Analogías Peronistas

Por Carlos Newland: 

 

La política económica aplicada durante el primer gobierno de Perón ha sido caracterizada como la quintaesencia del populismo. ¿En que consistiría el populismo? En medidas económicas que buscan satisfacer las necesidades de las clientelas políticas, mediante una rápida distribución de fondos.  Esta acción no tomaría en cuenta el efecto de las medidas en el mediano o largo plazo, generando eventualmente una crisis económica donde los gobiernos debían modificar su comportamiento haciendo que las variables retornaran a niveles aceptables. El primer peronismo (y también el de 1973) siguen bien este proceso que fue descrito en los trabajos de Rugider Dornbush y Sebastian Edwards. El general Perón pensaba que la emisión monetaria creciente sólo tendría efectos menores sobre la inflación y que podía impulsar la actividad económica, un razonamiento inspirado en sus colaboradores cercanos, el empresario Miguel Miranda y el funcionario y Profesor Ramón Cereijo. El primero se desempeñaría como  Presidente del Banco Central y el segundo como  Ministro de Hacienda.  La emisión monetaria ocurrida después de 1946 sirvió para cubrir el déficit que generaban las acciones públicas que consistieron en un aumento desmesurado del crédito, la estatización de parte de los mercados de capitales, la cobertura del déficit generado por las empresas estatales y el aumento general del gasto público. Contrariamente a los esperado por Perón la inflación comenzó a crecer hasta volverse insoportable según los patrones de la época. Los aumentos de precios intentaron ser combatidos mediante controles y por un anclaje del tipo de cambio que hizo sobrevaluar dramáticamente la moneda local. Finalmente el General tuvo que cambiar su política hacia una orientación más ortodoxa, a  través del control del gasto, la devaluación, la reducción del déficit y una contención de la oferta monetaria. El resultado fue el esperado y en los dos últimos años del gobierno de Perón las variables volvieron a niveles más aceptables.

El modelo peronista has quedado instalado en el ADN mental de los argentinos. Pese a la gravedad del déficit fiscal y de la inflación los candidatos presidenciales de los últimos tiempos no han enfatizado el daño que causan estos desequilibrios  y han preferido interpretar con más optimismo la situación general,  lo que les habilitó a continuar con prácticas no restrictivas del gasto. La reacción de Alberto Fernández frente a la pandemia ha seguido el modelo tradicional peronista: un aumento desmesurado de las erogaciones  a través de subsidios de todo tipo financiados por una gigantesca emisión monetaria. En su diagnóstico no está presente la conciencia de que la inflación que se está generando borrará el efecto benéfico de todos los fondos distribuidos. Se ha priorizado de nuevo el corto sobre el largo plazo. Para Perón la conciencia de que la política populista debía enmendarse implicó enviar a Cereijo de nuevo a sus actividades universitarias. Como la historia es implacable tarde o temprano el ministro actual tendrá el mismo destino. Perón tuvo que poner a cargo al más ortodoxo  Alfredo Gómez Morales para reordenar el caos económico. ¿Quién será el Gómez Morales de Fernández?

 

Carlos Newland es Dr. Litt. en Historia. Profesor y Ex Rector de ESEADE.

El riesgo de mantener contenido el tipo de cambio con altas tasas de interés

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 28/5/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/05/28/el-riesgo-de-mantener-contenido-el-tipo-de-cambio-con-altas-tasas-de-interes/

 

Desde que fue creado el BCRA, hace exactamente 84 años, la inflación promedio anual fue del 53,3% anual acumulando una inflación de 257.710,71 billones por ciento. Este solo número, junto con los 13 ceros que se le quitó a los diferentes signos monetarios, donde un peso actual es equivalente a $10.000.000.000.000 moneda nacional, evitan abundar en detalles explicando por qué no tenemos moneda. No es casualidad que tengamos períodos de calma en el mercado de cambios y luego violentos saltos porque la gente se refugia en el dólar que es la moneda que eligió como reserva de valor y para muchas operaciones como medio de intercambio.

El gráfico muestra la evolución mensual del tipo de cambio real a pesos de abril de 2019 en los últimos 48 años y medio. Para armar la serie obviamente se van eliminando ceros a medida que se fueron produciendo los cambios de monedas, y se lo actualiza a valores actuales por el Índice de Precios al Consumidor, y se le resta la inflación de EE.UU.

Algunos preferirán usar precios combinados (mitad la variación del índice  consumidor y mitad del índice mayorista, ambos del Indec), pero la realidad es que ese esquema consiste solo en cambiar la ponderación de los bienes transables en el indexador. En cualquier caso, pueden variar los niveles absolutos de la serie pero la tendencia es la misma.

Lo que muestran estos 48 años de tipo de cambio real es que entre 1970 y 1991 la volatilidad fue fenomenal. En el gráfico se observan 3 picos: 1) en 1975 con el rodrigazo, fruto de la inflación cero de Gelbard; 2) la salida de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y la licuación de pasivos y 3) la hiperinflación de 1989 que precipitó la salida de Raúl Alfonsín.

También vemos que hay 3 períodos de tipo de cambio que son los más bajos de la serie: 1) en enero de 1981, con el fin de la tablita cambiaria (en febrero de 1982 Martínez de Hoz devalúa el peso un 10% a pedido de Lorenzo Siguat que era el ministro que le iba a seguir en el cargo); 2) el período de la convertibilidad, en los 90; y 3) a partir del momento que asume Néstor Kirchner, continúa con Cristina Fernández de Kirchner y se recupera transitoriamente con Cambiemos para volver a caer.

Características de cada ciclo 

Cada vez que el tipo de cambio fue contenido con tasas de interés artificialmente altas, con endeudamiento externo y controles de cambio, incluidos cepos cambiarios, luego vino un estallido de diferente magnitud.

Por ejemplo, el control de cambios impuesto por Ber Gelbard junto con un déficit fiscal consolidado de 7,5% del PBI comenzó con un tipo de cambio en moneda actual y a pesos de abril 2019 de $82 y termina a fin de año con un tipo de cambio real de $72,5. El ministro hace algunos ajustes a comienzos de 1974 y luego de algunas correcciones que le hace Alfredo Gómez Morales llega al rodrigazo, cuando Celestino Rodrigo destapó la olla de la inflación cero de Gelbard y el tipo de cambio llegó al equivalente a $170 actuales. En febrero de 1976, con el país totalmente fuera de control, se llegó a un dólar de $272 actuales.

La tablita cambiaria de Martínez de Hoz comenzó con un tipo de cambio, siempre a pesos de abril de 2019, de $51 en diciembre de 1978 y terminó en enero de 1981 en $28 actuales. Otra fenomenal caída del tipo de cambio real. Luego del plan Bonex en diciembre de 1989, el tipo de cambio larga en $55 actuales se llega con un tipo de cambio de $30 actuales en febrero de 1991 y se entra en la convertibilidad a $27 actuales.

Eduardo Duhalde devaluó 40% y terminó buscando el tipo de cambio de $4 por dólar. Lo cierto es que luego de corralón, pesificación asimétrica y demás embrujos, Néstor Kirchner asume en mayo de 2003 con un tipo de cambio equivalente a $55 actuales y Cristina Fernández de Kirchner termina su segunda presidencia con una paridad a pesos de abril 2019 de 28 pesos.

En los 48 años considerados, fue frecuente el uso del tipo de cambio como ancla contra la inflación. Cuando se observa toda la serie no se encuentran períodos largos en que el peso se revalorizara fruto de un fuerte ingreso de capitales para invertir en el sector real de la economía. El período de mayor ingreso de divisas por Inversión Extranjera Directa fue en los 90, pero ahí el tipo de cambio se mantuvo bajo por ese ingreso de capitales y por el endeudamiento que a partir del segundo mandato tomó el gobierno de Carlos Menem.

Factores que debilitaron el valor del peso

En general la combinación para anclar el tipo de cambio consistió en controles y cepos, uso de la tasa de interés y el endeudamiento externo y un breve período de buenos precios internacionales en el Gobierno de los Kirchner que ayudaron a financiar la fuga de capitales sin que saltara el valor de la divisa.

Para tener una idea, Fernando de la Rúa gobernó con una soja promedio de USD 179 la tonelada; en todo el período kirchnerista promedió USD 372; el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner gozó de una cotización de USD 484; y de USD 469 el segundo. Precios récord y encima tuvo que poner el cepo cambiario ni bien ganó las elecciones en octubre de 2011 y llegó agonizando al cierre de 2015 vendiendo futuros en cantidades industriales.

El gráfico 1 marca dos datos. La primera mitad de esos 48 años se caracteriza por una altísima volatilidad en el tipo de cambio real, con fenomenales subas y bajas. El segundo es que desde 1991 predomina un tipo de cambio muy bajo; la cual no puede explicarse por una lluvia de inversiones, salvo los primeros años de la convertibilidad con las privatizaciones.

Es decir, desde 1991 se acumulan 28 años mostrando uno de los tipos de cambio más bajos de la serie histórica, y se empeoró la relación gasto público/PBI, carga tributaria, inseguridad jurídica y legislación laboral, por citar algunos ítems. Todos factores que juegan en contra de la fortaleza del peso.

Obviamente no voy a caer en el ridículo de decir cuál tiene que ser el tipo de cambio que debe regir en la economía, pero sí puedo afirmar que la constante ha sido manipular el tipo de cambio como ancla contra la inflación por el hecho de no tener una moneda. Como la gente no cree en el peso argentino por los dislates cometidos desde 1935 a la fecha, el argentino eligió el dólar como su moneda y los gobiernos se empeñan en obligar a los argentinos a usar el peso, un producto que ya nadie quiere. El resultado es tener que poner cepos cambiarios, controles de precios o pagar tasas de interés disparatadas para mantener con respirador artificial una moneda que ya está muerta como tal, como es el caso del peso.

Casi medio siglo de disparates cambiarios confirman que el peso viene agonizando hace rato.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky 

Ber Gelbard, el referente económico de Cristina Kirchner, fue el padre del Rodrigazo

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 14/5/2019 en: https://www.infobae.com/opinion/2019/05/14/ber-gelbard-el-referente-economico-de-cristina-fernandez-de-kirchner-fue-el-padre-del-rodrigazo/

 

Fue ministro durante 17 meses, bajo las presidencias de Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón e Isabel Perón

Suele recordarse la gestión de José Ber Gelbard en Hacienda entre el 25 de mayo de 1973 y el 21 de octubre de 1974, como la etapa «inflación cero», un disparate que un simple gráfico con los índices de precios al consumidor de esa época, con precios congelados, muestran que su éxito fue artificial (por el congelamiento de precios), efímero y terminó en el famoso rodrigazo.

Para ponerlo en contexto histórico y comprender qué hizo, puede afirmarse que Gelbard fue el padre del monstruo que llevo al rodrigazo de 1975.

Gelbard armó el lío y Celestino Rodrigo solo destapó la olla torpemente y sin un plan económico consistente detrás, en un contexto político en que la interna peronista entre el ala fascista y el ala de izquierda, dirimía sus diferencias a los tiros y bombazos.

Así como Cristina Fernández de Kirchner dejó la herencia de un monstruo económico que Mauricio Macri lo enfrentó sin un plan económico consistente, Gelbard tiró la granada económica y salió corriendo. Por eso todos recuerdan el rodrigazo pero no recuerdan el lío que armó Gelbard, de la misma forma que todos despotrican contra Macri pero nadie recuerda el lío económico que dejó Cristina Fernández. En realidad el actual Presidente y sus asesores de comunicación hicieron lo imposible para que la gente no se enterara de la herencia que recibieron.

La visión de Gelbard sobre la inflación era que se producía por una puja distributiva y esto llevaba a inflación de costos, de manera que todo era cuestión de sentar en una mesa a las partes: empresarios, sindicalistas y gobierno y, a dedo, establecer la estructura de precios relativos. Para eso estaba Juan Domingo Perón a quién nadie le iba a discutir sus decisiones.

Dicho sea de paso,la mayoría de las fuerzas políticas de esa época creían, como ahora el kirchnerismo, que el problema de la inflación tiene que ver con los costos de producción, cuando la ciencia económica ha demostrado que no son los costos los que determinan los precios, sino que son los precios los que determinan los costos en que puede incurrir una empresa.

Establecido el acuerdo de precios, salarios y tarifas de los servicios públicos que iba a durar un par de años, el resultado de la inflación puede verse en el gráfico:

Cómo puede verse en el gráfico, en junio de 1973 el IPC cae el 2,9% con relación al mes anterior. ¿Hubo deflación? Ocurre que los burócratas de turno decidían cuáles eran los precios que podían cobrar las empresas y, el 9 de julio de ese año determinaron que los precios no podían ser mayores a los que cobraban el 1 de junio de ese año.

Es que los burócratas de ese momento consideraban que había empresarios que habían aumentado los precios para cubrirse ante un congelamiento que venían venir y obligaron a las empresas a bajar nuevamente los precios. No fue que los precios bajaron por menor demanda, más oferta o mayor productividad, sino que alguien se sentó con papel y lápiz y decidió qué precios se podía cobrar.

La baja de enero de 1974 se explica porque los aumentos de precios de los productos de importación y exportación que habían crecido el 86% y el 28% respectivamente, aumentos que se produjeron entre el segundo trimestre de 1973 y enero de 1974, determinaron que las empresas tuvieron que retrotraer precios sino se «justificaba su exacta incidencia» (recordar que la OPEP da marcha atrás a fines de 1973 con la reducción de la producción de petróleo y observar que en diciembre de 1973 el IPC se había disparado al 8,1% de aumento a pesar de tener congelados los precios). En otras palabras, por decisión burocrática se bajaron los precios en enero.

Para que el lector tenga una idea de lo enmarañado que era el control de precios, se estableció que por un tiempo las empresas no podías sacar nuevos productos, ni cambiar los envases o las cantidades que vendían. Había 23 comisiones que controlaba los precios, empresa por empresa. Para ellos había que analizar los costos de producción y luego fijar alguna tasa de rentabilidad que solo Dios sabe cómo la establecían. Pero mientras se entretenían con esta maraña de controles, ¿qué pasaba por el flanco fiscal? El gráfico 2 muestra que el déficit fiscal consolidado seguía aumentando.

Claro, al congelar las tarifas de los servicios públicos, las empresas estatales tenían pérdidas al igual que las empresas privadas, así que había que financiar esas pérdidas más el gasto público. Recordemos que el tipo de cambio era fijo, el mercado de cambios estaba regulado y los depósitos bancarios habían sido estatizados, por lo cual los bancos recibían los depósitos por cuenta y orden del BCRA. Los bancos eran simples sucursales del BCRA y recibían una comisión por las operaciones que realizaban en nombre de la autoridad monetaria.

La economía argentina estaba totalmente regulada al estilo soviético. Al respecto cabe recordar que Gelbard estaba afiliado al partido comunista, pero era un comunista con plata que cuando tuvo que exiliarse lo hizo en Estados Unidos y no en la Unión Soviética. Digamos que los progres argentinos como Cristina Fernández de Kirchner o José Ber Gelbard son de izquierda pero no fanáticos y cuando se trata de su plata, pueden ser los capitalistas más acérrimos.

Obviamente que con semejante déficit fiscal, la base monetaria tenía que aumentar, como puede verse en el gráfico previo y, por lo tanto, con tamaña expansión monetaria la inflación cero de Gelbard fue puro humo.

Semejantes distorsiones terminaron en la renuncia de José Ber Gelbard, a quién siguió Alfredo Gómez Morales que salió corriendo a los pocos meses viendo la herencia recibida y todo terminó en manos de Celestino Rodrigo que destapó la olla a presión e históricamente terminó pagando el costo del delirio de la inflación cero de Gelbard. A éste se lo recuerda como el héroe de la inflación cero y a Rodrigo por el rodrigazo que duró 2 meses en el cargo.

A Celestino Rodrigo le siguió Ernesto Corvalán Nanclares durante tres días, hasta que llegó Pedro Bonani que duró en el cargo menos de un mes. Luego volvió Ernesto Corvalán Nanclares durante 1 mes hasta que llegó Cafiero que estuvo 5 meses a quien reemplazó Emilio Mondelli durante un mes.

Desabastecimiento, inflación reprimida, estallido cambiario, tarifario y de precios y una economía agonizante en las puertas de la hiperinflación dejó la inflación cero de Gelbard, y lo que es más grave, congelamiento de los precios relativos que significa quitarle señales a la economía para establecer una eficiente asignación de recursos productivos.

Podría afirmarse que la famosa inflación cero de Gelbard fue el inicio de la aceleración de la decadencia argentina. Si hasta ese momento veníamos a los tumbos, a partir de la inflación cero de Gelbard perdimos por completo el rumbo, el cual seguimos sin encontrar.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE

Rodrigazo vs. Kirchnerazo

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 30/12/13 en:  http://economiaparatodos.net/rodrigazo-vs-kirchnerazo/

Si bien es cierto que las comparaciones son tramposas, no es menos cierto que son ilustrativas. En las últimas semanas parecen haberse incrementado, en cierta medida, las comparaciones entre la situación económica actual y las previas al Rodrigazo en 1975. La receta de este problema es muy simple: “Paso 1: emita dinero y no deje que los precios suban de modo tal que eventualmente deban subir toda la inflación acumulada de golpe. Paso 2: póngale el nombre de este suceso al ministro que le tocó destapara la olla a presión; no vaya a ser cosa que se relacione al aumento del nivel de precios con la alta inflación más control de precios que su propio gobierno puso en práctica durante años anteriores. ¿No sería más preciso hablar de Gerbardazo, o Peronazo, en lugar de Rodrigazo?”¿Se está ante un problema potencialmente similar en el mediano plazo?

El Rodrigazo de 1975 no fue otra cosa que el desenlance de una mala política económica y monetaria.  Entre 1967 y 1972, años bajo gobierno militar, la inflación (compuesta) anual fue del 25.6%. Es decir, un nivel similar de estos últmos años. 1973 fue año de transición al retorno de Perón al poder. En 1973 y 1974 la inflación fue de 61.2% y 23.5% respectivamente. Cuando Hector Cámpora asume como Presidente lo trae a José Gelbard como ministro de economía quien decide combatir la inflación con control de precios (nunca más atinada la frase “cualquier parecido con la actualdiad es pura casualidad.”) El problema del control de precios es que no elimina el problema de fondo de la inflación, que es un exceso de oferta monetaria sobre al demanda de dinero. Lo que sin control de precios es un aumento del nivel de precios en paralelo con el exceso monetario se transforma en una olla a presión que eventualmente hará que los precios salten poniéndose al día con la inflación acumulada pero aún no representada en los precios.

Gelbard renuncia en 1974 y luego de un corto período a cargo de la cartera de Alfredo Gómez Morales se lo elige a Celestino Rodrigo como el nuevo ministro de economía. Es a Celestino Rodrigo a quien le toca “poner la cara” y hacerse cargo de la distorsión de precios producida por la inflación y las políticas de Gelbard. Se podrá discutir si el método que Rodrigo eligió para intentar solucionar el problema estuvo o no bien implementado, pero es un acto de negación ignorar la complicada herencia que le dejaron como si el problema hubiese empezado y terminado con Rodrigo.

El Rodrigazo puede resumirse en los siguientes puntos:

  • ·         Aumento del 100% de los costos de servicios y transporte público (tarifas)
  • ·         Devaluacion del 150% frente al dólar comercial (había un tipo de cambio diferenciado para el sector financiero)
  • ·         Aumento de hasta 180% en los combustibles
  • ·         “Salariazo”

A pesar del salarizo, la inflación se aceleró disminuyendo el salario real. Entre 1976 y 1983 la inflación (compuesta) anual fue del 166.4%. Más que quintiplicó a la del período 1967-1972. La CGT reaccionó con la primer huelga general en el gobierno de Perón. El deterioro institucional fue tal que algunos sugieren que la inflación del 35% mensual que siguió al Rodrigazo fue un factor importante en el golpe militar del 76.

¿Cuál es la situación actual? ¿Cómo sería un Kirchnerazo si una medida similar se aplicase mañana?

Entre el 2001 y el 2013, la inflación acumulada es del 681% mientras que la tarifas aumentaron “sólo” un 144%. Esto quiere decir que las tarifas deben aumentar un 373% para equiparar el 681% de inflación acumulada aún no representada en las tarifas. Holgadamente más del 100% del Rodrigazo.

En cuanto al tipo de cambios, si asumimos en números redondos una cotización de 10ARS = 1USD como el tipo de cambio de equilibrio, entonces es necesario devaluar un 53.8% para llevar la cotización oficial de 6.50 a 10 como en el mercado blue o informal. Que el BCRA en los últimos días haya devaluado a una tasa anual en torno al 100% no es accidental. Lo que el BCRA hace es devaluar “un poco” todos los días para no tener que hacer un “Rodrigazo sobre el tipo de cambio.” La diferencia entre la devaluación del 53.8% y el aumento de tarifas del 373% es que el gobierno ha aceptado ajustar aceleradamente el tipo de cambio pero no se atreve a tocar el atraso tarifario.

Estos dos datos ofrecen un punto de comparación. En términos tarifarios, el Kirchnerismo estaría generando una situación notablemente más delicada que la del Rodrigazo. En términos de devaluación, el gobierno se encuentra en una mejor, o menos peor situación, debido a la acelerada depreciación del tipo de cambio oficial de los últimos meses. Es importante notar, sin embargo, que solucionar un problema no corrige el otro. Dicho de otra manera, si el BCRA logra cerrar al brecha cambiaria, eso no es solución del atraso tarifario.

Es muy difici predecir que podría suceder de darse un Kirchnerazo, dado que el desenlace depende de qué otras medidas se toman en paralelo. Por ejemplo, ¿se devalúa y ajustan tarifas y además se levanta el cepo o o se mantiene el cepo? ¿Se aumentan las expropiaciones o se da marcha atrás con los avallasamientos a los derechos de propiedad y actitudes anti mercado? ¿Cómo se va a manejar, desde los distintos niveles de gobierno el inevitable descontento social? Y, no menos importante, ¿qué explicacion se va a dar a la población de la tremenda factura que se les pasa? ¿Culpa del “vil mercado y los explotadores empresarios” o “culpa del desmanejo económico de un gobierno populista con inocultable sesgo autoritario”? ¿Cederá el gobierno aumentando aún más la tasa de inflación? Etc…

Creo que una última aclaración es oportuna. Cuando algunos economistas y analistas hacemos este tipo de comparaciones y ofrecemos nuestra opinión de manera cruda y objetiva, no es con ánimo destituyente ni golpista ni pesimismo por pesimismo propio. Es, por el contrario, motivado por un interés genuino en que la opinión pública y sobre todo los funcionarios públicos acusen recibo de los problemas que su desinterés por sus representados genera. Nada nos agradaría más que explicar las bondades y solidez de la economía a futuro, pero hacer la vista gorda a serios problemas es como el médico que oculta una terrible enfermdad a su paciente porque sólo gusta de dar buenas pero poco relevante noticias.

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE) y Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.