Inflación: del pollo al chivo

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 2/4/22 en: https://www.larazon.es/opinion/20220403/5eogq4d4vvftxmcs2mfqyz74qi.html

Hace años, cuando estaba el profesor Pedro Fraile en La Brújula de la Economía en Onda Cero, yo solía bromear con él y con Carlos Alsina, que entonces dirigía el programa, por la manía de las autoridades y los medios de culpar al pollo de la subida de los precios, y les decía: «pollo: maldito animal inflacionario». El intríngulis no ha mejorado con el tiempo, porque ahora parece que la inflación es culpa de otro animal: Vladimir Putin, o el chivo expiatorio.

Las autoridades se esfuerzan en eludir el coste político que les representaría admitir que son ellas las culpables de la inflación, y no el pollo, ni Putin. Los mercados de alimentos, y las guerras que desatan los sátrapas de todo pelaje, pueden registrar y provocar perturbaciones en la oferta y la demanda, y, por tanto, influir sobre los precios, pero el deterioro sostenido del valor de la moneda en el tiempo tiene orígenes políticos, en primer lugar, por la acción de las autoridades monetarias. Los bancos centrales orquestaron una notable expansión monetaria, que reprimió los tipos de interés demasiado y durante demasiado tiempo: de ahí la inflación. Y de la contención de esa expansión vendrá su moderación.

A ello se suma la política económica de los gobiernos más irresponsables, como el nuestro, que añaden a la expansión monetaria el aumento del gasto público, los impuestos, los déficits y la deuda; y el bloqueo al funcionamiento libre de los mercados, mediante las regulaciones más profusas y absurdas; y todo mientras despotrican contra los males del mercado y el liberalismo.

Una vez enfrentados con las consecuencias de sus propios actos, los gobernantes, incapaces de asumirlas, huyen hacia adelante planteando cada vez más intervencionismo, pintándolo todo con «ayudas» a la gente, que por supuesto paga la propia gente; prohibiciones al despido, como si realmente lo impidieran; controles de precios, que llevan milenios fracasando; pactos de rentas, y otros espejismos. Añadiendo escarnio al insulto, el Gobierno proclamó a la vez: «Protegeremos a los más débiles» y «No habrá una bajada generalizada de impuestos», como si los contribuyentes, y la inflación es un impuesto, no fueran débiles. Eso sí, la culpa de todo es del mejor amigo del hombre, y el íntimo de los políticos: el chivo expiatorio, que hoy es Putin y mañana, ya se verá.

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE. Difunde sus ideas como @rodriguezbraun

¿Por qué continúan empobreciéndose los argentinos, aún aquellos que tienen trabajo?

Por Aldo Abram: Publicado el 12/4/21 en: https://www.infobae.com/opinion/2021/04/12/por-que-continuan-empobreciendose-los-argentinos-aun-aquellos-que-tienen-trabajo/

Si no se hacen las reformas estructurales que se necesitan para resolver los males de fondo que tiene la economía, luego de esta reactivación, habrá una nueva crisis y la historia de profundización del empobrecimiento de los argentinos continuará

Si no se hacen las reformas estructurales que se necesitan para resolver los males de fondo que tiene la economía, luego de esta reactivación, habrá una nueva crisis y la historia de profundización del empobrecimiento de los argentinos continuará

La Argentina tuvo una fuerte recuperación económica desde mediados de 2020. No solamente porque a cada vez más empresas y gente la dejaron volver a trabajar, sino porque el escenario mundial se volvió sumamente favorable para el país. Los bancos centrales de los países desarrollados emitieron muchísimo para tratar de sostener sus economías ante el impacto negativo de la pandemia. Sin embargo, esto implicó que sus monedas se depreciaran, al igual que sucede en Argentina cuando nuestro Banco Central (BCRA) le da a la “maquinita”. Pero, con mucho menos pérdida de valor de sus monedas; porque son confiables y sus ciudadanos las demandan, mientras al peso nadie lo quiere. En definitiva, la caída del poder adquisitivo del dólar se reflejó en una suba de los bienes exportables, que se miden contra esa moneda, en particular en el valor de los productos argentinos. También, la abundancia de liquidez mundial ayudó a financiar el incremento de la demanda internacional. Todo esto implicó un aumento de los montos exportados, más allá de que estamos lejos de alcanzar las cantidades vendidas al exterior de 2019; aunque hubo alguna recuperación con respecto a 2020. Además, tanto financiamiento disponible en los mercados llevó a ínfimos rendimientos en los países seguros y a los inversores a buscar incrementar sus ganancias asumiendo más riesgo en países emergentes que pagan más. Sin duda, no están viniendo a la Argentina, ya que es un país del que los capitales se fugan; pero si desincentiva la salida de ahorros e inversiones, mermando el desfinanciamiento de nuestra economía. Así que la recuperación ha sido particularmente fuerte, pero los argentinos continúan empobreciéndose.

Es cierto que los datos de empleo dejan ver que la reactivación vino acompañada de una mayor cantidad de argentinos trabajando. Sin embargo, la mayoría lo volvió a hacer con menores ingresos, en actividades de menor productividad o más precarias, informales o de tiempo parcial. Esto no debería extrañarnos, ¿quién va a invertir y generar empleo productivo cuando el gobierno continuamente toma decisiones en contra de los productores haciéndolos perder plata? Además, imaginémonos un empresario que ve que su demanda aumenta con la reactivación y podría tomar un trabajador más. Difícilmente lo hará cuando sabe que las mejoras siempre fueron seguidas de nuevas crisis y está prohibido despedir o, de última, tendrá que pagar doble indemnización por echar a quien contrató, si algo sale mal.

Por otro lado, el Índice de Pobreza de los Trabajadores ha estado mostrando una desmejora hasta principios de este año. Este indicador se basa en el índice de salarios y la Canasta Básica Total que realiza el Indec y lo que refleja es cuánto más cerca o lejos están los trabajadores de ser pobres. O sea, en Argentina, aún aquellos que tienen la suerte de tener un trabajo se han estado acercando a la línea de la pobreza con sus ingresos y cada vez son más los que caen por debajo de ella. Esto no es raro, en 2020, el BCRA estuvo emitiendo a tasas que llegaron a superar el 90% interanual, para financiar al gobierno. Todos sabemos que lo que produce son papelitos pintados que no valen casi nada; por lo que para transferirle capacidad de gasto al Estado se la saca a los tenedores de moneda local, emitiendo y haciendo bajar su poder adquisitivo. Así el gobierno puede aumentar sus erogaciones cobrándonos el impuesto inflacionario y empobreciéndonos a los argentinos. Pues, la pérdida de valor del peso que gestaron el año pasado, todavía está reflejándose en los precios de los bienes y servicios. Es lo que justifica que la inflación acumulada del último trimestre de 2020 haya superado el 11% y, la del primer trimestre de este año, rondara el 12%.

El perseverante empobrecimiento de los trabajadores que muestra este indicador es en sí una mala noticia; pero no la peor de ellas. Hace décadas que son coyunturales las mejoras en el nivel de bienestar de los argentinos cada vez que se sale de las crisis o se recibe el beneficio de excepcionales escenarios internacionales favorables; pero luego se desvanecen cuando las condiciones externas se normalizan. La realidad es que la tendencia de largo plazo es al empobrecimiento; porque para poder mejorar las posibilidades de progreso de los trabajadores hay que incentivar la inversión que permite el crecimiento de la producción y la productividad en el largo plazo. La Argentina ha sido un fracaso en ese sentido; pero ha tenido gran éxito “combatiendo al capital”.

¿Quién va a querer producir en una Argentina que se encuentra entre los países del mundo que más exprimen con impuestos a sus empresas y siguen incrementándoles la presión tributaria? O, cuando la legislación laboral y los gravámenes al trabajo hacen más conveniente usar capital más caro y escaso para sustituir empleo, habiendo alta desocupación. O cuando existen más de 67.000 regulaciones que asfixian a los que intentan hacer negocios, en particular a las Pymes.

Es posible que la recuperación de la economía continúe; mientras la “segunda ola” de la pandemia no golpee demasiado fuerte, fruto de la mala gestión que se hizo de la misma. Sin embargo, en la medida que no se resuelvan todos los graves problemas que aquejan al país, algunos de los cuales comentamos en el párrafo anterior, no se habrá salido de la crisis de credibilidad preexistente al COVID-19. Nadie cree que la Argentina tenga capacidad de tener un crecimiento importante y sostenido o la capacidad de recrear su credibilidad, por ende, su crédito. Por ello vemos que los que compran y venden los bonos entregados en el canje de 2020 lo hacen a precios que señalan que creen que el país volverá a reestructurarlo en el mediano plazo.

Lamentablemente, si no se hacen las reformas estructurales que se necesitan para resolver los males de fondo que tiene la economía, luego de esta reactivación, habrá una nueva crisis y la historia de profundización del empobrecimiento de los argentinos continuará.

Aldo Abram es Lic. en Economía y fue director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (Ciima-Eseade) . Sigue a @AbramAldo

Corralito y carry trade: dos «inventos» argentinos

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 26/7/19 en:  https://www.ambito.com/corralito-y-carry-trade-dos-inventos-argentinos-n5044913

 

En el mercado de valores están invirtiendo quienes no ven otra alternativa, al punto que el fenómeno ha generado un sobrenombre, TINA -The Is No Alternative-, No Queda Otra Alternativa que invertir en acciones de EE.UU. Pero para algunos sí hay opción: los emergentes.

Inversores extranjeros buscan alternativas.

“Las malas noticias son aclamadas. Las buenas ponen nerviosos a los inversores. Bienvenido a Wall Street”, escribió Stephen Grocer en The New York Times. En el mercado de valores están invirtiendo quienes no ven otra alternativa, al punto que el fenómeno ha generado un sobrenombre, TINA -The Is No Alternative-, No Queda Otra Alternativa que invertir en acciones de EE.UU.

“Así, las acciones suben a pesar de que hay mucho de qué preocuparse”, continúa Grocer. El índice S&P 500 a mediados de julio ya había alcanzado un récord, luego de cotizar por encima de 3.000. Y, mientras sigan las malas noticias sobre la ralentización de la economía mundial, los bancos centrales están decididos a mantener las tasas de interés bajas, y así bonos y renta, y plazos fijos no resultan una buena inversión.

El dinero barato ha transformado el mundo de los prestatarios, ahorradores, banqueros, administradores de dinero y jubilados. Según las ideas neo-keynesianas, imperantes en el mundo hoy, las bajas tasas de interés estimulan el crecimiento ya que las empresas y los consumidores pueden obtener fondos a bajo costo.

Entre muchos, en 2018 Jamie Dimon, de JPMorgan Chase & Co., dijo que el índice de referencia mundial para tasas a más largo plazo -el rendimiento de un bono del Tesoro a 10 años- podría superar el 5%, pero hoy apenas supera el 2%. Las tasas hipotecarias a 30 años son una fracción, y las empresas pagan muy poco por los préstamos. Todo ese dinero barato está inflando la economía.

Y la Reserva Federal, que venía incrementando las tasas desde 2015 -entre 2012 y 2015, con bajas tasas, el S&P 500 subió 45%- comenzaría a recortarlas, un cuarto de punto porcentual, a fines de julio. Y lo mismo harían muchos otros. El Banco Central Europeo desde 2016 ha establecido una tasa de referencia de -0,4%.

Así, la deuda global de rendimiento negativo ya superó los u$s13 billones, en gran parte alemana contrastando con la de EE.UU. que todavía está en positivo. Esta anomalía incentiva a los gobiernos a dilapidar más ya que ganan endeudándose. La deuda de Washington ya superó los u$s22 billones.

El problema se traslada al futuro. Del otro lado está la gente común, los pequeños inversores y los jubilados que reciben tasas bajas por sus ahorros. Según Bankrate.com, la tasa promedio en las cuentas de ahorro en EE.UU. es del 0,10%, cuando en 2000 llegaba al 1,73%. El bono del Tesoro a 30 años produce alrededor del 2,5%, contra un 6,5% durante la década de 1970.

Los fondos de pensiones, que supervisan trillones, redujeron las expectativas de rendimiento ya que el récord en las acciones no es alivio porque en eso se invierte menos desde la crisis financiera. El retorno esperado promedio de pensiones en los próximos 10 años sería del 6,1%, frente a un objetivo anterior del 7%.

Así, los inversores se vuelcan hacia alternativas de mayor riesgo, en países emergentes y en carry trade, la compra de moneda en lugares con altas tasas de interés que está generando los mejores rendimientos desde mayo de 2018, según un índice de Bloomberg sobre los retornos del carry trade de ocho mercados financiados por las posiciones cortas del dólar. Y, como cuando inventamos el corralito a nivel global, como ejemplo, Susanne Barton de Bloomberg, destaca que las apuestas en pesos argentinos que utilizan dólares están cosechando alrededor del 15% de ganancia este año, y el 20% con euros.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Ex Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini 

Fluctuación sucia en Argentina, ¿al garete?

Por Carlos Alberto Salguero. Publicado el 19/2/19 en: https://independent.typepad.com/elindependent/2019/02/fluctuaci%C3%B3n-sucia-en-argentina-al-garete.html

 

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A diferencia de un sistema de tipo de cambio fijo ―donde los bancos centrales tienen que proporcionar la cantidad de moneda extranjera que se necesite para financiar los desequilibrios de la balanza de pagos, al tipo de cambio vigente―, un sistema de tipo de cambio flexible requiere que los bancos centrales se abstengan de intervenir, y la relación cambiaria se ajuste para igualar oferta y demanda de divisas.

Sin embargo, en la literatura económica se describe la modalidad de tipo de cambio flexible o fluctuante que opera en la Argentina de hoy: fluctuación intervenida o sucia. En tal sentido, la autoridad monetaria interviene comprando o vendiendo divisas, en un intento de influir en los tipos de cambio, aunque solo bajo determinadas condiciones.

El plan del BCRA consiste en frenar la expansión monetaria hasta el mes de junio de 2019 mediante una zona de no intervención cuyos límites, desde septiembre pasado, fueron fijados entre 34 y 44 pesos, respectivamente, con un ajuste inicial mensual del 3% recalibrado al 2,2%, en el mismo lapso, hacia diciembre pasado. Si el dólar pasa del límite superior, el organismo podrá vender hasta 150 millones de U$S diarios para tratar de contenerlo. De lo contrario, si el dólar se deprecia por debajo de 34, el BCRA podrá comprar reservas internacionales y decidirá cuándo esterilizar dichas compras.

Se trata de un fuerte control de la base monetaria (billetes y monedas en poder del público, billetes y monedas en entidades financieras más los depósitos de los bancos en el BCRA). Pero todo el sistema depende de un indicador crucial, el premio de su contrapartida, la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliq). Mediante este instrumento, el plan persigue un doble objetivo: reducir la inflación y evitar la volatilidad cambiaria.

Ante la mirada optimista del gobierno, los datos estadísticos de enero encendieron las primeras luces de alarma sobre el primer objetivo, la inflación. El índice de precios comenzó el sendero a la baja desde la implementación del nuevo plan en el mes de septiembre, con 6,5% mensual, pero modificó su tendencia hacia el mes de enero, con un  2,9%, y avivó  la incertidumbre sobre la meta cambiaria.

Frente a la evidencia, y a la zaga de los acontecimientos, el Banco Central limitó la tenencia de Leliq por parte de los bancos, a fin de evitar que fondos llegados desde el exterior en forma de capitales «golondrina» aprovechen las tasas que ofrece el instrumento para luego «fugarse» con rapidez. Con esta modificación se dispuso limitar el máximo de Leliq que un banco puede tener en su poder, al 65% de los depósitos de sus clientes o al 100% del patrimonio del banco. ¿Alcanzará?

¿Cuál será el costo que pagará la plaza local cuando se reviertan los buenos vientos hacia mercados emergentes? Las mesas de dinero de Argentina recomiendan ahora ser muy cautos con el “carry trade” y los vientos favorables son vistos como transitorios.

Lo más importante según la ortodoxia económica abreva en la visión de Robert Mundell y Marcus Fleming, en lo que se conoce como el Modelo de Mundell-Fleming. En ausencia de intervención cambiaria (los autores hablan de un tipo de cambio plenamente flexible, aunque los efectos pueden verse atenuados y hasta desvirtuados bajo el presente escenario de flotación sucia), un tipo de cambio flexible implica un balance pagos en equilibrio. La primera implicancia establece que cualquier déficit de cuenta corriente debe ser financiado con entradas de capital privado, y cualquier superávit con salida de capital.  Es decir, los ajustes del tipo de cambio aseguran el equilibrio de las cuentas corriente y de capital.  Ahora, la segunda implicancia y la más contundente esencia de inequidad del sistema consiste en que solo hay un tipo de interés con que se equilibra la balanza de pagos: aquel que iguala el tipo de interés interior con el del resto del mundo. De lo contrario, habrá entradas o salidas infinitas de capital únicamente mitigadas por el “trade off” rentabilidad-riesgo.

En síntesis, las bandas buscan soslayar el ancla nominal, en este caso el tipo de cambio, ya que no están dadas las condiciones de hecho económicas para que la divisa norteamericana fluctúe libremente y tienda a converger hacia su verdadero precio. Cotización que no es ni más ni menos que la que se establece bajo las condiciones que subyacen en la economía nacional.

Hasta tanto no exista la convicción de que es imprescindible solucionar la cuestión fiscal, y ello presupone prescindir de las transferencias de recursos, en grado superlativo, hacia los beneficiarios del sistema (políticos, sindicalistas, jueces, etc.), poco  podrá hacerse agregando énfasis en la política monetaria. Tal vez ayude recordar las palabras del expresidente del BCRA, Federico Sturzenegger, quien dijo, “Nuestra capacidad desde el Banco Central para contribuir al bienestar de la sociedad es dotarla de una moneda con poder de compra estable como resultado de un entorno de baja inflación. No podemos lograr casi ningún otro objetivo.” De lo contrario, la experiencia de la flotación sucia flotará, pero lo hará al garete como en tantas otras ocasiones de nuestra empobrecida historia.

 

Carlos Alberto Salguero es Doctor en Economía y Máster en Economía y Administración de Empresas (ESEADE), Lic. en Economía (UCALP), profesor titular e investigador en la Universidad Católica de La Plata y egresado de la Escuela Naval Militar.

El negacionismo económico. Un manifiesto contra los economistas secuestrados por la ideología: De Pierre Cahuc y André Zylberberg

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 16/3/18 en: http://www.elcultural.com/revista/letras/El-negacionismo-economico-Un-manifiesto-contra-los-economistas-secuestrados-por-la-ideologia/40795

 

Pierre Cahuc y André Zylberberg

Este libro expulsa a los economistas antiliberales más radicales, como los podemitas galos “aterrados”, al mundo de la superstición. La economía, alegan los autores, es una ciencia, y oponerse a sus conclusiones es como sostener que el tabaco garantiza la buena salud de los pulmones.

Y la economía demuestra que la demonización de las finanzas y la propuesta de la Tasa Tobin (que no es de Tobin) son insostenibles, aunque “prestan inmensos servicios a los políticos, sobre todo en campaña electoral y en periodos convulsos. Con arrojarlas de carnaza a las masas vengativas, el éxito está asegurado”. Además: “las subidas de impuestos tienen un efecto negativo en el crecimiento”. Desmontan asimismo varias falacias de suma cero, o maltusianas: la llegada de inmigrantes no aumenta el paro ni reduce los salarios, y la reducción de la jornada laboral no crea empleo, como tampoco lo crean las prejubilaciones. Terminan refutando las jeremiadas sobre los peligros de los robots y “el fin del trabajo” pregonadas desde Davos y otros saraos análogamente arrogantes y buenistas.

Para colmo, nadie puede acusarlos de ser agentes del poder económico. Cahuc y Zylberberg dedican un capítulo a desollar a los “empresarios que arruinan Francia” con los camelos de la “política industrial”, cobrando fortunas de consumidores y contribuyentes. Es el típico capitalismo de amiguetes, “fábula” que no sirve para nada “porque son las empresas en declive las que más se movilizan para recibir ayudas públicas. Se juegan su supervivencia. Por desgracia, también vemos que las subvenciones concedidas a esas empresas no les permitieron superar sus dificultades”.

Como era de esperar, muchos han arremetido en Francia contra los autores acusándolos de liberales, y llevándose las manos a la cabeza: ¿cómo es posible que sigamos con el liberalismo del FMI, de los bancos centrales, y de la economía neoclásica? Sin embargo, la teoría neoclásica no es liberal, como sabe cualquiera que haya hojeado un manual, los bancos centrales tampoco, y el FMI menos todavía, porque se ha pasado toda la vida reclamando subidas de impuestos. Y, por asombroso que parezca, tampoco lo son los autores. No critican a los bancos emisores, y no quieren que el gasto público sea menor sino mejor. Afirman que bajar los impuestos es apenas un “remedio milagroso”. Ellos quieren subirlos. Les gusta, como a tantos en la izquierda y en la derecha, el modelo escandinavo, con altos impuestos, con retenciones y sin deducciones, para que nadie se escape, pero con mercados abiertos y flexibles.

Los liberales estarán tentados también de criticarlos por su reduccionismo, o “cientismo”, que diría Hayek, y por su visión de la economía como una disciplina puramente experimental. No estoy de acuerdo. La teoría económica no está tan alejada de los problemas reales de la gente como a veces se afirma, y ha mostrado en las últimas décadas una mayor pluralidad de enfoques, incluido el institucional. Los autores no declaran que la economía es igual que la física; y, por cierto, la economía experimental no es terreno exclusivo de los antiliberales: que se lo cuenten a Vernon Smith.

Las debilidades de este volumen son otras, empezando por su propio énfasis en la contrastación, que los lleva a ser imprudentes, como cuando dan por sentado que los multiplicadores del gasto local están en torno al 1,5: B. Dupor y R. Guerrero calculan, en cambio, que se sitúan entre el cero y el 0,5 (Journal of Monetary Economics, diciembre de 2017). Como muchos otros economistas, no analizan bien el Estado, y creen que es una suerte de condición exógena, que plantea unas demandas, que los economistas responden de manera técnica y asignativa.

La lógica del propio Estado, como decía equivocadamente Hicks, nos es ajena. Se trata de desatino, que a la postre bloquea el análisis robusto de la realidad. Hay otros errores, como cuando hablan de “bancos” en España, y es obvio que se refieren a las cajas; o de “desregulación” cuando quieren decir lo contrario.

 

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Credibilidad y Metas de Inflación

Por Iván Carrino. Publicado el 26/11/17 en: http://www.ivancarrino.com/credibilidad-y-metas-de-inflacion/

 

 

¿Cuánto pesa el incumplimiento de la meta por parte del BCRA? ¿Errará en 2018 por segunda vez?

Es muy famoso el cuento de “Juanito y el lobo”.

Juanito debía cuidar a las ovejas y advertirle a la comunidad de pastores si se acercaba el lobo feroz que las depredaba.

Ahora en diversos raptos de humor, Juanito daba la alerta, desesperando a todos los vecinos, que acudían como locos a ver qué pasaba, para enterarse que todo había sido un invento.

Hasta el día que el lobo vino, Juanito dio la alerta y nadie lo escuchó.

Moraleja: la credibilidad es importante, y no se la debe echar por la borda advirtiendo de algo que, en la práctica, no ocurre.

Credibilidad, demanda de dinero e inflación

Algo similar pasa con los Bancos Centrales. En sistemas de Metas de Inflación (MI), establecen objetivos para el aumento de los precios. Sin embargo, si no cumplen con ese objetivo, pierden credibilidad.

Esto no es gratis. Si la autoridad monetaria no tiene credibilidad, entonces posteriores anuncios no serán tenidos en cuenta y oferta y demanda de dinero no se equilibrarán en la inflación buscada.

Por ejemplo, si el Banco Central en que sí confío me dice que va a haber una inflación de 10%, entonces voy a demandar dinero consistente con ese nivel.

Por el contrario, si me dice que va a ser 10%, pero no confío en él, entonces demandaré menos dinero, haciendo que ese nivel no se cumpla. Recordemos que la inflación es el exceso de oferta de dinero por sobre su demanda, así que ambos componentes importan.

En Argentina ya tenemos un año de MI y sabemos que no se van a cumplir. Sturzenegger fijó un 17% anual de máxima y terminaremos 2017 en 23% aproximadamente.

El año que viene, el techo de la meta es 12%, pero las expectativas del mercado marcan 16,0%.

Como dijo el mismo Sturzenegger, el BCRA enfrenta un “gap de credibilidad”.

Ahora bien, ¿cuán importante es el error de cálculo del Banco Central? ¿Cuánto le resta en términos de credibilidad? ¿Puede hacer algo para recuperarla y lograr la meta de 2018?

De acuerdo con Petursson (2007):

Uno podría argumentar que la medida apropiada para medir el éxito de las metas de inflación es la frecuencia con la cual se cumple el objetivo establecido. Ahora (…) mirar solo el éxito en alcanzar la meta es un enfoque demasiado pequeño (…)

El propósito principal de un sistema MI es proporcionar un ancla creíble para la política monetaria en el mediano plazo. Por eso es que es mejor medir el éxito del esquema mirando cuán exitoso fue el Banco Central en bajar la inflación a niveles que se correspondan con la estabilidad de precios, manteniéndose cerca de esos niveles.

A continuación, miramos algunos casos de Bancos Centrales que incumplieron sus metas, con diferentes efectos sobre la credibilidad y la inflación.

La pionera Nueva Zelanda

El primer país en el mundo que adoptó oficialmente un sistema de MI fue Nueva Zelanda. Desde ese entonces, muchos  se han sumado al “equipo” copiando la política monetaria en sus respectivos países.

Debido a que la inflación allí se ha mantenido por los últimos 10 años en un promedio de 2%, nadie cuestiona que la política monetaria neozelandesa efectivamente funcione.

Sin embargo, al mirar los números, vemos que no fueron pocas las oportunidades en que el Banco Central Neozelandés estuvo lejos de la meta.

Gráfico 1. Metas de inflación y variación anual del IPC en diciembre de cada año en Nueva Zelanda.

NZ

Fuente: Iván Carrino en base a FMI y Policy Targets Agreement, RBNZ.

En concreto, entre 1990 y 2016, en 9 ocasiones el Banco Central no cumplió con su meta de inflación, ya que la variación de los precios superó el objetivo. Obviamente, la cantidad de casos en que la meta sí se cumplió es superior, aunque en tres oportunidades los precios variaron por debajo del mínimo establecido por la autoridad monetaria.

Visto así, el incumplimiento puntual de la meta no pondría en juego la reputación o la efectividad del sistema de MI para reducir y mantener baja la variación de los precios.

No obstante, debe aclararse que en el caso neozelandés, la meta no parece estar establecida solamente mirando la inflación anual en diciembre, sino de manera más amplia.

De los “Acuerdos de Objetivos de Política”, de hecho, se desprende que:

…el objetivo de será mantener los resultados de la inflación del IPC futuro entre 1% y 3% en promedio a mediano plazo.

El caso de Turquía

A principios de 2001 una crisis financiera hizo que Turquía abandonara su sistema de tipo de cambio semifijo y se dispusiera a adoptar MI. En dicho momento, los precios subían a una velocidad descontrolada (casi 70% para fin de año), por lo que decidieron ir hacia este sistema en forma gradual.

Este camino gradual incluyó que, en un primer momento, el Banco Central de Turquía adoptara un esquema de metas para el aumento de la cantidad de dinero, que para 2002 se fijó en 40%, de acuerdo a lo que se esperaba que creciera el PBI nominal.

Al mismo tiempo, se fijó una meta de inflación de 35% que “complementaría” el “monetary targeting” (Şahinbeyoğlu, 2008). Este cambio fue acompañado de una modificación en la Carta Orgánica del Banco Central, y de un compromiso por parte del gobierno de mantener metas de superávit fiscal (de 5,5% del PBI para 2001 –que cumplió- y 6,5% del PBI para 2002 –que no cumplió-).

Gráfico 2. Metas de inflación y variación anual del IPC en Turquía.

TURK

Fuente: Iván Carrino en base a FMI y Türkiye Cumhuriyet Merkez Bankası

El programa desinflacionario tuvo éxito. La inflación en el primer año estuvo por debajo de la meta, y también en el segundo y tercero. Sin embargo, el esquema puro de Metas de Inflación se lanzó recién en 2006, año a partir del cual los objetivos del Banco Central comienzan a incumplirse.

A partir de entonces, e incluyendo la proyección del FMI para este año, son 9 los años de incumplimiento. Nada bien.

Ahora las diferencias entre la inflación registrada y la targeteada es de 2,2 puntos cuando esta superó el techo. Sin dudas el Banco Central de Turquía debería ponerse más firme para cumplir las metas que él mismo se impone, pero también debe destacarse que la inflación no está descontrolada y que no se ha vuelto en absoluto a los niveles elevados del pasado.

Ganando credibilidad en Brasil

En Brasil las MI se adoptaron en 1999, después del abandono del tipo de cambio fijo.

De acuerdo con Bevilaqua, Mesquita y Minella (2008):

…la credibilidad no ha sido perfecta, dado que las expectativas de inflación han tendido a sobrereaccionar a los eventos presentes en muchas oportunidades (…) De aquí que el BCB a menudo haya tenido que actuar para evitar que los eventos del corto plazo afecten las perspectivas del mediano.

Gráfico 3. Metas de inflación en Brasil e inflación anual.

BRA

Fuente: Iván Carrino en base a FMI y BCB.

Tras dos años de inflación a la baja y cumplimiento de las metas, el BCB reducía sus targets pero una nueva caída de real (suba del dólar) impactó en los precios y las expectativas. Entre octubre de 2002 y marzo de 2003 la inflación promedió 1,9% mensual, lo que anualizado daba 25,3%.

En ese período, el Banco Central decidió subir la tasa de interés desde 18% a 26,5%, logrando quebrar las expectativas y encauzarlas para los años siguientes.

En 2002 la meta se incumplió por 10 puntos y al año siguiente se subió de 3,5% a 8,5%.

A partir de entonces, tanto la meta como la inflación observada comenzaron a bajar. Desde 2004 que la inflación siempre se ubica en el techo de la meta, o unas décimas por encima. La única excepción es 2015, donde los precios saltaron producto de la devaluación, pero luego la inflación volvió a su “normalidad”.

Los incumplimientos de la meta de inflación en Brasil le exigieron a su Banco Central tomar medidas para ganar credibilidad. Pero a partir de los datos podemos ver que, después de hacerlo, la inflación fue convergiendo a los objetivos de la autoridad monetaria.

Volvemos a  Reconquista

La medida por excelencia para medir el éxito de un sistema MI es la cantidad de veces que las metas se cumplen. Sin embargo, en una mirada más amplia, el éxito puede medirse en términos de cuánto logró el Banco Central reducir la inflación.

En Argentina, la variación anual de precios pasó de 41% (IPCBA- Dic’15), a 23% (IPC-INDEC estimado) y volverá a caer a 16,0% en 2018 (REM-BCRA Octubre). Es decir, si el REM es un buen pronosticador del futuro, la inflación habrá bajado 25 puntos en dos años.

¿Ahora por qué no podría bajar aún más?

Para atacar el “gap de credibilidad” que mencionamos al principio, el BCRA dispuso:

1)      Subir la tasa de interés de referencia en 250 puntos básicos entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre.

2)      Sturzenegger anunció que aminorará el ritmo de compra de reservas internacionales, reduciendo uno de los elementos principales que hacen que hoy la oferta monetaria crezca.

En conclusión, el incumplimiento de la meta 2017 y el potencial incumplimiento 2018 le metieron presión al BCRA para tomar medidas que generen mayor credibilidad y equilibrio monetario.

En la medida que estas sean suficientes, podemos pensar en una inflación menor de la proyectada hoy y más cercana a los objetivos planteados.

 

Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es editor de El Diario del Lunes, el informe económico de Inversor Global. Además, es profesor asistente de Comercio Internacional en el Instituto Universitario ESEADE y de Economía en la Universidad de Belgrano.

Reseña de «El Banco de España y el Estado liberal» (1847-1874) por Pedro Tedde de Lorca

Por Carlos Rodriguez Braun: Publicado el 8/1/16 en: http://www.elcultural.com/revista/letras/El-Banco-de-Espana-y-el-Estado-liberal-1847-1874/37467

 


Ramón de Santillán (en el billete), primer gobernador del Banco de España

Después de haber publicado dos notables trabajos sobre los antecedentes del Banco de España, El Banco de San Carlos (1988) y El Banco de San Fernando(1999), Pedro Tedde de Lorca presenta ahora un nuevo estudio, muy bien documentado y muy bien escrito, como es habitual en él, sobre los primeros años de nuestro banco (ex) emisor.

Toda la historia del Banco de España, como la de todos los bancos centrales, es la historia de una creciente intervención del Estado en el sistema financiero y bancario, de concesión de privilegios y recorte del mercado y la competencia, a cambio de dinero para sus arcas. A pesar de que hablamos de hace un siglo y medio, todo resulta familiar, desde las quejas por la insuficiencia de crédito hasta los intereses cruzados entre lo privado y lo público, pasando por diversos escándalos de corrupción y la consabida cantinela de que la intervención resulta imprescindible para evitar las crisis, que por supuesto no se evitaron entonces ni después.

Otra regularidad es la fantasía de que Ulises se puede atar a sí mismo, en una dinámica que continúa hasta hoy con la consigna de la independencia de los bancos centrales. Entonces en España se reproducían los debates monetarios británicos, con la propuesta de dividir el Banco de España en dos departamentos, uno de emisión y otro de descuento de papel, en la misma línea de la reforma de Peel del Banco de Inglaterra de 1844. Tanto en el Reino Unido como en España faltó la profundidad de Henry Thornton y la noción crucial de que el control de la emisión de billetes no previene contra las crisis porque la banca puede crear dinero mediante el crédito impulsado por la reserva fraccionaria. También aparecen los fallos regulatorios que desvirtúan las restricciones a la banca, filtrando la expansión monetaria, entonces hacia las llamadas sociedades de crédito, y hoy hacia la shadow banking.

Se destaca la dinámica asimétrica del intervencionismo, que marcó una tendencia perdurable: menos micro y más macro. En el campo monetario, la invasión del Estado sería constante, y se fue cercando la competencia de los bancos privados de emisión, descalificados por Salaverría en 1864 como «feudalismo monetario».

Esa asimetría se observa en los liberales, muchos de los cuales, entonces como después, estaban más que dispuestos a aplaudir la intervención pública. Ese error trágico se plasmó en su respaldo a la desamortización, que fue sólo un primer paso para la invasión del Estado sobre la propiedad privada de sus súbditos. Un héroe del comercio libre como el catalán Laureano Figuerola aplaudió los impuestos directos frente a los indirectos, en contra de los economistas liberales clásicos, y también el crecimiento de la deuda pública, que los liberales apoyaron en vez de reducir un gasto público que no hizo sino crecer, hasta hoy.

Los liberales podrán derramar emocionadas lágrimas ante la idea de Figuerola de dejar «la elección de las formas bancarias al interés individual, que sabrá elegir las mejores, según las condiciones y circunstancias de tiempo y de localidad». Acierta Jesús Huerta de Soto al decir que la declaración es de un liberalismo impecable, que «ni siquiera los propios Mises y Hayek podrían haber efectuado de manera más correcta y precisa». Pero al final no se hace, al final mucho liberalismo y poca libertad, especialmente en el campo monetario. En 1874 se fusionan a la fuerza los bancos emisores provinciales con el Banco de España, al que se concede el monopolio de emisión de billetes en todo el país. A cambio, lógicamente, de más dinero para el Estado.

Y la historia se repite: el Estado siempre gasta los recursos que tiene y más, incluso si son extraordinarios, como los de la desamortización (o la burbuja inmobiliaria), y maneja sus exacciones conforme a los vaivenes de la opinión pública, confiando siempre en que el crecimiento económico aumente la recaudación.

Ya hubo entonces intentos de secesión por parte de ciertos políticos catalanes y muchas perturbaciones políticas. Pero Figuerola insistió en 1869: «Que sepa el público entero de la España que hay librecambistas en Cataluña».

Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.

Cinco escenarios para 2050: pero no figura el colapso del estado benefactor bajo deuda e inflación.

Por Martín Krause. Publicado el 7/11/14 en: http://bazar.ufm.edu/cinco-escenarios-para-2050-pero-no-figura-el-colapso-del-estado-benefactor-bajo-deuda-e-inflacion/

 

Deutsche Post ha publicado un informe donde se plantean diferentes escenarios para la economía global en el año 2050: http://www.dpdhl.com/en/media_relations/press_releases/2012/the_world_in_2050.html

Y sí, hay gente que tiene que estar pensando en el 2050, mientras muchos apenas sabemos lo que va a pasar el año que viene. La falta de una moneda sólida en el mundo y de crecientes endeudamientos en los principales países del planeta debería alertarnos ya que habrá turbulencias. La crisis del 2008 va quedando atrás pero nada se ha hecho para evitar la próxima. Las políticas monetarias de los bancos centrales “generan” los ciclos económicos de auge y caída, no los suavizan. Sin embargo, nada de esto se menciona en el análisis del futuro de este reporte. ¿Y cuáles son los escenarios que encuentran?

E-Commerce

Escenario 1: Una economía sin control, con colapso a la vista. Pero curiosamente a ese destino se llegaría por “un materialismo y consumo sin límites, alimentado por el paradigma del crecimiento cuantitativo y el rechazo el desarrollo sustentable.” EL comercio mundial ha florecido por la eliminación de las barreras comerciales, Asia es el centro de la economía y una super-red de transpote global asegura rápidos intercambios entre los centros de consumo. Pero el cambio climático lleva a desastres naturales.

Escenario 2: Mega-eficiencia y mega-ciudades. Un mundo en el que las ciudades son los grandes motores del progreso y el estado nacional queda en un segundo plano. Las ciudades se benefician del crecimiento “verde”. Para superar problemas como la congestión y las emisiones se han convertido en campeonas de la colaboración. Los consumidores cambiaron sus hábitos, los productos ya no tanto se compran sino que se alquilan.

Escenario 3: Estilos personalizados. La individualización y el consumo personalizado se han extendido por doquier. Los consumidores pueden diseñar y crear sus propios productos, con impresoras 3D. Esto se complementa con una infraestructura energética descentralizada.

Escenario 4: Proteccionismo paralizante. A partir de las crisis económicas, el nacionalismo excesivo y las barreras proteccionistas, la globalización se ha revertido. El desarrollo tecnológico es lento. Los altos precios de la energía y la escasez de su oferta llevan a conflictos internacionales sobre los recursos.

Escenario 5: Resistencia global, adaptación local. Describe un mundo caracterizado por un alto nivel de consumo gracias a la producción automatizada y barata. Pero el acelerado cambio climático y las frecuentes catástrofes naturales quiebran las cadenas de suministro global y se producen constantes fallas en la oferta. El paradigma económico cambia de la maximización de la eficiencia a la mitigación de la vulnerabilidad. Esto lleva a duplicar sistemas para superar esos inconvenientes aunque la eficiencia termina sacrificada.

En fin, puede ser que alguno o más de uno de los escenarios descriptos se produzca: el auge de las ciudades, la personalización del consumo. Pero tal vez el escenario más importante será el que determinará las políticas fiscales y monetarias de los gobiernos ya que si hay una amenaza en el planeta actualmente es que tienen las manos libres para hacer lo que quieran, sin mayores controles y lo que quieren suele ser gastar y emitir. Todo, por supuesto, con los mejores argumentos acerca del impulso de la “demanda agregada” y las terribles amenazas de la deflación.

Tal vez haya que incorporar un escenario que describa el colapso del estado benefactor, hundido en un mar de deuda y emisión monetaria. ¿Y después?

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).

El poder económico internacional

Por Gabriel Boragina. Publicado el 31/5/14 en http://www.accionhumana.com/2014/05/el-poder-economico-internacional.html

 

Es típico escuchar o leer que «somos dominados por el dinero» o por «el poder económico internacional» o los «grandes grupos financieros; monopólicos; oligopólicos; concentraciones; conglomerados; corporaciones; .oligarquías; poderes ocultos; en las sombras…privados» y demás vocabulario «temible». Toda esta terminología podría ser correcta, con una sola excepción: la calificación de «privados». Porque ningún grupo privado (enorme, grande o pequeño) tuvo jamás ni tiene semejante poder de dominación en el mundo. Entonces, lo que corresponde a todas esas terribles y amenazantes denominaciones es seguirlas con el adjetivo correcto, es decir el de estatales y no privadas. Inclusive, hasta el «dinero» que hoy en día se maneja a nivel mundial y es impuesto a nivel planetario es dinero del estado, y no privado.
Ese supuesto «poder» financiero internacional o mundial «privado» no es tal, desde el momento que constatamos que el «dinero» que operan los bancos (ya sea «dinero» contable o físico) no es de ellos, es «dinero» fabricado por y del estado. Propiedad estatal, no privada.
De otro modo ¿qué banco privado -por multimillonario que fuera su patrimonio- puede imprimir dólares, euros, yens, etc.? Ninguno. Sólo los bancos centrales y/o estatales pueden crear dinero. Y los bancos centrales, se diga lo que se diga, no dejan de ser organismos estatales, por mucha «independencia» que aquellos declamen en sus cartas orgánicas. Ergo, todo el actual «dinero» del mundo es propiedad de los gobiernos. Ni un centavo es nuestro, ni siquiera de los bancos. Lo que los gobiernos hacen (casi sin darnos ya cuenta) es permitirnos el uso de su dinero gubernamental (es decir, el que sale de las siempre multiactivas e infatigables imprentas de las Casas de Moneda gubernamentales). Y no más que eso. Pero ese «dinero» no es nuestro, sino del gobierno. Lo mismo que el «dinero» de los bancos. No es dinero de los bancos, es dinero de los gobiernos, que son sus fabricantes exclusivos (máquinas de imprimir billetes) y por tanto sus verdaderos y reales dueños.
El gobierno crea «el dinero», se lo presta a los bancos y los bancos nos lo prestan a nosotros. Pero salvo el gobierno, desde los bancos hasta el último empleado del mundo jamás somos dueños ni de un céntimo. Todo -al fin de cuentas- es del gobierno.
La Escuela Austriaca de Economía nos enseña que ese «dinero» estatal es «dinero» falso. Efectivamente lo es. Pero las leyes gubernamentales de curso forzoso y curso legal imponen bajo pena su uso obligatorio a todo el mundo, incluyendo a los grandes bancos privados. Nadie puede usar otro dinero que no sea ese, o sea el falso «dinero» gubernamental.
A veces creemos que somos dueños de «nuestro» dinero, sólo porque podemos poseerlo en nuestras billeteras o cuentas bancarias abiertas a nuestro nombre, y cambiarlo por bienes y servicios. Pero esto no es más que una pura ficción e ilusión. Mito que se revela cuando aparece la inflación, o el gobierno devalúa la moneda. Y esto es posible sólo porque el gobierno es el dueño real y de última instancia de ese «dinero». Por eso, es el gobierno el que controla su precio y cantidad (lo que se conoce como oferta monetaria).
Las oligarquías siempre son políticas. Nunca privadas. El capitalismo es siempre privado. No estatal. Ergo, no existe -en este sentido- hoy «capitalismo» en el mundo. Si –en cambio- tenemos estatismo, intervencionismo, socialismo, populismo, pero jamás capitalismo.
Entonces se admite esto, pero se dice que «los gobiernos obedecen las órdenes de los bancos». Lo cual es el mismo absurdo que se impugnaba antes, pero con otras palabras.
Las órdenes las dan sólo quienes tienen la autoridad para hacer «cumplir» esas órdenes .Quien tiene la única potestad para ejecutar y hacer cumplir órdenes gubernamentales es el gobierno. Nadie más puede hacer cumplir órdenes que los gobiernos. Ergo, los gobiernos son esas oligarquías. Porque «oligarquía» significa literariamente «gobierno de la minoría», y no le cabe esta definición a nadie más que a los gobiernos, poseedores de todo el poder para crear leyes y hacerlas cumplir contra quien sea.
Me objetaban antes que esas «oligarquías» eran «los grandes bancos internacionales». ¿De qué manera «los bancos» podrían «obligar» al gobierno a cumplir sus órdenes? Y si el gobierno se niega cumplir las órdenes de esos «bancos» ¿enviarán los bancos al presidente del país, sus ministros, legisladores y jueces a la cárcel? Claro que no, porque «los bancos» (unidos o separados) no tienen ese «poder», ni ninguno semejante frente al gobierno.
Los gobiernos surgen del voto popular, o bien de la fuerza (gobiernos «de facto»). No salen de ninguna otra parte. Y con partidos políticos o sin ellos.
Por supuesto, esto no tiene nada que ver con el poder mundial o «el poder económico internacional» o los «grandes grupos financieros monopólicos, oligopólicos, concentraciones, corporaciones, oligarquías, poderes ocultos, en las sombras» ESTATALES. Estos últimos si existen, y son verdaderamente temibles y atemorizantes. Estas organizaciones mundiales, tales como el tremebundo Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y demás organismos financieros que pertenecen -directa o indirectamente- a uno, o muchos gobiernos juntos si, son el verdadero peligro mundial y deben ser temidos y combatidos con todas nuestras fuerzas.
Las únicas y verdaderas «oligarquías» del mundo fueron, son y serán los gobiernos del mundo, juntos o por separado. Apartados entre sí, los gobiernos son peligrosos siempre para sus gobernados, y unidos entre ellos (sea cual fuere la denominación que adopten en sus famosos «tratados internacionales») los gobiernos son peligrosos para el mundo entero. El peligro –debemos darnos cuenta de una vez por todas- no es el capitalismo financiero internacional, sino el estatismo financiero internacional, ya que es este el que domina a aquel otro. El segundo, siempre tiene más poder que el primero, porque se nutre del primero. El estatismo se alimenta del capitalismo, y lo termina fagocitando por completo, pero es más rentable políticamente decir que es al revés, ya que –esto último- a los políticos estatistas les trae innumerable cantidad de votos.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE.  Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. 

Alfred l’Écoutant y el capitalismo

Por Carlos Rodríguez Braun. Publicado el 6/1/13 en http://www.libremercado.com/2013-01-06/carlos-rodriguez-braun-alfred-lecoutant-y-el-capitalismo-66960/

 Una muestra más del desconcierto que afecta a los jerarcas del PSOE la dio Alfred l’Écoutant cuando se definió como «anticapitalista radical». Esperanza Aguirre lo criticó en ABC y el líder socialista publicó esta joya: «los socialdemócratas siempre hemos respetado el capitalismo productivo, el que crea puestos de trabajo y genera riqueza. Lamentablemente, la crisis actual la ha provocado otro tipo de capitalismo, quizá el que quiere defender la señora Aguirre: el capitalismo especulativo, que no crea riqueza más que para unos pocos, y tampoco crea puestos de trabajo, sino que los destruye. Me declaré contrario al capitalismo de casino, al que exige la supresión de controles para poder hacer de las suyas, al que estafa a honrados ciudadanos».

La distinción entre lo productivo y lo improductivo, y la identificación de lo primero con lo tangible, fue muy popular entre los economistas de los siglos XVIII y XIX. Desde entonces ha quedado relegada a la demagogia política, que la ha convertido en aún más disparatada. No hay, en efecto, manera de hilvanar lógicamente una definición precisa de capitalismo productivo más allá de la burda estratagema de recurrir a sus resultados positivos. Es como cuando los comunistas dicen que los millones de asesinatos los cometió el «estalinismo», de forma tal que si un comunista es malo, es estalinista, lo que supuestamente quiere decir que no es comunista. Algo parecido hace Alfred l’Écoutant al decir que el capitalismo bueno es el que crea empleo, o sea: el capitalismo bueno es el capitalismo bueno, y así podríamos seguir indefinidamente, porque es un camino que no conduce a ninguna parte. Si lo que quiso decir es la explicación clásica de que sólo es productivo lo tangible, es un disparate, porque los servicios, que no son tangibles, pueden ser productivos, desde la opinión de un consultor hasta el crédito de un banco, pasando por cualquier suerte de intermediación.

Alegar que la crisis ha sido ocasionada por otro capitalismo, obviamente privado, que no produce cosas físicas sino «especulación», es otro error, porque la especulación (entendida como inversión excesiva y equivocada) fue promovida por entidades públicas, los bancos centrales, y se tradujo en cosas tan físicas como fábricas, aeropuertos, o torres de pisos. La crisis se produce a raíz de la política que gobierna el dinero y las finanzas, que, al revés de lo que desbarra el ilustre socialista, no sólo sí tienen controles sino que son de las actividades más controladas. Que pruebe él a montar un banco y verá dónde queda ese delirio de «la supresión de controles». En cuanto a las estafas, todas han de ser perseguidas por la ley, pero sospecho que Alfred no quiso referirse a los políticos, que han estafado, mentido y usurpado crecientes porcentajes de los bienes de sus súbditos.

La noción de que algunos mercados son malvados «casinos» tiene también larga tradición entre las falacias económicas. Es patente que no son casinos, porque la característica esencial del casino es que la probabilidad de ganar o perder es conocida de antemano por los jugadores. Ningún mercado es así. El capitalismo de casino simplemente no existe.

Por último, la alusión a que Esperanza Aguirre tiene oscuros intereses que «quizá quiere defender», demuestra que los prebostes de la izquierda son capaces de reunir en un párrafo todos los tópicos, los entrañables y también los siniestros.

El Dr. Carlos Rodríguez Braun es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo Consultivo de ESEADE.