EL PERONISMO RACIONAL ES IRRACIONAL

Por Alberto Benegas Lynch (h)

En momentos en que en nuestro país el actual mandatario decide asociarse en la fórmula para la próxima contienda electoral a un peronista de permanente y decidida actuación en el anterior gobierno, es del caso repasar el significado del peronismo aunque ya hayamos escrito sobre el particular. Esta decisión desafortunada en cuanto a la preservación de los valores de una sociedad libre, se adopta luego que la actual gestión ha incrementado las cargas fiscales, ha aumentado sideralmente la deuda estatal, ha ensanchado el déficit total, ha elevado el ya astronómico gasto público y mantiene una inflación mensual equivalente a la anual en países civilizados. La actual administración al encontrase frente a estos resultados optó por abrir su espacio pero era de desear que lo hiciera en dirección parecida al camino indicado por políticos como Leandro N. Alem quien enfatizó “gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno tenga el hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su iniciativa y se desenvuelve su actividad.”

No ser corrupto no es suficiente, que por otra parte es lo normal y tampoco son suficientes las buenas intenciones, el tema son los resultados no las explicaciones.

Resulta sumamente curioso pero a esta altura del siglo xxi cuesta creer que existan aun personas que seriamente se dicen peronistas. Se ha probado una y mil veces la corrupción astronómica del régimen (Américo Ghioldi, Ezequiel Martínez Estrada), su fascismo (Joseph Page, Eduardo Augusto García), su apoyo a los nazis (Uki Goñi, Silvano Santander), su censura a la prensa (Robert Potash, Silvia Mercado), sus mentiras (Juan José Sebreli, Fernando Iglesias), la cooptación de la Justicia y la reforma inconstitucional de la Constitución (Juan A. González Calderón, Nicolás Márquez), su destrucción de la economía (Carlos García Martínez, Roberto Aizcorbe), sus ataques a los estudiantes (Rómulo Zemborain, Roberto Almaraz), las torturas y muertes (Hugo Gambini, Gerardo Ancarola), la imposición del unicato sindical y adicto (Félix Luna, Damonte Taborda) a lo que cabe agregar la detallada obra de Ignacio Montes de Oca sobre las destrucciones morales y materiales del peronismo ¿Qué más puede pedirse para descalificar a un régimen?

A este prontuario tremebundo cabe agregar apenas como muestra cuatro de los pensamientos de Perón, suficientes como para ilustrar su catadura moral. En correspondencia con su lugarteniente John William Cooke: “Los que tomen una casa de oligarcas y detengan o ejecuten a los dueños se quedarán con ella. Los que tomen una estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que ocupen establecimientos de los gorilas y enemigos del Pueblo. Los Suboficiales que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades tomarán el mando de ellas y serán los jefes del futuro. Esto mismo regirá para los simples soldados que realicen una acción militar” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos Aires, Editorial Cultural Argentina, 1956/1972, Vol. I, p. 190).

También proclamó “Al enemigo, ni justicia” (carta de Perón de su puño y letra dirigida al Secretario de Asuntos Políticos Román Alfredo Subiza, cit. por J. J. Sebreli, Los deseos imaginarios del peronismo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1983, p. 84). En otra ocasión anunció que “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (discurso de Perón por cadena oficial de radiodifusión el 18 de septiembre de 1947, Buenos Aires). Por último, para ilustrar las características del peronismo, Perón consignó que “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente” (Marcha, Montevideo, febrero 27 de 1970).

Algunos aplaudidores y distraídos han afirmado que “el tercer Perón” era distinto sin considerar la alarmante corrupción de su gobierno realizada principalmente a través de su ministro de economía José Ber Gelbard quien además provocó un grave proceso inflacionario (que denominaba “la inflación cero”) y volvió a los precios máximos de los primeros dos gobiernos peronistas (donde al final no había ni pan blanco en el mercado), el ascenso de cabo a comisario general a su otro ministro (cartera curiosamente denominada de “bienestar social”) para, desde allí, establecer la organización criminal de la Triple A. En ese contexto, Perón después de alentar a los terroristas en sus matanzas y felicitarlos por sus asesinatos, se percató que esos movimientos apuntaban a copar su espacio de poder debido a lo cual optó por combatirlos y, también  a la vuelta de su exilio, se decidió por abrazarse con Ricardo Balbín (un antiguo opositor que a esa altura se había peronizado).

A nuestro juicio la razón por la que se prolonga el mito peronista se basa en la intentona de tapar lo anterior con una interpretación falaz de lo que ha dado en llamarse “la cuestión social” en el contexto de la imposición de un sistema sindical copiado de Mussolini, leyes de alquileres y desalojos que arruinaron los patrimonios de tantas familias de inmigrantes, una inflación galopante que se pretendió disimular con controles de precios para “atacar el agio y la especulación”, con una colosal cerrazón del comercio exterior administrado por el IAPI, el abrupto aumento de la pobreza y una corrupción en todos los niveles gubernamentales.

En este sentido de “lo social”, transcribo una carta del Ministro Consejero de la Embajada de Alemania en Buenos Aires Otto Meynen a su “compañero de partido” en Berlín, Capitán de Navío Dietrich Niebuhr O.K.M, fechada en Buenos Aires, 12 de junio de 1943, en la que se lee que “La señorita Duarte me mostró una carta de su amante en la que se fijan los siguientes lineamientos generales para la obra futura del gobierno revolucionario: ´Los trabajadores argentinos nacieron animales de rebaño y como tales morirán. Para gobernarlos basta darles comida, trabajo y leyes para rebaño que los mantengan en brete´” (copia de la misiva mecanografiada la reproduce Silvano Santander en  Técnica de una traición. Juan D. Perón y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Buenos Aires, Edición Argentina, 1955, p.56). La cita de Perón es usada también por Santander como epígrafe de su libro.

En un artículo publicado por Claudia Peiró en Infobae el 8 de julio de 2017 se reproduce una misiva mecanografiada de Perón a Mao:

“Madrid, 15 de julio de 1965

Al Sr. Presidente Mao Tse Tung

Mi querido Presidente y amigo:

Desde este difícil exilio, aprovecho la magnífica oportunidad que brinda el viaje de los jóvenes dirigentes peronistas del MRP, gentilmente invitados por Uds. para hacerle llegar junto con mi saludo más fraternal y amistoso, las expresiones de nuestra admiración hacia Ud., su Gobierno y su Partido; que han sabido llevar a la Nación China el logro de tantas e importantes victorias, que ya el mundo capitalista ha comenzado por reconocer y aceptar.

Su pensamiento y su palabra de Maestro Revolucionario, han calado hondo en el alma de los pueblo que luchan por liberarse -nosotros entre ellos- que nos debatimos, en estos últimos diez años, en marchas y contramarchas propias del proceso de un pueblo, que va preparando las condiciones más favorables para la lucha final contra el Imperialismo Norteamericano y sus aliados permanentes -entre ellos ahora, los actuales dirigentes soviéticos- se equivocan cuando piensan que con el engaño de una falsa coexistencia pacífica podrán detener la marcha de estos pueblos sedientos de justicia en  pos de su liberación.

El ejemplo de China Popular, hoy base inconmovible de la Revolución Mundial, permite a los hombres de las nuevas generaciones prepararse para la larga lucha con más claridad y firme determinación.

La acción nefasta del Imperialismo, con la complicidad de las clases traidoras, han impedido en 1955 que nosotros cumpliéramos la etapa de la Revolución Democrática a fin de preparar a la clase trabajadora para la plena y posterior realización de la Revolución Socialista. Pero, de la derrota de esa fecha, hemos recogido grandes ejemplos que nos permiten prepararnos con mucha más firmeza, para que nuestro pueblo pueda tomar el poder y así instaurar la era de gobierno de los oprimidos -la clase trabajadora- única capaz de realizar una política de paz y felicidad para nuestro pueblo. Nuestros objetivos son comunes –por eso me felicito de este contacto de nuestros luchadores con esa realidad que son ustedes.

En lo fundamental somos coincidentes, y así lo he expresado muchas veces ante nuestros compañeros, la clase trabajadora y peronista de Argentina. Quedan los aspectos naturales y propios de nuestros países, que hacen a sus condiciones socio-económicas, y que modifican en cierta forma la táctica de lucha.

Los compañeros portadores sabrán explicar de viva voz nuestros puntos de vista, y el gran deseo de que la más profunda y sincera de las amistades se consolide entre nosotros.

Reciba, querido Presidente, las seguridades de nuestros mayores sentimientos. Somos confiantes en el triunfo de la justicia y la verdad. Nada ni nadie podrá detener la hora de los pueblos.

Por el triunfo de nuestras comunes luchas, por el triunfo y la felicidad del Pueblo Chino; por la liberación de los pueblos oprimidos, con toda amistad,

Un gran abrazo,

Juan Perón.”

Después de este resumen no parece racional es seguir machacando con el peronismo que ha juntado todas los desaciertos y las lacras de nuestra historia como consecuencia del abandono de muchos que no han sido capaces de mostrar las ventajas de adoptar los valores y los principios de una sociedad libre, lo cual se venía incubando desde el golpe fascista del 30 agudizado en grado extremo a partir del golpe del 43. Es del caso recordar el célebre dictum de George Santayana en cuanto a que “Aquellos que no estudian la historia están condenados a repetirla”, por lo que nunca es tarde para rectificar el rumbo si somos capaces de hacer un examen de conciencia y dar preeminencia a la integridad moral como condición para el progreso de todos.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

SIN EMPRENDEDORES NO HAY VIDA

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Nos estamos refiriendo, claro está, a quienes emprenden actividades que apuntan a satisfacer necesidades de sus congéneres. No es esto por pura filantropía sino en interés personal cuando se opera en una sociedad abierta: al resolver los problemas de los demás, en el mercado libre, esto se recompensa con la contrapartida que entregan las personas al ver sus deseos resueltos ya se trate de la compraventa de bienes o de servicios.

 

Este proceso ha sido originalmente explicado por destacados miembros de la Escuela Escocesa del siglo xviii y elaborados a través de otras contribuciones de peso. No se trata de fabricar “un hombre nuevo” vía el uso de la violencia de los aparatos estatales. Ya hay bastante experiencia de la miseria y las muertes que estos experimentos han  creado. Se trata de estudiar la naturaleza humana y comprobar que todos actuamos en nuestro interés personal (lo cual incluye la caridad que es bienvenida y los actos criminales que deben ser combatidos). De este modo es que en un clima de libertad cada uno al satisfacer las necesidades de su prójimo, como queda dicho, se beneficia a si mismo con el producto de la transacción siempre pacífica y voluntaria, mientras  el emprendedor está atento a los cambios de preferencias al efecto de dar en la tecla.

 

Nada garantiza el éxito del emprendedor ya que sus conjeturas sobre lo que aprecian otros pueden estar erradas. De este modo, quien acierta obtiene ganancias y quien yerra incurre en quebrantos. El cuadro de resultados marca el camino, lo cual se diferencia radicalmente de los prebendarios que solo se ocupan de acercarse al poder político para obtener un privilegio en desmedro de los consumidores que deben pagar precios más elevados, obtener calidades inferiores o ambas cosas a la vez.

 

Gracias a los emprendedores, la civilización cuenta con agua potable, con alimentos, con medicinas, con medios de transporte, con diques y represas, con libros, teatro, vestimenta, equipos, mobiliario y todo lo que atiende las necesidades básicas y las culturales y de confort. Nada hay sin el emprendedor desde al arco y la flecha hasta nuestro días y todo esto a pesar de las regulaciones absurdas y las cargas fiscales de los gobiernos que habitualmente no se limitan a proteger derechos sino a lesionarlos y atropellarlos, estrangulando libertades que son anteriores y superiores a la existencia misma de las estructuras gubernamentales.

 

Desde luego que el emprendedor no se limita al ofrecimiento de activos materiales, por ejemplo, quienes inician nuevos programas educativos son también emprendedores y, más aun, son de una categoría de la cual dependen los emprendedores de lo crematístico-material puesto que, entre otras cosas, facilitan la existencia de valores y principios que hacen posible el surgimiento de aquellos. Por supuesto que lo dicho también incluye a emprendedores que no se caracterizan por contar con activos físicos de gran valor como es el caso hoy de Facebook y Mercado Libre que reportan suculentas facturaciones por el hecho de ofrecer lugares cibernéticos de reunión y más recientemente el establecimiento de UBER, y es también el caso que mencionaremos enseguida en el que su mayor activo se encuentra de las cejas para arriba.

 

En cualquier caso,  el emprendedor está siempre al acecho de oportunidades, más técnicamente expresado está atento a lo que estima son costos subvaluados en términos de los precios finales para sacar partida del arbitraje correspondiente en el sentido más lato de la expresión.

 

En esta nota periodística quiero ejemplificar el caso del emprendedor con Federico Tessore a quien le solicité una entrevista para obtener datos de su emprendimiento que se concretó en Inversor Global.

 

Empiezo por el final, es decir, lo que es hoy Inversor Global, un emprendimiento que se basa en asesoramiento de inversiones y descripción de las diversas situaciones básicamente económicas de diferentes regiones y oportunidades. Es decir, trasmisión de conocimiento. Un análisis coyuntural con un notable anclaje en los fundamentos éticos, económicos y jurídicos del liberalismo.

 

Con su casa matriz en Miami, Inversor Global tiene representaciones en Santiago, Buenos Aires y Madrid. Organiza también eventos internacionales donde se exponen las visiones de los oradores, también con una adecuada mezcla de coyuntura y propuestas de fondo. Con esta oferta Inversos Global es sumamente rentable. Todo comenzó de la nada como son estos emprendimientos, todo comenzó en la cabeza de Federico Tessore, con un sueño que hizo realidad y ahora cuenta con un sesudo equipo de profesionales que lo secundan con gran eficiencia y rigor.

 

Tessore es el Director Ejecutivo de Inversor Global que resultó en la empresa de publicaciones de finanzas personales más importante del mundo hispanoparlante. Sus informes semanales son actualmente leídos por cientos de miles de inversores en todo el mundo.

 

Federico es argentino nacido en Buenos Aires en 1975. Comenzó trabajando en la sociedad de Bolsa Capital Markets Argentina y luego lo hizo en la filial argentina del Citibank como asesor de inversiones y, finalmente, en 2002 fundó Inversor Global. Es egresado en administración de empresas y realizó estudios complementarios en la Universidad Católica Argentina y la Universidad de New York.

 

Entre otras cosas, Federico nos dijo en el aludido reportaje que “Los ingresos de Inversor Global provienen en un 100% de la venta de suscripciones a sus servicios de análisis, capacitación y recomendaciones de inversión. La empresa no recibe ingresos por publicidad ni por comisiones. Esto es muy importante ya que asegura la independencia total de Inversor Global. A diferencias de otras empresas de comunicación, Inversor Global no recibe ni quiere recibir ingresos del estado ni de las empresas. Esto asegura que nuestros intereses sean los mismos que los de nuestros lectores. Los lectores pagan por nuestro contenido que los ayuda a entender mejor la realidad y a tomar decisiones económicas más eficientes. Además todos tienen la posibilidad de probar nuestro servicio en forma gratuita durante 90 días. Es decir, solo queremos venderle nuestro asesoramiento a gente que lo valora.”

 

También subrayó que “Hoy Inversor Global cuenta con una base de 70.000 lectores pagos a los diversos servicios que ofrecemos y 700.000 lectores gratuitos que leen nuestros newsletters diarios donde acercamos nuestra interpretación de la actualidad económica. Tenemos suscriptores en todo el mundo de habla hispana. Inversor Global emplea a 100 personas en forma directa y a unas 50 en forma indirecta. Nuestro equipo esta compuesto por economistas, contadores, periodistas, politólogos y diversos profesionales que ayudan a producir los informes, cursos y servicios de recomendación que ofrecemos a nuestros lectores”.

 

A raíz de una de nuestras preguntas, afirmó que “Uno de los emprendimientos anexos que surgieron a partir de Inversor Global es el Club de Inversores Ángeles. Este club que armamos  ocho años atrás tiene como misión unir a inversores con emprendedores. Todo emprendedor necesita capital para lanzar su idea. Y los inversores están muy interesados en invertir en buenas ideas a cambio de acciones en estos proyectos. Por lo tanto,  la expectativa es lograr rentabilidad adicional gracias a la innovación de los emprendedores. Desde su nacimiento a través del Club hemos invertido más de 10 millones de dólares en más de 40 emprendimientos en la Argentina y el resto del mundo. Por supuesto de estas 40 empresas no necesariamente van a sobrevivir en el tiempo, pero esperamos que mas de la mitad no solo se mantenga sino que además se conviertan en empresas medianas con el potencial de brindar ganancias a los inversores que invirtieron en estas empresas y asumieron el correspondiente riesgo”.

 

Como todos los sueños y proyectos, no todo es color de rosa. Así Tessore nos informa que “el camino emprendido no fue un camino sin obstáculos y problemas. Desde la creación de Inversor Global en el año 2004 estuvimos a punto de quebrar dos veces y cambiamos nuestro modelo de negocio tres veces. En el año 2012 nos asociamos con el grupo internacional Agora Inc [comandado por Bill  Bonner] y de esta forma no solo pudimos cerrar un excelente negocio para los inversores iniciales que habían confiado en nuestro proyecto, sino que además pudimos consolidar el necesario crecimiento.”

 

Esta historia muy telegráficamente contada, representa la historia de un gran innovador, es la historia de muchos emprendedores que no se dan por vencidos frente a contrariedades y ponen de manifiesto disciplina y perseverancia en sus objetivos y revelan gran cintura y reflejos para cambiar lo que haya que cambiar (y, a veces, abandonar el cometido cuando se percatan de que el recorrido no da en la tecla con las necesidades de su prójimo).

 

En todo caso este es el resultado del sistema liberal en la medida en que se lo deja funcionar sin los entrometimientos insolentes del Leviatán que siempre bloquea y entorpece mucho de lo que no sale a luz debido al tristemente célebre intervencionismo estatal piloteado por megalómenos enceguecidos por su arrogancia que,  al no permitir el proceso de coordinación de información dispersa y fraccionada entre millones de personas,  concentran ignorancia con los consabidos desajustes superlativos.

 

Herbert Spencer en su obra titulada El exceso de legislación apunta con énfasis lo mucho que la sociedad le debe a los emprendedores y los daños colosales que llevan a cabo gobiernos habitualmente descarriados que no son generadores de riqueza sino que siempre  la succionan  de la gente. Juan Bautista Alberdi, en sus Obras completas recoge ese pensamiento spenceriano para llegar a las mismas conclusiones que alarman a este pensador que siempre basó sus reflexiones en la siguiente consideración que también estampa en sus escritos, “¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra” (al margen digo que este pensamiento lo tengo grabado en mi casa como resumen de su prédica, junto con una esfinge del mismo Alberdi que me regaló un ex alumno al que aprovecho para mencionar en la esperanza de localizarlo: Fernando López Imizcoz, al efecto de contarle el uso que le di a su obsequio). Spencer y Alberdi señalan lo paradójico que resulta que todo lo que dispone la humanidad se debe a la creatividad empresaria y, sin embargo, las plazas y las calles están generalmente tapizadas con los nombres de quienes habitualmente ponen palos en la rueda: politicastros de diverso signo y especie.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Hay que terminar con los ajustes.

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 1/9/14 en: http://www.lanacion.com.ar/1723335-hay-que-terminar-con-los-ajustes

 

A través de cargas fiscales excesivas y manipulaciones monetarias se vacía el bolsillo de la gente para sostener un Estado desbordado, que impide el florecimiento de la economía.

Resulta muy curiosa cierta terminología empleada en algunos países. Sorprende el uso de la palabra «ajuste» en el sentido de apretarse el cinturón y el consecuente empobrecimiento, sea por el período que sea.

Si se observa esto con un mínimo cuidado, se percibe que dicho ajuste en los bolsillos de la gente ocurre en la medida en que el Leviatán se expande y arrebata el fruto del trabajo ajeno a través de cargas fiscales inauditas, manipulaciones monetarias y deudas internas y externas crecientes, todo para financiar gastos públicos siderales en el contexto de regulaciones asfixiantes.

En esta línea argumental, en la medida en que se revierta esa política, devastadora para el bolsillo de la gente, disminuye el ajuste y se permite el florecimiento de la economía para que cada cual siga el camino que considere más apropiado; se dejan así de lado los caprichos y las arbitrariedades de los megalómanos instalados en el poder.

Podemos hacer un símil con corredores en una competencia de cien metros llanos. Si se pretende que los participantes se desempeñen lo mejor posible, pero, simultáneamente, se les cargan mochilas con piedras cada vez más pesadas, lógicamente no se logrará la meta del mejor desempeño, sino que será cada vez peor.

Sin embargo, se suele hacer referencia al «ajuste» cuando se apunta a aliviar la carga y no cuando se la acrecienta. Este punto ilustra el clima de ideas que prevalece: es tragicómica y muy cobarde la articulación del discurso de muchos políticos que no se atreven a enfrentar los problemas, por lo que se limitan a proponer la «reasignación» de la parte que succiona el aparato estatal sin mencionar la indispensable liberación de recursos de los bolsillos de la gente.

En diversos países los políticos que se postulan para cargos electorales repiten que ellos son bondadosos (y desinteresados) y sugieren mantener o incluso acrecentar la dimensión del monopolio de la fuerza, una noción miope, equivocada y sumamente dañina. Como queda dicho, el ajuste en el nivel de vida de la gente se debe precisamente a los manotazos de los tentáculos del aparato estatal.

Antes de la Primera Guerra Mundial, el promedio de la participación del gobierno en la renta nacional en los países civilizados era de entre el 5 y el 8%, mientras que en la actualidad ese mismo guarismo está entre el 40 y el 70%. Estas expansiones insólitas contraen los ingresos de los gobernados; es decir, de cada vez menos disponen los titulares que trabajan, mientras los recursos en manos de la burocracia se incrementan cada vez más. Este ajuste feroz bloquea la posibilidad de que cada uno use lo que es suyo en el sentido de sus preferencias.

Alan J. P. Taylor abre su monumental obra English History 1914-1945 (Oxford University Press) con las siguientes líneas: «Hasta agosto de 1914, un inglés sensible y cumplidor de la ley podía transcurrir su vida y no percatarse de la existencia del Estado, más allá del correo y de la policía. Podía vivir donde quisiera y como quisiera. No tenía ningún número de cédula de identidad. Podía viajar al extranjero y dejar su país sin pasaporte y sin permiso alguno. Podía cambiar su signo monetario por otro sin restricción ni límite de ninguna naturaleza. Podía adquirir bienes de cualquier país en el mundo en los mismos términos en que compraba bienes localmente. Para el caso, un extranjero podía pasar su vida en este país [Inglaterra] sin permiso y sin informar a la policía. A diferencia de otros lugares del continente europeo, no se demandaba servicio militar [?] El inglés pagaba impuestos en una escala modesta: menos del 8% del ingreso nacional».

Luego vinieron los tremendos ajustes en los ingresos de la gente debido al antes mencionado agrandamiento de los aparatos estatales con los pretextos más inauditos e increíbles, pero básicamente para darles más cabida a los que viven de lo que producen los demás, extendiendo el poder sobre las vidas y haciendas de quienes suponen que el gobierno está para protegerlos.

Liberar cuantiosos recursos acaparados por la órbita estatal implicaría, en ese mismo instante, una transferencia de ingresos a los gobernados, quienes los asignarán en forma acorde con las preferencias de sus congéneres para prosperar. Esto ocurre así consuman o inviertan, y en este último caso, aunque inviertan en dinero, puesto que de este modo transfieren poder adquisitivo a otros, ya que habrá una masa monetaria menor en circulación persiguiendo la misma cantidad de bienes y servicios.

La inmensa ventaja del proceso de mercado frente a la politización consiste en que, en el primer caso, el que acierta en los gustos de los vecinos aumenta su patrimonio y el que yerra, lo disminuye. En el segundo caso, en cambio, los incentivos se apartan de aquel proceso para reemplazarlo por las inclinaciones de los funcionarios de turno.

Es perentorio terminar con los ajustes que provocan gobiernos desorbitados que día a día recaen con más peso sobre el presupuesto de los sufridos contribuyentes. No parece comprenderse que los incentivos inherentes a la sociedad abierta operan en dirección al bienestar de la gente. No es que los que componen el sector privado sean mejores personas que los que trabajan en el sector estatal, sino que los incentivos son sustancialmente diferentes: la forma en que se toma café y se prenden las luces son distintas en uno y otro sector.

Por supuesto, toda esta descripción no tiene lugar cuando irrumpen en escena los amigos del poder que la juegan de empresarios, rodeados de privilegios y mercados cautivos, lo que representa una vil explotación de todos, muy especialmente de los más necesitados.

No parece comprenderse tampoco que el conocimiento está disperso y fraccionado, y que se coordina a través del sistema de precios. Cuando el gobernante con controles absurdos pretende conocer las preferencias y las capacidades de los millones de actores, en verdad concentra ignorancia con su soberbia y genera desajustes fenomenales.

Para liberar recursos, desde luego, no sólo deben venderse activos fiscales inútilmente retenidos, subsidios que carcomen capital y, por ende, conspiran contra los salarios al disminuir las tasas de capitalización, sino que debe reducirse la planta de funcionarios estatales que no cumplen faenas productivas y que son contraproducentes al efecto del bienestar de la gente. Pero es importante destacar que si el mercado laboral es libre, la necesaria reubicación de recursos absorberá ese trabajo en campos productivos, con lo que se elevarán salarios en términos reales debido al aprovechamiento de los aludidos recursos liberados. Nada bueno puede lograrse «haciendo pozos y volviéndolos a tapar», lo cual es incluso más inocente que dedicarse a combatir a los que producen a través de disposiciones autoritarias alentadas por personajes arrogantes instalados en el poder (en el presupuesto reciente de Grecia apareció que por cada maceta en el ámbito estatal habían once jardineros).

Por su parte, los burócratas declaman sobre cómo deben administrarse las vidas y las haciendas de otros, para lo cual cobran emolumentos sustanciales (cuando no usan los dineros públicos en provecho propio) y lo curioso es que se toman a sí mismos en serio e imponen sus recetas sin mencionar que ellos son el problema; deben dejar que la gente administre sus pertenencias en paz, en lugar de aplicar los ajustes que provocan las adiposas estructuras políticas vigentes.

Es una hipocresía que los políticos reiteren a cada rato que les preocupa «la gente» y que su prioridad es «la gestión». Indudablemente, salvo contadas excepciones en el mundo, les falta mucha biblioteca, y ni siquiera han rozado la teoría del public choice, que les concierne directamente.

No es posible compatibilizar el gasto público, más allá de lo necesario para seguridad y justicia, con lo que la gente prefiere, ya que las erogaciones estatales van siempre en otra dirección (y si fueran en la misma, no tiene sentido consumir recursos para hacer lo mismo que hubiera hecho la gente).

Entonces, conviene utilizar bien los términos. El ajuste que padece la gente se debe a las cargas que surgen de los aparatos estatales sobredimensionados. Para aliviar o eliminar el ajuste debe sacarse el peso que recae sobre la gente.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. En Administración. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fue profesor y primer rector de ESEADE.