La imperiosa necesidad de unión de quienes valoran la libertad

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 28/01/21 en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-imperiosa-necesidad-union-quienes-valoran-libertad-nid2584718

No es tiempo de recalcar diferencias de criterio, por más que tengan validez y estén basadas en la mejor de las intenciones y los mejores propósitos, puesto que la topadora totalitaria amenaza con aplastarnos. Es un asunto de prioridades. Lo primero viene primero. Si el país se convierte en un gulag no hay posibilidad alguna de limar diferencias entre quienes se dicen partidarios de la libertad.

Es imperioso que todos aquellos que se oponen al chavismo y creen en el valor de la libertad de prensa y la independencia de la Justicia en esta instancia estén unidos para afrontar el ataque a esos valores fundamentalísimos, junto al rechazo a la colonización del Poder Legislativo y las tropelías del Ejecutivo en cuanto al abuso de poder en el contexto de incrementos en el gasto del aparato estatal, la deuda pública, la expansión monetaria, las regulaciones asfixiantes y las cargas tributarias insoportables.

Es clara la nobleza de quienes pretenden revertir el estatismo que nos viene consumiendo desde hace siete décadas y sus diferencias con el lamentable balance neto de la gestión anterior, pero necesitamos la fortaleza de la unión antes de que resulte tarde, aun manteniendo las discrepancias del caso. Cuando a uno le están asaltando la casa no consume tiempo investigando las características filosóficas de la policía que circunstancialmente nos está defendiendo del atraco, eso es para otra circunstancia.

No parece coherente la posición de quienes declaran que competirán en un espacio político nuevo en 2021, con severas críticas a la oposición existente (pues por eso se constituyen) para luego en 2023 ir juntos con los criticados, lo cual es poco serio y confunde a los indecisos, que en gran medida definen los procesos electorales.

Esta unión en un posible «Encuentro Alberdiano» es un camino de doble vía: por una parte, la oposición -constituida hoy merced al apoyo desesperado de personas que apuntan a que sobrevivan los principios republicanos básicos- debe reconocer sus fracasos y fortalecer su discurso para recibir en sus filas a liberales, y estos comprender la diferencia del plano político del académico y proceder en consecuencia.

Hemos intercambiado opiniones con buenos amigos liberales y no siempre hemos coincidido con la visión que dejo consignada, pero no pierdo las esperanzas de lograr el cometido. También he hablado con algunos amigos radicales y les he recordado el espíritu liberal del fundador de ese partido: el jeffersoniano Leandro Alem. En este sentido, vale la pena recordar un pensamiento de ese personaje. En el debate sobre la federalización de Buenos Aires, en 1880, expresó: «Más el poder es fuerte, más la corrupción es fácil. Para asegurar el poder legítimo, es necesario impedir a todo trance que él exagere sus facultades, y es indispensable buscarle el contrapeso que prevenga lo arbitrario» y «en economía como en política, estrechamente ligadas, porque no hay progreso económico si no hay buena política, una política liberal que deje el vuelo necesario a todas las fuerzas y a todas las actividades». Y concluía: «Gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad»

Resulta en verdad muy paradójico que algunos de los partidarios de establecer nuevos espacios en la arena política son timoratos en el terreno intelectual en cuanto a la defensa de las ideas liberales, mientras que se muestran inflexibles en el campo político. Las cosas deberían ser exactamente al revés. La inflexibilidad en el terreno de las ideas e ir al fondo de los problemas al efecto de correr el eje del debate y marcar agendas y acordar en al campo político para dar tiempo a la batalla cultural.

Hace poco escribí en detalle en este mismo medio sobre el tema de la educación, que no voy a repetir, pero ahora destaco que no son pocos los que se ruborizan cuando se les dice que es acuciante la necesidad de eliminar ministerios de Educación y Cultura a los efectos de descartar la posibilidad de imponer criterios curriculares y abrir de par en par el proceso educativo al efecto de lograr el mayor nivel posible de excelencia académica. Es más eficiente subsidiar la demanda de aquellos que no pueden pagar sus estudios que financiar la oferta debido a los fuertes contraincentivos cuando irrumpe la tragedia de los comunes en un contexto invariablemente politizado.

Se torna necesario examinar con detenimiento los centros de salud estatal, para evitar los turnos extenuantes, la falta de insumos, el constante pedido de fondos, el habitual mal estado de equipos e instalaciones. Al igual que con la educación, esto no es para nada debido a que quienes allí trabajan no tengan la mejor buena voluntad y admirable dedicación, es un asunto de incentivos: no es lo mismo cuando uno paga las cuentas que cuando se recurre a la fuerza para que terceros se hagan cargo con el fruto de sus trabajos.

También se suele eludir la necesidad de prohibir la deuda pública externa, que resulta antidemocrática al comprometer futuras generaciones que no participan del proceso electoral para elegir a los gobiernos que contrajeron la deuda. Se suele esquivar la necesidad de abolir la banca central, que no puede operar sin alterar los precios relativos, con lo que conduce al empobrecimiento generalizado. Lo mismo va para la agencia oficial de noticias, que es una muestra de espíritu autoritario; el mantenimiento de inmensos activos de las embajadas en tiempos de las teleconferencias y otros recursos tecnológicos; las legislaciones sindicales fascistas; el destruido federalismo devenido en férreo unitarismo; las mal llamadas «empresas estatales», y la sandez de «vivir con lo nuestro», solo para mencionar algunos rubros.

Comprendo que estos temas no sean habituales en la esfera política, pues estamos muy atrasados en la mencionada batalla cultural, pero son indispensables en un ámbito académico que se precie de tal. No es un buen consejo confundir roles, el discurso del político debe circunscribirse a lo que el electorado entiende y acepta. En cambio, la faena intelectual debe subir la vara y apuntar alto para, en última instancia, influir en la opinión pública. Como bien ha escrito John Stuart Mill, «toda buena idea pasa por tres etapas: la ridiculización, la discusión y la adopción».

Pero aun en el supuesto de defender aquellos puntos claves en las campañas electorales, el momento exige la unión para sobrevivir. El fraccionamiento y la dispersión de fuerzas en el ámbito político son la mejor noticia para el chavismo vernáculo.

El tiempo pasa rápido, el desgaste es grande y el peligro del chavismo se acentúa por momentos. Es curioso que algunos se pregunten sobre el plan o el rumbo del actual gobierno cuando nos lo están anunciado a los alaridos todos los días. No sería nada extraño que las próximas elecciones resulten amañadas, dadas las designaciones recientes en el fuero electoral, pero en cualquier caso la unión a la que nos referimos constituirá un bastión para la defensa de lo indispensable, aun en el supuesto hoy afortunadamente remoto de que no haya elecciones. No resulta relevante consumir tiempo debatiendo sobre quién en verdad manda ni en trifulcas palaciegas, estas distracciones pueden resultar fatales. Como decía Ortega y Gasset, «Argentinos, a las cosas».

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Soberanía alimentaria: otra sandez

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 10/6/2020 en: https://eleconomista.com.ar/2020-06-la-soberania-alimentaria-otra-sandez/

 

Tal como hemos advertido en diversas circunstancias, hoy el Gobierno sigue los lineamientos del chavismo y si no se revierte a tiempo terminará en la misma tragedia venezolana.

Ahora se anuncia la expropiación de una empresa centenaria con gran presencia en la exportación agroindustrial, harinas, aceites, la ganadería, la industria frigorífica y la vitivinicultura. Se presentó en concurso de acreedores debido a un pasivo de más de US$ 1.000 millones con bancos y más de US$ 300 millones adeudados con el sector agrícola.

Como es de público conocimiento, el gasto estatal se encuentra a niveles astronómicos lo cual hace que la carga tributaria resulte descomunal, la deuda, hoy nuevamente en proceso de “renegociación”, ha escalado a niveles insostenibles a lo que se agrega una expansión monetaria colosal en un contexto de amenazas a la libertad de prensa, proyectadas reformas inauditas al Poder Judicial, querellas frenadas por sonados casos de corrupción y la pretensión de endosar el manejo presupuestario a la jefatura de gabinete lo cual es función primordial del Poder Legislativo. Como si esto fuera poco, este enjambre se lleva a cabo machacando con las fallidas recetas de controles de precios y embates contra comerciantes.

¿Será posible que en lugar de encaminarnos hacia los principios alberdianos que en su momento hicieron de nuestro país uno de los más prósperos del planeta, nos encaminemos a la profundización del estatismo que nos viene hundiendo en el fango desde hace ocho décadas? ¿Será posible que no nos hayamos dado cuenta de los estrepitosos fracasos que ha provocado el estatismo en todo el mundo donde se ensayó?

Si no fuera dramático podríamos decir que lo que ocurre es digno de una producción cinematográfica de Woody Allen. Se vuelve a repetir la cantinela que la expropiación de marras “es una decisión estratégica del Gobierno” y que “rescatará la empresa y preservará las fuentes de trabajo”, sin percatarse que es la población que debe agregar al ya gigantesco peso que debe soportar cotidianamente con el fruto de su trabajo para todavía tener que financiar una aventura adicional. Esto es lo ideal para que se derrumben aún más los salarios e ingresos en términos reales. No son los gobernantes los que contribuyen de su peculio a estas financiaciones (ni ninguna otra), son los habitantes que deben absorber semejantes gastos adicionales lo cual acentúa la bancarrota al tiempo que ahuyenta a inversores potenciales locales y del extranjero pues resulta un riesgo superlativo el atreverse a encarar actividades económicas en un clima semejante.

Lo dicho también alude a una ridícula “soberanía alimentaria” que ha conducido a las hambrunas más espeluznantes en todos lados donde los aparatos estatales pretendieron inmiscuirse en la administración de alimentos, a lo que se acumulan las ya deficitarias empresas estatales. Como es sabido, la característica medular de una empresa es el arriesgar recursos propios, el dar un manotazo y poner en riesgo por la fuerza recursos de terceros no constituye una actividad empresarial. El mismo establecimiento de una empresa estatal significa que inexorablemente se altera la prioridad que establecen los consumidores con los siempre escasos recursos. Si, en cambio, la empresa estatal se ubicara en lo mismo que la gente prefiere no tiene sentido su intervención si va a hacer lo mismo que hubieran realizado las personas libremente con el consiguiente ahorro de gastos burocráticos.

Por lo dicho, politizar la actividad empresarial es lo peor para la salud de la economía. La asignación de los derechos de propiedad permite en una sociedad libre que obtengan ganancias los comerciantes que dan en la tecla respecto a los gustos de sus semejantes y que incurran en quebrantos los que no aciertan. Este proceso sanador contrasta con llamados empresarios, en verdad asaltantes, que se alían con el poder de turno para obtener privilegios que siempre atentan contra el bienestar de la población.

Es reconfortante la reacción y la preocupación por estas medidas alarmantes puestas en evidencia por destacados periodistas, sustanciosos colegas y la parte de la actual oposición liberada de los fracasos estrepitosos del Gobierno anterior. Es de desear que se recapacite antes de caer en el pestilente pozo venezolano donde el “exprópiese” resuena como un alarido mortal.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Podemos debatir…y quizá engañar

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 2/9/16 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/podemos-debatiry-quiza-enganar/

 

Cuando en Podemos dicen la verdad, procuran tapar sus consecuencias más ominosas. En el caso de los medios de comunicación, hace apenas tres años Pablo Iglesias afirmó: “que existan medios privados ataca la libertad de expresión”. Su respaldo al chavismo y al kirchnerismo, de abierta hostilidad a la prensa libre, es conocido. Y al final ya directamente señaló a un periodista de El Mundo con su nombre y apellido: Álvaro Carvajal. Se montó un lío, y en Podemos se apresuraron a exigir…¡un debate!

Es el truco más antiguo de la casta: cuando lo que dicen y hacen les puede representar un coste político, procuran disolverlo, y así lo hizo Carolina Bescansa en Espejo Público: “hay que abrir un debate sobre los medios de comunicación”, cuando es patente que su aversión a la libertad no requiere debate alguno, porque es diáfana.

Otro truco es el arrepentimiento en lo accesorio. Pablo Iglesias pidió disculpas porque había hecho algo malo: personalizar. No pidió disculpas por rechazar la libertad: “es un error personalizar una crítica…Está bien que yo pueda manifestar mi opinión sobre los propietarios de medios de comunicación que condicionan líneas editoriales, eso es justo, pero no está bien que yo diga eso y personalice con un redactor al que además tengo aprecio”.

Esto es bastante astuto, y quizá les salga bien, es decir, quizá les sirva para ocultar el censor que estos anticapitalistas llevan dentro. Pero quizá no les sirva, y no sólo porque se les puede escapar el ramalazo más totalitario, sino porque, aunque no se les escape, es difícil que no se note en alguna medida incluso cuando argumentan con más serenidad. Por ejemplo, cuando aseguran que la información es un “derecho” que no se puede “mercantilizar”, como si el mercado extinguiese los derechos, las libertades y el pluralismo y el Estado los promoviese. O cuando desvarían sosteniendo que hay que controlar a los medios para “proteger la libertad de los periodistas”. No es fácil que mucha gente crea semejantes patrañas, ni que en Podemos sólo les interesa la transparencia, “evitar la concentración”, imitar a los países de “nuestro entorno” y demás. Por cierto, hablando de países, en su campaña para evitar la propiedad cruzada de los medios, los de Podemos siguen la huella antiliberal del régimen de los Kirchner.

Ese es su problema fundamental: se les nota. Es demasiado espectacular la tomadura de pelo cuando alegan que su objetivo es “poner fin al control gubernamental” de la agencia EFE. Y nadie que aprecie ligeramente la libertad dejará de sentir un escalofrío cuando ve que Podemos quiere crear un Consejo Audiovisual que “supervise” los medios, y quiere obligar a que se estudie en los colegios la asignatura: “educación mediática”. Si esto no es el Gran Hermano, que venga Orwell y lo vea.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Qué es lo mínimo que hay que hacer

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 24/1/16 en: http://economiaparatodos.net/que-es-lo-minimo-que-hay-que-hacer/

 

Se pueden resolver los problemas económicos solo con confianza?

Todo proceso económico tiene como destino final el consumo. Aun cuando se produzcan bienes de capital o insumos para la producción, ambos factores de producción tiene como último destino el de producir bienes de consumo.

Ahora bien, el kirchnerismo dio vuelta el proceso lógico de la economía y se lanzó a estimular artificialmente el consumo en forma desaforada utilizando diferentes mecanismos. Por un lado uso stock de capital para estimular el consumo, por ejemplo nuestros ahorros en las AFJP o el dinero que tendría que haberse destinado a financiar el mantenimiento y la mejora del sistema energético; por otro lado, nos exprimieron como a un limón a los que producimos dentro del sistema formal, aplicándonos una salvaje presión impositiva para redistribuir entre quienes se consideran con derecho a ser mantenidos de por vida por el resto de los mortales. Lo cierto es que esa presión impositiva derivó en fuertes desestímulos para producir y la economía quedó estancada durante los cuatro años del segundo mandato de Cristina Fernández. El resultado es que aunque Macri quisiera hacer populismo estimulando el consumo, no podría llevar a cabo esa estrategia porque no hay con qué estimular el consumo artificial como lo hizo el kirchnerismo, dilapidando 12 años de nuestras vidas.

No le queda otra opción a Macri, más allá que esa sea su convicción, que volver al proceso lógico de la economía por la cual primero hay que producir y luego consumir.

Para enfrentar el destrozo económico que hereda Macri del kirchnerismo, tiene, a mi juicio, dos opciones para comenzar a mover la economía. La más inmediata es las exportaciones, en particular de productos agropecuarios con una mayor diversificación en granos (el kirchnerismo forzó el monocultivo de la soja con las absurdas medidas que adoptó) y en una segunda etapa tiene que encender el segundo motor para mover la economía que es la inversión. Con estos dos motores en marcha bajará la desocupación, mejorarán los salarios reales e iremos a un proceso final en el que a economía tendrá tres motores empujando: el consumo, las exportaciones y la inversión. Pero el consumo no crecerá en forma artificial, sino en forma sólida.

Obviamente que todo este proceso no es mágico ni instantáneo. Décadas de destrucción populista no se resuelven en unos pocos meses y menos cuando esa destrucción populista llegó al máximo con el kirchnerismo. Yo diría que junto con José Ber Gelbard, Kicillof fue el peor ministro de economía que tuvo la Argentina en los últimos 40 años. Cabeza a cabeza compitiendo por el premio mayor al peor ministro de economía.

Ahora bien, volviendo a las opciones que tiene Macri por delante, me parece que al regular el mercado de cambios cuando salieron del cepo, se quedaron cortos en la suba del tipo de cambio real. Dicho de otra manera, Argentina sigue siendo cara en dólares porque los precios internos subieron más que el tipo de cambio nominal y, por lo tanto, habrá que ver si las exportaciones, que eran el motor más inmediato para mover la economía, pueden darle el empuje necesario. Tengo mis dudas, en particular con un tipo de cambio que se movió, en términos nominales igual al de Brasil y, encima, con nuestro principal socio estancado o en recesión.

Le queda a Macri el tercer motor para mover la economía que es la inversión. Un paso importante dio el presidente en las reuniones que mantuvo en Davos. El flamante gobierno argentino dejó una muy buena imagen. Ya no nos ven como los loquitos irresponsables de América Latina junto con el chavismo. Sin embargo, me queda el interrogante si la nueva imagen de Argentina con un gobierno racional, con gente preparada y proponiendo políticas lógicas, alcanza para atraer la suficiente cantidad de inversiones como para empezar a mover la economía hacia mediados de 2016, porque me parece que el primer semestre va a ser bastante duro.

Dicho de otra manera, uno puede decir para dónde va, pero habiendo tenido nuestro país tantas aventuras populistas, antes de lograr inversiones en cantidades importantes habrá que mostrar que estamos dispuestos a iniciar el camino de la madurez. No basta con decir que se buscará la disciplina fiscal, probablemente las inversiones lleguen cuando se vean señales claras con medidas concretas que buscan la disciplina fiscal.

Quiero decir que no sé si el simple cambio de expectativas alcanza para encender el tercer motor que puede mover la economía, esto es el motor de las inversiones. ¿Tendremos inversiones antes de aplicar reformas estructurales o primero vendrán las inversiones y luego se podrán implementar las reformas estructurales, particularmente en gasto público e impositivas?

En lo personal yo no me arriesgaría e iría por lo seguro. Dejaría flotar en serio el tipo de cambio sin subir la tasa de interés para que el motor de las exportaciones mueva rápidamente la economía y descomprima la situación social mientras avanzo en un plan de disciplina fiscal más convincente que el anunciado para, de esa manera, atraer inversiones.

El gran interrogante que se presenta es: ¿qué es lo mínimo indispensable que hay que hacer en el campo de la economía para salir del largo período de estancamiento? Hay tiempo para hacer correcciones en caso de no ser suficiente lo hecho hasta ahora. Pero tampoco tenemos todo el tiempo del mundo, porque el mundo nos está esperando entusiasmado, pero no nos va a esperar eternamente.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

La luz al final del túnel

Por Gabriel Boragina. Publicado el 31/10/15 en: http://www.accionhumana.com/2015/10/la-luz-al-final-del-tunel.html

 

Por primera vez en mucho tiempo, existe una verdadera posibilidad de que la Argentina se libere de lo que no hemos dudado en denominar una auténtica dictadura con apariencia democrática, un disfraz de democracia que se fue desdibujando a lo largo de los tres sucesivos y excesivamente extensos gobiernos del nefasto FPV (Frente para la Victoria) de los no menos tenebrosos Kirchner, una efectiva y sombría secta política conformada por un heterogéneo grupo de peronistas, otros autollamados «progresistas», y un número importante de ex terroristas y sus ideólogos, tanto del pasado como del presente. Un coctel explosivo por donde lo mire.

En este sentido, puede decirse sin hesitación que la Argentina está ante una oportunidad histórica para sacudir el pesadísimo yugo de quienes -desde el primer día de acceso al gobierno- hicieron de su eternización en el mismo su único objetivo, aunque no fuera, desde luego, hecho explícito por sus mentores.

Los costos políticos y económicos que ha tenido que pagar, y que con toda seguridad aun todavía tendrá que afrontar la sociedad argentina por esta aciaga experiencia, han sido tremendos. Pero al fin, parece que la gente ha llegado a un feliz punto de saturación, en el cual la necesidad de una transición a una situación más normal y coherente quiere imponerse con alguna fuerza.

El gobierno, pese a los resultados claramente negativos a su gestión, sigue encerrado en un delirante relato, construido cuidadosamente al mejor estilo del tristemente célebre sicario nazi Joseph Goebbels, Ministro de Propagada de la Alemania de Hitler, cuya *estrategia* de lavado de cerebros el FpV cultivó con fruición de la mano de teóricos afines reunidos bajo diferentes denominaciones. La prueba de ello es que el último discurso presidencial mostró definitivamente que, aun en las peores circunstancias, el gobierno no se encuentra dispuesto a abandonar la mentira, la prepotencia, la soberbia y la falsedad más escandalosa de su accionar en el tiempo, aun contra cualquier evidencia en contrario, por más contundente que esta sea.

Como hemos expuesto en otras tantas ocasiones, la sociedad argentina demoró muchísimo tiempo en reaccionar ante el cúmulo de atropellos, tropelías, trapisondas y violaciones continuas a los derechos más elementales del ser humano cometidos por el gobierno del tremebundo FpV. Ciertas características que hacen al pueblo argentino facilitan que inescrupulosos se hagan del gobierno y lo retengan.

Resulta realmente saludable que la sociedad haya reaccionado, aun cuando el oficialismo guarda alguna esperanza de continuar perpetuando sus maléficas acciones en cuanto resquicio le sea proclive.

Se impone con toda necesidad la exigencia de un gobierno de signo contrario al del FpV y sus personeros, porque no existe otra salida en medio de las actuales circunstancias para superar la terrible crisis moral, educativa, económica (en una palabra crisis social total) en el que se encuentra sumido el pueblo argentino.

Los Kirchner se han empeñado en pulverizar todo vestigio de racionalidad en la gente, y es a esto a lo que nos vemos obligados a sobrevivir, superar y destruir.

De cualquier manera, el grado de daño ha sido tan grande que, ni aun si el oficialismo continuara gobernando la situación podría seguirse sobrellevando. Un hipotético gobierno oficialista sólo lograría profundizar el camino al abismo al que el FpV dirigió el país desde el primer día de ascenso al poder.

Los desafíos que encuentra el próximo gobierno consisten en remontar la trágica herencia de la secta hasta ahora al frente del Ejecutivo.

Entre la larga lista, destacan : en volver a poner en funcionamiento las instituciones republicanas, prácticamente aniquiladas a lo largo de los tres lamentables y sucesivos gobiernos unipersonales del FpV, tal que -como hemos dicho en ocasiones anteriores- uno de los principales objetivos que se plantea todo movimiento o persona que aspira a consolidar una fuerza dictatorial es, precisamente, la destrucción de las bases de la democracia y del republicanismo, y estas son las bases sobre la cuales estaban sentados los orígenes no sólo del poder político argentino, sino de la armoniosa convivencia social del pueblo. El FpV se propuso, desde sus mismos comienzos -y pese a la conformación de un contrario discurso mentiroso cuidadosamente elaborado también desde la misma época- la demolición de aquellos cimientos, por lo cual su reconstrucción imperiosamente se impone.

Como también hemos manifestado en más de una vez, el modelo de gobierno que siempre ha tenido en mente la banda compuesta por los integrantes del FpV ha sido constantemente el que el chavismo venía imponiendo desde poco antes de fines del siglo pasado en Venezuela, es decir, una tiranía con ciertos visos de aspecto democrático, donde con regular periodicidad se permitía a la gente concurrir a las urnas para hacerles creer que la tiranía que se estaba consolidando delante de sus ojos, poseía positivas apariencias de legitimidad. La estrategia de penetración fue desgraciadamente exitosa en Venezuela, y en este esquema consintió -ni más ni menos- el proyecto de gobierno del FpV, sobre todo durante sus dos primeros periodos. Y no nos cabe duda que todavía ese es el proyecto del FpVen caso de lograr llegar nuevamente al Ejecutivo. He allí no toda, pero parte de su peligrosidad. A diferencia deArgentina, la dictadura chavista venezolana se prolongó en base a dos factores que consideramos clave: el sólido sostén militar de la misma, y la fuente de cuantiosos ingresos que representa el monopolio estatal sobre un recurso natural estratégico: el petróleo, que le brinda al gobierno venezolano el poder económico suficiente como para dominar al pueblo casi a voluntad.

Los argentinos tienen la ocasión de revertir este verdadero camino de servidumbre -como no dudaría en llamarlo el premio Nobel de Economía Friedrich A. von Hayek-. Lamentablemente, el pueblo argentino -como hemos destacado- no es rápido de reflejos a la hora de advertir, prevenir y solucionar los males que les son propios. Esperemos que esta vez la reacción sea firme y duradera, y que configure el comienzo de una segura nueva etapa. La etapa de la refundación de lo que alguna vez fuera y se llamara con orgullo República Argentina

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero.

«A las crisis también se puede llegar caminando»

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 7/6/15 en: http://www.lanacion.com.ar/1799298-a-las-crisis-tambien-se-puede-llegar-caminando

 

-El primer semestre terminó con un serio deterioro fiscal; ¿es inevitable un ajuste fiscal?

-El año pasado cerró con un déficit del 7% del producto bruto interno (PBI); no es descartable un 10% para 2015. Queda poco lugar para el gradualismo fiscal. Los impuestos son récord, por lo que hay que estabilizar por el lado del gasto. Hay dos maneras de hacerlo: (1) disminuir el crecimiento del gasto hasta nivelar las cuentas, es decir, quitar el pie del acelerador; (2) reducir el gasto. Los K han deteriorado tanto la situación que es necesario poner reversa. Lo innegable es que el ajuste ya está ocurriendo en el sector privado. La disciplina fiscal no es una cuestión de posturas políticas, sino de sentido común en la administración pública.

-¿Es de esperar que la crisis se produzca con el nuevo gobierno?

-No es una cuestión de si la crisis se va a producir. Se trata de reconocer que ya estamos en estanflación. Inflación, déficit fiscal y caída de la actividad económica son síntomas de crisis. No todas las crisis se producen de manera explosiva; a las crisis también se puede llegar caminando. Estas inquietudes se ven en el debate de shock o gradualismo. Se da por sentado que el shock produce deterioro económico. Éste no es el caso cuando las reformas están bien planeadas. La postura del shock se inspira en el milagro alemán de Erhard. Otros casos exitosos son el de Chile (1975) y Bolivia (1985). Se podría agregar a Estados Unidos, que luego de la Segunda Guerra Mundial redujo el gasto de un 80% del PBI a un 30 por ciento. Ninguno de estos casos produjo una crisis. Todos fueron pro mercado. El problema, más que shock o gradualismo, es, en todo caso, de falta de convicción de la política argentina.

-¿Se viene una reforma pro mercado por parte del nuevo gobierno?

-No veo ningún candidato con una postura pro mercado. Incluso a Pro me resulta difícil verlo como un partido pro mercado. Ser más eficiente en la gestión que los K no es ni una vara difícil de superar ni sinónimo de ser pro mercado. Desde Perón le hemos dado la espalda al libre comercio. Son los ideales del peronismo (con los que Pro se dice identificar) los que han descarrilado al país desde que Perón llegó al poder. Los países se desarrollan por sus instituciones, no por sus políticas. Las instituciones fijan la trayectoria (largo plazo). Las políticas producen oscilaciones en torno de esa trayectoria (corto plazo). Si queremos ser como Alemania, entonces debemos adoptar instituciones alemanas, no copiar al chavismo. El nuevo gobierno tiene que llevar adelante una reforma institucional, y no corregir políticas K.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

Esta no es la Argentina en que nací y me crie.

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 5/4/15 en: http://economiaparatodos.net/esta-no-es-la-argentina-en-que-naci-y-me-crie/

 

Me siento como trasladado a un país extraño. Repleta de pobres y manejada por mafias

La semana pasada, mientras comíamos les decía a mis hijos, que tienen entre 23 y 28 años, que esta no es la Argentina en la que yo nací y me crie. Me siento como trasladado a un país extraño. Repleta de pobres y manejada por mafias. No es la pobreza lo que me espanta, sino como potenciaron esa pobreza hasta llevarla al grado de indignidad en que hicieron caer a mucha gente.

Recuerdo que de chico, uno de mis tíos, nos llevaba a mis hermanos y a mí a dar vueltas por las escasas villas miseria que había en Buenos Aires para que viésemos como vivían los pobres. Nadie tenía miedo de pasar por esos lugares. Era gente pobre, humilde pero decente.

Lo que ha hecho el peronismo en general y el kirchnerismo en particular, es generar una fábrica de pobres que viven de los subsidios que les dan los punteros políticos. Someter a la gente a la pobreza y luego mantenerlos con subsidios estatales es una forma de asegurarse el voto de una parte importante del electorado. Si no me votás, el que venga te saca el subsidio.

Cuando CF dice que le deja un país cómodo a la gente e incómodo a los políticos, y agrega: no se dejen quitar sus derechos, lo que en definitiva está diciendo es: construí mi poder en base al clientelismo político fabricando pobres que dependen de los subsidios que les doy. Como no tengo reelección, dejo sembrado un campo minado de subsidios llamados sociales, tarifas artificialmente bajas, distorsiones cambiarias, un gasto público infinanciable y una presión impositiva que destruye la economía. Hasta me animaría a decir que, salvo por sus problemas judiciales, CF no querría seguir en el poder para que no le explote el campo minado a ella. Prefiere dejárselo a otro y no asumir el costo de arreglar el deliberado destrozo económico que hizo.

La oposición sabe que todos estos problemas los va a heredar, así como el kirchnerismo también sabe que si hubiese seguido en el poder los habría heredado. Pero no tengo ninguna duda que, dado lo infinanciable del populismo montado, el kirchnersimo recurriría a la represión y al autoritarismo para frenar el descontento social. Quienes hoy son el clientelismo político del oficialismo, pasarían a ser los enemigos y la represión sería el último recurso que tiene todo sistema populista que va mutando hacia el autoritarismo. Primero construyeron poder en base al clientelismo político y luego tratan de mantener el poder usando el monopolio de la fuerza. Basta con ver al chavismo en Venezuela racionando los alimentos y metiendo preso al pobre hombre que quiso comprar dos pollos en vez de comprar 1 pollo por persona como lo permite la carta de racionamiento.

¿Acaso Maduro no metió al ejército a custodiar las mercaderías en los supermercados? ¿De quién la custodian? Obviamente de la gente humilde que tiene hambre y hay que frenarla, si es preciso a los tiros, para que no se revela contra el autoritarismo.

¿No es Maduro el que puso control de huellas digitales en las cadenas de supermercados para controlar qué compra la gente? Esos son los aliados del kirchnrismo y ese sería el futuro de Argentina si el kirchnerismo siguiera en el poder. Primero clientelismo y luego palos al que protesta ante la miseria.

Por eso llega un punto en que el argumento del voto deja de tener peso para los regímenes autoritarios como el kirchnerismo o el chavismo y solo tienen forma de sostenerse en el poder mediante la fuerza bruta y el fraude.

Fidel Castro no anunció desde Sierra Maestra que iba a luchar para establecer una feroz dictadura. Primero dijo que combatía la dictadura de Batista, se ganó la simpatía del pueblo y cuando tuvo el poder puso una dictadura peor que la de Batista. Los tiranos son mentirosos por definición.

Ahora bien, ¿qué puede hacer el próximo gobierno para cambiar este estado de cosas? ¿Cómo podemos recuperar esa Argentina en que crecimos y nos criamos, en que trabajar era un valor y robar implicaba el desprecio y sanción de la sociedad? En primer lugar acepto que durante la campaña electoral los partidos opositores no podrán decir todo lo que tienen que hacer porque perderían votos. ¿Cómo conseguir votos diciéndole a la gente que los servicios públicos ya no pueden seguir siendo regalados, que los llamados subsidios sociales tienen que ser revisados y la gente deberá aprender a vivir de su trabajo, o que la legión de empleados públicos que puso el oficialismo tendrán que salir eyectados de sus puestos y ponerse a trabajar en serio? La realidad es que acá hay muchos viviendo del trabajo de unos pocos. Ese fue el truco político del kirchnerismo para acumular poder. El problema es que ese truco ya no puede financiarse. Habrá que asumir la realidad.

De manera que el próximo gobierno, además de arreglar los destrozos que dejará el kirchnerismo tendrá que hacer docencia. Explicarle a la gente que no es viable un país en el que todos consumen y cada vez menos producen, porque lo que se produce para consumir es cada vez menos como consecuencia de la desinversión de todos estos años más las trabas que impone el gobierno a quienes todavía producen.

Por empezar, así como los jubilados les hacen poner el dedo para dar su prueba de supervivencia y poder seguir cobrando la jubilación, a los que reciben planes sociales hay que hacerles poner el dedo y ver cuántos planes sociales cobran. Pero, además, avisarles que si aparece un trabajo tienen que tomarlo porque automáticamente pierden el plan social. El plan social es solo transitorio hasta que consigan un trabajo.

Es obvio que va a haber reacción social. A nadie le gusta que le digan que se acabó la fiesta y tiene que ir a trabajar. Pero comunicando bien esta estrategia, la montaña de subsidios que ya no puede ser sostenida por la gente que trabaja en blanco puede desarmarse. Juan, Pedro y José tendrán que empezar a trabajar una vez que le avisen que hay un trabajo para él.

No hay lugar en el interior del país, particularmente en el NOA y el NEA que cuando voy a dar una charla no pregunte si consiguen mano de obra para trabajar. La respuesta invariablemente es la misma. Sí pero en negro porque nadie quiere trabajar en blanco y perder el subsidio. Con los subsidios que cobran y unas changas que hagan al mes tienen un buen pasar.

Esto es parte del gran desafío que habrá que enfrentar. Reconstruir la cultura del trabajo. Y eso se logra con, por lo menos dos cosas: a) crear las condiciones para atraer inversiones y crear puestos de trabajo y ) licuar los subsidios de manera tal que para el que hoy vive de subsidios vea que consigue más dinero trabajando y que apenas puede sobrevivirlos llamados planes sociales.

No digo que el próximo gobierno pueda cambiar y arreglar todo lo que se destruyó en estos 12 años, pero si espero que gire 180 grados en el rumbo que hoy tiene la Argentina. Mostrarle a la gente que el kirchnerismo no les deja un país cómodo, sino un país que los denigró como seres humanos.

En síntesis, espero que el próximo gobierno gire el rumbo y enfilemos nuevamente hacia aquél país en que nací y me crié, donde trabajar estaba bien visto y ser un vago y mantenido merecía el desprecio de la gente decente. Y que, por supuesto, los corruptos y ladrones iban presos.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

2015: la falsa ilusión de una ilusión sin cambio de valores:

Por Roberto H. Cachanosky. Publicado el 28/12/14 en: http://economiaparatodos.net/2015-la-falsa-ilusion-de-una-ilusion-sin-cambio-de-valores/

 

Dios quiera que 2015 sea el inicio de un cambio en serio en la Argentina, es decir, que sea el inicio de un cambio de valores y no un simple cambio de gobierno

Como todo año que se inicia, todos tendemos a imaginar un nuevo punto de inicio. Un cambio. Una mejora. Es como si fuera algo mágico, pasar de un año a otros nos trae ilusiones. Una de esas ilusiones es, creo yo, la ilusión de millones de argentinos que, a juzgar por las encuestas serias, esperan que este 2015 sea el último de una década nefasta para el país. Una década de atropellos, destrozo económico, destrucción institucional y un largo listado de temas.

Todo parece indicar que, probablemente, en 2015 tengamos un cambio de gobierno. Ahora bien, ¿cuán profundo puede ser el cambio de vida de los argentinos si el oficialismo pierde las elecciones de octubre? ¿No es una falsa ilusión tener la ilusión de un cambio sin cambiar los valores que rigen en amplios sectores de la sociedad? Para ponerlo de otra manera, creer que todo puede cambiar para mejor solo cambiando las personas pero no nuestros valores o nuestros comportamientos en la vida en sociedad, es una falsa ilusión.

El kirchnerismo no hizo todo este destrozo en estos 11 años solo por iniciativa propia. Sin el apoyo de amplios sectores de la sociedad nunca podría haber avanzado en esta pesadilla que hoy vivimos, aunque también es cierto que si la justicia hubiese puesto un límite en su momento, no hubiesen llegado tan lejos. El día que la justicia miró para otro lado ante el primer atropello que cometían, se sabía que quedaba abierto el camino a tanta injusticia.

La pregunta que uno puede formularse es si podía un juez ponerle un límite al atropello k con un fallo que claramente iba contra la opinión de un amplio sector de la sociedad que avalaba los  dislates k. Personalmente creo que sí. Que los jueces tienen que ignorar los deseos de las mayorías y hacer justicia. No es función de los jueces conseguir la simpatía del electorado, sino proteger los derechos de los habitantes del país y, particularmente,  el abuso de poder por parte de los gobernantes. Por más que una amplia mayoría vote en favor de violar el derecho de una minoría, es obligación del juez impedir, dentro de sus posibilidades, que esa violación sea consumada.

Todos sabemos que hoy nuestro país no tiene una democracia. Solo tiene un sistema de votación. Como se ha impuesto la idea que el que tiene la mayor cantidad de votos puede hacer lo que quiere, lo que se ha impuesto es la idea que mediante el voto estamos eligiendo a nuestros propios dictadores. Esos dictadores modernos buscan disfrazar de legalidad sus actos. Lo primero que hacen es usar el voto para llegar al poder. El acceso al poder les otorga el monopolio de la fuerza y una vez que obtienen ese monopolio de la fuerza entonces establecen la dictadura. Antes se hacía a los tiros, ahora vemos una competencia populista por ganar el favor de los votantes formulando promesas que solo pueden cumplirse si se violan los derechos de una minoría. Obviamente, no es que en las campañas electorales los populistas que devienen en gobierno autoritarios dicen lo que está en sus mentes de llegar al poder para luego usar el monopolio de la fuerza para violar, primero el derecho de las minorías y luego de las mayorías cuando el descontento popular llega a límites peligrosos. Solo con mirar lo que ocurre hoy en Venezuela uno puede advertir que el chavismo, primero fue por un sector de la sociedad venezolana y ahora, en que el descontento popular está mucho más extendido, el chavismo va por el sometimiento de toda la sociedad.

Pero volviendo a nuestros sueños del 2015, en que esperamos que se produzca un cambio sustancial en el uso ilegítimo del monopolio de la fuerza, me parece que es importante resaltar que sería una verdadera ilusión creer que la ilusión de un cambio es posible solo cambiando a las personas pero siguiendo con las mismas reglas de juego o parecidas.

En infinidad de oportunidades he insistido que la continua decadencia económica argentina tiene sus raíces en las instituciones que imperan en el país, entendiendo por instituciones las normas, códigos, leyes, costumbres, reglas que regulan las relaciones entre los particulares y de estos con el estado. En última instancia las leyes, códigos, reglas que imperen en una sociedad no serán otra cosa que los valores que dominen en la mayoría de las personas de ese país.

Es función de los profesionales que usamos los medios de comunicación para transmitir nuestras ideas, de los políticos honestos, de los jueces, periodistas, etc. tratar de transmitirle a la mayor cantidad de gente posible esos valores que luego se transforman en códigos, leyes, normas, reglas y costumbre que conformarán las instituciones que dominarán la sociedad.

Entiendo que es bastante difícil que la mayoría de la gente relacione calidad institucional con crecimiento económico y bienestar, sin embargo voy a dar un ejemplo. Días pasados veía en televisión como Margarita Barrientos, que ejerce la verdadera solidaridad en Los Piletones, afirmaba que no se debe vivir de los subsidios, sino del trabajo propio. Con esa frase, Margarita Barrientos demostró tener valores más sólidos que pseudo empresarios que viven a costa de proteccionismo, subsidios y demás negociados con el estado. No creo que Margarita Barrientos haya sido la única persona que entendió el sentido de la dignidad de ganarse el pan de todos los días con el fruto del trabajo propio. Entre la gente económicamente humilde hay muchas personas que tienen esos valores, en tanto que dentro del mundo empresarial suele haber valores que se basan en el lobby ante el estado para ganarse el favor de los corruptos funcionarios de turno. Pero, también reconozco que en la gente ha calado muy profundo el sentido de querer vivir a costa de trabajo ajeno, usando al estado para que le robe a los que producen el fruto de su trabajo y sea destinado a mantener a los vagos. En vez de robar directamente, le piden al estado que roben por ellos. Y los demagogos, con gusto hacen cometen ese delito bajo el argumento de la solidaridad social, la inclusión y versos de ese tipo que solo intentan disimular los actos corrupción económica y política.

Lo que estoy tratando de transmitir es que en este 2015 que comienza, muchos tienen la ilusión de quitarse de encima la plaga k, pero la realidad es que esa plaga aparecerá con otro nombre si no cambian los valores que dominan a amplios sectores de la sociedad.

Entiendo que la oposición, por una cuestión táctica, tal vez no pueda decir todo lo que hay que cambiar. Para ponerlo de otra forma, si un candidato populista con ambiciones totalitarias dijera en su campaña electoral que quiere llegar al poder para hacerse rico con los recursos del estado y luego lavarlos en hoteles para esconder su robo, dudo que alguien lo votara. O si dijera que quiere ganar las elecciones para silenciar a los que piensan diferente y asfixiar a la gente con impuestos, tampoco lograría gran cantidad de votos. Bien, de la misma forma, probablemente la oposición no pueda decir todo lo que va a tener que hacer cuando llegue al poder para desmontar la máquina de corrupción y destrucción montada en esta década. Pero sí es función de los economistas como yo y tantos otros que usamos los medios de comunicación, tratar de transmitir los nuevos valores que deben imperar en la sociedad. Porque esos valores son los que definirán las instituciones que imperarán y dependiendo de las instituciones que imperen podremos soñar con una economía próspera o en decadencia.

Para tener disciplina fiscal, habrá que bajar el gasto público y eso implica cambiar valores en la sociedad. También para bajar la presión impositiva y modificar este delirante sistema tributario habrá que cambiar los valores en la sociedad.

Si queremos exportar más, habrá que abrir la economía, y para eso tendremos que cambiar los valores en la sociedad.

Si deseamos bajar el gasto público, habrá  que cambiar los valores en la sociedad, haciéndole entender a la mayoría de la gente que hay empleados públicos que cobran por no producir, millones de personas que viven de subsidios y despilfarro en la obra pública, por citar algunos ejemplos.

En síntesis, Dios quiera que 2015 sea el inicio de un cambio en serio en la Argentina, es decir, que sea el inicio de un cambio de valores y no un simple cambio de gobierno para que otro que venga atrás haga las mismas burradas que hizo el kirchnerismo pero más educadamente. Dios quiera que los argentinos vayamos por más y no solo cambiemos de gobierno, sino, fundamentalmente, por un cambio de valores de valores. Esa es una ilusión que realmente vale la pena tener soñar.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE.

Hablemos en serio de cambio institucional.

Por José Benegas. Publicado el 29/4/14 en http://josebenegas.com/2014/04/29/hablemos-en-serio-de-cambio-institucional/

 

Si, se necesita un cambio institucional como repiten varios postulantes o comentaristas. Lo que no está muy claro es que se entienda de qué se trata lo institucional y la diferencia enorme que que existe con la muy arraigada concepción platónica del rey sabio, bueno o idóneo. Esto que voy a decir es válido para la Argentina pero también para los otros ladronismos, es decir el chavismo, el correísmo, el evismo y varios colaboradores. Es tan grande el cambio institucional que debe haber como el que ocurrió con la sanción de la Constitución de 1853, pero parece que existe un temor muy irracional a lo que eso significa, el sistema político entero (incluyo todos los partidos y todos los votantes, salvo un pequeño número) están embarcados o en la moralina platónica buscando un salvador sabio y honesto o en el cinismo populista. Populistas son los que ya saben que todo el palabrerío de los primeros tiene como única utilidad crear una oligarquía y parasitar a la sociedad. Unos quieren usar la disciplina social y la extracción de recursos para el bien y los otros para el mal. Los primeros son los más equivocados. La Argentina funciona como una sociedad que alimenta el miedo para inventar manosantas y estúpidos líricos. Ya no se sabe qué es peor. Pero de una cosa estoy bastante seguro (contra la opinión de muchos) y es de que el populismo ladrón es hijo de los soñadores socialdemócratas, no de los comunistas marxistas cuya franquicia está agotada. Y ambos, populismo y pulcrismo social demócrata, descienden del mismo miedo a la existencia como es y el viejo recurso humano de la fantasía, sea magia, sea religión, sea gobierno protector, sea estado de bienestar. Todos representan seguros de primas siderales para evadir la incertidumbre en un sistema que fracasa e incrementa el temor en un círculo vicioso. Quiero hablar de las primas de esos seguros, porque los vendedores de seguros nos dicen que a lo que le tenemos que temer es a los infinitos peligros, pero me parece importante que la gente se entere de cuánto paga por liberarse del temor, que le devuelve más temor y le quita su dinero. El domingo pasado en el programa de Mirtha Legrand había un nutricionista que hablaba de “políticas de estado contra el hambre”. Todo el mundo quedó encantado, porque el mensaje es que un poder puede terminar con el hambre cuando en realidad el poder sólo puede provocar hambre. Lo que termina con el hambre es la producción de alimentos ¿Dónde están los alimentos que vamos a comer en unos meses? No están. Debemos movernos y coordinarnos, si sabemos hacer otra cosa y no plantar tomates la haremos para intercambiarla por los tomates. Así se come en este mundo, en otro que no conozco tal vez haya unas “políticas de estado contra el hambre”. Acá tuvimos incluso un programa sobre “el hambre más urgente” patrocinado por el señor Rodriguez Larreta, Majul, el diario La Nación y sigue la lista. Todavía está por ahí el organismo. Y al lado del organismo, sigue estando el hambre. Ahí está la prima, en cada villa miseria, en cada aviso de la quiebra de cada empresa, en el cuentapropismo en negro. Resulta que los beneficiarios son los primeros en huir del seguro. Gente que no toca al estado salvo cuando tiene que pagar impuestos (que no pueden invertir en lo que hacen), es la que combate el hambre. Ninguna “política de estado” sobre el hambre es posible sin que “ideas y riesgos de privados” no le hayan antecedido. Sobra con enterarse de las hambrunas en la Unión Soviética o en la Corea del norte gobernada por un “super hombre de estado”. Para qué ir tan lejos si se puede salir a la calle en Buenos Aires y ver cartoneros y mendigos que se multiplican de modo exponencial. En cualquier ciudad del interior pasa lo mismo. Vean el presupuesto, ahí se van a enterar de la parte de la prima de seguro que se paga en dinero, pero en la calle está el costo en especie. Nuestro amigo médico nutricionista era muy agradable. Lo que digo acá puede en cambio sonar muy desagradable, eso es lo que le ha tocado a la racionalidad en la historia, en general, la hoguera. Aunque sean los tipos que nos dieran de comer, para el hombre la amenaza que significa no saber qué comerá mañana se identifica con el que hace, no con el que no hace. Los sacerdotes de todo estilo que “condenan el hambre”, que es como condenar la lluvia, son depositarios de todas las simpatías. Este es el dilema. En todas las sociedades el miedo trajo la socialdemocracia y en algunas la cosa se hizo más peligrosa con el populismo, los comunismos marxistas o fascistas. En nosotros es esta caterva de vendedores de seguros falsos, pero en el fondo todo el mundo sabe que la realidad, el mercado, es lo que nos saca de 80 años de mentalidad mágica, retrógrada y mentirosa. El problema es que nadie confía en que el vecino también apoyará un cambio de esa naturaleza y el país se ha puesto a castigar el último tímido pero interesante momento de despertar, asignándole todos los problemas del mantenimiento de los seguros a la libertad de contratar, al derecho de propiedad, a la posibilidad de comerciar y al acceso al mercado mundial. Todo lo que nos pasó nos dicen que fue culpa de la libertad, con más kúnkeles nos hubiéramos ahorrado todos los problemas. La energía que se pone en repetirlo no hace más que mostrar la falta de convicción que en el fondo existe y la apelación al temor. Los comentarios que puede despertar en internet un artículo como éste que tal vez no firmarían más de doscientas personas en el país, también demuestran ese pánico a la realidad. Pero no quiero convencer. Es problema del que lee aceptar la realidad, porque si estoy equivocado, respiren, serán felices. Pero si estoy acertado no es problema mío, es de todos. Cambio institucional, lo que más me interesa aclarar, no quiere decir un conjunto de comisarios buenos, quiere decir que gobiernan las reglas y no los comisarios ni los fantasmas. Discurso nacionalista e institucionalidad es como un chorizo con dulce de leche. Que se bajen los de la “soberanía nacional” y se pongan a hacer algo útil, como plantar los tomates que dicen que llegan a precios altos a las góndolas porque los que los hacen son malos y ellos buenos que los denuncian. Déjense de denunciar y tráiganos los tomates que como consumidores en seguida los elegiremos. ¿Pino Solanas podrá cultivar tomates? Institucionalidad no es que el club de los políticos se mueva con reglas cómodas. Es que Juan de los palotes que tiene la desgracia de mantenerlos, sea protegido por reglas no por “buenos” omnipotentes. Es todo eso que quieren destruir en función de sus falsos seguros del proteccionismo, el inexistente bienestar, la educación que convertirá a Cabandié en Einstein y todas las sandeces que la Argentina se empeña en perpetuar. Si todo les parece un disparate porque la magia es mucho más confiable, olvídenlo. Tienen como diez generaciones más si quieren para hacer funcionar lo que nunca funcionó y no aceptar la realidad que siempre funcionó. No hay nada más seguro que un auto que no funciona, es casi imposible que choque. Digo casi, porque últimamente tipos como Kicillof me hacen dudar de ciertos milagros al revés.                                       

José Benegas es abogado, periodista, consultor político, obtuvo el segundo premio del Concurso Caminos de la Libertad de TV Azteca México y diversas menciones honoríficas. Autor de Seamos Libres, apuntes para volver a vivir en Libertad (Unión Editorial 2013). Conduce Esta Lengua es Mía por FM Identidad, es columnista de Infobae.com. Es graduado del programa Master en economía y ciencias políticas de ESEADE.

La libertad en las calles

Por Mario Vargas Llosa: Publicado el 9/2/14 en: http://elpais.com/elpais/2014/03/06/opinion/1394116119_987776.html

 

Hace ya cuatro semanas que los estudiantes venezolanos comenzaron a protestar en las calles de las principales ciudades del país contra el Gobierno de Nicolás Maduro y, pese a la dura represión —20 muertos y más de 300 heridos reconocidos hasta ahora por el régimen, y cerca de un millar de detenidos, entre ellos Leopoldo López, uno de los principales líderes de la oposición—, la movilización popular sigue en pie. Ha sembrado Venezuela de “Trincheras de la Libertad” en las que, además de universitarios y escolares, hay ahora obreros, amas de casa, empleados, profesionales, una ola popular que parece incluso haber desbordado a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la organización sombrilla de todos los partidos y grupos políticos gracias a los cuales Venezuela no se ha convertido todavía en una segunda Cuba.

Pero que esas son las intenciones del sucesor del comandante Hugo Chávez es evidente. Todos los pasos que ha dado en el año que lleva en el poder que le legó su predecesor son inequívocos. El más notorio, la asfixia sistemática de la libertad de expresión. El único canal de televisión independiente que sobrevivía —Globovisión— fue sometido a un acoso tal por el Gobierno, que sus dueños debieron venderlo a empresarios adictos, que lo han alineado ahora con el chavismo. El control de las estaciones de radio es casi absoluto y las que todavía se atreven a decir la verdad sobre la catastrófica situación económica y social del país tienen los días contados. Lo mismo ocurre con la prensa independiente, a quien el Gobierno va eliminando poco a poco mediante el sistema de privarla de papel.

Sin embargo, aunque el pueblo venezolano ya casi no pueda ver, oír ni leer una información libre, vive en carne propia la descarnada y trágica situación a la que los desvaríos ideológicos del régimen —las nacionalizaciones, el intervencionismo sistemático en la vida económica, el hostigamiento a la empresa privada, la burocratización cancerosa— han llevado a Venezuela y esta realidad no se oculta con demagogia. La inflación es la más alta de América Latina y la criminalidad una de las más altas del mundo. La carestía y el desabastecimiento han vaciado los anaqueles de los almacenes y la imposición de precios oficiales para todos los productos básicos ha creado un mercado negro que multiplica la corrupción a extremos de vértigo. Solo la nomenclatura conserva altos niveles de vida, mientras la clase media se encoge cada día más y los sectores populares son golpeados de una manera inmisericorde que el régimen trata de paliar con medidas populistas —estatismo, colectivismo, repartos de dádivas— y mucha, mucha propaganda acusando a la “derecha”, el “fascismo” y el “imperialismo norteamericano” del desbarajuste y caída en picado de los niveles de vida del pueblo venezolano.

El historiador mexicano Enrique Krauze recordaba hace algunos días el fantástico dispendio que ha hecho el régimen chavista, en los 15 años que lleva en el poder, de los 800.000 millones de dólares que ingresaron al país en este periodo gracias al petróleo (las reservas petroleras de Venezuela son las más grandes del mundo). Buena parte de ese irresponsable derroche ha servido para garantizar la supervivencia económica de Cuba y para subvencionar o sobornar a esos Gobiernos que, como el nicaragüense del comandante Ortega, el argentino de la señora Kirchner o el boliviano de Evo Morales, se han apresurado en estos días a solidarizarse con Nicolás Maduro y a condenar la protesta de los estudiantes “fascistas” venezolanos.

La prostitución de las palabras, como lo señaló Orwell, es la primera proeza de todo Gobierno de vocación totalitaria. Nicolás Maduro no es un hombre de ideas, como advierte de inmediato quien lo oye hablar; los lugares comunes embrollan sus discursos, que él pronuncia siempre rugiendo, como si el ruido pudiera suplir la falta de razones, y su palabra favorita parece ser “¡fascista!”, que endilga sin ton ni son a todos los que critican y se oponen al régimen que ha llevado a uno de los países potencialmente más ricos del mundo a la pavorosa situación en que se encuentra. ¿Sabe el señor Maduro lo que fascismo significa? ¿No se lo enseñaron en las escuelas cubanas donde recibió su formación política? Fascismo significa un régimen vertical y caudillista, que elimina toda forma de oposición y, mediante la violencia, anula o extermina las voces disidentes; un régimen invasor de todos los dominios de la vida de los ciudadanos, desde el económico hasta el cultural y, principalmente, claro está, el político; un régimen donde los pistoleros y matones aseguran mediante el terror la unanimidad del miedo y el silencio y una frenética demagogia a través de los medios tratando de convencer al pueblo día y noche de que vive en el mejor de los mundos. Es decir, el fascismo es lo que va viviendo cada día más el infeliz pueblo venezolano, lo que representa el chavismo en su esencia, ese trasfondo ideológico en el que, como explicó tan bien Jean-François Revel, todos los totalitarismos —fascismo, leninismo, estalinismo, castrismo, maoísmo, chavismo— se funden y confunden.

Es contra esta trágica decadencia y la amenaza de un endurecimiento todavía peor del régimen —una segunda Cuba— que se han levantado los estudiantes venezolanos, arrastrando con ellos a sectores muy diversos de la sociedad. Su lucha es para impedir que la noche totalitaria caiga del todo sobre la tierra de Simón Bolívar y ya no haya vuelta atrás. Leo, esta mañana, un artículo de Joaquín Villalobos en EL PAÍS (Cómo enfrentarse al chavismo), desaconsejando a la oposición venezolana la acción directa que ha emprendido y recomendándole que espere, más bien, que crezcan sus fuerzas para poder ganar las próximas elecciones. Sorprende la ingenuidad del exguerrillero convertido (en buena hora) a la cultura democrática. ¿Quién garantiza que habrá futuras elecciones dignas de ese nombre en Venezuela? ¿Lo fueron las últimas, en las condiciones de desventaja absoluta para la oposición en que se dieron, con un poder electoral sometido al régimen, una prensa sofocada y un control obsceno de los recuentos por los testaferros del Gobierno? Desde luego que la oposición pacífica es lo ideal, en democracia. Pero Venezuela ya no es un país democrático, está mucho más cerca de una dictadura como la cubana que de lo que son, hoy en día, países como México, Chile o Perú. La gran movilización popular que hoy día vive Venezuela es, precisamente, para que, en el futuro, haya todavía elecciones de verdad en ese país y no sean esas rituales operaciones circenses como eran las de la Unión Soviética o son todavía las de Cuba, donde los electores votan por candidatos únicos, que ganan, oh sorpresa, siempre, por el 99% de los votos.

Lo que es triste, aunque no sorprendente, es la soledad en que los valientes venezolanos que ocupan las “Trincheras de la Libertad” están luchando por salvar a su país, y a toda América Latina, de una nueva satrapía comunista, sin recibir el apoyo que merecen de los países democráticos o de esa inútil y apolillada OEA (Organización de Estados Americanos), en cuya carta principista, vaya vergüenza, figura velar por la legalidad y la libertad de los países que la integran. Naturalmente, qué otra cosa se puede esperar de Gobiernos cuyos presidentes comparecieron, prácticamente todos, en La Habana, a celebrar la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y a rendir un homenaje a Fidel Castro, momia viviente y símbolo animado de la dictadura más longeva de la historia de América Latina.

Sin embargo, este lamentable espectáculo no debe desmoralizarnos a quienes creemos que, pese a tantos indicios en contrario, la cultura de la libertad ha echado raíces en el continente latinoamericano y no volverá a ser erradicada en el futuro inmediato, como tantas veces en el pasado. Los pueblos en nuestros países suelen ser mejores que sus Gobiernos. Ahí están para demostrarlo los venezolanos, como los ucranios ayer, jugándose la vida en nombre de todos nosotros, para impedir que en la tierra de la que salieron los libertadores de América del Sur desaparezcan los últimos resquicios de libertad que todavía quedan. Tarde o temprano, triunfarán.

 

Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura y Doctor Honoris Causa de ESEADE.