Por Gabriel J. Zanotti. Publicado el 31/10/18 en: http://www.libertadyprogresonline.org/2018/10/31/de-vuelta-los-liberales-o-lo-que-fuere-excomulgandose-entre-ellos/
Nunca me voy a olvidar del Partido Liberal Republicano que se intentó formar allá por 1984/85 como opción ante la “intervencionista” UCEDE. Eran no más de 10 que se reunían en la inolvidable escuelita de Sánchez Sañudo. Se terminaron disolviendo porque se pelearon por el Patrón Oro.
Las circunstancias mundiales, ahora, han cambiado, y han surgido temas y problemas que multiplican las divisiones.
Ya hablé varias veces de esto; en una de esas oportunidades distinguí entre tres grandes corrientes: la neo-kantiana (Mises, Hayek, Popper), la neo-aristotélica (Rothbard, Ayn Rand) la iusnaturalista clásica (escolásticos, liberales católicos del s. XIX, Novak, Sirico, Liggio, Chafuén, etc.), y en general la gente del Acton Institute.
Las tres tienen diferencias filosóficas importantes y es utópico pensar que las van a superar, aunque obviamente durante mucho tiempo pudimos trabajar juntos en muchas cosas.
Ahora hay dos circunstancias que han cambiado esa paz transitoria.
Primero el tema del lobby LGBT. Los más iusnaturalistas (y NO me refiero ahora al Acton Institute) insisten en el error conceptual de la ideología del género, que va contra la ley natural, etc., y se enfrentan por ende con el escepticismo de los neokantianos y los neoaristotélicos en esos ámbitos, que defienden a la homosexualidad, al transexualismo y etc. como opciones morales legítimas en tanto, por supuesto, no atenten contra derechos de terceros. Y se matan por eso.
Los dos grupos no se dan cuenta de la importancia de su coincidencia en “en tanto no atenten contra derechos de terceros”. Porque ninguno de ellos afirma que el estado deba imponer leyes que coactivamente obliguen a hablar de un modo determinado, a contratar de un modo determinado, a enseñar de un modo determinado. ESA coincidencia en la libertad individual es la clave en estos momentos. La defensa de las libertades de expresión, religiosa, de propiedad, de asociación. Suponer que nos vamos a poner de acuerdo en el tema de la ley natural es vano. Y por ende podemos trabajar juntos, porque el lobby LGBT se llama lobby precisamente porque sus pretensiones son totalitarias: que todos hablamos con lenguaje neutro so pena de ir presos, que nadie pueda hablar libremente de sus convicciones en materia sexual sin ir preso, que nadie dentro de su institución pueda hacer o decir cosas que NO coincidan con la ideología del género sin ir preso, etc. Y con ESE totalitarismo, ¿hay algún liberal clásico o libertario que coincida? Me resultaría extraño, por más que sus fuentes sean Santo Tomás, Kant, Ayn Rand o el Sr. Spock.
Otro tema sobre el cual nos hemos peleado mucho últimamente, sobre todo en Argentina, es el aborto. Pero que casi ningún liberal clásico era abiertamente anti-abortista ya lo sabíamos hace milenios y no había problema. Todos los rothbards-boys estaban a favor y los Mises y Hayek-boys dudaban. Y la despenalización ya regía en Argentina, en dos casos, hace décadas. Y que de hecho ninguna mujer iba presa por abortar ya lo sabíamos todos hace mucho y nadie se peleaba. El problema fue que la ley presentada fue una ley que obligaba a todos los institutos estatales y privados a realizar el aborto, y sin ningún tipo de objeción de conciencia institucional. Muchos liberales argentinos miraron para otro lado, y fue allí cuando yo mismo les advertí: cuidado, eso sí que no es liberal, no tenés que ser un Juan Pablo II fan para estar en contra de ello. Ese es el problema y allí sí, de hecho, los liberales deberíamos haber presentado un frente claramente unido y no fue así. Fue preocupante.
Otro tema es el ascenso al poder de líderes “de derecha” que obviamente no son liberales pero que ponen un freno evidente al socialismo del s. XXI, al totalitarismo del lobby LGBT y a algunas otras cosas bonitas. Allí de vuelta nos estamos peleando todos porque no sabemos mucho de la realpolitik o del mal menor. Ningún liberal que yo sepa defiende a XX en tanto XXsino porque es una opción mejor ante los Clinton, los Obama, los Lula, los Kirchner, etc. O sea, en los duros momentos de las difíciles opciones en el mundo real, nadie “apoya” al mal menor en cuanto mal, sino como estrategia para que el mal mayor no avance, y además es importante denunciar siempre los dobles estándares hipócritas de la izquierda. Ello debe hacer con prudencia, obviamente. Si se hace acaloradamente y descalificando al otro o excomulgando a alguien porque piense que en cuanto mal menor Trump es mejor que Hilary, entonces estamos en problemas.
Ciertos principios son también importantes. Violaciones del Estado de Derecho, de libertades individuales, incluso cierto lenguaje agresivo e insultante, no debemos admitirlas ni siquiera al mal menor o al bien menor. Cuidado porque entonces es verdad que un fascista es un liberal asustado. Incluso en esos momentos nos debemos perdonar los sustos, pero el miedo no convierte en justo lo que es radicalmente injusto.
Finalmente, se extraña en todos nosotros, últimamente, cierta delicadeza en las formas, el apreciarnos como somos, el perdonarnos, el aceptar nuestras falencias, y se extraña una buena formación filosófica, hermenéutica y epistemológica, que bajaría los decibeles de muchas discusiones. Debates tales como si fulano no es un “verdadero” liberal porque es un free banking, o que tal interpretación de Mises es la “verdadera” y el que no se da cuenta es un imbécil, y así ad infinitum, lo que revela es que nuestra calidad intelectual y moral ha caído. Son como los debates cuasi-religosos de los grupos que surgen a partir de un “fundador”: cuál es el verdadero pensamiento del fundador, quiénes son los verdaderos intérpretes del fundador, cuáles son los textos canónicos del fundador, etc. Son debates que no existirían con un mínimo training en historia de la filosofía, epistemología y hermenéutica. Cuidado, gente, los liberales no podemos salir al ruedo de la batalla de estos días por haber leído un librito y por fanatizarnos, como si no hubiéramos salido de los 15 años. Un poco más de estudio, un poco más de bondad, tolerancia y perdón, un poco menos de neurosis obsesivas y pensamiento monotemático, un poco menos de sentirse pontífices máximos y excomulgantes, son todas cosas necesarias para los nuevos liderazgos que necesitamos. No son cosas que se aprenden en un curso. Son fruto de una terapia, por un lado, y de una conversión del corazón, por el otro.
Gabriel J. Zanotti es Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), Doctor en Filosofía, Universidad Católica Argentina (UCA). Es Profesor titular, de Epistemología de la Comunicación Social en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor de la Escuela de Post-grado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Profesor co-titular del seminario de epistemología en el doctorado en Administración del CEMA. Director Académico del Instituto Acton Argentina. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Fue profesor Titular de Metodología de las Ciencias Sociales en el Master en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE, y miembro de su departamento de investigación.
No comparto en nada todo lo dicho por el profesor Zanotti. En realidad las cosas se solucionarían mucho si los candidatos a presidente y vice por un partido «liberal» tomaran una posición de no impulsar ninguna ley pro o contra el aborto y pro o contra el lobby LGBT y dejaran a los candidatos a diputados y senadores de cada provincia LIBREMENTE decidir esta cuestión en el congreso, lo que sería mucho más democrático y si Ustedes quieren «liberal». Lo que les debería interesar es arreglar la economía y dejar otros temas conflictivos que pueden quitar votos a la decisión en su momento de los diputados y senadores. Es cierto que en una provincia los principales candidatos a diputados del partido liberal podrían ser pro aborto lo que sin duda sería una desgracia pero el católico podría votarlos para arreglar la economía considerando que los diputados y senadores de otra provincia (Salta por ejemplo) tendrían una posición diferente y enfrentarían en esos temas a sus pares o no votarlos y votar directamente a los candidatos a presidente y vice se tendría una posición más sólida en materia política. Además, lo correcto sería hablar de un partido de economía de mercado y no «liberal» término que no se utiliza en ninguna parte del mundo civilizado por cuestiones electorales. Se llamó en su momento Unión del Centro Democrático en semejanza con el de Alemania UDC. Por supuesto, sería mejor un nuevo nombre porque Alsogaray malogró ese partido pero señalando o remarcando la economía de mercado y no la ideología «liberal» que se puede o no compartir y que, por lo tanto, no es necesariamente una cuestión que obligatoriamente debe adoptarse sino que debe dejarse a la conciencia de cada uno. Con los temas de política económica ya tendrán mucho en lo que trabajar.
Pensemos otro tipo de democracia sin necesidad de recurrir a la coacción de una ley. Pensemos en un partido político «liberal» que dijera a los ciudadanos, «nosotros sostenemos como partido la economía de mercado y creemos que de ello principalmente debe ocuparse el Poder Ejecutivo por lo que ni el candidato a presidente ni el candidato a vicepresidente deben expresar sus opiniones en materia religiosa y moral sino que ello debe dejarse al Congreso y dejaremos a nuestros candidatos a diputados y senadores seguir su propia conciencia al tratar leyes sobre temas principalmente religiosos y morales y ello deberán hacerlo de manera individual y no podrán nombrar el partido en su apoyo como si este sostuviera una determinada posición religiosa o moral». Deberán decir los candidatos a senadores y diputados en caso de ser consultados: «yo pienso sobre el aborto, sobre la ideología de género, sobre la eutanasia, etc. tal o cual cosa pero esa es una opinión personal y no del partido el cual no influye ni influirá en las opiniones de los candidatos a diputado y senador en materia moral y religiosa». ¡Cuánto menos tendrían que embarrarse los políticos y cuánto menos tendrían que mentir! En la misma lista muy posiblemente el puesto que ocupara como candidato un pro aborto estaría acompañado por un candidato contrario al aborto con lo que en la misma lista debería haber tolerancia. No tendrían que mentir cada uno sería responsable individualmente por sus decisiones en esas materias y podrían cambiar de opinión. No tendrían que obedecer al partido pero tampoco se podrían escudar en el partido. No habría que buscar para las elecciones soluciones intermedias imposibles para presentarlas a una sociedad dividida y con una grieta en estos temas y teniendo presente que estas mismas propuestas no lograrían satisfacer a muchos perdiendo votos. El congreso con un partido así sería una mejor representación de la sociedad, de los individuos que la componen y no de los partidos políticos y los miembros del congreso obrarían en ciertos temas de forma personal o individual asumiendo la responsabilidad de su obrar. La Iglesia si quisiera podría excomulgar al que quisiese sin que por ello se considerara una cuestión política sino una cuestión interna de la Iglesia. ¡Cuánto ganaría el congreso en integrantes valientes que no se escuda detrás del partido, en sinceridad en lo que se piensa y dice en el recinto y en independencia de los hombres frente a las coacciones del partido! No necesitaría embarrarse nadie para hacer política porque en los temas morales y religiosos cada uno podría seguir su propia conciencia y ello no perjudicaría al partido porque dentro de él estarían representados todas las posiciones religiosas y morales propias de una sociedad abierta. Por supuesto que esto no contradice mi postura expresada anteriormente en materia de política católica sino que aquí se presenta algo que se entiende bueno, no totalmente bueno porque no es una meritocracia sino una democracia, no lo mejor que ya expresé en otros artículos pero a veces en ciertas circunstancias históricas lo mejor es enemigo de lo bueno.