LA ESPANTOSA COHERENCIA DE LA CANCEL CULTURE

Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 8/8/21 en: http://gzanotti.blogspot.com/2021/08/la-espantosa-coherencia-de-la-cancel.html

Tiremos abajo la estatua del tipo ese, porque tuvo una esclava afroamerican. Tiremos abajo la estatua de Juan de los Palotes, porque fue parte de la evangelización del Reino de Felipe II. Tiremos abajo la Constitución de EEUU, escrita por varones blancos misóginos y racistas. Y sigamos. Díganle a Macron que borre del mapa el monumento a Napoleón (conozco algunos católicos tradis que estarían muy contentos). Vamos, tiremos abajo todo. Que no quede nadie excepto por supuesto un enorme monumento a Kamala Harris y a Barack Obama.

Lamento decirles que son coherentes. Porque son ideólogos.

La ideología no soporta términos medios ni conoce el término evolución. La ideología está convencida de que existe el sistema social perfecto. No concibe a la historia humana como una evolución siempre en movimiento, sin alcanzar nunca, sencillamente nunca, ese anhelado fin de la historia. No admite al mercado como proceso, siempre imperfecto. Si la historia humana no es el modelo de la competencia perfecta, el sistema social perfecto, estable, único, eterno e inmutable, es porque hay gente que pretende retrasar con sus oscuros intereses a la sociedad perfecta. Son los disidentes, los contra-revolucionarios. Deben ser eliminados. Como dijeron los más coherentes teólogos de la liberación, esos que hoy se pasean por el Vaticano, nunca mejor dicho, como Pedro por su casa: nosotros amamos al todos, a los ricos también, porque la revolución los liberará de su condición de explotadores. Oh, qué hermoso. Qué caridad. Esos sí que son cristianos. No como los del Instituto Acton.

Así que claro que la Independence Declaration fue imperfecta. Claro que dijo “men” y no “human beings”. Pero ese “men” significaba una evolución hacia. Oh no, eso no. ¡Imperfección, imperfección! ¡Vade retro Satanás! Por supuesto, fue Martin Luther King el que dijo que era esa declaración lo que le permitía hacer su reclamo, pero mejor no decirlo no?

Claro, hay circunstancias y circunstancias. Pero distinguirlas es una cuestión de prudencia política y eso, claro, no es el camino del ideólogo. Sí, ok con que los símbolos nazis fueran retirados de Alemania en 1945. Pero para los de ONLY Black Lifes Matter, Hitler y Jefferson eran lo mismo. Es así de simple gente. ¿No lo ven? Es que son whites supremacists. ¿Eres afroamerican y NO piensas así? Entonces eres blanco. Joe Biden dixit. Pero seguro ya se olvidó.

Dios bendiga a los cancel culture boys, o girls, o martians, o como se perciban. Porque ellos nos librarán de nuestra imperfección. O sea, de nuestra humanidad, pero eso qué importa. 

Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor en las Universidades Austral y Cema. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Publica como @gabrielmises

Estados Unidos 2020: elecciones presidenciales, pandemia y erosión del “soft power”

Por Constanza Mazzina. Publicado el 12/7/20 en: https://www.cronista.com/columnistas/Estados-Unidos-2020-elecciones-presidenciales-pandemia-y-erosion-del-soft-power-20200711-0008.html?fbclid=IwAR3HOnt_pdPw_IkzYflJkvFROkN-FtCPFfmKatSZ6mUXecbtFAbDXVbDISE

El escenario electoral norteamericano ha sido completamente modificado tras la irrupción del COVID-19. Las esperanzas de Donald Trump de ser reelecto parecen pivotar en función de la pandemia y sus efectos.
Recordemos que 2020 se inició con el proceso de impeachment a Trump del cual salió airoso y fortalecido. En aquel momento, los republicanos se alinearon prácticamente sin fisuras detrás de la reelección de su presidente. En este contexto, donde la crisis por la pandemia viene erosionando consistentemente la propia base electoral de Trump, los vientos de cambio en la Casa Blanca son cada vez mayores. Los impactos domésticos y globales del COVID-19
parecen reorientar los incentivos de las élites norteamericanas, e incluso los de las democracias europeas, para apostar por el regreso de un estilo de liderazgo más consensual.
Ciertamente, la llegada de Trump al poder-y la construcción de su liderazgo-se dió de la mano de su fuerte y explícito rechazo al establishment. Sin duda que su estrategia electoral continuará basándose en ese contraste, aprovechando
que su rival será Joe Biden, un veterano del establishment, quien fue Senador durante 36 años y vicepresidente de Barack Obama. Pandemia mediante, y con la unificación del Partido Demócrata detrás de la candidatura de Biden,
crecen las probabilidades de un triunfo demócrata en las elecciones presidenciales de noviembre. Sin embargo, no debemos olvidar el peso de la reelección presidencial. En los últimos 40 años sólo dos presidentes que fueron por su reelección no han sido exitosos: en 1980, cuando el demócrata Jimmy Carter perdió frente al republicano Ronald Reagan, y en 1992, cuando el republicano George H. W. Bush fue derrotado por el demócrata Bill Clinton.

Asimismo, la pandemia consolidó el estilo radical de Trump en el escenario internacional: Estados Unidos relegó de hecho su liderazgo global para coordinar acciones y conducir las decisiones a través de los organismos
internacionales. Bajo un miope liderazgo presidencial, EE.UU. se retrajo de la escena mundial facilitando así el protagonismo de China. Mientras Trump descree y desacredita a todos los organismos multilaterales, Xi Jinping
ocupa la atención global no sólo por haber sido la génesis de la pandemia sino también por asumir un rol central en la cooperación internacional. En tanto la estrategia de Trump erosiona progresivamente el “soft power”
norteamericano, la planificación china aprovecha cada espacio descuidado por su adversario,robusteciendo así su propio “soft power”. Las probabilidades de que China salga más fortalecido de esta pandemia, en comparación con
Estados Unidos,son cada día más elocuentes.

Tanto el establishment norteamericano como la mayor parte del europeo, observan con desconfianza y preocupación el desplazamiento geopolítico desde el Atlántico Norte al Pacífico Norte. Occidente tiene la necesidad de “meter en
caja” los niveles de interdependencia, fundamentalmente con China. La creciente interdependencia en un mundo cada vez más confrontativo, particularista y proteccionista es un riesgo creciente, especialmente, para las vapuleadas democracias representativas de Occidente. Por tanto, que dicha interdependencia no se traduzca como una amenaza para las viejas poliarquías favorece el regreso demócrata a la Casa Blanca. Joe Biden representaría un intento destinado a “rebalancear” el tablero global reposicionando a los Estados Unidos. Ello supondría desplazarla estrategia America First por la del fortalecimiento del diálogo con los aliados tradicionales y el retorno a la política de apoyo al sistema multilateral que, en gran medida,signó la post Guerra Fría y caracterizó al soft power norteamericano.

Sin embargo, nada está escrito en piedra. Aunque los sondeos resaltan la ventaja de Biden, el sistema electoral norteamericano tiene un diseño particular donde el Colegio Electoral cobra una centralidad decisiva. En el pasado ya
se ha observado que el candidato más votado puede no coincidir con el candidato que mayor cantidad de electores obtiene, con Hillary Clinton fue la quinta vez que un candidato presidencial gana el voto popular pero resulta
derrotado en el Colegio Electoral. Deberemos estar pendientes no sólo de la campaña de Trump,su estrategia de recuperación, y de la evolución de la pandemia sino, fundamentalmente, del porcentaje de participación electoral y
los resultados de Estados clave como Florida y Arizona.

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE.

El diálogo de EE.UU. con Corea del Norte parece paralizado

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 10/1/19 en: https://www.lanacion.com.ar/2209567-el-dialogo-eeuu-corea-del-norte-parece

 

Hasta junio del 2017 Corea del Norte era un país ermitaño, aislado del resto del mundo. Con una sola relación significativa, que era la que siempre mantuvo con China. No obstante eso, de repente, los líderes de los EE.UU. y Corea del Norte se reunieron en Singapur y protagonizaron una inesperada reunión «cumbre».
Como resultado del sorpresivo encuentro en Singapur la distención reemplazó a la animosidad que hasta entonces parecía destilar la relación bilateral. Esto generó una sensación de alivio que además fue impulsada por la aparente buena «química personal» entre el presidente Donald Trump y su par norcoreano, Kim Jong-un. Ambos líderes protagonizaron un  encuentro casi extraño. Entre otras cosas, durante el mismo los dos primeros mandatarios de ambas naciones se estrecharon las manos, cosa que nunca había sucedido antes, en toda la historia de la relación
entre ambas naciones. Donald Trump, quizás apresurado y exagerado, difundió su impresión personal en el sentido de que se había construido un puente nuevo, con un interlocutor con quien -sostuvo- le resultaba fácil congeniar.
Muchos supusimos entonces que se abría una nueva etapa en la que la desnuclearización de Corea del Norte iba a resultar posible. Quizás nos equivocamos. Particularmente en materia de tiempos. Lo cierto es que desde entonces el avance de las conversaciones bilaterales ha estado semi-paralizado. Por esto, la observación entonces realizada por Donald Trump en el sentido de que Corea del Norte «había dejado de ser un peligro nuclear», debe ahora reconsiderarse.
La desnuclearización de la Península Coreana sigue siendo un objetivo fundamental. Pero los avances en esa dirección no ocurrieron. Presumiblemente porque para Corea del Norte ese paso
tiene una importancia difícil de detectar en un primer vistazo. Esto es supuestamente así porque, para Corea del Norte, su capacidad nuclear es la tarjeta de presentación que le permite dialogar con los Estados Unidos con una sensación que presume una cierta igualdad entre las partes.

 

Como consecuencia del diálogo bilateral que entonces se puso en marcha, los Estados Unidos de alguna manera regresaron a la era de la «paciencia estratégica» con Corea del Norte. Esa fue, recordemos, la posición resignada adoptada por la administración del expresidente Barack Obama. Tan pronto accediera al poder, Donald Trump cambió de rumbo y puso en vigor una
estrategia bien diferente, la de la «máxima presión». Su primer resultado pareció ser exitoso, desde que produjo la «cumbre» de Singapur. La amenaza de enfrentar a Corea del Norte con «fuego y furia», dio su fruto. El diálogo se inició, es cierto.
No obstante, a muy poco de andar, las cosas volvieron a su estado anterior: el de la parálisis.
Quizás porque el comunicado emitido en Singapur sobre el resultado del primer contacto al más alto nivel fue extremadamente poco claro y genérico. Tan es así, que ese comunicado terminó siendo interpretado de modo muy diferente por cada una de las partes y por muchos de los
observadores.
Para Corea del Norte, la desnuclearización no es un paso aislado. Supone que los EEUU den contemporáneamente pasos de la misma significación, basados en la reciprocidad en el trato.
Fundamentalmente esto para Corea del Norte supone el retiro de las fuerzas militares norteamericanas de la Península Coreana. Previo o simultáneo a la desnuclearización. Supone, además, emitir una declaración que formalmente ponga fin a la Guerra de Corea, lo que curiosamente aún no ha sucedido. Quizás por esto último es que la reunión bilateral prevista
para el pasado mes de noviembre en la ciudad de Nueva York tuvo que ser cancelada, a pedido de Corea del Norte. Lo que curiosamente sucedió tan pronto el Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, anunciara que su país esperaba que, tras el segundo contacto bilateral, hubiera «progresos reales».
La frialdad entre ambas partes tiene otra expresión, también inusual. El presidente Trump designó un «enviado especial» para Corea del Norte. Él es el responsable de la continuidad de las conversaciones. Lo cierto es que ni siquiera pudo reunirse con su contraparte norcoreana, en vice canciller Choe Sun Hui.
A todo lo que se agrega que Corea del Norte, dando marcha atrás, ha vuelto a emitir comunicados y pronunciamientos duros, con los que condena la presunta falta de acción norteamericana. A lo que se suma que los Estados Unidos han impuesto nuevas sanciones a Corea del Norte, lo que sugiere que no ha habido avances significativos en dirección a un acuerdo. Entre los tres altos funcionarios norcoreanos sancionados últimamente existe uno al que se tiene por un colaborador estrecho del presidente norcoreano. Pero hay algo que está llamando la atención. Los comunicados airados que está emitiendo Corea del Norte no atacan personalmente al presidente Trump, sino al Departamento de Estado, esto es a la Cancillería
norteamericana. De alguna manera existe la sensación de que Corea del Norte cuida no deteriorar la relación personal entre los dos primeros mandatarios.
Queda visto que el diálogo bilateral está prácticamente paralizado. Corea del Norte sigue siendo una potencia nuclear, con todos sus programas en marcha. No ha autorizado inspección alguna en su territorio y las instalaciones principales de su programa nuclear no han sido destruidas y
las que estaban ocultas, continúan estándolo. Esto es lo que transmite la estrecha vigilancia satelital que los Estados Unidos tienen en marcha respecto de Corea del Norte. Es más, hay imágenes que sugieren que una de las instalaciones del programa nuclear norcoreano puede bien haber sido expandida y ampliada.
Hay, sin embargo, un cambio de actitud perceptible en el presidente norcoreano. Con una jugada de corte político se desplazó a Beijing, donde se reunió con el presidente Xi. Cabe presumir que juntos analizaron detalladamente la negociación en marcha de Corea del Norte
con los EEUU. De esta manera el presidente norcoreano mantiene al gobierno chino informado respecto de todo lo que sucede con los Estados Unidos. No incluyó formalmente a China en las negociaciones, pero el viaje a Beijing fue ampliamente publicitado, a la manera de advertencia.
Al acercamiento con China se suman varios pasos positivos norcoreanos en relación a Corea del Sur. Los presidentes de ambas Coreas se reunieron tres veces en el 2017 y un presidente de Corea del Sur visitó a Corea del Norte por primera vez en la historia, lo que no es un hecho menor. Oficiales de las fuerzas armadas de ambas Coreas han también intercambiado visitas, y
algunas instalaciones militares no esenciales en la zona fronteriza parecen haber sido destruidas.
Es cierto, la desnuclearización de la Península de Corea sigue pareciendo lejana. Pero el aislamiento de Corea del Norte ha comenzado a transformarse en acercamientos indispensables con Corea del Sur, que no pueden ignorarse. En algún momento las conversaciones intracoreanas en marcha tendrán algún impacto en el camino, todavía lento, en dirección al desarme nuclear en ese rincón del mundo.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y fue Vice Presidente de ESEADE.

La visita de Macron a Washington y el acuerdo nuclear con Irán

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 3/5/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2131043-la-visita-de-macron-a-washington-y-el-acuerdo-nuclear-con-iran

 

Al tiempo de escribir esta nota el activo y popular presidente de Francia, Emmanuel Macron, está en Washington, de visita oficial. Ella será seguida, en muy pocos días, por la de la notable Canciller de Alemania, Angela Merkel. Los dos líderes más fuertes de Europa en un activo diálogo con los Estados Unidos.

En las agendas de esas reuniones hay una fuerte preocupación común: ¿qué hacer con el acuerdo nuclear alcanzado hace ya tres años -en 2015, en tiempos del expresidente norteamericano Barack Obama- con Irán, sobre su peligroso programa nuclear?

Donald Trump, ese acuerdo nuclear con Irán, que fuera aceptado por el país de los persas contra el levantamiento de las sanciones económicas que habían sido impuestas por Occidente, no le gusta absolutamente nada. Y no lo oculta, nunca.

Esencialmente, porque luego del plazo acordado, esto es en 2025, Irán podría sostener que, a partir de entonces, está en total libertad para conducir su programa nuclear sin restricciones, ni límites de ninguna naturaleza. Lo cual, tratándose del país que hoy personifica quizás el peligro más grande de la agenda de paz y seguridad del mundo, no es un tema menor.

Donald Trump debe ahora pronunciarse expresamente sobre el mismo y la fecha límite está ya cercana: es el próximo 12 de mayo. Su idea central pareciera ser la de no bendecirlo nuevamente y simplemente dejarlo caer, salvo que -de pronto- pueda ser rápidamente complementado por nuevos acuerdos que -negociados por las naciones europeas- limiten también la capacidad misilística iraní.

Los dos visitantes antes nombrados no concuerdan en esto con Donald Trump. Ambos creen que el actual acuerdo nuclear con Irán debe mantenerse y, eventualmente, ser complementado con acuerdos íntimamente relacionados, que limiten severamente su capacidad misilística y su expansión regional.

Irán -en cambio- sostiene que el tema está definitivamente cerrado y que nunca aceptará nuevas exigencias respecto de su desarrollo nuclear. Que el tema está -entonces- ya discutido. Y no sólo eso: que, respecto del objeto del acuerdo nuclear ya alcanzado, todo está acordado. Y no hay nada más qué hablar.

Rusia China parecen compartir la opinión europea, o sea la que procura no dejar caer un acuerdo que estiman, en principio, como un paso inicial positivo. Quizás no el mejor, pero ciertamente el que hasta ahora ha sido posible.

Israel, por su parte, desconfía profundamente del acuerdo alcanzado con Irán y sostiene que en muy poco tiempo perderá importancia. A lo que agrega que, sin adicionar a los actuales acuerdos las necesarias restricciones a la capacidad misilística iraní, ellos no son suficientes y que Irán previsiblemente se aprovechará de sus limitaciones.

Los dos principales asesores de Trump en esta delicada materia: John Bolton y Mike Pompeo, tienen, a su vez, opiniones diferentes. Bolton, con su habitual claridad y proverbial dureza, parece preferir dejar el acuerdo nuclear con Irán sin efecto. Pompeo, algo más flexible, se inclina en cambio por tratar de renegociarlo y mejorarlo en sus alcances.

Así están las cosas. No es imposible que Donald Trump decida finalmente que para la comunidad internacional llegó ya la hora de volver a la mesa de negociaciones, a sentarse con Irán para tratar de corregir -complementándolo- un acuerdo que -por incompleto- no lo deja satisfecho. Pronto sabremos cual, finalmente, es su decisión en este tema.

Que exista un acuerdo con Irán sobre su peligroso programa nuclear parecería ser mejor que no tener ningún convenio en vigor sobre ese preocupante tema. Las limitaciones al armamentismo nuclear de Irán hoy existen ciertamente y esto es preferible a que no se haya definido ningún límite o restricción, de ningún tipo.

Las fronteras operativas oportunamente aceptadas por Irán están siendo respetadas, al menos en líneas generales. Y, según la inteligencia alemana, el programa nuclear iraní se desaceleró notoriamente luego de suscripto que fuera el acuerdo nuclear con la comunidad internacional.

Algunas empresas europeas, luego de suscripto que fuera el acuerdo nuclear, volvieron a comerciar intensamente con Irán y ahora están preocupadas porque sus esfuerzos por reconstruir relaciones puedan, de pronto, ser dejados de lado de un solo plumazo.

Entre el 2015 y el 2016, las exportaciones del Viejo Mundo a Irán crecieron nada menos que un 375%, a lo que se suma que la interconexión bancaria de Irán con el resto de los sistemas financieros del mundo occidental, que estaba interrumpida y muy fracturada, se ha vuelto también a reconstituir, lo que es clave para que la reactivación ocurrida en las relaciones comerciales entre Europa e Irán se pueda mantener en el tiempo.

La visita del presidente francés a Washington -la primera visita de estado de un líder extranjero a Washington durante la presidencia de Trump- fue un éxito que cosechó aplausos desde los dos grandes partidos políticos de los EE.UU. Macron parece suponer que Trump no ratificará el acuerdo nuclear con Irán y lo dejará caer. En su mensaje al Congreso norteamericano Macron definió sus desacuerdos sobre comercio internacional, el medio ambiente e Irán. Con claridad. Particularmente cuando fustigó al nacionalismo y recordó que los EE.UU. edificaron el multilateralismo, desafiando a Trump a ponerse a la cabeza de lo que denominó «la reinvención del orden mundial para el siglo XXI». Macron se ha ubicado, relacionalmente, cerca de Trump. Pero ha sabido marcar tanto la amistad que une a ambas naciones, como las diferencias de visiones del mundo que las separan. No era nada fácil, pero lo hizo con calidad y gran acierto.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Estados Unidos ya no está solo en el centro del escenario internacional

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 14/11/17 en: http://www.lanacion.com.ar/2087019-estados-unidos-ya-no-esta-solo-en-el-centro-del-escenario-internacional

 

El presidente norteamericano, Donald Trump, acaba de completar una extensa gira por Asia en busca del apoyo necesario para transformar a la península de Corea en una zona libre de armas nucleares. No obstante, las posibilidades inmediatas de alcanzar ese objetivo parecen remotas. ¿Por qué? Ocurre que la influencia norteamericana en el mundo ya no es lo que fuera. Estados Unidos no está solo en el centro del escenario, sino acompañado por China y Rusia.

Si Donald Trump no encuentra apoyo para su objetivo, la confrontación entre los Estados Unidos y Corea del Norte continuará y seguirá siendo una pulseada entre David y Goliat, en la que un Goliat que luce desconcertado no encuentra la forma de ganarla.

Los grandes objetivos de política exterior norteamericanos, más allá del caso de Corea del Norte, no están siendo acompañados por la comunidad internacional. El mejor ejemplo es quizás el de Siria donde, en tiempos del presidente Barack Obama,Estados Unidos definió que el régimen del Clan Assad debía dejar el poder si utilizaba armas químicas contra su pueblo. Lo hizo reiteradamente y, a pesar de ello continúa fortaleciéndose en función del intenso apoyo militar y diplomático que recibe de Irán y Rusia. A lo que cabe agregar que fue el propio Congreso de los Estados Unidos el que -en los hechos- negara al presidente Obama la posibilidad de actuar militarmente luego del horrible crimen cometido por las autoridades sirias.

Por muchos años Estados Unidos siguió el consejo del presidente Teodoro Roosevelt, esto es el de «hablar suavemente», pero con un amenazante «palo grande» en la mano. Y lo hicieron funcionar. Hoy el presidente Trump habla con dureza, pero pocos creen en su capacidad real de poder presionar para imponer sus criterios.

A la evidente pérdida general de influencia en el escenario internacional, Estados Unidos agrega otra dura realidad: está empantanado en Irak y Afganistán. También, aunque en alguna menor medida, en la propia Siria. Esos conflictos, dos de los cuales se arrastran desde hace 15 años, han costado miles de vidas y trillones de dólares al pueblo norteamericano.

La presencia de Donald Trump en el mundo de hoy está lejos de ser la que en su momento tuvieran presidentes como Eisenhower, Reagan o los dos Bush. Esta es la nueva realidad, más allá de la retórica.

Mientras tanto, Rusia ha asumido una política desafiante y hasta belicosa, instalada -ella también- en el centro del escenario internacional.

China -por su parte- anuncia que ya está compartiendo el liderazgo internacional con los Estados Unidos y agrega que, en tres décadas más, seguirá haciéndolo, aunque sola.

Corea del Norte probablemente será, pronto, una potencia nuclear más, con todo lo que esto significa para un país con un liderazgo megalómano y poco confiable.

En paralelo, Occidente tampoco es lo que era. Europa está dividida y debilitada, mirando más bien a su propio ombligo, enfrascada en conflictos estériles, como el provocado desde Cataluña. Quizás por esto Turquía ya no ambiciona acercarse íntimamente a la Vieja Europa, como si de pronto el altivo espíritu otomano estuviera de regreso, apuntando a su propia región.

Frente a este panorama, Estados Unidos parece estar cada vez más alejados del complejo contexto que los rodea. Y éste no es ciertamente un cambio menor. Es una señal de que su influencia está debilitándose.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Trump Vs. Obama: el último round

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 15/1/17 en:  http://www.s21.gt/2017/01/trump-vs-obama-ultimo-round/

 

Si no fuera porque a veces causan guerras y muchas muertes, ver a los políticos en televisión es tan divertido, y tiene el mismo sentido, que una serie como Friends… aunque en realidad son más unfriends. Donald Trump ha chocado con Barack Obama y ha desafiado a los servicios de espionaje mientras que sus conflictos de interés y su revolucionario uso de Twitter, han marcado una transición atípica. Pero deberá abandonar la virtualidad el 20 de enero, a las 12 horas tras jurar el cargo.

Lo acompañarán entre otros, Jeff Sessions, un senador sospechado de racista, como fiscal general; Rex Tillerson, jefe deExxon Mobil y un amigo de Putin que se opuso a las sanciones contra Rusia, sería secretario de Estado; John Kelly, general de los Marines, dirigirá el Departamento de Seguridad Interior y Mike Pompeo la CIA. Aunque Trump cederá el control de sus 500 empresas a sus hijos lo cierto es que son hijos suyos.Y sus conflictos de intereses podrían no terminar aquí. Sin que importen las sospechas de nepotismo, el hombre fuerte del gobierno, luego del vicepresidente, será su yerno Jared Kushner, nombrado asesor y que también es hijo de un magnate inmobiliario que estuvo 18 meses preso.

Entretanto, Obama habló poco y actuó mucho. Rompió con tres décadas de tradición y no vetó una Resolución de la ONU condenando al Gobierno israelí, lo que podría interpretarse como un golpe al sionismo de Trump que queda plasmado en su yerno, Jared, que es un judío ortodoxo al punto que logró que la hija de Trump, Ivanka, se convirtiera a esa religión. Obama, además, prohibió la exploración petrolífera en parte del Ártico y en el Atlántico, trasladó varios presos de Guantánamo a otros países, con lo que solo quedan 55 en esa cárcel que Trump prometió llenar; ha favorecido al negocio de Planned Parenthood, la principal organización abortista; ha declarado zonas protegidas a territorios del Oeste; nombró más de 100 altos cargos, y conmutó las penas e indultó a más de 300 presos.

Y Trump expresó su frustración en un twit: “Estoy haciendo lo que puedo para no prestar atención a los muchos obstáculos y declaraciones indignantes del presidente O. Pensaba que iba a ser una transición tranquila. ¡No!”. Aunque después, al mejor estilo Donald, aseguraba a la prensa que “la transición está siendo tranquila”. El presidente electo en principio había desmentido a las agencias de inteligencia que acusaron a Rusia de estar tras los ciberataques durante las elecciones -lo que llevó a Obama a expulsar 35 diplomáticos rusos y al cierre de dos sus instalaciones- y dio más credibilidad a las afirmaciones de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, que publicó los correos electrónicos más dañinos para la campaña demócrata y que niega que Moscú esté detrás del asunto.

Días después, se publicó que agentes rusos podrían tener información personal y financiera comprometedora para Trump que twitteo “¡Noticias falsas. Una auténtica cacería de brujas!”. Por cierto, un senador republicano macarthista, de los que aman amordazar las opiniones, dijo que Assange “no es amigo de América ni de la democracia” y “ningún estadounidense debería dejarse embaucar por él”. Sea como fuere, cada vez queda más claro que las personas tenemos que empezar a confiar mucho más en nosotros y en nuestro prójimo, y menos, mucho menos, en “líderes” y menos aún en líderes políticos.

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

Aquí está el 2017

Por Alejandro A. Tagliavini. Publicado el 7/1/17 en: http://www.mil21.es/noticia/561/opinion/aqui-esta-el-2017.HTML

 

La geopolítica global promete cambiar este año. El Papa tuvo cierta sintonía con Barack Obama, Angela Merkel y Xi Jinping. Entretanto, agazapado en el Kremlin, Vladimir Putin esperaba ansioso el triunfo de Donald Trump. Con este telón de fondo, EE.UU. y Cuba reanudaron relaciones, Colombia inició un acuerdo de paz con los guerrilleros e Irán congeló su programa nuclear.

Pero ahora Trump con Putin prometen ir por un camino distinto. En general, los ciudadanos occidentales han cedido espacios de libertad atemorizados -por los propios políticos- ante la avanzada de los fundamentalistas, lo que Obama minimizó y el tándem Trump-Putin parece querer alentar, promoviendo la violencia global. Lo lograrán, quizás, en el corto plazo, pero es inevitable que tarde o temprano la violencia decrezca sencillamente porque es destructiva.

 

Por cierto, Merkel,que va camino de convertirse en la líder de las libertades individuales a nivel global, intentará obtener su cuarto mandato y Jinping tratará de atenuar los ataques nacionalistas provenientes dela Casa Blanca. A Putin ya lo conocemos, intentará aliarse con Trump, con la intención de recortar la influencia de China y minimizar a la Unión Europea.

El Papa, seguirá influyendo en millones de personas porque su prestigio global sigue fuerte, según Forbes es la quinta persona más influyente del globo. «Es tiempo de que las armas callen definitivamente…” dijo durante la tradicional bendición ‘Urbi et Orbi’.

A ver: no se trata de evitar la violencia por razones ideológicas, no es de derecha o izquierda, tampoco una cuestión de valentía o cobardía. Por cierto, los cobardes son los violentos ya que es fácil apretar un gatillo frente a quién nos asusta antes que permanecer calmos y conducirse pacíficamente. Se trata de que la violencia, al ser contraria al orden natural -como ya la definían los filósofos griegos-jamás hará otra cosa que destruir, agravando los problemas.

En Reino Unido, Irlanda, Islandia, Noruega y Nueva Zelanda, y un puñado de naciones del Pacífico, los oficiales patrullan desarmados.Y los homicidios por armas de fuego no se multiplican, según encuestas citadas por la BBC.Ylos agentes están de acuerdo.Una encuesta de la Federación de Policía de Reino Unido concluyó que el 82% no deseaba estar armado, aunque la mitad reconoció haber estado «en grave peligro» en los últimos tres años.

Noruega es el cuarto país europeo cuyos policías no llevan armas a cuestas. En Nueva Zelanda, hubo un fuerte debate cuando dos agentes fueron asesinados. «La experiencia demuestra que hacer las armas de fuego más accesibles aumenta riesgos difíciles de controlar», dijo el jefe de policía y así los agentes ordinarios neozelandeses siguen sin estar armados. «La protección que ofrece un arma de fuego… es más ilusoria que real» y en cambio distrae y es peligrosa, continuó el jefe.

En cambio, según el Uniform Crime Report del FBI, en 2013 la policía de EE.UU. cometió 461 «homicidios justificables» y la de Reino Unido ninguno. Pero, además, armar a la policía tiene un alto costo económico solventado con impuestos, creando más pobreza y desocupación, buen caldo de cultivo para el delito. Por cierto, hablando de caldo de cultivo, hay que terminar con la “guerra contra las drogas”, principal creador moderno de delitos. Es que reprimir las drogas -policialmente, violentamente- solo empeora las cosas.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE.

EE.UU. sorprende a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 29/12/16 en: 

 

En el complejo escenario de Medio Oriente , la guerra civil siria y sus atrocidades parecían haber relegado al conflicto entre Israel y los palestinos a un segundo plano. Ocurrió que, pese a que Israel ha mantenido ya tres guerras contra Siria y protagonizado numerosos incidentes fronterizos con duelos de artillería y combates aéreos, lo cierto es que hasta ahora se había mantenido al margen de ese conflicto.

Hablamos de una guerra civil siria que, en esencia, es una confrontación facciosa entre distintas visiones del Islam, en la que la intervención militar directa de la Federación Rusa e Irán han permitido la supervivencia del autoritario régimen de Bashar al-Assad. Muy pocos creyeron, al comienzo del conflicto, que esto podía ser posible. Pero hoy es una realidad.

De alguna manera Israel logró hacerse casi «invisible» con relación a Siria. Consciente, sin embargo, de que los potenciales triunfadores en la guerra civil podían ser países, como Irán, u organizaciones, como la libanesa «Hezbollah», hostiles hacia Israel. Es lo que efectivamente ha sucedido, generando una difícil nueva realidad geopolítica alrededor de Israel. Quizás más peligrosa que nunca.

Mientras el conflicto armado en el país vecino se desarrollaba, Israel pudo recomponer su relación bilateral con Turquía y mantuvo intactas sus relaciones con Jordania. Además, se acercó discretamente al gobierno militar que hoy -tras la etapa que llevara brevemente a la Hermandad Musulmana al poder en el país de las pirámides- conduce a Egipto.

En las fronteras inmediatas de Israel, «Hezbollah» -directamente involucrado en la guerra civil siria- creció muy fuertemente en influencia y, desgraciadamente, también en capacidad militar y, en cambio, «Hamas», más bien disminuida, mantuvo su agresividad, aunque sin intervenir abiertamente en ella.

Pero de pronto la quietud aparente en la que flotaba el conflicto no resuelto entre Israel y los palestinos se alteró dramáticamente. En apariencia, inesperadamente.

En la que fuera -en su origen- una iniciativa de la representación egipcia, un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad generó una enorme sorpresa.

Porque -escrito por los palestinos- ordenaba a Israel detener -inmediata y completamente- la construcción de asentamientos en Cisjordania y en Jerusalén-este. Y los declaraba, expresamente, como ilegales bajo el derecho internacional, definiéndolos como un obstáculo serio para poder avanzar en una solución negociada del conflicto entre ambas partes estructurada bajo la noción de «los dos Estados». Advertía, de paso, que no se reconocerán cambios a la situación en materia de integridad territorial distintos de la realidad existente al 4 de junio de 1967.

Sin perder un minuto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu , ante lo que sucedía, solicitó a la administración de Barack Obama «vetar» el proyecto, en caso de que el mismo siguiera adelante. Además, se comunicó con el presidente electo norteamericano, Donald Trump , y le encomendó específicamente la misión de pedir a Egipto que postergara la discusión y votación del proyecto en el Consejo de Seguridad. Lo que Trump obtuvo a través de una conversación telefónica con el general Abdelfatah al-Sisi, hoy presidente constitucional de Egipto, con el que Trump tiene una buena relación personal.

No obstante, otros cuatro miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela, de pronto hicieron suyo el proyecto de resolución y, descongelándolo, lograron impulsarlo y ponerlo a votación, casi sin demoras.

Y allí vino la enorme sorpresa: los EE.UU., que siempre fueron críticos respecto de los asentamientos en cuestión, pudieron ciertamente vetarlo una vez más, como ya lo habían hecho en el pasado con proyectos similares. Pero esta vez fue distinto. No lo hicieron. Prefirieron abstenerse. El resultado de esta actitud fue que la resolución sobre los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén-este se aprobó rápidamente, por 14 votos contra 0 y una abstención, la de los EE.UU..

Estamos frente a un hecho histórico. Por primera vez el organismo de las Naciones Unidas, responsable principal de las cuestiones de paz y seguridad internacionales, intervino específicamente -con todo su peso- en el conflicto entre Israel y los palestinos. Con definiciones categóricas que de pronto hasta podrían derivar en sanciones contra Israel, si la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén-este no se interrumpe.

De este modo, los EE.UU. modificaron abruptamente la que fuera hasta ahora su tradicional postura. Esto es, la de proteger siempre con su veto a Israel en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas e impulsar, en cambio, la resolución del tema abierto entre Israel y los palestinos exclusivamente a través de negociaciones directas entre las dos partes.

Lo hicieron en lo que implica un fuerte cambio de rumbo, desairando abiertamente a Donald Trump, quien ya había solicitado a Barack Obama el «veto» de la resolución votada, a la que caracterizara de «extremadamente injusta, respecto de Israel».

Lo cierto es que la norma emanada del Consejo de Seguridad es una realidad, con todos los efectos consiguientes. Benjamin Netanyahu la calificó de «vergonzosa» y advirtió, sin rodeos, que Israel no le reconocerá validez. En su entorno, alguno hasta sugiere que todo lo sucedido en esta cuestión ha sido, en realidad, una maniobra urdida por la administración de Barack Obama.

Ante lo sucedido, parece oportuno recordar que cerca de 600.000 israelíes viven hoy en asentamientos del tipo de los que se mencionan en la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No es, para nada, un tema menor.

La resolución comentada, del 23 de diciembre pasado, lleva el número 2334 y refleja la que ha sido -por años- la posición prevaleciente en la comunidad internacional sobre los asentamientos. Define a los asentamientos como una violación «flagrante» del derecho internacional y sostiene que ellos carecen de validez legal. Llama también a que se eviten los actos de violencia contra los civiles y las provocaciones, incluyendo el terrorismo. Convoca, asimismo, a reanudar, sin demoras, las negociaciones para poder completar un acuerdo de paz final entre las partes, estructurado sobre la idea de «los dos Estados».

La resolución, sin embargo, tiene sus problemas. Serios. Primero, es en realidad un paso en dirección a internacionalizar el conflicto, algo que no necesariamente es positivo y puede complicarlo en extremo. Segundo, parecería definir, sin excepciones, a todas las construcciones hechas en Jerusalén-este como asentamientos, incluyendo aquellas realizadas en el propio «barrio judío» de la Ciudad Vieja, lo que naturalmente es difícil de aceptar para cualquier gobierno de Israel. Y obviamente no menciona otros temas que son absolutamente fundamentales para poder avanzar en dirección a la paz, como es nada menos que la necesidad de que todos los involucrados reconozcan expresamente al Estado de Israel como tal, lo que hoy no sucede desde que algunos niegan a Israel el derecho mismo a existir.

Es imposible no pensar que el fuerte cambio de rumbo de la administración de Barack Obama, insólitamente realizado a último momento, no tenga algo que ver con la pésima relación personal que existiera -y existe- entre el presidente Obama y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Lo sucedido puede entonces ser -directa o indirectamente- reflejo de esa desafortunada circunstancia.

Las cosas seguramente van a cambiar con el acceso de la nueva administración norteamericana, aquella que pronto encabezará Donald Trump. Pero la resolución 2234 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es una realidad. Para algunos, no ayudará, sino que hará aún más compleja la solución de un tema muy demorado, el del acuerdo final de paz entre israelíes y palestinos, respecto del cual puede ser cierto aquello de que el paso del tiempo no siempre ayuda. Donald Trump anunció que el próximo embajador de los Estados Unidos ante Israel será David M. Friedman, que rechaza públicamente la alternativa defendida por John Kerry, esto es la idea de «los dos Estados».

Cabe apuntar que la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no fue adoptada bajo el Capítulo VII de la Carta, sino bajo el Capítulo VI. Por ello no es directamente obligatoria. No obstante tiene mucho peso como recomendación y mensaje. Por esto, para Benjamin Netanyahu luce como una lamentable humillación.

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Collares parecidos

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 14/7/16 en: http://www.carlosrodriguezbraun.com/articulos/la-razon/collares-parecidos/

 

Nadie presume más de ser diferente que Pablo Iglesias y sus secuaces. Una y otra vez nos aseguran que ellos sí que son incomparables con los políticos de siempre, de la casta, etc. Y, mayormente, nos mienten.

Una añeja estrategia de la izquierda, como de las demás fuerzas políticas, es integrar posiciones contradictorias con objeto de maximizar sus apoyos. Así, por ejemplo, mientras la Izquierda Unida de Alberto Garzón llamó a boicotear la visita de Barack Obama a España, su socio en Unidos Podemos, el mismo Iglesias, acudió a hablar unos minutos con el presidente norteamericano, y a regalarle un libro.

Se dirá lo que se quiera, pero esto no es la nueva política, sino la vieja. De hecho, la contradicción fue exhibida en la izquierda hace más de treinta años, y para colmo en el seno del mismo Gobierno y del mismo partido, también a propósito de la visita de un presidente de los Estados Unidos.

En 1985 vino Ronald Reagan, y lo recibió Felipe González, que también había moderado su discurso, renunciando al marxismo, para ser alternativa genuina de poder. El vicepresidente, Alfonso Guerra, prefirió marcharse a saludar a los dictadores comunistas húngaros. Buena vista la del hermano de Juan Guerra. El alcalde madrileño, Enrique Tierno Galván, también se ausentó, y se procuró evitar que Reagan, presidente de la democracia más importante del mundo, hablara en el Congreso. Lo consiguieron: pronunció un discurso en la Fundación March (empleando, por cierto, un teleprompter, que llamó bastante la atención).

Hablando de novedades, no creerán los de Podemos que han inventado el populismo, cuando el propio Alfonso Guerra saludó la inicua expropiación de Rumasa al grito de: “¡Hala, tó p’al pueblo!”. Vamos, es que ni los collares parecen distintos.

Como Pablo Iglesias, también presumía Guerra de ser culto, y todos nos enteramos de su pasión por Mahler y Machado. Iglesias es seguramente más arrogante, y por eso fue y le escribió a Obama una dedicatoria en inglés…con faltas de ortografía.

Lo del libro regalado también revela la propensión izquierdista al sectarismo y la mendacidad. Se trata de un volumen sobre los estadounidenses que lucharon en la Guerra Civil española contra el franquismo. Lógico, no le iba a regalar Las armas y las letras de Andrés Trapiello, que cuenta la verdad, a saber, que la guerra no fue un enfrentamiento entre buenos y malos, ni entre demócratas contra antidemócratas, sino entre enemigos de la libertad.

Me dirá usted que la historia no se repite, sino que empeora, y que el revanchismo guerracivilista es más asimilable a Zapatero que a González. Puede ser, en efecto, que los collares de los supuestamente nuevos progresistas de Unidos Podemos sean más siniestros que ninguno que hayamos visto en los cuellos socialistas. Ningún veterano del PSOE habría incurrido en la última vileza del rapero podemita Pablo Hásel, que celebró la muerte del torero Víctor Barrio en la plaza de toros de Teruel.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Brexit: ¿crisis u oportunidad?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 24/5/16 en http://www.rionegro.com.ar/columnistas/brexit-crisis-u-oportunidad-BM394267

 

El Reino Unido, a 43 años de su adhesión a la Unión Europea (UE), se encuentra frente a un angustioso dilema que ha de sopesarse a voluntad de partidarios y detractores. Pareciera que el canal de la Mancha, que lo separa en múltiples aspectos del continente, se está ensanchando de forma irreversible.

En repetida opinión, el contexto internacional se caracteriza porque la mayor parte de los extranjeros, incluido entre otros el presidente de EE. UU. Barack Obama, no admite las razones geopolíticas para que Gran Bretaña abandone la UE en el referéndum del próximo 23 de junio.

Europa, que ha sido un balance entre Londres, París y Berlín, cada uno con sus diferentes visiones económicas y de política exterior, abría múltiples posibilidades de colaboración y negociación. Pero ahora el desplazamiento de poder hacia Alemania, tanto debido a su éxito económico como a la marginalización creciente de Francia y la irrelevancia europea del Reino Unido, significa que la UE se está articulando como un núcleo fuertemente integrado en la esfera económica bajo hegemonía política y normativa alemana.

Los diplomáticos británicos, pese al esfuerzo que han dedicado durante décadas a entretejer una relación entre Londres y Bruselas que garantizara al Reino Unido un máximo de influencia con, a la vez, un mínimo de cesión de soberanía, se enfrentan a una debacle de gran magnitud. Tal vez no tanto porque el Reino Unido haya cambiado de posición, que lo ha hecho desde la llegada de David Cameron al poder, sino sobre todo porque el continente se ha puesto en marcha, dejando al Reino Unido atrás.

Primero fue Grexit, la combinación de Grecia y exit (salida). Ahora es Brexit o Brixit para referirse a una posible salida del Reino Unido. En el 2015 el Parlamento británico aprobó la European Union Referendum Act 2015, uno de los objetivos de gobierno del Partido Conservador, y será la segunda ocasión que se celebre un referéndum de este tipo tras la elección de 1975, en la que el 67% de los electores se mostró partidario de permanecer. Se espera que el referéndum del 2016, tal como lo indica la encuesta de Financial Times al 8 de mayo, 46% por la permanencia y 43% por la separación, tenga resultados más ajustados.

Por su parte, los principales responsables de la UE han confirmado que no habrá período de gracia para Reino Unido si decide abandonar el bloque. Bruselas no quiere perder ni un segundo y ya ha comenzado a registrar en las agendas de media Europa una cita el domingo 26 de junio, tres días después del referéndum. Esa reunión serviría para acelerar las negociaciones de un proceso que se califica directamente como “divorcio”.

El impulso de la conducción del “Brexiteers” es el mismo que destacó en 1962 el exsecretario de Estado de norteamericano Dean Acheson cuando declaró: “Gran Bretaña ha perdido un imperio y todavía no ha encontrado un papel”. El escritor Edmund Wilson, por su parte, también lo expresó cuando dijo que la elite británica era “completamente irreconciliable con la disminución de la Gran Bretaña de posguerra”.

Pero, pese el consenso generalizado de que la salida de Gran Bretaña de la UE podría dañar su economía, se alzan las voces de un nuevo desafío. En un paper de “Economists for Brexit”, ocho “notables” economistas británicos se oponen a los argumentos del Tesoro, el FMI, la Escuela de Economía de Londres y la OCDE, a los que consideran un “sinsentido económico” y alegan que el Brexit “traerá ventajas económicas, netas y medibles”.

Los miembros del Partido Conservador de Gran Bretaña comparten la misma idea de que su pequeña isla sigue siendo lo suficientemente grande como para estar al margen de la Europa continental. Sin dudas, el sentido británico original de autosuficiencia, y de poder y gloria, que deriva de hechos históricos. Se piensa que el aislamiento geográfico del Reino Unido, así como las tradiciones entrelazadas de comercio y la libertad individual, la distinguen claramente de sus vecinos del continente.

Aunque las consecuencias de la elección recién se verán tras las pruebas de campo (en uno u otro caso), la amenaza del Brexit quizás debería ser observada no solo como una posible pérdida británica y/o comunitaria sino como una esperanza para frenar y cambiar de signo el inquietante proceso de burocratización que caracteriza al gobierno supranacional europeo desde su misma creación.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.