Aumentan las tensiones y privaciones del pueblo iraní

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 23/8/18 en: https://www.lanacion.com.ar/2164917-aumentan-tensiones-privaciones-del-pueblo-irani

 

Desde la revolución de 1979, a través de la cual los clérigos islámicos iraníes, cual poderosa oligarquía, convirtieron a su país en una peculiar «teocracia», el nivel de vida de los iraníes ha disminuido ininterrumpidamente, en una suerte de «caída libre».

Con la reciente reimposición de fuertes sanciones económicas por parte de la administración norteamericana, las privaciones cotidianas del pueblo iraní aumentarán. Las nuevas disposiciones norteamericanas apuntan -entre otras cosas- a restringir el comercio de automóviles y el de oro y otros metales preciosos que son, precisamente, los bienes utilizados por la gente en Irán para tratar de evitar que sus ingresos se evaporen como consecuencia de la inflación desbocada que hoy azota al país.

El valor de la moneda iraní, el rial, ha caído un 50% desde comienzos de este año. Esto ha contribuido a profundizar el descontento generalizado de la gente que achaca -con razón- a los clérigos un manejo ineficiente y, peor, corrupto, de la economía iraní. El referido descontento pareciera ser el más elevado desde 1979.

En el plano doméstico, los iraníes están -en líneas generales- políticamente divididos entre los «duros» y los «reformistas». Los segundos postulan posiciones flexibles en materia de política exterior, que permitan interrumpir el constante deterioro de las condiciones de vida de su país, derivado de las sanciones económicas. Los «reformistas», además, acusan de fraude a la clase clerical dominante, particularmente en materia cambiaria, donde los enriquecidos clérigos y sus protegidos con frecuencia acceden a tipos de cambio subsidiados respecto de los bienes importados.

El mal humor popular iraní crece aún más por la escasez de dos artículos esenciales de primera necesidad cuyo suministro se interrumpe con frecuencia: el agua potable y la energía eléctrica.

El desencanto popular iraní es especialmente grande entre las personas de menores ingresos, porque su reducido poder de compra y capacidad de consumo continúan achicándose. La queja que se escucha con más frecuencia es que, antes de 1979, los más pobres en Irán tenían dificultades para poder comprar carne, pero podían, no obstante, acceder al pan y al yogur. Hoy también el acceso al yogur es ya difícil para la población de menores ingresos. El pan -no obstante- es todavía accesible.

Como siempre, las sanciones económicas golpean con particular dureza al pueblo del país sancionado. Es cierto aquello de que la gente común no es responsable de la política exterior. No obstante, las sanciones se imponen con el propósito preciso de alimentar lo que está sucediendo en Irán. Esto es que la gente, cada vez más descontenta, atribuya sus penurias no a los rivales externos de su propio país, sino a la conducción política doméstica.

Por todo lo antes descripto, el plano de la política se ha complicado también. Enormemente. El líder supremo religioso iraní, el poderoso Ayatollah Ali Khamenei, acusa abiertamente al presidente Hassan Rouhani de haber cedido a la presión norteamericana y de gobernar ineficazmente, rodeado de corrupción. En particular, les recuerda a los iraníes que Rouhani prometió que -como contrapartida del acuerdo suscripto en 2015 con la comunidad internacional sobre el programa nuclear iraní- las penurias cotidianas de su pueblo habrían de disminuir sustancialmente, cosa que no sólo no ha ocurrido, sino que en rigor ha empeorado en función del aumento reciente de las sanciones norteamericanas a Irán.

La situación descripta ha transformado a la moneda iraní en extremadamente débil y volátil y parece haber frustrado las inversiones europeas en Irán que en algún momento se esperaban.

Para hacer las cosas más complejas, el líder religioso aludido rechazó de plano la posibilidad de mantener conversaciones diplomáticas con el gobierno de los Estados Unidos. Lo que supone dejar de lado la alternativa de la normalización, lo que no es una cuestión menor. Ni una actitud contemporizadora.

En paralelo, las fuerzas militares iraníes acaban de realizar unas enormes maniobras militares en el Golfo de Persia, donde exhibieron una nueva y amenazadora generación de misiles de corto alcance.

Un clima de fuerte hostilidad contra los Estados Unidos prevalece entonces en Irán y anticipa que la posibilidad de poner en marcha conversaciones bilaterales puede dilatarse en el tiempo y ser mucho más compleja de lo esperado.

La tensión entre los clérigos «duros» y los «reformistas» iraníes se ha vuelto de pronto más peligrosa con las exigencias clericales actuales de una rápida renuncia del presidente Rouhani. Pero lo cierto es que los «reformistas» parecen tener el apoyo mayoritario de la población urbana iraní y no estar dispuestos a ceder fácilmente a la presión liderada por el Ayatollah Khamenei.

El clima enrarecido puede complicarse aún más en el próximo mes de noviembre, atento el anuncio de la administración norteamericana en el sentido que, a partir de ese mes, las sanciones económicas podrían incluir las exportaciones de hidrocarburos iraníes, lo que haría, para Irán, todo extremadamente difícil, desde que esas exportaciones en particular son la columna vertebral de los ingresos que alimentan al Tesoro iraní.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Irak: una invasión vertiginosa

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 2/7/14 en: http://www.lanacion.com.ar/1706228-irak-una-invasion-vertiginosa

 

La vertiginosa invasión de Irak por parte de los milicianos fundamentalistas sunni provenientes de Siria que responden al «Califato Islámico de Irak y al-Sham» -aliados ahora con algunos grupos tribales iraquíes sunni, que en su momento fueron leales a Saddam Hussein- está conmoviendo a Medio Oriente y generando tensiones de magnitud.

Ocurre que las fronteras caprichosamente diseñadas en 1916 por los franceses y los británicos (Sykes-Picot) que no respetaron las realidades étnicas ni las diferencias religiosas están resquebrajadas. Siria e Irak, está claro, son sólo nombres y no naciones. Por esto la fragilidad que hoy los afecta. A punto tal, que parece difícil que Siria e Irak sean capaces de mantener incólumes sus respectivas integridades territoriales.

Por razones de espacio es imposible referirse a todos los cambios geopolíticos derivados de esa invasión que han comenzado a ser evidentes. Nos limitaremos a analizar brevemente dos de ellos. Los que tienen que ver con los kurdos y los que afectan a Irán. Ambos, de innegable trascendencia.

Comencemos con lo que se refiere a los kurdos. En el norte de Irak (así como en las regiones aledañas emplazadas dentro de Turquía e Irán) se concentra lo sustancial de la población que conforma la nación kurda. Alguna vez, en 1920, se le prometió independencia. No obstante, nunca la obtuvieron. Pero siempre alimentaron esperanzas separatistas. En todos los países de Medio Oriente en los que existe una presencia kurda importante, esto ha sido así.

En Irak, los kurdos aprovecharon el caos generalizado y desintegrador en el que el país se sumergió desde 2011 para ganar una cuota, cada vez más importante, de autonomía. Erbil, la capital de la montañosa región kurda, a diferencia de Bagdad, está sustancialmente en orden. Lejos de la violencia. Creciendo, además.

Ahora con el apoyo abierto de Ankara, que hasta ha abierto allí un consulado, en lo que es un cambio radical en la relación de Turquía con los kurdos, hasta no hace mucho antagónica. En rigor, los kurdos son los que hoy aportan la única cuota de estabilidad y seguridad que existe en Irak.

Tienen una identidad distinta. Su propia cultura. Su idioma distintivo. Y, ciertamente, también su historia. Casi sin corrupción, han atraído últimamente a la inversión extranjera. Particularmente a la turca en su importante sector de los hidrocarburos. Su ejército (llamado Peshmerga) es respetado. Y disciplinado y eficiente. A punto tal que, ante el avance de los milicianos sunni, ha tomado fácilmente el control de la ciudad de Kirkuk, que es -para los kurdos- una suerte de Jerusalem.

Los kurdos están exportando cada vez más -vía Turquía- hidrocarburos. Lo hacen sin el consentimiento de Bagdad. Así, hoy le venden crudo hasta a Israel. Lo hacen a pesar del malestar que esto ha provocado en el gobierno shiita de Irak. Por ello, en la actualidad los kurdos son económicamente independientes.

Por lo antedicho, ante la nueva realidad, los kurdos de Irak advierten que tienen una oportunidad clara para la secesión. Esto es para empujar fuerte hacia la independencia. Pese a que los Estados Unidos los consideran, con absoluta razón, el grupo más confiable en sus esfuerzos tardíos por tratar de conformar un gobierno inclusivo y pluralista en Irak, capaz de serenar los ánimos de todos.

Irán, por su parte, está tratando activamente de sostener al tambaleante gobierno shiita de Bagdad. Como lo sigue haciendo también con el gobierno sirio de los Assad. En Irak se trata de sostener al asediado primer ministro shiita Nouri al-Maliki.

Sus aviones de reconocimiento no tripulados (los Ababil) están volando constantemente sobre Irak. Así como los cazas y helicópteros sirios impulsados por Irán. A ello hay que agregar los importantes envíos de armamentos y municiones, en vuelos diarios de aviones de transporte iraní, que aterrizan regularmente en Bagdad. Y la presencia, por ahora discreta, de algunos escuadrones de disciplinados y experimentados paramilitares iraníes: los denominados Quds.

El propio General Qassim Suleimani, el jefe de los Quds, está a cargo de la planificación militar en Irak. Lo que incluye contribuir al diseño de una estrategia militar coherente y, en lo inmediato, reconformar apresuradamente los batallones shiitas provenientes del sur de Irak. Aquellos que en su momento lucharan contra la presencia norteamericana en ese país.

Hay, además, un centro de inteligencia comunicaciones y control de la situación militar operado por los iraníes desde la base aérea de «Rashedd», que alguna vez fuera utilizada por los militares norteamericanos.

A todo ello hay que sumar que -a la manera de Rusia en Ucrania- Irán ha estacionado ya diez divisiones militares y de fuerzas Quds, así como dos docenas de aviones militares, en su frontera con Irak. Ellos seguramente se moverán si Bagdad -o los lugares sagrados de los shiitas (como Karbala, donde está enterrado el Imán Hussein o Najaf)- de pronto están en peligro inminente.

Curiosamente, los militares iraníes conviven ahora en Irak con los 300 «asesores» militares norteamericanos que han sido enviados por Barack Obama, a pedido de las autoridades iraquíes. Los Estados Unidos e Irán están, por ahora al menos, del mismo lado del conflicto. Por esto, a la vigilancia aérea iraní del espacio iraquí, hay que sumar la de los Estados Unidos, con aviones F-18 y P-3 de observación, así como con sus propios aviones sin piloto. Que se suma a la llegada de cazas comprados con urgencia a Rusia.

Pero no hay que pensar que la acción «conjunta» de los iraníes y los norteamericanos en Irak contra los jihadistas sunni, que son una amenaza común, será fácil. Porque el propio líder espiritual iraní, el Ayatollah Ali Khamenei (quizás hablando para su propia tribuna), luego de instar a sus fieles a tomar las armas en defensa de Irak, acaba de decir: «Nos oponemos, enérgicamente, a la intervención de los Estados Unidos y de otros en los asuntos internos de Irak». Lo que presumiblemente no impide que existan mecanismos discretos de comunicación.

Ese derecho está reservado, aparentemente, tan sólo para él. Como creía, hasta no hace mucho, Hugo Chávez respecto de Venezuela y nuestra región.

Lo que sucede en Irak posee una mezcla de fragilidad y dinamismo. Su final es, por ahora, imposible de predecir. Al impacto sobre los kurdos y los iraníes al que nos hemos referido, hay que agregar ciertamente los demás cambios que, en la propia región, afectan a Arabia Saudita y a los países del Golfo, a Jordania, a Siria, a Turquía y a la propia Israel. Un verdadero rompecabezas -de gran dimensión- se ha abierto de pronto. Con piezas que seguramente costará mucho ubicar en su lugar definitivo..

 

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Un buen primer paso

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 23/10/13 en: http://www.lanacion.com.ar/1631447-un-buen-primer-paso

Las reuniones realizadas en Ginebra la semana pasada con relación al programa nuclear iraní parecen haber sido una suerte de buen primer paso en el recorrido que será necesario para consensuar una solución adecuada respecto de la grave preocupación de la comunidad internacional sobre el programa nuclear iraní en marcha. Más concretamente, sobre su capítulo de enriquecimiento de uranio.

En un gesto, que debe entenderse como una expresión de cordialidad, el nuevo canciller de Irán, Mohammad Javad Zarif, abrió los dos días de conversaciones con una presentación de una hora, realizada en inglés (en lugar del farsi, como sucediera siempre en el pasado) utilizando un power point para explicar mejor el contenido de la propuesta inicial de compromiso que Irán ha puesto sobre la mesa.

Los seis países de la comunidad internacional que son sus interlocutores en esta particular cuestión (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania, denominados: «P5+1») confirmaron que la propuesta iraní fue realizada en una atmósfera distinta a las anteriores. Positiva y franca. Y con contenido sustancial.

Los iraníes insisten, probablemente para consumo interno, en que su propuesta está basada en el edicto del Ayatollah Ali Khamenei, por el cual se prohíbe la producción y el uso de armas atómicas. Y han titulado a su propuesta, muy sugestivamente, como: «Un final para una crisis innecesaria y el comienzo de horizontes frescos».

En esencia, se trata de analizar la actual capacidad iraní de refinar uranio, que ha crecido mucho desde que existen unas mil centrífugas modernas que refinan en la ciudad de Natanz y, aparentemente, algunos miles adicionales (con centrífugas algo menos modernas) que lo hacen en instalaciones subterráneas a las que se conoce como la planta de Fordo, emplazadas en las inmediaciones de la ciudad sagrada de Qum.

Hasta ahora, Irán habría acumulado unos 185 kilogramos de uranio enriquecido al 20% de pureza (aquel que supone poder rápidamente enriquecer uranio a niveles de más del 90% de pureza, con los que se genera el peligroso uranio enriquecido apto para producir armas nucleares). En general, se supone que, para estar en condiciones de poseer una bomba nuclear, se necesitan unos 240 kilogramos de uranio enriquecido al 20%. Irán está entonces muy cerca de ello. Para mediados del año próximo podría ya haber alcanzado los 250 kilogramos. El uranio enriquecido, cabe recordar, puede utilizarse tanto con fines pacíficos como para usos militares.

Preocupa asimismo la construcción de un reactor de agua pesada en Arak, a unos trescientos kilómetros al sur de Teherán, que podría producir plutonio, que es otro posible camino para las armas atómicas. También la negativa de permitir inspeccionar nuevamente la base militar de Parchin, al sur de Teherán, donde se sospecha que Irán habría producido detonadores para armas nucleares.

Pese a que existe una total reserva sobre los detalles concretos de la propuesta iraní, ha trascendido que ella supone aceptar límites verificables tanto a la producción como a la pureza del enriquecimiento, aunque contra el reconocimiento explícito del derecho iraní a enriquecer uranio.

En contrapartida, Irán estaría solicitando el rápido levantamiento de las sanciones económicas que han deteriorado enormemente su economía al ponerla efectivamente fuera del sistema financiero internacional, lo que ha reducido a la mitad su capacidad de exportar petróleo, alimentado además una inflación galopante y generado una altísima tasa de desempleo, con el consiguiente descontento popular.

El acuerdo entre las dos partes podría alcanzarse, aparentemente, en un calendario de seis meses con una «hoja de ruta» que permitiría verificar -con la necesaria transparencia- los avances que, paso a paso, se vayan logrando.

Es evidente que la conducta pasada de Irán a lo largo de una desgastante década, caracterizada por las dilaciones, los engaños y la falta de sinceridad, no ayuda para nada. Por esto, los Estados Unidos están estudiando un auxilio financiero que, en lugar de levantar las sanciones, se edifique sobre la liberación progresiva de los billones de dólares que ya han sido congelados a los iraníes. Mientras tanto, lo cierto es que el Congreso norteamericano sigue adelante con lo que sería una nueva «vuelta de torniquete» a las sanciones existentes, que supondría nada menos que reducir a cero las exportaciones iraníes de crudo. Convencido, por cierto, de que ellas -por efectivas- son las que, concretamente, han finalmente obligado a Irán a negociar.

Las conversaciones se reanudarán el 7 y 8 de noviembre próximo, siempre en la ciudad de Ginebra. Mientras tanto, los técnicos de ambas partes trabajan aceleradamente sobre todos los detalles y acciones que requiere poner en operatividad la propuesta formulada.

Una reunión lateral adicional, entre el vicecanciller iraní, Abbas Araghchi, y la negociadora norteamericana, Wendy Sherman, sugiere que existe una clara disposición para trabajar con apertura y con buen ritmo para materializar un acuerdo.

Aun cuando falta mucho para edificar una solución que resulte eficiente y satisfactoria para todos, lo cierto es que, esta vez, el ambiente de la negociación es muy distinto. Del lado iraní, la cordialidad de la administración del presidente Hassan Rohani ha reemplazado a la arrogante -y hasta desagradable- prepotencia que, en cambio, caracterizara a la del ex presidente Ahmadinejad. En general, lo que lucía como una actitud de suma desconfianza y rigidez tiene ahora perfiles de alguna flexibilidad y buena disposición para avanzar sin demoras. Por ello la esperanza empieza a estar, de pronto, respaldada por los hechos. No es poco.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

La otra línea roja

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 25/9/13 en: http://www.lanacion.com.ar/1623154-la-otra-linea-roja

En los últimos años, el presidente norteamericano, Barack Obama, trazó dos claras «líneas rojas». Cruzarlas, dijo, es inaceptable para los Estados Unidos.

La primera de esas «líneas rojas» es la que tiene que ver con el uso de armas químicas por parte de Siria. Al respecto, la diplomacia parece -al menos por el momento- haber podido evitar, aunque agónicamente, las acciones militares con las que amenazara el presidente Obama.

Hay, sin embargo, una segunda «línea roja». La que se vincula con la posibilidad de que Irán de pronto se transforme en una potencia militar dotada de armas nucleares. Lo que también sería inaceptable para Obama. Y además para Israel, ciertamente. Tema éste que está lejos de haber sido resuelto o de estar siquiera medianamente encarrilado.

CAMBIOS EN EL ESCENARIO

No obstante, lo hasta ahora sucedido en Siria parece haber abierto algunas opciones también para el caso iraní. Porque lo sucedido respecto de la posibilidad concreta de que los Estados Unidos pudieran utilizar la fuerza en Siria ha tenido algún reflejo en la cuestión iraní.

Después de años de permanentes desencuentros, hay ahora posibilidades para que la comunidad internacional e Irán puedan comenzar a dialogar seriamente sobre cuáles pueden ser las opciones o alternativas de solución para resolver la cuestión nuclear iraní.

Han aparecido entonces, simultáneamente, dos oportunidades para el presidente Obama. Una respecto de la guerra civil que azota a Siria y otra con relación a Irán. Ambas están sobre la mesa. Con sus riesgos y oportunidades. La cuestión siria está en marcha. Tiene plazos y están dándose algunos pasos iniciales indispensables, ya acordados. La oportunidad para resolver la situación iraní no ha comenzado a moverse. Es más, recién empieza a consolidarse como posibilidad.

Irán está, recordemos, debilitada por un esquema riguroso de sanciones económicas y financieras impuestas progresivamente a lo largo de los últimos cinco años. Como consecuencia, en los últimos tiempos han caído severamente las ventas de petróleo iraní al exterior, sumergiendo a la economía de Irán en dificultades serias.

EL IMPACTO SOBRE IRÁN DE LO SUCEDIDO EN SIRIA

Las crisis siria e iraní tienen -como se ha dicho- alguna correlación. Porque en ambos casos existe la sensación de que -por las marchas y contramarchas del presidente Obama respecto del posible uso de la fuerza (los misiles «Tomahawk») y la ostensible falta de apoyo de su Congreso y del pueblo norteamericano- aun si la diplomacia fracasara, la posibilidad del uso de la fuerza por parte de los Estados Unidos es ahora algo más remota.

A su vez, si la diplomacia tiene éxito en Siria, las posibilidades respecto de poder encauzar las conversaciones con Irán, ciertamente complejas, aumentan. Si los sirios, en cambio, terminan burlando de alguna manera a los Estados Unidos -y a Rusia- la posibilidad de avanzar en la cuestión iraní puede complicarse mucho.

UNA SEMANA DECISIVA

Por esto, lo que ha ocurrido esta semana respecto de esos temas puede ser decisivo. Los discursos desde el podio de las Naciones Unidas de los presidentes de los Estados Unidos e Irán, aunque cautelosos, alimentan la esperanza de un diálogo fecundo. El inicio de conversaciones con Irán puede entonces ser una cuestión de tiempo. Lo normal sería comenzar con reuniones preparatorias previas, a nivel de representantes diplomáticos, antes de un eventual encuentro «cumbre», entre los dos presidentes.

Irán, a diferencia de Siria, tiene apuro. Porque procura que se levanten -lo más rápidamente posible- las sanciones económicas y comerciales que tanto daño le están haciendo. Ellas han sido efectivas: Si las sanciones en lugar de desaparecer se endurecen, como pretende el Congreso norteamericano, las ya mermadas exportaciones de crudo iraní podrían reducirse aún más, con las consecuencias adversas para la economía iraní.

Irán -a la manera de carta de presentación y demostración de buena voluntad- liberó a un número reducido de presos políticos. Aunque no a los principales líderes reformistas.

Lo cierto es que el presidente Obama envió a Irán -tres semanas atrás- una carta de apenas una página y media, cuyo contenido específico no se conoce. Pero se cree que allí se sugeriría la posibilidad de conversar y hasta de morigerar las sanciones, contra una conducta iraní clara, sin ambigüedades, transparente y seguida por el cumplimiento -inmediato- de lo comprometido. Todo lo contrario de lo que un Irán hasta hoy recalcitrante, ha venido haciendo a lo largo de desgastantes años de chicanas, de toda suerte de engaños, y de permanentes demoras e incumplimientos.

Además, por razones que tienen que ver con la conducta pasada de Irán, nada será presumiblemente inmediato. Ni tampoco instantáneo. Ni automático. Pese a la referida urgencia iraní. Porque la confianza recíproca no existe.

La respuesta iraní a la carta de Obama fue rápida y breve, de apenas otra página y media. Pero el tono de ambas cartas parece haber sido diferente al de los últimos tiempos. Especialmente respecto del estilo propio del belicoso ex presidente Ahmadinejad. Un sello más abierto, componedor y, en líneas generales positivo, ha aparecido. Los discursos en la Asamblea General de las Naciones Unidas confirman la aparición de un nuevo clima.

El mandatario iraní, Hassan Rohani, por lo demás, se ha mostrado profusamente al público norteamericano. Confiando en que logrará proyectar una imagen distinta, la de la moderación. Saliendo del aislamiento.

Para ello pronunció no sólo el mensaje tradicional desde el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino que además organizó una presentación en el influyente Council of Foreign Relations, otra en la Asia Society y, además, una entrevista televisiva, presentado por Charlie Rose.

A todo ello ha precedido un artículo suyo publicado en el The Washington Post, en el que propone actuar con espíritu constructivo y, sobre todo, no dejar pasar lo que el presidente Rohani define como una oportunidad clara para alcanzar acuerdos después de una década de constantes desencuentros.

UN INTERROGANTE A DEVELAR

El gran interrogante que debe superarse es el de saber si el Líder Supremo de Irán -su máxima autoridad real desde 1989- el Ayatollah Ali Khamenei, está o no consustanciado con la estrategia que desarrolla Rohani.

Ocurre que hasta ahora Khamenei siempre condicionó toda negociación a tres requisitos: (i) que las negociaciones se lleven adelante en un «espíritu de respeto mutuo e igualdad»; (ii) que se dejen de lado ex ante las medidas sancionatorias con las que hoy se presiona a Irán y (iii) que los Estados Unidos aseguren que no buscan un «cambio de régimen» en Irán.

Esos condicionamientos tradicionales eran una constante. Esta vez, sin embargo, no se han enunciado. Al menos, por ahora. Como si no se quisiera enfrentar el riesgo de abortar -de inicio- una oportunidad que se considera importante que acaba de abrirse. Y como si lo que el propio Khamenei llama «una nueva era para el mundo» posibilitara hoy lo que hasta ayer era imposible.

Esta postura del Líder Supremo iraní coincide con otra adoptada por él públicamente. La aprovechada por el Ayatollah Khamenei con motivo del tradicional discurso anual en Mashaad, con el que Irán festeja la llegada de su año nuevo. Este año, con tono de moderación, Khamenei dijo no oponerse al inicio de conversaciones con la comunidad internacional que, sostuvo, deben estar sometidas a un solo y único condicionamiento: el reconocimiento de que Irán tiene derecho a enriquecer uranio para fines pacíficos.

El problema obviamente pasa por poder verificar adecuadamente lo antedicho, en un país conocido como incumplidor, sin confiabilidad, que exporta violencia y terrorismo y del que la comunidad internacional recela, por buenas razones. Seguramente sin proponérselo, nuestra Presidenta, al reclamar una vez más el cumplimiento por parte de Irán del lamentable acuerdo alcanzado sobre la AMIA, sólo ha confirmado que, respecto de Irán, la confiabilidad no puede presumirse.

Pero lo cierto es que ambas partes parecen suponer que ha aparecido una interesante oportunidad para resolver diplomáticamente la cuestión del peligroso programa nuclear iraní y que el desafío -para ambas- es el de tratar de aprovecharla y no desperdiciarla ab initio.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

Nuevo capítulo en Irán

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 9/8/13 

El clérigo Hassan Rouhani, de 64 años, es el nuevo presidente de Irán . Al asumir, después de imponerse en primera vuelta en las elecciones del 14 de junio pasado, ratificó su perfil, más bien moderado. De alguna manera, ese es el estilo opuesto al de su predecesor, Mahmoud Ahmadinejad, el prepotente socio estratégico de Hugo Chávez que gobernara a Irán a lo largo de ocho años. Su accionar estuvo caracterizado siempre por una actitud y un discurso agresivo y, por momentos, hasta avasallante, sino insultante. Y por una profunda fobia anti-israelí, que derivó en amenazas y en ruidosos portazos a las posibilidades de la paz.

Mejorar la economía es la urgencia que reclama la gente. Y Rouhani lo admite y promete ordenarla. Lo que no será fácil, desde que lo que sucede es consecuencia directa de las sanciones económicas occidentales por el permanente incumplimiento iraní de las normas internacionales que debieran transparentar su peligroso programa nuclear.

La Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos acaba de profundizarlas, de modo de transformarlas, en los hechos, en un embargo total de las ventas de petróleo crudo iraní al exterior.

Sin divisas, Irán ha estructurado un «cepo cambiario» que no sólo lo aísla -aún más- del mundo sino que genera incómodas escaseces, siendo particularmente duro para la población que sufre privaciones graves en materia de alimentos y medicamentos. Hace pocos días, hasta la manteca había desaparecido de Irán. Además, hubo que prohibir las exportaciones de pistacho, para evitar que los precios domésticos de ese producto resultaran inalcanzables para una población adicta a consumirlo, particularmente en las fiestas y celebraciones. Ni siquiera hay recursos para que la selección nacional de fútbol pueda viajar al exterior.

 

Para peor, Rouhani acaba de confirmar al mundo que la inflación iraní, que está desbocada, es ya del 42% anual. La marcha de la economía es lenta y, en algunos capítulos, está casi detenida. Como si ello fuera poco, el gobierno iraní se atrasa en el pago de los salarios y demora la distribución del subsidio de trece dólares mensuales que paga a algo así como 60 millones de ciudadanos.

La consecuencia es natural: un ambiente de descontento, desconfianza y desazón. Más aún, de desesperanza en algunos y de irritación en otros. Por esto la necesidad de priorizar la mejora de un nivel de vida que se ha deteriorado enormemente y ayudar a la gente a escapar de la pobreza, que ha aumentado significativamente.

 

 
Un clérigo iraní ejerce su derecho al voto en las elecciones presidenciales iraníes en Teherán el pasado viernes 14 de junio. Foto: EFE 

Lo que, a su vez, supone salir del aislamiento y negociar con la comunidad internacional el levantamiento de, por lo menos, algunas de las sanciones (a las que Rouhani calificó de «brutales») ofreciendo a cambio buena conducta en materia de desarrollo nuclear y seguridades de que los programas en curso se trasparenten y de que no derivarán en un Irán con fanatismo y armas nucleares.

Además supone tratar de encontrar una solución a la gravísima crisis siria, que ha comenzado a desangrar también a Irán, insinuándose como un conflicto cada vez más peligroso por sus características facciosas. Y -por cierto- dejar de exportar el terror, especialmente a través de Hezbollah.

Lo que debe hacerse no es poco. Ni es fácil. Por esto el líder supremo, el Ayatollah Ali Khamenei, acaba de hacer notar su escepticismo acerca de las posibilidades que Rouhani atribuye al diálogo. Pero no se ha negado al mismo. Presumiblemente porque advierte el profundo descontento de su pueblo.

En materia de política exterior los primeros comentarios de Rouhani acerca de Israel han sido por lo menos decepcionantes.

Es cierto, desde hace años los líderes iraníes se han referido despectivamente respecto de Israel, calificándola -en su retórica- de «tumor canceroso». Que, además, según ellos, «debiera eliminarse de las páginas del tiempo». Esto es bastante más que «negacionismo» histórico. Es una actitud belicosa. Es la justificación de la exportación constante del terror y la violencia a través de Hezbollah o de Hamas, o de sus propias organizaciones armadas. Es asimismo la excusa por los esfuerzos por sostener -a toda costa- al régimen de los Assad, en Siria. Y es, también, la última ratio del peligroso programa nuclear iraní, que ha seguido avanzando, cual profecía fatídica.

Rouhani (ante una multitud convocada -y transportada- al efecto) sostuvo:»En nuestra región una herida ha permanecido abierta por años en el cuerpo del mundo islámico, a la sombra de la tierra santa de Palestina y de la querida Quds. Este día es, de hecho, un recordatorio de que el pueblo musulmán no olvidará sus derechos históricos y continuará oponiéndose a la agresión y a la tiranía».

La festividad, recordemos, se celebra desde 1979, cuando fuera establecida por el propio Ayatollah Ruhollah Khomeini, el padre de la teocracia iraní. Tiene lugar el último viernes de Ramadán y evoca el reclamo musulmán sobre Jerusalén, la tercera ciudad santa para el Islam. Además de Meca y Medina.

En un escenario donde la hipérbole es una agotadora constante, sus palabras fueron reproducidas por los medios locales con diferencias importantes, desde que se cambiaron por: «El régimen sionista es una herida que debe ser removida». No obstante, a lo largo del día ellas fueron rectificadas para terminar ajustándose mejor a la verdad.

Cuando el proceso de paz de Medio Oriente acaba de reiniciarse después de un paréntesis de más de tres años, los dichos de Rouhani (aunque apunten presumiblemente al consumo doméstico) son inoportunos. Y muestran que quien manda en Irán es -siempre y en definitiva- el Ayatollah Ali Khamenei. Los demás dirigentes simplemente se alinean con él. Rigurosamente.

Por esto la inmediata condena -a través de la Cancillería iraní- que siguió a la reanudación del proceso de paz en Medio Oriente, cuyo éxito (esto es, la paz duradera) supondría una dura derrota para Irán. De la que Rouhani parece haber tomado alguna temprana distancia al pronunciarse a favor de la paz en la región.

Como cabía esperar, la respuesta israelí a los dichos de Rouhani fue inmediata. Casi instantánea. Y punzante. El primer ministro Benjamin Netanyahu sostuvo que «la verdadera cara de Rouhani ha aparecido antes de lo esperado». «Esto es lo que el hombre piensa y este es el plan del régimen iraní». A lo que agregó el comentario adicional de que Irán tiene «un programa nuclear que es una amenaza para Israel, Medio Oriente, así como para la paz y seguridad del mundo entero» y que «no debe permitirse que un país que amenaza con la destrucción del Estado de Israel, tenga armas de destrucción masiva».

Recordemos que, durante la campaña electoral de su país, Rouhani había asumido el rol de una «paloma», repitiendo que su objetivo central en materia de política exterior es el de «disminuir las tensiones» en la región que fueran alimentadas -sin descanso- por su predecesor, Mahmoud Ahmadinejad.

Sus palabras comentadas tienen el efecto contrario. Aunque no sean demasiado sorprendentes en función de la historia de Rouhani, que es un clérigo del riñón del líder de la teocracia iraní, absolutamente alineado con el régimen religioso que tiene el poder en Irán, del cual forma parte. Un hombre del sistema. Por eso, ellas llaman a no hacerse demasiadas ilusiones de cambio y alimentan el escepticismo de algunos.

 

No obstante, existan posibilidades de que un hombre acostumbrado a navegar en un sistema político inusualmente tortuoso, pueda -de pronto- abrir un diálogo directo de «normalización» con la comunidad internacional y hasta con los Estados Unidos. Por algo Rouhani ha sido -durante 16 años- el secretario del Consejo Nacional de Seguridad de su país. Es un buen negociador y goza ciertamente de la confianza de su liderazgo, cuya cuota de perversidad conoce desde adentro.

Lo cierto es que las palabras de Rouhani, por inoportunas que fueren, suenan algo más moderadas que las declaraciones finales del presidente saliente, Mahmoud Ahmadinejad, quien -al despedirse, en medio de una caída brutal de popularidad, desde que se lo culpa del caos en el que su populismo ha dejado a la economía iraní- señaló que: «sobre nuestra región flota una tormenta devastadora, que ya sopla y que terminará con Israel, país que no tiene lugar en nuestra parte del mundo».

Un nuevo capítulo en la historia de la relación de la teocracia iraní con el resto del mundo acaba de abrirse. Los primeros movimientos concretos de Rouhani sugerirán cuan distinto de los más recientes puede ser. En este sentido, la conformación de un gabinete con tecnócratas reformistas es toda una señal. Por lo demás, su apelación al diálogo -sincera o no- no debiera caer en saco roto.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

El difícil camino hacia las elecciones en Irán

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 8/4/13 en http://www.lanacion.com.ar/1569827-el-dificil-camino-hacia-las-elecciones-en-iran

En el mes de junio, de acuerdo a lo previsto, habrá seguramente elecciones presidenciales en Irán. Para el actual presidente, Mahmoud Ahmadinejad, aspirar a una nueva reelección es imposible. Por dos serias razones: la Constitución lo prohíbe y el liderazgo religioso no la quiere.

Por esto procura que algún hombre de toda su confianza sea quien lo suceda. Concretamente, apunta a ser reemplazado por Esfandiar Rahim Mashaei, el suegro de su hijo. Un hombre entonces de la familia, al que se tiene como mentor intelectual de Ahmadinejad. Un leal, ciertamente, cuya candidatura, no obstante, podría ser «vetada» por el Consejo de los Guardianes. En ese caso, el tema debería ser decidido -en última instancia- por el líder religioso supremo, el hábil Ayatollah Ali Khamenei.

 Para Ahmadinejad, la candidatura de Mashaei es tremendamente importante cuando -al terminar su mandato y ya desgastado- deberá en algún momento enfrentar a un poder judicial, servicios de seguridad y medios de comunicación controlados todos por los «mullahs» conservadores. Quienes -además- utilizan sus púlpitos para denostarlo, semana a semana, implacablemente, en defensa de lo que creen es su legítimo monopolio del poder, que sienten amenazado.

Lo están acusando de «desviación religiosa», corrupción y mala administración. Y hasta del «imperdonable pecado» de haber abrazado a la madre de Hugo Chávez en el funeral del mandatario, lo que para algunos es inadmisible. Especialmente para los religiosos tradicionalistas que denuncian el abrazo airadamente porque, sostienen, todo contacto físico entre hombres y mujeres que no están unidos en matrimonio está prohibido.

El presidente iraní, sin embargo, no se ha quedado quieto. Contraataca con acusaciones similares, que apuntan al centro mismo del clan Larijani, la poderosa familia del presidente del parlamento que aspira abiertamente a reemplazar a Ahmadinejad y a su grupo en el escenario político iraní.

Además, designa a aliados suyos en los altos puestos de la burocracia. De modo que sobrevivan a su segunda presidencia. Y se disfraza ahora de campeón de los derechos y libertades de la gente.

Ahmdinejad tiene ahora «discurso propio». Ofrece casi una opción política a la dictadura teocrática. Nacionalista y populista, como siempre. Enfrentado al planteo de los religiosos conservadores, a quienes apoyan los principales jefes de la Guardia Revolucionaria y los clérigos de línea dura.

El líder religioso supremo, el Ayatollah Ali Khamenei, arbitra los conflictos domésticos de modo que ninguna facción política o religiosa pueda amenazar su propio control de Irán. Quizás por esto la oposición responde con propuestas que incluyen debilitar -y hasta suprimir- el cargo de presidente del país, argumentando que el mismo es innecesario en una teocracia.

Ocurre que temen que candidatos como Mashaei pretendan de pronto desplazar con un gobierno civil a la dirigencia religiosa que se ha transformado en oligarquía real desde que, en 1979, se apoderara de todos los resortes del poder iraní, incluyendo los económicos.

Mientras tanto, una inflación que crece constantemente y que ya ha llegado (en marzo pasado) al 31,5% anual está generando el natural mal humor de la gente cuyas vidas cotidianas se complican y deterioran. Particularmente cuando, en la espiral propia de esos procesos, lo que sube más rápido son los precios de la alimentación, bebidas y cigarrillos.

Por lo demás, todo lo que debe importarse resulta prohibitivo y las sanciones económicas occidentales -que han maniatado al Banco Central de Irán- están acelerando el progresivo deterioro de la economía en general y de las exportaciones de hidrocarburos, en particular. Quizás esto de alguna manera se refleje en algún posible adelanto en las dilatadas conversaciones sobre el peligroso programa nuclear iraní, que se reanudaron en la bonita Almaty, en Kazakhstán.

Lo cierto es que cuando la República Islámica de Irán acaba de cumplir 34 años ya hay muchos que creen que, tras las elecciones de junio, pueden repetirse protestas similares a las de 2009.

Los recientes arrestos de periodistas y líderes de la oposición reformista, así como de algunos aliados cercanos del presidente Ahmadinejad sugieren que ello podría ser así.

El impredecible Ahmadinejad sigue, no obstante, con su lenguaje duro y desafiante de siempre. Pero seguramente observa, con alguna preocupación, lo que sucede con los líderes del Movimiento Verde (reformistas), que disputaran con él la elección de 2009. Ellos acaban de cumplir dos años en arresto domiciliario. Una suerte de inquietante espejo de lo que eventualmente podría pasarle -de pronto- a él mismo, en un futuro ya no demasiado lejano.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Es profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.