Héroes en la Rusia totalitaria y nuevos paradigmas

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 26/2/22 en: https://www.infobae.com/opinion/2022/02/26/heroes-en-la-rusia-totalitaria-y-nuevos-paradigmas/

Anna Politkovaskaya, Alexander Solzhenitsyn, Mstilav Rostropovich, Vladimir Bukovsky, Garry Kasparov y Andrei Sakaharov enfrentaron el totalitarismo ruso en todos los frentes

Alexander Solzhenitsyn

El término “héroe” ha sido usado y abusado muy frecuentemente por parte de quienes aplastan con sus botas las libertades individuales, sean militares o civiles entronizados en gobiernos que fuerzan a la población a rendirles tributo con estatuas y demás homenajes a todas luces injustificados.

A nuestro entender los seis héroes rusos en el sentido más ajustado del término han sido sin duda Anna Politkovaskaya, Alexander Solzhenitsyn, Mstilav Rostropovich, Vladimir Bukovsky,Garry Kasparov y Andrei Sakaharov.

La primera fue asesinada en un ascensor en Moscú por su valiente y constante crítica al régimen de Putin. Politkovskaya nació en Nueva York, hija de diplomáticos rusos ante las Naciones Unidas, estudió en los Estados Unidos para luego vivir en la tierra de sus ancestros, donde se graduó en la carrera de periodismo en la Universidad de Moscú y allí tuvo su primera confrontación seria al presentar su tesis sobre Marina Tsvetaeva, la poetisa condenada por el régimen estalinista. En Moscú, con un grupo de amigos fundó un diario, la Novaya Gazeta, con la idea de competir nada menos que con Pravda, el periódico oficial que paradójicamente significa “verdad”.

Desde ese nuevo periódico denunció permanentemente la corrupción y los atropellos del gobierno de Putin en todos los frentes. Como sucede en esos sistemas, fue reiteradamente amenazada de muerte y advertida de los serios peligros que corría incluso por amigos periodistas de Occidente, como el director de The Guardian de Londres. Esto ocurría en un contexto donde, según el Grupo Helsinki, solamente en Moscú durante los gobiernos de Putin, fueron asesinados por los sicarios una cantidad inaudita de periodistas que se animaron a hablar de las atrocidades del sistema.

A pesar de todo, la extraordinaria periodista de marras proseguía con sus denuncias en sus valientes artículos de investigación. Consignó que el fundamento de su actitud era: “Si alguien cree que puede vivir una vida confortable en base a pronósticos optimistas, allá ellos, es la forma más fácil pero también constituye la pena de muerte para nuestros nietos” (este pensamiento hay que refrescarlo también en otros lares). Randon House de Nueva York publicó su impresionante y muy ilustrativo diario bajo el título de A Russian Diary. A Journalist Final Account for Life, Corruption and Death in Putin’s Russia.

Salman Rushdie escribe: “Como toda buena investigadora periodística, Anna Politkovskaya presentó verdades que reescribieron los cuentos oficiales. La continuaremos leyendo y aprendiendo de ella a través de los años”. Antes de eso publicó un libro con una notable investigación cuyo título en la versión castellana es La Rusia de Putin (Barcelona, Debate) donde documenta muy acabadamente los reiterados atropellos y las iniquidades llevadas a cabo por los hampones de Putin y los desaguisados y la miseria que debe sufrir el común de la gente.

De Alexander Solzhenitsyn no hay mucho más que decir de lo que ya se ha dicho sobre este notable escritor que ilustró su opinión sobre el sistema comunista en su célebre El archipiélago Gulag y en su también celebrada Carta a los burócratas soviéticos donde destaca la mugre moral del sistema en contraste con el respeto recíproco como eje central de la sociedad libre.

Mstilav Rostropovich si bien pertenece al mundo de la música como director de orquesta, pianista y el violonchelista de mayor jerarquía mundial que estrenó más de un centenar de piezas, fue un notabilísimo y persistente difusor de las libertades individuales y severo detractor de los totalitarismos, comenzando por el imperante en Rusia, país lo privó de su ciudadanía por todas sus reiteradas declaraciones en favor de la sociedad abierta y por haberlo cobijado a Solzhenitsyn cuando este no contaba con los suficientes ingresos como para mantenerse debido al acoso totalitario. Recibió el Premio de la Liga Internacional de Derechos Humanos en 1974, estaba casado con la soprano Galina Vishnévskaya y fue director de la orquesta sinfónica de Washington DC durante 17 años.

Vladimir Bukovsky -a quien tuve el gusto de conocer personalmente cuando siendo Rector de ESEADE lo invité a pronunciar una conferencia en uno de los actos académicos de graduación- ha sostenido que “el monstruo que crearon nuestros Frankensteins mató a sus creadores, pero él está vivo, muy vivo. A pesar de los informes optimistas de los medios de comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y de la economía de mercado, no hay evidencias, ni siquiera perspectivas, de que así sea. En lugar de un sistema totalitario ha surgido un estado gangster, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista, mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva élite política, así como en una nueva clase de propietarios”.

La Unión Soviética provocó el mayor genocidio de la historia de la humanidad: cien millones de asesinatos desde 1917 a 1989 como lo muestra el Libro negro del comunismo escrito por seis investigadores encabezados por S. Courtois, (Planeta, 1998).

Alarmado,Garry Kasparov -más conocido por el ajedrez- escribió que el actual presidente Vladimir Putin celebró nada menos que la historia de la KGB, imprimió efigies del asesino Félix Dzerzhinsky, eliminó el debate sobre si Lenin debe ser removido del lugar de honor que ocupa en la Plaza Roja, puesto que afirmó que “hacerlo sería decirles a los rusos que ellos han venerado valores falsos”.

Asimismo, Kasparov señaló que en los textos difundidos por la Universidad de Moscú se tergiversan los hechos más importantes de la historia soviética y “las invasiones de Hungría y Checoslovaquia son descritas como operaciones conjuntas del Pacto de Varsovia para preservar la integridad del sistema socialista”. Kasparov, con razón, se indignó frente al hecho de que las autoridades rusas —a diferencia de lo que ocurrió después del holocausto hitleriano o la reciente inauguración de La Casa del Terror, en Hungría— no han producido ni el más mínimo mea culpa. Insiste en que Putin “es el mayor enemigo del mundo libre”, con quien “no hay diálogo posible” y “nada es cierto de lo que dice de Ucrania”, al escribir estas líneas en proceso de ser invadida por la canallada rusa instalada en el gobierno… un escándalo internacional para todas las personas decentes.

Vladimir Putin y Garry Kasparov

La situación actual de Rusia, dominada por la antigua nomenclatura, se ha adueñado por parte de aquellos hampones de lo más importante de la actividad económica de aquel país. En medio de intimidaciones y cercenamiento de la prensa y amenazas cada vez que hay simulacro de procesos electorales y de violencia institucionalizada, esta parodia grotesca significa un peligro para la civilización además de una catástrofe para el sufrido pueblo ruso. En su momento nos visitó en Buenos Aires Yuri Yarim Agaev como emisario de Bukovsky, quien nos explicó detenidamente que en 1991 hubiera sido posible revertir la situación en Rusia debido a la colaboración de eminentes ciudadanos de ese país. La operación se frustró debido a la decidida intervención del Fondo Monetario Internacional, que apoyó con sumas millonarias a las mafias hoy enquistadas en el poder y en los sectores económicos y sociales más importantes. Una vez más se repite aquello que Eudocio Ravines citaba de Lenin: “Occidente vende a los rusos las cuerdas con que serán ahorcados”.

Por último Sakharov, el destacado físico nuclear que sin entender de economía ni de derecho -lo cual ha puesto en evidencia en varias de sus declaraciones públicas- cabe subrayar su arrojo para combatir al totalitarismo ruso lo cual lo hizo acreedor del premio Nobel de la Paz en 1975. En su entrevista con Olle Stenholm enfatiza que el aparato estatal soviético “representa el extremo de la concentración económica, política e ideológica del poder” y que lo que define al régimen “es la ausencia de libertad y la burocratización de la administración”. Tras este drama está presente de largo tiempo en Rusia la confusión de ideas y valores, primero con el terror blanco y luego con el rojo que se prolonga hasta nuestros días con otro disfraz. La única forma de progresar es contar con marcos institucionales que respeten la propiedad privada -a contracorriente de lo propuesto por Marx y Engels en cuanto a la abolición de esta institución fundamental- y, por tanto, los derechos individuales y la consecuente libertad de las personas, comenzando por su propio cuerpo y su pensamiento, extendido a lo que obtienen de modo lícito.

Para percatarse de primera mano de la catástrofe que genera el marxismo revolucionario nada mejor que la lectura del libro del argentino ex guerrillero y agente de los servicios cubanos de espionaje Jorge Masetti titulado Entre el furor y el delirio donde concluye que “caigo en cuenta de que la revolución ha sido un pretexto para cometer las peores atrocidades […] Hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación en Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada.”

Afortunadamente la larga tradición liberal abre las puertas a nuevos paradigmas que se despegan por completo de los extremos apuntados en la presente nota periodística puesto que como reza el lema de la Royal Society de Londres nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Es constante el peregrinaje por incorporar nuevas dosis de conocimiento en el mar de ignorancia en el que nos debatimos en una secuencia interminable de corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones. Hay quienes se han quedado atrasados en el debate considerando que no es necesario actualizarse pero de un tiempo a esta parte incluso se han suscitado intercambios académicos aún no saldados del todo sobre la objeción a la existencia del monopolio de la fuerza. No completados aún pues no ha podido dedicarle el suficiente tiempo debido a la manía por la monotonía en la repetición de los errores del estatismo en sus diversas variantes lo cual hace que no pocos se dediquen a coyunturas girando como canes que pretenden morderse la cola sin destino a la vista. Proceden como si el liberalismo fuera una ideología, no en el sentido inocente del diccionario de conjunto de ideas ni siquiera en el sentido marxista de falsa conciencia de clase sino como algo cerrado, terminado e inmóvil. Necesitan ventilación porque hay tufo a encierro. En esta línea argumental hace tiempo publiqué un artículo titulado “El liberalismo como anti-ideología”.

Estos giros infructuosos de machacar en lo coyuntural no les ha dado oxígeno y los ha apartado del centro de jugosos debates sobre los que ni siquiera se han dado tiempo para saber de qué se trata. Esto es así principal aunque no exclusivamente referidos a los pro y contras de las externalidades, los free-riders, bienes públicos, el dilema del prisionero, la asimetría de la información, el teorema Kaldor-Kicks y el equilibrio Nash donde se extiende el concepto del orden espontáneo con reformas sumamente ingeniosas y rigurosas en las áreas de justicia y seguridad que es necesario atender. Por mi parte he participado en este debate vía mi libro titulado Hacia el autogobierno. Una crítica al poder político que lleva prólogo del premio Nobel en Economía James M. Buchanan (Buenos Aires, EMECÉ Editores, 1993), mi ensayo presentado en el seminario en Seúl, en agosto de 1995, con el título “Toward a Theory of Autogovernment” patrocinado por la International Cultural Foundation, ponencia publicada en 1997 junto a las otras de ese encuentro académico en el libro Values and Social Order (Sydney-Londres, Avebury Publishers, Gerard Radnitzky ed.), complementado al año siguiente por otro de mis ensayos: “Bienes públicos, externalidades y los free riders: el argumento reconsiderado” publicado en Estudios Públicos, Santiago de Chile, No. 71, invierno de 1998, mi ensayo “¿Es posible el gobierno limitado?” publicado en Madrid por Proceso de Mercado. Revista Europea de Economía Política, Vol. XIV, No. 2, otoño 2017 que amplié con una nota en el post scriptum de mi libro Maldita coyuntura editado por Grupo Unión y también en mi libro Estados Unidos contra Estados Unidos publicado en su primera edición por el Fondo de Cultura Económica siempre con prólogo de Carlos Rodríguez Braun y prefacio de Álvaro Vargas Llosa donde intercalé el referido debate en el capítulo titulado “Despejar telarañas mentales: una mirada al futuro”.

En todo caso, aun sabiendo que -igual que en todas las ramas científicas- es muy probable que más adelante nos refuten a nosotros con mejoras, es necesario mirar desde distintos ángulos a nuevos paradigmas radicalmente opuestos al totalitarismo ruso y a todo exceso encabezados principalmente por autores de la talla de Anthony de Jasay, Bruce Benson, David Friedman, Bruno Leoni, Michel Huemer, Leslie Green, Murray Rothbard, Walter Block, Gustave de Molinari, Albert J. Nock, Herbert Spencer, Edward Stirngham, Jesús Huerta de Soto, Morris y Linda Tannehill y también en las postrimerías de Friedrich Hayek que a pesar de su avanzada edad ha mostrado cintura y capacidad notable de reflejos frente a nuevas propuestas que han dejado en la antigüedad a muchas propuestas clásicas, lo cual hemos consignado en detalle en textos anteriores.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

Maquiavelo describe la raíz del poder político

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 8/1/2en: https://www.infobae.com/opinion/2022/01/08/maquiavelo-describe-la-raiz-del-poder-politico/

El pensador florentino fue el precursor del pensamiento político moderno. Durante siglos fue colocado del lado de los villanos, aunque el contenido de su obra refleja otra cosa

Nicolás Maquiavelo

Hace tiempo escribí sobre este personaje pero debido a que se vuelve sobre el asunto estimo pertinente recordar lo dicho con algunas variantes. Hay quienes juzgan que este autor revelaba su perversidad en sus dos obras más conocidas, es decir, El Príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio, lo cual se configura como “maquiavelismo”, pero lo que hizo en estas obras -especialmente en la primera- es simplemente una descripción del poder y de los politicastros que pululan por doquier, lo cual es señalado, entre otros, por autores como James Burnham, George Sabine o Maurizio Vitroli en sus archiconocidos trabajos sobre la materia.

“Podría citar mil ejemplos modernos y demostrar que muchos tratados de paz, muchas promesas han sido nulas e inútiles por la infidelidad de los Príncipes, de los cuales, el que más ha salido ganando es el que ha logrado imitar mejor a la zorra. Pero es menester respetar bien ese papel; hace falta gran industria para fingir y disimular, porque los hombres son tan sencillos y tan acostumbrados a obedecer las circunstancias, que el que quiera engañar siempre hallará a quien hacerlo”. Este es uno de los pasajes de El Príncipe de Maquiavelo en el que resume su tesis central.

En esa obra célebre se encuentra el verdadero rostro del poder cuando se lee que el gobernante “debe parecer clemente, fiel, humano, religioso e íntegro; más ha de ser muy dueño de sí para que pueda y sepa ser todo lo contrario […] dada la necesidad de conservar el Estado, suele tener que obrar contra la fe, la caridad, la humanidad y la religión […], los medios que emplee para conseguirlo siempre parecerán honrados y laudables, porque el vulgo juzga siempre por las apariencias”. Incluso hay quienes ingenuamente interpretan el uso maquiavélico de virtú como si se tratara de virtud cuando en verdad esa expresión en El Príncipe alude a la voluntad de poder que solo se obtiene por el uso de la fuerza. Más aún, escribe Maquiavelo que “El Príncipe que quiera conservar a sus súbditos unidos y con fe, no debe preocuparse de que le tachen de cruel […] es más seguro ser temido que amado […] Los hombres temen menos ofender al que se hace amar que el que se hace temer […] solo han llevado a cabo grandes empresas los que hicieron poco caso de su palabra, que se dieron maña para engañar a los demás”.

Por su parte, en el contexto de los poderes papales, en el otro libro referido Maquiavelo señala que en relación a los abusos del caso “el primer servicio que debemos los italianos a la sede papal es haber llegado a ser irreligiosos y malos” y concluye en un plano más amplio que “Jamás hubo ni habrá un país unido y próspero sin no se somete todo a la obediencia de un gobierno.” Recordemos en otro orden de cosas que de los veinte Concilios hasta el momento -de 325 a 1965- a la mitad de ellos asistió el gobernante político del momento.

Se trata entonces de una muy ajustada observación de lo que en líneas generales significa quién se instala en el trono del monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, pero resulta sumamente curiosa la renovada confianza, no solo de los consabidos adulones que sin vestigio alguno de dignidad están en todas partes y anidan en todos los tiempos, sino de gente de apariencia normal que es engañada y saqueada una y otra vez, a pesar de lo cual insiste en la experiencia cuando el próximo candidato promete “cambio, combatir la corrupción y establecer justicia” y otras cantinelas equivalentes.

Produce asombro y verdadera perplejidad que se suela considerar como normal que el político mienta en campaña para engatusar a la incauta clientela, incluso livianamente se lo justifica y perdona al candidato diciendo que “es político”. Es que como ha escrito Hannah Arendt, “nadie ha puesto en duda que la verdad y la política están más bien en malos términos y nadie, que yo sepa, ha contado a la veracidad entre las virtudes políticas”. Por ello es que Alfred Whitehead ha enfatizado que “el intercambio entre individuos y entre grupos sociales es de una de dos formas, la fuerza o la persuasión. El comercio es el gran ejemplo del intercambio a la manera de la persuasión. La guerra, la esclavitud y la compulsión gubernamental es el reino de la fuerza”. Por su lado Ortega y Gasset ha escrito: “La política se apoderó de mí y he tenido que dedicar más de dos años de mi vida al analfabetismo (la política es analfabetismo)”. Como nos ha enseñado Gaetano Mosca, la historia no debe interpretarse con lentes monistas o unidireccionales, pero en el caso que nos ocupa se juega nada menos que la libertad que es lo que precisamente permite abrir ríos que se bifurcan en muy distintas direcciones y que permiten naves de diverso calado y volumen.

Después de tantas matanzas, guerras, torturas y estropicios mayúsculos patrocinados por los aparatos estatales de todas las latitudes, es menester derribar telarañas mentales y explorar otras avenidas fértiles. Para los que quieren ver la realidad del poder hay por lo menos dos etapas que, a su debido tiempo, es aconsejable se transiten. Si lo que se presenta a continuación no es aceptado hay que pensar en otros procedimientos pero no quedarse inmóvil esperando las próximas elecciones pues de este modo se corre el riesgo de convertir al planeta tierra en un inmenso Gulag en nombre de una democracia degradada.

Debe percatarse que la democracia como ha sido concebida en una manifestación de igualdad ante la ley y la protección de los derechos de las minorías, no ha funcionado debido a los incentivos perversos que se desatan muy a disgusto de los Giovanni Sartori de todos los tiempos. En el camino el sistema ha mutado en cleptocracia, a saber, el gobierno de los ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida de cada uno de los que llevan a cabo actividades que no lesionan derechos de terceros.

En una primera etapa, por ejemplo, debería contemplarse el establecimiento de tres pilares aplicables a los tres poderes. Un triunvirato para el Ejecutivo al efecto de diluir la idea del líder y similares tal como se propuso en los debates constitucionales estadounidenses y, agregamos, elegido por sorteo tal como lo propuso Montesquieu en el segundo capítulo del Segundo Libro de El espíritu de las leyes y tal como ocurrió en las repúblicas de Florencia y Venecia, situación en la que las personas dejan de contarse anécdotas más o menos irrelevantes sobre candidatos para concentrarse en los límites al poder, esto es en la fortaleza de marcos institucionales puesto que cualquiera podría acceder. En el Judicial, Bruno Leoni sugiere que debería permitirse que en los conflictos que surjan en las relaciones contractuales, las partes deberían establecer quienes han de oficiar de árbitros en todas las instancias que se estipulen sin regulación de ninguna naturaleza, con lo que se volverá a lo ocurrido durante el primer tramo del common law y durante la República romana. Por último, debería adoptarse lo que Hayek bautizó como “demarquía” en el tercer tomo de su Law, Legislation and Liberty al efecto de introducir reformas al Legislativo.

En la segunda etapa, que es en la que ahora nos detendremos a resumir pero con la brevedad que exige una nota periodística, debería prestarse atención a lo que han venido sugiriendo autores tales como Anthony de Jasay, Bruce Benson, Randy Barnett, David Friedman, Murray Rothbard, Jan Narvenson, Gustave de Molinari, Leslie Green, Walter Block, Morris y Linda Tanehill y tantos otros (sistema que he bautizado como “autogobierno”, que a falta de una definición lexicográfica hago una estipulativa en mi libro y en mis tres ensayos académicos sobre la materia publicados respectivamente en Buenos Aires, Londres, Madrid y Santiago de Chile). Debates sobre estos temas están demorados y poco explorados debido a que estamos inundados de medidas infantiles que atrasan y demoran toda posibilidad de progreso como la machacona y absurda idea del control de precios, la inflación monetaria, el embrollo de impuestos astronómicos, deudas siderales, legislaciones contrarias a los derechos más elementales, cerrazón al comercio internacional y normas en el ámbito laboral que perjudican enormemente a quienes desean trabajar.

Es del caso destacar que una de las obras del referido de Jasay titulada Against Politics donde se objeta el monopolio de la fuerza y se explica la manera evolutiva de producir normas en libertad, el premio Nobel en economía James Buchanan escribe sobre ese trabajo que “Aquí se encuentra la filosofía política como debiera ser: temas serios discutidos con verba, agudeza, coraje y genuino entendimiento”. Lo peor son los conservadores en el peor sentido de la expresión, esto es, no los que pretenden conservar la vida, la libertad y la propiedad, sino los que no pueden zafar de las tinieblas mentales y son incapaces de discutir otros paradigmas dentro de la tradición liberal que como es sabido no es un puerto sino una travesía permanente en un contexto evolutivo. Por ello la sabiduría del lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, a saber, no hay palabras finales.

No me quiero poner demasiado técnico en esta columna periodística pero el debate por el momento se centra y gira en torno a la cerrazón al comercio internacional y el llamado equilibrio Nash.

Es de interés tener en cuenta los casos en los que las sociedades que operaron sin el monopolio de la fuerza como el de Islandia desde el año 900 al 1200 de nuestra era al que se refiere David Friedman en “Private Creation and Enforcement of Law: A Historical Case” y David Miller en su libro Bloodtaking and PeacemakingFeud, Law and Society in Saga Island, el de Irlanda desde principios del siglo VI a mediados del XVII, caso al que alude Joseph E. Penden en “Stateless Societies: Ancient Ireland” y el caso de los hebreos, tal como lo relata la Biblia antes del período de los Jueces (Samuel, II, 8), mencionado sucintamente por Lord Acton en su Essays on Freedom and Power.

Nada de lo dicho puede adoptarse a la manera de un tajo abrupto en la historia, es indispensable el debate en un proceso de discusiones paulatinas en el que exista la debida comprensión de las ventajas de un sistema abierto sin monopolios impuestos. El antes aludido Barnett en Restoring The Lost Constitution nos dice que en nuestro sistemas políticos resulta curioso la insistencia que están consentidos por los ciudadanos cuando no hay manera de expresar el no-consentimiento en cuyo contexto se interpreta como que el aparato estatal fuera el dueño del lugar donde uno vive: “Cara, usted consiente, seca también consciente, no tira la moneda ¿adivine que? Usted también consiente. Esto simplemente no es consentir”. Por último, resulta atingente recordar que Joseph Schumpeter ha señalado en Capitalismo, socialismo y democracia que “La teoría que asimila los impuestos a cuotas de club o a la adquisición de los servicios, por ejemplo, de un médico, solamente prueba lo alejada que está esta parte de las ciencias sociales la aplicación de métodos científicos”.

No es posible vaticinar cuánto tiempo demandará el antedicho debate ni siquiera si se concretará a niveles suficientes, pero en todo caso es absolutamente necesario ponerle bridas al abuso del poder si queremos vivir una vida digna. Es cierto que ha habido y hay políticos con los mejores propósitos y deseos de libertad, pero el tema es revisar con atención y el debido tiempo los incentivos y las consecuencias implícitas en el monopolio de la fuerza.

En línea con lo dicho en esta nota, es pertinente concluir con un pronóstico de Jorge Luis Borges. En el libro titulado El otro Borges en el que Fernando Mateo recopila dieciséis entrevistas de diversos medios al célebre escritor, se reproduce una en la que Borges reitera lo que ha dicho y escrito en muchas otras oportunidades, a saber, que la meta debiera ser la abolición de los aparatos estatales en línea con lo estipulado por el decimonónico Herbert Spencer, ocasión en la que el periodista inquiere: “¿Piensa seriamente que tal estado es factible?” A lo que el entrevistado responde: “Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años”. A continuación, como última pregunta, el entrevistador formula el siguiente interrogante: “¿Y mientras tanto?” A lo que Borges contesta: “Mientras tanto, jodernos”.

Agrego un pensamiento de Chesterton antes de un final con un par de pensamientos brutales: “Toda ciencia incluso la ciencia divina es una sublime novela policial. Solo que no está destinada a descubrir por qué ha muerto un hombre, sino el más oscuro secreto de por qué está vivo.” Así es, resulta clave preguntarnos para qué vivimos, no simplemente transcurrir. Y los dos pensamientos brutales llevan al extremo lo consignado por Maquiavelo, uno es el disfraz de politicastros que resumió Trotsky en su discurso en el Parque Sokolniki el 6 de junio de 1918 donde vocifera que “Nos proponemos construir un paraíso terrenal”, el otro mucho más sincero y que pone al descubierto la tentación de los aparatos estatales sin límites pertenece a Stalin en el Catorceavo Congreso del Partido el 18 de diciembre de 1921 en el sentido de sostener que “Quien se oponga a nuestra causa con actos, palabras o pensamientos -si, bastan los pensamientos- será totalmente aniquilado”…lo cual mandó hacer con el propio Trotsky.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La Escuela Austríaca de Economía en la Argentina

Por Adrián Ravier.  Publicado el 23/10/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/10/23/la-escuela-austriaca-de-economia-en-la-argentina/

La corriente de pensamiento destaca el valor de las libertades por sobre las regulaciones extremas y el crecimiento del Estado en la vida pública

La Escuela Austríaca de Economía nace en Viena, en 1871, con los aportes de Carl Menger

La Escuela Austríaca de Economía nace en Viena, en 1871, con los aportes de Carl Menger. Su mayor protagonismo lo alcanza entre 1920 y 1930 con las obras de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, y en concreto con debates importantes frente a los socialistas, frente a los macroeconomistas de Cambridge como John Maynard Keynes y también frente a John Clark y Frank Knight sobre temáticas específicas como la teoría del capital.

En la Argentina, sin embargo, las ideas de la tradición austríaca recién penetran en los años ‘40, seguramente como respuesta al abandono de las ideas liberales presentes en las bases constitucionales de Juan Bautista Alberdi, y al abrazo de un intervencionismo y un proteccionismo creciente en la década anterior.

A partir de 1942 en un aula de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, se reunían cada dos semanas Carlos Luzzetti (quien completó sus estudios en Oxford), William Chapman (quien luego fue Decano de la mencionada casa de estudios), Alberto Benegas Lynch (miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas) y José Santos Gollán (h) (más tarde Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA) para estudiar el libro de Gottfried Haberler: Prosperidad y depresión, publicado originalmente en inglés en 1937.

Haberler, asociado hoy con la Universidad de Chicago, había participado como asistente en el seminario privado de Mises en Viena, y había escrito este libro para estudiar las diversas teorías existentes sobre los ciclos económicos. El libro cita a Böhm Bawerk, Mises, Hayek, Lionel Robbins Fritz Machlup, entre otros autores destacados de la tradición.

Interesado en profundizar en esas ideas Alberto Benegas Lynch contactó a la Foundation for Economic Education (FEE) y tomó contacto con su presidente, Leonard Read, quien a su turno hizo posible su visita a Nueva York, lo que abrió un canal de diálogo y encuentros con Mises y Hayek.

Ya en la década siguiente, y en concreto en 1957, Benegas Lynch funda el Centro de Estudios sobre la Libertad, el que desarrolla al menos tres grupos de actividades fundamentales para comprender la raíz del pensamiento austríaco en Argentina:

1. Traduce y publica varios libros de economía austríaca al español. Entre esas publicaciones destaca una revista titulada “Ideas sobre la Libertad” que permitió la expansión de las ideas tanto en Buenos Aires como en el interior.

2. El Centro invitó a los mencionados Read, Mises y Hayek a disertar en Buenos Aires, a los que luego se sumaron Hans Sennholz, Bruno Leoni, Lucas Beltrán y Percy Greaves, entre muchos otros. Las seis conferencias de Mises en la Universidad de Buenos Aires quizás fueron las más destacadas, hoy compiladas en un libro titulado: Política económica (Unión Editorial).

Las seis conferencias de Mises en la Universidad de Buenos Aires quizás fueron las más destacadas, hoy compiladas en un libro titulado: Política económica

3. El Centro becó a numerosos jóvenes para que pudieran doctorarse en Estados Unidos, destacándose la figura de Juan Carlos Cachanosky, quien completó su doctorado bajo la dirección de Hans Sennholz en 1983.

En una entrevista que tuve la fortuna de hacerle, Juan Carlos comenta que fueron los trabajos de Henry Hazlitt los que movieron las estanterías de su formación keynesiana. Escribió una carta a FEE, y fue precisamente Leonard Read quien le facilitó el teléfono de Benegas Lynch, con quien rápidamente entró en contacto, y le prestó varios libros de los austríacos, que en esa época eran muy difíciles de conseguir.

En la misma entrevista, Juan Carlos destaca que en aquella época, como estudiante de economía en la UCA, conoció a Alejandro Chafuén, y juntos empezaron a participar en las actividades de la Escuela de Educación Económica del Contralmirante Sánchez Sañudo.

La posta de todos estos (y otros) esfuerzos de Benegas Lynch, la toma su hijo, quien en mayo de 1978 invita a Juan Carlos Cachanosky a incorporarse al Departamento de Investigaciones de la Sociedad Rural Argentina. (Posiblemente sea correcto afirmar que Benegas Lynch y Cachanosky son los dos apellidos más importante en las raíces del pensamiento austriaco en Argentina).

Origen de Eseade

Unos meses después, en agosto, Alberto Benegas Lynch (h) y un grupo de empresarios fundan Eseade, la primera Escuela de Negocios que ofrece estudios de posgrado en la Argentina.

La casa de altos estudios forma un departamento de investigaciones con nombres destacados para la Escuela Austríaca en Argentina, cada uno de los cuales requeriría una nota aparte: Juan Carlos Cachanosky, Gabriel Zanotti, Federico Thomsen, Alfredo Irigoin, Eduardo Zimmermann, Ricardo Manuel Rojas, Enrique Aguilar, entre otros. La incorporación de Ezequiel Gallo como director de ese Departamento le dio un vuelvo fundamental, convirtiendo a jóvenes entusiastas en académicos profesionales. Más tarde, el propio Juan Carlos Cachanosky será director.

Juan Carlos Cachanosky y Alberto Benegas Lynch (h), primeros referentes de la Escuela Austríaca de Economía en la Argentina

Alberto Benegas Lynch (h) fue Rector de Eseade durante 23 años, y durante ese tiempo sus cuatro programa de Maestría en Economía y Administración de Empresas, en Economía y Ciencias Políticas, en Derecho Empresario y en Finanzas, formaron centenares de graduados muchos de los cuales hoy dirigen las empresas más importantes del país. Esa formación incluía e incluye hoy día cursos donde el emprendedor es el motor de la economía, y el proceso de mercado aunque siempre en desequilibrio no es caótico, sino que permite coordinación.

En 2001 Alberto Benegas Lynch (h) deja Eseade para presidir la Fundación Friedrich Hayek, y deja el cargo a Martín Krause, quien también lo sucede como titular de cátedra de economía en la Facultad de Derecho de la UBA. Krause convoca a Gabriel Zanotti a dirigir el Departamento de Investigaciones, donde aparece una nueva generación de intelectuales interesados por la obra de Hayek y la Escuela Austríaca. Destacan allí Eduardo Stordeur y Eliana Santanatoglia en el área de derecho, Constanza Mazzina en ciencias políticas, Ricardo López Gottig en historia y yo personalmente estudiaba temas económicos.

Este departamento de investigaciones recibía frecuentemente la visita de académicos de diversa ideología, desde un Axel Kicillof hasta un joven Javier Milei, alcanzando siempre un diálogo respetuoso que nos nutría a todos desde un enfoque multidisciplinar.

En paralelo con la trayectoria de Alberto Benegas Lynch (h) en Eseade, Juan Carlos Cachanosky tomaba la dirección de la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala, llevando un cuerpo docente argentino (del cual tuve la fortuna de participar) a dictar clases en programas internacionales.

Juan Carlos siempre insistió a su cuerpo docente que debían doctorarse para alcanzar el más alto nivel, y ello le permitió contar con un equipo de alta calidad donde destacaban Alejandro Gómez en historia económica, Pablo Guido y Sebastián Landoni en economía, y Florencia Roca en Finanzas.

Poco tiempo después Ricardo Manuel Rojas se convierte en director de la Fundación Hayek y el departamento de investigaciones de Eseade se traslada a esas oficinas bajo la dirección de Osvaldo Schenone, doctor en economía de Chicago, y con Gabriel Zanotti como sub-director. A ese departamento de investigaciones se suman nuevos jóvenes investigadores como Nicolás Cachanosky, hijo de Juan Carlos, quien poco después completa su doctorado en economía en Boston, y se convierte en profesor de tiempo completo en Denver, Estados Unidos.

Ediciones en la Argentina

Alrededor del 2007, Unión Editorial desembarca en Argentina, ya no sólo con envíos de miles de libros, sino con la intención de tener ediciones propias en América Latina. Se trata, en el mundo hispano, de la principal editorial en publicar libros de la Escuela Austríaca, actividad iniciada por Juan Marcos de la Fuente y seguida hoy por su hijo Juan Pablo Marcos. En Argentina Rodolfo Distel es quien dirige Unión Editorial, la que ha publicado en la última década centenares de obras clásicas y nuevos títulos que se exportan al interior, a los países limítrofes, e incluso llegan a todo el continente.

El trabajo entusiasta de Javier Milei está expandiendo las ideas de la Escuela Austriaca en Argentina (Franco Fafasuli)

Sería injusto no mencionar al profesor Francisco Navarro Vilches en formar austríacos en Mendoza; lo mismo con Rogelio Pontón y su esfuerzo por formar jóvenes austríacos en Rosario; Federico Fernández por ejemplo ya lleva organizados más de diez Congresos Internacionales de la Escuela Austríaca en esa ciudad con la Fundación Bases que preside; y por supuesto habrá que mencionar tantas otras instituciones para las cuales aquí ya no tenemos espacio.

Sin dudas que el trabajo entusiasta de Javier Milei está expandiendo las ideas de la Escuela Austriaca en Argentina, pero vale la pena señalar la plataforma sobre la que se sostiene este proceso, destacando el trabajo de hormiga de muchas personas e instituciones que también contribuyeron a ese fin.

Adrián Ravier es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Master en Economía y Administración de Empresas por ESEADE. Es profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín.

Es urgente fijar límites al abuso del poder

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 17/5/2en: http://www.laprensa.com.ar/502180-Es-urgente-fijar-limites-al-abuso-del-poder.note.aspx

No constituye una originalidad el consignar que los aparatos estatales en diversas partes del mundo libre se extralimitan en su poder y avasallan los derechos de las personas. Eso queda patente con el incremento permanente en los gastos gubernamentales, los impuestos insoportables, las manipulaciones monetarias aberrantes, las deudas públicas astronómicas y las regulaciones asfixiantes para las actividades legítimas de sus ciudadanos.

Como varias veces he consignado, entre muchos otros, el constitucionalista argentino Juan González Calderón destaca la degradación de la democracia que viene ocurriendo a contramano de lo estipulado una y otra vez por los Giovanni Sartori de nuestra época. Así, González Calderón sostiene que «»los demócratas de los números ni de números entienden puesto que parten de dos ecuaciones falsas: 50% + 1% = 100% y 50% – 1% = 0%»».

Lamentablemente se ha trastocado la idea democrática estableciendo su aspecto formal, secundario y accesorio de los votos de mayorías o primeras minorías confundiéndolo con lo principal cual es el respeto a los derechos de todos, en especial del de las minorías. Lo contrario conduce a la absurda conclusión que, entre otros, el régimen venezolano actual o el anterior nazi serían representaciones de un régimen democrático.

Ahora bien, antes de que el globo terráqueo se convierta en un inmenso Gulag en nombre de una democracia inexistente que ha mutado en cleptocracia, es decir, el gobierno de ladrones de propiedades, de libertades y de sueños de vida, antes que ello ocurra decimos, debemos usar las neuronas e imaginar nuevos límites a la desmesura del poder. Es más bien suicida el esperar siempre a próximas elecciones en lugar de arremangarse y pensar en nuevas salvaguardas para la sociedad libre.

CUATRO PROPUESTAS

En este sentido propongo meditar en las siguientes cuatro propuestas que si no se consideran efectivas hay que proponer otras pero, como queda dicho, no estarse con lo brazos cruzados esperando un final horrendo imposible de revertir.

En primer lugar, parte de las propuestas del premio Nobel en economía Friedrich Hayek en cuanto a la no reelección de legisladores a lo cual es de interés agregar lo que viene ocurriendo en algunos estados norteamericanos en cuanto a que los cargos electivos son de tiempo parcial al efecto de, por una parte, minimizar los riesgos de la sobrelegislación y, por otra, la imperiosa necesidad que los miembros del Congreso sepan lo que es trabajar en el sector privado y no hagan de la política un negocio.

En segundo término, lo propuesto por Bruno Leoni para el área judicial en cuanto a abrir de par en par la posibilidad de árbitros privados para poner de manifiesto que el derecho es un proceso de descubrimiento en el contexto de fallos en competencia y no un fenómeno producto de la ingeniería social o el diseño.

Tercero, implantar lo más terrible para los populismos puesto que se quedarían sin audiencias cautivas: establecer, igual que sucedía en Dinamarca antes de 1933, que los que reciben ayudas monetarias del gobierno -es decir del fruto del trabajo de los vecinos- no puedan ejercer el derecho al voto hasta que se independicen.

Cuarto, lo aparentemente más chocante de todo: adoptar para el Ejecutivo el consejo de Montesquieu en su obra más conocida: El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia, lo cual naturalmente conduce a que cualquiera mayor de edad que acepte entrar en el sorteo pueda gobernar. Esto conduce a redoblar incentivos de autoprotección que a su vez se canaliza vía el fortalecimiento de marcos institucionales de protección a la vida, libertad y propiedad. 

Esto es precisamente a lo que apuntaba Karl Popper cuando refutaba la idea del filósofo rey de Platón al mantener que lo relevante son las instituciones y no los hombres para que «el gobierno haga el menor daño posible» (al fin y al cabo nadie sabe quien es el primer ministro suizo, mientras que en otros lares se está pendiente de caudillajes más o menos cavernarios). Este fue el sistema aplicado en las repúblicas de Venecia y Florencia antaño.
En resumen, esta nota periodística es una invitación urgente para abrir debates sobre estos asuntos cruciales y despegarse de las telarañas mentales del conservador que no puede salir del statu quo y considerar otros caminos para fortalecer el respeto recíproco como la base sustancial para vivir en libertad.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

ALBERTO BENEGAS LYNCH PADRE Y EL LIBERALISMO ARGENTINO

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 14/2/21 en: http://www.laprensa.com.ar/498953-Una-literatura-de-la-verdad.note.aspx

Después de la generación del 37 con Alberdi y sus amigos y de la generación del 80 con Roca y sus colegas, primero a partir de Yrigoyen y luego a partir del golpe fascista del 30 y su continuación más acelerada a partir del golpe militar del 43, se instaló el estatismo en nuestro país. 

Este estatismo desde luego no irrumpió súbitamente. Siempre se trata de un proceso que lleva tiempo para que las nuevas concepciones se vayan filtrando en un primer plano.

Tal como enseña Milton Friedman las ideas que surgen en la superficie son en todos los casos el producto de ideas que vienen operando como corrientes subterráneas durante un tiempo anterior. Como también explica Alexis de Tocqueville, el fenómeno de regresión desde las ideas de la libertad a las del estatismo irrumpe como consecuencia de dar por sentada la prosperidad moral y material fruto del clima de libertad, sin percatarse que ese es el momento fatal, por ello es que Thomas Jefferson ha repetido que «»el precio de la libertad es su eterna vigilancia.»»

En nuestro caso las ideas keynesianas, cepalinas, socialistas, marxistas y estatistas en general fueron poco a poco ocupando espacios, especial aunque no exclusivamente en el ámbito universitario, hasta que se produjo la confrontación y resulta que los supuestos defensores de la sociedad libre no tenían argumentos con lo que el avance del intervencionismo estatal fue arrollador y ocupó gran parte del escenario hasta nuestros días.

LOS AUSTRIACOS

En esa atmósfera Alberto Benegas Lynch padre organizó un seminario con tres estudiantes en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en 1942 en base a la recién aparecida edición castellana de Gottfried Haberler titulada Prosperidad y depresión publicada ese mismo año y recomendada por uno de los participantes: William L. Chapman que mucho más adelante fuera Decano de esa Facultad, en cuyo carácter hizo de anfitrión a la invitación de mi padre a las célebres seis conferencias en 1959 de Ludwig von Mises en esa casa de estudios y también luego colega de mi padre en la Academia Nacional de Ciencias Económicas. 

Los otros dos eran Carlos Luzzetti que terminó sus estudios en la Universidad de Oxford y José Santos Gollán (h) que finalmente cambió de carrera a la filosofía y fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras también de la Universidad de Buenos Aires.

Ese grupo según relata Chapman se los conocía con cierta sorna como los Austríacos pues debatían sobre contribuciones de la Escuela Austríaca, especialmente referida a la teoría del ciclo desarrollada por el antes mencionado Mises y por el mas adelante premio Nobel en economía Friedrich Hayek, en cuyo contexto -tal como escribe el doctor Luzzetti en uno de sus artículos- estudiaron algunos de los autores que Haberler cita en su obra, además de los dos anteriormente referidos a Machlup, Robbins, Strigl, Röpke y Wicksell junto a las descripciones de fases del ciclo, la noción del interés, el ahorro, la demanda de préstamos, la estructura de la producción, los consiguientes errores contables y la naturaleza de la crisis.

En todo caso este grupo minúsculo se adentró en esta tradición de pensamiento a través de ese primer texto. Como escribe mi padre en su libro Por una Argentina mejor de Editorial Sudamericana, en 1950 en un viaje a Estados Unidos lo visitó a Leonard E. Read, fundador y presidente de la Foundation for Economic Education quien lo llamó telefónicamente a von Mises a la Universidad de New York para arreglar una entrevista con mi padre la cual, al concretarse, a su vez derivó en una carta de presentación para Hayek en ese momento en la Universidad de Chicago. 

En esas visitas mi padre les anunció su idea de establecer una institución en Buenos Aires para reflotar las ideas liberales, lo cual pudo llevar a cabo con un grupo de amigos y colaboradores siete años más tarde debido a que residió en Estados Unidos con su familia durante tres años.
La novel entidad se estableció con el nombre Centro de Estudios sobre la Libertad y esos profesores fueron los tres primeros en disertar en aquella tribuna. Con el tiempo también disertaron en esa entidad Bruno Leoni, Luis Rougier, Arthur Shenfield, Percy Greaves, Henry Hazlitt, Gotffried Dietze, Luis Baudin, Hans Sennholz, Sylvester Petro, Robert G. Anderson, Donald Dozer y Benjamin Rogge.

DIVULGACION DE IDEAS

El Centro de Estudios sobre la Libertad becó a numerosos profesionales jóvenes de nuestro país para seguir estudios de grado y posgrado en Estados Unidos, publicó periódicamente la revista Ideas sobre la libertad, tradujo una colección de cuarenta y nueve obras al castellano, algunas en colaboración con la Fundación de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires donde mi padre también se desempeñaba como miembro de Consejo Directivo y, asimismo, con esa entidad se organizaron cursos y seminarios en prácticamente todas las provincias argentinas.

En la publicación del Centro realizada por su Secretario de Redacción, Floreal González, se reproducen jugosas cartas de Hayek y Mises enviadas a mi padre cuando apareció el primer número de la antedicha revista. En el primer caso, en misiva fechada el 25 de octubre de 1958, concluye: «Puede estar seguro que todos mis esfuerzos más sinceros y cordiales acompañan la tarea que usted y sus amigos realizan». 

Y el segundo, el 28 de octubre de 1958, termina su mensaje afirmando que «Debemos oponer a la literatura del engaño una literatura de la verdad. Desde ese punto de vista recibo con entusiasmo su nueva revista y le deseo pleno éxito a usted y a sus colaboradores».

EL ROL DE LA PRENSA

A partir de entonces, desde fines de los 60 y especialmente a partir de los 70 y hasta nuestros días afortunadamente para nuestra tierra otros siguieron esa huella tan necesaria a los efectos de alimentar la rica y evolutiva tradición liberal. 

En todo caso, subrayo que uno de los canales más fértiles para explicar y difundir el ideario liberal fue sin duda La Prensa de Argentina donde mi padre publicó asiduamente merced a la cercana amistad con su Director y notable periodista Alberto Gainza Paz, con su estrecho colaborador el también ejemplo de coraje e integridad moral Alfonso de Laferrere y más adelante con el prolífico Emilio Hardoy. 

De un tiempo a esta parte se observa con deleite que este gran diario retoma su espíritu original para bien de nuestro país y del periodismo independiente (una redundancia pero dadas las circunstancias vale el adjetivo).

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

La obsesión electoral

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 8/5/19 en: https://www.cronista.com/amp/columnistas/La-obsesion-electoral-20190507-0083.html

 

Me he referido antes al peligro de estar empantanados en temas económicos coyunturales y no darnos espacio para debatir ideas de fondo al efecto, precisamente, de contar con coyunturas favorables en el futuro. Estar permanentemente apagando incendios no nos permite abrir horizontes.

Ahora aplico la idea a otro aspecto crucial cual es el proceso electoral para no estar en círculos histéricos como perros tratando de morderse la cola, encajados solo en acaloradas discusiones sobre el candidato menos malo. Por ejemplo, ahora en nuestro país donde cada capitoste de la grieta de hecho hace de jefe de campaña para el de la vereda de enfrente debido a los respectivos errores.

Esto no solo ocurre en estas latitudes donde nos debatimos entre el abismo y la inoperancia, en la práctica están sucediendo acontecimientos graves incluso en Europa y en Estados Unidos donde avanzan a paso redoblado los nacionalismos y las xenofobias.

Lo peligroso del asunto es que este cuadro de situación tiene lugar en nombre de la democracia cuando en verdad los procedimientos del caso contradicen abiertamente los postulados de esa forma de gobierno. Más bien hay cleptocracias.

Entonces antes de correr el riesgo de que el planeta se convierta en un inmenso Gulag en nombre de la democracia, es indispensable usar las neuronas para imaginar límites al Leviatán. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando la próxima elección.

Sugiero cuatro caminos para comenzar a debatir que apuntan a cambiar radicalmente los incentivos, lo cual no significa que necesariamente se adopte lo que sigue. El asunto es derribar telarañas mentales y eventualmente sugerir otras políticas, pero no ser un espectador apático de la debacle.

Primero, que los miembros del Poder Legislativo sean ad honorem como fue inaugurado en las repúblicas de Venecia y Florencia, situación en la que la ley sea compatible con el derecho para evitar conflictos de intereses.

Segundo, aplicado al Ejecutivo seguir el consejo de Montesquieu quien escribe que “el sufragio por sorteo está en la índole de la democracia”, lo cual incentivará a que en lugar de prestar atención a las personas se concentre en los resguardos institucionales a los que Karl Popper atribuía tanta importancia “para que los gobiernos hagan el menor daño posible”.

Tercero, que el Ejecutivo esté conformado por un Triunvirato de acuerdo a los argumentos esgrimidos detalladamente en la Asamblea Constituyente estadounidense.

Y cuarto, que en el Poder Judicial -como lo propone Bruno Leoni- tengan lugar todos los arbitrajes privados que las partes soliciten sin traba.

Mientras estas ideas se consideran, continúan los debates en medios académicos sobre el dilema del prisionero, la asimetría de la información, los bienes públicos, los free-riders, las externalidades, el equilibrio Nash y los llamados balances sociales. El asunto es despertar del letargo y pensar en defensas sólidas para sostener el sistema democrático al estilo de lo expuesto por los Giovanni Sartori de nuestra época.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

SE BUSCA: DEBATES CON IDEAS DE FONDO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Casi todo se ha vuelto en una eterna reiteración sobre la coyuntura lo cual naturalmente no permite espacios para tomar distancia y pensar el futuro a los efectos, precisamente, de permitir coyunturas mejores. La permanente concentración en el día a día no hace posible modificar el rumbo con lo que la repetición de errores se hace inexorable.

 

Se viven tapando incendios y en estados de emergencia como consecuencia de que nadie se tomó el trabajo de imaginar cosas diferentes. Es como el perro que pretende morderse la cola en círculos desesperados. Así no se zafa de una infame calesita que no cesa de machacar sobre los mismos panoramas.

 

Desafortunadamente cuando alguien recoge el guante y anuncia que se ocupará de ideas de fondo no tiene mejor ocurrencia que pensar en la manera de vender la idea. Craso error. Las ideas no se venden en el sentido de que no están sujetas a las estrategias de comercialización como cuando se vende un dentífrico o un desodorante. En estos casos y en todos los demás, cuando se pretende colocar un producto en el mercado es del todo inconveniente explicarle al cliente potencial cuales fueron todos los procesos de producción involucrados puesto que se consumiría malamente el tiempo en lugar de centrar la atención en los beneficios que reportaría la adquisición del bien en cuestión por parte del comprador.

 

Sin embargo, a menos de que se trate de un fanático que compra cualquier cosa con solo insinuársela, en el caso de las ideas es inexorable la cuidadosa explicación y argumentación en el contexto de rastrear la genealogía de la idea en cuestión para que el receptor comprenda y la acepte. En otros términos, no se trata de una venta en la que se exhiben las ventajas del producto final sino, como queda dicho, se torna indispensable explicar el “proceso de producción” y fundamentación de la idea.

 

De menor importancia resulta la persistente manía de traducir el concepto filosófico que se desea trasmitir en un mensaje de unos pocos minutos como si se estuviera publicitando una camisa o un perfume. No es que esto resulte inútil. La capacidad de síntesis es muy relevante y bienvenida pero hay ideas que demandan razonamientos que insumen tiempo y que no pueden ser tratados livianamente. No en vano los grandes pensadores han escrito volúmenes varios. El acervo cultural no es tema para la propaganda y los marketineros, es para meditar, digerir, discutir y reflexionar. Como digo, esto no es esencial ya que los mensajes instantáneos pueden hacer de apoyo logístico circunstancial pero nunca el basamento de ninguna filosofía. No es lo mismo que el café instantáneo.

 

Lo mismo puede decirse de la televisión, redes sociales y equivalentes: pueden hacer de apoyo logístico pero el que pretenda reemplazar la detenida lectura de ensayos, artículos, libros y el dictado de clases por un spot televisivo no sabe de que está hablando. Sería sumamente fácil reemplazar la cultura por lo audiovisual de un momento pero en todos los casos tras estos fetiches se encuentran pensamientos de largo aliento, sean éstos verdaderos o falsos pero siempre presentan debates de grueso calibre.

 

En conjunción con Vincint Publicidad que dirigía el buen amigo Pedro Naón y Jacques Perriaux financiado por un grupo de empresarios para salir al aire, conduje una serie televisiva de pocos minutos cada una donde intentaba mostrar las ventajas de la competencia y conceptos similares, serie que se denominó “Pedro y la manzana” la cual conservo las sucesivas ediciones. Fue un proceso interesante donde debía escribir la idea en una carilla y los creativos de la mencionada agencia de publicidad interpretaban lo escrito en borrador y lo discutíamos y reconstruíamos hasta que aprobaba la versión final. Pero esta y tantas otras experiencias no significa para nada que pueda sustituirse el ensayo ni la lectura detenida o “vertical” como diría Ortega para diferenciarla de la “horizontal que es el patinar sobre las letras”.

 

Hay videitos que son muy didácticos y twitter presta sus servicios pero no se pretenda resumir y encajar allí el acervo cultural de Occidente como a veces parece a que apuntan algunos enceguecidos por las redes sociales al jibarizar y mutilar conceptos, pues no solo erraremos fieramente la meta sino que terminaremos hablando como Tarzán. En la mayor parte de los debates actuales hace falta biblioteca a gritos.

 

Estimo que el mal de nuestro tiempo es que nos consumimos la vida en describir la coyuntura y sugerir medidas coyunturales mientras nos devora el agujero del momento que se profundiza porque muy pocos son los que abren discusiones que pretenden correr el eje del debate.

 

Y en este orden de cosas, muchos de los que se dicen liberales son los timoratos de la historia, es decir, los que no se animan a proponer cambios en la agenda pues temen lo “políticamente incorrecto”, en cambio lo que genéricamente podemos denominar las izquierdas muestran mucho mayor coraje para plantarse en temas que consideran de fondo para sus propósitos. Para ilustrar esto último pongo como ejemplo el título de la conferencia de Herbert Marcuse -la cabeza intelectual del Mayo francés- ante estudiantes canadienses en 1969: “Exijamos lo imposible”.

 

Y no empecemos con la perogrullada de que “una cosa es la teoría y otra la práctica” para significar el absurdo de que una cosa puede funcionar en teoría pero no lo puede hacer en la práctica puesto que si el proceso se basa en una buena teoría quiere decir que sirve a la práctica en el sentido de que “nada hay más práctico que una buena teoría”, lo contrario es andar por la vida a los tumbos dando palos de ciego. Todo lo que hoy disfrutamos sea la computadora, la medicina, la alimentación, el transporte etc etc es fruto del análisis teórico.

 

Con lo dicho  no quiero significar que no se anuncien las coyunturas de cada día. Es importante estar informado, pero otra cosa es estar enfrascado y encerrado en la coyuntura incapacitado para inocular otro oxigeno renovado y abrir nuevos horizontes siempre en el contexto de que el conocimiento tiene la característica de la provisonalidad abierto a posibles refutaciones en un contexto evolutivo.

 

A esta altura de los acontecimientos mundiales que son del dominio público no es suficiente concluir que debe reducirse el gasto público lo cual constituye una abstracción, hay que decir concretamente que funciones se eliminarán y no podar que como en la jardinería crece con mayor vigor. Tampoco tiene sentido afirmar alegremente que reducir el gasto público debe traducirse en la disminución de la planta automotriz de los burócratas, lo cual es un infantilismo.

 

Doy solo una terna de ejemplos de lo que quiero significar con debates de fondo… y cuidado con caer en la mirada timorata a que nos referíamos más arriba. Uso estos ejemplos ya que al haberme referido a ellos antes me exime de extenderme demasiado en los mismos.

 

Primero, cuestionar y reformar el mal llamado sistema de seguridad social (que es en verdad un sistema de inseguridad antisocial). Un sistema de reparto quebrado bajo cualquier criterio actuarial con que se lo quiera mirar en todas partes del mundo en que se lo aplica y ha servido para que los aparatos estatales echen mano a los fondos para financiarse y colocar en su lugar los consabidos títulos públicos que aumentan aun más las deudas. No se trata de pasar a un sistema de capitalización privado obligatorio sino en permitir que cada uno disponga del fruto de su trabajo, tal como era antaño antes del maldito estado benefactor (en verdad estado saqueador).

 

En esta línea argumental, entre otros, el economista Iván Carrino está trabajando en una delicada ingeniería para producir el cambio de marras a través de una maestría que completará con un doctorado en Madrid sobre el mismo tema. Se ha dicho que si el gobierno no obliga a la gente a aportar, no proveerá para su vejez lo cual contradice lo realizado por inmigrantes en distintas partes del mundo, por ejemplo en Argentina donde nuestros ancestros invertían en terrenitos y departamentos que más adelante fueron asaltados por las leyes peronistas de alquileres y desalojos. Este razonamiento no sigue el silogismo hasta sus últimas consecuencias puesto cuando los pensionados cobren las jubilaciones debido a los aportes compulsivos habrá que ponerles un policía para verificar que no vayan a emborracharse al bar de la esquina, con lo que se habrá cerrado el círculo orwelliano.

 

Mucho más adelante se intentó revertir parcialmente el problema abriendo la posibilidad de elegir sistemas privados pero obligatorios que otro gobierno decidió estatizar nuevamente en uno de los atracos más colosales de la historia argentina por cuya idea fue premiado un fulano con la vicepresidencia, sujeto que luego fue condenado por ladrón en múltiples causas.

 

Segundo, la importancia de cerrar todas las embajadas. Estos palacios fenomenales rodeados de séquitos de cortesanos, funcionarios, recepciones fastuosas, pasaportes diplomáticos, automóviles de lujo con choferes y demás prebendas, se han ido acrecentando con el tiempo desde la época de las carretas donde podían eventualmente justificarse debido a la falta de comunicación. Pero hoy en día con teleconferencias y demás apoyos tecnológicos no tienen razón de ser y solo alimentan una estructura burocrática a todas luces innecesaria. Tampoco se justifican para abrir negocios lo cual hacen mucho más eficientemente los empresarios. En este sentido es interesante subrayar, a título de ejemplo, el caso de Guatemala que no mantiene relaciones diplomáticas con China y es el país latinoamericano que comercia el mayor volumen per capita con ese país. Por supuesto que esto toca una serie de intereses creados pero todas las medidas de fondo lo hacen, el asunto es ver el costo-beneficio. Las medidas de fondo son difíciles pero necesarias para corregir el estado de cosas que perjudica muy especialmente a los más necesitados por la carga tributaria y el endeudamiento que se acopla al mantenimiento de estructuras inútiles. Esto me trae a la memoria citas de Santiago Kovadloff respecto a la correspondencia del General San Martín con el General Pueyrredón entonces en el gobierno de Buenos Aires. Cuenta Kovadloff que en el último pedido de pertrechos del primero al segundo éste contesta el reclamo de San Martín diciendo que en el futuro ya no podrá seguir con los envíos y además “su proyecto es imposible” a lo que el general de los Andes le responde afirmando que “es cierto que es imposible, pero es indispensable”.

 

Tercero, como antes he apuntado es necesario (indispensable para recurrir al léxico sanmartiniano) pensar en nuevos límites al poder puesto que lo que hoy se denomina democracia se ha convertido en clepltocracia, a saber, los gobiernos de ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida. No es cuestión de esperar a las próximas elecciones sino usar las neuronas para imaginar nuevas vallas al abuso de poder antes que el globo terráqueo se convierta en un inmenso Gulag en nombre de la así denominada democracia tan distante de las concepciones de los Giovanni Sartori de nuestra época. En este sentido deben subrayarse las propuestas de Friedrich Hayek para el Poder Legislativo acopladas al ad honorem para los legisladores en el contexto de leyes en el espíritu hayekiano para evitar conflictos de intereses, las de Bruno Leoni dirigidas al Poder Judicial en cuanto a los arbitrajes privados completamente abiertos, los pasajes poco explorados de Montesquieu aplicables al Ejecutivo en cuando al sorteo de candidatos y los jugosos debates en la Asamblea Constituyente estadounidense sobre las ventajas del Triunvirato, sobre todo lo cual me he explayado en otras oportunidades. No necesitan adoptarse esas medidas concretas pero, reiteramos, no podemos quedarnos con los brazos cruzados cuando observamos por doquier los atropellos inauditos del Leviatán en muy diferentes lugares en nuestro atribulado mundo. La educación es la respuesta pero debe acompañarse de efectivos límites al poder para evitar esas ecuaciones falsas de que nos habla Juan González Calderón: 50% más 1% = 100% y 50% menos el 1% =0%.

 

En otros términos, tenemos que salir del atolladero de la coyuntura y plantear temas de fondo, como decimos, al efecto de vislumbrar horizontes más promisorios y no estar condenados al cercenamiento de las libertades. En mi columna de la semana que viene me referiré  otro tema de fondo cual es el rol de nosotros los economistas, lo cual ocupará todo el espacio de un artículo (o pequeño ensayo como son mis contribuciones semanales, que si me propusieran pasarla a un spot televisivo diría no gracias lo mismo que respondería cualquier escritor que se precie de tal luego de quemarse las pestañas en sus trabajos).

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba.

PETER PAN Y EL HOMBRE ENJAULADO

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Desafortunadamente vivimos la época de la adoración a los aparatos estatales que todo lo abarcan, desde las relaciones comerciales, al deporte, casamientos y divorcios, el arte, los transportes, la comunicación, los sindicatos, los procesos educativos, la recreación y tantos otros ámbitos, mientras descuidan la seguridad y la justicia.

 

A esta altura del siglo xxi es hora de madurar y comprender que los espacios crecientes del adiposo Leviatán se traducen en disminuciones en las libertades de las personas. Peter Pan es un personaje de ficción que nunca creció, fabricado por el escritor escosés James Matthew Barrie en una obra estrenada en Londres en 1904. Esta inmadurez perpetua es lo que mantiene al hombre enjaulado,  es decir, privado de sus libertades.

 

En lugar del principio básico de la presunción de inocencia, se parte del principio de la presunción de sabiduría del gobernante y la ignorancia de la gente. Por el hecho de asumir funciones en el aparato estatal se estima que la persona se ha transformado en sabionda quien subestima a sus congéneres que no ocupan cargos oficiales. Una mutación en verdad asombrosa. Pero aun suponiendo que fuera así, esto en modo alguno justifica que la gente deba ser regenteada por los políticos en cuanto al manejo de sus vidas y sus haciendas. Constituye una falta de respeto, en todo caso si verdaderamente fueran sabiondos que compitan por vender sus servicios en el mercado.

 

En realidad aquel  procedimiento significa la concentración de ignorancia si es que hemos comprendido que el conocimiento,  por su misma naturaleza, está fragmentado y disperso en millones y millones de personas que con sus respectivas informaciones y talentos los transmiten a través de sus múltiples intercambios, lo cual es anulado cuando el planificador impone sus visiones desde el vértice del poder.

 

Lo más importante para entender la mente de los megalómanos es leer y releer un pensamiento clave de C. S. Lewis: “De todas las tiranías una ejercida para el bien de las víctimas suele ser la más opresiva. Puede ser mejor vivir bajo ladrones que hacerlo bajo la moral omnipotente de los otros. Los ladrones a veces descansan pero aquellos que nos tormentan para nuestro bien lo hacen sin descanso.” (God in the Dock).

 

Es realmente  notable los humos de los burócratas que se la creen en el sentido de su superioridad, pero como dice Erich Fromm “son débiles mentales puesto que necesitan del dominado para rellenar su esquelética personalidad” (en Man for Himself). No hay más que verlos como disfrutan de la foto y el micrófono, no por su solvencia moral sino por el apoyo de las botas que siempre están tras el poder político. El desbarranque es grande hoy en día, hasta las izquierdas le han dado la espalda a sus orígenes: el los inicios de la Revolución Francesa -antes de la contrarrevolución jacobina-  los que se sentaron a la izquierda del Rey era para significar que se oponían a los privilegios basados siempre en el uso de la fuerza, ahora resulta que las izquierdas pretenden aplastar con las botas los derechos de la gente a través de cúpulas hediondas.

 

En el entramado político hoy nos retrotraemos a las peores épocas de las monarquías absolutas en las que se consideraba que los derechos eran una gracia concedida por el autócrata del momento y no como la facultad de los seres humanos por el hecho de haber nacido y que constituyen su naturaleza y sus características como especies únicas de las conocidas que poseen libre albedrío y consecuentemente dignidad.

 

Del célebre pensamiento de los Padres Fundadores de Estados Unidos en cuanto a que “el mejor  gobierno es el que menos gobierna” hemos pasado a creer que “el mejor gobierno es el que más legisla” (y cuando un miembro del Parlamento no presenta la suficiente cantidad de leyes se considera que no cumple adecuadamente con su función). En este sentido, sería de interés que los integrantes del Poder Legislativo fueran como en sus inicios  honorarios como en la República de Venecia muchos cargos públicos porque trabajaban ad honorem mientras se dedicaban a su faenas particulares, pero actualmente se pegó lo de honorables mientras cobran dietas y convierten el Congreso en un gran negocio (y, a veces, un aguantadero para cubrir delitos de toda laya). Si se objetara la idea en base a posibles conflictos de intereses, habría que subrayar que no hay tal si se legisla para la generalidad centrado especialmente en el presupuesto y no como hoy se hace en todas direcciones.

 

Ya hemos consignado antes en línea con el pensamiento de Bruno Leoni (en La libertad y la ley) la propuesta de abrir de par en par la posibilidad de árbitros privados en el ámbito del Poder Judicial sin ninguna restricción ni regulación (incluso no necesitan ser abogados los participantes en las diversas instancias). También hemos subrayado el pasaje poco explorado de Montesquieu (en El espíritu de las leyes) aplicable al Ejecutivo en cuanto a que “el sufragio por sorteo está en la índole de la democracia” en consonancia con lo que luego destacó Karl Popper (en La sociedad abierta y sus enemigos) en su crítica a la noción del “filósofo rey” expuesta por Platón para poner en un primer plano las instituciones y en un segundo y muy relegado a las personas, al efecto de que “el gobierno haga el menor daño posible”. A lo que cabe agregar la idea debatida en la Asamblea Constituyente estadounidense en cuanto a la relevancia de contar con un Triunvirato en el Ejecutivo “para mitigar la idea presidencialista que se asemeja a los malsanos desvíos de una monarquía sin control”.

 

Si no usamos las neuronas para imaginar nuevos límites al poder político corremos el riesgo de que el planeta Tierra termine en un inmenso Gulag y paradójicamente en nombre de la democracia, una democracia desde luego falseada y convertida hoy en pura cleptocracia, es decir los gobiernos de ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida.

 

Es curiosa y alarmante la actitud pasiva de muchos que endosan la responsabilidad en otros para resolver problemas que a todos competen. Proceden como si estuvieran ubicados en una inmensa platea mirando el escenario donde aparecen personajes supuestamente encargados de solucionar entuertos. Con este procedimiento en gran medida está garantizado el fracaso puesto que de este modo todo el teatro se derrumbará. Para tener éxito cada uno, repito cada uno, debe contribuir con su granito de arena a enderezar las cosas puesto que cada cual está interesado en que se lo respete con total independencia de a que se dedique sea a la música, la literatura, la jardinería, la danza, la albañilería, pintura, la filosofía, el derecho, la economía, la historia, la ingeniería o lo que fuere. De allí es que los Padres Fundadores en Estados Unidos han insistido que “el costo de la libertad es la eterna vigilancia”.

 

Es sumamente peligrosa la actitud de aquellos que sostienen que solo les interesa su familia, su trabajo y la recreación personal. Esto no es original pero para lograrlo es menester que dediquen parte de su tiempo, de sus recursos o ambas cosas a contribuir a que se los respete, lo contrario es un suicidio.

 

Hacer las de Peter Pan conduce indefectiblemente a la jaula. Hoy en día con todas las amenazas a valores y principios de respeto recíproco debido al engrosamiento exponencial de los aparatos estatales, debemos subrayar que si todos los partidarios de la sociedad libre contribuyeran diariamente a rescatarse de la avalancha estatista, si eso fuera así decimos, no estaríamos ni remotamente en la situación en la que nos encontramos.

 

Otra vez sugiero los ateneos de lectura como un modo muy efectivo de contribuir a que se comprendan los fundamentos de la libertad. Reuniones en casas de familias de cinco o seis personas en las que uno expone por vez y los otros, habiendo leído el material propuesto, discuten, critican y elaboran sus propuestas. En base a un buen libro, este mecanismo genera notables efectos multiplicadores en la familia, el trabajo y en reuniones sociales. Sin duda que los medios más fértiles son la cátedra, el libro, el ensayo y el artículo, pero como queda dicho el ateneo de lectura ayuda enormemente a despejar dudas propias y ajenas y eventualmente al año siguiente cada uno de los miembros del ateneo original abren cinco o seis ateneos distintos y así sucesivamente.

 

Esta sugerencia va en línea con un consejo clave del marxista Antonio Gramsci: “tomen la cultura y la educación y el resto se da por añadidura”. Es así para todas las tradiciones de pensamiento. El decir que la educación es una faena a largo plazo demora la solución. Como he consignado en otras oportunidades es del caso citar a Mao Tse Tung en el sentido de que “las batallas más largas siempre comienzan con un primer paso”.

 

Dedicarse a los negocios personales no solo es legítimo sino que es necesario pero, entre otras cosas, precisamente, para preservar el negocio es indispensable asegurar un ámbito de respeto. La libertad de cada uno no es algo automático que viene del aire, procede de esfuerzos cotidianos para alimentarla. De allí es que autores como Benedetto Croce han consignado que la historia “es la hazaña de la libertad”.

 

Incluso hay quienes piensan que no debe criticarse que las cosas se enderezarán solas, que no debe juzgarse sin percibir que esto mismo constituye un juicio y que si los humanos no proceden en consecuencia nadie lo hará por ellos. La tiranía del statu quo, la pereza mental y el espíritu conservador en el peor sentido del término están presentes. Es imperioso el despertar a la realidad y contar con el coraje moral suficiente como para enfrentar los desafíos que las circunstancias nos presentan.

 

Por ahora en lo que va de la pulseada de la civilización los derechos proclamados y reconocidos por los Locke van perdiendo frente a los Russeau. Este último autor no solo es el artífice de la degradación de la democracia a manos de “la voluntad general” ilimitada (en el Contrato social) en contraposición a los Giovanni Sartori, sino que ha escrito que “En una palabra, quiero que la propiedad del Estado sea lo más extendida y poderosa y que la de los ciudadanos sean lo más reducida y débil que sea posible” (en Proyecto de Constitución para Córcega).

 

Anthony de Jasay ha escrito con toda razón que “Amamos la retórica de la libertad y nos abocamos en ese palabrerío más allá de la sobriedad y el buen gusto, pero está abierto a una seria duda si realmente aceptamos el contenido sustantivo de la libertad” (en “The Bitter Medicine of Freedom”). Como es archiconocido, ya Madame Roland antes de ser guillotinada se inclinó frente a la estatua de la libertad de la entonces Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) y sentenció: “Oh ! libertad cuantos crímenes se cometen en tu nombre”.

 

Solo en una mente liliputense cabe la idea que el hombre ha llegado a una instancia final de perfección. La perfección no está al alcance de los mortales. Estamos en estado de ebullición permanente en un contexto evolutivo. Mientras, siguen los estudios tendientes a refutar los argumentos del dilema del prisionero, de los bienes públicos, de los free riders, de la asimetría de la información, de los errores de comprensión respecto a la tragedia de los comunes y el interés personal smithiano en el denominado equilibro de Nash y los equívocos presentes en el teorema Kaldor-Hicks respecto a los balances sociales tan bien refutados por Robert Nozick. Mientras esto se desarrolla, debemos poner coto a los abusos del poder puesto que como reza el dictum de Acton “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

Correa, la manía de la reelección indefinida

Por Alberto Benegas Lynch (h). Publicado el 8/2/18 en https://www.cronista.com/columnistas/Correa-la-mania-de-la-reeleccion-indefinida-20180208-0002.html

 

Correa, la manía de la reelección indefinida

Afortunadamente el referendo del domingo 4 de febrero ha mostrado en Ecuador la firme decisión de sus ciudadanos por una mayoría abrumadora de los votantes de deshacerse de la manía reeleccionista de megalómanos que aspiran a no soltar el poder como es el caso de Rafael Correa.

En general, hoy en día el concepto de la democracia se ha degradado y apartado de la idea de los Giovanni Sartori contemporáneos, que sostienen que esa forma de gobierno consta de dos partes Una de fondo, cual es el respeto a los derechos de las minorías, y otra de forma, que consiste en el proceso electoral. A juzgar por el avance de los nacionalismos en Europa y nada menos que en Estados Unidos, la forma prima sobre el fondo, lo cual sigue empecinadamente en no pocos países latinoamericanos.

Como bien ha dicho Einstein, no se puede pretender resultados distintos aplicando las mismas recetas. Juan González Calderón consigna que los demócratas de los números ni de números entienden ya que parten de dos ecuaciones falsas: 50% más 1% igual a 100% y 50% menos 1% igual a 0%.

Es necesario repasar conceptos clave de Karl Popper quien ha destacado el error de la noción del «filósofo-rey» sugerida por Platón, para concluir que lo relevante es la fortaleza de las instituciones y no las personas que ocupan cargos que siempre con vocación mesiánica les parece que sus períodos instalados en el poder no son nunca suficientes para cumplir con sus planes. Recordemos la sentencia de Lord Acton en cuanto a que «el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente».

En gran medida la democracia hoy ha mutado por cleptocracia, es decir, el gobierno de ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida. El premio Nobel en Economía Friedrich Hayek ha propuesto en el tercer tomo de su Derecho, legislación y libertad nuevos límites al Poder Legislativo y el jurista Bruno Leoni lo ha hecho para el Poder Judicial en La libertad y la ley. Por su parte, es de interés transcribir un pensamiento poco explorado de Montesquieu en El espíritu de las leyes aplicable al Poder Ejecutivo: «El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia» con lo que se subraya la trascendencia de las instituciones y la poca importancia de lo hombres que ocupan cargos. A esto habría que agregar el jugoso debate en la Asamblea Constituyente estadounidense que a sugerencia de Benjamin Franklin se debatió extensamente la posibilidad de contar con un triunvirato en el Ejecutivo al efecto de minimizar el poder presidencialista.

Desde luego que no necesariamente deben adoptarse esas sugerencias. Lo que sí resulta indispensable es pensar en límites adicionales para contener el poder político desbordado si no queremos que en nombre de la democracia se entierre el respeto recíproco. El caso de Suiza es interesante, donde la presidencia se rota anualmente en la Confederación sin que nadie recuerde los nombres de esos mandatarios.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.

¿DEMOCRACIA O DICTADURA?

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

No hay posición intermedia en esta instancia del proceso de evolución cultural: o vota la gente o impone su voluntad sobre los demás un megalómano. Pero se debe estar muy en guardia para que la democracia no  degenere  en cleptocracia en la que una oligarquía liquide los derechos de la minoría. Es decir, que la democracia se convierta en una farsa grotesca como por ejemplo es el caso venezolano hoy.

 

Porque en última instancia el peligro horrendo de las dictaduras es el ataque a las libertades de las personas, pero no es cuestión que las lesiones a los derechos, en lugar de provocarla una persona y sus secuaces la produzca un grupo de personas. Y tengamos en cuenta que Cicerón advertía que “El imperio de la multitud no es menos tiránica que la de un hombre solo, y esa tiranía es tanto más cruel cuanto que no hay monstruo más terrible que esa fiera que toma la forma y el nombre de pueblo”.

 

Uno de los canales de la degradación de la democracia se manifiesta a través de la cópula hedionda entre el poder político y los empresarios prebendarios. Puede ilustrare este caso con los “salvatajes” realizados en Estados Unidos, recursos entregados graciosamente a empresarios ineptos, irresponsables o las dos cosas al mismo tiempo con  el fruto del trabajo de la gente  que no tiene poder de lobby.

 

Al efecto de no permitir semejante atraco y para bloquear toda manifestación de atropello a los derechos de quienes no pertenecen a la casta que pertenece a los usurpadores, es menester pensar en variantes que logren el objetivo de minimizar estos problemas graves. No puede pretenderse otros resultados manteniendo las mismas recetas que conducen a un sistema inicuo que amenaza con  terminar con la democracia y usarla como máscara que pretende esconder una dictadura.

 

En este sentido, reitero lo consignado en otra oportunidad y es que al efecto de tener en claro lo antedicho, es pertinente tener grabado a fuego el pensamiento de uno de los preclaros exponentes de la revolución más exitosa de lo que va de la historia de la humanidad. Me refiero a Thomas Jefferson quien consignó en Notes on Virginia (1782) que “Un despotismo electo no es el gobierno por el que luchamos” pero eso es en lo que se ha transformado, no solo en buena parte de la región latinoamericana, sino en países europeos y en la propia tierra de Jefferson.

 

La primera vez que la Corte Suprema de Justicia estadounidense se refirió expresamente a la “tiranía de la mayoría” fue en 1900 en el caso Taylor v. Breknam (178 US, 548, 609) y mucho antes que eso el Juez John Marshall redactó en un célebre fallo de esa Corte (Marbury v. Madison) en 1802 donde se lee que “toda ley incompatible con la Constitución es nula”. Seguramente el fallo más contundente de la Corte Suprema de Estados Unidos es el promulgado en 1943 -prestemos especial atención debido a lo macizo del mensaje- en West Vriginia State Board of Education v. Barnette (319 US 624) que reza de este modo: “El propósito de la Declaración de Derechos fue sustraer ciertos temas de las vicisitudes de controversias políticas, ubicarlos más allá de las mayorías y de burócratas y consignarlos como principios para ser aplicados por las Cortes. Nuestros derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad, la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de profesar el culto y la de reunión y otros derechos fundamentales no están sujetos al voto y no dependen de ninguna elección”.

 

Autores contemporáneos como Giovanni Sartori en sus dos volúmenes de la Teoría de la democracia se ha desgañitado explicando que el eje central de la democracia es el respeto por las minorías y Juan A. González Calderón en Curso de derecho constitucional apunta que los demócratas de los números ni de números entienden ya que se basan en dos ecuaciones falsas: 50% más 1% = 100% y 50% menos 1% = 0%. Por su parte, Friedrich Hayek confiesa en Derecho, Legislación y Libertad que “Debo sin reservas admitir que si por democracia se entiende dar vía libre a la ilimitada voluntad de la mayoría, en modo alguno estoy dispuesto a llamarme demócrata”, porque como había proclamado Benjamin Constant en uno de sus ensayos reunidos en Curso de política constitucional: “La voluntad de todo un pueblo no puede hacer justo lo que es injusto”.

 

Ahora bien, sabemos que la cuestión de fondo es educativa en el sentido de realizar esfuerzos para influir sobre mentes en cuanto a comprender las ventajas de la sociedad abierta, pero entretanto es indispensable pensar en nuevos procedimientos para maniatar al Leviatán antes que sucumban todos los vestigios de libertad y respeto reciproco. En este sentido vuelvo a insistir una vez más en que en un cuadro de federalismo se consideren las reflexiones de Bruno Leoni para el Poder Judicial en La libertad y la ley, se tomen seriamente las propuestas para el Poder Legislativo que efectuó Hayek en el tercer tomo de su obra mencionada y, para el Poder Ejecutivo, se adopten los consejos de Montesquieu en Del espíritu de las leyes  en cuanto a que “El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia”. Esto último -dado que cualquiera puede gobernar- moverá los incentivos de la gente hacia la necesidad de proteger sus vidas y haciendas, es decir, hacia el establecimiento de límites al poder que es precisamente lo que se requiere para sobrevivir a los atropellos de los aparatos estatales. Como ha indicado Popper, la pregunta de Platón sobre quien debe gobernar está mal formulada, el asunto no es de personas sino de instituciones “para que el gobierno haga el menor daño posible” tal como escribe aquel filósofo de la ciencia en La sociedad abierta y sus enemigos.

 

Frente a los graves problemas mencionados es indispensable usar las neuronas para contener los abusos del poder. Al fin y al cabo en el recorrido humano nunca se llegará a un punto final. Estamos siempre en ebullición en el contexto de un proceso evolutivo. Si las soluciones propuestas no son consideradas adecuadas hay que proponer otras pero quedarse de brazos cruzados esperando que ocurra un milagro no es para nada conveniente ya que no pueden esperarse resultados distintos aplicando las mismas recetas.

 

Tal como nos han enseñado autores como Ronald Coase, Harold Demsetz y Douglas North, debemos centrarnos en los incentivos que producen las diversas normas, y en el caso que nos ocupa está visto que alianzas y coaliciones circunstanciales tienden al atropello de las autonomías individuales y a degradar las metas originales de la democracia, convirtiéndola en una macabra caricatura. Es hora de reflotar la democracia mientras estemos a tiempo. Y, se entiende, no se trata de la ruleta rusa de mayorías ilimitadas, es como ha escrito James M. Buchanan “Resulta de una importancia crucial que recapturemos la sabiduría del siglo dieciocho respecto a la necesidad de contralores y balances y descartemos de una vez por todas la noción de un romanticismo idiota de que mientras los procesos son considerados democráticos todo vale” (en “Constitutional Imperatives for the 1990`s. The Legal Order for a Free and Productive Economy”).

 

En la misma línea argumental, es pertinente en esta columna resumir nuevamente las posibles ventajas de introducir la idea  del Triunvirato en el Poder Ejecutivo. Hay muy pocas personas que no se quejan (algunos están indignados) con los sucesos del momento en diferentes países tradicionalmente considerados del mundo libre. Las demoliciones de las monarquías absolutas ha sido sin duda una conquista colosal pero, como queda dicho, la caricatura de democracia como método de alternancia en el poder sobre la base del respeto a las minorías está haciendo agua por los cuatro costados, es imperioso el pensar sobre posibles diques adicionales al efecto de limitar el poder político por aquello de que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

 

Tres personas votando por mayoría logran aplacar los ímpetus de caudillos y permiten tamizar las decisiones ya que el republicanismo exige que la función de esta rama del gobierno es ejecutar lo resuelto por el Poder Legislativo básicamente respecto a la administración de los fondos públicos, y el Judicial en lo referente al descubrimiento del derecho en un proceso fallos en competencia.

 

Se podrá decir que las decisiones serán más lentas y meditadas en un gobierno tripartito, lo cual se confunde con la ponderación y la mesura que requiere un sistema republicano. De todos modos, para el caso de un conflicto bélico, sería de interés que las tres personas se roten en la responsabilidad de comandantes en jefe.

 

Uno de los antecedentes más fértiles del Triunvirato se encuentra en los debates oficiales y no oficiales conectados a la Asamblea Constituyente de los Estados Unidos. Según la recopilación de los respectivos debates por James Madison que constan en la publicación de sus minuciosos manuscritos, el viernes primero de junio de 1787 Benjamin Franklin sugirió debatir el tema del ejecutivo unipersonal o tripartito. A esto último se opuso el constituyente James Wilson quien fue rebatido por Elbridge Gerry (luego vicepresidente del propio Madison) al explicar las ventajas del triunvirato para “otorgar más peso e inspirar confianza”. Edmund Randolph (gobernador de Virginia, procurador general del estado designado  por Washington y el segundo secretario de estado de la nación) “se opuso vehementemente al ejecutivo unipersonal. Lo consideró el embrión de la monarquía. No tenemos, dijo, motivo para ser gobernados por el gobierno británico como nuestro prototipo […] El genio del pueblo de América [Norteamérica] requiere una forma diferente de gobierno. Estimo que no hay razón para que los requisitos del departamento ejecutivo -vigor, despacho y responsabilidad- no puedan llevarse a cabo con tres hombres del mismo modo que con uno. El ejecutivo debe ser independiente. Por tanto, para sostener su independencia debe consistir en más de una persona”. Luego de la continuación del debate Madison propuso posponer la discusión en cuanto a que el ejecutivo debiera estar formando por un triunvirato (“a three men council”) o debiera ser unipersonal hasta tanto no se hayan definido con precisión las funciones del ejecutivo.

 

Este debate suspendido continuó informalmente fuera del recinto según los antes mencionado constituyentes Wilson y Gerry pero con argumentaciones de tenor equivalente a los manifestados en la Asamblea con el agregado por parte de los partidarios de la tesis de Randolph-Gerry de la conveniencia del triunvirato “al efecto de moderar los peligros de los caudillos”. El historiador Forrest Mc Donald escribe (en E Pluribus Unum. The Formation of the American Republic, 1776-1790) que “Algunos de los delegados más republicanos […] desconfiaban tanto del poder ejecutivo que insistieron en que solamente podía ser establecido con seguridad en una cabeza plural, preferentemente con tres hombres”.

 

El asunto entonces no es limitarse a la queja por lo que ocurre en nombre de la democracia sino en usar la materia gris y proponer soluciones al descalabro del momento antes de llegar a un Gulag con la falsa etiqueta de la democracia. Hay que vencer lo que podríamos denominar “el síndrome del anquilosamiento mental” y revertir con decisión -con éstas u otras propuestas- lo que viene sucediendo  a paso redoblado.

 

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa.