“El eje bolivariano puede volver, ¿pero qué hace el populismo sin dinero?”

Por Constanza Mazzina. Publicado el 19/04/21 en: https://www.larazon.es/internacional/20210419/v7olaicg2jaupgtoruu35kcuce.html

Guillermo Lasso, presidente electo de Ecuador

Guillermo Lasso, presidente electo de EcuadorANGEL DEJESUSAP

Cuando muchos daban por acabada a la izquierda bolivariana, esta tendencia ha vuelto a resurgir con fuerza con la victoria del candidato Luis Arce en Bolivia y antes en Argentina, con el triunfo de Alberto Fernández, el delfín de Cristina Fernández de Kirchner. Ecuador ha estado muy cerca de volver al correísmo, pero en contra de las expectativas creadas, el ex banquero Guillermo Lasso se ha acabado imponiendo a Andrés Arauz. La experta en política Constanza Mazzina ofrece algunas claves de hacia dónde se mueve la región.

¿Se puede decir que América Latina gira a derecha o izquierda tras la victoria de Lasso en Ecuador y de Arce en Bolivia?

No podemos decir por ahora que haya un giro a la izquierda o a la derecha. Tenemos un mix entre gobiernos de extrema izquierda como los de Nicaragua y Venezuela; varios de izquierda, como Bolivia, México y Argentina; y algunos que por ahora se ubican en el centro, como Ecuador y Perú, aunque hay que ver que pasa en este país en la segunda vuelta de las presidenciales. En el otro lado hay gobiernos más en la derecha, como el de Lacalle en Uruguay o incluso el Chile de Piñera, la Colombia de Duque y Paraguay. Más a la derecha está el Gobierno de Bolsonaro en Brasil. Lo que sí se presenta en este complejo escenario ideológico de 2021 para América Latina es la presencia de varias grietas que no logran resolverse.

¿Qué grietas son esas?

Una grieta ideológica entre izquierda y derecha, entre populismo y republicanismo, y también una grieta de modelos de desarrollo económico, entre economías abiertas y cerradas, y como consecuencia de esto hay una distinta concepción sobre la inserción internacional. Y aquí es donde se juega la relación con EEUU y con Cuba. Para algunos, la globalización y la relación con EEUU constituye una oportunidad. Para otros, la oportunidad la brindan China o Rusia o la propia región.

¿Cambiará la política de EEUU hacia América Latina con Biden?

Hay dos Américas Latinas en este punto. Una parte de países tienen trato y tratados con EEUU, y esta política la continuó Trump. Y otra América Latina que elige alianzas estratégicas con China y Rusia. Biden probablemente va a reforzar la relación con América Central y el Caribe. Hay que ver qué va a hacer la relación de Biden con Bolsonaro. Esta es quizá la mayor incógnita. Más allá del tratado de libre comercio que renegoció con México, hay otros tratados con Chile, Colombia, Perú y América Central. Además, EEUU ha mejorado la relación con Ecuador en los últimos años.

¿Y qué papel juega China en la región?

China hace tiempo que está metiéndose en América Latina, desde el principio del siglo XXI. Lo vemos en las inversiones que hace en la región, y que de alguna manera fue acompañado por ese descuido de la administración Trump.

¿Puede haber un renacimiento del eje bolivariano?

Entiendo que sí. Los lazos de Maduro en América Latina son fuertes, sobre todo con la administración de Alberto Fernández en Argentina y con el regreso de Evo Morales a Bolivia. Lo que muestran estos años con la vuelta de estas izquierdas es que Luis Arce en Bolivia y Alberto Fernández en Argentina son una especie de títeres o regentes. En Argentina, Fernández quiere y sigue en el eje bolivariano y el Grupo de Pueblo, pero eso tuvo mucho auge en 2007 y 2010, en la época en la que los precios del petróleo y las materias primas eran muy altos, pero eso cambió y hacer populismo sin dinero no es fácil.

¿Y Brasil?

En Brasil hay una potencial regreso de Lula da Silva. Tendremos que ver cómo se desarrolla la presidencia de Bolsonaro. En este país hay otra grieta que tiene que ver con el voto territorial. Hay una parte que es muy del Partido de los Trabajadores y otra parte de Brasil, del centro hacia el sur, que es completamente ante Lula y PT.

Constanza Mazzina es doctora en Ciencias Políticas (UCA), master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE). Fue investigadora de ESEADE, Fundación F. A. von Hayek y UADE. Fue docente de la Universidad del Salvador en grado y postgrado y en el postgrado en desarme y no proliferación de NPSGlobal. Es profesora de ciencia política en la Fundación UADE. Sigue a @CMazzina

En México, López Obrador impone austeridad al sector público

Por Emilio Cárdenas. Publicado el 3/8/20 en: https://www.lanacion.com.ar/politica/en-mexico-lopez-obrador-impone-austeridad-al-nid2453011

Cuando la grave recesión económica que nos afecta era totalmente previsible, el presidente argentino, Alberto Fernández, se hizo cargo de conducir a nuestro país. Según muchos, a la manera de «mascarón de proa» de su actual poderosa vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner, que estaba -y sigue estando- acosada por múltiples causas judiciales por las cuales es investigada intensamente por presuntas maniobras de corrupción.

Al asumir, Alberto Fernández, que nunca gestionó empresa alguna pero que, no sin una cuota de audacia personal, se siente ahora capaz de gestionar a toda una nación, señaló su admiración por la labor y por la figura del veterano presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. No obstante, muchos no creen en su capacidad y, por ello, están hoy preocupados por el estado calamitoso de un país que luce en mala situación económica, social y política, como muy pocas veces en la historia. Alberto Fernández por ahora no inspira demasiada confianza, obviamente.

Hoy López Obrador ha puesto en marcha un severo plan de austeridad para el Estado mexicano. Alberto Fernández, en cambio, ha decidido, a la clásica manera del peronismo -e impulsado por personajes que operan en las sombras, como el senador Carlos Heller- sacarle «a los que más tienen» y no tocar al elefantiásico y opulento Estado Nacional, que, improductivo pese a sus decenas de miles de cortesanos, vive succionando recursos a los demás.https://tpc.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html

Esto supone disponer «manu militari«, quitarle («de prepo») coparticipación a los ciudadanos de la ciudad «autónoma» de Buenos Aires, convertidos sorprendentemente en el «pato de la boda» e indefensos.

López Obrador, consciente de que el PBI de su país caerá un fuerte 10% este año, ha recortado los salarios de los funcionarios públicos, aunque sin disponer despidos, al menos por ahora. Y disminuido en un 75% los gastos operativos del Estado mexicano y de sus dependencias y empresas públicas vinculadas. Ha reducido, además, el tamaño de su gabinete de gobierno. Con razonabilidad y sin demoras.

Mientras tanto, para dar el ejemplo, el austero presidente mexicano ha puesto en venta el lujoso avión presidencial de su país y viaja siempre en aviones de empresas comerciales, en clase turista.

Algunos -por lo antedicho- lo acusan de «austericidio». Muchos otros, no. Pero López Obrador por ahora no tiene imitadores en el Río de la Plata, más allá de los anuncios tempranos de Alberto Fernández, que hasta hoy permanecen en el olvido, incumplidos.

Emilio Cárdenas es Abogado. Realizó sus estudios de postgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y en las Universidades de Princeton y de California.  Fue profesor del Master de Economía y Ciencias Políticas y Vice Presidente de ESEADE.

La hora de la prueba

Por Mauricio Alejandro Vázquez. Publicado el 20/8/20 en: http://www.laprensa.com.ar/492627-La-hora-de-la-prueba.note.aspx

Desde los albores de la candidatura de Alberto Fernández a la presidencia argentina, se instaló la pregunta sobre si sería él quien detentase realmente el poder, o lo haría en la práctica su candidata a vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner. La duda no estaba fundada en ninguna arbitrariedad. Si ya de por sí el hecho de que un candidato a presidente sea elegido y anunciado por su vice, es una anomalía absoluta en el sistema político internacional, el estilo y la conocida impronta de la ex mandataria, justificaban el cuestionamiento. A poco más de ocho meses de mandato, consideramos que la duda está pronta a resolverse. 

En las últimas horas se ha sucedido la tercera marcha multitudinaria en contra del gobierno del Dr. Fernández. De por sí, este es un hecho inusitado en las casi cuatro décadas desde el regreso de la democracia a nuestro país. Ningún otro gobierno experimentó manifestaciones de este tipo en tan corto plazo, y sin que las mismas fuesen convocadas por ningún tipo de aparato, como se conoce en la jerga. 

Detrás de los manifestantes que ocuparon las calles de todo el país este pasado 17 de agosto, no estuvieron sindicatos, movimientos sociales, el clero o partidos políticos. Y si bien la tipología de la protesta puede recordar a aquellas ocurridas el 8 de noviembre de 2012 o la del 18 de febrero de 2015, suscitada por la muerte nunca esclarecida del fiscal Nisman, éstas se sucedieron en instancias avanzadas de la presidencia de Cristina Fernández, y no en sus primeros meses de gobierno.

Como supo decir con algo de ironía y profundo acierto el politólogo argentino Andrés Malamud en un tweet de ese mismo día, a la marcha la convocó en los hechos el propio gobierno. No solo por el evidente fracaso de las políticas de cuarentena para la contención de la pandemia de covid-19; no solo por el enorme impacto económico de estas medidas sobre una economía que ya sin tales restricciones a duras penas se sostenía a flote, sino porque en medio de una de las peores crisis económicas de la historia argentina, el gobierno de Fernández se embarca en errores no forzados como la estatización de Vicentín y, ahora, la reforma judicial.

En tal sentido, consideramos que en las próximas semanas la incertidumbre que se generó a mediados del año próximo pasado y que encabeza los primeros párrafos de esta nota, habrá de revelarse. Es harto evidente que si el Dr. Fernández quiere consolidar su mandato y avanzar en la gestión del enorme desafío que la crisis generará para su gobierno, deberá hacerlo facilitando un mayor consenso y no una cuarta o quinta manifestación de este tipo. Más aun, considerando que ya siendo evidente el efecto de la crisis en el entramado social, los manifestantes tenderán a incrementarse y no lo contrario.

Si en tal escenario la presidencia continuase impulsando políticas absolutamente innecesarias e inoportunas en el contexto de tal situación, como la actual reforma judicial, se habrá comprobado que Alberto Fernández obedece a mandatos que le son impuestos y que éstos lejos de representar el interés nacional y la razonabilidad política, son en la práctica el reflejo inmediato de la necesidad particular de su vicepresidenta, como muchos ya suponen. Y, lo que es más, estará demostrando que su propia supervivencia política está más condicionada por sus aliados en el gobierno que por la voluntad del pueblo argentino que dice representar.

Mauricio Alejandro Vázquez es Título de Honor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias del Estado por la Universidad del CEMA, Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella y coach certificado por la International Coach Federation. Ha trabajado en la transformación de organismos públicos y empresas. Actualmente es docente de Teoría Política, Ética, Comunicación, Metodología y administración en UADE y de Políticas Públicas en Maestría de ESEADE. También es conferencista y columnista en medios como Ámbito Financiero, Infoabe, La Prensa, entre otros. Síguelo en @triunfalibertad

Más de la mitad de los empleados privados tienen comprometidos sus sueldos en actividades imprescindibles

Por Roberto Cachanosky. Publicado el 31/3/2020 en: https://www.infobae.com/opinion/2020/03/31/mas-de-la-mitad-de-los-empleados-privados-tienen-comprometidos-sus-sueldos-en-actividades-imprescindibles/

 

El esfuerzo que el Presidente le pide a las empresas no parece correspondido con uno similar del lado del sector público en su conjunto

La construcción es uno de los sectores económicos afectados por la cuarentena

La construcción es uno de los sectores económicos afectados por la cuarentena

El domingo por la noche el presidente Alberto Fernández tuvo la desafortunada idea de tratar de miserables a los empresarios que despiden personal y decir que es hora de que ganen un poco menos, más allá que siempre habrá quienes tienen comportamientos prebendarios, esos que piden proteccionismo y demás privilegios para no tener que competir y lograr un consumidor cautivo.

En primer lugar, porque antes de seguir pidiéndole esfuerzos al sector privado, el Presidente debería estar liderando una baja del gasto público a nivel nacional, provincial y municipal, en vez de tener a gobernadores e intendentes desfilando por la Casa Rosada antes de la cuarentena, pidiendo plata para financiar la exorbitante burocracia estatal, la cual, como mínimo, puede reducirse en $500.000 millones en los tres niveles de gobierno, sin agregar otros rubros de clientelismo político.

Todo parece indicar que la dirigencia política no entendió que sus sueldos se financian con los impuestos que paga la gente del sector privado que produce. Es como si no hubiesen tomado conciencia que si el sector privado agoniza, ellos no van a poder cobrar. Podrán emitir toda la moneda que quieran, pero al problema del coronavirus le van a agregar otro no menos: una inflación aguda.

El gráfico muestra el total de personas que trabaja en blanco. De los 12,1 millones que informa el Ministerio de Trabajo para diciembre último, el 26,7% lo hace en el sector público a nivel nacional, provincial y municipal que pretende seguir cobrando el 100% de sus salarios como si nada pasara en la Argentina.

Pesada burocracia estatal

Es evidente que, dentro de esos 3,2 millones de empleados en la administración pública hay policías, docentes, personal de las fuerzas armadas y de la salud que deben seguir cobrando su sueldo pleno, pero hay una inmensa mayoría de puestos estatales que, al igual que los empleados del sector privado, tendrán que sacrificar parte de sus ingresos, por las buenas o por las malas. Acá hay empresas que no van a poder pagar los alquileres, los sueldos y van a ir a la ruina con esta extensa cuarentena sin paliativos generales.

De acuerdo con los últimos datos, en la Argentina hay aproximadamente 550.000 empresas. El 99% de son pymes, es decir, tienen hasta 200 empleados, y generan el 60% de los puestos de trabajo del sector privado y las grandes empresas generan el otro 40%. En números aproximados, de los 8 millones de puestos de trabajo en el sector privado, 4,9 millones los generan la suma de los ocupados en las micro, pequeñas y medianos empleadores.

Sin negar el principio de igualdad ante la ley, es bastante claro que una pyme tiene mucho menos espalda para aguantar sin trabajar que las grandes compañías. Del total de las 550.000 empresas, el 28% son comercios, los cuales ya venían agonizando por el largo estancamiento económico que se arrastra desde 2011 y la crisis de 2018, agudizada ahora por la cuarentena que hace que la gente no circule y los comercios no puedan vender. Si no venden, no pueden pagar el alquiler, los sueldos y tampoco los impuestos.

Siempre en base a datos del Ministerio de Trabajo para diciembre 2019, la mayor cantidad de puestos de trabajo del sector privado está en el rubro comercio y reparaciones. Luego viene la industria manufacturera y el resto de los sectores. El rubro Servicios Comunitarios, Sociales y Personales abarca una amplia gama que va desde la recolección de basura, esparcimiento, peluquería, etc. Un largo listado de actividades.

De acuerdo a estos datos, había 1,12 millones de personas que trabajan en comercios que tienen sus ingresos muy comprometidos porque las empresas no venden. De la industria manufacturera, hay sectores fuera de combate como el automotriz y el autopartista. Todo lo que tiene que ver con la actividad inmobiliaria está paralizado, ahí se registran otras 56.000 personas que no pueden aguantar mucho tiempo más.

Construcción tiene 416.600 puestos de trabajo que no funcionan. Los 265.600 puestos de trabajo de hoteles y restaurantes también complicadísimos; explotación de minas y canteras, paralizada, en definitiva, siendo optimista y suponiendo que la industria manufacturera trabaja al 50%, aproximadamente la mitad de los puestos de trabajo del sector privado, es decir 3.900.000 millones personas tienen su sueldo comprometido porque están en rubros que no facturan.

A eso hay que sumarle 397.500 autónomos (básicamente profesionales) que están sin trabajo (es dudoso que hoy un odontólogo, arquitecto, abogado, escribano, tenga mucho trabajo) y tenemos otro 1,6 millones de monotributistas únicos. En total, el sector privado tiene comprometido el ingreso de no menos de 5.900.000 personas de continuar esta parálisis de actividad. Los docentes, los médicos, el transporte de mercaderías y el sector agropecuario pueden continuar funcionando, por ahora.

Pero atención que esta situación se puede complicar a los que hoy tienen trabajo. Por ejemplo, si las empresas dejan de facturar, suspenden su publicidad, de la cual dependen los medios para sobrevivir y los periodistas no van a tener ingresos porque las empresas periodísticas pueden entrar en crisis financiera.

El señor que tiene un local y se lo alquila al comercio de electrodomésticos, es dudoso que pueda cobrar el alquiler si el inquilino no vende ni un ventilador. La empleada doméstica no va a poder seguir cobrando un sueldo si la familia que la contrata no tiene ingresos porque perdieron su sueldo.

dentro del universo del sector privado hay que sumar los que están en el sector informal que hoy no pueden hacer ni una changa.

Mientras tanto los empleados del sector público nacional, provincial y municipal dedicados a actividades burocráticas, pretenden seguir cobrando el sueldo como si nada pasara en Argentina ni en el mundo.

Antes de la crisis, el sector privado ya no podía seguir aguantando el peso de los 19 millones de personas que todos los meses pasan por la ventanilla del estado a cobrar un sueldo. Es fácil imaginar que, con las empresas sin venta, ese esquema ya no es viable.

Si a la crisis de la salud no se le quiere agregar una catástrofe económica, habría que sugerirle al Presidente que vaya pensando seriamente en liderar una fenomenal baja del gasto público en los tres niveles de la administración. Los ingresos tributarios se van a caer fuertemente, incluso en valores nominales, y no hay mucho margen para emitir, salvo que a la crisis de salud y de actividad se quiera agregar un desparramo inflacionario descontrolado.

En definitiva, es hora que la dirigencia política ponga las barbas en remojo, porque esta vez se puede hundir con el sector privado, si no reaccionan a tiempo.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky

¿Después del Brexit, el Argxit?

Por Martín Krause. Publicado el 21/2/20 en: https://www.clarin.com/opinion/-despues-brexit-argxit-_0_YVRgyhkn.html

 

El presidente Alberto Fernández realizó una serie de visitas en Europa en las que el principal tema económico considerado fue el apoyo de esos países en el proceso de renegociación de la deuda con el FMI. No hubo mención al tema del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero antes del viaje se había dicho que estaría en la agenda, en particular en la reunión entre Fernández y Macron, ya que ambos estarían descontentos con el acuerdo alcanzado el año pasado y favorecerían una renegociación.

La palabra “renegociación” suena a postergación indefinida, ya que, si tomamos en cuenta los 20 años requeridos para llegar al acuerdo y los que tomaría su aprobación por todos los parlamentos de los países firmantes, si además le agregamos una nueva negociación más vale que nos olvidemos del asunto.

Si no avanza una renegociación, Argentina puede quedar aislada, ya que el año pasado se aprobó que los países del Mercosur podrían aprobar el acuerdo bilateralmente, y Brasil Paraguay y Uruguay han manifestado su voluntad de hacerlo. Si eso ocurriera sería como si Argentina se fuera del Mercosur, una especie de Argxit, pero, a diferencia de la salida de Reino Unido de la UE, no por voluntad del que se va, sino porque los que se van son los otros.

Una situación como esa, en la que el Mercosur pasara a ser un adorno para Argentina, no sería para lamentar si el país avanzara en el camino que parece seguir el Reino Unido con Boris Johnson. En una reciente conferencia en Greenwich, Johnson celebró las ideas de Adam Smith, señalando que el país debía ahora abrirse a todo el mundo. Si quedarse sola llevara a la Argentina a una posición similar sería un gran avance, ya que somos uno de los países más cerrados del planeta.

En estos días se ha dado a conocer la primera edición del Índice Internacional sobre Barreras al Comercio, producido por la Property Rights Alliance, que también elabora un índice internacional sobre la protección de los derechos de propiedad.

Este índice evalúa las restricciones al comercio en 86 países, que representan el 83% de la población mundial, el 91% de todos los bienes y servicios intercambiados y el 94% del PBI global. Toma en cuenta las barreras arancelarias, no arancelarias y a los servicios. Tiene un cuarto componente, la “facilitación” del comercio, que incluye aspectos tales como la protección de la propiedad. Argentina se encuentra en el puesto 71° de 86 países. Singapur y Hong Kong ocupan los dos primeros, y Suecia está 5°. Pese a que todos somos parte del Mercosur, Paraguay está 53°, Uruguay 56° y Brasil, peor que nosotros, 77°. Claro que si estos países firman el acuerdo con la UE avanzarán varias posiciones y probablemente nos dejen al final de la lista.

El tratado con la UE no iba a garantizar el libre comercio para los argentinos. Lo importante del tratado eran las limitaciones institucionales que podía introducir. En un país donde los límites al poder son débiles o inexistentes, un acuerdo como éste podía introducir límites a la discriminación económica desde el poder, que no somos capaces de darnos nosotros. Los lobbies dictan la política comercial y muchas de las políticas sectoriales, pero con el tratado esto podría haberse reducido. No va a ser una apertura el comercio internacional, pero sería una excelente forma de empoderar a los argentinos y dejarlos usar su bien ganado dinero en aquello que estimen más conveniente y de poner límites al uso del poder en favor de los privilegiados.

 

Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade). Síguelo en @martinkrause

La función del FMI es operar contra el mercado

Por Alejandro Tagliavini. Publicado el 3/2/20 en: https://www.ambito.com/opiniones/deuda/la-funcion-del-fmi-es-operar-contra-el-mercado-n5080475

 

Fondo Monetario Internacional.

Fondo Monetario Internacional. Foto: AFP
Mostrando que son los mismos keynesianos, con diferentes matices, Gobierno y macrismo lograron media sanción para la “Restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa”, que autoriza a negociar y pagar comisiones, entre otros puntos. Romina Del Plá -Frente de Izquierda- aunque probablemente proponga soluciones desacertadas, acierta al decir que es “el sometimiento… al FMI, a los banqueros… hundiendo y sometiendo a los trabajadores y al conjunto de la población…”.

El FMI financia, con bajos intereses, estatismos fracasados para que continúen. Mientras que la caída de los bonos del Gobierno implica que su renta está por el suelo, el “riesgo-país” -hoy supera los 2000 pb- significa que el Estado tendría que pagar -hoy 20%- más sobre la tasa de EE.UU. para financiarse, con lo que el “modelo” macrista no habría podido continuar y debería haber virado hacia uno de crecimiento del PBI.

El organismo internacional merece una quita -no sólo una reprogramación de pagos como busca el Gobierno- por ser co-responsable al financiar esta aventura cuya debacle anticipamos, y eso alivianaría la situación. Pero, en cambio, avala una quita a los tenedores privados para asegurarse el pago de los u$s44.500 M que desembolsó durante la administración Macri.

Como buen banco (multi) estatal, el FMI -keynesiano por definición- es contrario a la actividad privada -al mercado, a los 50 millones de argentinos que son los que trabajan y producen- salvedad hecha del “establishment” financiero que es socio, junto al Gobierno, desde que recibe deuda por la que el Estado le paga tasas altísimas y que compra con dinero que recibe de sus clientes por mucho menos.

El calendario de pagos pone presión y cuanto más se demore la reestructuración, más desconcierto y volatilidad se da en el mercado en general, pero particularmente en el de los bonos, acciones y cambiario. Aunque Alberto Fernández puso como fecha clave el 31 de marzo -coincidiendo con sus primeros 100 días de Gobierno- no será fácil llegar a un acuerdo para entonces. De momento, la deuda en pesos ha podido ser renovada, pero la que está en moneda extranjera es más compleja.

Según LCG, la ratio deuda/PBI, en el tercer trimestre de 2019, alcanzó el 91,6%. De acuerdo con Criteria, el stock de deuda pública asciende a u$s310.132 M, de los cuales 62% (191.006 M) corresponde a bonos con privados, 14% (43.508 M) al FMI, 9% (27.622 M) a Letras del Tesoro y 4% (12.756 M) al BID, entre los más importantes. Del total de la deuda, unos u$s53.000 M (17%) vencen en 2020, de los que u$s23.000 M (43,8%) corresponden a obligaciones en dólares y u$s30.000 M (56,2%), a compromisos en pesos.

Los vencimientos en dólares se acumulan a partir del tercer mes del año, mientras que los nominados en pesos tienen un pico en abril y, según la consultora 1816, desde febrero ascienden a más de $160.000 M por mes, acumulando así más de $700.000 M en el primer semestre.

Tras el derrocamiento de Perón -que se oponía a la participación en el organismo- Argentina tuvo más de treinta acuerdos con el FMI que así, desde entonces, financia planes económicos inviables cuyas deudas las paga el pueblo -el mercado- ya que se financian, básicamente, por vía impositiva. Y los impuestos -aun los teóricamente dirigidos hacia los ricos- terminan cayendo sobre los de menores recursos ya que son, inevitablemente, derivados hacia abajo subiendo precios, bajando salarios, etc.

La reestructuración de la deuda en 2005 fue muy agresiva, finalizando con un riesgo país en 400 pb, una extensión de plazos a 30 años y quitas del 66%. Y hoy se discute -gracias al FMI- cuál será la quita y los plazos reestructurados, sin llegar al meollo de la cuestión.

Según el “Cronograma de acciones para la gestión del Proceso de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa”, Economía presentará los lineamientos en el Congreso entre 12 y el 17 de febrero, y se espera conocer el programa económico -pronósticos de PBI, inflación, tipo de cambio y déficit fiscal- pero difícilmente se presente un cambio al sistema keynesiano macrista de fondo, es decir, una reconversión financiable del Estado. En la segunda semana de marzo se lanzaría la oferta formal y a finales de mes sería el cierre y liquidación final de la oferta.

Para cuando se logre la reestructuración final, quizás el riesgo-país vuelva a caer a los 400 pb, pero el Estado seguirá teniendo el mismo tamaño porque nadie propone la solución de fondo: una fuerte venta, reconversión y cierre de propiedades y funciones estatales, y la consecuente financiación -y caída- del gasto, de modo que sea viable, financiable. Vale aclarar que el daño no se produce cuando el Estado gasta -lo que es inerte- sino cuando, para financiarse, retira coactivamente fondos del mercado.

Con un Estado exagerado y el mercado -el pueblo que trabaja, el que produce el PBI– con menos recursos por mayores impuestos y quitas, en menos tiempo la deuda volverá a crecer hasta llegar otra vez al default, otra vez al círculo vicioso financiado por el FMI.

 

Alejandro A. Tagliavini es ingeniero graduado de la Universidad de Buenos Aires. Asesor Senior de The Cedar Portfolio, Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California y fue miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE. Síguelo como @alextagliavini

 

En Argentina, la inflación sigue siendo un fenómeno monetario

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 9/1/20 en: https://www.aier.org/article/in-argentina-inflation-is-still-a-monetary-phenomenon/

 

El peronismo está volviendo en Argentina. El 10 de diciembre, Alberto Fernández asumió la presidencia de Argentina. El cargo de vicepresidente ahora lo ocupa nada menos que Cristina Fernández de Kirchner, quien se desempeñó como presidenta por dos períodos consecutivos entre 2007 y 2015. Fue bajo su mandato que Argentina entró en un período de estancamiento (estancamiento con inflación). 

Después de cuatro años con Mauricio Macri al timón y una implementación fallida de la meta de inflación , la tasa de inflación de Argentina está nuevamente alcanzando su nivel más alto desde la hiperinflación de fines de la década de 1980. Si uno toma en serio los pronunciamientos de Fernández, las perspectivas de ver la desinflación a corto y mediano plazo son escasas.

Milton Friedman dijo que «la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario». Uno podría imaginar que, en un país con un historial tan malo en la inflación, el pronunciamiento de Friedman sería incuestionable. Pero ese no es el caso. Por el contrario, los responsables políticos argentinos se han convertido en expertos en el desarrollo de explicaciones alternativas, con supuestos heroicos, de por qué la inflación, al menos en Argentina, no es un problema monetario. Sostienen que un rápido aumento en la oferta monetaria no producirá inflación. Y la inflación, dicen, podría surgir a pesar de una oferta monetaria estable. 

Estas son las dos formas creativas en que los formuladores de políticas, economistas y banqueros centrales argentinos niegan que la inflación sea un fenómeno monetario.

Primero, confunden el nivel de precios con un cambio en el nivel de precios. La inflación se define típicamente como un cambio sostenido en el nivel de precios. Pero afirman que la inflación se explica por el poder del mercado. Eso es raro. La presencia de empresas con poder de monopolio puede explicar por qué ciertos precios son altos. No puede explicar por qué han subido tan rápido. Para tomar un ejemplo típico, las grandes cadenas de supermercados pueden haber cobrado un alto precio en los últimos años. Pero su gran participación en el mercado no puede explicar cómo han aumentado sus precios en un 25 por ciento anual, todos los años, desde 2007.

Segundo, ignoran los retrasos bien conocidos entre los cambios en la oferta monetaria y sus efectos en el nivel de precios. Puede llevar varios meses (y, en algunos casos, más de un año) para que una expansión monetaria afecte completamente el nivel de precios. Que una expansión monetaria en diciembre no afecte el nivel de precios ese mismo año de ninguna manera implica que la inflación no sea un fenómeno monetario. Observe los períodos lo suficientemente largos como para incluir los retrasos de la política monetaria y la relación entre los cambios en la oferta monetaria y la inflación es clara.

La historia de la inflación argentina debería servir como profiláctico contra las manivelas monetarias. Pero el regreso del peronismo (es decir, el populismo) a la Argentina está trayendo explicaciones alternativas de la inflación al ámbito del discurso de política razonable. Es una pena.

 Si hay una lección que aprender de la experiencia argentina, es que nunca se debe subestimar la disposición y la capacidad de las personas para racionalizar explicaciones alternativas, pero claramente erróneas, de problemas conocidos como la inflación. Debemos estar atentos en la defensa de las buenas ideas, para que no sean engañadas por aquellas que son populares y políticamente convenientes.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

No se puede aumentar la solidaridad creando más impuestos

Por Gabriel Boragina. Publicado en:  http://www.accionhumana.com/2020/01/no-se-puede-aumentar-la-solidaridad.html

 

Un nuevo adefesio jurídico viene a sumarse a la larga lista de leyes que se han hecho merecedoras de aquel calificativo. Se trata ahora de la ley que lleva por numero 27541 más conocida con el nombre de ley de solidaridad social instada por el nuevo gobierno peronista que -al menos formalmente- encabeza Alberto Fernández.

La misma no es más que una ley fiscal, una de las tantas, inspirada en la popular falacia por la cual «los ricos deben pagar más impuestos que los pobres», dogma tan antiguo como errado. La ley persigue la redistribución de lo recaudado entre los más desfavorecidos económicamente. Suponiendo que ese fuera el destino real del producido del impuesto, tanto como en los casos de los ensayos legislativos de décadas anteriores en procura del mismo objetivo, la situación de los jubilados y otros distintos beneficiaros enunciados en esta ley no mejorará, sino que empeorará.

No es mi intención hacer un análisis técnico-legal de la norma, lo que -de momento- no nos interesa. Si, en cambio, realizar un repaso de los efectos de los impuestos sobre la economía y -en particular- sobre los más necesitados (que serían los supuestos «beneficiarios» finales de los mismos).

Es sabido que la carga fiscal de la Argentina es una de las más altas del mundo antes de esta nueva ley.

Muchos son los que se sorprenden que, con impuestos tan altos el país tenga, también, elevados índices de pobreza. La gente razona de la manera siguiente: a mayores impuestos (I) + redistribución (R) = + igualdad = menos pobreza.

Sin embargo, el resultado de la ecuación es el inverso (+ I + R = + igualdad = + pobreza).

Los impuestos siempre crean más pobreza, no menos. Dedicamos una obra al tema donde explicamos detalladamente la mecánica de esta generación de pobreza creada por los impuestos.

El secreto no es nuevo, sino que fue develado por Arthur Laffer autor de la célebre curva de Laffer que volvemos a presentar a continuación:

El grafico habla por sí mismo y no necesita mayores explicaciones, pero sintéticamente muestra como la tasa de recaudación aumenta hasta un punto (E) en el cual a medida que la tasa se hace más alta la recaudación se va retrayendo desde el punto E (también llamado «óptimo fiscal») hacia los puntos C y A.

Suponiendo que el ingreso del sujeto imponible fuera de 100.000 en el punto 0 si la tasa de imposición fuera del 100 % la recaudación volvería a ser cero tal como lo era cuando se partió del punto inicial 0.

El cuadro ilustrativo de abajo muestra lo que se llama el «Efecto Laffer» donde (a fines de simplificar) se toma una tasa fija (no progresiva) de imposición.

A modo de ejemplo:

INGRESO TASA IMPUESTO SALDO RECAUDADO
100000,0 20 20000,0 80000 20000
80000,0 20 16000,0 64000 36000
64000,0 20 12800,0 51200 48800
51200,0 20 10240,0 40960 59040
40960,0 20 8192,0 32768 67232
32768,0 20 6553,6 26214 73786
26214,4 20 5242,9 20972 79028
20971,5 20 4194,3 16777 83223
16777,2 20 3355,4 13422 86578
13421,8 20 2684,4 10737 89263
10737,4 20 2147,5 8590 91410
8589,9 20 1718,0 6872 93128
6871,9 20 1374,4 5498 94502

Si bien la recaudación crece lo hace cada vez menos hasta un punto en que -si se sigue la progresión- será igual a cero, y a partir de allí dará un valor negativo.

Si la tasa fuera progresiva y no constante el resultado sería más acusado todavía.

Al mismo tiempo, nuestra tabla nos muestra el acelerado consumo de capital fruto del impuesto.

Adicionalmente, no hay que perder de vista el incentivo negativo que implicará el declive de la producción en la misma ratio de la tasa de imposición para el próximo ejercicio fiscal.

A pesar de esto -que es casi más de puro sentido común que de economía- los gobiernos insisten en generar más impuestos y/o aumentar las alícuotas de los ya existentes.

El «Efecto Laffer» es el mismo si donde pusimos INGRESO colocamos la palabra «capital», «ganancias», «renta», etc. las que -a estos fines- resultan ser sinónimos.

Cualquier impuesto consume capital/ingresos/rentas/ganancias etc. Lo hará, de una forma o de otra, más visiblemente o menos, más rápido o más lento, pero lo hará, y dado que la pobreza se reduce con más capital, etc. y no con menos los impuestos originan pobreza siempre. Màs tarde o màs temprano.

Hay que tener presente la máxima del sabio Ludwig von Mises, por la cual cada centavo que gasta el gobierno es un centavo menos que gasta la gente, lo que significa que, mientras el gobierno se enriquece la gente se empobrece.

Y lo más importante: se alteran (y se contrarían) las preferencias relativas de la población que hubiera dado un destino diferente a sus recursos si continuaran en su poder y no se los hubiera confiscado el gobierno, porque hay que aclarar, además, que el impuesto es siempre una confiscación por mucho que los juristas y otros profesores, académicos, políticos, periodistas, analistas, etc., sostengan a rajatabla lo contrario.

Todo impuesto es confiscatorio siempre, porque es eso: un impuesto. Es algo forzoso que se detrae contra la voluntad de quien se ve despojado del fruto de su esfuerzo y trabajo. Y que, además, no cuenta con contraprestación alguna, o no con la deseada por el sujeto confiscado.

Cuando voy al mercado a comprar, por ejemplo, un kilo de manzanas es porque estoy dispuesto a intercambiar el dinero de mi propiedad en X cantidad por un kilo de manzanas.

Si el verdulero en cuestión me obliga a recibir -a cambio de esa cantidad- un kilo de mandarinas no estoy recibiendo la contraprestación que subjetivamente he decidido de mi preferencia (podría ser quizás alérgico a las mandarinas, además) con lo cual estoy siendo confiscado si no tengo alternativa. Con los impuestos sucede algo similar o peor aún, ya que a cambio de mi dinero (al llenar la planilla del tributo o al pagar el impuesto en alguna otra operación) no recibo nada, ni perceptible, ni concreto a cambio. Por eso es que sostengo enfáticamente que todo impuesto constituye sin más una confiscación por «liviana» o disimulada que sea.

 

Gabriel Boragina es Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas de ESEADE. Fue miembro titular del Departamento de Política Económica de ESEADE. Ex Secretario general de la ASEDE (Asociación de Egresados ESEADE) Autor de numerosos libros y colaborador en diversos medios del país y del extranjero. Síguelo en  @GBoragina

El problema no es el nivel de deuda, es el nivel de gasto

Por Nicolás Cachanosky. Publicado el 24/1/20 en: https://puntodevistaeconomico.com/2020/01/24/el-problema-no-es-el-nivel-de-deuda-es-el-nivel-de-gasto/

 

El gobierno sostiene que los problema de deuda de la nación se deben a que la misma es insostenible. Es decir, como caído del cielo, la Argentina tiene demasiada deuda. Las palabras que se usan, especialmente en política, importan. El problema de Argentina no es el nivel de deuda, es el nivel de gasto público.

Debajo algunos datos concretos sobre gasto público. Se puede ver que, en términos reales, el mismo ha aumentado de manera significativa. Ya sea mirando la cuenta de “gasto público” en el PBI sobre el total o la evolución, en términos reales, de los gastos del Tesoro Nacional.

En términos de PBI, el gasto público se encuentra significativamente por encima de los valores históricos. La evolución de los gastos del tesoro (ajustado por inflación) muestran una caída con el gobierno de Cambiemos, pero aún se encuentra en niveles elevados. De hecho, se ha vuelto a niveles similares a los del 2010.

Salvo la crisis del 2007, el kirchnerismo ha aumentado de manera consistente el gasto en términos reales. El problema de la deuda es un problema de nivel de gasto. El problema de la deuda no se soluciona con un “reperfilamiento” o canje de bonos, se soluciona con una reforma del estado que disminuya el gasto a niveles sostenibles.

Este nivel impagable de gasto se observa en el déficit estructural del gobierno (en todos sus niveles).

¿Cómo se financia el déficit?

El déficit (D) es la diferencia entre los gastos (G) y la recaudación de impuestos T. Dada la ya excesiva carga impositiva en Argentina, podríamos decir que la recaudación ya se encuentra en su máximo valor T^{MAX}. Es difícil que se pueda pagar la deuda con más impuestos.

El déficit se cubre con emisión de bonos (B), monetización del déficit (M), u “otros” (X).

G - T^{MAX} = D = \Delta B + \Delta M + X

Dentro de otros se encuentran métodos de financiación “menos convencionales” como expropiaciones, nacionalizaciones, privatizaciones, etc.

Si Argentina cae nuevamente en default, entonces \Delta B = 0. Dado que T ya se encuentra en sus máximos valores, las opciones que quedan son:

  • Mayor inflación (aumento de \Delta M)
  • Mayores expropiaciones, etc.
  • Ajuste a la baja de G

El kirchnerismo no lo va a querer admitir, pero desde que asumió comenzó a trabajar sobre T y en alguna medida sobre G. Esto último vía jubilaciones, no vía gasto improductivo del estado.

Lo que aún no está claro es qué postura tendrá el gobierno respecto a la emisión monetaria. Por un lado, el Ministro Guzmán sostuvo en su primer conferencia de prensa que monetizar el déficit no es una buena idea. Por el otro, el resto del gobierno sostiene que la emisión no genera inflación (o que la misma es necesaria para incentivar el consumo). Aún no está claro cuál de estas dos visiones prevalecerá.

Otro problema: El “pecado original”

Argentina no puede emitir deuda en su propia moneda. A esto se lo llama el “original sin (pecado original)”. Por lo tanto, el Tesoro necesita hacerse de dólares para poder pagar sus obligaciones de deuda.

Sin embargo, hasta el momento las medidas tomadas por el gobierno de Alberto Fernández tienen el efecto de disminuir la entrada de dólares en lugar de incentivarla.

El historial argentino

Argentina tiene un triste track-record en términos de defaults y reestructuraciones de deuda. Desde su independencia, Argentina ha pasado el 30% de su tiempo en default (o reestructuración). Valor comparable con otros países de la región. Sin embargo, desde fines de la Segunda Guerra Mundial ha estado en default (o reestructuración) casi un 40% del tiempo, mientras que el resto de los países de la región han disminuido sus problemas de deuda.

 

Nicolás Cachanosky es Doctor en Economía, (Suffolk University), Lic. en Economía, (UCA), Master en Economía y Ciencias Políticas, (ESEADE). Fué profesor de Finanzas Públicas en UCA y es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver.

LA ANALOGÍA PERFECTA DE CACHANOSKY QUE FULMINÓ EL NUEVO IMPUESTO A BIENES PERSONALES: QUÉ DIJO

Publicado el 17/12/19 en https://www.infotechnology.com/online/La-analogia-perfecta-de-Cachanosky-que-fulmino-el-nuevo-impuesto-a-Bienes-Personales-que-dijo-20191216-0004.html

 

EL ECONOMISTA SE CONVIRTIÓ EN «ÍDOLO» EN REDES POR UN TUIT. QUÉ DIJO Y POR QUÉ GENERÓ TANTO REVUELO.

La analogía perfecta de Cachanosky que fulminó el nuevo impuesto a Bienes Personales: qué dijo

Luego del lanzamiento inicial del «paquetazo» de medidas de Alberto Fernández que comenzó la semana pasada e incluyó el «dólar turista» y retenciones al agro, llegó ahora el momento de los bienes personales. El texto prevé «un aumento de las alícuotas de bienes personales, con los mismos topes” según informó El Cronista. La propuesta es subir las alícuotas de las distintas escalas del tributo. Se cree que la alícuota pasará del 0,25% pasaría al 0,50%; lo que ahora 0,50% pasa a 0,70% y así. Siempre quedan afuera del sistema las viviendas familiares.

La vuelta a escena del debate generó polémica entre economistas y analistas. Uno de los que se sumo con más fuerza a la polémica fue Roberto Cachanosky. El economista afirmó que el flamante impuesto, si está pensado para distribuir la riqueza, «es como confiscar de a poco las partes de un auto y venderlas para redistribuir entre los pobres. Al final desaparece el auto y los pobres siguen existiendo».

El tuit de Cachanosky generó un gran impacto en sus seguidores. El comentario fue compartido por 4216 usuarios y logró conseguir más de 10.000 Me Gusta.

Otro de los puntos que se mantiene en discusión es finalmente gravar en forma diferencial a los activos que los argentinos mantienen en el exterior.  La idea es diferenciar entre aquellos que mantienen sus activos localmente y aquellos que manifiestan tenerlos fuera de la Argentina, incluyendo cuentas bancarias o inmuebles.

 

Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía, (UCA) y ha sido director del Departamento de Política Económica de ESEADE y profesor de Economía Aplicada en el máster de Economía y Administración de ESEADE. Síguelo en @RCachanosky