. El caso argentino aporta otro ejemplo a lo que el filósofo Michael Huemer define como la irracionalidad de la política porque, en los últimos cincuenta años, la Argentina insistió con el discurso político de la ayuda a los más necesitados solo para triplicar el tamaño del estado y aumentar once veces la cantidad de pobres.

Desde que tengo uso de razón se viene machacando sobre el redistribucionismo, práctica basada en la inmoralidad de robar a unos los que les pertenece para dárselo a otros lo que no les pertenece. Pero, sus promotores y quienes nos gobiernan hace décadas, solo lo enuncian bajo un falso romanticismo para ganar voluntades y concretar la tiranía de las mayorías a efectos de perpetrarse en el poder.

El redistribucionismo encuentra su fundamento en la llamada justicia social, término que necesita del adjetivo “social” para darle a la justicia una velada resignificación antitética, parecida a la que Fidel Castro le dio a la palabra libertad cuando se refería a la “libertad revolucionaria” del pueblo cubano. El término aberrante de la justicia social se ha instalado en muchos ámbitos; está incluso incorporado en el vocabulario de gente bien intencionada pero que no repara en sus implicancias corrosivas e incivilizadas. El sistema educativo no queda libre de culpas; muy por el contrario, es uno de los motores que propaga éste y otros desvalores del socialismo. Gracias a la posibilidad de estar en contacto con gente joven, recibo innumerables contenidos de colegios secundarios y universitarios con este tipo de postulados destructivos. Esto no es nuevo ya que mi generación también fue diariamente rociada con estas teorías. Recuerdo que, un profesor, a la clásica definición de justicia de Ulpiano de “dar a cada uno lo suyo”, le agregaba “según méritos y necesidades” proponiendo así la rapiña y la corrosión más absoluta de los marcos de respeto y el orden civilizado.

El problema de la Argentina es que ha instaurado la legalización del saqueo. Y es así como el argentino de bien vive en estado de permanente alerta, a la defensiva, tratando de zafarla y se le va la vida en ello.

El argentino que se vale por sí mismo y tiene ánimo de superación, trabaja de sol a sol para llegar a su casa, prender la televisión y escuchar a los crápulas que, con el tiempo hemos permitido que manejen nuestras vidas, anunciar más impuestos, pérdida de más libertades, referirse a una “crisis habitacional” en contextos de tomas de campos, terrenos y casas; imponer cepos, más regulaciones y otros atropellos a la propiedad privada.

Está claro que el cambio no va a venir de la gente que ha creado el sistema esclavizante del cual parasita. Es importante que ciudadanos de buenos valores se involucren y rechacen las trasnochadas teorías basadas en la expoliación porque es imposible que prevalezcan los incentivos productivos que llevan al crecimiento y al bienestar cuando, el fruto de nuestro trabajo, debe ser expuesto a un entorno de piratas y salteadores de caminos.

Hay que comprender que el capital no tiene patria y que, nuestro situación desesperante, no permite darnos el lujo de ahuyentarlo hacia climas más seguros para la inversión. Incluso hoy, el capital más valioso, el humano, se está yendo también a climas más seguros para su vida, sus ideas, su esfuerzo, su libertad y su propiedad. Las cifras del éxodo de jóvenes son tristes y escalofriantes. Para sólo mencionar las más recientes, en los últimos 50 días, cada 24 horas, se fueron al exterior 82 argentinos para no volver.

Los argentinos de trabajo, cuyo costo de oportunidad de mudarse al exterior aún es caro o los que se quedaron “a pelearla”, son cada vez menos y son considerados por el estado como ciudadanos de segunda categoría, como siervos de la gleba que están al servicio del señor feudal.

El ya raquítico sector productivo tira de un carro con ruedas cuadradas en el barro impositivo y regulatorio cargando a más del 60% de la población que viaja sobre él. Cuando visitamos países decentes o tratamos de explicarles a amigos extranjeros esta locura, nos damos cuenta de que se nos va la vida siendo un engranaje del aparato estatal que solo se limita a trabajar, pagar impuestos y elegir entre irse de vacaciones una semana a Mar Chiquita o seguir aprovechando la suerte de pocos de poder ahorrar el 25% del sueldo para comprar un dos ambientes después de 45 años de trabajo.

Mientras la Argentina se desangra, los políticos, los sindicalistas, los fieles arlequines de la pauta oficial y los explotadores de privilegios comerciales que tienen la osadía de llamarse empresarios, viajan y se hospedan en hoteles cinco estrellas, vuelan en clase business y compran camisas de algodón italiano; todo en el contexto del despilfarro de fondos públicos en algún congreso caribeño de agenda irrelevante, que promete vida social, baños de mar y las esperadas tardes libres para visitar algún local de Gucci y así reconocerle a alguien favores secretos de regreso a Buenos Aires.

A diferencia de cualquier empleado o empresario honesto, las cuentas bancarias de la casta política y sus cortesanos, no dependen de las valoraciones del mercado, es decir, de los aciertos tendientes a mejorar el nivel de vida de su prójimo; dependen únicamente de cuán cerca estén del estado al momento de producirse la repartija del botín de la “justicia social”.

En este país de la cultura del saqueo legalizado, mientras una empresa hace una reunión de directivos para posicionarse mejor con sus clientes o calcular indemnizaciones por despidos para resistir el último embate fiscal, hay otra reunión en Hipólito Yrigoyen 370 pensando nuevos criterios para subir alícuotas impositivas o crear un nuevo impuesto.

El rasgo distintivo de buena parte de quienes integran la red que vive del sudor del sector privado, es la hipocresía y la envidia. A estos acólitos de la religión del estado no les importa que su prédica contribuya a empobrecer el país siempre y cuando ellos puedan beneficiarse de los privilegios del politburó.

Todos, absolutamente todos los gobiernos de las últimas décadas, se han alejado de los principios y valores liberales de Alberdi y sus amigos. Siempre parece que tocamos un nuevo fondo. Estos últimos dos años no son la excepción; fueron marcados por la corrupción y robo de vacunas del “gobierno de científicos” con el vacunatorio VIP, fiestitas de Olivos durante una cuarentena política inaceptable mientras se fundían decenas de miles de emprendedores valiosos. Tenemos 40% de pobres en el que fuera el “granero del mundo” y la emisión monetaria está al borde de la hiper. La cultura de la toma de deuda política -que pagan generaciones presentes y futuras-, está a niveles inauditos y, como si esto fuera poco, el infierno fiscal imposibilita que cualquier Excel tenga números negros.

Santiago Maratea

En las últimas semanas, mientras la Provincia de Corrientes perdía el 10% de su extensión territorial (equivalente a 43 veces la Capital Federal) bajo un fuego imparable, el Ministro de Medioambiente visitaba el Caribe y, el Presidente de la Nación, intentaba atajar un penal en la playa de Mar de Ajó para promocionar el turismo. Alberto Fernández terminó mandando saludos al “norte argentino” y la provincia de La Rioja cuando fue forzado por un periodista a que se expida sobre la catástrofe de la zona mesopotámica.

La solidaridad, otro término que los socialistas pretenden corromper, se realiza con recursos propios y de forma voluntaria; tal como el espíritu argentino demostró con donaciones a Corrientes encabezadas por múltiples instituciones y a nivel particular. Marcando un contraste notable con la desidia estatal, en menos de dos días, el influencer Santiago Maratea, cuyo buen nombre y transparencia se ha ganado la confianza del público, logró que el sector privado -aun atravesando una gran crisis- le confíe 150 millones de pesos para ayudar a los correntinos. La Argentina fue un ejemplo de estos gestos nobles antes de que la mayoría de las entidades filantrópicas, sociedades de fomento y el mutualismo de comunidades de inmigrantes, fueran perseguidas por el peronismo para nacionalizar la “solidaridad” y convertir a Eva Perón en la precursora del clientelismo político a través de la Fundación Eva Perón.

El contraste con la estructura pública, es elocuente. El Ministerio de Medioambiente que tiene más de 250 empleados con sueldos por $1.600 millones y un presupuesto de $20.300 millones, no hizo absolutamente nada. La gente se pregunta, ¿qué hubiera hecho el sector privado si no hubiera sido saqueado con $20.300.000.000 para establecer ese Ministerio, ese kiosko político impresentable? ¿Qué hubiera hecho el mercado con ese dinero al servicio de los incentivos comerciales para prevenir y resistir esta tragedia? ¿Cuánto más potente podría ser la respuesta solidaria con menos peso de la estructura pública?

Revisando el detalle absolutamente demencial de los presupuestos municipales, provinciales y nacionales, tan alejados de las muy limitadas funciones específicas que debe tener el estado, la pregunta que se hace la gente es ¿qué sería de la Argentina sin la sustracción violenta del Estado y los recursos en manos de los legítimos dueños? Los recursos están, los sigue generando el sector privado. ¿Cómo serían los niveles educativos y sanitarios de los que hoy nos quejamos si no fueran devorados por el estado? No es un tema de eficiencia, es un tema de incentivos y reconocer que solo el mercado (es decir, la gente) puede establecer las prioridades correctas para satisfacer las cambiantes carencias en un marco de ilimitadas necesidades y recursos escasos.

Bertie Benegas Lynch. Licenciado en Comercialización en UADE, Posgrado en Negociación en UP y Maestría en Economía y Administración de Empresas en ESEADE. Síguelo en @nygbertie

El Estado presente hunde a la población en la pobreza

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 11/8/2020 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/08/11/el-estado-presente-hunde-a-la-poblacion-en-la-pobreza/

Pese al crecimiento del gasto público social, organismos internacionales y estudios privados estimaron un fuerte aumento de la pobreza (EFE)

Pese al crecimiento del gasto público social, organismos internacionales y estudios privados estimaron un fuerte aumento de la pobreza (EFE)

Cuando se analiza la composición del gasto público tomando los datos de lo ejecutado hasta el 7 de agosto último se puede ver en primer término, claramente, que lo que se llama gasto social representa 67,5% del total, lo más alejado de un Estado liberal y lo más cercano a un estado “progresista”.

En segundo lugar, por importancia del gasto, está lo que se denominan servicios económicos, recursos que básicamente están destinados a tener tarifas de los servicios públicos artificialmente baratas para la población.

Y en tercer orden aparecen los intereses pagados de la deuda pública. Más allá de que no es bueno que el Estado tome deuda para financiar su gasto corriente, lo cierto es que Argentina no está colapsada por exceso de endeudamiento sino por el populismo que domina la economía que lleva a destruir la calidad institucional y condenarla al fracaso si no se cambia ese rumbo.

Dentro del rubro servicios sociales, el grueso corresponden a las jubilaciones y pensiones, donde la mayoría de los 7 millones de jubilados cobran la mínima; el gasto en salud no se refleja en el estado de los hospitales o en lo que se le paga a un médico y al resto del personal de la sanidad; el sistema educativo muestra los peores resultados; y la promoción y asistencia social se ha transformado en un gran clientelismo político, más que una situación transitoria para la reinserción laboral.

La mayoría de los argentinos creyeron que los políticos tenían el monopolio de la solidaridad y que, con ellos cuidando a la población todos tendrían una jubilación digna, salud, educación de calidad para sus hijos, etc. Es decir, con su infinita bondad iban a brindarle a la población la mejor condición de vida jamás vista.

Este perverso sistema del Estado presente, por el cual muchas veces se pretendió inculcar que los políticos tienen el monopolio de la solidaridad, ha transformado al Estado en algo inmanejable que destruyó las instituciones básicas del país, entendiendo como tales las reglas, normas, leyes, códigos, costumbres que regulan las relaciones de las personas entre sí y de las personas con el Estado.

Por un lado, Argentina dejó la cultura del trabajo y creó la cultura de la dádiva, dando lugar al clientelismo político por el cual los que reciben las dádivas se acostumbraron a vivir del trabajo ajeno. Empleo público y planes sociales de todo tipo suman millones de votos cautivos destruyendo el concepto de república.

Por ejemplo, a mayo pasado, había 5,8 millones de empleados privados en blanco en relación de dependencia y 3,2 millones de ocupados en la administración empleados estatales, es decir, los empleados públicos solos (nacionales, provinciales y municipales), representaban el 55% de los empleados privados.

La primera ruptura institucional viene por el lado del gasto. Gente que se acostumbra y se considera con derecho a ser mantenida por otros. Los políticos “solidarios” le vendieron a la gente el argumento de que ellos tienen derecho a vivir del fruto del trabajo ajeno. A que unos son pobres porque otros son ricos, por lo tanto hay que aplicar un impuesto a las grandes fortunas. Perseguir al que progresa porque invierte, trabaja y se esfuerza. Esta escalada de clientelismo político, sustentada en el resentimiento social, llevó el gasto público a niveles del 47% del PBI, en el agregado nación, provincias y municipios.Algunos políticos creen que unos son pobres porque otros son ricos, por lo tanto hay que aplicar un impuesto a las grandes fortunas, como proponen los diputados Carlos Heller y Máximo Kirchner (NA)Algunos políticos creen que unos son pobres porque otros son ricos, por lo tanto hay que aplicar un impuesto a las grandes fortunas, como proponen los diputados Carlos Heller y Máximo Kirchner (NA)

Todo ese aumento del gasto público condujo a buscar la forma de financiarlo. Y aquí se produce el segundo destrozo institucional. El Estado avanzando sobre los derechos individuales para apropiarse del trabajo ajeno y repartirlo.

La presión impositiva alcanzó niveles tan asfixiantes para las empresas y trabajadores que terminaron espantando inversiones y generando problemas de desocupación. Esta falta de trabajo condujo a un nuevo aumento del gasto público vía planes sociales para mantener a los que no tienen empleo remunerado, o bien nombrarlos en la administración pública para encubrir el desempleo real. Lo concreto es que hasta la Ley de Procedimiento Fiscal viola los derechos más elementales de los contribuyentes.

Así fue que para financiar la mala calidad institucional del gasto público en que se basa el populismo, derivó en más fuentes discrecionales. Llevó a niveles insospechados la carga tributaria en que casi la mitad del año hay que trabajar para pagar impuestos y, en el caso de las empresas, al punto que, de acuerdo a datos del Banco Mundial, Argentina es el país que más presión impositiva aplica sobre las empresas luego de Comoros, una isla frente a África.

No conforme con eso, el Estado vivió pidiendo prestado en el mercado internacional para financiar su déficit fiscal, creando el problema de la deuda externa, pero con la característica que luego consideran que los que quieren cobrar sus deudas son buitres; y de ese modo se transformó en un defaulteador serial.

También el Estado se cansó de confiscar ahorros internos. Plan Bonex 1989, corralito, corralón, pesificación asimétrica, fines de 2001 y principios de 2002; y confiscación de los ahorros en las AFJP a fines de 2009, que hicieron que el sistema financiero quedara reducido a la más mínima expresión y, para peor, el Banco Central se lleva el 50% de los escasos depósitos del sector privado para financiar el gasto público. De ahí que la gente no quiera ahorrar en el sistema financiero argentino.

Finalmente, el Estado abusó de la emisión monetaria como forma de financiar el gasto público destruyendo 5 signos monetarios, teniendo una de las inflaciones más altas del mundo. Hasta julio pasado, la emisión monetaria para financiar el gasto público representó el 66% de los ingresos tributarios del Sector Público Nacional.El Banco Central se lleva el 50% de los escasos depósitos del sector privado para financiar el gasto público (Reuters)El Banco Central se lleva el 50% de los escasos depósitos del sector privado para financiar el gasto público (Reuters)

Es decir, se destruyeron las reglas de juego de la cultura del trabajo y fueron reemplazadas por la cultura de la dádiva y el clientelismo político llevando el gasto a niveles insospechados y de pésima calidad. Y, por otro lado, se destruyó la seguridad jurídica con políticas tributarias expropiatorias, defaulteando la deuda tomada, confiscando depósitos y destruyendo una moneda detrás de otra.

Hará falta que varios gobiernos y la mayoría de la dirigencia política muestre un mínimo de seriedad en el manejo de la cosa pública como para recuperar la confianza para atraer inversiones y empezar a crecer. Y cuánto más se tarde en llegar la seriedad, más larga será la agonía argentina, porque más difícil será bajar los índices de pobreza.

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

La exaltación de la pobreza y la condena de la ganancia empresaria

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 5/5/2020 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/05/05/la-exaltacion-de-la-pobreza-y-la-condena-de-la-ganancia-empresaria/

 

La extrema pobreza predomina en los Estados autoritarios y en los democráticos hiper regulados (Nytimes)

La extrema pobreza predomina en los Estados autoritarios y en los democráticos hiper regulados (Nytimes)

El papa Francisco denuncia que la lógica del mercado crea “un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos» y agrega: “Las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios”.

Bien, hoy se ve una sociedad que no consume más que lo necesario porque el Estado ha establecido una cuarentena por la cual la gente solo compra lo necesario para comer, remedios y pocas cosas más. ¿Cuál ha sido el resultado de esa política, siguiendo las recomendaciones y denuncias de Francisco? Millones de personas en la Argentina y en el mundo que no saben cómo van a hacer para sobrevivir, porque al no haber consumo, no hay trabajo ni ingresos. Solo hay trabajo para unos pocos, los que producen alimentos y algunos productos más. Todos los bienes “suntuarios” e “innecesarios” según la óptica de Francisco, han dejado de consumirse y el resultado es el que hay a la vista millones de familias en la Argentina y en el mundo sin saber cómo harán para subsistir.

Este apocalipsis económico que vemos en el mundo es el fiel reflejo de lo que sería la vida de la gente si siguiera las recomendaciones de Francisco y los políticos populistas. Obviamente que cada uno tiene la libertad de decidir cuánto consume, lo que resultar absolutamente ilógico es que alguien determine qué es un “gasto innecesario”.

Finalmente, la economía tiene como último fin el consumo. Tanto la producción de bienes de capital como de insumos tiene por objeto final la producción de bienes de consumo.

Es cierto que, aun en tiempos de ausencia de pandemia de la COVID-19, hay problemas de pobreza por los cuales unos sectores pueden consumir mucho y otros poco o nada. En otras palabras, la pobreza, que seguramente va a pegar un gran salto en las próximas mediciones en Argentina, es un serio problema que se arrastra desde hace décadas. Pero esa pobreza es consecuencia de una política deliberada para tener clientelismo político o, en otros casos, de una monumental torpeza en materia de política económica.

La pobreza, que seguramente va a pegar un gran salto en las próximas mediciones en Argentina, es un serio problema que se arrastra desde hace décadas
La pobreza, que seguramente va a pegar un gran salto en las próximas mediciones en Argentina, es un serio problema que se arrastra desde hace décadas

Tomando la influencia de la Iglesia Católica en Argentina (aclaro que soy católico y estudié en colegio católico y en la Universidad Católica Argentina) que ha hecho un culto de la pobreza, el populismo argentino se apoyó en esa doctrina de Francisco, y ha instalado que todo el que es pobre es bueno y todo el que se esforzó, trabajó y logró progresar en la vida, es mala persona por definición, maldad intrínseca que lo obliga a tener que ayudar a los pobres, pobres que los mismos políticos crearon para tener su fuente de clientelismo político.

Porque esos que lograron progresar trabajando tuvieron la suerte de progresar. No fue su esfuerzo, su trabajo, sus sacrificios los que le permitieron tener un buen pasar, sino la suerte. Esa “suerte” automáticamente los convierte en una mala persona que tiene la obligación moral de mantener al pobre que por definición es buena persona y tiene más derechos que el que trabajó y se esforzó.

Dicho en otros términos, en Argentina se ha creado la cultura de que la riqueza de unos tiene como contrapartida la pobreza de los otros. Los pobres son pobres porque hay otros que no lo son. Por lo tanto, el populismo construye su poder generando una gran masa de pobres a los cuales luego sale a “defender”, y señala a los que no son pobres como los responsables de la pobreza de los pobres. Crea la grieta entre ricos y pobres. Primero crea los pobres y luego se “lamenta” de la pobreza.

Stocks y flujos

¿Cuál es la solución? Sacarle a los que más tienen para darle a los que menos tienen. ¿En qué se basan los controles de precios o el disparatado impuesto patriótico de Heller? En creer que la riqueza es un stock dado que hay que redistribuir entre los que menos tienen. Y si la riqueza es un flujo, también hay que quitarle buena parte de la generación de riqueza por haber trabajado y esforzado.

Lo concreto es que, basada en esta exaltación de la pobreza y el desprecio por los que progresan (por cierto, es bastante difícil encontrar algún político pobre) en el país imperan reglas de juego que espantan a cualquiera que quiera invertir y crear puestos de trabajo. El mejor plan económico es un puesto de trabajo, no la cultura de la dádiva de la que tanto disfrutan los políticos repartiendo la plata de los que trabajan.

El mejor plan económico es un puesto de trabajo, no la cultura de la dádiva de la que tanto disfrutan los políticos repartiendo la plata de los que trabajan (NA)
El mejor plan económico es un puesto de trabajo, no la cultura de la dádiva de la que tanto disfrutan los políticos repartiendo la plata de los que trabajan (NA)

En la Argentina, se ha establecido un sistema perverso por el cual invertir, trabajar, arriesgar, esforzarse, desarrollar la capacidad de innovación y generar puestos de trabajo merece ser castigado, porque en definitiva es la forma en que los pobres podrían dejar de ser pobres y, por lo tanto, desaparecería la clientela política cautiva del populismo imperante.

Los políticos populistas se llenan la boca con la distribución del ingreso y el coeficiente de Gini. Sueñan con la igualdad del ingreso, cuando, en realidad, la distribución del ingreso es irrelevante. Lo relevante es que el que menos gana, gane lo suficiente como para no ser pobre. En vez de estar mirando cuánto ganan los que más tienen (cultura de la envidia), los políticos populistas deberían estar mirando cómo hacen para que los que menos ganan, ganen más para salir de la pobreza.

Si en el momento 1, el que menos gana obtiene un ingreso de $100 y el que más gana tiene un ingreso de $1.000, la diferencia es de 10 veces. Si se supone que se aplican políticas no populistas, se generan inversiones y el que menos gana percibe $1.500 y el que más gana tiene $30.000, es decir 20 veces más, el coeficiente de Gini empeorará, no obstante que en ese ejercicio el sector más postergado ahora cobra tiene un ingreso 50% más alto que el que más ganaba en el momento 1. Lo importante no es cuánto ganan los que más ganan. Lo importante es que los que hoy son pobres, dejen de serlo.

Cada vez más se afianza la idea de que la pobreza estructural en la Argentina es función del negocio de las políticas populistas. Han creado la cultura de la pobreza. Su exaltación y la condena de la ganancia empresarial como el mal del liberalismo, han llevado a sumergir a millones de personas en la más humillante pobreza y clientelismo político. Esos mismos pobres que, hoy, con el coronavirus de la COVID-19, son la amenaza para levantar la cuarentena.

El clientelismo político entrampó a los políticos populistas. Si levantan la cuarentena corren el riesgo que esos sectores que viven en barrios pobres en CABA y en el conurbano, desparramen el virus. Por eso los tienen en sus barrios. Como si fuesen guetos de los que no pueden salir. Pero, si no levantan la cuarentena, la economía terminará por hundirse y no habrá un centavo para mantener el clientelismo político basado en planes sociales y sobreabundancia de empleo público.

Se verá cómo se sale de esa trampa en que se cayó por el coronavirus de la COVID-19. Lo cierto es que mientras se siga haciendo un culto de la pobreza y se señale como enemigos públicos a quienes invierten, arriesgan, trabajan y se esfuerzan, el país estará condenado a perpetuar y profundizar la pobreza. La pandemia es la oportunidad para abrirle los ojos a la gente y hacerles comprender que con la cultura de la pobreza, sólo habrá cada vez más pobres.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

El mito del socialismo de los países nórdicos

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 28/12/2019 en: https://www.infobae.com/economia/2020/01/28/el-mito-del-socialismo-de-los-paises-nordicos/

 

Nuevas estadísticas comparadas permiten hacer un balance comparativo y mostrar el contraste con la posición de los progresistas en la Argentina

Las posibilidades de ascenso social en los países nórdicos son más aceleradas que en los países populistas (Shutterstock)

Las posibilidades de ascenso social en los países nórdicos son más aceleradas que en los países populistas (Shutterstock)

El Reporte 2020 del World Economic Forum sobre el Índice de Movilidad Social muestra en los cuatro primeros lugares a: Dinamarca; Noruega; Finlandia; y Suecia. ¿Qué nos dice este índice? El caso de una persona que nace en una familia pobre en Dinamarca y le llevaría dos generaciones alcanzar el ingreso medio, o tres en Suecia, Finlandia y Noruega. Mientras que en Francia necesitaría seis generaciones, o nueve si nació en Brasil o Sudáfrica. El índice contempla la atención sanitaria, la educación, el acceso a la tecnología, oportunidades de empleo, etc.

Viendo este dato, los progresistas se frotan las manos y piensan: “acá tengo el argumento perfecto para demostrar que el socialismo o la socialdemocracia es el mejor sistema del mundo y son los mejores ejemplos para dar sobre la superioridad de nuestras políticas”.

Desafortunadamente, hace rato los progresistas y populistas quedaron desactualizados sobre quiénes gobiernan en esos países y cuáles son sus políticas económicas.

En realidad, los cuatro países mencionados se encuentran entre los primeros 26 países en el ranking del Índice de Libertad Económica como puede observarse en el cuadro.

Dinamarca está en el puesto 14, Suecia en el 19, Finlandia en el 20 y Noruega en el 26. Es decir, lejos de ser economías socialistas o con fuerte intervención del Estado, son abiertas, con baja cantidad de regulaciones, particularmente en el mercado laboral; derechos de propiedad bien afianzados, etc. Es decir, son países donde funciona la economía de mercado.

Es más, Suecia, Dinamarca y Finlandia acaban de oponerse a fijar un salario mínimo para toda la Unión Europea porque ellos no lo necesitan, tienen negociaciones por sectores.

Y de los países seleccionados, Francia es el que tiene la mayor relación gasto público/PBI. No se observa una diferencia abismal en cuanto a gasto público, si bien en todos los casos son altos.

Pero lo que pocos conocen es que los países escandinavos bajaron en forma notable su gasto público/PBI. Por ejemplo, Suecia que llegó a tener una relación gasto público/PBI del 70,5% en 1993 lo bajó a niveles del 50% actualmente. Son 20 puntos menos de gasto público respecto al PBI.

Finlandia llegó a tener una relación gasto público/PBI del 64% y ahora lo mantiene en el orden del 53% del PBI. 10 puntos menos de gasto público/PBI. Noruega lo redujo del 56% al 49% y Dinamarca también del 56% al 49 por ciento.

Ahora bien, este gasto público se vuelca al tema salud, educación, vivienda, etc. Obviamente no hay piqueteros cortando las calles principales en los países escandinavos. Pero el dato relevante es que la mayoría de los gastos sociales en los cuatro países mencionados, tienen copagos. Es decir, por ejemplo los hospitales no son totalmente gratis. El paciente tiene que pagar parte del servicio.

Pero para aquellos que creen que este es un modelo solidario por el cual en esos países las empresas pagan fortunas de impuestos para financiar este gasto público social, se equivocan rotundamente.

De acuerdo con datos de la OECD (Organización de Países Desarrollados, según sus siglas en inglés), este gasto público social se financia con impuestos que en Argentina son considerados regresivos por parte de los progresistas. Dos tercios de los ingresos tributarios se financian con el cobro de IVA, aportes sobre el salario, Seguridad Social.

Y, lo más sorprendente, es que el Impuesto a las Ganancias de las personas físicas es altísimo, mayor que en la Argentina. En cambio, las empresas que pagan ese gravamen es muy bajo. Dinamarca 22%. Finlandia 20%, Noruega 22% y Suecia 21,4%. Es más, de acuerdo a los datos de la OECD, en 2017 el 30% del total de los ingresos tributarios de Suecia fueron por el impuesto a las ganancias a las personas, en tanto que el impuesto a las ganancias que pagaron las empresas representó poco más del 5% del total.

El gráfico anterior de la Tax Foundation muestra la composición de los ingresos tributarios de Suecia en comparación a los del resto de los países de la OECD.

Conclusiones contundentes

Es un mito que los países nórdicos sean socialistas. Hace rato que son gobernados por partidos de centroderecha o coaliciones políticas que incluye a partidos de centroderecha, que han bajado el gasto público, que tienen una economía de mercado, que han llevado a cabo privatizaciones con éxito de sectores estatales, desde las telecomunicaciones a la generación y distribución de electricidad. Incluso el servicio postal y algunos bosques se han privatizado.

Por otro lado, no hay redistribución del ingreso al estilo populista nuestro donde los que más ganan más pagan o se mata a las empresas para financiar los delirios populistas. Además, los países nórdicos se caracterizan por su apuesta al libre comercio. En esa región, la mediana de impuestos a las importaciones es 5,3 por ciento.

Sí se les cobra impuestos altos a las personas físicas, pero a cambio se les da un servicio de primera de salud, educación, seguridad, etc. Es más, en esos países funciona el voucher para la educación. En vez de financiar la oferta, el estado financia la demanda y la gente recibe un cupón con el cual paga la escuela de sus hijos pero elige a qué colegio va a ir.

Cómo sostiene la economista colombiana Vanessa Vallejo sobre el sistema finlandés de educación en base al voucher“A las escuelas no se les asigna un presupuesto fijo, sino que obtienen dinero en función de los estudiantes matriculados. Los padres por supuesto son libres de matricular a sus niños en donde quieran. Y desde luego que lo hacen en los colegios con mejores resultados. Esto se traduce en una constante y feroz competencia de colegios para ganar alumnos”. Y agrega: “Mientras tanto, en Suecia y Dinamarca, ocurre prácticamente lo mismo que en Finlandia; se utiliza el modelo de cheque escolar, en el que al alumno se le da un bono para que elija en dónde matricularse, de modo que una vez más es el consumidor el que decide, y solo permanecen en el mercado las escuelas que prestan servicios que la gente quiere”. Es de imaginar que un sistema así le produciría un ataque de nervios a Baradel.

En definitiva, es un mito que los países nórdicos sean socialistas. Tal vez no sean el paraíso del liberalismo, pero tienen mucho más de liberales clásicos que de socialismo como se cree.

Copia distorsionada

¿Cuál es el problema que tenemos en la Argentina? Que los políticos populistas y los progresistas muestran como ejemplo el modelo de los países nórdicos, equívocamente como socialistas, pero lo único que les copian es la carga impositiva, con la diferencia que en esos países las empresas pagan bajos impuestos a las ganancias y las personas altos impuestos a las ganancias, en tanto que aquí tanto las empresas como las personas pagan altos impuestos a las ganancias con servicios de salud, educación, vivienda y seguridad propios del quinto subsuelo del subdesarrollo.

Si los populistas y progresistas quieren copiar el modelo nórdico, sepan que tienen que adoptar una economía de mercado, privatizar, establecer una carga tributaria que estimule la inversión y, sobre todo, el llamado gasto social tiene que ser de primera calidad y no una fuente de clientelismo político.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

Ladrones errantes y ladrones estables

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 20/3/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/03/20/martes-ladrones-errantes-y-ladrones-estables/

 

El argumento que suelen usar los más fanáticos defensores de la política gradualista del gobierno, suele consistir en decir que si aceleran las reformas, se produciría una crisis social, caería el gobierno y vendría el peronismo que explotaría más al contribuyente con más gasto público. Algo así como: aguanten mi explotación que si no vienen otros y va a ser peor.

Este argumento me hizo recordar un pasaje del libro Poder y Prosperidad, de Mancur Olson, en el que analiza la situación de un pueblo chino en la década de 1920 que es constantemente sometido al saqueo de bandas de ladrones errantes. Los ladrones errantes son aquellos grupos de delincuentes que entran en el pueblo y como no piensan quedarse a vivir en él, le roban a la población todo lo que tiene. Esa población vive en la mayor de la pobreza porque tienen pocos estímulos para producir y mejorar dado que saben que, en cualquier momento, aparecerá la banda de ladrones errantes a robar para luego irse a otro pueblo a seguir robando. ¿Para qué producir si todo el fruto del trabajo es robado sin piedad por los ladrones errantes?

Esto sucede hasta que un día aparece el ladrón estable, que es aquél que entra en el pueblo con su banda de delincuentes con el objetivo de quedarse a vivir allí. Ahora bien, el ladrón estable les ofrece a los habitantes defenderlos de los ladrones errantes a cambio de una parte de los bienes que producen. Es evidente que, en términos relativos, los habitantes de ese pueblo van a estar en mejores condiciones bajo la opresión del ladrón estable que sometidos a los constantes ataques de los ladrones errantes. El ladrón estable sabe que, para diferenciarse del ladrón errante, tiene que robar un poco menos que éste, porque si no el habitante del pueblo va a estar en un punto de indiferencia. Además, el ladrón estable tiene que darle algún estímulo al habitante del pueblo para que siga produciendo y le transfiera parte de sus bienes a él. Si el ladrón estable actuara de la misma forma que el ladrón errante, el habitante del pueblo no tendría estímulos para producir y no podría mantener al ladrón estable y, justamente, lo que éste quiere es que la gente lo mantenga en base a la amenaza que él puede infligirles por medio de la fuerza bruta.

Es obvio que, como decía antes, la población de ese pueblo estará mejor, en términos relativos, bajo el dominio del ladrón estable que acosado permanentemente por el ladrón errante. Sin embargo, esa población no está en su óptimo. Su óptimo es no ser víctima ni del ladrón errante, ni del estable. Su óptimo es tener asegurado su derecho de propiedad de manera de tener estímulos para producir y progresar.

Planteado el razonamiento de Mancur Olson, me apuro a aclarar que si uno traslada ese ejemplo al caso argentino, no digo que este gobierno le robe a la gente, me refiero a la carga impositiva que sigue aplicándole a una parte de la población. El argumento es que no se pueden bajar más los impuestos porque no se puede bajar más el gasto público a riesgo de tener una crisis social. Dicho en otras palabras, es como si nos dijeran: si bajamos más el gasto público, vuelven los ladrones errantes y vas a estar peor, así que aguantá esta presión impositiva que no es tu óptimo pero es el mal menor. En rigor, considerando que la carga impositiva no es solo de la nación, sino también de las provincias y de los municipios, lo que ha ocurrido, al menos en la provincia de Buenos Aires que tiene un gobierno del mismo signo del gobierno nacional, es que la nación ha bajado marginalmente los impuestos y la provincia los ha aumentado brutalmente. Me refiero, por ejemplo, al impuesto inmobiliario.

El argumento del gradualismo es el preferido de algunos legisladores de Cambiemos, sin embargo no parecen estar muy inclinados a bajar el gasto gradualmente ni a hacer grandes sacrificios de austeridad.

Gráfico 1

El gráfico 1 muestra la evolución del gasto del Poder Legislativo Nacional en dólares corrientes (para 2018 utilicé un tipo de cambio de $ 20). Cómo puede verse, entre 2007 y 2018 el gasto del Poder Legislativo se habrá multiplicado por 5 y si lo analizamos en pesos constantes de 2018 se multiplica por 2 usando el IPC.

Gráfico 2

Resulta difícil imaginar que vaya a producirse un estallido social si el Poder Legislativo reduce su gasto, finalmente, no es solo responsabilidad del Ejecutivo poner en orden las cuentas fiscales, sino del conjunto de la dirigencia política. Los gráficos 1 y 2 hacen dudar de la real voluntad de disminuir el gasto público cuando legisladores oficialistas insisten con el estallido social. ¿Es miedo a estallido social o miedo a perder el negocio de la política? Esta misma pregunta podemos formularla para el caso de los planes sociales, ¿es miedo al estallido social o se pierde parte del clientelismo político?

La estrategia del gobierno está centrada en no bajar el gasto público en términos absolutos. Por el contrario, piensa aumentarlo al ritmo de la inflación apostando a que el PBI va a crecer y el gasto sobre el PBI se va a ir licuando. No habría tanto una reforma del estado sino un país con mayor ingreso que le permitiría, con un esfuerzo razonable, dilapidar en un estado sobredimensionado.

El punto a considerar es si, al igual que en el caso de los ladrones errantes y ladrones estables, estamos en una situación de ladrones estables que nos dejan trabajar pero nos confiscan buena parte de nuestros ingresos con lo cual no estamos en el óptimo y no podemos crecer. Nuestro crecimiento está limitado a lo que nos confisque el ladrón estable. Insisto una vez más, no estoy diciendo que el gobierno está compuesto por ladrones, solo uso la metáfora que utiliza Mancur Olson en Poder y Prosperidad para mostrar que no se trata de reemplazar a un ladrón errante por uno estable para crecer, sino que los países crecen cuando tienen gobiernos limitados que respetan el derecho de propiedad. Si el estado nos va a seguir confiscando el fruto de nuestro trabajo para financiar más de 50 planes sociales, empleados públicos y el negocio de la política, entonces no va a haber estímulos para invertir e incrementar la riqueza. Dicho en otras palabras, no habrá estímulos para crecer en forma sostenida y, de ahí, mis dudas que el gasto público termine licuándose sobre un PBI más grandes. Normalmente, estos ensayos terminaron en que el que quedó licuado no fue el sector público sino que fue licuado el sector privado. Justamente el generador de riqueza.

Ya pasaron algo más de dos años y sigue sin aparecer la lluvia de inversiones. La evidencia muestra que el sector privado no está dispuesto a invertir bajo estas condiciones de presión tributaria, legislación laboral y precariedad fiscal. Tal vez sea hora de ensayar otro camino.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

¿Qué es más costoso: bajar el gasto público o esperar a que no haya más financiamiento?

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 27/2/18 en: https://www.infobae.com/opinion/2018/02/27/que-es-mas-costoso-bajar-el-gasto-publico-o-esperar-a-que-no-haya-mas-financiamiento/

 

El siguiente párrafo del libro de Friedrich von Hayek, Nuevos Estudios, publicado en 1978, parece escrito para la Argentina actual: «Sin embargo, esto deja de lado el daño principal que causa la inflación, que es el de dar a la estructura global de la economía un carácter distorsionado, desproporcionado, que tarde o temprano hace inevitable un mayor desempleo. Lo hace atrayendo a mayor número de trabajadores a ciertos tipos de empleo que dependen de una inflación continua y aun acelerada».

Y agrega la obra del pensador: «El resultado es una situación de creciente inestabilidad, en la cual una parte en aumento de la ocupación corriente depende de una inflación continua y quizás acelerada, y en la cual todo intento de disminución de la inflación conducirá inmediatamente a tanto desempleo, que las autoridades desistirán para reanudar la inflación».

 Friedrich Hayek: “El daño principal que causa la inflación, que es el de dar a la estructura global de la economía un carácter distorsionado, desproporcionado, que tarde o temprano hace inevitable un mayor desempleo que aquel que la política intentaba evitar”

Y unos párrafos más adelante remata: «En realidad, hemos sido conducidos a una espantosa situación. Todos los políticos prometen detener la inflación y mantener el total empleo. Pero no pueden hacerlo. Y cuanto mayor sea el tiempo que logren mantener la ocupación mediante una inflación continua, mayor será el desempleo cuando por fin la inflación se detenga. No hay ardid mágico alguno mediante el cual podamos liberarnos de esta situación que hemos creado».

El sendero de la inflación

Si uno observa la inflación en Argentina, es evidente que el Gobierno no ha logrado iniciar una tendencia decrecienteDesde mediados del año pasado tiene una inflación que está un piso del 23% anual y un techo del 25%. En esa banda viene moviéndose. Es decir, en niveles similares a los de la era K.

Si bien es cierto que hubo correcciones en las tarifas de los servicios públicos y en el tipo de cambio, algo que no ocurría durante la era K, la suba de las tarifas de los servicios públicos deberían bajar el gasto público en su componente de subsidios económicos y, por lo tanto, reducir la brecha fiscal requiriendo menor tasa de emisión monetaria para cubrir el rojo fiscal. Sin embargo, el ahorro fiscal por los menores subsidios económicos se tradujo en aumentos del gasto público en más planes sociales, empleo público y costo del endeudamiento para financiar el gradualismo.

Dicho en palabras de Hayek, los gobiernos prometen bajar la inflación pero cuando llega el momento de controlarla no se animan a pagar el costo político de, en el caso argentino, reducir el empleo público y los subsidios llamados sociales que, a esta altura del partido, ha quedado en evidencia que no son otra cosa que clientelismo político y extorsión piquetera.

 Los gobiernos prometen bajar la inflación pero cuando llega el momento de controlarla no se animan a pagar el costo político de, en el caso argentino, reducir el empleo público y los subsidios llamados sociales

Realidades de superación

Y que por favor, no me vengan con la historia que hay gente que no está capacitada para trabajar, que crecieron viendo a sus padres vivir de planes sociales sin trabajar, etc. porque basta con ver lo que hizo Toty Flores con la Cooperativa la Juanita en Laferrere para advertir que uno puede tener que enfrentar la adversidad pero con dignidad.

La gente de La Juanita se negó a seguir recibiendo subsidios y se organizaron para producir. Hoy producen pan dulce, indumentaria que han exportado a Japón y tiene hasta un call center. Con dificultades, cometiendo errores y sobrellevando la adversidad, la dignidad pudo más que el subsidio fácil y hoy La Juanita es un ejemplo, al punto tal, que vienen del exterior para interiorizarse sobre cómo se organizan.

Volviendo al tema inflacionario, decía que la suba de los precios al consumidor está en un piso del 23% al año y un techo de 25% sin que se observe, por ahora, ninguna tendencia a quebrar ese piso. Obviamente si uno mira la expansión monetaria observa que la Base viene creciendo a una tasa de velocidad de crucero del 25% anual como piso. No baja de ese ritmo, lo cual es consistente con la tasa de inflación del rango del 23 al 25 por ciento anual.

Ahora, no es por perversidad que el BCRA emita a esa tasa o porque el Gobierno quiera tener un déficit fiscal consolidado del orden del 7% del PBI. La explicación última tiene que ver con el miedo político a adoptar determinadas medidas que pueden no resultar simpáticas pero que son necesarias para frenar la inflación y el creciente endeudamiento, tanto interno como externo.

Dicho de otra forma, el costo económico de no enfrentar el costo político de bajar el gasto público es tener una presión impositiva récord, emitir moneda a marcha forzada, haber llegado a un stock de Lebacs de $ 1,2 billones y encima tomar deuda externa. O sea, el Gobierno está utilizando al máximo todos los instrumentos posibles para financiar el gasto público y aun así no logra cerrar la brecha fiscal.

La inflación, y en particular el gasto público, han generado una pésima asignación de recursos productivos. La mano de obra está mal asignada ya que para disimular la desocupación creció enormemente el empleo público y millones de personas viven del trabajo ajeno en base a los llamados planes sociales.

 La inflación, y en particular el gasto público, han generado una pésima asignación de recursos productivos

Preguntas con respuestas que contradicen las acciones

Cuando uno dice que hay que cambiar todo eso y hay un costo político en el medio, inmediatamente saltan diciendo: si se hace eso explota el país. Habría una crisis social y demás argumentos por el estilo.

Ante semejante panorama sombrío de no «poder» corregir estas distorsiones uno pregunta: ¿quieren que el Estado siga emitiendo y generando inflación? No, gritan a coro los políticamente correctos.

¿Quieren que el Estado aumente los impuestos? No, gritan a coro los políticamente correctos.

¿Quieren que el Estado tome deuda externa? No gritan los políticamente correctos.

Si no quieren que suban los impuestos, ni que se cobre el impuesto inflacionario, ni que el estado siga aumentando la deuda externa y tampoco quieren bajar el gasto público, ¿qué cuernos quieren que se invente para dominar el problema fiscal?

En definitiva, como decía Friedrich von Hayek, o el Gobierno toma el toro por las astas y enfrenta el gasto público o entramos en un período de inestabilidad creciente que no va a ser resuelto por el solo transcurso del tiempo. Al contrario, se va a ir agravando.

Nadie dice que enfrentar este problema sea fácil. Pero no hacerlo tendrá un costo mucho mayor. La pregunta que deberían formularse en el Gobierno es: ¿cuál es mayor, el costo político de hacer algo o el costo político y económico futuro de no haber hecho nada a tiempo para bajar el gasto público?

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Candidatos: un conglomerado de progres y populistas

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 26/6/17 en: http://economiaparatodos.net/candidatos-un-conglomerado-de-progres-y-populistas/

 

Es una Argentina que parece haberse quedado sin opciones políticas para salir de esta larga decadencia

Es obvio que el Poder Ejecutivo no tiene facultades para dictarle la prisión preventiva a Cristina Fernández ni a ninguno de todos los sospechados de corrupción que se presentarán como candidatos a diputados y senadores, pero podría haber tomado una posición más firme a la hora de remover a Gils Carbó mediante un DNU por el cual estaba facultado para hacerlo y lograr que los fiscales investiguen en serio.

Algunos dicen que a Cambiemos le convenía que Cristina Fernández no fuera presa para polarizar la elección y derrotarla en la urnas para que quede totalmente fuera de combate. Si iba presa, al menos por prisión preventiva dados el monto y la causa por la cual está procesada, iba a victimizarse y generar más compasión en la gente. En cambio, si enfrenta las elecciones y es derrotada en las urnas, queda sepultada políticamente y encima tendrá que enfrentar los juicios por corrupción que le esperan.

La estrategia parece tentadora, pero el problema es que usar las urnas como sustituto de la justicia no es, me parece, la forma de encarar los problemas de este tipo. Ignorar el orden jurídico por conveniencia política puede terminar en sistema totalitario o en un país en que la justicia no impera y todo se resuelve con el voto, sin importar si la mayoría circunstancial respeta los derechos de una minoría.

La realidad es que el Congreso parece haberse convertido en una guarida donde los corruptos van a buscar la protección que le ofrecen los fueros que disfrutan los legisladores, que en rigor fueron creados para no ser perseguidos por sus ideas, no para ser un escudo que los ampare de la justicia a la hora de pagar sus fechorías en el gobierno.

Si uno mira las listas de candidatos a diputados y senadores, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la provincia de Buenos Aires, se va a encontrar con una legión de progresistas y populistas. Es más, todos los primeros candidatos a diputado de la provincia de Buenos Aires, incluyendo a Cambiemos, llevan a un k o ex k en sus listas. Graciela Ocaña estuvo 5 años con el gobierno de los Kirchner. Es más, fue ministra de Salud cuando la crisis de la 125 que casi lleva el país a un enfrentamiento civil. Ya en ese momento se conocían las fechorías del matrimonio (las valijas de Antonini Wilson) y el proyecto chavista del kircherismo. Uno puede equivocarse en el candidato que acompaña, pero 5 años sin darse cuenta del proyecto autoritario no es creíble.

En CABA el progresismo domina la escena política. Carrió por Cambiemos, Lousteau, luego el peronismo con Moreno y toda esa corriente tradicional k y partidos de izquierda.

Si se observa el panorama electoral, no hay propuestas de partidos que hablen de reducir el gasto público, hacer una reforma tributaria que atraiga inversiones, reforma laboral y temas por el estilo. Están todos concentrados en redistribuir ingresos, es decir, en seguir metiéndole la mano en el bolsillo a la gente que trabaja en blanco para continuar financiando el clientelismo político.

En Cambiemos no se observa una convicción de cambio. El solo ejemplo de los subsidios por invalidez muestra la escasa convicción de cambio. Un escándalo de corrupción k que hizo aumentar en 1240% la cantidad de beneficiarios de pensiones por invalidez y Cambiemos estaba correctamente terminando con ese negocio de la invalidez que había armado el kircherismo. Pero hubo cinco gritos de los corruptos que no querían perder su negocio y arrugaron rápidamente. Ni siquiera supieron comunicar qué hacían y por qué lo hacían.

En definitiva, uno mira el horizonte electoral y no ve estadistas que piensen la Argentina 50 años hacia adelante. Solo miran cómo ganar la próxima elección ofreciendo más populismo.

Aquí no se ve una propuesta para recuperar un sistema monetario que no tenemos, un mercado de capitales para que haya crédito de largo plazo para que la gente pueda comprar propiedades, cómo limitar el poder de la AFIP o cómo eliminar regulaciones que obstruyen la producción. Solo hablan de redistribuir riqueza en vez de generarla.

Es una Argentina que parece haberse quedado sin opciones políticas para salir de esta larga decadencia. Esperemos que el tiempo haga cambiar la mentalidad estatista y redistribucionista que hoy impera en las mentes políticas.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

El asunto de los remedios para los jubilados

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 8/1/17 en: http://economiaparatodos.net/el-asunto-de-los-remedios-para-los-jubilados/

 

Es lamentable que un gobierno que venía a cambiar siga utilizando los mismos parámetros que usaba el kircherismo para establecer derechos

Un patético debate surgió durante el fin de semana cuando el titular del PAMI, Carlos Regazzoni, salió a argumentar que los remedios que se entregan 100% gratis a los jubilados no correrá para aquellos que tengan yates, autos con menos de 10 años de antigüedad y no sé cuántas cosas más, además de decidir que todos los jubilados que tengan obra social privada no tendrán derecho a recibir remedios gratis.

Por empezar no hay tal cosa como un programa de remedios gratis, alguien lo paga y ese alguien es el contribuyente. En segundo lugar, el jubilado debería tener la libertad de poder elegir si quiere que le descuenten de la jubilación un porcentaje para el PAMI. El que quiere aporta al PAMI y recibe las prestaciones de esa institución y el que no quiere se paga los remedios de su bolsillo o bien contrata una obra social privada y se maneja con ella pero sin que le descuenten de su jubilación recursos para el PAMI.

La realidad es que a la Argentina la hundió los supuestos planes “sociales” del estado porque se han transformado en una fuente de corrupción, caja para la política o bien una forma de buscar clientelismo político. Bajo el argumento del estado solidario, algo que no existe porque el estado no tiene recursos propios sino que son recursos de los contribuyentes, hoy el estado no presta el servicio básico de seguridad pero se ocupa de implementar centenares de “planes sociales” que se reparten con criterio político y nadie controla qué se hace con esa plata. Son simples cajas para comprar voluntades políticas.

En todo caso si hoy hay que implementar un programa de remedios que se le entregan sin pagar a los jubilados porque no tienen dinero suficiente para pagarlos, es porque fuimos a una política populista de jubilaciones.

Ahora, lo que más molesta de la propuesta del gobierno de no otorgarle el beneficio de remedios sin cargo a quienes tienen una obra social privada es el criterio discriminatorio con fuerte contenido populista. Esa eterna historia de discriminar entre vos sos rico no tenés derecho. Aquél otro que es pobre tiene derecho a que otro le pague los remedios, la casa, las vacaciones y lo mantenga de por vida.

Pero el pecado original de todo este problema sobre si tiene que suspenderse el programa de remedios gratis para los jubilados que tienen obra social viene del nefasto sistema jubilatorio de reparto que ha hecho de las jubilaciones un agravio a la gente que trabajó toda su vida. Matemáticamente ningún sistema de reparto funciona en el mundo porque aumentó la esperanza de vida de las personas y cada vez hay menos trabajadores en actividad por cada pasivo que hay que financiar. Encima, en Argentina la fenomenal carga tributaria sobre la nómina salarial hace que el trabajo en negro sea gigantesco o desestimule la contratación de personal. Agreguemos a esto la cantidad de gente que vive de planes sociales sin trabajar lo cual disminuye los ingresos del sistema de reparto y tenemos un combo perfecto para que los jubilados cobren una miseria.

Como los jubilados cobran una miseria, entonces empiezan a inventar estos planes de remedios gratis, cuando en rigor cada uno debería ir armando su cobertura a lo largo de la vida para cuando se retire. Pero tantos años de populismo llevan a estos parches como el de remedios gratis que cuando pretenden emparcharlos, se cometen barbaridades como decir que el que tiene obra social privada no tiene los mismos derechos frente a la ley que el que no tiene obra social privado. Hay infinidad de casos en que los hijos les pagan la obra social a sus padres jubilados para que en caso de ser necesaria una internación puedan ir a un sanatorio digno y no a los destrozados hospitales públicos.

Esta propuesta es tan disparatada que es como si a quien tiene auto le vendieran la SUBE más cara que al que no tiene auto. O si tengo un matafuegos en mi casa, entonces los bomberos se encargan de apagar solo una parte del incendio. Llevado al extremo se ve la ridiculez en que acaban estas propuestas de romper con el principio de igualdad ante la ley. Si todos los jubilados están obligados a aportar al PAMI tienen que tener el mismo derecho ante la ley por más obra social que tengan.

En definitiva, dudo que la gran estafa haya estado en jubilados que fueron a buscar medicamente gratis siendo dueños de yates, autos último modelo y cosas por el estilo. Habrá habido casos, pero con un costo marginal menor dentro del agujero negro que es el gasto público.

La parte más patética es esto de seguir dividiendo a los argentinos entre los que tienen cierto ingreso o patrimonio y los que tienen menos para otorgar derechos. Es insistir con el discurso que hace pensar que los pobres son pobres porque el otro es rico. Una forma de enfrentar a la sociedad.

Francamente pensé que con Cambiemos, al menos esta parte tan nefasta del kirchnerismo iba a desaparecer. Es lamentable que un gobierno que venía a cambiar siga utilizando los mismos parámetros que usaba el kircherismo para establecer derechos. Así, con la sociedad dividida y tratando como ciudadano de segunda a quienes logran algún éxito económico en forma lícita, no van a cambiar los valores que hay que cambiar para poner a la Argentina en una senda de crecimiento de largo plazo.

 

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

El mejor plan social es un puesto de trabajo

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 19/10/16 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2016/10/19/el-mejor-plan-social-es-un-puesto-de-trabajo/

 

Cambiar es, justamente, dejar la cultura de la dádiva y del clientelismo político

La mayoría de los políticos suelen hablar de los pobres, unos de buena fe pero equivocados sobre cómo solucionar la pobreza y otros felices, aunque no lo digan, que hayan tantos pobres para ellos mantenerlos y tenerlos cautivos con el voto. En realidad no los mantienen ellos, los mantiene el contribuyente.

La semana pasada en IDEA hubo dos afirmaciones, una de Carolina Stanley y otra de Macri que me generaron preocupación sobre la posibilidad de ir terminando con la pobreza. Personalmente a Macri y a Stanley los colocaría en la categoría de los políticos que realmente están preocupados por la pobreza pero proponen hacer exactamente lo contrario a lo necesario para poder terminar con ella. Voy a ponerlo de esta manera, para el kirchnerismo fabricar pobres es su negocio. A mayor cantidad de pobres, más planes sociales a repartir y en cada elección la amenaza que si ellos no ganan les quitarán los subsidios. Una vil extorsión de una asociación ilícita que necesita que los pobres les mendiguen un plan social para ellos, mientras ellos se dedican a robar descaradamente todo lo que pueden. Posiblemente los k no sean progres, pero aplican políticas progres sabiendo que generarán más pobreza y más clientelismo político. Que el país se destroce económicamente a ellos no les preocupa demasiado porque su objetivo no es mejorar la situación económica del país, sino acumular para ellos los bolsones de euros. Es como el ladrón, no le interesa dejar sin nada al que roba porque su objetivo es maximizar su ingreso, no el de la víctima. En todo caso, el ladrón eficiente dejará que cada tanto la víctima pueda producir algo para luego ir robársela.

Ahora bien, la semana pasada el presidente Macri dijo en IDEA, dirigiéndose a los empresarios: “pueden generar riqueza y ahí uno puede pensar en distribuir”. Lo que Macri le pide a los empresarios es que inviertan, aumenten la productividad, generen riqueza que luego el estado va y les quita esa riqueza (en parte o todo) para redistribuirla. Es decir, le quita lo que le pertenece legítimamente a uno para dárselo a quien no le pertenece. Desconozco quién asesora a Macri en temas económicos, pero claramente no pasa el filtro de un examen de introducción a la economía.

¿Cuál es la propuesta de Macri? Ud. invierta, asuma los riesgos empresariales correspondientes (vender, cobrar lo que vende, asumir los riesgos laborales, etc.) que luego viene el estado, le quita lo que ganó asumiendo el riesgo empresarial y lo reparte entre los pobres.

Con semejante propuesta, solo otro delincuente al que le ofrezcan un negocio cautivo puede llegar a invertir en Argentina. Y al ser un negocio cautivo (proteccionismo, subsidios, etc.) son inversiones de baja productividad, escasa generación de riqueza y, por lo tanto, poco para redistribuir. En rigor este es el modelo de decadencia de Argentina. Empresarios con baja competitividad que piden proteccionismo, subsidios o directamente alianzas corruptas con el estado para hacer obras públicas, y como todo consuelo le tiran un hueso a la gente del producido de ese sistema ineficiente bajo la forma de planes sociales para mantenerla tranquila y siempre enganchada como cliente político.

Quien asesoró a Macri en semejante disparate, claramente desconoce la relación entre crecimiento económico y calidad institucional. No ha leído nada al respecto. Pocos van a invertir en un país para que luego el estado los exprima impositivamente en nombre de la justicia social. Por eso Argentina tiene tanta desocupación y pobreza, porque se persigue impositivamente al que produce. Al que genera riqueza. Al que invierte y crea puestos de trabajo.

El camino es otro, el estado no tiene que redistribuir nada, lo que tiene que hacer el estado es no entorpecer al sector privado para que pueda producir, invertir y hacer crecer la economía. El mejor plan social es un puesto de trabajo. No hay nada más digno para una persona que poder sostener a su familia con el fruto de su trabajo. Y no hay nada más denigrante para una familia que vivir de la dádiva del político de turno.

Cambiar es, justamente, dejar la cultura de la dádiva y del clientelismo político y pasar a un sendero de crecimiento económico basado en inversiones competitivas. Para eso se necesita un estado que no derroche los recursos de los contribuyentes en un gasto público descomunal, que encima no brinda ningún servicio de seguridad o salud para la población. La contracara de un estado sobredimensionado es una presión impositiva asfixiante para el sector productivo. Y la contracara de asfixiar al sector productivo es la desocupación y la pobreza.

Para ver lo confundido que están en el gobierno, recurro a otra declaración de la semana pasada, en este caso de Carolina Stanley que sostuvo en IDEA: ”Este país no puede crecer con un 32% de pobreza”. No, Carolina, es al revés. Sin crecimiento no se puede eliminar la pobreza. Estás poniendo el carro delante del caballo. ¿Cómo hago para terminar con los pobres si no logro inversiones? ¿Y cómo logro inversiones si me la paso matando al sector privado con regulaciones e impuestos siderales?

No creo que el gobierno de Macri esté buscando generar más pobreza, pero claramente sus medidas de ayudar a los pobres terminan convirtiéndose en más pobreza.

De todo lo anterior no pretendo que de un día para otro se solucione mágicamente el tsunami de desastres económicos que dejó el kirchnersmo. No estoy diciendo que en 10 meses el gobierno tendría que haber terminado con la pobreza y resuelto todos los problemas fiscales, de regulaciones, estados sobredimensionado, etc., pero sí era posible ir a un discurso de grandeza. Un discurso que transmita los valores que alguna vez hicieron grande a la Argentina. Y ese camino no pasa por decir que la gente tiene que producir para que luego el estado le confisque lo producido para poder redistribuir. Ni pasa por demostrar que son sensibles diciendo que este gobierno tiene más planes sociales que el gobierno anterior. Afirmar semejante cosa es afirmar que está fracasando en atraer inversiones, genera puestos de trabajo y lograr que la gente logre sostenerse con el resultado de su esfuerzo.

En síntesis, tengo toda la impresión que Macri está muy mal asesorado económicamente y lo están llevando por el camino del mismo progresismo que condujo a la economía argentina a esta situación de colapso social con millones de pobres.

El primer paso es empezar a cambiar el discurso mostrándole a la gente que el cambio va en serio. El segundo es implementar un plan económico que permita obtener resultados diferentes a los que dejaron los k.

Ayudar a los pobres se logra con calidad institucional e inversiones. El discurso progre de redistribuir solo lleva a hundirlos más en la miseria. Sugiero que dejen de hablar de los pobres y comiencen a aplicar políticas que produzca el mejor plan social que puede haber para un pobre: puestos de trabajo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE