¿Son inteligentes los servicios de inteligencia?

Por Alberto Benegas Lynch (h) Publicado el 14/1/23 en: https://www.infobae.com/opinion/2023/01/14/son-inteligentes-los-servicios-de-inteligencia/

Harry S. Truman

Harry S. Truman

En los últimos tiempos observamos con cierta alarma que los aparatos estatales teóricamente encargados de velar por los derechos de los gobernados son en realidad atacantes y en la materia de esta nota periodística espían a la gente con lo que se invade su privacidad. Como ha escrito Milan Kundera “si se pierde la privacidad se pierde todo”.

Es sumamente curioso que el ciudadano se vea obligado a financiar con impuestos acciones que lo persiguen y aplastan. Antes he escrito sobre este tema de los llamados servicios de inteligencia, pero en vista que vuelva a surgir el asunto es del caso reiterar lo dicho.

El adagio consigna que si a uno lo engañan una vez, la vergüenza corresponde a quien engaña, pero si nos vuelven a engañar con lo mismo, la vergüenza es para uno. Resulta de interés preguntarse y repreguntarse qué grado de compatibilidad o incompatibilidad existe entre los llamados servicios de inteligencia y el sistema republicano de gobierno. Como es sabido, uno de los ejes centrales de esta forma de concebir el aparato político consiste en la transparencia de sus actos.

Conviene llevar a cabo el ejercicio de una mirada crítica sobre estas reparticiones tan peculiares. Prácticamente todos los gobiernos cuentan con servicios de inteligencia, lo cual no invalida el interrogante. Cuando menos, llama la atención que una sociedad libre se desplace simultáneamente por dos andariveles tan opuestos.

Por una parte, se insiste en la necesidad de que los funcionarios gubernamentales sean responsables de sus actos y que éstos estén en conocimiento de los gobernados y, por otro, se procede de modo clandestino, echando mano a fondos reservados para propósitos de espionaje y otros menesteres non sanctos que se mantienen en las sombras. Parecería que hay aquí un doble discurso y que se entroniza una hipocresía digna de mejor causa.

Agentes dobles, contrainteligencia, secretos de Estado, escuchas y detenciones sin orden de juez, violaciones de domicilio y en otros partes del mundo se agregan asesinatos, sabotajes y en la mayor parte de los casos lados seguimiento de los dirigentes de partidos políticos de oposición son sólo algunos de los hechos que producen los más renombrados “servicios”. Esto es en el “mundo libre”, ya que en los países totalitarios se añade la tortura y la implacable persecución a quienes no adhieren al poder de turno.

En los Estados Unidos, actualmente existen veinticuatro “oficinas de inteligencia”, entre las que se destaca la CIA, creada a fines de la década del 40. En Inglaterra, el M15 y el M16; en Canadá, la CSIS; la BND en Alemania; el Mossad en Israel, y la FSB, sucesora de la KGB, en Rusia son sólo algunas de las caras visibles de este entramado de espionaje, contraespionaje y guerra subterránea.

El periodista de la BBC de Londres Paul Reynolds puso en tela de juicio la eficiencia de los servicios de inteligencia más destacados del mundo a raíz de la célebre invasión de Irak, en una columna titulada “¿Podemos confiar en los servicios de inteligencia?”. Por su parte, Harry Browne señala los fiascos de los servicios de inteligencia estadounidenses en Vietnam, Corea, Somalía y Haití, e incluso tiende un manto de sospechas sobre los que operaron durante la Segunda Guerra Mundial, en la que se terminó entregando a Stalin aproximadamente las tres cuartas partes de Europa.

Es que siempre los burócratas están tentados a utilizar este y otros departamentos y oficinas para fines políticos, y cuando no hay claros límites al poder y se permite recurrir a la clandestinidad los abusos no deben sorprender, sin contar con las traiciones, las falsas denuncias y las delaciones internas y ex amistades, como ocurría con la policía secreta de Sha de Persia, incluso con Ben Laden y en la CIA.

Por esto es que León Hadar, del Cato Institute, sugestivamente titula su ensayo “Los servicios de inteligencia no son inteligentes” que inspira el título del presente texto. Allí muestra con profusión de datos cómo la alegada seguridad nacional está en riesgo con estos procedimientos oscuros en los que, por definición, no hay control de gestión propiamente dicho. Hadar se refiere a los Estados Unidos. Imaginemos qué le cabe, por ejemplo, a lo que fue nuestra SIDE creada por Perón, luego SI y hoy AFI. Cambios de nombres pero con una alarmante y persistente continuidad de procedimientos aberrantes que incluyen casos espantosos y muy sonados en todos los rincones del planeta como es el del fiscal Alberto Nisman.

David Canon, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Indiana, en su trabajo titulado Inteligencia y ética, alude a las declaraciones de un agente de la CIA que explica que lo importante es lograr los objetivos sin detenerse en los medios: “Los temas legales, morales y éticos no me los planteo, igual que no lo hacen los otros [integrantes de la CIA]”, dice, y documenta la cantidad de “sobornos a funcionarios, derrocamiento de gobiernos, difusión deliberada de mentiras, experimentos con drogas que alteran la mente, utilización de sustancias venenosas, contaminación de alimentos, entrega de armas para operar contra líderes de otros países y, sobre todo, complotar para asesinar a otros gobernantes”.

En esta dirección ofrece ejemplos de operaciones de la CIA en Costa Rica, Corea, Colombia, Laos, Guatemala, Irán, China e Indonesia. Asimismo, el ex presidente estadounidense Harry S. Truman 15 años después del comienzo de la oficina de inteligencia declaró a la prensa: “Cuando establecí la CIA, nunca pensé que se entrometería en estas actividades de espionaje y operaciones de asesinato”.

Pero, como bien destaca Norman Cousins, el establecimiento de entidades de estas características “necesariamente tiene que terminar en un Frankenstein”. Idéntica preocupación revela Drexel Godfrey en la revista Foreign Affairs, en un artículo titulado “Ethics and Intelligence”, en el que añade las encrucijadas del célebre embajador Joseph Wilson, quien contradijo los informes de inteligencia ingleses y norteamericanos respecto de la patraña de las armas de destrucción masiva.

No se avanza mucho aunque se establezcan estrictos controles republicanos, división horizontal de poderes y, en general, los indispensables límites al poder político si puede deslizarse por la puerta trasera todo tipo de abusos, sin rendir cuenta al público, por más que se tejan subterfugios más o menos elaborados a través de comisiones parlamentarias.

Los servicios de inteligencia son compatibles con regímenes totalitarios de factura diversa, pero parecen del todo inadecuados en el seno de una sociedad libre. No en vano en los Estados Unidos se extiende la utilización de la expresión rusa “zar” para el máximo capitoste del espionaje.

Es útil cuestionar y someter al análisis temas que habitualmente se dan por sentados. Si no se procede a esta revisión periódica, podemos encontrarnos con que estamos avalando ciertas políticas que resultan nocivas, pero que continúan en vigencia sólo por inercia, rutina o molicie. John Stuart Mill decía que todas las buenas ideas pasan invariablemente por tres etapas: la ridiculización, la discusión y la adopción. Este tema de los llamados servicios de inteligencia se vincula con muchos otros que también requieren limpieza de telarañas mentales para su mejor comprensión.

Ahora se informa que miembros del servicio de inteligencia del gobierno anterior en Brasil ayudaron en los actos de vandalismo a la sede de los tres poderes, tomando como ejemplo el bochorno de Donald Trump que además de alentar el ataque al Capitolio con el apoyo logístico de algunas reparticiones de los servicios, desconoce los resultados electorales a pesar de estar certificados por los cincuenta estados, por sesenta y un jueces federales y locales y su propio Vicepresidente.

En conexión con la llamada “inteligencia” menciono cuatro áreas adicionales al correr de la pluma. En primer término, la seguridad. Paradójicamente, en no pocos lugares para proteger este valor se lo conculca. Esto ocurre hoy, en gran medida, con la lucha antiterrorista. En última instancia, el terrorismo apunta a desmantelar y liquidar las libertades individuales. Pues lo curioso del asunto es que, por ejemplo, en lo que ha sido el baluarte del mundo libre –los Estados Unidos–, con el argumento de proteger aquellos derechos se los lesiona, con lo que en la práctica se otorga una victoria anticipada a los criminales del terror. Tal es el ejemplo de la vergonzosa denominada “ley patriótica”.

En segundo lugar, para mitigar las convulsiones que hoy tienen lugar, debería hacerse un esfuerzo mayor para no caer en la trampa mortal de las guerras religiosas y para distinguir un asesino de quien suscribe determinada religión. Hay que insistir en los graves peligros y acechanzas que aparecen al vincular el aparato estatal con una denominación confesional.

El tercer capítulo, emparentado con el surgimiento de los servicios de inteligencia para contrarrestar las guerras, son las epidemias de nacionalismos, xenofobias y racismos a que nos hemos referido la semana pasada en este mismo medio y que toman los lugares de nacimiento como un valor y un desvalor para el extranjero, como si las fronteras tuvieran algún sentido fuera de la descentralización del poder.

Por último, no estaría mal revisar exhaustivamente el papel de las Naciones Unidas, de la que dependen innumerables oficinas que pregonan a los cuatro vientos, en sus publicaciones y en las declaraciones de sus directivos, políticas socializantes que conducen a la pobreza y a la guerra, al tiempo que muchas veces se constituyen durante largos períodos en observadores incompetentes, tal como ha ocurrido hasta el momento en el caso actual de Hezbollah e Israel.

Un comentarista de la televisión mexicana proclamó: “Nosotros también somos observadores, pero de la inoperancia de las Naciones Unidas”. En este sentido es recomendable la lectura de gruesos volúmenes como The Fearful Master, A Second Look at the United Nations de Edward Griffin en su época el periodista radial de mayor audiencia en CBS Network y UN: Planned Tyranny del profesor de economía de la Universidad de Harvard Orval Watts donde se detallan las ideas de planificación socialista de los organizadores originales de la institución en 1945 y sus propósitos de extender sus idearios a los países miembros confirmadas luego en algunas de las entidades que han surgido de esa fundación como es el caso resonante de la CEPAL que ha propiciado el estatismo en América Latina, una tendencia en otros casos consignada en estatutos a veces apoyados en distintas operaciones por servicios de inteligencia. Todo lo cual no significa desconocer que algunos de los miembros han denunciado políticas a contramano aquellas medidas muchas de las cuales intensifican los problemas que se anuncia se quieren resolver.

De todos modos, al efecto de ilustrar preocupaciones justificadas con un ejemplo extremo, el dictador de Uganda Idi Amin Dada -”el caníbal con refrigerador”, como lo denomina Paul Johnson en A History of the Modern World debido a la forma en que engullía a sus prisioneros, además de hacer alarde de sus servicios de inteligencia criminales- el autor relata minuciosamente en el libro de referencia que el primero de octubre de 1975 la Asamblea General de las Naciones Unidas le brindó una ovación de pie por parte de todos los delegados cuando llegó al podio el dictador y otra después de su incendiario discurso lleno de amenazas al mundo libre, en el contexto de las sumamente pastosas actitudes de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas donde ahora el régimen de la tiranía cubana ocupa un sitial de peso.

Entonces, en nuestra línea argumental de fondo, no sólo debemos concentrar la atención en la naturaleza y los alegados servicios que prestan las estructuras de “inteligencia”, sino también prestar atención a las causas que dan lugar al debate que ahora pretendemos abrir, al efecto de seguir averiguando los graves inconvenientes de este tipo de organizaciones. A esta altura del partido y en vista de los antecedentes truculentos de estos llamados servicios, tal vez debiera abandonarse el uso de la expresión “inteligencia” y sustituir esos departamentos por otros bajo auditorias y controles solo para evitar ataques a los derechos en diversas manifestaciones pero nunca provocar atropellos a las libertades individuales, que como queda dicho constituyen actos contra los principios más elementales de la civilización.

Alberto Benegas Lynch (h) es Dr. en Economía y Dr. en Ciencias de Dirección. Académico de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fue profesor y primer rector de ESEADE durante 23 años y luego de su renuncia fue distinguido por las nuevas autoridades Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa. Es miembro del Comité Científico de Procesos de Mercado, Revista Europea de Economía Política (Madrid). Es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, Académico Asociado de Cato Institute en Washington DC, miembro del Consejo Académico del Ludwig von Mises Institute en Auburn, miembro del Comité de Honor de la Fundación Bases de Rosario. Es Profesor Honorario de la Universidad del Aconcagua en Mendoza y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima, Presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del Consejo Asesor de la revista Advances in Austrian Economics de New York. Asimismo, es miembro de los Consejos Consultivos de la Fundación Federalismo y Libertad de Tucumán, del Club de la Libertad en Corrientes y de la Fundación Libre de Córdoba. Difunde sus ideas en Twitter: @ABENEGASLYNCH_h

El 18F no ha terminado…

Por Gabriela Pousa: Publicado el 18/2/15 en: http://www.perspectivaspoliticas.info/el-18f-no-ha-terminado/

 

Un país al filo del abismo. Una o más balas con esquirlas que alcanzan los cuatro puntos cardinales, y dañan a culpables e inocentes arbitrariamente. Desconcierto. Escepticismo, fruto de años de mentir y mentirnos. Capítulos que se suman a diario a una novela cuya trama va de lo inverosímil al drama, porque pocos creen que algo ha de saberse finalmente. Son muchas manos en un plato…

La credibilidad fue la primera víctima de esta contienda, la impunidad durante años pudo más. Ahora, aparentemente, va terminando el mentado 18F. El silencio dejó un eco contundente. La lluvia bautizó a los argentinos que pasaron de habitantes a ciudadanos. Se escuchó todo y nada., sí simultáneamente El gobierno igual optará por ensordecer, nada nuevo, como siempre.

La Presidente hará honor a la fábula de la rana y el escorpión, no puede contra su naturaleza. No hay argentino tan ajeno a la realidad como ella.

En la calle, piel de gallina. Ahogo de ilusiones que se creyeron perdidas. El asombro de darse cuenta que hay un limite para todo. Para ellos y para nosotros, para Boca y para River porque en eso transformaron a la Argentina: una geografía partida y enfrentada incluso a sí misma. Blanco o negro sin matices. Los grises exiliados, extranjeros como el Mersault de Camus en su propio campo.

La opinión pública dejó el mensaje claro. Esa sumatoria de voces de las mayorías que hasta hace poco eran minoría dijo, aún sin palabras, demasiado. Se ha instalado en el “consciente colectivo” que lo sucedido fue un homicidio. Lo que diga luego la Justicia caerá en saco roto: ese es otro “logro” del Kirchnerismo. Imposible creer en un Poder usurpado y transformado en apéndice del Ejecutivo.

Nadie se baña dos veces en el río de Heráclito: todo es cambio. Sin que las expectativas desborden e impidan la objetividad necesaria en estos días, se vio a una ciudadanía unida, en el espanto es cierto, pero es un primer paso.

Quizás sea apenas una señal, pero este comienzo debe valorarse tanto como el desarrollo, el desenlace y el final. El rumbo sigue siendo incierto. La historia enseña, y muestra que nadie se duerme en la Edad Media y se levanta en la Edad Moderna. El trayecto es inevitable y estamos transitándolo. Hay piedras que correr del paso para seguir caminando.

La pena mayor es ver cuánto tiempo se ha perdido. Todos estamos más viejos, más heridos. Todos hemos despedido algún afecto que, explícita o implícitamente, la zozobra de una década dejó en el camino.
Qué ese dolor no trasunte en rencor sino en memoria, para que el olvido no se lleve la experiencia de lo vivido.

La marcha fue un símbolo, el silencio fue un grito. Si hay que hablar con su vocabulario para que entiendan lo que ha pasado, hablemos de bandos. Guste o no, la movilización tiene consecuencias para ambos. A los ciudadanos los obliga a esa constancia que hasta ahora no tenían. Al gobierno lo obliga a hacerse cargo. Pero no lo hará, volverá a retobarse. Es émulo de Poncio Pilatos.

Negarse a lo fáctico sin embargo, es una bomba de tiempo que ha de estallarle en las manos. Están a solas escribiendo el final de su propia historia: un derrotero con secuelas que perdurarán durante mucho tiempo. No se irán por golpes duros, blandos, suaves o livianos. Se irán por implosión, por sus omisiones y sus actos.

Balcarce 50 es un hervidero. Las máscaras se caen, y el maquillaje apenas puede engañar por televisión. Los nervios causan estragos, las contiendas internas recrudecen. Ellos no pueden tolerar lo que han visto hace un instante agazapados en la negación: no eran militantes rentados, era la gente. Era el pueblo rompiendo cadenas y tratando de oír el grito sagrado.

La jefe de Estado no pudo como antes refugiarse en El Calafate. Debió volver porque esta vez no hay por donde escaparse. Los mismos que ayer no querían al occiso en el recinto, ahora convocan al nuevo fiscal, Gustavo Pollicitas, para ser oído. Cambian de estrategia, la desorientación los lleva a probar algo diferente, quizás los fracasos algo han enseñado.

Alberto Nisman fue la gota que rebalsó el vaso. Es cierto que ningún país desarrollado ha crecido y madurado sin derramar sangre. Una pena que ésta haya sido requisito para que, amén de abrir los ojos, nos atrevamos a ver, a mirar y a mirarnos. Dimos lástima muchos años. El mundo no comprendía la abulia, la resignación, el hastío.

Fuimos, y todavía somos vulnerables como Nación. No es complejo dividir y manipular al pueblo, la amenaza seguirá estando con este u otro gobierno sino maduramos.

Ahora vendrá la venganza, la provocación, el redoblar la apuesta e ir por todo lo que queda. No seamos ingenuos. Una batalla no es la guerra ganada. No flamean aún banderas blancas.

Hoy pensamos y hablamos desde la emoción. Mañana, cuando las fichas caigan y advirtamos a conciencia de lo que hemos sido capaces sin darnos cuenta, la responsabilidad que nos cabe será aún más grande.

No todos los que marcharon merecen el aplauso. Habrá que decantar y discernir entre quienes han hecho las cosas bien, y los héroes de barro que a veces creamos porque nos hacen falta referentes, modelos y liderazgos.

Para estar a la altura de las circunstancias se requiere: voluntad para asumirlo, coraje para actuar, y perseverancia para, en Octubre próximo, escribir el final de una pesadilla que nos robó el sueño de una Argentina Republicana y democrática, sin distorsión, sin eufemismos, sin fantasmas.

Aunque la conciencia esté más liviana, no vuelvan satisfechos a sus casas, sería un error. La insatisfacción es motor propulsor, es ansia de ir más allá, de no parar, de llegar a la meta final. Y esto aún no terminó. Por el contrario, esto recién está comenzando.

 

 

Gabriela Pousa es Licenciada en Comunicación Social y Periodismo por la Universidad del Salvador (Buenos Aires) y Máster en Economía y Ciencias Politicas por ESEADE. Es investigadora asociada a la Fundación Atlas, miembro del Centro Alexis de Tocqueville y del Foro Latinoamericano de Intelectuales.

DOCUMENTO PARA EL FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES ARGENTINAS (A PROPÓSITO DEL CASO NISMAN)

Como académicas/os y profesoras/es argentinas/os de derecho y areas afines,
queremos expresar a través de este comunicado nuestra profunda preocupación
respecto de lo ocurrido durante los últimos días y de su impacto en la vida
democrática e institucional argentina. Si bien provenimos de diferentes doctrinas
filosóficas e ideologías políticas, compartimos nuestro compromiso con la defensa de
los valores democráticos, el estado de derecho y el respeto irrestricto por los derechos
humanos.
La muerte del fiscal federal Alberto Nisman en el contexto de una investigación que
implica a la Jefa de Estado y otros funcionarios es un hecho de gravedad institucional
que merece toda nuestra atención, sobre todo considerando que la investigación del
fiscal Nisman tiene como objeto el atentado terrorista más grave sufrido por nuestro
país, el de la AMIA de 1994. Hoy, sin embargo, ya son tres los hechos que requieren
un efectivo esclarecimiento: el atentado, la muerte del fiscal Alberto Nisman y los
graves hechos que se desprenden de su denuncia.
Esta demanda de esclarecimiento se da en un contexto desalentador, en el cual
amplios sectores de la sociedad perdieron su confianza en la independencia
e imparcialidad de la justicia, y están convencidos de que el Poder Ejecutivo ejerce
presión sobre ella con fines políticos. Por eso hay algunas cuestiones sobre las que
debemos trabajar con el objetivo de restablecer la confianza en las instituciones,
garantizar el acceso a la verdad por parte de la ciudadanía y afianzar la práctica
constitucional argentina.
Así, resulta vital el pleno respeto del sistema de división de poderes establecido en la
Constitución. En particular los funcionarios públicos en quienes hemos confiado la
misión de representar al pueblo no deben interferir con la labor de fiscales y jueces/as
y, más importante, deben cooperar positivamente y someterse a la jurisdicción cuando
les sea requerido.
A su vez, es esencial que se informe a la ciudadanía periódicamente sobre el avance
de las investigaciones. Ello requiere que las/os funcionarias/os judiciales a cargo sean
transparentes en las diligencias que llevan adelante, explicando las razones que las
justifican para garantizar el efectivo acceso a la información de la ciudadanía en
asuntos que afectan la vida política, jurídica y social de todas/os.
Por otra parte, tal como ha advertido la Asociación por los Derechos Civiles (ADC)
en su reciente informe El (des)control democrático de los órganos de inteligencia en
Argentina, “desde 1983 los gobiernos democráticos no han sabido o querido
establecer controles efectivos, y los servicios de inteligencia se convirtieron en una
parte esencial del poder presidencial. Ese poder se ejerce en muchas ocasiones de una
manera que viola los derechos de los ciudadanos, en especial, el derecho a la
privacidad y a la libertad de asociación y expresión”. Asimismo, según el mismo
informe, la Argentina cuenta con la capacidad técnica para interceptar
comunicaciones privadas, como las telefónicas, y los datos que circulan en Internet.
De este modo, el informe señala que “el espionaje político interno es una de las
principales actividades de inteligencia en la Argentina a pesar de que se encuentra
expresamente prohibido por una ley del Congreso. Eso es consecuencia de la falta de
controles parlamentarios y judiciales eficientes y de la aceptación pasiva de gran parte
de la clase política”. En tanto no haya voluntad de afrontar este problema, y una
comprensión ciudadana de que es ahí donde radica una de las principales amenazas a
los derechos, los ciudadanos estaremos a merced del poder de turno. En este sentido,
advertimos que toda modificación de la estructura de los servicios de inteligencia
debería estar orientada a erradicar las prácticas dudosamente legales que vienen
realizando, en lugar de solamente cambiar a las personas que realizan esas prácticas.
En definitiva, se trata de honrar las exigencias de nuestra democracia constitucional
respetando la independencia judicial, la igualdad ante la ley, las garantías individuales
y el compromiso democrático por parte de jueces y fiscales. Desde nuestro lugar
haremos todo lo posible para que así sea.
Firmas
Marcelo Alegre, DNI 17.364.067, UBA
Pilar Arcidiácono, DNI 25.771.930, UBA/ CONICET
Eduardo Baistrocchi, DNI 16.865.332, UTDT
Manuel Balán, DNI 26.420.618, McGill University
Eduardo Barbarosch, DNI 4.362.398, UBA
Gustavo Beade, DNI 26.873.203
Martín Böhmer, DNI 16.764.988
Eugenio Bulygin, DNI 4.359.018, UBA
María Celeste Braga Beatove, DNI 28.697.820
Alejandro Chehtman, DNI 25.568.514, UTDT
Rut Diamint, DNI 10.964.078, UTDT
José Sebastián Elías, DNI 25.292.336, UdeSA
Carlos Espósito, DNI 16.990.854
Martín Farrell, DNI 4.305.392, UBA/ UP
Paula Gaido, DNI 21.756.864
Roberto Gargarella, DNI 17.083.588
Alejandro Garro, DNI 7.703.986, Columbia University
Juan González Bertomeu, DNI 24.442.466, ITAM
Lucas Sebastián Grosman, DNI 22.276.828, UdeSA
Osvaldo Guariglia, DNI 4.284.804
Martín Hevia, DNI 26.122.021, UTDT
Marcelo Leiras, DNI 18.287.001
Jaime Malamud Goti, DNI 4.422.344
Diana Maffía, DNI 11.026.922, UBA
María Guadalupe Martínez, DNI 27.014.736
Julio Montero, DNI 27.026.968, UBA/ CONICET/ GFP
Ana María Mustapic, DNI 6.181.909, UTDT
Patricio Nazareno, DNI 27.173.194
Pablo Andrés Neumeyer, DNI 14.923.713, UTDT/ CONICET
Ezequiel Nino, DNI 22.965.205, UP
Enrique Peruzzotti, DNI 13.699.030, UTDT / CONICET
Guido Pincione, DNI 10.625.668, The University of Arizona
Agustina Ramón Michell, DNI 29.639.836, UP
Diego Ríos, DNI 20.569.858, CONICET
Julio César Rivera (h), DNI 24.068.547, UdeSA
Eduardo Rivera López, DNI 16.202.894, UTDT / CONICET
Carlos Rosenkrantz, DNI 13.031.536
Roberto Saba, DNI 18.404.345, UBA/ UP
Alejandra Salinas, DNI 17.255.670, ESEADE/ UNTREF
María Florencia Saulino, DNI 29.322.481, UP
Martín Sigal, DNI 23.471.562, UBA
Ezequiel Spector, DNI 29.950.192, UTDT/ CONICET
Eduardo Stordeur (h), DNI 20.433.422, UBA
Fernando Tesón, DNI 5.905.969, Florida State University
Juan Tokatlian, DNI 11.352.336, UTDT
Carlos Waisman, DNI 4.422.065, University of California

The State of Liberty in Argentina:

Entrevista a Alejandro Chafuén: Publicada el 23/1/15 en: http://www.insideronline.org/blogarchive.cfm?month=1&year=2015&blogid=19960A09-5056-B712-666768A9536D3252&mkt_tok=3RkMMJWWfF9wsRolvajIZKXonjHpfsX57uUkW66ylMI%2F0ER3fOvrPUfGjI4ETsFmI%2BSLDwEYGJlv6SgFQrLBMa1ozrgOWxU%3D

 

As the scandal over the shooting of Alberto Nisman unfolds, we ask Alejandro Chafuen about the circumstances facing the pro-liberty movement in the country. Chafuen, a U.S. citizen who was born in Argentina, is the head of the Atlas Network, a nonprofit that supports the work of classical liberal think tanks and organizations around the world. Many of those groups operate in very difficult political environments.

InsiderOnline: What can you tell us about how Argentinian pro-liberty activists and organizations are responding to the crisis in their country?

Alejandro Chafuen: Argentine pro-liberty activists respond with a sense of awe and impotence. Unfortunately, many Argentine pro-liberty activists are divided and have been speaking mostly to themselves or to their foreign freedom activists, like you and me, rather than to their neighbors. So they do not have much political weight. Two exceptions are Agustin Etchebarne, leader of the think tank Libertad y Progreso, and Marcos Hilding Ohlsson, a city councilman in the San Isidro district. They have been marching and denouncing what is going on; most important, they are inclusive and strategic in their efforts. When the death of the prosecutor was announced, some of my friends at first were pointing at a potential cover-up, even accusing the main opposition leader, Mauricio Macri, who is head of the government of the city of Buenos Aires. Now there is a sense that the only ones who deserve major blame and scrutiny is the current national government and its Iranian allies.

IO: What should the Argentinian pro-liberty movement do now?

AC: We should be ruthless in exposing those who “deal with the devil.” There are always a sufficient number of multinationals and crony capitalists lining up to do business with crooked governments. And we should not speak with general statements; we should name names. In Argentina, for every Shell, whose CEO has consistently defied the government, there are many Chevrons, ready to do business with the government. Argentines now have proof about how their government and the Iranians play a double game—one “official”pour la gallerie, and the other, behind the table.

In the short term we should make a push for exposure and transparency, and seek independent investigations and removal of those responsible; but as culpability reaches the president, it will not be easy. I do not think they have the votes for impeachment. In the medium and long term, they will have to work better to build consensus seeking more internal and external allies.

It is amazing that coincidently the Obama administration is trying to cozy up to Iran and to oppose the sanctions recommended by the Congress. It gives Argentine pro-liberty activists the image that the United States is beginning to suffer from the same double speak and hypocrisy as Argentina.

IO: What can those outside the country do to help?

AC: Many international bodies are run by the representatives of crooked governments; some of us, especially those gathered at the Fundación Internacional para la Libertad (International Freedom Foundation) headed by Nobel Laureate Mario Vargas Llosa, have been drafting plans to create a shadow international court that would help tell the world how honorable and learned civilized leaders see the abuses—and not only in Argentina, but in Cuba, Venezuela, and the rest of the Americas. We need something similar for the world. Bodies such as the Organization of American States, the United Nations, and the World Economic Forum have failed to promote transparency.

We have many, many political prisoners in Latin America. I have written about Leopóldo López and the courageous Venezuelan students. I have also written about how CEDICE continues to work for freedom in Venezuela despite a terrible environment and constant threats. International support from pro-liberty groups in the United States is essential. It helps strengthen not only the ideas but even the spiritual drive of pro-liberty activists.

 

Alejandro A. Chafuén es Dr. En Economía por el International College de California. Licenciado en Economía, (UCA), es miembro del comité de consejeros para The Center for Vision & Values, fideicomisario del Grove City College, y presidente de la Atlas Economic Research Foundation. Se ha desempeñado como fideicomisario del Fraser Institute desde 1991. Fue profesor de ESEADE.